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Papel Politico

Print version ISSN 0122-4409

Pap.polit. vol.15 no.1 Bogotá Jan./June 2010

 

América Latina, una región en desarrollo marcada por la mala distribución de la riqueza*

Latin America a Developing Region but Marked by the Misdistribution of Wealth

Efraim Aragón-Rivera**


* Artículo de reflexión, derivado de la investigación. En él se indaga por las causas de la desigualdad en la distribución del ingreso en América Latina.
* Doctor (Ph.D) en Realidad Política y Económica Latinoamericana del programa Inter-universitario Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) y la Universidad Complutense (UCM), Madrid, España. Docente de la Facultad de Ciencias Económicas y del Programa de Finanzas y Negocios Internacionales de la Universidad Santiago de Cali (USC). Correo electrónico: efraim45@hotmail.com

Recibido: 29/07/09 Aprobado evaluador interno: 30/01/10 Aprobado evaluador externo: 28/02/10


Resumen

Este artículo define los conceptos de incluyente, excluyente, marginalidad, marginación y vulnerabilidad, dentro de la región latinoamericana que, con el discurrir de la sociedad, conlleva desde sus orígenes capitalistas formas desiguales en el funcionamiento estructural del sistema de producción ocasionando la desigualdad en la distribución del ingreso y la riqueza, causa esta de la pobreza endémica que sufre la región y que solo con la implementación de políticas públicas sociales vigorosas se puede reducir.

Palabras clave autor: Incluyente, excluyente, marginalidad, marginación, vulnerabilidad, pobreza, desigualdad.

Palabras clave descriptor: América Latina, política y gobierno, distribución del ingreso, desigualdad social.


Abstract

This article defines the concepts of including, excluding, marginality, marginalization and vulnerability inside the Latin-American region, which with the flow of the society carries from its capitalist origins unequal forms in the structural functioning of the production system, causing the inequality in the income and wealth distribution, causes of the endemic poverty that suffers the region and that only with the achievement of vigorous public social policies can diminish.

Key words author: Including, Excluding, Marginality, Marginalization, Vulnerability, Poverty, Inequality.

Key words plus: Latin American, Politics and government, Income distribution, Social inequality.


1. La marginalidad y la marginación1

El concepto de marginalidad está ligado con los modelos de desarrollo de los países latinoamericanos y es consecuencia de ellos como expresión funcional del sistema y, por otro lado, la amenaza permanente para el mismo. Antón de Schutter considera el término marginalidad confuso, porque existen grandes diferencias conceptuales según el contexto histórico, social, económico, político, cultural e ideológico (De Schutter, A., 1985, p. 40).

Marginalidad hace referencia unas veces a formas particulares de inserción en el mercado de trabajo y como consecuencia, en la estructura social global, determinadas por la naturaleza dependiente del régimen capitalista imperante en los países latinoamericanos. Es un modo no completo de integración en la estructura general de la sociedad, tiene una cierta participación, no se es absolutamente marginal, en el contexto social. Especificando, se entiende por marginalidad una situación caracterizada por la participación en actividades no relevantes al funcionamiento del sistema; por marginación se entiende un proceso que, en términos globales, verificará la ampliación de la participación relativa de los marginados sobre la fuerza de trabajo, el progresivo ensanchamiento del creciente abismo entre los ámbitos de participación en el consumo y en la producción (De Schutter, A., 1985, p. 44).

La marginalidad social no puede ser superada sin la modificación de la naturaleza de la sociedad como tal. El sistema de dominación social imperante y algunos modelos de desarrollo requieren implícitamente un proceso de marginación de amplios sectores de población que no se incorporan a la estructura dominante. En general, dice Schutter, puede caracterizarse la marginación social, en tanto que es un proceso en el que se produce la formación de una determinada fuerza de trabajo que, al no ejercer control sobre los factores productivos ni sobre la riqueza social resultante y quedar al margen de las decisiones políticas y económicas, tampoco puede gozar de los beneficios que genera la riqueza social: educación, vivienda, salud (De Schutter, A., 1985, pp. 40-41).2

En estas condiciones, los grupos marginales de este nuevo siglo se ven cada vez más distantes para constituirse en posibilidad económica de las regiones y de los países; puesto que los avances técnicos y sobre todo los tecnológicos, hace imposible que se conviertan en una fuerza laboral capaz de incidir en el mercado interno y exterior.

El desarrollo capitalista desigual y combinado aumenta cada día la masa marginal en este continente, por la incapacidad del sector industrial para absorber la mano de obra creciente producto de las políticas sociales del neoliberalismo implementadas por los gobiernos de América Latina desde finales de la década de los ochenta. Con la crisis del sistema financiero mundial (2008-2009), ha crecido el desempleo en la región y particularmente en Colombia ha alcanzado la cifra de 14% de desocupados.

Desde el ámbito de la economía, el marginalismo fue una teoría económica surgida en los años setenta del siglo xix, que después se dividió en varias escuelas con Menger, Mayer, Mises, Walras, Pareto, Marshall; este vocablo tiene tres acepciones en el campo de las ciencias sociales: la exclusión de los países del tercer mundo del proceso económico y del progreso de los Estados centrales, el atraso de las zonas geográficas deprimidas dentro de un mismo país en relación con las zonas avanzadas y la exclusión de las masas más pobres del proceso de la producción, consumo, servicios públicos, trabajo, cultura, educación, salud, propiedad, vivienda, ingreso y participación política (Borja, R., 1997, p.618).

En los dos últimos sentidos, que son los usuales de la palabra y están íntimamente vinculados entre sí. La marginación señala una situación de desintegración social dentro de un país, muchos de cuyos grupos de población permanecen fuera de las relaciones económicas y de las formas habituales de vida de los sectores integrados, que están situados en las partes altas y medias del escalafón social (Borja, R., 1997).3

Desde otra visión, el término de marginalidad es un neologismo de reciente utilización que hace referencia a los amplios estratos de la sociedad atrasados, deprimidos y sometidos a la dependencia de los sectores minoritarios de la población, que tienen grandes recursos económicos y con avanzados sistemas de comunicación, técnicos y tecnológicos que les hace más accesible llegar al manejo del conocimiento científico primero y mejor y a un posicionamiento político dominante dentro de una región o país. Estas condiciones de marginalidad hacen más rígida la sociedad, en ella permanecen el status, la inflexibilidad de las jerarquías, la verticalidad de la autoridad y la escasa movilidad al cambio.

Para Rodrigo Borja, el fenómeno de la marginación obedece no solo a motivos económicos sino también a una serie de razones de exclusión que tienen que ver con la cultura, la religión, la etnia, la lengua y otros factores. El porcentaje de marginación en el mundo subdesarrollado en 1995, dice R. Borja, es altísimo: la mitad de la población nunca ha hecho una llamada telefónica, el 95% de las computadoras personales están en el norte industrializado; por eso, el proceso de marginación social ha sido concomitante al de la concentración de la riqueza y el ingreso. Durante mucho tiempo se lo combatió como uno de los peores males sociales. Este combate se inicio, en nombre de la igualdad, a partir de las proclamas que se enunciaron en la Revolución Francesa.

2. La exclusión, la inclusión y la vulnerabilidad

La exclusión es un término común utilizado para describir y analizar las situaciones emergentes. Viene de la voz latina excludere¸ que significa: cerrar, fuera, sacar a una persona o grupo de personas fuera del lugar que ocupa u ocupaban o no admitir su entrada, su participación, dejar de aplicarle el mismo trato. Excluir expresa un hecho. El que excluye obra en virtud de autoridad propia, el que exceptúa obra en virtud de alguna regla, exceptuar supone ley, la exclusión es ordinariamente agresiva, violenta, injusta. En la práctica de la vida sucede que algunos son los exceptuados, pero muchos más son los excluidos (Barcía, R., 1942, p. 208).4 El uso que se le da al término exclusión está en relación con los que no participan de manera alguna en los pasos de la producción de riqueza de una sociedad.

En toda formación social existen sectores productores de la riqueza y dueños, a su vez, de los medios de la producción que se interconectan con otros sectores altos y medios, portadores del conocimiento académico, técnico y tecnológico para posicionarse e integrarse en el desarrollo económico de la sociedad. Al lado de estos intercambios regulados se encuentran otros sectores que no participan de ninguna forma en las redes productoras de la riqueza, estos segmentos sociales quedan excluidos de cualquier tipo de organización social.

Robert Castel afirma que la exclusión no es la marginalización, aunque pueda conducir a ella. Para darle rigor a este término, hay que tener en cuenta los procedimientos ritualizados que marcan la exclusión (Castel, R., 1998, p. 127). La marginalidad no es la exclusión, aunque hay marginados que pueden convertirse en excluidos y hay excluidos y ex-excluidos al interior de los grupos marginados (1998, p. 128).

El matemático Alberto Minujin refiriéndose al concepto de exclusión, dice que no es un concepto absoluto sino relativo en un doble sentido. Por una parte, constituye la contrapartida de la inclusión, es decir, se está excluido de algo cuya posesión implica un sentido de inclusión. Este algo puede significar una enorme diversidad de situaciones o posesiones materiales y no materiales, como trabajo, familia, educación, vivienda, afecto, pertenencia comunitaria, entre otros. No se trata de un concepto dicotómico que divide a los individuos o grupos en dos; existe una serie de situaciones intermedias entre ambos estados. Por otra parte, constituye un concepto relativo porque varía en el tiempo y en el espacio. Así, ser analfabeto, que en nuestros tiempos constituye un significativo elemento de exclusión de la vida moderna, no lo era en el pasado. La religión constituye un elemento de inclusión y exclusión en algunos países y no en otros (Minujin, 1998, pp 169-170).

La utilización del concepto de exclusión para el análisis de la situación social en Colombia y los países de América Latina está encaminada a interrelacionarse con la privación de las políticas públicas en salud, educación y otros aspectos económicos, políticos y sociales, como la pobreza, el desempleo, subempleo, precariedad de derechos sociales y ausencia de derechos políticos y ciudadanía dentro del marco estatal.

Como dicen los investigadores sociales Castel y Minujin, no siempre se permanece excluido, no se es excluido para toda la existencia, salvo en situaciones muy específicas; pues en la dinámica social dada por los procesos de urbanización y modernización de la economía en América Latina se dispara el desempleo, caen los ingresos, se hace difícil el acceso a la educación, salud, servicios públicos, vivienda, produciendo una parcial exclusión de algunos segmentos de la población más vulnerables por diferentes razones. Esta exclusión parcial, de persistir o agudizarse, produce situaciones de extrema precariedad y conduce inevitablemente a una exclusión permanente.

Dentro de la exclusión parcial puede ocurrir que se carece de los servicios de educación o de salud, pero no se presenta exclusión respecto a otros indicadores sociales, lo cual vendría a tratarse como situaciones de vulnerabilidad o sea riesgos respecto a un indicador pero no necesariamente respecto a otros factores. La ausencia de patrimonio, el desempleo permanente, la privación de ingresos y recursos, la precariedad de servicios públicos lleva a la exclusión permanente, porque son condiciones sociales de fuerte privación, es aquí donde mejor se acomoda la utilización de este término.

Hay grandes segmentos de la sociedad separados de las esferas de la vida social, cultural, económica y política, cuyas situaciones de inclusión parcial en una u otra esfera implican riesgo y vulnerabilidad (Minujín, 1998, p. 175).

Como se dijo anteriormente, el estar excluido de una esfera no implica estarlo necesariamente de las otras; pero, al no lograr su inclusión en una de sus esferas, se convierte en vulnerable, porque se aumentan las posibilidades de caer en la exclusión: la vulnerabilidad se convierte en la antesala de las situaciones de exclusión, no siendo la exclusión propiamente dicha.5 El hecho que no se alcancen los grados de inclusión en una de las esferas de la vida económica, política, social o cultural, pero que no llega a dar lugar a la exclusión, es el fenómeno que se conoce como vulnerabilidad. De acuerdo a las situaciones que se acercan a la exclusión y las que se alejan de la inclusión, conduce a ver las distintas formas de vulnerabilidad.6

Esta acumulación de desventajas, entre las cuales se pueden contar: la mano de obra semicalificada, el subempleo, el empleo clandestino, contrabando, el empleo incierto, desempleo, bajos ingresos, baja educación, precariedad económica, difícil acceso a los servicios públicos, a las condiciones de trabajo, hacen vulnerable a estos sectores que la padecen y los acercan a una exclusión parcial o, en otras palabras, los alejan de la inclusión social parcial o permanente, mientras no se superen las condiciones de desventajas en la actual estructura social.

En las esferas económica y social, con los problemas económicos que generó en los años ochenta en Latinoamérica la crisis de la deuda, se incrementaron los índices de pobreza; con ella se aumentó la exclusión y, en grandes sectores de la población, crecieron la acumulación de factores que los hicieron más vulnerables a este fenómeno de crisis. La situación fue más difícil en el campo que en la ciudad.

En los años noventa, por lo menos en la primera fase del proceso de ajuste, todos los países de América Latina han experimentado una caída en los indicadores de bienestar social que agravaron la situación de los sectores sociales que ya la padecían y arrastraron a otros sectores a la exclusión en las esferas económicas, política, social y cultural; aumentaron en otras los niveles de vulnerabilidad, afectando de manera rápida la brecha entre ricos y pobres, cada vez más grande. Esto obedece a la dinámica propia del sistema, la exclusión y la vulnerabilidad hacen parte y contribuyen al proceso de desigualdad existente en Latinoamérica y, de acuerdo a su modelo económico neoliberal, son necesarias para su crecimiento y su permanencia. Este ajuste neoliberal ha tenido un alto costo social y ha disparado los ámbitos de exclusión y vulnerabilidad, igualmente ha reducido, elitizado y filtrado los ámbitos de inclusión en la sociedad latinoamericana.

Este sistema económico neoliberal direccionó a las empresas de productividad alta principalmente al mercado externo y las que no hicieron el ajuste estructural y su modernización, conforme lo dictaron las leyes del mercado, quedaban excluidas o en condiciones de vulnerabilidad a cualquier subordinación económica.

Las otras empresas de productividad media, dice A. Minujin, orientadas principalmente al mercado interno están en una zona de vulnerabilidad, porque los individuos viven una situación de muy poca estabilidad y con tendencia a caer en la zona de exclusión. Este grupo abarca a un número importante de trabajadores semicalificados y no calificados, e incluye una alta proporción de trabajadores del sector público. En este caso, no se encuentran empleos que se pudieran denominar de calidad, entendiéndose por tal, el que proporciona simultáneamente altos ingresos, permanencia laboral y cobertura social, ya sea por el tipo de contrato laboral, por las expectativas futuras o por el nivel de ingreso (Minujin, A., pp. 180-181).7

El paso del grupo de vulnerables a excluidos comprende un sector muy grande de la población trabajadora que no está calificada, vinculados en su mayor parte a empresas cuya actividad está orientada al mercado interno, con una producción intensiva en mano de obra y escaso capital, carentes de innovación tecnológica y de baja calidad productiva. En este grupo también se encuentran los trabajadores con ingresos por debajo de la línea de pobreza, por hogares encabezados por mujeres e hijos pequeños con ingresos por debajo de la línea de pobreza, por trabajadores independientes no calificados, por trabajadores sin contrato permanente en situaciones de alto riesgo, por subempleados con bajos ingresos, trabajadores informales, por hogares encabezados por individuos desempleados. A esto se agrega el indicador educativo cuyo bajo promedio de escolaridad inferior a dos años entre personas mayores de 25 años es una seria desventaja para salir de la exclusión económica, social y cultural. Todas estas características conducen a la débil o casi inexistente formación de lazos familiares y sociales dentro de los grupos de excluidos.

3. Los componentes de la pobreza8

Hay que comenzar por decir que existen diversas definiciones de pobreza que relacionan esta noción con los conceptos de necesidad, estrechez, escasez, penuria, carencia, quebranto, insuficiencia, indigencia, insatisfacción, deterioro, degradación, ignorancia, privación de recursos, extrema desigualdad, los propios juicios de valor de los pobres, extremo marginamiento, total exclusión, entre otros.

Una definición muy general de pobreza, que se encuentra expresada por algunos investigadores, es la ausencia de lo necesario para el sustento de la vida; sin embargo, se puede complementar como la imposibilidad económica de satisfacer necesidades básicas; una existencia llena de penurias de recursos materiales para llevar una vida humana de dignidad elemental. Es bueno aclarar que no existe realmente una teoría de la pobreza, por eso hay tantas definiciones y conceptos sobre ella, de acuerdo a la disciplina desde donde se le quiera mirar: la sociológica, antropológica, económica, política.

La pobreza tiene dos componentes: uno objetivo, que es la carencia material y otro subjetivo, que es el estado de conciencia acerca de ella. La pobreza ha existido siempre. Es una vieja herencia histórica de la humanidad. Lo nuevo es el juicio de valor sobre ella que hoy formulan los pueblos (Borja, R., 1997, pp 754-755).

La pobreza es un fenómeno multicausal, en el nacimiento de ella concurren muchos factores, por eso no puede existir una sola definición que recoja tan variados agentes. En relación con la causalidad, existen numerosos estudios que buscan demarcar sus orígenes para darle la salida más adecuada a dicha problemática; por citar un autor que abordó las causas de la pobreza en el siglo xviii, el clérigo inglés Thomas Robert Malthus9 (1766-1834), en sus obras Ensayo sobre la ley de la población escrita en 1789 y Principios de Economía Política presentada en 1817, intentó explicar la desigualdad económica, la miseria, la pobreza de los trabajadores en la sociedad capitalista invocando las leyes de la naturaleza, al afirmar que la población se duplica cada 25 años, es decir, crece en progresión geométrica, 2,4,8,16,32 (...), mientras que los medios de subsistencia en el mejor de los casos aumenta en progresión aritmética, 1,2,3,4,5 (...), argumentando que todos los males de la sociedad capitalista en lo pertinente al hombre, la miseria y la desocupación, se debían al excesivo crecimiento de la población, el ejemplo que tomó fue la sociedad norteamericana del siglo xviii y la capacidad de producción europea del mismo período. Para evitar la falta de concordancia entre el crecimiento de la población y el de los medios de subsistencia son las guerras, las enfermedades epidémicas, el hambre, los genocidios y las masacres. Es la supervivencia de los más fuertes sobre los más débiles lo que da pié a la calificación de pueblos de valor pleno y los de valor incompleto, los países con una tendencia interior al desarrollo y otros al subdesarrollo o un desarrollo relativo; para T.R. Malthus uno de los remedios a tantos males es controlar la población; reducir la natalidad plantearon sus seguidores en el siglo xx.

Otro personaje que abordó las causas de la desigualdad social fue Karl Marx (1818-1883), quien reelaboró críticamente todos los elementos científicos de la ciencia social, mostró que lo que determina fundamentalmente la estructura de toda la sociedad son las relaciones económicas de producción entre los hombres, relaciones que, a su vez, dependen del estado de las fuerzas productivas materiales. En su obra cumbre El Capital, cuyo primer tomo está dedicado al análisis del proceso de producción del capital y versa sobre el problema cardinal de la investigación: el origen y la producción de la plusvalía, la teoría que se convierte en la piedra angular de la teoría económica del marxismo. El trabajo produce en la penúltima hora su salario y en la última la plusvalía o ganancia neta. Dado que crea iguales valores en iguales lapsos, el producto de la penúltima hora es igual al de la última. Además, solo crea valor en la medida en que invierte trabajo y la cantidad que este tiene como rasero su duración, cuando dicen que el obrero cuya jornada es de once horas y media, produce en la penúltima hora el valor de su salario y en la última la ganancia neta, ello significa, lisa y llanamente, que a su producto de dos horas, sean éstas las iniciales o las finales de la jornada, se incorporan tantas horas de trabajo como las que contiene toda su jornada de trabajo. Y cuando dicen que en las primeras cinco horas y tres cuartos crea su salario y en las últimas cinco y tres cuartos la ganancia neta de ustedes, eso quiere decir, que pagan las primeras, pero no las segundas (Marx, K., 1973, pp. 277-278).10

La plusvalía es el valor que el trabajo no pagado del obrero asalariado crea por encima del valor de su fuerza de trabajo y del que se apropia gratuitamente el capitalista. La plusvalía expresa la esencia y la particularidad de la forma capitalista de explotación, en la que el producto creado por los trabajadores en la esfera de la producción material, por encima del producto necesario, adquiere la forma de plusvalía. El valor del trabajador, para el capitalista que lo usa, es mayor que el valor que el capitalista paga a cambio de los servicios prestados por el trabajador. Marx llamó a esta diferencia plusvalía y estableció que solamente el trabajo la produce y es la esencia de la explotación, su naturaleza radica en trabajar más allá del tiempo necesario para producir el valor de su fuerza de trabajo, de la cual se apropia el empresario y el industrial y va a generar la acumulación del capital, que necesariamente lleva al aumento de la riqueza de la clase empresarial e industrial de los países, produciéndose la intensificación de las desigualdades sociales y aumentando la brecha entre ricos y pobres. El modelo de acumulación de capital produce constantemente una población obrera, excesiva para las necesidades de explotación del capital que, a su vez, se convierte en un ejército industrial de reserva, por lo que la generación de pobreza es inherente al modelo capitalista.

El sociólogo W.W. Rostow en 1958 en la Universidad de Cambridge expuso sus tesis sobre las etapas del crecimiento económico que fueron publicadas en 1959 y 1960 respectivamente.

La Teoría de las etapas de W.W. Rostow es uno de los intentos por estructurar una teoría general del desarrollo social, aceptado por las élites dirigentes del capitalismo, que tiene como base el crecimiento económico que requiere de la creación de condiciones previas para su impulso inicial, aumentando el volumen de la inversión de capitales, para estimular el mercado de capitales que lo dinamizarían, la minoría de los miembros de la sociedad, los propietarios del capital al utilizar los adelantos e inventos científicos, tecnológicos en la inversión industrial, financiera, el transporte, la comunicación y el conocimiento, con miras a obtener más y más capital, provocando el alto consumo en masa en la mayoría de los miembros de la sociedad y los trabajadores, que deben someterse a la explotación capitalista y aumentar con su trabajo dicho capital (Rostow, W., 1963, pp. 33-34),11 que, de todas maneras, en la escala social, cada día se alejarían más de las condiciones dignas de calidad de vida, ubicándose inevitablemente en los ámbitos de pobreza.

W. Rostow sostiene que los cambios económicos están determinados por motivaciones y aspiraciones humanas, fundamentada por la típica concepción subjetivoidealista; de la acción recíproca de los factores económicos, políticos, sociales, según la conciencia e ideas del hombre, de lo cual se colige que el desarrollo social resulta de la elección subjetiva del hombre y no de acuerdo a las leyes objetivas, independientes de la voluntad humana; la condición de pobreza de los trabajadores está determinada por la acción voluntaria de los propios trabajadores que no tienen la experiencia suficiente en producción, técnica y los instrumentos de producción se transforman en una masa sin vida de inútiles mecanismos.

La mayoría de los trabajos que se han realizado en el continente, han considerado la pobreza con un criterio relativo, utilizando una de dos metodologías: establecer líneas de pobreza o identificar el grado de necesidades básicas insatisfechas; los conceptos de pobreza y de necesidades básicas se relacionan con un contexto social específico y se refieren a la escala de valores asociada a un determinado estilo de vida, por lo que son necesariamente relativas. Esta relatividad dificulta, así mismo, la comparación a lo largo del tiempo.12

La pobreza extrema es la causa principal de la desestabilización, es la principal amenaza que nos acecha sobre el final del presente siglo, con consecuencias que pronto serán incontrolables y que superan las fronteras nacionales, adoptando la forma de drogas, enfermedad, degradación ambiental, refugiados de la pobreza, terrorismo y el peligroso tráfico de material atómico. Pero también las corrientes fundamentalistas reconocen sus raíces en la pobreza y la injusticia social. Combatir la pobreza es crear mayor seguridad (Lanngguth, G., 1995, p. 257).13

Pese al avance social, en un sentido amplio, alcanzado en varias partes del mundo, sigue existiendo gran cantidad de miseria individual y social con pobreza y marginación en virtud de una distribución muy desigual de la riqueza y el bienestar. La pobreza, la desocupación, la falta de estructuras sociales generan movimientos migratorios, con todas las consecuencias positivas y negativas que ello implica. La falta de estructuras sociales, sobre todo en las grandes urbes, lleva a la desintegración social, con manifestaciones crecientes de delincuencia juvenil y vandalismo, consumo de drogas y un número de personas sin techo y niños de la calle en aumento. En el nivel micro, finalmente encontramos la razón de la paulatina disolución de la célula familiar tradicional (Richelle, J., 1995, pp. 261-264).

Alicia Esperanza Lamas, coordinadora de Proyectos del Área Académica del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) de Buenos Aires Argentina, dice que la globalización ha generado una profunda crisis económica y social; la superación de la crisis económica tiene un costo social que hace más pobres a las sociedades latinoamericanas, con ingresos muy bajos y con empleos y salarios más inseguros que antes del inicio de la crisis.

El fenómeno de la pobreza, que desde 1950 mostraba una tendencia, se afianzó significativamente en la década de los años setenta y encontramos que, durante la década de los años ochenta, se retrocede, con un significativo crecimiento de los hogares pobres e indigentes. En las dos décadas anteriores a la crisis, se había logrado disminuir la pobreza de un 51% en 1960 a un 35% en 1980. Pero en la década de los ajustes se calcula que un 44% de la población devenga ingresos por debajo de la pobreza, de donde un 37% son pobres y un 17% vive en condiciones de indigencia. Se advierte claramente que los efectos sociales del ajuste económico han recaído sobre los sectores deprimidos y medios de las poblaciones latinoamericanas y ha aumentado la desigual distribución de la riqueza.

Entre 1980 y 1990, el total de pobres aumentó en 60 millones, alcanzando a 196 millones el número de latinoamericanos con ingresos inferiores a los 60 dólares mensuales. Esto significa que un 46% de la población total de América Latina no alcanza a cubrir sus necesidades fundamentales.

La extrema pobreza, es decir, la población con ingresos inferiores a la línea de indigencia, 30 dólares mensuales, creció del 19% al 22% afectando a 94 millones de personas. Uno de cada cinco latinoamericanos no dispone de ingresos suficientes para consumir una dieta que le permita satisfacer sus necesidades nutricionales mínimas (Lamas, A., 1997).14

El documento Reforma Social y Pobreza señala que en la doble dimensión de bajos ingresos y de insatisfacción de necesidades básicas, la pobreza constituye la forma extrema de exclusión de los individuos y de las familias del eje de los procesos productivos, de la integración social y del acceso a las oportunidades, con lo que integra en la definición el concepto de ingresos y el de satisfacción de necesidades, sumándole el de marginalidad. Se discute aún sobre la pertinencia de conceptos de pobreza relativos y absolutos. Enrique Iglesias, quien fuera presidente del Banco Interamericano de Desarrollo, señala al menos cinco causas de pobreza: el cambio demográfico, la distribución del ingreso, la situación del empleo, la prestación de servicios sociales y las condiciones prevalecientes en materia de educación y formación de los recursos humanos. Estos factores, a su vez, responden a otros en una cadena sin fin de carencias y postergaciones que describen un verdadero círculo vicioso.15

Conclusión

La pobreza y la desigualdad, en la distribución del ingreso, han sido factores cruciales en el desarrollo de América Latina; pues las estadísticas demuestran que esta región posee una de las peores distribuciones de la riqueza en el mundo.

Eduardo Gudynas sostiene que América Latina posee la peor distribución de la riqueza en el mundo. La distancia entre ricos y pobres es abismal y mucho más alta que la registrada en los países industrializados o en otras regiones del Tercer Mundo. El continente posee el dudoso privilegio de tener personas muy ricas junto a la indigencia en condiciones extremas. Si bien, en algunos países la proporción de pobres se ha estabilizado, el número absoluto no ha dejado de crecer (Gudynas, E., 2001).16

Al despuntar el siglo xxi (2000-2008) los países de la región profundizaron las reformas económicas con el propósito de crear condiciones para reanudar el crecimiento sostenido, tratando de depender menos de la financiación extranjera y más de la racionalización de los recursos propios, donde se pueden ver las diferencias en el desempeño del crecimiento económico entre los países latinoamericanos.

Los ajustes estructurales de las dos últimas décadas en la región afectaron la dimensión global de la desigualdad y la pobreza. El acceso a los servicios públicos de salud y educación, de parte del grueso de la población con recursos bajos, ha sido limitado, lo que imposibilita que estos sectores escalen socialmente, dejando un saldo expresivo de carencias de bienestar social, convirtiéndolos en población marginada, por haber sido excluidos de los procesos de modernización y urbanización de la sociedad. Proceso que comienza con la exclusión parcial que, con el discurrir del tiempo, se acentúan sin ninguna esperanza, convirtiéndolos en excluidos permanentes.


Pie de página

1La marginalidad y la marginación están ligadas a las políticas sociales que impulsan los Estados dentro de un proceso aperturista de las economías véase: Cepal, La brecha de la equidad, en América Latina, LC/G 1954 conf (86/3) 1997. CEPAL, Panorama social de América Latina LC/G 1768, sept 1993 (1844, noviembre 1994) 1886, diciembre 1995, Santiago de Chile, 1993, 1994, 1995, 1996. Bustelo, Eduardo. Ajuste y equidad en América Latina en los 80, Ediciones Ficong, Buenos Aires 1994. Bustelo, Eduardo y Minujin, Alberto. Política Social e igualdad, en Todos entran, propuesta para sociedades incluyentes. UNICEF, Santillana, Bogotá, 1998. p.p. 67, 117.
2Véase además a Acedo Mendoza, Carlos. América Latina, marginalidad y subdesarrollo. Fondo Editorial Común, Caracas, 1974. Montaner, Carlos Alberto. La América Latina posible, en Ciencia Política. Revista trimestral para América Latina y España Nº 40, III trimestre, Bogotá, 1995. p.p. 33, 43.
3Véase sobre los efectos marginales de la apertura económica en Latinoamérica en Fischer, Ronald D. Efectos de una apertura comercial sobre la distribución del ingreso: teoría y evidencia, en Colección Estudios Cieplan, Corporación de Investigaciones Económicas para Latinoamérica, Santiago de Chile, No. 33 (diciembre, 1991).
4Véase también: Bustelo, Eduardo y Minujin, Alberto. La política social esquiva, en Espacios, Revista Centroamericana de cultura y política. Julio, diciembre, No. 8 San José, Costa Rica, 1997. Véase, Diccionario Larousse, ediciones Larousse, 1996, p. 390.
5Autores como Fitoussi, Jean Paul y Rosanvallon, Pierre. Le nouvel age des inégalités, Paris, Ed du Seul, 1996; Kessler, Gabriel y Goldbert, Laura. Latin América: Poverty as a Challenge for Governiment and Society, Ed Poverty: a Global Revieu; ven la vulnerabilidad como la acumulación de desventajas o acumulación de fallas que conducen a la exclusión en una o varias esferas de la vida. UNICEF. Derechos e inclusión social: desafíos para el siglo XXI, Oficina Regional para América latina y el Caribe. Documento presentado en el foro América Latina-Europa para un desarrollo social sostenible en el siglo XXI, 1997.
6Véase UNICEF, Enfoque de derechos, formulación de políticas y programación, Oficina Regional para América Latina y el Caribe, Documento de trabajo interno, 1997. Bustelo, Eduardo y Minujin, Alberto. La política social esquiva, ibid, 1997.
7Es importante que el lector se remita al trabajo del Licenciado y Magíster en Ciencias Políticas y Sociales, Bustelo, Eduardo, Política Social e Igualdad en Todos entran, propuesta para sociedades incluyentes , ibid, p.p 67, 117, donde se plantea que la desigualdad en la distribución del ingreso y la riqueza conjuntamente con la generación de empleo productivo como los puntos pendientes centrales de la agenda económica y social en Latinoamérica, en el contexto de las economías abiertas, el trabajo plantea las actuales tendencias hacia la concentración del ingreso, la exclusión y la vulnerabilidad social de acuerdo con algunos indicadores sociales relevantes de la región. Es una mirada a los contextos de los procesos de las reformas económicas de Latinoamérica, que reclaman luchar contra la pobreza, y la necesidad de implementar políticas sociales más rigurosas para sustentar el crecimiento económico y viabilizar las instituciones democráticas, para que se reduzca la exclusión y la vulnerabilidad de grandes sectores de la población, que tengan en cambio, las oportunidades económicas y sociales para ser incluidos en la distribución del ingreso y la riqueza.
8Véase PNUD, Informe sobre desarrollo humano, Fondo de Cultura Económica, 1995.
9Malthus, Thomas Robert, en el Ensayo sobre El Principio de la población, desarrolla la idea sobre la superpoblación como Ley Natural de la vida. La lucha general por la existencia y la rivalidad fueron de tal impacto que Charles Darwin utilizó estas ideas sin someterlas a juicio crítico, para explicar el desenvolvimiento histórico de la naturaleza, véase Darwin, Charles. El origen de las especies por la selección natural, editora Nacional, México, D.F., 1973. Vieselov, E. A. El darwinismo, edit Pueblos Unidos, Montevideo, Uruguay, 1964, p.p.23, 230. Marx, Karl. Teorías de la plusvalía, Tomo II, parte I, edit Cartago, Buenos Aires, Argentina, 1973 p.213.
10Véase Semionov, Y. El problema del progreso social, en El materialismo histórico y la filosofía social de la burguesía contemporánea, edit. Social, Bogotá, 1960. Villar, Pierre. Economía e historia, en Qué futuro espera a la humanidad?, edit. Paz y socialismo, Praga, 1964.
11Ver en Bajitov, M.Sch, El capitalismo actual y la sociología burguesa, Ediciones Suramericana, Bogotá, 1966, un análisis sociológico a la obra de W. Rostow. También en el trabajo de Kapirin, V.S., El materialismo histórico y la teoría de las etapas del crecimiento económico, se hace un análisis a la luz de la teoría marxista sobre el desarrollo.
12Ver fuentes de información en Apología de la pobreza. Disponible en: http://www.cs.wnb.ca/-alopez-o/politics/apología.html. PNUD Informe sobre desarrollo humano Fondo de Cultura Económica, 1995.
13Gerd Langguth ha sido miembro directivo de la Fundación Konrad Adenauer y basa sus afirmaciones en el Human Development Report, informe elaborado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
14Alicia Lamas ha sido coordinadora de Proyectos del Área Académico del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) de Buenos Aires, Argentina.
15Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Reforma Social y Pobreza, 1993.
16El artículo es parte de una revisión de las actividades del BID en el continente realizado por el Bank Information Center (EU).


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