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Anuario de Historia Regional y de las Fronteras

versão impressa ISSN 0122-2066

Anu.hist.reg.front. vol.27 no.1 Bucaramanga jan./jun. 2022  Epub 23-Dez-2021

https://doi.org/10.18273/revanu.v27n1-2022008 

ARTÍCULO

Un largo abril. El caso de la guerrilla Movimiento Jaime Bateman Cayón (1994 - 2002)*

A Long April. The case of the Guerrilla Movimiento Jaime Bateman Cayón (1994 - 2002)

Um longo abril. O caso do guerrilla Movimento Jaime Bateman Cayón (1994 - 2002)

* Becario doctoral del Servicio Alemán de Intercambio Académico (DAAD) en la Universidad Católica de Eichstätt-Ingolstadt (Alemania). Historiador de la Universidad Nacional de Colombia. Código ORCID: https://orcid.org/0000-0002-6228-5182. Correo electrónico: fccaror@unal.edu.co

** Becaria de la maestría de Estudios Latinoamericanos de la Universidad Andina Simón Bolívar (Ecuador). Historiadora de la Universidad Nacional de Colombia. Licenciada en Ciencias Sociales de la Universidad Pedagógica Nacional. Código ORCID: https://orcid.org/0000-0002-3251-0801. Correo electrónico: macruzt@unal.edu.co


Resumen

El artículo reconstruye la trayectoria del Movimiento Jaime Bateman Cayón (MJBC), una organización guerrillera colombiana heredera del Movimiento 19 de Abril (M-19) poco abordada en la historiografía nacional. Para dicho estudio nos basamos en fuentes no contempladas por trabajos previos, entre las que se encuentran documentos internos de la organización, prensa y entrevistas. El trabajo propone problematizar la lectura tradicional del grupo como disidencia, ofreciendo en su lugar una reconstrucción histórica del proceso y el análisis de su heterogeneidad interna, que demuestra una vida orgánica compleja, que trasciende lecturas tradicionales. Ello hace posible establecer una nueva agenda investigativa que estudie la emergencia de posiciones en disputa en el marco de procesos de paz, que como consecuencia dan cabida a la aparición de nuevas iniciativas armadas.

Palabras clave: Colombia; paz; historia contemporánea

Abstract

The article reconstructs the trajectory of the Jaime Bateman Cayón Movement (MJBC), a Colombian guerrilla resulting from the April 19 Movement (M-19) and little addressed in national historiography. For this study, sources not considered by previous work are taken into account, among which are internal documents of the organization, press and interviews. The work proposes to problematize the traditional reading of the group as dissent, offering instead a historical reconstruction of the process and the analysis of internal heterogeneity that shows a complex organic life, surpassing traditional superficial readings. This makes it possible to establish a new research agenda that studies the emergence of disputed positions in the framework of peace processes, which as a consequence give rise to the appearance of new armed initiatives.

Keywords Thesaurus:  Colombia; Peace; Contemporany History

Resumo

O artigo reconstrói a trajetória do Movimento Jaime Bateman Cayón (MJBC), organização guerrilheira colombiana resultante do Movimento 19 de abril (M-19) pouco abordado na historiografia nacional. Para este estudo, são consideradas fontes não consideradas em trabalhos anteriores, entre as quais estão documentos internos da organização, imprensa e entrevistas. O trabalho se propõe a problematizar a leitura tradicional do grupo como dissenso, oferecendo ao invés uma reconstrução histórica do processo e a análise da heterogeneidade interna que mostra uma vida orgânica complexa, superando as leituras superficiais tradicionais. Isso permite estabelecer uma nova agenda investigativa que estude a emergência de posições em disputa no âmbito dos processos de paz, que, como consequência, dão origem ao surgimento de novas iniciativas armadas.

Palavras-chave Thesaurus:  Colômbia; paz; história contemporânea

1. Introducción

Aunque el conflicto armado colombiano constituye uno de los temas más importantes de investigación académica del país, existen aún numerosos actores y hechos que permanecen en la oscuridad y el desconocimiento. Con un renovado y creciente interés por entender la insurgencia, más aún en el contexto actual de implementación del proceso de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia - Ejército de Pueblo (FARC-EP). Este artículo se propone, desde un análisis histórico, rescatar del olvido el proceso político, ideológico y militar de lo que fue el Movimiento Jaime Bateman Cayón (MJBC) que, aunque poco conocido, hace parte de la historia del conflicto armado colombiano, una de las guerras civiles más prolongadas y dramáticas del continente.

El MJBC fue un grupo armado insurgente que estuvo activo en la mayor parte de la década del 90´ y hasta los primeros años del nuevo milenio. Esta coyuntura resulta de interés si se tiene en cuenta que empata a nivel internacional con la caída del Muro de Berlín y el desmoronamiento del Bloque Soviético, a nivel regional con el surgimiento del neozapatismo y a nivel nacional con la desmovilización del Movimiento 19 de Abril (M-19), junto con su reinserción y participación en la Asamblea Nacional Constituyente de 1991. Precisamente por la particularidad del período -de repliegue o incluso de declive de la lucha armada revolucionaria- resulta pertinente estudiar el surgimiento y las motivaciones de esta organización guerrillera.

El MJBC fue una guerrilla pequeña que existió en un momento en que la atención académica y teórica se concentraba en la caída del socialismo real, por lo que pocas investigaciones se han preocupado por el estudio de este tipo de organizaciones. A diferencia de otras guerrillas, no existe actualmente un trabajo comprensivo sobre la historia del MJBC y la única monografía al respecto se centra en el desarrollo del proceso de paz con el gobierno de Ernesto Samper.1 Existen varios análisis tangenciales del grupo en algunos trabajos que investigan organizaciones de mayor visibilidad y presencia mediática,2 pero estos textos caracterizan al MJBC como un pequeño grupo disidente del M-19 que, debido a su reducido tamaño y a su falta de organización interna, terminó desapareciendo. Es por ello que la investigación busca confrontar esta visión reduccionista del grupo, reconociendo la complejidad de su origen, trayectoria y dinámicas internas.

Partiendo entonces del enfoque histórico de análisis y crítica de fuentes, articulamos e intrepretamos vestigios que sobre el período y el fenómeno se han ubicado luego del ejercicio de recopilación documental. Debido a la precariedad de fuentes secundarias sobre el MJBC, para esta investigación nos hemos basado en un amplio y heterogéneo grupo de fuentes primarias. Por un lado, situamos registros de las diversas acciones del grupo en prensa local (Diario de Occidente y El Caleño), nacional (El Espectador y El Tiempo) e internacional (La Nación). Por otro lado, también se encontró registros en la base de datos de la, Revista Noche y Niebla del Centro de Investigación y Educación Popular/ Programa por la Paz (CINEP/ PPP). Gracias a esta información se construyó un esquema general de las acciones del MJBC y de la percepción que muchas de ellas generaron en la sociedad de la época. También se consultaron documentos internos y comunicados del M-19 y el MJBC. A ello se suma la recopilación de entrevistas, entre otras, a “Hipólito Blanco”, exmilitante del M-19; a académicos como Daniel García Peña, Alto Comisionado para la paz y negociador con la organización; al abogado defensor de uno de los comandantes, ideólogos y máximos dirigentes del MJBC, Jonairo López Mora; y a Darío Villamizar, reconocido analista del período y de los movimientos insurgentes. Esto permitió comprender las dinámicas internas y orgánicas del MJBC a partir de la reconstrucción de los hechos históricos y del análisis de los relatos personales y cercanos al grupo, lo que no debe subestimarce, pues la heterogeneidad de la memoria personal también es una herramienta de acceso a la comprensión del pasado.3 Mención aparte merecen los documentos oficiales emitidos por la Oficina del Alto Comisionado para la Paz que recogen la documentación creada durante el proceso de paz que adelantó el gobierno de Ernesto Samper con el MJBC entre 1995 y 1996, recopilada en la obra Paz Integral y Diálogo Útil.4

El artículo se divide en cinco partes. Primero indaga en los orígenes del MJBC, centrándose especialmente en la figura del M-19 -como experiencia antecesora-, y en los perfiles de la comandancia de la nueva organización. En un segundo momento se caracteriza a la organización tanto orgánica como ideológicamente y se abordan las acciones públicas del grupo, sus alcances e implicaciones. Un tercer apartado se pregunta por la corta vida del fallido proceso de paz que se adelantó con el gobierno Samper. El cuarto momento presenta el declive y la desaparición de la organización en los albores del siglo XXI, confrontando las explicaciones historiográficas al respecto. Finalmente, se concluye con reflexiones acerca del desarrollo histórico de este grupo armado y se proponen algunos elementos para futuras investigaciones.

Es importante aclarar que esta investigación, al incorporar documentación no considerada antes, representa una propuesta novedosa para entender al MJBC. Por lo mismo, estamos conscientes de su carácter provisional y esperamos que a partir de ella se pueda iniciar una discusión sobre estas experiencias mucho menos visibles en discusiones políticas, académicas y en medios de comunicación, pero igualmente importantes para la comprensión del conflicto armado colombiano.

2. Defensa de una herencia: debates sobre la fundación

La primera pista sobre el origen del MJBC la da su nombre, indisolublemente asociado con el M-19. En este punto encontramos un primer elemento de discusión: la mayoría de bibliografía que estudia al MJBC lo define como una “disidencia” del M-19 y establece su origen en la X Conferencia del mismo.5 Esta apreciación merece una cuidadosa revisión, pues no es inocente caracterizar como disidencia a un grupo político-militar. Por esto es necesario indagar en primer lugar sobre el M-19, para luego sí entender al posterior MJBC.

El M-19 fue una organización guerrillera que apareció en Colombia a principios de los años 70´, a consecuencia de la jornada de elección presidencial realizada el 19 de abril de 1970, en donde hubo una contienda entre el oficialismo representado en la figura del conservador Misael Pastrana Borrero, contra el exdictador y líder del movimiento político de masas Alianza Nacional Popular (Anapo) Gustavo Rojas Pinilla. La jornada se vio atravesada por señalamientos de fraude electoral.6 Dicha coyuntura alentó las bases de lo que sería la organización guerrillera, un brazo armado del movimiento social, que reivindicó la necesidad de defender la decisión popular, frente a las arbitrariedades de los gobiernos frentenacionalistas.7

Años más tarde, el 17 de enero de 1974 el M-19 se dio a conocer con dos acciones emblemáticas -luego de una campaña de expectativa en los principales diarios del país-: la toma del Consejo de Bogotá y el robo de la espada de Simón Bolívar, acciones acompañadas de la consigna “Bolívar, tu espada vuelve a la lucha”. En sus primeros años se autodenominó como organización revolucionaria marxista-leninista, ligada a la Anapo Socialista; posteriormente, reivindicó un carácter nacionalista, bolivariano, patriótico, antioligarca, antiimperialista, de lucha por el poder, y se constituyó como Organización Político Militar (OPM).8 Años más tarde reivindicó la lucha por la democracia como principio y objetivo último de su proyecto político.

El M-19 logró arraigo como guerrilla urbana, con fuerte presencia en ciudades como Bogotá, Cali y Medellín. Además, contó con varios frentes rurales en el sur del país, lo cual lo ubicó como uno de los grupos más numerosos, beligerantes y activos durante los años 70´ y 80´. Acciones como el ya mencionado robo de la espada de Bolívar (1974), el robo de armas al Cantón Norte (1979), la toma de la Embajada de República Dominicana (1980) y la toma del Palacio de Justicia (1985), fueron algunas de las operaciones más publicitadas y de mayor envergadura, que posicionaron al M-19 como una organización de carácter mediático que hacía uso de herramientas comunicativas audaces para dar a conocer su programa político, hacer denuncias y generar impacto en la población civil, las Fuerzas Armadas (FF.AA.) y el Estado. Inclusive en casos de retenciones políticas emblemáticas, los mismos retenidos mostraron simpatía con la organización. Este tipo de gestos generó una imagen favorable y dinámica de la guerrilla, que años después será retomada por el MJBC como estrategia política para visibilizarse.

A diferencia de otras organizaciones insurgentes del momento, como las FARC -guerrilla marxista-leninista, de mayor trayectoria en Colombia, ligada al Partido Comunista Colombiano (PCC) -, el Ejército de Liberación Nacional (ELN) -vinculado con la teología de la liberación y heredero de la influencia de la Revolución Cubana (1959) - y el Ejército Popular de Liberación (EPL) - organización de influencia maoísta-, entre muchas otras, el M-19 se distinguió por un carácter abierto, de radicalidad moderada, con propuestas concretas aplicables al caso colombiano, asumiendo por bandera la democracia y la necesidad urgente de la paz en el país. Al parecer, estos elementos fueron los que dieron legitimidad al grupo ante la sociedad colombiana. En los últimos años de acción de esta organización, luego del declive que se produjo a consecuencia del aumento en la represión gubernamental, la toma y retoma del Palacio de Justicia y el agotamiento de la lucha guerrillera, el M-19 se adhirió al proceso de paz que se gestó durante el gobierno de Virgilio Barco (1986-1990).

Poco antes de su desmovilización, la organización realizó su última reunión como grupo en la X Conferencia, que se desarrolló entre septiembre y octubre de 1989 en Santo Domingo (Cauca). Su objetivo central fué el de crear un consenso dentro de la militancia sobre la consecuente desmovilización en el marco de los diálogos de paz. La percepción de los asistentes era positiva hacia la negociación y existía una enorme presión social para que el M-19 continuara los diálogos, reflejada en acciones masivas como la velatón por la paz del 8 de diciembre de 1988.9 Al final de la Conferencia se tomó la decisión por votación anónima. Aunque solo participaron los presentes en Santo Domingo, la determinación se consideraba vinculante para cualquier miembro del M-19 en todo el país. Los resultados fueron contundentes: de los 231 asistentes, 227 votaron a favor de la desmovilización y 3 en contra.10

Como se verá a continuación, varias fuentes consideran que de esos tres votos negativos salió el grupo base que funda el MJBC. Sin embargo, es alrededor de esta idea que se discute la legitimidad del grupo. Para algunos exmilitantes del M-19, aunque se manifestó el descontento con el proceso de paz, la decisión de continuar fue unánime y, por lo tanto, producto de una voluntad colectiva acatada por toda la guerrilla.11 Según esta consideración, la creación del MJBC fue posterior al M-19 y, por lo tanto, no tuvo un carácter disidente. De ser así, el M-19 aparece como inspiración, pero la fundación del MJBC obedecería a razones distintas a la unánimemente aceptada desmovilización. Esta idea se apoya en dos elementos: por un lado, en que las primeras acciones públicas del MJBC sucedieron años después de la desaparición formal del M-19 y, por otro, en que los textos del grupo nunca manifestaron críticas al M-19. Tampoco se realizó mención alguna de desviaciones de la línea política, revisionismo o dogmatismo, lo que es una de las actitudes más comunes en la escisión de grupos que se consideran puros, frente a diferencias de carácter político.12

A pesar de ello, se ha extendido la idea que dos de los tres votantes en contra de la desmovilización durante la X Conferencia fueron fundadores del MJBC, al punto que ya es consenso en la literatura académica y en los medios. Los textos que definen a la organización como “disidencia” parecen no estar interesados en el elemento ideológico implicado en la fundación y posterior trayectoria del grupo. En su lugar, estas investigaciones se esfuerzan en resaltar más la supuesta carencia de legitimidad política del MJBC (asociada al tamaño, infraestructura y recursos de la organización) que su estatus, e insinúan una oposición y comparación permanente entre el MJBC y el M-19.13 En este sentido, la definición de disidencia como facción radicalizada parece que se relaciona indisolublemente con el tamaño y posibilidades de la organización, lo que está más influenciado por una visión moral que por una intención explicativa que indague en el carácter propio de esta. Por ello, resulta inútil a la hora de comprender la emergencia del grupo o su desarrollo histórico acoger estas explicaciones, que limitan las posibilidades de estudio de la organización.

De igual manera, la caracterización del MJBC como “guerrilla residual” padece el mismo problema. Esta definición se basa en la dimensión organizativa del grupo y diferencia entre organizaciones con fuerte presencia nacional y grupos mucho menores, cuyas probabilidades de consolidarse dependían de residuos o alianzas con otras formas de contrapoder local.14 Al igual que con la definición de disidencia, la de guerrilla residual, aunque mucho menos restrictiva, limita las posibilidades de comprensión del fenómeno armado, al determinar un ideal para la ejecución del proyecto político-militar de estas organizaciones armadas, que sería el de constituirse en guerrillas de carácter nacional. Se mantiene así en esta perspectiva una idea de falla o derrota de los grupos armados pequeños. Es por ello, entonces, que elegimos estudiar los hechos, los actores y los contextos, para acercarnos a una definición adecuada del fenómeno.

Hecha esta aclaración, volvamos a la identificación de la organización. Como se anotó, la X Conferencia dio lugar a voces contrarias a la dejación de armas en las filas del M-19. Pero es importante resaltar que, según varias fuentes, los votos en contra correspondieron a Alonso Grajales Lemus y Manuel Alonso Villegas.15 Por lo que el proceso de paz con el M-19 podría entenderse como un momento de ruptura dentro de la organización, en donde surgieron posiciones diversas en cuanto al tránsito a la vida civil. De tal forma, la consulta en la conferencia guerrillera develaría distanciamientos de ciertos sectores de la militancia que desconocían o se oponían a la desmovilización. Pese a ello, encontramos versiones en donde se sostiene que la separación de cierto número de militantes durante el proceso de paz fue consentida implícitamente por Carlos Pizarro, comandante máximo, por lo cual, aunque es posible afirmar la existencia de visiones disidentes cuando aún existía el M-19, la separación de este grupo de militantes del proceso de paz se dio en paralelo y sin mayores traumatismos.16

Antes de continuar es necesario específicar el perfil de las personas que definieron el rumbo de la naciente organización. El primer líder y comandante general del MJBC fue Alonso Grajales Lemus, conocido también como comandante “Alonso” o “El Pollo”. Él se integró junto a su hermano a las actividades de la insurgencia en el contexto del proceso de paz con Belisario Betancur (1982-1986) y la creación de Milicias Populares en Cali, a mediados de los 80´. Inicialmente ejercían funciones de estafetas17 para el M-19 en el Distrito de Agua Blanca, al mando de “Hipólito Blanco”, posteriormente se integraron completamente al M-19.18 De Alonso se dice que fue uno de los militantes que se mostró visiblemente inconforme con las condiciones de la desmovilización del M-19 y rechazó dicho proceso.19 Y aunque comandó el MJBC hasta su muerte en 1996, compartió responsabilidades con otros dos hombres.

Por un lado, estuvo Manuel Alonso Villegas, llamado también “Romel”, “Carmelo” o “La Bruja”. Vinculado al M-19 desde los 16 años, a lo largo de su vida participó en por lo menos tres diferentes grupos armados. Algunas versiones coinciden en que, al igual que Alonso, votó negativamente en la X Conferencia en Santo Domingo.20 Por otro lado, estuvo Jonairo López Mora, cuyos pseudónimos fueron “Ernesto”, “Jhon Jairo” o “Rafael”. Jonairo era proveniente de Génova (Quindío), se relacionó con la organización a través del hermano de su compañera, Romel.21 Siendo uno de los más jóvenes del grupo Ernesto se preocupó por dar contenido ideológico a la naciente organización, lo que lo diferenció de los otros dos líderes que se encargaban de aspectos organizativos.22 Influyó en la adhesión de importantes cuadros universitarios, especialmente de la Universidad del Valle y fue quien propuso la recuperación de zonas del Cauca en donde tuvo influencia el extinto M-19.

Por último, estuvo Édgar Javier Yae Stehenes, alias “Jorge Eliécer Zapata” o “Zapata”, militante del M-19 que participó en el proceso de paz, pero simpatizó con la línea de Alonso. Proveniente del departamento insular de San Andrés, se destacó por ser el encargado de captar cuadros universitarios y militantes del MJBC en Bogotá. Su sobrenombre se inspiraba en el “Subcomandante Marcos”, del emergente Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) -el cual, como se verá más adelante, influenció al MJBC- y en el caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán, de quien reconocían la lucha contra la oligarquía y la defensa de las grandes mayorías. Aunque Zapata no hizo parte del núcleo inicial de comandantes, del que podría pensarse que estaba unido más por relaciones personales que por afinidades políticas, asumió la comandancia de la organización en 1996, tras la muerte de Alonso, y desempeñó este cargo hasta 1997, cuando fue capturado.

3. La organización y sus acciones

El grupo fundador se trasladó a la región del Cañón de las Garrapatas, al norte de Trujillo (Valle del Cauca) donde hizo contacto con el ELN, entrando a ser parte del Frente Sur Occidental Luis Carlos Cárdenas.23 Allí militaron durante los primeros años de la década del 90´.24 Sin embargo, al no establecer arraigo debido a la poca capacidad política y militar que ofrecía el Frente en la zona, el grupo decidió separarse del ELN y optar por un camino independiente. En sus años de actividad la organización hizo presencia en reducidas zonas del país, entre el norte del departamento del Cauca, el sur del Valle del Cauca, el Eje Cafetero y Bogotá. Inicialmente, la organización se nutrió de exmilitantes del M-19 que a pesar de participar en iniciativas de reinserción, como los Cabildos por la Vida, rápidamente se desencantaron de las posibilidades que ofrecía la transición.25 Así, con un incipiente grupo ya establecido, decidieron trasladarse al norte del Cauca para buscar apoyo en las redes campesinas de la zona, donde tradicionalmente había tenido fuerza y respaldo el M-19.

Adicionalmente, hubo otros que también fueron vinculándose desde la experiencia de la movilización gremial, sindical y estudiantil, principalmente en el Valle del Cauca, animados por Ernesto y Zapata. Allí aprovecharon las conexiones que habían realizado en sus años de militancia y pronto lograron organizar un núcleo que les permitió iniciar acciones político-militares, que fueron ampliadas a los departamentos del Quindío, Risaralda y Tolima. Además, la organización contó luego con una “amplia influencia en la zona habitada por los indígenas nasa, en el norte y oriente del departamento del Cauca, en Corinto, Miranda y Popayán. En el departamento del Valle contó con algunos pequeños núcleos urbanos e ideológicos en Florida, Palmira y Cali”.26

Fuente: Comunicado del MJBC a la opinión pública del 11 de junio de 1997 (archivo privado).

Figura 1 Escudo del MJBC 

Inspirado en el M-19, el movimiento se reivindicó ideológicamente como nacionalista de izquierda, cuya tarea principal era la democracia, la justicia social y el poder.27 Además, se autodenominó continuador del proyecto político planteado por el primer comandante general del M-19 Jaime Bateman Cayón (1940-1983), de quien tomó el nombre (véaseFigura 1). Esto se complementó con la adhesión al programa político-militar propuesto por el M-19 en al menos tres de sus conferencias: de la IV (enero de 1976) retomaba el esquema de Organización Político Militar (OPM); de la VII (junio 1979) resaltaba el tránsito de la lucha por el socialismo a la lucha por la democracia como bandera de la revolución en Colombia; y de la IX (febrero 1985) durante la convocatoria al Diálogo Nacional del gobierno de Betancur, tomaba temas relacionados con la concreción del proyecto de gobierno del M-19.28 Con base en ello, progresivamente se fue perfilando el carácter del MJBC como un grupo preocupado por la educación, los derechos laborales/gremiales y la cuestión indígena. Reivindicó como proyecto político la lucha por una democracia y justicia social reales, además enfatizó un carácter defensivo, manifiesto en la consigna del M-19 de 1988 “Vida para la nación, paz a las Fuerzas Armadas y guerra a la oligarquía”.29

Con dichas bases, el MJBC se constituyó en una OPM de estructura militar de ejército regular tradicional, dividida en cuatro frentes: el Frente Álvaro Fayad, el Frente Boris (Gustavo Arias Londoño), el Frente Carlos Pizarro Leongómez y el Frente Iván Marino Ospina.30 Los nombres de los frentes hacen referencian a comandantes del M-19, incluyendo al propio Pizarro, autor de la desmovilización. Aquí se aprecia nuevamente la relación de inspiración que representaba el M-19 para el MJBC. Además, plantearon una dirección jerárquica, encabezada por la comandancia, en la que contaron durante sus años de trayectoria con Alonso, Zapata, Romel y Ernesto. A ello se sumó el apoyo de estructuras urbanas encargadas de la ayuda logística, propaganda y formación política de las milicias. Todos estos estamentos estuvieron regulados por códigos disciplinarios participativos, en donde según ellos mismos “las grandes decisiones se aprobaban democráticamente”.31 Así, se estima que el MJBC alcanzó a sumar en sus filas a lo largo de su existencia entre ciento cincuenta y trecientos militantes.32

En las principales zonas de influencia del suroccidente del país, el MJBC coexistió con otras organizaciones guerrilleras, grupos narcotraficantes y de delincuencia común.33 Al respecto, en declaraciones de 1995, Zapata afirmó:

Estas relaciones han tenido altibajos. Aquí tenemos buenas relaciones con el Frente VI de las FARC; vemos en ellos compatriotas y, desde luego, compañeros de lucha. Dialogamos y no queremos confrontación. No pertenecemos a la Coordinadora [Guerrillera Simón Bolívar, 1987-1994]. Manejamos nuestro proceso con autonomía. No creemos que ellos vayan a impedir nuestro proceso.34

En consecuencia, en medio de estas tensiones, la organización sorteó su permanencia en la zona de manera estratégica, lo cual consistió precisamente en no disputar el poder local, sino en coexistir con él.35 Sobre las FARC-EP y el VI Frente, es preciso señalar que para los años 90´ esta organización se encontraba en un importante momento de expansión y fortalecimiento, con una fuerte presencia en el suroccidente de Colombia, pues coparon con prontitud los espacios dejados por el M-19 tras su desmovilización.36 Por esta razón, cuando aparece el MJBC, los farianos manejan una relación ambivalente, marcada por alianzas y confrontaciones por el control político y económico de estos territorios.

En cuanto a la composición del MJBC, según una comisión presidencial, la guerrilla estuvo “conformada por indígenas y campesinos jóvenes con un promedio de 27 años de edad” y sus comandantes demostraban “un buen nivel intelectual y capacidad política”.37 La inclusión de dichos sectores indígenas fue la razón por la cual el MJBC expresó continuamente amplias simpatías con el proceso insurgente mexicano del EZLN,38 que emergió en paralelo con esta organización, en un momento en donde la lucha armada revolucionaria parecía agotarse en el continente y las reivindicaciones de clase ahora daban paso a reivindicaciones identitarias. El MJBC retomó del neozapatismo postulados relacionados con la propiedad, el ambiente y lo indígena, además de formas y elementos simbólicos apologéticos a la organización mexicana. Ejemplo claro de esto fue el uso de capuchas similares a las utilizadas por el Subcomandante Marcos (véaseFigura 2), sumado al caso del ya mencionado uso del alias de Zapata. Con base en lo planteado por Jorge Volpi, la movilización zapatista hizo manifiesta una pugana irreconciliable entre dos discursos: por un lado el de los indigenas y por otro el de sus contrincantes: “banqueros, cafetaleros y ganaderos chiapanecos, el corrupto gobierno del PRI y sus aliados, y se identifica con el culto por el poder, el dinero, el progreso lineal y la homogenización indiscriminada de los seres humanos”,39 dicha caracterización influenció la visión del MJBC en torno a las fuerzas en contienda en la experiencia colombiana, hecho que desarrollan en la propuesta de paz incluyente en sectores que se consolidan años después.

Fuente: El Caleño (16 de noviembre de 1994).

Figura 2 Comandantes del MJBC “Ernesto”, “Alonso” y “Romel” 

Teniendo entonces una visión más certera sobre el carácter del MJBC, ahondemos ahora en sus acciones político-militares. Aunque estas pueden parecen insignificantes comparadas con las de las guerrillas más importantes del país, su dramática ejecución heredada de la apuesta por la performatividad del M-19 y del EZLN les hizo sobresalir por sobre las de otros grupos pequeños, e incluso igualarlos en cubrimiento mediático.

Podemos rastrear el inicio de esta fama en su primer gran acto público, que es posiblemente el más famoso y por el que más se recuerda al grupo: el secuestro de Alfonso Lizarazo, director del popular programa de televisión Sábados Felices, el 13 de noviembre de 1994 en medio de una gira por varios municipios pequeños del suroccidente del país. Junto con él viajaban Miguel Ángel Sandoval, secretario del equipo de fútbol Club de Leones de Florida y Diego Carabalí, Contralor de Florida. La popularidad del programa hizo que la atención mediática de todo el país se centrara en el secuestro. Apenas 24 horas después de la desaparición, Sandoval fue liberado, trayendo consigo un comunicado de sus secuestradores. En este, el grupo aclaraba que no era una disidencia, sino una organización independiente que buscaba metas específicas. Así salió a la luz pública el MJBC:

No se trata de la firma de un acuerdo sino de desarrollo. Convocamos al Gobierno con toda su capacidad de decisión, la burguesía y sus gremios, y el pueblo con sus formas sociales de organización, incluyendo a la guerrilla como parte del pueblo alzado en armas, para que discutamos sobre las reales causas que han creado injusticia y desigualdad social y en torno a esto nos comprometemos a buscar una real alternativa de cambio social, económico y político en beneficio del pueblo colombiano.40

Debido a la presión pública para la liberación de alguien tan estimado por los colombianos, se estableció rápidamente una agenda de negociación que coincidió con el interés de la administración de Ernesto Samper (1994-1998) por iniciar diálogos con distintos grupos armados en el país, algo que resultó muy atractivo para el MJBC.41 El 17 de noviembre fueron liberados Lizarazo y Carabalí en la zona fronteriza de los departamentos de Cauca y Valle del Cauca como resultado de diálogos establecidos por una comisión en donde participaron los tres líderes principales del MJBC, miembros de las administraciones locales y el gobierno nacional. Inesperadamente, la actitud de Lizarazo hacia sus captores fue tremendamente positiva. El periódico local El Caleño reportó que sobre lo sucedido Lizarazo relató que Ernesto le había tranquilizado pues su vida sería respetada a cualquier precio. Le ofreció excusas por haberlo secuestrado y le aseguró que él era la persona indicada para ser portador de un mensaje de paz dirigido al presidente Samper. Los medios resaltaron la compleja relación que aparentemente se había tejido entre el secuestrado y sus captores, que recordaba a sucesos similares del M-19: “Son tan honrados que cuando no tienen algo que quieren, lo piden y después lo mandan a pagar”, habría dicho el liberado. “A simple vista se nota que, Alfonso Lizarazo, el adalid de las escuelitas en el corazón, recibió bastante cátedra del proceso revolucionario. ‘La paz debe conseguirse a cualquier costo, porque ellos quieren la paz’, dice con profundo convencimiento” reportó la prensa local.42

El objetivo final del secuestro fue proponer al gobierno de Samper un proceso de paz cuya intención, según las palabras de Romel, era crear una nueva concepción de lo que es el Estado, para “que saldemos cuentas con la historia”.43 Así se iniciaron las primeras aproximaciones para establecer diálogos de paz con una guerrilla que no tenía más de un mes de vida pública, asunto que desarrollará el siguiente apartado.

Después del secuestro de Lizarazo, el MJBC se dedicó a fortalecer su presencia a nivel regional y nacional mediante diferentes acciones político-militares. Sobre el período evaluado (1994-2002) se encontraron al menos medio centenar de estas, entre las que destacan: amenazas a particulares, funcionarios públicos e industrias crecientes, robos, recuperaciones de armas y dineros, secuestros de carácter extorsivo a nacionales y extranjeros, retenciones con intereses políticos, tomas de poblaciones - principalmente en el Cauca y Valle del Cauca-, ataques a entidades financieras y puestos de Policía, retenes, atentados a ingenios azucareros, confrontaciones y combates con las FF.AA. y con otras organizaciones insurgentes con presencia en la región. Sobre la tipologización anterior y con base en las fuentes abordadas, se construyó la Figura 3, en donde se resume la mayoría de acciones protagonizadas por el MJBC conocidas públicamente, clasificadas en las categorías de: amenazas, ataques a bancos, ataques a empresas, ataques a FF.AA., ataque a particulares, combates, secuestros y tomas. Evaluando la relación entre las acciones y su desarrollo en el tiempo, se observa que los primeros años de la organización fueron los más beligerantes. Sin embargo, la mayoría de acciones se estancaron con la consolidación de los diálogos de paz con el gobierno. Estos años de construcción ideológica se aprovecharon para perfilar su línea política, se tenía clara la intensión de establecerse, de acuerdo con sus acciones, como una alternativa a las demás insurgencias de la región y Colombia.44

Fuente: Elaborado por Felipe Caro y Angélica Cruz. .45

Figura 3 Acciones del MJBC entre 1994 y 2002 

Como puede observarse, dentro de sus limitadas acciones el MJBC dedicó gran parte de su actividad a realizar golpes que le aportaron experiencia militar, algunos recursos económicos a través de secuestros, visibilidad política nacional y posicionamiento dentro de las otras organizaciones guerrilleras. La mayoría de acciones (45%) tuvieron lugar en el Valle del Cauca, seguidas por Cauca (22.5%) y Tolima (12.5), por lo que resalta el carácter regional de la organización. La frontera entre el Valle de Cauca y el Cauca se consolidó como zona de dominio y retaguardia del MJBC, mientras que el resto de acciones se dieron en lugares en donde el movimiento no contaba con la suficiente fuerza o donde apenas se estaban constituyendo escuadras de militantes. Por su carácter regional, cabe mencionar la centralidad que tuvo para la organización la arremetida directa a los grandes ingenios azucareros del Valle del Cauca, como Cenicaña,46 entidad a la que constantemente denunciaron y atacaron, pese a ello también los convocaron e invitaron a participar del Diálogo por la Paz.47 A ello se sumó el ataque a la infraestructura de entidades financieras, acciones justificadas bajo el argumento de que, “los dos grandes enemigos del pueblo colombiano eran la gran industria y la banca”, por tanto estos serían el objetivo común del accionar guerrillero.48

Después de la disolución del proceso de paz (1996), el MJBC decidió volver a sus actividades clandestinas de manera inmediata. Se retomó el propósito de combatir a los “enemigos del pueblo”, por lo cual el grupo reinició ataques a empresas privadas de caña y a la banca. Entre 1996 y 2001 se registraron por lo menos siete ataques con petardos, granadas o carros-bomba en filiales bancarias de varias ciudades del país, llegando inclusive hasta Bogotá. Este tipo de acciones se organizaron guiadas bajo la intención de realizar juicios políticos revolucionarios a aquellos sectores que estaban minando las condiciones sociales de los colombianos. Fue así como, a través de los ataques se repartieron panfletos citando a banqueros e industriales al norte del Cauca, para responder por los crímenes cometidos contra el pueblo colombiano. Con una clara intención propagandística y de posicionamiento en la opinión pública nacional, la mayoría de estas acciones se encaminaban a retomar la atención de los medios, influenciados no solo por el precedente del M-19, sino también por la retórica profundamente simbólica de la que hacía uso el neozapatismo. Ejemplo de esto es el alias de “Catón” usado por uno de los líderes del MJBC en esta nueva campaña, en referencia al político romano que se opuso a la dictadura al final de la República.49 Su famosa lucha contra la corrupción y su posterior martirio como defensor de la democracia y la justicia lo convirtieron en un referente para los combatientes del MJBC, quienes construyeron la idea del juicio revolucionario50 alrededor de dicha figura.

A esta línea de lucha política contra el gremio empresarial y bancario de la región se sumaban las amenazas y ataques a particulares por parte del MJBC. También dentro del accionar político-militar del MJBC, resaltó el uso de los secuestros como fuente de visibilización y financiación; las retenciones fueron retomadas después de 1996 como una forma no solo de reactivar la popularidad del grupo a través de los perfiles publicitarios de las víctimas, sino también de costear y sostener la lucha guerrillera. Entre los más reconocidos estuvo el sonado caso de Sonia Villamizar,51 que incluso contó con la mediación de François Mitterrand.52 Por lo menos 12 secuestros reconocidos fueron llevados a cabo por el MJBC entre 1994 y 2002.

Finalmente, junto a los secuestros encontramos acciones militares de control territorial, como tomas veredales y combates con el Ejército, la Policía e incluso otras guerrillas. Paradójicamente muchas veces estas acciones se realizaban en conjunto con el Frente VI de las FARC-EP, como fue el caso de los combates en Miranda, Florida y Corinto de 1996,53 lo que evidencia el complejo entramado de relaciones políticas que se tejían en la región: en algunos momentos colaborativas y en otros antagónicas.

Ahora bien, la limitación geográfica de estas acciones y su restringido alcance son un indicativo de que la intención de la guerrilla no giraba en torno a la toma del poder, ni siquiera a una escala local o regional. También fue determinante la influencia de la comandancia en el rumbo propagandístico e ideológico que tomó el grupo después del proceso de paz fallido. Primero de la mano de Zapata y, luego de su arresto el 25 de junio de 1997, de la mano de López Mora.54 Ambos estaban más interesados en crear un perfil mediático y atractivo del grupo que los hiciera resonar a través de acciones con profundas cargas simbólicas que transmitieran las demandas generales al pueblo colombiano, más allá de considerar un proyecto revolucionario en favor de la toma del poder a través de la lucha armada.

Paralelo a todo ello, vale la pena referenciar el rol del narcotráfico en la vida del MJBC, ya que para esta coyuntura el fenómeno se encontraba en crecimiento exponencial en Colombia. La región de actividad del grupo fue y es aún una de las más golpeadas por la dinámica de la producción y tráfico de drogas, fenómeno que para la época era manejado en su mayoría por el movimiento guerrillero, quienes generalmente no hacían parte de la cadena de producción, pero sí participaban en su tráfico, del cual se lucraban. Durante la coyuntura es común encontrar relatos de población campesina que, debido a las condiciones sociales y económicas, se ocupaba en este oficio, pagando a la guerrilla cierto impuesto sobre lo producido, denominado “gramaje”, elemento de intercambio en comunidades apartadas donde era la guerrilla la que ejercía el gobierno territorial, en una dinámica de trueque por productos básicos.55 Ejemplo de lo anterior fue el caso protagonizado por el MJBC el 23 de marzo de 1995, cuando la prensa reportó que en Corinto (Cauca) fue “inmovilizado un vehículo con 114 arrobas de marihuana prensada y lista para exportación”, siendo además detenidas en el operativo cinco personas. De esto se dijo que el grupo insurgente MJBC era “el autor de la droga en mención y que ese alucinógeno era manejado por esa célula guerrillera”, añadiendo que estas plantaciones eran controladas por el comandante Romel.56 Como veremos más adelante, el fantasma del narcotráfico continuará rondando la vida pública del MJBC hasta su disolución.

4. La paz tripartita: una inusual apuesta política

A mediados de 1995 el MJBC y el gobierno de Ernesto Samper logran consolidar una propuesta para dar inicio a los diálogos de paz. La genesis de dicho proceso estuvo marcada por la retención en el Cauca -entre el 5 y 6 de mayo de ese año- de siete representantes de la comisión negociadora. Dentro de los secuestrados se encontraban los periodistas Humberto Briñez del noticiero CM&, Álvaro Miguel Mina de Caracol y Miguel Ángel Palta del noticiero regional 90 Minutos. Junto a ellos estaba Nuby Fernández, secretaria de gobierno del Cauca; Diego Henao, alcalde de Corinto; Maryuri Orozco, comandante de Policía de La Quebradita, y Daniel Sandoval, un chofer.57

Dos fueron los elementos fundamentales que definieron el proyecto de negociación del MJBC. Por un lado, solicitaron la creación de una comisión tripartita con la cual dialogar, conformada por el gobierno, la comunidad civil y los empresarios, especialmente los cultivadores y productores de caña, ya que cuestionaban de estos el poco aporte que hacían al desarrollo social y económico de la región.58 Esto resultó novedoso en tanto que experiencias anteriores, aunque habían tenido en cuenta la opinión de estos dos últimos grupos, no los habían incluido como partes constituyentes de las mesas de diálogo. Como ya se ha mencionado, esta petición hacía parte de la lectura que el MJBC había hecho del conflicto colombiano, en donde reconocía el papel clave de la sociedad civil en la reorganización del país, y la relevancia del sector privado y empresarial en la guerra:

Con la certeza de que, en un ambiente de diálogos regionales, podemos dar cabida a quienes se han quedado por fuera de los procesos de paz, hoy participamos en ellos con la fórmula que hemos denominado trilateral que constaría de los siguientes componentes: 1. La empresa privada, la industria, las redes de crédito y todos aquellos capitales que afectan e inciden en las regiones y el país en general. 2. El pueblo que ha sido víctima permanente de este conflicto representado en todas sus organizaciones de carácter social y gremial de presencia regional y nacional. 3. El Gobierno en todas sus instancias, del orden regional y nacional. Es ahí, donde creemos podemos iniciar un proceso democrático y con participación.59

El segundo componente importante de la comisión fue que el MJBC insistió en que los diálogos se enmarcaran en el Protocolo II de los Convenios de Ginebra de 1977, que Colombia apenas había suscrito en 1994.60 Esto tenía serias implicaciones en el desarrollo de los diálogos y la concepción de la situación por parte del gobierno. Acatar al Protocolo II significaba reconocer al MJBC como opositor político y no meramente como un grupo de criminales, pues en su definición, el Protocolo trata de conflictos armados internos. Además, el Protocolo establecía puntos básicos de ayuda humanitaria tanto para las víctimas no combatientes del conflicto como para los heridos combatientes. Esto era una extensión de la pretensión de totalidad de los diálogos que buscaba el MJBC, pues intentaba darle legitimidad internacional a la sociedad civil. De esta manera, uno de los grupos insurgentes más pequeños de Colombia era reconocido como un interlocutor válido por el gobierno.

Con estos puntos establecidos, el gobierno aceptó iniciar un proceso de negociación con el MJBC en junio de 1995 a través del Alto Comisionado para la Paz y una comisión facilitadora. Se propuso el manejo de la iniciativa en tres etapas: preparatoria, de negociación y de gerencia de la paz, todo a través de unas estrategias de negociación, aplicadas además en los diálogos con otros grupos, basadas en cuatro ejes:

1. Cambios en el modelo de desarrollo para garantizar el crecimiento económico, avances en la equidad distributiva y consolidación de los procesos de democratización; 2. Fortalecimiento de la Justicia para superar la crisis de impunidad; 3. Respeto y Promoción de los derechos humanos; y 4. Negociación con la guerrilla de manera directa y en medio del conflicto.61

Las negociaciones iniciaron formalmente el 18 de agosto de 1995 y las conversaciones directas el 11 de octubre con la primera reunión pública. Esta mesa de negociación contó con la presencia del gobernador del Cauca Rodrigo Cerón Valencia; los comandantes de Policía y Ejército de las guarniciones de Popayán; Monseñor Alberto Giraldo Jaramillo, presidente del comité permanente de paz en el Cauca; Germán Rojas Niño, exmilitante del M-19; José Gabriel Silva Riviere, alcalde mayor de Popayán; Libardo Orejuela, presidente del Consejo Académico de la Universidad Libre del Valle; Nuby Fernández, Secretaria de Gobierno Departamental; Carlos Fernando Medina Ramírez, personero de Popayán; Omar Henry Velasco, defensor del pueblo; y Jorge Alfonso Medina Abella, procurador regional del Cauca. La presencia de todas estas personalidades, sumado a la participación en el proceso de intelectuales y periodistas como Alejo Vargas y Alfredo Molano, entre otros, dio a entender que la intención de involucrar de manera activa a la sociedad civil se estaba cumpliendo.62 En consecuencia, la disposición positiva del grupo hacia los diálogos fue tan grande que ni siquiera el arresto de Ernesto, junto con el comité de finanzas del MJBC, el 21 de julio del mismo año interrumpió el proceso.63

Desde ese momento se empezaron a realizar reuniones regulares, en principio sin la presencia del MJBC, pero más tarde con su activa participación. A pesar de numerosos tropiezos, los diálogos fueron constantes. A lo largo de las negociaciones el MJBC generó altas expectativas a través de sus acciones conciliadoras, entre las que se encontraban incluso la oficialización de misas revolucionarias por la paz.64 La creciente recepción positiva de la población llevó a que el 27 de diciembre se creara la primera zona de distención en Miranda (Cauca), no sin antes superar una fuerte discusión con el Ejército por la desmilitarización de la región.65 Sobre el desarrollo y la cotidianidad de esta zona de distención El Tiempo presentó una colorida descripción, que permite entender las dinámicas del grupo:

!Comandante Jaime Bateman Cayón! !Presente! !Presente! !Presente! !Que viva Colombia!” Los que gritan las consignas son jóvenes con las caras encapuchadas que de esta manera dan la bienvenida a sus comandantes. Todos visten pantalones y chaquetas de manga corta camufladas. […] A todos se les ve recorrer la única calle estrecha de la vereda, corazón de la zona de distensión decretada por el Gobierno, a fin de llevar a cabo conversaciones preliminares para entablar formalmente unos diálogos de paz. Fuera de la carpa se encuentra una población campesina e indígena sin servicios públicos. La gente ha llegado de otras veredas porque se ha enterado que este día (sábado), hay almuerzo gratis: 3.000 platos de carne, yuca y papa […] mana traído por el Gobierno. […] ¿Usted va a participar de los diálogos, tal como lo está pidiendo el grupo Bateman Cayón? “Tal vez no -responde un agricultor de la vereda Calera-. Luego van y nos confunden y cuando ellos ya no estén aquí somos los que llevamos del bulto. Mejor, por aparte.66

La aparente facilidad con la que se adelantaron los diálogos a finales de 1995 e inicios de 1996 se vio rápidamente interrumpida luego del establecimiento de la zona de distención, posterior a la desmilitarización de la zona limítrofe de los departamentos del Cauca y Valle del Cauca. Por un lado, el Frente VI de las FARC-EP, que hacía parte del Bloque Occidental liderado por Jorge Torres Victoria, conocido como “Pablo Catatumbo”, inició el 14 de marzo de 1996 una campaña de toma del municipio de Florida (Valle del Cauca).67 Las FARC-EP querían establecer una presencia fuerte en la zona, por lo cual tomaron la decisión de atacar el municipio esperando que el proceso de paz facilitara dicha maniobra. El Ejército respondió al ataqué con la Contraguerrilla Metropolitana de Cali y las tropas del Batallón Codazzi. La contundente respuesta obligó al Frente VI a huir hacia la zona de distención, lo que al mismo tiempo empujó al Ejército a iniciar la persecución. Esto fue considerado por el MJBC como una ruptura de los pactos establecidos en la mesa de negociación y generó una crisis de confianza con el gobierno.

Esta coyuntura se agravó con otro hecho: la muerte del comandante Alonso del MJBC el 31 de marzo del mismo año. Sobre esta repentina muerte existen dos versiones. La primera indica que Grajales murió a consecuencia de los enfrentamientos acaecidos luego de la entrada de las FARC-EP y el Ejército en la zona de distención.68 La otra versión establece la muerte como un accidente de tránsito en la vía a Jamundí.69 Adicionalmente, este accidente fue vinculado al narcotráfico, pues presuntamente el vehículo en donde se movilizaba Alonso pertenecía a Hélmer “Pacho” Herrera Buitrago, reconocido miembro del Cartel de Cali.70 La enorme diferencia entre las versiones evidencia un punto crítico en la historia del MJBC y cuestiona incluso su legitimidad, debido a las acusaciones de vínculos con el narcotráfico. Esto es algo que desafortunadamente los testimonios orales no pudieron esclarecer.71 Aunque se desconozca la causa exacta de la muerte del comandante Alonso, sabemos que para inicios de abril el mando del MJBC pasó a Jorge Eliécer Zapata, al estar ausentes tanto Romel como Ernesto. Para el nuevo comandante, el modelo neozapatista constituía una propuesta insurreccional viable para final de siglo, por ello buscó incluir las reflexiones de este grupo en las discusiones con el gobierno.72

En síntesis, el proceso duró aproximadamente un año, entre el segundo semestre de 1995 y el primero de 1996, e infortunadamente no superó la etapa preparatoria, cuando se vieron suspendidas las conversaciones.73 Del MJBC resaltó la posición crítica y dinámica que proponía multilateralidad en los diálogos, al incluir a toda la sociedad en la veeduría sobre el manejo que la administración Samper hacía de la problemática socioeconómica de Colombia. La organización además tuvo conciencia de su momento histórico, entendiendo que para lograr unos acuerdos, en los umbrales del siglo XXI, se hacía necesario una pedagogía, no para tomar el poder sino para lograr la paz.74 A esta cuestión se suma la crítica constante a los procesos de desmovilización desde la experiencia del M-19 y el descontento respecto de los alcances mismos de los acuerdos: “Queremos paz con justicia social, no estamos feriando curules por armas”.75

Por su lado, el gobierno de Samper argumentó que el MJBC no contaba con un planteamiento claro y viable sobre el desarrollo de sus denuncias y propuestas. En general no se produjeron avances significativos, lo que generó un ambiente de pesimismo, justificado además por la creciente actividad guerrillera en la región y por la poca coherencia que el Estado mostraba frente al proceso.76 En palabras de uno de los delegados de la mesa de diálogo:

Las conversaciones, en consecuencia, empezaron a agotarse debido a que el MJBC discutía una y otra vez que el objetivo de la negociación era lograr un desarrollo socio-económico para la comunidad, por esta razón los diálogos estaban cargados de “una dosis de economicismo y de parte nuestra (el Gobierno Nacional) una cierta tolerancia a su manera, muchas veces infantil, de llamar la atención. No faltaron las pataletas, análisis ortodoxos y demandas delirantes”.77

En medio de la crisis producida por los dos hechos ya relatados, el proceso de paz se canceló. La desconfianza hacia el Ejército se había acrecentado con la muerte de Alonso y la nueva comandancia el MJBC decidió abandonar la zona de distención. Análisis al respecto señalan que la organización sobredimensionó su capacidad y fuerza, ya que carecía de ellas estructuralmente como para comprometer al gobierno Samper a dar garantías. Este fue entonces un proceso que perdió el rumbo envuelto en discusiones economicistas que desgastaron los objetivos de la negociación. La pregunta que aún sigue vigente es: “¿se trataba de un proceso de negociación que implicaba la desmovilización del grupo o sencillamente se trataba de una serie de conversaciones sobre el desarrollo económico y social de la zona norte del Cauca sin mayor alcance?”78 Así terminó de manera súbita la única negociación de paz continua de la administración Samper, justo al inicio del escándalo que derivó en una crisis de legitimidad y gobernabilidad, relacionada con la entrada de dineros del narcotráfico en la campaña presidencial, conocido como el Proceso 8000.

5. ¿Cabeza de ratón o cola de león? El ocaso de la organización

Existen diferentes hipótesis respecto a la desaparición del grupo. La mayoría de trabajos concuerdan en que se debió, por un lado, a la debilidad del grupo, asociada a su tamaño y, por el otro al hostigamiento permanente del Ejército.79 Sin embargo, un análisis minucioso devela que en la región existió una compleja relación entre el grupo y los otros actores que hacían presencia en la zona, especialmente las FARC- EP, ELN, delincuencia común y primigenias manifestaciones de paramilitarismo y narcotráfico.80 Esto hace que la comprensión de su desaparición nuevamente sobrepase la precariedad de trabajos previos que abordan el asunto solo en su singularidad y no en la interrelación con otros actores y sectores.

Como ya se mencionó, hubo una constante presencia de las FARC-EP en el territorio, lo que implicó una compleja relación con el MJBC, en una permanente rivalidad por obtener el control la región. Sumado a esto, hay que recordar que las FARC-EP estuvieron indirectamente implicadas en el quiebre de los diálogos de paz, lo cual acrecentó el resentimiento del MJBC hacia dicha guerrilla. No obstante, a pesar de la desconfianza mutua, la relación entre las insurgencias no era siempre hostil y se registraron numerosas colaboraciones en diferentes ataques a las FF.AA., lo que no debe sorprender, pues hacer presencia en zonas tan apartadas y reducidas, como los municipios limítrofes entre el Cauca y el Valle del Cauca, obligaba a establecer complejas relaciones dinámicas, más allá de la simple disputa territorial.

Los testimonios de Darío Villamizar, pero especialmente del abogado de Jonairo López Mora, coinciden en que hubo momentos en donde la relación entre el MJBC y las FARC-EP fue muy cercana. Este último, señaló que, al parecer, el comandante del Frente VI de las FARC-EP, Pablo Catatumbo, se citó con Ernesto para decidir el futuro del MJBC en el norte del Cauca a finales de los 90´. En dicha reunión Catatumbo intentó persuadir a López para unirse al Frente VI y este le respondió, según testimonio, que prefería “ser cabeza de ratón y no cola de león”.81 La respuesta a una unificación con las FARC-EP ,una guerrilla con mayor capacidad organizativa, fue negativa lo cual deja ver una voluntad autónoma del MJBC. Aunque es difícil encontrar la razón específica de esto, episodios como el de esta reunión sugieren que la vocación independentista del MJBC, dada la precariedad y limitaciones materiales del grupo, debía tener una base ideológica.

Independientemente de las razones puntuales, lo cierto es que el rechazo a unificarse bajo las banderas farianas marcó una contundente distancia entre estas guerrillas, algo que terminó siendo fatal a inicios del nuevo milenio. El hostigamiento de las FARC-EP se mezcló con disputas de corte más personal y vengativo,82 ello se materizó luego de la muerte de una guerrillera cercana a la comandancia del Frente VI, hecho que obligó a Romel a abandonar la ya debilitada organización a finales de la década, dando un duro golpe a la capacidad organizativa de la reducida guerrilla.83 Esto, más el arresto de Zapata dejó a Ernesto solo al mando del disminuido MJBC.

En su último combate, López Mora estuvo al mando de un grupo de 13 jóvenes guerrilleros, entre los cuales se encontraban Luis María Atehortúa, miembro del comité de finanzas, detenido en 1995. Con su muerte en un intenso combate contra la Octava Brigada del Ejército el 14 de abril de 2000, inicia el fin de la historia del MJBC.84 Sin un liderazgo evidente, los pocos militantes que quedaron dispersos intentaron reorganizar la guerrilla, pero terminaron por unirse a las filas de las FARC- EP en los siguientes años.

En paralelo, entrados los años 2000, en las universidades públicas de país empezaron a aparecer agrupaciones clandestinas que reivindicaban las banderas del MJBC. Sobre la relación de estos con la organización insurgente no se encontró ninguna línea de continuidad que justifique estas nuevas agrupaciones, sin embargo, los entrevistados no descartan que dentro de los líderes de estos movimientos estudiantiles existiera participación de antiguos miembros del MJBC.85

6. Conclusiones: una guerrilla en el cambio de siglo

En las líneas anteriores se presentó la trayectoria del MJBC desde su origen en 1994, pasando por el fallido proceso de paz con el gobierno de Ernesto Samper en 1996, hasta su desaparición a principios del siglo XXI. Como se pudo establecer, esta organización resaltó dentro de las otras pequeñas insurgencias, gracias al particular contexto tardío de su emergencia -finales del siglo XX- y también a su singular forma de entender la lucha armada, que priorizó el diálogo antes que la toma del poder. La historiografía tradicional ha identificado al MJBC como disidencia del M-19 o incipiente guerrilla residual, algo que fácilmente puede llevar a una visión reduccionista de la organización como una simple banda criminal en busca de dinero o poder en su pequeña región de influencia. Sin embargo, al estudiar su trayectoria es posible evidenciar un incipiente proyecto político en la conformación del grupo, evidente en las razones convocantes de la organización, relacionadas con la inconformidad que generó el fallido proceso de paz protagonizado años antes por el M-19. A ello se agrega la urgente necesidad del MJBC por habilitar espacios de diálogo efectivos e inclusivos, más allá de la revolución armada.

De allí resalta que la corta experiencia del grupo dialogando con el gobierno colombiano estuvo mediada por intensos debates en torno a la naturaleza del Estado, la paz y el papel de los distintos actores sociales en el conflicto armado. Acá se estudió a un grupo que se alzó en armas en un momento de la historia en donde se veía como agotada e inoperante la lucha armada revolucionaria. Sin embargo, la organización realizó una discusión sobre la democracia y sus opciones reales de participación y representación, buscando ampliar el margen de vinculación de amplios sectores sociales. Los ataques a la banca y empresas azucareras de la región suroccidental del país a primera vista parecían destinados a reforzar la idea del bandolerismo del grupo. Pero, la justificación política de los mismos y el poco rédito económico que estos actos daban sugieren que el objetivo implícito de este tipo de acciones era el posicionamiento de la organización en los medios y la opinión pública nacional. El MJBC ejemplifica una parte del heterogéneo panorama de la lucha armada en Colombia que choca con las ideas de una insurgencia total, homogénea y centralizada. Esta intuición se sustenta con la negativa del grupo a unificarse con las FARC-EP, lo que puede sugerir una resistencia a abandonar la línea o el proyecto político autónomo que permanentemente defendieron.

Es claro que las explicaciones meramente ideológicas o políticas del conflicto armado desconocen la naturaleza material y emocional de la guerra misma. Esto le resta importancia a elementos tanto estructurales como subjetivos que son fundamentales para la comprensión del actual Estado colombiano. Así, se propuso entonces una reconstrucción histórica de la trayectoria del MJBC, que permitió reconocer que dentro del análisis del conflicto armado no hay respuestas unilaterales, sino y que, por el contrario, en el estudio de la insurgencia se deben tener en cuenta elementos como el carácter de las organizaciones, su capacidad político-militar, las relacion y dinámicas con otros actores, la situación nacional y el contexto socio- histórico en que se halla inmersa la problemática.

Aún existen factores nodales relegados al momento de abordar este tipo de temáticas. Resalta la necesidad de investigar estos fenómenos y este período incluyendo variables como el narcotráfico, que entró a jugar un importante papel en la configuración del conflicto; las complejas relaciones entre el movimiento estudiantil y las organizaciones guerrilleras en las últimas décadas; el rol de las mujeres en la lucha armada; y la necesidad de ver este tipo de dinámicas atendiendo al análisis territorial, teniendo en cuenta perspectivas multiescalares86 que reconozcan la interacción y relevancia entre lo local, lo regional y lo nacional.

Ello adquiere mayor relevancia si se tiene en cuenta que el municipio de Miranda (Cauca) y en general la región del sur occidente del país, han sido durante mucho tiempo un laboratorio de experiencias y actores sociales en continua disputa, además de una zona duramente golpeada en diferentes momentos de esta guerra civil. Aún hoy la región es reconocida por la constante alteración del orden público que allí se presenta. Esto obedece a los múltiples antagonismos entre diversos de actores presentes, como lo son, por ejemplo, organizaciones disidentes del más reciente proceso de paz con las FARC-EP. Antes de terminar de escribir las presentes líneas, en diciembre de 2020 se reportó en Miranda la tortura y asesinato de Manuel Alonso Villegas, Carmelo o Romel, reconocido líder del M-19, comandante del MJBC y militante de las FARC-EP hasta su desmovilización87. Su muerte se dio en medio del proceso de transición a la vida civil. Este hecho desdibuja las posibilidades reales de paz que existen en la actualidad y cuestiona las garantías y apertura que existen frente a las acciones de lucha, reivindicación y resistencia que persiste en actores y sectores sociales, quienes insisten en la acción desde apartadas regiones del país.

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* Esta investigación es producto de la iniciativa de los autores y, por lo tanto, fue autogestionada y autofinanciada. Los autores deseamos extender un agradecimiento a Francisco Díaz-Granados por su lectura del texto. También estamos en deuda con la disposición, compromiso e interés de los entrevistados en la reconstrucción de la historia que presentamos.

1 Adriana González Perdomo, “Procesos de diálogo y negociación olvidados: el caso del Movimiento Jaime Bateman Cayón 1999”, Tesis de pregrado en Sociología, Cali: Universidad del Valle, 1999.

2Referencias sobre el Movimiento Jaime Bateman Cayón (MJBC) en: Darío Villamizar, Las guerrillas en Colombia. Una historia desde los orígenes hasta los confines (Bogotá: Debate, 2017); Juan Ugarriza y Nathalie Pabón Ayala, Militares y guerrillas. La memoria histórica del conflicto armado en Colombia desde los archivos militares 1958-2016 (Bogotá: Universidad del Rosario, 2017); Eduardo Pizarro, Cambiar el futuro. Historia de los procesos de paz en Colombia (1981-2016) (Bogotá: Debate, 2017); Centro Nacional de Memoria Histórica, Tomas y ataques guerrilleros (1965-2013) (Bogotá: CNMH, 2016); Centro Nacional de Memoria Histórica, La masacre de Trujillo. Una tragedia que no cesa. Primer informe de memoria histórica de la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación (Bogotá: CNMH, 2011).

3Alessandro Porteli, The Battle of Valle Giulia. Oral History and the Art of Dialogue (Madison: University of Winconssin Press, 1997).

4Oficina del Alto Comisionado para la Paz, Paz Integral y Diálogo Útil. Documentos del gobierno Nacional y de los Grupos Guerrilleros. Agosto 1995-Agosto 1996. Tomos II y III (Bogotá: Presidencia de la República, 1998).

5Eduardo Pizarro, Cambiar el futuro. Historia de los procesos de paz en Colombia (1981-2016) (Bogotá: Debate, 2017) 270. Centro Nacional de Memoria Histórica, Tomas y ataques guerrilleros (1965-2013) (Bogotá: Centro Nacional de Memoria Histórica, 2016) 59.

6Rodríguez Novoa, Sandra y Plazas Cuéllar, María Ximena, Oscuro abril. Revelaciones y testimonios de las elecciones más controvertidas de Colombia, 50 años después (Bogotá: Aguilar, 2020).

7El Frente Nacional fue un pacto entre el Partido Liberal y el Partido Conservador, en donde a través de la alternancia y la paridad del poder que buscó frenar la violencia bipartidista que se vivió durante los años 50´.

8Villamizar 379.

9Entrevista a Hipólito Blanco, exmiembro del M-19, Bogotá, marzo de 2019.

10Villamizar 567.

11Entrevista a Hipólito Blanco.

12Mauricio Archila, “El Maoísmo en Colombia: la enfermedad juvenil del marxismo leninismo”, Controversia, núm. 109 (2008): 169.

13Pizarro 270; CNMH, Tomas 59.

14González, Procesos 15.

15González, Procesos 11; Villamizar 625; Entrevista a Hipólito Blanco.

16Entrevista a Darío Villamizar.

17Actividades relacionadas con el apoyo logisto, la mensajería y comunicaciones para la organización.

18Entrevista a Hipólito Blanco.

19Entrevista a Hipólito Blanco.

20Villamizar 625; González, Procesos 11.

21Entrevista al abogado de Jonario López Mora, Bogotá, marzo de 2019.

22Entrevista al abogado de Jonario López Mora.

23Villamizar 616.

24González, Procesos 12.

25Entrevista al abogado de Jonario López Mora.

26Oficina del Alto Comisionado para la Paz 479.

27González, Procesos 12.

28Villamizar 468.

29Villamizar 545.

30González, Procesos 13.

31González, Procesos 12.

32Pizarro 270; González, Procesos 12.

33Álvaro Guzmán Barney, Violencia en cinco ciudades colombianas, a finales del siglo XX y principios del siglo XXI (Cali: Universidad Autónoma de Occidente, 2017) 708.

34Oficina del Alto Comisionado para la Paz 406.

35González, Procesos 13.

36En la VII Conferencia de las FARC de 1982, esta suma a su nombre Ejército del Pueblo, denominándose desde entonces FARC-EP.

37Oficina del Alto Comisionado para la Paz 479.

38El Ejército Zapatista de Liberación Nacional EZLN fue una organización guerrillera mexicana que se dió a conocer el 1 de enero de 1994, a través de una serie de levantamientos en el estado de Chiapas. Este grupo fue de carácter indígena, buscó la construcción de un nuevo modelo de nación a partir de la democracia, la libertad y la justicia, lo cual implicó la resistencia permanente al neoliberalismo contemporáneo.

39Jorge Volpi, La guerra y las palabras: Una historia intelectual de 1994 (México: Ediciones Era, 2004) 24.

40“Guerrilla hizo retroceder al gobierno”, El Caleño (Cali) 16 de noviembre de 1994.

41Carlos Medina Gallego, FARC-EP: Notas para una historia política 1958-2008 (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2009) 224; Entrevista a Daniel García Peña, Alto Comisionado para la Paz entre 1995 y 1998, Bogotá, abril de 2019.

42“La guerra no es un chiste”, El Caleño (Cali) 18 de noviembre de 1994.

43“Lizarazo regresó por el sendero de la paz”, El Espectador (Bogotá) 18 de noviembre de 1994.

44Según lo encontrado en la prensa regional, principalmente El Caleño, por la misma época existieron diferentes versiones sobre otros grupos presuntamente disidentes del M-19. Entre los más nombrados, estuvo el que protagonizó el secuestro de la senadora Regina Betancourt, conocida como “Regina 11”; este hecho se atribuyó temporal y equivocadamente al MJBC.

45La información presentada en el cuadro es el resultado de la recopilación, análisis y sistematización de eventos recopilados en la prensa nacional y regional, sumado a los registros provenientes de la base de datos Noche y Niebla del Cinep.

46Centro de Investigación de la Caña de Azúcar de Colombia (Cenicaña), constituida desde 1977 a través de un proceso en donde participaron ingenios y gremios con el fin de optimizar la producción y comercialización de la caña de azúcar a través de la investigación.

47Villamizar 617; Oficina del Alto Comisionado para la Paz 480.

48Entrevista al abogado de Jonario López Mora.

49Entrevista al abogado de Jonario López Mora.

50Según Mario Aguilera, en su obra Contrapoder y Justicia guerrillera de 2014 las prácticas y dinámicas ejercidas por grupos armados entorno a la justicia en zonas de contrapoder, se recoge en la forma de la Justicia Revolucionaria, la cual se relaciona con la interpretación que se hizo en latinoamericana y Colombia, sobre el “poder dual” planteado por Lenin, que consitió en la coexistencia de un “gobierno de la burguesía” y un “embrión” de poder representado en los soviets. Para el caso regional y nacional, dicho poder dual derivó en dinámicas y prácticas relevantes como la “justicia popular” o “justicia revolucionaria”, que fue utilizada por diversas organizaciones guerrilleras en el continente.

51Sonia Villamizar, ejecutiva y dirigente gremial vallecaucana, fue secuestrada por el MJBC el 16 de diciembre de 1996. Luego de seis meses de retención, las polémicas negociaciones para su liberación incluyeron a personalidades reconocidas de gobiernos nacionales y extranjeros (Costa Rica y Francia).

52Entrevista a Darío Villamizar.

53“La guerrilla en camping”, El Caleño (Bogotá) 13 de abril de 1996.

54“Capturado el tercer hombre del Bateman”, El Tiempo (Bogotá) 26 de junio de 1997.

55Mario Aguilera, Contrapoder y justicia guerrillera: Fragmentación política y orden insurgente en Colombia (1952-2003) (Bogotá: Iepri-Debate, 2014) 448.

56“Cayó marihuana de la guerrilla”, El Caleño (Cali) 28 de marzo 1995.

57“24 horas de frío en las montañas del Cauca”, El Caleño (Cali) 10 de mayo 1995.

58González, Procesos 37.

59“Carta a la Nación con motivo de la Liberación de Alfonso Lizarazo”, Cedema, 17 de noviembre de 1997. Consultado en: http://www.cedema.org/ver.php?id=5284 (consultado el 13 de abril, 2020).

60Villamizar 617.

61González, Procesos 28.

62“En Popayán instalada comisión de paz”, El Caleño (Cali) 19 de agosto de 1995.

63“Cayó el número 2 del Bateman Cayón”, Diario de Occidente (Cali) 21 de julio 1995.

64“El Bateman, entre misas y secuestros”, El Tiempo (Bogotá) 7 de enero 1996.

65Villamizar 623.

66“Radiografía del Bateman Cayón”, El Tiempo (Bogotá) 5 de febrero 1996.

67“Infierno en Florida”, El Caleño (Cali) 15 de marzo 1996.

68“Murió el jefe del Bateman Cayón”, El Tiempo (Bogotá) 31 de marzo de 1996.

69“Murió el comandante Alonso”, El Caleño (Cali) 1 de marzo de 1996.

70Villamizar 625.

71Ambas versiones fueron presentadas por los entrevistados.

72Oficina del Alto Comisionado para la Paz 340.

73González, Procesos 36.

74Oficina del Alto Comisionado para la Paz 392.

75Oficina del Alto Comisionado para la Paz 353.

76González, Procesos 31.

77“Alfredo Molano Bravo, ‘síndrome de Miranda (Testimonio)’”, El Espectador (Bogotá) 28 de abril de 1996.

78González, Procesos 35.

79Juan Ugarriza y Nathalie Pabón Ayala, Militares y guerrillas. La memoria histórica del conflicto armado en Colombia desde los archivos militares 1958-2016 (Bogotá: Universidad del Rosario, 2017) 269; Pizarro 271.

80Guzmán 705.

81Entrevista al abogado de Jonario López Mora.

82Ejemplo de ello fueron las confrontaciones en el marco de la zona de distención de 1996 y combates posteriores como los del 26 de abril de 2001 entre el MJBC y las FARC-EP, que dejó 2 guerrilleros muertos, hecho que reportó en su momento Noche y Niebla en su No. 20 abril-junio 2001.

83Entrevista al abogado de Jonario López Mora.

84“El Ejército da muerte en combate a 14 guerrilleros del Jaime Bateman Cayón”, Caracol Radio, 14 de abril de 2000. Consultado en: https://caracol.com.co/radio/2000/04/14/judicial/0955692000_074319.html (consultado el 13 de abril de 2020).

85Existió un blog en internet que intentó organizar a los grupos estudiantiles recogidos bajo la bandera del MJBC, pero allí no se hace mención alguna del grupo guerrillero. Consultado en: http:// movimientojaimebatemancayon.blogspot.com/ (consultado el 23 de febrero de 2021).

86Fernán González González, Poder y Violencia en Colombia (Bogotá: ODECOFI, 2014) 23.

Referencia bibliográfica para citar este artículo: Caro Romero, Felipe y Cruz Triana, Angélica. “Un largo abril. El caso de la guerrilla Movimiento Jaime Bateman Cayón (1994 - 2002)”. Anuario de Historia Regional y de las Fronteras 27.1 (2022): 247-273.

Recibido: 27 de Julio de 2020; Aprobado: 11 de Febrero de 2021

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