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Papel Politico

Print version ISSN 0122-4409

Pap.polit. vol.18 no.1 Bogotá Jan./June 2013

 

Editorial

La paz requiere una arquitectura compleja de múltiples variables y no tiene fórmulas mágicas que se puedan transportar de un caso de esfuerzo de reconciliación hacia otro. Distintos procesos de justicia transicional nos enseñan que las sociedades (apreciando la pluralidad de actores y necesidades) son las que deben definir los límites o el margen de tolerancia a las pasadas atrocidades, invocando distintas soluciones consensuadas en materia de responsabilidades penales y resarcitorias, o de justicia y reparación. Las víctimas (de todas las partes enfrentadas) tienen, por definición y centralidad histórica, un papel inaplazable como receptores de políticas correctivas y como agentes constructores de posconflicto y memoria colectiva. Lamentablemente, abundan también las experiencias en las que el afán de los plazos y el rigor de la variable política (sea la participación política de un nuevo vector o los intereses electorales de los que compiten por el poder autori-tativo) terminan aplastando el potencial restaurativo de los procesos que buscan poner término final a los ciclos de violencia armada que fracturan a una nación o comunidad.

Colombia tiene una oportunidad única, no solamente de cumplir la ansiedad oficialista de desmovilizar al grupo que más encarnizadamente ha desafiado el orden estatal, arrastrando en ríos de sangre a miles de inocentes en el proceso, las FARC, sino, además, de empezar a tratar con seriedad los desequilibrios institucionales y los desajustes estructurales que han asfixiado los contextos de fallidas negociaciones anteriores (Betancur, Gaviria o Pastrana). No sobran enemigos y escépticos frente al camino propuesto, pero el telón de fondo actual podría ser irrecuperable. En cualquier caso, consideramos que la verdad es más que una variable, es una deuda cuya resolución puede pavimentar un futuro más promisorio. La verdad y la memoria nos harán libres de trampas ideológicas y retóricas de paz sin honesto compromiso.

Damos apertura a nuestra primera sección usual, Ciencia Política, con un oportuno artículo que intenta explicar el inicio, desarrollo y estado actual de esta disciplina en Colombia. Javier Duque Daza expone los principales hallazgos de su estudio elaborado en 2012, financiado por el Ministerio de Educación, y que constituye un aporte sustancial para examinar la institucionalización de la labor docente en este campo. El investigador registra tres periodos clave de transformación: el inicio y la institucionalización incipiente concentrada en Bogotá (1968-1989), la expansión con debilidades estructurales (1989-2000) y la institucionalización variable entre programas y universidades comparados (2001-2012).

Posteriormente, July Samira Fajardo hace aparición con un documento intrigante que condensa los resultados de su propia tesis para la Maestría en Política Social de la Pontificia Universidad Javeriana. La autora evalúa los impactos de la Política de Seguridad Democrática de Álvaro Uribe sobre la situación de los derechos humanos de las mujeres del departamento del Cauca en el lapso 2000-2009. Fajardo problematiza los riesgos de la militarización de la zona, adoptando una aproximación de género, con el fin de abordar la eficacia de la política en términos de protección frente a hechos como el abuso sexual, el homicidio y la discriminación.

En un tercer momento, ingresan Inés Ksiazenicki y Guillermo Fuentes con un texto que indaga las rupturas y continuidades de los regímenes generales o matrices de bienestar social implementados por los gobiernos argentino y uruguayo desde principios del presente siglo. Sendos investigadores contextualizan dichas orientaciones políticas en términos de un alejamiento discursivo frente al credo neoliberal y plasman, desde la mirada institucionalista, los modos en los que el movimiento sindical ha influido sobre el diseño de políticas laborales y de salud pública en esos países.

Enseguida, y con no menos ímpetu, Juan Fernando Giraldo y Carolina Montealegre ponen en escena el balance metodológico de una ponencia en la que postulan las líneas básicas de un modelo para clasificar las columnas de opinión, con el propósito de descubrir "encuadramientos" (frames) o interpretaciones compartidas por los formadores de opinión acerca de la política nacional. Haciendo uso de conceptos de opinión pública y de herramientas computacionales desarrolladas por una empresa privada, los autores examinan durante dos meses los principales diez medios impresos y digitales colombianos y expresan sus conclusiones preliminares.

El cierre de la primera sección no podría cobrar una envergadura menor y, por esa razón, ponemos a disposición de los lectores un artículo de suma relevancia tanto por sus cualidades académicas y cercanía con nuestra facultad como por su valor para empezar a desmenuzar los legados políticos y culturales autoritarios de un país infamemente caracterizado por su memoria histórica endeble y pletórica de aporías: Colombia. El profesor Luis Felipe Vega elucubra una atrevida síntesis de su tesis doctoral para la Universidad de Leipzig, en la que revisa el peso de las figuras presidenciales de Rafael Núñez y Álvaro Uribe sobre las formas que adquiere el republicanismo como elemento central del proceso de construcción de la nacionalidad. A partir de un enfoque biopolítico, Vega resalta que, aprovechando los vacíos y lagunas de una ciudadanía mal constituida, ambos mandatarios apelaron a discursos y prácticas de control social de tipo rígido y excepcional que permitieron radicalizar el poder del órgano ejecutivo y subordinar sus contrapartes legislativa y judicial, mientras generaban una ilusión de cohesión social. Una oportunísima contribución en tiempos en los que el "embrujo autoritario" pugna por reaparecer enmascarado en un movimiento amorfo y sin creatividad, con un solo alfil y muchos peones trapecistas, con la piel de un animal domesticado y los dientes serrados de feroz depredador que no se halla saciado por los despojos de una constitucionalidad democrática maltrecha por ocho años de falacias richelianas, argucias maquiavélicas e incentivos destructivos.

Nuestra segunda sección, Relaciones Internacionales, inicia con un aporte del profesor español Roberto García Alonso, quien se ocupa de condensar y discutir las principales premisas de la llamada "democracia deliberativa", propugnada por el filósofo alemán Jürgen Habermas y otros pensadores del molde crítico. El autor repasa las dimensiones procedimental y sustantiva de dicho modelo normativo, desglosando los elementos epistémicos de esta construcción de legitimidad política, recurriendo a hipótesis contrafácticas y denotando los principales retos prácticos que emergen al tratar de implementar un modelo consensual semejante en nuestro tiempo.

Inmediatamente después, los profesores Angélica Guerra y Esteban Nina se insertan en el problema agudo de la pobreza en Suramérica para dilucidar las diversas maneras en las que los dos bloques subregionales (la CAN y Mercosur) lo enfrentan, así como su coherencia para alcanzar las metas regionales planteadas en Unasur. Encuentran, entonces, desde una óptica comparada, que, mientras en la Agenda Social de los andinos se privilegia la construcción de esquemas de seguimiento estadístico y acción colectiva de talante supranacional, en el sur predomina la coordinación pragmática o limitada y el uso de un fondo común.

El tercer artículo de la sección corre por cuenta de Carlos Manuel Jiménez, quien adelanta una valoración exhaustiva de la literatura concerniente a los temas de desarrollo e integración transfronteriza en Suramérica con la meta de precisar el estado de las redes de gobernanza regional en ambos sectores. Asumiendo un plano analítico derivado de la gobernanza multinivel, discierne la profundidad y extensión de dichas redes en materia de capacidad, coordinación, innovación y desarrollo, por lo que su trabajo encarna un insumo esencial.

Consecutivamente, Davide Bocchi afronta y explica uno de los más arraigados fenómenos de la política exterior colombiana: la existencia de diplomacias paralelas. Desde una perspectiva constructivista, Bocchi define la política exterior del presidente Santos como relativamente abierta a la búsqueda de consensos y mayor cooperación internacional, pero predominantemente gubernamental en su diseño. La construcción de una imagen externa del país soportada en "estar superando" el conflicto, la exclusión y los abusos a los derechos humanos podría entrañar más un interés oficial por acaparar nuevos mercados e inversionistas que intereses societales, tales como la formulación democrática de la política de desarrollo y de las relaciones exteriores, lo que, básicamente, ha empujado a redes de actores, como las ONG, a desplegar su propia diplomacia y voz ante el sistema internacional.

Prosiguiendo con estas frescas tonalidades polemizantes, el protagonista de turno es Gabriel Rueda, quien pretende conjurar críticamente los dogmas y estándares globalizantes de la vertiente de contabilidad pública que hoy intenta sincronizar las economías nacionales para facilitar su internacionalización. Rueda insiste en que dicha corriente no ataca factores estructurales que propician crisis sociales y políticas en países rezagados como Colombia, por lo que propone que el modelo de análisis contable debe buscar la superación de los IFRS, International Financial Reporting Standards, para vincular las necesidades comunitarias específicas y el debate público localizado.

El sexto y muy sugerente artículo es fruto de arduas investigaciones del profesor Ralf J. Leiteritz para el Centro de Estudios Políticos e Internacionales de la Universidad del Rosario (CEPI). Se ocupa de responder a la cuestión de cuál es la influencia que tienen Estados Unidos y China sobre la política exterior de los países latinoamericanos. Leiteritz intenta demostrar que, particularmente, para las políticas sobre cambio climático en la región, las alineaciones con las posturas de los norteamericanos tienden a menguar, mientras aumenta la convergencia con respecto a los chinos. Concretamente, gobiernos como los de Brasil y Chile han incorporado importantes cambios discursivos en la década 2000-2010 a favor del entendimiento sino-suramericano. Esto deviene parcialmente de una nueva realidad económica en la que China ocupa, hacia 2012, el primer lugar como socio comprador y vendedor de Brasil y como primer comprador de Chile, desplazando a un segundo plano al polo hegemónico del norte en cifras recabadas por la Aladi.

El último trabajo, que funge además como cierre propicio de la edición presente, es el producto de un estudio conjunto por parte de dos profesores jóvenes que empiezan a incursionar con avidez en el campo de las relaciones internacionales en Colombia. Ricardo Betancourt y Oscar Simmonds, docentes e investigadores de la Universidad Militar Nueva Granada, ofrecen a los lectores un texto que abarca las dimensiones geopolítica, ambiental y económica del "retorno" de la política exterior colombiana hacia su eje amazónico, como plataforma de potencial proyección regional y de complemento al desarrollo para el país a través del relanzamiento de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA). Para los autores, se trata de un escenario clave para empezar a resolver dilemas de consolidación institucional del Estado; elaborar políticas mancomunadas para enfrentar asuntos como la deforestación, la protección y uso racional de la biodiversidad y el tratamiento cooperativo al crimen transnacional, además de propiciar el desarrollo humano de las poblaciones adyacentes con instrumentos innovadores. OTCA es una de varias estructuras de oportunidad de articulación regional que se encuentran disponibles para materializar lo que podría actualmente bautizarse el "espíritu suramericano" y, pese a las controversias ideológicas, apunta a un sentir histórico común. Es, pues, semejante al que expresó con fluidez y algo de ironía el ministro consejero de la Embajada de Brasil en Colombia, Alessandro Candeas, a propósito del lanzamiento del libro Colombia y Brasil: ¿socios estratégicos en la construcción de Suramérica?, editado por la Fundación Konrad Adenauer y la Pontificia Universidad Javeriana. Parafraseando con algo de arbitrariedad testimonial, el académico y diplomático subrayó que ha llegado la hora en que América Latina empiece a sentarse en la mesa de los grandes convidados y deje de hacer parte del menú. Bienvenida sea la analogía acerca de un vecindario desencantado que se está extenuando de su rol fílmico como la "cenicienta de los commodities".

Como el protocolo y la cordialidad lo exigen, agradecemos nuevamente a nuestro equipo académico y editorial y a todos los que fueron desinteresadamente partícipes de este sencillo pero prometedor repertorio de ideas políticas. Finalizamos, así, esta primera edición del volumen decimoctavo de Papel Político, con la grata sensación del deber cumplido y con la esperanza de haber esparcido semillas de sana curiosidad, ánimo propositivo y motivación para el cambio. Nuestra retribución no es otra que nuestra razón de ser, que es mantener un compromiso ético y académico con nuestros autores, colaboradores y audiencias, para fomentar la producción de conocimiento edificante, diverso y capaz de conversar horizontalmente y sin sectarismos. Podremos discrepar con frecuencia entre colegas y doctrinas políticas o epistemológicas, pero nos resistimos a cegar la voz de nadie e invitamos a todos a rescatar, igualmente, el clamor de los que en este país no tienen voz o que son privados de ella en medio del fuego cruzado, la unanimidad forzada o los apetitos de los que reptan desde las sombras acaparando lo que no les corresponde, aunque, a la luz pública, se vistan de carismas mesiánicos o de razones revolucionarias. Pero por sus frutos serán conocidos, tarde o temprano, cuando se sosieguen los fervores electorales. Y nosotros, desde esta humilde tribuna, nos sentaremos a observar y pensar.

Eduardo Pastrana Buelvas
Editor