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Anuario de Historia Regional y de las Fronteras

Print version ISSN 0122-2066

Anu.hist.reg.front. vol.22 no.1 Bucaramanga Jan./June 2017

https://doi.org/10.18273/revanu.v22n1-2017002 

Artículos de investigación

Las estrategias del pentecostalismo chileno frente a la pobreza. Un análisis del periodo 1909-1989

The Chilean Pentecostalism Strategies Against Poverty. An Analysis of the 1909-1989 Period

As estratégias do pentecostalismo chileno frente a pobreza. Uma análise do período 1909-1989

Miguel Ángel Mansilla1 

Luis Orellana Urtubia2 

Carlos piñones Rivera3 

1Investigador postdoctorado CONICYT-Chile (en curso). Doctor en Antropología Universidad de Tarapacá. Investigador del Instituto de Estudios Internacionales (INTE) de la Universidad Arturo Prat. Sociólogo Universidad Arturo Prat. Chile Correo electrónico: mansilla.miguel@gmail.com.

2Becario doctoral CONICYT-Chile. Historiador del movimiento pentecostal chileno, Investigador Asociado al Instituto de Estudios Internacionales (INTE), Universidad Arturo Prat. Chile Correo electrónico: luis_ubl@yahoo.com.

3Doctor en Antropología Médica Universidad Rovira I Virgili. Académico Escuela de Psicología Universidad Arturo Prat. Docente Escuela de Psicología, Universidad Arturo Prat Chile y Universidad de Tarapacá. Correo electrónico: carlospinonesrivera@gmail.com.


Resumen

Se analizan las motivaciones, los intereses y las preocupaciones de los pentecostales por los pobres, siguiendo las transformaciones en las estrategias sociales, políticas, de beneficencia y paliativas de superación de la pobreza en Chile. Caracterizan cuatro momentos: el “pentecostalismo como auto-organización de los pobres”, el “socialismo pentecostal”, el “pentecostalismo de beneficencia” y las “estrategias paliativas para enfrentar la pobreza”, que son estudiados desde una lectura crítica de fuentes primarias de origen pentecostal, publicadas a comienzos del siglo XX. Se ofrece una panorámica del pentecostalismo, problematizando la identificación del mismo como un mero espacio de consuelo y enclaustramiento, o como un motor de movilidad social.

Palabras clave: Chile; protestantismo; pentecostalismo; pobreza; asistencialismo; solidaridad

Abstract

Motivations, interests and concerns of the Pentecostals with the poor are analyzed, following the changes in the social, political, charitable and mitigation strategies for overcoming poverty in Chile. There are four characterized moments: the “Pentecostalism as self-organization of the poor”, the “Pentecostal socialism”, the “Pentecostalism charity”; and “coping strategies to fight poverty”; which are studied from a critical reading of primary sources of Pentecostal origin, published in the early twentieth century. An overview of Pentecostalism is offered by the identification of problems thereof with a mere space of comfort and confinement, or with an engine of social mobility.

Keywords: Chile; Protestantism; Pentecostalism; Poverty; Welfare; Solidarity

Resumo

Analisam-se as motivações, interesses e preocupações dos pentecostais pelos pobres, seguindo as transformações nas estratégias sociais, políticas, de beneficência e paliativas de superação de pobreza no Chile. Quatro momentos se caracterizam: o “pentecostalismo como auto-organização dos pobres”, o “socialismo pentecostal”, o “pentecostalismo de beneficência” e as “estratégias paliativas para enfrentar a pobreza”, que são estudados a partir de uma leitura crítica de fontes primarias de origem pentecostal, publicadas no começo do século XX. Oferece-se uma panorâmica do pentecostalismo, problematizando a identificação do mesmo com um mero espaço de consolo e enclausuramento, o com um motor de mobilidade social.

Palavras-chave: Chile; protestantismo; pentecostalismo; pobreza; assistencialismo; solidariedade

Introducción

Una constante entre los investigadores ha sido la de asociar el pentecostalismo a la pobreza, sin embargo no hay investigaciones específicas sobre el tema. Solo referencias generales que datan desde el año 1930, en la pluma de misioneros protestantes y sacerdotes católicos1),(2. En relación a las investigaciones realizadas sobre pentecostalismo y pobreza podemos agruparlas en dos grandes posiciones: a) aquellas que consideran que el pentecostalismo ofrece solo consuelo y enclaustramiento3),(4. En ellas no encontramos ninguna aseveración de estrategia social, política o económica adquirida del evangelio, o de la propia experiencia para superar la pobreza. Los pentecostales tendrían “la tendencia de atribuir su pobreza a su propia culpa o a la voluntad de Dios”5, b) Una segunda posición estaría centrada en los recursos y posibilidades que los pentecostales brindan a los pobres: esperanza y empuje a la movilidad social5),(6),(7),(8. Esta postura parte de la idea de que el pentecostalismo es la religión de los pobres3),(9),(10),(11 y pese que el pentecostalismo no los empuje a la movilidad, los mismos recursos simbólicos que les entrega se constituirían en recursos para la movilidad social.

Pese a la riqueza analítica que puedan tener estas posturas, los pentecostales siguen siendo interpretados como una religión espiritualizante y efervescente que solo brinda recursos simbólicos y sociales para enfrentar la miseria y la pobreza de los conversos, invisibilizando la heterogeneidad de las estrategias, las motivaciones, los intereses y las preocupaciones de los pentecostales por los pobres, más allá del consuelo y la mitigación. El presente artículo propone analizar las motivaciones, los intereses y las preocupaciones de los pentecostales por los pobres, siguiendo las transformaciones en las estrategias sociales, políticas, de beneficencia y paliativas de superación de la pobreza, según los contextos históricos, sociales y políticos de Chile entre 1909 y 1989.

El análisis realizado se basa en una selección de fuentes primarias de revistas representativas del mundo evangélico entre dichos años, buscando aquellos textos en los cuales se explicitan las posturas institucionales frente a la pobreza. Estas incluyen los números de la Revista Evangelio y Sociedad (1985 y 1991) y, de manera complementaria, los números de las revistas Chile Evangélico, El tiempo es cumplido, Chile Cristianos, El Resplandor Universal, Zigzag así como del Diario El Mercurio (años 1976 a 1978) y Diario La Mañana de Talca, (1948). Al considerarse que uno de los vacíos significativos en la bibliografía es la relación con los períodos intermedios, ya que es más fácil encontrar información correspondiente a los períodos iniciales y más recientes, nuestro análisis histórico realiza una periodización de 4 cortes entre 1909 y 1989: El pentecostalismo como auto-organización de los pobres (1909-1930); El socialismo pentecostal (1930-1950); El pentecostalismo de beneficencia (1950 1970); y Estrategias paliativas para enfrentar la pobreza (1970-1989). En dicha periodización es importante considerar el influjo que, desde los años 30, produjo el desarrollo de las corrientes políticas socialistas en Chile, así como el punto de inflexión que supuso la dictadura militar chilena desde el año 1973 y que marca el carácter de las aproximaciones del último período a analizar.

El pentecostalismo como auto-organización de los pobres (1909-1930)

Como destaca Mike Davis “ el Pentecostalismo es el mayor movimiento auto-organizado de los pobres urbanos de todo el mundo surgidos durante el siglo XX Se trata de un fenómeno religioso propio de la cultura de los pobres urbanos de Latinoamérica y África”12. Esta capacidad de auto-organización la observamos en el transcurso de la historia pentecostal en Chile, manifestada con ocasión del primer centenario de la independencia nacional (1910), a través de una actitud crítica frente a las desigualdades sociales y económicas del país y una clara conciencia sobre el mal de la pobreza. De gran impacto en la sociedad chilena fue la publicación del libro Sinceridad: Chile Íntimo en 1910, una de las obras principales de la llamada Crisis del Centenario por su denuncia frente a la injusticia social13. En el pensamiento de los líderes pentecostales de Concepción encontramos cierta armonía con los contenidos del libro por la valentía y la claridad en mostrar las injusticias sociales, sus causas y la propuesta de superación.

Esto llevó a los primeros pentecostales y protestantes, a desarrollar un plan integral para enfrentar la pobreza, reflejada en los siguientes cuatro hechos testimoniados en la revista Chile Evangélico14.

El Hogar Evangélico: fue un proyecto de beneficencia en que participaron también miembros de la Iglesia Metodista y Presbiteriana y que es anterior a su ruptura. Gracias al Chile Evangélico existe información sobre los objetivos del proyecto, su fin y el legado que dejan en sus estatutos15.

Las sociedades de socorros mutuos: sus líderes son abiertamente adeptos de estas instituciones que buscaban el beneficio de los sectores postergados de la sociedad, y estimaban que por intermedio de ellas, las iglesias podrán administrar sus bienes y caminar hacia el autofinanciamiento.

Obra diacónica: son simpatizantes de la obra diacónica de la Iglesia Luterana en la persona del pastor Leutwyler, quien se establece en Traiguén para crear la sociedad llamada Asilo de huérfanos y Escuela la Providencia16.

Los fundadores del pentecostalismo en Concepción dejaron el legado de la prensa escrita, pues allí se publicó el Chile Evangélico y el Chile Pentecostal. Este hito simbólico demuestra que los pobres no solo tienen derecho a su propia religión sino también a la palabra escrita, una herencia protestante.

A pesar de su pobreza económica, los pentecostales pronto comenzaron a enviar misioneros por todo Chile, y a contar de 1937 a los países vecinos. La religión no era vista como una forma de resolver la pobreza, sino “como un esfuerzo por parte de los pobres para tomar el dominio de sus propias vidas”17. Este hacerse cargo implicaba que cada creyente podía ser predicador, misionero o pastor, y aún, “entre ellos, el obrero más pobre podía convertirse en predicador del evangelio o quizá obispo de una iglesia” (18.

Pese que esta etapa es poco documentada, la información que aparece en la revista Chile Pentecostal (iniciada en 1910), es que la conversión era una experiencia recurrente, producto de experiencias como la muerte, el desempleo o las enfermedades. Tal como diría un sacerdote católico más tarde: “(…) los pentecostales se muestran su amor en los momentos más críticos de la vida, cuando la enfermedad llama a las puertas de alguna familia”19. Por lo tanto en esta época habría un fuerte sentido comunitario, no exento de conflictos, pero según el cual cada nuevo templo es concebido como una familia extensa pobre. Cada vez que apareció el fantasma de los nuevos cismas, cada grupo separado reconstruía el imaginario de la comunidad de pobres.

Si bien algunos autores han destacado que “los pentecostales no tienen programas sociales, son un programa social”17, en su interior se pueden identificar intentos por desarrollar planes y programas para enfrentar la pobreza. Estos fueron espontáneos y no recibieron el apoyo de la naciente institucionalidad pentecostal por ausencia de un marco referencial y doctrinal que justificase el compromiso social. Así se dio prioridad al trabajo espiritual y primó la solidaridad invisible porque, como reflejan enseñanzas como “tu mano derecha no tiene por qué saber lo que hace la izquierda” y “el servicio cristiano debe ser sin ostentación”20.

También encontramos la Iglesia de Vitacura, fundada en 1933 en el fundo Lo Contador, lugar donde existían las canteras que proveían a Santiago en los años 1930. La Iglesia de Vitacura fue dirigida hasta mediados de los 60 por el pastor Juan Dupuy y su familia. Su trabajo estuvo centrado en la proclamación del Evangelio21, viajando por distintas ciudades, permitiéndole tener una visión general de la miseria de millones de chilenos. Así, hizo que se crearan diferentes estrategias como comedores, ollas comunes, paquetes de ayuda a los hermanos, etc. El interés de salvar a todos los pobres con la predicación y conversión alimentaba la ilusión de que al cambiar las condiciones espirituales mejorarían las condiciones económicas de los pobres. Mientras que para los misioneros protestantes “los pobres eran retratados como un sector socialmente sin salvación”22, los pentecostales los constituyeron en el centro de la salvación.

El Pastor Dupuy fue uno de los socios fundadores de la Hermandad Cristiana del año 1935, entidad que en 1941 dio paso al Concilio Evangélico de Chile (CEC)23. Los integrantes de la comunidad describieron a su líder como Juan, el Bondadoso: sus características motivaban el respeto y confianza, representando una especie de padre a quien confiar las necesidades espirituales y materiales24. Las personas más antiguas recuerdan que el Pastor Dupuy mantenía una olla común para suministrar alimento diario a los más necesitados tanto de la congregación como con los vecinos. La Iglesia de Vitacura se extendió por Chile llegando a estar entre las 10 denominaciones pentecostales más numerosas de Chile.

Pese al interés de algunos líderes pentecostales por generar proyectos denominacionales para enfrentar la pobreza, la creencia de que la iglesia no es tanto una institución de caridad social sino de caridad espiritual, modeló la solidaridad como una práctica individual. Así, los pentecostales incorporaron una serie de creencias y prácticas populares de solidaridad que resaltaban la devoción personal. El primer ejemplo lo daba el pastor quien recibía en su hogar a los conversos indigentes, hasta que tuvieran recursos para independizarse. De igual forma lo hacían los creyentes que recibían en su hogar inmigrantes, enfermos o expresidiarios como manifestación de su experiencia religiosa. Esta práctica individual e invisible marcó la religión pentecostal hasta fines de la década de 1980, pese que también se encuentran experiencias institucionales de caridad así como estrategias políticas para enfrentar y superar la pobreza.

El socialismo pentecostal (1930-1950)

En la década de 1930 Chile inicia una etapa de politización masiva y popular. Esta llega a muchos sectores influidos por la conciencia de la miseria del pueblo chileno, la concentración de la pobreza, el desempleo masivo, la miseria de las viviendas, etc.25),(26, tocando a amplios sectores pentecostales que manifestaron un interés social y político. Algunos líderes se preocuparon de los pobres en general, y mientras daban respuestas de sobrevivencia en sus templos, se aliaban a partidos políticos socialistas y radicales para luchar por todos los pobres. A esta estrategia se le denomina como socialismo pentecostal.

En el socialismo pentecostal encontramos dos denominaciones importantes: El Ejército Evangélico de Chile (EECH) y la Iglesia Wesleyana Nacional (IWN)27. Entre los líderes más interesantes y olvidados encontramos a Genaro Ríos, pastor del EECH, quien se presentó como precandidato a presidente de la República en 1938. En su precandidatura a la presidencia hace propuestas reales y directas a los pobres, fundamentalmente con la vivienda28),(29),(30),(31. La pobreza, más bien miseria, se evidenciaba en el sistema habitacional más común para los pobres que eran los conventillos: “habitados por gente de la más baja condición social”32; espacios oscuros e infernales que autores como Baldomero Lillo describen como un lugar de hambre, alcoholismo, enfermedades y muerte33. Justamente es en estos lugares en donde los pentecostales predican.

El gobierno de Ríos pretendía ser un gobierno de los pobres: “Lo primero que haré es atender a los enfermos de todo el país, dándoles todo lo necesario para su mejoría. Daré, además, alimento, abrigo, ropa, techo sano, a los que sufran el azote de la desesperación”34. La sociedad chilena era, en ese entonces, el mundo de la miseria, de la enfermedad y de la muerte35. En defensa de su pre-candidatura, Ríos pone a la pobreza como capital político para atraer a los votantes no evangélicos: primero deslegitima a los ricos, argumentando porqué nunca entenderán a los pobres, “(…) todos los hombres al presentar la candidatura a la presidencia muestran (…) su vasta educación diciendo: Mis primeros estudios los hice en la Universidad de Chile de ahí fui a Gran Bretaña (…) luego regresé a Chile (…) y tuve un gran puesto como Profesor de Cátedra (…)”36, al no vivir ni entender la pobreza nunca sabrán lo que los pobres necesitan o quieren.

El carácter de religión de los pobres que tiene la mayor parte del protestantismo chileno, tiende a hacer por oposición de la Iglesia Católica, ‘la religión de los ricos, la de los patrones, la que reconocen las autoridades, la que recibe subvenciones del Gobierno ’ etc., y hay un germen de lucha de clases en el pentecostalismo chileno, que se traduce en su izquierdismo político, y lo hace acercarse por distintos conductos al marxismo, como ser este la antítesis de su oposición religiosa11.

La concepción de escolaridad que tenían los pentecostales era que la escuela no ayuda al pobre, por el contrario lo condena. Esta postura no se trata de anti-intelectualismo sino más bien de la condición de la mayoría de los chilenos en esa época: en el año 1940 el 42% de la población chilena era analfabeta. En base a esta realidad denuncia a la élite política:

(…) estos son los hombres que del vientre de la madre saltaron a una elegante cuna, de ahí a una Universidad (…) que hablan del sufrimiento humano por teoría y no lo han experimentado en carne propia. Ese es el motivo porque jamás podrán compadecer de los que tienen hambre y sed de justicia36.

Se exponen dos modelos y dos propuestas de gobierno frente a la pobreza: cuna elegante y cuna de la miseria. Los primeros nunca podrán entender al pobre, sin importar la postura política o religiosa, porque no han vivido la pobreza. Mientras que, los que vienen de la cuna de la miseria, sin importar de la ideología religiosa, siempre y cuando estén vinculados a ideologías políticas de izquierda, tendrán una postura a favor de los pobres.

De esta manera, de la mano del pastor Genaro Ríos, pentecostalismo y socialismo se unen para entender y luchar por los pobres, constituyéndose un grupo pentecostal con conciencia de clase, que defiende y patrocina la lucha de la clase baja y lanza una fuerte crítica a los políticos y a la política partidista tradicional. Para esto recurre a la metáfora brandal que refiere al uso instrumental y pasajero que se le da a los pobres, como peldaños desechables para subir a las cumbres políticas y sociales, para luego abandonarlos y despreciarlos desde las alturas.

La precandidatura no prosperó, no obstante, el triunfo de Pedro Aguirre Cerda es celebrado como si se tratase de la llegada mesiánica, ya que el triunfal Frente Popular estaba asociado al Frente Pobre: “El Frente Pobre está alegre. Gran regocijo ha habido en el país con el triunfo de don Pedro Aguirre Cerda, ¿con su triunfo quiénes son los más alegres? Son los pobres que viven sumidos en la miseria”37. Si bien este gobierno no fue de los pobres, al menos lo fue de una persona que recorrió sus miserias, haciéndose consciente de ella e incluyéndolos en sus promesas de gobierno. Más aún, aunque el Gobierno de Aguirre Cerda no fue lo que prometió, llevó al país prácticamente a una revolución industrial con transformación social, económica y cultural que cambió la sociedad chilena.

Encontramos una segunda denominación pentecostal con una alta conciencia de clase, que presentó tanto estrategias sociales como una propuesta política de lucha en beneficio de todos los pobres. Esta fue la Misión Wesleyana Nacional (MWN), agrupación pentecostal nacida en 1928 en la ciudad de Lota y en el seno de la Iglesia Metodista: “El jefe es uno de ellos, que vive sus mismos problemas, los conoce a todos personalmente, es de su misma clase social”38.

Su gestación estuvo ligada a la persona del Pastor Victor Mora, y posteriormente el pastor Edgardo Toro. Desde sus inicios su fundador tuvo un marcado interés por los problemas sociales que afectaban no solo a sus seguidores sino a toda la ciudad. Esto se expresa en el nuevo concepto de evangelismo social que se traduce en una visión unitaria de la realidad humana, que proclama la unidad de espíritu y materia e individuo y sociedad27. Dicha visión implica un radical rechazo a las posturas religiosas apolíticas y espiritualistas: no se trata de un movimiento religioso más, sino de una religión de los pobres y una iglesia de los obreros. En ella confluían iglesia y sindicato, iglesia y fábrica, religión y política. En el pastor confluía el líder religioso y el sindical-político.

Estos pastores se interesan no solo en los asuntos espirituales. Mora inculcaba a sus pastores:

Hay que defender al pueblo, hay que defender la clase trabajadora, hay que impulsarlos (...) a que se organicen (...) Si la gente no tiene qué comer (...) uno debe compartir su comida con ellos, y si hay que hacer un trabajo, ir con ellos para construir, y si ellos no tienen casa y quieren levantar una, uno tiene que ir donde ellos y ayudarles a trabajar39.

Además, el citado pentecostalismo socialista está complementado por una ética religiosa, que se expresa en la norma de abstinencia total de alcohol, tabaco y otras prácticas asociadas. Según Ossa, esta norma “ cumple la importante función de otorgar una fuerte identidad grupal: ‘los wesleyanos son los que no beben alcohol’”40. Dicha abstinencia repercute en un ahorro de recursos que es benéfico para los pobres.

Según el Pastor Toro:

(…) el Pastor Mora llevó a tal extremo el compromiso del evangelio con los obreros que él decía: ‘Yo no permitiré nunca que un obrero esté dentro de una iglesia, y pertenezca al Partido Conservador, porque estaría fuera de su clase (…)’ entonces le dijeron que él era un Pastor marxista (…) y cuando se le preguntó cómo hacia la conciliación entre marxismo y religión dijo: ‘bueno, la religión la pienso con el corazón, con la cabeza, en mi mente, y el marxismo lo pienso con el estómago, porque para mí al practicar y al adorar a Dios, estoy pensando con el corazón y mi mente, y al luchar para que los hijos tengan un pan más en su hogar, sería la lucha que el marxismo tenía que tener’”41)

El pastor Mora exhortaba a sus seguidores a insertarse en la lucha socio-política, comunal y gremial, a objeto que “(…) la Misión se relacionara con la sociedad de tal manera, que los hermanos salieran de los cuadros creados por la Misión misma y llevaran a otras agrupaciones sociales lo aprendido. Como cristiano había aprendido en la Biblia a defender sus derecho”42. Las enseñanzas de Mora enfatizaban la solidaridad y defensa de los trabajadores: en 1938, en una Conferencia semestral, enfáticamente declara que “(…) los Pastores Wesleyanos no pueden ir contra los obreros y el que así proceda será inmediatamente suspendido”43.

Respecto a la labor social, valoró y fomentó todas las iniciativas populares autogestionadas y de educación. En continuidad con la gran tradición metodista que se desarrolló en las minas del carbón en Bristol y Newcastle44, buscó realizar una labor educativa para las masas obreras y sub-proletarias: “(…) compra una parcela, en el camino de Concepción a Bulnes, a la altura del Puente 3, proyectando abrir una escuela agrícola, construir un hospital, una casa de reposo y dar cabida a una Escuela de Profetas”45. También a través de sus colaboradores, fundó cooperativas e impulsó talleres; se creó una mueblería que él dirigió, en que se fabricaban ventanas, puertas, ataúdes y reparaban casas dando trabajo a 25 personas, la mayoría no perteneciente a la MWN. El pastor Mora fue un formador de líderes sindicales y políticos, entre los cuales, se destacó el mencionado pastor Pereira, trabajador del carbón, relegado un año en Pisagua en el contexto de la llamada Ley de Defensa de la Democracia y Baltasar Rodríguez, dirigente de un sindicato de más de 7.000 trabajadores en Curanilahue y subdelegado del gobierno de la Unidad Popular en dicho lugar.

En líderes como Genaro Ríos y Víctor Mora se encuentran un tipo de pentecostalismo muy poco estudiado en Chile y en América Latina, donde confluye religión popular y política de izquierda. Son líderes rechazados por los pentecostales por comunistas y por los izquierdistas por la expresión peyorativa de canutos. Es un tipo de pentecostalismo heresiarca e intersticial, execrado por la ortodoxia política y religiosa por defender y luchar por los pobres con métodos no convencionales. Unen las pasiones, las esperanzas y las utopías terrenales y celestes, sacralizando lo profano y profanando lo sagrado, todo por un proyecto político y religioso a favor de los pobres.

El pentecostalismo de beneficencia (1950-1973)

En relación al pentecostalismo de beneficencia se trata de una estrategia social y conversionista. Aquí se encuentra gran parte de las iglesias pentecostales. En un primer lugar vemos la Iglesia Metodista Pentecostal de Chile (IMPCH) y la Iglesia Evangélica Pentecostal (IEP), que comenzaron a trabajar tempranamente con las personas encarceladas, desarrollando una nueva modalidad eclesiástica: iglesia tras las rejas.

En la cárcel la conversión seguía la misma ritualidad de movilidad religiosa, pasando de miembro probando a miembro en plena comunión, no obstante, pese a las diferenciaciones de status y roles de membresía, todos tenían derechos a la solidaridad congregacional. Entre los valores más destacados por ellos están: la esperanza, la solidaridad y la confianza presentada a los nuevos conversos. La esperanza estaba centrada en un vocabulario de vida/muerte, nueva vida/vida vieja, hombre nuevo/ hombre viejo, libertad/prisión, nuevo nacimiento, etc.

Un líder significativo al respecto fue el Pastor Julio Assad Gilberto, quien destaca que en 1951 en la Penitenciaría de Santiago, atiende a un reo, llamado Raúl Silva Silva, condenado a fusilamiento por el delito de homicidio: “(…) se convirtió por intermedio de la predicación del Evangelio (…) la Biblia nos dice: ‘(…) las cosas viejas pasaron’ (...) hasta que llega el último día de existencia sobre esta tierra, anhela el instante de su partida terrenal (…) canta por última vez el himno En la tierra soy un peregrino (…) y lo llevan al patíbulo”46. El énfasis pentecostal está en relativizar los conceptos de cárcel y sociedad o prisión y libertad, ya que la persona puede estar físicamente libre y espiritualmente encarcelada o físicamente encarcelada pero espiritualmente libre. ¿Cuál de las dos libertades es más importante? Desde el punto de vista pentecostal, la libertad espiritual junto a la riqueza espiritual es lo más importante sin importar donde se esté.

Un segundo aspecto interesante que propone el pentecostalismo es la idea de milenio celestial, esto es, que para las personas que aceptan la regeneración espiritual sus beneficios se verán en el cielo, en donde existe el borrón y cuenta nueva, tal como el preso que fue crucificado junto a Jesús. Luego, en el año 1954 a Assad le tocó atender a un hombre llamado Segundo Alberto Cabrera Muñoz, alias el Criollito:

(…) le explique que: ser católico es solamente un testimonio religioso; ser evangélico es tener un testimonio de Salvación de su alma (…) al aclarar el día, entró a su celda un personaje de blanco, quien le dice “Yo soy Jesús y mandé a mi Pastor para que te predicara mi evangelio” (…) recibió el Bautismo y La Santa Cena, me agradeció, con la promesa de que en el cielo nos juntaríamos a alabar a Dios para siempre”47.

Un tercer aspecto que los pentecostales presentan a los pobres, es el privilegio de recibir revelaciones divinas a partir de los sueños. La persona se pone en contacto con Dios en oración y Dios lo hace a través de los sueños. El 25 de enero de 1955 atiende dos condenados al fusilamiento: uno se llamaba José del Carmen Vidal Madariaga y el otro Segundo Carlos Espinoza Silva “(…) mientras se les ponía las manos en la cabeza, sintieron ambos que dentro de sus ser había nacido otra vida, que les llevaría a la eternidad reconciliado con Dios y el mundo tomaron la Santa Cena y cantaron las últimas alabanzas al Señor (…) antes de la descarga fatal glorificaron a Dios con estas palabras: “Por fin ha llegado este momento deseado, Gloria a Dios (...)”48. Los creyentes sienten la paz, la salvación y la liberación. Esos sentimientos son antecedentes fundamentales para la conversión y la nueva vida, vinculado a una ética del acompañamiento.

En el año 1948, la pastora Remigia, de la Iglesia Metodista Pentecostal de Chile en Talca, una de las fundadoras del pentecostalismo chileno, fue premiada por su rol alfabetizador. El diario La Mañana destacó el titular diciendo “(…) profesores voluntarios del cuerpo cívico de alfabetización fueron premiados ayer con honrosas distinciones por su labor”49. En la nota se señala: “(…) fue destacada también la patriota labor que está realizando en esta ciudad la señora Remigia de Jara. Esta distinguida dama, aparte de ser miembro activo del cuerpo Cívico, ha levantado en esta ciudad, al lado de la Iglesia Evangélica, una escuela para adultos de ambos sexos”49. En una época en que la población chilena es joven, pobre y analfabeta (Ahumada, 1958: 34), el rol alfabetizador de los voluntarios era muy importante. El pentecostalismo utilizaba los espacios de los templos para alfabetizar, ocupando la Biblia como recurso alfabetizador. Dicho rol alfabetizador se ejercía también en las escuelas dominicales, donde las mujeres pentecostales ocupaban un rol central.

La Iglesia de Dios pentecostal, creada en 1953 por el Pastor Arturo Espinoza Campos, tuvo como primer proyecto la creación del Ropero Infantil. Este ropero se “(…) constituyó con prendas de vestir y artículos exclusivos para niños, los cuales eran aportados por la Iglesia. El Ropero estaba a cargo de las hermanas Dorcas y tenía como fin ayudar a solucionar las necesidades inmediatas de los hijos de los hermanos y de cuantos lo necesitaran”50.

La Iglesia Universal de Cristo con sede en Lota, para el año 1968 informa la apertura de una escuela y un Orfanato. “En el pueblito La Antena (de Concepción) se han iniciado las clases en el mes de octubre los días sábado. Los hermanos han comenzado el trabajo de la enseñanza en el mismo local donde se hacen cultos (…) en sus ojitos brillan pequeñas lucecitas al empezar a conocer las primeras vocales que con tanta paciencia los hermanos le van repitiendo (…)”51. También tienen un Orfanato llamado EBEN-EZER en la ciudad de Santa Juana, este inició con 21 “(…) niños y niñas que no solo necesitan empezar a conocer las primeras letras, sino también saber que hay un Dios verdadero. Se le ha dado preferencia a hijos de padres inconversos, niños que necesitan ayuda material (…) Los hermanos de San Pedro se han hecho cargo de ellos para enseñarles las primeras letras, coritos, textos de la Escritura, darle alimentación y ropita”51.

También encontramos otras de las iglesias pentecostales más significativas de Chile: la Misión Iglesia Pentecostal, que desde sus inicios apostó a un compromiso social52. Al respecto el Pastor Narciso Sepúlveda dice: “(…) ya en 1960 nuestra iglesia comenzó a participar en el programa de Ayuda Cristiana Evangélica, que fue muy efectiva después del terremoto del año 1960 allí las iglesias aprendieron a interesarse en el trabajo social, primero comenzamos con soluciones de parche, pero ya se hablaba de apoyar proyectos de desarrollo”53. El mismo Pastor sostiene que ellos comenzaron a trabajar en lugares donde no llegaba ni la beneficencia de la Iglesia Católica ni los beneficios del Estado.

Los únicos centros de reunión que se veían en las poblaciones marginales eran locales de predicación pentecostales. Dice: “Recuerdo que con el grupo juvenil de nuestra propia iglesia nos tocó levantar, con el esfuerzo de los jóvenes, locales de predicación en unas cinco o seis poblaciones marginales, tal vez de las pobres que existieron en Santiago, como fue la del Zanjón de la Aguada”54. ¿Por qué sucede esto? Fundamentalmente porque entre los pentecostales cualquier persona puede abrir un templo y porque cualquier lugar puede transformarse en un espacio de culto hasta que logran juntar suficiente cantidad de personas para construir el templo. Estos templos “(…) eran construidos con el esfuerzo de los propios fieles, muchas veces con sus propias manos, bajo la dirección del pastor. La culminación del templo ha demorado años, debido a las escases y agotamiento de los recursos financieros”5. Así a los pobres se les hace parte de un proyecto común, en la cual cada uno da lo que puede, ya sea en recursos materiales o tiempo y sin distinción de edad o género. Así el concepto de comunidad religiosa como familia se hace realidad.

Los pentecostales optaron por los pobres después que el protestantismo misionero los considerara irredentos22 y antes que la Iglesia Católica los considerara los preferidos de Dios. Como destaca Harvey Cox, en ese entonces la Iglesia Católica enfatizó la opción preferencial de la iglesia por los pobres, pero en general los pobres hicieron su opción preferencial por los pentecostales55. Sin embargo en los años de 1960 ya había un interés de “dejar de ser la iglesia de los pobres y de los miserables y ser concebida con el rango de religión respetable”54. La idea era no solo predicarles a los pobres, recibirlos y sembrar en ellos las expectativas de superación, sino que también ellosfueran capaces de dar para ayudar a otros pobres, sin que necesariamente fueran evangélicos. “El mensaje pentecostal hace concebir la esperanza de superar la situación de la pobreza y de inferioridad social en que está sumida la mayor parte de los fieles. Continuamente, las predicaciones hacen referencias a que el progreso material es una bendición de Dios, que este reserva a cada creyente que quiera iniciar una vida nueva”57.

De esta manera, el pentecostalismo de beneficencia se ocupó del conjunto de necesidades de las personas: espirituales, económicas y sociales. Primero, devolviendo a las personas su dignidad de ser humano y luego, integrándolo a la comunidad para recuperar la confianza, la responsabilidad y el compromiso con su comunidad, familia y entorno. Así el enfrentamiento y superación de la pobreza se une a otras recuperaciones como el sentido de vida en medio de una realidad precaria, incierta e insoslayable. Lo importante es que esta beneficencia no constituye en objeto a la persona sino en sujeto de su propia recuperación y a la vez ayuda a otros a ser sujetos de su propio enfrentamiento y superación. Por lo tanto el foco de la beneficencia pentecostal estuvo centrado en el acompañamiento: dar y dándose a sí mismos para ayudar a otros a superar la pobreza.

Estrategias paliativas para enfrentar la pobreza (La dictadura, 1969)

Entre los años “1969 a 1970 hubo un Movimiento Evangélico Allendista, liderado por el Pastor Antenor Vidal, que quiso levantar bandera de lucha y reivindicación de las aspiraciones de la Iglesia Evangélica Chilena, pero después del triunfo su voz nunca más se escuchó”58. Durante el tiempo de dictadura (1973-1989) en donde toda lucha política y social por la pobreza fue considerada una lucha socialista o comunista, siendo sus actores perseguidos, exiliados o asesinados, los pentecostales cambiaron su forma de luchar por la pobreza, enfrentándola ahora con estrategias y recursos paliativos. La pobreza pasa a ser considerada más como una consecuencia de los pecados individuales y un mal diabólico que hay que exorcizar, que un problema sociopolítico.

En el caso de la Iglesia Asamblea de Dios son las mujeres quienes asumen el rol social y de beneficencia al trabajar con hogares de menores a comienzo de la década de 1970. Este trabajo fue liderado por Exibia Reyes y “(…) posteriormente se extiende a Centros de Rehabilitación de Alcohólicos, Hogares de Ancianos y Colegios confesionales. En este contexto son reconocidos por el Ministerio de Gobierno para hacer colectas nacionales”59.

Las décadas de 1970 y 1980 serán los años más miserables para los pobres: el Estado ya no es un benefactor, sino un enemigo que los tortura de hambre y desempleo. En este contexto, el Mercurio hace un elogioso rescate del pastor Oraldo Rojas de la IMPCH, destacando su trabajo con los pobres: “(…) en el año 1921 fue enviado como pastor a la Comuna de San Bernardo (…) durante 55 años (…) manifestó el amor a sus hermanos convertidos, amor a los desposeídos (…) el amor a los niños pobres (…) amor a los marginados de la sociedad (…) amor a los que sufren y lloran: en fin amor a todo ser humano sin frontera”60. La finalidad política de esto era demostrar que no era necesaria una revolución social ni política, como lo proponía el comunismo o el socialismo, sino una espiritual e individual, como lo hacía el pentecostalismo, a través de líderes que ayudaban a estos individuos a ser responsables, trabajadores y sumisos a las autoridades políticas. El rol espiritual que se les atribuía implicaba predicar sobre la responsabilidad individual de la pobreza y brindar auxilio a los hambrientos.

Así, la dictadura hace reconocimiento político público a los pastores para enviar la señal de que, a diferencia de los gobiernos anteriores, los reconoce y respeta, siempre y cuando se mantengan en su rol espiritual. Tal reconocimiento parte de la asistencia del General Pinochet a la inauguración de la catedral evangélica en diciembre del año 1974, y se refuerza a partir de septiembre de 1975 con su asistencia anual al Tedeum evangélico. Esto refleja las contradicciones y conflictos que ha vivido el pentecostalismo: por un lado, es una religión despreciada y estigmatizada, y por otro lado, valorada y reconocida.

En el periodo, los grupos religiosos católicos, protestantes o pentecostales crearon distintas estrategias de sobrevivencia, pero las empresas solidarias duraban poco. Otras iglesias crearon centros de recreación infantil, casas para ancianos y centros de abastecimiento popular, que suplían a la antigua canasta popular y la olla común. Pese a estas iniciativas, algunos pastores muy autocríticos de la dicotomía y el espiritualismo aclaran “(…) que las enseñanzas recibidas les han dado prioridad a lo espiritual por sobre lo material, y que aunque debe dársele una enorme importancia a lo primero, no hay que descuidar lo segundo”61.

En ese sentido, el pentecostalismo como comunidad religiosa se encargaba de suplir las necesidades materiales, físicas y simbólicas con sus feligreses. En esta época el pentecostalismo “(…) tuvo múltiples atracciones para las masas desfavorecidas, principalmente porque reconstruyó un sistema significativo de relaciones primarias y afectivas comunitarias”62. Esto se aprecia en un trabajo anónimo como el del Concilio Evangélico de Coronel (Concepción), compuesto por 42 iglesias pertenecientes a diferentes denominaciones pentecostales que “(…) mantenían 22 comedores infantiles dando almuerzo a 1.522 niños menores de familias pobres”63.

Un ejemplo es el del Pastor Edgardo Toro, de la Iglesia Wesleyana, quien la mayor parte de su vida estuvo inmerso en el mundo de los obreros, manteniendo su función pastoral y sindical. D’Epinay cuenta que:

(…) su iglesia mantuvo un comedor popular por espacio de ocho años, con atención de un centenar de niños. Los niños llegaban a un alto estado de desnutrición y nosotros los manteníamos en mejor forma dándoles alimentos. Pero, por falta de fondos, la iniciativa debió terminar64. Pese a las críticas de indiferencia y apatía social que han recibido los pastores pentecostales, siempre tuvieron una clara conciencia de clase: ellos decían: ‘nosotros somos iglesias pobres, nuestros miembros son muy pobres’ 56. (…)

Para esta época la pobreza se tornó tan dura, que dejó de ser una realidad digna, deviniendo un estado socioeconómico humillante y transitorio, superable con la ayuda de Dios. Había una crisis de futuro, desesperanza y miedo que empeoraban la situación miserable de las malas condiciones laborales como el PEM y el POJH65. Una vez más los más afectados son los jóvenes: “(…) ellos no tienen a dónde ir, no tienen futuro. Veo la drogadicción, la prostitución, la degradación de los valores; y es triste. Las alternativas son muy pocas. Como evangélicos tenemos una responsabilidad y como pastores no podemos estar ajenos al problema social que viven las congregaciones” (66.

Es así como los pastores terminan siendo conscientes que las injusticias no son individuales, sino sociales y políticas: la gente quiere trabajar pero no puede hacerlo, porque no hay trabajo; entonces ¿Cómo salir de la pobreza? No basta la voluntad del creyente ni la voluntad divina, se requiere de la voluntad política y del gobierno, que no la tienen ni les interesa. Pese a que los empresarios siempre piensan que los obreros son flojos67, los pastores piensan que el obrero es trabajador. Ante la desesperanza social y política, los pentecostales pobres se entregan a las reuniones extáticas como un recurso simbólico para mitigar la miseria. Esto hizo surgir algunas preguntas ¿Por qué los pentecostales no luchan por la pobreza?, ¿qué hacer o cómo luchar cuando no hay fuerza, ni recursos alimenticios para luchar?, ¿se puede acusar a estas personas de escapismo o espiritualismo? Pese a estas adversidades el pentecostalismo “(…) demostró ser capaz de dar esperanzas y alegrías a tantas personas que vivían agobiadas por la pobreza, y que arrastraban una existencia gris y sin futuro”68.

Junto al hambre, la miseria y la pobreza que vivían los pentecostales en esta época se sumaba el miedo y la desesperanza. Pese a ello el estar juntos y compartir los escasos alimentos, las profecías y los sueños que hacían referencia de un mañana mejor, aunque sea en el otro mundo, les brindaba esperanza. Esto “(…) atrajo, especialmente campesinos sin tierras, pobladores de los barrios más pobres de las nacientes ciudades, trabajadores eventuales que viven en miserias endémica, participan de una cultura fuertemente religiosa, que daba mucho énfasis a la expresión de los sentimientos y al sentido de lo divino, lo sobrenatural”69.

Nos encontramos con pastores que no solo tenían conciencia de la pobreza y sus causas sociales y políticas, sino también de la importancia de terminar con el pesimismo antropológico. Ahora, las personas no son malas en sí mismas, sino que la sociedad los empuja a la maldad. Las comunidades pentecostales, en tiempo de la dictadura, eran de las pocas comunidades donde había una alternativa de superación de situaciones vinculadas a la pobreza como el alcoholismo, y la existencia esperanza y utopía milenial. Ellos, a través de un lenguaje religioso cargado de simbolismo, brindaron aliento para cruzar el desierto de la miseria, la pobreza y la represión militar a millones de chilenos.

En síntesis, se puede decir que durante la dictadura, frente a las condiciones de vida de pobreza, hambre, miedo, enfermedades y desempleo, los pentecostales brindaron tres tipos de recursos para los pobres: a) simbólico al resignificar el hambre y la pobreza como beneficios espirituales; b) economía de sobrevivencia, mitigando el hambre y la pobreza con la caridad espontánea de los hermanos y del pastor; c) y cultural, concibiendo este período como valles de sombras o desiertos que pronto pasarían.

Conclusiones

A través del presente recorrido histórico se han podido hacer una idea de la heterogeneidad que las contribuciones que el pentecostalismo hizo y ha podido hacer frente a la pobreza en Chile. En primer lugar, como autoorganización de los pobres el pentecostalismo asumió el desafío de tomar el dominio de sus propias vidas, rompiendo la lógica que les asignaba el lugar de un sector sin salvación, desarrollando un fuerte sentido comunitario. Como socialismo pentecostal, se funda un proyecto político con conciencia de clase, que permitió desarrollar estrategias sociales y políticas, congregando la identidad grupal en torno a un horizonte político explícitamente socialista, materializando para muchos la iglesia de los obreros. Bajo la forma de un pentecostalismo de beneficencia se observa cómo el horizonte caritativo inicial pronto descubre la importancia del trabajo social y del desarrollo de proyectos que consideraban el conjunto de las necesidades sociales, económicas y espirituales, sacándolos del lugar de objeto pasivo de filantropía y convirtiéndolos en sujetos de su propia recuperación, restituyéndoles la dignidad perdida al verse con la capacidad de ayudar a otros a recuperarla.

En el contexto dictatorial el pentecostalismo aparece como una función social de despolitización de la realidad de la pobreza al ofrecer los elementos argumentales que la definen como resultado de los pecados, fortalecer los discursos sobre la responsabilidad individual y dar soporte ideológico a la prescindencia de una revolución social o política; pero al mismo tiempo al restituir la dignidad, reconocer las cualidades humanas entre los más pobres, ofrecer una serie de metáforas que permiten resignificar el hambre y la pobreza, mitigar la erosión de la miseria a través de los cultos extáticos y brindar la esperanza desde la proyección de un mundo más allá de este, a la vez que confería las redes de solidaridad que permitieron hacer frente a la adversidad y satisfacer las necesidades materiales, físicas y simbólicas.

Lejos de la imagen estereotipada del pentecostalismo como movimiento reaccionario, identificado con cierto conservadurismo político56, este se contextualiza en el marco dictatorial en el cual la misma subsistencia dependía del ocultamiento de cualquier forma de sociabilidad que pudiera ser identificada como de izquierda, y en la funcionalidad que supuso para dicho régimen identificar la revolución con procesos de tipo individual y espiritual antes que colectivo y materiales. Esto no implica invertir la polarización en la caracterización al pentecostalismo sino sencillamente mostrar que en él, como en todo movimiento social, han coexistido distintas tendencias y que por lo tanto para comprender el fenómeno y su aproximación a la pobreza hay que pluralizar la aproximación, reconociendo que en distintos momentos han sido distintas las estrategias, pero que en cada uno ha contribuido con el abordaje de la pobreza, integrando las dimensiones políticas, económicas, culturales, sociales y emocionales. La dicotomía original entre el enclaustramiento y la movilidad social se muestra por tanto insuficiente para abordar esta heterogeneidad que el análisis histórico nos ha permitido restituir.

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1Referencias para citar este artículo: MANSILLA, Miguel Ángel; ORELLANA URTUBIA, Luis y PIÑONES RIVERA, Carlos (2017). “Las estrategias del pentecostalismo chileno frente a la pobreza. Un análisis del periodo 1909-1989”. En Anuario de Historia Regional y de las Fronteras. 22 (1). 49-70.

Recibido: 09 de Febrero de 2016; Aprobado: 18 de Abril de 2016

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