SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.12 issue1THE CONCEPT OF GOVERNORSHIP IN POLITICAL SCIENCEWHICH IS THE BEST INDEX OF POVERTY IN COLOMBIA? author indexsubject indexarticles search
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

Related links

  • On index processCited by Google
  • Have no similar articlesSimilars in SciELO
  • On index processSimilars in Google

Share


Papel Politico

Print version ISSN 0122-4409

Pap.polit. vol.12 no.1 Bogotá Jan./June 2007

 

LA CIUDAD COMO TEATRO: CONSTRUCCIONES, ACTORES Y ESCENARIOS

THE CITY LIKE THEATRE: CONSTRUCTIONS, ACTORS AND SCENES

Patricia Tovar Rojas*

* Ph.D. en antropología del Graduate Center of the City, University of New York, CUNY; magistra en antropología urbana aplicada del City College of New York; profesora asociada e investigadora en la Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Pontificia Universidad Javeriana en Bogotá, donde también es coordinadora del grupo de investigación "Política, género y democracia"; Entre 2005 y 2006 fue coordinadora del Área de Antropología Social y durante varios años fue investigadora del Instituto Colombiano de Antropología e Historia. Correo electrónico: b.tovar@javeriana.edu.co.

Recibido: 15/03/07 Aprobado evaluador interno: 10/04/07 Aprobado evaluador externo: 23/03/07

 


Resumen

La manera como los diferentes grupos sociales construyen y hacen vecindarios y ciudades ofrece lecciones importantes para programas de planeación, diseño y práctica política urbanística. Este artículo propone un entendimiento de la ciudad desde sus usos, desde las comunidades, desde el sentimiento y desde la apropiación, donde ocurre una constante puesta en escena que reinterpreta el espacio urbano desde diversas locaciones. La importancia social y las implicaciones políticas de esto sugieren una agenda de investigación, práctica y acción que deben ser más tenidas en cuenta, pues las ciudades no solamente son transformadas por programas y políticas sino por quienes las habitan.

Palabras clave: ciudades, usos sociales, habitantes, espacio urbano.

 


Abstract

The manner in which different social groups build and make neighborhoods and cities offers important lessons for a planning and design programs, and for an urbanist political practice. This article proposes an understanding of the city from its uses, from the communities, from the feelings, and the appropriation, where there is a constant staging that reinterprets urban space from different locations. The social importance and the political implications of this suggest an agenda of research, practice and action that have to be taken into consideration, because cities are not only transformed by programs and policies, but for their inhabitants.

Key words: cities, social uses, inhabitants, urban space.

 


La lectura de los grupos sociales y su relación con la ciudad se ha hecho desde varias perspectivas, ya sea desde el espacio urbano hacia los grupos que lo habitan, o desde las personas hacia la manera como éstas usan, se apropian, semantizan y transforman la ciudad. Dos grandes corrientes teóricas, de las cuales se desprenden otras tantas visiones, han dominado la investigación del tema: la ecología urbana y la economía política. En la medida en que las ciudades se conformaban en los comienzos del siglo XX, los estudios urbanos comenzaron a interesarse por la morfología de las ciudades y se construyeron modelos para determinar la manera como las ciudades crecían y cambiaban. Esta perspectiva es conocida como la "Escuela de Chicago" y se ha interesado en las relaciones entre los diferentes usos del territorio que se encuentran en las áreas urbanas. La corriente de la economía política que por lo general incorpora un análisis marxista, ofrece otro tipo de alternativas al análisis de los patrones de desarrollo espacial bajo el capitalismo. De una manera amplia se ve la ciudad como una expresión espacial de las fuerzas del mercado, de la acumulación de capital y como una arena donde convergen los conflictos producidos por la lucha de clases y las necesidades que el mercado tenga de una fuerza laboral. Tanto los ecologistas como los exponentes de la economía política ven la ciudad como una arena en la que la competencia por los diferentes intereses de supervivencia, biológico y económico, determina los patrones de uso del territorio. A esto se suman los análisis de la posmodernidad y de las nuevas propuestas desde la geografía.1 En lo que se distinguen estas corrientes es en la interpretación del significado del conflicto entre grupos sociales y sus consecuencias.

Los seguidores de la Escuela de Chicago se basan en el trabajo de Wirth,2 publicado inicialmente en 1938, en donde se presenta la idea del "urbanismo como un estilo de vida", donde la ciudad se veía como un ámbito físico que produce un efecto en el comportamiento humano; es decir, el tamaño, la densidad y la heterogeneidad afectan a las poblaciones urbanas, de tal manera, que cualquier control directo es imposible, donde una multitud de formas sociales se superponen sobre otras sin integrarse realmente. De igual manera esta perspectiva analiza los procesos y los patrones que permiten la emergencia de las características espaciales de las ciudades y la manera como los grupos sociales y los elementos funcionales de la ciudad se organizan y entrecruzan sobre una superficie limitada. Robert Park, otro de los exponentes de esta escuela, proponía que las poblaciones urbanas tienden a fragmentar el espacio urbano y a segregarse en "áreas naturales".3 En su momento esta perspectiva llamaba la atención por prestar elementos de las ciencias naturales, lo que permitía las bases de la distribución de los usos del espacio urbano. Estos modelos estaban basados en la premisa de que la competencia económica por el espacio era lo que determinaba el uso que se le daba a un área. Esta teoría no tenía en cuenta la facultad del gobierno de alterar los patrones urbanos a través de la planeación, ni los significados simbólicos que tiene el espacio, los cuales afectan la manera como los habitantes utilizan el espacio.

La década de los sesenta trajo consigo el reconocimiento de la realidad de muchas ciudades con grandes problemas, que no eran explicados adecuadamente por las teorías existentes. Los movimientos sociales urbanos, que ocurrían tanto en Europa como en las ciudades de Estados Unidos, trajeron de nuevo la teoría del conflicto, tanto el de clase como el étnico, y se concentraron en hacer preguntas sobre los procesos económicos que determinaban la repartición y la utilización del espacio urbano. Estas teorías se beneficiaron con el impulso que les dio Manuel Castells,4 en el que criticaba las teorías de Wirth y de otros ecólogos, argumentando que no era el ambiente urbano el que tenía un efecto en la cultura, ni en la fragmentación de los roles, sino que más bien eran el resultado de la industrialización producida por el capitalismo; es decir, que lo reconocido como "vida urbana" era una consecuencia de las fuerzas económicas. El énfasis marxista produjo una serie de estudios en los que se enfatizaban los problemas sociales de las ciudades. El mismo Castells más recientemente cambió el rumbo de sus estudios de conflicto de clase a movimientos sociales urbanos. Estos trabajos han sido criticados por dar demasiado énfasis a las estructuras sociales. Las nuevas tecnologías de la informática han cambiado también el lugar donde se trabajaba y donde se compraba. Todo esto se puede hacer desde el lugar de residencia, las distancias se han acortado y todos los rincones del mundo están integrados por los sistemas globales. Todo esto está alterando la estructura de las ciudades, los usos del espacio y la cultura.

Siguiendo la línea que abre Castells, se encuentra el trabajo de Harvey5 en el que se abre otra ventana en el tema de la acumulación del capital, donde se muestra el "proceso urbano" que implica la creación de una estructura física material para la producción, el intercambio y el consumo. El espacio urbano es constantemente construido, destruido y reconstruido para crear una mejor circulación de capital. Otros autores como Sawers,6 expusieron las consecuencias nefastas que tienen para las ciudades el movimiento de las fábricas siguiendo la mano de obra barata, lo cual a su vez produce desempleo, pérdida de ingresos a las arcas de la ciudad y deterioro de los precios de la vivienda. Ejemplos de esto son las ciudades de Cleveland y Detroit que florecieron con la industria del automóvil, pero que quedaron semi-abandonadas una vez que las fábricas cerraron para trasladarse a otros países con mano de obra más barata, perdiéndose así el capital, los empleos y la razón de ser de estas ciudades.

Ninguna de estas propuestas teóricas hasta ahora había puesto a los actores urbanos en la discusión, en el sentido de que ellos también ejercen una influencia sobre el espacio urbano de acuerdo con sus intereses personales y de grupo. Sin embargo, se llama la atención al hecho de que muchas investigaciones se centran en las actividades de los actores sociales y no en la razón de ser de las mismas. Esta perspectiva, que tiene en cuenta la agencia humana, es importante para explicar por qué unas ciudades difieren de otras.

Las teorías anteriormente mencionadas se encuentran ubicadas principalmente en la sociología, lo que nos lleva a la pregunta sobre cuáles han sido las propuestas desde otras ciencias sociales para interpretar la relación entre el espacio urbano y los grupos que lo habitan. Inicialmente, los temas de la etnicidad y la pobreza7 fueron definidos como problemas urbanos en relación con la cultura, en un momento en el que el paisaje de las ciudades de los países del norte cambiaba gracias a la creciente presencia de inmigrantes del sur y al resquebrajamiento de las estructuras de segregación racial que operaban en muchas ciudades. Desde entonces, la formación antropológica ya no significaba un entrenamiento en otras culturas sino una mirada al patio de la casa. Esto produjo, en parte, una especie de cruzada por buscar soluciones o reformas a los graves problemas que afectaban a las ciudades, con lo que se incentivaron los estudios sobre los enclaves, ya fueran étnicos o faltos de riqueza, o por lo general las dos cosas, a la manera de "aldeas urbanas" en el sentido de Gans.8

Una mirada a la ciudad y a sus habitantes, particularmente apropiada para este ensayo, es la de Hannerz,9 elaborada a partir del trabajo de Goffman, en donde la ciudad es vista como un teatro en el que hay multiplicidad de escenarios y cada individuo puede representar diferentes papeles de acuerdo con el grupo social al que pertenezca, además hay diferentes audiencias cada vez; asimismo pueden verse las diversas oportunidades, en la estructura social, en las que un grupo puede hacerse conocido o entra en contacto los otros. La forma como cada grupo social se apropia de este escenario muestra las posibilidades de maniobra, entrecruce, o aislamiento, fácilmente observables y que a su vez dan forma a la ciudad. En este ensayo se muestran algunas de las maneras como se realizan estas puestas en escena de los grupos sociales, ya sea de manera conciente o inconsciente, y la riqueza de oportunidades que existen para entenderlas. Todo esto teniendo en cuenta cómo los grupos sociales están inmersos en la economía de mercado local y global.

Goffman10 también recuerda que las interacciones urbanas y el uso del espacio urbano están regidos por reglas y códigos de comportamiento determinados por la cultura y de los cuales por lo general no somos concientes. La gente no camina por los andenes sin ton ni son. Los peatones se evitan entre sí, se mira en determinada dirección al cruzar la calle, se utiliza el transporte público y se hace fila de diferentes maneras. La propuesta de Goffman nos lleva más allá del espacio personal, a un territorio fijo que se define geográficamente y es reivindicado y poseído por alguien, a veces en exclusividad. Esto se liga a los trabajos de Augé11 sobre el tránsito por los no-lugares y por los transportes subterráneos.

La ciudad es, en este caso, el punto de partida para una reflexión sobre la naturaleza de las relaciones de los grupos sociales en la era de la globalización, y es a su vez una metáfora de la complejidad, donde los grupos sociales organizados y fragmentados a través de líneas de clase social, etnicidad, género y edad, utilizan la ciudad, se articulan dentro de ella, y encuentran puntos de contacto entre las fronteras que los separan. Muchos son los actores sociales visibles en la escena urbana cuya presencia es creciente y que a su vez son parte de las culturas globalizadas. Dentro de éstos tenemos a desplazados, refugiados, inmigrantes, turistas, mano de obra trashumante —de alto y bajo nivel— y otros grupos móviles.

Antes de entrar a discutir las peculiaridades de los grupos sociales en cuanto al uso de la ciudad, vale la pena examinar unos conceptos discutidos por Manuel Delgado, sobre todo el referente a la noción de espacio público como la extensión o distancia entre dos puntos, ejercicio de los lugares haciendo sociedad entre ellos, pero que no da como resultado un lugar, sino tan sólo, a lo sumo, un tránsito o una ruta. El espacio –lugar practicado— está opuesto al territorio —lugar ocupado— que es "la marca social del suelo, el dispositivo que expresa la identidad del grupo, lo que una comunidad dada cree que es lo que debe defender contra las amenazas externas e internas, en otras palabras el territorio."12 Esta noción de territorio es la que importa tener en cuenta, pues es el punto identificatorio, relacional e histórico de los grupos sociales: ya sea la calle, el barrio, o el enclave, que tiene un conjunto de normas e interdicciones sociales y políticas.

El análisis de los usos de la ciudad se hace desde el referente del grupo social, sujeto a un territorio estable que le permite al actor social tener varias identidades circunstanciales o contextuales como familia, barrio, comunidad, religión, grupo étnico, banda juvenil, que a su vez tienen complejas articulaciones espacio-temporales y fronteras físicas y simbólicas; es decir, nos interesa lo que se ha llamado "antropología del territorio",13 o el estudio de la socialización y culturización del espacio, o de las prácticas simbólicas que lo organizan.

Muchos de los trabajos recientes en esta área corresponden a la proxémica, subdisciplina de la antropología que significa el estudio de los aspectos biológicos y culturales del uso del espacio público y privado. No se trata de ver a los grupos sociales en sus "nichos ecológicos", a la manera de la Escuela de Chicago, como "pequeñas comunidades", para emplear el término de Robert Redfield, o como parte del rompecabezas que sería la ciudad, pues esto significaría ocultar otras realidades y dinámicas que no son más que exclusiones que segregan y colonizan. Los miembros de cada grupo social se mueven por territorios y espacios de la ciudad usándolos —disfrutándolos— de manera transitoria, ya sean estos públicos como la calle, los vestíbulos y los parques, o semipúblicos como las superficies comerciales, las tabernas o las discotecas, y se mueven y transitan por la ciudad atravesando los no-lugares, como aeropuertos, grandes centros comerciales, fusionándose así con otros grupos y poniéndose en escena para existir.

Las clases sociales y la ciudad

La ciudad es un lugar de extremos donde se junta la excesiva riqueza con la pobreza absoluta. El volumen de los ingresos, la ocupación y el nivel de escolaridad son los principales elementos ordenadores que determinan a qué estrato social pertenece una persona, y en cuál lugar del territorio urbano debe ubicarse. La vivienda es un reflejo del estrato, de los gustos y de los ideales de un grupo social, y es a su vez indicador de estatus y símbolo de respetabilidad. En el nivel más bajo de la sociedad están los que no tienen vivienda, viven en la calle o se encuentran en condiciones muy precarias e inestables y no cuentan con los servicios públicos mínimos. Son ellos quienes menos alternativas tienen para usar la ciudad. Entre ellos mismos a veces tienen muy poco para compartir, excepto el territorio por donde se mueven y la exclusión económica y social del resto de la sociedad. La familia adquiere características derivadas de estas condiciones sociales como la notoria ausencia de los padres, el alto número de hijos que nacen de madres adolescentes o fuera del matrimonio. Estos grupos sufren toda clase de problemas sociales de los que no se pueden escapar, pues excepto por el narcotráfico hay muy pocas posibilidades de movilidad social. El territorio está marcado por la violencia hacia las personas y hacia sus posesiones, el crimen, el tráfico y el consumo de drogas público, lo que determina una serie de estrategias de supervivencia. Lo jóvenes deben adquirir ciertas destrezas para poder sobrevivir en este medio hostil. La inseguridad, la inestabilidad, el desempleo y las diferentes amenazas que soportan poco estimulan la interacción con otras personas en el área. La reacción de los habitantes se expresa en diferentes tipos de organización política o de protesta social, por lo general violenta.14

El rápido crecimiento de las ciudades ha hecho que se conformen asentamientos urbanos a modo de invasiones colectivas organizadas de tierras públicas o privadas, muchas veces no aptas para vivienda, localizadas en las afueras de las ciudades. Estas barriadas, favelas, colonias populares o villasmiseria, como se conocen, no cuentan con sitios de participación comunal, no tienen plazas, parques, andenes, ni calles pavimentadas. En zonas como Ciudad Bolívar en Bogotá, que se conforman a diario con la llegada de personas procedentes de zonas rurales y de desplazados de la violencia, las calles están cruzadas por mangueras, extendidas por kilómetros para traer el agua a las casas. Los conflictos entre vecinos se materializan en mangueras cortadas. Los límites entre lo privado y lo público no están claramente demarcados ya que lo privado en espacios semi-públicos, apenas separados por una tela o una tabla, adquiere un significado diferente. La construcción es desordenada, sin planeación, utilizando materiales reciclados, ya sea del mobiliario urbano como tapas de alcantarillas, o con materiales sobrantes, ya que muchos de sus habitantes trabajan en el sector de la construcción. Las casas están en un continuo proceso de construcción: con materiales dispares van creciendo poco a poco hasta adquirir mayor solidez.15 La autogestión de la vivienda es parte de este proceso de conocimiento colectivo que se sigue para la obtención del espacio donde se va a construir la casa y su diseño, que involucra también el concurso de redes de familiares y amigos.

El estudio de estas comunidades marginales ha sido un tema favorito de investigación de la sociología y la antropología urbana, el cual se ha abordado desde diferentes perspectivas. Por una parte se ha enfatizado en la anomia y toda la gama de problemas urbanos que se concentran allí. Más recientemente se han buscado aspectos positivos de construcción de comunidad y la habilidad de adaptarse a condiciones hostiles; además, se ha criticado la noción de marginalidad que veía estos asentamientos como no incorporados a la economía urbana.16 Los llamados estudios de las mujeres, que se desarrollaron a partir de la década de los ochenta, han contribuido al análisis de las unidades domésticas centradas en las mujeres y en el empleo informal que se articula con la economía general de la ciudad. En estos estudios, realizados en muchas ciudades latinoamericanas,17 se ha llamado la atención sobre las acciones colectivas para mejorar las condiciones de vida, como ollas, lavaderos y jardines infantiles comunales, luchas por el agua, filas para adquirir combustible para cocinar, y en general el esfuerzo diario para resolver las necesidades básicas de las familias.18

No todo es homogéneo dentro de la pobreza ya que hay diferentes niveles de acceso a recursos, ni todos los pobres están confinados en territorios cerrados, a veces con muy fuertes barreras invisibles. Hay grupos que se desplazan de un lado a otro, por rutas que les permiten recoger el material descartado por otros habitantes de la ciudad, convirtiéndose en nómadas urbanos que arrastran su casa, que es a su vez depósito de los materiales recogidos la calle. Ellos ocupan el nivel más bajo en el mercado mundial de los productos del reciclaje, en constante mimesis con la piel de la ciudad. Los cartoneros transitan por ella con sus familias, animales y posesiones a cuestas, más el material recogido en el día. El chirrido de sus carros de balineras nos hace verlos por un breve instante, para olvidarlos inmediatamente como si no existieran, pues los consideramos como parte del mobiliario de deshecho urbano.19

No se puede hablar de clases sociales y ciudad sin mencionar por lo menos la cuestión de la economía informal, de la que dependen un gran número de personas. Portes y Castells20 la definen como una actividad no regulada por las instituciones de la sociedad, aunque en cierta manera lo es y está estrechamente relacionada con la economía formal, que no es una característica exclusiva del llamando Tercer Mundo. El punto de partida de este sector es la unidad doméstica donde se toman las decisiones y se dan respuestas a las condiciones estructurales que no ofrecen alternativas económicas. Entre quienes practican estas actividades alternativas ("de rebusque") para generar ingresos se encuentran vendedores ambulantes, traficantes de sustancias ilícitas, cuidadores de carros, limosneros, y muchas otras personas que marcan sus territorios con sus actividades económicas y por esto entran en constante conflicto con los sectores formales. Las compañías multinacionales se aprovechan de esta reserva laboral para comercializar sus productos, evitando así pagar los costos de arrendamiento de locales comerciales.

Un sector social que recientemente ha entrado a competir por el nivel más bajo en la arena de la ciudad colombiana es el de los desplazados por la violencia. Éstos se caracterizan por la ausencia de recursos económicos y de otros insumos necesarios para sobrevivir adecuadamente en la ciudad, el nomadismo y el constante conflicto con los moradores de los lugares a los que llegan. A veces se aproximan a la ciudad en grupos familiares pequeños o en grupos grandes de parientes y vecinos, donde se nota siempre la presencia de menores de edad y ancianos y la ausencia de hombres adultos.21 Se distinguen de otros grupos por su estilo de movilización, que implica la invasión de territorios públicos como parques, calles o zonas verdes, o por su presencia diaria portando carteles, y contando su historia en sectores ocupados por las clases más privilegiadas. Su estilo de supervivencia está marcado por el sistema de "extender la totuma" en los semáforos, su andar errante de una entidad a otra, con la ropa y el olor del campo a cuestas y su demanda por atención y derechos especiales en su condición de víctimas de la guerra. La posibilidad de obtener algún tipo de ayuda estatal los hace objeto de la envidia de otros sectores que se encuentran en situaciones económicas muy parecidas, lo que refuerza su condición de indeseables y de estigmatizados, de ser tratados como el "otro". 22

Como una respuesta a los estudios antropológicos sobre la pobreza en las ciudades se ha notado un incremento en los trabajos sobre la clase media y las élites. Son de destacar los trabajos de McDonogh sobre "Las buenas familias de Barcelona" en donde se describen las prácticas familiares y los hábitos de clase, a la vez que se muestra la historia de las dinastías industriales.23 Por su parte Lomnitz, después de estudiar "como sobreviven los marginados" se dedica al seguimiento de siglo y medio de la historia de una familia de la oligarquía mexicana.24

En el análisis de la formación de comunidades de clase media y alta y cómo sus construcciones definen el espacio urbano es importante tener en cuenta algunos de los puntos teóricos de Bourdieu, en especial lo que él define como "capital simbólico", es decir, la colección de bienes de lujo que demuestran el gusto y la distinción de sus dueños y que a su vez nos muestran las bases reales de las distinciones económicas y sociales.25 La producción de este capital simbólico tiene además funciones ideológicas en la medida en que contribuye a reproducir el orden establecido y a la perpetuación de la dominación. La producción y el consumo de este capital también tienen implicaciones importantes para la producción y transformación de espacios urbanos en los cuales viven las clases altas. Lo que se ha denominado en inglés como gentrification, es decir, la llegada de los grupos "nobles" a ciertas zonas deterioradas de las ciudades y el posterior desplazamiento de las poblaciones que se han asentado por años en el área, en nombre de la recuperación histórica, real, imaginada o prevista para la especulación en los precios de la finca raíz. De la misma manera que se "recuperan" espacios, estos pueden pasar rápidamente de moda una vez que los gustos cambian. Los símbolos de distinción social llegan en forma de códigos estéticos y ciertos gustos de embellecimiento, decoración y ornamentación que impiden la entrada a personas de otros grupos sociales, a menos que sea como sus empleados. La película La estrategia del caracol de Sergio Cabrera es un ejemplo de este fenómeno, que además trae implícita la posibilidad de conflicto, con diferentes grados de violencia, entre los diferentes grupos que se encuentran. La película muestra el caso del conflicto en el centro histórico de Bogotá, pero en la zona antigua de Cartagena el problema se complica con la presencia de fuertes distinciones étnicas.

La clase media ha impactado la ciudad con su preferencia por la vivienda amurallada del conjunto cerrado, en donde sus miembros se sienten más a salvo del crimen imaginario o real, y de la visión de lo que les pudiera ocurrir si cayeran en estratos más bajos.26 Las casas de los más pudientes son verdaderos fortines enrejados, con guardias armados, alarmas y el ojo siempre vigilante de las cámaras de televisión. Otro importante aspecto de la ciudad en relación con las clases sociales es la manera como se movilizan las personas dentro de la ciudad. Algunos van a pie o en bicicleta porque no tienen otra alternativa, otros tienen acceso al transporte público, y hay quienes prefieren no usarlo e ir siempre en taxi, conducir un auto o dejar que su conductor lo haga. Dependiendo de la ciudad y de su profesión prefieren ir en extravagantes limosinas o pertenecer a clubes de motociclistas. Por su parte hay ciudades que no tienen sistemas de transporte público, y están diseñadas exclusivamente para automóviles, no hay andenes por donde se pueda caminar y el peatón se convierte en algo anormal; o, como en el caso de las antiguas ciudades medievales europeas, los carros no son permitidos dentro de sus recintos. Este tema del transporte urbano es fascinante y merece mayor atención, pero lamentablemente no tenemos el espacio suficiente para desarrollarlo aquí.

En el caso de Bogotá, en donde el desempleo y la pobreza van en aumento, incrementando la polarización entre las clases sociales, hay un proceso de transformación en lugares como el Parque Tercer Milenio, el Parque Renacimiento y el Parque Simón Bolívar, en los cuales se ve cómo en el espectáculo urbano se imponen los gustos de la clase alta en la arquitectura, en el uso de obras de arte y en eventos como "La Ópera al parque," que transforman los espectáculos en símbolos e instrumentos de control social. Estos lugares nos muestran cómo las masas se pueden congregar sólo con fines culturales, en lugares seguros, cerrados y protegidos de la violencia que estrangula al país. La Plaza de Bolívar es la única que continúa con la doble función de espectáculo cultural y espacio de protesta social. Estos sitios son a su vez presentados como espacios de "unificación" de las clases sociales que de otra manera están segregadas. Un trabajo interesante sobre los cambios que ha sufrido la Plaza de Bolívar en relación con la política y la simbología es el de Llano,27 que se uno a otros autores quienes analizan la "modernización" de la ciudad. La clase dirigente, por su parte, interviene la ciudad borrando y escondiendo las huellas de las bombas, las batallas y la destrucción que han dejado diferentes enfrentamientos del conflicto armado y las protestas públicas. Un ejemplo de esto es el Palacio de Justicia, en la misma Plaza de Bolívar, donde la comunidad artística reclama su presencia, haciendo esfuerzos para que los sangrientos eventos que ha vivido la ciudad no se olviden.

Los grupos minoritarios y los inmigrantes

Dentro de esta categoría se pueden incluir varios grupos sociales, algunos de ellos con una larga presencia en la ciudad y otros recién llegados. Dentro de estos tenemos a los grupos étnicos, los inmigrantes y otra vez, los desplazados. En el caso de Colombia sus principales representantes, los indígenas y las llamadas comunidades negras o afrocolombianos son grupos discriminados, con menores recursos económicos, que a menudo encuentran problemas en ser aceptados en las comunidades a donde llegan y que tienen culturas e historias diferentes a las del grupo mayoritario. Hace unos años fueron muy populares los estudios de campesinos e indígenas transplantados a las ciudades.28 Más recientemente se han analizado los procesos de convivencia étnica, mirados desde el uso del espacio público,29 como el caso de los vendedores ambulantes o el de los sitios de recreación;30 en estos trabajos se analizan los procesos de adaptación y la supervivencia de estilos de vida y cultura material traídos del campo.

En muchas ciudades del mundo, no sólo en aquellas donde la ley lo disponía, los patrones de segregación racial están ligados a grandes diferencias socioeconómicas. Los recién llegados a las ciudades se ubican en las zonas de vivienda correspondientes al estrato más bajo y viven en las peores condiciones sanitarias y no siempre a los más bajos precios. Muchas veces se piensa que este es un patrón "natural" de urbanización, pero no lo es. Se trata de un proceso calculado por políticos y por los intereses de grupos de especuladores de los precios de la tierra y de la vivienda. El término slum lords se ha usado para designar a personas que obtienen altos lucros en zonas deprimidas, como el caso de la zona conocida como "El Cartucho" en Bogotá, donde se pagan altos precios en especie diariamente por el derecho a ubicarse en ese espacio, se trafica con drogas y con armas sofisticadas, y se vive bajo códigos diferentes a los del resto de la ciudad.

Los patrones de llegada y asentamiento de estos grupos están conformados por cadenas de familiares y amigos que a veces van llegado uno a uno, hasta que se forma un enclave étnico. Los llamados guetos han sido el resultado de las políticas urbanas de segregación racial que intentan contener y controlar social y espacialmente a grupos considerados como inferiores o indeseables, y "ponerlos en su puesto". La planeación urbana de muchas ciudades de Estados Unidos, como el caso de Chicago, incluido el diseño del transporte público y de trabajos de infraestructura como autopistas, logró mantener una segregación claramente delimitada. En casos donde algunos de los miembros de estos grupos logran prosperar puede haber un movimiento en búsqueda de mejores condiciones de vivienda. Sin embargo, en barrios como Harlem, en Nueva York, los que han ascendido a la clase media han decidido continuar en la zona, revitalizando antiguas casas abandonadas hace mucho tiempo por la clase alta blanca. Este lugar se ha convertido en el símbolo de las luchas por los derechos civiles y en el orgullo de la identidad de los afroamericanos. Los restaurantes de comida sureña, las iglesias donde se cantan espirituales, los mercados callejeros de productos importados de África y vendidos por africanos recién llegados a la ciudad, la biblioteca y el museo especializados en temas culturales y artísticos de la comunidad, junto con los legendarios teatros Apollo y el Cotton Club por donde pasaron las más altas figuras del jazz, son ejemplos de este movimiento que convoca oleadas de turistas y trae crecimiento económico al barrio.

No todos los grupos étnicos pertenecen a los grupos discriminados o desposeídos. En Bogotá y Barranquilla coexisten comunidades de judíos, árabes, alemanes y de otros orígenes, que han dejado su huella por los lugares por donde han pasado. En la localidad de Teusaquillo en Bogotá se encuentra aún la antigua sinagoga, convertida ahora en Asociación Cristiana de Jóvenes, y algunos edificios tienen estrellas de David o nombres hebreos. En Barranquilla, la puerta de entrada de los inmigrantes que llegaron al país huyendo de las guerras europeas de la primera mitad del siglo XX, se siente el olor de la comida árabe que sale no sólo de las casas, sino también de los establecimientos que la preparan comercialmente.

La migración, desde el punto de vista de los que salen, también cambia los gustos arquitectónicos y estéticos. A su regreso, los emigrados traen nuevos modelos estéticos de vestido, vivienda, ornamentación, materiales y colores, que mandan a construir para sus padres o para ellos mismos. La mezcla de eclécticos estilos arquitectónicos de ciudades como Pereira, Cali o Medellín es un testimonio de este fenómeno, que está a su vez ligado a los excesos del narcotráfico. En los casos más desafortunados, se ven lujosas casas a medio construir, testimonios mudos de historias en donde los protagonistas han muerto o se encuentran recluidos en cárceles extranjeras. Hay otros ejemplos que ilustran la manera como los inmigrantes cambian la textura de los lugares a donde llegan. Los parques, de ciudades europeas como Madrid y Barcelona se llenan en horas de la tarde de mujeres de piel más oscura, vestidas aún con colores y ropas tropicales, llevando a pasear niños de clase alta. En las noches, las mismas calles se llenan de mujeres similares que están con vestidos aun más llamativos, invitando a los hombres a que inviertan su dinero en ellas. En cuanto a los hombres es común el verlos agrupados en esquinas situadas estratégicamente, esperando pacientemente a que llegue alguien en una camioneta a contratarlos para trabajar, sobre todo en la construcción, ya sea por el día entero o al menos por algunas horas. Los residentes locales se quejan constantemente de esta presencia ya que los grupos de hombres aparentemente desocupados, parados en las esquinas, son señal de peligro, crimen y desorden. La presencia de estos grupos sociales en las calles de las ciudades a donde llegan se ve también de manera colectiva cuando las comunidades celebran sus festividades nacionales de manera pública, en forma de carnavales, desfiles o eventos musicales. El Carnaval de Río se celebra simultáneamente en Río de Janeiro y en San Francisco. Lins Ribeiro31 examina la emergencia de nuevas identidades y sus manifestaciones en el espectáculo del carnaval, del fútbol, la gastronomía y el baile público. Este último adquiere un nuevo significado ya que se centra en la exposición del cuerpo femenino.

La migración ha cambiado la cara de ciudades como París, Londres, Nueva York y Los Ángeles. Algunos de estos grupos minoritarios tienen tasas de fertilidad más altas que el resto de la población, lo que también es visto como una amenaza por la población mayoritaria, que además no se siente a gusto cuando tienen que pagar impuestos para mantener un sistema escolar que no está educando a sus hijos. Por otra parte, también se debe considerar el mestizaje físico y cultural, los patrones de consumo, y como esto delimita el espacio y la hibridización —en palabras de García Canclini—32 que se nota de manera más evidente en ciudades de frontera como la existente entre México y Estados Unidos, donde hay una gran mezcla de tradiciones y significantes unidos a discursos políticos y a procesos económicos que marcan una nueva división internacional del trabajo.

En el caso de la migración es donde más obviamente se ven las conexiones entre lo local y lo global. Una escena frecuente en las esquinas de Nueva York es la venta callejera de flores producidas en Colombia y Ecuador —tal vez los sobrantes de los grandes negocios de exportación— que se venden a precios más baratos para que no se pierdan, escena que se ve también en los semáforos de Bogotá. Por otra parte, el comercio especializado en servicios a los inmigrantes, como los mercados de productos importados, las oficinas de traducciones, el envío de remesas a los países de origen, las llamadas telefónicas, los pasajes aéreos, e incluso los servicios funerarios de traslado del cuerpo, son indispensables en estas comunidades, no se anuncian en los idiomas locales y mueven enormes cantidades de dinero.

Hombres y mujeres en el espacio urbano

Una de las razones que se ofrece para explicar por qué la investigación sobre los usos del espacio se ha concentrado en la experiencia de los hombres es que ellos tienden a ocupar los espacios urbanos públicos más visibles como lo son los mercados y las esquinas.33 Esto no es del todo cierto. Hay ciudades que se caracterizan por una alta presencia femenina en las calles, como La Paz. En muchas ciudades de los Andes son las mujeres las que se dedican a la venta ambulante y a comercializar los productos del campo. Tampoco podemos asumir que ha sido sólo recientemente que las mujeres entraron en masa al mercado laboral, pues esto implicaría desconocer el papel de las mujeres en la subsistencia dentro de la economía informal en el siglo XIX o a comienzos del XX. Las mujeres se han desempeñado históricamente en una serie de labores que las ha sacado del confinamiento de sus hogares, ya sea como botelleras, recolectoras de botellas y papel a domicilio, lavanderas, encargadas de hacer las interminables filas para recoger agua, obtener combustible, hacer la compra del mercado diario, llevar a sus hijos al colegio, y muchas otras tareas no remuneradas, poco reconocidas socialmente.34

El tema de las experiencias de apropiación del espacio de acuerdo con el género necesita mayor investigación, a la vez que se deben revisar ciertas suposiciones al respecto.35 En tal sentido se resaltan los trabajos de Thomas36 y López,37 en cierta manera pioneros en el análisis de las dificultades que encuentran las mujeres para tener la experiencia de la ciudad ya sea en la diversión nocturna, la escuela o el trabajo. La cuestión de la peligrosidad de las calles para las mujeres permite profundizar bastante. Aunque no puede negarse que son las mujeres las que sufren diversos grados de acoso sexual en las calles, el mayor peligro para ellas se encuentra en sus casas, a través de diversas manifestaciones de maltrato y violencia doméstica, mientras que para los hombres jóvenes el mayor riesgo de muerte se encuentra en la violencia de la calle. Es Da Matta38 quien llama la atención sobre la idea de "la calle" como un sitio particular, y un aspecto social y simbólico complejo, impredecible, lleno de acciones y pasiones, opuesta a la "casa", universo controlado donde hay armonía y calor, y personas y cosas están en sus correspondientes lugares. Esa idea de calle significa cosas diferentes para las mujeres: una "mujer de la calle" es un término ofensivo e insultante, que nos confronta con otra realidad de la ciudad. Las maneras de caminar, de mirar, los gestos y otros lenguajes corporales son diferentes para hombres y mujeres en la calle y contienen alusiones al control del cuerpo femenino y al poder.

La historia social de las mujeres en las ciudades ha estado llena de paradojas y ambigüedades más que de crecimiento en las oportunidades de acceso a los recursos. Las mujeres siguen teniendo responsabilidades y demandas que incluyen no sólo proveer el sustento económico a sus familias, sino encargarse de otras actividades no remuneradas, fundamentales para la supervivencia de sus familias. Históricamente, las mujeres han estado atadas a los roles adscritos y a las expectativas sobre su posición de subordinación de género. Sin embargo, no debemos olvidar que el número de familias urbanas donde el padre está ausente llega casi al 30% y sigue creciendo en muchos países de Latinoamérica, lo que ha significado un aumento de la "feminización de la pobreza." De ahí que la experiencia de las mujeres en las ciudades varía según la clase social y la edad. Muchas de las ocupaciones de las mujeres han entendió que ver con trabajos "invisibles" como el servicio doméstico, las fábricas y los cultivos de flores en cercanías a la ciudad. También han estado presentes, más bien usadas, en el mundo del crimen, como señuelos en las pandillas para cometer robos o como punto de entrada para llevarse los objetos de las casas. La idea de control del desorden está también unida a las experiencias de las mujeres en relación con la protesta social y la moral predominante que representa a la ciudad como sitio de pecado,39 además de la dicotomía entre mujeres santas o perdidas. La sedentarización, la industrialización y los cambios en los patrones de producción y consumo han traído importantes consecuencias para las mujeres en lo concerniente a las tasas de fertilidad, la división del trabajo, y el tiempo ocupado en las tareas domésticas. Esto a su vez ha cambiado los límites entre el espacio privado de la casa y el público de la calle; además, ha desplazado el lugar donde se realizaban las tareas domésticas. La ropa sucia, en muchas ciudades ya no se lava en casa, sino de nuevo en lugares públicos adecuados para esto; la comida y el mercado se piden por teléfono o por Internet.

A pesar de los cambios, quedan raíces culturales como la del honor, que ha destinado socialmente a las mujeres al espacio de la casa y a los hombres al del mercado, y que aún delimita las horas y los sitios por donde las mujeres pueden transitar a solas por la calle. A la institución del piropo se añaden otros grados de acoso sexual que cumplen la función de recordarles que deben ocupar otros lugares socialmente, al mismo tiempo que se mantienen otras desigualdades sociales. La ausencia de baños públicos accesibles para las mujeres es otra limitante del tiempo que las mujeres pueden estar en la calle. Cualquier mujer que conduzca un automóvil sabe que debe enfrentar a diario diferentes tipos de agresiones que van desde el insulto, pasando por la amenaza y el golpe, y que ve afectada su propiedad en la modalidad del robo a su bolso al romper los vidrios de su carro. En muchas ciudades se han hecho esfuerzos para cambiar estos patrones. Lo que en Bogotá se ha llamado la noche de las mujeres y de los hombres es un intento de por lo menos llamar la atención a las diversas experiencias de género de la ciudad. En Ciudad de México se ha adaptado el metro para que en las horas pico, las de mayor hacinamiento, en algunos vagones sólo viajen mujeres. La ciudad continúa estratificada y segregada alrededor del género, donde a los hombres se les permite mayores privilegios que refuerzan el acceso diferencial a los recursos, el conocimiento y el poder. A pesar de los enormes cambios en la educación en muchas ciudades colombianas todavía existen colegios donde solo se enseña a niñas o a niños y curiosamente universidades femeninas.

En la discusión sobre el género y la ciudad no debe faltar por lo menos una alusión a las comunidades homosexuales. Se han realizado estudios en el centro de Bogotá40 donde se incorpora esta experiencia desde los espacios públicos de comercio sexual masculino. La visibilidad de la comunidad gay varía con el activismo de los grupos y la tolerancia que se viva en las ciudades, donde tienden a unirse, como sucede en San Francisco y Nueva York. Esta presencia pública en las ciudades no ha estado exenta de violencia y está ligada a crisis como la del SIDA Síndome de inmunodeficiencia adquirida.

Las edades y la ciudad

En Colombia, el grupo etario que tal vez más atención ha recibido en relación con su papel protagónico en la ciudad es el de los jóvenes. La infancia fue estudiada en la década de los setenta y ochenta en relación con el gaminismo,41 o sea el abandono de los menores de edad y su entorno como habitantes de la calle, el trabajo infantil y el juego. El miedo al robo y al acoso sexual ha hecho que los menores hayan desaparecido de muchos espacios urbanos públicos, sólo se les ve si están acompañados por un adulto. De los adolescentes se ha investigado lo negativo, como las pandillas, el sicariato y la violencia, temas que agrupan especialmente al género masculino, pero también se ha abordado lo positivo como la música y otros espacios lúdicos. Reguillo42 habla de cómo la ciudad se vive con música de fondo. La ciudad del reggae es hostil; la del hip hop es excluyente y se puede vivir por los jóvenes amorosa o violentamente. De Melo,43 por su parte, propone cómo la violencia entre los jóvenes brasileños se manifiesta y puede ser percibida como un proceso dinámico y dialógico, fundamentado en ordenaciones sociales y visuales. La violencia en este caso es un lenguaje y una pedagogía performática que hace parte de una construcción identitaria tensionada y explosiva, expresado sobre todo en el deporte y el baile. García Canclini44 señala, sobre del uso del graffiti por los jóvenes, que éste es parte de "una escritura territorial de la ciudad, destinada a afirmar la presencia y hasta la posesión de un barrio". Esta expresión se transforma de acuerdo con los códigos sociopolíticos que se quieran manejar y se opone a otros tipos de escritura comercial o política realizada bajo otros códigos diferentes.

La vejez en la ciudad es tal vez el tema menos estudiado en nuestro medio. La razón de esto puede ser que los ancianos tienen menos visibilidad en los espacios públicos de la ciudad. Cuando se piensa en el adulto mayor en la calle visualizamos las largas filas de los pensionados esperando atención en el pago de sus mesadas o en los servicios médicos. A otros los vemos abandonados, aunque con mayor frecuencia encontramos "clubes de la tercera edad" donde este grupo se dedica a actividades colectivas y los vemos haciendo ejercicio en los parques. En Colombia todavía no ocurre lo que en otros países, sobre todo los industrializados, donde hay ciudades que se caracterizan por sus grandes concentraciones de ancianos, con pensiones sólidas y el deseo de disfrutar climas agradables como es el caso del sur de la Florida y el Mediterráneo. En estos lugares, en las calles se han colocado estratégicamente bancos para el descanso, los vestíbulos de los edificios permiten el acceso de sillas de ruedas y hasta el transporte público ha sido adaptado para la movilidad y el disfrute de esta población. Algunas de estas oleadas de ancianos son verdaderas aves migratorias en busca del calor del sur durante la estación de invierno. Se les ve en grandes grupos, disfrutando del tiempo libre que tienen de sobra, oyendo los eventos deportivos en grupo, jugando cartas o conversando. Los ancianos oriundos del sur de Europa, se sitúan en grupos segregados por género en la plaza pública o la taberna, lugares preferidos por los hombres, mientras que las mujeres favorecen la cercanía de sus casas y de las iglesias.

Conclusión

Quedan algunos temas sin profundizar y otros sin discutir ya que por razones de espacio no es posible examinarlos en detalle en este ensayo. Por ejemplo, no se ha hablado de los grupos religiosos y su manera de compenetrarse con la ciudad a través del ritual, de la procesión, del llamado a la oración, de sus prácticas religiosas que sacralizan y a la vez segregan el territorio. Tampoco se ha hablado de los carnavales, los desfiles militares, las celebraciones nacionales, ni de otras puestas en escena como las estudiadas y ya mencionadas por Da Matta en Brasil. Aunque aquí se han tomado algunos ejemplos de varias partes del mundo, nos hemos concentrado en conectar los aspectos teóricos en relación con algunos de los elementos que identifican los usos de la ciudad en Colombia, lo que para algunos observadores puede parecer caótico, pero que tiene un ritmo y unas normas propias dentro de ese desorden aparente. Los grupos sociales mencionados, organizados por clase social, género, edad y procedencia confluyen en la ciudad, se apropian de ella y la marcan, configurando a su vez un devenir económico e histórico, desde la puesta en escena de sus diferentes identidades. Todo este conjunto de prácticas culturales y construcciones simbólicas hacen que se pueda distinguir una ciudad de otra y que nos sirvan de referente identitario. Ocurre a veces que con un solo referente se puede visualizar una ciudad, Río de Janeiro = carnaval o Benarés = ritual, y así resumimos a ciudades como Medellín = droga, o San Francisco = homosexuales. La ciudad continúa allí, imparable, pero sus habitantes llegan y se van, se pasan la vida intentando actuar y acomodarse a este escenario de relaciones sociales y estilos de vida que hace la ciudad.

 


1 Soja, E. (1994), "Postmodern Geographies: Taking Los Angeles Apart" en Friedland, R. y Boden, D. (eds.), Space, Time and Modernity, University of California Press, California.

2 Wirth, L. (1988), "El urbanismo como forma de vida", en Fernández-Martorell, M. (ed.), Leer la ciudad, Barcelona, Icaria.

3 Park, R. (1952), Human Communities: The City and Human Ecology, New York, Free Press.

4 Castells, M. (1972), La cuestión urbana, París, Maspero.

5 Harvey. D. (1989), The urban experience, Baltimore, The Johns Hopkins University Press.

6 Sawers, L. (1984), "New perspectives on the urban political economy" en, Tabb, W. & Sawers, L. (eds.), Marxism and the Metropolis, New York, Oxford University Press.

7 Lewis, O. (1961), Antropología de la pobreza, México, Fondo de Cultura Económica.

8 Gans, H. (1962), The urban villagers, New York, Free Press.

9 Hannerz. U. (1980), Exploring the City: Inquiries Toward an Urban Anthropology. New York, Columbia University Press.

10 Goffman, E. (1979), El ritual de la interacción, Buenos Aires, Tiempo Contemporáneo.

11 Augé, M. (1992), Los "no-lugares": espacios del anonimato, Barcelona, Gedisa, y El viajero subterráneo, Barcelona, Gedisa.

12 Delgado, M. (1999), El animal público, Barcelona, Anagrama. p. 39.

13 Garcia, J. L. (1977), Antropología del territorio, Madrid, Taller de Ediciones JB.

14Ortiz, I. (2000), "Urbanización, revuelta urbana y cambio social" en, Arturo, J., Pobladores urbanos, Vol. II., "Ciudades y espacios", Bogotá, Tercer Mundo, ICANH.

15 Arturo, J. (1994), "Nos volvimos ciudad: estrategias espacio ocupacionales de los obreros en Bogotá" en Arturo, J. (comp.), Pobladores urbanos, Vol. I. "En busca de identidad", Bogotá, Tercer Mundo, ICANH.

16 Peattie, L. & Aldrette. J. (1981), "Marginal Settlements in Developing Countries" en Annual Review of Sociology Vol. 7, pp. 157-175.

17 Nash, J. & Safa, H. (1985), Women and Change in Latin America, South Hadley, Bergin and Garvey.

18 De Suremain, M. D. (1998), "Las mujeres en una ciudad en movimiento: historia de una lucha, construcción de una mirada" en Departamento Nacional de Planeación, La investigación regional y urbana en Colombia: desarrollo y territorio 1993-1997, Vol. 2, pp. 201-215.

19 Ver Salcedo, M. T. (2000), "Escritura y territorialidad en la cultura de la calle" en Restrepo E. y Uribe, M. V., Antropologías transeúntes, Bogotá, ICANH, y Salcedo, M. T. (1994), "Apuntes etnográficos sobre los cartoneros" en Pobladores urbanos Vol. I. "En busca de identidad", Bogotá, Tercer Mundo, ICANH.

20 Portes, A. y Castells, M. (1989), "World Underneath: The origins, dynamics and Effects of the Informal Economy", en Portes, A.; Castells, M. & Benton, L. (eds.), The Informal Economy: Studies in Advanced and Less Developed Countries, Baltimore, Johns Hopkins University Press.

21 Meertens, D. (1998), "Víctimas y sobrevivientes de la guerra: tres miradas de género" en Arocha, J.; Cubiles, F. y Jimeno, M., Las violencias: inclusión creciente, Bogotá, CES/UNAL.

22 Castillejo, A. (2000), Poética de lo otro; antropología de la guerra, la soledad y el exilio en Colombia, Bogotá, ICANH.

23 McDonogh, G. (1989), Las buenas familias de Barcelona: historia social de poder en la era industrial, Barcelona, Omega.

24 Lomnitz, L. y Pérez Lizaur, M. (1987), A Mexican Elite Family, 1820-1980. Kinship, Class, and Culture. Princeton University Press.

25 Bourdieu, P. (1977), Outline of a Theory of Practice, Cambridge University Press.

26 Silva, A. (1992), Imaginarios urbanos. Bogotá y São Paulo: Cultura y comunicación urbana en América Latina, Bogotá, Tercer Mundo.

27 Llano, M. C. (1994), "Plaza de Bolívar: La manzana de la discordia" en Arturo, J., Pobladores urbanos Vol. II. "Ciudades y espacios", Bogotá, Tercer Mundo, ICANH.

28 Muñoz, J. (1994), "Indígenas en la ciudad: el caso de los ingas en Bogotá" en Arturo, J. (comp.), Pobladores urbanos Vol. I. "En busca de identidad", Bogotá, Tercer Mundo, ICANH.

29 Sánchez, A. (2000), "Los afrocolombianos en Bogotá: vendedores ambulantes y el espacio público" en Cuadernos de Estudios Urbanos, num. 9-10.

30 Wade, P. (1987), "Raza y ciudad: los chocoanos en Medellín" En Revista Antioqueña de Economía y Desarrollo, num. 23.

31 Lins Ribeiro, G. (2000), "Lo que hace al Brasil, rituales identitarios en San Francisco", en Revista Colombiana de Antropología, Vol. 36, pp. 84-111.

32 Garcia Canclini, N. (1989), Culturas híbridas: estrategias para entrar y salir de la modernidad, México, Grijalbo.

33 Liebow, E. (1967), Tally´s Corner. A Study of Negro Street-corner Men, Boston, Little Brown.

34 De Suremain, op.cit.

35 Brooks G., C. (1994), "Gender, Public Spaces and Situational Disadvantage" en: Friedland, R. y Boden, D. (eds.), Space, Time and Modernity, University of California Press.

36 Thomas, F. (1996), "Pensar la ciudad para que ella nos piense... Una mirada femenina sobre la ciudad" en Giraldo, F. y Viviescas, F. (comps.), Pensar la ciudad, Bogotá, Tercer Mundo, CENAC, Fedevivienda.

37 López, M. (1996), "Ciudad y desencuentro: dos miradas de mujer" en Giraldo, F. y Viviescas, F. (comps.), Pensar la ciudad, Bogotá, Tercer Mundo, CENAC, Fedevivienda.

38 Da Matta. R. (1990), "Carnival in Múltiple Planes" en Manning, F. & Philibert, J. M. (eds.), Customs in Conflict: The Anthropology of a Changing World, Lewinston, Broadview Press.

39 Wilson, E. (1991), The Sphinx in the city: Urban Life, Control of Disorder, and Women, University of California Press.

40 Cabrera, O, et al. (1995), "Pirobos" trabajadores sexuales en el centro de Bogotá. Bogotá, Cámara de Comercio; ver también Garcia, op.cit.

41 Gutiérrez de Pineda, V. (1978), El gamín: su albergue social y su familia, Bogotá, Instituto Colombiano de Bienestar Familiar ICBF.

42 Reguillo, R. (2000), "El lugar desde las márgenes. Músicas e identidades juveniles" en Nómadas, num. 13, pp. 40-53.

43 De Melo Rocha, L. (2000), "Jovens e experimentações da violencia no Brasil" en Nómadas, num. 13, pp. 56-62.

44 Garcia Canclini, N. (1995), Consumidores y ciudadanos, México, Grijalbo.


Referencias bibliográficas

Arturo, J. (1994), "Nos volvimos ciudad: estrategias espacio ocupacionales de los obreros en Bogotá" en, Arturo, J. (comp.), Pobladores Urbanos Vol. I. "En busca de identidad", Bogotá, Tercer Mundo, ICANH.        [ Links ]

Augé, M. (1992), Los "no-lugares": espacios del anonimato, Barcelona, Gedisa.        [ Links ]

_______(1994), El viajero subterráneo, Barcelona, Gedisa.        [ Links ]

Bourdieu, P. (1977), Outline of a Theory of Practice, Cambridge University Press.        [ Links ]

Brooks G. C. (1994), "Gender, Public Spaces and Situational Disadvantage" en Friedland, R. y Boden, D. (eds). Space, Time and Modernity, University of California Press.        [ Links ]

Cabrera, O., et al. (1995), "Pirobos" trabajadores sexuales en el centro de Bogotá, Bogotá, Cámara de Comercio.        [ Links ]

Castells, M. (1972), La cuestión urbana. París, Maspero.        [ Links ]

Castillejo, A. (2000). Poética de lo otro; antropología de la guerra, la soledad y el exilio en Colombia, Bogotá, ICANH.        [ Links ]

Da Matta. R. (1990), "Carnival in Múltiple Planes" en Manning, F. & Philibert, J. M. (eds.), Customs in Conflict: The Anthropology of a Changing World, Lewinston, Broadview Press.        [ Links ]

De Melo Rocha, L. (2000), "Jovens e experimentações da violencia no Brasil" en Nómadas, Vol. 13, pp. 56-62.        [ Links ]

De Suremain, M. D. (1998), "Las mujeres en una ciudad en movimiento: Historia de una lucha, construcción de una mirada" en Departamento Nacional de Planeación, La investigación regional y urbana en Colombia: Desarrollo y territorio 1993-1997, Vol. 2, pp. 201-215.        [ Links ]

Delgado, M. (1999), El animal público, Barcelona, Anagrama.        [ Links ]

Garcia, C. (1999), "Los pirobos: Nómadas en el mercado del deseo" en Nómadas, Vol. 10, pp. 216-227.        [ Links ]

Garcia, J. L. (1977), Antropología del territorio, Madrid, Taller de Ediciones JB.        [ Links ]

Garcia Canclini, N. (1989), Culturas híbridas: estrategias para entrar y salir de la modernidad, México, Grijalbo.        [ Links ]

_______(1995), Consumidores y ciudadanos, México, Grijalbo.        [ Links ]

Gans, H. (1962), The urban villagers, New York, Free Press.        [ Links ]

Goffman, E. (1979), El ritual de la interacción, Buenos Aires, Tiempo Contemporáneo.        [ Links ]

Gutiérrez de Pineda, V. (1978), El gamín: su albergue social y su familia, Bogotá, ICBF.        [ Links ]

Hall, Edward T. (1973), La dimensión oculta. Enfoque antropológico del uso del espacio, Madrid, Instituto de Estudios de Administración Local.        [ Links ]

Harvey, D. (1989), The urban experience, Baltimore, The Johns Hopkins University Press.        [ Links ]

Hannerz, U. (1980), Exploring the City: Inquiries Toward an Urban Anthropology, New York, Columbia University Press.        [ Links ]

Lomnitz, L. y Pérez Lizaur, M. (1987), A Mexican Elite Family, 1820-1980. Kinship, Class, and Culture, Princeton University Press.        [ Links ]

Lewis, O. (1961), Antropología de la pobreza, México, Fondo de Cultura Económica.        [ Links ]

Liebow, E. (1967), Tally´s Corner. A Study of Negro Street-corner Men, Boston, Little Brown.        [ Links ]

Lins Ribeiro, G. (2000), "Lo que hace al Brasil, rituales identitarios en San Francisco" en Revista Colombiana de Antropología, Vol. 36, pp. 84-111.        [ Links ]

López, M. (1996), "Ciudad y desencuentro: dos miradas de mujer" en Giraldo, F. y Viviescas, F. (comps.), Pensar la ciudad, Bogotá, Tercer Mundo, CENAC, Fedevivienda.        [ Links ]

Llano, M. C. (1994), "Plaza de Bolívar: la manzana de la discordia" en, Arturo, J., Pobladores urbanos Vol. II. "Ciudades y espacios", Bogotá, Tercer Mundo, ICANH.        [ Links ]

McDonogh, G. (1989), Las buenas familias de Barcelona: historia social de poder en la era industrial, Barcelona, Omega.        [ Links ]

Meertens, D. (1998), "Víctimas y sobrevivientes de la guerra: tres miradas de género" en Arocha, J.; Cubiles, F. y Jimeno, M., Las violencias: inclusión creciente, Bogotá CES/UNAL.        [ Links ]

Muñoz, J. (1994), "Indígenas en la ciudad: El caso de los Ingas en Bogotá" en Arturo, J. (comp.), Pobladores urbanos Vol. I. "En busca de identidad", Bogotá, Tercer Mundo, ICANH.        [ Links ]

Nash, J. & Safa, H. (1985), Women and Change in Latin America, South Hadley, Bergin and Garvey.        [ Links ]

Ortiz, I. (2000), "Urbanización, revuelta urbana y cambio social" en Arturo, J., Pobladores urbanos, Vol. II. "Ciudades y espacios", Bogotá, Tercer Mundo, ICANH.        [ Links ]

Peattie, L. & Aldrette, J. (1981), "Marginal Settlements in Developing Countries" en Annual Review of Sociology, Vol. 7, pp. 157-175.        [ Links ]

Park, R. (1952), Human Communities: The City and Human Ecology, New York, Free Press.        [ Links ]

Portes, A. y Castells, M. (1989), "World Underneath: The origins, dynamics and Effects of the Informal Economy" en Portes, A.; Castells, M. & Benton, L. (eds.), The Informal Economy: Studies in Advanced and Less Developed Countries, Baltimore, Johns Hopkins University Press        [ Links ]

Reguillo, R. (2000), "El lugar desde las márgenes. Músicas e identidades juveniles" en Nómadas, Vol.13, pp. 40-53.        [ Links ]

Salcedo, M. T. (2000), "Escritura y territorialidad en la cultura de la calle" en Restrepo, E. y Uribe, M. V, Antropologías transeúntes, Bogotá, ICANH.        [ Links ]

_______(1994), "Apuntes etnográficos sobre los cartoneros" en Pobladores urbanos Vol. I. "En busca de identidad", Bogotá, Tercer Mundo, ICANH.        [ Links ]

Sánchez, A. (2000), "Los afrocolombianos en Bogotá: vendedores ambulantes y el espacio público", Cuadernos de Estudios Urbanos, num. 9-10.        [ Links ]

Sawers, L. (1984), "New perspectives on the urban political economy" en, Tabb, W. & Sawers, L. (eds.), Marxism and the Metropolis, New York, Oxford University Press.        [ Links ]

Silva, A. (1992), Imaginarios urbanos. Bogotá y São Paulo: cultura y comunicación urbana en América Latina, Bogotá, Tercer Mundo.        [ Links ]

Soja, E. (1994), "Postmodern Geographies: Taking Los Angeles Apart" en Friedland, R. y Boden, D. (eds.), Space, Time and Modernity, California , University of California Press.        [ Links ]

Thomas, F. (1996), "Pensar la ciudad para que ella nos piense... Una mirada femenina sobre la ciudad" en Giraldo, F. y Viviescas, F. (comps.), Pensar la ciudad, Bogotá, Tercer Mundo, CENAC, Fedevivienda.        [ Links ]

Wade, P. (1987), "Raza y ciudad: los chocoanos en Medellín" en Revista Antioqueña de Economía y Desarrollo, num. 23, pp. 24-32        [ Links ]

Wilson, E. (1991), The Sphinx in the city: Urban Life, Control of Disorder, and Women, University of California Press. Berlekey, California        [ Links ]

Wirth, L. (1988), "El urbanismo como forma de vida" en Fernández-Martorell, M. (ed.), Leer la ciudad, Barcelona, Icaria.        [ Links ]

Creative Commons License All the contents of this journal, except where otherwise noted, is licensed under a Creative Commons Attribution License