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Revista Historia de la Educación Latinoamericana

Print version ISSN 0122-7238

Rev.hist.educ.latinoam. vol.15 no.20 Tunja Jan./June 2013

 

LA FÁBRICA ESCOLAR DE LA HISTORIA HISTORIOGRAFIA Y CONCEPCIÓN DE LA REVOLUCIÓN FRANCESA EN LOS LIBROS DE TEXTO ESCOLAR DE CIENCIAS SOCIALES E HISTORIA DE LA EDUCACIÓN SECUNDARIA COLOMBIANA

THE SCHOOL FACTORY OF THE HISTORY HISTORIOGRAPHY AND CONCEPTION OF FRENCH REVOLUTION IN THE SCHOOL TEXT OF SOCIAL SCIENCES AND HISTORY OF THE SECONDARY EDUCATION IN COLOMBIA

A FÁBRICA ESCOLAR DA HISTÓRIA HISTORIOGRAFIA E CONCEPÇÃO DA REVOLUÇÃO FRANCESA NOS LIVROS DE TEXTO ESCOLAR DE CIÊNCIAS SOCIAIS E HISTÓRIA DA EDUCAÇÃO SECUNDÁRIA COLOMBIANA

 

Miguel Ángel Gómez Mendoza1
Universidad Tecnologica de Pereira - Pereira - Colombia
mgomez@utp.edu.co

Recepción: 01/07/2012
Evaluación: 04/08/2012
Aceptación: 03/11/2012
Artículo de Reflexión
DOI: http://dx.doi.org/10.9757/Rhela.20.10


RESUMEN

Se exponen los resultados del análisis sistemático (cualitativo y cuantitativo) de contenido latente o profundo al que se sometió el corpus discursivo de la Revolución Francesa que se encuentra en 50 libros de texto escolar de ciencias sociales e historia colombianos en el período 1960-1999. Se considera que lo que se dice (discurso) sobre la Revolución Francesa evoluciona a lo largo de las cuatro décadas estudiadas y está estrechamente relacionado con la concepción, el tipo o carácter de la Revolución que se expone en los textos escolares. Se explican y comprenden con mayor validez los resultados del estudio documental de los libros de texto escolar cuando estos se interpretan apelando a los diversos y opuestos enfoques y corrientes historiográficas existentes en la historiografía francesa e inglesa sobre este acontecimiento histórico, para tipificar esta revolución moderna como: revolución atlántica, revolución occidental, revolución social, revolución política, revolución popular y revolución burguesa.

Palabras clave: Revista Historia de la Educación Latinoamericana, texto escolar, Revolución Francesa, historiografía, enseñanza, transposición didáctica, historia.


ABSTRACT

The results are presented in a systematic analysis (qualitative and quantitative) content 'latent' or 'deep' that underwent the discursive corpus of the French Revolution found in fifty (50) school textbooks of Colombian history and social sciences between 1960-1999. It is considered what it is said about (discourse) on the French Revolution evolves throughout four studied decades, and it is narrowly related to the conception, the type or kind of revolution that is showed in the school texts. There are explained and understood with a wide validity the results of the documentary school study of the textbooks, when these are interpreted appealing to the diverse and opposite approaches and currents historiographies existing in the French and English historiography about this historic event, to "regulate" this modern revolution as: Atlantic revolution, western revolution, social revolution, political revolution, popular revolution and bourgeois revolution.

Key words: History of Latin American Education Journal, school textbook, French Revolution, historiography, teaching, didactic transposition, history.


RESUMO

São expostos os resultados da análise sistemática (qualitativo e quantitativo) de conteúdo "latente" ou "profundo" ao que se submeteu o corpus discursivo da Revolução Francesa que se encontra em cinquenta (50) livros de texto escolar de Ciências Sociais e História produzida na Colômbia no período de 1960-1999. Considera-se que o que se disse (discurso) sobre a Revolução Francesa evoluiu ao longo das quatro décadas estudadas e está estreitamente relacionado com a concepção, o tipo e o caráter da Revolução que se expõe nos textos escolares. Explicam-se e compreendem-se com maior validade os resultados do estudo documental dos livros de texto escolar quando estes são interpretados apelando aos diversos e opostos enfoques e correntes historiográficas existentes na historiografia francesa e inglesa sobre este acontecimento histórico, para "tipificar" esta revolução moderna como: revolução atlântica, revolução ocidental, revolução social, revolução política, revolução popular e revolução burguesa.

Palavras-chave: Revista História da Educação Latino-americana, texto escolar, Revolução Francesa, historiografia, ensino, transposição didática, história.


INTRODUCCIÓN

Con la propuesta metodológica que se diseñó para el estudio de los enunciados sobre la Revolución Francesa en los textos escolares, se pretendió, de una parte, aprovechar las ventajas de los métodos cualitativos y cuantitativos del análisis de contenido; y de otra, intentar superar las limitaciones y dificultades que tienen estos métodos aplicados a los libros escolares.2

En este contexto, se presentan los resultados de una indagación que puede ser caracterizada en términos generales como una investigación descriptiva de tendencias y de análisis de contenido, en la cual se describe un fenómeno histórico, esto es, los enunciados sobre la Revolución Francesa en los textos escolares, se establecen sus modificaciones en el tiempo (décadas) y sus correspondencias con otros discursos de orden histórico, pedagógico y didáctico.

1. Metodología

Ahora bien, tomando en cuenta este breve contexto de justificación de la metodología empleada, a continuación, se ofrece una aproximación reconstructiva de la estrategia metodológica y analítica empleada para el estudio de los enunciados que sobre la Revolución Francesa contienen los libros de texto escolar del corpus3 establecido.

En primer lugar, para el estudio de los enunciados discursivos de los textos escolares se emplearon procedimientos de análisis cualitativo y cuantitativo. El procedimiento de análisis cuantitativo, de carácter descriptivo, en cuanto interesaba conocer las frecuencias y porcentajes en el tiempo, de los conceptos estructurantes de las categorías empleadas para referirse a la Revolución en los textos escolares. Estas categorías se cruzaron con la variable década (1960-1969; 1970-1979; 1980-1989 y 1990-1996).

El límite de esta operación era que solo se lograría llevar a cabo un estudio datista que solo presentaba porcentajes. Yañez4 nos ofreció pistas metodológicas con la idea de concepto estructurante. El concepto estructurante es aquel concepto que tiene la capacidad de producir y relacionar conceptos y hace posible que un enunciado tenga sentido, estos conceptos al ser modificados cambian de significado, el sentido general de los enunciados. En este orden de ideas el análisis de los conceptos estructurantes que tienen mayor uso dentro de las contextualizaciones generales que se han hallado permitió determinar los significados dentro de un contexto de aquellas palabras que con mayor frecuencia se usan en los textos escolares.

Mientras, el análisis cualitativo se orientó fundamentalmente a la interpretación de unos resultados, según categorías o conceptos de órdenes diversos. Se aplicó fundamentalmente a los resultados presentados por la ficha de conceptos estructurantes, en especial en lo que se refiere a los enunciados acerca de la Revolución Francesa presentes en los textos analizados.

El procedimiento consistió en agrupar los conceptos estructurantes hallados en siete grandes categorías o unidades de análisis sobre la Revolución Francesa. Estas categorías se derivan deductivamente del primer análisis de contenido temático de los enunciados realizado sobre los textos escolares, a saber: (1) Presentación introductoria, (2) Causas, (3) Acontecimientos y fases, (4) Consecuencias y proyecciones, (5) Personajes, (6) Napoleón Bonaparte y la Revolución, (7) Símbolos.

Luego, se realizó un doble análisis, de una parte, se contrastaron los resultados del análisis de la estructura temática sobre la Revolución en los textos escolares con consideraciones discursivas de orden pedagógico y didáctico sobre los planes de estudio y la enseñanza de la historia en la educación secundaria colombiana;5 y de otra parte, se contrastaron los enunciados con los siguientes aspectos temáticos generales: (1) la concepción, el tipo o carácter de la Revolución, tomando en cuenta elementos analíticos de diversas posiciones existentes en la historiografía revolucionaria, a saber: revolución atlántica, revolución occidental, revolución burguesa; (2) la importancia y preponderancia que se le concedían a una o varias causas de la Revolución: las ideas como causas, y las causas económicas, políticas, social, demográficas; (3) la recepción de la Revolución en los procesos históricos de constitución de la nación colombiana, en particular con la emancipación de las colonias americanas de España, y la consolidación del estado nacional; (4) análisis crítico de las perspectivas históricas que sirven de fundamento a los textos escolares para referirse a los personajes y símbolos revolucionarios, y al lugar y papel de Bonaparte en la Revolución Francesa.6

Es importante destacar cómo mediante estas triangulaciones teóricas se buscó, además de validar los conceptos estructurantes, una aproximación a la transposición didáctica como recurso pedagógico de estructuración de los diversos discursos sobre la Revolución Francesa que contienen los textos escolares colombianos.7

La pregunta o cuestionamiento que orientó el proceso de contrastación discursiva de los enunciados y conceptos estructurantes, respecto a la concepción de la Revolución Francesa fue la siguiente: ¿Cuál es la concepción, el tipo o carácter de la Revolución que se expone en los textos escolares?; ¿tiene algún grado de relación con los elementos teóricos de las diversas posiciones existentes en la historiografía revolucionaria para tipificar la revolución, a saber: atlántica, revolución occidental, revolución social, revolución burguesa?

Con este cuestionamiento, igualmente se pretendió configurar el sentido de la evolución de la narrativa histórica que sobre la Revolución portan los textos escolares colombianos, entendida como una transposición didáctica (saber histórico a ser enseñado) en relación con el saber de la historia practicada por los historiadores (saber sabio).

Es decir, se trata de hacer una aproximación a las respuestas de cuestiones como las siguientes: ¿por cuáles caminos transcurre el proceso de traducción de los saberes que las ciencias (en este caso, la historia sobre la Revolución) desarrollan y su conversión en saberes pedagógicos o escolares? ¿Hay coincidencia, separación, recreación entre estos dos saberes? O simplemente se confirman las tesis reproduccionistas y de descalificación total del texto escolar, que consideran que el texto escolar esencialmente es un instrumento reduccionista, esquemático y deformador del saber científico que se resiste a desaparecer del escenario educativo.

2. Resultados: una tipología de las concepciones de la Revolución Francesa

Cuando el 14 de julio de 1789 el pueblo de París asaltaba la vieja fortaleza de la Bastilla, Luis XVI, sorprendido y asustado, preguntó a uno de sus cortesanos: "¿Se trata de un tumulto?" "No, señor ―le respondieron; es una revolución." Hace ya doscientos años de aquello y desde entonces no han cesado de publicarse los más variados estudios sobre la Revolución en los libros de texto escolar.8 ¿Fue una revolución burguesa, una revolución social o una conspiración, una revolución jacobina y popular que será el viraje más decisivo en la historia moderna europea y mundial? ¿Con cuál o cuáles de estos tipos de revolución se asimila o guarda parentesco con la revolución que enseñan en los textos escolares colombianos? Esta es la pregunta que se intenta responder a continuación.

La Revolución es una "conspiración": la posición contrarrevolucionaria

Un análisis de los enunciados y conceptos estructurantes del tema de la Revolución Francesa en los textos escolares de la década 60-69 revela la presencia de una concepción de muy poca o, por no decir, nula simpatía por la Revolución, que deriva en su rechazo y descalificación frontal.

En este contexto inicial se puede reunir un primer grupo de conceptos estructurantes que sirven de base a los enunciados de una concepción de la revolución, calificada como un incendio, una agitación o un desorden violento desencadenada por la "pérfida" influencia de los filósofos y los masones, a saber: Clero (2,80%); Masonería, Monarquía, Orden cada uno con un 0,88 %, Nobles (1,92 %), Rey (3,24 %), Pueblo (1,47 %), Asesinados (1,37 %).

Los hechos de la Revolución Francesa. El régimen de Francia en el siglo XVIII era absolutista; el pueblo oprimido por tributos veía que no había justicia. Había necesidad de reformas en el orden social y económico. Agitación revolucionaria: minado el trono de las ideas de los famosos filósofos, atizados los combustibles por los masones, se ocasionó el incendio con la convocación de los estados generales (1789). Contra el parecer del rey se reunieron la nobleza, el clero y el pueblo; éste dirigido por Sieyes se declaró asamblea nacional; declarada la asamblea constituyente se desencadenó la agitación; la Bastilla fue tomada y asesinados sus defensores. La asamblea proclamó los derechos del hombre que acto continuó fueron conculcados por sus autores; se proclamó la constitución civil del clero. Caída de la monarquía. Prisionero el rey, fue asaltado en las Tullerías; en vez de hacer frente se refugio en la sala de la asamblea legislativa que le exigió mandar rendirse a la guardia suiza que le fue asignada. Al aproximarse los aliados que venían a poner orden fueron asesinados seis mil prisioneros. (...) Para resolver el gran problema financiero, el Rey Luis XVI y sus consejeros pensaron en generalizar los impuestos para todas las clases, pero todas las clases, pero los nobles se opusieron y recomendaron la convocatoria de los Estados Generales, una asamblea popular que no se reunía desde 1614 y que podrían dominar según creían. Se convocó la asamblea y estaba integrada por 1200 miembros, aproximadamente la mitad pertenecientes a la nobleza y al clero. Es decir, la asamblea estaba integrada por Nobles, Clero y Estado Llano. El rey instaló los Estados Generales y desde las primeras sesiones chocaron las tres fuerzas en lo tocante al sistema del voto. (...) El rey quería además que los tres cuerpos se reunieran separadamente, pero el Estado Llano estaba se opuso a ello. (...) Después de inútiles discusiones los diputados del Estado llano resolvieron instalarse en Asamblea Nacional Constituyente. El rey hizo cerrar los salones de sesiones, pero los diputados del pueblo se reunieron en el salón de Juego de la pelota y juraron no disolverse hasta haberle dado una constitución al país (...) Se convocó la asamblea y estaba integrada por 1200 miembros, aproximadamente la mitad pertenecientes al pueblo o al Estado Llano y los restantes a la nobleza y al clero. Es decir, la asamblea estaba integrada por Nobles, Clero y Estado Llano. (...)

Un segundo grupo de conceptos estructurantes sirve de fundamento a los enunciados según los cuales la ideas filosóficas del siglo XVIII y, en particular, algunos filósofos contribuyeron al desarrollo de una Revolución que se concibe como anticatólica, materialista y anticristiana, obra de los masones. A saber: Ideas (1,18 %), Filósofos (1,33 %), Extinción y Extinguir que sumados dan un 1,77 %, Jesuitas (0.88 %).

La Revolución Francesa en el terreno de las ideas. En el siglo XVIII hubo grandes transformaciones. Fue siglo de audacia intelectual. Los orígenes de la nueva filosofía pueden señalarse en Bacón y Descartes. Junto a los errores del deísmo y del materialismo creció la incredulidad. Desencadenaron la Revolución Montesquieu por medio de su obra "Espíritu de las leyes", Voltaire persiguió a Cristo; Rousseau fue poeta y filósofo; se contradice frecuentemente, escribió "El contrato social". La enciclopedia difundió los errores; padres de ella fueron Diderot y D´Alambert. La masonería: la conocemos por sus frutos. La primera logia es la de Inglaterra (1717); obra suya fueron el programa de la Revolución Francesa y la extinción de los jesuitas; alma de la persecución contra estos fueron los jansenistas, instrumentos de la extinción fueron en Portugal Pombal; en Francia, la Pompadour y Choiseul; en España los miembros de Carlos III. Los jesuitas extinguidos por Clemente XIV (1773); fueron conservados en sus dominios por Catalina II y Federico II y establecidos por Pío VI (1814).

Un tercer grupo de conceptos estructurantes conforman los enunciados de los elementos de lo que se puede llamar la "leyenda negra" de la Revolución: los crímenes del terror, el retrato fatal y criminal de Marat, Robespierre y otros protagonistas de la Revolución. Así se tienen los siguientes conceptos, cada uno con un 0,88 %: Guillotinas, Prisioneros, Proclamó, República, Sangre, Sesiones, Votos, Víctimas, Invadir, Reformas, Napoleón.

La primera república. Convocada la convención nacional declaro suprimida la monarquía, proclamó la República y condenó a muerte al rey. Los realistas de la Vendée se sublevaron y los revolucionarios tuvieron que pactar con ellos. La república creó el gobierno del terror presionado por Dantón, Marat y Robespierre manchados por horribles asesinatos. Las víctimas pasan de un millón, en París en año y medio fueron guillotinadas más de tres mil personas; seis mil verdugos con sus respectivas guillotinas se dispersaron por el país mientras funcionaban ciento cuarenta y tres tribunales de sangre; las victimas fueron sacrificadas a cañonazos y sumergidas en el mar. El culto católico fue reemplazado por el de la diosa razón. El himno fue la Marsellesa atribuido a Rouget de L´Isle. Habiéndose desplazado los revolucionarios, la juventud dorada implantó el Directorio; agente de éste fue Napoleón. (...) Se convocó la asamblea y estaba integrada por 1200 miembros aproximadamente la mitad pertenecían al pueblo o al Estado Llano y los restantes a la nobleza y el clero. El rey instaló los Estados Generales y desde las primeras sesiones chocaron las tres fuerzas en lo tocante al sistema de voto. Nobles y clero proponían que se sufragara, no por cabezas sino por poderes: ellos constituían dos votos. Si era por poderes el Estado llano estaba en minoría (un solo voto) y si era por cabezas tenía mayoría, ya que parte del clero simpatizaba con sus ideas. El rey quería además que los tres cuerpos se reunieran separadamente, pero el Estado llano se opuso a ello. Después de inútiles discusiones los diputados del Estado llano resolvieron instalarse en Asamblea Nacional Constituyente. El rey hizo cerrar los salones de sesiones, pero los diputados del pueblo se reunieron en el salón del Juego de la pelota y juraron no disolverse hasta haberle dado una constitución al país. (...)

Esta imagen o visión de la Revolución, no solo está presente en los textos colombianos de enseñanza de la historia moderna analizados en la década 60- 69, sino que se extiende a los textos de enseñanza de la historia de Colombia de bachillerato o educación media publicados entre los años 1940-1967. Así Velásquez9, en el análisis de once de estos últimos textos, concluye:

Aparece una cruzada en favor de juicios y actitudes ultraconservadoras. Esta lucha se manifiesta en primer lugar en la ambigüedad para juzgar la Revolución Francesa, pues de una parte, no pueden negar su trascendencia histórica, pero de otra, le temen por ser una manifestación del pueblo y por haber impulsado los procesos históricos de secularización. (...) Es común encontrar en los textos una concepción ideológica moralista y conservadora con respecto a la influencia de la Revolución Francesa en América, subordinando los principios de "Libertad, Igualdad y Fraternidad" como fundamentos de un nuevo orden ciudadano, a una visión teológica, en la que lo que importa es el orden moral tradicional10. (...) El autor Justo Ramón consideraba que la Revolución Francesa no imprimió un sello irreligioso en América, como lo fue en Francia, puesto que sostiene que las ideas de la emancipación tenían más arraigo es la escolástica medieval y no en la ilustración.11

Ahora bien, se advierte, desde un punto de vista analítico e historiográfico, que la manera como se ha divulgado la revolución en los textos escolares de la década 60-69, se funda en una serie de referentes ideológicos antes que en factores explicativos de los procesos como objeto de reflexión historiográfica; así, parecería que se está en presencia de unos contenidos que divulgan un prejuicio antes que un conocimiento valido y argumentado sobre este acontecimiento.

Es interesante destacar cómo, en el análisis de la historiografía española sobre la Revolución Francesa, autores como Aymes12 y De Diego encuentran al igual que los textos escolares colombianos de la década 60-69, la idea de la revolución como una "conspiración" de los masones:

...Las coordenadas en que se mueve la publicistica más inmediata a los acontecimientos revolucionarios son principalmente: 1) la posible reversibilidad de los acontecimientos allí donde se habían producido, y/o 2) la esperanza en evitarlos en los lugares no contaminados. En ambos casos su completa superación. Los sucesos revolucionarios de la Francia de Luis XVI por su carácter extraordinario, sea cual fuere la valoración que de ello se haga, despiertan en la mayoría de los españoles de aquel tiempo en un primer momento admiración y después rechazo y/o aceptación que, conforme al discurrir de los hechos, se refuerzan o debilitan mutuamente. Son las mismas manifestaciones apreciables en la historiografía de la época. Desde finales del verano de 1789, el desasosiego en medios oficiales españoles ante el auge del fenómeno revolucionario en el país vecino, va concretándose en una estrategia, la cual contaba ya con algunos antecedentes, encargada a impedir el contagio. Diversos tipos de medidas defensivas u ofensivas a escalas nacional o internacional, se irán sucediendo con el mismo objetivo. La ejecución del monarca francés supuso el acontecimiento clave que confirmó en su credo a los críticos de la Revolución. Auspiciando el reforzamiento del absolutismo político y de la intransigencia cultural y religiosa. Así pues en estas circunstancias la corriente contrarrevolucionaria, heredera del pensamiento reaccionario de la segunda mitad del siglo XVIII13produce una extensa serie de publicaciones condenatorias de la Revolución Francesa, cuyas notas más destacadas serían el radicalismo, la pobreza dialéctica, el pragmatismo, la polémica. Las doctrinas filosóficas, al cuestionar la ortodoxia religiosa tradicional habrían sido el motivo de la erosión y desestabilización de un sistema fundado en la providencia divina cuyas "perversiones", a pesar de su enormidad, deberían consiguientemente tener un carácter transitorio. Se trata esencialmente de repetir la tesis de Barruel sobre la "gran conspiración.14

Así mismo, en el análisis de la historiografía francesa sobre la revolución, y cuando faltaban diez años para su segundo centenario, Vovelle15 recordaba el tema del complot y de la "conspiración masónica".16

Lo que ocurre es que la Revolución -ya modelo, ya obsesión- ha sido una referencia en la que cada período histórico haya reflejado sus problemas y sus tensiones. Y para trazar las etapas de una historia de la historia, que tuvo sus tiempos fuertes y sus fases de compromisos muy activas, sería necesario remontarse a la Revolución misma. En caliente, mientras Burke lanzaba el tema de la ilegitimidad de una ruptura revolucionaria brutal como atentatoria contra el movimiento mismo de la historia, con lo cual anticipaba todo el movimiento de la filosofía conservadora del siglo; había otros que, en un nivel mucho más elemental se satisfacían con el tema del "complot", como el abate Barruel, que en la emigración lanzaba el tema fantástico de la conspiración masónica contra la monarquía, la religión y las fuerzas del orden.17

Igualmente Alfred Fierro al iniciar la exposición sobre las grandes corrientes de la historiografía sobre la Revolución Francesa, se refiere a las expresiones de simpatía y animadversión que ella generó en sus contemporáneos:

El movimiento revolucionario desde su inicio, atrae la atención de los historiadores. Publicado en inglés en 1790, e inmediatamente traducido al francés, la obra de Burke, Reflexiones sobre la Revolución de Francia, provoca la primera polémica. Situando un paralelo, las revoluciones británicas del siglo XVII y las transformaciones en Francia, Burke entrevé una diferencia de naturaleza entre el prudente empirismo de sus compatriotas, que mantuvieron, transformándola y modernizándola la herencia de la tradición nacional y la voluntad de querer cortar por lo sano de los constitucionales...En Alemania, los inicios de la Revolución levantaron una inmensa esperanza. Deslumbrados por un movimiento que se remontaba a Voltaire y Rousseau, Kant, Hegel, Goethe aplauden "la aurora radiante" (Hegel) o "las primeras luces de un nuevo sol" (Goethe). Pero las violencias y los excesos transformaron rápidamente este entusiasmo en aversión; solo Kant y Fichte defienden aún la Revolución, que ven esencialmente como "testimonio filosófico". Inspirándose en el pensamiento de Burke, numerosos escritores alemanes toman la pluma para atacar la Revolución Francesa; Brandes, Rehberg y sobre todo Gentz propugnan el respeto de las tradiciones y una evolución controlada en lugar de la "anarquía francesa"....Los franceses emigrados tienen concepciones bastante divergentes de la historia inmediata de su patria. Mientras Maillet du Pan crítica la revolución en sus excesos y permanece fiel al espíritu de los filósofos, condenando las contrarrevoluciones limitadas, "liga de bobos y fanáticos que, si pudiesen, prohibirían al hombre la facultad de ver y pensar", Joseph de Maistre, en sus Considerations sur la France (1790), desarrolla una explicación "teológica" de la Revolución, "cástigo de Dios" y propone una monarquía regenarada por la teocracia, mientras que Barruel, en las Mémoires pour servir l´histoire du jacobinisme, publicadas entre 1797 y 1799, desarrolla la tesis de la conspiración masónica a escala europea, de la que los jacobinos fueron el instrumento en Francia.18

Indudablemente el tipo de Revolución Francesa que se ha encontrado en esta década como hegemónico en los textos escolares, ha contribuido a perpetuar el sello característico y los temas de una historiografía contrarevolucionaria como son los crímenes del Terror, el calvario de la familia real, el retrato fantástico de los héroes fatales tales como Marat, Saint-Just o Robespierre, entre otros tantos elementos, que en no pocas ocasiones es la imagen oficial de la Revolución que se presenta al gran público.

En este contexto, para la década 1960-1969 los conceptos estructurantes con mayor porcentaje son los siguientes: Rey (2,15%), Asamblea (0,99%), Constitución (0,94%), Poder (0,87%), Juramento (0,85%), Pueblo (0,77%), Austria (0,70 %), Monarquía (0,65 %), Nobleza (0,65 %), Terror (0,63 %), Convención (0,60 %), Jacobinos (0,60 %), Napoleón Bonaparte (0,60 %), Directorio (0,56 %), Luis XVI (0,56 %), Revolucionario (0,56 %), Organizar (0,51 %), República (0,48 %), Prusia (0,39 %), Asesinaron (0.39%),Europa (0,36 %). Asamblea legislativa (0,31 %), Derechos del hombre (0,27 %), Radicales (0,24 %),

Toma de la Bastilla. Reunida la asamblea nacional en el juego de la pelota, juró no disolverse hasta no haber dado a Francia una nueva constitución. Mirabeau declaró inviolables a los miembros de la asamblea. Una vez que ésta asumió las atribuciones de asamblea constituyente, se desencadenó la agitación revolucionaria, las chusmas desaforadas, instigadas por Demoulins, atacaron la Bastilla, antigua cárcel de París, y asesinaron a los defensores de ella. El rey al darse cuenta de este hecho preguntó: "¿De manera que un motín?" -"No señor -repuso uno de los cortesanos,- es una revolución". (...) La asamblea se arrogó el poder supremo y proclamó los derechos del hombre. Son éstos un conjunto de principios ambiguos que se prestan a diversas interpretaciones, más propios para arengar multitudes que para ponerse en práctica. Apenas proclamados, fueron conculcados por los autores mismos que atropellaban los derechos de Dios; las iglesias fueron blasfemadas y sus bienes usurpados; fueron clausurados los conventos y al clero se le exigió un juramento injusto. Tal fue el juramento de la constitución civil del clero que relajaba la disciplina eclesiástica y rompía los vínculos de la sagrada jerarquía. (...) La convención- la primera república. La asamblea acordó convocar una convención nacional, ésta estuvo integrada por 740 individuos, declaró la supresión de la monarquía, proclamo la república y condeno a muerte al rey. El terror. La república, una vez quitado de en medio el rey, dio rienda suelta a sus maldades, para acabar con los últimos realistas y borrar hasta los vestigios de la revolución creó el gobierno llamado del terror (1793). Al frente de este estaba Danton, Marat y Robespierre, monstruos de crueldad. El directorio. Estuvo formado por cinco individuos y auxiliado por dos consejos: el de los ancianos y el de los quinientos. Entre los individuos que integraron al directorio fue célebre Carnot, quien se distinguió por la actividad asombrosa para organizar tropas contra los coaligados extranjeros. Agente militar del directorio fue Napoleón Bonaparte, oficial de artillería, quien reprimió enérgicamente los motines que la formación del directorio ocasionara. (...) Luchas contra Europa. Se ha indicado ya cómo las naciones europeas espantados por los actos de barbarie de los revolucionarios y exasperadas por la perniciosa propaganda que éstos hacían, temiendo fundamentalmente por su seguridad, se aliaron para imponer fin a los desordenes. Una vez que Francia declaró la guerra a Austria, pretextando que ésta sostenía al elector de Treveris en cuyo territorio se habían reunido los emigrados franceses que huían del incendio de la revolución, Prusia se unió a Austria. (...) El bondadoso y débil Luis XVI, en vista de la ineficacia de las provincias tomadas por sus ministros, y del aumento del malestar de la nación, decretó, por consejo de su primer ministro Necker, la reunión de los estados generales. Esta junta magna que hacía más de siglo y medio que no se congregaba en Francia, constaba de 1138 individuos: 270 por la nobleza, 291 por el clero y 577 en representación del pueblo o tercer estado. (...) La asamblea legislativa (1791-92). Terminados los trabajos de la constituyente, se formó otra asamblea encargada de dictar las leyes a base de la nueva constitución y se llamó por esta razón asamblea legislativa. Dominaban en ella los más atrevidos revolucionarios y republicanos exaltados, subdivididos en tres partidos: ...3o. el partido de la izquierda, formado por los más radicales y rabiosos republicanos, subdivididos en jacobinos y de la montaña, capitaneados por Danton, Marat y Robespierre (Los jacobinos reciben este nombre del antiguo convento de dominicos o jacobinos donde tenían sus reuniones y clubes (...).

Los enunciados y conceptos estructurantes de la unidad de análisis "Acontecimientos y fases de la Revolución Francesa", se pueden identificar con lo que Gérard19, denomina la "posición contrarrevolucionaria", que se caracteriza por la condena global del fenómeno revolucionario, la expresión de un abierto prejuicio favorable al antiguo régimen, y que contribuye a difundir y a sostener más allá de los ambientes tradicionalistas, una imagen hostil hacia la revolución.

Esta visión tiene un carácter integrista (la religión católica como factor único y excluyente de unidad interpretativa de referencia), tradicionalista, y finalmente idealista (todo el mal se le imputa a la filosofía). Evidentemente, como consideraba Gérard en los inicios de los años setenta, esta posición contrarrevolucionaria ha perdido mucho de su dinamismo y de su fuerza de escándalo: la evolución liberal, el aggiornamiento del catolicismo mundial, han sido decisivos en este punto. Dicha posición queda fuera de las controversias actuales, al menos a nivel universitario.

En términos historiográficos más recientes, Vovelle20 sostenía que estas posiciones hostiles y de rechazo de la Revolución como una totalidad histórica, se manifestaron desde la Revolución misma, y definen buena parte de las corrientes historiográfica conservadora y contrarrevolucionaria del siglo XVIII, XIX y XX 21 en Francia22.

En caliente, mientras Burke lanzaba el tema de la ilegitimidad de una ruptura revolucionaria brutal como atentatoria contra el movimiento mismo de la historia, con lo cual anticipaba todo el movimiento de la filosofía conservadora del siglo, había otros, que en un nivel mucho más elemental, se satisfacían con el tema del "complot"23, como el Abate Barruel, que, en la emigración, lanzaba el tema fantástico de la conspiración masónica contra la monarquía, la religión y las fuerza del orden. Solo por etapas se fue estableciendo una historiografía verdaderamente científica de la Revolución que opusiera, como contrapartida del anatema sin concesión de los conservadores, la tímida rehabilitación de los liberales, y luego más audaz de los demócratas y socialistas de la época del cuarenta y ocho, que al aceptar la integridad de la herencia, inclusive el episodio del año II, condujeron a ese monumento, aún hoy estimable, que es la Histoire de la Révolution française de Louis Blanc. (...).24

Así pues, cuando se analiza este tipo de narrativa histórica como la que muestran los textos de la década 60-69, pareciera que se está ante una perspectiva que encuentra acomodo quizás en la literatura y en la religión, pero no en una disciplina como la historiografía. Este estilo narrativo se percibe reduccionista, constituye una formulación ideológica esencial, no cabe en los parámetros de validez y discusión de la racionalidad de un saber histórico. Se trata por ello, ante todo, de una figuración pragmática: una herramienta que conduce al estudiante a adoptar posiciones a favor o en contra, en donde, como es obvio no cabe el matiz ni la duda.

Siguiendo esta dinámica, se podría afirmar que en la presentación de fenómeno revolucionario en los textos escolares de esta década se adopta una vinculación afectiva de rechazo frontal, una actitud "juzgadora", por encima de otras consideraciones. Los autores no pretenden explicar/comprender, pues su "compromiso" le obliga a proyectar su ética particular y parcial sobre el proceso revolucionario y, por tanto, a manifestar un juicio encomiástico o condenatorio ideologizado.

"Revolución política" y "Revolución occidental"

Parece evidente para la década del 70-79, la presencia de un giro discursivo, de una ruptura narrativa para referirse a la revolución en los textos escolares. Se ha dejado atrás el lenguaje que juzga a la revolución desde una perspectiva moral e ideológica, se adopta una actitud intelectual más serena, menos requisitoria, más interesada en plantear al estudiante unos elementos mínimos de causalidad histórica, la exposición de los acontecimientos revolucionarios tiene una narrativa que resiste un ejercicio analítico de contrastación e interpretación, por ejemplo, acudiendo a los marcos teóricos de las tendencias historiográficas contemporáneas de la Revolución.

La Revolución ya no es el desorden violento e incontrolado de las muchedumbres, por el contrario, se considera expresamente que la revolución no es un simple "trastorno político y social". Cuando se habla del acontecimiento revolucionario, se habla de una auténtica e importante revolución política que inicia un amplio ciclo de revoluciones en la Europa del siglo XVIII y que se extenderá hasta buena parte del XIX.

En este contexto, en la década del 70-79 los conceptos estructurantes más relevantes de los enunciados son: Cambios (0,57 %), Ejércitos (0,64 %), Extranjero, Pueblo (0,71 %), Guerras, Holanda, (0,43 %), Libertad, Lucha (0,43 %), Monarquía, Movimiento, Mundial, Política y Políticos sumados dan un 0,86 %, Sociedad y Sociales sumados un 1,2 %, República y Republicanos (1,14 %):

Por la importancia de Francia con respecto a Europa y por las relaciones entre las clases sociales francesas, la Revolución Francesa es el acontecimiento más importante de esta época. (...) Síntesis de las revoluciones. Durante tres cuartos siglos, desde 1770 hasta 1850, se produjo una serie de revoluciones que afectaron a todo el occidente y aún a algunos países orientales. Entre estas revoluciones, la francesa no puede considerarse como un fenómeno particular, y a pesar de ser la más importante, es de hecho un episodio de gran cambio mundial (...) De 1768 a 1792: revoluciones sucesivas que fueron fracasando una tras otra, por las intervenciones extranjeras; pero que significaron una serie de intentos para establecer un sistema democrático. (...) De 1805 a 1815: los ejércitos imperiales de Francia en sus campañas sobre Europa central, Polonia y Rusia, así como España y Portugal facilitan la divulgación de sus principios e inducen al cambio hacia una nueva forma de gobierno republicano. (...) Visión general del proceso revolucionario. El largo proceso revolucionario que se ha presentado esquemáticamente no puede verse como una serie de trastornos sociales y políticos. Fue principalmente un proceso que se proponía conquistar la libertad del hombre y el derecho a un bienestar que, sistemáticamente durante siglos se negó al pueblo. (...) Pero la época de Napoleón, llamada napoleónica, porque en verdad fue personalista, no tiene nada ya de revolucionaria. Muy por el contrario, supone un retroceso a la monarquía cortesana, e incluso todavía más atrás: al imperio. (...) En conclusión, el hombre deberá rechazar toda institución y todo credo que no se acomode a la pura razón; para ello la razón deberá estar libre de prejuicios y supersticiones; pues éstas son a la vez causa y efecto de las instituciones sociales y políticas cuya imperfecta y nociva condición ha pervertido la naturaleza humana, el fomentar sus pasiones y torcer su juicio. (...) Visión general del proceso revolucionario. Un largo proceso revolucionario que se ha presentado esquemáticamente no puede verse como una serie de trastornos sociales y políticos. Fue principalmente un proceso que se proponía conquistar la libertad del hombre y el derecho a un bienestar que, sistemáticamente durante siglos se negó al pueblo. (...)

La Revolución Francesa es política porque tienen lugar nuevas circunstancias económicas y sociales que ya han comenzado a transformar la sociedad, pero las leyes e instituciones políticas existentes tienden a frenar cambios de mayor envergadura. Un rasgo significativo de las revoluciones políticas es que no pretenden provocar una transferencia relevante de riqueza y propiedades de un grupo social a otro. De hecho, con frecuencia quienes presionan con más fuerza a favor de una revolución política ya cuentan con un poder económico importante y lo que desean es la abolición de las restricciones y la ayuda necesaria para que aumente su riqueza. Se puede afirmar entonces que para la década 70-79, los textos escolares sugieren un primer "tipo" de revolución que concibe a la Revolución Francesa como una Revolución política.

Los enunciados que se articulan alrededor del concepto estructurante Cambio (0,57 %), sirven para ilustrar la anterior afirmación:

A fines del siglo XVIII se vivía una situación revolucionaria. Varias causas contribuían a ello: la nueva manera de pensar, concretamente el pensamiento de la ilustración, que se difundía por todo el continente y hasta en las colonias americanas. La transformación demográfica. La población europea había aumentado 62 millones durante el siglo XVIII creando problemas de empleo y una mayoría de jóvenes insatisfechos y dispuestos a la rebeldía y la violencia. Cambio económicos. Gran Bretaña comenzó su industrialización a fines del siglo con las primeras máquinas, acaparando con su producción y su marina mercante casi todos los mercados, lo cual afectó la producción artesanal de las burguesías del continente. Cambio social. En todo el occidente la mano de obra agrícola era libre y aspiraba a sacudir las obligaciones y tributos que aún soportaba por parte de la nobleza propietaria de las tierras. Por su parte, las clases burguesas, conscientes de su poder económico, no soportaban figurar en tercer lugar en la sociedad y ambicionaban asumir el control de los gobiernos. Cambio político. El despotismo ilustrado trataba de frenar los poderes económicos y políticos de la nobleza y el clero, pero esto provocó una reacción de los nobles contra la monarquía no solamente para conservar sus privilegios sino para aumentarlos.

Sin embargo, cabría hablar de una segundo tipo de Revolución. Otro aspecto importante de esta década es el hecho de que los textos escolares inscriben e integran la Revolución Francesa en una cadena o dinámica de movimientos revolucionarios de amplio alcance: "la era de la revolución (1789-1848)", si se emplea la expresión de Hobsbawn, este tipo de Revolución sería el de "Revolución occidental". Es en este sentido entonces como podrían comprenderse los enunciados conformados por los siguientes conceptos estructurantes, si bien con un porcentaje menor, pero por su contenido significativos, a saber: América, Bélgica, Burguesía, Clases, España, Espíritu, Feudales, Inglaterra, Italia, Mayoría, Obra, Principios, Propiedades, Religiosos, Rechazar cada una con 0,36 %. Así se tiene:

Situación preliminar. La Revolución Francesa. Por la importancia de Francia con respecto a Europa y por las relaciones entre las clases sociales francesas, la Revolución Francesa es el acontecimiento más importante de esta época. Como causas de ella podemos citar las siguientes: la corrupción de las costumbres y las ideas, el odio de los campesinos y de la burguesía hacia la nobleza, la actitud de la nobleza, que para aumentar sus ingresos retornó a los sistemas feudales de explotación del campesino. De 1790 a 1793: actos revolucionarios en Inglaterra e Irlanda, que condujeron a la reforma del parlamento inglés y al reconocimiento de la autonomía de Irlanda. (...) De 1792 a 1795: nueva revolución en Bélgica apoyada por los franceses. (...) De 1796 a 1799: revolución en la mayoría de los estados de Italia. (...) De 1805 a 1815: los ejércitos imperiales de Francia en sus campañas sobre Europa central, Polonia y Rusia, así como España y Portugal facilitan la divulgación de sus principios e inducen el cambio hacia la nueva forma de gobierno republicano. De 1810 a 1825: las tropas napoleónicas invaden a España, hecho que facilita los movimientos revolucionarios en las colonias españolas de América. (...) Cuando en 1850 cesó la etapa revolucionaria, habían desaparecido de Europa, las formas feudales señoriales y el capitalismo se había implantado como el nuevo sistema que solo en 1917 se vería comprometido por la revolución rusa. (...) Entre los acontecimientos verdaderamente trascendentales de los tiempos contemporáneos figura la Revolución Francesa, en 1789. Su influencia afectó el orden público y social. Respecto al hundimiento de viejos y carcomidos sistemas de gobierno y de caducas instituciones sociales. Sentó nuevos principios que hacia 1789-1793, se pueden apreciar en los millares de folletos publicados con anterioridad a la reunión de los Estados Generales. (...) Estos principios se sintetizan así: Todos los hombres son iguales por naturaleza. Todos tienen los mismos derechos naturales; a luchar por la felicidad; a su propia conservación; al libre dominio y usufructo de sus dominios y propiedad; a resistir la opresión y a manifestar y profesar las opiniones que quieran. (...) La edad contemporánea. Concepto. Ubicación. Cronología y principales aspectos. Se entiende por Época o Edad Contemporánea, el período histórico iniciado por la Revolución Francesa de fines del siglo XVIII y que continúa hasta nuestros días con la aparición de los Estados regidos por los principios democráticos sustentados por dicha Revolución: libertad política, igualdad social, libertad religiosa, etc. (...)

Así pues, siguiendo a Hobsbawn, la Revolución Francesa hace parte de un movimiento de largo alcance que recorrió buena parte del mundo hasta entonces conocido:

"...el siglo XVIII fue una época de crisis para los viejos regímenes europeos y para sus sistemas económicos, y sus últimas décadas estuvieron llenas de agitaciones políticas que a veces alcanzaron categoría de revueltas, de movimientos coloniales autonomistas e incluso secesionistas: no solo en los Estados Unidos (1776-1783), sino también en Irlanda (1782-1784), en Bélgica y Lieja (1787-1790), en Holanda (1783-1787), en Ginebra, e incluso -se ha discutido- en Inglaterra (1779). Tan notable es este conjunto de desasosiego político que algunos historiadores recientes han hablado de una "era de las revoluciones democráticas" de las que la francesa fue solamente una, aunque la más dramática y de mayor alcance".25

Así mismo, para la Revolución Francesa es la más importante, la más profunda, y la más radical de un gran movimiento revolucionario que sacudió a finales del siglo XVIII todo el mundo occidental y cuyos ecos llegaron muy lejos.26

Se dice que esta concepción de una revolución "occidental" o "atlántica" que integra la Revolución Francesa en un levantamiento más amplio, minimizando la profundidad y las dimensiones de esta última. No lo pienso así. Integrar la Revolución Francesa en la cadena de movimientos revolucionarios que comenzaron hacia 1770 permite, por el contrario, comprender mejor por qué y cómo las ideas y las instituciones de la Revolución se expandieron tan fácil y rápidamente en Europa y en América. En una palabra, porque la Revolución Francesa hace de Francia una Gran Nación".27

Si bien conceptos estructurantes como el de Filósofos (0,07 %) y el de Ideas (0.21%), pierden importancia en corpus de enunciados, como factores causales y explicativos de los acontecimientos revolucionarios, en comparación con la década anterior, la década 70-79, plantea aquí una narrativa que valora en un tono menos moral e ideológico estos elementos de orden cultural del proceso revolucionario.

En mi opinión, la anterior consideración, puede ser mostrada como una de las evidencias de lo que más arriba se llama giro discursivo.

Los jurisconsultos, los publicistas y los políticos anteriores al siglo XVIII habían proyectado ideas sobre: la igualdad natural, la naturaleza y su ley, superior o anterior a todos los mandatos de la ley civil; el contrato social y la soberanía popular, poseen dos caracteres: indefectibles e inalienables. En general, los principios que orientan la Revolución Francesa se sustentan en las ideas de personajes como Montaigne (1533-1593); Boyles (1646-1706), autor del diccionario; John Locke (1632-1704), su ensayo es la fuente principal de la filosofía francesa del siglo XVIII, este personaje ejerció gran influencia en Juan Jacobo Rousseau (1712-1778), quien escribe: "El contrato social" y en Voltaire (1694-1778), autor de "Cartas sobre los ingleses". Además, se destacan Montesquieu (1689-1755), con sus obras "Cartas persas" y el "Espíritu de las leyes", Quesnay (1694-1774), llamado por sus discípulos el "Confucio de Europa" y considerado el principal representante de los fisiócratas.

Revolución 'social' y revolución 'burguesa'

Las revoluciones sociales son agitaciones más fundamentales y profundas que las revoluciones políticas porque pretenden, ante todo, transferir bienes y poder económico a otro. Como consecuencia, las revoluciones sociales tienden a ser mucho más violentas que las revoluciones políticas, sobre todo porque las élites económicas y sociales dominantes se juegan mucho más.

Aquello que comienza como revolución política puede derivar, a veces por poco tiempo, en revolución social. Cuando esto sucede, casi siempre da pie a conflictos violentos entre grupos revolucionarios diferentes. Fue esto lo que sucedió en la Revolución Francesa de 1789.

Las revoluciones sociales suelen producirse cuando un sistema económico y social concreto se considera estancado o incapaz de progresar. En situaciones como esta, los revolucionarios sostienen que lo único capaz de hacer progresar a la humanidad es un tipo fundamentalmente nuevo de sistema social. Ahora bien, en el caso de los contenidos de los textos escolares de las décadas del 80-89 y 90-99, la Revolución Francesa se concibe como una etapa necesaria de la transición del feudalismo al capitalismo, como una revolución que acaba con el Antiguo Régimen, y que como resultado final instaura el poder de una nueva clase social: la burguesía.

En este contexto, para la década 80-89 los conceptos estructurantes con mayor porcentaje son los siguientes: Alta, Clero, Igualdad, Principios, Razón, Pueblo, Tributos, Violencia, cada uno con un 0,60 %; Gobierno, Desarrollo, Ilustración, Luis XVI, Política, Privilegios, Proceso, Viejos, cada uno con un 0,72 %; Cambio, Feudal, Impuestos, Instituciones, Monarquías, Nobleza, cada uno con un 0,84 %; Derechos, Europa, País, cada uno con un 0,96 %; Poder, Orden, cada uno con un 1,20 %; Nuevos, Económicos, cada uno con un 1,33 %; Libertades, 1,57 %; Francesa, 1,69 %, Burguesía, 1,93 %, Revolución, 3,73 %.

El advenimiento del mundo contemporáneo. El viejo orden se estremecía al paso de las nuevas fuerzas políticas y sociales que reclamaban un diferente ordenamiento de la sociedad, las ideas de la "ilustración", que hablaban de la libertad individual, del bienestar común, de la asociación libre de los ciudadanos y de sus derechos frente al estado; esas mismas ideas que querían a ultranza que se abriera paso a los dictados de la razón y que, por consiguiente, rechazaban casi instintivamente cualquier esquema dogmático preestablecido, no eran más que una expresión de la compleja situación social, política y económica que se vivía. El mundo había cambiado su cara. Desde siglos atrás, los burgueses, esa nueva clase que poco a poco, por su actividad comercial, había acumulado riquezas, venía peleando por ganar nuevos derechos. En un principio se decidieron a enfrentar a los señores feudales, que eran el mayor obstáculo para su desarrollo. Cada uno de los centenares de feudos que había entonces en Europa imponía sus propias condiciones; en realidad actuaba como un país independiente y cobraba impuestos, imponía los más variados tributos y exigía que se le pagara hasta por el tránsito de mercancías. Como a los burgueses les convenía que se eliminarán esas trabas, se aliaron con la monarquía. Su objetivo era que los monarcas centrales de cada nación se hicieran fuertes, que limitaran o disminuyeran notablemente las restricciones que imponía cada uno de los señores feudales. En otras palabras, a los burgueses les convenía que existiera un país, o sea una unidad territorial grande, extensa, unificada, con leyes comunes que les permitiera tener unas reglas de juego claras para el desarrollo de sus negocios. Sin duda, esto se consiguió. Las monarquías centrales, en la mayoría de los países de Europa, como ya hemos visto se hicieron fuertes; el poder de los diferentes señores feudales disminuyó, las leyes y condiciones comerciales se unificaron bastante y los tributos e impuestos de toda clase tendieron a centralizarse. Este nuevo fenómeno dio impulso sin precedentes a la burguesía. Su poder económico se desarrollo mucho y se convirtió, de hecho, en la clase social más rica, de conjunto; los burgueses, a diferencia del clero o la nobleza feudales, eran dueños de negocios, que les permitían multiplicar sus inversiones, y competir para planificar su enriquecimiento, sin tener que parasitar, para su bienestar individual, de los impuestos o tributos que arrancaran a otros sectores de la sociedad. Sin embargo, este rico y progresivo proceso que se gestó en el mundo con el desarrollo de la burguesía tuvo su otra cara de la moneda. Al tiempo que se eliminaron, como ya lo hemos anotado varias veces, muchos de los privilegios feudales, muchas de las trabas del viejo orden, en la cúpula de la sociedad siguió permaneciendo un sector que provenía de este ordenamiento feudal; ese sector de la nobleza y el alto clero, herederos directos del feudalismo que se habían enquistado en las cortes monárquicas, y desde allí, también para mantener y consolidar su poder; parasitaban sobre la actividad productiva de las otras clases que se habían desarrollado económicamente...Si los hombres eran iguales entre sí, si el individuo poseía derechos inalienables, sí todos y cada uno de los seres humanos tenía derecho a la libertad, ¿cómo era posible que se mantuviera el viejo orden? Los de abajo ya no toleraban el estado de cosas. Y los de arriba tenían cada vez más dificultades para imponerlo. Dicho de otra manera, estábamos en un período histórico de revolución social, de enfrentamientos decisivos entre las clases....En la historia del mundo moderno ya se habían presentado antecedentes similares, como es el caso de la revolución inglesa acaudillada por Cromwell y de la revolución de independencia colonial de los Estados Unidos de Norteamérica. Sin embargo, fue en Francia donde las contradicciones llegaron a su máxima expresión y donde el complejo y rico proceso que se dio a partir de la explosión revolucionaria de las más grandes capas de la sociedad, nos ha ofrecido las más variadas y ricas experiencias. La Revolución Francesa, para decirlo sintéticamente, es la revolución burguesa por excelencia, la más "clásica" de esa clase de revoluciones, la de más hondas y profundas repercusiones internas e internacionales. (...) La Revolución Francesa constituye uno de los hechos más importantes en la historia de la humanidad por la trascendencia universal que tuvo, ya que repercutió en todos los órdenes. Fue una revolución de carácter social que transformó radicalmente las estructuras y contribuyó al cambio de las instituciones europeas. (...)

Ahora bien, se puede considerar que la concepción de la Revolución para las décadas 80-89 y 90-99, se inspira en una corriente historiográfica de la Revolución, para algunos denominada jacobina o marxista.

Después de diez años de peripecias revolucionarias, la realidad francesa aparecía transformada de manera radical. La aristocracia del Antiguo Régimen fue destruida en sus privilegios y su preponderancia y la feudalidad abolida. Al hacer tabla rasa de todas las sobre vivencias feudales, al libertar a los campesinos de los derechos señoriales y de los diezmos eclesiásticos, y también en cierta medida de las obligaciones comunitarias, al destruir los monopolios corporativos y al unificar el mercado nacional, la Revolución Francesa marcó una etapa decisiva en la transición del feudalismo al capitalismo. Su ala comercial fue menos la burguesía comerciante (en la medida en que seguía siendo únicamente comerciante e intermediaria se acomodaba a la antigua sociedad: de 1789 a 1793 tendió generalmente al compromiso) que la masa de los pequeños productores directos cuya aristocracia feudal acaparaba el sobre trabajo o el subproducto al apoyarse en el aparato jurídico y los medios de constricción del Estado del Antiguo Régimen. La rebelión de los pequeños productores, campesinos y artesanos, le dio los golpes más eficaces a la antigua sociedad. No que esta victoria sobre la feudalidad haya significado la aparición simultánea de nuevas relaciones sociales. El paso al capitalismo no constituye un proceso simple por el cual los elementos capitalistas se desarrollan en el seno de la antigua sociedad, hasta el momento en que son lo suficientemente fuertes para romper sus cuadros. Se necesitará mucho tiempo todavía para que el capitalismo se afirme definitivamente en Francia: sus progresos fueron lentos durante el período revolucionario, las dimensiones de las empresas siguen siendo con frecuencia modestas y el capitalismo comercial preponderante. Pero la ruina de la propiedad territorial feudal y del sistema cooperativo y reglamentario liberó a los pequeños y a los medianos productores directos; aceleró el proceso de diferenciación de clases en la comunidad rural y asimismo en el artesanado urbano y la polarización social entre el capital y el trabajo asalariado. Así fue finalmente asegurada la autonomía del modo de producción capitalista, tanto en el dominio de la agricultura como en el de la industria, y abierto sin compromiso el camino para las relaciones burguesas de producción y de circulación: transformación por excelencia revolucionaria...28

Al transformar las estructuras económicas y sociales, la Revolución Francesa acababa con la estructura del Antiguo Régimen, contribuía decisivamente a la conformación de un estado unitario, al acabar con los vestigios de las antiguas autonomías, al destruir privilegios locales y los particularismos provinciales. Hizo así posible, en la etapa de la Revolución que va del Directorio al Imperio, la instauración de un Estado moderno que respondía a los intereses y a las exigencias de la burguesía moderna.

Desde este doble punto de vista, la Revolución Francesa estuvo lejos de constituir un mito como se ha pretendido. Sin duda, la feudalidad en el sentido medieval de la palabra no respondía ya a nada en 1789; pero para los contemporáneos, campesinos y burgueses, este término abstracto recubría una realidad que conocían muy bien (derechos feudales, autoridad señorial), y que fue finalmente barrida. No puede sacarse un argumento contra la importancia de la Revolución Francesa en la instauración del orden capitalista, por el hecho de que, por otra parte, las Asambleas revolucionarias hayan estado pobladas por lo esencial de hombres de profesión liberal y de funcionarios públicos, no de jefes de empresa, de financieros o de manufactureros, en una palabra, de capitalistas. Además de que estos últimos fueron representados por una pequeña minoría muy activa, y además de la importancia de los grupos de presión (diputados del comercio, club Massiac, defensor de los intereses coloniales), el hecho esencial es que el antiguo sistema económico y social fue destruido, y que la Revolución Francesa proclamó la libertad de empresa y de ganancia, limpiando así el camino para el capitalismo. La historia del siglo XIX demuestra que esto no fue un mito.29

Sin embargo, este carácter burgués clásico de la revolución tiene sus particularidades y diferencias frente a otras revoluciones burguesas, que como hemos visto, para analizar los textos de la década del 70-79, se inscriben en la cadena de revoluciones occidentales o atlánticas. Así calificar a la Revolución Francesa como una más en el marco de las revoluciones occidentales implicaría desconocer, no solo sus particularidades, sino una vasta tradición historiográfica.

Revolución Francesa y revoluciones burguesas: etapa necesaria de la transición al capitalismo, la Revolución Francesa no conserva menos, respecto de las diversas revoluciones similares, sus caracteres propios que se apegan a la estructura específica de la sociedad francesa a fines del Antiguo Régimen. Han sido negados estos caracteres. La Revolución Francesa no sería "sino un aspecto de una revolución occidental, o más exactamente atlántica, que empezó en las colonias inglesas de América poco después de 1763 y que se prolongo por las revoluciones de Suiza, de los Países Bajos, de Irlanda antes de llegar a Francia entre 1787 y 1789. De Francia rebotó a los Países Bajos y alcanzó a Alemania renana, a Suiza y a Italia..." (Godechot, R.R. Palmer). Sin duda no puede desestimarse la importancia del Océano en la renovación de la economía y en la explotación de los países coloniales por el Occidente. Pero no está allí el propósito de nuestros autores, ni el de mostrar que la Revolución Francesa no es más que un episodio del movimiento general de la historia, que después, de las revoluciones neerlandesa, inglesa y americana, llevó a la burguesía al poder. La Revolución Francesa no señala por otra parte el término geográfico de esta transformación, como lo dan a entender los calificativos ambiguos de "atlántica" u "occidental". En el siglo XIX, en dondequiera que se halla instalada la economía capitalista, ha marchado a la par de la ascensión de la burguesía; la revolución burguesa tuvo alcance universal. Por otra parte, si ponemos en el mismo plano a la Revolución Francesa y a las "revoluciones de Suiza, de los Países Bajos y de Irlanda...", se minimiza extrañamente la profundidad y las dimensiones de la primera y la mutación brusca que ella constituyó. Esta concepción al vaciar a la Revolución Francesa de todo contenido específico, económico, social y nacional, tendría como nulo a un medio siglo de historiografía revolucionaria, desde Jean Jaures hasta Georges Lefebvre.30

En la interpretación de Soboul, otro asunto fue la Revolución francesa, entendida como revolución burguesa:

Revolución burguesa, pero la más brillante, eclipsó por el carácter dramático de su luchas de clases a las revoluciones que le habían precedido. La Revolución Francesa aparece no obstante, para retomar la expression de Jaurès en su Histoire socialiste, "ampliamente burguesa y democrática" respecto a la revolución de los Estados Unidos así como a la revolución de Inglaterra, que resultaron "estrechamente burguesas y conservadoras" . Su carácter lo debe a la obstinación de la aristocracia que hace imposible cualquier compromiso politico a la manera anglo-sajona y que obliga a la burguesía a proseguir obstinadamente la destrucción total del antiguo regimen : pero ella lo pudo hacer solo con el apoyo popular. Marx habló de los "terribles golpes de martillo" del Terror y de la "limpieza gigantesca" de la Revolución Francesa. El instrumento social y politico que fue la dictadura jacobina de la pequeña y media burguesía, apoyada en las masas populares urbanas y rurales : categorías sociales cuyo idéal era una democracia de los pequeños productores autonomos, campesinos independientes que trabajaban e intercambiaban.31

Así, la Revolución Francesa ocupa un lugar excepcional en la historia del mundo contemporáneo porque:

Diez años de peripecias revolucionarias habían entre tanto transformado de manera fundamental la realidad francesa, respondiendo en lo esencial a las perspectivas de la burguesía y de los propietarios. La aristocracia del antiguo régimen fue destruida en sus privilegios y su preponderancia, los últimos vestigios del feudalismo abolidos. Haciendo tabula rasa de todas las supervivencias feudales, despojando a los campesinos de los derechos señoriales y de los diezmos eclesiásticos, y también en cierta medida las obligaciones comunitarias, destruyendo los monopolios corporativos y unificando el mercado nacional, la Revolución Francesa acelera la evolución y marca una etapa decisiva de la transición del "feudalismo" al capitalismo. Destruyendo, de otra parte los particularismos provinciales y los privilegios locales, rompiendo la armadura estática del Antiguo Régimen, la revolución hizo posible la instauración, del Directorio al Imperio, de un Estado Moderno, respondiendo así a los intereses económicos y sociales de la burguesía.32

Esta perspectiva, que Alice Gérard33 denomina "actitud marxista-leninista" cuando se refiere a la obra historiográfica sobre la Revolución de historiadores como Soboul, Lefebvre y Mathiez, constituye como es sabido una línea de demarcación y de referencia en las tendencias historiográficas que se han dado en este siglo sobre la Revolución.

Esquematizando un tanto, se puedes decir que, según esta actitud, la Revolución Francesa se define por su contenido económico y social. El conflicto entre las nuevas fuerzas de producción capitalista y las antiguas relaciones sociales de producción (feudalismo) llevaba invariablemente a la lucha entre dos clases opuestas, nobleza y burguesía. La Revolución Francesa fue, pues, en su dirección y sus resultados, fundamentalmente burguesa y antifeudal. En este sentido se trata de un bloque.

Esta historia social considera que la Revolución Francesa es el prototipo de la revolución burguesa, que ha llevado a cabo "por la vía realmente revolucionaria" (Marx), su tarea histórica de destrucción del feudalismo. Por el contrario, las revoluciones anteriores y posteriores a la francesa han tenido lugar por la vía del compromiso y han posibilitado el mantenimiento de considerables restos del antiguo régimen de propiedad. La Revolución Francesa constituye, pues, una encrucijada para la interpretación; es la clave de un análisis comparado de las revoluciones modernas.

Así los enunciados sobre las "fases y acontecimientos" de las décadas 80-89 y 90-99, se basan en una narrativa histórica con rasgos esenciales de una historia social, que toma en cuenta el comportamiento de las masas anónimas y que introduce el peso de la coyuntura económica en la lista de causas de la Revolución. Es una narrativa no ya de personalidades, que busca introducir elementos de una historia social y económica de clases. Y que igualmente, puede ser asociada a una concepción de la Revolución, que asume su herencia en un solo bloque, que además, debe ser comprendida y explicada como una historia social y económica.

Evidentemente, teniendo en cuenta los límites de la narrativa histórica de los textos escolares, como objeto de enseñanza, no deja de tener una tendencia al reduccionismo, al esquematismo, y a la síntesis extremadamente didáctica, se cree que es posible asimilar la narrativa de las "fases y acontecimientos de la Revolución Francesa" de las décadas 80-89 y 90-99, con las etapas generales que propone Albert Soboul34 cuando define la revolución como de tipo burgués clásico.

En este contexto, es necesario advertir el sentido de esta relación. Así los saberes científicos de la historia, al ser utilizados con fines educativos, sufren una mediación, transformándose, primero, en saberes como objetos de ser enseñados, y luego con su llegada al aula, en saberes enseñados. Un libro de texto escolar contiene más o menos explicitados estos tres pasos mediáticos, situándose, como producto en el espacio de los saberes para ser enseñados.

En consecuencia, este intento de relacionar los contenidos de los textos escolares sobre la Revolución Francesa (objeto de saber a ser enseñado) con el saber científico (saber de la historia), se aproxima tímidamente y en forma muy genérica a lo que Chevallard y Guibert35 denominan transposición didáctica.

Cuadro 1: Tipos de revolución en los textos escolares y la historiografía sobre la revolución francesa

CONCLUSIÓN

Una inquietud que se tiene en el momento de elegir y concebir una metodología de investigación, es la pertinencia de esta tanto con los resultados que se piensan obtener como con los marcos teóricos que soportan un trabajo de investigación. En este caso, se logró adecuar y desarrollar una metodología de análisis de contenido "manifiesto" (estructura temática sobre la Revolución en los escolares) y "latente" (estudio de las unidades de análisis y los conceptos estructurantes) que se mostró viable y útil para los fines de la investigación. Se puede aducir que si bien, el análisis de contenido empleado no da origen a un tipo de investigación, sí ha logrado desarrollar procedimientos propios que plantean diferencias con los estudios textuales desarrollados por la lingüística para el caso de los textos escolares, y que permiten adentrarse en el campo de la indagación de los conceptos, las concepciones y los supuestos aplicados al análisis de los textos escolares.

Respecto a la primera parte del capítulo, es posible afirmar que se ha demostrado cómo la estructura temática sobre la Revolución Francesa en el corpus de textos escolares se ha concebido en una estrecha relación de traducción y concreción de las políticas educativas del Estado colombiano sobre los planes de estudio de la enseñanza de la historia y las ciencias sociales. Es decir, las estructuras temáticas sobre la Revolución Francesa en los textos escolares traducen con un alto grado de fidelidad los parámetros temáticos, las sugerencias metodológicas de los lineamientos o directrices de los planes de estudio emanados del Ministerio de Educación colombiano. En consecuencia, los manuales escolares cuando abordan el tema de la Revolución se ajustan y adaptan al ritmo de los cambios educativos oficiales, jugando un papel de ágiles "traductores" discursivos. De esta manera, se responde afirmativamente a los cuestionamientos iniciales que se plantearon para orientar el análisis de la estructura temática del contenido del corpus de manuales escolares.

Si bien, se halló que en la década 60-69, los manuales plantean una estructura temática marcada por el carácter lineal, descriptivo, y memorístico de la narrativa; narrativa hegemónica que no concede espacio alguno a los componentes paratextuales; en la década 70-79 se inicia una dinámica de evolución que se acelerará en las dos décadas posteriores, 80-89 y 90-99, caracterizada por un tratamiento menos ideologizado de los contenidos, por un evidente interés por plantear un tipo de contenidos que intenta superar la presentación lineal de los acontecimientos políticos, militares, sociales, y económicos, que no desconocen e intentan integrar a la composición textual de los manuales algunos desarrollos recientes de la disciplina histórica y un concepto más amplio del objeto de la historia. Así mismo, el componente paratextual busca superar metodologías repetitivas y memorísticas que impiden el desarrollo intelectual, valorativo y operativo de los alumnos.

En relación con el segundo nivel de análisis, análisis de contenido latente o más "profundo", al que se sometió el corpus discursivo de la Revolución, se cree que si bien, ya se ha expuesto con cierto detalle la manera como lo que se dice (discurso) sobre la Revolución evoluciona a lo largo de las cuatro décadas, se quisiera volver aquí en términos sintéticos a los cuestionamientos o hipótesis de trabajo que sirvieron como criterios de contrastación y de validación de los enunciados y los conceptos estructurantes con la finalidad de mostrar las conclusiones a las que se han llegado.

¿Cuál es la concepción, el tipo o carácter de la Revolución que se expone en los textos escolares?; ¿tiene algún grado de relación con los elementos teóricos de las diversas posiciones existentes en la historiografía revolucionaria para tipificar la revolución, a saber: revolución atlántica, revolución occidental, revolución social, revolución política, revolución popular, revolución burguesa?

Los textos escolares de la década 60-69 conciben el fenómeno revolucionario apelando a la figura de la "conspiración" y el "complot", en este sentido desarrollan una agresiva narrativa de rechazo y descalificación de la Revolución en su conjunto, identificándose así con las tendencias historiográficas contrarrevolucionarias que se desarrollaron desde el comienzo mismo de la Revolución, y luego a lo largo del siglo XIX. Por la imposibilidad de situar sus argumentos en el marco de una controversia científica, y por su evidente orientación ideológica estos textos escolares divulgan una imagen prejuiciada antes que un conocimiento valido y controvertible en términos historiográficos del acontecimiento.

En los textos escolares de la década 70-79, se encontró lo que se ha denominado un giro discursivo o ruptura narrativa para referirse a la Revolución. Aquí se la concibe, de una parte, como una autentica revolución política, y de otra como una revolución occidental que hace parte de la cadena de revoluciones occidentales que sacudieron Europa en el siglo XVIII y buena parte del siglo XIX. Sin embargo, a este tipo de revoluciones que se ajustan a los modelos aceptados en las controversias historiográficas científicas sobre la revolución, habría que agregar una tipología que se deduce de la lectura de los enunciados y conceptos estructurantes sobre sus fases y acontecimientos, así entonces, se tiene: una revolución buena y necesaria que se extiende de 1789 a 1792, la de las Asambleas constituyente y legislativa; una revolución nefasta la de la Convención jacobina y del Terror, que se extiende básicamente de 1793 a 1794; y finalmente, la revolución del orden y de la moderación, la de los tres directorios, y que cubre los años 1794 a 1799.

Los enunciados de los textos escolares de las décadas 80-89 y 90-99 enseñan dos tipos de revolución: la revolución social y la revolución burguesa, para ello se apela a las categorías de estructura social, económica y política, y contradicción de clases. Se evidencia en esta perspectiva la influencia de la tradición historiográfica marxista sobre el fenómeno revolucionario.

El tipo o la "concepción" de la revolución que plantea el contenido de los textos escolares parece distante de una interpretación que haría hincapié en la importancia de las prácticas cotidianas, parece importante observar cómo la imagen más fuerte de la revolución es la ruptura. Es decir, algo que no necesariamente se prevé, cambia de manera violenta en un tiempo muy corto. Es sugerente esta manera de abordar los estudios sobre la Revolución Francesa y, posiblemente, sobre otras revoluciones.

Según Roger Chartier36, hay tres realidades un tanto contradictorias alrededor de la Revolución. Primera. Cada revolución se piensa como una nueva era. En el caso francés, esto se ilustra con el nuevo calendario, que definía una nueva era, que significaba una ruptura con la temporalidad, la cronología, la duración antigua y, posteriormente, con todas las otras cosas: la manera de vestir, de hablar, de dirigirse al otro. Se impuso una idea de fundación radicalmente nueva, de un surgimiento que se destaca de todo el pasado acumulado. Es posible pensar que esta idea se halla presente, con diferencias en todas las otras revoluciones. El segundo elemento es la búsqueda de los precursores, lo que es un poco contradictorio con la primera idea: constituir en este pasado rechazado lo que la revolución inició. A la vez hay una diferencia radical, un surgimiento indiscutible. Además, en el pasado anulado y borrado hay elementos que perfilan el evento mismo. Y hay una tercera realidad: desde el punto de vista analítico, la Revolución mantiene una vinculación particular con la evolución histórica de las prácticas y los discursos. La Revolución es atravesada por los discursos que tienen su origen en la Revolución, mientras que otros desparecen y otros ni siquiera son afectados por ella.

Se tiene aquí, según Chartier, una multiplicidad de situaciones que no permiten precisamente decir que la Revolución sea el momento fundador que sus actores pensaron. En relación con las series de discursos que pueden analizarse, hay al menos tres situaciones o "revoluciones":

Primera. La Revolución existe pero no como el momento que tiene su duración precisa y que define una innovación particular, sino como un momento con duraciones más largas que abarcan una a otra. Entonces la Revolución puede pensarse de dos maneras, lo que conduce a una crítica de los estudios publicados en 1989 y después, inspirados por ejemplo en la obra de François Furet (1978, 1988), en Francia, o en la de Keith Michael Baker (1990), en Estados Unidos. Ellos consideran que la revolución fue ante todo un hecho político y que significó una ruptura al ser definida como la inventora de la democracia sin practicarla realmente, y de los derechos humanos de igualdad cívica, jurídica y política de los individuos. Es algo real e importante, y quizá la herencia de la Revolución en el mundo contemporáneo se vincula a estas dos invenciones.

Segunda. Si se escribe la historia de la Revolución en el lenguaje de sus actores, quienes pensaban que habían establecido una ruptura total, definida por su contenido político, con el Antiguo Régimen, la Revolución es ruptura total con el pasado, es lo nuevo, es el porvenir que se alcanza. Es decir, el retorno a una historia de lo político, a la manera de Furet, consiste en reproducir la conciencia misma de los individuos de la Revolución, que pensaron que con la transformación política se podía cambiar la sociedad y el individuo y no únicamente lo político. Era una refundación absoluta del régimen político de la sociedad y del individuo; así lo creyeron, y actuaron para hacerlo posible.


1 Profesor titular de la Universidad Tecnológica de Pereira, integrante del Grupo de investigación en Educación y Pedagogía GIPE.

2 Egil Børre Johnsen, Libros de texto en el calidoscopio. Estudio crítico de la literatura y la investigación sobre los textos escolares. (Barcelona: Ediciones Pomares-Corredor, 1996). Hile, Coeckelberghs, "Les manuels scolaires comme source pour l´histoire des mentalités. Approche méthodologique." Réseaux. Revue Interdisciplinaire de Philosophie morale et politique. No. 32-34 (1978):15-22. André Robert y Annick Boillaguet, Annick, L´analyse de contenu. (Paris: Presses Universitaires de France, 1997)

3 Ver: Anexo 1. Corpus del estudio: Libros de texto escolar de ciencias sociales e historia

4 Yañes, Consuelo. "Representaciones y conceptos estructurantes. Contribución al método". En: Capacitación y participación campesina. Instrumentos, metodologías y medios. (San José: Servicio Editorial. Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura IICA, 1989), 25-36.

5 Una versión sintética de este primer análisis se publicó en la Revista Educación y Pedagogía de la Universidad de Antioquia, con el título de "La Revolución Francesa en los manuales escolares de ciencias sociales e historia: estructura temática y contexto educativo." No. 29/30 (2001): 143-167; por esta razón se omite en esta publicación los análisis del contenido temático expreso sobre la Revolución Francesa que contienen los libros de texto escolar estudiados.

6 Por razones de espacio y límites de este documento exponemos los resultados del punto: "1. la concepción, el tipo o carácter de la Revolución tomando en cuenta elementos analíticos de diversas posiciones existentes en la historiografía revolucionaria, a saber: revolución atlántica, revolución occidental, revolución burguesa.".

7 Sobre la iconografía de la Revolución en los textos escolares remito a mi estudio: "Las imágenes de la Revolución Francesa en los textos escolares de ciencias sociales e historia de la educación secundaria colombiana (1960-1999)" en: Nación, educación, universidades y manuales escolares en Colombia. Tendencias historiográficas contemporáneas (Barranquilla: Fondo de Publicaciones de la Universidad del Atlántico, 2002), 383-408.

8 Marc Ferro, Comment on raconte l'histoire aux enfants. (Paris: Petite Bibliothèque Payot, 2004). Nathalie Goedert, « La Révolution et l´école ». En L´héritage politique de la Révolution Française, editado por Francis Hamon. (Lille : Centre Culturel International de Cerisy- Presses Universitaires de Lille, 1990), 209-236. Michèle Verdelhan-Bourgade; Béatrice Bakhouche, Pierre Boutan, Pierre y Richard Étienne, Les manuels scolaires de la nation? (Paris: L'Harmattan, 2007). Yves Gaulupeau, "Del museo a la escuela: la escenografía elemental de la historia de Francia". En La infancia y la cultura escrita, editado por Lucia Martínez. (México: Siglo XII editores, 2001), 351-389. Laurence De Cock y Emmanuelle Picard, La fabrique scolaire de l'histoire. (Marseille: Passée & Present-Agone, 2009).

9 Rafael Velásquez. "Ideología política de los textos escolares de historia patria". En Etnias, educación y archivos en la historia de Colombia, editado por Javier Guerrero. (Tunja: Colección Memorias Históricas. UPTC. Archivo General de la Nación. Asociación Colombiana de Historiadores, 1995), 109-117.

10 Rafael Velásquez. "Ideología política de los textos escolares de historia patria". En Etnias, educación y archivos en la historia de Colombia, editado por Javier Guerrero. (Tunja: Colección Memorias Históricas. UPTC. Archivo General de la Nación. Asociación Colombiana de Historiadores, 1995), 109-110, cita el siguiente fragmento del manual de historia de Víctor Bedoya: Historia de Colombia (Independencia y República) para sexto año de bachillerato, (Bogotá: 1ª Edición. Colección La Salle, Librería Stella, 1944): 26. "Allá fue una explosión desordenada, irreverente, una revolución sin Dios y sin sentimientos humanitarios, una matanza colectiva, una destrucción de todo lo existente, en lo material y en lo espiritual; aquí, una revolución ordenada por los principios eternos de la moral y de la eterna justicia, hecha a nombre de Dios, de la razón y del derecho de gentes sin pretender por esto que en la América no se hubiesen cometido crímenes y actos de barbarie legalizados por el derecho de la fuerza y por los fueros de la represalia".

11 Rafael Velásquez,. "Ideología política de los textos escolares de historia patria". En Etnias, educación y archivos en la historia de Colombia, editado por Javier Guerrero. (Tunja: Colección Memorias Históricas. UPTC. Archivo General de la Nación. Asociación Colombiana de Historiadores, 1995), 110, cita el manual del Hermano Ramón Justo. S.C. Historia de Colombia. Para sexto año de bachillerato, 7ª. edición. (Bogotá. Librería Stella, 1957). "Más no pueden la Enciclopedia y la Revolución de Francia reclamar para sí sola toda la influencia ideológica en la Revolución Americana; porque más hondas raíces dieron a la emancipación las doctrinas de Santo Tomás y de Suárez sobre la naturaleza de la Ley; sobre la razón humana, sobre la soberanía delegada de Dios, que tiene el pueblo, etc. Y esto explica por qué, aunque influido por la Revolución Francesa, el espíritu de libertad no tuvo en América el sello irreligioso que lo caracterizó en Francia..." 109-110.

12 Jean-René Aymes, "España en movimiento (1766-1814)". En La Revolución Francesa y el mundo ibérico, editado por Joseph Pérez, Robert Maniquis y Osca Martí. (Madrid: Turner, 1989), 19-160. Jean-René Aymes, La guerra de España contra la Revolución Francesa (1793-1795). (Alicante: Instituto de Cultura "Juan Gil-Albert", 1991). Emilio De Diego García, "En torno al Bicentenario de la Revolución Francesa (II)". Cuadernos de Historia Contemporánea. No. 12 (1989): 184-205.

13 Emilio De Diego García, "En torno al Bicentenario de la Revolución Francesa (II)". Cuadernos de Historia Contemporánea. No. 12 (1989): 189. Nota 13, cita las siguientes obras: De Zeballos, Fray Fernando. La falsa filosofía. Madrid, 1775-78. 6 Vols. Rodríguez, Antonio José. El filoteo en conversaciones del tiempo. (Madrid, 1976). Fernández de Valcarce. desengaños filosóficos. (Madrid, 1787-1790): (I, II y III Vols.). 1797 (IV. Vol.).

14 Emilio De Diego García, "En torno al Bicentenario de la Revolución Francesa (II)". Cuadernos de Historia Contemporánea. No. 12 (1989): 188.

15 Michelle Vovelle, Introducción a la Revolución Francesa. (Barcelona: Crítica, 1981):81-82.

16 Jacques Godechot en La grande nation. (Paris: Aubier, 1983) : 26 respecto a la idea del complot considera que: «Es una idea simple e incluso simplista. Ella fue claramente formulado por el abate Barruel en 1798 en las Mémoires pour servir à l'histoire du jacobinisme: la revolución fue deseada por tres hombres, imbuidos de un odio profundo contra el cristianismo: Voltaire, D'Alambert y el rey de Prusia Federico II. Ella fue la obra de los filósofos y de los masones. Aunque esta tesis ha sido tomada con mucha frecuencia desde 1798, especialmente por Augustin Cochin, en sus libros póstumos Les sociétés de pensée et la démocratie (1921, reeditado en 1979), y Les sociétes de pensée et la Révolution en Bretagne (1926); luego por par Bernard Fay en 1935 (La franc-maçonnerie et la révolution intelectuelle du XVIIIe siècle), no resiste el análisis científico. Así que no nos detendremos en ella."

17 Vovelle se refiere a las siguientes obras de Augustin Barruel: Histoire du clergé pendant la Révolution française. Bruselas-Londres, 1793; Mémoires pour servir à l´histoire du jacobinisme. Londres, 1797-1799.

18 Alfred Fierro, "Historiografía de la Revolución Francesa". En Historia y diccionario de la Revolución Francesa, (Madrid: Cátedra, 1989), 1013.

19 Alice Gérard, Mitos de la Revolución Francesa. (Barcelona: Editorial Península, 1973).

20 Michelle Vovelle, Introducción a la Revolución Francesa. (Barcelona: Crítica, 1981).

21 Obviamente esta posición contrarevolucionaria, ha sufrido evoluciones a lo largo de la década de los setenta y ochenta, y ha refinado sus argumentos, buscando su espacio no tanto en en el campo de la historiografía, como en el campo de las intensas discusiones políticas sobre la historia de la Revolución: "El despertar de la historia contra revolucionaria. F. Furet no lo reconoce, y aquí lo dice con fuerza, en el despertar, generado por el enfoque del bicentenario, de una historiografía abiertamente contra revolucionaria. A decir verdad, ¿había ella desaparecido? Guardó sus posiciones fuertes, de tradición desde el siglo XI, para la Academia francesa (en la silla de Pierre Gaxotte) o en las bibliotecas de las estaciones de trenes. Vieja canción, un poco repetida, que ha vuelto a ganar destacada vitalidad. Moneda menuda de caricaturización de las reflexiones de F. Furet, la imagen de una Revolución totalitaria, antesala del Gulag, está en boga. La Revolución asimilada al Terror y al baño de sangre se convierte en el mal absoluto. Toda una literatura se desarrolla sobre el tema del 'genocidio franco-francés' a partir de apreciaciones a menudo audaces sobre el número de muertos de la guerra de Vendée: ¿128.000, 400.000 y por qué no 600.000? Algunos historiadores, sin ser especialistas en el tema, pusieron todo el peso de su autoridad moral para desarrollar este discurso del anatema, descalificando de entrada cualquier tentativa de mantenerse en los límites del buen sentido. Tal historia ocupa mucho espacio en los medios y en una parte de la prensa. Ella sabría esconder la vitalidad de una historiografía de la época revolucionaria hoy en pleno despertar".

22 Alice Gérard, Mitos de la Revolución Francesa. (Barcelona: Editorial Península, 1973). Michelle Vovelle, « Un siècle d´historiographie révolutionnaire. (1880-1987) ». En L´état de la France pendant la Révolution (1789-1799), editado por Michel Vovelle. (Paris: Èditions la Découverte, 1989), 543-547. Michelle Vovelle, "Un bilan scientifique du bicentenaire". Cahiers d´histoire de l´institut de recherches marxistes. No. 40 (1990) : 3-14.

23 "Documento 4. El triple complot de las sectas. Apoyados en los hechos y provistos de pruebas, diremos que en la Revolución Francesa todo, hasta sus fechorías más espantosas ha sido previsto, meditado, combinado, resuelto y establecido de antemano. Todo ha sido obra de la más profunda maldad...A mediados del siglo en que vivimos tres hombres se encontraron, penetrados los tres de un profundo odio al cristianismo; estos tres hombres eran Voltaire, d´Alembert y Federico II, rey de Prusia. Tras ellos, un gran número de adeptos fueron arrastrados a la conspiración; la mayoría solo entraron en ella en calidad de admiradores estúpidos o de agentes secundarios. Voltaire fue su jefe, d´Alembert el agente más osado, Federico, el protector y a menudo consejero...Para abrir en Europa la carrera de las revoluciones, para dar impulso a esa multitud de iniciados desorganizadores, la secta de los Iluminados solo necesitaba llevar sus misterios... Francia: el areópago escrutador había puesto sus ojos en ella. La secta creyó llegado el momento de enviar a sus apóstoles a las riberas del Sena...El día de la insurrección general se fijó para el 14 de julio de 1789...Ese día los gritos de Libertad, Igualdad se oyeron fuera de las logias. La cadena de correspondencias del Código Iluminado ha funcionado tan bien que en el mismo instante todos los bandidos y todos los hermanos se lanzaron a la insurrección." Barruel: Memorias para servir a la historia del jacobinismo. 1797-99. En: Gérard (1973):125.

24 Michelle Vovelle, Introducción a la Revolución Francesa. (Barcelona: Crítica, 1981): 81.

25 Erich Hobsbawn, La era de la revolución (1789-1848). (Barcelona: Editorial Labor, 1991): 54.

26 El mismo historiador escribía en la obra conjunta L´etat de la France pendant la Revolution (1789-1799): "La era de las revoluciones. ¿La Revolución Francesa es un hecho aislado en el mundo? ¿Un "trueno" en el cielo sereno? El examen de los acontecimientos acaecidos en el mundo occidental contradicen esta opinión: la Revolución Francesa se inserta, en efecto, en una serie de revoluciones que sacudieron a Europa y América en el curso del último tercio del siglo XVIII, y que se prolongaron durante la primera mitad del siglo XIX, e incluso más allá", 12.

27 Jacques Godechot, La grande nation. (Paris: Aubier, 1983): 37.

28 Albert Soboul, La Revolución Francesa. (México: Editorial Diana, 1967): 127.

29 Albert Soboul, La Revolución Francesa. (México: Editorial Diana, 1967): 128.

30 Albert Soboul, La Revolución Francesa. (México: Editorial Diana, 1967): 128-129.

31 Albert Soboul, La Révolution française. (Paris: Gallimard, 1988): 558.

32 Ibíd.

33 Alice Gérard, Mitos de la Revolución Francesa. (Barcelona: Editorial Península, 1973)

34 Albert Soboul, La Révolution française. (Paris: Gallimard, 1988).

35 Yves, Chevallard, La transposición didáctica. Del saber sabio al saber enseñado. (Buenos Aires: Grupo Editor S.A., 1997). Esther Guibert Navaz, "Textos escolares de historia de Navarra (siglos XIX-XX): un análisis transpositivo del saber histórico". En El curriculum: historia de una mediación social y cultural. (Granada: Ediciones de la Universidad de Granada. 1996), 321-333.

36 Roger Chartier, Cultura escrita, literatura e historia. Coacciones transgredidas y libertades restringidas. Conversaciones de Roger Chartier. (México: Fondo de Cultura Económica, 1999).


FUENTES

Ver: Anexo. Corpus de libros de texto escolar de ciencias sociales e historia

REFERENCIAS

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ANEXO
Corpus de libros de texto escolar de ciencias sociales e historia

Gómez Mendoza, Miguel Angel.
"La fábrica escolar de la historia. Historiografia y concepción de La Revolucion Francesa en los libros de texto escolar de ciencias sociales e historia de la educación secundaria colombiana".
Revista Historia de la Educación Latinoamericana. Vol. 15 No, 20, (2013): 205 - 244.