SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.24 número2Gasto fiscal e inversiones en mano de obra libre en Hispanoamérica. El caso de Cartagena de Indias (1750-1810)García Estrada, Rodrigo de J. Extranjeros, ciudadanía y membresía política a finales de la Colonia y la Independencia en la Nueva Granada, 1750-1830. Bogotá: Editorial Universidad del Rosario/Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador, 2016, 248 páginas índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • En proceso de indezaciónCitado por Google
  • No hay articulos similaresSimilares en SciELO
  • En proceso de indezaciónSimilares en Google

Compartir


Anuario de Historia Regional y de las Fronteras

versión impresa ISSN 0122-2066

Anu.hist.reg.front. vol.24 no.2 Bucaramanga jul./dic. 2019  Epub 31-Jul-2019

 

Reseña

Hering Torres, Max S. 1892: Un año insignificante orden policial y desorden social en la Bogotá de fin de siglo. Bogotá: Editorial Universidad Nacional y Planeta, 2018, 219 páginas

William Cifuentes Cruz1 
http://orcid.org/0000-0002-9843-2252

1Profesor de Ciencias Sociales de la Universidad Libre (sede Bogotá). Magíster en Educación de la Universidad Nacional de Colombia; licenciado en Ciencias Sociales de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas. Código ORCID: 0000-0002-9843-2252. Correo electrónico: wcifuentesc@unal.edu.co.


Adentrarse en el siglo XIX en el contexto colombiano es enfrentarse a un momento histórico de incubación, desarrollo y consolidación de las principales instituciones gubernamentales. Ciertamente la historiografía colombiana tiene trabajos fecundos en los sistemas hospitalarios y en abundancia en los procesos educativos. Pero los análisis históricos sobre la policía son escasos, segmentados en artículos y/o trabajos desarrollados por la misma institución en la cual existen serias carencias investigativas. Lo anterior lo resalta el historiador Max S. Hering Torres en su libro 1892: un año insignificante orden policial y desorden social en la Bogotá de fin del siglo editado por Planeta y la Universidad Nacional de Colombia en el año 2018. Este texto narra un segmento de la formación histórica de la policía Nacional de Colombia, un espacio en el tiempo, el año 1892 que en apariencia no contiene una significación en las trazas cronológicas de la historia nacional. Sin embargo, el autor encontrará una serie de acontecimientos que revelarán de una forma narrativa e investigativa el papel de esa nueva institución en la sociedad colombiana.

El texto en cuestión consta de 5 capítulos, además de una introducción y un cierre (cruces narrativos) que suman un total de 219 páginas. El historiador Max S. Hering Torres propone como objetivo una historia cultural enclave de la microhistoria acerca de la policía, teniendo en cuenta el ejercicio policiaco como regulador de costumbres y vigilancia del desorden social en la Bogotá del año de 1892. En el libro el acontecimiento es esencial, pero es destacable que en ningún momento se pierde la cima de las estructuras. Esto es resaltable, dado que una de las principales críticas de la microhistoria es caer en reduccionismos o en las formas de la ficción. Sin duda, el texto tiene un cuidado epistemológico, disponiendo de lo más eminente de la investigación microhistorica. Igualmente, los casos son tratados con un cuidado preponderante y tendrán sus puntos de cruce esenciales para los resultados investigativos.

El libro inicia con una introducción que sitúa al lector en el contexto de la Bogotá del siglo XIX y justifica la opción de la microhistoria como proceso historiográfico. Es decir, el objetivo de narración de los malos olores, los sistemas de alcantarillado y la suciedad en Bogotá en el año 1892 contiene un tejido narrativo que resalta el proceso de higiene en la salubridad y en lo social que la policía acoge

como cura al desorden. Más aún, la higiene social implica un minucioso trabajo en el detalle, en las prácticas e incluso en el más fugaz de los pormenores. Con esto, el autor abre campo para justificar la microhistoria como el barniz para revestir esta investigación, para resaltar lo que refería Michel Foucault sobre el poder policiaco y su actuar “sobre todo”. (2)

El primer capítulo está dedicado a la apertura de 1892, destacando la lucha por la moral y el espacio de acción de la nueva institución policial. El año delimitado se encuentra sumergido en un periodo de dominio conservador (antesala a la guerra de los mil días 1899-1902) que implicaba necesariamente la exaltación del patriotismo y la moral en cada estamento de la sociedad colombiana. La reciente policía no era ajena a esto, ya que remplazaría en sus funciones a los alguaciles y serenos(3) manteniendo el orden, el cumplimiento de las buenas costumbres, la persecución de la delincuencia y propagando el sentido moral en los ciudadanos. La moral en el periodo conservador tenía un valor político y público que resaltará el autor. Al tener una concepción política la moral, tendría una práctica policial en la ciudad. De ahí que la policía se moviera espacialmente en el contexto Bogotano en un sentido tríptico: vigilar, localizar y moralizar.

El segundo capítulo cubre, en primer lugar, la llegada al cuerpo de policía de los preceptos modernos mediante la jefatura del francés Jean-Marie Gilibert. Como resultado el nuevo jefe policial insertara los métodos modernos de identificación de criminales, seguimiento de pesquisas, el espionaje y la racionalidad de un método científico. En segundo lugar, el profesor Max S. Hering Torres resaltará el caso: ¡el asunto del fantasma del puente de latas! Que tendrá una repercusión en los nuevos aires policiales y en el escenario público del país. En este periodo se difundió en el ámbito social la aparición de un espanto similar a un sereno de la época colonial que era imposible verle el rostro. La modernización de la policía de parte Jean-Marie Gilibert se enfrentará ante este caso, saliendo mal librada. Por su parte la prensa escrita, difundía diálogos entre personal de la policía que corroboraban los sucesos, los diarios acompañaban estos diálogos con artículos de opinión que destacaban el miedo como constante del cuerpo de policía de Bogotá en este periodo de tiempo. El desprestigio de la policía que impulsan los periodistas y publicistas es atacado por Gilibert mediante la represión; el miedo se convierte en represalia a la opinión pública, mediante el revestimiento de la autoridad se amenazaba con el castigo.

La acción de la policía se establecía con más eficacia en los espacios sociales y las calles de la ciudad de Bogotá. En este sentido, el tercer capítulo describe la normalización y la moralización de los espacios públicos. Para esto, la policía abrió su centro de operaciones en la calle 12 (primer distrito de la policía) que le permitía espacialmente estar atento de las riñas en las chicherías, de la prostitución y de los desórdenes públicos que atentaran la moralidad. El primer paso era estar insertos en una especie de espionaje en las chicherías para vislumbrar los posibles crímenes y los conatos de tropel que podrían ser germinados en estos establecimientos. Así mismo, detener el trabajo en ascenso de la prostitución. El autor resaltara el papel de dirección de Jean-Marie Gilibert en la profesionalización de los agentes policiales, el seguimiento de sus procesos en el cuerpo frente a los posibles conatos de corrupción y la generación de reglamentos dentro y fuera de la institución. Conjuntamente, la carencia de luz fue un tema recurrente en este periodo de tiempo, ya que la inseguridad se afirmaba en la oscuridad y denotaba un espacio para la impunidad. Fue necesario iluminar esos espacios para ejercer una vigilancia más contundente (no quedaba espacio invisible para la autoridad).

El cuarto capítulo se centra en un caso de riña de gallos en chapinero que tendrá involucrado a población civil, intereses políticos de la alcaldía, agentes de la policía y al mismo Gilibert como parte sustancial. El autor en este caso se convierte en investigador, narrando los sucesos de forma detallada e infiriendo desde las fuentes la realidad de los hechos. Si bien, el suceso no pasó a mayores, el autor resalta la verdad oficial y la otra verdad que la investigación arrojara en el capítulo. Esto dará para analizar la fragmentación de los poderes frente a un caso en el cual se encuentran múltiples actores políticos y la fallida prohibición de los gallos (porque la gallera seguirá existiendo). Es decir, no solo el establecimiento de la gallera existirá, sino la metáfora de la gallera se insertará en la política colombiana.

Posteriormente, el quinto capítulo narra el episodio de los niños que vivían en las calles de Bogotá y que fueron secuestrados por agentes de la policía para llevarlos a plantaciones de café en las cuales eran explotados y violentados. En este capítulo el autor evidencia las recogidas y el abuso policial frente a los niños, legitimada en primer lugar por una deshumanización de estos niños que eran para la institución policial un peligro hacia el control del poder y un posible enemigo del futuro. En segundo lugar, el intento por parte de la policía mediante la violencia y el ejercicio de trabajo forzado para generar sujetos productivos a la sociedad. De esto, el autor narra detalladamente los sucesos, el papel de la prensa en la denuncia y en colocar en la opinión pública los casos de violencia hacia los niños. A su vez, la policía responde con represión frente a los periódicos y justifican en parte las acciones frente a los jóvenes que son agentes de colonización y sus cuerpos son parte de un mecanismo de apropiación para la productividad del país. Si bien las recogidas fueron abolidas, la violencia policial en este capítulo queda registrada en forma de hechos y voces que el autor resalta. En definitiva, la importancia de este capítulo es poner en escena en la historiografía colombiana a un sujeto olvidado (los niños y jóvenes de la calle).

Para finalizar, el autor realiza un cruce narrativo en el cual concluye los episodios descritos en los capítulos. Cierra el periodo de 1892 que al parecer para la historia colombiana no tiene eventos destacables, pero para el autor, y en este caso como lectores nos demuestra la trascendencia de este año como momento de consolidación de la institución policial. Además, de momento histórico de incubación a los disturbios artesanales de 1823. Este cruce narrativo explica cómo se han constituido las reglas del juego social en Colombia, impartidas mediante el mandato del orden y la seguridad, que han sido sustentadas por un sistema que reproduce la desigualdad y la represión hacia los más humildes. En este punto, la policía ha sido y sigue siendo el principal antagonista que protege el orden de los grandes poderes.

La imagen de la portada del libro reseñado se denomina “visiones trágicas” y es elaborada por José Gómez Castro. En ella se retrata a un policía atacado por esqueletos con vestimenta rotas, se infiere en una vista más detallada que se trata de gente humilde. Esta gente humilde para los grandes poderes era el desorden a resolver mediante el ejercicio de la fuerza y la moral. Así, la importancia de este libro es resaltar un periodo en que la policía consolidó una fuerza de seguridad, de control y coerción sobre la población bogotana. Ciñéndose sobre los acontecimientos y ejerciendo violencia como sistema de orden. El libro es un albor para trabajar aún más en la historia de Colombia, su narración es envolvente y atrapante para el lector. El uso adecuado de la microhistoria y el uso conveniente de las fuentes genera una investigación sólida que mediante la narración en detalle; la importancia del contexto, la ubicación, los tiempos, el uso de los espacios y la vinculación de las voces de los personajes de los casos nos ofrece una obra fundamental para entender a la policía en el siglo XIX. Del mismo modo, los casos son esenciales para generar un análisis desde múltiples disciplinas de las ciencias sociales. Finalmente, en forma de cierre se destaca la motivación del autor para escribir este libro: “No puedo dejar de pensar que este libro está escrito para aquellas personas víctimas de cualquier forma de arbitrariedad”. (4)

2 Michel Foucault. Vigilar y castigar Nacimiento de la prisión (Argentina: Siglo veintiuno editores, 2005), p.216.

3 Cabe resaltar que con respecto de los serenos existió una colaboración a medias, puesto que los serenos eran el brazo armado de la alcaldía en el cumplimiento de órdenes fuera de la ley. Por tanto la correlación de las fuerzas del orden fue tomando más importancia con el órgano policial.

4 Torres Hering Max s. 1892: un año insignificante orden policial y desorden social en la Bogotá de fin de siglo (Bogotá: Editorial planeta (critica) Universidad Nacional de Colombia, 2018), p. 12.

Creative Commons License Creative Commons: https://creativecommons.org/licenses/by/4.0/