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Cuadernos de Desarrollo Rural

Print version ISSN 0122-1450

Cuad. Desarro. Rural vol.10 no.72 Bogotá July/Dec. 2013

 

Empoderamiento espacial de las mujeres mediante la Economía Solidaria*

Women spatial empowerment through the Solidarity Economy

L'autonomisation territoriale des femmes à travers de l'Économie Solidaire

Birgit Hoinle**
Rainer Rothfuss***
Damaris Gotto****

*Este artículo surge del proyecto de investigación Procesos de empoderamiento con mujeres en cooperativas de Economía Solidaria en Rio de Janeiro, en cooperación con la ONG Asplande y la Universidade Federal Fluminense Niterói, ejecutado en 2009 por Birgit Hoinle.
**M.A., Universidad de Tubinga. Correo electrónico: bhoinle@gmx.net
***Profesor. doctor, Universidad de Tubinga. Correo electrónico: rainer.rothfuss@tuebingen.de
****Magister en Planificación Urbana, mención Política y Acción Local. Trabaja en Petróleos de Venezuela. Correo electrónico: gottod@pdvsa.com

Recibido: 2013-02-22 Aceptado: 2013-03-10 Evaluado: 2013-08-04 Publicado: 2013-12-30


Cómo citar este artículo

Hoinle, B., Rothfuss, R., & Gotto, D. (2013). Empoderamiento espacial de las mujeres mediante la Economía Solidaria. Cuadernos de Desarrollo Rural, 10 (72), 117-139.


Resumen

Desde los años ochenta, la Economía Solidaria ha ganado cada vez más relevancia como alternativa al modelo económico neoliberal, tanto en el ámbito urbano como en el rural. Este artículo busca examinar de qué forma estas alternativas económicas inician e influyen en procesos de empoderamiento de mujeres. A partir de un análisis interseccional, se identifican los principales factores de discriminación en que viven inmersas las mujeres de las favelas. Al sistematizar las experiencias de una Red de Economía Solidaria en Brasil, el artículo desarrolla cuatro hipótesis sobre cómo los procesos de autorganización podrían contribuir a formas de empoderamiento en diferentes dimensiones. De ahí se deduce el concepto de "empoderamiento espacial" y se analiza su relevancia para transformar los roles de género en el contexto de mujeres en espacios urbanos y rurales.

Palabras clave autores: Empoderamiento, empoderamiento espacial, economía solidaria, género, interseccionalidad.

Palabras clave descriptores: Alternativas económicas, modelo solidario, favelas, transformación de roles de género.


Abstract

Since the eighties, the Solidarity Economy has gained increasing importance as an alternative to the neoliberalism, both in the urban and rural spheres. This article seeks to examine how these economic alternatives initiate and influence women's empowerment processes. From an intersectional analysis, the main factors of discrimination for women living inside the favelas are identified. By systematizing the experiences of a Solidarity Economy Network in Brazil, the article develops four hypotheses about how self-organization processes could contribute to empowerment forms in different dimensions. Based on that, the concept of "spatial empowerment" is deduced and its relevance to transform gender roles in the context of women in urban and rural areas is discussed.

Keywords author: Empowerment, spatial empowerment, solidarity economy, gender, intersectionality.

Keywords plus: Alternatives, solidarity model, slums, processing roles of genre.


Résumé

Depuis les années 80, l'Économie Solidaire a gagné chaque fois plus d'importance comme une alternative au modèle économique néolibérale dans le milieu urbain et le milieu rural. Cet article veut examiner de quelle manière ces alternatives économiques commencent et influencent les processus d'autonomisation des femmes. À partir d'une analyse intersectionnelle, il s'identifie les principaux facteurs de discrimination dans lesquels les femmes des favelas vivent immergées. Au moment de la systématisation d'expériences d'un Réseau d'Économie Solidaire au Brésil, l'article développe quatre (4) hypothèses sur comment les processus d'auto-organisation pourraient contribuyer aux manières d'autonomisation dans des différentes dimensions. De cela, il est déduit le concept d' «autonomisation territoriale» et il s'analyse son importance pour transformer les rôles de genre dans le contexte des femmes dans des espaces urbains et ruraux.

Mots-clés auteur: Autonomisation, autonomisation territoriale, économie solidaire, genre, intersectionnalité

Mots-clés descripteur: Alternatives, modèle de solidarité, bidonvilles, transformation des rôles de genre.


1. Teorías del empoderamiento: procesos de transformación individual y colectiva

"Está claro que se usa 'empoderamiento' en muchos sentidos y en un amplio alcance de contextos (...) La palabra aparece en la lengua de, entre otros, neo-liberales, neo-marxistas, feministas y grassrootsgroups del Tercer Mundo" (Rowlands, 1997, p. 2). En las últimas décadas, el término empoderamiento se puso de moda, tanto en el ámbito académico como también en las prácticas de las agencias de cooperación internacional y de los movimientos sociales. Al utilizar el término de forma inflacionaria, en muchos casos la esencia emancipatoria de la palabra se ha reducido a un sentido meramente técnico y metodológico. Diferentes actores utilizan el término en contextos divergentes sin precisar el significado. Por esta razón, la intención de este capítulo es la de descubrir los conceptos que forman el origen del término empoderamiento y brindar un panorama sobre las definiciones relevantes en el marco de los Estudios de Desarrollo y de Género y en diferentes regiones como Brasil e India que aportan ideas relevantes para comprender este concepto.

Originalmente, la idea de empoderamiento fue impulsada por el movimiento de mujeres del Sur con el fin de avanzar en el cambio de sus vidas y de generar un "proceso de transformación de las estructuras sociales" (León, 2002, p. 69). La corriente académica Gender and Development (GAD) retomó el concepto y autoras como Kate Young y Maxine Molyneux avanzaron en la formulación de estrategias que trataron de invertir las relaciones de poder en el campo de los proyectos de desarrollo.

La palabra poder forma el rootconcept de empoderamiento (Rowlands, 1997, p. 9). Tradicionalmente, poder está asociado con control y dominación; en este sentido, poder es como un juego de suma cero: si una persona aumenta su poder, otras lo pierden. Sin embargo, según el filósofo francés Michel Foucault (1977), donde hay poder, hay resistencia; existe una variedad de formas de apropiarse y ejercer poder. Para la teórica alemana Hannah Arendt (1970, p. 45), la palabra poder significa " asociarse con otros y actuar en consenso". La feminista colombiana Magdalena León define su carácter como dualista: Por un lado, el término significa el poder de suprimir, por otro lado, tiene el sentido del poder de decidir, es decir, constituye una fuente de emancipación. Según León, solo con la noción de poder como proceso se pueden superar los dualismos y mirar el empoderamiento y desempoderamiento como dos caras de una misma moneda con sus múltiples interrelaciones (León, 2002, p. 71).

En referencia a la obra sobre poder de Steve Lukes, Rowlands distingue, a partir de estudios en Honduras, cuatro formas de poder: Poder sobre (en el sentido controlador), poder del interior, poder con y poder para (León, 2002, pp. 75-76)1. Las últimas tres formas pueden ser interpretadas como un poder productivo o generativo, de suma positiva. En este sentido, como recurso colectivo, se puede aplicar poder de forma estratégica como herramienta de análisis crítico y como instrumento de cambio (Lukes, 1974; Rowlands, 1997, p. 13; León, 2002, p. 77).

La socióloga Maxine Molyneux, basada en sus estudios en Nicaragua, elaboró una metodología para aplicar el concepto de empoderamiento en el trabajo con organizaciones de mujeres. Su concepto distingue necesidades prácticas e intereses estratégicos (Molyneux, 1985, p. 232). Las primeras surgen de los roles sociales y de la posición en la división sexual de trabajo: a partir de las condiciones de vida concretas aparecen necesidades materiales, como alimentación o seguridad. En cambio, se deducen intereses estratégicos a partir de un análisis crítico de la desigualdad de género. Estos intereses procuran transformar el estatus de la mujer y los roles de género. Con la idea de potencial transformador, Kate Young, científica destacada de la corriente GAD, pretende formular un puente entre los dos tipos de intereses. Según ella, el potencial transformador se va desarrollando en la medida en que las necesidades prácticas se transforman en intereses estratégicos.

Sin embargo, los conceptos de la corriente GAD fueron criticados con vehemencia por parte de teorías feministas poscoloniales. Estas rechazan la actitud eurocéntrica detrás de estas estrategias: al victimizar y homogenizar la mujer del Tercer Mundo como un objeto universal, se difunde un discurso y una sencilla proyección hegemónica, que ignora otros tipos de opresión por causa de categorías como raza, religión, etnia o por la desigualdad social global. Por tanto, autoras/es como María del Mar Castro Verela ponen énfasis en el carácter entrecruzado de poder (Castro Verela y Dhawan, 2009, p. 11-13).

En el marco de los estudios feministas, a partir de los años 90, se empezó a desarrollar un concepto para planear de forma sistemática el carácter multidimensional del poder. En este sentido, la interseccionalidad representa un instrumento para analizar el entrecruzamiento de varios factores causantes de opresión y las interrelaciones entre diferentes categorías de desigualdad, como clase, etnia, género y edad. El concepto tiene su origen en la Critical Race Theory y en el movimiento de feministas afroestadounidenses (Black Feminists) que formularon el concepto como crítica a la esencia de la categoría Mujer en el mainstream del feminismo.

La premisa se basa en el carácter relativo de la categoría Género. En vez de abordarla como algo absoluto, se pone énfasis en los procesos de construcción social de los roles de género y se subraya el carácter múltiple de las identidades. Según el contexto, varía también la intensidad de las discriminaciones por factores como género o raza y las correspondientes constelaciones de poder (Segebart y Schurr, 2010b). De esta forma, el concepto de interseccionalidad constituye un instrumento apropiado para analizar las diferentes formas de discriminación de grupos sociales, lo que resulta muy útil para ser aplicado al contexto de las experiencias de discriminación de mujeres negras en favelas, en el marco de nuestro estudio de caso, así como para extrapolar los resultados a contextos rurales en Latinoamérica.

Existen diversas definiciones de empoderamiento. En los estudios de Desarrollo, la más reconocida a escala mundial fue descrita por la teórica india Naila Kabeer, quien llegó a formular la base del Human Development Index (Indice de Desarrollo Humano). Para ella, empoderamiento significa la capacidad de elegir: "La expansión de las habilidades de las personas para tomar decisiones estratégicas para sus vidas en condiciones en las cuales estas habilidades han sido rechazadas previamente" (Kabeer, 1999, p. 437).

La autora conceptualiza el término en tres ejes: ressources, agency y achievements (recursos, agencia y logros). Las tres dimensiones están interrelacionadas de forma que, por ejemplo, la adquisición de recursos aumenta el espacio de actuar y tomar decisiones estratégicas (agency), lo que puede resultar en conquistas materiales concretas (achievements). En cambio, Kate Young aborda el empoderamiento desde una perspectiva más sistémica; para ella este término corresponde a una "alteración radical de los procesos y estructuras de poder que genera la posición subordinada de las mujeres como género" (Young, 1993, p. 158). De acuerdo con su concepción, empoderamiento abarca cambios individuales y acciones colectivas.

El proceso de empoderamiento está compuesto por diferentes elementos y se inicia en un estado de disempowerment ("" desempoderamiento"), la situación de estar dominado, suprimidos y limitados los espacios de actuar. El agravamiento de las condiciones de vida y la ruptura con la percepción habitual de impotencia pueden ser el desencadenante de procesos de empoderamiento. Un elemento fundamental del proceso consiste en la "concientización", concepto que tiene su origen en la Pedagogía dos Oprimidos del filósofo y pedagogo brasileño Paulo Freire. Según él, un requisito esencial para empoderarse es la toma de una conciencia crítica, o sea, la capacidad de analizar las causas de la situación de exclusión y de desarrollar capacidades para cambiarla juntamente con otras/os en la misma situación, siempre entrelazando los principios de reflexión y acción (Freire, 1970; León, 2002, p. 66).

La conciencia sobre el poder interno y la identificación con otras personas que comparten la misma situación forman la base para crear redes y construir capital social (en especial, frente a la carencia de capital físico), lo que puede resultar en formas de poder con. En la dimensión estructural, el empoderamiento significa una alteración en la relación de los grupos excluidos con la sociedad. Los grupos juntan sus fuerzas para desarrollar un proyecto colectivo (poder para) que tiene como primer objetivo mejorar las condiciones de vida y -a largo plazo- iniciar una transformación estructural de las relaciones de opresión prevalecientes (poder sobre).

El camino de empoderamiento no va en sentido unidireccional, ni siquiera hay un determinado punto de partida o fin; los posibles rumbos varían según el contexto. El objetivo es la transformación de las estructuras de poder en la medida en que los desempoderados se apoderan del control sobre sus condiciones de vida individual y colectiva. Los proyectos de Economía Solidaria en Brasil surgieron también como iniciativas de sobrevivencia por causas económicas inmediatas. En los siguientes capítulos buscaremos respuestas a la pregunta clave sobre si la Economía Solidaria contiene un potencial transformador para generar procesos de empoderamiento individuales y estructurales en grupos excluidos por factores de discriminación entrecruzada.

2. El concepto y el trayecto de la Economía Solidaria en Brasil

Sea como cooperativa, empresa recuperada o iniciativa local, como tienda de trueque, huerta o radio comunitaria, es enorme la multitud de ejemplos que forman parte del movimiento en pro de formas alternativas de organizar la economía y las relaciones laborales. La Economía Solidaria representa un intento de organizar el sector económico de acuerdo con el origen de la palabra economía: Oikos viene del idioma griego y significa cuidar el hogar -el hogar como un todo (Quintela, 2006, p. 22). De ahí se deduce una visión holística de planear la economía como un modo alternativo de producción en que las acciones económicas tienen el fin de satisfacer las necesidades de los seres humanos; no los lucros, sino el bienestar de los grupos sociales y de la naturaleza es el objetivo de esta forma de economía. Según la red Ripess (Rede Internacional para a Promoção da Economia Social e Solidária) la Economía Solidaria está basada en los principios de cooperación voluntaria, auto-organización y ayuda mutua (Giegold y Embshoff, 2008, p 12).

Para Paul Singer (2009), uno de los teóricos y promotores principales de la Economía Solidaria en Brasil, las metas principales consisten en la inclusión social de poblaciones excluidas y en la democratización de las relaciones económicas. Los procesos invierten las contradicciones clásicas de capital y trabajo a raíz de la visión de que las/os trabajadoras/es son al mismo tiempo las/os propietarias/os. Es un proyecto de transformar las relaciones económicas de forma sucesiva, en la medida en que las/os actoras/es se apropian de los espacios en que se materializan valores de cooperación y equidad, en vez de competencia, jerarquía e individualismo (Singer 2009).

A escala global, el país donde la idea de Economía Solidaria se ha manifestado de forma más pronunciada es Brasil. A partir de los años ochenta, se formó un amplio movimiento social con presencia en casi todos los estados federales del país suramericano de mayor tamaño. Las crisis económicas y los procesos de democratización en aquella década constituían un contexto conflictivo y creativo en que las iniciativas de la Economía Solidaria ganaban cada vez más terreno:

El impulso principal de la economía solidaria deriva de la combinación de dos movimientos específicos en Brasil. Por un lado, el aparecimiento de un enorme mano de obra excedente; por otro lado, el movimiento es compuesto por un conjunto importante de actores sociales críticos y comprometidos con la construcción de alternativas de organización social y laboral (Pochmann, 2004, p. 23).

La crisis de deuda externa tras el aumento de los precios de petróleo llevaron el país a la "década perdida"2, cuando se experimentaba un laboratorio de diferentes planes macroeconómicos para tratar de combatir la inflación extrema y el desempleo estructural, fenómeno denominado por Singer como "nueva pobreza". Con las reformas neoliberales a partir de los años noventa el entonces presidente, Fernando Collor, implementó una receta radical que abarcaba privatizaciones, desregulaciones, la reducción del papel del Estado y la apertura de la economía hacia el mercado global.

El impacto de la globalización produjo ganadoras/es y perdedoras/es: por un lado, cada vez más aparecieron consorcios multinacionales y se expandió el sector agroindustrial en el país entero; por otro lado, grandes partes de la mano de obra fueron expulsadas de la esfera productiva tanto en el sector urbano como en el rural. Los impulsos de la esfera internacional presionaron a la industria brasileña, lo que causó desestructuraciones en el mercado de trabajo, reflejadas en formas heterogéneas de empleo precario, temporal y tercerizado. La informalidad, la precarización del trabajo y el desempleo son la raíz de la exclusión social y el empobrecimiento de una gran parte de la población, lo que es visible en la expansión territorial de las favelas en esta década, proceso acelerado por la falta de perspectivas de vida en el campo que empujaba la migración hacia las grandes ciudades.

Como respuesta al desempleo y a los procesos de precarización surgieron iniciativas populares motivadas a generar trabajo e ingreso de forma autogestionada; se fundaron cooperativas como un proyecto de inclusión social para personas que se encontraban excluidas del mercado de trabajo formal. En el sector rural, el Movimento dos Trabalhadores Ruraissem Terra (MST) se destacó como un actor importante en cuanto a establecer formas de Economía Solidaria, por ejemplo, mediante la promoción de cooperativas agrícolas. En el sector urbano la Anteag (Associação Nacional das Empresas Autogeridas) se convirtió en una organización protagonista en la recuperación de empresas fallidas por medio de la autogestión de las/os trabajadoras/es. Con la llegada a la presidencia de Lula da Silva, del partido PT (Partido dos Trabalhadores), el movimiento consiguió el reconocimiento oficial y la expansión en instituciones estatales, como la Secretaria Nacional de Economia Solidária (Senaes). Su principal interlocutor es el Forúm Brasileiro de Economia Solidária (FBES), que forma la voz del conjunto de los foros locales y estadales del movimiento de Economía Solidaria en Brasil. Aunque el movimiento ha tenido avances significativos para influir en las políticas públicas y crear condiciones más favorables para iniciar nuevos proyectos, hay que advertir que la Economía Solidaria nunca fue integrada a la política nacional de desarrollo de Brasil, tampoco en los gobiernos más progresistas como el PT (Sarria Icaza, 2013).

En ciudades como Río de Janeiro predominan grupos de producción informal, y muchos hacen parte del sector artesanal. Un ejemplo es la cooperativa de costureras Corte & Arte, que fue fundada en los años noventa por iniciativa de mujeres desempleadas del Morro do Cantagalo. En 1997, en conjunto con otras iniciativas de mujeres, crearon la Rede Cooperativa de Mulheres Empreendedoras da Região Metropolitana do Rio de Janeiro. Actualmente, la Rede está formada por 26 proyectos de Economía Solidaria que se dedican a diversas actividades productivas, como artesanía, ladrillos ecológicos, reciclaje o culinaria. A los miembros de la Rede se les ofrecen capacitaciones por parte de la organización no gubernamental Asplande3, que acompaña la Rede con asesoría y presta la infraestructura para realizar encuentros. Los miembros de la Rede, grupo focal de esta investigación, se ubican en diferentes espacios del área metropolitana de Río de Janeiro; la mayoría están ubicados en los asentamientos informales, denominados fivelas, donde en muchos casos se asientan emigrantes del espacio rural, sobre todo del Nordeste de Brasil. Por tanto, es imprescindible echar una mirada al contexto en el cual actúan las mujeres de la Rede.

3. Contexto de las mujeres en las favelas de Río de Janeiro desde una perspectiva interseccional

Con la llegada de la Copa Mundial en 2014 y las Olimpiadas en 2016 la metrópolis atrae cada vez más el foco del interés público mundial. La ciudad brilla con sus panoramas turísticos, festividades como el Carnaval y la imagen respectiva del estereotipo de "sus mujeres exóticas". El hecho de que las realidades detrás de esta fachada de la cidade maravilhosa se figuran menos brillantes y más contradictorias no es transmitido por la mayoría de los medios de comunicación y agencias de viaje. Para analizar estas realidades de forma diferenciada, es preciso tomar una perspectiva interseccional que mira las condiciones de vida de mujeres enfavelas. Como se plasmó en párrafos anteriores, el concepto de interseccionalidad toma en cuenta factores socioeconómicos, raciales, de género y también territoriales para explicar procesos de exclusión y "desempoderamiento". Los enfoques de análisis se fijan en las estructuras de la sociedad, la construcción de identidades y las representaciones simbólicas transmitidas, por ejemplo, por discursos dominantes en el espacio público (Segebart y Schurr, 2010a; Winker y Degele, 2011).

Para el famoso cantante de samba, Orestes Barbosa, existen "sin duda, dos ciudades en Rio" (Lanz, 2004, p. 35). La metrópolis se caracteriza por rasgos marcados de segregación socioespacial y contrastes extremos entre el asfalto (la ciudad oficial) y el morro, o sea, los barrios irregulares que se extienden en la zona Norte y Oeste; algunos de los morros están ubicados en vecindad directa con los barrios nobles de la zona Sur. La zona Norte y zona Sur aparecen como dos mundos opuestos: Mientras los estratos más ricos se encierran en los Condominios fechados, la mayoría de las personas que viven en favelas son las que trabajan en los servicios (taxistas, limpiadores o albañiles) que permiten funcionar a la ciudad; de este modo, las dos esferas están interdependientes y entrecruzadas de forma sutil.

El Estado en el rol de prestador de servicios sociales y de infraestructura no ha tenido presencia en las favelas durante mucho tiempo4. Con el surgimiento del narcotráfico, a partir de los años ochenta, los carteles se apropiaron del dominio territorial y dirigen así las dinámicas sobre estos espacios. El contexto de violencia y de conflictos entre los carteles, las milicias y la policía pone barreras a la movilidad cotidiana de las/os habitantes. Además, están etiquetadas/os de forma generalizada con estereotipos: tanto los medios de comunicación como los políticos presentan a los jóvenes como "narcotraficantes" o a las mujeres como "fábricas de producir marginal"5. El hecho de tener la dirección residencial en una favela es una desventaja a la hora de buscar empleo en el mercado formal (Perlman, 2003). De esta forma, es evidente que el factor localidad es determinante para experiencias de discriminación. En la categoría socioeconómica es claro que los impactos de la globalización económica tuvieron efectos desequilibrados en la vida de las mujeres: "El desempleo, la menor remuneración y acceso al mercado, sobre todo de las mujeres negras y pobres, son indicadores de la desigualdad de género y raza que se acentúan cada vez más en las periferias de las grandes ciudades". (Pessoa, Pouchain, Ramos y Fernandes Peixoto, 2008, pp. 11-12).

Aunque en los años noventa se expandió la cantidad de mujeres en empleo, en la mayoría de los casos se trataba de trabajos precarios e inseguros. Las reducciones en los servicios sociales públicos dentro de las reformas neoliberales, resultaron en el hecho de que muchas veces son las mujeres de estratos pobres quienes compensaron los vacíos. Para ellas aumentó la presión de combinar el empleo productivo con las actividades de reproducción. Por un lado, durante el gobierno de Da Silva, el salario mínimo aumentó el triple y programas sociales como la bolsa familia propiciaron mejoramientos en la situación de muchas familias pobres. Por otro lado, las desigualdades por causa de género y color han persistido: el ingreso de casi la mitad de los hogares con mujeres afrobrasileñas como jefas de hogar, es el salario mínimo. Muchas de las mujeres negras trabajan como empleadas domésticas (Cedim, 2012)6 en condiciones laborales no aseguradas.

Como conclusión parece evidente que existen diferencias entre diversos grupos de mujeres, lo que se pudo concretar mediante el concepto interseccional. Entre otras cosas, resultó que mujeres que viven en asentamientos informales son las que se encuentran en una mayor situación de exclusión, por factores como localidad, estrato social, color de piel y género. En este sentido, destaca el hecho de que las categorías de desigualdad mencionadas estén entrecruzadas y se fortalezcan mutuamente.

4. Experiencias de empoderamiento en la Rede de Mulheres Emprendedoras da Região Metropolitana de Río de Janeiro

Con una metodología inspirada por la Grounded Theory se intentó dar respuesta a la pregunta clave de la investigación: ¿En qué medida brinda la Economía Solidaria un potencial para procesos de empoderamiento? Como se trata de un objeto de investigación en movimiento se eligió una metodología que constituye un proceso: La Grounded Theory (o Teoría Fundamentada) es un estilo de investigación que ofrece flexibilidad para adaptar el diseño de investigación a nuevos conocimientos adquiridos durante el proceso de investigación. El procedimiento es progresivo y simultáneo, y abarca el levantamiento de datos y su análisis. En diálogo con conceptos teóricos y la selección de casos comparables y contrastantes, quien investiga puede identificar nuevos conceptos y categorías para formular una hipótesis con base en nuevos conocimientos adquiridos durante el proceso. El objetivo es generar nuevas teorías de forma inductiva y anclada en datos empíricos (Hülst, 2010; Corbin y Strauss, 1990).

En nuestro estudio, se empleó la Grounded Theory como inspiración para formular hipótesis que expliquen la causalidad entre formas de auto-organización en la Economía Solidaria y cambios individuales y colectivos de mujeres marginalizadas. El procedimiento se llevó a cabo de forma inductiva con el objetivo de identificar en las citas de las personas entrevistadas, señales de cambios personales y colectivos que hicieran referencia a procesos de empoderamiento.

La metodología abierta de la Grounded Theory ofrecía flexibilidad para encontrar nuevas categorías (como la espacial) y trataba al mismo tiempo de relacionar los resultados con los conceptos de empoderamiento presentados en la literatura.

Para el levantamiento de datos se realizó una triangulación de métodos cualitativos: mediante la observación participante en talleres, análisis de material didáctico y tres diferentes tipos de entrevistas7 realizadas con actoras/es dentro de la Rede, con representantes de distintas ONG y de instituciones públicas en diferentes niveles, se pretendió mirar los procesos de cambio con una perspectiva diferenciada en la vida de las mujeres que optan por la Economía Solidaria. En los siguientes pasos, se demuestran formas de empoderamiento, según las autopercepciones de las mujeres, lo que ejemplifica las etapas del proceso desde lo individual a lo colectivo.

4.1. "Desempoderamiento"

De acuerdo con los testimonios, muchas de las mujeres que forman parte de la Rede se encontraban antes en una situación de exclusión socioeconómica y espacial. Para mujeres negras, con más que 40 años y residentes de una favela, no existen oportunidades aceptables en el mercado de trabajo. Como muchas de ellas migraban del campo a la ciudad carecían de formación profesional para trabajar en el espacio urbano y se encontraban desempleadas. La mayoría son madres solteras o viudas. Renata Araujo8, integrante del Grupo de Mulheres Bordadeiras do Morro da Coroa, explica: "Yo no tenía dinero, no tenía empleo,pero tenía que mantener a mi familia". La mayoría de las veces, las carencias económicas son el motivo fundamental para iniciar un emprendimiento de Economía Solidaria. La asociación a una cooperativa ofrece a las mujeres la posibilidad de trabajar con más autodeterminación y de desarrollar sus propias habilidades. Vanessa de Figueiredo, de la cooperativa de costureras Corte & Arte, afirma que un motivo fundamental consistía en la necesidad de combinar la producción con el cuidado de los hijos: "En este entonces pasamos aquí en la comunidad por un periodo muy duro de violencia. Para las mujeres era una forma de trabajar y cuidar los hijos al mismo tiempo".

Fernanda Magalhães, coordinadora de la cooperativa de lavanderas de Bultrins9, explica que antes, como lavanderas individuales, solo entraban por la puerta del fondo a la casa del patrón. Ahora, como cooperativa, con sede en el espacio público, las/os clientes van donde ellas y se puede obtener un precio más alto por el mismo trabajo.

4.2 Concientización (poder del interior)

Uno de los obstáculos más grandes en la fase de la formación de una cooperativa es aprender a trabajar en equipo. Muchas mujeres están acostumbradas a trabajar con un jefe y a obedecer. Vanessa de Figueiredo, de Corte & Arte, explica que para ella es enriquecedor trabajar en autogestión, pero al mismo tiempo más "trabajoso" porque "tienes que tener una visión más amplia para autogestionar". En la medida en que las mujeres forman una cooperativa y perciben la necesidad de adquirir su propio conocimiento, empiezan a ganar autoestima. Muchas pasan por cambios personales profundos: "Desde que trabajo en la cooperativa, muchas cosas cambiaron en mi vida. Yo estaba muy deprimida, no quería hablar con nadie, quería esconderme. Ahora puedo comunicarme, salí del problema, ahora yo estoy ayudando a los jóvenes" (Entrevista con Maria Antonieta Gomes, integrante de Emprendimento Solidário Mulheres do Salgueiro, una cooperativa de costureras en São Gonçalo).

A raíz del trabajo enmarcado en la Economía Solidaria ellas aprendieron a tomar responsabilidad, a defender su opinión y a profundizar su formación. Verônica de Almeida, coordinadora y capacitadora en la organización Asplande subraya: "La mayoría de las mujeres de nuestros cursos viene con muchos bloqueos acarreados por una educación machista". Como mujeres con bajo ingreso, discriminadas por vivir en una favela, tienen poca autoestima. Según ella, en la medida en que las mujeres participan en las actividades de la Rede, en cursos de Asplande y de otras organizaciones, se dan cuenta de que como mujeres tienen su lugar en la sociedad y como ciudadanas activas piensan y pueden defender sus derechos.

En el sector rural también: de sus experiencias en el trabajo con colectivos de mujeres rurales del MST, Anita Brumer y Gabriela Dos Anjos destacan la importancia de "politizar lo cotidiano". Las mujeres se organizan primero por necesidad: "A partir de la lucha por la tierra" en los acampamientos las mujeres, pasan a "discutir problemas de la condición femenina; así que el concepto de potencial transformador se desenvuelve desde las necesidades inmediatas hacia cuestiones más universales de la sociedad y de los roles de género (Brumer y Dos Anjos, 2008, p. 225).

4.3 Capital social (poder con)

La Rede ofrece un "lugar de acogida", opina Verônica de Almeida sobre su valor. Las mujeres analizan los problemas y frustraciones de sus cooperativas populares y discuten sobre posibles soluciones de manera conjunta. La Rede sirve también como un lugar propicio para identificarse con otras personas en la misma situación, solidarizarse y encontrar agendas en común; así afirma Monique da Silva de un emprendimiento colectivo de Deodoro (RJ): "No sabía que hay tantas mujeres en la lucha. La gente piensa que las mujeres solo están en casa, pero no es bien así, eso lo descubrí aquí'. Para los grupos de producción existe la posibilidad de juntarse para organizar la comercialización en colectivo. De esta manera, los colectivos aumentan su capital social y también su poder de negociación (bargainingpower) en las relaciones económicas.

4.4. Participación política (poder para)

Renata Araujo del grupo de producción Bordaderas da Coroa explica: "Fue la puerta a otro mundo para nosotras". Es apenas ahora que las mujeres empiezan a salir de su barrio, a entrar en intercambio con otros grupos y a viajar para encuentros. El primer viaje del grupo de las Bordaderas para el Primeiro Encontro Nacional da Articulação das Mulheres Negras dio inicio a un compromiso continuo en el movimiento feminista. Hoy las mujeres discuten derechos de ciudadanía y han superado la timidez de entrar en y enfrentar las instituciones públicas para exponer sus demandas. Las actividades en el marco de la Rede brindan a las mujeres también la oportunidad de participar en eventos y congresos públicos, como la conferencia Economía solidaria, género y derechos humanos, que tuvo lugar en la sala del Banco Nacional de Desenvolvimento (BNDES). Renata Araujo del grupo de las Bordaderas, por ejemplo, fue invitada como ponente a la Conferencia Nacional de Seguridad Pública, para referir sobre el tema de género y seguridad pública, lo que fue transmitido por la televisión nacional.

De esta forma, el empoderamiento de las mujeres se refleja cuando se apropian de lugares que antes percibían como tabú en relación con su estatus. Ellas abren su horizonte a la medida que conocen el mundo fuera de sus hogares y comunidades. Por otro lado, son un ejemplo de que no es necesario salir de la favela para mejorar las condiciones de vida. Renata Araujo espera que, a largo plazo, suceda un cambio estructural también en las comunidades: "Si nosotras logramos transformar nuestra realidad, poco a poco también transformamos nuestro entorno".

Estos ejemplos demuestran que la Economía Solidaria ofrece a grupos social y geográficamente excluidos, la posibilidad de reinsertarse en la esfera productiva y de adquirir su propio ingreso, lo que fomenta su empoderamiento y la integración social. Sobre todo para las mujeres significa más autonomía, ya que la forma de trabajar en autogestión brinda mayor flexibilidad para combinar ocupaciones de producción y reproducción, así como también más autonomía en cuanto a controlar y dirigir su vida. Además, se abren espacios para comprometerse por asuntos de la comunidad y movimientos sociales.

Los colectivos y la Rede forman un capital social (ressources) que constituye la base para abrir espacios de actuación (agency), lo que puede resultar en logros concretos (achievements), como la expansión de derechos de ciudadanía o un marco institucional más favorable para las iniciativas informales. Hay que destacar, sin embargo, que no todas las mujeres participan de la misma forma y con el mismo impacto en las capacitaciones o en movimientos sociales. Sin embargo, la intención de este artículo es señalar, con base en ejemplos de la Rede, que la autogestión y la propiedad colectiva de medios de producción en la Economía Solidaria facilita el acceso a recursos para construir poder de suma positiva, en el sentido de poder elegir y poder tomar decisiones estratégicas, de acuerdo con la definición de Naila Kabeer.

En los ejemplos de la Rede es evidente que las etapas del proceso van desde la concientización personal hacia formas de organización colectiva con visiones de una sociedad y economía más justa, en que se combinan formas de poder interno, poder con y poder para. Finalmente, cabe destacar que las capacitaciones, el intercambio en redes y la participación en foros públicos sobre Economía Solidaria, son factores favorables para que las necesidades prácticas se transformen en intereses estratégicos.

5. Síntesis: cuatro dimensiones de empoderamiento

Como Foucault subraya la multidimensionalidad de poder, las observaciones en este estudio indican también procesos multidimensionales de empoderamiento. En la evaluación de las entrevistas se identificaron cuatro categorías clave para sintetizar los procesos de empoderamiento en los ámbitos económico, personal, sociopolítico y -en la literatura casi nunca mencionado pero en este contexto de mucha relevancia- espacial.

  • La Economía Solidaria crea los fundamentos materiales para una posición de negociación más favorable (bargainingpower). La posesión colectiva de medios de producción y la organización de compra y venta en conjunto, facilitan el acceso al mercado y la posibilidad de trabajar por un precio justo. La autogestión da la flexibilidad de conciliar trabajos de producción y reproducción y tener más autonomía en la organización de la vida.
  • La Economía Solidaria ofrece espacios de actuación personal para quebrar con la sensación habitual de impotencia y para construir conciencia crítica.
  • La forma autodeterminada de trabajar facilita el reconocimiento de las propias habilidades; la autogestión da la base para experimentar el poder de actuar en colectivo. El intercambio en espacios colectivos promueve el análisis crítico y la concientización.
  • Con la acumulación de capital social en el trayecto de construir los emprendimientos y redes, las mujeres se establecen como actores reconocidos en la esfera política. Como grupo social con experiencias compartidas de exclusión, mejoran su posición de negociación frente a instituciones estatales. La Economía Solidaria promueve un cambio estructural hacia un modelo económico más justo. Al apoderarse de espacios democráticos de cooperación, las mujeres ya materializan el derecho a relaciones de trabajo dignas.
  • Al aprovechar las oportunidades de salir del barrio, de entrelazarse con otros grupos y frecuentar eventos públicos, las mujeres superan barreras y alcanzan visibilidad y voz en el espacio público. Las mujeres se apoderan de lugares públicos que previamente significaban un tabú para ellas y participan en congresos con su voz, por tanto aumentan su poder de autorrepresentación. La ocupación en el espacio público les otorga visibilidad y contribuye a la valorización de su trabajo.

Las cuatro dimensiones identificadas no funcionan de forma separada, sino que están en una relación de influencia mutua; por ejemplo, la dimensión económica representa muchas veces el inicio, el motivo para desencadenar procesos de empoderamiento en otros ámbitos. El siguiente cuadro demuestra una sistematización de los resultados.

Las cuatro hipótesis son construidas con base en este estudio de caso. Para formular una tesis generalizada en un nivel más representativo, sería necesario extender el foco de investigación a otros contextos y diferentes grupos. La operacionalización para un posible estudio requeriría conceptualizar las variables dependientes y elegir indicadores apropiados. Este artículo intenta iniciar una primera reflexión acerca de la relevancia de estas hipótesis para la esfera rural.

Cabe destacar aquí que la problemática de la marginalización de las mujeres se incrementa en el ámbito rural, debido al hecho de que se suman dos estratos de marginalización: uno caracterizado por una economía y sociedad cada vez más establecidas y dominadas por los procesos de una globalización neoliberal; y el otro, donde el acceso al poder para influenciar y gestionar ciertos procesos socioeconómicos se contraen en medida creciente hacia los centros urbanos, que son los nodos de control de las redes globales. Mientras que en aglomeraciones urbanas la barrera de marginalización de mujeres discriminadas - bajo ciertas condiciones - puede ser derrumbada por medio del empoderamiento, en el ámbito rural la marginalización afecta la sociedad de las respectivas regiones en su totalidad, y obstruye así de forma fundamental todo tipo de empoderamiento en relación con el mundo globalizado predominantemente urbano.

Al examinar la relevancia de las localidades en la cuestión de empoderamiento, se presentará en el siguiente apartado un primer intento de conceptualizar la dimensión espacial y de identificar las causalidades entre procesos de autogestión y formas de empoderamiento espacial.

6. El concepto de empoderamiento espacial

El resultado más destacado de este estudio es la relevancia de la dimensión espacial. En las teorías de empoderamiento dentro de los estudios feministas y de desarrollo se hace poca referencia al aspecto espacial de empoderamiento. En nuestro caso, dado el contexto de desigualdades espaciales extremas y de barreras masivas por vivir en una favela, se notaba un alto nivel de fuerza discriminatoria de la categoría localidad de residencia, dentro de la interseccionalidad de diferentes factores de exclusión. También en el sector rural para ellas existen barreras territoriales y económicas que limitan el espacio de moverse y tener acceso a servicios básicos o empleo formal.

En muchos casos, el control social dentro de la comunidad es más fuerte y los roles de género más estrictos, lo que para muchas mujeres resulta en espacios de actuar muy estrechos y restringidos a la esfera privada. Por esta razón, estrategias para superar el estado de "desempoderamiento" de grupos excluidos, tanto en la ciudad como en el campo, tienen que tomar en cuenta el impacto del factor espacial para limitar o posibilitar procesos de cambio. La cuestión clave es ¿cómo puede la Economía Solidaria desencadenar el potencial transformador en la dimensión espacial?

El caso de la cooperativa de lavanderas de Bultrins es un ejemplo interesante, sobre cómo actividades productivas como lavar ropa -tradicionalmente desarrolladas por mujeres- posibilitan su acceso al mercado de trabajo. Es notable que la misma ocupación que se ejercía antes de forma aislada en el espacio privado incremente su valor al realizarlo en el espacio público y de forma colectiva.

Como grupo, las mujeres tienen mejores condiciones para negociar el precio de sus servicios y reciben más reconocimiento por parte de la sociedad. El entrelazamiento de las esferas productivas y reproductivas tiene el potencial de abolir -a largo plazo- la división sexual del trabajo y disminuir las desigualdades de género, tanto en el ámbito familiar como en la sociedad misma. Un requisito fundamental para que esto suceda, es que se genere una reformulación del concepto de trabajo y una revalorización de formas no monetarias de economía como trabajos reproductivos o informales (Guérin, 2005, pp. 17-18).

Al abrir espacios intermedios que vinculan lo productivo y lo reproductivo (como el trabajo y el cuidado de los niños) y también lo público y lo privado, la Economía Solidaria contribuye a superar dicotomías espaciales: "Las iniciativas de Economía Solidaria contribuyen a la superación de bloqueos porque se crean espacios de discusión, reflexión y deliberación en torno a reivindicaciones colectivas (...) Estas contribuyen a redefinir las articulaciones entre familia, mercado, sociedad y Estado". (Santos 2010: 14-15)

Por su trabajo, las mujeres ganan más visibilidad en el barrio, lo que influye de forma positiva a las relaciones intrafamiliares de género. El hecho de poder contribuir al ingreso familiar, aumenta su autonomía y posición para tomar decisiones estratégicas para la familia. A la medida que las mujeres tienen acceso a un empleo e ingresos propios trascienden los roles atribuidos al género femenino, ya que se insertan en el papel de proveedoras, habitualmente atribuido a los hombres. Esta transformación, por supuesto, puede generar conflictos dentro de la familia; además, no se producen necesariamente cambios en la distribución de los roles y cargos familiares, lo que subraya Trujillo Duque (2005, p. 91) basado en un estudio de emprendimientos urbanos y rurales de mujeres en Ecuador. Hay que advertir que sin una redistribución de la división sexual de trabajo también la Economía Solidaria podría traducirse en una doble jornada laboral, acarrear mayores esfuerzos y costos sociales para las mujeres, en vez de empoderamiento.

En un estudio sobre la cuestión de la equidad de género en la reforma agraria, Johanna Below destaca que para las mujeres era necesario organizarse como tales dentro de los movimientos sociales (como el MST). De este modo, podían tener visibilidad con su identidad de mujeres rurales y poner sus demandas en la agenda por la reforma agraria. Así fue posible luchar por condiciones más favorables para mujeres en la adquisición de tierras (Below, 2013, p. 71)10. El control efectivo sobre la tierra incluye el control para decidir cómo utilizar y manejar sus productos. Por tanto, la propiedad colectiva de la tierra, por ejemplo, logrado mediante una compra conjunta por parte de una cooperativa, significa un factor "crucial" para transformar las relaciones de género y extender la autonomía económica y espacial de las mujeres (Deere y León, 2002; Cuadra Lira, 2002, p. 7).

El hecho de tomar un papel más activo en los debates públicos (como la participación en la Conferencia Nacional de Seguridad Pública) es también comparable con una transición de roles de género jerárquicos. Eso significa una ruptura con el estereotipo de mujeres negras como "objetos de atracción exótica", ya que en este caso son ellas mismas quienes se representan como sujetos con autoestima y voz propia. La visibilidad en el barrio y en espacios públicos discursivos puede ser interpretada como conquistas (achievements) individuales y colectivas. En este caso se nota que el empoderamiento solo puede ser evaluado en relación con su contexto. Lo que para una mujer blanca de la zona Sur significa algo normal y cotidiano (por ejemplo, ir a una institución pública como el BNDES), para una mujer que vive en una favela puede representar la superación de una alta barrera social y espacial y así expandir su espacio de actuación, por lo regular, restringido a la esfera privada.

La transgresión de roles y espacios limitantes significa una ruptura con la percepción habitual de impotencia frente a los problemas, y puede generar efectos de emancipación. Por esta razón, desde una perspectiva de género, los procesos de empoderamiento espacial -en un sentido material como propiedad de la tierra y en un sentido simbólico como visibilidad en espacios discursivos- son de particular interés y relevancia.

Como conclusión se nota que la dimensión espacial de empoderamiento enriquece las teorías existentes sobre este tema, pues significa un rasgo importante de la multidimensionalidad de "desempoderamiento" y poder. Es el poder de autorrepresentarse en espacios discursivos y en el espacio público, así como el poder de transgredir roles y espacios restringidos. El análisis destacó que los conocimientos adquiridos en el estudio de caso en el espacio urbano tienen también mucha relevancia en el espacio rural: la adquisición colectiva de los medios de producción como la tierra, por ejemplo, mediante una cooperativa agrícola, y la forma de organizarse como mujeres rurales y hablar con voz propia en debates públicos (como el de la reforma agraria), demuestran el potencial que tiene el concepto de empoderamiento espacial para aplicarlo a otros contextos en futuros estudios.


Pie de página

1"Poder del interior' surge en un proceso de generar conciencia de las propias capacidades y de los factores que causan ¡a opresión; 'poder con' se refiere al poder colectivo de un grupo y 'poder para' significa poder productivo y creativo en el sentido de utilizar el poder colectivo para iniciar cambios o alcanzar ciertos objetivos".
2"Décadaperdida" es un término que se utiliza para describir las crisis económicas en América Latina durante la década de los años ochenta, caracterizada por deudas externas impagables, grandes déficit fiscales y altas tasas de inflación.
3Assessoria e Planejamento Para o Desenvolvimento; www.asplande.org.br.
4En los últimos años, con mira a los megaeventos, el Estado ha tomado un rol más activo en algunas favelas. Eso se manifiesta sobre todo en el aumento de instalaciones de las fuerzas de seguridad pública en estas. Aunque la presencia del Estado facilita el acceso a servicios públicos para las/os habitantes, el objetivo de las actuaciones estatales no es necesariamente el mejoramiento de la cualidad de vida. Además, las favelas localizadas en espacios menos estratégicos para los eventos siguen en el abandono.
5Datos suministrados por el gobernador de Río de Janeiro, Sérgio Cabral, en un reportaje de televisión sobre la cuestión de violencia en las favelas.
6Según cifras del Conselho Estadual dos Direitos da Mulher (Cedim) del año 2010, 58% de empleadas domésticas son mujeres negras; casi 62% de los empleadores son hombres blancos. En promedio, las mujeres negras ganan la mitad del salario de las mujeres blancas y solamente una tercera parte del ingreso de hombres blancos.
7Para la investigación se realizaron cinco entrevistas de exploración con diferentes actoras/es del sector de Economía Solidaria, nueve entrevistas con enfoque biográfico con trabajadoras de emprendimientos de la Rede y cinco entrevistas con representantes de varias ONG, entidades estatales y universitarias, para analizar con una perspectiva desde fuera los procesos de cambio. Las entrevistas fueron realizadas entre enero y septiembre de 2009.
8Por razones éticas y de privacidad, se modificaron todos los nombres de las personas entrevistadas.
9Por estar situado en un contexto comparable, en este caso en la periferia urbana de Recife, se integró en la metodología una entrevista con una cooperativa en Pernambuco.
10Por ejemplo, en Brasil antiguamente se otorgaba tierra solo a los hombres como jefes de familia. Con la nueva Constitución de 1988, fue firmado que también las mujeres tienen el derecho a adquirir títulos de tierra y de crédito. Pero todavía existe una amplia brecha entre posibilidad y realidad: en 1996 solamente 12.6% de las/os beneficiarias/os de la reforma agraria eran mujeres.


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