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Revista Historia de la Educación Latinoamericana

versión impresa ISSN 0122-7238

Rev.hist.educ.latinoam. vol.14 no.18 Tunja ene./jun. 2012

 

Henríquez Ureña, Pedro. La Universidad. Edición crítica, estudio preliminar, notas y apéndices de Fernando Curiel Defossé.
México: Universidad Nacional Autónoma de México / Seminario de Investigación sobre Historia y Memoria Nacionales, 2010.


ISBN: 978-607-02-1418-9


El dominicano Pedro Henríquez Ureña fue uno de los intelectuales más brillantes que tuvo México a comienzos del siglo XX. Si bien su estancia en el país no fue duradera (1906-1914; 1921-1924), sus ideas y su cátedra tuvieron una vasta trascendencia tanto en el grupo al que perteneció -el Ateneo de la Juventud, a partir de 1912 Ateneo de México, también llamado la Generación del Centenario- como en la subsecuente hornada de impetuosos y jóvenes estudiantes que recibieron de él conocimientos, guía y consejo, es decir la Generación de 1915.

La Universidad es la tesis que presentó Henríquez a comienzos de 1914, para obtener el título de abogado en la Universidad Nacional de México. La presente edición recupera el valioso documento, lo contextualiza e interpreta desde una perspectiva histórica, mediante la cual se establece un diálogo entre la institución que nació en 1910 y la actual casa de estudios. En consecuencia, el centenario proceso de gestación, crecimiento y consolidación de esta universidad constituye, a juicio de Fernando Curiel, "una de las más altas proezas de la inteligencia crítica del país".

El estudio preliminar del libro está dividido en cuatro partes. En la primera se traza un marco general que sintetiza los principales acontecimientos culturales ocurridos entre las postrimerías del porfiriato y las tres primeras décadas del siglo XX, destacando entre ellos la labor del Ateneo, sobre todo en los campos intelectual y educativo. Así, la iniciativa de Justo Sierra de fundar la Universidad Nacional -que vivió como propuesta un largo periplo, de 1881 a 1910- es situada dentro de un vasto contexto de episodios, en el cual resulta notable la dispersión y el reagrupamiento de los miembros del Ateneo en distintos momentos de la Revolución Mexicana, la aparición de numerosas publicaciones, los nombramientos y las renuncias en el ámbito de la cultura derivadas de la lucha armada. De este modo, la apertura del naciente centro de estudios se concibe como un hecho fundamental e integrador que forma parte del conjunto de proyectos e instituciones que enriquecieron la cultura nacional, como los ciclos de conferencias del Ateneo, la Escuela Nacional de Altos Estudios, la Universidad Popular Mexicana, y el intenso programa de actividades desarrollado por José Vasconcelos a partir de 1920.

En la segunda parte se reflexiona sobre las labores desempeñadas por Henríquez Ureña, que le llevaron a ser un elemento fundamental para el funcionamiento del Ateneo y el propio nacimiento de la Universidad Nacional. Previamente se ofrece una apretada síntesis de la vida culterana, juvenil y viajera de Henríquez Ureña, quien vivió con su padre y su hermano en Nueva York, Búfalo, Toronto y La Habana, antes de entrar a México por Veracruz en enero de 1906 y de ahí trasladarse a la ciudad de México. Por otra parte, se describen sus vínculos con la comunidad dedicada a las humanidades, las artes y las letras: en un primer momento con el grupo de los modernistas, y posteriormente con su propia generación, en la revista Savia Moderna. Asimismo, se refiere la doble labor desempeñada por el intelectual una vez revalidados los estudios realizados en su patria: como alumno -en la Escuela Nacional de Jurisprudencia- y como profesor -en las escuelas Nacional Preparatoria, Superior de Comercio y Administración y de Altos Estudios, respectivamente-. Por último, se recuerda su partida definitiva de México, en 1924, hacia Argentina, si bien se muestra que, aún lejos del país, Henríquez habría de reflexionar con gran profundidad sobre el significado cultural de la Revolución Mexicana, en el ensayo "La influencia de la Revolución en la vida intelectual de México", de 1925.

En la tercera parte, se relatan las circunstancias del examen profesional mediante el cual Henríquez defendió su tesis, mientras que en la parte final del estudio preliminar se compara la Universidad Nacional imaginada y postulada por el intelectual dominicano, con la institución real que en 2010 cumplió su centenario.

La Universidad es un texto cuyo propósito no era sólo la obtención de un título, sino "contribuir a la defensa de la Universidad Nacional de México, organizada por Justo Sierra en 1910 y atacada por tardíos discípulos de Comte [es decir, positivistas], para quienes toda idea de universidad es enemiga del progreso científico y de la democracia". Se divide en cinco capítulos: Concepto de universidad; La Universidad de México; ¿Es obligación del Estado sostener la cultura universitaria?; ¿Cómo debe el Estado intervenir en la administración universitaria?; y La Universidad como persona jurídica.

En cuanto al concepto de universidad, Henríquez Ureña la define en principio como una institución "destinada a cumplir fines de alta cultura y de cultura técnica", y enuncia como sus principios el de "discusión", el de "libre investigación", y el de "aplicación práctica de la cultura". Ofrece un breve recorrido histórico desde la fundación de las primeras instituciones universitarias hasta el funcionamiento de las modernas, en el siglo XX. Además, describe los tipos o modelos de universidad existentes: el "inglés antiguo" [centrado en la alta educación: Oxford, Cambridge], el "francés antiguo reformado [centrado en la enseñanza profesional: La Sorbona] y "el alemán" [centrado en la investigación: Harvard, Yale, y un gran número de universidades europeas y latinoamericanas].

Acerca de la Universidad de México, el autor realiza un recorrido desde el período colonial hasta el siglo XIX, en donde destaca momentos como la fundación de la Real y Pontificia en 1553, y su cierre definitivo en 1863. Además, menciona a algunos de sus alumnos notables, como Juan Ruiz de Alarcón o Miguel Hidalgo. Pero sobre todo, pondera las funciones que caracterizan a la nueva universidad, la de Justo Sierra, la del siglo XX: la docencia, la investigación y la extensión universitaria.

Por otra parte, resultan muy interesantes los argumentos que presenta el intelectual dominicano cuando afirma que el estado debe "sostener la cultura universitaria": "la alta cultura no es un lujo... los pocos que plenamente la alcanzan son los guardianes del conocimiento; sólo ellos, maestros de maestros, saben dar normas ciertas y nociones seguras a los demás... sin ellos, no tendría un país buenos hombres de profesión ni de enseñanza: vegetarán sus empresas, sus construcciones, sus leyes, sus escuelas... sostener la alta cultura es obligación perentoria del Estado".

En cuanto a la intervención del propio Estado en la administración universitaria, Henríquez expone la experiencia de países avanzados -la tradición europea- en la cual son defendidos algunos principios básicos que acotan el poder estatal al interior de las aulas: la libertad de cátedra; que los nombramientos de nuevos profesores se realicen al interior de las universidades, y no desde el gobierno; y que las grandes decisiones sobre la Universidad sean tomadas por las propias autoridades universitarias.

Por último, al analizar la personalidad jurídica de la Universidad, Henríquez menciona un concepto que habrá de desarrollarse de manera esforzada y definitiva en México a fines de los 20's: la autonomía.

En conclusión, la presente edición de La Universidad constituye sin duda un texto valioso por diversos motivos. En primer lugar, porque el autor de la obra fue uno de los intelectuales más importantes en Iberoamérica durante la primera mitad del siglo XX. Además, porque en el texto se abordan varios temas de permanente discusión en el seno de las universidades modernas, tales como los modelos de enseñanza y de administración universitaria, la vinculación entre el Estado y la universidad pública. Por otra parte, la perspectiva de análisis de Henríquez, de clara vocación historiográfica, permite entender a la educación superior como un vasto proceso de muy profundas raíces, enclavadas en el mundo medieval, y constituido por muy diversas propuestas en el mundo moderno.

Finalmente, el estudio preliminar de Fernando Curiel aporta suficientes elementos para comprender e interpretar el pensamiento de Henríquez Ureña, y con él, analizar las principales características de la universidad latinoamericana: la que fue, la que es, la que será.


Morelos Torres Aguilar
Grupo de Investigación HISULA