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Memoria y Sociedad

Print version ISSN 0122-5197

Mem. Soc. vol.16 no.32 Bogotá Jan./June 2012

 

RESEÑAS

Palacios, Guillermo, coord.

La nación y su historia. América Latina, siglo xix.
México: El Colegio de México, 2009.413 pp.
Sebastián Vargas Álvarez1

1Pontificia Universidad Javeriana. Correo electrónico: legionesdeclio@gmail.com.
Esta reseña es el resultado de la discusión del texto en el marco del curso Historia de América siglos xix y xx (período 2012-I) de la Pontificia Universidad Javeriana. Agradezco los aportes y contribuciones de mis estudiantes para la elaboración de la misma.


En 1987 se publicó Convenciones contra la cultura2, una obra pionera en la que el historiador colombiano Germán Colmenares abordó el problema de la relación entre los proyectos de construcción nacional latino americanos -en especial en su dimensión cultural-identitaria-y la elaboración de relatos historiográficos dominantes -historias patrias-en el siglo xix, a partir del análisis de las obras históricas representativas de autores tales como Restrepo, Mitre, o Bello. Dos décadas después, en 2009, apareció La nación y su historia. América Latina siglo xix, un volumen colectivo editado por El Colegio de México, que aborda el mismo problema que el texto de Colmenares, pero que aporta nuevas perspectivas y casos específicos correspondientes a nueve países latinoamericanos3. Esta lectura renovada a partir de nuevas investigaciones se convierte en un valioso aporte a la reflexión en torno a la cultura y la identidad nacionales (y su historia) en el marco de las conmemoraciones bicentenarias en la región.

El trabajo de historización de las representaciones culturales e identitarias de la nación presentes en la historia patria, nos permiten diferenciar las realidades sociales de nuestros países en el siglo xix de las "verdades históricas" que fueron plasmadas en los libros, mapas, grabados y demás formas de difusión del nacionalismo4.

Al margen de las especificidades de cada uno de los casos compilados en el volumen, en la presentación del mismo el coordinador Guillermo Palacio5 expone algunos puntos comunes entre los diferentes países. En primer lugar, se recuerda que las historias patrias son una construcción que parte de las elites criollas en un intento por consolidar y legitimar su poder en los inicios de las repúblicas, así como para definir una organización social que obedezca a sus intereses: "es la historia de las elites la que primero se inventa, como forma de justificar no tanto al Estado nacional sino a sus ocupantes, y desdibujar la presencia de los adversarios y, sobre todo, de los grupos subalternos. En ese sentido, el término, tan común, 'construcción del estado nacional' debe ser entendido como 'consolidación de las élites criollas' en el período posindependencias"6. Los relatos historiográficos son escritos en casi todos los casos desde un presente turbulento y en el cual se ven implicadas las diferentes facciones de las elites en la contienda por legitimar e institucionalizar su propio proyecto de Estado-nación. "Mientras se apoyan en el pasado remoto que construyen para fundar sus razones, escriben al mismo tiempo una historia que están viviendo en su momento, o que está umbilicalmente ligada a su contemporaneidad, y de la cual participan como actores de primera grandeza"7. Así, diferentes tensiones propias de la gestación política del Estado en el siglo xix, tales como liberal-conservador, federalista-centralista, anticlericalismo-clericalismo, etc., van a incidir en las formas como se representa el pasado y se narra la gesta nacional.

Otro elemento en común es la centralidad del período de la Independencia como el punto nodal que estructura los relatos historiográficos oficiales. "El volumen hace alusión a independencias iberoamericanas en el subtitulo porque son ellas las que marcan un hito en las visiones que las élitesregionales lanzan sobre el pasado con vistas al futuro pero en una operación que busca cimentar su poder en el presente"8. El lugar privilegiado otorgado por estas historias a la Independencia -y a los primeros años de vida republicana-implica un borramiento del pasado colonial e indígena, fenómeno al cual Colmenares se refirió como la destrucción del pasado9. En México y Perú el pasado indígena "glorioso", ligado a la experiencia de los grandes imperios prehispánicos, fue articulado al relato histórico fundacional de la nación, al mismo tiempo que el indígena del presente era considerado un sujeto degenerado (por la experiencia colonial) y que había que regenerar (inyectándole dosis de identidad y cultura nacional).

Finalmente, en todos los países, los modos de producción y argumentación de la verdad histórica se apoyaron en saberes ilustrados y científicos, como la geografía, la geología, la botánica, la química y la arqueología. Las ciencias de la naturaleza acudieron en ayuda de los relatos historiográficos para apuntalar la identidad nacional según criterios "objetivos". Estas ciencias "se usan para apoyar la construcción de una historiografía en la que la dimensión física de la nación, su flora y fauna, sus relieves y depresiones, además de las costumbres de sus habitantes, son centrales para la definición de la identidad nacional"10.

La mayoría de los autores analizan obras fundacionales de la historiografía oficial en los países que estudian. Muchos realizan un contraste entre diferentes obras históricas que se producen a lo largo del siglo, con lo cual ponen de relieve los cambios y continuidades que se presentan a nivel temático e ideológico. A continuación sintetizaré cada uno de los capítulos del libro.

El volumen se abre con "La nación argentina entre el ser y el acontecimiento. La controvertida plasmación de una visión genealógica del pasado nacional", de Elías José Palti11. Allí, el autor reconstruye la forma en que se intentó construir una genealogía de la nación argentina a partir del análisis de Historia de Belgrano y la independencia argentina (1867 y 2a ed. 1887), de Bartolomé Mitre.

En un segundo momento, Juan Carlos Vélez12, en el capítulo ya citado, presenta la historia de la escritura y un análisis de Historia de la Revolución de la república de Colombia en la América Meridional (1827 y 2da ed. 1858) de José Manuel Restrepo, considerado el canon de la historiografía colombiana, así como sus principales reinterpretaciones o contestaciones durante el siglo xix: la liberal-radical de José María Samper (Apuntamientos para la historia política y social de la Nueva Granada, 1853), la tradicionalista-nostálgica de Joaquín Posada Gutiérrez (Memorias histórico-políticas. Últimos días de la Gran Colombia y el libertador, 1865) y la católica-hispanista de José Manuel Groot (Historia Eclesiásticay Civil de la Nueva Granada, 1863).

Luego, Guillermo Zermeño13, en "Apropiación del pasado, escritura de la historia y construcción de la nación en México", señala cómo en este país se posicionó un estilo nacional de escritura de la historia por encima de las disputas partidistas, lo cual contribuyó a la consolidación de una identidad disciplinaria. También muestra las relaciones entre relato historiográfico y poder estatal, así como la influencia del positivismo y el evolucionismo en la escritura de la historia mexicana. Analiza las obras históricas de Francisco Javier Clavijero, Lucas Alamán, Carlos María Bustamante, Justo Sierra y Vicente Riva Palacio, entre otros.

Mark Thurner14, por su parte, en "La invención de la historia nacional en el Perú decimonónico", se remonta al siglo xviii para rastrear las principales líneas narrativas y conceptuales que permitieron la invención de una "historia del Perú" como comunidad imaginada, presentes en relatos históricos tanto escritos como visuales, como los que se pueden encontrar en la obra de José Hipólito Unanue. Se concentra, ya en el xix, en la extensa producción historiográfica de Sebastián Lorente.

Quizás el capítulo que mejor deja ver la influencia de las tensiones partidistas del presente en las interpretaciones del pasado plasmadas en las obras históricas es "La construcción historiográfica de la nación ecuatoriana en los textos tempranos", de Ana Buriano Castro15, quien analiza varias obras (y el lugar de enunciación de sus autores), dentro de las cuales se destacan dos obras contrapuestas: Resumen de la Historia del Ecuador. Desde su origen hasta 1845 (1870), de Pedro Fermín Cevallos e Historia General de la República de Ecuador (1890-1903), del entonces senador y luego obispo Federico González Suárez.

Marta Irurozqui16, en "El pueblo soberano versus la plebe proselitista. Discurso historiográfico y etnización política en Bolivia", aborda la problemática de la contribución de la historiografía y la literatura boliviana decimonónica a la polarización étnica en el terreno político que perdura hasta el día de hoy en uno de los países con mayor población indígena en Latinoamérica (el capítulo comienza citando diversos enunciados periodísticos, a favor y en contra del gobierno de Evo Morales). Además de diversas novelas y relatos literarios, estudia la Historia General de Bolivia (1922), de Alcides Arguedas.

En "Emblemas de Brasil en la historiografía del siglo xix: Monarquía, unidad territorial y evolución natural", María Ligia Coelho Prado17 analiza relatos historiográficos como História Geral do Brasil (1854-1857), del vizconde de Porto Seguro Francisco Adolfo Varnhagen y de otro tipo de representaciones culturales de la nación y sus habitantes, en especial, la obra de pintores como Victor Meirelles y la novela romántica de José de Alencar. Su estudio pone sobre el tapete la necesidad de cruzar el estudio de las obras historiográficas con otras fuentes, así como de alternar el estudio de la historia como lugar de producción de conocimiento (universidades, academias de historia, archivos históricos, etc.)18 con otros lugares "autorizados" para producir y legitimar los relatos y símbolos que dan forma a la identidad nacional (academias de la lengua, de bellas artes, etc.).

Una propuesta similar la encontramos en "De la historia natural a la historia nacional: la Historia Física y Política de Claudio Gay y la nación chilena" de Rafael Sagredo Baeza19. En este capítulo, el autor analiza la articulación entre relato historiográfico, ciencias naturales y construcción de la identidad nacional, a partir de la obra del científico francés Claudio Gay, contratado por el gobierno chileno para la redacción de una historia natural de ese país en la primera mitad del siglo xix.

El volumen cierra con "Venezuela, 1830 y 1858: los contenidos historiográficos de dos debates constitucionales", de Ezio Serrano20. Allí, el autor lee entre líneas los diversos sentidos que se le atribuyen al pasado nacional en dos debates constitucionales venezolanos, lo cual se puede advertir, por ejemplo, en la mutación de la figura de Bolívar, que pasa de villano relegado en el primer debate a héroe recuperado en el segundo.

Para terminar, quisiera hacer dos comentarios sobre la propuesta editorial reseñada. Primero, considero que es un acierto el uso de las imágenes en varios de los capítulos del libro: los casos de Perú, Brasil, y Chile. No se trata de meras ilustraciones, sino que son fuentes fundamentales para la investigación de los autores, y permiten ver las relaciones entre relato escrito (historiográfico) y relato visual (grabados, pintura, etc.); así como la relación entre saber histórico y saber científico (ciencias naturales), bellas artes y literatura.

En segundo lugar, así como el texto tiene una excelente introducción por parte del coordinador, en donde se recogen los principales problemas históricos e historiográficos que se pretenden exponer en cada uno de los capítulos, sería deseable que se hubiera incluido un epílogo que retomara las principales conclusiones, en perspectiva comparada, arrojadas por cada uno de los autores.


Pie de Página

2Germán Colmenares, Convenciones contra la cultura. Ensayos sobre la historiografía hispanoamericana del siglo xix (Bogotá: Tercer Mundo, 1997).
3El libro ofrece una lectura panorámica que incluye a casi la totalidad del subcontinente (nueve países). Sin embargo, un punto débil es que no se recoge la experiencia de construcción de historias patrias en Centroamérica o el Caribe.
4Walter Mignolo, en su libro La idea de América Latina nos recuerda la importancia de separar las palabras de las cosas: las representaciones y relatos visuales, cartográficos o históricos de las realidades sociales que estaspretenden significar, delimitar y clasificar. De esta forma, se ocupa en construir una genealogía del concepto de "América Latina". Walter Mignolo, La idea de América Latina, la herida colonial y la opción decolonial (Barcelona: Gedisa, 2007).
5Doctor en Historia de la Universidad de Princeton. Profesor investigador del Centro de Estudios Históricos de El Colegio de México, del cual fue director entre 2001 y 2007.
6Guillermo Palacios, coord., La nación y su historia. América Latina, siglo xix (México: El Colegio de México, 2009), 10.
7Palacios, La nación y su historia, 10.
8Palacios, La nación y su historia, 12.
9Existen contrapesos historiográficos interesantes, como es el caso de la Historia eclesiástica y civil de la Nueva Granada de José Manuel Groot, analizado en el segundo capítulo del libro. Ver, Juan Carlos Vélez "Las luchas narrativas de una nación escindida. La historiografía colombiana del siglo xix", en Palacios, La nación y suhistoria, 39-80.
10Palacios, La nación y su historia, 13.
11Doctor en Historia de la Universidad de California en Berkeley. Profesor de la Universidad de Quilmes e investigador de Conicet.
12Doctor en Historia de El Colegio de México. Profesor del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia.
13Doctor en Ciencias Sociales con especialidad en Historia de la Universidad de Frankfurt. Profesor investigador del Centro de Estudios Históricos de El Colegio de México.
14Doctor en Antropología de la Universidad de Wisconsin. Profesor asociado de historia y antropología en la Universidad de Florida.
15Doctora en Estudios Latinoamericanos de la UNAM. Profesora investigadora del Instituto José María Luis Mora de Investigaciones Sociales.
61Doctora en Historia de América de la Universidad Complutense de Madrid. Científica titular del Consejo Superior de InvestigacionesCientíficas (CSIC).
17Doctora en Historia de la Universidad de São Paulo, profesora del Departamento de Historia de la misma institución.
18Michel de Certeau, La escritura de la historia (México: Universidad Iberoamericana, 2006).
19Doctor en Historia de El Colegio de México. Trabaja en la Pontificia Universidad Católica de Chile y en la Biblioteca Nacional.
20Doctor en Historia de la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas. Actualmente coordina el proyecto Cátedra Bolivariana Virtual.

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