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Memoria y Sociedad

Print version ISSN 0122-5197

Mem. Soc. vol.17 no.35 Bogotá June/Dec. 2013

 

Las memorias tipificadas del franquismo y de la transición española

Typified Memories of Francoism and the Spanish Transition

As memórias tipificadas do franquismo e da transição espanhola

Víctor Sampedro Blanco

Universidad Rey Juan Carlos (Madrid, España) victor.sampedro@urjc.es

Bruno Carriço Reis

Universidad Autónoma de Lisboa (Lisboa, Portugal) Miembro del capp (ISCSP/PT) y del neamp (PUC-SP/BR) breis@ual.pt

José Manuel Sánchez-Duarte

Universidad Rey Juan Carlos (Madrid, España) josemanuel.sanchez@urjc.es

El presente artículo profundiza la investigación desarrollada por Bruno Carriço Reis en su tesis doctoral "De la dictadura a la democracia; recuerdos y olvidos de la transición política española. Medios de comunicación y reconstrucción de la(s) memoria(s) colectiva(s) en España (2009)" de la Universidad Rey Juan Carlos y Pontificia Universidade Católica de São Paulo, financiada por la Fundação da Ciência e Tecnologia de Portugal.

Fecha de recepción: 1 de febrero de 2013 Fecha de evaluación: 24 de abril de 2013 Fecha de aprobación: 29 de mayo de 2013


Cómo citar este artículo

Sampedro Blanco, Víctor; Bruno Carriço Reis y José Manuel Sánchez-Duarte. "Las memorias tipificadas del franquismo y de la transición española". Memoria y sociedad 17, no. 35 (2013): 144-162.


Resumen

La memoria histórica se ha convertido en un tema de total relevancia mediática y política en España, en particular desde la aprobación en el congreso de los diputados de la Ley 52 de 2007, "por la que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas a favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la guerra civil y la dictadura". En este estudio reflexionamos acerca de cómo los medios de comunicación proponen un debate público del franquismo y de la transición española. Recurrimos a 32 grupos de discusión y analizamos cómo la historización mediática de la dictadura y de su legado sociopolítico es incorporada en los discursos sociales de los públicos. Examinamos así la memoria mediatizada, aquella que se construye en el proceso de negociación colectiva de los acontecimientos históricos, y constatamos empíricamente ocho tipos ideales de memorias en España, aquellas cuyos recuerdos están marcados por el entorno sociopolítico, la generación y el grado de politización.

Palabras clave: Memoria colectiva, Tipos ideales, Historización mediática, Franquismo

Palabras clave descriptor: Estado social de derecho, España-Aspectos sociopolíticos, España-Política y gobierno, Opinión pública- Memoria colectiva


Abstract

Historical memor y has become a really relevant topic in Spanish media and politics, particularly since the adoption in the Congress of Deputies of the law 52 of 2007, "by which rights are recognized and extended and there are measures established to benefit those who suffered persecution or violence during the civil war and dictatorship. " In this study we reflect on how the media propose a public debate on Francoism and the Spanish transition. We used 32 focus groups and analyzed how the media historization of the dictatorship and its socio-political legacy is assimilated in the social discourses of the audience. That is how we examined the mediated memory, the one that is built on the collective process in which historical events are negotiated. We also found empirically eight types of ideal memories in Spain, those whose memories are influenced by the sociopolitical environment, the generation and the degree of politicization.

Keywords: Collective memory, Ideal types, Historicizing media, Francoism

Keywords plus: Social state, España, sociopolitical aspects, España-Politics and government-public collective memory


Resumo

A memória histórica tem se tornado tema de total relevância mediática e política na Espanha, em particular desde a aprovação da Lei 52 de 2007 no congresso dos deputados, "pela que reconhecem e estendem-se direitos e estabele-cem-se medidas em favor de aqueles que sofreram perseguição ou violência durante a guerra civil e a ditadura". Neste estudo refletimos acerca da forma que os meios de comunicação propõem um debate público do franquismo e da transição espanhola. Recorremos a 32 grupos de discussão e analisamos como é que a historização mediática da ditadura e seu legado sociopolítico é incorporada nos discursos sociais dos públicos. Examinamos assim a memória midiatizada, aquela que constrói-se no processo de negociação coletiva dos eventos históricos, e constatamos empiricamente oito tipos ideais de memórias na Espanha, aquelas cujas lembranças estão marcados pelo entorno sociopolítico, a geração e o grau de politização.

Palavras chave: Memória coletiva, Tipos ideais, Historização mediática, Franquismo

Palavras descriptivas: Estado social, España, Aspectos sócio-políticos, España-política e memória colectiva pública do governo


Introducción

En este artículo abordamos el rol que juegan los medios de comunicación en los procesos de socialización de la memoria colectiva española, frente a otras instancias socializadoras hasta ahora más valoradas y estudiadas. A continuación resumimos el debate significativo acerca del concepto central de este artículo: la memoria colectiva. En un segundo momento reflexionamos sobre cómo la ficción histórica dialoga con la narrativa historiográfica. En un tercer apartado vemos cómo el entretenimiento de la cultura popular genera representaciones del pasado. No en vano empleamos como estímulo de los 32 grupos de discusión con los que trabajamos un capítulo de una de las series televisivas de mayor audiencia, Cuéntame cómo pasó1. En un cuarto momento exponemos la identificación de ocho tipos ideales de memoria colectiva para el caso español que tenían asociados diferentes discursos públicos. Finalmente, en el último epígrafe, reevaluamos cómo los conceptos de marcos sociales que aplicamos empíricamente (centrales en nuestro estudio) nos permiten determinar cómo se conforman las memorias colectivas en España.

La conceptualización del pasado, encuadrar una teoría del recuerdo social

Actualmente la memoria colectiva ocupa una posición preeminente en el debate social. Vivimos sobre el signo de la "retromanía"2. El síndrome del pasado esta recomponiendo las identidades, "los archivos crecen, las fechas de rememoración se multiplican y las demandas de placas conmemorativas y monumentos son permanentes. Además, los medios de comunicación de masas estructuran y organizan esa presencia del pasado en todos los ámbitos de la vida contemporánea"3. La era de la información convirtió la memoria en una "expresión discursiva".

A nuestro parecer, los medios de comunicación juegan un papel relevante en esta cuestión porque son los que confieren una dimensión pública al pasado. Esto se hace patente en las diferentes formas en las que representan los acontecimientos históricos, determinando de una u otra manera la construcción de identidades mediáticas: "En esencia los estudios de memoria colectiva representan un nuevo enfoque para uno de los mas difíciles fenómenos de la consciencia popular"4.

Repasando los aportes más significativos acerca de la temática en análisis, podemos decir que la reflexión conceptual se funda a partir de la relación entre memoria colectiva e individual5. Su inserción en el debate académico se produce en 1925 cuando Maurice Halbwachs publica Los marcos sociales de la memorié, ampliado en 1950 con su obra póstuma La memoria colectiva6. Ambos textos plantean una nueva forma de pensar, mediante la cual se puede deducir que la memoria (colectiva) prescindirá de los atributos de orden individual que le eran asociados.

Así se constituyeron los primeros estudios sobre memoria colectiva, enfocando la cuestión desde una dimensión social y no individual. Aunque "el primer testigo al que siempre podemos recurrir somos nosotros mismos"7, no nos bastamos para reconstruir nuestro propio pasado. Para ello necesitamos de terceros que, como soportes ajenos, confirmen que nuestros recuerdos no se confunden con ilusiones o suposiciones. David Lowenthal amplía este enfoque: "necesitamos de los recuerdos de otras personas tanto para confirmar los nuestros, como para darles continuidad"8. Tras los estudios de Halbwachs la memoria individual se enmarca entonces socialmente9.

La transición de una memoria individual a una colectiva es la "memoria declarativa que se expresa en el lenguaje de todos"10. Esta memoria se materializa a través de la experiencia vivida -Vorwelt—, y se convierte en la organización del mundo social capaz de constituir un patrimonio común y compartido, jugando a cohesionar y creando lazos identitarios más fuertes, construyendo los testimonios11.

Los estudios que hacen el upgrade de las concepciones clásicas de "memoria colectiva" abogan que este debe ser reemplazado por "memoria social", pues "una memoria solo puede ser social si es capaz de transmitirse y, para ello, primero debe articularse. Por lo tanto, memoria social es memoria articulada"12. Según se vayan haciendo cognoscibles los elementos del grupo, el lenguaje y la naturaleza simbólica asociada a él necesitan ser decodificadas y simplificadas para poder articularse en las transacciones comunicativas —verbales y no verbales—.

La visión del pasado se va sedimentando en los usos lingüísticos (discursos a los que atendemos en los grupos de discusión utilizados en este artículo) y en las representaciones organizadas, posibilitando que esa versión estable se constituya en un "archivo", un repertorio que permite producir una visión y un discurso perpetuado a lo largo del tiempo13. Esta descripción se materializa en un comportamiento preestablecido de sus miembros, propio de una organización regida por un proceso estructurado en el que los elementos reconocen su pertenencia a ese colectivo. Los medios de comunicación juegan un importante papel en la socialización histórica, pues al producir un discurso sobre los hechos están reconstruyendo una determinada narrativa del pasado.

Socialización y memoria colectiva. Justificación de las elecciones metodológicas

El estudio de cómo los medios de comunicación representan el pasado ha recibido muy poca atención académica. Los escasos intentos pueden englobarse en dos tradiciones analíticas14. La primera identifica y reelabora discursos y prácticas históricas y la segunda se inscribe en los estudios de los efectos mediáticos:

1) Los autores tienden a centrarse en actores, textos e instituciones de carácter oficial (aunque sean de carácter heterodoxo) y de algún modo institucionalizado (aunque sea precario). El enfoque prioritario atiende sobre todo a cómo los periodistas y los políticos elaboran y difunden un discurso sobre determinados hechos históricos que se consideran relevantes para el presente. Esta aproximación la comparten la sociología y la ciencia política que indagan los procesos "formales" de reconstrucción del pasado en la esfera pública.

Por su parte, los historiadores han asumido esta tarea pero debatiéndola sin gran transcendencia social. Los escasos estudios que interrogan a la población sobre sus recuerdos históricos indican, en trazos generales, un desinterés generalizado por el pasado. Este desinterés se debe, en especial, a que la historia se suele centrar en épocas y hechos lejanos, lo que dificulta la tarea de conectar el pasado próximo con el presente. Así, la ignorancia sobre el pasado, que también acarrea la incomprensión del presente, es una característica habitual de las sociedades15.

La historiografía contemporánea intentó paliar este desinterés postulando una "historia del presente", que retoma el significado griego de "experiencia" y reivindica una "historia vivida a partir de la cual se debe hacer la historia escrita; es decir, verdadera historiografía"16. Así, esta rama de la historia intenta establecer un nexo entre el pasado y el presente mediante un diálogo que parte desde la proximidad de una memoria colectiva. La historia construida mediante el diálogo con el presente se convierte en sociología histórica desde una perspectiva sincrónica, en la que la "experiencia histórica" se expresa como "experiencia social"17.

Por esa razón, memoria e historia, pese a no contraponerse en el estudio del pasado, generan más de un conflicto al combinarse en la tan manida memoria histórica. Como señaló Halbwachs: "la historia puede representarse como la memoria universal del género humano. Pero la memoria universal no existe. Toda memoria colectiva tiene como soporte un grupo limitado en el espacio y en el tiempo"18. Por todo ello resulta más apropiado emplear el concepto de memoria colectiva.

En concreto, este término implica conexión y continuidad con el pasado (depende siempre de una biografía) y la historia es acusada con frecuencia de discontinuidad19. La memoria recupera los hechos particulares y la historia los inserta en una relación de hechos. Así, la memoria desveló que los "métodos de los historiadores son siempre tan frágiles como sus epistemologías"20.

Sin embargo, sería falso pensar que la memoria colectiva camina por sendas ajenas a la perspectiva de la ciencia histórica, ya que "no dejan de ser dos dimensiones de una misma actividad más fundamental, la definida como pensar históricamente"21. Por ello autores como Schwartz22, ven cada vez más factible que las construcciones de la memoria colectiva integren la propia elaboración histórica.

Sin embargo, esto planteó un dilema esencial para los historiadores por la desmultiplicación de las versiones mediáticas. Frente al saber acumulativo de la historia, la memoria se presenta como un elemento multiplicador de distintos pasados que precisan de una revisión permanente. Las memorias colectivas producen micro-narrativas capaces de remontar, por sí mismas, las estructuras espacio-temporales. Por eso, la historiografía defiende que la memoria singulariza la historia23, en la medida en que antepone la memoralística a una lógica de visión de conjunto.

La memoria colectiva ha aportado un renovado carácter epistémico a las "nuevas aproximaciones académicas del proceso histórico"24. Así, "es posible que tengamos que inventar otra manera de escribir la historia"25, en especial desde que nos vimos obligados a indagar, desde la sospecha, que la sociedad "posee una especie de memoria de lo que con asiduidad llamamos historia"26.

2) La segunda tradición de la que hablábamos se inscribe en los estudios de los efectos mediáticos. Con otros autores creemos que incurre en un enfoque en exceso psicologista. Desvincula los sujetos de sus contextos de recepción (y antes de socialización) mediática, analizándolos de manera individual y de acuerdo con una relación causa-efecto: estímulo mediático-respuesta cognitiva. En el fondo, se trata de aproximaciones con un claro sesgo conductista, aplicado tanto a la información como al entretenimiento. En versiones más actualizadas se tiende a asumir "la teoría de la motivación y de la emoción en general"27. Los autores se centran en determinar los efectos generados por la exposición a los medios o registran los consumos mediáticos como generadores de determinadas gratificaciones.

Ya nos alertaba Morley28 del riesgo de esta orientación cuando criticaba los estudios de comunicación (también a determinados estudios culturales) por estos reduccionismos. Para superarlos, proponía una visión holística que contemplase a la vez una semiología del texto/imagen y de las condiciones sociológicas inherentes a la recepción y al contexto. Este era el modo de atender a la vez a una realidad micro (específica de cada realidad analizada) y macro (del contexto social en el que se produce el consumo mediático). Ya que "cada forma de entretenimiento es construida y funciona en un contexto social e histórico específico"29.

Cuéntame cómo pasó, estimular los recuerdos desde la ficción

Conscientes de estos aportes, intentamos dar un modesto paso al justificar en teoría y abordar empíricamente los objetos-sujetos de nuestro estudio y construyendo una metodología propia. Partimos de la cultura popular —la televisión como medio hegemónico—, analizando conversaciones sociales en grupos de discusión. El texto-objeto de análisis y estímulo de los grupos de discusión es una serie de ficción histórica de enorme éxito, Cuéntame cómo pasó, y que tomamos como punto de arranque para abordar el rol mediático en la formación de memorias colectivas. El sujeto es (no podría no serlo) colectivo: no los individuos, sino los públicos que (re)crean el relato mediático, entre otros muchos, solapado con otras experiencias directas o mediadas.

Desde el punto de vista metodológico, efectuamos 32 reuniones con grupos de discusión de forma exploratoria30. El enfoque cualitativo, y en especial los grupos de discusión, apenas han sido utilizados para investigar los medios de comunicación31. Por grupos de discusión entendemos una práctica metodológica orientada a producir, a través de una reunión focalizada, interacciones simbólico-efectivas mediante una unidad conversacional sobre un tema determinado. De dicha conversación brota un discurso socialmente significativo porque atiende al lugar que ocupan los distintos individuos en el entramado social.

Nuestro estudio pretende determinar cómo las memorias colectivas, fruto de los recuerdos sobre la dictadura/transición compartidos por la sociedad española, se recrean en la actualidad a partir de un universo mediático que reconstruye el pasado. La vida social se reproduce a través de la conversación, puesto que "no vivimos la realidad, sino que esta ha sido construida, seleccionada y categorizada por una lengua"32.

El trabajo que presentamos no se limita al estudio de recepción de una serie de ficción. Cuéntame cómo pasó, como producto mediático singular y popular, sirve de arranque para activar otras memorias asociadas —mediadas o vividas— a la transición. Dicha serie cuenta con el mérito de ser uno de los "programas de memoria" que mejor recuerdan las audiencias, siendo concebido como un relato "realista" que construye un "recuerdo amable del tardofranquismo"33.

Cuéntame cómo pasó recrea el espacio dialógico cotidiano: ese lugar en el que los públicos consumen mensajes mediáticos e interactúan con sus allegados. Este enfoque queda justificado porque los estudios sobre la memoria deben ocuparse de cómo el conocimiento histórico es negociado, seleccionado y orientado34. El desafío radica en conseguir un procedimiento epistemológico que se adentre en la cotidianidad35 porque "sabemos poco sobre lo que ocurre en esos momentos privados y secretos donde las ideas de los libros o lo que pasa por la televisión se combinan con las ideas y experiencias del público"36.

Consideramos Cuéntame cómo pasó como uno de los productos mediáticos que más se ha ocupado de reproducir las relaciones sociales de la transición, introduciendo en el actual panorama audiovisual español nuevas posibilidades para entender el pasado a la luz del presente debate. Las imágenes no tienen sentido social por lo que en sí mismas están desnudas. Sin embargo, sí disponen del sentido que los públicos les atribuyen en la dinámica de un grupo discursivo. Esto se debe a que "los públicos tienen una sociabilidad —interna— y una representación —externa— caracterizada por tomar partido públicamente por una agenda concreta"37. En última instancia, corresponderá a estos públicos activos la competencia de extraer y avaluar si la narración de Cuéntame cómo pasó se produce según un "criterio de verdad"38.

El episodio número 24 de la primera temporada de la serie Cuéntame cómo pasó, titulado Una larga espera39 y emitido por primera vez el 24 de abril de 2002, supone el estímulo utilizado para introducir los grupos de discusión de este estudio en el contexto que nos interesa. Como apuntamos con anterioridad, nuestro objetivo es analizar la(s) memoria(s) colectiva(s), partiendo de lecturas que los públicos hacen de las imágenes del pasado proyectadas por los medios de comunicación. La utilización de este capítulo como paso previo al inicio de los grupos de discusión se debe: 1) a la necesidad de contextualizar las épocas que queremos que sean el epicentro de la discusión: la dictadura y la transición. Gracias a ello clarificamos y acotamos los temas de debate, de manera no manifiestamente dirigida. 2) De igual modo, dicho capítulo sirve como punto de arranque para activar otras memorias mediáticas que les puedan estar asociadas.

El visionado previo al desarrollo de los grupos de discusión introduce un punto de partida que predispone la interacción posterior entre los miembros del grupo. Debido a este motivo, hemos cuidado al máximo la elección del episodio, ya que "no basta con invitar a hablar sobre una tema. Hay que presentarlo de tal manera que se desencadene una reacción"40, y que el estímulo se constituya como "provocación"41. Nuestro objetivo es, tomando como punto de partida el capítulo 24, utilizar esta serie de fuerte impacto social para aproximarnos a un tiempo que no es el presente.

El relato sobre el pasado ya no pertenece en exclusividad a la esfera de la historia y a sus detalladas narrativas. La tendencia actual se caracteriza por un registro híbrido entre ficción y realidad. Esta fusión responde, desde la incisiva lectura de Guy Debord42, a un mercado comunicacional que atiende a la "sociedad espectáculo". De tal manera, ya no se realiza ningún esfuerzo por separar estas dos lógicas, antes consideradas contrapuestas, que argumentan "estar basadas en hechos reales" para acreditar —desde la ficción— una determinada realidad histórica.

De hecho, como punto de partida nos proponíamos identificar las memorias colectivas populares que se han desarrollado en dependencia, en oposición o al margen de las élites, incluidos los investigadores de la memoria colectiva43. Nuestra reflexión se apoyaba en propuestas previas sobre el régimen de visibilidad y representación identitaria en los medios. Distinguíamos dos procesos, de normalización y marginación, que daban lugar a varias identidades no excluyentes.

En la actualidad los discursos políticos están perdiendo su poder hegemónico y no son los únicos que reivindican la línea de continuidad en el tiempo mediante políticas de identidad —manifestadas en el nacionalismo/patriotismo—. En las sociedades liberales conviven varias versiones del pasado. Los grupos minoritarios se expresan44 y una "contra memoria", como indicaron Foucault45 y Pollack46, entra en el debate social y se relaciona con la memoria oficial. Esta nueva realidad de procesos negociados47 que compaginan "memorias disonantes"48 se ha convertido en el tema de estudio más relevante de las nuevas aproximaciones a la memoria, centrándose en revelar cómo se integran los conflictos49. El cuadro 1 hace el esfuerzo de tipificar las narrativas acerca del pasado:

El debate teórico sobre el pasado de la ideología a las identidades nos indica la pertinencia de barajar, al menos, tanto las etiquetas de identidades oficiales y opositoras, como el objetivo final de debatir nuestros resultados a la luz de los procesos de normalización o marginación de los imaginarios colectivos.

Aún desconociéndolas, nos parecía que las identidades populares (asentadas en unas memorias colectivas aún por descubrir) podrían ser las más representativas (aunque no descartásemos, y no nos arroguemos ahora, ninguna representatividad estadística de los grupos analizados). Más allá del mero registro de discursos sociales, intentamos alcanzar tipos ideales que condensasen el material tan heterogéneo y confuso con el que nos enfrentamos: discursos propios y ajenos, vividos, mediados y mediáticos cuyo significado cobraba sentido en el proceso de negociación del pasado inscrito en su dimensión sociopolítica y, no menos importante, en un momento personal y colectivo concreto, el debate de la Ley de Memoria Histórica50.

A pesar de nuestra orientación académica, Ciencias de la Comunicación, concebimos los medios actuando en un entramado complejo y de forma indisociable con otros agentes de socialización, en los procesos con los que los públicos reconstruyen las imágenes del pasado. La relevancia de esta orientación está a la orden del día. El primer número de 2009 de Political Communication es una edición especial que propone revisar los agentes clásicos de socialización (familia, escuela, medios, grupo de pares) y verificar cómo se interrelacionan en la socialización política.

Algunos autores destacan que las dimensiones demográfica, ideológica y de estructura social deben tenerse en cuenta en las consecuencias socializadoras de los medios en la comunicación política51. Esto está en sintonía con los marcos de generación, politización y entorno sociopolítico que han acabado orientando nuestro análisis. Evitamos así también el enfoque mediacéntrico de los modelos de efectos, que presuponen que los medios desplazan o reemplazan a otros agentes de socialización y que por sí mismos producen siempre un impacto generalizado en las audiencias; el concepto de públicos desafía esa lógica uniforme, como ya apuntamos. En la era de la segmentación mediática y del público activo hay que replantear la cuestión. Del fatalismo pasivo que implica el qué hacen o pueden hacer con nosotros los medios, quizás podamos reconocer qué están haciendo los públicos con los medios y, por qué no, de paso proponer al lector nuevas lecturas y prácticas comunicativas.

En esta perspectiva holística la suma de "las formas de socialización son la sociedad en acto"52. Los grupos de discusión con los que trabajamos (re)articulan discursos ya socialmente construidos, expresando aspectos reveladores de la propia socialización de cada grupo. Los procesos de mediatización, como procesos de reconstrucción de memoria colectiva, necesitan condiciones previas que dependen de otras instancias de socialización para cobrar sentido53.

Como adelanto de las conclusiones sustantivas, podemos señalar que los medios cobran sentido según la familia: el primer marco social de la memoria (de primer orden) que señalaba Halbwachs, pero lo importante era el grado y sentido de la politización de dicha familia. Los entornos familiares servían de transmisores en los procesos de inculcación/socialización de las memorias de la dictadura y transición a los grupos de jóvenes. Como factores adicionales a la politización familiar, destacaban otros que guardan íntima relación con ella: a) la conversación familiar, b) los conocimientos previos, y, solo en última instancia, c) el consumo mediático.

En concreto y en buena lógica, las familias de memorias politizadas opositoras asumían un mayor protagonismo cuando relataban sus experiencias vividas en el pasado de manera directa. La centralidad de esta transmisión biográfica intergeneracional se reveló al constatar que los jóvenes de estas familias eran los únicos en los que constatábamos una idealización de la lucha política de sus progenitores. Con un nivel de conocimiento político considerable, estos jóvenes, además de criticar (por consumirlos) los medios convencionales, propugnaban y ensalzaban el uso de medios de comunicación alternativos.

La discusión abierta sobre cuestiones polémicas entre los miembros de la familia de los jóvenes está directamente relacionada con su capacidad de participación en la discusión deliberativa en el aula y en la conversación interpersonal sobre los asuntos públicos con la familia y los amigos. Estos jóvenes demostraron entender de forma más compleja las controversias sociales porque también se mostraban más interesados en recoger información relevante54. Los cuestionarios que pasamos en los grupos de discusión nos indicaban que también mantenían conversaciones frecuentes y regulares sobre política tanto en el seno familiar como en los grupos de pares.

En las antípodas encontramos jóvenes no politizados55 (al igual que sus familias) y que suscribían memorias oficiales propias de franquismo, aunque aplicadas sin problema aparente a la transición, pero lo hacían de un modo más bien retórico. Se limitaban a reproducir el relato recibido en un contexto familiar reducido y de claro perfil conservador. Esta apropiación retórica del discurso familiar expresa apenas capacidad de formular reinterpretaciones autónomas y criticas respecto sus progenitores. Ello se derivaba en parte del desinterés por la política (alimentado de un profundo desconocimiento) y por un consumo apenas relevante de informaciones y contenidos políticos. Sin siquiera mencionar a su familia, estos jóvenes se muestran incapaces o desinteresados en evocar recuerdos de la dictadura y la transición, épocas que para ellos son "tiempo pasado". Más adelante matizaremos estas conclusiones.

Según la literatura más reciente, la mediación paternal de las noticias tiene una implicación importante en la discusión política de los adolescentes, y la ausencia de discusión política en los adolescentes está directamente relacionada con sus carencias previas de conocimiento político factual y estructural56. No es de extrañar que una dictadura asentada durante cuarenta años, sobre todo en la desmovilización y en el desconocimiento, haya dejado un legado semejante. En nuestros grupos de discusión no politizados, si el discurso oficial del franquismo estaba presente en sus familias, entonces era asumido por los hijos como propio y de forma acrítica. Por otra parte, si las familias ni siquiera habían socializado a los jóvenes en el ideario franquista, estos últimos asumían la transición política como un proceso de normalización: una evolución natural, al hilo de los tiempos, sin percibir actores sociales ni procesos institucionales relevantes. En suma, es una historia para espectadores que, en los casos más reveladores, ni siquiera son conscientes de su limitado papel.

Los resultados comentados enfatizan lo que la literatura sobre socialización mediática señalaba de modo ambiguo. La principal dificultad de la memoria relatada (en textos periodísticos, docentes o bibliografía especializada) es que por sí misma baste para llegar a las nuevas generaciones57. Es una advertencia a quienes niegan la "amnesia" histórica señalando la ya ingente producción bibliográfica y el debate público actual sobre los recientes procesos históricos que analizamos. Para el caso español cobran especial relevancia las palabras de Jelin y Sempol:

Trabajar los temas de memoria en clave generacional implica enfrentar el problema analítico de adentrarse en los silencios y olvidos (traumáticos a veces) que operan en la transmisión, así como detenerse en las condiciones que ayudan a comprender la reactivación de algunos sentidos que habían sido dejados de lado durante años58.

Los textos en los que parece adecuado examinar esta posibilidad no son ni los documentos oficiales, ni los discursos institucionales, ni siquiera la información política convencional, que apenas penetran en los colectivos analizados.

La ficción histórica como vehículo de la memoria colectiva. La recreación mediática del franquismo y la transición española

El estudio de los relatos mediáticos, como puesta en escena y vehículo de transmisión de valores e informaciones, ha enfrentado serias resistencias para ser analizado por la comunidad académica. Los estudios pioneros de Elliott, Murdock y Schlesinger59 ya hipotetizaban que la televisión regula los discursos públicos, y define la agenda de debate y su relevancia cognitiva. Dichas propuestas no sufrieron grandes avances; las contribuciones más relevantes surgen del trabajo seminal Watching Dallas de Ien Ang60. El aporte conceptual más interesante probablemente sea el concepto de "noticias blandas" (soft news) de John Tulloch61. Este autor propone reinterpretar las noticias y la ficción más allá de sus respectivas funciones limitadas a la información y al entretenimiento. La expansión de los géneros y subgéneros de ficción han acabado constituyendo espacios "informativos" propios y se han hibridado con los noticiarios convencionales62.

Según Stuart Cunningham63, la representación histórica en la televisión, como epifenómeno (representación singular y puntual), ante todo persigue despertar la nostalgia y enturbia aún más la relación entre pasado y presente64.

De este modo, la ficción histórica y la propia historiografía como disciplina académica enfatizan e intentan formular un relato "coherente"65. Sin embargo, como apunta Pierre Sorlin66 en referencia al "film histórico", lo que los públicos encuentran son meras "huellas", imágenes que conectan el presente y el pasado, haciendo este último "legible" ante los nuevos públicos.

En esta línea, concebimos la serie Cuéntame cómo pasó como generadora de una "ilusión de realidad", percibida por los públicos como construcción pero a la vez reconocible en sus vidas cotidianas67. En términos clásicos de Raymond Williams, la "estructura de sentido" que generarían los públicos al apropiarse de los textos culturales debe encajar con la propia realidad, de otra forma comporta un serio problema empírico para la recepción68. La solución más común en estos casos es que la ficción se constituya en mero estímulo emblemático-emocional, a costa de las aportaciones informativas69.

La serie que empleamos como estímulo de los grupos de discusión, al ser de gran éxito, necesariamente ofrece una visión consensual para no ahuyentar a ningún segmento del público. Además, encubre tensiones (no todas, las más fuertes) y recurre sobre todo a un discurso oficial (no monolítico, sino con fisuras), al estar programada en RTVE: institución político-cultural clave en el régimen franquista, la transición y el presente. No son rasgos o críticas que señalemos nosotros, sino los grupos más politizados en posiciones opositoras.

Las investigaciones ya canónicas de Batson y sus colaboradores7070 concluyen que si un grupo estigmatizado se encarna en un personaje de ficción televisiva de forma positiva, esto mejora la imagen del grupo que representa. Cuéntame cómo pasó podría funcionar como otra serie histórica de gran trascendencia, Holocausto, que enfrentó a los alemanes con los traumas de su pasado.

Otro clásico contemporáneo, como Todd Gitlin71, al referirse a este último programa señalaba su carácter excepcional en la parrilla de las televisiones germanas y le atribuye haber reforzado las identidades nacionales, sirviendo de espacio de circulación preferencial de versiones mainstream del pasado. Estas tesis se ven confirmadas en nuestro estudio: la identidad republicana, al estar presente de forma muy marginal en la serie, tampoco surgió en la inmensa mayoría de las lecturas realizadas por los grupos de discusión. La única excepción son los públicos con mayor grado de politización crítica. Señalan ausencias, denuncian estigmatizaciones, y se reivindican como portadores de una identidad republicana que perciben como marginada o desacreditada.

Entre los contados intentos para sistematizar los rasgos mediático-discursivos de los relatos sobre el pasado, destaca el intento de Jean-Franklin Narodetzki72. En referencia al Mayo del 68, este autor afirma que el discurso oficial ha atenuado los posibles efectos de aquellos acontecimientos históricos con cuatro mecanismos:

  1. Condensación mediante procesos institucionales que reducen el pasado a un mínimo de referencias.
  2. Desplazamiento o despolitización de los acontecimientos, interpretándolos solo en el plano del cambio de mentalidades
  3. Estereotipación, que reduce la diversidad de los acontecimientos colectivos a meros tópicos.
  4. Elaboración lineal que zanja la complejidad del pasado en un discurso simplificado y presentado como definitivo, de manera que inhibe el debate social.

Tras el estudio que hemos realizado, retomamos algunos de estos aportes y los ampliamos. Concluimos que la función de los medios, en general, y de la ficción televisiva, en particular, respecto a las memorias colectivas del franquismo y la transición española se caracteriza por los siguientes atributos: los medios ritualizan los procesos de negociación y apropiación del público, haciendo circular versiones de pasado, de carácter minimalista y presentista. En contadas ocasiones estas versiones se transforman en memorias sociales, es decir, en verdadero objeto de debate de la esfera pública. Esto ocurre porque los medios despliegan narrativas que enfatizan la proximidad y recurren a la analogía entre el presente y el pasado, ofreciendo de este modo una visión incompleta, anecdótica, preferentemente emocional y desprovista de una contextualización política del régimen franquista.

Los medios convencionales establecen una función de ritualización y tono conmemorativo del pasado. Siguiendo los calendarios institucionales, el discurso se normativiza en torno a fechas en las que los portavoces institucionales exaltan (o exorcizan) el pasado a través de ritos oficiales. De esta manera, tanto el periodismo como la ficción televisiva normativizan el recuerdo: lo normalizan, amputan la posible pluralidad interpretativa del pasado y lo encuadran en un marco de valores y narrativas que solo los grupos opositores detectan y cuestionan. Esto era posible por su alto grado de politización y la consiguiente capacidad para alejarse de las versiones canonícas de la dictadura y la transición. También aportaban otros momentos históricos álgidos, que para ellos cobran significado al margen del calendario mediático que conmemora la historia.

Cuando los medios hacen circular una determinada visión del pasado, ofrecen al público un material susceptible de ser apropiado y negociado, transformando la memoria histórica en memoria colectiva. Sostenemos que el término de memoria histórica resulta tan abstracto y ambiguo, que al final los investigadores (nosotros incluidos) han sido incapaces de identificar los discursos concretos que la objetivan. De hecho, los grupos de discusión enunciaban varias memorias colectivas: plurales, distintas y hasta contrapuestas. La memoria social surgiría cuando estas diferentes versiones del pasado se articulan como diálogo social en la esfera pública.

Según nuestros resultados, la memoria histórica española muestra atributos poco críticos con el régimen franquista, que, al no reconocer las memorias de los colectivos marginados en el pasado y en el presente, no es capaz de alcanzar el estatus de una memoria social propiamente dicha. La memoria histórica no sirve para alimentar un debate público relevante para todos los colectivos implicados en su legítima disputa. No satisface ni contenta a ninguno de los grupos politizados que hemos analizado. Los colectivos opositores la consideran demasiado light (contemporizadora con la dictadura y su legado) y los colectivos portadores de versiones oficiales del pasado denuncian que la serie Cuéntame cómo pasó "exagera" los rasgos autoritarios y represivos del franquismo y la transición.

Consciente de estas contradicciones y aplicando las rutinas de la producción audiovisual, la ficción histórica adopta una lógica minimalista: icónica y episódica. Reproduce formulaciones precarias en referencia a los actores y a los acontecimientos imprescindibles. Así, los públicos sin conocimiento histórico preciso (podría ser mínimo, pero está ausente en la mayoría de los grupos analizados) revelan una incapacidad considerable para entender el pasado y atribuirle un significado en la actualidad.

Por lo anterior la televisión adopta una perspectiva presentista, amplificando una narrativa consensual resultante del paradigma "modélico" de la transición española. El acuerdo político inducía a una amnesia oficializada a cambio de paz social. Esta versión normalizada de la transición fue incorporada a la narrativa mediática, en que el pasaje de regímenes políticos asume una forma de representación histórica no disruptiva. Esto explica que los colectivos no politizados fuesen incapaces de diferenciar de forma contundente entre el régimen dictatorial y el democrático. Los portadores de discursos oficiales consideran la democracia como fruto de la evolución natural del franquismo y los grupos opositores apenas señalan diferencias sustantivas entre ambos regímenes. De este modo, se revela que los medios convencionales aceleran la percepción temporal (los hiatos de sus narrativas históricas se implantan como silencios o vacíos en el discurso social) y bloquean la revisión del pasado, privando a la mayoría de los públicos de capacidad retrospectiva.

Además de presentista, la ficción histórica se enuncia a través del relato de la proximidad. Busca implicar a los espectadores enfatizando el ámbito cotidiano, pasado y presente, ya que esta cotidianidad mantiene más continuidades que el ámbito institucional y establece puentes más accesibles con la audiencia: solo precisa de un conocimiento experiencial (vivido o mediado) para ser aprehendido. La proximidad con las audiencias se alcanza estableciendo o forzando analogías entre el pasado y el presente, subrayando, por tanto, más las semejanzas que las diferencias entre la dictadura y la democracia, y sugiriendo, de paso, la continuidad "natural" entre ambos regímenes. El discurso mediático convencional sobre acontecimientos recientes como el analizado, en suma, erosiona más el recuerdo de la realidad histórica de lo que ayuda a reconstruirla (y, menos aún, a rebatirla).

Solo los grupos de discusión con experiencia personal propia de los hechos históricos (memorias vividas) o los portadores de memorias mediadas de tono crítico se mostraron capaces de identificar y denunciar el carácter incompleto y anecdótico de la versión de pasado que presenta Cuentáme cómo pasó. Percibían las discontinuidades y los vacíos de la serie, recurriendo a su conocimiento experiencial, ya fuese vivido o mediado por otras instancias socializadoras, o bien apelaban a relatos audiovisuales alternativos y más minoritarios. Además, señalaban el enfoque anecdótico (en el sentido de trivial o banal) de la cotidianidad guionizada en la serie, y se quejaban de que la trama emocional primase sobre la trama política73.

En esta línea, uno de los hallazgos que consideramos más interesantes es la identificación de los cambios experimentados por las mujeres y en las relaciones de género desde la dictadura. Este era el cambio social más destacado en relación con la democracia. Fue una observación generalizada en los grupos con más desconocimiento histórico y menor grado de politización. El énfasis televisivo en lo cotidiano y lo emocional al menos despertaba esta conciencia política, aunque limitada a la política de las identidades y no de las ideologías.

En buena lógica, eran las mujeres, de cualquier edad y condición, las primeras en destacar el cambio de estatus y roles femeninos. Así, constituía casi el único punto de arranque para enunciar incipientes críticas al franquismo. Dichas consideraciones se formulaban al margen de referencias al estatus de la mujer en la II República y en tiempos más actuales, en comparación crítica con los países más desarrollados del entorno. Esta observación cobra relevancia a la luz de las palabras de Eduardo Ladrón de Guevara, guionista principal de la serie y un sujeto muy politizado en los grupos antifranquistas. En conversaciones mantenidas con él, afirmaba haber tenido que luchar para que la serie adquiriese contornos políticos y haber recurrido a la trama familiar -y a los muchos personajes femeninos que perfiló- para asegurar altos índices de audiencia. Lo que era un imperativo económico en principio en contradicción con una televisión publica74, también tenía un claro impacto político. Sin embargo, con dificultad puede calificarse a Cuéntame cómo pasó de serie feminista: ni valoriza los momentos históricos claves en el feminismo español, ni aporta claves para una evaluación crítica de la condición femenina actual.

Los resultados hasta ahora presentados pueden integrarse en una misma perspectiva teórica. Desde una visión neoinstitucional75, las variables fundamentales que condicionarían la ficción televisiva de la historia son tres: a) la relación que las cadenas o emisoras guardan con el mercado y el sistema político; b) la cultura política de la audiencia, que a su vez influye en, y es influida por, c) las tradiciones y convenciones sobre los formatos de los programas o el rol de los profesionales de los medios respecto a los públicos76.

En suma, los rasgos de la ficción televisiva que hemos venido señalando responden a imperativos de mercado y de encaje institucional. La ritualización se ajusta a los calendarios conmemorativos. La descontextualización es el paso previo para imprimir un presentismo, que se formula en términos icónicos y con un carácter de epifenómeno, con relatos puntuales e incompletos que permiten una reconstrucción acorde también con las lógicas de audiencias. La televisión convencional tensiona fracturas sociales y conflictos hasta donde los públicos acepten las rupturas (cifras de audiencias) y el entramado institucional lo integre (en formatos y parrillas de programación).

Una vez resumidas la dimensión político-económica y las lógicas del formato televisivo, nuestro próximo paso se ocupará de las lecturas de los públicos. Más allá de las ambiciones propias de la semiótica social, intentamos testar dos hipótesis que con el tiempo han devenido en contrapuestas, y que hacen referencia al papel de los medios en el entramado institucional responsable de gestionar el imaginario colectivo con el que los españoles transitaron de la dictadura a la democracia.

Las versiones más difundidas, oficiales y consensuales hablan de la compatibilidad entre una democracia pactada por élites. Sin embargo, autores más recientes adoptan una postura mucho más crítica, haciendo además referencia explícita al rol jugado por RTVE:

En las postrimerías del franquismo, la televisión se había convertido en el medio más eficaz de reducir el pasado a un papel de mera diversión. Cualquiera que fuese su forma de expresión, su objeto o su utilización, le estaba vetado reavivar el recuerdo colectivo de la guerra fratricida. La amnesia de los españoles (o por lo menos de la mayoría de ellos) era un requisito esencial para la supervivencia del régimen, para su viabilidad futura. Y más aún si tenemos en cuenta que las generaciones que no habían conocido directamente las atrocidades del conflicto y del que apenas tenían representaciones, estaban en estado de rebelión casi permanente desde 1956. Convenía por lo tanto, evitar en lo posible el añadir a sus ansías de libertad, toda voluntad de revancha77.

Queda por ver si lo argumentado por Durán Froix sobre la televisión de finales del franquismo es aplicable todavía a una serie tan emblemática de la RTVE actual.

Tipos ideales de la memoria colectiva y discurso público

Tras la lectura y un primer análisis de los 32 grupos de discusión verificamos la existencia de discursos que se solapaban. Observamos las características que tenían en común y percibimos que en el 1) contexto/geográfico, 2) generación (como apuntaba la teorización previa) y 3) grado de politización residían los elementos que postulaban interpretaciones distintas del pasado:

  1. El entorno sociopolítico marcó los discursos más o menos críticos con el franquismo a través de las lecturas de la serie Cuéntame cómo pasó.
  2. Las diferencias generacionales nos aportaron lecturas diferenciadas del pasado según la edad de los participantes dependiendo de su experiencia directa o indirecta durante la dictadura/transición.
  3. El grado de politización marca los hechos de la transición o de la dictadura dependiendo del grado de participación institucionalizada en la esfera política.

Esto nos sugirió la aplicación de tipos ideales weberianos como manera de poder condensar la complejidad analítica que teníamos entre manos. Los tipos ideales salen del análisis de una muestra (no poco o no conscientemente) intencional. Así, nuestra tipología ideal para los grupos de memoria consideró el contexto/geografía (oficiales/ opositores), la generación (vividas/mediada) y el grado de politización (politizados/no politizados). Las posibles combinaciones entre todos estos factores dieron lugar a ocho tipos ideales de memoria colectiva. A partir de los grupos de discusión, analizamos el discurso social tipificado en aquellos que reunían las conjugaciones de la tipología ideal. Por eso la elección de uno o dos grupos por tipificación resultó ilustrativa y significativa del tipo ideal construido, a pesar de que la literatura que repasa la metodología no llegó a un consenso en relación con el número de grupos con los que se puede lograr una muestra estratégica representativa.

Proponemos un modelo explicativo para operacionalizar la noción del "tipo ideal"78, aplicándolo al estudio de las memorias colectivas en España. Partimos de las aportaciones de Halbwachs para desentrañar los procesos de formación de lo que ya denominamos memorias colectivas (no histórica y en plural). Discutimos la propuesta de Halbwachs sobre los marcos sociales de la memoria y, sin descartar el potencial epistemológico de los que él propone, los ampliamos en número y los operacionalizamos en relación con el caso español.

Revisando la literatura específica de la memoria histórica en España, proponemos tres elementos (que denominamos marcos sociales de segundo orden) que presupusimos serían claves para su estudio: contexto sociopolítico, grado de politización y cohorte generacional. Estas herramientas analíticas nos permitieron alcanzar ocho tipos ideales de memoria. El cuadro 2 resume nuestra propuesta metodológica, que ahora completamos con los ocho tipos ideales de memorias colectivas.

Partiendo de la tipificación ideal, como filtro depurador del discurso de 25 grupos, llegamos a identificar ocho memorias colectivas diferentes según los marcos de segundo orden que formulamos. Resumimos los perfiles de los correspondientes discursos colectivos sobre la memoria -tipos ideales-, lo cual evidenció el análisis de los grupos de discusión realizado en el cuadro 3.

Reevaluando los marcos de la memoria en España

Nuestro análisis ha probado la pertinencia de los marcos de primer orden señalados por Halbwachs: la influencia de la familia, la religión y la clase social se hizo patente en los grupos de discusión. Sin embargo, para que cobrasen sentido, fue necesario atender a los marcos de segundo orden por nosotros definidos: el contexto político-social, el grado de politización y la cohorte generacional.

La religión casi nunca es mencionada, excepto en los grupos de memoria oficial con mayor orientación franquista, y según una interpretación culturalista que esgrime el catolicismo como marca propia de la identidad española. La familia y la clase social ganaron protagonismo al hilo de una politización fuerte o débil, y si sus contextos de socialización política eran oficiales u opositores.

La generación que en cada caso tomaba la palabra hacía una diferencia significativa, marcando así lecturas más o menos distanciadas de la narrativa audiovisual, según contasen con experiencias vividas o mediadas. Las vivencias del pasado distanciaban la lectura de la trama narrativa y, aunque careciesen de contenido político propiamente dicho, permitían ciertas lecturas opositoras, aunque estuviesen restringidas al ámbito de la vida cotidiana y careciesen de coherencia ideológica.

El grado de politización permitía distinguir los sesgos introducidos por el control gubernamental de la televisión pública y generaba lecturas que conectaban la serie con cuestiones históricas sustantivas. El guión se percibía como incompleto, simplificado y estereotipado, más o menos afín a la ideología del grupo en cuestión. El contexto sociopolítico, según fuese oficial u opositor, aportaba matices fundamentales. Los portadores de memorias oficiales consideraban que la serie presentaba un lejano pasado, exagerado en sus aspectos más negativos, y sin relevancia para interpretar el presente. Los sujetos con memorias opositoras percibían y denunciaban en Cuéntame cómo pasó el relato de un legado autoritario aún actual.

Las identidades políticas más fuertes de carácter oficial se enfrentaban al episodio como si se tratase de un relato cerrado, circunscrito a tiempos pretéritos. En cambio, las opositoras denunciaban silencios y ausencias, silencios sobre la crueldad del franquismo y los límites de la transición, y ausencias de personajes que simbolizasen los costes de la lucha política. En suma, los únicos públicos que parecen querer seguir recordando son los únicos que no se acaban de sentir representados, las memorias opositoras. Cobra aquí sentido que "seguir recordando alude a un balance del pasado reciente que lleva a cuestionar los alcances reales de las transiciones a la democracia"79.

Las formas del recuerdo, desde la guerra civil hasta hoy, están marcadas por una vasta producción cultural y científica80 (Aguilar, 1996; Trenzado, 2003 y Cazorla, 2010). Stathis Kalyvas81, simplificando la complejidad de las lecturas sociohistóricas identificó "cuatro maneras de recordar un pasado conflictivo". Se articulan en torno a otras tantas fases de la historia contemporánea española:

1) Durante la dictadura franquista, tras la derrota republicana en 1936 se construyó una versión unilateral, objeto de adoctrinamiento durante todo el régimen. Funcionó el mecanismo básico de la "exclusión" de los vencidos y la interpretación oficial fue inculcada en una sociedad profundamente despolitizada. 2) En un primer momento de la transición predominó un "régimen de silencio", imprescindible quizás entonces para olvidar las fracturas abiertas por el enfrentamiento civilista. 3) Más tarde la transición estableció un "régimen de inclusión", un consenso artificial que, sin apelar al recuerdo, pudiera ser válido para todos. 4) Solo de modo muy reciente en la democracia comenzaron a publicitarse versiones opuestas, contrarias a un consenso que ya se considera forzado. Es un "régimen de conflicto". El tema se impone como agenda política del programa electoral de la izquierda y el debate de la Ley de la Memoria Histórica hace manifiesto un problema que desde el 75 estaba latente.

Sin embargo, el conflicto partidario y su plasmación audiovisual en Cuéntame cómo pasó sigue suprimiendo elementos esenciales del pasado. En todo el articulado de la Ley de Memoria Histórica no aparece ni en una sola ocasión el término "república". Recordamos también las palabras de Ladrón de Guevara, argumentista principal de Cuéntame cómo pasó, que plasman con crudeza los mecanismos corporativos y los férreos límites de la censura:

[...] En la sala de mezclas suceden cosas que yo no puedo controlar. El primero ocurrió en un capítulo en el que la madre de Imanol Arias está a punto de morirse y dice a su hijo: "Ha habido tres momentos donde he sido verdaderamente feliz: el día en que me casé con tu padre, el día en que nacisteis vosotros y el día en que se proclamó la República". Con esta frase se rodó la escena, y así se montó. Pero cuando lo vi en la televisión, habían quitado el día en que se proclamó la República [...] En otra ocasión, en la Plaza de Oriente, aparecía Franco junto al príncipe D. Juan Carlos. Se quitó al príncipe82.

La pluralidad democrática "envenena" las visiones oficiales de la historia española, parece suscribir el historiador revisionista más sólido, en referencia

a "nuevos conceptos desarrollados por élites o activistas políticos o culturales"83. Le damos la razón, pero matizamos que algunos hechos y protagonistas históricos continúan oscurecidos (si no han sido borrados) en y por los medios de mayor audiencia.

En el caso español, con el recuerdo vivo de una guerra civil, las asimetrías de la historia oficial (aquella que debía plasmar una memoria para todos) excluyen una gran cantidad de hechos, actores y relatos controvertidos. Incluso considerando que el relato histórico es inferior al propio pasado, como nos recuerda Lowenthal84. Así, la memoria colectiva española más crítica "sería el repositorio de la verdad que la historiografía habría evitado, por lo que su memoria serviría también el antídoto contra la amnesia de la transición"85.

Por ello es preciso resaltar que la memoria colectiva actual en España es un tema en disputa, en el que se contraponen recuerdos y olvidos de la dictadura/transición en distintos colectivos. Son reconstrucciones marcadas por diferentes identidades sociopolíticas que en buena medida dependen también del modo con el que se relacionaron con ese pasado. Si se experimentó en primera persona, se elabora una memoria vivida. Si, por el contrario, se recurre a discursos indirectos para su reconstrucción, surgen memorias mediadas, en las que señalamos que las recreaciones del pasado tienen un mayor impacto en los públicos desde la ficción, lo que conlleva al creciente proceso de historización mediática. Empíricamente concluimos que el pasado representado por los medios no se plasma de manera automática como verdad histórica, sino que es el entorno sociopolítico, la generación y el grado de politización de los públicos consumidores los que edifican una identidad para el recuerdo.


Pie de página

1La serie Cuéntame cómo pasó -producida por el Grupo Ganga- se emite desde 2001 en tvel en horario de prime time. Su fórmula fue, y es, un producto de enorme éxito ya que proponía una mirada sobre los últimos años de la dictadura y la transición política.
2Simon Reynolds, Retromania: Pop Culture's Addiction to Its Own Past (Faber & Faber: Londres, 2011).
3Elizabeth Jelin, Los trabajos de la memoria (Madrid: Siglo Veintiuno, 2002), 9.
4Wulf Kansteiner, In pursuit of German memory: history, television and politics after Auschwitz (Ohio: Ohio University Press, 2006), 12.
5Maurice Halbwachs, Los marcos sociales de la memoria (Barcelona: Anthropos, 2004).
6Maurice Halbwachs, La memoria colectiva (Zaragoza: Prensa Universitarias de Zaragoza, 2004).
7Halbwachs, La memoria colectiva, 25.
8David Lowenthal, El pasado es un país extraño (Madrid: Akal, 1998), 81.
9Jelin, Los trabajos de la memoria; Paolo Jedlowski, Memoria, esperienza e modernità (Milano: Franco Angeli, 2002); James Fentress y Chris Wickham, Memoria social (Madrid: Ediciones Cátedra, 2003); Barbara Misztal, Theories of Social Remembering (Philadelphia: Open University Press, 2003); Gilles Montigny, Maurice Halbwachs: vie, œuvre, concepts (París: Ellipses-Marketing, 2005).
10Paul Ricoeur, "Definición de la memoria desde un punto de vista Filosófico", en ¿Por qué recordar? org. F. Barret-Ducrocq (Barcelona: Granica), 1999, 27.
11Schutz, Alfred, Estudios sobre teoría social (Buenos Aires: Amorrortu, 2003).
12Fentress y Wickham, Memoria social, 69.
13Jan Assmann, "Collective memory and cultural identity", New German Critique, no. 65, (1995): 125-133.
14Para un repaso exhaustivo acerca del tema véase el capítulo 1 de la tesis doctoral de Bruno Carriço Reis, "De la dictadura a la democracia; recuerdos y olvidos de la transición política española. Medios de comunicación y reconstrucción de la(s) memoria(s) colectiva(s) en España" (Tesis doctoral, Universidad Rey Juan Carlos de Madrid e Pontifícia Universidade Católica de São Paulo, 2009).
15Marc Bloch, Introducción a la historia (Madrid: fge, 2001).
16Julio Aróstegui, La historia vivida. Sobre la historia del presente (Madrid: Alianza, 2004), 58.
17Franco Ferrarotti, La historia y lo cotidiano (Barcelona: Ediciones península, 1991), 116.
18Halbwachs, La memoria colectiva, 85.
19Paul Ricoeur, La memoria, la historia, el olvido (Madrid: Trotta, 2003), 519.
20Keith Jenkins, A História Repensada (Contexto: São Paulo, 2007), 35.
21Pablo León, "El ciudadano, el historiador y la democratización del conocimiento del pasado", en El fin de los historiadores, ed. P. León y J. Martín (Madrid: Siglo Veintiuno, 2008), 120.
22Schwarz, Bill, "Already the Past. Memory and historical time", en Regimes of memory, ed. S. Radstone y K. Hodgkin (Londres: Routledge, 2003).
23Enzo Traverso, Els usos del passat. Història, memoria, política (Valencia: puv, 2006), 24.
24Philipe Joutard, "Historia oral: balanço da metodologia e da produção nos últimos 25 anos", en Usos e Abusos da História Oral, org. M. Moraes Ferreira y J. Amado (Rio de Janeiro: Editora Fundação Gertulio Vargas, 2006), 74.
25Stépphane Michonneau, "La memoria, ¿Objeto de Historia?", en Identidades y Memora Imaginada, ed. J. Beramendi y M. Jesús (Valencia: PUV, 2008), 59.
26Karl Popper, La miseria del historicismo (Alianza: Madrid, 1999), 23.
27Dolf Zillmann y Jennings Bryant, "El entretenimiento como efecto de los media", en Los efectos de los medios de comunicación, ed. Dolf Zillmann y Jennings Bryant (Barcelona: Paidós, 1996), 584.
28David Morley, Family Television: Cultural Power and Domestic Leisure (Londres: Comedia, 1986).
29Ien Ang, Watching Dallas. Soap Opera and the Melodramatic Imagination (Londres: Methouen, 1985), 19.
30El elevado número de grupos realizados se debió a la necesidad de testar las distintas variables que teóricamente eran apuntadas como significativas para determinar los recuerdos en las memorias colectivas de los españoles: el entorno sociopolítico (contexto de socialización), la generación (edad) y el grado de politización (ideología y nivel de implicación política).
31Javier Callejo, La audiencia activa. El consumo televisivo: discursos y estrategias (Madrid: cis, 1995), 8.
32Lamo de Espinosa en Soledad Murillo y Luis Mena, Detectives y camaleones: el grupo de discusión. Una propuesta para la investigación cualitativa (Madrid: Talasa, 2006), 55.
33Juan Francisco Gutiérrez, La televisión en el recuerdo. La recepción de un mundo en blanco y negro en Andalucía (Málaga: Servicio de publicaciones de la Universidad de Málaga, 2006), 440.
34Kansteiner, In pursuit of German memory, 25.
35Michel Maffesoli, El conocimiento ordinario. Compendio de sociología (México D.F.: fce, 1993).
36Beatriz Sarlo, Tiempo presente (Buenos Aires: Siglo Veintiuno, 2003), 150.
37Daniel Dayan, "Televisão, o quase-público", en Televisão: das Audiências aos Públicos, org. J. C. Abrantes y D. Dayan (Lisboa: Livros Horizonte, 2006), 42.
38Paul Ricoeur, "L'écriture de l'histoire et la réprésentation du passé", Annales. Histoire, Sciences Sociales 55, no. 4 (2000).
39Con un share del 35,4% y 5.952.000 espectadores, el episodio al que nos referimos la familia Alcántara es la protagonista, desde su función de coral polifónica y desde una óptica cotidiana. En este capítulo se aborda la represión ejercida por el aparato militar y burocrático de la dictadura. Así, Toni, el hijo mayor de la familia, que por su condición de estudiante universitario entra en contacto con los movimientos estudiantiles, es detenido junto a su novia Marta. Ambos son imputados por una supuesta implicación en la elaboración de panfletos antifranquistas, pese a que Toni se limitaba a participar en calidad de testigo y de manera tangencial en las acciones de oposición al régimen, sin involucrarse a fondo en la militancia. El desarrollo de la trama gira en torno a los efectos y consecuencias de este suceso tanto en el entorno familiar como en el social más inmediato. Las diferencias sociales determinadas por el hecho, o no, de pertenecer a un ámbito de relación directa con el poder político quedan de manifiesto en el tratamiento que se da al problema desde el núcleo familiar de ambos jóvenes y en las desavenencias entre ambos grupos.
40Javier Callejo, El grupo de discusión. Introducción a una práctica de investigación (Barcelona: Ariel, 2001), 115.
41Luis Enrique Alonso, La mirada cualitativa en sociología: una aproximación interpretativa (Madrid: Fundamentos, 1998), 94.
42Guy Debord, A Sociedade do Espetáculo (Rio de Janeiro: Contraponto, 1997).
43Adaptamos las herramientas conceptuales formuladas por Víctor Sampedro respecto a las identidades, según los procesos de normalización o marginación, de modo que frente a las memorias oficiales consideramos también la existencia de identidades populares o minoritarias. Así la memoria oficial se transformaría en hegemónica y las populares en marginales u opositoras, conceptos que retomamos más adelante en este artículo. Víctor Sampedro, "Identidades mediáticas. La lógica del régimen de visibilidad contemporánea", Sphera Pública, no. 4 (2004); Víctor Sampedro, "Identidades mediáticas e identificaciones mediatizadas. Visibilidad y reconocimiento identitario en los medios de comunicación", Revista oidqb d'Afers Internacionals, no. 66-67 (2004).
44Michael Schudson, Watergate in American Memory (Nueva York: Basic Books, 1992).
45Michel Foucault, Nietzsche, la genealogía, la historia (Valencia: Pre-Textos, 1992).
46Michael Pollack, "Memória, esquecimento, silêncio", Estudos Literários, no. 3 (1989); Michael Pollack, "Memória e Identidade Social", Estudos Históricos 10, no. 5 (1992).
47Jeffrey Olick y Joyce Robbins, "From 'collective memory' to the historical sociology of mnemonic practices", Annual Review of Sociology, no. 24 (1998).
48John Bodnar, Remaking America: Public Memory, Commemoration and Patriotism in the Twentieth Century (Princeton: Princeton University Press, 1992).
49Jill Edy, Troubled Pasts: News and the Collective Memory of Social Unrest (Philadelphia: Temple University Press, 2006).
50El día 31 de octubre de 2007 fue aprobada la Ley de Memoria Histórica en el Congreso de los Diputados de España. El prólogo de dicha ley se hizo público el 10 de septiembre de 2004 mediante un real decreto del gobierno tras la creación de una Comisión Interministerial para el Estudio de la Situación de las Víctimas de la Guerra Civil. Congreso de los Diputados de España. Ley de Memoria Histórica del 31 de octubre de 2007. Por la que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas en favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la Guerra Civil y la Dictadura.
51Jack McLeod y Dhavan Shah, "Communication and Political Socialization: Challenges and Opportunities for Research", Political Communication 26, no. 1 (2009): 5.
52Patrick Watier, Georg Simmel, sociólogo (Buenos Aires: Nueva Visión, 2003), 25.
53Bruno Carriço Reis, "De la dictadura a la democracia; recuerdos y olvidos de la transición política española. Medios de comunicación y reconstrucción de la(s) memoria(s) colectiva(s) en España" (Tesis doctoral, Universidad Rey Juan Carlos de Madrid e Pontifícia Universidade Católica de São Paulo, 2009).
54Dhavan Shah; Jack McLeod y Nam-Jin Lee, "Communication Competence as a Foundation for Civic Competence: Processes of Socialization into Citizenship", Political Communication 26, no. 1 (2009): 115.
55Por no politizados definimos todos aquellos que no tienen una relación formal con la esfera política, que no integran estructuras partidarias/sindicales, grupos/movimientos sociales, etc.
56Myiah Hively y William Eveland Jr., "Contextual Antecedents and Political Consequences of Adolescent Political Discussion, Discussion Elaboration, and Network Diversity", Political Communication 26, no. 1 (2009): 34 y 42.
57Claudia Feld, Del Estado a la pantalla: Las imágenes del Juicio a los ex comandantes en Argentina (Madrid: Siglo Veintiuno, 2002).
58Elizabeth Jelin y Diego Sempol, "Introducción", en El pasado en e futuro: los movimientos juveniles, ed. Elizabeth Jelin y Diego Sempol (Buenos Aires: Siglo Veintiuno, 2006), 11.
59Philip Elliott; Graham Murdock y Philip Schlesinger, "'Terrorism' and the state: a case study of discourses of televisión", Media, Culture and Society 2, no. 5 (1983).
60Ang, Watching Dallas.
61John Tulloch, Television Drama. Agency, Audience and Myth (Londres y Nueva York: Routledge, 1990).
62Tulloch, Television Drama, 31-57.
63Citado en Tulloch, Television Drama, 91.
64Los trabajos empíricos más actuales señalan cómo el consumo preferente de programas de entretenimiento genera en las audiencias una visión político-social más optimista que la información propiamente dicha, segundo señalan Daniel Romer, Kathleen Jamieson y Josh Pasek, "Building Social Capital in Young People: The Role of Mass Media and Life Outlook", Political Communication 26, no. 1 (2009): 77. Estos mismos autores hablan de un uso preferencial de la televisión por parte de los jóvenes con fines de entretenimiento, al tiempo que señalan que los segmentos más politizados muestran un consumo de contenidos noticiosos mayor. Su lectura, por tanto, será más crítica y negativa, tanto en términos opositores como oficiales.
65Robin Collingwood, Idea de la historia (México D.F.: fce, 2004).
66Pierre Sorlin, Sociología del cine. La apertura para la historia del mañana (México DF: fce, 1985).
67Ang, Watching Dallas, 38.
68Williams citado en Ang, Watching Dallas, 37.
69Feld, Del Estado a la pantalla.
70Batson, Daniel et al., "Empathy and attitudes: can feelings for a member of a stigmatized group improve feelings toward the group?", Journal of Personality and Social Psychology 72, no. 1 (1997).
71Todd Gitlin, "Looking Through he Screen", en Watching Television. A Pantheon Guide to Popular Culture, ed. Todd Gitlin. Toronto y Nueva York: Pantheon, 1986, 3.
72Jean-Franklin Narodetzki, "Mayo del 68 contado a los niños. Contribución a la crítica de la ininteligencia organizada", Archipiélago, no. 80-81 (2008).
73Carriço Reis, Bruno, "Cuéntame como pasó: de la ficción a las realidades. Los discursos tipificados de las memorias colectivas españolas", en Ficcionando. Series de televisión a la española, ed. Belen Puebla, Elena Carrilo y Ana Iñigo. Madrid: Fragua, 2012.
74Carmen Caffarel, "Las diferencias entre televisión pública y televisión privada. Treinta años después", En Sociedad, Integración y Televisión en España, ed. Ricardo Pérez-Amat y otros (Madrid: Laberinto Comunicación, 2006).
75Sampedro, Victor. Opinión pública y democracia deliberativa. Medios, sondeos y urnas. Istmo: Madrid, 2000, especialmente el capítulo 6.
76Véase el número especial de Political Communication 23, no. 2, abril-mayo de 2006, coordinado por David Michael Ryfe, con el título de "New institutionalism and the news". Como señala el título, la aplicación del neoinstitucionalismo en el ámbito anglosajón aún se limita, en gran medida, a los contenidos informativos "serios". En este artículo hemos querido llevarlo de modo explícito a la ficción televisiva popular.
77Jean-Stéphane Durán, "Televisión contra memoria. Uso y abuso de la historia en la televisión franquista", Historia y Comunicación Social, no. 13 (2008): 40.
78Max Weber, Economía y sociedad (Madrid: fce, 1993).
79Jelin, "Introducción", 15.
80Manuel Trenzado, "Las políticas de la memoria en el cine español del postfranquismo", en Curso La memoria herida, heridas de la memoria: dictadura, transición y medios de comunicación (Aranjuez, 2003); Paloma Aguilar, Memoria y olvido de la Guerra Civil española (Madrid: Alianza Editorial, 1996); Antonio Cazorla Sánchez, Fear and Progress: Ordinary Lives in Franco's Spain, 1939-1975 (Oxford: Wiley-Blackwell, 2010).
81Stathis Kalyvas, "Cuatro maneras de recordar un pasado conflictivo", El País [España], 22 de noviembre, 2006, 17.
82Ladrón de Guevara, entrevistado por Bruno Carriço Reis, Madrid, 30 de junio, 2008.
83Stanley Payne, "Memorias, memorias", Revista de Libros, no. 114 (2008): 6.
84Lowntahl, El pasado.
85Ángel Loureiro, "Argumentos Patéticos. Historia y memoria de la Guerra civil", Claves de Razón Práctica, no. 186 (2008): 19.


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