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Memoria y Sociedad

Print version ISSN 0122-5197

Mem. Soc. vol.15 no.31 Bogotá July/Dec. 2011

 

RESEÑAS

Ileana Rodríguez y Josebe Martínez (Ed.).

Estudios transatlánticos
postcoloniales: narrativas comando-sistema mundo.

México: Anthropos-Universidad
Autónoma Metropolitana, 2010, 384 pp.

Carlos Rojas Cocoma
Doctorado de Historia, Universidad de los Andes
mailto:rojascocoma@yahoo.com


La editorial mexicana Anthropos se lanza a la empresa de un proyecto editorial que busca unificar, en palabras de su coordinadora, a "un grupo de académicos que ha venido trabajando la colonialidad del poder ligada al sistema mundo durante algún tiempo, y que son fundadores de corriente de pensamiento paradigmático". Este es el primer tomo de un proyecto de cuatro libros que pretenden establecer una serie de cruces entre la historiografía, la geografía y los estudios culturales, en aras de producir una investigación que entienda la relación centro-periferia y el estudio global de los procesos modernos entre América y Europa.

Con este libro hay que ir despacio, pues se entiende que se trata de voces recogidas a través de eventos, coloquios, encuentros y demás participaciones académicas que ha permitido recoger todo tipo de opiniones. La mirada de la investigación española o la mexicana, pero sobre todo la estadounidense —más que todo de autores hispanoamericanos que trabajan en las universidades estadounidenses—, pretenden establecer puntos afines a partir de estudios de caso, posturas contemporáneas y definiciones de autores "teóricos" (una definición muy confusa) provenientes, principalmente, de la rama de los "estudios culturales", y que han compuesto un armazón afín a todos los trabajos. Esta diversidad de miradas, contrario a lo que se espera, lejos de producir un panorama novedoso e interesante como lo sugiere su críptico título, pone en evidencia la ausencia de un objetivo claro, más allá de la pretensión de vincular autores que utilizan la teoría postcolonial con otros que pretenden reconstruir una historia desde el Atlántico.

Uno de los puntos más complejos de varios de los textos es la manera tan simplista de exponer lo que es considerado teoría. Aunque nunca hay un ejercicio de pretender definirla, queda claro que lo que se entiende como tal es el uso de "fórmulas" simbólicas que establecen modos de análisis de prácticamente cualquier cosa. Ello explica que en un solo texto encaminado a analizar lo denominado "transatlántico", existan estudios de prácticamente todo: desde el Popol Vuh hasta el esclavismo en Jamaica, desde la literatura boliviana contemporánea hasta René Descartes, desde Hegel hasta Lacan, desde Derrida hasta la globalización. Lo curioso del asunto es que, lejos de ser considerada una herramienta hermenéutica, algo que sirva para interpretar un objeto de estudio, la "presencia teórica" muchas veces no pasa más allá de un lugar común, un juego retórico,una estrategia para que la investigación se acomode a un lenguaje contemporáneo, propio de una definición de algunos estudios culturales. Un ejemplo es la introducción del ensayo de Rocío Quispe-Agnoli, "develando colonialidades":

Entiendo aquí "identidad" en el sentido más amplio del término, aquello que nos define en una variedad de formas y de acuerdo con un amplio abanico de criterios. Esta idea de "identidad" puede adoptar términos que refieren genotipos y lugares. Dichos genotipos pueden ser tan obvios como nuestro lugar de nacimiento, el lugar desde donde miramos al mundo en un momento determinado de nuestras vidas, o tan complejo y borroso como nuestras posiciones en sociedad (186).

Decir que la identidad puede serlo todo, aunque es una definición flexible, realmente aporta poco al estudio de la colonialidad, y revela la mala comprensión del horizonte teórico planteado por el libro en su conjunto. Una forma aun más confusa, también pretendiendo definir identidad, es la que sugiere el texto "cuando el otro habla, entre el silencio y la performatividad":

El otro no existe en sí mismo, como construcción aislada e hipostasiada con la que nos confrontamos, el otro existe en el marco de una relación que entreteje distintos actores, tiempos y espacios (con lo que la temática del otro trasciende sus límites para proyectarse sobre nosotros mismos). Pensar al otro es pensar, en un plano analítico, la relación que se establece entre lo mismo y lo otro pero es también pensar, en un plano experiencial, las formas sociohistóricamente concretas en las que acontece dicha relación […] La reflexión que aquí se presenta tiene como objeto acercarse a esta problemática (209).

Nunca queda claro cuál es la problemática y probablemente los autores tampoco lo sepan. Lo que sí se entiende es que el texto, para presentar el problema, necesita utilizar un lenguaje que dé cuenta de un conocimiento de la obra de Lacan, aunque sólo sirva para enredar y hacer estéril una interpretación de la relación entre el Yo y el otro. Aquí es donde la definición de "pensamiento paradigmático" que usa la editora, adquiere un punto polémico, pues si por paradigma entendemos una retórica particular, y la lectura de textos psicoanalíticos, filosóficos o, incluso, literarios como "autoridades" ineludibles, —lo cual dicho sea de paso es contradictorio en autores cuya reflexión giraba justamente alrededor de "escapar" al lenguaje—1 , estamos ante un problema mayor para las ciencias sociales. ¿Estamos ante una clase de pensamiento que pretendiéndose moderno o postmoderno, busca establecer dogmatismos a los cuales resulta imposible escapar? ¿Será que según ellos ya no se puede analizar de otra forma que no sea estableciendo lecturas derrideanas del mundo? ¿Por qué un libro que pretende ampliar un panorama, además de reducirlo al ya reducido análisis de Walter Mignolo sobre el centro y la periferia, pasa por encima de investigaciones y modelos tan interesantes y mucho más prolíficos y útiles como los sugeridos por la Histoire Croisée, las historias conectadas e, incluso, las propuestas de historia global que todavía resultan tan llamativas y que ofrecen una discusión, si bien menos filosófica, quizás más útil para todo aquel que pretende entender un problema desde una perspectiva intercultural?

No en todos los artículos del libro los textos entran en el sentido que pretende la editora. Así, hay textos que se quedan en lo transatlántico, otros que se quedan en el postcolonialismo, y muy pocos los que se acercan a las dos vertientes. En ello, los problemas trabajados en cada ensayo difuminan el grado de un proyecto que además condensará tres tomos más. El título, engorroso y pantanoso, obedece a un problema esencial, la comprensión que se tiene respecto a las nociones de teoría, de método y de investigación. Las falencias de este texto, por ende, trascienden los límites de una reseña crítica, pues al analizar un compendio de esta magnitud, estamos enfrentando los modelos en que se está construyendo la historia y los estudios culturales en el entorno académico contemporáneo. Si Ileana Rodríguez y Josebe Rodríguez, como dice la contra solapa del libro, pretenden abrir "un debate de campo hasta hoy ignorado en nuestros estudios académicos" resulta un gran error, por ende, haber ignorado los pasos que las ciencias sociales como la sociología (Wallerstein, Giddens, Castells) o la historia (Pagden, Bayly, Gruzinski) han dado alrededor de estos temas. En cambio, limitarse a una lucha por un estudio y lenguaje que en su afán de novedad ya nos parece arcaico, y una defensa casi dogmática a las propuestas de Dussel y Mignolo, los "Teóricos paradigmáticos", sin reconocer las fisuras que tienen estos autores en su reducción del problema de la globalización y la modernidad a una representación de centro-periferia, es presentar un texto que se queda en postulados reduccionistas que no aportan mucho al vasto debate de la globalización, el poder y la historia, que pudieron ser las intenciones de dicho proyecto.

El ensayo del autor y coeditor del libro Josebe Martínez es el que mejor permite revelar el entramado amorfo de este proyecto. Se trata de un texto que comienza citando a Hegel, y pasa por Foucault —infaltable—, para entrar a analizar la situación de España ante la independencia de Cuba. Al describir el rol de los españoles, dice lo siguiente:

Los españoles coetáneos de la conquista que, como mencionamos, temían más a la infamia que a la muerte, enardecieron su identidad con el imaginario americano. Los diarios y las cartas de Colón serían el grafo del deseo: la interrelación de las tres dimensiones que estructuran la subjetividad: el deseo, el lenguaje y el inconsciente. El deseo que desea crear demanda: el deseo que desea el deseo del otro (55).

Sin pretender jugar al mismo lenguaje, está aquí buena parte de la explicación a esta clase de textos: la intención de figurar actores del presente, el deseo de una comunidad académica contemporánea, en problemas del pasado. A juzgar por las instituciones universitarias de la mayoría de los escritores de esta compilación, se pueden entender tres puntos de vista centrales: por una parte, los investigadores hispanoamericanos que han desarrollado una vida académica en Estados Unidos, y que han encontrado en esferas como la de los estudios poscoloniales un espacio en el cual poner a hablar sus propios estudios de caso que, hasta entonces, no debían por qué interesar a ningún intelectual anglosajón que no se relacionara con el tema. Por otra parte, los investigadores españoles que, a través de eventos en uno y otro lado del Atlántico, buscan legitimar la en ocasiones desprestigiada Universidad española dentro del entorno anglosajón, y han encontrado en la coyuntura de los estudios "transatlánticos"la excusa para decir por qué es importante conocer lo que ellos investigan.

Una tercera línea, y es la que rescata el valor de esta publicación, es la que corresponde a autores que, conociendo el entramado teórico e historiográfico vigente, analizan críticamente la intención de una perspectiva global, y logran la emergencia de nuevas interpretaciones desde un sentido reflexivo. Se trata de Brad Epps y Julio Ortega, quienes cuestionando uno de esos puntos de vista "paradigmáticos" establecen un panorama diferente del estudio global. Sus textos le quitan a la compilación su carácter homofónico y abren la oportunidad al debate. Epps cuestiona el origen académico de dichos estudios:

[…] los diversos simposios organizados […] en la Universidad de Brown han contribuido a modelar lo transatlántico conforme al ya mencionado bucle hispano-americano, con la Nación-Estado de España como protagonista o co-protagonista casi obligatorio (130).

Después, en un análisis demoledor hacia un autor de apellido Gabilondo, presenta una crítica que además podría ajustarse a la naturaleza del libro que la incluye:

[…] por un afán de dialogar con teóricos como Frederic Jameson, Slavoj Zizek, Jean-Francois Lyotard, Homhi Bhabha, Jurgen Habermas […] pretende desarrollar un enfoque transatlántico teórico que se queda en nada. […] y lo que es más, en clave insistentemente hispánica (131).

En el caso de Julio Ortega, su cuestionamiento se dirige al lenguaje en el que, justamente, se inscribe buena parte de los ensayos del texto:

Se puede concluir que, en torno a este fin de siglo, el predominio de los grandes modelos teóricos fue excedido por su misma conversión en sistema de autoridad. […] fueron derivando en moneda corriente, mero poder académico y novedad mediática (77).

Podemos decir que, aunque se estimula la idea de que los estudios culturales son un lugar de innovación científica y epistemológica, los estudios transatlánticos y las lecturas de los "subalternos"se venían dando con mejor solidez y desde una estructura menos logocéntrica y más rigurosa desde tiempo atrás y con mayor solidez en disciplinas más tradicionales. En el libro presentado, la apuesta de un campo de estudio que se proclama "novedoso" se cimienta sobre las débiles columnas de un híbrido teórico sin claridad, que al pretender una "área teórica novedosa", llega a lugares comunes ya conocidos: que la historia se encuentra en las relaciones y no en los actores, que puede ser transnacional, y que debe escapar a la tradición. El presente libro nos habla de una moda, y como tal, puede que sea más interesante como patología del pensamiento contemporáneo, antes que indicarnos realmente posibilidades de estudiar la historia de manera integral en un entorno global, o como el título sugiere de forma incómoda: Estudios transatlánticos postcoloniales en narrativas comando de sistemas mundo. De todas maneras, después de leerlo queda en el aire la necesidad de alcanzar lo que su título promete.


Pie de página

1Al respecto, y sobre la crítica del abuso intelectual de Lacan, Althusser, Debray y otros, ver Jacques Bouveresse, Prodigios y Vértigos de la analogía: sobre el abuso de la literatura en el pensamiento (Buenos Aires: Libros del Zorzal, 2005).


obras citadas

Bouveresse, Jacques. Prodigios y Vértigos de la analogía: sobre el abuso de la literatura en el pensamientoo. Buenos Aires: Libros del Zorzal, 2005.         [ Links ]

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