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Anuario de Historia Regional y de las Fronteras

Print version ISSN 0122-2066

Anu.hist.reg.front. vol.22 no.2 Bucaramanga July/Dec. 2017

https://doi.org/10.18273/revanu.v22n2-2017009 

Artículos de investigación

La Acción Católica en la organización y puesta en marcha del Segundo Congreso Nacional Mariano de Colombia (1939-1946)*

Catholic Action in the Organization and Implementation of the Second National Marian Congress of Colombia (1939-1946)

Ação Católica na organização e implementação do Segundo Congresso Nacional Mariano da Colômbia (1939-1946)

Sergio Armando Cáceres Mateus1 

1Historiador de la Universidad Industrial de Santander, Colombia. Investigador de Sagrado y Profano, Grupo de Estudios del Hecho Religioso (Colciencias-Universidad Industrial de Santander-Instituto Colombiano para el Estudio de las Religiones en Colombia), Colombia. Miembro del Instituto Colombiano para el Estudio de las Religiones en Colombia (ICER), Colombia. Miembro Adherente de la Asociación Historia Abierta (AHISAB), Colombia. Correo electrónico: scaceres8616@yahoo.com. Código ORCID: 0000-0003-1943-6675


Resumen

Este artículo describe y explica las actividades de la Acción Católica para organizar e implementar el segundo congreso mariano. La presente investigación se enmarca en el estudio de la iglesia católica colombiana, enfocada desde la sociología de la religión, la historia del hecho religioso y la historia político religiosa. La metodología que se escogió es de carácter hermenéutico y descriptivo. Este trabajo permite concluir que el Integrismo católico en Colombia intentó cubrir todos los espacios de la vida cotidiana de los católicos, irrumpiendo en ellos a través de María; esto por medio de la celebración de congresos marianos, con los que irrumpió en el inconsciente colectivo de la sociedad para mantener el orden social establecido (ante el liberalismo, protestantismo y comunismo) y enfrentar una nueva etapa en la confrontación política mundial (La Guerra Fría).

Palabras claves: Colombia; catolicismo; Virgen María; control social; congresos marianos; historia

Abstract

This article describes and explains the activities of the Catholic Action to organize and implement the second Marian congress in Colombia. This research is part of the study of the colombian catholic church, approached from the sociology of religion, history of religion and religious political history. The methodology chosen is hermeneutic and descriptive. This work allows us to conclude that the catholic fundamentalism in Colombia attempt to cover all areas of daily life of catholics, breaking into them through the virgin Mary, and holding Marian congresses, with whom broke into the unconscious collective society to maintain social order (against liberalism, communism and Protestantism) and deal a new stage in the global political confrontation (The Cold War).

Keywords: Colombia; Catholicism; Virgin Mary; Social Control; Marian Congress; History

Resumo

Este artigo descreve e explica as atividades da Ação Católica para organizar e implementar o segundo Congresso Mariano. Esta pesquisa faz parte do estudo da Igreja Católica colombiana e se enfoca a partir da sociologia da religião, história da religião e história política religiosa. A metodologia escolhida é de caráter hermenêutico e descritivo. Este trabalho permite concluir que o fundamentalismo católico na Colômbia tentou abranger todas as áreas da vida diária dos católicos através da Virgem Maria e da celebração de congressos marianos, com os quais entrou no inconsciente coletivo da sociedade para manter a ordem social estabelecida (ante o liberalismo, o protestantismo e o comunismo) e enfrentar uma nova etapa no confronto político global (A Guerra Fria).

Palavras-chave: Colômbia; catolicismo; virgem Maria; controle social; congressos marianos; história

Introducción

Esta investigación se encuentra dividida en dos partes de la siguiente manera: 1. Antecedentes, en donde se realiza un breve recuento sobre la historia de Europa de la doctrina y posterior dogma de la Inmaculada Concepción desde el Siglo XIII hasta el siglo XIX. Igualmente, se explica la creencia y difusión de la virgen María durante el siglo XIX y principios del siglo XX por parte de la iglesia católica, enfocándonos en Colombia. Para finalizar, se describe el contexto político social (Hegemonía conservadora) y la puesta en marcha del primer congreso mariano en Colombia (1919). 2. La Acción Católica Colombiana (A. C.C.) y la organización del segundo congreso mariano de Colombia. En este apartado se explica la creación de la A. C. C. (1933) y la inserción del laico en diversas actividades de la iglesia, sobre todo en lo referente al culto mariano. Asimismo, se describe el proceso que llevó a cabo las directrices nacionales de la A. C. a través de las diócesis para lograr la organización y puesta en marcha del congreso en diferentes parroquias del país (1939-1942). Además se resalta el rechazo del Vaticano a celebrar este en 1942, posponiéndolo hasta 1946, cuestión que generó al interior del catolicismo confusión.

La presente investigación se enmarca en el estudio de la iglesia católica colombiana desde la sociología de la religión, la historia del hecho religioso y la historia político religiosa. La metodología que se escogió es de carácter hermenéutico y descriptivo.

Antecedentes

En este apartado se realizará el recuento de algunos antecedentes sobre la creencia y lanzamiento positivo de la virgen maría en Europa durante los siglos XIII al XIX. Asimismo, se observa como a través de la Romanización, se implementó a través de las órdenes religiosas un proyecto para una mayor difusión de este icono religioso en Colombia. Por último, se lleva a cabo la descripción de la puesta en marcha del primer congreso nacional mariano, 1919.

La Inmaculada Concepción, patrona y protectora del catolicismo Europeo, Siglos XIII-XIX

Durante los siglos XIII y XIV el tema central en las facultades de Teología de las mejores universidades del mundo (Oxford y La Sorbona, entre otras), era el de la Inmaculada Concepción de María. Existía una rivalidad entre opositores y partidarios de este dogma que dio sus primeros pasos con Tomas de Aquino y La Suma de Teología 1. Asimismo, el Beato Juan Duns Escoto (1266-1308), quien estudio en Oxford fue uno de los máximos exponentes de la posición inmaculista liderada por los escolásticos, quienes brindaron las bases teológicas para la posterior creación del dogma. Esta tensión aumentaría con la proclamación del concilio de Basilea (14311445) en donde Jean de Rouvroy, procurador de la catedral de Bourges, en la sesión del 18 de diciembre de 1439 declaró como “[...] piadosa doctrina en conformidad con el culto de la iglesia, la fe católica, la recta razón y las Sagradas Escrituras”2. Así, la doctrina de la Inmaculada Concepción quedaba aprobada, debía ser mantenida y profesada por todos los católicos, prohibiéndose la enseñanza o prédica contraria a ella y se instituía su fiesta el 8 de diciembre. Sin embargo, al no ser considerado ese concilio como ecuménico esa disposición no quedaba establecida como canónicamente obligatoria. El Papa Sixto IV en su constitución Cum prae excelsa (1477), aprobó la misa y el oficio de la Concepción de María, afirmando al mismo tiempo la libertad en ese tema doctrinal3. Posteriormente, en el Concilio de Trento (1545-1563) señaló la excepción de la Virgen María al castigo universal del pecado original. Asimismo, dio las bases para los postulados de Contrarreforma y de persecución a la herejía. Casi un siglo después, el Papa Alejandro VII, en su Sollicitudo omnium Ecclesiarum (8 de diciembre de 1661), aprobaba el culto de la Inmaculada Concepción4. Para 1664 la declara como patrona y protectora de España decretando su fiesta el 8 de diciembre y proclamándose esta para todos los reinos del imperio español. Más tarde Clemente XI decretó que en 1708 que la festividad de la Inmaculada Concepción era de precepto para toda la iglesia5.

Posteriormente, con la aparición de la virgen María a sor Catalina Labouré, hermana de la Caridad, el día 27 de noviembre de 1830 en el convento situado en la rue du Bac de París influyó en la futura definición dogmática. En esa visión a Santa Catalina se apareció la virgen bajo la advocación de la Inmaculada Concepción: la figura de maría estaba rodeada por una leyenda: “Oh María sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a vos”6. En esta aparición recibió, entre otros, el mensaje de hacer acuñar la “Medalla Milagrosa”, que entre 1832 y 1836 ya había logrado la distribución de 36 millones de medallas, creando un ambiente de devoción y piedad hacia La Inmaculada Concepción7.

El papa Pío IX, en el año de 1848-1854 constituyó una comisión de 20 teólogos para estudiar este dogma y realizó varias consultas8. De ahí que, Pío IX mediante la bula Innefabilis Deus( 9 ) el 8 de diciembre de 1854 definió como dogma La Inmaculada Concepción de María10, una creencia obligatoria para todos aquellos que reconocieran la autoridad espiritual de Roma. A partir de la definición dogmática, surge un momento de esplendor mariano en el pueblo cristiano. De hecho, a la declaración dogmática se une la aparición de Lourdes en 1858, en la que, según la vidente Sta. Bernardette Sourbirous, la virgen se presentó como la Inmaculada Concepción11.

Ahora bien, la creación por parte de Pío IX (1854) del dogma de la Inmaculada Concepción de María, generó el incremento a la devoción mariana por parte de los feligreses católicos. Asimismo, las diferentes órdenes religiosas con tendencia mariana, apoyaron e implementaron toda una serie de actividades para su difusión. Es necesario aclarar, que este dogma proclama que María desde el momento de su concepción estuvo libre todo pecado original por la gracia de dios, el cual debía transmitirse por ser descendiente de Adán y Eva. No debe confundirse con su maternidad virginal que sostiene que Jesús fue concebido por obra del espíritu santo y sin intervención de varón, es decir que estuvo virgen antes, durante la gestación y después.

La Romanización y el impulso de la devoción mariana en Colombia, Siglo XIX y XX

Con la creación por parte de Pío IX (1854) del dogma de la Inmaculada Concepción, se generó el incremento a la devoción y culto de María por parte de los feligreses católicos. Según el historiador William Elvis Plata Quesada, con el dogma y la encíclica papal Quanta Cura y su decálogo El Syllabus (1864), se inició el proceso de romanización de la iglesia católica12 que tuvo su punto álgido en el Concilio Vaticano I, celebrado entre 1869 y 1870, en el cual se aprobó el dogma de infalibilidad pontificia; además, se realizaron cambios en las expresiones y representaciones religiosas. Por un lado, se llevó a cabo un redescubrimiento de Jesús (encarnación de Dios o Verbo encarnado). Asimismo, las figuras y las concepciones de maría adquirieron unos rasgos europeos uniformes que fueron implantados en el resto del mundo católico, por encima de las tradiciones populares13. Igualmente, se impulsó la celebración periódica de sínodos provinciales, arquidiocesanos y diocesanos14, enfocados en la unidad de la iglesia, mantener la disciplina del clero y fomentar la piedad en los fieles. De hecho, estos concilios fueron clave para la reorganización de los seminarios y a la reforma y arribo de nuevas comunidades religiosas de marcada concepción mariana (Jesuitas, Hermanas de la Presentación, Carmelitas, Vicentinos, Redentoristas, Salesianos(as), Claretianos, Vicentinas, San Juan de Dios, entre otras).

Entre las décadas de 1870 a 1880 el sector del catolicismo tradicionalista e intransigente, pretendió utilizar la encíclica y el decálogo para contrarrestar al Olimpo Radical (18631877) y su reciente Reforma Educativa (1876-1877), a favor de una alianza entre la institución eclesiástica y el partido conservador, que se materializará en el periodo denominado de Hegemonía Conservadora (1886-1930), con el que se afianza lo que denomina el historiador José David Cortes Guerrero El Régimen de Cristiandad( 15 ) y donde se estrechan los vínculos entre Iglesia y Estado. Toda esta maquinaria se verá plasmada en la Constitución de 1886, la firma del Tratado el 31 de diciembre de 1887 entre Colombia y el Vaticano, la asistencia de varios obispos colombianos al Concilio Plenario Latinoamericano en 189916 en Roma, la Consagración del Sagrado Corazón de Jesús el 20 de julio de 1902 y la celebración del primer congreso mariano de carácter nacional, que tuvo como fin la coronación de la virgen de Chiquinquirá como patrona y reina de Colombia en 191917.

Estas circunstancias, posibilitaron la implementación del catolicismo tradicionalista de corte intransigente, ultramontanista e integrista al interior de la institución eclesiástica colombiana a finales del siglo XIX y durante la primera mitad del siglo XX18. Es necesario aclarar, que la corriente integrista o en otras palabras contrario a la posibilidad de dejarse reducir únicamente a actividades de culto y a convicciones religiosas, se muestra dispuesta a edificar una sociedad cristiana bajo la enseñanza y la conducta de la iglesia, afectando todos los componentes del sistema religioso19.

De esta manera, la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción en 1854 brindó las herramientas para implementar la romanización en América Latina durante la segunda mitad del siglo XIX, hasta la celebración del Concilio Vaticano II. Es decir, la relación entre la proclamación de este y el soporte que le dio al proceso de romanización es indiscutible, se constituyó en un hito, en donde el contexto confluyó para el aprovechamiento a nivel político y religioso del esplendor del culto a la virgen María. Por esta razón la proclamación de Pío X en 1920 de la virgen de Guadalupe como patrona de América Latina y coronada por Pio X en 1933 como patrona del continente americano; sin contar con la celebración de congresos marianos, que en el caso de Colombia se celebraron en 1919 y 1946, y tuvieron como resultado la coronación de la Virgen de Chiquinquirá y la Virgen del Carmen.

Puesta en marcha y celebración del primer Congreso Nacional Mariano, 1908-1919

Entrado el siglo XX La Orden de Predicadores durante aproximadamente 12 años de trabajo logra que el santuario de Chiquinquirá fuera un símbolo de peregrinación y culto mariano a nivel nacional. La campaña comienza en 1908 por iniciativa de Fr. Vicente María Cornejo y el Prior Fray José Ángel Lombana, este último, nombrado provincial de los dominicos en Colombia, quien gracias a sus influencias en el Vaticano y con la fundación de varios periódicos, logró aumentar la devoción mariana (Veritas y El Cruzado, entre otros)20. Asimismo, llevaron a cabo la renovación del santuario21, además de enviar una copia del cuadro en misión por diferentes departamentos22. Finalmente, el 9 de enero de 1910 obtiene el Decreto de Pío X, gracias al trabajo diplomático del embajador de Colombia, José María Rivas Groot23. Para el 20 de julio de 1914 los dominicos entregan el plan para la coronación de la Virgen del Rosario de Chiquinquirá. En efecto, esto repercutiría al interior de la Orden de Predicadores, pues el 11 de marzo de 1918 visitó el Santuario el maestro general fray Luis Theissling24. Ya para el 7 de junio de 1918 el obispo de Tunja, Eduardo Maldonado Calvo, ordenó el traslado hacia Bogotá del cuadro. Esto produjo una asonada, pues quedó la sensación entre los feligreses que habían vendido la imagen a Bogotá25. Sin embargo, la calma se restableció después de decretarse la coronación del Primer Congreso Nacional Mariano.

Entre el 28 de junio y el 8 de julio de 1919 como actividad principal se realiza la Sexta peregrinación de la virgen del Rosario de Chiquinquirá hasta Bogotá, siendo escoltada por el Batallón Soublette. El cuadro con la numerosa peregrinación pasó por las poblaciones de Simijaca, Susa, Fúquene, Ubaté, Sutatausa, Nemocón, Cogua, Zipaquirá, Cajicá, Chía, Usaquén y Bogotá (Iglesia Nuestra Señora de Lourdes en Chapinero y Catedral Primada de Bogotá)26. Finalmente el 9 de Julio de 1919 fue coronada como reina y patrona de Colombia. La ceremonia tuvo lugar en la Plaza de Bolívar de Bogotá siendo presidida por el presidente de la República de Colombia, Marco Fidel Suárez27. Además, contó con la presencia del Nuncio Apostólico Enrique Gasparri, los presbíteros Jenaro Jiménez y Eduardo Díaz y el obispo de Tunja Eduardo Maldonado, este último encargó de coronar a la virgen y al niño28.

Luego de haberse realizado el evento, Ismael Perdomo, Arzobispo de Bogotá a través de la Pastoral Colectiva de 1919, enuncia el apoyo de la Conferencia Episcopal para la construcción de un monumento a la Virgen en el cerro de Guadalupe como recuerdo del primer congreso mariano de Colombia29. Asimismo, el episcopado realiza un pronunciamiento frente a la trascendencia del evento y la importancia para Colombia de haber pactado el voto nacional a la virgen como madre y patrona de Colombia:

[…] Ahora bien, debiéndose dejar oír nuestra voz a raíz de ese acontecimiento grandioso [...] hemos juzgado lo más conveniente el que nuestra instrucción verse sobre el amor y devoción a la que poco a aclamado nuestra nación como su Reina y a la que todos invocamos como nuestra dulce y celestial Madre. […] El amor a nuestras madres es el primero que nace en el corazón humano; y aunque aparezca otro durante la vida, aquel se diferencia de todos y los vence en intensidad y duración [….].

Las anteriores consideraciones, tan conocidas de todos nuestros hijos en el señor, fueron las que nos determinaron, en la última conferencia episcopal, a decretar el Congreso Mariano, a fin de promover por este medio el aumento del culto de María, [...] que el amor a nuestra bendita madre creciera en nuestra patria, para lograr como fin principalísimo la conservación de la fe cristiana amenazadas por multitud de errores difundidos por la mala prensa, la conversión de muchas almas extraviadas, y la perseverancia en el bien de las que están firmes en la piedad y en las buenas costumbres30.

Casi una década después, el 18 de agosto de 1927, el Papa Pío XI le dio al santuario de Chiquinquirá el título de Basílica Menor, ceremonia que se celebró el 9 de julio de 1928, a la cual asistió Pablo Giobe, Nuncio Apostólico, el Arzobispo Ismael Perdomo y el presidente de la república de ese periodo, Miguel Abadía Méndez31.

A continuación, se analiza el aumento de la devoción mariana en la República Liberal (1930 -1946), situación que se observa por la participación de sacerdotes y laicos en una serie de actividades a través de la Acción Católica Colombiana (A.C. C.)

La Acción Católica Colombiana y el Segundo Congreso Mariano (1933-1946)

En esta segunda parte se explica la creación de la A. C. C. (32) (1933), la dirección de las organizaciones católicas a través del Asistente Eclesiástico y la inserción del laico en diversas actividades de la Iglesia, sobre todo nos enfocaremos en describir el apoyo que brinda en lo referente al culto mariano. Igualmente, se narra el proceso que llevó a cabo las directrices nacionales de la A. C. a través de las diócesis para lograr la organización del congreso en diferentes parroquias del país (1939-1942). Sin embargo, es necesario señalar que el congreso no fue aprobado por parte de Pío XII para el año de 1942, aplazándolo hasta julio de 1946.

La Acción Católica Colombiana y culto a la Virgen María

El nacimiento de la A. C. en Europa se observa tempranamente durante el siglo XIX33. Muchas de ellas fueron implementadas como herramientas de diferentes corrientes político-religiosas al interior de la iglesia católica, que fueron puestas en marcha por las órdenes religiosas. Es más, solo hasta el siglo XX, se observa el nacimiento, difusión y ejecución en masa, de la A. C. en la mayoría de países de América Latina34. En cada uno de estos países se realizaron congresos eucarísticos y congresos marianos a lo ancho y largo del territorio, de manera que se proclamará el Reinado de Cristo y de la virgen María.

En este sentido, La Conferencia Episcopal de Colombia en la reunión de julio de 1933 decretó la instauración de la A.C35, según lo propuesto por Pio XI en la encíclica Quadragesimo Anno (1931)36. De hecho, la ceremonia estuvo a cargo del Arzobispo de Bogotá Ismael Perdomo, que junto al chileno Jorge Fernández Pradel37, especialista en el tema, del 2 al 4 de enero de 1934 se reunieron con 130 sacerdotes de varias diócesis para explicarles el funcionamiento de la organización y en especial el papel que cumplía el sacerdote en la dirección de las organizaciones católicas (Asistente Eclesiástico)38.

Para el mes de junio de 1934 la A. C. C. creó “La Liga de Avemaría”, una “Cruzada Nacional de Oraciones”39 que tenía una serie de objetivos que buscaban incrementar la fe en los creyentes por medio del milenarismo y la salvación del pueblo colombiano; además, de una actitud vigilante y de censura ante publicaciones, folletos o la prensa de corte liberal, comunista o protestante, la cual era considerada “mala, impía e inmoral”40. Conforme a esa idea, el “apóstol”, “asociado” o “laico”, que repetía esta oración se comprometía a “no comprar ni leer jamás, sin graves razones, ninguna publicación, diario, revista, libro o folleto que atacará a la religión o la moral”41.

Posteriormente, en la medida que la A. C. iba creciendo, en diferentes diócesis y parroquias del país, se fueron llevando a cabo congresos, asambleas y semanas sociales42. De hecho, del 2 al 6 de febrero de 1937 se realiza en Medellín la primera Asamblea Nacional de Asistentes Eclesiásticos diocesanos y que según palabras del Pbro. Antonio Jaramillo de la arquidiócesis de Medellín, tenía como objeto “formar la Unidad de pensamiento de este movimiento”43. No obstante, según nuestro objeto de

estudio lo más importante de esta reunión, es la función que va a asumir el Asistente Eclesiástico para emprender una campaña con los integrantes de la A. C. y de la sociedad en general, para forjar una mayor devoción a la Inmaculada Concepción y a la Virgen del Rosario de Chiquinquirá44. Es decir, desde este año la jerarquía eclesiástica estaba creando las bases y actividades necesarias para llevar a cabo el segundo congreso mariano.

Es necesario aclarar, que la A. C. fue un intento de la jerarquía eclesiástica de introducir al laico al interior de la iglesia, sobre todo en lo referente al culto mariano y a la expansión de las organizaciones católicas. Sin embargo, este hecho generó según la experiencia de varios investigadores un paternalismo excesivo y un mecanismo de control por parte de los sacerdotes, lo cual produjo que en algunas de estas asociaciones los laicos no tuvieran libertad para tomar decisiones, situación que en ocasiones sellaría la muerte de estas45.

Organización del Segundo Congreso Mariano en Colombia 1939-1942

El icono de la virgen del Rosario y la Inmaculada Concepción fue retomado por la A. C. C. entre 1939 -1942, como un mecanismo de integración e intermediación, y como un instrumento en contra del protestantismo, el laicismo, el liberalismo, el comunismo y cualquier ideología que contrarrestará el “Reinado de Cristo en Colombia”. Para lograr este objetivo, se realizaron toda una serie de actividades encaminadas a la celebración del segundo congreso nacional mariano en el año de 1942, como se explica a continuación.

Primeras actividades para consagrar la Acción Católica Colombiana a la Virgen María

En la Revista Acción en el mes de mayo de 193946 aparece un artículo en el que se retoma algunos postulados de finales del siglo XVII y principios del siglo XVIII del sacerdote Francés Luis. M. Grignion de Montfort47, en el que se afirma la necesidad que tienen todos los apóstoles y católicos de servir y reconocer la soberanía de la virgen María como madre de Dios. De manera que, al reconocer la grandeza de la virgen, por un alado era utilizada como mediadora con dios y por otro los apóstoles y seguidores tendrían un arma a favor para vencer a los enemigos de la Iglesia

como a la mejor abogada y mediadora para con Jesucristo; sabrán que María es el medio más seguro, más fácil, más corto y perfecto camino para ir a Jesucristo, y se entregarán a Ella en cuerpo y alma, sin partición, para ser suyos del mismo modo que Jesucristo”. […] estos servidores [….] serán flechas agudas en la mano de la poderosa María para herir a los enemigos de Dios […] todos aquellos quienes sean enviados de parte del Altísimo serán verdaderos apóstoles de los últimos tiempos, a quienes el Señor de las virtudes dará la palabra y la fuerza para obrar maravillas y para ganar maravillosos despojos a sus enemigos.48 […].

De manera que, todo católico debía profesar y reconocer la grandeza de la virgen; además, se transfiguraba en un estandarte en contra de sus diversos enemigos (liberalismo, comunismo y protestantismo), este último que era catalogado públicamente por la jerarquía eclesiástica de secta o herejía al mejor estilo del Concilio de Trento y la contrarreforma católica del siglo XVI49.

Por otro lado, entre el 21 y 27 de mayo de 1939, se realizó una Semana de estudios en los Seminarios Mayor y Menor de la ciudad de Bogotá, en donde se llevaron a cabo distintas actividades50. En ambos seminarios se ejecutaron conferencias por parte de algunos miembros de la jerarquía eclesiástica, seglares y seminaristas, enfocadas en temáticas relacionadas con los objetivos, medios y fines de la A. C. Por otro lado, la junta de estudios del seminario menor, tomó como decisión nombrar como “patrona de la Junta a la Santísima Virgen María Reina de los Apóstoles”51 Además, se realizó en la iglesia parroquial de Las Nieves de Bogotá, la consagración de la A. C. a la virgen52. Esta actividad fue precedida por el Arzobispo de Bogotá, Ismael Perdomo y por el Asistente Eclesiástico Nacional de la A. C. C., Juan Manuel González Arbeláez y demás asistentes y miembros de la A. C. Terminada la ceremonia se llevó a cabo una procesión dentro de la Iglesia con una copia del cuadro de la virgen del Rosario de Chiquinquirá53. Es decir, rápidamente la A. C y la jerarquía eclesiástica generaron toda una serie de dinámicas que tenían como objeto la consagración de la virgen en las variadas asociaciones católicas.

Preliminares del Segundo Congreso Nacional Mariano

La primera actividad que se realizó para la preparación del segundo congreso mariano en Colombia, fue a partir del 10 de abril de 194054, fecha donde la Conferencia Episcopal decreta la creación de un Comité Pro Peregrinaciones a cargo del Asistente Eclesiástico Pbro. Víctor Barros Morales. Igualmente, se consolida la celebración en la ciudad de Bogotá de un congreso nacional mariano en 1942, y la celebración de peregrinaciones a santuarios, procesiones, semanas de estudio y cultos en honor a la virgen María, todo ello con el objeto de la renovación y consagración de la sociedad Colombiana a la virgen como símbolo del “Reinado de Cristo”55.

A causa de este decreto, el 15 de agosto de 1940 se realizó una peregrinación al Santuario del municipio de Chiquinquirá, gracias a la gestión del Comité56. El 15 de agosto salieron 700 peregrinos de la estación de Bogotá en tres trenes que tenían como destino Chiquinquirá. La logística estuvo a cargo de Hernán Vergara, Manuel José Forero, Gabriel Betancourt, Pablo Forero, Alfonso Casas Morales y Wenceslao Cabrera57. Al llegar al destino fueron recibidos por hermandades religiosas, escuelas, colegios y numerosos vecinos de la población “quienes a la llegada entonaron el himno mariano acompañados por la banda municipal, dando en esta forma la bienvenida a los visitantes”58. Mientras tanto, en la Basílica esperaban a la peregrinación Ismael Perdomo Arzobispo Primado y Francisco Cristóbal Toro Obispo de Antioquia y Jericó. Dando inicio a la actividad, el arzobispo realizó una alocución, en la que ofrecía a la virgen del Rosario de Chiquinquirá, el imponente acto59. En seguida, un fraile dominico dio la bienvenida a los peregrinos, y les hizo una breve reseña del santuario60. Todos los concurrentes se reunieron en las naves de la basílica, para acompañar la procesión del Sacramento. De hecho, a las dos de la tarde las campanas de la basílica comunicaron que se daba inició a la procesión de la virgen por las principales calles. A las 5 de la tarde los peregrinos se estaban acomodando en los trenes para regresar a Bogotá61.

Posteriormente, el 24 de mayo de 1941, el Arzobispo de Bogotá, decretó la creación de un Comité para los preparativos del segundo congreso nacional mariano62. En la presidencia de este Comité se encontraba Juan Manuel González Arbeláez quien contaba con el apoyo de la jerarquía eclesiástica y de la A. C.C. Días después, en la ciudad de Bogotá, se llevaron a cabo dos peregrinaciones a santuarios marianos: por un lado, al santuario de La Peña, y por el otro, el del Campo63.

Para noviembre de 1941, se publicó un artículo en la Revista Acción que se titula “1942”64, y con el que se impartían normas para la preparación individual y colectiva del congreso65.

En febrero de 1942 el Arzobispo implementó un proyecto para organizar la clasificación de los precios y la categorización de los congresistas que asistirían: 1. Protectores: Los que contribuyan a los gastos del congreso con una cuota no menor de $ 100.00 2. Insignes: Los que contribuyan a los gastos con una cuota no menor de $ 50.00 3. Titulares: Los que contribuyan a los gastos del congreso con una cuota no menor de $ 10.00. 4. Congresistas: Los que contribuyan con una cuota no menor de $ 1.00, o con el donativo del peso mensual del congreso66. Es decir, en cada una de estas categorías el socio recibía una serie de beneficios espirituales y materiales, como insignias, diplomas, publicaciones, libros de cantos, entre otros.

Del mismo modo, fue aprovechada la ocasión para realizar un cuestionario de “temas especiales” para las sesiones o asambleas de estudio. Estos temas encerraban los tópicos que se tratarían en el congreso67. Adicionalmente, miembros de la A. C. y la jerarquía eclesiástica discutían la posibilidad de realizar conferencias sobre historia, escultura, pintura, literatura y teología. Estas conferencias y algunas exhibiciones estarían enfocadas en la virgen68. Sin embargo, en ocasiones se utilizaban para llevar a cabo un proselitismo político religioso, por un lado, que intentaba imponer la presencia de la virgen en todos los espacios de la cotidianidad de las personas, y por otro lado, estas conferencias eran utilizadas como un mecanismo para generar un rechazo por parte de los católicos a los protestantes, liberales y los pocos comunistas colombianos que vivían en la época. Esto con el fin de mantener por parte de la institución eclesiástica el control social de una sociedad basada en la tradición y marcada en el catolicismo intransigente e integrista.

Los Comités antiprotestantes y el manifiesto anticomunista

Para los conservadores y para un grueso importante del clero, la República Liberal (1930-1946) dio apertura para la expansión protestante y pentecostal en Colombia. Situación que era interpretado como un convenio político con los Estados Unidos para apoderarse del país a través del Panamericanismo69. Esto generó que posterior a la creación de la Acción Católica en 1933 se implementara una serie de proyectos que dieron inicio a una especie de persecución contra los protestantes y el comunismo. Proceso que se daría solo hasta la década de 1940, sobre todo por el lento funcionamiento y expansión de la Acción Católica en sus inicios.

Comités antiprotestantes

Para la década de 1940 la A. C. señala como meta y consigna, luchar contra “la propaganda hereje y atea del protestantismo”70. De manera que, la jerarquía eclesiástica retomaba las afirmaciones del Concilio de Trento (1545-1563), en las que se consideraba al protestantismo como “[...] una secta perniciosa, que utilizaba las sagradas escrituras de forma insolente, además de negar la existencia de María y de los Santos y estar en constante rebelión contra Roma”71.

Está cruzada al estilo medieval se observa impregnada ideológicamente en la Pastoral de Cuaresma de 1940, en la cual Ismael Perdomo, Arzobispo de Bogotá considera que la obra del protestantismo es guiada por el demonio para entorpecer la obra de Jesucristo en Colombia y evitar la salvación de las almas72.

Posteriormente, en una publicación de la Revista Acción de mayo de 1942, aparece un artículo en el que se refiere nuevamente al protestantismo. En esta ocasión lo catalogan de ser una herejía, en la que sus dirigentes lo que pretendían era atacar los símbolos sagrados de la iglesia y negar la santidad de la virgen María: “[...] los propagandistas protestantes no logran sinceros afiliados a sus religiones recién inventadas; lo único que consiguen es hacer malos católicos, enseñarles a odiar al sacerdote. Todas estas herejías coinciden sólo en negar a la Virgen sus privilegios divinos y su santidad. Van contra ella”73. Por su parte, Monseñor José Eusebio Ricaurte, consideraba que para defensa del dogma católico debía prepararse la iglesia junto a los fieles para escudar a la virgen María ante la blasfemia protestante, y aumentar el culto a María, objetivos centrales del segundo congreso mariano74.

Ahora bien, durante 1944, La Conferencia Episcopal de Colombia (CEC) a través de organizaciones católicas y de la A. C. C. se propone crear Comités Antiprotestantes75 con toda una serie de mecanismos y un modelo organizacional centralizado en Bogotá, pero que se encontraba esparcido en el territorio a través de las diócesis, vicarias y parroquias, la cual tenía el objeto de luchar contra la propaganda protestante. Para este fin debían seguir e implementar una serie de estrategias que se pueden resumir en: Publicación de un boletín donde se informe de las actividades a realizar, la enseñanza del catecismo a niños y niñas, implementar “[...] la predicación al pueblo acerca de las verdades fundamentales de la fe católica, particularmente de las impugnadas por el protestantismo”76, propagar el culto de la virgen María, utilizar medios escritos y de radiodifusión para contrarrestarlos, organizar jornadas de oración para rezar en familia el rosario y generar la consagración de las familias al sagrado corazón de Jesús y la virgen María. Asimismo, se exigía llevar a cabo un censo de protestantes a través de un modelo de planilla implantado con fines estadísticos77. Para finalizar, se hace una campaña contra los misioneros protestantes, denominándolos falsos profetas “que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, mas por dentro son lobos rapaces”78.

De hecho, para 1951 la CEC, crea la Defensa de la Fe y los Comités Antiprotestantes¸ propuesta muy parecida a la de 1944. Sin embargo, tenía algunos cambios, ya que en esta ocasión se propone “una campaña durante una semana contra la herejía protestante en radio y prensa79 y la excomunión a católicos por tener acercamiento y editar sus libros”80.

Para concluir este apartado, la jerarquía eclesiástica influyo directamente para que la A.C.C. y demás organizaciones católicas entre 1940 y 1950 implementaran una serie de acciones para contrarrestar la penetración protestante en Colombia. Para realizar este fin, consideraban que para combatir y detener la expansión del protestantismo, era necesario organizar actividades que acrecentaran la devoción y culto a la virgen María.

Manifiesto anticomunista

Al interior de la iglesia católica colombiana, especialmente los sacerdotes de zonas rurales se manifestaron rápidamente durante las primeras décadas del siglo XX en contra del socialismo y del comunismo, como lo demuestra el historiador Helwar Figueroa81. Sin embargo, solo hasta 1944 la Conferencia Episcopal de Colombia realizó una intervención a través de un documento denominado “Comunismo. Manifiesto de Lucha Anticomunista”82, el cual trata sobre el problema social que enfrentan los trabajadores y “los pobres” y de cómo la iglesia católica a través de la encíclicas Rerum Novarum de León XII (1891) y Quadragesimo Anno de Pío XI (1931) impulsó la creación en América Latina de la Acción Católica, “única doctrina salvadora, en la que tiene que inspirarse cualquier programa de reconstrucción social”. Asimismo, advierte que el comunismo ha sido condenado “[...] en repetidas veces por la suprema autoridad de la iglesia, a causa de su carácter materialista y ateo, y por ser opresor de los derechos de la persona, de la familia y de la sociedad”83. Finalmente, el comunicado advierte del peligro comunista que debe enfrentarse el país: “[...] deben tener en cuenta los sacerdotes que el problema actual más grave de Colombia no está precisamente en el pequeño número de adherentes al partido comunista, sino en la inmensa masa que todavía se llama liberal, pero que está influenciada por idea y jefes comunistas, muy especialmente la CTC, profundamente hostil a la Iglesia84. Es decir, la preocupación que tenía el clero era el manejo que tenían los comunistas de las masas que pertenecían a los sindicatos (CTC).

Luego de los sucesos del 9 de abril de 1948 en la que se perpetró la muerte de Gaitán y ocurrieron los diferente brotes de violencia, según los historiadores Ricardo Arias y Helwar Figueroa se reproduce la versión del grueso del clero, los conservadores y de los Estados Unidos, en la cual la responsabilidad de los hechos era de los comunistas85.

Normas para la Celebración de Congresos Marianos

El 20 de enero de 1942 Juan Manuel González Arbeláez, asistente nacional de la A. C. C. envió una carta a cada una de las parroquias, vicarias del territorio, capellanías, colegios, hermandades religiosas86, en la que recomendaba realizar congresos que sirvieran para renovar y acrecentar la creencia de los fieles como un acto de preparación para el segundo congreso mariano “[...] estos sendos Congresillos tendrán como objeto renovar y acrecentar el fervor de los fieles para con nuestra Madre Santísima, y para que se instruyan, al mismo tiempo, en los diversos puntos de doctrina y cultos marianos”87. De hecho, Juan Manuel González Arbeláez estableció que el tema central de estos era María y el Hogar88, realizando un programa específico sobre la celebración de estos congresos en las parroquias de todo el país.

Posteriormente, el mismo Juan Manuel crea un reglamento de normas para la ejecución de los congresos, el cual era un texto para que el sacerdote tuviera una guía metodológica que mostraba el proceso de cómo celebrar este. En este sentido, aclaraba que las solemnidades debían durar entre uno y tres días, en el que además de la misa, comuniones generales y otras funciones eucarísticas, se tuvieran sermones, conferencias, sesiones de estudio y asambleas, acerca de la Virgen89. Asimismo, contemplaba la necesidad de explicar a los fieles y estudiar con ellos el catecismo de la virgen María90 y de erigir un monumento o estatua de la virgen, ya sea en la entrada de la parroquia o del pueblo, “[...] colocada en un lugar hermoso y visible, sobre la carretera o el camino por donde se llegaba a la población, o sobre un montículo que dominará al caserío”91. Igualmente, monseñor Juan Manuel González solicitaba revivir el interés de los fieles de recitar individualmente o en familia en las tardes el rosario en cada parroquia92 y la celebración de una serie de actividades: conciertos, veladas literarias, procesiones, consagración de las parroquias a María, etc. También se propone que para finalizar estos congresos se llevará a cabo una peregrinación a algún santuario o imagen de la virgen o de alguna parroquia vecina93 y establecer una cofradía en nombre de la virgen del Rosario94. Para finalizar el texto señalaban que cada apóstol y verdadero católico debía trabajar en su parroquia, comité y asociación en la celebración de estos congresos. Estos actos se debían realizar por ser “la voluntad de Dios”95, según lo expuesto en distintas ocasiones en publicaciones de la revista Acción. Es decir, este texto fue utilizado para avivar en todos la devoción al icono religioso y tenerla como guardiana y protectora de los hogares ante los enemigos de la iglesia.

Celebración de Congresos Marianos a lo largo y ancho del territorio, 1942

En diferentes municipios del país se llevaron a cabo a lo largo del año de 1942 los congresos pro marianos y otras actividades, es decir que la celebración no fue limitada a la capital de Colombia, por el contrario, se reprodujo en las principales ciudades del país, con ceremonias, procesiones, triduos, misas campales, conciertos, coronaciones, peregrinaciones, retiros espirituales, semanas de estudio, matrimonios, comuniones de niños y niñas, primeras comuniones, confirmaciones, entre otros96.

Estos congresos tenían como objeto la formación de un bloque humano guiados por la fe, que defendía a la iglesia y a sus símbolos de cualquier ataque, que se transmutaba en La Unidad de los católicos. Es decir, existe una relación marcada de los miembros de la A. C en adherirse a un proyecto y proselitismo político-religioso con el partido conservador, enmarcado en el populismo. De esta manera, se buscaba la apelación de los fieles a este proyecto cuando el partido conservador intentaba retornar al poder en medio del dominio político de la República Liberal. Esto se sugiere por investigaciones anteriores sobre la Acción Católica Colombiana, que maneja la hipótesis que fue implementada para contrarrestar y resistir al proyecto de laicización generado por los liberales97, el avance del protestantismo y del comunismo.

De hecho, se llevaron a cabo actividades por parte de los asociados de la A. C., y utilizaron la prensa y la radio, para influir en la entronización de la Virgen en los hogares colombianos. Esto a través de los Congresos Células realizados por la Hora Católica en la radiodifusora

La Voz de Colombia los últimos jueves de cada mes98.

Sin embargo, el proyecto religioso a nivel nacional de realizar el congreso se ve truncado para 1942, ya que Pío XII no dio su consentimiento para la celebración de este congreso para este año. Lo cual dejará en vilo y confundido a más de un católico que estuvo y participo con devoción en las celebraciones a lo largo y ancho del territorio. Solo hasta julio de 1946 se podrá llevar a cabo en Colombia, por decreto de Pío XII, como se muestra a continuación en el siguiente apartado.

Entre la confusión y la quimera. Celebración del Segundo Congreso Nacional Mariano en Colombia, 1946

La no aceptación por parte de Pío XII para que se celebrase el segundo congreso en La catedral Primada de Colombia en 1942, dejo a más de un católico confundido y a la espera, y a la jerarquía eclesiástica mal parada frente a sus fieles, pues habían difundido este, como un acontecimiento de transcendencia para la fe y la nación. En efecto, llevaban cuatro años organizando la celebración y puesta en marcha de este congreso (1939-1942), como se observa en los apartados anteriores, con gran entusiasmo y empuje con unos objetivos claros. Para la corriente tradicionalista colombiana de corte intransigente e integrista era una oportunidad única en donde la virgen unificaba las fuerzas católicas para contrarrestar a los enemigos del Reinado de Cristo. Es necesario aclarar, que al interior de la iglesia católica colombiana había dos vertientes, una a favor de la renovación de la coronación de La Virgen del Rosario y/o los que proponían a la Inmaculada Concepción. No obstante, la decisión fue del Papa Pío XII, quien establecería que la coronación debía ser de La Virgen del Carmen, esto teniendo en cuenta la expansión como patrona en varios países y por la devoción popular al escapulario y a su simbología protectora99.

En este sentido, solo hasta el año de 1946 reciben la noticia de la celebración de esta fiesta mariana en la Capital de la República. Las fechas acordadas fueron entre el sábado 13 y el martes 16 de julio de 1946100 y tenía como fin la coronación de La virgen del Carmen, como madre y reina de Colombia.

Días atrás de la apertura de este, fueron llegando a la ciudad la jerarquía eclesiástica y los peregrinos de las delegaciones marianas de distintos lugares del país. Contó con la visita del delegado Pontificio Monseñor José Beltrami, fue organizado por el jesuita José Andrade Valderrama y se nombró como presidenta honoraria por las damas católicas de Colombia a la Sra. Bertha Puga de Lleras101, esposa del presidente Alberto Lleras Camargo.

La apertura fue declarada abierta el día 12 de julio a las 6:00 pm, por el obispo auxiliar de Bogotá, Luis Pérez Hernández. Entre las actividades que se realizaron al día siguiente, cabe señalar que la más importante fue el desfile de Obreros y Trabajadores al monumento del Cerro de de Guadalupe, el cual se inició a las dos de la tarde y fue precedido por Julio Caicedo Téllez, obispo de Barranquilla. Para el 14 de julio se programaron ceremonias religiosas en distintos templos de la ciudad. Para el 15 de julio en las horas de la noche en un templete frente al Capitolio se llevó a cabo la celebración multitudinaria de primeras comuniones y matrimonios102.

El 16 de julio de 1946 se llevó a cabo la coronación de La virgen del Carmen en La Catedral Primada de Bogotá. En medio de la celebración recibieron un radio mensaje del Papa Pío XII con motivo de la clausura del congreso. Para terminar la celebración las palabras del papa fueron rotundas e imperativas y convocaba a todos los católicos a hacerle frente al mal, argumentando que poseían la victoria por ser Colombia baluarte de la fe en América, contar con la ayuda de la virgen del Carmen y por ser un pueblo inquebrantablemente católico:

[…] animados por la más fervorosa y filial devoción a la Madre de Dios, habéis conseguido finalmente reunir, tras cuatro años de espera, vuestro Congreso Mariano Nacional.

No os sufría el corazón más aplazamiento, porque Colombia, entre sus muchos títulos de gloria y de nobleza, -que no en balde fue un día puerta para la fe y la civilización- cuenta como uno de los primeros el ser un pueblo ardientemente mariano. […] “¡Colombia, tierra de la Virgen; Colombia, jardín mariano! ¿No será ésta una de las causas que hacen de vuestra patria como un firme baluarte de nuestra santa fe en el continente americano, hasta el punto de que, especialmente en alguna de vuestras regiones, se respira todavía aquel aura cristiana, sana, ingenua y profunda, que por desgracia va siendo ya tan rara en el ambiente viciado de nuestro siglo?

[…]. Y ahora vosotros, reunidos en Congreso Mariano nacional para honrar y coronar a la Virgen del Carmen, estáis proclamando que la Colombia es siempre Colombia, es decir, mariana, y por consiguiente, inquebrantablemente católica. […] Y aunque el infierno no cese en sus asaltos y la violencia, la audacia y el furor de las fuerzas del mal aumenten siempre, mientras contemos con su poderoso patrocinio jamás dudaremos de la victoria.

¡La Virgen del Carmen, Reina de Colombia! Prometedle solemnemente absoluta fidelidad a la fe de vuestros padres, a la doctrina que ellos declararon fundamento de vuestra patria., a la Religión Católica, Apostólica y Romana, «fuente profusa de las bendiciones del cielo», como la llamó vuestro Libertador, el gran Simón Bolívar, en un momento solemne de vuestra vida nacional; suplicad a la Reina celestial que os conserve lo que siempre ha sido la base de la felicidad, del bienestar y de la sana alegría de vuestro pueblo: viva fe, pureza de costumbres, santidad de vida; pedidle que siga mostrándose Madre de la humanidad porque nuestro pobre siglo tiene necesidad, hoy más que nunca, de su humildad, de su sencillez y de su pureza, si no quiere acabar de despeñarse en los abismos de la soberbia, de la doblez y de la corrupción, hacia donde a pasos agigantados se precipita […]103.

De esta manera, este congreso termina con la coronación de la Virgen del Carmen y con las palabras del sumo pontífice Pío XII.

Aunque no se pudo llevar a cabo la celebración del congreso para las fechas propuestas en 1942, constantemente la iglesia y la jerarquía eclesiástica influyó directamente para que la A.C.C. y demás organizaciones católicas entre 1940 y 1950 implementaran una serie de acciones para contrarrestar la penetración protestante y del comunismo104. Para realizar este fin, consideraban que para combatir y detener la expansión de estos errores, era necesario organizar actividades que acrecentará en el laicado la devoción a la virgen María.

A manera de cierre

La intransigencia y el integrismo católico que abanderaba la institución eclesiástica de Colombia durante finales del siglo XIX y principios del siglo XX, generó la transformación de las representaciones y expresiones religiosas de los creyentes. Este catolicismo tradicionalista se verá plasmado especialmente en Colombia en la Hegemonía Conservadora (1886-1930) y en el mandato de la República Liberal (1930-1946). Dentro de los ejemplos más representativos de este tipo de iniciativas se encuentran: la celebración del primer y segundo congreso nacional mariano (1919 y 1946), en donde la virgen maría ocupó el puesto de madre, reina y protectora de las familias y de la nación. Estás festividades eran concurridas por cientos de miles de personas, que se abarrotaban para poder escuchar con una fe absoluta y rebosante las eucaristías, entronizaciones, peregrinaciones y las coronaciones de Las Vírgenes (De Chiquinquirá y del Carmen).

Siguiendo al historiador español, Francisco Javier Ramón Solans la organización y celebración de estas fiestas religiosas nacionales permitió que se reprodujera un modelo religioso específico105, en donde los trabajos del clero y del laico eran de suma importancia para lograr el objetivo. De esta manera, organizaciones como la A. C. C., en una primera instancia sacralizan y santifican a la virgen María, luego aducen que la identidad nacional se encuentra en peligro (por el liberalismo, la masonería, el protestantismo y el comunismo), y por último, promulgan un destino nacional único (el Reinado de Cristo y de la virgen). Es decir, esta simbología posibilita penetrar en el inconsciente colectivo de los creyentes católicos del país, lo cual permitió controlar el orden social. Para lograr esta finalidad, se realizaron toda una serie de actividades encaminadas a la celebración del segundo congreso nacional mariano entre 1939 y 1942, el cual solo pudo celebrarse por decreto de Pio XII hasta julio de 1946. No obstante, y pese a los problemas presentados entre El Vaticano y la jerarquía eclesiástica del país, se reafirmó la virgen María como un símbolo de la Nación y como baluarte de la A. C.

Este integrismo católico en Colombia intento cubrir todos los espacios de la vida cotidiana de los católicos, irrumpiendo en ellos a través de la virgen María. La mayoría de conferencias y actividades realizadas antes del congreso (1939 y 1942) recalcaban el papel de María en el hogar, en el trabajo, en los sindicatos, en los colegios católicos, en el cine, en la prensa, en los teatros, en los balnearios, etc. Asimismo se llevó a cabo la creación y entronización de la virgen a la salida y entrada de los pueblos y municipios y al interior de los hogares Colombianos, siendo un accionar de la iglesia católica para implementar el modelo de familia cristiana, es decir de la Sagrada Familia, ubicándose María como madre y protectora. De esta manera, se observa que en la mayoría de ocasiones se intentaba realizar un modelo de sociedad, que tenía como punto central un tipo de mujer, basado en la figura de la virgen María.

En ese sentido, la celebración de todas estas actividades tuvo como objeto avivar la devoción de los católicos a la figura maternal de la virgen María. Es decir, por medio de la manipulación de este arquetipo106 y del inconsciente colectivo pudo penetrar en la sociedad el catolicismo, implantándose la figura maternal y protectora de la virgen María. Por ejemplo, en las distintas parroquias de diferentes regiones se llevaron a cabo la celebración de congresos pro marianos (1942), que tenían como objeto la formación de un bloque humano guiados por la fe, que defendía a la Iglesia y a sus símbolos de cualquier ataque, que se transmutaba en La Unidad de los católicos y que se materializó en las concurridas procesiones y peregrinaciones en honor a la virgen María y la creación de movimientos antiliberales, antiprotestantes y anticomunistas.

De hecho, este icono maternal fue utilizado por la A. C. C para contrarrestar el trabajo realizado por el protestantismo en algunas ciudades del país. El dispositivo para lograr este objetivo fue el señalamiento y la categorización herética impuesta desde el Concilio Tridentino, la Contrarreforma y por distintas encíclicas papales del siglo XIX y XX. Esto generó una posición intransigente e integrista que será la amalgama y alimento de un clero y laicado combativo, identificado plenamente con la causa de la Fe y dispuesto a realizar lo necesario para enmendar el error. Asimismo, existe una relación marcada de los miembros de la A. C en adherirse a un proyecto políticoreligioso con el partido conservador, enmarcado en el populismo. De esta manera, se buscaba la apelación de los fieles a este proyecto cuando el partido conservador intentaba retornar al poder en medio del dominio político de la República Liberal. Esto se sugiere por investigaciones anteriores sobre la Acción Católica Colombiana, que manejan la hipótesis que fue implementada para contrarrestar y resistir el laicismo implementado por los liberales. Del mismo modo, estas actividades que convocaban a miles de católicos fueron utilizadas como un elemento de movilización de masas, con el cual la iglesia manejaba a los movimientos obreros católicos (UTC) y hacia frente a los que eran dirigidos por el liberalismo, la izquierdista o el comunismo (CTC).

Para finalizar, entre las décadas de 1910 y 1950 estos congresos se utilizaron para realizar un lanzamiento positivo, maternal y en algunos casos combativo del icono religioso de la virgen María en sus diferentes advocaciones: La virgen del Rosario de Chiquinquirá, la virgen de Lourdes, La virgen de los Remedios, La virgen del Pilar (Guerra Civil Española y anticomunista), La virgen de Fátima (Anticomunista), La Virgen del Perpetuo Socorro, La virgen del Carmen, la Inmaculada Concepción, entre otras. Es decir, a través de estos congresos por un lado, se reafirmaron las representaciones, expresiones y prácticas religiosas de cada una de las diócesis del país; y por otro, se llevó a cabo un cambio en la percepción e imaginario de los colombianos de la virgen María, lo cual preparó el espacio para la aceptación de la mayoría de católicos en 1950 del dogma Munificentissimus Deus de Pío XII de la Asunción de María al cielo107. La materialización perfecta en Colombia fue la celebración de los cien años del dogma de la Concepción Inmaculada de María promulgada por Pío IX en la bula Innefabilis Deus( 108 ) (1854), llevándose a cabo entre el 5 y 7 de diciembre de 1954 el Tercer Congreso Nacional Mariano, que tendría como objetivo la coronación de la virgen de Fátima109 en un contexto mundial inmerso en el inicio de La Guerra Fría

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33. Es necesario aclarar que existen dos tipos de organizaciones dentro de la A. C. En primera instancia la A. C. General (Hombres Católicos, Mujeres católicas, Juventud Católica Femenina), que era manejada por círculos integristas e intransigentes de la jerarquía eclesiástica colombiana. En segunda instancia esta La A. C. Especializada, conformada fundamentalmente por asociaciones juveniles de diferentes edades y fines (la JOC- Juventud Obrera Católica o Yocismo, JUC -Juventud Universitaria Católica y JEC- Juventud Estudiantil Católico). Muchas de estas organizaciones Especializadas entre 1938-1939 se distanciaron poco a poco de las corrientes más integristas del catolicismo presentes en el proyecto de A. C. General y se constituyeron en vehículos de formación laical sindical. Dicha decisión de los dirigentes en la década del 40 les va a costar la expulsión de estos. [ Links ]

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1* Este artículo nace desde el 2011 con el proyecto de tesis de pregrado de la Universidad Industrial de Santander, titulado La Acción Católica Colombiana y la resistencia al proyecto liberal de laicización, 1934-1942, con el cual obtuve el título profesional como Historiador. Hacia finales del 2015 retomé esta iniciativa revisando nueva bibliografía y fuentes primarias, que fueron claves para observar un horizonte más amplio y claro, pero que deja muchas preguntar abiertas que tendrán que profundizarse en un próximo artículo.

2Referencia para citar este artículo: CÁCERES MATEUS, Sergio Armando (2017). “La Acción Católica en la organización y puesta en marcha del Segundo Congreso Nacional Mariano de Colombia (19391946)”. En Anuario de Historia Regional y de las Fronteras. 22 (2). pp. 217-245.

Recibido: 09 de Julio de 2016; Aprobado: 03 de Marzo de 2017

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