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Memoria y Sociedad

Print version ISSN 0122-5197

Mem. Soc. vol.14 no.29 Bogotá July/Dec. 2010

 

RESEÑAS

200 años de construir colombianos. Museo Nacional de Colombia.

Las historias de un grito. 200 años de ser colombianos.
Bogotá: Exposición temporal, Museo Nacional de Colombia,
del 3 de julio de 2010 al 16 de enero de 2011.
Por: Sebastián Vargas
Pontificia Universidad Javeriana
legionesdeclio@gmail.com


Con motivo de la celebración del bicentenario de la independencia, el Museo Nacional presenta esta exposición, con un muy buen trabajo museográfico y de montaje, respaldado por una investigación curatorial de tres años1. Se trata de una propuesta no meramente alegórica o celebratoria (del bicentenario), sino más bien de carácter crítico: intenta plantearle al visitante (es decir, a cualquier persona, especialmente de nacionalidad colombiana) una serie de cuestionamientos sobre los lugares comunes y las verdades dadas por estables en la historia de nuestro país. Esto es posible porque la exposición no aborda el proceso histórico-empírico de la independencia como tal, sino que se concentra en las representaciones de dicho proceso, en las maneras como durante doscientos años diversos actores (casi siempre las élites políticas y culturales) narraron los acontecimientos que permitieron el nacimiento del estado nación moderno; no le interesa tanto "lo que pasó", sino "cómo se contó lo que pasó":

    Esta exposición está conformada por monedas, retratos, impresos, esculturas, programas radiales, series de televisión y objetos de todo tipo que hacen referencia al proceso de la Independencia, elaborados en épocas distintas y que se superponen unos a otros. Todas estas piezas dan cuenta de la manera como -durante doscientos años- se han configurado las memorias o representaciones sobre la Independencia por parte de diferentes actores e instituciones como museos, archivos, academias, universidades y otras organizaciones sociales y políticas. ¿Cómo hemos contado nuestra historia?2

La exposición está conformada por 200 piezas, 130 imágenes de apoyo, 14 videos y 10 audios con fragmentos de programas de televisión, de cine y de radio3. Narraciones (textuales y visuales), pinturas, monumentos, manuales escolares, estampillas, billetes, representaciones audiovisuales (producciones radiales, de cine y de televisión) y otro tipo de fuentes históricas, evidencian la manera como se han ido construyendo y legitimando ciertas lecturas del pasado. La mayoría de estos objetos proceden de las mismas colecciones del Museo Nacional, así como de otros acervos importantes (Biblioteca Nacional, Casa Museo Quinta de Bolívar, Banco de la República, Museo de Arte Colonial, entre otros). Así mismo, aparecen aquí y allá, documentos, propuestas e intervenciones artísticas que representan la participación de los sectores populares y subalternos en el proceso histórico de la independencia, o bien que señalan los vacíos y silencios a los que los ha sometido la historiografía oficial4. Por supuesto, son pocas pinceladas en el mar de héroes y cuadros de batallas, lo cual nos dice mucho de cómo se ha representado nuestro pasado de "emancipación"5.

La exposición tiene dos objetivos: primero, revisar las representaciones construidas sobre la independencia para someterlas a un juicio crítico, de-construir, des-mitificar y des-naturalizar la historia que se nos ha contado; y segundo, hacer un reconocimiento a aquellas personas y colectivos humanos que fueron indispensables en el proceso de independencia y establecimiento de la nación colombiana, pero que en virtud de su género, condiciones étnico-raciales o sociales, quedaron excluidos del relato histórico hegemónico, para así retribuirles su lugar en la historia.

Estos objetivos se resuelven en la misma propuesta museográfica, mediante dos estrategias que pude identificar: 1) los recursos interactivos, que permiten a quien recorre la exposición intervenir y participar directamente en la historia, transformando sus imaginarios sobre ésta y convirtiéndose en su protagonista. Por ejemplo, Siembre un árbol de libertad, Bolívar y la alegoría de América, y Haga usted mismo su acta de Independencia6; 2) Los cuestionamientos. Entre pieza y pieza, y entre texto y texto, emergen sugerentes enunciados que invitan al visitante a cuestionarse sobre cómo se nos ha contado la historia, tales como "¿hay que vestir el tricolor para ser colombianos?", "¿podemos dividir la historia entre buenos y malos?", "¿se puede ser independiente sin ser libre?, etc. Estas estrategias además son estimuladas por los servicios educativos que ofrece el Museo, como talleres y visitas guiadas especializadas7.

***

La muestra tiene tres momentos, divididos en igual número de salas: Portal de las Américas (ubicada en la sala 7, Fundadores de la República, segundo piso), Estación Héroes (ubicada en la sala 11, Emancipación y República, segundo piso) y Estación Pueblo (ubicada en la sala de exposiciones temporales Gas Natural, primer piso). La metáfora de Transmilenio8 está acompañada por los tres colores de la bandera colombiana, que atraviesan el suelo del Museo guiando al visitante hacia las salas.

Portal de las Américas discute las primeras representaciones de los conceptos de libertad, independencia y territorialidad. Explica tanto las ideas políticas que influyeron en el proceso de independencia9, como las primeras nociones de lo nacional, plasmadas en las alegorías de la india América en las primeras monedas colombianas.

También se muestran, mediante medallas y órdenes, las primeras jerarquizaciones sociales (evidenciadas en lo militar) al interior de la nueva república. Es de resaltar la primera pieza de la sala, que abre la exposición: el retrato de Fernando VII, colgado al revés, casi "ahorcado", que nos recuerda una práctica de resistencia a la monarquía española en la villa de Honda hacia 1819.

La Estación Héroes es mucho más extensa, pues aborda una gran variedad de temas: la construcción (mitificación) de la figura de los héroes, la participación y agencia histórica de las mujeres, lo bélico como un tema privilegiado en la historia de la independencia, y la actualización de la historia mediante las conmemoraciones históricas, especialmente la del centenario de 1910. Lo primero que el visitante se encuentra es la densidad de las representaciones10 del héroe, manifestada en la multiplicidad de retratos y representaciones de Bolívar, el libertador. Se plantean diferentes cuestionamientos, tales como ¿los héroes son como los pintan?, ¿cuáles héroes conformaron el panteón nacional y cuáles fueron excluidos?, ¿los héroes nacen o se hacen?, etc. Un tema clave en esta parte de la exposición es el del martirio, y el cuestionamiento al legado de Caldas o, en especial, el de Ricaurte. Igualmente, es de gran importancia la irrupción de las mujeres en la narrativa histórica del Museo. Se plantea al visitante lo indispensable de su papel como guerreras e intelectuales rebeldes, y se formulan preguntas como: ¿cuál es la situación de las mujeres hoy en día?, ¿por qué Policarpa Salavarrieta es la única mujer heroína que recordamos, la única que logró hacerse un lugar en la iconografía patria?

Sólo un momento se centra en el 20 de julio y el florero de Llorente, lo cual es magnífico porque se resta peso a esta fecha y a este objeto como los mitos fundacionales de la nación. El problema de la guerra se plantea en estos términos: la independencia no sólo se logró en el campo de batalla. Se presentan los óleos de José María Espinosa, el abanderado de Nariño, sobre la campaña del sur, y se deconstruye la batalla de Boyacá como un hito vital en la monumentalización del pasado efectuada por la historia patria. Finalmente, en el corredor del centro de esta sala se presentan diferentes conmemoraciones de la independencia, que hacen reflexionar al visitante sobre cómo en diferentes momentos y contextos los significados sobre el pasado han sido disputados por élites centrales y locales, en busca de la legitimación de diversos proyectos políticos, como el de unificación nacional en 1910, fecha del centenario. También se hace un análisis genealógico que deja al desnudo la arbitrariedad de establecer fechas como el 20 de julio o el 7 de agosto como fiestas cívicas nacionales.

Estación Pueblo es, a mi modo de ver, la estación más relevante en cuanto a los objetivos planteados por la exposición: hace irrumpir en la representación del pasado, las pequeñas -pero importantesvoces de la historia11. La participación popular puesta de manifiesto con la referencia a la revuelta de los comuneros (1781) y su representación negativa (un pueblo embriagado por el poder de la libertad, al decir de Caldas), como por ejemplo en los relatos sobre el 20 de julio de 1810; la participación del negro (y su ausencia en las representaciones oficiales); la participación del indígena (y concretamente de la mujer indígena)... Todos estos actores y dimensiones de la historia son registrados y aparecen en primer plano en esta sala. Adicionalmente, se presenta el cuestionamiento "¿Estamos todos de acuerdo?", para señalar que los colombianos no siempre hemos elaborado un consenso en torno a la comunidad política en que deseamos vivir, ni hace doscientos años ni ahora. Agualongo, ese realista mestizo del sur del país, es la piedra en el zapato que representa el disenso en la construcción de la nacionalidad colombiana. Así mismo, los videos de la minga o de los estudiantes en la plaza de Bolívar, destacan la agencia histórica de los sectores subalternos y populares, mientras que la plaza que se encuentra en la mitad de la sala invita al visitante a creerse parte de esta historia.

***

El título de la exposición no concuerda muy bien con el contenido de la misma, ya que hace alusión al "grito" de independencia, es decir, vuelve a resaltar (reproducir) el mito fundacional legitimado en la historia patria, el grito, el florero, el establecimiento de la junta de gobierno de Santafé el 20 de julio de 1810 (mito claramente problematizado al interior de la exposición). Sin embargo, es importante su formulación en plural: "las historias de un grito", pues reconoce a múltiples actores y trayectorias históricas.

El punto más débil de la muestra fue su campaña publicitaria, conocida como "Che Bicentenario", protagonizada por un personaje argentino que promueve el eslogan "Ningún colombiano tiene excusa para no conocer su historia"12. La creación de un personaje que responde a un estereotipo cultural (argentino prepotente amante del fútbol) le resta seriedad y credibilidad a la exposición, pese a que la intención detrás de la campaña obedezca al interés de acercar al público al museo a través del humor, en un lenguaje más amable y menos académico, lo cual, de por sí, es importante y necesario. Pese a las buenas intenciones, "Che Bicentenario" transmite contenidos históricos confusos o erróneos (por ejemplo: "la pola era una cebadora de mate"). Por otro lado, en la página web de la campaña se diseñó un espacio para que los ciudadanos le hicieran preguntas sobre la independencia al argentino. Sus respuestas carecían de rigor histórico y en ocasiones eran políticamente excluyentes con algunos sectores sociales13. El problema esencial de la campaña "Che Bicentenario" es que se trata del rostro de la exposición, del "gancho" que invita al público a visitarla. "Che Bicentenario" circuló en las invitaciones, en la página web y en los pendones exhibidos en la fachada del Museo. Como resultado, se asoció la exposición, de un excelente trabajo curatorial y museográfico, con tan mala y complicada campaña.

Otro problema de la exposición, en términos de la experiencia del visitante promedio del Museo Nacional, es su extensión. De las tres salas, Estación Héroes es especialmente extensa y cargada de información. Si bien la razón de ser de esta sala es la puesta en evidencia de la construcción discursiva (visual y textual) de los héroes y símbolos patrios, lo cual indiscutiblemente es importante, uno puede notar que se sigue dando importancia a lo mismo de siempre: es decir, el relato patrio, cosido a partir de las colecciones del museo. Según mi criterio, Estación Pueblo es la parte más importante de la exposición, como ya lo argumenté con anterioridad. Tristemente, muchas de las personas que visitan la exposición están ya física y mentalmente cansadas en esta tercera estación, y gran parte no le da la importancia que se merece. Mi consejo siempre ha sido "comienza por la Estación Pueblo", a pesar de que el mapa de visita que le dan al visitante junto con la boleta de ingreso, asegure que es "indispensable" seguir el orden propuesto.

La curaduría de arte e historia del Museo Nacional de Colombia ha tenido que dar la pelea para presentar y legitimar esta exposición, pues ella implica una "profanación de reliquias", una impugnación a los paradigmas historiográficos y culturales en medio de los cuales el Museo Nacional se erigió como institución. Como historiador, aplaudo esta lucha, apoyo esta labor, necesaria en pro de una historia más incluyente y abierta. Sin embargo, creo que hay que ser más audaces, es decir, hay que prolongar la lucha. No es admisible que una exposición temporal sea la que nos cuestione sobre nuestra historia y la constitución de nuestra nación, de nuestra identidad como comunidad política. El Museo Nacional tiene que seguir mutando: no sólo en el discurso, sino también en su propuesta museográfica y en su misma estructura física... No es justo que con las últimas lluvias del invierno, la Estación Pueblo desaparezca dado su estatus de "Temporal", mientras que "Fundadores de la República" o "Emancipación y República" continuarán siendo "Permanentes".


Pie de Página

1El equipo de investigación de la exposición estuvo conformado por: Olga Isabel Acosta, Yobenj Aucardo Chicangana, Cristina Lleras, Antonio Ochoa, Amada Carolina Pérez, Juan Ricardo Rey, Carolina Vanegas y Maite Yie.
2Texto curatorial, Panel introductorio, Portal de las Américas. Las itálicas son mías.
3Ver http://www.museonacional.gov.co/sites/bicentenario_site/ (consultado el 15 de agosto de 2010).
4Las pelucas afro sobre los bustos de Simón Bolívar o Epifanio Garay (Nelson Fory, La historia nuestra, caballero, 2008), las canciones sureñas de Bambarabanda (El baile de los obligaditos, 2008), o la propuesta de video de Libia Posada (Sin título, 2010) son ejemplos de estas "irrupciones de memoria".
5A partir de los mismos objetos (documentos-fuentes) que constituyen la muestra, podemos darnos cuenta de cuáles son los personajes, los acontecimientos y los sectores que han sido privilegiados en la historiografía y la cultura colombianas por más de doscientos años. No es gratuito que los grupos subalternos no aparezcan en retratos o que sean retratados en términos negativos, por lo cual son intervenciones artísticas o políticas más actuales las que nos dan cuentan sobre éstos.
6La primera propuesta es un árbol compuesto por "hojas" que los visitantes llenan con sus manifestaciones relativas al bicentenario de la independencia. La segunda se trata de un performance en el cual los visitantes pueden representar a Bolívar o a la india América en una (sub)versión del cuadro Bolívar libertador y padre de la patria (1819), de Pedro José Figueroa. La tercera propuesta que menciono está compuesta por un gran tablero en blanco y cientos de palabras inscritas en fichas que se pueden pegar en el tablero magnético en el orden que el visitante decida, para redactar su propia acta de independencia.
7Los servicios educativos y actividades relacionadas con la exposición están publicados en: http://www.museonacional.gov.co/sites/bicentenario_site/actividades.html (consultado el 15 de agosto de 2010).
8Transmilenio es el sistema de transporte masivo en Bogotá. Las dos primeras salas retoman nombres de estaciones del sistema.
9Es especialmente interesante aquí el influjo de las ideas religiosas: Santa Librada o la Virgen de Chiquinquirá fueron muy importantes en los primeros momentos de la independencia, y siguen siendo símbolos vigentes dentro de la cultura popular colombiana. Que la estatua de la santa se pueda tocar, además, es un punto a favor de la propuesta museográfica.
10Este concepto, que tomo de Amada Carolina Pérez, hace referencia a la superposición y el entrelazamiento de múltiples representaciones visuales y textuales sobre un personaje o hecho pasado, que tornan más complejas su interpretación y su aprehensión. Amada Carolina Pérez, "La Independencia como gesta heroica en el continuo histórico nacional: la 'densidad' de la representación 1880-1909", en Las historias de un grito. Doscientos años de ser colombianos. Catálogo de la exposición temporal del mismo nombre, ed. Museo Nacional de Colombia (Bogotá: Museo Nacional de Colombia, 2010).
11Ranajit Guha, Las voces de la historia y otros estudios subalternos (Barcelona: Cátedra, 2002).
12Cabe aclarar que esta fue una iniciativa externa al Museo Nacional, desarrollada por una agencia de publicidad contratada por el Museo para tal fin. Ver: http://chebicentenario.com/ (consultado el 15 de agosto de 2010).
13Hasta donde pude averiguar, la agencia de publicidad contrató a un historiador para responder las preguntas que eran enviadas al personaje. Sin embargo, después de ver las críticas contra la campaña, la curaduría de arte e historia del Museo Nacional pasó a ocuparse directamente de las respuestas.

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