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Anuario de Historia Regional y de las Fronteras

Print version ISSN 0122-2066

Anu.hist.reg.front. vol.21 no.1 Bucaramanga June/Dec. 2016

https://doi.org/10.18273/revanua.v21n1-2016002 

DOI: http://dx.doi.org/10.18273/revanua.v21n1-2016002


El movimiento estudiantil del 68
en la prensa sinaloense.
El caso de El Sol de Sinaloa*

Sergio Arturo Sánchez Parra: Doctor en Ciencias Sociales por la Universidad de Guadalajara. Investigador y profesor de tiempo completo, Titular C adscrito a la Facultad de Historia de la Universidad Autónoma de Sinaloa. Investigador nacional Nivel I del Sistema Nacional de Investigadores SEP-CONACYT. Profesor con perfil deseable (PROMEP-SEP) y responsable del Cuerpo Académico de Historia Socio Cultural.
Correo electrónico: ssanchez_parra@hotmail.com.

Fecha de recepción: 18/06/2015 Fecha de aceptación: 18/08/2015



Resumen

El presente artículo es un trabajo que toma como contexto para el análisis el año paradigmático de 1968 en México. En este se utiliza la información proveniente de El Sol de Sinaloa -fuente principal para hacer historia-, con el objetivo de indagar aristas sobre el papel que jugó el periódico como un medio de comunicación generador de opinión pública, tribuna para que unos "expertos" en dicha opinión formularan sus argumentaciones en contra de cientos de estudiantes que impugnaban al régimen de Gustavo Díaz Ordaz o el involucramiento del propio informativo en la contienda entre los universitarios y el Estado mexicano en el período de julio a octubre de 1968.

Palabras clave: El Sol de Sinaloa, opinión pública, movimiento estudiantil, Guerra Fría.


The 1968 Student Movement and the Sinaloa
Press. The Case of "El Sol de Sinaloa"


Abstract

The context for the analysis of this article is the paradigmatic year if 1968 in Mexico. The information is taken from "El Sol de Sinaloa" -the main historical source for this paper-. The objective is to find out the role played by this newspaper as a media outlet and generator of opinion so some "experts" communicate their arguments against hundreds of students who were determined to contest the conservative presidential regime of Gustavo Diaz Ordaz or the involvement of the newspaper in the struggle between university students and the Mexican State from July to October of 1968.

Keywords: "El Sol de Sinaloa", public opinion, student movement, Cold War.


O movimento estudantil de 68 na imprensa
sinaloense. O caso de "O sol de Sinaloa"


Resumo

O presente artigo é um trabalho que toma como contexto para análise o ano paradigmático de 1968 no México. Neste se utiliza a informação proveniente de "O sol de Sinaloa" -fonte principal para fazer história-, com o objetivo de indagar detalhes sobre o papel que o jornal teve como um meio de comunicação gerador de opinião pública, tribuna para que muitos "especialistas" de opinião formulassem seus argumentos contra centenas de estudantes que se opunham ao regime de Gustavo Díaz Ordaz ou o envolvimento do próprio informativo na disputa entre os universitários e o Estado mexicano no período de julho a outubro de 1968.

Palavras-chave: "O sol de Sinaloa", opinião pública, movimento estudantil, Guerra Fria.


Referencia para citar este artículo: SÁNCHEZ PARRA, Sergio Arturo (2016). "El movimiento estudiantil del 68 en la prensa sinaloense. El caso de El Sol de Sinaloa". En Anuario de Historia Regional y de las Fronteras. 21 (1). pp. 51-74.



Introducción

El 22 de julio de 1968 se inició el movimiento social de tipo urbano más importante que el país ha tenido en su historia contemporánea, el cual surgió tras una confrontación entre estudiantes de nivel bachillerato en la ciudad de México y la respuesta violenta y exagerada de los cuerpos policíacos de la capital del país. Durante dos meses y medio universitarios y politécnicos, apoyados por alumnos de otras instituciones de la misma ciudad, desplegaron con profunda imaginación un conjunto de iniciativas: paralización de actividades académicas mítines, marchas del silencio, impugnación de la imagen presidencial de Gustavo Díaz Ordaz y formas de sociabilidad como los Comités de Lucha, Brigadas, su órgano rector, el Consejo Nacional de Huelga (CNH), a través de los cuales estos lograron canalizar una serie de peticiones que en lo fundamental demandaban la democratización del sistema político mexicano.

Públicamente, desde el principio el movimiento difundió los planteamientos que rigieron toda la protesta estudiantil. Genéricamente a estas ideas se le conoció como el Pliego Petitorio de los 6 Puntos, en el que se sostenía:

1º.Que se derogue el artículo 145 y 145 bis del Código Penal que trata sobre la disolución social, ya que es el único medio de poder luchar y exigir mejores condiciones de vida. 2º. Que se suprima el cuerpo de granaderos que para lo único que sirve es para golpear a ciudadanos y estudiantes que armados con la verdad reclaman reformas a nuestra estructura económica y política. 3º. Que se destituya al jefe y subjefe de la policía en el Distrito Federal ya que son unos solapadores de la mala conducta de sus gendarmes retrógrados. 4º. Que se indemnice a los familiares de los compañeros fallecidos en la lucha. 5º. Que se ponga en libertad a todos los presos políticos estudiantiles. 6º. Deslindamiento de responsabilidades de los actos represivos y vandalismo por parte de autoridades a través de policías, granaderos y del ejército1.

Las exigencias plasmadas en el Pliego demandaban libertad y democracia y planteaban que los asuntos públicos de la nación fueran discutidos sin restricción alguna por parte de las autoridades gubernamentales, en ese entonces dirigidas por el presidente de la República: Gustavo Díaz Ordaz, y resueltos con el consenso mayoritario de la población. A grandes rasgos eso caracterizó al 68 mexicano.

Durante poco más de sesenta días los medios de comunicación, electrónicos o escritos, abordaron puntualmente cada una de las acciones y de las respuestas que ambos actores políticos confrontados, estudiantes y gobierno de Díaz Ordaz escenificaban en las calles, las plazas públicas o los campus universitarios.

Este proceso histórico no se desarrolló de manera libre, independiente y por ende cercano a cualquier interpretación objetiva del estallido de inconformidad de la juventud asentada en la principal ciudad del país. Todo lo contrario, el 68 mexicano fue narrado acorde a un diseño editorial previamente formulado que se debió al control asfixiante que el gobierno ejercía en esa época y que aún con matices, existe sobre buena parte de las cadenas periodísticas. Es así como los sucesos fueron codificados acordes a los intereses de la Presidencia de la República.

En concordancia con los periódicos, el actuar de los estudiantes no configuraba una movilización estudiantil popular legítima. Simple y llanamente, fue la expresión bastarda, oscura, perversa de títeres de agentes del comunismo internacional cuyas directrices se tomaban en Moscú y en La Habana, y eran trasmitidas a los estudiantes gracias a los apátridas que militaban en la sucursal del PCUS o el PCC en la ciudad de México.

De principio a fin, el movimiento estudiantil de 1968 fue un engendro de aquellos identificados con la hoz y el martillo. Así lo reseñó la prensa nacional o estatal, en este caso El Sol de Sinaloa, informativo de la capital sinaloense. En esta época, día a día, aparecían notas, reportajes, artículos de opinión o editoriales que debatían por un lado, la desestabilización y el caos que provocaban cientos de jóvenes y por otro, las prudentes acciones del régimen de Díaz Ordaz, los llamados al diálogo, a resolver los problemas nacionales a través de vías institucionales que el Estado había construido y que él mismo utilizaba para llevar al país por la senda del progreso. El empecinamiento estudiantil y los oscuros intereses que representaban, finalmente, obligaron a las autoridades a ejercer la represión contra cientos de jóvenes el 2 de octubre de 1968.

Lo anterior constituye la construcción de la narrativa de los setenta y de los ochenta que los diarios de circulación nacional y estatal hicieron de la principal protesta social urbana del México contemporáneo. No es nuestro propósito reseñar los días y las acciones que se instrumentaron a lo largo del tiempo en que se mantuvo viva la movilización estudiantil. Si bien, tangencialmente son abordados, nos interesa analizar la manera de hacer una operación historiográfica que documente el cómo la prensa, en este caso El Sol de Sinaloa, interpretó el 68 mexicano.

Para ello, este trabajo está redactado en 7 apartados. Los dos primeros vinculados al contexto histórico en que se desenvolvió la prensa mexicana con el nacimiento y el desarrollo de este informativo de la capital sinaloense. Las siguientes partes están conformadas por: la interpretación que dio este tipo de prensa sobre la juventud y el comunismo nacional; la supuesta intromisión de fuerzas oscuras en la movilización estudiantil; la postura inicial, supuestamente de diálogo del presidente Gustavo Díaz Ordaz; el papel que jugó el rumor en la protesta universitaria; la situación privativa en la provincia mexicana, aparentemente inmune al suceso de acuerdo a los reportajes del propio periódico; y finalmente, la participación de la Cadena García Valseca como un actor más que se involucró como aliado del Estado mexicano en contra de los estudiantes universitarios y politécnicos.

¿Por qué nuestro interés en hacer de un periódico un objeto de estudio histórico? A esa pregunta respondemos que la prensa, en primer lugar, es una fuente invaluable para adentrarnos en los terrenos de Clío, tener acceso al pasado, en este caso al relacionado con la violencia política del México de fines de siglo XX. En segundo lugar, porque este medio de comunicación puede resultar a su vez un tema más para ser historizado2, en tanto sirve como instrumento formador de opinión pública e informa, como también porque permite rastrear parte de los episodios más controversiales de la violencia política que desató el Estado mexicano en contra de los sectores de la población nacional que lo impugnaron con o sin el uso de las armas.


La prensa en México en los años sesenta

Para poder entender el comportamiento de la prensa mexicana y en particular el caso de El Sol de Sinaloa, es necesario adentrarnos en el contexto sociopolítico predominante en la década de los sesenta del siglo XX y su impacto en los medios de comunicación en general. Dos elementos o factores que son primordiales a considerar para explicar el estilo editorial de este diario y el de toda la Cadena Editorial García Valseca corresponden: en un primer lugar, a la relación de connivencia y cooptación que existió entre la prensa y el poder político en el México; y en un segundo, al ambiente ideológico privativo de aquel entonces.

A decir de un especialista, los años sesenta están marcados por el predominio de una cultura de la colusión3, caracterizada por el modus vivendi, de mutua complicidad y complacencia existente entre el Estado y los medios de comunicación, en donde estos últimos a cambio de dinero y canonjías acataron las reglas impuestas por las autoridades so pena de padecer represión.

Una de las cadenas periodísticas que mejor supo aprovecharse de esta red de complicidades fue la que fundó el militar poblano José García Valseca. De la mano de los regímenes políticos emanados de la revolución mexicana, la empresa editorial de Los Soles, como se le conoció a toda la cadena periodística, se extendió por la provincia, difundiendo las consignas oficiales y persiguiendo a los detractores de estas.

Particularmente, el 68 es una de las páginas negras del periodismo mexicano. Periódicos como el aquí abordado se dedicaron sistemáticamente a negar o tergiversar hechos acorde a la censura impuesta por la Secretaría de Gobernación. Solo, como caso aislado que salva la honra de la profesión y las empresas del ramo, se encuentra al diario La Prensa, el cual documentó con elevada dosis de objetividad incluso los sucesos sangrientos de 1968. El resto de informativos secundaron la cacareada tesis oficial de la "[…] existencia de agitadores al servicio de Moscú o de la CIA, y airados se parapetan tras el régimen que les paga por defenderlos […]"4.

El otro factor indispensable a considerar es el ambiente ideológico privativo en dicha década que influyó de manera determinante en el comportamiento de la prensa nacional. Así, se tiene a La Guerra Fría que dividió al mundo en dos grandes bloques de poder confrontados entre sí. Los Estados Unidos y la Unión Soviética enfrascados en una lucha sin cuartel por lograr mayor influencia política, económica, cultural y militar alrededor del globo terráqueo. Como diría Soledad Loaeza, una cualidad de La Guerra Fría fue haber logrado introducirse en las mentes y corazones de la población, destacándose entre ella la latinoamericana5. En esta región del mundo la presencia estadounidense con su idea de que del río Bravo hasta la Patagonia era y es su zona de influencia natural, mostró una preocupación para que el continente estuviera libre de la contaminación soviética, lo cual se volvió un asunto de seguridad nacional.

En esta búsqueda de la contención de la supuesta expansión comunista en el hemisferio, creencia que se exacerbó con la crisis de los misiles cubanos de octubre de 19626, la prensa jugó un papel capital. En auxilio de los enemigos de la hoz y el martillo, los diarios se dedicaron a crear la idea, ante la opinión pública mexicana o latinoamericana, de que en el continente se libraba una lucha entre la civilización cristiano occidental y la barbarie, entre el mundo libre y el posteriormente llamado imperio del mal. El primero, integrado por amigos, amantes de la paz, el orden, el progreso y la libertad económica y política. En el otro bando, monstruos al acecho con la pretensión de destruir la democracia y la economía del mercado para sustituirlo por el totalitarismo comunista.

Los diarios en ese contexto ideológico-político desarrollaron una feroz campaña persecutoria en contra del comunismo y sus simpatizantes: Caballos de Troya, quinta columnas del enemigo que se escudaban o infiltraban en cualquier movilización social -campesina, obrera, estudiantil- con el perverso objetivo de liquidar al Estado y a la sociedad misma.

Por ello, las campañas de denuncia y de linchamiento moral de todo aquello vinculado a los grupos de izquierda se volvieron una constante en las páginas de los informativos nacionales y locales. Cualquier manifestación cultural e ideológica contraria al stablishment dominante, rápidamente era acusada y perseguida por estar al servicio de Moscú, Pekín o La Habana. Hasta la más inocente creación artística, pintura, escultura o música, cuyos autores tuvieran posiciones políticas, diríamos progresistas, de avanzada; de inmediato su denuncia y persecución se llevaba a cabo.

Así, las páginas de El Sol de Sinaloa se convirtieron en foro de condena y rechazo de todo aquello que acusaban entre otras cosas de comunismo musical:

Es asombroso como los comunistas usan para su propaganda hasta las llamadas músicas de protesta con el objeto de que el pueblo casi sin darse cuenta y sin pensar muy bien en el contenido de dichas canciones, las canten inconscientemente y se vayan acostumbrando a escuchar esta forma de expresión, de manera que si se habla en serio y no haya reacciones de sorpresa y de opinión. Esta campaña procomunista que podemos llamar musical, se extiende por el mundo entero y prácticamente sin encontrar oposición. Cualquiera que se dé cuenta de la peligrosidad de este tipo de propaganda por su tremenda sutileza y gran impacto, sería de inmediato acusado de ultraderechista exagera [sic] que hasta en la música ve escondido el fantasma del comunismo7.

Estos elementos contextuales a lo largo de la historia de El Sol de Sinaloa pesarán sobremanera. El 68 al igual que los aciagos años de los setentas, periodo del florecimiento de las insurgencias armadas, servirán de pretexto para denunciar y condenar la supuesta conjura comunista que acechaba al país de la mano de los jóvenes universitarios al servicio del Kremlin.

Un elemento más para considerar se relaciona con la historia particular del empresario y el emporio periodístico que se formó como un requisito indispensable para entender el porqué de la interpretación particular que haría El Sol de Sinaloa sobre la conflictividad social en México.


Un poco de historia

El Sol de Sinaloa, uno de los principales matutinos de la localidad desde enero de 1959, día tras día (hasta la fecha) divulgó sus noticias acorde a un guion previamente diseñado por los dueños que ha tenido a lo largo de la historia. Primeramente, por el Coronel José García Valseca y posteriormente, por Mario Vázquez Raña. Una constante que se deduce aquí es el hecho de que estos dos eran comunicadores afines al Estado mexicano.

Durante el lapso de tiempo en que este informativo estuvo bajo la conducción del militar avenido al empresario de la comunicación (1943-1968), la postura oficial y un declarado anticomunismo tuvieron la expresión por demás exacerbada, enferma, paranoica. El miedo al supuesto expansionismo soviético o la subversión exportada a América Latina por parte de la revolución cubana, se volvió el sello distintivo de este diario de la capital sinaloense.

García Valseca, originario de Puebla, fue un sujeto interesado en fundar periódicos desde su infancia. Como diversión a su corta edad dirá uno de sus mejores biógrafos, Enrique Cordero y Torres, que: "Ya en la primera década de su vida, el niño prefería trabajar a jugar. Y mientras la muchacha hacía honor a las canicas, a las carreras, el trompo, etcétera, José se ponía a editar su periódico a mano con noticias de la escuela"8.

Este temprano interés por el medio lo llevó a fundar un periódico, El Rayo, el cual surgió cuando la revolución mexicana tendió a atemperarse. Para 1943, ya en forma en Ciudad Juárez, Chihuahua editó el informativo denominado El Fronterizo de Juárez, y así inició su larga carrera periodística que lo llevó a fundar 37 diarios en diversas regiones del país y en la ciudad de México. Todos ellos bajo la denominación de Cadena García Valseca (CGV).

El crecimiento de su monopolio periodístico no fue obra de la casualidad. Su formación militar adquirida en la revolución mexicana lo llevó a cultivar relaciones y amistades políticas como las del gobernador poblano Maximino Ávila Camacho que supo aprovechar en beneficio de sus empresas. La construcción de su emporio puede dividirse en tres grandes épocas claramente definidas. La primera que se caracterizó porque García Valseca creaba informativos con equipo anticuado. En la segunda, el distintivo fue la expansión del negocio y la modernización de equipos e instalaciones. Por último, la introducción del Off Set, las imágenes a color y el surgimiento de El Sol de México en la capital de la República constituyeron la última etapa de su vida periodística9.

Desde un principio, los diarios de la Cadena se fijaron una meta: evitar que el comunismo y la propaganda de los partidos y personalidades de izquierda contaminaran a la provincia mexicana. Para lograr este objetivo, deciden vincular a organismos internacionales claramente identificados por los intereses estadounidenses como Associated Press o United Press International con el fin de publicar todos los cables informativos de estas agencias noticiosas interesadas en desodorizar el espacio público latinoamericano del supuesto expansionismo soviético.

Peor aún, cuando La Guerra Fría tendió a exacerbarse y sobre todo, los experimentos revolucionarios cubano de 1959 o el cultural de la China de Mao tomaron carta de naturaleza, El Sol de Sinaloa o Los Soles, diríamos mejor, se dedicaron a promover una pedagogía cívica tendiente a inmunizar a los mexicanos de la potencial contaminación de cuño izquierdista, publicando un sinnúmero de editoriales, de artículos de opinión o de reportajes que alentaban el miedo frente a los que simpatizaran con estas ideas extrañas a la idiosincrasia nacional.

La prensa jugó su parte en este enfrentamiento escenificado entre los dos bloques de poder. En nuestra región continental, la inmensa mayoría de los informativos se sumaron a la campaña de persecución y de linchamiento de todo aquello que se consideraba le hacían al juego encabezado por el país de la bandera de la hoz y el martillo. Como diría Thomas Doherty respecto de la importancia que tuvieron los mass media, en este caso los periódicos en la defensa de los valores occidentales:

[…] los medios de comunicación aceptaron la influencia gubernamental en el esfuerzo de ganar el apoyo para las acciones del Estado. Mientras en Occidente los medios de comunicación privados fueron obligados a defender los intereses económicos y militares del hemisferio. Los gobiernos occidentales nunca habrían conseguido ni conservado el apoyo público ni el jingoísmo necesario para un conflicto de larga duración sin la contribución de los medios de comunicación10.

Este posicionamiento provocó una acentuación de la paranoia antisoviética y por ende, de la expansión del comunismo por toda la región tras el triunfo de la revolución cubana. Ello dio pauta a la interpretación maniquea de todo tipo de inconformidad social tales como la lucha por los derechos civiles, la democracia o la reforma agraria en la que los reportajes de los informativos repetían sin cesar la presencia de la mano moscovita, moviendo a sus títeres en el seno de las sociedades latinoamericanas.

Conforme el movimiento estudiantil tendió a adquirir fuerza, las autoridades gubernamentales, las fuerzas policíacas o militares más los aliados de ocasión comenzaron a articular su respuesta a lo que consideraron, desde principio a fin, una provocación política de manos extrañas. Es así como, la ciudad de México era convertida en fortaleza. Uniformados por doquier, prestos a intervenir en contra de aquellos jóvenes empecinados en alterar la vida de una metrópoli. Angustia y ansiedad se respiraban a través de las páginas de El Sol de Sinaloa ante la emergencia de una protesta manipulada por intereses extranjeros encubiertos bajo el ropaje de estudiantes.

La espera de que brotara la agitación universitaria se vislumbraba en los reportajes que se reproducían día a día. Un enemigo al acecho, un régimen político expectante:

Sin novedad. Una y otra vez fue la contestación que dieron los diversos cuerpos de vigilancia que desde hace 72 horas permanecen alertas a cualquier brote de desorden que pudiera originarse como consecuencia de la agitación que personas de conocida célula comunista han propiciado en el ambiente estudiantil11.

Simultáneamente, a este tipo de notas informativas que se editaban cada mañana, la prensa escrita de la capital sinaloense informó de los exitosos operativos policíacos que estaban rindiendo frutos. Los agitadores eran detenidos y rápidamente puestos a disposición del Ministerio Público para su sanción. De ello, la prensa señalaba:

Dieciocho de los treinta sujetos consignados por la Procuraduría del Distrito Federal como presuntos responsables de los desórdenes estudiantiles registrados el 26 del actual rindieron hoy su declaración preparatoria ante el juez decimosexto penal, licenciado Raúl Navarro García. La mayoría de ellos aceptaron tener conexiones directas con el partido comunista y con otras organizaciones de ideas extremistas12.

La tesis de la conjura, de la intervención de fuerzas extrañas dentro del 68 comenzó a adquirir fuerza. El Estado mexicano, a través de sus voceros y con el pleno contubernio de la prensa nacional y estatal inició su campaña de linchamiento y desprestigio en contra de unos jóvenes que habían osado a salir a las calles para demandar públicamente al régimen de Gustavo Díaz Ordaz, para que los asuntos públicos de la nación fueran responsabilidad de todos.

Sin embargo, los estudiantes no obraban con nobles propósitos. A decir de las autoridades lo único que buscaban era provocar el caos, el desorden y en última instancia poner en riesgo la seguridad nacional. Sus acciones no eran más que condenables dado que:

La violencia jamás ha sido el camino adecuado para llegar a la resolución de los problemas de la Juventud, dijo hoy el presidente de la Gran Comisión del Senado, Manuel Bernardo Aguirre, al comentar las medidas aprobadas por el gobierno ante la agitación estudiantil para restituir la tranquilidad alterada y condenó sin reservas toda intervención de personas ajenas al país en los disturbios que han perturbado a la ciudad13.

A pesar de la utilización de medios pacíficos para sostener la lucha de parte de quienes se sentían agraviados por los excesos de las fuerzas del orden y del Estado mismo, este último, bajo el pretexto que cotidianamente sostuvo en los medios de comunicación de que era parte de una conjura comunista internacional tendiente a desestabilizar al país, decidió terminar sangrientamente con la protesta el 2 de octubre en la Plaza de las 3 Culturas en Tlatelolco durante un mitin convocado por los estudiantes. Con la participación del ejército, de los granaderos y el denominado Batallón Olimpia, el régimen de Díaz Ordaz masacró a cientos de los participantes en el evento14.

¿Por qué el Estado apeló a la violencia legítima y liquidó de esa manera una movilización estudiantil?, ¿qué significaban para las autoridades esos estudiantes? Las respuestas pueden encontrarse en los cientos de artículos y reportajes que generó el 68, en los cuales este sector de la sociedad mexicana literalmente a ojos de El Sol de Sinaloa se había convertido en un estigma y peligro social.


Jóvenes y comunistas: un peligro social

Ser joven y peor aún, militar en organizaciones de izquierda fue sinónimo de peligro para la seguridad nacional. Esa fue la visión que asumió El Sol de Sinaloa frente a quienes se identificaban con estos grupos de la sociedad mexicana y sinaloense en ese entonces.

No anduvo con medias tintas la Cadena García Valseca al abordar en sus páginas de manera cotidiana la cuestión juvenil o la existencia de grupos políticos comunistas en territorio nacional. Periódicamente, con tintes angustiantes y alarmistas comentó diversas notas en las que advertía lo siguiente:

El peligroso crecimiento de la delincuencia juvenil, que en la última década ha crecido un cuarenta por ciento en el mundo, fue señalada hoy durante la convención internacional rotaria en Simposium dedicado a la juventud: Ley y Orden. Pero también fue claramente indicado, como de mayor peligro para el futuro, el que la inquietud juvenil empieza a dirigirse contra el orden público, las instituciones y en algunos países contra la democracia parlamentaria15.

Ser joven era convertirse automáticamente en amenaza social, según lo afirmaban los reportajes publicados en El Sol de Sinaloa. El mundo estaba convulsionado y a punto de hacerlo en nuestro país. Los tiempos de esa época tenían un distintivo: la protesta y la movilización juvenil.

Ante ello, las denuncias en su contra aparecieron de manera periódica. Autoridades políticas o eclesiásticas alzaron su voz para condenar los desmanes que este sector de la sociedad cometía alrededor del globo terráqueo. Hasta Paulo VI criticó duramente el comportamiento juvenil que laceraba día a día a las naciones. En una de tantas declaraciones, este personaje argumentó:

[…] son deplorables las acciones de los jóvenes extremistas en todo el mundo, y llamó a sus manifestaciones sediciosas, explosiones de locura. Al mismo tiempo, denunció a la sociedad contemporánea, a la que consideró responsable de los desórdenes estudiantiles16.

Acorde con estas tesis que sostenían importantes actores políticos; para este diario, la juventud era sinónimo de peligro, de caos y de desorden. El mundo estaba convulsionado y México no era ajeno a esta realidad. Quienes cursaban aulas universitarias agitaban en contra de la Ley y el Orden. Peor aún, los jóvenes cercanos o con amplias simpatías por el comunismo. Una ideología que para la Organización Periodística García Valseca estaba etiquetada de manera peyorativa.

Ser de izquierda: personalidades políticas, líderes sociales o intelectuales, eran víctimas de la burla, el escarnio y la laceración pública. Un ejemplo palpable se dio con Pablo Neruda, al que sus simpatías por dicha postura ideológica e incluso por la Unión Soviética le valió para ser lapidado en las páginas del informativo de la capital sinaloense. Acusado de comunista, de cuño stalinista, fue el pretexto para que el poeta chileno terminara estigmatizado. Su propia producción intelectual fue convertida en boomerang político y con ella hacerlo objeto de la afrenta social:

¡Stalinianos! Llevemos este nombre con orgullo.
¡Stalinianos! Esta es la jerarquía de nuestro tiempo.
Y terminaba estos versos Neruda diciendo:
No ha desaparecido la luz,
No ha desaparecido el fuego,
Sino que se acrecienta,
La luz, el pan, el fuego y la esperanza
del invencible tiempo staliniano!17.

¿Por qué esa postura del diario culiacanense? y ¿qué significaba en realidad ser comunista? Tercamente, cuanto reportaje, editorial o artículo de opinión anduvo sin ambages. Simpatizar o tener membresía en cualquier organización de izquierda nada bueno podría traer a la sociedad en donde se insertara.

Oprobio social, adalid de totalitarismos o peor aún, amante de la subversión y el terrorismo. Reforzaba a este posicionamiento, las frecuentes reuniones que efectuaban los comunistas locales; tal como lo afirmó El Sol de Sinaloa en Cuba donde se fomentaba la desestabilización social y la política en Latinoamérica. Y desafortunadamente, la juventud era asidua asistente a ellas, así lo denunciaba este informativo:

Se han reunido en La Habana, capital de la bella isla de Cuba, unos muchachos traviesos, pendencieros y juguetones. Han jugado, como todos los párvulos, a las canicas, a los trompos y a otros pasatiempos propios de la edad. Pero han pensado que esos juegos no son lo que pudieran darles mayor distracción. Uno de ellos, más negros que los otros lo han dicho: ¿Por qué no jugamos a ver quién puede acabar con el continente imperialista? Enseguida fue aplaudido y aceptado esta nueva jugada. Y han proclamado, a viva voz, que destruirán todo lo que el pobre Continente ha realizado desde que es libre18.

Esta línea editorial se mantendría en el futuro inmediato. Ser joven o ser comunista era igual a desestabilización y por lo tanto, era indispensable que el Estado estuviera atento a las actividades subversivas de estos sujetos u organizaciones y cuando fuera necesario, a cualquier pretexto, apelara al monopolio del que goza: el de la violencia legítima. En esa clave sería interpretado el movimiento estudiantil de 1968 en México. De principio a fin un ardid del comunismo internacional y sus aliados, los cuales eran cientos de jóvenes universitarios. Ante esas circunstancias, el potencial de prevención para la seguridad nacional era la represión a estudiantes, la cual sería una medida más que justificada por las autoridades gubernamentales y sus aliados.


El 68 y las fuerzas oscuras en movimiento

Inició en el verano de 1968. Un accidentado encuentro entre estudiantes de preparatoria escenificado en la capital del país dio pauta para la articulación de una vasta movilización estudiantil universitaria que puso en entredicho a las autoridades gubernamentales.

Desde un principio, para el régimen de Gustavo Díaz Ordaz y sus aliados, en este caso la prensa, la protesta juvenil no era más que una prueba fehaciente de que grupos e intereses extraños se inmiscuían en asuntos estudiantiles para agitar y provocar el caos. Es más, de manera contundente la Presidencia de la República y sus empleados afirmaban que las inconformidades que brotaban artificiosamente se debían a que el origen de dichas estaba en relación con los apetitos de poder que hacían gala por personalidades o asociaciones políticas. En declaraciones recogidas en El Sol de Sinaloa se señalaba lo siguiente:

De allí que sea plausible que al Lic. Luis Echeverría Álvarez haya dicho también: vivimos en un régimen pluripartidista que el estado mexicano ha consagrado inclusive en la constitución. Si a veces hay algunos fenómenos de desorden, de violencia, esto es imputable a grupos pertenecientes a los partidos políticos, no al Estado19.

Con esas directrices el movimiento estudiantil de 1968 nació etiquetado. No eran demandas legítimas las que enarbolaron durante el lapso de tiempo que duró su lucha. Todo lo contrario. Conforme avanzó la movilización de los jóvenes universitarios, los medios de comunicación arreciaron sus ataques en contra de quienes desplegaban sus demandas en el documento consignado como Pliego Petitorio de los Seis Puntos.

Ejemplo de esta conducta se describe en las declaraciones vertidas en la ciudad de México en contra de las protestas estudiantiles, profusamente publicadas en las páginas de este informativo. En estas se sostenía que:

Los verdaderos estudiantes han dado su rechazo enérgico a la infiltración comunista que pretende ocasionar serios perjuicios al país y que aprovecha cualquier resquicio para diseminar ideas subversivas. Lo anterior está contenido en las declaraciones hechas hoy por el Frente Cultural Estudiantil (FCE) en la redacción central de la Cadena de Periódicos García Valseca. La policía estableció plenamente y tiene pruebas de que en los sucesos ocurridos anoche, en que se perturbó el orden y se atentó contra la integridad cívica fueron obra de un grupo de extranjeros de ideologías políticas extremistas que se infiltraron en la masa estudiantil20.

La tesis de la conjura internacional fue robustecida. Y así, rápidamente, el discurso oficial alimentó la paranoia y el miedo a la opinión pública, sosteniendo que México era víctima de las perversas maniobras de intereses extranjeros que ponían en riesgo la seguridad nacional. Esta situación llevó a que incluso representantes populares, con tono condenatorio, acusaran a los detractores del régimen de que:

[…] la violencia jamás ha sido el camino más adecuado para llegar a la resolución de los problemas de la juventud, dijo hoy el presidente de la Gran Comisión del Senado, Manuel Bernardo Aguirre, al comentar las medidas aprobadas por el gobierno ante la agitación estudiantil para restituir la tranquilidad alterada y condenó sin reservas toda intervención de personas ajenas al país en los disturbios que han perturbado a la ciudad21.

La idea de la conjura siguió fortaleciéndose. Intereses antinacionales eran los responsables de los más que desagradables sucesos escenificados en la capital del país. Más claros eran los simpatizantes de la hoz y el martillo, quienes azuzaban a los estudiantes en contra de Gustavo Díaz Ordaz, presidente de México.

De ello, las autoridades judiciales cada vez se allegaban de más y más pruebas:

En la PGR se encuentran cinco líderes del Partido Comunista Mexicano y de la Central de Estudiantes Democráticos, quienes fueron señalados como los provocadores de desórdenes estudiantiles. Dijo que los diversos testimonios e investigaciones realizadas, se llegó a la conclusión de que los líderes del PCM y la CNED tuvieron una reunión en el número 186 de las calles de Mérida. En tal reunión acordaron protesta contra la jefatura de policía y enviar grupos de choque al acto que realizarían los alumnos politécnicos, con el objeto de provocar desórdenes para que se viera obligada a intervenir la policía y agravar el problema entre ella y los estudiantes22.

Lamentablemente, la juventud universitaria había sido infectada por el virus que propagaban los agentes del comunismo internacional en suelo mexicano. El 68 era, ya de hecho, la prueba más fehaciente de que Moscú o La Habana movían sus hilos para empujar a los alumnos capitalinos por el camino equivocado.

En las páginas de El Sol de Sinaloa se comentaba con tristeza y asombro que:

Las peticiones estudiantiles con las cuales se han solidarizado algunos profesores -que no maestros [sic]- abarcan cuestiones de índole política, como la libertad de los presos políticos -llamados así- como Valentín Campa y demás comunistoides que han pretendido desquiciar nuestras instituciones, que se elimine del código el delito de disolución social, que se suprima el cuerpo de granaderos de la policía y […] otras ocurrencias que están al margen de la lógica y de la conveniencia nacional. Estamos en tiempos de exámenes escolares; y en vez de verlos estudiar, presenciamos el lamentable espectáculo de que nuestros estudiantes prefieran la holganza y las algaradas callejeras23.

Jóvenes agitaron con pretensiones de desestabilizar a la sociedad mexicana, atendiendo las indicaciones de sus maestros, las fuerzas oscuras infiltradas en el 68. Del otro lado, un presidente de la república haciendo llamados al diálogo y la cordura. Así, lo hizo creer este diario a su público lector. Mientras unos convocaban a la destrucción, Gustavo Díaz Ordaz extendía la diestra en señal de concordia, enviando un mensaje de que los problemas del país solo debían resolverse por vías institucionales y no mediante, por ejemplo, las armas. Prontamente, a dicho sujeto se le olvidaría esto último.


La mano tendida del presidente

Se efectúo en la ciudad de Guadalajara. En un célebre discurso efectuado el 1 de agosto en dicha urbe del occidente mexicano, Gustavo Díaz Ordaz en profuso y elocuente discurso se dirigió a la nación en su conjunto.

Obvio, las movilizaciones estudiantiles escenificadas en la capital de la república, fueron el detonante de la retórica presidencial. Una mano tendida y aún sin ensangrentarse. La derecha, con todos los efectos simbólicos que con ello acarreaba. Un jefe del ejecutivo dispuesto al diálogo, interesado en saber de las inquietudes y sobre todo, eso lo decía la prensa, prestaba en resolver el asunto por vías institucionales, sin necesidad de manchar su investidura.

El Sol de Sinaloa, como era costumbre, publicó en ocho columnas la larga oratoria oficial. Más aún, en los días subsiguientes al evento, sus páginas fueron espacios para la circulación y la difusión de los comentarios y los editoriales que debatían con efusividad y más que anuencia, la supuesta actitud de un presidente que extendía su diestra todavía limpia de dolor y muerte hacia los jóvenes rebeldes en señal conciliatoria.

Algunas notas señalaban que:

En dramático y conmovedor llamamiento, el presidente Díaz Ordaz pidió hoy a todos los mexicanos serenidad, ponderación y ecuanimidad: no ahondar más las diferencias y, sin perder la dignidad, hacer de lado el amor propio para volver a la tranquilidad. Con voz patética, que provocó gritos y lágrimas de trescientas personas que lo observaban, Díaz Ordaz extendió la diestra y dijo que estaba tendida la mano de un hombre que demostrado [sic] ser leal, para que los mexicanos decidan si se queda tendida en el aire o se ve acompañada de millones de manos que quieren restablecer la paz y la tranquilidad de las conciencias24.

La retórica oficial generó múltiples respuestas de apoyo. De un lado, la prensa y sus colaboradores: reporteros y editoriales que redactaron artículos que ponderaban las sabias palabras de la autoridad, y la postura serena y pacifista de un abogado que en toda manifestación social creyó estar presente a la mano del comunismo internacional. Del otro, sumándose al coro solidario a favor de Díaz Ordaz, organismos sindicales y personalidades del mundo empresarial, quienes avalaron la loable postura presidencial.

Al respecto, algunos reporteros comentaban que:

Una mano tendida -dijo el presidente- es la mano de quien saber ser leal, los mexicanos dirás [sic] si esa mano se queda tendida en el aire. Con ellos, en nuestra opinión, no aludió al lado del pueblo que la ha estrechado siempre con dignidad e hidalguía, sino aquellos mexicanos que, alucinados por extrañas prédicas no quieren entender, o todavía no son capaces de entender, que México es la guía de nuestros pasos, es la inspiración de nuestros afanes y es el artífice de nuestras esperanzas. Para esos mexicanos engañados, que se empeñan en apartarse del camino, que quieren ser ciegos voluntarios, no está obturado el corazón de la patria: hay una mano abierta que no pueden ni debe quedar tendida en el aire25.

La argumentación generada por el discurso efectuado en la llamada Perla Tapatía siguió dando de qué hablar. Fue momento propicio para emplazar a la población mexicana a tomar partido. O se sumaban a quién encabezaba, según la prensa, los sentimientos mayoritarios de los habitantes del país interesados en seguir construyendo una nación dedicada al trabajo y el progreso o se sumaba al bando de quienes alteraban el orden y la paz social.

La prensa escrita se atrevió a contestar el emplazamiento. Seguros de que las simpatías por Díaz Ordaz eran más que evidentes, El Sol de Sinaloa entre otros medios, con tono triunfalista, argumentaron que:

Una pasajera alteración del orden en la capital de un país que con emoción creadora está entregando sus mejores esfuerzos, ha servido para que todos los mexicanos veamos con más claridad que hemos escogido bien el camino de la unidad y el trabajo, que nada tienen que hacer entre nosotros los aprendices del odio y los promotores de la violencia26.

Y esos buenos mexicanos comenzaron a dar sus espontáneas muestras de apoyo a un presidente al que la prensa nacional y local empecinadamente pretendían hacer creer a la opinión pública de que era un funcionario deseoso de resolver los problemas nacionales a través del acuerdo y la negociación; no con garrotes, palos o armas de fuego.

Entre las muestras de apoyo recibidas, diversos sindicatos controlados por el Estado mexicano se volcaron a favor del Ejecutivo federal. Estaban preocupados porque la mano tendida en Guadalajara quedara pendiente en el aire ante el rechazo de cientos de jóvenes rebeldes sin causa. Reportajes publicados en esos días comentaban:

El llamamiento que hizo el presidente Díaz Ordaz en Guadalajara, a la unidad de los mexicanos, ha tenido inmediata respuesta, de los veinte mil trabajadores electricistas del país, quienes han enviado a Palacio Nacional y a Los Pinos cientos de telegramas en los que expresan su más absoluto apoyo al mensaje presidencia [sic]. México está sobre todo. Respaldamos su histórico llamado a la unidad de la patria por encima de intereses inconfesables27.

La clase trabajadora respondió al llamado hecho por las autoridades gubernamentales. De idéntica manera lo hicieron los empresarios. Nadie podía quedarse callado ante el planteamiento formulado por Díaz Ordaz en Guadalajara. Por ellos, las principales cámaras empresariales del país fijaron una postura. Ante la prensa señalaron:

Las organizaciones más representativa [sic] del país, y el pueblo todo, han reafirmado su apoyo incondicional al presidente Díaz Ordaz y la decisión de continuar la política de conciliación y unidad seguida por su gobierno, a pesar de circunstancias difíciles y de los excesos y las intrigas de algunos irresponsables. Tenemos la seguridad de que la experiencia política acumulada en los últimos días, propiciará una mayor y más efectiva identificación del pueblo de México con los grandes objetivos y los programa [sic] de acción del actual gobierno28.

La prensa volcó todos sus esfuerzos para generar opinión pública favorable a la autoridad presidencial. La mano tendida en Guadalajara fue un ejemplo de ello. Pero, en caso de fallar quedaba un recurso más: el desprestigio del movimiento estudiantil del 68. En ese contexto, frente al imperativo por ganarle mente y corazón del público lector culiacanense, El Sol de Sinaloa apeló al rumor para linchar a quienes ponían en riesgo la seguridad nacional.


El Rumor hace acto de presencia

No podía faltar el rumor como un actor central en todo movimiento social que impugna el orden imperante. El Estado y sus aliados ante el cuestionamiento del que son objeto por parte de importantes segmentos de la sociedad, apelan a todo tipo de recursos para enfrentarlos.

La calumnia, la tergiversación o el rumor son parte de ese arsenal empleado por aquellos que defienden un estado de cosas para denostar ante la opinión pública a aquellos que han osado desafiarlos, afirma con mucha razón el autor de El miedo de Occidente29. Títeres del comunismo internacional, agentes del caos y el desorden, "enfermos mentales", toda una gama de epítetos se endilgaron, en este caso, a cientos de jóvenes que tomaron las calles de la ciudad de México con el fin de exigir al régimen de Díaz Ordaz, la libertad y la democracia.

Frente a estas demandas, el autoritario sistema político mexicano instrumentó su campaña de odio, de siembra de rumores, con el único propósito de enfrentar a los estudiantes con el resto de la sociedad mexicana. A lo largo de dos meses, los medios informativos se dedicaron a difundir entre la población dos grandes argumentos: los estudiantes revoltosos son instrumentos de intereses extranjeros, y a su vez, tienen el avieso objetivo de generar el caos y el desorden en nuestro país.

De principio a fin del 68, el rumor circuló profusamente. Prensa, personalidades políticas o académicas y funcionarios gubernamentales difundían por doquier la reiterada tesis de que manos extranjeras movían los hilos de unos títeres vestidos como estudiantes con el claro propósito de provocar la discordia entre la población. Para el director del Instituto Politécnico Nacional, Dr. Guillermo Massieu, no había dudas:

[...] reconoce que fuerzas extrañas se mueven dentro de un movimiento estudiantil cuyas finalidades no son académicas: estamos -dijo- por las demandas legítimas de los estudiantes, pero no estamos porque el Instituto sea una pieza más de ajedrez en un juego que ignoramos a dónde nos puede llevar30.

Por su parte, líderes políticos como el propio Lázaro Cárdenas, defendieron esa postura. Las certezas no dejaban más que alimentar la sospecha de que México era víctima de:

La acción insidiosa y subrepticia de elementos que estimulan con sus incalificables actos y provocaciones, la apertura de una brecha, que desearían insalvable, entre los mexicanos. Fuerzas enemigas de las instituciones del país intentas [sic] desvirtuar y alterar problemas como el que actualmente se confronta, tratando de evitar su solución y hace más fácil su intromisión en nuestros asuntos internos31.

El rumor propagado no solo alimentó la creencia de que fuerzas oscuras manipulaban una protesta juvenil. Más aún, este apuntó sus baterías para señalar con índice de fuego a los probables responsables de la más que lamentable situación en que se encontraban los alumnos de los principales centros de estudio de la capital de la república mexicana.

O eran de afuera o los líderes de la movilización eran connacionales cuyas ambiciones políticas frustradas los llevaban a azuzar a unos jóvenes inexpertos a los que empujaban por los caminos de la destrucción. Por ello se denunció que:

Los nombres del Lic. Carlos Madrazo, ex gobernador de Tabasco y ex presidente del PRI, Lic. Braulio Maldonado, ex gobernador, en Baja California Norte, Lic. Humberto Romero, ex secretario privado del presidente López Mateos, Lic. Ángel Veraza, ex dirigente de la Confederación de Jóvenes Mexicanos y de la Escuela de Agricultura de Chihuahua, fueron mencionados esta noche con relación a la conjura política estudiantil, que según todas las presunciones tendían a crear una situación anárquica interior y serios problemas al gobierno de la República32.

Y vaya que los propósitos siniestros que tenían los estudiantes y sus maestros de la discordia rayaban en lo irracional, así lo afirmaba el rumor que se diseminaba a la sociedad mexicana. No importaba el daño que propinaran al conglomerado capitalino. Las ansias por destruir lo que se atravesara al paso de la marabunta juvenil eran desmesuradas. Entre ellas, atacar instalaciones de la Comisión Federal de Electricidad.

Incluso, en esos aciagos días se llegó a afirmar que:

Este infame intento de sabotaje constituye una prueba más de los fines aviesos y antimexicanos que persiguen los agitadores al servicio de intereses ajenos y contrarios a México. Esperamos que las investigaciones de la Policía Federal se lleven a cabo con éxito y que los autores materiales e intelectuales del frustrado sabotaje puedan ser consignados conforme a la Ley. Estos brotes de terrorismo deben ser reprimidos con mano enérgica para que no echen raíces en la tierra libre de México33.

Destruir por placer. Infligir dolor y miedo a una sociedad que buscaba el progreso de la mano de los gobiernos de la revolución institucionalizada no podía ser más que obra de apátridas o "enfermos mentales" arropados por universidades que se habían convertido en guaridas de criminales. En El Sol de Sinaloa, el responsable de la CFE declaró que "[…] el frustrado atentado dinamitero a una de las instalaciones eléctricas del valle de México, es un acto proveniente de gente desequilibrada y perversa interesada en causar daños al país"34.

El rumor se difundía, desprestigiando a un movimiento estudiantil que alteraba el orden en la ciudad de México y sus alrededores. Las ansias de destrucción: de que la sangre corriera, siguiendo las directrices de quienes los enviaban como carne de cañón a las calles capitalinas a confrontar al régimen de Díaz Ordaz, era la representación que este diario publicaba de día en día. El 68, un asunto focalizado, solo era un problema que alteraba la vida de la principal urbe mexicana. ¿Y en el resto del país que pasaba? Todo lo contrario. Eso, también lo documentó el periódico propiedad del militar avenido al empresario de la comunicación.


La provincia: islas de paz en medio de la tormenta

Fue la otra cara de la moneda. Islas de tranquilidad en medio de un mar convulsionado por la marejada estudiantil metropolitana. Así representó El Sol de Sinaloa el conflicto del 68: un país, dos realidades distintas. Una capital de la república mexicana desquiciada por alborotadores y una provincia en donde la calma, el trabajo, el progreso o el rechazo a las malas conductas juveniles eran la tónica dominante.

Cotidianamente, el informativo de la capital sinaloense comentó al respecto que después de las Torres de Satélite, todo era quietud y laboriosidad. En reportajes o editoriales se afirmaba que: "La provincia mexicana, callada y tesoneramente sigue adelante con renovada fe en el porvenir de México. Los mexicanos creemos ya firmemente que el camino hacia la grandeza no está en la violencia y el odio, sino en el esfuerzo y la unidad"35. Esa actitud positiva, patriótica, ejemplar, se reproducía en todos los sectores de la sociedad que vivían afuera de la Ciudad de México. Incluso entre la misma juventud universitaria, más interesada en su futuro, el de sus instituciones de educación superior y el propio país. Contrario a sus pares metropolitanos, amantes del caos y la destrucción, el estudiante provinciano era su antítesis. Una conducta loable que resaltaba con orgullo este medio de comunicación.

Con bombos y platillos comentaban que:

El rector de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, Guillermo Medina de los Santos, recibió hoy a la juventud estudiosa, en la que siempre ha creído, que ha dado una lección de madurez, de su gallardía, de su dignidad, cuando los integrantes de la Estudiantina Universitaria Potosina le entregaron un cheque por cien mil pesos, que representa el premio material otorgado a dicho conjunto por haber resultado triunfadora en el I Congreso Nacional de Estudiantinas36.

Estudiantes intachables podían presumir por poseer la provincia mexicana a los cuatro vientos. Pero, no solo ellos daban renombre a las regiones que integraban a la república mexicana, también lo eran sus profesores a decir de este medio de comunicación sinaloense. En vez de adoctrinar, enfermar conciencias juveniles, los mentores como los ubicados en el estado de Guanajuato, se educaban para el progreso, el bienestar de la población de paso, todo esto con el fin de condenar lo que ocurría en la capital del país:

El magisterio del estado de Guanajuato reprueba también el movimiento de agitación creado por seudomexicanos que infiltrados en las filas estudiantiles de la capital del país están causando serios trastornos a la recta política de México y a su estabilidad, lo anterior fue declarado por el Profesor José de la Luz Villegas, secretario general de la Sección 54 del SNTE37.

La cereza del pastel fue el rechazo de federaciones estudiantiles como el de la Universidad de Guadalajara, que sin más objetó cualquier vínculo o apoyo a los universitarios de la ciudad de México a los que acusó no solo de títeres al servicio de intereses inconfesables, sino de menospreciar a los universitarios que no cursaban por las aulas de la UNAM o el Politécnico. En una declaración, el líder de la FEG, Carlos Ramírez Ladewig, argumentó que:

Negamos categóricamente que exista en Guadalajara el más leve vestigio de repercusión del problema estudiantil capitalino. En cuanto a la posibilidad de algún acto de solidaridad o de simpatía con los estudiantes anarquistas del Distrito Federal, también la descartó totalmente. Sencillamente, manifestó, los problemas de la ciudad de México son distintos a los de los estudiantes tapatíos. Explicó que cuando los estudiantes capitalinos han logrado algún beneficio para ellos o sus centros de estudios, jamás se acuerdan de los universitarios de provincia38.

En la provincia mexicana todo era paz, orden y progreso. Hasta los estudiantes volteaban su espalda a aquellos jóvenes que agitaban en la ciudad de México. Esa era la versión que difundía El Sol de Sinaloa de día en día. Sin embargo, el 68 para este informativo no se redujo a difundir una versión del movimiento estudiantil acorde con los intereses oficiales. Todo lo contrario, cuando lo consideró conveniente decidió involucrarse directamente en el asunto.

Una de tantas acciones desplegadas por los universitarios en la capital del país consistía en izar banderas rojinegras y emplear la figura del Che Guevara en la plaza de la Constitución ubicada en el zócalo de la ciudad de México, considerada en ese entonces un lugar sagrado. Sin embargo, la valoración dada por los otros fue considerar a este acto como un sacrilegio. La prensa mexicana se volcó en contra de aquellos que habían osado profanar espacios públicos destinados a las principales festividades cívicas de la nación. Pero, a diferencia del resto de informativos, la Cadena García Valseca decidió de mutuo propio realizar una campaña que expiara el sacrilegio cometido. En esos días aciagos, Los Soles por toda la provincia mexicana lanzaron una campaña en defensa de los símbolos y los lugares sacros ultrajados por una marabunta juvenil hereje.


La Cadena García Valseca: en defensa de la patria

Ante lo que se consideró un agravio a la nación, la organización periodística Cadena García Valseca decidió entrarle al quite y defender a una patria y sus símbolos sagrados lacerados por la turbamulta juvenil.

La agitación de los universitarios se había pasado de la raya. No solo agraviaban a las autoridades e instituciones del Estado mexicano, ahora tocaban turno para ofender al lábaro patrio y el lugar en donde se colocaba día a día la enseña tricolor: la Plaza de la Constitución. Por ejemplo, el 27 de agosto una manifestación universitaria desembocó en desorden. La plancha del citado espacio público fue ocupada por centenas de jóvenes. De las entrañas de la manifestación salieron a la luz los infiltrados, provocadores prestos a generar el caos y el desorden, quienes decidieron cometer un agravio en contra de México.

En tono de escándalo, El Sol de Sinaloa denunciaba:

Retratos del Che Guevara pendían de la fachada del Palacio Nacional y la bandera rojinegra ondeaba en el esta [sic] monumental del zócalo donde una multitud escuchaba la furiosa embestida oratoria contra las instituciones; catedral lucía, con todo su alumbrado encendido y sus campanas eran lanzadas al vuelo por grupos de manifestantes que irrumpieron en ella y que inclusive llegaron a trepar hasta las cruces que coronan las dos torres39.

El ultraje no podía quedarse así. El Gobierno y la población al unísono debían manifestarse en contra de apátridas que lastimaban los símbolos patrios. Cuarenta y ocho horas más tarde del execrable evento, comenzaron a aflorar las primeras manifestaciones de desagravio a la bandera mexicana. Al respecto, El Sol comentaba:

Con gran fuerza y valor cívico, el pueblo de México lavó hoy la afrenta que hicieron a la Bandera Nacional grupos de exaltados. Millares de trabajadores, empleados y comerciantes se reunieron en el Zócalo para izar jubilosamente la enseña tricolor en su asta-bandera, después de que arriaron y quemaron el lienzo rojinegro colocado allí por los estudiantes revoltosos40.

El desagravio no se quedó ahí. La Cadena García Valseca decidió asumir como propia la responsabilidad de instrumentar y coordinar todo tipo de actividades, la que ellos consideraron era un noble propósito. A principios de septiembre de 1968, el militar avenido a empresario periodístico decidió junto con su organización hacer eventos en señal de desagravio a los símbolos vilipendiados.

Las acciones a instrumentar tenían lugar privilegiado para celebrarse: la provincia mexicana. Rápidamente, las señales de aprobación comenzaron a aparecer en las páginas de toda la cadena periodística. En ellas se comentaba:

De extraordinaria fue calificada hoy por Don Prudenciano López, presidente de la Confederación de Cámaras Industriales, la iniciativa de la Organización Periodística García Valseca para que todo México rinda un gigantesco y fervoroso homenaje a la bandera nacional41.

No fue una declaración aislada. Todo lo contrario. Día a día con aire de triunfo, El Sol de Sinaloa, reseñó con lujo de detalles las notas que aplaudían tan loable y patriótica labor de la Cadena. Por ejemplo:

Ha sacudido las fibras más sensibles de todo el país la campana de desagravio a la enseña patria. En todo el territorio nacional ha sido acogida calurosamente la iniciativa de la Organización Periodística García Valseca y los tres colores patrios están ya iluminando al país42.

Y las muestras de apoyo comenzaron a brotar por doquier. La provincia mexicana se sumó al coro de voces condenatorias en contra de aquellos apátridas que habían ultrajado a la nación en su conjunto. Pero, ¿por qué ese apoyo a la medida de la empresa de García Valseca? Una respuesta posible se encuentra en el bajío mexicano, en Guanajuato:

El señor José María Hernández, presidente de la Unión Ganadera Regional, entrevistado en relación con la iniciativa lanzada por la OPCGV en desagravio de nuestra enseña tricolor dijo: No pudo ser más grave ofensa cometida a la bandera nacional por personas sin escrúpulos que escudándose en estudiantes, izaron un trapo rojinegro en el asta monumental de la plaza de la Constitución43.

En Guadalajara, el fenómeno se reprodujo. Las fuerzas vivas de la sociedad tapatía no podían quedarse atrás. Por la defensa del lábaro patrio y el rechazo a los trapos que significaban huelgas y comunismo internacional, decidieron unirse a las festividades cívicas en desagravio de la bandera. En la prensa se documentaba lo siguiente:

En estos momentos en los que una minoría absurda, alentada e inspirada por intereses extranjeros al país, ha hecho ondear en el asta principal de la Plaza de la Constitución en la ciudad de México, un trapo que no puede tener significación de bien y patriotismo, es importante que el comercio de Guadalajara responda plenamente al llamado que se le hace y se una al fervor cívico del pueblo mexicano, se empeñe en esta ocasión en mostrar y señalar con mayor entusiasmo y decisión, el respeto y culto que debe a nuestro sagrado lábaro44.

El sacrilegio fue combatido. Según los reportes de la provincia, la campaña en desagravio de los símbolos y los lugares sagrados cumplió a cabalidad los objetivos perseguidos. La tarea de El Sol de Sinaloa, y porque no decirlo, del resto de la Cadena García Valseca estaba llegando a término. La desinformación, la calumnia o la censura eran la constante. Faltaba un trabajo periodístico más por efectuar: documentar sobre el hecho ocurrido el 2 de octubre de 1968. Y lo hizo a su manera. La agresión que costó vidas provino de los estudiantes. Las fuerzas del orden solo se defendieron de los ataques. De los muertos y los heridos del bando estudiantil nada se supo. Así fue de profesional el trabajo de El Sol de Sinaloa durante todo el tiempo que duró la protesta universitaria en la ciudad de México.


Epílogo

Así se reseñó el 68. Uno de los momentos más cruentos de la violencia política que desplegó el Estado mexicano en contra de los sectores de la población que se atrevieron a impugnarlo. Gracias al control gubernamental ejercido sobre los medios de comunicación en el país y el ambiente ideológico privativo en ese entonces, anticomunista a más no poder, se documentó de esa manera la principal protesta urbana que se articuló en el país encabezada por jóvenes universitarios.

Esa contaminación de la que era objeto este diario y los de toda la Cadena García Valseca determinó para que la interpretación de la protesta universitaria en la capital de México se fundamentara en que los jóvenes de dicha metrópoli eran rebeldes sin causa dirigidos por profesionales de la izquierda, expertos en promover la agitación y el caos en las sociedades latinoamericanas.

Esta versión maniquea de El Sol de Sinaloa sobre los sucesos implicó el uso de diversas estrategias informativas a través de las cuales se denostó ante la opinión pública nacional a cientos de estudiantes que sistemáticamente -según su interpretación- rechazaron el diálogo con las autoridades del país encabezadas en ese entonces por Gustavo Díaz Ordaz. Entre las estrategias empleadas para desprestigiar y minimizar a quienes protestaban en las calles del Distrito Federal se destacó el rumor como un instrumento de desinformación que permitió afirmar que el 68 era un asunto estrictamente circunscrito a la ciudad de México, negando su repercusión nacional como lo fue en los hechos y de esta manera, encabezar campañas a favor de recuperar espacios públicos y de defender a los símbolos patrios lacerados por rebeldes sin causa.


* Trabajo de investigación científica, resultado del proyecto de investigación intitulado Prensa estatal y violencia política en México: 1966-1978 que recibe financiamiento de parte del Programa de Fortalecimiento a Proyectos de Investigación (PROFAPI/2014) de la Dirección General de Investigación y Posgrado (DGIP) de la institución donde labora.

1 Archivo General Histórico de Sinaloa (AGHS), Fondo 1968, volante del Comité de Lucha de la Escuela Superior de Economía del Instituto Politécnico Nacional, 30 de julio de 1968.

2 Saiz, María Dolores. "Nuevas fuentes historiográficas", en Historia y comunicación social, México D.F., n.º 1, 1996, pp. 131-144.

3 Sánchez Ruiz, Enrique. "Los medios de comunicación masiva en México, 1968-2000", en Bizberg, Ilán y Meyer, Lorenzo, (coords.), Una historia contemporánea de México: Actores (México: Ed. Oceáno, 2005), p. 408.

4 Ibíd., p. 409.

5 Loaeza, Soledad. "Estados Unidos y la contención del comunismo en América Latina y en México", en Foro Internacional, vol. LIII, n.º 1, México, D.F., 2013, p. 13.

6 Spenser, Daniela. "La nueva historia de la Guerra Fría y sus implicaciones en México", en Oikión, Verónica y Ugarte, María Eugenia, (coords.), Movimientos Armados en México, siglo XX (Zamora: COLMICH, 2006), p. 102.

7 Agustín Navarro V. "Comunismo musical", El Sol de Sinaloa, agosto 29 de 1968.

8 Monsivaís, Carlos. A ustedes les consta (México: ERA, 2003), p. 84.

9 Rincón Rodríguez, Irma. Amanecer y el poder político en Querétaro: una relación compleja, 1951-1962, (Tesis maestría en Estudios Históricos), Querétaro, UAQ, 2012, p. 63.

10 López López, Gabriel. "Guerra Fría, propaganda y prensa: Cuba y México ante el fantasma del comunismo internacional, 1960-1962", en Revista Mexicana de Política Exterior, n.º 10, México D.F., 2014, pp. 125-145.

11 "No hubo agitación ayer en el Distrito Federal. Informe de Sin Novedad", El Sol de Sinaloa, julio 29 de 1968.

12 "Declaran los 18 detenidos", El Sol de Sinaloa, julio 30 de 1968.

13 "Condena tajante de la violencia", El Sol de Sinaloa, julio 31 de 1968.

14 Según un informe del CNH del día 6 de octubre, el saldo de la masacre fue hasta ese momento de 100 personas muertas y miles de heridos, secuestrados en cárceles militares. Un diario inglés indicó que 325 era el número de personas fallecidas y los detenidos rebasaron la cifra de 200. Semo, Ilán. México: un pueblo en la historia (México: Alianza Editorial, 1999), p. 14.

15 "Analiza la Convención Rotaria el auge peligroso de la delincuencia juvenil", El Sol de Sinaloa, mayo 16 de 1968.

16 "Dura crítica del Papa a los desórdenes estudiantiles", El Sol de Sinaloa, septiembre 26 de 1968.

17 "Pablo Neruda: ¿Poeta Sectario al servicio del comunismo?", El Sol de Sinaloa, agosto 19 de 1968.

18 García Hernández, Manuel. "Los malos muchachos", El Sol de Sinaloa, agosto 12 de 1967.

19 "Libertad Política", El Sol de Sinaloa, Culiacán, julio 3 de 1968.

20 "Rechazan la infiltración roja en las filas estudiantiles", El Sol de Sinaloa, julio 28 de 1968.

21 "Condena tajante de la violencia", El Sol de Sinaloa, julio 31 de 1968.

22 "Injerencia en los disturbios del Partido Comunista", El Sol de Sinaloa, agosto 1 de 1968.

23 "Agitaciones inútiles", El Sol de Sinaloa, agosto 14 de 1968.

24 "Serenidad, ponderación y ecuanimidad, pide Díaz Ordaz", El Sol de Sinaloa, agosto 2 de 1968.

25 "Una mano tendida", El Sol de Sinaloa, agosto 2 de 1968.

26 "Exhortación al país", Ibíd.

27 "Responde México al llamado", El Sol de Sinaloa, agosto 4 de 1968.

28 "Unidad de México", El Sol de Sinaloa, agosto 6 de 1968.

29 Delumeau, Jean. El miedo de Occidente (México: Taurus, 2005), pp. 267-281.

30 "Manos fuera del Politécnico", El Sol de Sinaloa, agosto 12 de 1968.

31 "Declaración del General Lázaro Cárdenas", El Sol de Sinaloa, octubre 6 de 1968.

32 Focil, Augusto. "Madrazo y Romero son cabezas del Movimiento", El Sol de Sinaloa, octubre 6 de 1968.

33 "Intento de sabotaje", El Sol de Sinaloa, septiembre 4 de 1968.

34 "Solo gente perversa empeñada en dañar al país pudo planear el atentado", El Sol de Sinaloa, septiembre 4 de 1968.

35 "Colima avanza", El Sol de Sinaloa, julio 29 de 1968.

36 "Ejemplar conducta estudiantil: premio cedido a la Universidad", El Sol de Sinaloa, agosto 29 de 1968.

37 "La subversión repudiada en la Provincia", El Sol de Sinaloa, agosto 31 de 1968.

38 "Estudiantes de provincia rechazan todo brote de agitación", El Sol de Sinaloa, agosto 31 de 1968.

39 "Profanaron el Asta de la Bandera", El Sol de Sinaloa, agosto 28 de 1968.

40 Vicente Morales, "Manifestación en desagravio a la Bandera en el Zócalo", El Sol de Sinaloa, agosto 29 de 1968.

41 "Magnífica acogida en la capital y en la provincia a la idea de la CGV para desagraviar a la bandera", El Sol de Sinaloa, septiembre 3 de 1968.

42 "Desagravio a la Bandera", El Sol de Sinaloa, septiembre 5 de 1968.

43 "Más actos de desagravio", El Sol de Sinaloa, 10 de septiembre de 1968, pp. 3-8.

44 "Se dispone a desagraviar la Bandera el Comercio Tapatío", El Sol de Sinaloa, 11 de septiembre de 1968, p. 8.



Fuentes

Fuentes Primarias

Archivos

Archivo General Histórico de Sinaloa (AGHS): Fondo 68 (Volantes)        [ Links ]

Publicaciones periódicas

El Sol de Sinaloa, Culiacán, 1968.         [ Links ]

Fuentes Secundarias

Libros

Delumeau, Jean. El miedo de Occidente. México: Taurus, 1995.         [ Links ]

Monsivais, Carlos. A ustedes les consta. México: ERA, 2003.         [ Links ]

Capítulos de libros

Sánchez Ruiz, Enrique. "Los medios de comunicación masiva en México, 1968- 2000", en Bizberg, Ilán y Meyer, Lorenzo (coords.), Una historia contemporánea de México: Actores. México: Editorial Océano, 2005.         [ Links ]

Spenser, Daniela. "La nueva historia de la Guerra Fría y sus implicaciones en México", en Oikión, Verónica y Ugarte, María Eugenia (coords.), Movimientos Armados en México siglo XX. Zamora: COLMICH, 2006.         [ Links ]

Artículos de revistas

Loaeza, Soledad, "Estados Unidos y la contención del comunismo en América Latina y en México", en Foro Internacional, vol. LIII, n.º 1, 2013.         [ Links ]

López López, Gabriel, "Guerra Fría, propaganda y prensa: Cuba y México ante el fantasma del Comunismo Internacional 1960-1962", en Revista Mexicana de Política Exterior, n.º 10, 2011.         [ Links ]

Tesis

Rincón Rodríguez, Irma. Amanecer y el poder político en Querétaro: una relación compleja, 1951-1962, (Tesis maestría en Estudios Históricos), UAQ, 2012.         [ Links ]