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Anuario de Historia Regional y de las Fronteras

Print version ISSN 0122-2066

Anu.hist.reg.front. vol.28 no.1 Bucaramanga Jan./June 2023  Epub Dec 16, 2022

https://doi.org/10.18273/revanu.v28n1-2023003 

Artículos

“La República Celestial”. El Centenario de la batalla de Boyacá en Tunja (1919)

“The Celestial Republic”. The hundredth anniversary of the Battle of Boyacá in Tunja (1919)

“A República Celestial”. O centenário da batalha de Boyacá em Tunja (1919)

Abel Fernando Martínez-Martín* 
http://orcid.org/0000-0002-4621-6072

Andrés Ricardo Otálora-Cascante** 
http://orcid.org/0000-0002-0793-4602

* Doctor en Historia de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, sede Tunja. Médico y cirujano de la Universidad Nacional de Colombia. Investigador del Grupo de Historia de la Salud en Boyacá - UPTC de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia en Tunja, Colombia. Código ORCID: 0000-0002-4621-6072. Correo electrónico: abelfmartinez@gmail.com

** Doctor en Historia de la Universidad Nacional de Colombia. Investigador del Grupo de Historia de la Salud en Boyacá - UPTC de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia sede Tunja. Código ORCID: 0000-0002-0793-4602. Correo electrónico: arotalorac@unal.edu.co


Resumen

Este artículo relata la celebración del centenario de la batalla de Boyacá en 1919 en la ciudad de Tunja, Colombia. La capital de Boyacá culminaba una década de Fiesta Nacional y reforma urbana en donde aparecieron parques, plazas, avenidas y monumentos en honor a los héroes de la Independencia, que complementaron los hitos coloniales de la ciudad. A pesar de las dificultades presupuestales y las obras inconclusas, las fuentes de archivo muestran que el gobierno nacional de la Hegemonía Conservadora y la Iglesia católica urdieron en la trama urbana de Tunja el discurso de la independencia y su tradición hispánica para dar la imagen de una comunidad nacional unida, católica y en paz, encaminada hacia el progreso. Las contradicciones y problemas de esta celebración pusieron en evidencia la existencia de fisuras en la Comunidad Imaginada de esta “república celestial”.

Palabras clave: Colombia; historia nacional; monumentos históricos; fiesta nacional; centenario de la batalla de Boyacá; Tunja

Abstract

This article narrates the commemoration of the hundredth anniversary of the Battle of Boyacá in the city of Tunja in 1919, Colombia. Boyacá’s capital was nearing the end of a decade of national celebrations and urban reforms in which parks, squares, avenues, and monuments honoring independence heroes sprouted up and were added to the city’s colonial landmarks. Despite budgetary difficulties and unfinished projects, archival sources evidence that the Conservative Government and the Catholic Church included in the urban scheme of Tunja the discourse of independence and its Hispanic tradition to give the image of a united nation, Catholic, at peace, and headed towards progress. The contradictions and problems of this celebration highlight the existence of fissures in the imagined community of this “celestial republic”.

Keywords: Colombia; National History; Historic sites; National holiday; Battle of Boyaca centenary; Tunja

Resumo

Este artigo retrata a celebração do centenário da batalha de Boyacá em 1919 na cidade de Tunja, Colômbia. A capital da região de Boyaca terminou uma década de festa nacional e reforma urbana representada em parques, praças, avenidas e monumentos públicos homenageando os heróis da independência, complementando o legado hispânico da cidade. Apesar das dificuldades econômicas e obras públicas inacabadas, os arquivos mostram que o governo nacional do Partido Conservador e a Igreja Católica, ambos representaram no espaço urbano de Tunja a história da independência nacional e o legado colonial da cidade, para expor a imagem de uma comunidade nacional unida, católica e em paz, marchando direto para o progresso. A contradição do centenário pôs em evidência a existência de questões sobre a ideia de tal Comunidade Imaginada desta “república celestial”.

Palavras chave: Colômbia; História Nacional; Sítios históricos; Festa nacional; Centenário da Batalha de Boyacá; Tunja

1. Introducción

El 7 de agosto de 2019, el presidente de la república de Colombia, los gobiernos nacional, departamental y municipal, autoridades militares, invitados especiales, la prensa y la Academia Boyacense de Historia, sin acceso de público, con discursos y parada militar, celebraron doscientos años de la batalla de Boyacá, que dio la Independencia al virreinato de Nueva Granada en 1819, en el campo que atraviesa el río de dicho nombre en territorio de Tunja. La celebración se desarrolló teniendo como eje el puente conmemorativo que cruza el río que se llama en lengua muisca Boyacá, que pasa por el pueblo del mismo nombre, río que le dio el nombre primero al estado y luego al departamento y que, ahora, lleva el nombre italiano de Teatinos, mientras, a lo lejos, el obelisco, primer monumento erigido en honor de la batalla en el campo de Boyacá, permanecía sin uso, mudo, desnudo y descontextualizado. En 1969 en el sesquicentenario, fue trasladado al sitio donde tuvo lugar la batalla.

Las celebraciones del bicentenario y del centenario tuvieron más semejanzas que diferencias, el frío, la neblina y la llovizna; los ejercicios militares; el discurso presidencial y los floridos y patrios de los académicos; banderas e himnos; placas, bustos y monumentos; coronas de laurel y ofrendas florales; poesías y dramatizaciones; discursos y alegorías; periodistas y fotógrafos; autoridades civiles, eclesiásticas y militares y las juntas organizadoras de festejos; actas y angustias presupuestales; plazos que se vencen, promesas que no se cumplen, obras públicas inconclusas y propósitos de regenerar la república con la paz y el anhelado progreso.

Este trabajo aborda lo que sucedió hace 100 años, cuando se celebraron las fiestas patrias en Tunja, último centenario de una década de Fiesta Nacional y de reforma urbana, que vivió la capital de Boyacá bajo el patrocinio de héroes y mártires de la Independencia, materializados en hitos urbanos para la ciudad que cumplía, el 6 de agosto de 1919, 380 años de fundación hispánica, porque ni herreras ni muiscas fundaron ciudades. Ciudades que se llenaron de:

[…] esculturas conmemorativas de argumentos abstractos y de héroes y próceres de las independencias. El ornato urbano fue argumento propicio para justificar presencias que engalanaron parques, avenidas y plazoletas. Las ideas del urbanismo academicista francés signadas por las preocupaciones higienistas, las del perfeccionamiento del tránsito y los requerimientos de una evanescente `estética edilicia`, fueron impulsoras de las grandes obras urbanas.1

2. La Década de los centenarios

Dentro de la historia urbana colombiana, uno de los mayores logros de estos centenarios fue llevar las leyendas fundadoras de la patria al espacio público urbano. Los héroes y mártires se concretaron en la trama de las ciudades al nombrar plazas, avenidas e instituciones educativas; colocar placas conmemorativas, levantar bustos y monumentos, pintar cuadros, ejercer la oratoria patria, patrocinar congresos médicos, obras de caridad, desfiles alegóricos, retretas y centros literarios, y opacar lo realizado a lo largo del siglo XIX, planeando el crecimiento y desarrollo de la ciudad moderna, que anhelaba el progreso, calificaba de higiénico al cemento y quería dejar atrás la ciudad colonial y conectarse con el mundo.

Tunja, capital del departamento, inició durante el quinquenio del boyacense, presidente y general Rafael Reyes (1904-1909), los preparativos para celebrar con solemnidad las fiestas del centenario de la Independencia nacional. Faltaba mucho para 1919, sin embargo, élites y autoridades políticas, militares, eclesiásticas y académicas aprovecharon el tiempo que los separaba del 7 de agosto de 1919, para impulsar los valores objetivo de la historia patria y del centenario: el Progreso y la Civilidad.

El Progreso, basado en la paz y la recreación de una comunidad imaginada,2 el “Pueblo Boyacense”, rendía culto a los héroes fundadores de la República a través de obras públicas en sitios históricos, parques, avenidas, monumentos, museos y bibliotecas; hitos urbanos que transformarían la antigua ciudad colonial en una capital moderna, conectada con el país y el mundo. Tunja, saludada por el Libertador como “cuna y taller de la Libertad”, se sentía deudora de la gratitud nacional por el primer siglo de república, deuda que intentó cobrar con obras públicas y de dotación urbana, que abrirían la puerta a la modernidad: “erigieron monumentos conmemorativos como puntos formales dentro del trazado que, acaparando fines simbólicos, generaron años después nuevas dinámicas de urbanización”.3 La Civilidad, el pasado cultural hispánico, orgullo de la ciudad, se entrelazaba con su destacado papel en la Independencia de Colombia. Los centenarios de 1910 a 1919 buscaron la identificación genealógica de la hispanidad a través de la civilidad: lengua y religión con la Independencia, con intencionado olvido del pasado indígena, reconciliando Patria y Madre Patria.4

La paz, alcanzada luego de la “Guerra de los Mil Días” (1899-1902), el enfrentamiento más cruento y largo, que marcó el cambio de siglo y la traumática pérdida de Panamá a manos de Estados Unidos, abrió espacio al hispanismo, en un esfuerzo de reconstrucción del imaginario nacional por parte del régimen conservador gobernante en torno a estos valores, con la tutela de la Iglesia católica, a través de la consagración del país al Sagrado Corazón de Jesús, a la manera francesa, cuya basílica, templo de la paz, fue inaugurada en la capital de la República en 1916. Su nombre, el Voto Nacional.

La intervención norteamericana fue contrarrestada con alianzas con España, Ecuador y Venezuela, que hicieron necesario “reinventar la tradición para borrar el pasado conflictivo de la conquista, la colonia y la reconquista españolas, así como los conflictos que desde la separación de la llamada Gran Colombia en 1830, permanecían en las fronteras con Ecuador y Venezuela”.5 En el país “las celebraciones religiosas fueron centrales dentro de los festejos: en todos los programas departamentales se incluyó la misa y el tradicional Te Deum”.6

Carolina Vanegas no ve en la celebración del Centenario el momento de la unión partidista, la civilización y el progreso, sostiene que el discurso de las élites fue excluyente y estaba en contradicción con la situación social, económica y política del país donde reinaba el desacuerdo entre Bogotá y las regiones, “el intento de construir una memoria nacional hegemónica reprodujo simbólicamente los conflictos locales que tuvieron ocasión en el proceso de la revolución de la independencia”. Las celebraciones se convirtieron en “zona de confrontación simbólica donde las memorias locales y periféricas se enfrentaron a las del centro del país”, refiriéndose a las celebraciones de la costa caribe.7

Los elementos mencionados sirvieron a la Diócesis de Tunja (1888) y al Centro de Historia de Tunja (1905), futura Academia Boyacense de Historia, para vertebrar los guiones y discursos de las fiestas patrias. En la inauguración (1913) del desaparecido Teatro Municipal, cuya primera piedra se colocó en 1910, se expresaba el sentido de la celebración: “Las fiestas centenarias revelaron la existencia de ese valiosísimo tesoro colectivo; de ese fondo de hidalguía que no es fruto del dinero y que no se puede improvisar, aunque se quiera”.8

Ozías Rubio, secretario perpetuo del Centro de Historia de Tunja, en la sesión solemne por la fiesta de la Raza del 12 de octubre de 1918, con presencia del Gobernador y el Obispo, expresó el pensamiento de los académicos y de la élite boyacense del centenario:

[…] fervientes votos por la ventura y engrandecimiento de la Madre Patria, genitora de esta fiesta, a la cual están vinculadas todas las glorias de España y el porvenir de sus antiguas colonias, hoy naciones libres y florecientes, que reconocen la necesidad de mantener estrecha alianza con la católica patria de Fernandos e Isabeles, cuna inmortal de Cervantes, que ha dado alto ejemplo de valor moral y civismo al mantener una estricta neutralidad en medio del cataclismo europeo que hace cuatro años devasta el viejo mundo.9

Según Aimer Granados, aspectos importantes del hispanismo “como la religión católica y el idioma castellano, contribuyeron para cohesionar la sociedad colombiana y, aún para que los conservadores se apoyaran en la tradición y valores hispánicos y se perpetuaran en el poder político por cerca de medio siglo”.10

En Tunja se organizaron una década de celebraciones centenarias de 1910 a 1919, dedicadas a distintos momentos de la historia patria, que finalizarían con la mayor celebración en 1919, con la conmemoración de los centenarios de las batallas de Vargas y Boyacá, que consolidaron la Independencia11 en los “Altares de la Patria”, que escenificarían desde entonces la memoria oficial de la génesis de la Nación. Desde el centenario de 1810, celebrado en Bogotá, distintas fiestas se celebraron en capitales departamentales y otras poblaciones de Colombia. El programa que llenó a Bogotá “de imágenes y referencias gloriosas relativas a las gestas independentistas fue una acción de mnemotecnia que garantizaba no el recuerdo de las épocas pretéritas, sino la legitimidad del futuro que se estaba construyendo”,12 fiestas en espera de ser estudiadas por la historia regional, local y urbana.

3. Fiesta Nacional y Junta Patriótica

La Ley 8º del 27 de agosto de 1913 dispuso la celebración del primer centenario de la batalla de Boyacá, declarando “gran fiesta nacional la fecha del 7 de agosto”. La Nación promovería la celebración en Tunja de una exposición nacional de ciencias, artes e industrias, para lo que se construiría unos pabellones que luego se usarían como plaza de mercado, el hoy centro cívico y comercial Plaza Real, diseñado por el arquitecto francés Gastón Lelarge.

Promovería también el establecimiento, en el puente de Boyacá, de una escuela de Agricultura y Veterinaria y la erección de una estatua ecuestre del Libertador para el campo de Boyacá. Tanto en Tunja como en el campo, el Congreso Nacional prometió destinar un terreno para la construcción de pabellones y monumentos, tanto de los departamentos como de las otras naciones libertadas, excluyendo a Panamá.13 El Congreso destinó partidas presupuestales por $ 25.000 anuales para la celebración, de 1914 hasta 1919. La ley se modificó con la ley 106 del 4 de diciembre de 1914, que encargó a la Junta Patriótica del Centenario, creada por Ordenanza 19 de 1913, la realización de esta fiesta nacional y las obras de “necesidad y utilidad públicas”, para poder realizar las expropiaciones requeridas.

En 1917, las obras se encontraban muy atrasadas. Por esto, la Asamblea Departamental de Boyacá emitió la Ordenanza 20 del 25 de abril, que adicionaba la Ordenanza 19 de 191314 para garantizar la magnificencia de la Fiesta Nacional. La Junta Patriótica quedó autorizada para adquirir un edificio y celebrar la exposición, reducida a departamental, de arte, industria y arte antiguo, procurando, por fin, instalar el museo, la biblioteca departamental, el archivo, la academia de pintura y el Centro de Historia de Tunja.

La exposición fue confiada a la Compañía de Hilados y Tejidos de Samacá y la organización del museo y la biblioteca al Centro de Historia. Se financiarían con el 10 % de la renta de licores del departamento. La junta quedó facultada para adquirir de particulares o religiosos, objetos antiguos o colecciones para el museo, a inaugurarse el 7 de agosto de 1919. La Junta tendría que copiar y traducir los blasones de la capital y depositar copias en el museo y constituir una comisión de señoritas para “cooperar a la fiesta de la Patria y a honrar la memoria de las heroínas boyacenses” y coordinar las juntas municipales de mujeres.15

La Ordenanza era perentoria en cuanto a establecer cuanta junta o comisión fuera necesaria, especialmente de los boyacenses residentes en Bogotá, con el fin de activar los trabajos decretados por la nación y el departamento, mediante la obtención de los pagos de las sumas votadas por el congreso para celebrar el centenario, gestiones que la colonia de residentes en la capital realizaría ad honorem. Se estableció una comisión permanente de la Asamblea para activar varios frentes de trabajo. La Junta, constituida por los secretarios de Gobierno y Hacienda y por el alcalde de Tunja, debía apresurar reuniones para tener todo listo para la Fiesta Nacional. Quedaba facultada para hablar con el obispo Eduardo Maldonado Calvo, para asegurar la colaboración del clero boyacense en la fiesta patria y con la Academia de Medicina, para la realización del IV Congreso Médico Nacional, en agosto de 1919.16

Se aprovechaba para ordenar obras públicas y de ornato en Tunja, como remodelar el palacio de la Gobernación y de la Asamblea, reparar y pavimentar el claustro de Santo Domingo que servía de palacio de Justicia y la colocación en el patio de un busto del prócer y mártir José Joaquín Camacho, además de la adquisición de los bustos de los mártires locales José Cayetano Vásquez y Juan Nepomuceno Niño, obras que se colocaron bajo responsabilidad del alcalde de Tunja a quien se le asignó un sobresueldo.17

Se ordenó la constitución de juntas patrióticas en los municipios para las celebraciones locales de la Fiesta Nacional a través de colectas y donaciones. Se obligaba a cada municipio de Boyacá a construir una obra de interés social y municipal para inaugurar en el centenario, obras como escuelas, acueductos o plantas de luz para lo cual los concejos municipales podían destinar las rentas de las chicherías. La obra y los nombres de las juntas y los concejos quedarían inmortalizados en placas que se colocarían en la capital y destinaron $500 para premiar la mejor obra centenaria.18 Tunja debería contratar su alcantarillado, establecer baños públicos, realizar la pavimentación de las calles y la plaza principal.19

Los municipios por donde pasaba la Carretera Central del Norte construirían alamedas a lo largo de la vía, dentro de su jurisdicción.20 En Belén de Cerinza se construiría un parque con el nombre de Pedro Pascasio Martínez y se colocaría el 7 de agosto de 1919 un retrato al óleo del prócer de Boyacá en el salón del Consejo. Paipa quedaba encargada de hacer una alameda en el camino al pantano de Vargas y un parque en el campo de la batalla. Se estableció un plan de cartografía de las cabeceras municipales del departamento y columnas de piedra que marcaran la distancia en kilómetros. Los maestros de las escuelas urbanas debían escribir una monografía que incluyera geografía, historia, personajes ilustres, artes e industrias y productos principales del municipio, para entregar a los invitados del centenario con una reseña del departamento confiada al rector del Colegio de Boyacá.21

La Ordenanza declaraba día clásico del departamento de Boyacá el 25 de julio por la batalla del Pantano de Vargas, que celebrarían las escuelas. Las de Duitama, Paipa, Santa Rosa y Tibasosa lo harían en el sitio histórico donde el 25 de julio de 1919 se colocaría una placa de la Asamblea, en honor a los 14 lanceros y su “heroico esfuerzo por la libertad de Suramérica”. Se colocaría una placa en la casa donde se realizó la amputación del coronel James Rook, comandante del batallón Albión, y en el acto estarían el gobierno departamental, la academia, la iglesia, los colegios, escuelas y se invitaría al Congreso, la Academia Nacional de Historia y a las representaciones diplomáticas de Bolivia, Perú, Ecuador y Venezuela.22

Se destinaban, como siempre, las rentas de licores y se autorizaba al Gobierno para adquirir un empréstito por $ 50.000.23 La Ordenanza es parte de la preocupación que en 1917 tenían las autoridades departamentales respecto a la magnificencia de la gran Fiesta Nacional de 1919, que se realizaría en su territorio, en su capital y en el puente de Boyacá. No se olvidaron en la Asamblea de los discursos y estudios históricos que sustentaron el proyecto de su “Comunidad Imaginada”. En mayo de 1917, la Asamblea reconoció el carácter oficial del Centro de Historia de Tunja como órgano consultivo del gobierno para investigar la historia nacional y particularmente la de Boyacá, velar por el cuidado y conservación de los archivos, los monumentos públicos y las reliquias históricas -arte colonial-, ayudar en la fundación del anhelado museo y colaborar en la celebración de las fiestas nacionales, con el Repertorio Boyacense como órgano de difusión, destinando rentas para mantener el centro.24

En agosto de 1917, en la revista bogotana El Gráfico, Fabio Lozano T.

polemizaba sobre el Centenario de Boyacá, pues los centenarios celebrados hasta entonces en el país habían tenido alcance local, regional o nacional sin acercarse a las repúblicas bolivarianas: “será honroso para Colombia iniciar ese movimiento salvador, congregar bajo su cielo a los representantes de estos pueblos, jurar con ellos la unión sobre el campo de Boyacá y hacer así de ese campo el más duradero pedestal de la gloria de los proceres americanos”.25

Un editorial aconsejaba utilizar el centenario para mostrar a las naciones americanas los progresos que ha tenido el país tras un siglo de república y los efectos de las celebraciones de las fiestas nacionales: “pudimos darnos cuenta de los fecundos resultados que tuvo la celebración del centenario del 20 de julio. Por primera vez pareció cernerse sobre nuestro cielo la Concordia con perdurable serenidad”. Solicitaba al Congreso no escatimar en gastos ni reducir las partidas votadas para la celebración.26

En 1918, la Junta Patriótica se dirige al congreso informando de los atrasos y problemas que se tienen para terminar las obras proyectadas. Los problemas que llevaron a la crisis fiscal del país se agravaron con la persistente animadversión contra Estados Unidos por la separación de Panamá y los efectos de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), a pesar de que Colombia se declaró país neutral ante el conflicto, como política del gobierno conservador de José Vicente Concha y su canciller, el futuro presidente del centenario Marco Fidel Suárez. Algunos miembros de la Junta Patriótica, como el banquero Carlos A. Otálora y el historiador Ozías Rubio, apoyaron la campaña presidencial de Guillermo Valencia quien perdió contra Suárez,27 lo que sumó obstáculos a la cercana celebración.

La preocupación por incumplir los compromisos de la gran celebración nacional hizo que la Junta editara un memorial en julio de 1918,28 que evidencia los problemas presupuestales que ponían en peligro la realización del Centenario de Boyacá, faltando un año.29 De los $150.000 votados por el congreso en 1913, el gobierno nacional solo había girado el 44 %, el departamento recibió $66.250, de los cuales $50.000 fueron girados en vales del tesoro, que no pudieron cobrarse de inmediato y que perdieron el 20 % de su valor al hacerlos efectivos. La Junta Patriótica instó al congreso a girar los recursos faltantes para la ejecución de las obras y se quitó responsabilidad en el fracaso “que pueda sufrir la celebración del primer centenario del hecho nacional más extraordinario del siglo XIX, lo que seguramente la historia no perdonaría a nuestros gobiernos”.30

La Junta reportó el inicio de la construcción de los pabellones para la exposición, en la que se habían gastado los pocos recursos en un lote terraplenado y amurallado al lado del puente del Topo con planos pagados al arquitecto francés que supervisaba la obra, quedando en 1918 sin ejecutar la estatua ecuestre del Libertador, la Escuela de Veterinaria y Agronomía y los lotes para los hitos de los departamentos y las cuatro naciones. La Junta creó un comité de tunjanos notables para organizar la exposición, programa, premios y diplomas e invitaciones a los departamentos, intendencias y comisarias. La Asamblea había promovido, en 1917, que los municipios de Boyacá erigieran monumentos conmemorativos de la Fiesta Nacional31 y publicó en la prensa bogotana las obras.32

La junta advierte que el departamento ha expedido ordenanzas con el fin de completar las obras de Tunja para 1919. Incluyen, el edificio de la Asamblea, el museo, el archivo, la biblioteca, la escuela de pintura, el Centro de Historia y los monumentos del parque de los mártires con la columna y bustos de Niño y Vásquez en el Bosque de la República. El monumento del pantano de Vargas y las reuniones del Congreso Médico y un Congreso Pedagógico extraordinario,33 así como la atención y alojamiento de las comitivas oficiales y diplomáticas, eran las preocupaciones principales de la Junta.34 Se solicitó al Congreso el pago inmediato del saldo adeudado y en 1918, la suma mínima de $50.000 para terminar la obra de los pabellones, atender los festejos y alojar a los invitados.35 Un factor no planeado vendría a complicar la crisis, la llegada en octubre de 1918, de la mortal pandemia de gripa.

Los problemas económicos continuaron faltando pocos meses para la celebración, lo que el presidente Suárez utilizó para justificar el aplazamiento de la celebración internacional. El 30 de abril de 1919, mediante Decreto 903, el presidente, culpó al trastorno económico, fiscal y comercial provocado por la Primera Guerra Mundial, de la falta de aplicación de las disposiciones legales para celebrar el centenario e impedimento para que Inglaterra y las naciones bolivarianas pudieran ser invitadas a la Fiesta Nacional del 7 de agosto: “no podrían allegarse los elementos necesarios al mayor esplendor que demandaría la solemnidad de aquella magna fecha, con la presencia de los representantes de la naciones indicadas”. Informó que había sido imposible obtener en Europa la estatua ecuestre del Libertador para el campo de Boyacá, señalando para 1920, en día que definiría el Congreso, la fecha en que serían recibidos los representantes de Gran Bretaña, Venezuela, Ecuador, Perú y Bolivia, para conmemorar el centenario la batalla de Boyacá.36

Las obras para la exposición nacional no concluyeron para las celebraciones del 7 de agosto. Pasado el centenario las obras continuaban y la exposición nacional se llevó a cabo en Bogotá. En 1920, se termina el pabellón central; los otros seis pabellones alrededor del central se inauguraron en el IV centenario de la fundación de Tunja, en 193937 (Figura 1).

Fuente: BNC, Hemeroteca. “Avance de la Plaza de Exposiciones de Tunja”, Cromos 189, Bogotá, 31 de octubre de 1919.

Figura 1 Pabellón para la Exposición Nacional del Centenario de Boyacá en obra, Tunja, octubre de 1919. 

4. La Diócesis de Tunja y la coronación de la Virgen de Chiquinquirá

En 1880, mediante la bula Infinitus amor, el papa León XIII elevó a Tunja a la categoría de diócesis. En 1905 ocupó la silla diocesana Eduardo Maldonado Calvo (1860-1932), quien con mano de hierro gobernó la provincia eclesiástica y estuvo presente en las celebraciones de la década de los centenarios como figura dominante de Boyacá. Desde 1910 y durante toda la década de los centenarios, el gobierno departamental tuvo en el obispo Maldonado Calvo un aliado incondicional, en el discurso, la ceremonia y, también, en la financiación de las distintas fiestas nacionales celebradas en Tunja y el departamento. Con motivo del centenario de 1910, el obispo publicó una carta pastoral para que se celebrara digna y piadosamente la Fiesta Nacional en toda la diócesis, donde habla de la República Celestial:

Que el beneficio de nuestra Independencia nacional que vamos a conmemorar solemnemente y en cuya virtud quedamos para siempre sueltos de toda dominación extraña a nuestro propio suelo, nos recuerde y nos haga apreciar cada día más aquella otra libertad […] que Cristo Jesús, nuestro verdadero Libertador, nos alcanzó […], para que algún día vayamos a formar parte de aquella República Celestial compuesta de hijos de Dios.38

El obispo apoyó a las crónicamente exiguas arcas oficiales en las celebraciones patrias en Boyacá. El 7 de agosto de 1918, en ceremonia en el puente presidida por él, el párroco de Ventaquemada pronunció un largo discurso que alababa el desprendimiento del jefe de la iglesia boyacense al costear las obras: “con una erogación para las obras del centenario, dio toque comprometedor a sus legiones, clero y fieles de la Diócesis, no para lanzarnos a combates de que no necesita la Patria, sino para inducirnos a la gratitud con obras de civilización y progreso”.39

Nueve años antes del Centenario, el 9 de enero de 1910, Pío X decretó la coronación del lienzo de la Virgen María del Rosario de Chiquinquirá, solicitada por los dominicos, apoyados por el obispo Maldonado Calvo. No fue sino hasta antes de la conmemoración del centenario de la Batalla de Boyacá, el 9 de julio de 1919, cuando se llevó a cabo la solemne ceremonia de coronación en una atestada Plaza de Bolívar de Bogotá. Hubo discurso presidencial del conservador Marco Fidel Suárez, quien presidió la ceremonia, coronación del lienzo a cargo del obispo de Tunja, quien organizó el evento con presencia del Nuncio Apostólico, los ministros, autoridades nacionales, locales, militares y eclesiásticas; no faltaron verbenas, retretas, música y bailes, festones, bandas de guerra, comparsas, juegos pirotécnicos y la inauguración del alumbrado eléctrico en la capital de la república.

No fue la coronación de la Virgen de Chiquinquirá motivo de unión y reconciliación. En 1918 y 1919 el obispo de Tunja mantuvo con los habitantes de Chiquinquirá una agria disputa, reseñada en los medios de la época, porque se oponían a que el cuadro abandonara la población para ser coronada patrona y reina de Colombia en Bogotá, lo que produjo el Cessatio a divinis, el Entredicho (orden de cerrar las iglesias y trasladar misas, sacramentos y oficios religiosos, incluidos entierros, a otros municipios), decretado por el obispo de Tunja.

Maldonado Calvo, con gran influencia en los obispos de su tiempo, anuncio el 7 de junio de 1918 la coronación mediante un decreto con instrucciones para que el cuadro de la Virgen se llevara a Bogotá para la coronación, acontecimiento central del Primer Congreso Mariano Nacional convocado por el episcopado colombiano dentro de los actos del centenario, evidencia de la unión entre la iglesia y la Hegemonía Conservadora:40 “La sujeción parcial del Estado a la Iglesia se reflejaba en el vocabulario político de la época; la retórica sacerdotal y la política se entrecruzaban en contenido, composición y expresión. Tenían los mismos gestos y la misma entonación […] las mismas referencias a Dios, a la patria y al hogar”.41

El 12 de junio se fijó en la puerta de la iglesia de Chiquinquirá la orden de trasladar el cuadro a Bogotá, lo que desencadenó protestas, disparos, mítines y actos violentos. Los chiquinquireños, que llevaban una década preparándose para la ceremonia se sintieron frustrados, se rumoraba que iban a cambiar el cuadro o no lo iban a devolver. El 21 de junio, en la noche, chiquinquireños descontentos asaltaron el convento dominico, hubo disparos, un muerto y, la iglesia fue tomada y sacado el cuadro “organizando una singular procesión que condujo la imagen a la iglesia de la Renovación”,42 donde se mantuvo guardado bajo llave cuatro meses. Realizaron asambleas, manifestaciones, se opusieron a los dictados del obispo y a los dominicos, eligiendo una “Junta Guardadora de la Sagrada Imagen”.43

Mediante Decreto 118 de noviembre de 1918, Maldonado Calvo prohibió leer los periódicos chiquinquireños Mensajero Liberal y Labores, pues “prohíbe estrictamente la lectura de dichas hojas y declaró que cometen pecado mortal los fieles que las lean, así como los que de cualquier forma contribuyan a su propagación”44 y excomulgó al alcalde de Chiquinquirá por apoyar a los revoltosos. Fuertemente escoltado por el Ejército Nacional, solicitado por Maldonado Calvo, el lienzo salió de Chiquinquirá a fines de junio de 1919 y junto con centenares de católicos, realizó una peregrinación a pie hasta Bogotá, donde fue recibida por el presidente Suárez, altas personalidades de la república y millares de feligreses.

El obispo de Tunja impuso una corona de oro y esmeraldas a la imagen. Con este acto se estableció simbólicamente que el poder estatal de Colombia, en cabeza de Marco Fidel Suárez, estaba íntimamente unido a la iglesia católica con la consagración de la Virgen del Rosario de Chiquinquirá como patrona y reina de Colombia, como lo habían hecho un año antes con la consagración del país al Sagrado Corazón y con la iglesia del Voto Nacional: una República Celestial, en palabras del obispo de Tunja.

El regreso del cuadro a su basílica se realizó por la Carretera Central del Norte, el 2 de agosto salió la imagen de la iglesia de Ventaquemada y fue recibida en el sitio histórico el 3 por el ejército y su banda de guerra allí reunido para representar la batalla. Veinticinco cañonazos saludaron a la Virgen acompañada de la voz de los soldados que entonaron el himno mariano. Una hora estuvo la imagen en el campo de batalla y, luego, entró triunfalmente a Tunja.

El 7 fue recibida por Maldonado Calvo en el Bosque de la República, recorrió en procesión las iglesias y le fueron hechas rogativas,45 fue conducida por cuarta vez, la primera que no vino como taumaturga, a la catedral, 332 años después de su primera visita. La misa campal en la plaza de Bolívar fue parte de los eventos de aquel día. El patriótico y taumatúrgico lienzo coronado se fue por el mismo lugar donde por siglos se había ido, el día 8 de agosto rumbo a Samacá. La gira centenaria de la Virgen duró 40 días en continua romería, 400 kms y 20 poblaciones, entre Chiquinquirá, Bogotá, Puente de Boyacá, Tunja y Chiquinquirá, a donde volvió coronada en el centenario de la república.

5. La página inmortal. El último centenario en Boyacá

El 25 de julio de 1907, Abraham Solano pronunció un discurso en la colocación y bendición de la primera piedra del obelisco que se erigiría en el campo de batalla de Vargas.46 Según Solano, “nuestros héroes y mártires legendarios labraron las piedras del obelisco que inauguramos hoy. Esas piedras se hallan dispersas en el campo que se llama Historia”,47 ni la segunda piedra ni las otras, fueron colocadas para 1919.

La Junta Patriótica, dentro de la relación de obras votadas por la Asamblea y pagadas por Boyacá dirigida al Congreso en 1918, relacionaba el monumento en mármol a Juan José Rondón en el Pantano de Vargas.48 Sin embargo, para el día de la celebración, ni el obelisco ni el monumento habían sido realizados, solo seguía allí el pantano que aún no había sido desecado, como lo atestigua la nota realizada por la revista Cromos desde el campo de batalla con fotografías del Estado Mayor General de Ejército (Figura 2)

Fuente: BNC, Hemeroteca. “El pantano de Vargas”, Cromos 172, Bogotá, julio 26 de 1919.

Figura 2 Pantano de Vargas, julio de 1919.  

El monumento construido en los años veinte estuvo en el cerro del cangrejo hasta el sesquicentenario, un pedestal marmóreo en cuyo frente se sienta una estatua de la gloria y encima, de pie, la figura marcial de Juan José Rondón. En las dos caras del monumento, los nombres de los catorce lanceros, en homenaje de admiración y reconocimiento que la Asamblea realizó al esfuerzo heroico de los lanceros.49

Los actos iniciaron con una misa campal celebrada por el obispo de Tunja al pie del obelisco conmemorativo, en lo que la prensa capitalina calificó como concurrida asistencia con más de 5000 personas y 100 autos.50 Posteriormente, una función militar con el simulacro de la carga decisiva y toma del puente de Boyacá, incluidos los cañones realistas51 a la que se dio inicio a las 2 de la tarde, al ritmo de la patriótica contradanza “La Vencedora”.52

Después, al pie del obelisco, que se encontraba por entonces junto al puente y la Carretera Central del Norte, se realizó la Jura de la Bandera Nacional, luego de la cual el obispo de Tunja y patrocinador de la Fiesta Nacional realizó una alocución y el presidente Suárez inauguró cuatro bustos de mármol de O´Leary, Soublette, Anzoátegui y Santander colocados en el obelisco,53 realizados en la marmolería de Tito Ricci.54 Su discurso homenajeó el entusiasmo y patriotismo con que se celebró la Fiesta Nacional, sin dejar de hacer referencia a los problemas económicos y a la falta de “monumentos de progreso” en el primer siglo de vida republicana55 (Figura 3).

Fuente: Peñuela, Cayo Leonidas. Álbum de Boyacá Tomo I (Bogotá: Arboleda y Valencia, 1919), p. 329.

Figura 3 Campo de Boyacá con la Carretera Central del Norte y el obelisco al pie del puente y el río 

En compañía de las autoridades diplomáticas, civiles, militares y eclesiásticas, finalizaron los actos patrios con la respectiva foto en la pasarela construida por el batallón de ingenieros sobre los estribos del antiguo puente, en la que posaron en primer término el presidente, el obispo, el ministro plenipotenciario de Venezuela y los ministros de Guerra y Hacienda,56 luego, todos se dirigieron a Tunja.

Muchos eventos se llevaron a cabo en Bogotá, debido a que los escenarios no se encontraron listos en Tunja para las celebraciones. En contra de lo planeado años atrás y como temieron los atribulados miembros de la Junta del Centenario, la Fiesta Nacional se realizó en simultánea en Tunja, el campo de Boyacá, Bogotá y en las capitales departamentales. En Bogotá, la fachada del Capitolio fue iluminada, así como las distintas esculturas de los próceres y sus pedestales, avenidas y calles principales. Fue inaugurada una avenida con el nombre de la clásica fecha y, anunciando la modernidad, un biplano sobrevoló la ciudad y se dio apertura al museo en la Quinta de Bolívar.57

A Tunja había sido invitada la señora Carolina O´Leary de Portocarrero, hija del edecán del Libertador Daniel Florencio O´Leary y de la hermana de Carlos Soublette, Soledad Soublette de 77 años. El gobernador suscribió la invitación el 1 de agosto, cuando el centenario de Vargas ya había pasado y la venerable anciana se excusó por motivos de salud. Sin embargo, participó en los actos realizados en Bogotá, como en el del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, junto con una de las nietas de Santander y otra de Joaquín Paris, en donde fueron coronadas con laureles por parte del rector del Colegio.58 También estuvo la señora O´Leary en la noche en el Teatro Colón, donde el liberal Eduardo Santos ofreció un discurso en homenaje a la Legión Británica y luego se ofreció un programa en el cual se reconstruyó una fiesta en casa del marqués de San Jorge y la coronación del busto de Bolívar, acto de la Academia Nacional de Historia.59 El 10 de agosto los liberales continuaron con homenajes a la Legión, con la hija de O´Leary en el Parque del Centenario, donde llevó la palabra Fabio Lozano T., codirector del Partido Liberal a nombre de la Academia.60

El médico y político conservador Miguel Jiménez López, senador conservador de oposición a Suárez, se encontraba en Bogotá, en el Senado, donde pronunció un discurso sobre el centenario de la Batalla de Boyacá en la sesión solemne del 7 de agosto.61 En esta sesión, el Congreso votó la Ley 2º de 1919 que honra a la Legión Británica y singularmente al coronel Rook y al general O´Leary, a través de un monumento dedicado a la legión en Bogotá, en el que colocarán las estatuas de Rook y O´Leary. Firma el presidente del Senado, el conservador boyacense José Joaquín Casas.62

La exposición nacional del centenario debió llevarse a cabo en Bogotá, se inauguró el 9 de agosto a las 9 de la mañana en el Hospital San José, centrándose en productos industriales y agrícolas. Algunos departamentos no participaron y se destacaron la sección de cementos Samper, la industria de hilados y tejidos con las fábricas de Samacá y Obregón, la de cigarrillos La Playa de Bucaramanga, la jabonería Inglesa, la de bebidas gaseosas y agua cristal Posada y Tobón, la de fósforos de Vidiella y la sastrería de Valdiri.63 El 6 de agosto, se inauguró la exposición de bellas artes en los pabellones del parque de la Independencia de la capital, con obras de Francisco Antonio Cano (boceto del Paso del páramo de Pisba), Gómez Campuzano, Eugenio Zerda y retratos de Bolívar y Santander de Acevedo Bernal.64

El 10 de agosto de 1919, a través de su secretario perpetuo, el médico Pedro María Ibáñez, la Academia Nacional de Historia hizo el balance de su participación en el Centenario de Boyacá. La Academia realizó el 7 de agosto una misa campal y la inauguración del museo y biblioteca en la Quinta de Bolívar. La academia envío como delegados a Tunja y al campo de Boyacá, aparte de Cuervo, a Arturo Quijano y Jorge R. Bejarano, quienes estuvieron acompañados por el presidente del Centro de Historia de Tunja, monseñor Peñuela.65

6. La utópica batalla de Boyacá del canónigo Peñuela

En 1912, el vicepresidente del Centro de Historia de Tunja, el canónigo de la catedral de Tunja Cayo Leonidas Peñuela, propuso la publicación de una obra histórica que recordará los grandes hechos y personajes de la Campaña de 1819, obra en tres volúmenes que sería parte de las celebraciones del centenario de Boyacá. El texto que inicia con la licencia eclesiástica dada en Tunja,66 constaría de un primer volumen con los hechos de la campaña, el segundo con las biografías de los héroes que participaron, que se editó hasta el sesquicentenario y, un tercero, nunca completado, con las biografías de boyacenses que murieron antes o después de Boyacá. En agosto de 1919, el canónigo solo presentó el primer tomo, donde, basado en fuentes documentales, hace relación cronológica de los hechos de la campaña.67

El canónigo no difiere con las fuentes clásicas, hasta la que parece ser la gran revelación del álbum, el aporte del canónigo académico, y es que la batalla de Boyacá no se realizó en el “terreno situado al norte del puente y río”,68 utiliza para esta aseveración la visita al terreno y entrevistas a los habitantes del lugar, 100 años después, así como las memorias del general José María Obando, reinterpretadas por el académico. Esta versión, de la que el álbum contiene un croquis, es una curiosidad histórico-patriótica del centenario, que coloca al comandante realista José María Barreiro huyendo hacia las conocidas como “piedras de Barreiro”, donde presuntamente fue capturado, en vez de la captura en batalla, al otro lado del río. La versión desaparecerá entre el centenario y el sesquicentenario, cuando se publicó la segunda edición del primer tomo, no así los homenajes monumentales como la escultura de los dos patriotas Pedro Pascasio Martínez y José, en las “piedras de Barreiro”.

Consecuencia inmediata de la confusión creada por el vocal de la Junta Patriótica fue la solicitud que, en septiembre de 1918, realizará la Junta Patriótica Municipal de Padua (Ventaquemada) al Senado, por haberse librado la batalla de Boyacá en su mayor parte en esa jurisdicción, es decir pasando el río Boyacá al sur, límite de la jurisdicción de Tunja y Ventaquemada. El municipio solicitó se le reconociera mediante ley tal honor y financiar la construcción del ramal que la comunicará con la Carretera Central de Norte que llevaría por nombre “Avenida del Primer Centenario de Boyacá”, dos puentes, la compra de la casa histórica donde Soublette firmó el parte de victoria de Boyacá, construcción de una planta eléctrica, una escuela urbana de niñas, otra de niños y una rural en la vereda Boyacá y la publicación del acuerdo municipal para enviar a todos los municipios de la República. Una comisión del Senado aprobó como obra del centenario la avenida.69

7. La Patria del Zaque y tumba de Rendón en el Centenario

Los hitos urbanos de estas celebraciones centenarias, que se hacen en la periferia de la antigua traza de la ciudad colonial de Tunja, tuvieron como eje la Carretera Central del Norte, la primera del país en ser utilizada por automóviles y tener un servicio de transporte público para unir a Bogotá con Sogamoso y Santa Rosa de Viterbo atravesando Tunja, establecido en diciembre de 1909 por Ernesto Duperly70. Esta carretera, inaugurada con un viaje del presidente Rafael Reyes en un Renault, permitió trazar nuevas avenidas que abrirían la colonial cuadrícula urbana.

Los años 1910 y 1911 vieron aparecer también en las cárcavas, que impidieron por siglos el crecimiento urbano de Tunja, los primeros kilómetros de la Carretera del Carare71, que conducía al río Magdalena y la calle de Cartagena, en el antiguo camino colonial al pueblo de Soracá, como homenaje que en 1911 hizo Tunja a la Independencia de la Heroica. La Carretera Central del Norte desplaza la entrada principal a Tunja que desde entonces será de sur a norte, ya que en tiempos coloniales y en el siglo XIX, se realizaba por la loma de los Ahorcados, ingresando a la ciudad por la Calle Real, al occidente. La decimonónica Avenida Boyacá, una cuadra al oriente, paralela a la Carretera Central, es desplazada en importancia, por el tráfico de automóviles. La vía nacional atravesaba el casco urbano por el antiguo camellón de Santo Domingo (hoy carrera 11) en cuyo remate al norte de la ciudad se bifurcaba hacia el Carare y hacia Santa Rosa y Sogamoso.

Algunas calles de Tunja cambiaron de nombre por los de héroes de la Independencia. En 1916 la legendaria calle del Árbol (actual carrera 9.a), que une la plaza de Bolívar con la plazoleta de los Mártires, al sur, cambió de nombre por el del prócer mártir tunjano Juan Nepomuceno Niño, cuyo centenario se celebró ese año, llevando sus restos en procesión de la ermita de San Laureano, donde fueron hallados, a la Catedral, en la plaza mayor.72

En octubre de 1917 y en el marco de dos fiestas en una, la del 12 de octubre día de la Raza y del árbol, días antes de la Fiesta Nacional en honor a la heroína clásica de la Independencia, Policarpa Salavarrieta, La Pola, fusilada en Santafé en noviembre de 1817, se inauguró la calle José Cayetano Vásquez (completando las obras del centenario anterior) que unía la Penitenciaria (antiguo convento agustino) con el Cementerio Central, a espaldas de la ermita de Las Nieves, al norte. En noviembre, la ciudad inauguró al occidente de la ciudad la avenida Policarpa Salavarrieta, la primera en ser arbolada, en el antiguo camellón del Topo.

Una avenida adicional aparecerá en octubre de 1918, días antes de la llegada a la ciudad de la pandemia de gripa. Se trata de la olvidada hoy avenida Escolar, otra de las entradas a la ciudad que se arbolaron y que alcanzó poco más de 500 m. el día de su inauguración, la fiesta del Árbol y de la Raza, “ferviente testimonio de admiración y gratitud al ilustre Genovés y a la Madre Patria”. Con presencia de los establecimientos educativos se afirma que: “si no decae el espíritu público se prolongará hasta el Puente de Boyacá”.73 La alameda arbolada fue realizada por los presos de la penitenciaria y la conferencia inaugural versó sobre agricultura. Se buscaba que Tunja presenciara espectáculos como el del 12 de octubre y “que la educación pública continúe su marcha progresiva, eminentemente práctica y profundamente civilizadora”.74

La guía del comercio de la ciudad de 1919 se presenta a los viajeros “como una mansión que aún conserva y se ufana de muchos de sus recuerdos históricos y edificaciones coloniales”,75 compuesta por 9 carreras y 14 calles, atravesada en su parte alta por la Carretera Central del Norte y termina en la hondonada sobre las vegas del rio Chulo. La carretera era utilizada por carros de yunta y automóviles que iban de Nemocón a Tunja, en 5 horas, o a Bogotá, en 7 horas.76 Entre los paseos en los alrededores de Tunja, están Los Cojines, las fuentes Pequeña y Grande, el Pozo de Donato y el Puente de Boyacá,77 “ocaso de la servidumbre peninsular y de las luchas patrias para escapar y recibir con júbilo la aurora del siguiente día con el que quedó sellada para siempre la libertad suramericana”.78 En la parte urbana, hace mención primero a los templos con deslumbrantes interiores. Resalta de los edificios públicos el Palacio de la Gobernación, en cuyo primer piso funcionaba el Banco de Boyacá; el Teatro Municipal y: “varias obras que, soberbias por sí solas, vendrán, y con razón, a enorgullecer a los tunjanos, tales como la nueva plaza de mercado, los edificios del Banco, el Colegio de Boyacá, el Museo y algunos otros”.79

En los servicios mencionan hoteles, pensiones, biblioteca y archivo histórico, centros educativos, mercado los martes y viernes, hospital, casas de beneficencia, el Palacio Episcopal y el Seminario Conciliar, tipografías, alumbrado público incandescente y acueducto, sobre los cuales se prometían grandes obras futuras, como calles, en su mayoría empedradas, avenidas asfaltadas y cuatro parques. En industria, resaltan fábricas de molinería, aceite, jabón, bujías, cerveza, gaseosa y “timbre de honor, cuenta Boyacá una de las más grandes empresas manufactureras como la de hilados y tejidos de Samacá”.80

Para 1919, existían ya los parques públicos del Bosque de la República, plazoleta de Los Mártires, plazoleta de La Pola y el Parque Pinzón, donde se colocó el busto de Antonio Ricaurte, cuyo centenario se celebró en 1914. Enrejados y árboles construidos y sembrados por los presos de la Penitenciaria. En la plaza, la estatua pedestre de Bolívar aguardaba los discursos y la restaurada iglesia Mayor, convertida en Catedral, coronaba su nueva cúpula con la apoteosis del Sagrado Corazón, obra del último pintor académico, Ricardo Acevedo Bernal y el piso cubierto con baldosín de cementos Samper.

Así, el voto nacional del país para garantizar la Paz se rodeaba de los héroes y mártires de la Independencia: “El monumento público fue alcanzando con el tiempo la misma validez como hito referencial urbano que en la colonia pudieron tener los campanarios de las iglesias”.81 Las ciudades latinoamericanas, donde surgieron estos monumentos patrios, cívicos, estaban copadas de monumentos religiosos y buscaban establecer lugares propios de memoria nacional,82 en Tunja, combinándolos (Figura 4).

Fuente: BNC, Sala Samper. Parga, Jorge. Guía del Comercio

Figura 4 Plano topográfico de Tunja en 1919, donde se indican las calles, carreteras, avenidas, parques y obras públicas realizadas durante la década de los Centenarios. 

La Junta Patriótica del Centenario organizó comisiones que estuvieron encargadas de distintos aspectos de la Fiesta Nacional. Así, existieron la de festejos populares, la del baile en la Gobernación, la de recepción del presidente de la República, la de festejos en el campo de Boyacá, la de festejos en el pantano de Vargas, la del Congreso Médico, la de los Juegos Florales en el Teatro Municipal, la de Ceremonial y alojamiento y, finalmente, la del Centro Obrero,83 que se constituyó autónomamente sin ser nombrada por la junta.84 En la época, incrementaron las tensiones con los trabajadores agravadas por la estrechez económica producida, entre otras causas, por la Guerra Mundial, “en este marco histórico surgieron en Colombia los primeros sindicatos constituidos, con una fuerte dependencia religiosa y política, en donde la iglesia católica y los partidos conservador y liberal tuvieron papel relevante, así como la posterior aparición de las ideas socialistas”.85

La Fiesta Nacional inició formalmente con la llegada de la Virgen de Chiquinquirá al campo de Boyacá. En Tunja hubo desfile cívico-militar el 5 de agosto, como en los anteriores centenarios con el carro alegórico de la Libertad y hubo un desfile del Centro Obrero con entrega de regalos a niños pobres. Se inauguró del nuevo pedestal de la estatua pedestre del Libertador en un jardín enrejado al centro de la plaza de Bolívar. En la ceremonia se entregó el primer tomo del Álbum de Boyacá86 de Peñuela y, en la noche, iluminación general de la plaza y las principales calles de la ciudad.87

El 6 de agosto, aniversario de la fundación de la ciudad, se realizó una representación de maniobras militares por niños de las escuelas públicas, el llamado “ejército infantil”. La fecha sirvió para escenificar uno de los más importantes referentes del centenario, resaltar las raíces y los valores hispánicos de Tunja. Entre los actos estaba la entrega del original de la Real Cédula con la que Carlos V otorgó a Tunja el título de ciudad, que realizó Miguel Triana88. Los visitantes resaltaron su antiguo aspecto, sus portadas blasonadas, sus calles, leyendas e iglesias, en especial, la de Santo Domingo y su capilla del Rosario.89 La prensa bogotana no dejó de criticar la improvisación y los errores de protocolo: “la falta de una organización eficaz se hizo muy notoria, de algunas incorrecciones en el elemento oficial” y problemas de atención a los asistentes al Congreso Médico.90

El cabildo de Bogotá y las academias nacionales de Historia de Colombia y Venezuela enviaron a “la antigua y noble villa” de Tunja una placa conmemorativa en bronce con motivo del centenario. El discurso fue leído en el cabildo con presencia del gobernador por el representante del cabildo bogotano y de las academias Luis Augusto Cuervo, quien recordó el recibimiento de la ciudad al ejército Libertador, las leyendas de galantería, los escritos de sor Josefa, los Cojines del Zaque y el pozo de Donato: “la ciudad de emociones y reminiscencias españolas de grandes recuerdos en la época de la República, guarda perenne para sus hijos una aureola de gloria y un fresco gajo de laurel para los que triunfaron en la épica jornada”, recordando que el alzamiento de Santafé del 20 de julio de 1810 terminó en la batalla del 7 de agosto de 1819.91 Culminó el académico con la entrega de la placa que, como homenaje a los libertadores de Boyacá, “ofrece la ciudad de Gonzalo Jiménez de Quesada a la ciudad de Gonzalo Suárez Rondón [sic]. Ella os dice de la amistad del pueblo bogotano y os trae un voto sincero por la prosperidad de vuestro municipio. Recibid también el saludo de gloria que os envían […] las Academias de Historia de Colombia y Venezuela”.92

El presidente Suárez fue recibido el día 7 por las autoridades civiles del departamento y la ciudad y la Junta Patriótica del Centenario en el campo de Boyacá. En la ciudad, el obispo presidio la misa campal en honor a la Virgen de Chiquinquirá y hubo un desfile del carro alegórico de las cinco repúblicas, así como las maniobras del ejército infantil y una exposición escolar en el Colegio de Boyacá.93 Cuando los invitados llegaron del campo de Boyacá, la gobernación ofreció un baile y realizaron juegos florales en el teatro municipal.94 Al día siguiente, inauguraron las sesiones del IV Congreso Médico con las cuales se dio fin a la Fiesta Nacional por el centenario de la batalla de Boyacá.

La principal institución educativa del departamento, el Colegio de Boyacá, alojó la escuela de Agricultura prometida y edificó un tramo nuevo sobre el antiguo colegio jesuita. Durante la década de los centenarios, contabilizó su antigüedad desde la fundación del colegio de la Compañía, cuyo local ocupaban, es decir, una tradición colonial. El colegio iniciaría a celebrar en 1822 su fundación como colegio republicano.95

Muchas obras quedaron inconclusas y debieron completarse en los años veinte. En 1928, Nicolas García Samudio, senador e historiador, era gobernador de Boyacá, y Maldonado Calvo seguía siendo obispo de Tunja. Contrató el gobernador con el escultor Tito Ricci, dueño de la Marmolería Italiana de Bogotá, una estatua ecuestre del Libertador en bronce, con pedestal de mármol para la plaza de Tunja, en desarrollo de la Ley 66 de 1925. La escultura se fundiría de acuerdo con el diseño del escultor italiano Anderlini, y reemplazaría la estatua pedestre que desde el siglo XIX estuvo en la plaza. Se contrató la estatua de bronce con pedestal de mármol del prócer y mártir José Joaquín Camacho para el palacio de Justicia, que completa las marmóreas esculturas del parque de los Mártires y el Bosque de la República,96 ocho años después del centenario.

8. El Cuarto Congreso Médico Nacional en Tunja

De las fiestas del primer centenario “de la gloriosa Batalla de Boyacá, que decidió la suerte de la América del Sur, tomó parte el Cuerpo Médico de Colombia con la reunión del Cuarto Congreso Médico Nacional, convocado para la ciudad de Tunja”.97 La ciudad realizaba el congreso médico del centenario en medio de las higienistas discusiones en la parte moderna recientemente terminada del Colegio de Boyacá98. El 8 de agosto se inauguró el evento en el Teatro Municipal, con asistencia del presidente Suárez y los ministros de Hacienda, Tesoro y Guerra y el ministro delegatario de Venezuela; el gobernador de Boyacá y sus secretarios; el Concejo de Tunja; el presidente de la Sociedad de Medicina de Boyacá, Silvino Rodríguez, y los 72 participantes que presentaron 53 ponencias. Fue nombrado presidente del congreso el higienista tunjano Pablo García Medina99 y se realizó un homenaje a la memoria de Juan Gualberto Gutiérrez, único médico del ejército libertador en la batalla de Boyacá.

La primera sesión, realizada el 9 de agosto, abordó temas sobre sífilis, cráneos prehistóricos, enfermedades de los Llanos Orientales y geografía e historia médica de Boyacá. Además de estudiar en la sesión el proyecto de estatutos para crear la Asociación Médica Colombiana y el Código de Moral Médica. En la segunda sesión se presentaron trabajos sobre cáncer, peste, Medicina Legal y enfermedades venéreas. En la tercera sesión, el 10, temas de odontología. En la cuarta sesión, abordaron la lucha antialcohólica; la estación de desinfección en Bogotá; la demografía de Barranquilla; casas e iglesias higiénicas; influencia moral del médico en la sociedad y dispensarios y sanatorios antivenéreos, tema que no falta en ninguna sesión.

En la quinta sesión, abordaron las epidemias de enterocolitis y tosferina y la vacunación; la Gota de Leche; la madre y el primer bebé y temas como acidosis en niños, escoliosis y pie equino. En la sexta sesión, trataron la lucha contra la uncinaria y el paludismo; el cemento como material sanitario; la Higiene Pública municipal; tratamiento de la locura y temas de Medicina Legal. El 11, en la tarde, luego de partir el presidente, en el colegio en que había estudiado, el senador Miguel Jiménez López, presidió la séptima sesión y presentó su ponencia El ovario escleroquístico en Colombia y su relación con la degeneración biológica transmitida por la herencia. La clausura se celebró el 11 de agosto en la fría noche tunjana. Se adoptó el Código de Moral Médica y se solicitó al Congreso crear un Ministerio de Higiene y Beneficencia y, al Estado, leyes contra el alcoholismo; incrementar las luchas antipalúdica, antituberculosa, antivenérea y anti anémica; crear laboratorios bacteriológicos; higienización de las poblaciones de tierras cálidas y eliminación de mosquitos.100

9. Conclusiones

La visión unificada del pasado vivida por la ciudad de Tunja en la experiencia de la década de los centenarios, culminada en 1919, no solo garantizaba el ordenamiento político y social, sino que transformó la ciudad dotándola de lugares que narran la memoria y el relato de una comunidad imaginada, en este caso, el Pueblo Boyacense, que ofrece a sus libertadores el ritual de su homenaje en una instantánea solemne, con la promesa de progreso, civilidad y paz que se encontraba, ya no en los altares patrios de Vargas y Boyacá, sino en el futuro de esa comunidad política.

A pesar de los problemas económicos, los gobiernos nacional, departamental y municipal no desaprovecharon la oportunidad para promover la inauguración de obras públicas y promocionar los beneficios de la paz y la unidad, asociando la celebración al progreso y al relanzamiento de las relaciones internacionales. Protegida y legitimada por los proceres y bendecida por la iglesia con actos como el voto al Sagrado Corazón y la coronación de la Virgen de Chiquinquirá, la Hegemonía Conservadora se encaminaba a su última década en el poder, al finalizar la Fiesta Nacional del centenario de la batalla de Boyacá.

Este último centenario puso en evidencia la existencia de fisuras en la imagen de la República unida, católica y en paz, en busca del progreso. El gobierno conservador tenía en su propio partido acérrima oposición en el Congreso y la prensa bogotana. El obispo de Tunja mantuvo una disputa con los católicos pobladores de Chiquinquirá para poder llevar la taumatúrgica imagen a la capital, la que, como en la Independencia, fue custodiada por un piquete de soldados. Las regiones de Colombia no se asociaron con la construcción en Tunja ni en el campo de Boyacá de monumentos conmemorativos y las repúblicas bolivarianas, sin Panamá, no erigieron ningún monumento.

Tunja, que esperaba relanzarse con este centenario, no terminó los pabellones para la Exposición Nacional, que, por la falta de presupuesto, se transformó en regional. Los grandes problemas de la fiesta nacional y el aplazamiento de algunos monumentos se deben a la crisis económica que vivía el país, agravada por la Primera Guerra Mundial y la Pandemia de Gripa, llevó a que, años después, las obras lograran ser terminadas. Los actos de Tunja y el campo de Boyacá, debieron competir con los realizados en Bogotá.

Los eventos académicos planeados terminaron solo en la realización del IV Congreso Médico Nacional, en la parte moderna que se construía del Colegio de Boyacá y en el Teatro Municipal y no se reunió el Congreso Pedagógico. El palacio de la Gobernación había sido remozado para la ocasión y se construía el Banco de Boyacá, heredero del banco del Lazareto, con patrocinio eclesiástico. En el campo de Vargas, no se escenificó ningún acto nacional, y el monumento planeado se levantó años después. En 1919, seguía siendo un pantano.

Las dificultades presupuestales abocaron a la Junta Patriótica del Centenario a recurrir al obispo de Tunja, quien financió la mayor parte de la fiesta, como financiaba el hospital que tiene una vez más, en la iglesia católica su gran protagonista con las romerías de la Virgen de Chiquinquirá, la misa campal en el puente y la plaza de Tunja y la modernización de la Catedral de la Diócesis, que con la decoración de su moderna cúpula, a cargo de Acevedo Bernal, reivindicó los valores de la Hegemonía Conservadora amparada por la iglesia.

Mientras en Bogotá, Henao y Arrubla, editaban su compendio clásico de historia patria sobre la Campaña de Boyacá, el Centro de Historia de Tunja presentó el primer tomo del Álbum de Boyacá, del canónigo Peñuela, el trabajo histórico más destacado de la década, entregado durante las fiestas en la plaza de Bolívar de Tunja, que contiene una versión utópica de la batalla de Boyacá, censurada por la misma Academia en la segunda edición, aparecida en el sesquicentenario.

No deja de ser irónico que, ante la falta de presupuesto para terminar las grandes obras públicas prometidas seis años atrás, la ciudad de Tunja deba recurrir a su pasado colonial, en el que ya aparecen, sin embargo, con rango monumental adoratorios indígenas como el pozo de Donato y los Cojines del Zaque. Las crónicas de viaje y los periódicos resaltan los blasones y portadas y su tradición literaria. El hispanismo común a estos centenarios sigue presente, dada la situación geopolítica de Colombia tras la pérdida de Panamá, que afectó estas celebraciones y acercó a España al país y a sus vecinos. El discurso del Concejo de Bogotá, las academias de Historia de Colombia y Venezuela, leído en Tunja el 6 de agosto de 1919, es un ejemplo de este sentimiento patrio imaginado.

La Década de los Centenarios marcó el desarrollo futuro de la ciudad. Si se observa el mapa de 1919, los linderos seguían siendo los mismos de la época colonial. La diferencia radica en la presencia de la Carretera Central del Norte, que por el sur la comunicaba con Bogotá y al norte continuaba hacia Santa Rosa de Viterbo, en el lugar donde se abría la Carretera del Carare buscando una salida de la ciudad al río Magdalena. Sobre estos ejes, crecería la ciudad en las siguientes dos décadas. Los hitos urbanos coloniales, representados por las iglesias, se unen a plazas, plazoletas, calles y avenidas nombradas en honor a los próceres y heroínas de la Independencia. Los parques arbolados aparecen en los extremos de la ciudad y en la plaza mayor. La iglesia y la Hegemonía Conservadora unieron en la trama urbana el discurso centenario y la tradición colonial de la ciudad.

La Historia Regional y Local ayuda a entender este proceso de cambio experimentado por varias ciudades del país con motivos de los centenarios de la Independencia. Una perspectiva metodológica podría incluir la construcción de series sobre estas fiestas nacionales, más allá de las de 1910, con el propósito de entender estos fenómenos urbanos en escala temporal y tener la posibilidad de hacer historias comparadas con otras ciudades.

Bibliografía Fuentes primarias

Archivos y bibliotecas

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Tesis, ponencia, documentos y otros inéditos

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1 Ramón Gutiérrez, “Las celebraciones del centenario de las independenciasl”, Apuntes 19 (2016): 183.

2Anderson Benedict, Comunidades Imaginadas. Reflexiones sobre el origen u difusión del nacionalismo (México: Fondo de Cultura Económica, 1993), 273.

3 José Bermúdez y Alberto Escovar, “Bogotá o la ciudad de la luz en tiempos del Centenario: las transformaciones urbanas y los augurios del progreso”, Apuntes 19 (2016): 197.

4 Rebecca Earle, “‘Padres de la Patria’ and the ancestral past: Commemorations of Independence in Nineteenth-century Spanish America”, Journal of Latin American Studies, 4 (2002): 801-805.

5 Carolina Vanegas, Disputas simbólicas en la celebración del Centenario de la Independencia de Colombia en Bogotá (1910) Los monumentos a Simón Bolívar y a Policarpa Salavarrieta (Bogotá: Ministerio de Cultura, 2011), 23.

6 Carolina Vanegas, “Representaciones de la Independencia y la construcción de una imagen nacional en la celebración del centenario de 1910”, en: Museo Nacional de Colombia (Ed.), La Historia de un grito. Doscientos años de ser colombianos. Exposición conmemorativa del Bicentenario 2010 (Bogotá: Museo Nacional de Colombia, 2010), 111.

7 Raúl Román, Celebraciones centenarias. La construcción de una memoria nacional en Colombia (Bogotá: editorial Universidad Nacional de Colombia, 2018), 175.

8 Departamento de Boyacá, Centenario de la Independencia de la provincia de Tunja (Tunja: Imprenta Oficial: 1913), 7.

9 Ozías Rubio, “Informe leído por el Secretario Perpetuo del Centro de Historia de Tunja en sesión solemne del 12 de octubre de 1918”, Repertorio Boyacense 50 (1918): 75-76.

10 Aimer Granados, “Hispanismos, nación y proyectos culturales Colombia y México: 1886-1921. Un estudio de historia comparada”, Memoria y Sociedad 19 (2005): 7.

11En Tunja, esta Década de los Centenarios se pueden agrupar en tres tipos: centenarios de hechos políticos: 1810 (Independencia Nacional), 1811 (Independencia de la Provincia de Tunja e Independencia de Cartagena de Indias), 1813 (Independencia Absoluta de Tunja; centenarios de los mártires: 1814 (sacrificio de Antonio Ricaurte), 1816 (mártires de Tunja) y 1817 (sacrificio de La Pola y los mártires de Tenza); y de los héroes: 1819 (batallas de Vargas y Boyacá).

12 Germán Mejía, “Las esculturas de la ciudad. Un programa de memoria nacional en Bogotá, 1880-1910”, Procesos 51 (2020): 143.

13De acuerdo con Chirú, en Panamá, el reto apremiante fue crear un imaginario nacional “toda vez que la Independencia de Panamá de Colombia fue duramente criticada en Latinoamérica. La participación estadounidense en los acontecimientos de 1903 dio origen a la `Leyenda Negra` de Panamá y con ello la idea de un Estado artificial o invento estadounidense”. Félix Chirú, “¡Panamá tiene una fiesta! La construcción del 3 de noviembre”, Diálogos 17 (2016): 54.

14 Asamblea de Boyacá, “Ordenanza No. 20 de 1917, por la cual se reforma y adiciona la 19 de 1913”, Repertorio Boyacense 40 (1917): 195.

15Asamblea de Boyacá 195.

16Asamblea de Boyacá 196, 197, 198.

17Asamblea de Boyacá 198.

18Asamblea 199.

19Asamblea 199.

20La Carretera Central del Norte atravesaba los municipios de Samacá, Padua, Turmequé, Boyacá, Tunja, Cómbita, Motavita, Oicatá, Tuta, Sotaquirá, Paipa, Duitama, Santa Rosa, Belén y la Paz. Asamblea de Boyacá.

21Asamblea 200, 201.

22Asamblea 201.

23Asamblea 202.

24 Asamblea de Boyacá, “Ordenanza número 28 de 1917, por la cual se reconoce el carácter oficial del Centro de Historia de Tunja”, Repertorio Boyacense 40 (1917): 205.

25 Biblioteca Nacional de Colombia (BNC), Hemeroteca. “El Centenario de Boyacá”, El Gráfico 301, Bogotá, agosto 4 de 1917.

26 BNC, Hemeroteca, “El Centenario de la Batalla de Boyacá”, El Gráfico 304, Bogotá, agosto 25 de 1917.

27BNC, Hemeroteca, “La gira de Guillermo Valencia a Boyacá” Cromos 94, Bogotá, diciembre 1 de 1917.

28 Memorial publicado en el diario oficial del Departamento. Archivo Regional de Boyacá (ARB), Hemeroteca. “Memorial de la Junta del centenario de la batalla de Boyacá al Congreso Nacional de 1918”, El Boyacense 673, Tunja, 26 de julio de 1918.

29 Biblioteca Luis Ángel Arango (BLAA), Sala Raros y Manuscritos, Misc. 1146. Junta del Centenario. Memorial de la Junta del Centenario de la Batalla de Boyacá al Congreso Nacional de 1918 (Tunja: Imprenta del Departamento, 1918), 4.

30BLAA 5.

31BLAA 6-8.

32BNC, Hemeroteca. “Centenario de Boyacá” Cromos 90, Bogotá, noviembre 3 de 1917.

33La ley 62 de 1916 (12 de diciembre), para el fomento de corporaciones pedagógicas en el país, estableció que a partir de 1917 y cada cuatro años se reuniría un Congreso Pedagógico, el primero de ellos en Bogotá y realizar uno extraordinario en Tunja, por la celebración del centenario, el 7 de agosto de 1919, que no se realizó.

34Junta del Centenario 7.

35El Memorial está firmado el 6 de julio de 1918 por el Gobernador Domingo Combariza, presidente a su vez de la Junta Patriótica, el tesorero y gerente del banco de Boyacá Carlos A. Otálora, el secretario y académico nacional de la historia, Ozías Rubio y vocales, el secretario de hacienda Carlos Salamanca, el de gobierno García Samudio, el alcalde de Tunja Morales Vargas y el canónigo-historiador Peñuela.

36 República de Colombia-Presidencia. Decreto 903 de 1919 (abril 30) “Por el cual se dictan algunas disposiciones sobre el Centenario de la Batalla de Boyacá”.

37 Marcela Cuéllar y otros, Gaston Lelarge. Itinerario de su obra en Colombia (Bogotá: Alcaldía Mayor de Bogotá, 2006), 116.

38 BNC, Sala 2, n.° 11398. Diócesis de Tunja. Carta pastoral del Illmo. y Rvmo. Sr Obispo de la Diócesis de Tunja con motivo del Centenario de la Independencia Nacional, 1 de julio de 1910 (Tunja: Imprenta Diocesana, 1910), 5.

39 BLAA, Sala Raros y Manuscritos, Misc JAS 1146 Pza 4. Junta Patriótica Municipal del Centenario de Padua. Primer Centenario de Boyacá (1819-1919). Singular gloria de Padua (Ventaquemada) para el Congreso de Colombia (Bogotá: Tipografía Minerva, 1918), 15-16.

40 Víctor Rojas, La Coronación de la Virgen de Chiquinquirá (Tunja: ICBA, 1999), 120.

41 Cristopher Abel, Política, Iglesia y Partidos en Colombia (Bogotá: FAES, Universidad Nacional de Colombia, 1987), 34.

42Rojas 17.

43Rojas 126.

44Rojas 96.

45Rojas 194-196.

46BNC, Sala 2a, No. 8618, Pza 13. Solano, Abraham. Pantano de Vargas (Bogotá: Imprenta Nacional, 1907), 5-6.

47BNC 5-6.

48Junta del Centenario. Memorial de la Junta…,7.

49 Raúl Cortázar, “Una excursión al Pantano de Vargas”, Senderos 7-8 (1934): 104, 106.

50“Noticias de Tunja”, El Tiempo, Bogotá, 10 de agosto de 1919.

51“En el campo de Boyacá”, El Gráfico 485-486, Bogotá, agosto 16 de 1919.

52 León Javier, Fiestas y memoria en la celebración del centenario de la batalla de Boyacá en Bogotá, 1919, (Trabajo de grado Maestría en Historia, Universidad Sergio Arboleda, 2021) 74.

53A Bolívar en el centenario de Boyacá”, Cromos 174, Bogotá, agosto 9 de 1919. Los bustos en bronce destinados para el obelisco eran: Santander, Anzoátegui, Soublette y Bolívar. Cruz, Abel. “El campo de Boyacá y sus monumentos”, en Boletín Cultural y Bibliográfico núm. 12, Bogotá, Banco de la República, 1969, p. 79.

54“El monumento del campo de Boyacá”, El Gráfico 481-482, Bogotá, agosto 2 de 1919.

55“Discurso en el campo de Boyacá del 7 de agosto de 1919”, El Tiempo, Bogotá, 9 de agosto de 1919.

56“En el campo de Boyacá”, El Gráfico 485-486, Bogotá, agosto 16 de 1919.

57 Javier León, Fiestas y memoria…, 46-57.

58BNC, Misceláneas JAZ 480, Pza 7. República de Colombia - Congreso Nacional. La hija de O´Leary en el Centenario de Boyacá 1819-1919(Bogotá: Imprenta y litografía de Juan Casis, 1919), 1-4.

59“Notas Gráficas del Centenario”, El Gráfico 483-484, Bogotá, 9 de agosto de 1919.

60BNC, Misceláneas. República de Colombia - Congreso Nacional, 5-8.

61“Boyacá”, El Gráfico 483-484, Bogotá, 9 de agosto de 1919.

62BNC, Misceláneas. República de Colombia - Congreso Nacional, 14-15.

63“En la exposición nacional”. El Gráfico 487-488, Bogotá, agosto 23 de 1919.

64 Junta de Festejos del Centenario. Centenario de Boyacá 1819-1919, (Bogotá: Escuela Tipográfica Salesiana, 1920), 37.

65 Academia Colombiana de Historia ACH, Biblioteca Eduardo Santos, M260, Pza18. Academia Nacional de Historia. Contribución del Instituto en el Centenario de la Batalla de Boyacá 1819-1919 (Bogotá: Imprenta Nacional, 1919), 4-5.

66 Peñuela, Cayo Leonidas, Álbum de Boyacá..., p. III.

67 Abel Martínez y Andrés Otálora, “La Memoria de Tanto Inmortal. El Campo de Boyacá, 1819-2015”, Nuevas Lecturas de Historia 34 (2015): 49.

68Cayo Leonidas Peñuela VII-VIII.

70 Martínez, María Isabel. Máquinas sobre ruedas. Bogotá y la llegada del automóvil (Bogotá: Scripto, 2016), 42.

71 Gaceta Departamental 27, Tunja, abril 20 de 1910.

72 Junta Departamental del Centenario de Policarpa Salavarrieta. “Programa del Centenario”, en Repertorio Boyacense 45 (1917), 185-186.

73 Anónimo, “La fiesta de la Raza en 1918”, Repertorio Boyacense 50 (1918): 70-73.

74Anónimo, 73.

75 BNC, Sala Samper, Misceláneas JAS 329. Parga, Jorge. Guía del Comercio de Tunja (Bogotá: Tipografía del Comercio, 1919), 9.

76BNC 9.

77BNC 9.

78BNC 10.

79BNC 10.

80BNC 10.

81 Rodrigo Gutiérrez, “El papel de las artes en la construcción de las identidades nacionales en Iberoamérica”, en Historia Mexicana 53 (2003): 341-390.

82 Guillermo Bustos, El culto a la Nación. Escritura de la historia y rituales de la memoria en Ecuador, 18701950 (Quito: Fondo de Cultura Económica, Universidad Andina Simón Bolívar, 2017), 167.

83El año anterior al centenario, se produjo la primera huelga de la United Fruit Company en la zona bananera. En Bogotá el 10 de marzo de 1918, se declararon en huelga los miembros de “la Asamblea Obrera Profesional de Bogotá, en protesta contra un contrato hecho por el gobierno del presidente Marco Fidel Suárez en el exterior, para fabricar uniformes militares”. Acuña, Olga. “El movimiento obrero en Colombia durante la primera mitad del siglo XX. Aproximaciones a un balance historiográfico”, en Acosta, Elena (coord.). XX Coloquio de Historia Canario-Americana (Las Palmas: cabildo insular de Gran Canaria, 2012), 559.

84 Raúl Román, Celebraciones centenarias…,173-174.

85 Manuel Rodríguez, Sindicalismo colombiano. Entre lo formal y lo real. Retos y perspectivas, (Tesis de pregrado, Universidad Libre de Colombia, 2018) 17-18.

86En 1919 se editó el texto de Jesús María Henao y Gerardo Arrubla para la enseñanza en las escuelas secundarias sobre la campaña de Boyacá y la 2a edición de su compendio de Historia de Colombia, “los autores mostraron abiertamente el objetivo que tendría la enseñanza de la historia, el cual era dotar a los estudiantes de lecciones morales y cívicas heredadas de notables acontecimientos para que se expresaran en deberes y valores necesarios para la sociedad”. Mojica, Alejandro. La instrucción cívica y moral en la enseñanza de la historia durante la república conservadora, 1880-1930, (Trabajo de Grado Magister en Historia), Universidad Nacional de Colombia, 2015, pp. 166 y Henao, Jesús María y Arrubla, Gerardo. Primer centenario de la batalla de Boyacá 1819-1919, la campaña libertadora de 1819 (Bogotá: Escuela Tipográfica Salesiana, 1919).

87“Noticias de Tunja”, El Tiempo, Bogotá, 6 de agosto de 1919.

88“Un interesantísimo documento”, El Gráfico 481-482, Bogotá, agosto 2 de 1919.

89“Tunja”, Cromos 177, Bogotá, agosto 30 de 1919.

90“Noticias de Tunja”, El Tiempo, Bogotá, 12 de agosto de 1919.

91“Discurso de entrega a las autoridades de Tunja”, El Gráfico 487-488, Bogotá, agosto 23 de 1919.

92 ACH, Biblioteca Eduardo Santos. Academia Nacional de Historia, Contribución del Instituto…, 50.

93“Noticias de Tunja”, El Tiempo, Bogotá, 7 de agosto de 1919.

94“Noticias de Tunja”, El Tiempo, Bogotá, 10 de agosto de 1919.

95 BLAA, Sala Raros y Manuscritos, 378.986137, G73. Celis, Gregorio. Informe del rector del colegio de Boyacá: primer centenario, 100 años de su fundación. Tunja: Imprenta del Departamento, 1922.

96 Nicolas García Samudio, “Estatuas para Tunja”, Cultura, 21 (1928): 433, 437.

97 Miguel Jiménez López, “Informe de los delegados del Departamento de Boyacá al III Congreso Médico reunido en Cartagena”, Revista de Higiene 111 (1918): 24-33.

98 República de Colombia-Congreso. Ley 18 de 1918 (septiembre 19) “Por la cual se provee a la celebración del cuarto Congreso Médico Nacional”.

99 Academia Nacional de Medicina. “Cuarto Congreso Médico Nacional”, Revista Médica de Bogotá 444-447 (1919): 321.

100 Abel Martínez Martín, La Degeneración de la Raza. `La mayor controversia científica de la intelectualidad colombiana`. Miguel Jiménez López 1913-1935 (Bogotá: FEDESALUD, 2016), 189-190.

Referencia bibliográfica para citar este artículo: Martínez-Martín, Abel Fernando y Otálora-Cascante, Andrés Ricardo. “La República Celestial. El Centenario de la batalla de Boyacá en Tunja (1919)”. Anuario de Historia Regional y de las Fronteras, 28.1 (2023): pp: 4575. DOI: https://doi.org/10.18273/revanu.v28n1-2023003

Este artículo de investigación se realizó como parte del proyecto “El Pueblo Boyacense a sus Libertadores. La Década de los Centenarios en Tunja 1910-1919”, del Grupo de Investigación Historia de la Salud en Boyacá-UPTC y fue financiado por el grupo de investigación Historia de la Salud en Boyacá-UPTC y el Museo de Historia de la Medicina y la Salud de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia.

Recibido: 04 de Noviembre de 2021; Aprobado: 08 de Agosto de 2022

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