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Papel Politico

versión impresa ISSN 0122-4409

Pap.polit. v.14 n.1 Bogotá ene./jun. 2009

 

La modernidad en Hispanoamérica ¿decadencia o disidencia?*

Modernity in Latin America: Decadence or dissidence



Nuria Laura Monelos Callens**


Recibido: 03/03/09
Aprobado evaluador interno: 22/03/09
Aprobado evaluador externo: 23/03/09

**Licenciada en Relaciones Internacionales de la Universidad Argentina J. F. Kennedy. Actualmente se encuentra terminando la maestría en Estudios Latinoamericanos en el Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad Nacional de San Martín, Argentina. Correo electrónico: monelosnuria@yahoo.com.ar.


Resumen
La modernidad, abordada en tanto meta deseable de desarrollo, pero también en tanto los medios provistos por la ciencia y la técnica que permiten alcanzar esa modernidad, son comunes al pensamiento hispanoamericano. Para España se considera un lugar perdido entre las potencias: la decadencia. Para América Latina, una aspiración siempre inalcanzable. En este artículo, haciendo un breve recorrido por el pensamiento latinoamericano y sus escuelas, se reflexiona sobre la modernidad, el desarrollo, la relación con el otro europeo y la identidad. De forma complementaria, a través de un texto de José Gaos, se introduce la noción de disidencia, como una propuesta alternativa a la decadencia que está más en consonancia con la escuela postoccidental latinoamericana.

Palabras clave autor
Hispanoamericanismo, pensamiento latinoamericano, CEPAL, desarrollismo, post-occidentalismo, identidad, modernidad, José Gaos.

Palabras clave o descriptores
Gaos, José, 1900-1969 - Pensamiento filosófico, Hispanidad, América Latina - Historiografía


Abstract
The topic of modernity, as a desirable object of development but also as elements of science and technology which will allow to achieve modernity, are common to hispanic-american thought. It is considered by Spain as a lost place in between powers, decadence. For Latin America, it is an ever unattainable aspiration. In this essay, a brief tour of the Latin American thought and its schools will be made around the topic of modernity and development, the relations between the European as other and identity. Also through a text of José Gaos, about dissidence as an alternative to the decadence that is more in line with the post-occidental Latino American school.

Key words author
Hispanic-americanism, latin american thought, CEPAL, developmentalism, postoccidentalism, identity, modernity, José Gaos.

Key words plus
Gaos, José, 1900-1969 - Philosophy thought, Pan-hispanism, América Latina - Historiography



Introducción

Desde la Conquista los destinos de España y América han quedado ligados de una manera que ni la independencia ha sido capaz de cortar. Las corrientes hispanistas, así como las anti-hispanistas, testimonian que es una relación siempre presente. Este artículo se propone dar cuenta de este vínculo que, desde el pensamiento, intelectuales de España y América Latina han construido en el contexto de la discusión sobre la modernidad. En torno a esta cuestión se articula, a fin de cuentas, gran parte del pensamiento de los latinoamericanistas e hispanistas. El hispanoamericanismo condensa este vínculo que se ve sostenido y reforzado en el tiempo por la historia en tanto relato, la lengua, las migraciones en ambas direcciones y las redes culturales e intelectuales.

Para los fines del presente trabajo se sigue a Patricia Funes (2006, p. 64) que considera intelectuales a aquellos "productores de significados, interpretaciones y discursos secularizados sobre el orden". Así, se puede también considerar como intelectuales a filósofos, humanistas, sabios, eruditos, pensadores artistas e ideólogos; lo importante es que su discurso tenga una repercusión en la sociedad, como productora de sentido y orientación (Marsal, 1971).1

En el pensamiento de América Latina y España ha predominado la concepción de la modernidad, entendida como el desarrollo permitido por la ciencia y la técnica. Para los pensadores latinoamericanos la modernidad es una aspiración que permanece inalcanzable, y para los pensadores españoles, por lo menos hasta 1975, se percibe como un lugar perdido entre las potencias por ineficiencia o por descuido, justamente, en la lucha por el control de las periferias.

En el transcurso de estas líneas buscaremos visibilizar las continuidades no necesariamente lineales2 de la problemática relación entre América Latina y la modernidad. En tal sentido, se indagarán los discursos del hispanoamericanismo sobre el carácter de la modernidad y, más específicamente, la interpretación de estas construcciones de la modernidad y cuáles son las consecuencias críticas que establecen. En primer lugar, pensaremos la relación de América Latina y España en perspectiva histórica, cuyo núcleo polémico se instaura en el momento mismo de la Independencia como una necesidad de diferenciación y corte. En segundo lugar, a partir de la crisis finisecular y hasta 1950 evidenciaremos una coincidencia en el sentimiento de desfase respecto de la modernidad.

En tercer lugar, dado que es un programa extenso, buscaremos verlo especialmente a través de los ojos de José Gaos, por ser un intelectual que ha sostenido la idea de Hispanoamérica. De él estudiaremos un texto llamado La decadencia (1992), que se destaca por su nivel de provocación y porque señala un problema central para el tema que nos preocupa: la disidencia. En cuarto lugar, revisaremos la escuela de pensamiento de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) y sus frutos, el desarrollismo y el dependentismo, para observar las estimaciones de la modernidad que le son implícitas.

Finalmente, revisitaremos la relación de Hispanoamérica con la modernidad, como proyecto eurocéntrico, y tejeremos un puente hacia las críticas que, desde el postoccidentalismo latinoamericano, ha recibido (Aníbal Quijano y Walter Mignolo, entre otros). ¿Cómo caracterizan algunas corrientes del pensamiento latinoamericano esta relación con la modernidad y cómo el texto de Gaos puede ayudarnos a pensar algunas cuestiones sobre el pensamiento crítico latinoamericano?

Las ventajas de relacionar el pensamiento español y de América Latina de este modo es que Gaos tiene un proyecto filosófico político y, de alguna manera, "nosotros" el nuestro. Se trata de un autor de origen español que piensa en términos de civilización hispanoamericana, con el fin filosófico-político de contrastarla con la angloamericana. Se busca continuar este efecto para contraponerlo al proyecto occidental moderno, a la colonialidad de poder.

América Latina y España compartían hasta hace poco un lugar fuera de Occidente, de la modernidad, del desarrollo. España recuperó no hace mucho su lugar en Europa; en la modernidad. El texto de Gaos es sumamente provocador, porque evidencia, tan tempranamente como en 1946 que la idea de decadencia o no de una entidad depende de las estimaciones que tengamos de ella, adquiriendo un tinte casi relativista. La pregunta que parece insinuar es ¿deberíamos compartir las estimaciones de Occidente o más bien reivindicar una disidencia?

Los pensadores de América Latina viven esa contradicción puesto que oscilan entre las preocupaciones de la modernidad y la identidad. En los momentos en que predomina la modernidad, entendida como modernización, se trataría de aquellos periodos en que pareciera que América Latina estuviera abocada a emular a Europa, mientras que en los de la identidad predominan movimientos intelectuales de resistencia que intentan rescatar lo propio y vuelven sus ojos hacia el continente (Devés Valdés, 2000, pp. 15-27).

El concepto de modernización es usualmente interpretado como si nos encontráramos ante una perfecta identificación entre modernidad y europeización, o como si la modernización fuera un proceso que se consigue mediante la europeización de la política y la sociedad latinoamericana. Esta forma de comprender el problema corresponde a un tipo particular de perspectiva del conocimiento, a saber, el eurocentrismo.

Para Aníbal Quijano (2003, pp. 201-243) dos ejes articularon la perspectiva eurocéntrica de conocimiento: el evolucionismo y el dualismo. "Con acuerdo a esa perspectiva, la modernidad y la racionalidad fueron imaginadas como experiencias y productos exclusivamente europeos". El evolucionismo permitía interpretar a la historia desde una perspectiva lineal y homogénea, que iba desde lo primitivo, pasando por diferentes estadios, y donde lo europeo se presentaba como la culminación moderna; así, todo lo no-europeo podía considerarse como anterior e inferior, pero también se posibilitaba la creencia de que había unos pasos por seguir para llegar a la modernización/ europeización de la sociedad.

La perspectiva eurocéntrica estaba basada en una concepción racista-colonial que perdura hasta nuestros días y que permitió ordenar y jerarquizar roles y tareas en el sistema mundo moderno colonial, determinado por el patrón de control moderno/colonial. Es importante señalar esto puesto que la perspectiva eurocéntrica de conocimiento fue adoptada por los intelectuales latinoamericanos, pero también permitió una reacción y reflexión contra ella.


América Latina y España, herencia o espejismo

Cuando América Latina vive su proceso de Independencia, el sentimiento anti-hispánico es exaltado, en contraposición al sentimiento peninsular. Este tipo de eje puede encontrarse o rastrearse en diferentes interpretaciones históricas y corrientes del pensamiento y constituye un tropo importante del estudio de las características del pensamiento latinoamericano. Dentro de este podemos encontrar la leyenda negra de la conquista española, que resalta el carácter cruento y premeditado del exterminio a los indígenas —recordemos la gran catástrofe demográfica que implica la Conquista— y que más allá de una intención de aniquilamiento se debe a las duras condiciones impuestas por la Conquista, la introducción de nuevas enfermedades, el cambio de medio ambiente y los sistemas de dominación y explotación que repercutieron sobre la natalidad y llevaron a la muerte a millones de nativos.

El anti-hispanismo se observa también en las teorías históricas que resaltan la herencia de atraso que significó el legado colonial español. Se critican como herencias culturales negativas la hidalguía, el desprecio por los trabajos manuales y el espíritu mercantilista, ligado únicamente al acaparamiento de metales preciosos. Este tipo de sentimiento anti-hispánico puede comprenderse como natural y necesario para la producción de una nueva identidad durante el proceso de Independencia, identidad que venía forjándose en los criollos —hijos de peninsulares, nacidos en América—, producto de disposiciones que impedían su acceso a ciertos cargos. Recordemos además el anterior debate subyacente sobre la degeneración de las especies en América, y las primeras defensas de América y su Independencia producidas en el exilio jesuítico. Una de estas es la del padre Juan Pablo Viscardo (Fernández Retamar, 2006).

Rastros de esta percepción pueden encontrarse también en el Discurso de la Angostura de Simón Bolívar, cuando afirma, hablando de las consecuencias del dominio español:

    ... nuestra suerte ha sido siempre puramente pasiva, nuestra existencia política ha sido siempre nula (...) América, todo lo recibía de España que realmente la había privado del goce y ejercicio de la tiranía activa; no permitiéndonos sus funciones en nuestros asuntos domésticos y administración interior.

Así explicaba Bolívar en 1819 las dificultades a las cuales se enfrentaba la América emancipada, fruto de la pesada herencia del dominio español y las dificultades de encontrar una nueva identidad.

Creemos que uno de los problemas a los que se enfrentaban los americanos era la búsqueda de una identidad legítima, diferente también de la identidad indígena.3 Es por ello que en los momentos de crisis América Latina se vuelca a reflexionar en torno a la nación, y de ahí la recurrencia a debates en torno a esta.

Roberto Fernández Retamar afirma con respecto al modernismo hispanoamericano que no son solo la comunidad lingüística o el pasado colonial los que explican la posibilidad de hablar de un pensamiento hispanoamericano, sino que son más bien las desventuras económicas las que sirven de sustrato común:

    ... no solo los países hispanoamericanos, sino la propia España no se cuentan entre esas potencias: han sido marginadas de la línea mayor de la historia, y constituyen lo que, entrado el siglo XX, se llamarán países subdesarrollados. Esta tragedia histórica que viven simultáneamente, en esa época, España y sus ex colonias americanas, es el sustrato común de que va a dar testimonio el modernismo literario e ideológico. (1968).

Durante la independencia latinoamericana, la necesidad de encontrar una identidad propia lleva a tomar distancia respecto de toda la cultura española. La urgencia de dar una forma moderna a las jóvenes repúblicas lleva a la emulación del modelo europeo. Así, hemos visto cómo surge el mito respecto de la herencia española, que sería la culpable del mal funcionamiento en América Latina del modelo europeo-occidental, y una diferenciación racial que lo justifica: el carácter hispánico versus el anglosajón.


Hispanoamérica y la modernidad: ¿un disenso?

A fines de siglo XIX, luego de la perdida de su última posesión en América, producto de la guerra hispano-norteamericana, España parece entrar, a los ojos de sus intelectuales, en un periodo de decadencia. Este periodo, conocido como crisis finisecular, se caracteriza por un sentimiento de desencanto generalizado.

En América Latina, mientras tanto, luego de un periodo caracterizado como la larga espera (Halperin Donghi, 1991), el modelo de desarrollo económico que requiere, en algunos casos, una fuerte inmigración europea produce una exitosa inserción al sistema internacional; pero la inmigración, que se veía como una forma de progreso económico, pronto demostró que poseía también sus consecuencias imprevistas y negativas.

Argentina, por ejemplo, se suma a esta sensación de desencanto a pesar de las transformaciones que la inserción al sistema internacional habían producido, y quizás debido a estas, dentro de las cuales se contaba con una cuestión social emergente, "Las masas han cambiado su estructura y su fisonomía (del país) y, por reflejo, las minorías (políticas) han cambiado de significación y de actitud frente a ellas frente a los problemas del país" (Romero, 2001, p. 171).

Para Patricia Funes, en América Latina el sentimiento de crisis antecede bastante al duro golpe que significó la caída de la bolsa en 1930. Uno de los factores externos que originaron esta sensación de crisis fue la Primera Guerra Mundial. En esta, según escribe José Ingenieros, "los bárbaros europeos se suicidan". Por ende, el carácter de civilización-barbarie podía ser cuestionado e invertido. Otros factores externos, como la Revolución Rusa, son concomitantes al escenario latinoamericano, y otros, como El Ateneo de la juventud, la Revolución Mexicana, la reforma universitaria y el aprismo, son inherentes; también el caso nicaragüense, donde la causa sandinista —el primer Sandino— se convirtió en lugar emblemático del anti-imperialismo.

Una de las cuestiones que subyacen a todo el pensamiento de esta década es la idea de crisis, implícita en la constante apelación a salvar la nación. Ahora bien, diferentes orígenes y clases sociales fueron interpelados por los intelectuales de los 20 en la búsqueda por discernir cuál era la verdadera identidad de la nación. Pronto comenzarían a sumarse al ambiente de las ideas los intelectuales españoles del exilio republicano, de gran importancia para la cultura latinoamericana (Guadamarra, 1999).

Un brillante ejemplo lo constituye José Gaos, quien al llegar a México emprende la tarea de sentar las bases del estudio del pensamiento hispanoamericano. Escribe todo un programa para el estudio del pensamiento en lengua española que incluye títulos como la América española, Pensamiento de lengua española, El pensamiento hispanoamericano y Antología del pensamiento de lengua española en la edad contemporánea.

    Gaos queda incorporado al panteón de las figuras liminares de la gestación y consolidación de los estudios sobre historia del pensamiento hispanoamericano y, más ampliamente, del desarrollo de la filosofía hispanoamericana y del latinoamericanismo. (Kozel, inédito).

En Gaos, el pensamiento hispanoamericano contemporáneo constituye una unidad por tres razones: la lengua, el ser contemporáneo y su objeto:

    A sus ojos, más allá de la divergencia que parece haber entre los pensamientos de la independencia y de la decadencia —la cual es, desde su punto de vista, meramente superficial—, se verifica una analogía profunda entre las dificultades planteadas por la constitución/ reconstitución de los países independientes de la América Española y los desafíos suscitados por la búsqueda de las causas y remedios de la decadencia de España. El problema de fondo es, en ambos casos, una relación compleja con la modernidad, a la cual parece no pertenecer del todo el orbe cultural hispanoamericano. (Kozel, inédito).

Gaos, como discípulo de Ortega y Gasset, especialmente durante la época en que se concentra en el proyecto del pensamiento en lengua española, está influido por una visión historicista e inmanentista de la filosofía, es decir, en términos orteguianos, el hombre, las circunstancias y la perspectiva.

En Ortega y Gasset España nunca ha sido totalmente moderna, porque nunca le habían interesado los principios rectores de la modernidad. Esta no inclusión podría permitirle insertarse mejor en un nuevo pensamiento, que para el autor es el destino de la nueva generación. Para José Gaos, que había sido su discípulo, esta no inclusión podía comprenderse como un desajuste, pero podría tratarse o interpretarse incluso de un disenso; es decir, la constitución de un moderno sistema capitalista mundial donde el poder sigue siendo de características coloniales, termina siendo trágico tanto para América como para España, pero esta situación común les permite a ambos convertirse en centros de crítica al mismo y en origen de un nuevo pensamiento o sistema.


La decadencia

Todo recayente tiene ya en sí un rehabilitante pero el problema, para nosotros los que pensamos
nuestra vida, es confuso y casi infinito.
(Julio Cortázar, Me caigo y me levanto)

Gaos escribe La decadencia como un texto para ser leído en el marco de la feria del libro mexicana de 1946. Nos encontramos en la posguerra con un republicano, exiliado en México. El autor comienza su ensayo diciendo que el pensador se ocupa de pensar lo que su entorno le presenta. Para el pensador español, el tema que se impone es el de la decadencia de España. La decadencia para Gaos es relativa y si España está decaída es respecto de un estado anterior mejor y de un ente externo.

Para Gaos las estimaciones con las que se juzga a España decaída son las del poderío político basado en el poder militar, que a su vez se sustenta en los avances de la ciencia y de la técnica, Pero el autor encontraba que la modernidad misma estaba en decadencia. Sigamos por un momento su razonamiento: la hipocresía de las potencias, al adoptar valores como el pacifismo y la igualdad de los pueblos, puede señalarnos en verdad que estos valores son lo suficientemente "auténticos y generalizados para forzar a que se los adopte, aunque sea hipócritamente" (Gaos, 1992, p. 480).

Los valores de la modernidad, basados en la ciencia y la técnica y su promesa, la idea de progreso indefinido, se han mostrado estériles para producir una sociedad mejor, donde reine el bien común, cuando falta la guía de la moral y de los valores. Según su razonamiento, y aquí radica su carácter provocador, si las estimaciones de la modernidad se encuentran decaídas "España dejará de parecer decadente. No habría decaído. Un nativo e inalienable genio la habría hecho aguardar" (Gaos, 1992, p. 480, cursivas añadidas).


Visiones de la decadencia latinoamericana

La lectura cepalina de los problemas de América Latina enmarca a la región en una comprensión del sistema-mundial funcionando como un todo, que permite develar que no se trata de que nuestros países o nuestra economía sean atrasados, sino que funcionaban como periferia de un centro que requería nuestro subdesarrollo para su funcionamiento.

La teoría desarrollista de Raúl Prebisch, elaborada en los años 50, se basaba en dos premisas: industrializar a los países latinoamericanos mediante barreras arancelarias temporales que les permitieran sustituir las importaciones extranjeras, y que el esfuerzo de modernización fuese llevado a cabo por los Estados, puesto que la burguesía económica local no tenía medios suficientes.

En la medida en que no se cumplían las expectativas puestas en los efectos de la industrialización surge el dependentismo, como un pesimismo frente al fracaso de los intentos de modernización como europeización, que estaban fundados en ese mito de la historia como un desarrollo homogéneo y lineal. Sin embargo, sentó las bases de una visión latinoamericana del proceso de desarrollo del capitalismo industrial que dio como fruto la teoría del desarrollo, elementos de los cuales se elabora y refina el pensamiento estructuralista latinoamericano en las décadas siguientes.

Prebisch había colocado en el centro de su análisis el progreso técnico, como la fuerza dinámica de transformación, modernización y difusión. Concibe la economía mundial por países centros donde dicho progreso técnico se genera y expande velozmente a través de la industrialización y el correspondiente aumento de productividad, y países periféricos en que dicho progreso solo se difunde a actividades de exportación de materias primas y sus respectivas infraestructuras orientadas hacia aquellos países centrales.

Se produce así un centro de relaciones internacionales donde la dinámica del progreso se origina y propaga desde el centro a la periferia, produciéndose dos polarizaciones:

    • una entre centro y periferia,
    • y otra interna, debido a la limitada y desigual difusión del progreso técnico en los países periféricos; buena parte de lo que se retiene es apropiado por los sectores exportadores primarios.

De allí el tema del deterioro secular de los términos del intercambio de los productos primarios en el comercio internacional, que desafiaba frontalmente la doctrina de las ventajas comparativas estáticas (bases de la ideología librecambista del comercio).

Por implicación postulaba que el desarrollo económico de los países de la periferia exigía su industrialización, y con esto la transferencia de una capacidad propia de generación y difusión del progreso técnico con incrementos de la productividad, retención y absorción local.

Osvaldo Sunkel afirmaría, por su parte, que si consideramos a los países como estructuras heterogéneas, compuestas por conjuntos de actividades, grupos sociales y regiones más modernas y desarrolladas, y conjuntos de actividades, grupos y regiones subordinados a aquellos, más "tradicionales", "primitivos" y subdesarrollados, resulta obvio que debe haber una vinculación estrecha entre dichas prolongaciones de los países desarrollados, modernos y avanzados en los países periféricos. Entonces, obtenemos en la nueva etapa del sistema centro periferia:

    • Un complejo de actividades, grupos sociales y regiones que si bien se encuentran en Estados-naciones diferentes, componen la parte desarrollada del sistema global y se hallan ligados entre sí transnacionalmente a través de una variedad de intereses, estilo y nivel de vida, afinidades políticas y socioculturales.
    • Y un conjunto de actividades, grupos sociales y regiones subordinados, parcial o totalmente marginados de la parte nacional desarrollada, y sin ningún lazo con las actividades, grupos o regiones de otros países.

Pero esa división entre centro y periferia no estaba sustentada, como se creía en el atraso de la periferia, puesto que los modos de control del trabajo —heterogéneos— en la periferia no eran atrasados, sino que estaban articulados y eran fruto de la modernidad y del moderno sistema-mundial.

Es generalmente desde un pensamiento posterior que se critica uno anterior, pero Gaos nos permite, desde uno anterior, preguntarnos si la falla en el pensamiento desarrollista se debió a tomar las estimaciones de la modernidad como deseables, y a continuar en la búsqueda de los pasos que permitieron a los países modernos o desarrollados llegar donde están, cuando lo que se encubre o niega es que llegan allí gracias al atraso de nuestros países. La opción de la disidencia debería preocuparse por buscar nuevas estimaciones, nuevas formas de hacer política y de pensar.


Los posoccidentales:4 la disidencia

Para intelectuales latinoamericanos, entre los que destacan Enrique Dussel, Walter Mignolo y Aníbal Quijano, el concepto mismo de modernidad está en debate y no resuelto. Para Aníbal Quijano (2003) América Latina es el espacio/tiempo donde se constituye un nuevo patrón de dominación, que adquiere por vez primera el carácter mundial con la Conquista. El colonialismo terminó con la independencia, pero la colonialidad del poder continúa, puesto que la idea de raza surge como ordenadora de las relaciones de poder y se extiende por el sistema-mundo para jerarquizar el control del trabajo, sus recursos y su producción.

En la constitución del espacio / tiempo de América Latina convergen para Quijano dos procesos históricos: por un lado, la codificación de las diferencias y por el otro, la articulación de las formas históricas de control de trabajo, sus recursos y sus productos en torno al capital y el mercado mundial. Mignolo agrega que hay un proceso de subalternización que consiste en la conversión de las diferencias en valores.

Además, se señala no solo el carácter colonial del capitalismo mundial —como sistema mundo capitalista colonial—, sino también el carácter capitalista del colonialismo español, y de España como la primera nación moderna debido, justamente, a que el carácter de la empresa colonizadora se nutre de todo un andamiaje de instituciones que poco tiene que ver con las características de la Edad Media. Esta postura refuta, entonces, el legado de atraso del sistema colonial español, que por el contrario resulta moderno.

Europa construye su narrativa universal a través de la organización de saberes, lenguajes, memoria e imaginario. De este modo implanta una geopolítica del conocimiento que permite la consolidación del capitalismo. Aquí, por consiguiente, capitalismo y modernidad van de la mano.

Para Walter Mignolo (2003) esto se produce debido a una doble operación, en lo cual coincide con Enrique Dussel: en primer lugar, hay una colonización del tiempo —que es la invención del mito— dada por la idea de una progresión lineal, y continúa, podríamos decir, por etapas entre las civilizaciones clásicas de la antigüedad, la Edad Media y la modernidad capitalista, que valen como criterio modernizador, y que tienen, a su vez, a Europa como punto de llegada. En segundo lugar, una colonización del espacio que divide al mundo en los cuatro continentes conocidos, y cuyo centro es Europa. Ambos mitos pueden ser reconocidos en el fundamento del evolucionismo y del dualismo, dos de los elementos nucleares del eurocentrismo.

    El hecho de que los europeos occidentales imaginaran ser la culminación de una trayectoria civilizatoria desde un estado de naturaleza, les llevó también a pensarse como los modernos de la humanidad y de su historia, esto es, como lo nuevo y al mismo tiempo lo más avanzado de la especie. Pero puesto que al mismo tiempo atribuían al resto de la especie la pertenencia a una categoría, por naturaleza, inferior y por eso anterior, esto es, el pasado en el proceso de la especie, los europeos imaginaron también ser no solamente los portadores exclusivos de tal modernidad, sino igualmente sus exclusivos creadores y protagonistas. (Quijano, 2003, p. 212).

El descubrimiento de América permite la constitución del Ego individual diferenciado, que es lo nuevo que ocurre con América y es la marca de la modernidad. Debido a que con el descubrimiento del cambio, como cambio histórico y como cambio de mundo, es concebido como producto de la acción de las gentes.

    De esa manera, la historia puede ser percibida ya no solo como algo que ocurre, sea como algo natural o producido por decisiones divinas o misteriosas como el destino, sino como algo que puede ser producido por la acción de las gentes, por sus cálculos, sus intenciones, sus decisiones, por lo tanto como algo que puede ser proyectado, y, en consecuencia, tener sentido. (Quijano, 2003, p. 216).

Para ponerlo en palabras de Rodolfo Kusch en América profunda, sería el paso de la ira de dios a la ira del hombre. Nos encontramos así frente a la idea de que ni España ni América Latina han estado fuera de la modernidad, puesto que nada queda fuera de ella, sino que encuentran en ella un lugar de opresión. Seguir pensando con esas estimaciones como horizonte y validarlas es prolongar nuestra opresión.


A modo de conclusión

Aunque se insiste en ver los problemas al interior de los Estados-nación modernos como problemas producidos por la globalización, se podría plantear mejor si no se trata realmente del resquebrajamiento de parámetros impuestos por la modernidad, como lo fue el proceso de homogeneización, del cual Argentina que se presentaba usualmente como un caso exitoso paradigmático. Sin embargo, cuando las identidades tradicionales o anteriores son la única respuesta a un proceso de globalización que se presenta como arrollador de las diferencias y de la mano de un capitalismo sin alternativas, las personas se ven compelidas a echar mano a identidades primarias que permiten solidaridad y resistencia. Es cuestionable cuánto tiempo puede pasar hasta que los clivajes étnicoraciales recobren importancia en Argentina.

Como señalara José Gaos, a veces las causas son ulteriores:

    la filosofía pasada será filosofía o no según las decisiones (del futuro) los maestros son hechos por los discípulos. El pasado por el presente (...) puesto que la dependencia del pasado de la cultura, histórico o humano, respecto del presente es un hecho, pensemos que el pasado humano ha de ser una realidad tal, hecho de una materia tal, que sea susceptible de ser deshecho y rehecho retroactiva, retrospectivamente por el presente. (Citado en Guadamarra, 1999, p. 64).

Las contribuciones teóricas latinoamericanas más importantes se hallan ligadas al eje modernizador; es decir, aquel que apuntaba mediante un desarrollo intelectual propio y cuestionando las teorías de la modernización de la época, pero conservando quizás una visión lineal de la historia; puede considerarse como la escuela cepalina, con su fruto político el desarrollismo y sus ramificaciones postreras como el dependentismo.

El post-occidentalismo ha permitido formular algunas propuestas alternativas para una lectura no-eurocentrada de la modernidad, considerando a esta como una racionalidad crítica con vocación emancipadora y como un hecho multicultural universal diferente de la excepcionalidad occidental o europea. Quizás el proyecto político que busca alimentar ahora es el del pensamiento descolonial que "conlleva la esperanza de que otros mundos son posibles (no uno nuevo y único que creemos que puede ser el mejor, sino otros, diversos) y que están en proceso de construcción planetariamente", en convergencia con movimientos sociales "que se mueven en los bordes y los márgenes de estructuras políticas (Estados y partidos) y económicas (explotación, acumulación y opresión)" (Walsh, García Linera y Mignolo, 2006, p. 10).

La idea de modernidad, cuyo lado oscuro es la colonialidad, es coextensiva a la historia de los imperios occidentales, católicos y protestantes. Los últimos 500 años de historia son, en palabras de Kusch en América Profunda, la pequeña historia, la historia de la voluntad del ser, del "ser alguien" en contraposición con la del "mero estar", que caracteriza el pensamiento del hombre aún no escindido de la naturaleza. Es en el pensamiento latinoamericano que debemos buscar los elementos de nuestra disidencia, la única que nos permitirá alcanzar las estimaciones propias. Esta es la llamada que enviaba el propio Gaos allá en 1946.



Notas

*Artículo de reflexión en torno a la concepción de la modernidad, entendida como el desarrollo permitido por la ciencia y la técnica.

1 Sobre redes intelectuales, este es un enfoque utilizado en el estudio de pensamiento latinoamericano de Eduardo Devés Valdés (2000, p. 177). Para el establecimiento y estudio de las redes de intelectuales el autor estudia las citas y referencias entre los intelectuales, los lugares comunes de publicación y su correspondencia.

2 La idea de una progresión histórica lineal forma parte de las tecnologías del conocimiento que caracterizan a la modernidad y su proyecto.

3 Para una revalorización de la identidad indígena como sustrato de la nación habrá que esperar hasta la década del veinte del siglo XX.

4 "La tesis de la 'poscolonialidad' o del 'post-occidentalismo', defendida por un grupo de autores latinoamericanos entre los que destacan Dussel, Mignolo, y Quijano (Lander 1993), ha alcanzado un reconocimiento significativo en los medios académicos del subcontinente. El libro La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas latinoamericanas (compilado por Lander), se presenta como el manifiesto colectivo de esta corriente de 'pensamiento poscolonial' que incluye a destacados filósofos, sociólogos y críticos literarios del horizonte universitario. El discurso de la poscolonialidad y/o posoccidentalismo se presenta como modalidad académica emparentada con el posmodernismo pero, sobre todo, busca relacionarse con otras corrientes de pensamiento conocidas como los estudios culturales, los estudios subalternos y el multiculturalismo." (Cornejo, 2007).


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