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Anuario de Historia Regional y de las Fronteras

Print version ISSN 0122-2066

Anu.hist.reg.front. vol.24 no.1 Bucaramanga Jan./June 2019  Epub Mar 01, 2019

 

Reseña

Ugarriza, Juan Esteban y Pabón Ayala, Nathalie.Militares y guerrillas: la memoria histórica del conflicto armado en Colombia desde los archivos militares. 1958-2016. Bogotá: Editorial Universidad del Rosario, 2017, 327 páginas.

1Estudiante de Maestría en Historia, Universidad Industrial de Santander, Colombia. Abogado, Universidad Industrial de Santander, Colombia. Código ORCID: https://orcid.org/0000-0001-6568-9388. Correo electrónico: lagosemilio79@gmail.com


Juan Esteban Ugarriza, doctor en ciencia política vinculado como profesor a la Universidad del Rosario, y Nathalie Pabón Ayala, magíster en asuntos internacionales, vinculada a la Universidad Nacional, ofrecen al lector el resultado de una investigación en torno al desarrollo del conflicto que ha enfrentado a guerrillas y al Estado colombiano durante las últimas seis décadas.

El libro tiene la particularidad de haberse escrito a partir de documentos que reposan en distintos archivos de las unidades militares dispersas en el país, complementadas por una serie de entrevistas a militares activos y retirados. Para la obra se contó con la colaboración de las autoridades castrenses que pusieron a disposición de los autores los archivos de 183 unidades militares que incluyen divisiones, brigadas, batallones, grupos Gaula, fuerzas de tarea, la Central de Inteligencia Militar y las bibliotecas de la Universidad Militar y de la Escuela Superior de Guerra; este solo hecho tiene un importante valor debido a la restricción que se ha tenido por parte de los investigadores para acceder a la documentación que reposa en los archivos militares. La documentación consultada se compone de materiales producidos por los mismos militares tales como órdenes del día, planes de operaciones e informes de inteligencia, así como documentación producida por las guerrillas, que fue capturada por los militares en el desarrollo de la guerra.

Estudiar un conflicto armado desde los archivos de una de las partes implica ventajas y desventajas. La ventaja consiste en que se accede a una fuente privilegiada, ya que uno de los activos de la guerra es el secreto de la información, en procura de que esta no caiga en manos del enemigo, razón por la cual estos archivos se mantienen rodeados de secretismo, y a ellos se accede solo mucho tiempo después, normalmente varios años después de finalizado el conflicto. En este caso se da la particularidad de que se abren los archivos militares -ciertamente no todo- en un periodo en el que el conflicto aún no termina. La desventaja consiste en que el investigador debe tener claro que está ante la versión de una de las partes, y que de no contrarrestar esa información con otras fuentes corre el riesgo de terminar actuando como publicista de esa parte. Aunque los autores reiteradamente advierten que se trata de la versión de los militares, en temas fundamentales terminan asumiéndola de manera acrítica al momento de explicar el conflicto, sin confrontarla con otras versiones existentes en torno a temas muy controversiales.

Lo anterior se puede evidenciar en dos ejemplos, puntuales pero de gran trascendencia: el origen del conflicto, al que sitúan en 1947 con una supuesta decisión de los comunistas de acudir a la lucha armada para tomar el poder, tesis contraria a la mayoría de los estudios y a la versión del Partido Comunista, que por la época orientaba el uso de autodefensas armadas para defender sus regiones de influencia de las agresiones de bandas armadas de los conservadores y de la policía; igual ocurre con la denominación “Plan LAZO” a la operación militar dirigida contra la región campesina de Marquetalia, entendiendo el plan LAZO como una operación diseñada por los militares colombianos dentro de una estrategia de establecer lazos o vínculos sólidos con las regiones azotadas por grupos armados, sin siquiera mencionar la muy difundida denominación de “Plan LASO” (Latin America Security Operation) denunciado por militantes de la izquierda y estudiosos de ese periodo como una estrategia continental anticomunista diseñada por militares norteamericanos e impuesta al Estado colombiano. Y esta operación militar no es de poca monta, ya que ella dio origen a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

La estructura del texto está formada por doce capítulos agrupados en cinco partes que enmarcan los periodos de la confrontación. El primero describe un supuesto levantamiento comunista contra el Estado colombiano para tomar el poder, la proliferación del bandolerismo y el nacimiento y consolidación de las guerrillas comunistas, como fenómenos marginales, ubicados en puntos muy localizados del territorio, que no alcanzan a convertirse en amenaza real para el Estado colombiano, se enmarca entre los años 1958 y 1978. La segunda parte cubre el periodo de 1974 y 1985; el conflicto se extiende a muchas partes del país y las guerrillas se convierten en una amenaza que se proyecta sobre campos y ciudades colombianas. La tercera parte cubre los años de 1984 hasta 1992; describe un periodo en el que se utilizó las negociaciones de paz como una estrategia para fortalecerse y obtener ventajas militares en la guerra. La cuarta parte se ocupa del periodo comprendido entre 1992 y 2002 en el que la guerra se desbordó y alcanzó prácticamente a todo el país en lo que los autores denominan como una “guerra total”. La quinta y última parte abarca desde 2002 hasta 2016, y describe un periodo en el que tanto el Estado como la insurgencia libraron la guerra como una estrategia para fortalecerse o resistir con miras a llegar con posiciones de fuerza a una negociación que pusiera fin al conflicto en vista de la imposibilidad de vencer a la contra parte en el campo de batalla.

El libro presenta dos elementos adicionales de interés: el estudio de la institución militar y el uso de autodefensas durante el conflicto. En lo primero se muestra a una institución militar dominada doctrinariamente por el anticomunismo, proveniente desde Estados Unidos y estimulado por la élite política colombiana. Desde los años cincuenta el contacto con militares norteamericanos en la guerra de Corea despertó en los militares colombianos el deseo de emular al ejército estadounidense en aspectos como sus prácticas administrativas, abundancia de recursos bélicos y tácticas de combate. Como resultado de ello, desde los años cincuenta se presentó un creciente proceso de modernización que se expresó en aumento presupuestal, de pie de fuerza y de adquisición de moderno equipo militar fabricado en los Estados Unidos. En el manejo de la subversión comunista se observa que los militares tienen una mejor comprensión del fenómeno que los políticos; señalan reiteradamente que el manejo del mismo no se puede limitar a un tratamiento simplemente militar sino que se deben tratar causas como la pobreza, el abandono estatal, el desempleo en las ciudades y el relajamiento de la moral cristiana como factores que se tornan en terreno fértil en donde prospera la propaganda comunista que puede reclutar jóvenes que no encuentran oportunidades en la sociedad colombiana y se unen a organizaciones de la subversión.

Frente a las autodefensas, se expone que hasta 1989 en la doctrina militar se estimulaba la participación de civiles en la acción contrainsurgente, aspecto que incluso estaba regulado en la ley y en los manuales militares, que fomentaban la creación de Juntas de Autodefensa Civil y organizaciones de defensa civil. Igualmente se contemplaba el establecimiento de Comités de Coordinación Militar-civil en zonas regionales y locales y unidades civiles de autodefensa legal, privilegiando a militares y policías retirados; estos civiles podían recibir armas en momentos críticos. Entre sus funciones estaban controlar a la población, y vigilar infraestructuras; eran entrenados por militares, y estaban bajo su mando, participaban en patrullajes y en misiones de destrucción. Las más notables de estas experiencias fueron la Asociación Campesina de Ganaderos y Agricultores del Magdalena Medio (Acdegan), que dio origen a los grupos paramilitares del Magdalena Medio en Puerto Boyacá, y las cooperativas de vigilancia privada, conocidas como Convivir de las que se originaron varias estructuras paramilitares en Antioquia. Según los militares, las autodefensas legales después fueron captadas por narcotraficantes que podían financiarlas; entonces las autodefensas legales escaparon al control estatal lo cual obligó a su prohibición legal, cosa que no impidió que sus filas siguieran nutriéndose con militares retirados o expulsados de la institución por indisciplina, incluso “algunos” militares activos. Así pues, los civiles hicieron parte activa de la lucha contrainsurgente, primero estimulados legalmente, y después mediante grupos ilegales conocidos popularmente como paramilitares.

Resulta reveladora la visión que los militares tienen del movimiento social y popular. Para los militares la acción revolucionaria es de dos tipos: una militar, desarrollada por las guerrillas mediante sus estructuras armadas, y otra civil, que se desarrolla en las estructuras formales de la sociedad. Así pues, existe una insurgencia civil dentro del gobierno, las fuerzas militares, los movimientos sindicales, estudiantiles, campesinos y políticos, que tienen por objetivo crear problemas en el orden social y político, y distraer la acción de los militares contra las guerrillas; específicamente describen al magisterio como dominado por indoctrinadores comunistas que seducen a jóvenes incautos. Queda claro que los militares ven a la izquierda política como una amenaza inminente que puede socavar su acción, por lo cual resultaría legítima que la acción represiva de los militares se dirigiera contra estas fuerzas sociales a las que consideraba insurgentes y una amenaza al orden social existente. Esa concepción explica la persecución que militares y demás fuerzas de seguridad realizan contra el movimiento social y popular colombiano al que no ven como fuerzas sociales luchando por intereses legítimos, sino como insurgentes tratando de destruir la democracia e institucionalidad que los militares defienden. La consecuencia lógica es la amplia participación de militares en el exterminio que se realizó contra las distintas expresiones del movimiento social y popular colombiano, particularmente campesinos, sindicalistas y estudiantes.

En síntesis, el lector se encuentra ante un libro que describe el enfrentamiento entre guerrillas y militares colombianos exponiendo las estrategias y tácticas usadas por los bandos en contienda; presenta como innovación la construcción del relato de la guerra a partir de la documentación que reposa en los archivos de las Fuerzas Militares de Colombia. Como debilidad general del texto es evidente un sesgo en favor de la versión de los militares, que en el análisis explicativo sobre el origen y desarrollo del conflicto lleva a los autores a asumir la posición oficial, en varios puntos asumiendo una posición simplista y abiertamente anticomunista

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