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Memoria y Sociedad

Print version ISSN 0122-5197

Mem. Soc. vol.20 no.40 Bogotá Jan./June 2016

https://doi.org/10.11144/Javeriana.mys20-40.vctc 

«Yo vine a crearlo todo»: Carlos Pellicer y la Asociación de Estudiantes de Bogotá 1918-1920

«I Came to Create it All»: Carlos Pellicer and the Student Association of Bogota 1918-1920

«Eu vim para criar tudo»: Carlos Pellicer e a Associação de Alunos de Bogotá 1918-1920

José Abelardo Díaz Jaramillo
Corporación Universitaria del Meta (Villavicencio, Colombia) jodiz16@yahoo.com

Recibido: 3 de junio de 2015 Aceptado: 3 de agosto de 2015 Disponible en línea: 30 de marzo de 2016


Cómo citar este artículo

Díaz Jaramillo, José Abelardo. «'Yo vine a crearlo todo'»: Carlos Pellicer y la Asociación de Estudiantes de Bogotá 1918-1920». Memoria y Sociedad20, n.° 40 (2015): 170-184. http://dx.doi.org/10.11144/Javeriana.mys20-40.vctc


Resumen

En este artículo se analiza el papel del mexicano Carlos Pellicer en la creación de la Asociación de Estudiantes de Bogotá en 1919. se argumenta que su presencia en la ciudad, además de enriquecer los ideales de organización de los estudiantes que se abrían camino en su pretensión de incidir en los destinos del país, posibilitó una aprehensión mediada de la Revolución Mexicana, que se plasmó en representaciones sobre la política, la educación y la cultura de ese país, las cuales circularon a través de conferencias, artículos periodísticos y celebraciones públicas. Tal aprehensión alimentó los deseos de transformación educativa y cultural de los estudiantes colombianos que se registraron en el país durante los años veinte.

Palabras clave: Carlos Pellicer; Revolución Mexicana; estudiantes; Asociación de Estudiantes de Bogotá.


Abstract

This article analyzes the role of the Mexican Carlos Pellicer in the creation of the student Association of Bogota in 1919. We argue that his presence in the city, in addition to enriching the ideals of the organization of students — who pushed their way in their aspiration to have an influence on the destiny of the country — made possible a mediated understanding of the Mexican Revolution, as captured in representations of politics, education, and culture of said country, and presented through conferences, press articles, and public celebrations. This understanding fueled the desire for educational and cultural transformation of Colombian students as recorded in the country during the 1920's.

Keywords: Carlos Pellicer; Mexican revolution; students; Student Association of Bogota


Resumo

Neste artigo analisa-se o papel do mexicano Carlos Pellicer na criação da Associação de Alunos de Bogotá em 1919. Argumenta-se que sua presença na cidade, além de enriquecer os ideais de organização dos estudantes que se abriam caminho na sua pretensão de influenciar os destinos do país, possibilitou a apreensão mediada da Revolução Mexicana, que se plasmou em representações sobre a política, o ensino e a cultura desse país, as quais circularam através de palestras, artigos jornalísticos e celebrações públicas. Tal apreensão alimentou os desejos de transformação educativa e cultural dos alunos colombianos registrados no país durante os anos vinte.

Palavras-chave: Carlos Pellicer; Revolução Mexicana; alunos; Associação de Alunos de Bogotá.


Presentación

«Siempre he visto con amarga felicidad que la juventud de Méjico es la más continental de las juventudes de América».
Germán Arciniegas, 19211.

«Ojalá hicieran Uds. de una vez su revolucioncita. ¡Qué cosas haría nuestra adorada Colombia con unas cuantas reformas sociales!»
Carlos Pellicer, 19212.

La historia de la recepción e influencia de la Revolución Mexicana en Colombia está por escribirse. Al respecto, llama la atención la carencia de estudios sobre un acontecimiento que ejerció una notoria y prolongada incidencia en aspectos múltiples de la política y la cultura, permeando la mentalidad de diversos actores sociales (políticos, trabajadores, líderes agrarios, intelectuales, religiosos, etc.). Si bien el asunto ha sido destacado en investigaciones que apuntan hacia otros objetivos3, no se cuenta con análisis profundos que exploren las formas y definan las incidencias que adquirió la recepción de la revolución en nuestro país. Estudios con estas características arrojarían luces para comprender, por ejemplo, la influencia de la cultura mexicana (con toda la complejidad del caso) en la sociedad colombiana.

Lo anterior es de la mayor relevancia si se tiene presente, como lo destacó Pablo Yankelevich, que «en América Latina la revolución mexicana fue un tema de permanente reflexión hasta convertirse en objeto de prácticas políticas, todo ello gracias a un esfuerzo mexicano encaminado a difundir los objetivos y características de la gesta armada rectificando noticias mañosamente transmitidas desde Estados Unidos»4. En efecto, la Revolución Mexicana tuvo, particularmente en el gobierno de Venustiano Carranza y en la diplomacia que este desplegó, un capítulo de especial importancia en la historia del impacto del referido acontecimiento en América Latina. Como ha sido destacado en otro lugar, el interés del gobernante coahuilense «por disminuir la dependencia tradicional de México del capital norteamericano tomó la forma de enérgicas iniciativas diplomáticas con Europa, Japón y América Latina»5. Se trataba afanosamente de buscar, entre otras cosas, aliados en el campo internacional, bajo premisas políticas y económicas como la «amistad indoamericana» y la «unión latinoamericana», para lo cual se ensayaron distintas iniciativas. Un recurso de carácter simbólico al que acudieron los gobernantes fue rebautizar algunas calles de la ciudad de México con los nombres de las repúblicas latinoamericanas6. Otro, tal vez el más decisivo, fue diseñar una campaña de propaganda hacia América Latina buscando ganar apoyos para la unidad nacionalista en contra de Estados Unidos, propósito que contempló el envío de delegados del gobierno a distintos países de la región. Así, mexicanos de los más diversos perfiles se comprometieron con las demandas del gobierno de su país, dirigiéndose a naciones como Venezuela, Argentina7, Brasil, Ecuador y Colombia, en donde ejercieron múltiples funciones que produjeron resultados diversos8.

A Colombia llegó, como parte de la Legación de México, un joven de 22 años, oriundo de Tabasco, profundo admirador de Venustiano Carranza y miembro del Congreso Local de Estudiantes del Distrito Federal. De su estadía en Bogotá y su vinculación y camaradería con los estudiantes de la capital se dará cuenta en el artículo, rastreando, en particular, la labor que desempeñó en la creación de la Asociación de Estudiantes en Bogotá, la cual tiempo después se transformó en la Federación de Estudiantes de Colombia9.

Carlos Pellicer en Bogotá

Carlos Pellicer Cámara10 arribó a Bogotá el 25 de diciembre de 1918 junto a Gersayn Ugarte, delegado como ministro de México en Colombia11. Por ser miembro de la legación, se le asignó un sueldo que le permitió sostenerse en una ciudad donde el costo de la vida, según manifestó, era más alto que el de México12. Al llegar a la capital se instaló en un pequeño hotel, donde permaneció varios meses; luego, probablemente a comienzos de noviembre de 1919, se trasladó a un cuarto ubicado en el Edificio Liévano.

Pellicer traía tres propósitos al llegar a Bogotá: realizar una campa&numl;a de propaganda a favor de México (como era el interés del presidente Venustiano Carranza), fortalecer la organización de los estudiantes en Bogotá (como era el propósito del Congreso Local de Estudiantes del Distrito Federal)13 y continuar con sus estudios de preparatoria (como era el deseo suyo y el de sus padres). Para lograr este último objetivo, visitó a su llegada algunos colegios de la ciudad con el ánimo de matricularse, inclinándose por el Colegio Mayor del Rosario. Al destacar la razón que incidió en la elección de aquel plantel, Pellicer dio cuenta de un olfato político que le permitía identificar, como sucedió en este caso, el peso del factor religioso en la sociedad colombiana: «Dentro de dos semanas me inscribiré en el Colegio Mayor del Rosario en el que el rector (orador celebre) es sacerdote, y todo el profesorado es civil. No voy al colegio de los liberales porque es mediano y sería antidiplomático»14.

Al asistir a las clases, Pellicer pronto pudo hacerse a un concepto sobre el método de enseñanza que se impartía en el colegio y que a él le generaba visibles molestias:

[...] ya estoy asistiendo a clases. El colegio es malo, pero yo estudio como nunca y estoy logrando ejemplificar en las aulas. El estado general de la instrucción pública es casi desastroso. Todavía está en boga el anticuado y bárbaro modo de llevar estudiadas las lecciones de memoria. Yo he protestado y he dicho que no cumpliré nunca con dicho requisito, cosa que, sin contestarme, me han aceptado los profesores. En Historia Antigua, por ejemplo, el texto es infame, y con este motivo, yo preparo la clase en cuatro o cinco textos diferentes y con el barniz de cultura que me traigo, resulta que casi doy una conferencia en la clase15.

Pellicer distribuía el tiempo entre sus estudios (era muy disciplinado para las lecturas y preparación de las lecciones) y las labores de organización de los estudiantes que debía adelantar en el medio bogotano, cuestión que convirtió en una obsesión desde su llegada al país.

Las labores estudiantiles

El comienzo del siglo xx en Colombia vino acompañado de la irrupción de procesos sociales que, liderados en parte por estudiantes, pretendían dinamizar la estructura educativa y cultural, orientándola hacia la senda de la modernización. Precisamente fueron los estudiantes (de secundaria y universitarios) quienes dieron los primeros pasos en esa dirección, al comenzar a constituir en los planteles educativos referentes organizativos de alcance local. Por ejemplo, en Bogotá se constituyeron agrupamientos académicos como la Sociedad Jurídica, que reunía a estudiantes de Derecho de la Universidad Nacional, a la par que en otras ciudades se fundaron Centros de la Juventud y Ligas Universitarias, en donde se adelantaban tareas diversas que mezclaban propósitos de carácter gremial con otros relacionados con intereses juveniles.

Un hecho inédito en la historia de los estudiantes del país fue la realización en 1910 en Bogotá del primer Congreso Internacional de Estudiantes de la Gran Colombia, en donde participaron universitarios de Colombia, Ecuador y Venezuela16. Se trató de una iniciativa estimulada por el gobierno colombiano, interesado en dar a la celebración del centenario del grito de independencia (1810) una dimensión internacional, para lo cual ofreció apoyo a los estudiantes, particularmente de Bogotá, quienes sirvieron de anfitriones. Sin embargo, si bien el congreso universitario se realizó y en él se discutieron temas de relevancia como la autonomía universitaria y la denuncia del imperialismo estadounidense17, los estudiantes no lograron sostener una dinámica que fuera más allá del evento y permitiera constituirse como un gremio organizado, representativo y estable. Nueve años después, en 1919, se inició una dinámica especial entre los estudiantes de Bogotá, que resultó decisiva para la constitución de la primera organización estudiantil en el país. Desde el mes de marzo comenzaron a aparecer en la prensa invitaciones dirigidas a todos los estudiantes de la capital para asistir a reuniones que tratarían cuestiones relacionadas con la idea de constituir una organización afín a sus intereses18. En esa empresa el papel de Carlos Pellicer, recién llegado a Bogotá, ya era destacado19. En una carta del 25 de enero de 1919 dirigida a su padre, Pellicer cuenta que ha encontrado «algunos amigos que me visitan con bastante frecuencia. Jóvenes cultos y bondadosos que escuchan con entusiasmo mis proyectos estudiantiles»20. Entre los jóvenes se encontraba German Arciniegas21, con quien trabó una amistad que se mantendría durante largo tiempo, y quien recordaría su encuentro con Pellicer de esta manera:

Desde que llegó a Bogotá Pellicer, entré en contacto con él para que me acompañara en la fundación de la Federación de Estudiantes. Ya entonces él se había matriculado en el Colegio del Rosario, donde estudiaba con Juan y Carlos Lozano y Lozano. En tiempos de Pellicer llegó también como ministro José Juan Tablada, entonces una de las más atractivas figuras de las letras en América. [...] Así la representación de México en Bogotá vino a tener una categoría sin precedentes no solo en la vida bogotana sino en la de toda América22.

Más tarde, exactamente el 11 de marzo, Pellicer fue objeto de reconocimiento por un grupo de «25 estudiantes de las escuelas profesionales» que le ofrecieron una cena en su honor23. Pellicer recuerda que «Antes de tomar el primer plato el joven José Ignacio Santos me ofreció la fiesta en nombre de los demás estudiantes asistentes, y colmó de elogios a nuestro México y a mi humilde persona»24.

Uno de los «proyectos estudiantiles» a los que se refería Pellicer en la carta del 25 de enero era la creación de la Federación de Estudiantes. La forma para poder avanzar hacia ese propósito fue impulsar un encuentro de estudiantes que sirviera para establecer una plataforma de demandas relacionadas con aspectos educativos y de bienestar y, así, poder constituir la anhelada federación. Este es un camino, por cierto, similar al que recorrieron los estudiantes mexicanos desde 1916, cuando, en el marco de un congreso estudiantil, se constituyeron en asamblea permanente de delegados de las escuelas del Distrito Federal, que, luego, en 1920, se transformó en federación25.

Así, poco después de su arribo a Bogotá, se observa a Carlos Pellicer interactuar con estudiantes de distintas facultades, intercambiando ideas y compartiendo experiencias, aspectos que contribuyeron para que su interés en crear una agremiación estudiantil en la ciudad tuviera acogida entre sus pares bogotanos. Al lado de Arciniegas y de otros compañeros, Pellicer inició la labor de preparación del encuentro en el que debían participar todos los estudiantes de la capital. Ello demandó esfuerzos enormes que se traducían en jornadas que terminaban siendo agotadoras26. Y si bien en ocasiones las cosas no marchaban al ritmo que quería, Pellicer no perdía el optimismo. En carta del 5 de abril escribió a su madre:

«Mis cuestiones estudiantiles van lentamente pero de manera segura y firme»27. En una carta del 10 de mayo anota: «Los asuntos estudiantiles van bien, pero despacio»28. De nuevo volvió a referirse al estado de las actividades estudiantiles, en carta del 6 de junio, resaltando la «apatía y dejadez» en que vivía la juventud bogotana, algo que le parecía «espantoso»29. Sin embargo, al cabo de un tiempo los esfuerzos comenzaron a dar resultados. En carta a su madre del 5 de julio, escribiría: «La organización estudiantil que he provocado aquí está muy adelantada en sus trabajos. En estas últimas tres semanas he estado ocupadísimo»30. Finalmente, en carta del 13 de julio se refería a las dificultades que encontraba en sus labores en torno a la organización estudiantil y que parecían afectarlo:

El Congreso Estudiantil se está haciendo a pesar de ciertas hostilidades. [...] Después de escuchar muchas estupideces como la de que vine a Colombia a fomentar la francmasoneria (sic) entre los estudiantes y tantas cosas con que tratan de estorbarme; después de ver la frialdad con que el Presidente de la Republica y el Arzobispo (que es el verdadero Presidente) contestan las notas que les dirijo [...]31.

Las sindicaciones a las que se refiere Pellicer dan cuenta de un ambiente de hostilidad hacia él de sectores de la Iglesia católica y del gobierno, al ver con desconfianza la labor que desempeñaba entre los jóvenes de Bogotá. Al ser acusado de fomentar la francmasonería, se ponía en evidencia la presencia de un imaginario que desde tiempo atrás circulaba en la sociedad colombiana, y que interpretaba ciertos discursos (laicidad, secularización, modernidad) como expresiones de la decadencia a la que habían llegado las naciones que se habían atrevido a limitar la presencia y el poder de la Iglesia católica. México era un ejemplo de esa situación y Carlos Pellicer, en su calidad de ciudadano de ese país, su exponente directo en Bogotá.

Al parecer no fueron pocos los ataques de que fue objeto Pellicer por parte de sacerdotes e incluso de estudiantes católicos, lo que, paradójicamente, provocó un efecto contrario, ya que su nombre se convirtió en centro de interés y la prensa liberal asumió posturas a favor del joven mexicano32. También recibió emotivos gestos de amistad de muchos estudiantes, a tal punto que su cuarto de habitación se convirtió en un lugar de concurrencia, a donde diariamente llegaban personas que deseaban visitarlo y conversar con él, como le cuenta a su madre en carta del 3 de agosto:

Con mucha satisfacción te digo que mi cuarto se ha ido convirtiendo poco a poco en el lugar de cita de los más distinguidos estudiantes de Bogotá. [...] La gente dice que la verdadera Legación de México es mi cuarto. El día que estoy más solo, tengo 10 visitas. [...] Para mi es motivo de sano orgullo el verme verdaderamente asediado de estudiantes todos los días. Muchos de estos dicen que escribirán a la Federación para que esté yo en Bogotá el tiempo que probablemente gastaré en Venezuela y Ecuador33.

La Asamblea de Estudiantes

En julio de 1919 se llevó a cabo en Bogotá un encuentro de estudiantes que dio origen a lo que se comenzó a denominar Asamblea de Estudiantes34. De la reunión salió aprobado un conjunto de propósitos que se convirtieron en banderas de lucha para los tiempos venideros. En el documento oficial que fue dado a conocer por la prensa, quedaron anotadas las siguientes reivindicaciones:

  1. Determinación del Día del Estudiante.
  2. Fundación de la Casa del Estudiante
  3. Extensión universitaria, mediante la fundación de escuelas nocturnas para obreros y de una Universidad Popular.
  4. Acercamiento íntimo de las Naciones hispanoamericanas y de los demás pueblos latinos.
  5. Intercambio entre los estudiantes del Continente.
  6. Comisiones de propaganda, de franquicia, de auxilio, de reforma instruccionista, de sport, de salubridad, etc.
  7. La Asamblea tendrá la representación de los estudiantes ante sus Cuerpos Directivos, para todos los asuntos que con ellos puedan surgir.
  8. La Asamblea recavará (sic) de los Poderes Públicos la reglamentación de todas las profesiones en Colombia.

Como se puede observar, algunas de las reivindicaciones que fueron planteadas por los estudiantes bogotanos retomaban viejas aspiraciones e incluso logros ya conseguidos de movimientos estudiantiles latinoamericanos, particularmente de Uruguay, México y Argentina. Por ejemplo, el Día del Estudiante había surgido como iniciativa en el I Congreso Internacional de Estudiantes Americanos realizado en Uruguay en 190835, y en México se celebraba desde 191036. Por otro lado, la Casa del Estudiante era una realidad en la patria de Pellicer desde 191037; algo parecido ocurrió con la extensión universitaria, la cual dio origen a iniciativas de enorme impacto, como la Universidad Popular Mexicana, fundada en 191238.

En el encuentro de julio de 1919 se estableció que la Asamblea de Estudiantes tendría «como objeto la organización de la colectividad estudiantil en toda la República y la preparación del primer Congreso Nacional de Estudiantes»39. Para ello se decidió realizar una nueva sesión el 7 de agosto próximo (fecha de una incuestionable carga simbólica, que pretendía ligar la iniciativa estudiantil con el surgimiento de la república), buscando vincular a una mayor cantidad de estudiantes de los colegios y de las facultades universitarias que no habían podido asistir a la primera sesión. Sin embargo, la cita programada pudo realizarse solo hasta la segunda semana de septiembre. Al respecto, es de tenerse en cuenta que no eran menores las dificultades que encontraban los estudiantes en la pretensión de sacar adelante sus aspiraciones, como lo testimonia Hernando de Velasco:

Grande y dura ha sido la labor de la junta preparatoria: sin apoyo oficial de ninguna naturaleza y casi sin recursos pecuniarios, saca avante su propósito, merced a su esfuerzo generoso y a constante anhelo de mejorar la institución estudiantil; en efecto, por medio de conferencias, por la prensa y por cuantos medios han podido estar amantes del mejoramiento instruccionista, levantaron el ánimo antes muerto de sus compañeros y les llevaron el convencimiento de la urgente y necesaria unión de todos los que acudimos a las aulas, de la necesidad de formar una institución fuerte y permanente, fiel guardiana de los fueros estudiantiles, para que todos los que aprenden la verdad tengan la evidencia que no serán desamparados en las horas difíciles de la desgracia40.

Las adversidades no mellaron el ánimo de Carlos Pellicer, quien continuó trabajando con tesón. El 10 de agosto le escribe a su padre que se encuentra «muy satisfecho de los trabajos»41, una sensación que de seguro era alimentaba por la alegría que le generaban los homenajes de que era objeto de sus colegas, como el recibido el 15 de agosto de 1919 y que, como pocos, lograron conmoverlo. En carta a su madre Deifilia describe el acontecimiento que vivió:

Estoy lleno de júbilo. Ayer sábado a las 7 de la noche me recibió solemnemente la Sociedad «Jorge Isaacs», órgano de la Escuela Araujo y Ramírez. La sala estaba llena de estudiantes. La ceremonia fue breve y sencilla. Después de oír tres discursos en los que se me elogio demasiado, leí el mío que causó la mejor impresión al auditorio. Mi discurso, como todos los que aquí he pronunciado, fue breve, pero tal vez el mejor hasta la fecha. Varias veces me interrumpieron para aplaudirme. El aplauso final me turbó notablemente. Me emocioné mucho. Después el presidente de la Sociedad me contestó emocionadísimo. Con esto se finalizó la ceremonia, y al ponerme de pie para salir, varios estudiantes lanzaron vivas a Méjico y me aplaudieron al pasar yo, cosa que casi me hizo llorar de gusto. Antes de tomar la escalera correspondí con viva a Colombia y los aplausos siguieron. De las recepciones que me han hecho, ninguna como esta ha sido tan conmovedora42.

Como se anotó, los estudiantes volvieron a reunirse la segunda semana de septiembre para instalar, formalmente, la primera Asamblea de Estudiantes de Bogotá. Allí se eligió a Alfonso Esguerra como presidente, y a Efraím Rozo y Alejandro Bernate como primer y segundo vicepresidente, mientras que a German Arciniegas se le designó como secretario perpetuo43. La Comisión de Reglamento estuvo constituida por los estudiantes Alberto Peña, Bernardo Vanegas Dussán, Manuel María Astudillo y Regulo Pineda; mientras que la Comisión de Credenciales la conformaron Temistocles Vargas, Ramón Pérez Hernández, Roberto Pedraza e Ignacio González Torres. En total, participaron 95 delegados en representación de la Escuela de Derecho, Ingeniería, Medicina, Agronomía, Comercio, y del Colegio Dental, Colegio de Araujo y Ramírez, Colegio Universitario, Colegio de Restrepo Mejía, Colegio de San Bartolomé, Escuelas Unidas y Gimnasio Moderno44.

En el evento que sesionó durante varios días en el Salón Samper, se presentaron diversos proyectos que fueron elaborados por los propios estudiantes, relacionados con asuntos educativos que fueron remitidos al gobierno y al Congreso de la República. Se destacan dos proyectos: uno que pretendía establecer de manera oficial el canje de estudiantes de diversas nacionalidades a través de becas, con lo que se buscaba «estrechar los vínculos de solidaridad y buena inteligencia que deben unir a la Republica con los demás países de origen hispano»; el otro proyecto pretendía «fomentar el perfeccionamiento y especialización de algunas ciencias» a través del envío de estudiantes al exterior, apoyados por el Estado, y quienes, una vez concluidos los estudios, debían «servir al Gobierno, por espacio de cinco años, en los puestos que según los conocimientos adquiridos, este los designe»45. También determinó la Asamblea de Estudiantes realizar el 16 de septiembre una «sesión solemne [...] en honor de Méjico»46, enviando una comunicación especial a los jóvenes mexicanos, en la que, entre otras cosas, se manifestaba lo siguiente:

La Asamblea de Estudiantes presenta efusivo saludo de felicitación a la juventud mejicana en el día de su fiesta nacional, y hace votos sinceros por que el acercamiento intelectual entre los estudiantes colombianos y mejicanos sea cada vez mayor, para que así estos dos países, en comunión de intereses y de ideas, sean modelo de amistad entre las naciones latinas de América47.

Si se leen con detenimiento los derroteros que se establecieron en el evento, no es difícil identificar la influencia que ejerció Carlos Pellicer en las aspiraciones de los jóvenes bogotanos. En particular, se considera que los aportes de Pellicer se ubican en el plano de los referentes prácticos, como la extensión universitaria (que ya gozaba de una legitimidad notoria en tierras mexicanas), la política de canje de estudiantes de distintas nacionalidades y la creación de la Casa del Estudiante y del Día del Estudiante. El propio German Arciniegas reconoció la influencia de la experiencia estudiantil mexicana, al resaltar que la junta organizadora de la Asamblea Estudiantil «formuló un programa completo y preciso para esta, y con tal fin estudió la manera como están organizadas las asociaciones estudiantiles similares de toda América, y muy especialmente las de Chile y Méjico, que de tan envidiable manera prosperan»48. Varias semanas después volvió a reunirse la Asamblea de Estudiantes, esta vez con el propósito de inaugurar formalmente la naciente agremiación estudiantil. Al acto asistieron «varios Ministros del Despacho, varios miembros del Cuerpo Diplomático, los rectores de los establecimientos de educación de la capital y muchísimas damas y caballeros de la más alta sociedad, a más de gran número de estudiantes de todas las facultades y colegios»49. El evento sirvió para que Carlos Pellicer presentara sus credenciales como delegado de los estudiantes mexicanos, pronunciando «un gallardo discurso»50. En carta a su padre, fechada el 20 de octubre de 1919, Pellicer describe los pormenores de su presencia en la sesión de la asamblea:

Con toda la inmodestia que el caso requiere me permito decirte que puedes enorgullecerte de mi labor: la Federación de Estudiantes de Bogotá fue instalada pública y solemnemente el día 15 de los corrientes, a las 8 y media de la noche, con asistencia del Ministro de Instrucción, de los diplomáticos sudamericanos y de los rectores de los colegios y de la más distinguida sociedad bogotana y todos los estudiantes de preparatoria y profesional. El acto fue solemnísimo como puedes comprender. A las 9 y media de la noche, vestido de frac y agarrado con mi prendedor del Colegio Mayor del Rosario el escudo de dicho establecimiento en el pecho, a modo de condecoración, fui conducido desde mi casa hasta el salón por una comisión especial y otra comisión me introdujo al recinto donde todo el mundo se puso en pie al ser anunciada mi entrada y recibí entonces una, o mejor dicho la más imponente ovación que hasta hoy se me ha tributado. Avancé hasta donde se encontraba el presidente de la Federación, hija de mi esfuerzo, y leí en alta voz el discurso con el cual le presentaba yo mis cartas credenciales como representante acreditado de la Federación de Estudiantes de México ante los estudiantes colombianos. Aquello fue de una brillante parodia de recepción diplomática. ¡Me hubieras visto! La ceremonia revistió una solemnidad extremada. Me contestó el presidente y le estreché la mano y me salí en medio de grandes aplausos que el público antes había repetido al terminar de leer mi discurso51.

Propaganda a favor de México

«Correspondió a los de mi generación vivir de cerca los tiempos de Zapata, Madero, Pancho Villa, Carranza [...] Nos exaltaba la frase de Madero: ¡El pueblo no pide pan, pide libertad!, detrás de cuyo encanto mágico se lanzaron campesinos a la primera gran revuelta de este siglo. La película ¡Viva Zapata! Fue nuestra fascinación. Oíamos "Si Adelita se fuera con otro [...]" o "La Cucaracha", como marsellesas de la tierra que iban a reivindicar los campesinos [...] La suerte nos unió así a una revolución nuestrísima, anterior a la de Lenin, llena de sabor americano. Y por razón de nuestra vocación universitaria, leíamos de estudiantes Los de Abajo de Azuela, El Aguila y la Serpiente de Martin Luis Guzmán y cuanta novela, historia o gaceta pudiera ilustrarnos sobre las intimidades de la gesta mexicana»
Germán Arciniegas52.

Carlos Pellicer se propuso, como se destacó líneas arriba, difundir una imagen favorable de su país, cuestión que el gobierno de Venustiano Carranza había considerado de vital importancia, para contrarrestar el cuadro negativo que se tenía de México y del proceso revolucionario que allí ocurría, el cual era visto, por cierto, como una «revuelta de bandidos y asaltantes de camino real que se mataban entre ellos»53. En particular, se buscaba con insistencia hacer un proselitismo a favor de las posturas asumidas por el presidente Carranza contra las pretensiones injerencistas de Estados Unidos, lo cual demandaba la denuncia del panamericanismo (política que era vista por muchos sectores políticos de América Latina como una derivación de la Doctrina Monroe). Para ello, Pellicer acudió a diversas actividades como la impartición de conferencias54 y la publicación de artículos en revistas y periódicos. En cuanto a las conferencias, Pellicer dictó varias ante auditorios llenos, en las que abordó temas relacionados con la historia mexicana. La primera conferencia, pronunciada en julio de 1919, tuvo una amplia difusión, tal y como le comenta a su madre: «Mañana, S.D.Q., daré mi tan anunciada conferencia. Está anunciada en las esquinas de Bogotá, en grandes carteles, según la costumbre colombiana. Dicen que hay entusiasmo por oírla»55. La realización de la conferencia resultó un éxito, según relató:

Todos los periódicos anunciaron dicha conferencia por medio de grandes carteles puestos sobre los balcones de sus edificios. El salón estaba muy bien concurrido. Varios personajes estaban presentes. Fue el viernes 25 de este mes, fecha gloriosa para Colombia: primer centenario de la célebre batalla de Pantano de Vargas. Antes de empezar mí conferencia, exité (sic) al auditorio a ponerse de pie breves instantes, como un homenaje sencillo a los héroes que actuaron en aquel combate bienhechor. Esta manera de abrir mi conferencia causó una magnifica impresión, y hubo grandes aplausos. La lectura de mi conferencia duro 25 minutos. Se me ovacionó largamente. [...] La prensa ha estado amabilísima. [...] Todo el mundo me abrazaba56.

Después, el 15 de septiembre de 1919 (en el marco de la Asamblea de Estudiantes que se encontraba reunida), Pellicer tuvo la oportunidad de ofrecer una nueva conferencia, esta vez sobre la Independencia de México. Al comienzo de la disertación, Pellicer manifestó ante el público que había ido a escucharlo:

Me he permitido invitaros a escuchar una rápida sinopsis de la Historia de la Independencia de Méjico. No estáis seguramente ante el historiador sesudo y capaz; tan solamente os halláis frente a un modesto estudiante de aquella nación, el cual ha venido a esta Republica en representación de los estudiantes mejicanos57.

La presentación en la noche del 15 de septiembre tuvo un impacto similar al de la primera conferencia, como lo cuenta Pellicer en una carta del 22 de septiembre de 1919:

El 15 en la noche, di una conferencia sobre la guerra de Independencia mexicana. Aún se habla de mi conferencia; gustó muchísimo. Muchas personas se regresaron a sus casas porque ni siquiera había ya lugar para estar de pie. Hablé durante veinte minutos. La ovación fue inmensa. Una de las ovaciones más grandes que he oído en mi vida. Se me ha felicitado al revés y al derecho. En fin, fue un gran triunfo58.

Además Pellicer contó con las páginas de Voz de la Juventud, un pequeño folletín creado por German Arciniegas en 1917, que servía de órgano de prensa de la Asamblea de Estudiantes59. Allí apareció publicado el texto de la conferencia que dictó en la noche del 15 de septiembre de 1919, titulado Apuntes históricos sobre la guerra de la Independencia de Méjico, así como algunos poemas de su autoría. En otros medios, como la Revista Azul, se daba cuenta de la labor cultural que realizaba Pellicer entre la «intelectualidad novísima» de la ciudad60.

También Pellicer promovió el 17 de diciembre de 1919 un acto público de homenaje a Simón Bolívar, de quien era «un entusiasta bolivariano, desorbitado»61. En una carta a su padre le confiesa la emoción que le causó el acto:

A las 11 y media de la mañana del 17 del presente, me presenté acompañado del Encargado de Negocios de México y del Alcalde de la ciudad. Estudiantes, militares, pueblo en general, asistió a la ceremonia. Después de leer mi discurso que llenó de emoción al público, arrojé la bandera de México sobre el pedestal de la estatua de Bolívar. Después coloqué una hermosa corona de laurel adornada con una cinta que decía sencillamente: «Los Estudiantes mexicanos». Entonces se oyeron los himnos de Colombia y México. Yo lancé vivas a Bolívar y a Colombia. Hasta un cochero me abrazó. Las felicitaciones fueron numerosísimas, y la prensa, como verás, fue muy gentil conmigo. Aún se habla del acto, como algo imponente. Estoy satisfechísimo porque como antes dije, hice dos cosas: Hice aparecer a nuestros estudiantes como muy amantes de Bolívar y de Colombia, y yo satisfice bellamente un gran deseo: el de postrarme ante el genio62.

Las labores de Pellicer en Bogotá, y particularmente las conferencias públicas, tuvieron la particularidad de despertar el interés de los bogotanos (incluyendo, desde luego, a los estudiantes) por los acontecimientos ocurridos en el país del norte. Además, lograron generar afectos profundos por la suerte de la nación azteca, para lo cual Pellicer resaltó sentimientos asociados a la idea de una historia común entre Colombia y México, cargada de nobles gestas y de grandes figuras, como Simón Bolívar.

Labor cumplida

«Pude tal vez haber terminado la Preparatoria aquí pero sin crear la Federación de Estudiantes ni hacer la espléndida propaganda por México que he llevado a cabo. Estudié y cumplí de sobra con mi misión»
Carlos Pellicer, 19 1 963.

En septiembre de 1919, una vez había sido formalizada la creación de la Asamblea de Estudiantes, Carlos Pellicer manifestó a sus padres y a la directiva de la agremiación estudiantil mexicana su deseo de tomar rumbo a otro país de América del Sur o retornar a México. Lo motivaron varias razones, que pudieron haber tenido el mismo peso. Puede destacarse, en primer lugar, precisamente la sensación del deber cumplido. Al respecto, Pellicer manifestó en diversas ocasiones que su papel en Bogotá había terminado una vez se había constituido la Asamblea de Estudiantes64. En el informe a la directiva de los estudiantes del Distrito Federal, Pellicer destacó que su labor en Colombia había «sido verdaderamente sorprendente», al haber «cumplido de sobra con mi misión creando el Congreso de Estudiantes y haciendo una brillante propaganda por México»65. Una vez constituida la organización estudiantil, el joven tabasqueño consideró que poco tenía que hacer en Colombia.

También incidió en la decisión de salir de Colombia su deseo de concluir los estudios de preparatoria. Al respecto, Pellicer vivía una angustia interna al considerar que la preparatoria se le había convertido en «interminable». Sobre esto le escribió a su padre: «Piensa que tengo 22 años y que estoy muy lejos de obtener un título profesional, por obra y gracia de la Revolución que me transformó mis estudios»66. Y si bien había logrado cursar un año de estudios en el Colegio del Rosario en Bogotá, nunca le animó el tipo de enseñanza «estúpido y salvaje» que allí recibió. En carta del 17 de noviembre, se refirió a sus estudios en Bogotá, una ciudad a la que si bien le guarda un afecto especial, no deja de llamarla «Bogotá neurasténica»67o «pobre ciudad»68, de la siguiente manera: «Si Bogotá tuviera otros colegios de preparatoria que no fueran tan malos, me quedaría yo. Pero como no es así, y habiendo ya cumplido y de sobra con mi misión, creo que no debo permanecer en Colombia después del mes de febrero próximo»69. El 3 de enero de 1920, volvió a escribir en tono categórico: «No deseo, porque no me conviene seguir estudiando en Bogotá»70.

Finalmente, pudo motivar a Pellicer salir del país los ataques que de forma sistemática recibió de miembros de la Iglesia católica, y de los cuales dio cuenta en diversos momentos de su estancia en Bogotá. En una carta del 28 de diciembre de 1919 refirió detalles que ayudan a comprender la incomodidad que debió sentir, como, por ejemplo, que se le resaltara su nacionalidad mexicana como algo negativo:

Los malos ratos que aquí me han hecho pasar los señores sacerdotes, han sido muy serios. [...] Son los dueños y amos de Colombia. ¿Para qué un modesto estudiante los atacaría? A mí no me ha valido comulgar a las 12 del día ni arrodillarme en la calle al paso de las procesiones. Yo tengo el delito de ser mexicano y eso basta. ¿Tengo yo la culpa de los atropellos que ha sufrido la Iglesia mexicana? Antes de visitar al Presidente de la Republica, visité al Arzobispo. Le conversé de las gestiones de Monseñor Burkle cerca de don Venustiano y del espléndido resultado de esas gestiones. Fui tratado con la mayor frialdad. Los jesuitas me recibieron mal, a pesar de mi amistad que aún persiste con el padre Potard. Los jesuitas me han calumniado dos veces. Yo me he quedado callado. Y lo que han hecho es volverme popular. Cuando visité al jefe de ellos en Bogotá, le hable de mis deudas de gratitud para con ellos. Dicho Sr. tuvo una sonrisa de lastima para mí, me dijo muy feas cosas de México, cosa que por educación no debió haberme dicho, y todo esto, así como las calumnias que me ha levantado, me importan tanto como que el mundo se acabe. ¿Yo atacarlos? ¡Si no estoy loco! Sería ridículo. Resultaría yo como los perros que le ladran a la Luna71.

Además, resalta una situación que no esconde sus apreciaciones sobre la relación entre religión y educación:

La Federación de Estudiantes se hizo a pesar de la guerra que me hicieron y la Federación de Estudiantes está compuesta en su gran mayoría por jóvenes católicos. Ellos me han atacado sin motivo alguno [...] Los señores sacerdotes deben y pueden meterse en todo, menos en política. De Nuestro Señor Jesucristo es esta frase: «Al Cesar, lo que es del Cesar, y a Dios lo que es de Dios». Pero en este país no sucede tal cosa, y por eso este país, fabulosamente rico, es un país pobre72.

El destino final de Pellicer no era claro, en parte, porque no dependía de él. Se cruzaba, por un lado, su manifiesto deseo de instalarse en Argentina y, por otro, la decisión que debían tomar las directivas estudiantiles en México, y que, de forma inexplicable, como él lo expresa, se prolongaba sin justificación. Finalmente, Pellicer tomó rumbo a Caracas, ciudad que si bien no tenía entre sus posibilidades, logró despertar en él motivos especiales: por un lado, porque, «a excepción de Caracas, en todo el Continente hay Federación de Estudiantes»73; por otro, y sumamente significativo para él, porque en aquella ciudad reposaban los «restos preciosísimos» de Simón Bolívar74.

Como resulta comprensible, la salida de Pellicer de Bogotá no fue fácil para él y sus amigos. En carta a su madre del 12 de marzo de 1920, Pellicer se refiere al momento triste que tuvo que vivir, al tener que despedirse de las personas con las que había compartido en los últimos meses:

Aun cuando deseaba yo salir de Bogotá por motivos que tú conoces, sentí al hacerlo una tristeza muy grande y muy honda y muy sincera. Más de 30 personas fueron a dejarme a la estación y dos días antes de mí salida me fue ofrecido un banquete de 25 cubiertos, que resultó esplendido. [...] Toda la prensa se ocupó de mí con motivo de mi salida. Las últimas noches que pasé en Bogotá, (porque los días los dedique a despedirme), era tal la cantidad de visitas que recibía yo que hubo necesidad de sentarse en cajones y hasta sobre mi maleta de cuero, pues las 14 sillas que yo tenía en mi salita y mi cuarto, no alcanzaban materialmente. El llanto de mis amigos en la estación me conmovió muchísimo. [...] Todavía estoy triste por Bogotá75.

El aporte de Carlos Pellicer

En una carta del 30 de noviembre, Pellicer le pide a su padre indagar por la suerte del informe que elaboró para las directivas del Congreso Local de Estudiantes del Distrito Federal, donde relata su labor en Bogotá. En ella anotó, sin titubeo alguno: «Yo vine a crearlo todo. Apenas si me hacen justicia»76, refiriéndose al trabajo que realizó en la capital colombiana. La expresión de Pellicer puede sonar un tanto exagerada y egoísta, si se considera que los logros, pequeños o grandes, que obtuvieron los estudiantes bogotanos en 1919 fueron resultado de un esfuerzo colectivo y no de un solo individuo. Sea este el momento entonces de establecer cuál pudo haber sido el aporte de Carlos Pellicer a los estudiantes bogotanos durante el corto periodo en que permaneció en la capital del país.

Distintos testimonios de sus contemporáneos colombianos coinciden en establecer que el joven poeta contribuyó de forma especial a la promoción de la organización de los estudiantes de la capital en 1919. En 1921, la ya existente Federación de Estudiantes de Colombia reconoció la labor realizada por Carlos Pellicer en Colombia a través de una comunicación dirigida al ministro de la Republica de México:

La fecha gloriosa que hoy conmemora vuestra patria ha sido acogida por la Federación de Estudiantes de Bogotá como suya propia, y por tal razón, en este día en que se recuerda el acto de mayor trascendencia cumplido por los heroicos y geniales creadores de vuestra muy floreciente nacionalidad con la eficiente cooperación de los legionarios de la libertad mejicana -que también es la americana- nuestra asociación estudiantil anhela exteriorizar ante V.E. los sinceros sentimientos de fraternidad, y, más que de fraternidad, de hermandad, que la informan con respecto a la Federación de Estudiantes de Méjico, a la cual estamos ligados de modo indestructible y fuerte, no solo en virtud de analogías raizales o de comunidad de intereses y de anhelos o de puro contacto histórico, sino también por la deferencia que aquella tuvo para con nosotros cuando nos envió un Delegado de su seno -el distinguido universitario don Carlos Pellicer Cámara-, el cual nos trajo ese mensaje de fraternidad que vinculó estrechamente la juventud colombiana a la vigorosa e inteligente juventud mejicana77.

En 1923, a dos años de que Carlos Pellicer hubiese abandonado el país, Arcadio Dulcey resaltó el papel que aquel jugó en la organización de los estudiantes bogotanos:

Hoy tenemos, pues, que nuestras nuevas generaciones inician un bello movimiento; ellas marchan con paso seguro en busca de realizaciones, que si al presente parecen utopías, más tarde habrán de ser firmes conquistas para la sociedad. Al buscar el origen de esta campaña ideológica en las alturas andinas donde vivimos, tenemos que exaltar los nombres de algunos jóvenes que con fe de apóstoles, han recogido la simiente para regarla generosamente entre nosotros. Y fue Carlos Pellicer quien, con el orgullo su juventud, trajo a sus hermanos de Colombia, el saludo altivo de los estudiantes mexicanos. Él supo dar forma a las aspiraciones que es germen propicio, evolucionaban de tiempo atrás, dentro del espíritu de nuestras generaciones adolescentes78.

De otro lado, Luis Vidales destacó la presencia de Carlos Pellicer y su influencia en el campo de la circulación de ideas entre los jóvenes de aquella época:

Carlos Pellicer, el poeta mexicano, en un rasgo de aproximación americanista que por supuesto a nosotros se nos hacía insólito y que quedó sin reciprocidad como era lógico que ocurriera en el ambiente de un gobierno conservador que ni siquiera se dio cuenta de la presencia de Pellicer. [...] Pellicer naturalmente no nos influenciaba con poesía porque él se hallaba en el mismo periodo de iniciación que nosotros. Pero sus habitaciones en el tercer piso del edificio Lievano, fueron antes que el Windsor nuestro lugar de reunión habitual, cuando Tejada aún no había llegado a la capital79.

Los aportes que brindó Carlos Pellicer a los estudiantes de Bogotá podrían sintetizarse así: en primer lugar, al promover el interés por México a través de discursos, conferencias y artículos periodísticos, Pellicer dotó de referentes históricos y políticos inéditos a sus similares de Bogotá, quienes apenas si veían lo que ocurría allende las fronteras del país. Con su presencia en Bogotá, los estudiantes tuvieron la oportunidad de conocer aspectos de la historia antigua y reciente de México. El 16 de septiembre de 1919, en la celebración del día de la Independencia de México, un grupo de universitarios bogotanos entregó al encargado de negocios de ese país en Colombia un álbum de autógrafos, en donde manifestaban su adhesión y simpatía por el pueblo hermano80. Lo anotado por los estudiantes permite identificar la imagen que tenían los jóvenes colombianos de México. El estudiante German Arciniegas anotó: «Al país centinela, al vibrante Méjico, la adhesión de mi espíritu joven»; Carlos Álzate Noreña escribió: «Amo a Méjico, patria de inconformes, donde el espíritu renovador ha llevado las más de las veces a feroces guerras tan odiadas por los hombres mediocres, pero que producen en las almas cultas un verdadero sentimiento estético»; otro estudiante, Ignacio González Torres, anotó: «En medio de las hervorosas agitaciones internas que han conmovido a Méjico, el alma férrea de este pueblo ha palpitado generosamente al compás de un sentimiento bello y grande: el patriotismo. Por eso quiere entrañablemente a aquella nación hermana, y la admiro»; finalmente, y para no extendernos en las referencias, Manuel I. Gutiérrez destacó: «Mientras haya en América naciones como Méjico, excelsa concreción del patriotismo y la nobleza, la ambigua doctrina Monroe, apenas si será un cuento para niños»81.

Estas expresiones de los estudiantes bogotanos recrean la presencia de una postura a favor del nacionalismo pregonado por la nación mexicana, concebida como «la hermana que sufre y a la hermana que canta», y con la que se afirmaba tener una «noble fraternidad: la fraternidad en el dolor por virtud de un mismo sentimiento de justicia contra la felonía yankee; y la fraternidad en el Arte, que las convierte en las más nobles sacerdotisas ante el altar de Nuestra Señora la Belleza»82. Al respecto, se debe recordar que Pellicer fue un defensor de las tesis del presidente Venustiano Carranza83, en particular de las asociadas al antiimperialismo en su variante liberal84. Este sentimiento en el contexto colombiano tenía razones profundas para existir, como lo testimonia el malestar social derivado de la pérdida de Panamá, y por los hechos de sangre ocurridos en marzo de 1919 en Bogotá, durante el gobierno de Marco Fidel Suárez, mandatario que, por cierto, solía ser comparado con el presidente Venustiano Carranza, al que, según Pellicer, «toda la prensa lo adora y se le viene poniendo de ejemplo al infeliz presidente colombiano actual que es un desgraciado»85.

Por otro lado, Pellicer fue no solo un crítico de la educación en Bogotá, postura que adelantó con respeto y cierta cautela, sino un declarado defensor de la laicización de la enseñanza. Si bien era un creyente consumado, que comulgaba semanalmente y oraba en las noches, consideraba que la política y la religión debían ir por caminos separados, dando cuenta de los profundos debates que en su país se habían originado sobre ese asunto. Esta postura, sin duda, impactó en la mentalidad de los estudiantes bogotanos (muchos de ellos católicos, como lo resalta Pellicer), y particularmente de los más cercanos a él, alimentando posturas que demandaban una separación entre el Estado y la Iglesia católica, y la autonomía de la educación frente al poder religioso, reivindicaciones que serán promovidas por los estudiantes con insistencia durante los dos gobiernos liberales de Alfonso López Pumarejo.

Finalmente, es de resaltar que Pellicer puso a disposición de sus pares bogotanos la experiencia mexicana en torno a los procesos organizativos, demandas y aspiraciones estudiantiles, que sirvieron para impulsar y orientar procesos similares en la capital del país. Precisamente German Arciniegas destacó que Pellicer se convirtió en «el brazo derecho de la organización estudiantil» en Bogotá86, al tener en la constitución de la Asamblea de Estudiantes un desempeño fundamental87, como se refirió en su momento.

Resta decir que el interés de Carlos Pellicer por Colombia y su intercambio de ideas con sus antiguos compañeros continuaron88, a pesar de su viaje a Caracas. La correspondencia sostenida entre él y Arciniegas permite rastrear, en parte, esa relación. En una de las cartas que escribió Pellicer a Arciniegas, aquel anotó con un atrevimiento solo comprensible por la amistad especial que había entre los dos: «Ustedes no tienen remedio: hay que hacer una revolución como la nuestra, para poder acabar con todos los estorbos, y vaya que son grandes, para que ustedes puedan arrojarse al movimiento social de nuestros días que al fin y al cabo llegará a imponerse»89. Sin duda, durante un buen tiempo los estudiantes colombianos concibieron a México como un espejo para verse y reconocerse como sector social, y poder establecer posibilidades de acción en campos como la educación, la cultura y la política. En ese ejercicio, la presencia y labor de Carlos Pellicer entre los estudiantes bogotanos continuó gravitando como un referente especial durante un buen tiempo.


Pie de página

1Carta de German Arciniegas a Carlos Pellicer (abril 15 de 1921), en Serge I. Zaitzeff, Correspondencia entre Carlos Pellicer y German Arciniegas 1920-1974 (México: Conaculta, México, 2002).
2Carta de Carlos Pellicer a German Arciniegas (noviembre 14 de 1921), en Zaitzeff, Correspondencia.
3Por ejemplo, Ricardo Arias Trujillo, Los Leopardos. Una historia intelectual de los años 1920 (Bogotá: Uniandes/Ceso, 2007), 294-297. Uno de los pocos ejercicios comparativos que existen es el del historiador Miguel Ángel Urrego, quien analiza los alcances de la política social de los gobiernos de Alfonso López Pumarejo y Lázaro Cárdenas. Desafortunadamente, la edición del libro no es la mejor, al existir muchos gazapos que dificultan su lectura fluida. Véase Miguel Ángel Urrego, La revolución en marcha en Colombia, 19341938 (Morelia: Instituto de Investigaciones Históricas Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo/Nueva Gaceta, 2005).
4Pablo Yankelevich, La revolución mexicana en América Latina. Intereses políticos e itinerarios intelectuales (México: Instituto Mora, 2003), 15.
5Douglas W. Richmond, La lucha nacionalista de Venustiano Carranza 1893-1920 (México: Fondo de Cultura Económica, 1986), 259.
6Richmond, La lucha nacionalista, 290. Colombia fue objeto de ese reconocimiento cuando a finales de septiembre de 1921, en una calle del ayuntamiento de México, se fijó «en placa metálica el nombre de esa gran Republica de Colombia», como «homenaje de simpatía a las Repúblicas indohispanas». Véase «Méjico y Colombia», El Tiempo [Bogotá], 5 de octubre, 1921, 3.
7Para el caso de Argentina, véase el importante trabajo de Pablo Yankelevich, Miradas australes. Propaganda, cabildeo y proyección de la Revolución Mexicana en el Río de la Plata, 1910-1930 (México: SER-INEHRM, 1997).
8Daniel Cosío Villegas, el futuro fundador del Fondo de Cultura Económica, afirma que fue él, en su calidad de miembro de la Federación de Estudiantes del Distrito Federal, quien le propuso al presidente Venustiano Carranza enviar delegados estudiantiles a las misiones diplomáticas en América del Sur, con el propósito de fortalecer la amistad entre México y los países de aquella región. Daniel Cosío Villegas, Memorias (México: Secretaría de Educación Pública, 1986), 54-55.
9Otros estudiantes que se unieron al propósito del gobierno mexicano fueron Luis Padilla Nervo, quien se dirigió a Argentina; Pablo Campos Ortiz, quien se trasladó a Brasil; Esteban Mancera del Campo, quien se dirigió a Uruguay y Luis Norma, quien se ubicó en Chile. Enrique Krauze, Caudillos culturales en la Revolución Mexicana (México: Secretaría de Educación Pública, 1985), 101.
10Carlos Pellicer Cámara nació en San Juan Bautista, Estado de Tabasco, el 16 de enero de 1897. Hijo de un farmaceuta, cursó parte de la secundaria en la Escuela Nacional Preparatoria, donde fundó una revista de corte literario. Se interesó por la política, convirtiéndose en un defensor del gobierno de Venustiano Carranza, mientras que su padre era admirador de Álvaro Obregón, quien fue presidente entre 1920 y 1924.
11Señala Pablo Yankelevich que una vez el presidente Venustiano Carranza aprobó la idea de las agregadurías estudiantiles en las misiones diplomáticas, vino el proceso de selección de quiénes las integrarían, el cual no estuvo exento de polémicas y suspicacias al interior del gremio estudiantil. Finalmente, fue escogido el grupo de estudiantes ya mencionado, que recibió del propio presidente de la republica la designación como agregados universitarios en septiembre de 1918. Las designaciones servirían como especies de premios para aquellos estudiantes con buenos antecedentes disciplinares y académicos, que a cambio del desempeño de sus funciones en los consulados o legaciones, podrían continuar o perfeccionar sus estudios. Véase Pablo Yankelevich, «En la retaguardia de la Revolución Mexicana. Propaganda y propagandistas mexicanos en América Latina, 1914-1920», Boletín Americanista, n.° 49, (1999): 263 y ss.
12Carta de Carlos Pellicer a doña Deifilia C. de Pellicer (enero 4 de 1919), en Carlos Pellicer, Correo familiar 1918-1920, ed. y pró. Serge I. Zaitzeff (México: ujat, 1988), 61. En otra carta comenta: «La vida es carísima aquí en Bogotá, y no ahorro más que 10 o 15 dólares al mes. Todo cuesta un ojo de la cara o los dos ojos. No sé qué sería de mí en el Brazil (sic) con este sueldo. No me explico la situación de los compañeros que van a lugares más, mil veces más caros que Bogotá, como son Buenos Aires y Río de Janeiro». Pellicer, Correo familiar, 72.
13La Federación de Estudiantes de México, fundada en 1920, tuvo su antecedente inmediato en el Congreso Local de Estudiantes, del que hacia parte Carlos Pellicer. Tanto la Federación como el Congreso Local fueron expresión de un activismo que se remonta a 1910, cuando se realizó el primer Congreso de Estudiantes de México, en el marco de las celebraciones del centenario de la independencia. Ver María de Lourdes Velásquez Albo, Los congresos nacionales universitarios y los gobiernos de la revolución 1910-1933 (México: unam, 2000).
14Carta de Carlos Pellicer a doña Difilia C. de Pellicer (enero 4 de 1919) en Pellicer, Correo familiar, 61.
15Carta de Carlos Pellicer a don Carlos Pellicer (febrero 20 de 1919) en Pellicer, Correo familiar, 78.
16Alberto Gómez Martínez y Albio Martínez Simanca, Estudiantes y cambios generacionales en la sociedad colombiana (1910-1934) (Bogotá: Graficas Ducal, 2012).
17Ver las conclusiones en Primer Congreso Internacional de Estudiantes de la Gran Colombia (Bogotá: Casis, 1910).
18Véase «Reunión universitaria», El Tiempo [Bogotá], 1 de marzo, 1919, 2.
19German Arciniegas señala que al llegar Carlos Pellicer a Bogotá ya él tenía en mente crear una federación de estudiantes y, al entrar en contacto con el mexicano, juntos comenzaron a actuar en ese propósito. Véase Antonio Cacua Prada, German Arciniegas. Su vida contada por él mismo (Bogotá: Instituto Colombiano de Estudios Latinoamericanos y de Caribe, 1990), 74.
20Carta de Carlos Pellicer a don Carlos Pellicer (enero 25 de 1919), en Pellicer, Correo familiar, 69-70.
21German Arciniegas se había matriculado como estudiante en la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad Nacional de Colombia en febrero de 1918. Véase Cacua Prada, German Arciniegas, 67.
22German Arciniegas, Cuadernos de un estudiante americano (Santa Fe de Bogotá: Ediciones Uniandes, 1994), 236.
23Carta de Carlos Pellicer a doña Deifilia C. de Pellicer (marzo 11 de 1919), en Pellicer, Correo familiar, 85.
24Carta de Carlos Pellicer a doña Deifilia C. de Pellicer (marzo 11 de 1919), en Pellicer, Correo familiar, 86.
25Velázquez de Albo, Los congresos nacionales.
26Tal era su deseo de ver constituida la agremiación estudiantil, que en una carta escribió: «Por ahora he procurado no relacionarme mucho con la High Life de aquí, para poder trabajar mejor en el sentido de la Federación de Estudiantes. Las muchas relaciones elegantes me harían contraer muchos compromisos de sociedad, que más tarde tendré con verdadero placer. Pero el asunto estudiantil está por encima de las reuniones aristocráticas». Carta de Carlos Pellicer a don Carlos Pellicer (marzo 22 de 1919), en Pellicer, Correo familiar, 90. Cursivas en el original.
27Carta de Carlos Pellicer a doña Deifilia C. de Pellicer (abril 5 de 1919), en Pellicer, Correo familiar, 95.
28Carta de Carlos Pellicer a don Carlos Pellicer (mayo 10 de 1919), en Pellicer, Correo familiar, 105.
29Carta de Carlos Pellicer a doña Deifilia C. de Pellicer (junio 6 de 1919), en Pellicer, Correo familiar, 110.
30Carta de Carlos Pellicer a doña Deifilia C. de Pellicer (julio 5 de 1919), en Pellicer, Correo familiar, 118.
31Carta de Carlos Pellicer a don Carlos Pellicer, (Julio 13 de 1919), en Pellicer, Correo familiar, 122.
32Las actividades gremiales las combinaba Pellicer con la escritura de poesía, una de sus mayores pasiones. Al respecto, el 19 de abril de 1919 apareció en El Nuevo Tiempo un artículo de José Juan Tablada titulado La nueva poesía en Méjico, en donde destacó el nombre del joven Carlos Pellicer. Sobre su obra poética puede consultarse el trabajo de Samuel Gordon, Carlos Pellicer. Breve biografía literaria (México: Ediciones del Equilibrista, 1997).
33Carta de Carlos Pellicer a Doña Deifilia C. de Pellicer (agosto 3 de 1919), en Pellicer, Correo familiar, 130.
34La denominación Asamblea de Estudiantes terminó por convertirse en el referente nominal de lo que vino a ser la primera organización estudiantil no adscrita a ningún partido político en Bogotá. Tuvo el carácter de permanente y decisoria, y permitió el encuentro de universitarios y colegiales para debatir temas relativos a su condición social. Entre 1919 y 1921 sesionaron tres asambleas estudiantiles y cada una de ellas contó con una junta directiva, constituida por un presidente y un secretario, elegidos por delegados que representaban a facultades universitarias y colegios de la ciudad.
35Hugo E. Biagini, «Redes estudiantiles en el Cono Sur (19001925)», en Movimientos estudiantiles en la historia de América Latina, coord. Renate Marsiske (México: Universidad Nacional Autónoma de México, 2006), 83.
36Javier Garciadiego Dantán, Rudos contra científicos. La Universidad Nacional durante la Revolución Mexicana (México: El Colegio, 1997).
37Garciadiego, Rudos contra científicos, 69.
38Morelos Torres Aguilar, Cultura y revolución. La Universidad Popular Mexicana (Ciudad de México, 1912-1920) (México: Universidad Nacional Autónoma de México, 2010).
39Véase «La Asamblea de Estudiantes», El Tiempo [Bogotá], 8 de julio, 1919, 2.
40Véase «Los organizadores del Congreso», Voz de la Juventud [Bogotá], 28 de agosto, 1919, 28.
41Carta de Carlos Pellicer a don Carlos Pellicer (agosto 10 de 1919), en Pellicer, Correo familiar, 133.
42Carta de Carlos Pellicer a doña Deifilia C. de Pellicer (agosto 17 de 1919), en Pellicer, Correo familiar, 135. Voz de la Juventud se refirió el acto de homenaje al «delegado de los estudiantes mejicanos en Colombia», destacando que Carlos Pellicer «y el Presidente de la corporación (se refiere a la Sociedad Jorge Isaacs, N.A.) cambiaron palabras llenas de juventud y el auditorio salió llevando la mejor impresión de este acto». Véase «Por esas Escuelas», Voz de la Juventud (Bogotá), 28 de agosto, 1919, 36.
43Véase «Se instala la asamblea de estudiantes», El Tiempo [Bogotá], 14 de septiembre, 1919, 1.
44Véase «Listado de los delegados a la primera Asamblea de Estudiantes», Voz de la Juventud [Bogotá], 27 de septiembre, 1919, 92. Como se deduce, la Asamblea de Estudiantes estaba integrada por alumnos de las facultades universitarias y colegios, lo cual refleja la profunda simbiosis que existía entre los estudiantes de los dos niveles en la ciudad. Cada delegación estaba constituida por principales y suplentes: mientras que una carrera universitaria estaba representada por nivel de formación, es decir, por semestre, un colegio estaba representado por un delegado principal y su suplente.
45Véase «Listado de los delegados», 93 y ss.
46Véase «Se instala la asamblea», 1. Pellicer describió los actos así: «El día 16 recibí gran número de felicitaciones y por la tarde hubo una grandiosa manifestación estudiantil en honor de México. Cuando salí a entregarles la bandera hubo gritos de Viva México, Viva Carranza y Viva Carlos Pellicer! Ya te puedes imaginar lo que sentí con estas cosas. A cada momento gritaban Abajo el imperialismo yanqui». Véase Carta de Carlos Pellicer a doña Delfilia C. de Pellicer (septiembre 22 de 1919), en Pellicer, Correo familiar, 143-144.
47Copias del acuerdo fueron remitidas al encargado de negocios de México en Colombia y «al muy digno Representante de la Federación Estudiantil Mejicana, señor don Carlos Pellicer C». Véase «Listado de los delegados», 101. Por otro lado, que los proyectos estudiantiles mencionados se hubiesen presentado y aprobado el 16 de septiembre de 1919 no fue algo fortuito. Fue así por interés de la Asamblea de Estudiantes, con lo cual se buscó rendir honor a México en su día nacional. Véase «Listado de los delegados», 93 y ss.
48Véase «La Asamblea de Estudiantes, ¿fracaso?», El Tiempo [Bogotá], 25 de septiembre, 1919, 3.
49Véase «Se inaugura la Asamblea de Estudiantes», El Tiempo (Bogotá) 15 de octubre, 1919, 3.
50Véase «Se inaugura», 3.
51Carta de Carlos Pellicer a Don Carlos Pellicer (octubre 20 de 1919), en Pellicer, Correo familiar, 152-153.
52German Arciniegas, «Prólogo», en Emiliano Zapata. Las letras y el folklore mexicano, escr. Lola Elizabeth Boyd (Madrid: Porrúa, s.f.), viu.
53Citado en Hugo E. Biagini, La contracultura juvenil. De la emancipación a los indignados (Buenos Aires: Capital Intelectual, 2012), 90.
54Las conferencias acerca de México fueron un mecanismo de difusión por excelencia en el medio colombiano y latinoamericano. A través de ellas los ciudadanos tenían la posibilidad de acceder al conocimiento del pasado y presente del país del norte y, por ese medio, tener una información en ciertas ocasiones más profunda que la ofrecida por la propia prensa. En Bogotá no fueron pocas las conferencias que sobre México y la revolución política que allí ocurría se realizaron en distintos momentos. A modo de ejemplo, se pueden destacar las que impartió Arturo Quijano en octubre de 1921 y Julio Cuadros Caldas en febrero de 1934.
55Carta de Carlos Pellicer a doña Deifilia C. de Pellicer (julio 5 de 1919), en Pellicer, Correo familiar, 119.
56Carta de Carlos Pellicer a doña Deifilia C. de Pellicer (julio 28 de 1919), en Pellicer, Correo familiar, 127 y 128.
57Véase «Conferencia dictada por el señor Carlos Pellicer C., la noche del 15 de septiembre de 1919, en el Salón Samper», Voz de la Juventud [Bogotá], 27 septiembre, 1919, 82 y ss.
58Carta de Carlos Pellicer a doña Deifilia C. de Pellicer (septiembre 22 de 1919), en Pellicer, Correo familiar, 143.
59Destaca Arciniegas el papel que desempeñaron en las ediciones de Voz de la Juventud los «nuevos colaboradores extranjeros», refiriéndose a Carlos Pellicer y a don José Juan Tablada, el ministro plenipotenciario de México. Véase Cacua Prada, German Arciniegas, 75.
60Citado en Miguel Ángel Urrego, Intelectuales, Estado y nación en Colombia. De la Guerra de los Mil Días a la Constitución de 1991 (Bogotá: Siglo del Hombre Editores, 2002), 71.
61Así definió German Arciniegas a Carlos Pellicer. Véase Cacua Prada, German Arciniegas, 75.
62Carta de Carlos Pellicer a don Carlos Pellicer (diciembre 20 de 1919), en Pellicer, Correo familiar, 171-172.
63Carta de Carlos Pellicer a don Carlos Pellicer (diciembre 15 de 1919), en Pellicer, Correo familiar, 168-169.
64Sobre este asunto es necesario precisar que cuando Pellicer se refiere a la creación de la Federación de Estudiantes de Colombia, de manera intencional se está adelantando a un hecho que va a ocurrir realmente en 1921, cuando él ya había salido de Colombia. De modo que el aporte de Pellicer radicó en ayudar a estimular y apoyar una dinámica estudiantil que se manifestó a través del surgimiento de las Asambleas Estudiantiles en Bogotá en 1919, y que concluirá con la creación de la Federación de Estudiantes de Colombia en 1921.
65Carta de Carlos Pellicer a don Carlos Pellicer (diciembre 15 de 1919) , en Pellicer, Correo familiar, 156. En ciertos momentos, las cartas de Pellicer dejan entrever su molestia hacia la federación mexicana, porque esta no daba pruebas de recibir sus informes enviados desde Colombia; además, prolongaba la definición del lugar a donde debía dirigirse el joven mexicano, una vez tomó este la decisión de abandonar Colombia.
66Carta de Carlos Pellicer a doña Deifilia C. de Pellicer (febrero 2 de 1920) , en Pellicer, Correo familiar, 191.
67Carta de Carlos Pellicer a doña Deifilia C. de Pellicer (diciembre 28 de 1919), en Pellicer, Correo familiar, 176.
68Carta de Carlos Pellicer a doña Deifilia C. de Pellicer (diciembre 22 de 1919), en Pellicer, Correo familiar, 173.
69Carta de Carlos Pellicer a doña Deifilia C. de Pellicer (noviembre 17 de 1919), en Pellicer, Correo familiar, 161.
70Carta de Carlos Pellicer a doña Deifilia C. de Pellicer (enero 3 de 1920), en Pellicer, Correo familiar, 186.
71Carta de Carlos Pellicer a doña Deifilia C. de Pellicer (diciembre 28 de 1919), en Pellicer, Correo familiar, 177-178.
72Carta de Carlos Pellicer a doña Deifilia C. de Pellicer (diciembre 28 de 1919), en Pellicer, Correo familiar, 177-178.
73Carta de Carlos Pellicer a don Carlos Pellicer (octubre 20 de 1919), en Pellicer, Correo familiar, 153.
74Afirma Pellicer que, una vez instalado en Caracas, visitaba todos los días la tumba de Bolívar, «nuestro Padre, a pedir, a rogar, a suplicar por esta América de la que es él el más estupendo representante», Carta de Carlos Pellicer a doña Deifilia C. de Pellicer, en Pellicer, Correo familiar, 209.
75Carta de Carlos Pellicer a doña Deifilia C. de Pellicer (marzo 12 de 1920), en Pellicer, Correo familiar, 199.
76Carta de Carlos Pellicer a don Carlos Pellicer (noviembre 30 de 1919), en Pellicer, Correo familiar, 164.
77Véase «La Federación de Estudiantes y el centenario de Méjico», El Tiempo [Bogotá], 3 de octubre, 1921, 4.
78«Las nuevas generaciones», El Grafico [Bogotá], septiembre de 1923.
79Luis Vidales, «Cómo nos hicimos comunistas», Sábado [Bogotá], 10 de noviembre, 1945.
80Véase «En honor de Méjico», Voz de la Juventud [Bogotá], 27 de septiembre, 1919, 99-101. Otro ejemplar del mismo álbum fue entregado a Carlos Pellicer.
81«En honor de Méjico».
82«En honor de Méjico».
83Zaitzeff, Correspondencia, 13-14.
84Sobre el antiimperialismo como corriente política que alimentó imaginarios sociales y circuló de forma notable en el periodo, puede consultarse a Alexandra Pita González y Carlos Marichal, comp., Pensar el antiimperialismo. Ensayos de historia intelectual latinoamericana 1900-1930 (México: El Colegio/Universidad de Colima, 2012).
85Carta de Carlos Pellicer a don Carlos Pellicer (diciembre 15 de 1919), en Pellicer, Correo familiar, 170.
86Cacua Prada, German Arciniegas, 90.
87Véase Universidad [Bogotá], 12 de enero, 1922.
88Es de destacarse que la estadía de Carlos Pellicer en Bogotá lo marcó profundamente, como lo advierte Arciniegas, Cuadernos de un estudiante, 236. Incluso Arciniegas va más allá al establecer que la estancia de Pellicer en el país definió su suerte como poeta, recordando que su primer libro, Colores en el mar, fue escrito en Bogotá, Tunja y varios municipios de Boyacá.
89Zaitzeff, Correspondencia, 90.


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