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Papel Politico

Print version ISSN 0122-4409

Pap.polit. vol.19 no.2 Bogotá July/Dec. 2014

https://doi.org/10.11144/Javeriana.PAPO19-1.vnpm 

La violencia del narcotráfico en los países de mayor producción de coca: los casos de Perú y Colombia*

The narcotraffic violence in the countries of greater coca production: The cases of Peru and Colombia

Olga Marcela Cubides Salazar**

*Artículo de investigación científica y tecnológica.
**Politóloga de la Pontifica Universidad Javeriana y Master en Ciencia Política de la Universidad de Salamanca, España. Ha trabajado en la Fundación Seguridad y Democracia, el Observatorio de Seguridad del Distrito, el Congreso de la República, la Unidad Nacional de Protección, el PNUD y la Veeduría Distrital. Trabaja los temas relacionados con seguridad ciudadana, narcotráfico, conflictos armados, comunicación política, desarrollo y análisis de políticas públicas, anticorrupción, cultura ciudadana, y apoyo en la gestión y construcción de proyectos y agendas políticas y electorales. Fue Catedrática del área de Gobernabilidad Política de la Universidad Sergio Arboleda y Seminario de Política Comparada en la Clase de Métodos de Investigación para Resolución de Conflictos de la Universidad Javeriana. Correo electrónico: marcelacubides@gmail.com

Recibido: 24/01/2014 Aprobado: 06/03/2014 Disponible en línea: 01/07/2014


Cómo citar este artículo

Cubides, O. M. (2014). La violencia del narcotráfico en los países de mayor producción de coca: los casos de Perú y Colombia. Papel Político, 19(2), 657-690. http://dx.doi.org/10.11144/Javeriana.PAPO19-1.vnpm


Resumen

El presente trabajo realiza una comparación entre la violencia del narcotráfico de Perú y Colombia, siendo estos dos países los mayores productores de cocaína en el mundo, pero teniendo niveles distintos de violencia. En el caso de Perú los niveles de violencia son bajos y en el caso de Colombia notablemente elevados. El trabajo plantea que el cultivo y producción de droga en sí mismo no es fuente de altos niveles de violencia, sino que la intensidad de esta depende de la presencia de más variables en juego.

Palabras Clave: narcotráfico; violencia; Colombia; Perú; coca


Abstract

This paper makes a comparison between the drug violence in Peru and Colombia. These two countries are the greater cocaine producers in the world, but present different levels of violence. In the case of Peru there are low levels of violence, whilst in the case of Colombia, the levels are high. The paper argues that the co-cain cultivation and production in itself is not a source of high levels of violence. The intensity of the violence depends on the presence of other variables that will be proposed and analized here.

Keywords: violence; narcotraffic; coca; Colombia; Perú


Introducción

"Muchas veces me pregunté si los que entran en el inframundo delictivo, académicos y observadores casuales por igual,
reciben un mandato análogo que les dicta abandonar no toda esperanza pero sí todas las distinciones de sentido común"
Gambetta (1996)

El año 2010 sorprendió a los peruanos con la noticia de la Oficina de las Naciones Unidas contra la droga y el delito (UNODC, 2010) que mencionaba que su país superaba a Colombia en la producción de hoja de coca. En Perú se produce 45,4% de la coca de la región, mientras que en Colombia el 39,3% (UNODC, 2010). Tras este anunció, negado por las autoridades peruanas con otros datos oficiales, la opinión pública peruana prendió alertas que venían siendo silenciosas pero que hoy toman fuerza. Sectores de la opinión lo llaman 'colombianización del Perú'. En efecto, mientras Colombia hoy mantiene una tasa de homicidio por encima de 30 por cien mil habitantes -llegando a ser de 80 en la llamada 'época del narcotráfico' (Policía Nacional de Colombia, 2010) -, Perú no supera en el peor de los casos los 10 homicidios por cien mil habitantes1.

La razón de la asociación presente en la expresión 'colombianización del Perú' proviene de que la literatura y la opinión pública suelen establecer una relación directa entre presencia del narcotráfico y altos niveles de violencia, por lo cual mientras la variable narcotráfico esté presente, suele usarse para explicitar altos niveles de violencia. Es por ello que el presente trabajo estudiará la violencia que genera el narcotráfico y que llamaré narcoviolencia, en los casos de Perú y Colombia. La narcoviolencia será definida como aquella violencia cuya motivación tiene alguna relación con la cadena del narcotráfico, sea cultivo, producción, procesamiento, tráfico o venta final de narcóticos, excluyendo aquella que genera el consumo.

Dada la selección de los casos, la narcoviolencia será medida únicamente como violencia generada por la cocaína, puesto que los países concentran la producción primaria de este narcótico, mientras que otros narcóticos como la marihuana o la heroína, tienen concentración en otros países. La selección proviene de que, siendo similares en tanto mayores productores de hoja de coca, al mismo tiempo poseen tasas de homicidio muy diferenciadas.

Esta selección evidencia uno de los principales aportes del presente trabajo y corresponde a aceptar que los niveles de narcoviolencia no son los mismos en los dos países estudiados, tal como hasta ahora la opinión pública y la literatura lo ha presentado.

¿Porqué unos países generan más narcoviolencia que otros? ¿Porqué países teniendo el mismo nivel relativo de narcotráfico no desarrollan los mismos niveles de violencia? Las preguntas de investigación planteadas llevan a asumir la presencia de otras variables que inciden positiva o negativamente en los niveles de la narcoviolencia, para observar en estas y no en la narcoviolencia por sí sola, las explicaciones a un fenómeno que es hoy, de prioridad mundial.

Los altos niveles de violencia en la mayoría de países de América Latina, así como en Europa y en Estados Unidos, han desatado, no solo debates en medios de comunicación, sino que también han causado la necesidad de volver a establecer este tema como uno de los principales en la agenda mundial. Justamente en el mes de junio de 2011 la Comisión Global de Políticas de Drogas publicó un informe en que manifestaba que la guerra contra las drogas había fracasado y proponía la descriminalización de esta problemática (Informe de la Comisión Global de Políticas de Drogas, 2011). Una de las razones es la asociación de la prohibición de las drogas con la escalada de violencia en varios países del mundo (Comisión Global de Políticas de Drogas, 2011, p. 15). Mientras tanto, la última reunión de la OEA trató el tema de seguridad y violencia como uno de los problemas esenciales en la región, resaltando el narcotráfico como una de sus principales causas (OEA, 2011). Adicionalmente el mayor porcentaje de la ayuda norteamericana está dirigida hacia la erradicación de los cultivos en la región andina, como premisa de la reducción de la demanda a través de la oferta y el combate a los grupos terroristas que generan violencia financiándose del narcotráfico.

Sin embargo, aún cuando el tema rebosa de tal importancia, los abordajes siguen siendo elaborados como si se tratara de un fenómeno común a todos los países que tienen presencia de narcotráfico, ignorando que algunos, aún cuando participan en algún nivel de la cadena, no tienen los mismos niveles de violencia. Justamente estos mismos casos pueden ayudar a entender un fenómeno que se extiende en la agenda de gobiernos nacionales, regionales y locales, como preocupación esencial.

Es así como la investigación desarrollará esta problemática en tres partes. La primera parte expondrá la metodología y el problema de investigación. Allí se presentarán las variables de estudio, hipótesis y método que se usará para establecer las explicaciones. En la segunda parte, se definirá la variable dependiente, la narcoviolencia, a través de sus dos dimensiones: el narcotráfico y la violencia. Y finalmente la tercera parte examinará las variables explicativas, así como las hipótesis propuestas. Desarrollaré para cerrar el trabajo algunas conclusiones y consideraciones generales.

Metodología y planteamiento del problema: el path de la narcoviolencia

El trabajo se enfrenta con un primer obstáculo y es la dificultad de identificar con exactitud qué violencia es generada por el narcotráfico y no por otras causas. Los datos disponibles no resaltan qué violencia corresponde directamente al narcotráfico y no a otras razones. Aún cuando algunos estudios buscan hacer esta diferenciación, sigue correspondiendo a caracterizaciones del reducido porcentaje de homicidios del que se conoce el victimario y se realiza una investigación sobre su motivación.

Es por ello que aún con la dificultad de medición, con la relativa o escasa información disponible, se buscará abordar este fenómeno identificando sus límites de presencia, como algunas causas de su surgimiento o desarrollo.

Se menciona aquí un segundo obstáculo de la investigación: las fuentes. Por tratarse de un fenómeno que se mueve en la ilegalidad, las aproximaciones que se realicen no dejan de ser meras estimaciones y acercamientos, aún tratándose de las fuentes oficiales y no de aquellos agentes generadores de la narcoviolencia. Es así como los análisis de la narcoviolencia, al no ser diseños institucionales formales, sino más bien, instituciones informales de carácter ilegal con comportamientos muy puntuales según la realidad nacional, podrían ser fácilmente refutados al incluir otro caso de análisis que se acomoda a una realidad distinta.

Los dos obstáculos planteados si bien son una advertencia, son también consideraciones que prestan mayor valor a la investigación. Así, aún cuando el establecimiento de relaciones causales puede resultar incipiente y las hipótesis son mucho más amplias a lo que el tiempo y dimensión de la investigación entregan, es un acercamiento al fenómeno que puede sustentarse al ser testeado con otros casos, o ahondando el análisis de los casos presentados. Los obstáculos no fueron entonces una vuelta atrás en el análisis sino una motivación a hacer un aporte desde la ciencia política, a un fenómeno que causa hoy daños humanos, económicos y sociales de amplia y significante envergadura.

Variables e hipótesis de investigación

La pregunta de investigación del presente trabajo es: ¿por qué unos países desarrollan más niveles de narcoviolencia que otros? Si se reduce a los casos estudiados, la pregunta más específica es, ¿por qué Perú desarrolló menores niveles de narcoviolencia que Colombia siendo los dos, los mayores productores de cocaína en el mundo?

Es así como la variable dependiente trabajada aquí será la narcoviolencia. A pesar que en un primer momento parecía ser un término con connotaciones periodísticas, su utilización permite concentrar en un solo concepto una definición que de repetirse varias veces durante la investigación, puede resultar confusa. La narcoviolencia se define entonces en el presente trabajo como la violencia cuya motivación principal es el narcotráfico en cualquiera de las fases de su cadena: cultivo, producción, procesamiento y tráfico, excluyendo aquella que está motivada por la venta final en países externos a los casos estudiados y la violencia motivada por el consumo de cocaína.

La narcoviolencia posee entonces dos grandes dimensiones: El narcotráfico y la violencia. Teniendo en cuenta los obstáculos planteados al iniciar este capítulo, el narcotráfico será definido según las etapas de su cadena, con el fin de detallar y ajustar la información disponible lo máximo posible. El narcotráfico se operacionalizará entonces según mediciones de cultivo, procesamiento, producción y tráfico. Se dejará por fuera la venta final, puesto que el mayor porcentaje de este ocurre por fuera de los casos estudiados, por lo que la violencia que genera en estos espacios, no es materia de esta investigación.

Por su parte, la violencia se operacionalizará a través de la tasa de homicidio por cien mil habitantes en los casos estudiados, resaltando la evolución histórica de esta tasa (ver Tabla 1).

Como variables explicativas, consideraré dos principalmente. La primera variable es el stock de violencia, mientras que la segunda variable explicativa hará referencia a la disputa entre grupos por control de una o más dimensiones de la cadena del narcotráfico (ver Tabla 2).

La primera variable explicativa, stock de violencia, es definida como el conjunto de recursos humanos profesionalizados en el uso de la violencia, así como de recursos físicos (armas) que se almacenan y recopilan a medida del tiempo, cuyos servicios están a la venta independientemente de motivaciones políticas o ideológicas.

El stock de violencia define cuánta violencia se ejerce, en tanto acumulación de capital profesionalizado para ejercerla. Sin embargo, esta misma depende de la forma que toman las organizaciones encargadas del negocio ilegal. La literatura muestra que pueden encontrarse organizaciones de crimen organizado o mafias. Aprovecharemos aquí a definir qué se considera por crimen organizado y por estructura mafiosa porque aún cuando suelen ser utilizadas como sinónimos, corresponden a estructuras distintas:

a) La presencia de crimen organizado se identificará si hay participación de más de dos personas; distribución de tareas entre ellas; permanencia; control interno; sospechosas de comisión de un delito grave; actividad internacional; uso de violencia; uso de estructuras comerciales o de negocios; blanqueo de dinero; presión sobre el poder público; ánimo de lucro según el Enfopol 161-REV-3 (Zúñiga, 2009, p. 44).

Según la definición anterior, la presencia de cultivo y tráfico de drogas en los casos estudiados implica la presencia de estructuras de crimen organizado. Sin embargo, la presencia de estas estructuras no determina al mismo tiempo la existencia de una mafia.

b) La literatura de la mafia aborda componentes que van más allá de la vinculación a un mercado ilegal y se estructura como un marco de análisis superior a la comisión de un delito transnacional (Zúñiga, 2009, p. 44). Leopoldo Francherti en 1976, uno de los primeros estudiosos del concepto de mafia, tomando como base el comportamiento ilegal en Italia, la definió como industrias de la violencia (Zúñiga, 2009, p. 87), más allá de personas que se reúnen a cometer un delito que sobrepasa fronteras.

En esta vía, Diego Gambetta (1996) introduce como característica esencial de la mafia su capacidad de ofrecer protección. Más allá de la relación que tenga la estructura organizativa con cierta actividad ilícita, lo primordial es la oferta de protección a través del uso selectivo y estratégico de la violencia. En este sentido la mafia trasciende la visión de organización criminal, para verla como la prestación de servicios de protección tanto para narcotráfico como para cualquier oferta de protección que presente una sociedad: "la mafia es una empresa económica específica, una industria que produce, promueve y vende protección privada" (Gambetta, 1996, p. 1).

Esta literatura lo que permite observar es que la presencia de una mafia entendida como estructuras profesionalizadas en el ejercicio de la violencia desarrolla con el paso del tiempo stock de violencia, que precede un negocio ilícito, se mantiene durante este y permanece aún cuando la actividad ilícita desaparezca.

Para observar la presencia o no de una mafia, se indican las condiciones de origen que expone Gambetta (1996). La primera explicación es que las mafias se desarrollan en ambientes capaces de generar entrenamiento en materia de uso de la violencia, relacionados con una larga tradición histórica que la vincula con la cultura de la sociedad.

La segunda explicación de origen es que las mafias se desarrollan en lugares donde hay grandes propietarios de tierras, puesto que este tipo de esquemas feudalistas suelen generar demanda de protección privada.

A partir de esta literatura, lo que sostendré es que la existencia de una mafia, más que crimen organizado, desarrolla un stock de violencia. Por lo que la preexistencia de este stock cuando el narcotráfico surge, incrementa la intensidad de la violencia.

La segunda variable explicativa que se trabajará en la investigación es: disputa entre grupos por control de alguna dimensión de la cadena del narcotráfico y proviene de la teoría de violencia propuesta por Stathis Kalyvas (2006).

Hasta ahora no hay una teoría que explique los niveles en que se ejerce la violencia en contexto de narcotráfico. Sin embargo, Kalyvas desarrolla una teoría correspondiente a los niveles en que se ejerce violencia en contextos de conflictos armados (Kalyvas, 2006; 2001). El primer aporte de esta teoría es la necesidad de diferenciar violencia de conflicto armado. Para el autor la violencia es un "fenómeno por derecho propio", por lo que estudiar el conflicto armado no es estudiar al mismo tiempo violencia. El autor se dedica a explicar entonces qué genera la violencia en el conflicto armado, más allá de qué genera el conflicto armado.

Esta misma aproximación se extrapolará en la presente investigación para estudiar qué causa la intensidad de la violencia generada por el narcotráfico.

El estudio de Kalyvas, llevó a observar cómo la intensidad de la violencia puede ser medida según su propósito; el uso de la violencia dependerá del área en que se ejerce, la correlación de fuerzas y los intereses de quienes hacen uso de ella. Así, las áreas que presentan mayor intensidad en la violencia son las áreas que son más arduamente disputadas. Por lo que analizar los niveles de intensidad de la violencia dependería de los niveles de control que uno o más grupos ejerzan o pretendan ejercer en un área determinada.

Las variables explicativas presentan su conexión causal con la variable dependiente en las siguientes dos hipótesis que serán testeadas a lo largo de la presente investigación:

Hipótesis 1: La narcoviolencia tenderá a ser más intensa si en los momentos en que el narcotráfico surge hay presencia de un stock de violencia. El stock de violencia se presentará mientras se desarrolle en los casos estudiados una mafia, más allá que una estructura de crimen organizado.

Hipótesis 2: Habrá mayor intensidad de violencia en las áreas de cultivo, procesamiento, producción y tráfico de cocaína si hay presencia de uno o más grupos en disputa por controlar una o más de estas dimensiones. Entre más grupos haya, más estratégica sea el área y menos control ejerza uno de los grupos, habrán mayores niveles de violencia.

Narcoviolencia: definiciones de la variable

Como se planteo anteriormente, la narcoviolencia corresponde a la violencia cuya motivación principal es el narcotráfico en cualquiera de las fases de su cadena: cultivo, producción, procesamiento y tráfico, excluyendo aquella que está motivada por la ventafinal en países externos a los casos estudiados y la violencia motivada por el consumo de cocaína.

Con el fin de definir con mayor detalle la variable, se planteará que la narcoviolencia tiene dos grandes dimensiones: El narcotráfico y la violencia. Cada una de ellas será abordada a continuación para precisar con mayor claridad y así mismo conocer y expandir mejor el problema de investigación con qué se está tratando. El narcotráfico se operacionalizará según mediciones de cultivo, procesamiento, producción y tráfico, dejando por fuera la ventafinal, puesto que el mayor porcentaje de este ocurre fuera de los casos estudiados, con lo que esta violencia no es materia de esta investigación.

Por su parte en el caso de la violencia, se hablará del comportamiento histórico de la tasa de homicidio en los casos estudiados, cruzando esta tasa con las mediciones de cultivo para evidenciar la relación existente entre estas dos dimensiones.

Narcotráfico

Las estimaciones sobre el narcotráfico en el mundo siguen sin ser cifras exactas. Son estimaciones y aproximaciones según la información disponible, conforme el Departamento de Estado de los Estados Unidos y la Oficina contra el Crimen y las Drogas de las Naciones Unidas, dos de las fuentes más confiables en la materia.

Con el fin de abordar esta problemática de forma más detallada será necesario considerar que el narcotráfico se divide en cuatro dimensiones distintas y para cada una existen formas de medición diferenciadas:

  1. Cultivo y producción
  2. Procesamiento
  3. Tráfico
  4. Venta final

Como se muestra en la Figura No.1 Estas cuatro dimensiones conforman lo que llamaremos la oferta de la cocaína, que está destinada a satisfacer la demanda de consumo, cuya ubicación principal está en Estados Unidos y Europa (Departament of State 2011; U. N. UNODC 2010).

Para efectos del presente trabajo, dividiré estas dimensiones en dos grupos, para los que describiré su estado y sus posibles relaciones con la violencia. Cultivo, producción y procesamiento por un lado, y por el otro, el tráfico. La ventafinal no se revisará puesto que la violencia que pueda estar relacionada con esta dimensión ocurre fuera de los casos estudiados de manera mayoritaria.

Etapa de cultivo, producción y procesamiento

Los métodos de medición, principalmente del cultivo, se basan en toma de fotos satelitales que se suman a informaciones de los Estados productores y cálculos que se realizan según el número de hectáreas erradicadas, lo cual se convierte en estimaciones de cultivo.

Según datos del Departamento de Estado que se muestran en la Figura No.1, en el 2009 Colombia tendría cultivadas 116.000 hectáreas de coca que representan 79.000 toneladas métricas2 -de aquí en adelante ™-, mientras que Perú tendría 40.000 hectáreas que representan 46.000™. Si bien el número de Colombia es sustancialmente mayor, Colombia viene presentando reducciones. Entre el 2009 y el 2010 redujo en 3% el número de hectáreas, mientras que disminuyó la producción potencial de cocaína pura de 280™ a 270™, cuando en el 2001 era de 700™, representando una disminución del 61% (Departament of State, 2011, p. 194). Perú presenta leves incrementos y una tendencia al sostenimiento entre los 40.000 y 60.000 hectáreas y toneladas métricas y es considerado el segundo gran productor de droga (Ver Gráfico 1).

Visto desde un panorama mundial, según el Reporte anual del 2010 de la Oficina contra el Crimen y las Drogas de Naciones Unidas, el cultivo de coca decreció globalmente un 5%, explicable por el decrecimiento en el caso de Colombia. Sin embargo, esta reducción mundial no fue mayor por el crecimiento en Perú y Bolivia, como se muestra en el Gráfico No. 2. Así, en Colombia el cultivo ha disminuido en 16% después del 2008 mientras que Perú presenta un incremento del 7%. Regionalmente, el nivel del cultivo en Perú es de 55% más que en 1999, concentrando las áreas de crecimiento en el Alto Hulluanga, Valle del rio Apurímac y Ene y en La convención Lares. Mientras tanto en Colombia el decrecimiento de los cultivos se viene presentando en Putumayo, Nariño y Antioquia (U. N. UNODC 2010)3.

El Gráfico No. 2 muestra a su vez, la proporción cambiante entre el decrecimiento del cultivo colombiano y el crecimiento del cultivo peruano, que ha sido llamado como el 'Efecto globo'4. Este efecto estaría ocurriendo por un posible desplazamiento de los cultivos hacia Perú ante las políticas más fuertes contra el narcotráfico en Colombia. Pero también evidencia la forma en que el comportamiento de la oferta colombiana controla prácticamente la totalidad del cultivo.

Del cultivo de la hoja de coca no se pasa directamente al procesamiento. Hay un paso intermedio que es llamado de 'producción', que es aquel en que la hoja de coca se convierte en cocaína pura o más llamada 'pasta de coca'. Es en este punto de la cadena en la que se requiere, más allá de los cultivadores, la presencia de laboratorios en los que se realice la extracción del alcaloide de la hoja de coca para ser convertida en pasta de coca, proceso en el que no participan todos los cultivadores.

En el 2009 Colombia contribuyó con 48% de la producción total de la coca, mientras que Perú tuvo una proporción del 39%, nuevamente con disminuciones históricas por Colombia e incrementos por parte de Perú (U. N. UNODC 2010, p. 163). El cultivo y la producción están concentrados geográficamente y por eso se agrupan en el análisis; el 99% de los laboratorios clandestinos de producción están concentrados en los tres países productores más importantes: Colombia, Perú y Bolivia.

Para el procesamiento de la hoja de coca se debe tener una serie de insumos químicos y productos finalizados que son productos químicos que ingresan al país de forma legal y con autorización y licencia, pero que terminan con destinación ilegal. Estos insumos son tan importantes como la hoja de coca para obtener la cocaína que finalmente va a ser traficada y vendida. Uno de los insumos más importantes es el kerosén, la cetona, amoniaco, etc., que se usan en grandes cantidades y son empleadas para la elaboración de la pasta básica de la cocaína.

Según un diagnóstico realizado por ConsultAndes y la Comisión Nacional para el Desarrollo y Vida sin droga (DEVIDA), se estima que para cada kilogramo de cocaína se emplean más de 100 kilogramos de sustancias químicas. Se calcula entonces que por ejemplo en Perú 34 millones de kilogramos de sustancias químicas son desviadas anualmente del mercado formal al mercado del narcotráfico (Garcia y Antezana, 2009). No es casualidad que en 2007 Perú haya sido el principal importador de Kerosén.

Es así como Perú y Colombia como grandes productores de droga, son también grandes importadores de precursores químicos. Según el Departamento de Estado, en Colombia hay por lo menos 4,500 empresas con autorización legal para uso de precursores químicos, por lo que el control para las autoridades es difícil. Aún así en el 2010 y tras avances es su control, fueron arrestadas 92 personas y se han incautado 1.2 millones de galones de líquido y 4.6 toneladas métricas sólidas de precursores químicos (Departament of State, 2011, p. 78). El caso de Perú es similar. Según el informe, Perú continúa siendo el mayor importador de precursores químicos que se usan para la producción de cocaína, como por ejemplo acido sulfúrico y acetona y que llegan por vías legales pero terminan en ese negocio ilícito.

El papel de Colombia en el procesamiento fue siempre significativo. Perú en cambio, antes de la década de 1990 solo se dedicaba a la venta de la hoja de coca y no estaba vinculado a la producción. Ello, según el informe de la DEVIDA y la Fundación ConsultAndes, se debe a que la presencia de los carteles colombianos incentivó la participación de los peruanos en este procedimiento. Los carteles enseñaron procedimientos que después fueron mejorados incluso tecnológicamente por los carteles mexicanos que hacen presencia hoy en el Perú (Garcia y Antezana, 2009, p. 15) y esto ha causado que hoy hayan mejorado sus niveles de producción.

Es importante observar aquí una bifurcación que será esencial en el análisis. En Colombia, los primeros cultivos de hoja de coca fueron encontrados en las fincas y propiedades de los 'esmeralderos', organizaciones encargadas de controlar el contrabando de esmeraldas y que ya poseían ejércitos privados de protección. Estos mismos migraron a ser los primeros narcotraficantes, que a su vez aprovecharon la presencia de cultivos en Perú llevando la hoja de coca a Colombia y posteriormente obligando a los campesinos colombianos a cultivar la hoja reemplazando sus cultivos (Escobedo, 2011).

Por el contrario, la producción de hoja de coca en Perú es legal si está destinada para factores medicinales o para 'chachado'5, practica de masticar hoja de coca que realizan las comunidades indígenas como parte de su tradición. Por esta razón el momento originario del cultivo de hoja de coca se remonta a mucho antes del siglo XIX y no surge en el ámbito de la ilegalidad, sino del cultivo de una planta con alta valoración personal y medicinal por parte de la población en general. A continuación se explica con más detalle el funcionamiento legal del cultivo de la hoja de coca en Perú.

Tráfico

La mayoría de la cocaína que se produce tiene como destino Estados Unidos con 6,2 millones de usuarios y Europa con 4 a 5 millones de usuarios aproximadamente (U. N. UNODC 2010, p. 71). Es esta demanda que se abastece a través de las redes de tráfico ilegal, la que mantiene la producción según informe del Internacional Crisis Group (ICG, 2008).

El tráfico ilegal corresponde al lugar de la cadena en el que hay más ganancias por parte del negocio y así mismo, en el cual hay más políticas de interdicción al ser considerado también un problema de seguridad nacional, pues allí se presenta también mayor violencia.

La Figura No.2 muestra la evolución de los precios desde su cultivo hasta su venta final, evidenciando que el gran porcentaje de las ganancias corresponde a la dimensión del tráfico. Desde el momento en que la hoja de coca sale de las fincas productoras hasta llegar a su venta final en Estados Unidos o Europa, el precio es diez mil veces mayor, por lo que las organizaciones que buscan controlarlo, procuran quedarse con el mayor porcentaje de las ganancias. Mientras tanto logran armarse para generar mejores esquemas de protección.

Ello explica que el presidente de la Comisión Internacional de Crimen Organizado en 1986 afirmara que los colombianos poseían una alta reputación de violencia que sería usada para mantener la disciplina e intimidación y que llevó a que Colombia dominara potenciales rivales en Perú y Bolivia, así como mantener la intimidación sobre otras organizaciones criminales que quisieran hacerse del negocio (Abadinsky, 2010, 162).

Es así como según Dreyfus, lo que existía en Perú era "un grupo de pequeñas organizaciones criminales sin la capacidad de formar una coalición o de enfrentar a otro grupo armado por sí mismas" (Dreyfus, 1998). En entrevista con el experto colombiano Rodolfo Escobedo6, durante la primera fase de surgimiento de los carteles colombianos, específicamente el cartel de Medellín, Colombia eliminó los intermediarios peruanos que querían monopolizar parte del negocio. Este ejercicio inicial de violencia sobre algunos narcotraficantes peruanos desincentivó claramente la formación de carteles así como el interés de beneficiarse en algo más que 10% del negocio, como es aproximadamente lo que significa el cultivo de la hoja de coca.

Los grandes carteles colombianos que controlaron el tráfico durante los noventa fueron eliminados y lo que parecía ser la desvinculación de estos, fue el surgimiento de nuevos carteles pero de menor nivel. La participación del trafico por parte de Colombia es entonces sustancialmente distinto. Las formas de los grupos colombianos ha cambiado y ya no actúan como grandes organizaciones sino pequeñas células cuya detección es más difícil por parte de las autoridades (ICG, 2008, p. 3). En el caso colombiano se calcula la existencia de unas 140 organizaciones (ICG 2008, p. 7), a diferencia de las dos grandes organizaciones que existirían en 1990.

La violencia asociada al narcotráfico en Perú y Colombia

Estado general de la violencia (Homicidios por 100.000 habitantes) en Colombia y Perú

Según la oficina contra el crimen y las drogas -UNODC en su reporte mundial comparativo de tasas de homicidio-, Perú presenta en el 2007 una tasa de homicidio de 3.2, mientras que Colombia presenta una tasa de homicidio al 2007 de 38.8. Es importante tener como referencia esta tasa aunque no sea la cifra más reciente puesto que la UNODC verifica las estadísticas y establece parámetros que sean realmente comparables en la región. Sin embargo según datos de la Policía Nacional del Perú en el 2009 la tasa de homicidios fue de 10.2 mientras que la colombiana fue de 38 homicidios por cien mil habitantes.

La tasa de Perú al llegar a los 10 homicidios por cien mil habitantes, entra dentro de la categoría de 'epidemia' según la Organización mundial de la Salud. Sin embargo, en la presente investigación la trataremos como una tasa 'baja' en tanto que teniendo mayor producción de hoja de coca que Colombia, este último triplica su tasa en 2009 y durante la década de 1990 llegó a ser siete veces mayor.

El Gráfico No. 3 muestra la tasa histórica de los casos estudiados. Mientras que Perú evidencia una tendencia al incremento, prácticamente doblando su tasa del 2004, Colombia presenta una importante tendencia hacia el descenso desde el 2002, reduciéndose prácticamente a la mitad entre esta fecha y hoy.

Los gráficos No. 4 y No. 5 muestran las tendencias históricas de tasa de homicidio y el comportamiento del número de hectáreas de cultivos de coca en los dos países estudiados. En los dos casos, se evidencia una correlación permanente de las variables. En el Gráfico No. 4, Perú muestra un comportamiento incremental en el número de hectáreas, acorde con la tasa de homicidios a partir del 2005, y desde allí, este incremento se sostiene hasta el 2009.

Con solo este gráfico podría ser relativamente clara una relación directa entre las dos variables y un ejercicio estadístico entregaría una correlación viable. Adicionalmente, esta relación cobra mayor importancia si consideramos que durante el periodo del incremento en el caso de Perú -post 2005- ciertas problemáticas que podían ser consideradas como generadoras de violencia no están presentes, como la des implantación del régimen fujimorista y la aparente ausencia de Sendero Luminoso y el grupo Tupac Amarú, como actores del conflicto armado que vivió este país en la década de 1990.

El gráfico No. 5 que realiza este mismo análisis pero para el caso colombiano, evidencia una tendencia completamente contraria a la peruana. Mientras la tasa de homicidio presenta un descenso significativo a partir de 2002, el número de hectáreas de cultivo de coca también disminuye. La tendencia anterior al 2000 es la tasa histórica más alta de Colombia y coincide con la presencia de grandes carteles, pero no necesariamente con el periodo de mayor cultivo de cocaína, pues en este momento Perú concentraba mayores niveles de cultivo (Escobedo 2011, p. 7).

Sin embargo a diferencia del caso peruano, en Colombia pueden encontrarse fácilmente variables que expliquen este descenso y que no estarían relacionadas, directamente, con el cultivo. Algunas de ellas son la desmovilización de los grupos paramilitares y el debilitamiento de la guerrilla. Es necesario decir que este periodo coincide justamente con la llegada al gobierno del presidente Alvaro Uribe Vélez en 2002, año en el que empieza la reducción significativa de los homicidios y en el que el Plan Colombia está en plena vigencia.

El Plan Colombia consistió en un paquete de ayuda por parte de el gobierno de Estados Unidos destinado a la lucha contra el narcotráfico y que se dividió en dos fases (Palmer, 2006, p. 81), la primera fase para la que se destinaron 7.5 billones de dólares (Rosado, 2005) tenía como objetivo central "la lucha contra las drogas, el crimen organizado y la violencia que esta genera", por lo que se equiparó la lucha contra el narcotráfico con la lucha contra el terrorismo entendiéndolo como una misma problemática. La Fase II del Plan Colombia se amplía hacia una ayuda para la región andina a través del Andean Counterdrug Iniciative y Andian regional iniciative ejecutada en abril del 2001 y que incluía a Bolivia, Brasil, Ecuador, Panamá y Perú, con montos de ayuda que iban hasta 882 millones de dólares (Cepeda, 2004) como lo muestra el Gráfico No. 6.

Las tendencias planteadas muestran una primera connotación relacional entre las hectáreas de cultivo y la tasa de homicidio. Mientras en el caso peruano incrementan conjuntamente, en el caso colombiano disminuyen. Sin embargo, a continuación buscaré ampliar este análisis, con el fin de detallar más la medición de la variable estudiada: violencia del narcotráfico.

Homicidio en las zonas de cultivo, producción y procesamiento

La Tabla No.3 realiza un cruce entre la tasa de homicidios y los departamentos en donde hay presencia de hectáreas de cultivo de hoja de coca7. Este cruce se realiza con el fin de identificar el impacto real que tiene esta dimensión en el homicidio en estas zonas. Los departamentos están ordenados de mayor a menor por número de hectáreas cultivadas.

Una primera observación de los cuadros muestra que no necesariamente los lugares de mayor cultivo son los departamentos o regiones con mayor tasa de homicidio. Adicionalmente, en el caso de Perú, 42% de las tasas están por debajo de la tasa nacional (10.2), mientras que en el caso de Colombia, 62% de los departamentos están por debajo de esta misma (38).

Resulta destacable que ni en el caso de Perú, ni en el caso de Colombia, hay una relación proporcional entre bajo número de hectáreas y bajas tasas de homicidio y viceversa. Así por ejemplo, en el caso colombiano, Arauca -que únicamente tiene 418 hectáreas cultivadas-, tiene una tasa de 100 homicidios por cien mil habitantes, casi la misma cantidad de Guaviare que posee una tasa de 114 homicidios por cien mil habitantes, teniendo 20 veces más hectáreas que Arauca. Nariño que posee el mayor porcentaje de hectáreas cultivadas (16,428) tiene una tasa de 40, la misma tasa que posee Caldas que tiene 166 hectáreas cultivadas.

En el caso de Perú, ocurre un comportamiento similar. En los casos de Ayacucho y Junín, departamentos en los que está ubicada la cuenca 'Apurímac ENE' que tiene 17,486 hectáreas cultivadas distribuidas en los dos departamentos, en un caso la tasa de homicidio es de 17,1 y en el otro caso es de 4,1. Lo mismo ocurre en con 'Madre de Dios' que posee el menor número de hectáreas de cultivo en Perú y sin embargo, tiene la mayor tasa de homicidio en los departamentos estudiados, siendo el doble de la tasa nacional de Perú.

Este fenómeno lo que evidencia es que no hay una relación entre cultivo, procesamiento y producción y altas tasas de homicidio. Esto no indica que en zonas de cultivo no haya violencia relacionada con el narcotráfico, sino que la simple existencia de hectáreas de cultivo, no representa presencia de violencia. Deben existir otros factores para que la violencia del narcotráfico se haga manifiesta.

Variables explicativas de la narcoviolencia: ¿la mata que mata?

"La mata que mata" (Revista Semana, 2011) hace parte de una campaña publicitaria promovida en Colombia en contra del cultivo de la hoja de coca y otras drogas. La campaña que fue retirada por orden de la Corte al considerar que es necesario diferenciar entre la hoja de coca y el clorhidrato de cocaína, así como respetar los derechos de quienes usan otros derivados de la hoja de coca, para fines medicinales, expresa la preocupación esencial de este trabajo. La campaña evidencia la visión de que el cultivo y producción en sí mismo genera altos niveles de violencia. El capítulo anterior mostró que no hay una evidente relación entre altos niveles de cultivo y altas tasas de homicidio. La definición de la variable permitió evidenciar que 'la mata en sí misma no mata'. Si ello es así, se considerará la presencia de otras variables explicativas.

A continuación abordaré estas dos variables: el Stock de violencia, y la Disputa entre grupos por control de alguna dimensión de la cadena del narcotráfico como variables explicativas de los altos niveles de violencia, buscando probar las siguientes dos hipótesis:

Hipótesis 1: La narcoviolencia tenderá a ser más intensa si en los momentos en que el narcotráfico surge hay presencia de un stock de violencia. El stock de violencia se desarrollará mientras se desarrolle en los casos estudiados una mafia más allá que una estructura de crimen organizado.

Hipótesis 2: Habrá mayor intensidad de violencia en las áreas de cultivo, procesamiento, producción y tráfico de cocaína si hay presencia de uno o más grupos en disputa por controlar una o más de estas dimensiones. Entre más grupos haya, más estratégica sea el área y menos control ejerza uno de los grupos, habrán mayores niveles de violencia.

Las hipótesis se abordaron a través del método path dependence, buscando encontrar en la descripción de trayectorias narrativas históricas la respuesta a la variable.

Stock de violencia y mafia

Según la teoría de Gambetta sobre las mafias, son dos las condiciones de origen de estas. En el cuadro siguiente se resume la presencia o no de estas condiciones en los dos casos estudiados.

Colombia cumple las dos condiciones de origen para el surgimiento de una mafia, mientras que Perú no. Ello explica la mayor intensidad de la violencia del narcotráfico en Colombia al desarrollar una mafia y no únicamente estructuras de crimen organizado.

Las trayectorias evidenciaron que el ambiente generador de violencia es pre existente al surgimiento del narcotráfico por lo que con el tiempo y gracias a esta mafia, se fue formando un stock de violencia. Esto es la acumulación de recursos humanos profesionalizados en el uso de la violencia, así como recursos físicos (armas) que se almacenan y recopilan a medida del tiempo.

La violencia del narcotráfico en Colombia ha tenido profundas manifestaciones, puesto que no surgió con el narcotráfico mismo. La violencia es un fenómeno independiente, que perdura en un antes, en un durante y en un después, convirtiéndose en un acumulado de recursos humanos profesionalizados en el uso de la violencia con alta disponibilidad de recursos de armas, información y movimiento en el mundo de la ilegalidad, como en la legalidad. Este acumulado se ha llamado en el presente trabajo, un stock de violencia.

En el caso de Perú, por el contrario, la forma en que se estructura la tierra en los lugares de cultivo de la hoja de coca, conservando esquemas colectivistas de tradición familiar, impidiendo las grandes apropiaciones de terratenientes y con fuertes procesos de movilización en defensa de la tierra, pudo haber impedido que se estructuraran grandes demandas de protección a través de la violencia y la formación de una mafia. Así, sin la formación de este tipo de estructuras de ilegalidad y violencia, los pocos intermediarios que quisieron participar en el negocio del narcotráfico fueron rápidamente eliminados.

Así tanto el origen del cultivo de la hoja de coca como su crecimiento en torno a un esquema de tierra con características aún semifeudales en la que la coyuntura de la reforma agraria puede haber generado que el narcotráfico no encontrara organizaciones con grandes pretensiones económicas y violentas y no se generara un stock de violencia que reprodujera estos patrones en el caso estudiado.

En el análisis de la variable stock de violencia, se identificó una bifurcación esencial que explica las diferencias de intensidad en los casos estudiados y es la formación de la mafia en el caso colombiano, y la no formación de esta en el caso peruano.

Es así como en Colombia se identificaron cuatro coyunturas críticas. La primera fue la formación de estructuras ilegales y violentas manejadas por el contrabando. La segunda es la migración de estas estructuras a los primeros carteles de narcotráfico. La tercera es la desarticulación de los grandes carteles de la década de 1990 y su migración hacia carteles de menor nivel, junto con la formación de los grupos de autodefensa. Finalmente, la cuarta coyuntura, el surgimiento de 'nuevas bandas emergentes' con reductos de la desmovilización. A las coyunturas dos y tres les subyacen dos coyunturas adicionales. La primera es el fortalecimiento de las FARC y la segunda son los procesos de apropiación ilegal de tierras por parte de narcotraficantes, y actores armados.

En el caso de Perú, se identifica como coyuntura crítica primordial la reforma agraria impulsada en la década de 1970. Una segunda coyuntura que corresponde a la desarticulación de Sendero Luminoso y Tupac Amarú a inicios de la década de 1990, así como a fines de esta misma década, los inicios de su reactivación más relacionados con el narcotráfico.

Consideraré una coyuntura adicional pero que será abordada en la conclusión final. Se trata de una coyuntura que Perú puede estar viviendo en la actualidad, y que estaría llevando al incremento de la violencia del narcotráfico en el futuro próximo.

Disputar la mata, mata

La segunda variable explicativa que se propone en la investigación es: disputa entre grupos por control de las áreas estratégicas. En el presente capítulo elaboraré esta variable que parte del presupuesto que el crecimiento de la hoja de coca en sí mismo no produce muertes. Sin embargo, la disputa por el control de la hoja, como del proceso posterior hasta finalizar en la venta final, sí tiene una importante incidencia en la intensidad de la violencia. Para explorar esta variable, analizaré de manera más detallada los departamentos y regiones que tienen una tasa mayor a la tasa nacional de homicidios, buscando la presencia de alguna variable común que explique la alta tasa de homicidios además de la presencia de cultivos de hoja de coca.

Tal como lo muestra la Tabla No. 4 en el caso Colombiano, nueve departamentos poseen una tasa mayor a la nacional mientras que en Perú seis regiones poseen tasas mayores a su tasa nacional.

Para el caso colombiano, los nueve departamentos estudiados comparten dos variables: La primera es que hacen parte de rutas estratégicas para la salida de la cocaína, es decir que independientemente de la cantidad de cultivos, comprenden áreas esenciales para el tráfico. La segunda variable es que han sido históricamente, por la causa anterior, lugares en disputa por distintos grupos armados o narcotraficantes que buscan controlar la ruta.

En los casos de Arauca (100), Norte de Santander (41) y Nariño (40), la variable del tráfico es más visible puesto que son departamentos frontera, los dos primeros conectan con Venezuela, el segundo con Ecuador. Estas dos son hoy rutas claves para exportación hacia Europa. Guaviare (114) es puerta hacia la cuenca amazónica, mientras que Valle del Cauca, Norte de Santander, Antioquia y Cauca si bien no son frontera, hacen parte de rutas que conectan con salidas importantes. Valle del Cauca es paso hacia el pacífico, Antioquia conecta el sur y el norte del país, mientras que Cauca es un paso de la ruta hacia Nariño y de allí hacía Ecuador.

En todos los departamentos hay disputa por el control de los cultivos y de las rutas. Hay presencia de las FARC y de bandas emergentes que surgieron tras la desmovilización de los grupos paramilitares que antes disputaban estas mismas zonas. Por tratarse de zonas conflictivas, las fuerzas militares hacen una importante presencia, siendo un actor más en la disputa, llevando a cabo labores de erradicación de los cultivos.

En concordancia con lo anterior el Gráfico No. 7 muestra cómo los lugares en los que hay presencia de bandas que hacen parte de estas disputas, las tasas de homicidio son más altas que en otros lugares del país.

En el caso peruano las regiones se dividen en dos grupos. El primero lo comprenden las regiones de Ayacucho, Cuzco y San Martín, en donde hay presencia de grupos en disputa por el control de los cultivos y un intento de controlar parte del tráfico. Hemos dicho ya que Perú no ha tenido una vinculación en el tráfico y este ha sido controlado por carteles extranjeros. Estas regiones han concentrado los carteles colombianos inicialmente durante la década de 1990 y posteriormente hasta hoy, los carteles mexicanos (Garcia y Antezana, 2009, p. 50), destacándose el cartel de Sinaloa (ICG, 2008). En los dos casos han usado la violencia para controlar el negocio.

Adicionalmente, es allí en donde se han ubicado los llamados remanentes del sendero luminoso dirigidos por alias 'Artemio' en el caso de la región de San Martín y por 'Alipio' en los casos de Cuzco y Ayacucho. (ICG, 2008, pp. 16-17), procurando disputar estas áreas.

Las otras dos regiones: Puno y Madre de Dios comparten otra característica en común. La primera región es frontera con Bolivia y la segunda frontera con Brasil. En el primer caso más que en el segundo se evidencia presencia de tráfico, pero también alta actividad de contrabando y presencia de 'Rondas Campesinas'8 que impiden la entrada de la policía en la zona. Según los informes, Madre de Dios viene consolidándose como una nueva ruta. Sin embargo valga decir que esta zona vive un conflicto importante por la intervención del Estado en la minería, por lo que se han generado protestas violentas y esto pudo haber activado los homicidios en esta zona durante 2010.

La Tabla No.5 resume lo expuesto anteriormente. Y es que el cultivo en sí mismo no explica la presencia de altas tasas de homicidio. La condición de ser una zona estratégica para el tráfico y ser un área en disputa por dos o más actores incrementa la posibilidad de existencia de altas tasas de homicidio.

En el caso de Colombia todos los departamentos cumplen con las dos variables expuestas y entonces la violencia tiene manifestaciones más intensas que en Perú, entendiendo que allí se concentra la mayor proporción del tráfico.

Los actores del conflicto armado, ¿hacen parte del juego?

Con lo planteado hasta ahora, parece dejarse fuera una serie de actores que han sido esenciales en el comportamiento de la violencia en los casos de Colombia y Perú y corresponden a las guerrillas que se han enfrentado al Estado en los dos casos estudiados.

Se mencionan aquí de forma diferenciada porque si bien participan en el negocio de cocaína, manifiestan tener objetivos que van más allá del lucro económico, por lo que poseen aparentemente motivaciones políticas o ideológicas. Aún así, son actores más en juego y en disputa y no lo han sido de manera superficial.

El crecimiento del narcotráfico confluyó en una coyuntura de nacimiento y expansión de las guerrillas así como de grupos de autodefensa con tendencia ideológica de ultrade-recha. La confluencia fue directa puesto que la ubicación de los cultivos y rutas coincide con la ubicación de zonas estratégicas para estos grupos con otros motivos, como el tráfico de armas o el control de otros negocios como el petróleo.

Este encuentro en el tiempo como en el espacio, convirtió una primera etapa de convivencia entre los grupos dedicados exclusivamente al narcotráfico y los grupos irregulares que lo utilizaron como fuente de financiación como otros fines.

Sin embargo con el tiempo, las guerrillas en los dos casos estudiados, se fueron convirtiendo en un actor más en disputa por el lucro económico y por el control territorial con un efecto en la violencia en doble vía. Por un lado, una dinámica como la planteada anteriormente de disputar a través de la violencia los territorios, pero por otro lado, una potencialización del conflicto. Lo anterior porque las guerrillas han logrado sostenerse en el tiempo gracias a la financiación proveniente del narcotráfico, con la cual se abastecen de armas y personal que les permite alimentar la violencia que está directamente relacionada a motivaciones aparentemente políticas.

Con esto, el narcotráfico opera como fuente directa de violencia, pero también como motor generador de otras fuentes de violencia como lo muestra el Gráfico No. 8 para el caso colombiano.

El cruce de variables hectáreas cultivadas y tasa de homicidio muestra que por sí mismas no representan una explicación a las altas tasas de homicidio. Sin embargo la presencia de otras variables como 'área de disputa' que a su vez depende de qué tan estratégica sea el área, sí son variables que comparten los departamentos que tienen tasas de homicidio mayores a las de su tasa nacional. Estas variables suelen estar presentes con mayor énfasis en lugares estratégicos para el tráfico en tanto que se concentran mayores ganancias.

Para plantear esta hipótesis, se identificaron tres coyunturas críticas fundamentales en las trayectorias de la violencia del narcotráfico que determinan el presente resultado. La primera coyuntura fue la introducción de los carteles colombianos de la década de 1990. Esta coyuntura marcó una bifurcación esencial. Insertó a Colombia en el campo de intervención en toda la cadena del narcotráfico, controlando el tráfico en dónde se obtienen mayores ganancias, pero también obligando a campesinos en la zona a cultivar hoja de coca. Por su parte, la bifurcación en Perú de esta coyuntura se manifiesta en que los carteles colombianos impidieron a través del uso de la violencia, que peruanos quisieran insertarse en el negocio del narcotráfico. Con esto Perú, al no estar vinculado de manera directa al tráfico y concentrándose únicamente en el cultivo, redujo sus niveles de violencia en un porcentaje importante.

La segunda coyuntura crítica corresponde a la desarticulación de los carteles colombianos. Esta coyuntura causa una bifurcación en los casos estudiados en términos que en Colombia surgen pequeños carteles herederos de los grandes carteles. Estos nuevos carteles entran en fuertes etapas de disputa por controlar los territorios, mientras estos mismos alimentan económicamente el surgimiento de grupos paramilitares que incrementan aún más el uso de la violencia. En el caso de Perú, la desarticulación de los carteles colombianos, si bien causó el descenso de los cultivos inicialmente, posteriormente fue receptor de los carteles mexicanos y de reactivación de remanentes de sendero luminoso que podrían tener efectos en el incremento de la violencia.

La tercera coyuntura es la introducción del Plan Colombia. En el caso de Colombia, la introducción de este Plan, fortalece la lucha contra las drogas cambiando la tendencia en el cultivo de hectáreas, desarticulando grupos, pero generando espacios vacíos para nuevas estructuras de control. Asimismo para el caso peruano, esta coyuntura le afecta desfavorablemente. Por un lado no es receptor de amplios recursos a comparación de Colombia, y sí lo es de los efectos del decrecimiento del cultivo en Colombia. Así las cosas, Perú manifiesta crecimientos proporcionales al descenso en Colombia, que evidencia más bien un aparente desplazamiento de cultivos, fomentado por los mismos grupos de narcotraficantes con el fin de abastecer esta materia prima.

Es necesario decir finalmente, que el momento originario del cultivo de la hoja de coca en los casos estudiados es diferencial y ello marca una tendencia distinta en los casos estudiados. En Perú se cultiva la hoja de coca desde el siglo XIX siendo legal hasta hoy su cultivo.

Ello hizo que fuera más fácil acceder a este producto por parte de los narcotraficantes e incentivar su crecimiento sin necesidad de ejercer violencia u obligar a la 'vinculación en un hecho penal'. En Colombia la hoja de coca se cultiva solo hasta la década de 1980 y su cultivo inicia en la ilegalidad, fomentada por los primeros narcotraficantes colombianos.

5. Conclusiones generales

La idea que vas al campo a ver qué sale, es una ilusión.
Lo que te guía siempre es la teoría.
Javier Auyero

En Pocas palabras

La primera hipótesis que se planteó fue que la narcoviolencia tenderá a ser más intensa si en los momentos en que el narcotráfico surge hay presencia de un stock de violencia. El stock de violencia se desarrollará mientras se desarrolle en los casos estudiados una mafia más allá que una estructura de crimen organizado.

La segunda hipótesis expuesta es que habrá mayor intensidad de violencia en las áreas de cultivo, procesamiento, producción y tráfico de cocaína si hay presencia de uno o más grupos en disputa por controlar una o más de estas dimensiones. Entre más grupos haya, más estratégica sea el área y menos control podrá ejercer uno de los grupos, habrán mayores niveles de violencia.

La investigación mostró que las hipótesis han sido probadas para los casos estudiados. Para resumir, en el caso de Perú, este no manifestó niveles altos de violencia relacionados con el narcotráfico puesto que participa únicamente en el cultivo y la producción de la cocaína, dimensiones que en sí mismas no implican la aplicación de violencia. Sin embargo, una observación regional evidenció que si bien el cultivo no es condición de presencia de altas tasas de homicidio, si a esta se le suman variables como la presencia de áreas estratégicas y áreas en disputa, pueden manifestar niveles de violencia altos. Esto explica que aunque la tasa nacional no llegue a los niveles colombianos, habrán algunas regiones del país que tengan tasas de homicidio superiores a la tasa nacional. Aún así estos niveles no son comparables a las tasas colombianas y se mantienen muy por debajo de estas.

Adicionalmente, Perú no desarrolló mafias al estilo colombiano que produjeran un stock de violencia previo al surgimiento del narcotráfico, debido a la no existencia de una tradicional industria de violencia que fuera demandada por los ciudadanos, ni que pudiera contrarrestar la violencia ejercida por carteles colombianos para evitar que peruanos quisieran vincularse al negocio. El ejercicio de la violencia por parte de los colombianos vinculó las firmas peruanas como subordinadas de los carteles colombianos.

La reforma agraria impulsada en 1970 impidió que se siguiera desarrollando un proceso de tenencia de tierra de carácter terrateniente, que suele venir acompañado de demanda de protección a través de la intimidación violenta. Finalmente, el surgimiento de la hoja de coca como un producto legal hizo que su crecimiento no fuera inducido violentamente por grupos interesados, ni se permitieran grandes disputas alrededor de esta hoja.

En Colombia en cambio, hay altos niveles de violencia porque desde sus inicios, sus organizaciones acapararon el control de toda la cadena del narcotráfico en la que necesitaban del ejercicio de la violencia para mantenerse y competir. Así entre más dimensiones de la cadena se acaparan, más estratégica se convirtió al obtener mayores beneficios económicos.

Adicionalmente Colombia desarrolló una mafia que precede el surgimiento del narcotráfico y se mantiene en las fases de este último. Esta mafia acumuló un stock de violencia que soportó primero el contrabando, después las esmeraldas, después la marihuana y posteriormente el narcotráfico, periodo en el cual obtuvo un crecimiento más rápido, por la intensidad de la demanda de protección y los recursos en juego. La violencia en Colombia es un fenómeno independiente del narcotráfico, que perdura en un antes y en un después, a través de una especie de stock de violencia.

Se ha llegado a estas conclusiones gracias a que las teorías de Kalyvas y Gambetta esencialmente, permitieron iluminar lugares de las trayectorias narrativas y proporcionar pistas históricas con el fin de llegar a las conclusiones expuestas. Estas conclusiones presentaron dos aportes adicionales.

El primer aporte es considerar que la teoría de la violencia de Kalyvas no solo es aplicable a las guerras civiles, sino que puede expandirse a fenómenos como el narcotráfico y sigue manteniendo su consistencia. Asimismo, la teoría del origen de las mafias de Gambetta mantuvo su capacidad explicativa al ser estudiada en los casos trabajados en la presente investigación.

El segundo aporte es el uso del concepto 'stock de violencia' como forma de explicar la forma en que las mafias operan e impactan en la intensidad de la violencia, pero también, cómo perdura en el tiempo, siendo una condición organizacional, más que cultural como algunas visiones lo plantean. Esto rechaza la consideración que dictamina que Colombia tiene una cultura de violencia o que 'los colombianos son violentos por naturaleza'. La violencia se ha reproducido de generación en generación por la presencia de un stock de violencia mantenido por la presencia de una mafia, más que por una 'condición genética' subyacente. Las dinámicas con que este stock funciona, corresponden a las mismas dinámicas de cualquier mercado profesional que se requiera en una sociedad, bajo esquemas de oferta y demanda.

Como aspecto final a este trabajo es necesario decir que Perú parece estar viviendo una coyuntura crítica en la actualidad que puede cambiar el curso de la trayectoria en el futuro. Al convertirse en el país de mayor producción de droga y triplicar en los últimos cuatro años su tasa de homicidio, hace que esté viviendo ya hechos significativos que merecen ser estudiados a fondo.

Sin embargo, hay poca literatura que aborde este caso, más allá de las aproximaciones periodísticas que tienden, o a un descredito del fenómeno soportado por las autoridades peruanas, o a una alarma excesiva. Resulta interesante que incluso la trayectoria narrativa planteada para el Perú en el presente trabajo ayude a explicarlo.

Para Francisco Thoumi, la falta de documentación sobre Perú tiene que ver justamente con el aislamiento que ha tenido la sierra tradicionalmente, junto con la visión de una élite que ha interpretado a este como un problema de la sierra, al que se le da la espalda, como se le ha dado a otros conflictos sociales en la región.

Son estas nuevas preguntas y ámbitos para futuras investigaciones.

Lista de Abreviaciones

FARC: Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia AUC: Autodefensas Unidas de Colombia ENACO: Empresa Nacional de Coca

UNODC: Oficina de las Naciones Unidas contra la droga y el delito OEA: Organización de Estados Americanos

DEVIDA: Comisión Nacional para el Desarrollo y vida sin droga - Perú


Pie de página

1Según la Organización Mundial de la Salud una tasa de 10 homicidios por 100.000 habitantes es considerado una epidemia. Sin embargo, teniendo en cuenta la participación de Perú en el cultivo de coca y su diferencia con el caso Colombiano, la consideraremos para efectos de esta investigación como una tasa 'baja' en comparación con la tasa colombiana que es cuatro veces mayor.
2Existen esencialmente dos formas de medición: las hectáreas cultivadas y las toneladas métricas de hoja de coca que se logren recopilar de estos cultivos. La diferenciación se realiza puesto que aunque disminuya el número de hectáreas puede no reducirse el número de toneladas métricas y al contrario incrementarse, al aumentar la productividad de los cultivos.
3Ver Anexo, Mapas 1, 2 y 3 (mapas de ubicación de cultivos en Colombia, Perú y región Andina).
4Consiste en que si se presiona en un lugar de un globo inflado, el aire se dirige hacia otro lugar en donde se incrementa, pero la cantidad se mantiene prácticamente.
5Masticar hoja de coca. Práctica tradicional de las comunidades indígenas en Perú.
6Asesor de la Vicepresidencia de Colombia. Experto en conflicto interno colombiano, paramilitarismo, narcotráfico y violencia. La entrevista fue realizada en mayo 26 de 2011 vía internet.
7En estos mismos departamentos se ubican los laboratorios de producción y procesamiento, por la cercanía en el transporte de la hoja.
8Grupos de ciudadanos organizados para la autodefensa en Perú, posteriormente legalizados y apoyadas por el gobierno de Alberto Fujimori.


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