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Anuario de Historia Regional y de las Fronteras

Print version ISSN 0122-2066

Anu.hist.reg.front. vol.24 no.1 Bucaramanga Jan./June 2019  Epub Mar 01, 2019

 

Reseña

Calvo Rufanges, Jordi (coord.). Mentes militarizadas.Como nos educan para asumir la guerra y la violencia. Barcelona: Icaria, 2016, 144 páginas.

Mauricio Puentes Cala1 
http://orcid.org/0000-0002-3976-8493

1Magíster en Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Río Cuarto, Argentina. Historiador y Archivista Cum Laude, Universidad Industrial de Santander, Colombia. Miembro del Grupo de Investigación Historia Archivística y Redes de Investigación-HARED (Colciencias). Línea de interés: Militarismo, actores armados y reflexiones histórico-sociales. Código ORCID: https://orcid.org/0000-0002-3976-8493. Correo electrónico: maopc03@gmail.com.


“Puesto que las guerras nacen en la mente de las personas, es en la mente de las personas donde deben erigirse los baluartes de paz” (2). Esta era una cita bastante diciente que la UNESCO como organización recién fundada lanzaba a la comunidad internacional a través de su carta constitucional, en un intento por encontrar mecanismos para evitar las guerras, así como las devastaciones económicas y las rupturas de los tejidos sociales, producto de las confrontaciones armadas que habían sido particularmente crueles y destructivas en la primera mitad del veinteno siglo. En la actualidad este mensaje de la UNESCO no podría estar más vigente, pues a más de siete décadas de haberse convenido la improcedencia de las guerras para solucionar desacuerdos políticos, muchas disputas de sentido, desde aquella época hasta actualidad, continúan librándose por medio de la violencia armada, incluso bajo modalidades que superan en barbarie, sevicia, fiereza e inclemencia a cualquier procedimiento de combate o estrategia militar implementada en el pasado. La antinomia de una sociedad que rechaza la guerra y sus mecanismos de muerte, pero alimenta, instiga y justifica a los actores que la ejecutan; una sociedad que no pone en duda la conveniencia de la paz, pero opta por el armamentismo y el aumento de la militarización año tras año, constituye una compleja situación que ha encontrado respuesta en virtud de la cita inicial: “la mente de las personas”. Solo a partir de allí es posible entender como el anhelo social de la paz admite la guerra como institución viable y una opción fácil de tomar en el seno de ciertos grupos y comunidades políticas. Es precisamente bajo esta línea que el trabajo “Mentes militarizadas” orienta su objeto de estudio, proponiéndose examinar “de qué manera las mentes incorporan la violencia como algo consustancial a la forma de ser, centrando el análisis en la violencia armada -organizada a través de estructuras militares- aunque no únicamente” (3)

“Mentes militarizadas” es un trabajo pionero, fruto de una labor mancomunada propuesta por el Centro Delàs de Estudios por la Paz, un observatorio catalán sobre desarme, comercio de armas y conflictos armados que actúa como entidad independiente de análisis de paz, seguridad, defensa y armamentismo, investigando e incidiendo política y socialmente sobre los efectos adversos del militarismo y los procesos de militarización estructural, a propósito de la construcción de una cultura de paz. En la producción de esta obra, que cuenta con nueve escritos de diferente autoría, el Centro Delàs organizó un equipo de trabajo compuesto por un economista, tres politólogas, una antropóloga, tres humanistas y una tallerista en educación por la paz (4) con el objeto de indagar sobre la militarización de las mentes desde varios enfoques y a partir de diversos ámbitos, para así facilitar una comprensión más global a la vez que heterogénea de la problemática. De tal manera, cada capítulo propone, además de un análisis de la cuestión, “una serie de alternativas desmilitarizadoras o no militarizadoras que generarían espacios y condiciones de paz porque si queremos paz, debemos prepararnos para la paz(5).

El Centro Delàs es colaborador de numerosos institutos, redes, compañías, asociaciones, entidades y plataformas a nivel mundial que se dedican en firme a la defensa de la paz y a la lucha contra los factores que incitan el belicismo. En esta labor el Centro de Estudios se ha visto articulado en diversas iniciativas y programas bajo la dirección del Doctor en paz, conflictos y desarrollo de la Universitat Jaume I y profesor de relaciones internacionales, conflictos armados, economía de la defensa y cooperación: Jordi Calvo Rufanges, un académico y activista consagrado que no ha obstado la producción intelectual y, de esta forma, situado bajo la campaña “Desmilitaricemos la Educación”, ha surtido como coordinador, introductor y autor de uno de los capítulos de la obra en mención. En este sentido, “Mentes militarizadas” es un texto que cuenta con un extensivo sentido de propósito que trasciende la simple propuesta teórica, este es un libro orientado a generar alternativas para la acción, en el marco del proyecto empoderador de la Internacional de Resistentes a la Guerra y de la Semana Internacional de Acción Contra la Militarización de la Juventud.

Por lo demás, cabe subrayar que este es un estudio cuya elocuencia radica en el sugerente abordaje que realiza de varios ámbitos del transcurrir social, político y cultural, desentrañando como la militarización ha hallado un lugar en la cotidianidad para naturalizar lo militar, la guerra, las armas y el mismo discurso bélico en la vida ordinaria de la humanidad. De tal manera, temáticas como la militarización de la educación y los valores, la relación entre patriarcado y factor castrense, la construcción de un enemigo como objetivo militar, la configuración de una cultura de la defensa, la militarización del lenguaje, el vínculo entre medios de comunicación, cine y la construcción del consentimiento guerrerista, los juegos de guerra y las armas como instrumentos lúdicos, los videojuegos bélicos y la militarización a través de la internet, son los tópicos generales de este trabajo que tiene como propósito advertir las modalidades militarizadoras de las sociedades y sus individuos, desentrañar los mecanismos actuales que introducen elementos marciales y troperos -ya sea subrepticia o explícitamente- en la vida social. La militarización de las mentes y las conciencias ciudadanas da continuidad a la creación de estructura militares y coadyuva a la reproducción de la hostilidad como acto preferente de representación política, perpetuando así, la situación privilegiada de aquellos que se han beneficiado con la existencia de este espartano proceso. De allí, la importancia de identificar esta desapercibida cuestión y de encontrar en virtud de ello alternativas que conduzcan a conocer la pretorización, desaprender la guerra y, más que nada, desmilitarizar la educación.

Es necesario tener en cuenta que la militarización como problemática observable empieza por reconocer el esquema funcional del estamento militar, es decir, es fundamental no obviar que los actores armados son tanto objetivos como instrumentos al interior del proceso militarista, un proceso que antes de ser social o masivo es organizativo y formativo de la propia fuerza castrense. Entiéndase que “la militarización [en primera instancia] genera violencia hacia dentro en cuanto que ejerce violencia en los propios militares, ya que las personas que asumen el rol militar reciben la violencia inherente a la estructura militar, jerarquizada, basada en la obediencia y la disciplina extremas, que en caso de ser cuestionada responde con duros mecanismos de represión interna” (6). El soldado, el combatiente es también un ente objeto de la marcialización de los gestos y la pretorización de los actos, de aquella deshumanización a ultranza inducida por el adoctrinamiento maquinal y adiestramiento militar. A partir de allí se van tejiendo diferentes formas militarizadoras, todo un repertorio de procedimientos socializadores y educadores de los valores militares, promovidos por los aparatos armados en conveniencia con los gobiernos, que terminan por alimentar procesos ideológicos, y espirales de disciplinamiento guerrerista y laborista.

El arquetipo militar ufanado inevitablemente guarda cierta relación con el poder patriarcal y la exaltación de la masculinidad tosca y dominante, toda vez que factores como el ordenamiento jerárquico, el honor, el heroísmo, el patriotismo y la misma seguridad nacional se hacen consustanciales de la virilidad, vigorosidad, del valor, del martirio, del arrojo y de la fuerza endilgada al cuerpo varonil. Junto a la búsqueda del hombre íntegro y valeroso, la militarización convierte a lo femenino en un blanco de escrutinio y formación, extirpando la apertura, el quiebre, la sensibilidad, la “inclinación dudosa”, cualquier brote de feminidad que no sea equivalente con el modelo espartano del rigor y apariencia draconiana. En este decurso de la marcialidad encarnada, la militarización irrumpe en las identidades políticas, estableciendo, por lo regular, referentes de identificación nacionalista que conducen al establecimiento de fronteras antagónicas, a la construcción de un enemigo interior que será utilizado como ratificador y elemento constitutivo del colectivo. “Las mentes militarizadas necesitan un enemigo para existir, su construcción y proyección es por tanto prioritaria tanto en el interior de la estructura militar como en la sociedad a la que pertenece” (7). No obstante, por encima de una “amenaza”, el sistema militararizado requiere para su producción y reproducción de toda una estrategia de marketing y merchandising militar, solicita de la propaganda y de la difusión idealizada para vender una imagen y una causa vinculante que a través de los medios de comunicación, la educación, el acto humanitario y asistencialista, la Acción Cívico-Militar, en rigor, del embelesamiento social fomentan la “cultura de la defensa”(8), una cultura que no solo admite un gasto considerable de recursos, sino también legitima la seguridad y la defensa en función de la práctica preventiva, es la profilaxis militar que descubre en el ataque anticipado, en la maniobra disuasiva la mejor manera para “defenderse”. Es necesario agregar que la cultura de la defensa no se limita al campo operativo, esta propugna, del mismo modo, una serie de usos y costumbres que llegan a naturalizarse e incluso expresarse mediante el lenguaje y las formas de comunicación más elementales, un hecho social en el que guardan mucha responsabilidad los medios de información y entrenamiento de masas: el cine, las series, los largometrajes, los noticiarios son estrategias de comunicación bastante influyentes en la manera como se entienden y asimilan los conflictos armados. No es un secreto que los medios, en lo sucesivo, asumen el papel de transmisores de la propaganda gubernamental, presentando versiones de la guerra y los secesos bélicos que resultan favorables para las tropas oficiales.

En la educación la pedagogía del juego es de vital importancia para la reproducción de la disciplina militar y la militarización social. En la implementación de la práctica recreativa las actividades lúdicas posibilitan un ejercicio que puede llegar a familiarizar las armas, los movimientos tácticos, el desplazamiento ceremonial y hasta la retórica corporal del honor propia de la vida militar (9). En la rutina aparentemente inocente del policía cívico, del scout, del pífano de banda marcial, del militar representado en la efeméride y el ritual escolar, etc. se hayan altas dosis de violencia que interiorizan la hostilidad bajo el cariz del juego tradicional. Y como dejar de lado los videojuegos que con ayuda de las nuevas tecnologías y sofisticación de sus simuladores han hecho del morbo y la exaltación de la violencia la base de su éxito. Los videojuegos se han vuelto técnicamente más complejos año tras año, convirtiendo la experiencia de juego en una situación casi real, con escenas harto explícitas que “pueden producir desensibilización y menor empatía con respecto a situaciones reales de guerra y violencia” (10). Aunado a ello se encuentra Internet, una gran herramienta de comunicación y de gestión de información que se halla atiborrada de amarillismo, sensacionalismo y contenidos violentos sin filtro alguno, que también pueden llegar a provocar efectos militarizadores sobre los procesos cognitivos de las personas. Las tendencias, la información viral y la bizarría mediática pueden crear sensación de saciedad, pero lo cierto es que la entropía masiva y el ritmo frenético de la red 2.0 disminuyen la capacidad de enfoque y la posibilidad de efectuar un detenido análisis sobre la realidad social.

Este sería, grosso modo, el compendio de los ejes temáticos y contenidos principales del texto, de un escrito que, se podría decir, es único en su tipo por pretender estudiar la militarización teniendo en cuenta la amplitud ideológica y social que estriba el militarismo como proceso. Identificar como el factor militar con sus propiedades disciplinantes y alineantes ha estado presente en ámbitos tan cotidianos, tan inherentes y, por ende, invisibilizados y poco problematizados, ha sido una gran apuesta; sin embargo, desde el punto de vista conceptual no se notan contribuciones radicalmente novedosas. Si bien a lo largo de la obra no se precisan abiertamente los lineamientos teóricos que orientan el análisis de los ensayos, puede notarse que existe cierta evocación de las posturas antimilitarista de los años 80’, y de ciertos planteamientos de los movimientos pacifistas y feministas de hace más de cuatro décadas. Hay que reconocer que los trabajos compilados ofrecen visiones, lecturas y reflexiones que aportan a la comprensión del trasegar de lo militar en el entorno social, al igual que aproximaciones que alimentan la discusión entorno a la militarización, el pretorianismo y el militarismo; no obstante, hubiese sido interesante haber podido rastrear los fundamentos argumentales más allá de los recursos bibliográficos, encontrar precisiones metodológicas, secuelas de trabajo de campo, rastrear documentación de primera mano y descubrir los aportes nocionales, pero, como bien lo clarifica Jordi Calvo en la introducción, el libro “propone adentrarse en las mentes militarizadas desde varios enfoques […]. Todo ello sin pretender hacer un estudio exhaustivo”, lo que se busca es sentar un antecedente, “crear un material que trate la cuestión de forma divulgativa e introductoria, que pueda ser el inicio de estudios más profundos sobre la temática”(11). De cualquier forma, no se puede desconocer que el trabajo proporciona una mirada renovada en virtud de la complejización de algunas realidades, aportando una visión lozana y actualizada de aquellos análisis antimilitaristas que desde hace algún tiempo habían quedado anquilosados en la periferia de las reflexiones histórico-sociales.

2Jordi Calvo Rufanges (coord.), Mentes militarizadas. Como nos educan para asumir la guerra y la violencia. (Barcelona: Icaria, 2016 5).

3Calvo Rufanges 7.

4Autoras y autores del texto: Jordi Calvo Rufanges, Blanca Camps-Febrer, Gemma Amorós Bové, Maria de Lluc Bagur, Marina Perejuan, Ainhoa Ruíz, Olívia Viader, Eduardo Salvador Acevedo y Pere Brunet.

5Calvo Rufanges 7.

6Calvo Rufanges 14.

7Calvo Rufanges 8.

8Calvo Rufanges 55-56.

9Calvo Rufanges 97-99.

10Calvo Rufanges 10.

11Calvo Rufanges 7.

Creative Commons License Creative Commons: https://creativecommons.org/licenses/by/4.0/