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Anuario de Historia Regional y de las Fronteras

Print version ISSN 0122-2066

Anu.hist.reg.front. vol.26 no.2 Bucaramanga July/Dec. 2021  Epub May 31, 2021

https://doi.org/10.18273/revanu.v26n2-2021003 

Artículo

Edward Whymper y el Chimborazo: “el arte del montañismo” y la autoridad científica (1880-1892) *

Edward Whymper and the Chimborazo: “the Art of Mountaineering” and Scientific Authority (1880-1892)

Edward Whymper e Chimborazo: “a arte do alpinismo” e autoridade científica (1880-1892)

Patricio Javier Aguirre Negrete** 
http://orcid.org/0000-0002-9255-0047

** Candidato a Doctor en Historia Latinoamericana por la Universidad Andina Simón Bolívar. Magister en Estudios de la Cultura con mención en Literatura Hispanoamericana por la Universidad Simón Bolívar. Su filiación institucional se encuentra en el Área de Historia de la Universidad Andina Simón Bolívar, Ecuador. Código ORCID: https://orcid.org/000-0002-9255-0047.


RESUMEN

En Londres, 1891, E. Whymper (1849-1911), publicó su libro Travels Amongst the Great Andes of the Equator, basado en su viaje al Ecuador once años antes. Su propósito fue estudiar los efectos de la disminución de la presión atmosférica en el cuerpo humano, conocido como “mal de altura”. El libro fue concebido como una disputa sobre las significaciones geográficas, fisiológicas y las verdades alpinas. El autor consideró su libro como una reacción al trabajo cartográfico de Pedro Vicente Maldonado (1750), los estudios fisiológicos de Paul Bert (1878), y finalmente a las descripciones de Alexander von Humboldt y J. Boussingault sobre sus intentos de ascensión al Chimborazo. La investigación de Whymper sugiere una experiencia que permite verificar enunciados científicos que juegan con un elemento que lo refuerza y tiene que ver con la actividad del montañismo. Esta articulación entre ciencia y escalar montañas crea la posibilidad de encontrar un elemento subjetivo que habilita a Whymper a enfatizar y legitimar una autoridad, dentro de la cual el Chimborazo representa un elemento ineludible en dicha formación.

Palabras clave Tesauro: ciencia; geografía; cartografía

Autor: Edward Whymper; Chimborazo; montañismo; autoridad

ABSTRACT

In London, in 1891, E. Whymper (1840-1911), published his book Travels Amongst the Great Andes of the Equator, based on his travel to Ecuador eleven years ago. His goal was to study the effects of the decrease of atmospheric pressure on the human body, known as “altitude sickness”. That book was part of a dispute over the meanings of geographical, physiological and alpine truths. The author considered his book a reaction to Pedro Vicente Maldonado’s (1750) cartographic work, Paul Bert’s (1878) physiological studies and, finally, Alexander Von Humboldt and J. Boussingault’s descriptions of their attempts to ascend the Chimborazo. Whymper’s research suggests an experience that allows for the verification of scientific statements, which play with an element that reinforces them; this element has to do with mountaineering. This articulation between science and mountain climbing creates a possibility of finding the subjective element that enabled Whymper to emphasize and legitimize an authority, wherein the Chimborazo is an unavoidable element in its formation.

Keywords Thesaurus: Science; Geography; Cartography

Author: Edward Whymper; Chimborazo; Mountaineering; Authority

RESUMO

Em Londres, 1891, E. Whymper (1849’1911), publicou o seu livro Travels Amongst the Great Andes of the Equator (Viagem através dos Grandes Andes do Equador), baseado na sua viagem ao Equador onze anos antes. O seu objetivo foi estudar os efeitos da diminuição da pressão atmosférica no corpo humano, conhecido como “doença das alturas”. O livro foi concebido como uma discussão sobre as significações geográficas, fisiológicas e as verdades alpinas. O autor considerou o seu livro como uma reação ao trabalho cartográfico do sábio equatoriano Pedro Vicente Maldonado (1750), os estudos fisiológicos de Paul Bert (1878), e finalmente às descrições do Alexandre von Humboldt e Jean Batiste Boussingault sobre suas tentativas de ascensão ao Chimborazo. A pesquisa do Whymper sugere uma experiência que permite verificar conceitos científicos que apresentam um elemento que o reforça e tem a ver com a atividade do montanhismo. Essa articulação entre ciência e escalar montanhas cria a possibilidade de encontrar um elemento subjetivo que torna hábil o Whymper para enfatizar e legitimar uma autoridade, dentro da qual o vulcão Chimborazo representa um elemento inelutável nessa formação.

Palavras-chave Tesauro: ciência; geografía; cartografía. Autor: Edward Whymper; Chimborazo; montanhismo; autoridade

1. Introducción

En Londres, 1891, se publica el libro Travels Amongst the Great Andes of the Equator del entonces renombrado explorador y alpinista inglés Edward Whymper (1840-1911), quien viajó al Ecuador entre diciembre de 1879 y julio de 1880 con el propósito de estudiar los efectos de la disminución de la presión atmosférica en el organismo humano, comúnmente conocido como “mal de altura”. Junto a los guías de montaña italianos Jean-Antoine Carrel y Luis Carrel, y apoyados por un contingente de arrieros y peones, indígenas en su mayoría, alcanzan las altas cumbres de la cordillera andina, de las cuales destaca la doble ascensión a la cima del Chimborazo. Cima que hasta entonces no había registrado, aparentemente, la huella del ser humano.

Las expediciones sobre fisiología de altura era un campo que estaba siendo estudiado principalmente por médicos franceses en países como México desde 1861,1 cuyo enfoque estuvo basado en el componente poblacional. Con Edward Whymper, la fisiología de altura adquirió un carácter de experimentación distinto en cuanto a las ascensiones a las altas montañas.

El círculo editorial inglés contaba, para ese entonces, con una literatura relevante sobre alpinismo.2 Varias de esas narrativas estuvieron imbricadas en motivaciones científicas, las cuales aumentaron a raíz de la creación del Alpine Club (AC) en 1857, el primero de los clubes alpinos de Europa, el cual contó incluso con su propia revista, The Alpine Journal (AJ) desde 1863. Esta organización consolidó además la “Golden Age of Mountaineering”3 (1854-1865), período en el que se llevó a cabo la conquista de las altas cumbres de los Alpes; era que culminó con la fatídica ascensión al Cervino, la última de la empresa, donde murieron cuatro de los siete integrantes liderados por el mismo Whymper en 1865.

Travels Amongst the Great Andes of the Equator, con una retórica propia de los trabajos o reportajes científicos que surgieron en la ola de expediciones a América desde inicios del siglo XIX, está narrado en forma de relato de viaje. Con detalle de lo acontecido en sus ascensiones a las altas montañas del Ecuador, complementa su estudio con un trabajo cartográfico en el que consta su ruta entera de viaje -que tiene como límites de expansión las ciudades de Guayaquil e Ibarra-, y tres cartas específicas de dos montañas: Cayambe y Chimborazo. Así también lo combina con recolecciones de historia natural, y anécdotas de sus encuentros y desencuentros con la sociedad local. El trabajo de Whymper fue condecorado por la Royal Geographical Society (RGS) con la Patron’s Medal, la cual detalla: “Por su mapa de ruta y su estudio detallado a través de los Altos Andes del Ecuador”.4

La literatura especializada que ha abordado de manera sustancial, aunque muy breve, el viaje de Whymper a los Andes del Ecuador,5 ha enfatizado sobre la influencia de las teorías darwinistas y las leyes de la termodinámica, las cuales, respectivamente, impulsaron estudios de fisiología humana y facilitaron la concepción del cuerpo como máquina expuesto en ambientes extremos.6 Así también en la reputación que le otorgó esta montaña (y su viaje al Ecuador) entre el círculo alpinista y científico británico.7 Otros, aunque de forma muy transitoria en nombrar al viaje de Whymper a los Andes, han enfatizado en el carácter de autoridad que implicó la ascensión a las altas montañas en la argumentación científica,8 así como el de conquista, término característico del poder imperial.9 Es al sentido construido de este último grupo, sin descuidar por completo a los demás, al que se intenta acercar y profundizar en torno a la relación Whymper-Chimborazo.

Siguiendo a Chartier, un libro se presenta como un dispositivo de estrategias de escritura e intencionalidad del autor,10 es decir, un artefacto que organiza una forma particular de mirar y significar la realidad que intenta mostrar. En este sentido, Travels Amongst the Great Andes of the Equator hace un guiño a la carga subjetiva de la actividad científica y del montañismo. Sin embargo, para entender la carga subjetiva hay que prestar atención tanto a la narración como a los elementos y contextos que posibilitaron el viaje, el libro y las interacciones a los cuales Whymper estuvo expuesto. Valdría preguntarse, partiendo de las construcciones de sentido de la figura del viajero científico-alpinista, así como las posiciones (enunciaciones) de autoridad presentes en Travels Amongst the Great Andes of the Equator, ¿de qué manera la carga subjetiva presente en el vínculo ciencia-montañismo afectó la representación del espacio andino?

Travels Amongst the Great Andes of the Equator se inscribe en una disputa por los significados de las verdades geográficas, fisiológicas y del montañismo que su autor configura en reacción al trabajo cartográfico de Pedro Vicente Maldonado (1750),11 el trabajo fisiológico de Paul Bert (1878),12 y las descripciones de los intentos de ascensión al Chimborazo por parte de A. von Humboldt13 y J. Boussingault.14 El estudio de Whymper sugiere una experiencia que permite verificar enunciados científicos que juegan con un elemento que los refuerza: “el arte del montañismo”.15 Esta articulación entre ciencia y montañismo abre la posibilidad de encontrar el elemento subjetivo que facilita a Whymper acentuar y legitimar una autoridad.

Si bien el presente texto puede enmarcarse en campos como la geografía histórica, la historia de la ciencia o la historia ambiental, se parte del enfoque de historia cultural que proponen Hering y Pérez, donde hacer historia cultural es discutir la cultura “en cuanto red de significaciones en la que se dirimen o refuerzan las relaciones de poder”.16 Lo que se busca en este trabajo es investigar las configuraciones, negociaciones y transformaciones de las construcciones de sentido, donde las prácticas y representaciones juegan un papel clave en su producción.17 Es decir, construcciones pautadas por relaciones de poder donde ciertos significados se imponen sobre otros. El trabajo de campo y la producción científica, tanto como el relato de viaje que pauta su mediación, producción y recepción en lo que respecta al siglo XIX, presenta asimetrías de poder expresadas en valores culturales que ejercen influencia en la mirada de la sociedad, no solo por lo que describe y enfatiza sino también por lo que omite.18

La monografía se compone de dos secciones. Primeramente, se abordan los contextos espaciales, sociales y científicos que inscriben la expedición de Whymper en la temática de la presión atmosférica y fisiología del cuerpo humano expuesto a la altura, enfatizando en la existencia y comparación con otras investigaciones realizadas en el continente americano. En esta sección se añade la participación de las redes de Whymper en torno a la construcción del Chimborazo como laboratorio y potencial escenario de discusión científica. En segundo lugar, se expone una discusión sobre la carga subjetiva de Whymper, donde se conjuga el escenario editorial y científico que merodean las condiciones de posibilidad del libro y la mirada imperialparticular de Whymper. Consecuentemente, se establece un balance con respecto a las significaciones alrededor de la disputa de las verdades científicas y el arte del montañismo que influyeron en la constitución de un sujeto egocéntrico y cómo esta constitución, a raíz del análisis de su subjetividad, da luces sobre la representación del espacio andino. Cabe resaltar que la fuente primaria que se analiza es la edición especial de Travels Amongst the Great Andes of the Equator de 1892.19

2. El explorador científico-alpinista

Luego del proceso independentista, las relaciones de comercio e intercambio entre las nuevas repúblicas y Europa se intensificaron progresivamente, incentivando varias expediciones, muchas de ellas de carácter científico.20 Entre 1830 y 1886, veintiséis viajeros publicaron sobre sus viajes a los Andes.21 Así también se han contabilizado once británicos que realizaron ascensiones en los Andes durante el siglo XIX, tres de ellos en el Ecuador.22 La literatura especializada ha expuesto una mirada de larga duración sobre la imbricación entre el interés científico y la apropiación de los recursos naturales desde el último tercio del siglo XVIII.23 Dentro del contexto de las nuevas expansiones culturales que llevaban a cabo Inglaterra, Francia y Prusia por hegemonizar su influencia política y económica en América, la ciencia contaba como un instrumento más de dominación. Bajo el oficio de la ciencia (descripciones, mediciones, verificaciones, colecciones), el criterio científico era una mediación entre “la clasificación científica del mundo y la apropiación de los recursos naturales”.24 La expedición de Whymper, sin embargo, muestra una singularidad ante la fórmula ciencia-apropiación de recursos naturales. Si bien su mirada -como se intenta demostrar en este trabajo- no escapa a la lógica imperial, sus motivaciones y el producto de su trabajo van en otra dirección. Las motivaciones y la producción científica de Whymper tiene un lugar específico de influencia mediado por su cercanía e interacciones con la zona de influencia que generaba el AC.

3. Whymper y el Alpine Club

Desde muy joven, apoyando y siguiendo el negocio de su padre, Whymper se destaca por su habilidad en ilustraciones y grabados. En 1860 es contratado por la editorial de William Longman, miembro del AC, en un viaje para realizar bocetos de altas montañas de los Alpes. En el prefacio de su libro más conocido, y que pertenece al canon de la literatura sobre alpinismo, Scrambles Amongst the Alps (1871), da a conocer que este viaje fue determinante para su formación como alpinista, así también como base en su conocimiento sobre los glaciares para poder cumplir, años más tarde, su sueño juvenil de explorar el ártico.25 Tras emprender la primera ascensión al Mont Pelvoux en 1861, fue elegido miembro del AC. Para 1865, con un historial de varias ascensiones notables, puso fin a una de las etapas más llamativas de la historia del Alpinismo. Whymper se vuelve tanto sinónimo de polémica como de proeza por la tragedia ocurrida tras la primera conquista del Cervino, cuya cumbre era considerada como inaccesible, y la prensa de la época empieza a cuestionarse hasta qué punto la conquista de una montaña debe compensarse con la muerte.26 Con la cumbre del Cervino, conquistadas todas las altas cumbres de los Alpes, llega el fin de la “Golden Age of Mountaineering”, dando lugar, varios años más tarde, a otra, donde la búsqueda de nuevas rutas, nuevas cordilleras y el incremento de la dificultad, aportará al alpinismo un carácter distinto.

Una de las características del AC, es la articulación entre ciencia y montañismo que denota no solo la nómina de figuras que compone,27 sino la cantidad de artículos científicos que constan en el AJ.28 Tomando en cuenta estas apreciaciones, la actividad particular del montañismo o alpinismo se puede definir como la capacidad de realizar ascensiones a montañas relevantes en términos de altura y dificultad, utilizando un equipo de características específicas, y siempre con el apoyo de guías y porteadores alpinos. Sin embargo, hay otro oficio, otra lógica yuxtapuesta a esta imbricación que tiene que ver con la evasión del conocimiento.

4. Debates y evasiones en torno a la fisiología de altura

La articulación entre ciencia y montañismo, en el caso de Whymper, está explícita en la posibilidad de exponer gradualmente el cuerpo humano a grandes alturas, es decir, develar si es factible para el organismo habituarse a las bajas presiones. Travels Amongst the Great Andes of the Equator da inicio a su narrativa explicando los efectos comunes de dicha exposición: la disminución de la presión atmosférica produce síntomas asociados a la desorientación, presencia de náuseas y vómitos, así como lasitud, depresión y fatiga, al igual que un sentimiento indescriptible de dolencia; todos ellos curados conforme al desplazamiento a zonas más bajas. El conjunto de dichos síntomas es conocido bajo el término de Mountain-sickness. Este término puede ser traducido como mal de altura o bien como enfermedad de las montañas. Los estudios del mal de altura tuvieron un lugar preponderante en la época de Whymper y, como todo espacio de saber, estuvo sujeto a debates, disputas y evasiones con respecto a lo que se investigaba, comprobaba y proponía en este campo científico. Como se verá, Whymper no es ajeno a la dinámica de evasiones, y utiliza su retórica como una herramienta no solo de evasión sino de ocultamiento y hasta de base en pro de una descalificación gradual de quienes lo antecedieron en los campos que se irá adentrando conforme se adentra a los altos Andes del Ecuador.

Whymper denota familiaridad con los relatos que se habían generado alrededor de los supuestos efectos del mal de altura. Una de las referencias básicas que señala es el trabajo de Paul Bert, considerado en Francia como una figura de autoridad prominente sobre el tema. Whymper teje su narración sobre las investigaciones de Bert en torno a un juego retórico que oscila desde la descalificación en lo que considera como una insuficiencia de varios de los ejemplos experimentales que Bert realizó,29 hasta una supuesta admiración por la perseverancia y los datos interesantes del francés.30 Esto podría tener una explicación enmarcada en estudios de fisiología que estaban siendo llevados a cabo en otros lugares y de los cuales Bert tuvo cierta participación.

La preocupación por estudiar la disminución de la presión atmosférica no era un tema exclusivo de Europa.31 El continente americano jugó un papel importante tanto como laboratorio de científicos franceses como de producción científica local. El caso de México resalta por ser un espacio pionero en donde surgieron estudios y debates a partir de la Commission Scientifique du Mexique.32

La argumentación sobre los efectos de la altura en el cuerpo humano fue llevada a cabo por dos médicos franceses: Denis Jourdanet y Leon Coindet. Ambos fueron miembros de la Sección Médica de la Comisión Científica. Jourdanet, en 1861, defendía la suposición, comúnmente sostenida por la medicina europea, de que en la altura se producía el empobrecimiento de la sangre;33 mientras que Leon Coindet, para 1864, proponía reconsiderar la insuficiencia de oxigenación a nivel de la sangre, concluyendo en varias de sus investigaciones que los individuos en la altura no absorbían menos oxígeno que a nivel del mar. La versión de Coindet, que entonces proponía una génesis del concepto de aclimatación, no fue tomada en cuenta, en gran parte por no estar acorde a las tesis de Paul Bert, amparado por el aura de Claude Bernard y por ende de todo el círculo hegemónico de la ciencia francesa.34

Para 1888, creado el Instituto Médico Nacional, se montó el primer laboratorio de fisiología de México. Durante veinte años, Daniel Vergara Lope investigó la fisiología de la respiración principalmente en respuesta a las investigaciones europeas que señalaban la incidencia de efectos negativos en el organismo humano. Efectos estigmatizados en términos de anormalidad fisiológica y con ello la incapacidad de progreso moral, sobre todo cuando la exposición a la altura superaba los 2500 msnm.. Las investigaciones de Vergara señalaron que las diferencias fisiológicas y antropométricas no eran anormales sino adaptativas, comprobando el concepto de aclimatación propuesto por Coindet. Según Laura Cházaro, las conclusiones de Vergara terminaron estableciéndose como un vuelco a la construcción de un modelo moral que sostenía el proyecto nacional del porfiriato, donde lo científico y lo moral se fundían con la intención de nombrar y apuntalar constantemente al ideal de lo civilizatorio. El deber ser del mexicano debía conjugarse con una meta teleológica de progreso, salud e higiene.35

A la par de las investigaciones sobre la fisiología de las alturas en México, algunos médicos franceses continuaron nutriendo sus estudios en tierras americanas. Gilbert Viault -discípulo de Bert e impulsado por este-, viajó a Perú en 1889 y realizó su investigación en Morococha. Viault estudió el incremento de los glóbulos rojos en la sangre de las personas que habitaban o bien ascendían a la altura, conocido con el nombre de policitemia. Para Viault, “este fenómeno podía ser una adaptación del organismo a un ambiente con oxígeno enrarecido”,36 es decir, sus estudios daban cuenta de la existencia de mecanismos compensatorios. Todos los estudios mencionados, tuvieron la subvención de sus respectivos gobiernos. Para el caso francés los intereses de expansión económica contaban tanto como los políticos.37

Whymper tuvo una tendencia general alineada a las figuras de Coindet, Vergara y Viault, con respecto a la capacidad adaptativa del organismo humano a la presión atmosférica en lugares de altitud considerable. A pesar de dar a conocer al lector que no fue sino a su regreso a Londres que prestó atención al trabajo de Bert, se muestra tan familiarizado con sus investigaciones que llega incluso a nombrar una discusión suscitada en torno a Bert y sus pupilos38 en la Academia de Medicina de París. Sin embargo, poco o nada nombra a Coindet, ni Vergara, ni Viault, tomando en cuenta que la segunda edición de Travels Amongst the Great Andes of the Equator se realizó en 1892. Si bien podría argumentarse que las conclusiones de Whymper estuvieron enfocadas en el componente de los gases corporales y en la frecuencia respiratoria, a diferencia de, por ejemplo, los estudios hematológicos de Viault, el silencio sobre las tesis de Coindet y sobre todo la de Vergara, caso que implica una producción de conocimiento científico en la América Latina, son sepulcrales.

La manera en que la escritura de Whymper aborda su discusión con Bert,39 responde a una estrategia retórica que juega a señalar pero no condenar, inculpar pero no castigar. Es decir, establece un distanciamiento evidente, pero otorga una venía a su vez. Esta actitud en la escritura quizá se deba justamente a la intención de expresar ingenuidad, una ingenuidad que vela esa otra información que debilitaría el argumento científico que se pretende demostrar. Al disputar y a la vez dar resalte a la autoridad de Bert, conduce la mirada lejos de otros aportes, como el de Coindet, y mantener así un lugar en la verdad científica, además de mantener el aura de novedad al incluir al montañismo como una disciplina y laboratorio favorable para la investigación fisiológica. Ahora bien, esta estrategia retórica no se vuelve a palpar en ningún otro caso más. Lo curioso de la escritura de Whymper es que al referirse a las “autoridades”, sobre todo en temas geográficos, llega incluso a ridiculizar a sus predecesores, todos ellos fallecidos con bastante antelación a la publicación de Travels Amongst the Great Andes of the Equator. Y una herramienta esencial para realizarlo, es justamente el apoyo de sus habilidades y conocimientos en el arte del montañismo.

5. El laboratorio andino

Para Whymper los Andes del Ecuador distaban mucho de ser su primera opción como escenario de investigación. La cordillera de los Himalayas ofrecía ser el lugar óptimo. Sin embargo, la expedición no fue posible debido a que el Imperio Británico había impuesto una frontera científica a la India, probablemente en alusión al estallido de la Segunda Guerra Anglo-Afgana en 1878. Así también, a causa de la Guerra del Pacífico, se vió imposibilitado de visitar las más altas montañas de la cordillera de los Andes. Finalmente, resolvió dirigirse hacia los Andes de la República del Ecuador, “el país restante de mayor altitud al que se podía acceder”.40

En las páginas introductorias del libro menciona que el Chimborazo había llamado su atención por su gran elevación sobre el nivel del mar (6523 m41 según Humboldt). Su objetivo era establecer campamentos en alturas gradualmente mayores hasta alcanzar la cumbre. Al no tener la certeza de poder llevarlo a cabo, puso en mente a la vez otros objetivos: determinar las alturas de las principales montañas de la Sierra ecuatoriana, realizar comparaciones entre el punto de ebullición, y recopilar y contrastar información obtenida de los aneroides y el barómetro mercurial. Se añade también la toma de muestras y colecciones de botánica y zoología a grandes altitudes. Resalta, particularmente, que no tenía interés alguno en el comercio, la política o los curiosos comportamientos de los habitantes.42 Sin embargo, los relatos en torno a esos “curiosos comportamientos de los habitantes” son numerosos, así como la gran cantidad de grabados que dedica a los nativos y a varios objetos materiales propios de la cultura local. A esto se unen las intensas descripciones que dedica a sus modos de relacionarse con arrieros, indígenas, autoridades locales, etc. En varios pasajes denota esa lógica propia de la escritura de los relatos de viaje europeos, sobre todo británicos de inicios de siglo, donde la conquista no es ya la conquista de reinos sino de emplazamientos; ya no se superan problemas militares sino logísticos, donde la ineficiencia, la falta de compromiso de los arrieros y porteadores, el desafío de los caminos, la incomodidad y precariedad de las posadas, son elementos constantes del día a día.43

Uno de los datos que llama la atención del relato de Whymper, para dar inicio a su explicación sobre la cuestión de la presión atmosférica en América, es una cita que toma de Darwin, quien, al transitar por el Paso de Portillo en los Andes Chilenos, a 4000m y afectado por la altura, menciona: “ciertamente el esfuerzo de la caminata fue extremo y la respiración profunda y laboriosa. Es incomprensible para mí cómo Humboldt y los otros fueron capaces de ascender a una altura de 19.000 pies”.44

Whymper plantea en su libro un extenso manejo de autores sobre los Andes ecuatoriales. Utiliza al menos la referencia de los trabajos (diversos, además, en su campo), de quince autores, entre los que resaltan Humboldt, Boussingault, Hook, Prescott, La Condamine, Maldonado, G.W. Stevenson, Villavicencio, Reiss, Stübel, Thielman, Jorge Juan. Como todo viaje a las Américas, el de Whymper no está solo mediado por los datos de los autores que maneja sino también por toda una red de contactos que le permitieron desenvolverse en el territorio americano.

Whymper, quien entonces contaba con 40 años de edad, arriba a Guayaquil junto a los Carrel, sus guías italianos. Uno de ellos, Jean-Antoine Carrel, de 52 años, era un viejo conocido, guía y rival de Whymper, a quien ya había servido previamente en sus viajes por los Alpes y con quién mantuvo disputas y desencuentros en los intentos previos a la conquista del Cervino. Los Carrel tenían entre sus oficios, aparte de servir como guías de montaña, armar los campamentos, cargar los barómetros mercuriales, verificar las rutas posibles de ascenso a las montañas, entre otros.

Al final de la introducción y a lo largo de todo el libro, relata sobre las redes de contactos que emprendió previamente y durante el viaje a la Sierra ecuatoriana. Entre algunos nombres consta el del presidente del Club Alpino Inglés, Charles Edward Mathews, quien en aquellos años también se desempeñaba como miembro del ayuntamiento de Birmingham,45 y el Cónsul General de Ecuador en Gran Bretaña, quienes facilitaron una constatación de que sería bien recibido en el país por parte de la entidad máxima del país, el Presidente Ignacio de Veintemilla. A esto se suma el apoyo de Mr. Chambers, Cónsul Británico en Guayaquil, quien colabora con posada, así como con la información de mediciones obtenidas por uno de los barómetros que deja Whymper en sus manos, sin contar con todos los contactos que el Cónsul habrá sin duda puesto a disposición.

La figura clave, en lo que respecta al trayecto de Guayaquil a Guaranda y la primera ascensión al Chimborazo, se encuentra en Mr. Perring, un inglés asentado en el país, quien había trabajado en numerosas ocasiones como conductor de correos del Gobierno entre Guayaquil y Quito. Mr. Peering se desempeñó como intérprete de Whymper durante las primeras semanas, siendo más tarde reemplazado por otro inglés, Mr. Verity, mecánico, quien había estado trabajando en las fábricas de Chillo. Y este, posteriormente, por el quiteño Francisco Campaña, quien acompañaría a Whymper en la segunda ascensión al Chimborazo. Whymper también recibe asistencia, sobre todo de parte de Carlos Aguirre,46 propietario de las fábricas de Chillo en Quito. Así también de Antonio Jarrín de Espinosa, Jefe Político de Cayambe y propietario del Nevado Cayambe, que facilitó toda la logística y su hacienda para la expedición de Whymper a la montaña. A todo esto, se suma la mano de obra indígena, que eran contratados por Whymper y quizás hasta obligados por los hacendado, jefes y Tenientes Políticos47 que se ofrecieron ayudar al inglés.

Whymper recibió datos “frescos” por parte del explorador y diplomático del alemán Max von Thielman, quien estuvo en Ecuador y Colombia. Este le refirió al geólogo Alphons Stübel, quien le envió una copia del libro “Altitudes tomadas en el Ecuador” del estudio realizado en los Andes, junto a Wilhelm Reiss, entre 1871 y 1873. Whymper menciona haber consultado personalmente a J. Boussingault para tener detalles sobre la ruta de ascenso que este había emprendido, sin éxito, 48 años antes junto al coronel Francis Hall. A raíz de todo, esta estructura de redes, Whymper compone posteriormente la narración que estructura sus argumentos en pos de validar su autoridad científica. Una autoridad, que como se intentará demostrar en la siguiente sección, está sostenida desde la altura, desde una construcción egocéntrica de la capacidad de mirarlo todo.

6. Entre cumbres, mapas y relaciones de poder: hacia una interpretación de las verdades científicas

En la narración de Travels Amongst the Great Andes of the Equator sobre el acercamiento y ascensión al Chimborazo, es constante la discrepancia sobre los datos geográficos que establecieron sus predecesores, ante todo en referencia a la cordillera que él identifica entre el Chimborazo y Bodegas de Babahoyo, y no menos con respecto a lo que escribieron Humboldt y Boussingault sobre el Chimborazo y las altas montañas del Ecuador.

Whymper hace notar que los mapas de la época, como el de Manuel Villavicencio,48 estaban esbozados a partir de las versiones de La Condamine y Maldonado. En dichos mapas no aparecen montañas de importancia entre Guaranda y la costa, él mismo llegó a suponer que los declives occidentales del Chimborazo descendían sin interrupción hacia el Pacífico. Whymper identifica no solo montañas de importancia sino toda una cadena, cuyas dimensiones, en anchura y longitud, representan el doble de la cordillera del Mont Blanc. Whymper propone nombrar a esta cadena montañosa como “Cordillera del Pacífico del Ecuador”.49

Después de hacer una descripción sobre las falencias de los mapas de La Condamine y Maldonado, así como una breve narración biográfica de Pedro Vicente Maldonado, dice que deja totalmente de lado los mapas de estos académicos, empezando de nuevo. Dice también que su Mapa de Ruta puede ser de ayuda para viajeros entre la costa y Quito, validando así su trabajo, no solo en términos de resignificación cartográfica, sino organizando su discurso con el fin de posicionar su trabajo en términos de rigurosidad científica.

El debate con los predecesores continúa en una escala aún mayor, cuando increpa y da un vuelco a los datos y relatos tanto de Humboldt como los de Boussingault con respecto al Chimborazo. Estos dos naturalistas estuvieron vinculados a la producción científica que se realizaba en el Ecuador. Boussingault, miembro de la Academia de Ciencias de París, validaba y recomendaba trabajos de científicos americanos, como los de Carlos Aguirre y Gabriel García Moreno, que fueron presentados a la Academia a través de Boussingault.50 Estas producciones, ligadas a las montañas ecuatorianas, fueron traducidas al alemán de la mano de Humboldt. Según Sevilla y Sevilla, que aquellas traducciones hayan sucedido, tenían una alta significación, puesto que Humboldt era el máximo referente y legitimador del conocimiento sobre América, y por ende, su figura omnipresente cubría todo el discurso científico sobre Ecuador durante el siglo XIX.51

Whymper pone en evidencia una serie de errores. Sus predecesores no hablan de las cumbres del Chimborazo, sino de la cumbre. Y va más allá: “ (...) en un pasaje bien conocido de Asie Centrale, que se ha tomado en cuenta para muchos trabajos geográficos, Humboldt dice terminantemente que nunca vio glaciares en el Ecuador”.52 Y aún más: para Whymper, el Chimborazo ofrecía un espacio ideal para su investigación, ya que tanto Humboldt como Boussingault no tenían práctica en el arte del alpinismo ni disponían del “auxilio profesional” (entendida en alusión a la experticia de los guías italianos), puesto que habían dicho llegar a tan alta altura (5878 m el primero, y 6003 m el segundo) y habían bajado en extraordinaria celeridad:

[...] My perplexities were increased when I saw Chimborazo from Guaranda, and studied the mountain in connection with the narratives of these two famous travelers. I was roughly disillusioned. Accepting its height as 21,425 feet, a fair notion could be formed where 19,500 feet would come; and it was evident that no one could stand at that elevation, at any part of the mountain, without having glaciers in front, behind, and upon each side, and that no one could gain that elevation without, also, passing over glacier.53

En un tono de matices irónicos -y hasta de cierto sarcasmo-, Whymper hace un cálculo sobre la celeridad con la que bajaron los naturalistas, sobre todo Humboldt, en contraste con sus descripciones sobre el terreno, lleno de peligros, donde la inseguridad del piso hacía necesario tener mayor precaución que en la subida, sumando además las inclemencias del clima, y sobre todo tomando en consideración que habían subido cargados con barómetros y recolectando colecciones geológicas.54

La narración del proceso de ascensión que culmina con la cumbre el 4 de enero da a conocer las pericias de caminar y hasta gatear durante varias horas sobre la acumulación de nieve blanda, sumado el manejo tormentoso del barómetro para establecer datos. Siguiendo el relato de sus predecesores, sugiere que el punto máximo al que estos llegaron no fue mayor a los 5600m, y no de 5900 o 6000, como ellos habían dicho. La ascensión volvió a repetirse el 3 de julio, en compañía de dos locales: el intérprete Francisco J. Campaña de Quito, y David Beltrán de Machachi.55 Al primero hará declarar, de forma detallada y extensa, ante el Cónsul Británico en Guayaquil todo lo correspondiente a este último ascenso.56

La declaración tiene un componente capcioso. No se trató de una declaratoria realizada en frente del Presidente de la República, tampoco le interesó a Whymper dar a conocer el suceso en los diarios locales. Lo hace en Guayaquil, quizá la única ciudad de la cual no habla con cierto desagrado y frente al Cónsul británico señala al menos dos cosas. La versión escrita de un local dió un peso extra a la credibilidad de haber subido por dos ocasiones a la montaña, puesto que, además de contar con registros fotográficos, necesitó de la versión escrita de un tercero para oficializar su ascensión, pues de sobra sabemos el sustento que representa la letra en el mundo occidental. Y por otro lado, quizá evidencie un trasfondo que Whymper nunca llegó a mostrar, quizás por el enlace de lo que ya se había realizado en México, es decir, el rasgo fisiológico de la adaptación a la presión barométrica que podía aportar los agentes locales acostumbrados a vivir en la altura.

Ahora bien, regresando a las consideraciones sobre el Chimborazo, en su estrategia de redacción, Whymper utiliza términos que resaltan el proceso de mitificación de la montaña, ineludiblemente relacionada con la figura de Alexander von Humboldt. En alusión a una cita tomada del primer volumen de Aspects of Nature, en la que el naturalista menciona que hasta 1820 se creía aún que el Chimborazo era la montaña más elevada de la tierra, Whymper recalca el impacto que el coloso provocó en Humboldt: el sabio prusiano, ya en su avanzada edad, “donde los hombres no hablan sin pensar lo que dicen, declaró que él estaba persuadido todavía de que era la montaña más grande del mundo”.57

Juan Pimentel, en su análisis sobre Humboldt y el Chimborazo, subraya el sentido de fama que la montaña tenía para aportar en la figura de Humboldt; intentar la ascensión fue un acto simbólico cuyo peso representó un lugar en la memoria del conocimiento: “las montañas, como los sabios, también tienen su fama”.58 No es fortuito que, ochenta y un años después, al publicarse el trabajo de Whymper, este rastro mítico del Chimborazo, vinculado a la figura de Humboldt, resulte un componente ineludible.

La narrativa de Whymper a su vez compagina esta semántica humboldtiana con las apreciaciones locales. Según el alpinista inglés, la creencia de la sociedad ecuatoriana sobre el Chimborazo se sostenía en el carácter inaccesible de su cumbre. En un episodio anecdótico con el Jefe Político de Guaranda, Whymper dice haberse sorprendido por la visita y el comentario de la autoridad guarandeña. Por entonces corría el rumor de que el inglés había llegado a la zona en búsqueda de tesoros: era muy poco creíble que alguien estuviese decidido a emprender la ascensión, ya que todo el mundo concebía dicha empresa como imposible. Es común encontrar en los relatos de viajeros la referencia de locales sobre su interés por los tesoros. Sin embargo, no hay que descartar el componente retórico que podría estar utilizando Whymper para hacer aún más sustancioso esa semántica humboldtiana sobre el Chimborazo, sin importar que eso implique reducir a los locales a simples agentes deseosos de tesoros.

Ahora bien, ¿de qué manera el trabajo de Whymper, las discusiones y, en cierto sentido, las desvalorizaciones que planteó, fueron recibidas en el ámbito científico?, ¿de qué manera dispuso el abanico de representaciones y construcción de sentido del espacio andino para legitimar su forma específica de significar la realidad o, me atrevería a decir, la autoridad en torno a las verdades científicas?

7. Entre la verdad científica, el rendimiento corporal y “el arte del montañismo”

El escenario en torno a Whymper es doble, por un lado, está un ambiente de confrontación de las singularidades de discusión científica que produce y, por el otro, toda una estructura científica que no solo lo ampara, sino que lo celebra. La singularidad y pertinencia de la discusión científica que establece Whymper viene dada por la distinción entre los síntomas de mal de altura producidos por el agotamiento. Para ello instala no solo campamentos sino la viabilidad más accesible, en términos de dificultad, para ganar altura de forma progresiva. A esto se adhiere sus lecturas sobre el efecto de la disminución de la presión atmosférica en las personas que lo acompañan. Para el caso de los Carrel, vale subrayar, no conocían este lado de la expedición, y quizás nunca lo supieron. El rigor de los datos incluye el tiempo de permanencia en los lugares, tambos y campamentos, recolección de muestras de Historia Natural, la fotografía a la par del uso del grabado como mecanismo que hace posible, entre otros aspectos, registrar en términos morfológicos a la montaña. Uno de los componentes esenciales de su investigación, es el uso del cuerpo como herramienta, un uso que, como propone Michel Reidy, está presente no solo en Whymper sino que es una constante en el círculo de los montañistas victorianos del Club Alpino inglés.

La concepción del cuerpo como objeto y herramienta está inscrita en la nueva propuesta teórica de Darwin. Como explica Reidy, “Los tres textos fundacionales del montañismo Británico -Hours of Exercise de Tyndall, Playground of Europe de Stephen, y Scrambles amongst the Alps de Whymper- fueron publicados en 1871, el mismo año de El origen del Hombre”,59 y tienen como principio la inscripción en la línea darwiniana de ver al cuerpo humano “como un animal, un espécimen, y un objeto experimental”.60 A esto se añade los aportes de la termodinámica que facilitaron la concepción, también del cuerpo, como un motor-máquina. Estos dos aspectos están muy presentes tanto en los procedimientos como en la actitud científica de Whymper.

Si se realiza un acercamiento a lo que Whymper entiende por “el arte del montañismo”, este responde a algunos aspectos que ya señaló, dieciséis años antes de Travels Amongst the Great Andes of the Equator, en Scrambles amongst the Alps.61 Su concepción tiene como base en primer lugar el impulso hacia lo desconocido. Dicho espacio desconocido responde justamente a que la excursión tenga la exclusividad de ser realizada o completada por primera vez. Ir más allá de los límites del común turista, así como la exposición subsecuente a los riesgos considerables del terreno alpino (roca y glaciar), implica una diferenciación social que señala al cuerpo como el principal motor de dicha diferencia, es decir, poner a prueba la capacidad física en la exposición de ambientes que podrían ser considerados como “extremos”. A esto se juntan las técnicas propias del alpinismo, el uso de equipo básico, como una herramienta de extensión del cuerpo, es decir, un engranaje subsecuente de la herramienta principal que es el cuerpo humano. Finalmente se toma en consideración el conocimiento que solo puede otorgarlo a partir de la experiencia en el terreno. En Travels Amongst the Great Andes of the Equator la lectura de la montaña, saber interpretar el terreno, responde a un aspecto imprescindible de este arte: saber distinguir a la distancia los aspectos morfológicos de la montaña y a partir de ellos visualizar las posibles rutas de acceso. Para ello es necesario un manejo diestro en disciplinas científicas como la Geografía. Sin embargo, la técnica del juego de colores que lo convierte en arte es sobre todo demostrar que ascender, es siempre posible, y que esa posibilidad se conjuga plenamente con la actividad científica, la puesta en práctica de las verificaciones y experimentos.

Es evidente el resalte de una masculinidad victoriana, enfocada sobre todo en el cuerpo como máquina y extensión de la curiosidad científica. Sin embargo, el espíritu masculino no se agota en las aseveraciones de Reydi, puesto que este aspecto no es ajeno a la tendencia del espíritu del círculo científico y editorial victoriano de las últimas dos décadas que merodea tanto a las condiciones de posibilidad de viaje como a la publicación de Travels Amongst the Great Andes of the Equator. Estas condiciones abren espacios para considerar la carga subjetiva que contiene la ciencia, donde el contact físico y sensorial transitan libremente en los dominios de la práctica científica.62 Como bien expresa Pimentel, “la ciencia no es una actividad inmaterial, carente de un lugar donde se representa, una práctica discursiva que sucede al margen del cuerpo de quien observa y experimenta”.63 El saber científico es a la vez un contacto corporal, sensorial y emotivo con el mundo, donde lo subjetivo como lo simbólico intervienen en el conocimiento del espacio. Por lo tanto, en la concepción del cuerpo como máquina, transitan componentes donde la carga subjetiva manifiesta motivos y tensiones, presentando un espacio que, para el caso de Whymper, responde a un elemento algo más aéreo, más cercano a los sentidos de la cartografía.

8. En busca del sujeto egocéntrico

El trabajo de Whymper fue publicado por la famosa firma John Murray. Esta empresa editorial,64 ya de larga tradición en Europa, iniciada en 1768, publicó varios títulos de éxito comercial notable, como el El origen de las especies de Darwin, y Principles of Geology de Charles Lyell. La editorial, entre los años 40 y 91, estuvo a cargo de John Murray III, nieto del fundador de la firma, quien publicó, bajo su autoría, varias guías de viaje, dirigiendo no solo los trabajos de impresión de Darwin y Lyell, sino también las obras de autores como David Livingstone, Samuel Smiles, William Gladstone, entre otros. Cabe resaltar que Murray era miembro de la RGS, la cual, en el Obituario del Proceedings65 de mayo de 1892, destaca que “uno de sus últimos actos en el ámbito del negocio de los libros fue ver y felicitar al Sr. E. Whymper por la publicación de su libro sobre los Andes”,66 recalcando que era un volumen de peso considerable mientras lo revisaba en detalle. Otro de los nombres que rodea a Whymper es el de H.W. Beats, quien de joven había sido recomendado por Murray para la ocupación de ciertos cargos al interior de la Real Sociedad Geográfica y fue quien, al momento de desempeñarse como Director de la misma, dirigió el Supplementary Appendix to ‘Travel Amongst the Great Andes of the Equator’, un volumen considerable, también publicado por John Murray, cuyo trabajo tuvo el aporte de otros 14 especialistas en Historia Natural que se dedicaron a clasificar e identificar las muestras que había traído consigo Whymper.

Cada año, desde 1839, la RGS se dedicó a condecorar los trabajos que en su criterio eran los más importantes y de mayor aporte a las ciencias geográficas en términos de exploración, elaboraciones cartográficas e incluso Historia Natural. Es curioso notar que la otra condecoración, la Founder’s Medal de 1892, el mismo año de la condecoración de la Patron’s Medal a Whymper, fue entregada a Alfred Russel Wallace, “En reconocimiento del altísimo valor geográfico que contienen los trabajos del gran conocido naturalista, explorador y codescubridor, junto a Charles Darwin, de la teoría de la selección natural”.67

Estas condecoraciones, realizadas ya a finales de siglo, abren cierta posibilidad de interpretarlas en clave de la preponderancia del paradigma darwiniano en la racionalidad científica europea. Quizá Whymper no sea sino la figura culminante de la validación y la legitimidad que otorgan las líneas abiertas por la teoría de la evolución y el adaptacionismo, donde mirar el cuerpo como objeto de comprobación científica y espécimen evolutivo por excelencia, calza precisamente con el acontecimiento de pisar una cumbre que, aparentemente, nunca había conocido la presencia de un organismo humano.

La condecoración a Whymper, “Por su mapa de ruta y estudio detallado sobre los grandes Andes del Ecuador”68 especifica una historia doble. Según Ana Sevilla, los mapas tienen “por un lado, la evolución de las redes sociales donde se mueven los productores de mapas, sus patrocinadores y sus consumidores; y, por otro lado, el debate alrededor de preguntas epistemológicas sobre su función como documentos de precisión”. Este mapa es una carta dividida en cuatro secciones: a la derecha se ilustra todo su trayecto durante el tiempo empleado en el Ecuador, con los datos de las ciudades y demás asentamientos humanos, así también en detalles sobre las montañas a las que ascendió. A la izquierda se muestra, de abajo hacia arriba, la lengua de glaciar Débris,69 delineando la ruta de la primera ascensión del Chimborazo -en el aspecto sur de la montaña-, una entera del coloso andino, y el flanco occidental del nevado Cayambe. A diferencia de otros mapas realizados sobre el Ecuador, el de Whymper, sobre todo el que dedica por entero al Chimborazo, tiene una particularidad que no pasa desapercibida. En este recuadro no hay líneas cartográficas comunes, se dedica por entero a una suerte de retrato aéreo del macizo, identificando y bautizando con los nombres de sus predecesores, además, casi en su mayoría -puesto que él mismo señala no haber podido ver uno de los aspectos de la montaña- las ramificaciones de glaciar que descienden de la cumbre hacia el valle y las quebradas. Whymper no solo desprende de toda autoridad, por así decirlo, a sus predecesores, sino que incluso resalta por completo la suya, al autorizarse a sí mismo para nombrar los glaciares constitutivos del Chimborazo, la antecumbre, así como lo hace en las otras altas montañas (Cayambe, sobre todo). Whymper, aparte de desechar los mapas de La Condamine y Maldonado, apenas nombra a Villavicencio en una de sus notas al pie de página, para especificar que si los anteriores describen precariamente la cadena de montañas que él identificó, en el de Villavicencio no aparece nada. Cabe decir que la obra de Villavicencio, Geografía de la República del Ecuador de 1858, fue reconocida en 1865, al ser nombrado miembro corresponsal de la RGS.70

La disputa por la apropiación de la capacidad de reorganizar el territorio a partir de la elaboración de mapas, da muestra de la dinámica que se emprende por la pertinencia del conocimiento geográfico, y con ella el incremento del prestigio. Se podría interpretar la escritura y actitud de Whymper frente a la comunidad científica local, como el ejemplo de una mirada localizada desde arriba, que minimiza por entero su producción. Valdría sugerir que esa mirada desde arriba, responde justamente a las estrategias de escritura en apariencia sustentadas en un proceso de diálogo y comprobación. Sin embargo este supuesto diálogo no termina siendo un diálogo real, sino un encuadre de comprobación, descalificación y desecho. En una primera instancia, ese diálogo y esa comprobación parecen generarse en términos horizontales, un enfrentamiento con los mapas desde la mirada producida en y sobre el terreno y, claramente, de su inspección e inmersión. En ese sentido, lo elaborado por Maldonado y Villavicencio, es una carta guía: Whymper trabaja sobre lo ya hecho, y aunque lo aplica a modo de corrección absoluta, necesita de esos trabajos para consolidar su posición de legitimidad: suprime algo que no puede dejar de señalar.

Las cartas y los planos tienen, como todo discurso, no solo una referencia directa de la representación, sino que también hablan acerca del emisor y el destinatario.71 Más allá de elaborar una imagen de la naturaleza en términos de verdad o falsedad, “los mapas redescriben el mundo, al igual que cualquier otro documento, en términos de relaciones y prácticas de poder, preferencias y prioridades culturales.”.72 En este encuadre se puede decir que los mapas son, ante todo, un lenguaje de poder.73Toda cartografía, y sobre todo el mapa peculiar del Chimborazo, es una imagen que documenta un elemento a saber: la carga egocéntrica del científico-alpinista. No es fortuito que el mapa aéreo, visualizado desde lo alto, nombradas (bautizadas) sus partes desde lo alto, acentúe la conquista no solo de una montaña sino de las verdades científicas. Whymper está tanto en la verdad (su círculo editorial y científico) como en la cúspide de la actividad imperial por excelencia (la conquista de una montaña que ni alemanes ni franceses lograron concretar). El Chimborazo es una multiplicidad de significados que este explorador se encarga de debatir, conquistar y resignificar, es el juego del incremento de un poder simbólico: decir yo estuve aquí, yo llegué a la cumbre, yo conquisté lo que otros no pudieron, soy yo quien dice la verdad y está en la verdad. Las significaciones, como bien expresan Hering y Pérez, no son espacios vacíos, “son campos de cultivo de configuración y transformación de las relaciones de poder”.74 Los encuentros son una lucha por la significación, la construcción de un sentido sobre la realidad que es finalmente legitimada en los círculos o campos científicos pertinentes. Aún hay una pregunta más y es ¿a costa de qué se legitima este discurso, esta actitud?

9. Una mirada imperial o la subjetividad masculina de la ciencia

Los ideales del prestigio científico vinculado a América y concretamente al espacio andino dan cuenta de una larga tradición de personajes que pasaban, como dice Neil Safier, “gran parte del tiempo escalando picos volcánicos, cruzando ríos embravecidos, y resguardándose de vientos helados, todo para transformar el escarpado paisaje andino en trazos entrecruzados de formas angulares sobre el papel”.75 Desde el siglo XVII quienes encabezaban las expediciones eran miembros -o lo serían, eventualmente- de las prestigiosas academias científicas europeas.76 La disputa fue sobre todo al acto de recordar y olvidar, en cierta medida, expresada en la enorme proliferación de textos, configurando “nuevas estrategias para eliminar lo que se había escrito anteriormente”.77

Neil Safier realiza una minuciosa indagación sobre el trabajo de Maldonado, sobre todo en lo que se respecta a la publicación póstuma de su célebre mapa, trabajo que, sumado a varios apuntes que deja a su amigo y colega La Condamine poco antes de dirigirse a Londres, donde falleció súbitamente, da indicios sobre las miradas del quehacer cartográfico. El científico riobambeño deja anotaciones sobre las correcciones que debieron hacerse con respecto al mapa, lo cual, en lo que le permitió rastrear a Safier, fueron por entero omitidas. Maldonado hace llamar la atención, específicamente sobre un elemento que específicamente nos compete:

[...] escribió a La Condamine que la separación entre Europa y el Nuevo Mundo <>. Maldonado nunca tuvo la oportunidad de mirar la versión terminada de su mapa de la provincia de Quito. Pero ya desde antes de su muerte parecía entender que a partir de la perspectiva de París, los Andes se verían aplanados y sus características disminuidas.78

Whymper, en este contexto, es una línea referencial de cómo la producción en América muchas veces retorna en efecto de una banda de Moebius: su bucle invertido no responde a lo que se dice, tampoco a la disputa por el prestigio ni al círculo académico que ampara aquello que se dice. Lo que esta línea referencial devela es el resurgimiento de lo que no pudo ser dicho, esa realidad que subyace en silencio, el proceso de su oscurantismo, que dice una certeza que no llega a ser amparada, pero resurge a flote, a veces súbita, a veces lentamente.

Pensar cómo las imágenes llegan a nosotros, mediadas por toda una estructura que las hizo posibles, abre un intersticio de aquellas formas sobre la realidad que no llegan a concretarse, pero gracias al trabajo histórico, podemos desatarlas, observarlas como un espacio mediado, retocado, discutido, a partir de lo que no fue legitimado, o lo que aquí se ha denominado, siguiendo al análisis de Safier, como las formas de ver a la distancia, su reducción y el ocultamiento de ciertos aspectos. Hoy sabemos que el mapa de Whymper sobre el Chimborazo también tiene una gran falencia, él solo identifica dos cumbres, cuando en realidad el macizo compone cuatro en total. También regresa la pertinencia de su medición, la cual establece como de 6247 m. Durante más de un siglo se mantuvo sin razón aparente, la medición de Reiss y Stubel, que era de 6310m. Hoy la altura oficial es de 6268 m, apenas 21 metros menos que la calculada por Whymper. En abril de 2016 se realizó un cálculo de medición estimada desde el centro de la tierra, lo cual declara al Chimborazo como el punto más cercano al sol, y lo ha regresado, nuevamente, por un momento, al centro de la novedad científica.

Maldonado no adapta los métodos a modo de receta de La Condamine a su trabajo; Villavicencio llega a ocupar un lugar importante en el contexto científico inglés. El espacio andino no solo está, desde Humboldt, en la mira de la investigación científica de Occidente, sino que los locales ocupan posiciones evidentemente centrales. La mirada desde arriba, que tanto sustenta los modelos rígidos de centro y periferia, condiciona la validez de los trabajos americanos. Nada menciona Whymper sobre la comunidad científica de la Sierra ecuatoriana, jamás nombra a los Martínez, sobre todo Augusto Martínez (ni a otros estudiantes de lo que fuera la Universidad Politécnica fundada por García Moreno), que desde los años sesenta llevaba realizando una importante contribución a las ciencias, sobre todo en el campo de la geología y vulcanología. Al igual de lo que se sucede en el campo de la fisiología, hay un ocultamiento que permite resaltar la validez y la autoridad científica, no solo en la descalificación de trabajos que sobrepasan los cien años de antigüedad, sino en la imagen desértica, casi libre de cognición del sujeto andino. Es quizá como una versión moderna de la imagen del indígena en la conquista, siendo un otro abyecto, que ni siquiera participaba de la matriz de subjetividad.

Que se haya condecorado a Whymper y Russel Wallace en 1892, quizá responda al esfuerzo de subrayar esa doble condición que ampara la subjetividad masculina victoriana. Por un lado la inspiradora teoría Darwiniana de encontrar en el cuerpo, el espécimen, una herramienta legítima de investigación, y por otro, el posicionamiento aéreo de la mirada sobre los objetos de conquista, mirada que permitió nombrar aquello que se quería estudiar en lo que empezó a ser ya un viejo nuevo mundo. Todos los glaciares que identifica Whymper con nombre de personas, a excepción de uno (al que nombra como García Moreno), responden a personajes europeos de ciencia. Tibiamente, hasta con cierta sorpresa, accede a nombrar a la menor de las dos cumbres que identifica en el Chimborazo como cumbre Veintimilla, tras la solicitud de este. Evento capcioso, puesto que Whymper, después de que el Presidente menciona que había creído que el Chimborazo tenía treinta mil pies de altura (9100m), dice haberle contestado: “Perdóneme, su Excelencia, (…) uno no puede proponer la asociación del nombre Veintemilla al de un pico de treinta mil pies de altura”.79

Realizar un acercamiento histórico a este tipo de dinámicas entre viajeros y tierras andinas, puede contribuir a ponderar el nivel de influencia que generaron en la mirada sobre los altos Andes y que aún hoy utilizamos para representarlos. Muchos de quienes practican el montañismo hoy en día en los Andes, incluso la subdisciplina más comprometida, la escalada alpina,80 podrían identificarse con ese arte del montañismo que predica Whymper. La reciprocidad histórica permite justamente esto, deconstruir y desfamiliarizar esas miradas, comprendiendo el trasfondo de su carga subjetiva y los significados de poder que conlleva.

10. Conclusiones

Whymper se localiza en una concepción distinta al uso común que se ha dado al término viaje, es decir, ya no como una búsqueda de recursos naturales sino en la búsqueda de una reputación a raíz del conocimiento. Esto no desplaza en absoluto la mirada imperial, más bien la localiza en otro ámbito. Para consolidar una reputación, una autoridad científica, se requiere una consolidación de la figura egocéntrica masculina que disputa las verdades científicas a la par que la ridiculización de los predecesores, así como del ocultamiento de aportes, figuras o estudios pertenecientes a los ámbitos locales. Esta figura egocéntrica está constituida por un espíritu científico victoriano de fines de siglo, en el que se conjuga la concepción del cuerpo, desde la teoría darwiniana y los aportes de la termodinámica, a la vez como máquina y herramienta de investigación.

Whymper no llega de manera súbita al Ecuador, viene con toda una red de contactos e información, desde viajeros que estuvieron en años anteriores, hasta con una garantía por parte del Presidente ecuatoriano. A partir de esa red, y lo que halla en su paso del Litoral a la Sierra, produce un juego de correcciones en términos cartográficos con sus predecesores, así también con respecto a una suerte de desmitificación del Chimborazo al resignificar las ascensiones previas y lo que se había dicho con respecto a los glaciares. Whymper, en este sentido, realiza una corrección directa a Humboldt y Boussingault, dos figuras que eran autoridades sobre el conocimiento en América en Europa.

El libro de Whymper cumple una estrategia narrativa que impacta, en primera instancia, por el aparente manejo detallado y vasto de autores que han estado directa o indirectamente relacionados tanto con la temática de investigación a abordar como con los Andes ecuatoriales. En esta narrativa combina estrategias retóricas en las cuales sustenta una enunciación de autoridad, asegurando así una reputación que termina siendo incluso condecorada. Las estrategias retóricas están sumergidas en formas de señalar pero no condenar, a la vez que señalar y ridiculizar, tal y como lo demuestran sus apreciaciones sobre Paul Bert, por un lado, y Villavicencio y Maldonado, por el otro. Esta narrativa, cuya expresión es propia de los viajeros de inicios de siglo, en el que se combina el reporte científico con el carácter literario de un diario de viaje, denota en lo que oculta el lugar de su autoridad: no decir sobre ciertos trabajos de ideas afines y mostrar como un desierto a la producción científica local, en cierto modo facilita la conquista del saber y su lugar en la verdad.

Uno de los mecanismos fundamentales que sustenta la investigación y comprobación científica de Whymper, es, como ya se dijo, la concepción utilitaria del cuerpo. Whymper es uno de los fundadores de la concepción del cuerpo como herramienta dentro del campo del alpinismo. Otro de los mecanismos fundamentales tiene que ver con la estructura social que sostiene al libro en sí. John Murray es una firma editorial especializada en la publicación de trabajos científicos, así como de literatura de viajes. Su dueño, John Murray III, es el heredero de una empresa creada en 1768. Además de viajero, y pionero en la creación de guías de viajes, fue miembro de la RGS, entidad que resalta en los eventos posteriores a la publicación del libro de Whymper. La RGS, vinculada evidentemente a la editorial mencionada, es la institución que ampara y valida el trabajo de Whymper, concediéndole una de las más altas condecoraciones por su elaboración de mapas. El mismo año se concede la Founder ‘s Medal a Alfred Russel Wallace, el co-creador de la teoría de la selección natural. Whymper probablemente sea, en aquel contexto de hablar de viajes, montañas y medallas en Europa, la figura culminante en el proceso de legitimidad de la conquista imperial, una conquista que se transita en los saberes sobre los objetos de un envejecido nuevo mundo. Lejos quedan las miradas de inicio de siglo: la fascinación y el redescubrimiento de las nacientes nuevas repúblicas, se agota en estos últimos espacios donde el ideal de conquista aún parece brillar en lo alto.

Y es desde el ideal de la altura, donde se sustenta propiamente el mecanismo a partir del cual Whymper impondrá su mirada significativa sobre el espacio geográfico. Las disputas de Whymper sobre las verdades geográficas, verdades sustentadas en la subjetividad del montañista, de aquel que sube a interpretar el orden del mundo desde la altura, nos lleva inspeccionar el lugar que ha ocupado el oficio de la cartografía de los exploradores europeos. Quizá lo que sabemos hoy sobre esas dinámicas, como lo es el caso del mapa póstumo de Maldonado, y el mensaje que dejó sobre la mirada europea, esa distancia entre los Andes y París -los Andes y Londres-, que tiende a aplanar las montañas -y aplanar los espacios de saber americanos-.

Tener la capacidad de nombrar los glaciares, además glaciares que se habían dicho que no existían en los Andes meridionales, hace de sí mismo una autoridad. Quien sube a donde nadie ha subido antes, quien corrige aspectos cartográficos y determina el lugar-límite donde habían llegado sus predecesores, además de estar cobijado por una de las instituciones del más alto nivel europeo de la época, hace del juego de la disputa de los significados, y las verdades geográficas, su propio escenario, su propio patio de eventos.

Los mapas son imágenes, y en tanto imágenes responden a un encuentro cultural: las prácticas, actitudes y conductas conducen a las elaboraciones de sentidos y significados que las componen. El encuentro que podemos inferir hoy entre las correcciones de Maldonado que no fueron llevadas a cabo, su comentario sobre la distancia y la diferencia en el tamaño de las montañas entre Europa y América, así como el mapa de Whymper, nos lleva a ver un concierto de significaciones que han organizado el espacio y la discusión geográfica sobre los Andes. En este concierto de significaciones, la figura de Whymper no destaca por la imposición y validación de su autoridad, sino la de un bucle que regresa gracias a la reciprocidad histórica. Y a pesar de que quizá no hagamos más que suponer, cómo es posible que un geógrafo de la talla de Maldonado, natural de Riobamba, que buscó una ruta alternativa a la costa para evadir la dificultad que tenía el denominado Camino Real de Bodegas a Guaranda, no haya dado cuenta de las dimensiones de la cordillera que identifica Whymper entre el Chimborazo y el Litoral. La mirada y apreciación del saber sobre los Andes no responde simplemente al purismo cósmico y virginal humboldtiano, tampoco a la administración de los artefactos de investigación científica. Responden a la apreciación y la diferenciación que produce la miopía cultural y su distancia deliberada.

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* Esta investigación es resultado del marco de los estudios realizados en el transcurso del Programa de Doctorado en Historia Latinoamericana de la Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador, bajo recursos económicos personales, así como en calidad de becario del programa.

1Ver Laura Cházaro, “La fisiología de la respiración en las alturas, un debate por la patria: mediciones y experimentos”, en Perez-Siller, Javier et al. (Dir.), México Francia. Memoria de una sensibilidad común; siglos XIX-XX, t. II, (México: Centro de estudios mexicanos y centroamericanos, 1993), pp. 317- 339. Disponible en: https://books.openedition.org/cemca/857. En esta versión consultada no es posible identificar las páginas.

2Este vocablo remite a la actividad de ascender montañas (ascensionismo o montañismo) en los Alpes. Con respecto a la literatura sobre alpinismo en la época: Will, Alfred (sir.). Wanderings among the high Alps. (Oxford: Oxford University, 1856); Ball, John. Peaks, Passes and Glaciers. Excursions by members of the Alpine Club. (London: Longman, 1859); Tyndall, John. Hours of Exercise in the Alps. (London: Longmans, 1871); Whymper, Edward. Scrambles Among the Alps in the years 1860-69. (London: John Murray, 1871); entre otros.

3Gilles Modica, 1865: The Golden Age of Mountaineering: An illustrated history of Alpine climbing’s greatest era. (London: Vertebrate, 2016); Braham, Trevor. When the Alps cast their spell. Mountaineers of The Alpine Golden Age. (Castle Douglas: The In Pinn, 2011).

4Traducción mía. “For his route-map and detailed survey among the Great Andes of the Equator”. Royal Geographical Society. Medals and Awards, Gold Medal Recipients, https://www.rgs.org/CMSPages/GetFile.aspx?nodeguid=5e66a0af-8ada-4b4b-9b00-915cbc97082b&lang=en-GB

5La ponencia de Jane Insley, “‘Lower It Would Not Go’ - Travels Amongst the Great Andes by Edward Whymper in 1879-1880”, realizada para el FG XXII International Congress, en Washington, D.C. en abril de 2002 (disponible en internet), trabaja de forma descriptiva la expedición de Whymper y los pormenores del contexto científico de la época. Si bien aporta con varios datos relevantes, no existe en ello un trasfondo ni analítico ni interpretativo que aporte una mirada particular y conceptual sobre dicha expedición y dicho contexto.

6Michael Reidy, “Mountaineering, Masculinity, and the Male Body in Mid-Victorian Britain”, en Osiris, Scientific Masculinities, 1 (2015): 158-181.

7McQuillan, Gene. “A Reputation as an Explorer: Journeys to Chimborazo”, en Interdisciplinary Literary Studies, 3, 1 (2001): 106-123.

8Bruce Hevly, “The Heroic Science of Glacier Motion”, en Osiris, Science in the Field, vol. 11, Chicago, The University of Chicago Press, 1996, pp. 66-86.

9 Hansen, Peter. “Albert Smith, the Alpine Club, and the Invention of Mountaineering in Mid-Victorian Britain”, en Journal of British Studies, 34, 3 (1995): 300-324.

10Roger Chartier, El mundo como representación, (Barcelona: Gedisa, 1992), 50.

11Carta de la Provincia de Quito y sus adjacentes, obra póstuma publicada en París, a cargo de M. de la Condamine.

12Paul Bert, La Pression Barométrique, (Paris, Masson, 1878).

13Alexander von Humboldt, “Über einen Versuch den Gipfel des Chimborazo zu ersteigen” (1937).

14Jean Boussingault, “Ascension au Chimborazo, exécutée le 16 décembre, 1831, par M. Boussingault”. En Annales de Chimie et de Physique, por Gay-Lussac et Arago, Tomo 58, (Paris: Chez Crochard, 1835), 155-180.

15Así lo denomina Whymper: “(...) the art art mountaineering”. Travels Amongst the Great Andes of the Equator: 27. Aunque se profundizará más adelante, se puede concatenar que este “arte”, para Whymper, sugiere una capacidad de movilidad en el terreno alpino (roca y glaciar), el manejo de equipo como cuerdas y piquetas, conocimiento sobre el comportamiento del terreno, el apoyo de guías alpinos, y la actitud de apuntalar hacia lo desconocido.

16Max Hering y Amanda Pérez, “Apuntes introductorios para una historia cultural desde Colombia”, en Hering, Max y Pérez, Amanada, Historia Cultural desde Colombia, (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2012), 16.

17Max Hering y Amanda Pérez 23.

18J. B Harley, La nueva naturaleza de los mapas. Ensayos sobre la historia de la cartografía, (México D.F.: Fondo de Cultura Económica, 2005), 62; 97. Gómez Echevarría, Roberto. Mito y archivo. Una teoría de la narrativa latinoamericana (México D.F.: Fondo de Cultura Económica, 1990), 140-142.

19La edición especial difiere de la primera (1891) por la lista de cien suscriptores a las que responden los ejemplares impresos, entre los cuales resaltan, por ejemplo, The Royal Library, Windsor Castle; The Linnean Society; y The Zoological Society. La primera traducción al español (incompleta) fue realizada por César Bahamonte impresa en Quito en 1921 como Entre los altos Andes del Ecuador. Relación de viaje. La traducción íntegra, aunque basada en la de Bahamonte, fue realizada por William Orr y Jorge Gómez, con tres ediciones hasta el momento (1993, 1994, 2001) bajo el sello editorial Abya Yala, con el título Viajes a través de los majestuosos Andes del Ecuador.

20Ana Sevilla y Elisa Sevilla, “Inserción y participación en las redes globales de producción de conocimiento: el caso de Ecuador en el siglo XIX”, en Historia Crítica, 50 (2013): 83.

21Jill Fitzell, “Cultural Colonialism and New Languages of Power: Scientific Progress in Nineteenth Century Ecuador”, en Journal of Historical Sociology, 3, 9 (1996): 290-314. Hay un vacío entre 1886 y 1892, si algún recuento existe, no ha sido posible ubicarlo.

22Francis Hall (1831), William Jameson (1857) y Edward Whymper (1879-80). Echevarría, Evelio. “Early British Ascents in the Andes” (1831-1946), en Alpine Journal, 92 (1987): 61-62.

23Elisa Sevilla,. Imperios informales y nacionales poscoloniales: la autoridad de la ciencia, (Tesis doctoral), Flacso, 2011; Sevilla, Ana y Sevilla, Elisa, Pratt, Mary. Ojos imperiales, (Buenos Aires: Universidad Nacional de Quilmes, 1992); entre otros.

24Elisa Sevilla, 84-85.

25“Some Notes on Greenland and the Greenlanders. By Edward Whymper. Read before the Alpine Club on March 4, 1873”, Alpine Journal, 6 (1873): 161.

26Hansen muestra la tensión entre “gentility, masculinity, and the language of conquest”, que la tragedia generó en la prensa: en torno a los valores morales y una actividad predominantemente masculina, el montañismo es tildado a la vez como irracional y egoísta, como una actividad digna del patriotismo y del poder imperial que ha hecho de Inglaterra el gran colonizador del mundo. Hansen, Peter, 318-321.

27John Tyndall, el gran físico irlandés, destacó en el Club por varias ascensiones. Es probablemente la figura más relevante.

28Entre los más comunes están teorías sobre los glaciares, mediciones de altura, discusiones técnicas sobre barómetros, hasta acercamientos históricos sobre los lugares que se visitaban.

29Como menciona la Encyclopedia británica de 1911, (vol 3. 810-11), Paul Bert fue un reconocido fisiólogo y político francés, discípulo del gran referente de autoridad científica francesa de la época, Claude Bernard. Whymper resalta que el trabajo de Bert recibió los más altos honores en Francia. Sin embargo, los experimentos del francés, sobre todo aquellos realizados en simulaciones de altura mayores al Chimborazo, incluso una equivalente a la cima del Everest, tuvieron una duración menor a los noventa minutos y con asistencia de oxígeno cada cierto tiempo. Whymper da a comprender que son por ello insuficientes para llegar a una comprobación certera sobre el fenómeno. Edward Whymper, viii-ix.

30En el Appendix J, Whymper dedica varias páginas específicamente a sus apreciaciones sobre Bert. Sin embargo, esta discusión aparece explícita e implícita en varios momentos del libro.

31Sobre un acercamiento al balance de los estudios, tanto de campo como de laboratorio basados en grandes alturas en los Alpes, Himalaya y la Antártica, ver Heggie, Vanessa. “Higher and colder: The success and failure of boundaries in high altitude and Antarctic research stations”, en Social Studies of Science, 46, 6 (2016): 809-832.

32Cházaro, Laura, Op. Cit.; Cueto, Marcos. Excelencia científica en la periferia. Actividades científicas e investigación biomédica en el Perú (1890-1950), (Lima: GRADE, 1989). Sobre la Commission Scientifique du Mexique: López-Ocón, Leoncio. “La Comisión Científica del Pacífico (1862-1866) y la Commission Scientifique du Mexique (1864-1867). Semejanzas y diferencias de dos viajes colectivos de naturalistas europeos a tierras americanas”, Cramaussel, Chantal y González, Deliaen (Dirs.) Viajeros y migrantes franceses en la América española y portuguesa durante el siglo XIX, (Michoacán: Colegio de Michoacán, 2007): 179-214.

33Cueto 155.

34Laura Cházaro.

35Laura Cházaro 319. La consideración del efecto del clima sobre el organismo humano y las posibilidades de progreso de las poblaciones tuvo impactos similares en países como Perú y Colombia. Para el caso colombiano se puede señalar el siguiente trabajo: Pohl-Valero, Stephan. “¿Agresiones de la altura y degeneración fisiológica? La biografía del ‘clima’ como objeto de investigación científica en Colombia durante el siglo xix e inicios del xx”, en Revista Ciencias de la Salud, Escuela de Medicina y Ciencia de la Salud, 13, 4 (2015): 65-83.

36Cueto, 155.

37Los franceses, por ejemplo, buscaron resolver el problema de la altura de las tropas francesas que intentaban consolidar el régimen de los Habsburgo de Maximiliano I en México.

38Sobre la causa de muerte de Crocé-Spinelli y Silvel M. Collin, quienes fallecieron después de alcanzar una altura de 8434 metros en globo aerostático en 1875. Whymper, Edward, 379.

39“(...) he ignores the influence of Time, and argues as if the effect produced in a minute is similar to that which would be caused in an hour, a day, or a week ; and he sets an inordinate value upon the apparent checking of the rate of the pulse, which in itself, apart from other considerations, is of little moment. He assumes that the rate of the pulse is permanently accelerated while experiencing low pressures, and bases his recommendations upon that supposition” 380. “I contend that no certain conclusions can be drawn, in regard to this subject, as to the effects which will be produced in hours from experiments extending over minutes.”, “although differing from the conclusions drawn by M. Bert, I take this opportunity to express admiration for the courage and perseverance with which he prosecuted his experiments”. 442.

40Whymper xi. “the most lofty remaining country which was accessible”. La traducción es mía.

41El sistema de medición en pies, del libro, los he cambiado a metros.

42Whymper, 12.

43Sobre la conquista de los emplazamientos en la literatura de viajes, ver Pratt, Mary.

44Whymper, Edward, x. “certainly the exertion of walking was extreme, and the respiration became deep and laborious. It is incomprehensible to me how Humboldt and others were able to ascend to the elevation of 19,000 feet”, traducción propia.

45Arnold Louis Mumm, “Mathews, Charles Edward”, en Lee, Sidney (ed.), Dictionary of National Biography, 2nd Supplement, (London: Smith, Elder & Co., 1912), 590-1.

46Fitzell señala que entre 1832 y 1880, la familia Aguirre fue particularmente hospitalaria con los viajeros europeos, entre los que resaltan los nombres de Boussingault, Hassaurek y Whymper. Fitzell, Jill. “Teorizando la Diferencia en los Andes del Ecuador: Viajeros Europeos, la Ciencia del Exotismo y las Imágenes de los Indios”, en Muratorio, Blanca (ed.), Imágenes e imagineros, (Quito: FLACSO, 1994), 39-68.

47Se conoce por Almagro, miembro de la Comisión Científica Española (1862), que las autoridades mantenían a los cargadores para evitar su huida y se les pagaba una pequeña suma de ½ real por día. Fitzell, 51.

48En la lectura realizada el 9 de marzo de 1881 sobre su relación de viaje al Ecuador, Whymper llega a calificar el mapa de Villavicencio como ridículo. Whymper, Edward, “A Journey among the Great Andes of the Equator”, en Proceedings of the Royal Geographical Society, 3, 8 (1881): 449-471.

49Whymper, Edward, 18. “Pacific Range of Ecuator”, traducción propia.

50Sevilla, Ana y Sevilla, Elisa, Op. Cit., p. 92. “Carlos Aguirre había recibido la Legión de Honor en Francia en 1892 por sus observaciones meteorológicas y su contribución a la ciencia positiva.” Fitzell 39.

51Fitzell 39.

52Whymper, Edward 348.

53Fitzell 35.

54Fitzell 39.

55Sobre ellos no puedo dar más información que la propiciada en Travels Amongst the Great Andes of the Equator. Campaña al parecer tenía cierto conocimiento arqueológico y lo había quizás adquirido en el Perú. De Beltrán la información es aún más sombría.

56“I, Javier Campaña of Quito, hereby declare that upon July 3, 1880, I accompanied Mr. Edward Whymper to the very highest point of the summit of Chimborazo. Were also accompanied by Jean-Antoine Carrel and by Louis Carrel (Mr. Whymper´s two Italian mountaineers), and by David Beltrán of Machachi.”, 435.

57Fitzell 32.

58Juan Pimentel, Testigos del mundo. Ciencia y viaje en la ilustración, (Madrid: Marcial Pons, 2003), 184.

59Michael S. Reidy, “Mountaineering, Masculinity, and the Male Body in Mid-Victorian Britain”, en Osiris, Scientific Masculinities, vol. 1, Chicago, The Chicago University Press, 2015, p. 160. La traducción es propia.

60Michael S. Reidy.

61Ver específicamente el prefacio y los capítulos I y II.

62Pimentel 181. Para Pimentel la aventura del conocimiento es a la vez una pericia física que encarna dramas morales y humanos.

63Pimentel 181.

64Ecyclopedia Britannica, a Dictionary of Arts, Science, Literature, and General Information, 11ed. (New York: Cambridge University Pres, 1911), p. 41. John Murray Archive, National Library of Scotland,, en https://web.archive.org/web/20070611055643/http://www.nls.uk/jma/mss/search/index.cfm

65Proceedings of the Royal Geographical Society and Monthly Record of Geography, 14, (London: RGS, 1892), 334-335.

66Proceedings, 334. La traducción es propia.

67The well-known naturalist and traveler and co-discoverer with Charles Darwin of the theory of natural selection, in recognition of the high geographical value of his great works”, traducción propia. Royal Geographical Society, Medals and Awards, Gold Medal Recipients. En https://www.rgs.org/CMSPages/ GetFile.aspx?nodeguid=5e66a0af-8ada-4b4b-9b00-915cbc97082b&lang=en-GB

68Ibíd.

69El término Débris, del francés, hace referencia a “escombros”. Es una formación de flujos de depósitos de masas que encuentran reposo en cambios o pérdida de pendiente en la morfología de una elevación en particular.

70Sevilla 41.

71Teodoro Bustamante, Una interpretación de la naturaleza y el espacio en el Ecuador. Las áreas protegidas como discurso actual de conservación, (tesis doctoral, Universidad de Salamanca, 2013), 91.

72Harley 61.

73Harley 112.

74Hering, Max y Pérez, Amanda 25.

75Neil Safier, La medición del nuevo mundo. La ciencia de la Ilustración y América del Sur, (Madrid: Marcial Pons Historia, 2016), 26.

76Safier 36.

77Safier 38.

78Safier 214.

79Whymper 172. “Pardon me, your Excellency, (...) one could not have proposed to associate the name of Veintemilla with a peak thirty thousand feet high.” Traducción propia.

80Se denomina a la escalada alpina como el tipo de ascensión rápida a rutas expuestas, es decir, comprometidas en un rango alto de dificultad física y técnica.

Referencia bibliográfica para citar este artículo: Aguirre Negrete, Patricio Javier. “Edward Whymper y el Chimborazo: “el arte del montañismo” y la autoridad científica (1880-1892)”. Anuario de Historia Regional y de las Fronteras 26.2 (2021): 81-109.

Recibido: 01 de Diciembre de 2020; Aprobado: 18 de Marzo de 2021

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