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Revista Historia de la Educación Latinoamericana

Print version ISSN 0122-7238

Rev.hist.educ.latinoam. vol.19 no.28 Tunja Jan./June 2017

https://doi.org/10.19053/01227238.6226 

DOI: 10.19053/01227238.6226

¿Jóvenes e indignados? La movilización social colombiana en el año 20111

Young and outraged protesters? The Colombian social mobilization in 2011

Jovens e indignados? A mobilização social colombiana no ano 2011

 

Álvaro Acevedo Tarazona2
Andrés David Correa Lugos3
Universidad Industrial de Santander (Colombia)

Recepción: 21/06/2016
Evaluación: 23/04/2017 
Aceptación: 05/05/2017 
Artículo de Reflexión


RESUMEN

La revolución cultural de 1968 tiene grandes impactos para el mundo, uno de los principales es la consolidación de la juventud como un target poblacional con una conciencia cívica y política preocupada por el devenir, no solo de sus realidades locales sino en un plano global. La represión y las formas de silenciar al otro, puestas en práctica por los Estados bajo la excusa de la seguridad nacional hace que dicho fenómeno desaparezca casi por completo en las décadas posteriores. Tendrían que pasar más de cinco décadas para que los jóvenes de todo el mundo volvieran a compartir la pasión de la responsabilidad cívica y política del planeta entero. Desde Colombia este fenómeno se vivió con la Mane y fue la antesala a nuevas formas de accionar colectivo de la población ad portas a un proceso de paz. El objetivo de este artículo es reflexionar sobre el papel de la juventud en los procesos colectivos contemporáneos y su importancia como agente de cambio y concientización civil. 

Palabras clave: Revista de Historia de la Educación Latinoamericana, juventud, movilización, acciones colectivas; movilización.


ABSTRACT

The cultural revolution of 1968 has made great impacts on the world. One of the main ones is the consolidation of youth as a target population with civic and political conscience, and concerned about future, not only in their local realities but at a global level. Repression and silencing put into practice by the States under the excuse of the national security makes that phenomenon almost disappear in the following decades. It would take more than five decades for youngpeople around the world would share again the passion for civic and political responsibility on the entire planet. In Colombia this phenomenon was lived with the Mane and it was the prelude to new forms of collective action within a population facing an incipient peace process. The purpose of this article is to reflect on the role of youth in contemporary collective processes and their importance as agents of change and civil awareness.

Keywords: Journal of History of Latin American Education, Youth, mobilization, collective action; mobilization.


RESUMO

A revolução cultural de 1968 tem grandes impactos para o mundo: um dos principais é a consolidação da juventude como um target populacional, com uma consciência cívica e política preocupada com o futuro, não somente de suas realidades locais, mas num plano global. A repressão e as formas de silenciar o outro, postas em prática pelos Estados sob a justificativa da seguridade nacional fez com o referido fenômeno desaparecesse quase por completo nas décadas posteriores. Mais que cinco décadas passaram para que os jovens de todo o mundo voltassem a compartilhar a paixão pela responsabilidade cívica e política do planeta inteiro. A partir da Colômbia este fenômeno foi vivido com Mane e foi a antessala de novas formas de acionar o coletivo da população às portas de um processo de paz. O objetivo deste artigo é refletir sobre o papel da juventude nos processos coletivos contemporâneos e sua importância como agente de mudança e consciência civil.

Palavras-chave: Revista História da Educação Latino-americana, juventud, movilización, acciones colectivas; movilización.


INTRODUCCIÓN

El presente artículo busca reflexionar acerca de las movilizaciones sociales estudiantiles del año 2011 en Colombia en sincronía con una dinámica mundial de indignación que sobrepasó los límites espacio-temporales, culturales y políticos para afirmar una posición: los jóvenes están hastiados con el rumbo que está tomando el mundo; en un momento donde las riquezas, la ciencia, la técnica y la tecnología están epítome, la desigualdad social también lo ha alcanzado. El rechazo al igual que el del año de 1968 es general y va dirigido contra toda forma de gobierno sea democrática, dictadura o monarquía constitucional y no importa si es en una metrópolis europea o un apartado pueblo del Norte de África; las tecnologías de la información y la comunicación se encargaron de hacer que tales constantes no fueran más que simples alegorías en las investigaciones de los teóricos sociales.

A partir de dicho fenómeno de redes y masas que eclipsó la atención del mundo, el grupo de investigación Políticas Sociabilidades y Representaciones Histórico Educativas llevó a cabo el proyecto de investigación titulado ¿Colombia indignada? estudiantes y movilización social por la educación en Colombia (2011-2012). El objetivo de este proyecto es analizar en el marco de los nuevos movimientos sociales el resurgimiento de los fenómenos colectivos, en un momento crucial, cuando quienes se movilizan son los jóvenes de las generaciones millennials, todos nacidos en medio de una lógica neoliberal y sin ninguna remembranza por la lucha utópica y antisistémica; mas bien es una generación cuyos cimientos parten de la capitalización del sí-mismo, la meritocrada y el consumo de experiencias a la par que de mercancías.

La investigación se desarrolla desde una metodología cualitativa con enfoque interpretativo, que trata de reunir la información de publicaciones periódicas como prensa; también artículos y material especializado de cada una de las partes involucradas y entrevistas semiestructuradas a personas que hacen parte de la movilización del año 2011. Tratar de abordar una historia del tiempo presente que involucre las distintas realidades de las universidades de Colombia es una tarea mayor; por tal razón, se opta por definir dos núcleos de movilización: Bogotá por ser la capital y la principal ciudad con mayor cantidad de estudiantes universitarios, y Bucaramanga por ser una ciudad con una gran cantidad de estudiantes que puede revelar las diferencias con el centralismo de la movilización.

Una vez recolectada la información inicia el diálogo con la teoría social. Es de vital importancia triangular lo acontecido a partir de análisis y reflexiones realizadas por investigadores de otras partes del mundo. La apropiación de discursos y lógicas de la movilización de otras coyunturas es producto de la globalización y la necesidad de pensar los problemas regionales y/o nacionales con una conciencia de ciudadanos del mundo.

Se puede considerar que la realización del proyecto sintetiza la movilización social en Colombia y dilucida explicaciones sobre las nuevas formas de organización y acción colectiva. De igual manera, analiza el papel de los medios de comunicación como agentes dinamizadores no solo de la conciencia colectiva de los ciudadanos, sino como actores determinantes en el encuentro de posiciones o versiones frente a los acontecimientos. Si bien hay quienes consideran que las movilizaciones contemporáneas sirven como escaramuzas para liberar tensiones y pulsiones de la sociedad y no concretan ningún horizonte de cambio político o social; las acciones colectivas del año 2011 sirven para unir una sociedad atomizada en torno a un bien común que de alguna manera influye en el futuro y porvenir de todos. Por otro lado, sea que las movilizaciones hayan sido reactivas, su aparición en el momento oportuno constituye un factor clave para el futuro de la educación en Colombia; si no es por tales acciones, lo más seguro es que se haya aprobado la reforma a la educación superior e incremente la crisis en las universidades colombianas en la investigación y la apropiación social del conocimiento.

1. Marco teórico

La necesidad de establecer un marco teórico lo suficientemente sólido que sirva como sustento para maniobrar con profesionalismo diversas tipologías de información (entrevistas, prensa, etc.) conlleva a buscar conceptualizaciones teóricas que aborden a las coyunturas contemporáneas pero que conciban los cambios sociales ocurridos en los últimos treinta años, sobre todo con avances tecnológicos tan importantes, como es la aparición y masificación del internet en la última década. Por tal razón se hace importante delimitar nuevas formas de movilización, la comunicación entre lo global y lo local y la importancia de las tecnologías de la información y la comunicación en la apropiación de nuevas formas de bienes comunes (commons)

Las acciones colectivas más que asociaciones visibles por un fin entre los actores sociales son sustratos culturales e ideológicos que evidencian el trabajo implícito entre individuos para modificar sus cotidianidades. Más que un fenómeno político, las acciones colectivas implican una dinámica relacional en términos cognoscitivos, afectivos y sociales. Durante mucho tiempo se pensó que el objetivo de los movimientos sociales se daba por la unidad existente entre los actores sociales con los nuevos movimientos sociales. Dicha reflexión cambia de manera sustancial, porque si llega a existir debe ser abordada como un resultado y no como un punto de partida.

Entonces los actores colectivos producen la acción colectiva, porque son capaces de definirse a sí mismo y al campo de su acción (relaciones con otros actores, disponibilidad de recursos, oportunidades, limitaciones). La definición que construye el actor no es lineal, sino que es producida por interacción y negociaciones, y algunas veces por diferentes orientaciones opuestas. Los individuos crean un "nosotros" colectivo (más o menos estable e integrado con el tipo de acción) compartiendo tres tipos de orientaciones: aquellas relacionadas con los fines de la acción; aquellas relacionadas con los medios, yfinalmente aquellas referidas a las relaciones con el ambiente.4

Las categorías de fines, medios y ambiente no son armónicas y son estas las que le dan las particularidades de las movilizaciones sociales. Es por dicha razón que la investigación se centra principalmente en tratar de dilucidar cuáles son: los fines, los medios y el ambiente de la movilización social en el año 2011 en Colombia:

Cuando se observan fenómenos colectivos, generalmente la atención se enfoca sobre los aspectos más visibles de la acción (acontecimiento, movilizaciones, actos de violencia) sin embargo, estos aspectos visibles son manifestaciones de un proceso que opera en el nivel analítico que acabo de delinear, y que es normalmente ignorado. Los eventos pueden ocurrir, y seguir ocurriendo, porque el actor colectivo logra realizar una cierta integración entre las orientaciones señaladas5.

Antes que una movilización sea una acción social colectiva es un fenómeno colectivo; los fenómenos colectivos son de dos tipos, los que implican solidaridad y los que implican agregación. Los nuevos movimientos sociales pertenecen en su mayoría al grupo de la agregación, pues los individuos que los conforman no pierden sus características individuales, sino que aceptan el fenómeno colectivo solo hasta cuando este no interfiere en su lógica. Los fenómenos colectivos por agregación no están premeditados ni están orientados a una permanencia amplia en el tiempo, estos aparecen en situaciones de urgencia y pánico, como medida para contrariar decisiones políticas que atentan en su mayoría contra un bien común.

En las movilizaciones del año 2011 es recurrente encontrar en los discursos de movilizaciones personas que afirman que la educación y el conocimiento es un derecho o bien común, que el gobierno pretende mercantilizar y privatizar. El uso de este término "bien común" hace énfasis a una reconceptualización de los commons, pero aplicado al siglo XXI lo común es una alternativa al neoliberalismo y su extensión particular como el acceso al conocimiento, el material genético y la cultura:

La privatización y la mercantilización de los elementos vitales para la humanidad y para el planeta son más fuertes que nunca. Tras la explotación de los recursos naturales y del trabajo humano, este proceso se acelera y se extiende a los conocimientos, la cultura, la salud, la educación, las comunicaciones y el patrimonio genético.

El bienestar de todos y el bienestar de la Tierra se sacrifican en aras del provecho financiero a corto plazo de algunos. Las consecuencias de este proceso son nefastas.

Son visibles y conocidas por todos: [...] empobrecimiento de la diversidad cultural, reducción del acceso al conocimiento y la educación mediante el establecimiento del sistema de propiedad intelectual sobre los conocimientos, impacto nefasto de la cultura consumista6.

La conceptualización de la urgencia de lo común se viene presentando en todo el planeta. La presentación en foros como el Río+20 invitan a pensar lo común como una alternativa viable y necesaria en un planeta tierra, cada vez más unido por las tecnologías de la información y la comunicación. Este avance tecnológico modifica notablemente la participación de los actores sociales, antes familiarizados con la protesta y ahora con la presión mediática. Esta transición se puede considerar como el paso de una era de la masa al enjambre; esta nueva forma colectiva modifica las formas en que los actores sociales se manifiestan:

Los enjambres digitales no son masas, no tienen características unificadoras; todos son individuos aislados. Las movilizaciones actuales son concentraciones causales de actores sociales, los individuos no desarrollan ningún nosotros, por tal razón no tiene voz, sino una multiplicidad de voces, inclusive apuntando a objetivos distintos, con filtración e inconsistencia en los contenidos. Por eso es percibido como un ruido7.

El ruido al que se refiere el autor no es otra cosa que la manifestación colectiva del descontento. Es la aparición de violencias positivas en una sociedad hipermoderna que distorsiona los discursos hasta el punto de convertirlos en meras porciones de indignación que se vencen al poco tiempo.

Por último, unido a las anteriores categorías se encuentra implícita una nueva noción de juventud que desarrolla un amplio desarrollo por las tecnologías de la información y la comunicación, así como por compartir la mayor cantidad de acontecimientos en la red. Esta característica juega un papel vital en las nuevas formas de comunicación, pero también en la deformación de los discursos y los intereses de las movilizaciones, en parte, porque es la instantaneidad la que obliga a opinar, hacer o protestar al instante; esta premura hace que algunas veces las versiones se contradigan, las opiniones se encuentren o hasta las acciones colectivas ocurran a desfase.

2. Nodos fenomenológicos: la reinterpretación de la movilización social y la juventud

La diacrónicamente corta pero sustancial y compleja globalización cambia la reinterpretación del mundo a un ritmo acelerado haciendo que los conceptos vanguardistas y contraculturales de la primera etapa de la globalización sean vistos como obsoletos a la vuelta de la década de 1980, frente al afianzamiento del neoliberalismo, un modelo económico que termina atravesando a la sociedad e influyendo de manera directa en problemáticas sociales y crisis económicas. Bastante se ha investigado sobre el tema y existen trabajos que delimitan el concepto y el contexto de aplicación8. Así como para la primera etapa de la globalización, la crisis de la posguerra es un antecedente directo de la problemática social, para el siglo XXI la política neoliberal es una entre otras variables que causa molestias y lleva a movilizar a la juventud.

El neoliberalismo modifica las políticas sociales de los países, en especial de los que están en crisis económica. El problema es que la crisis se extiende por el planeta entero: desde los productores de materias primas en la periferia hasta los centros cosmopolitas de consumo y confort. Frente a esta situación los países no tienen otra solución que hacer reajustes económicos en sus gastos, incluyendo aquellos de bienestar social. Estos reajustes van de la mano con políticas económicas para la liberalización de los mercados y la entrada de trasnacionales; en otras palabras, se les da plena libertad a empresarios y emporios económicos para mover grandes flujos de producción y comercialización mientras el Estado recorta gastos en temas sociales como educación, salud y vivienda, afectando de manera directa a los más necesitados. El neoliberalismo conduce a una desintegración de la sociedad, entendiendo a la sociedad como una interrelación de sujetos que reproducen su vida en condiciones de desigualdad y de oportunidades. Para el neoliberalismo cada quien es responsable de sí mismo y la mejor forma de ayudar a los otros es haciendo todo lo posible por el bienestar propio. El neoliberalismo opta por una individualización institucionalizada y categórica en la cual cada quien es responsable de sí mismo9. La capitalización de recursos es exitosa al inicio de la primera etapa neoliberal, ejemplos como el milagro chileno o la recuperación inglesa promocionan al neoliberalismo como la oportunidad que tienen todos los países para superar las crisis.

Michel Foucault10 plantea que la verdadera base del neoliberalismo es el capital humano. Los neoliberales reintroducen el trabajo al análisis económico bajo la perspectiva de ver al trabajador como un objeto variable a la oferta y la demanda. Esta reinterpretación cambia de manera radical la forma de ver el mundo; por ejemplo, el trabajo y el salario son formas de capital pensados a largo plazo. El capitalismo neoliberal convierte al trabajador en una máquina de bajo presupuesto con parámetros como vida útil, periodo de utilidad y obsolescencia. Para Deleuze la máquina es la única explicación a la sociedad globalizada neoliberal:

Las máquinas actualizan los códigos sociales [...] la formación del capitalismo es el fenómeno más extraño de la historia mundial, porque el capitalismo, de cierta manera, es la locura en el estado puro y al mismo tiempo su contrario. Es la única formación social que supone, para aparecer, el derrumbamiento de todos los códigos precedentes. Esto plantea un problema: ¿cómo una sociedad como esta, con todas sus formaciones represivas bien constituidas, ha podido formarse sobre la base de aquello que constituía el terror de otrasformacíones sociales: la descodificación deflujos?"11.

La decodificación de los flujos tiene una finalidad y es el deseo, no como ausencia de algo sino como la producción de algo. Deleuze propone que hay dos tendencias para generar la producción: una es el miedo y la otra es el deseo revolucionario esquizo. El esquizo es el productor universal, el sujeto es una producción. La rebelión a toda forma de opresión y la revolución no son nada más que una forma de alimentar y legitimar el sistema capitalista de producción y satisfacción de la necesidad.

El afianzamiento y acumulación de las políticas neoliberales debilitan la estructura social en países con graves falencias en materia social. El giro de algunos países latinoamericanos a políticas de izquierda cambia el plano geopolítico, mientras Colombia implementa políticas neoliberales desde finales de los años ochenta y las continúa implementando de manera progresiva. Jóvenes de Colombia se sienten afectados con estas políticas que reducen la inversión estatal a la educación y, sobre todo, a la educación superior. A partir del año 2008 se agudiza en el mundo una nueva crisis económica consecuencia del aumento de los precios de las materias primas. Este aumento beneficia a Colombia que ya en el año 2012 se perfila como un país con una producción petrolera superior al millón de barriles diarios12. El gobierno de Juan Manuel Santos aprovecha el precio del petróleo que sobrepasa los cien dólares por barril y trata de implementar unos proyectos de ley para transformar la infraestructura material del país e impulsar un salto social incluyente. En este propósito la educación debe ser reformada.

3. Hallazgos

Primer nodo: la movilización social del 2011

En los primeros meses del año 2011, el gobierno de Juan Manuel Santos anuncia el proyecto de reforma a la Ley 30 de 1992 para la Educación Superior; el motivo de la necesidad de la reforma es la recomendación de la Ocde en mejorar la cobertura para pertenecer a dicho grupo. En tiempo relámpago el Ministerio de Educación, de la mano de la entonces ministra María Fernando Campo, plantean una reforma que, si bien desde la presidencia de Uribe se venían planteando, aún no había sido discutida ni familiarizada con la comunidad universitaria. En marzo la reforma es presentada en la Casa de Nariño como una respuesta y un compromiso del presidente a hacer de la educación una locomotora de progreso, para un país que puede ser protagonista de las nuevas dinámicas de la globalización13. Desde la presentación de la propuesta hay molestias por parte de los invitados, entre los que se destacan rectores de las principales universidades del país, académicos y personas conocedoras del problema educativo en el país. A la par que la ministra de educación realiza foros en las distintas universidades del país presentando la reforma, los estudiantes y miembros de la universidad se siente alertados de propuestas que pueden modificar el panorama de la educación superior en el país.

Raíz de dicho descontento y alarma es que el 7 de abril de 2011, los universitarios protestan en ciudades como Santa Marta, Medellín, Cali, Bucaramanga y Pereira contra la reforma educativa que presenta la ministra María Fernanda Campo14. Los estudiantes critican la propuesta del gobierno porque, en sus argumentos, no fortalece la investigación de alta calidad, sino que entrega la universidad al dominio de empresas privadas y a un modelo de universidades con ánimo de lucro. Las críticas van más allá del panorama de la reforma. La propuesta gubernamental es una propuesta, fundamentalmente, para impulsar una educación con ánimo de lucro y no propiamente para atacar los grandes problemas de la educación superior, entre ellos una deserción estudiantil de casi el 50%. Las fortalezas de la ministra Campo como empresaria plantean minimización de recursos por parte del Estado, alianzas universidad-empresa para financiar la universidad y maximizadón de impactos por indicadores, además de la unión del sector público-privado, como la mejor alternativa para sostener la financiación de la universidad de tal manera que el Estado se desentienda de una efectiva financiación de la universidad pública como lo hace desde 199215.

Desde el inicio el gobierno deja claro que es una propuesta y está sujeta a ser modificada en el Congreso de la República; pero la celeridad y el poco interés de la ministra eleva por escuchar a las partes académicas, hace que los ánimos de la comunidad universitaria se llenen de recelo y desconfianza. Tanto el gobierno como la comunidad universitaria comparte una apreciación: la educación está llena de problemas estructurales y se debe hacer algo pronto o las consecuencias serán irreversibles; en lo que difieren es en los mecanismos para solventar dicho problema, para los estudiantes una solución es incrementar la financiación de la universidad pública, mientras que el gobierno apunta a hacer de la universidad un ente autosostenible financieramente pero con obligaciones con la sociedad colombiana. Ambos apelan a conceptos como autonomía universitaria, pero mal entendida o puesta en práctica a beneficio unilateral.

Ahora bien, existe un momento clave en el desarrollo de las movilizaciones del año 2011. La semana entre el 21 y 22 de agosto de 2011, el panorama cambia drásticamente. En primer lugar, porque se da la reunión de líderes estudiantiles en la Universidad Distrital, allí se perfila un Programa Mínimo y un plan de acción de las universidades16. Solo hasta ese momento es que aparece la Mane como órgano inter-universitario logístico y gerencial de la movilización. Segundo, es en esta misma semana frente a la presión que vienen desarrollando las universidades y el enjambre de críticas y presión mediática que el gobierno decide hacer una reforma a la propuesta y eliminar de manera total cualquier mención o énfasis a universidades con ánimo de lucro17.

Es posiblemente en este momento, cuando la organización estudiantil concibe el poder y la presión que pueden alcanzar. De inmediato inician mesas operativas y ya no se pide una negociación de la reforma sino el archivamiento de la misma; los estudiantes amenazan con llevar a cabo un cese de actividades general si el gobierno no los escucha. En las mesas se discute la reforma en todo el país, pero también se presenta un balance de la situación económica de las universidades públicas. Este balance revela que desde el año de 1992 se veía venir la situación de des-finandadón y aumento paulatino de la deuda del Estado con las universidades colombianas.

El problema financiero de la educación pública superior comienza en el año de 1992, cuando el aumento en el presupuesto de las universidades públicas es calculado según el Indice de Precios al Consumidor (IPC). No obstante, el IPC no es suficiente para financiar año a año una educación pública superior universitaria que aumenta progresivamente la cobertura educativa, la calidad académica y su capacidad de autofínandadón mientras que el gobierno no hace más que demandarle resultados de indicadores de autofínandadón, productividad e impacto. Para la ministra, la solución al problema parte de inferencias que no tienen sustento a largo plazo. El proyecto establece una financiación estatal para las treinta y dos universidades públicas del sistema, así: base presupuestal más el IPC y tres puntos adicionales desde el año 2012 hasta el año 2022, 50% de entrega inmediata y 50% condicionados a indicadores de productividad académica, formación docente, investigación y, principalmente, de cobertura18. Sin embargo, al año 2011 se estima que el gobierno adeuda a las treinta y dos universidades públicas 700.000 millones de pesos. De otro lado, el aumento económico propuesto en el proyecto de reforma está condicionado a los ciclos económicos del país, los cuales se caracterizan por ser cortos; de hecho, el único ciclo de mediana duración es el café, y en este caso con fluctuaciones y con ganancias casi nulas en ciertos sub-períodos que llevan al gobierno, en más de una ocasión, a desembolsar créditos de ayuda al sector cafetero. Al año 2015, en plata contante y sonante, se estima que el gobierno le adeuda al sistema de educación superior pública doce billones de pesos y solo para cubrir el enorme esfuerzo que ha realizado para liderar una educación de calidad y de impacto científico, tecnológico y productivo en las regiones, además de competir desventajosamente con una educación superior privada, cada día en aumento.

La principal molestia de la comunidad universitaria la encarna el principio neoliberal de la reforma con la masificación y apoyo de las universidades con ánimo de lucro. La aparición de holdings y que la cobertura y masificación de una educación superior dependa de estos, hace que tanto universidades privadas como públicas los rechacen. Pues como enfatizan a lo largo de la protesta: un aumento de la cobertura no implica un aumento de la calidad. La movilización y la presión pasa por momentos altos y bajos. La aparición de actores políticos que quieren ser mediadores en la tensa relación entre el gobierno y las universidades, en lugar de contener el problema hace que se agudice.

Ante la negativa del presidente de no retirar la reforma, los estudiantes cumplen su palabra e inician un cese de actividades total en las universidades del país. Este proceso es interesante, pues paran tanto las universidades más importantes como las universidades y sedes regionales en toda Colombia. El costo político de la movilización es alto y el gobierno lo reconoce. Ante la dificultad de una salida negociada o un pacto y tras dos meses de cese de actividades, el 10 de noviembre de 2011 el presidente Juan Manuel Santos radica el archivamiento de la reforma19. Este día es muy importante para la movilización: del llamado a una movilización a la toma de Bogotá se pasa a una celebración por el retiro de la reforma educativa.

Este debate por la educación lleva a los jóvenes a movilizarse en contra de un sistema político que no concibe las necesidades básicas de los estudiantes y pretende que la educación sea autosostenible. Lo que el gobierno ignora es que los jóvenes colombianos están inmersos en una ola de indignación planetaria junto a los estudiantes chilenos, los manifestantes en el norte de África y Medio Oriente y los indignados en Europa, y que todos estos grupos heterogéneos están en continua comunicación gracias a las tecnologías de la comunicación de hipervelocidad como la Internet y herramientas digitales en las redes sociales como Facebook y Twitter. Es una generación totalmente distinta a la del año 68 que incita a una rebelión globalizada. Los jóvenes del año 2011 no creen en metarrelatos y en ninguna dirigencia política. Contrario a la generación del 68, estos jóvenes de 2011 no buscan una utopía ni creen en la dignificación de la lucha armada. Es una generación que no tiene ninguna esperanza en un futuro común, pues reconoce que el futuro es incierto y que vive en un continuo estado de suspense, aun cuando sí cree en el porvenir visto como la interrelación de microfuturo individual20.

En razón de este proyecto de reforma del gobierno a la educación superior en el caso colombiano, la vida social y política de Colombia se ve alterada por una serie de movilizaciones protagonizadas por jóvenes estudiantes universitarios. Si bien la principal motivación es la demanda al gobierno por una educación superior pública y de calidad, las movilizaciones se inscriben en una ola de indignación mundial. En este caso colombiano, una comprensión de estos acontecimientos, acaecidos entre 2011 y 2012, solo se puede lograr si se introduce una mirada histórica retrospectiva que conduzca a analizar los diferentes procesos de modernización desatados desde los años setenta del siglo XX en el país y que tienen claras repercusiones en las universidades públicas. El caso investigado y referenciado en este escrito es el de la Universidad Industrial de Santander y el triunfo efímero de la primera experiencia histórica de cogobierno en Colombia21.

Cuarenta años después, o sea en el 2011, y de nuevo a nivel nacional se elabora un nuevo Programa Mínimo en Colombia con la intención de proponer una amplia movilización que responda a las problemáticas contemporáneas de la universidad. De esta manera, la segunda década del siglo XXI abre en Colombia con un sorprendente llamado en defensa de la educación pública, liderado por una generación de jóvenes estudiantes que demanda al gobierno en las calles una educación de calidad y sin fines de lucro particular. Precisamente, los estudiantes universitarios colombianos, algunos sectores del profesorado universitario e incluso rectores de ciertas universidades manifiestan su desacuerdo por la concepción educativa expresada en la reforma a la Ley 30 de 1992. Los estudiantes cuestionan la gobernabilidad y la autonomía en la universidad, la escasa financiación de las entidades públicas, el precario bienestar universitario integral, la ausencia de calidad académica, la carencia de relaciones de la universidad con la sociedad, la vigencia de las libertades democráticas en los campus universitarios y las mínimas garantías ciudadanas para los mismos en un estado de derecho.

La movilización del año 2011 tiene algunas variables en común con las anteriores. En ambos momentos se combinan las acciones institucionales con las no institucionales que unen a los estudiantes de universidades públicas, privadas, estudiantes de secundaria y profesores. Uno de los cambios realmente significativos en las protestas del año 2011 es la posibilidad de promover una acción unitaria por parte de las diferentes corrientes políticas juveniles y estudiantiles, apartándose con ello de las diversas problemáticas que producen en el año 1971 las marcadas divisiones ideológicas. Finalmente, el movimiento de 2011 genera una renovación del repertorio de protesta con acciones como abrazatones, besatones y carnavales, los cuales en muchos casos impactan de manera positiva a la opinión pública en tanto que desmarcan, en parte, el movimiento estudiantil de las manifestaciones violentas.

Las aspiraciones de estos jóvenes en 2011 no son maximalistas como las de aquellos de los años sesenta y setenta que proclaman cabalgar en el lomo de la historia y conquistar el mundo con la utopía de la libertad y la igualdad leninista, maoísta o guevarista. De manera que la militancia de 2011 es menos abstracta y más enfocada en resultados concretos. No obstante, al momento actual todo indica que la euforia juvenil de aquel año 2011 deviene en letargo y las discusiones y resultados de largo aliento por una educación superior de calidad y pública pasan a un segundo plano ante el tremendismo mediático y coyuntural de todos los días.

Segundo nodo: la juventud colombiana: exordio para pensar su participación en el conflicto y el posconflicto

El conflicto en Colombia defíne la historia de la segunda mitad del siglo XX. La aparición de las guerrillas coincide con el afianzamiento de las protestas sociales, entre ellas las estudiantiles. A partir del año 1968 existe similitud de pensamiento entre los movimientos estudiantiles de izquierda y las acciones guerrilleras en torno a la construcción de una utopía antisistémica como única alternativa para debilitar al Estado colombiano22. Con el tiempo se produce un distanciamiento entre los grupos guerrilleros y la universidad colombiana llegando a apuntar a dos horizontes distintos, pero han existido nexos que consagran la protesta estudiantil en el marco de activistas políticos, simpatizantes y víctimas del conflicto23. La relación de las principales universidades públicas del país con la historia insurgente permite conocer su impacto en la sociedad y visibiliza la universidad como un espacio contracultural protagonista del conflicto, pero también fundamental en el posconflicto y la construcción de una paz estable, justa y duradera. La universidad es el espacio propicio para la interrelación, la construcción temprana del ciudadano en su etapa más propositiva, conflictiva y soñadora, pero también es un espacio que permite la confluencia, no solo de conocimientos, sino de ideologías y aspiraciones, algunas vanguardistas y otras más conservadoras. Asimismo, la violencia y el conflicto son constantes trasversales que también se alojan en la universidad; allí aflora un diálogo continuo y propicio de los problemas nacionales, las injusticias y la crítica al sistema. La exposición abierta de nuevos horizontes interpretativos lleva a que la joven ciudadanía busque entre ella misma una explicación y en lo posible una solución. Desde luego, la solución está lejos, pero lo importante es actuar y por qué no, sentirse parte de una solución. Teniendo clara esta dinámica es posible pensar una interrelación en la cual la violencia, el conflicto y la universidad son constantes trasversales en la construcción de la sociedad colombiana.

Desde los años sesenta inicia en el mundo toda una corriente contracultural, o mas bien antisistémica, las juventudes cansadas del rumbo nacional por la violencia rampante, la desigualdad económica y los arreglos políticos buscan una alternativa, una utopía que prometa un cambio al alcance de todos. De la mano de un sincretismo globalizado, 1968 define el inicio de una postura distinta que focaliza y ubica a la juventud como fuerza mayor de opinión, y es en las universidades donde se concentra esta nueva alternativa; hay una mutación del espacio social, se piensa entonces en la universidad como un espacio contracultural, un espacio donde es normal pensar anti sistémicamente en la construcción de una utopía a partir de las ruinas de un sistema que codifica y ve a las personas como un número más, como una herramienta de capitalización sobre el cual ejercer poder.

El Estatuto de Seguridad (1978) materializa la represión y persecución de la protesta en Colombia contra todo aquel que se cubra el rostro, proteste en una vía pública o trate de divulgar un pensar distinto, mientras tanto en las universidades se instalan nuevos consejos académicos y rectores que persiguen y desarticulan cualquier forma de concertación. Estas medidas radicales más que ahogar un sentimiento de revolución aviva los sentimientos al identificar la represión con acciones nobles. Además, es en este periodo que hay un mayor flujo de jóvenes a las filas insurgentes, no solo para alimentar ideológicamente los grupos armados sino para luchar contra esta represión que impide protestar de manera propositiva en las ciudades y campus universitarios. Por tanto, el movimiento estudiantil universitario no puede estar al margen del proceso de paz pues es precisamente la universidad el lugar donde han tenido ebullición las ideas, y el estudiantado ha puesto su parte ideológica en la formación de grupos guerrilleros como el Ejército de Liberación Nacional (ELN)24. De igual manera, no se puede desconocer la cuota de sangre puesta por el estudiantado a través de las protestas en su condición de simpatizante político o como víctima del conflicto.

Si bien ya se habla de un posconflicto y se han dado pasos para la construcción de la paz, es necesario reconocer el papel del estudiantado universitario colombiano como activista o simpatizante político, militante de izquierda o víctima del conflicto. Si se trata de vincular a toda la ciudadanía dentro de los procesos de verdad y reparación, los estudiantes universitarios no deben ser dejados al margen porque han sido parte importante en el desarrollo del conflicto. De hecho, algunos estudiantes de forma un poco soñadora, decidieron cambiar los libros por los fusiles para ir tras la utopía antisistémica25. Si se desconocen las causas por las cuales han muerto universitarios, ¿cómo se puede pretender hacer una reparación total a las víctimas del conflicto?

Las expresiones de la violencia han conducido al debilitamiento de la gobernabilidad y han movido el límite de la ética en el país. La responsabilidad social basada en una perspectiva de derechos que traspase la frontera de la buena voluntad para sumergirse en un proceso de cambio social, de búsqueda de la justicia y de la equidad, podrá mejorar las condiciones de vida del gran núcleo social excluido de las oportunidades de desarrollo y bienestar; motivo de lucha del estudiantado desde los años sesenta y que se vería reflejado nuevamente en 2011 porque los jóvenes continúan entendiendo que las universidades deben promover y favorecer por el cumplimiento de los derechos y la construcción de una nación justa, equitativa y en paz pero desde la consolidación de una plataforma prospectiva de fusión que agrupe los intereses de todos y cada uno de los actores comprometidos en la construcción de un tejido social que reoriente el sentido de la condición humana y que permita fortalecer el crecimiento social como eje fundamental de la proyección nacional.

CONCLUSIÓN

Desde que la noción de juventud se instaura en la revolución cultural planetaria de 1968 como una categoría cultural y no propiamente biológica, las movilizaciones sociales de los jóvenes en el siglo XXI requieren ser preguntadas y analizadas en el nuevo contexto de la globalización. La superposición de las aceleradas trasformaciones crea escenarios con acontecimientos de crisis e indignación en los jóvenes para quienes todo debe cambiar.

Esta postura indomable, soñadora y conflictiva encaja perfectamente con una juventud amante del rocanrol y contraria al oficialismo. Es por esta razón que son las universidades de los años sesenta y setenta los bastiones ideológicos de las tendencias antisistémicas; las protestas estudiantiles muestran el rechazo a políticas tanto educativas como sociales y los enfrentamientos durante las protestas contra la fuerza pública, moldean el imaginario revolucionario de las universidades. Es el inicio de una lucha de largo aliento que tendría repercusiones en el año 2011 con una juventud prometedora que a través de sus discursos y expresiones producen emociones en el público y será quien dicte el camino de la revolución a la paz con la universidad como un espacio contestatario, revolucionario y proactivo.

La universidad se muestra como un espacio olvidado por las políticas y los diálogos de paz; la universidad responde a los cambios de la sociedad colombiana influenciando la construcción del pensamiento, pero también haciendo una crítica a lo que no está bien o podría ser mejor. Y en medio de esta construcción hay víctimas, jóvenes estudiantes caídos en medio de las protestas, en la movilización, olvidados entre el miedo y el temor de ser reconocidos, recordados y que dieron su vida y hasta la última gota de valentía de su ser por ayudar a establecer un país en paz, equitativo y justo.

Los estudiantes en el año 2011 mostraron que se pueden unir en torno a un ideal; si bien existen fricciones para alcanzarlo que algunas veces parecen sobrepasar los límites del diálogo, la puesta en práctica de las acciones colectivas y la concertación en mesas puede lograr importantes cambios o por lo menos defender lo existente. Esta investigación demuestra que hay un cambio en las lógicas de las movilizaciones; en primer lugar, por los medios que exploran nuevas alternativas como plataformas digitales; por la crítica de los estudiantes que lleva a demostrar no solo a movilizarse por problemáticas locales sino globales que avivan aún más las tensiones y promueven un sentimiento solidario para protestar.

Si bien las nuevas formas de movilización son tomadas como enjambres, no hay que menospreciar la innovación y el compromiso tanto de los líderes como de los estudiantes que en un ejercido de autonomía deciden unirse por una finalidad, así esta no contemple un cambio político o una permanencia en el tiempo. Tal vez por esta razón, es que los nuevos movimientos sociales no son tomados en cuenta; pero la ausencia de una propuesta política y programática es compensada con el pragmatismo y los resultados a corto plazo. En especial por el compromiso del estudiantado al lograr movilizar miles de personas con la convicción que se está afectado su futuro y el de los demás.

Por otro lado, hay una distinción entre el target poblacional de los jóvenes contemporáneos a los de hace cuarenta años; esta diferenciación es el uso de nuevas formas de protesta que no conciben la violencia. Sería parcial afirmar que las movilizaciones ocurrieron en total calma, desde luego existieron momentos de tensión en los cuales actos espontáneos de violencia por ambas partes eclipsaron la movilización. Pero en general la propuesta del estudiantado es protestar con nuevas alternativas que no generen miedo en la población, sino curiosidad y acompañamiento; casos específicos como las marchas de faroles, las maratones de besos y abrazos o los carnavales por la educación indican unas nuevas formas de movilización frente al conflicto. Muchas veces la violencia puede ser la salida expedita a un conflicto, pero los estudiantes mostraron que con argumentos y el uso de los canales del Estado también es posible generar presión frente a decisiones unilaterales.


1 Esta investigación es resultado del proyecto de investigación El ocaso de la utopía antisistémica: el conflicto, la universidad y la apuesta por la paz en Colombia. COLCIENCIAS-UIS. Cód.: 8262.

2 Doctor en Historia de la Universidad de Huelva. Posdoctorado en Ciencias de la Educación de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC)-RUDECOLOMBIA. Profesor Titular Universidad Industrial de Santander. Grupo de Investigación Políticas, sociabilidades y representaciones histórico-educativas. Email: tarazona20@gmail.com; acetara@uis.edu.co.

3 Historiador y Archivista de la Universidad Industrial de Santander. Grupo de Investigación Políticas, sociabilidades y representaciones histórico-educativas. Email: andrescorrealugos@outlook.com.

4 Alberto Melucci, "La acción colectiva como constructo social", Estudios Sociológicos. IX: 26. (1991): 358.

5 Ibíd. p 359.

6 Christian Laval y Pierre Dardot, Común (Barcelona: Gedisa. 2015), 126.

7 Byung-Chul Han, En el enjambre (Barcelona: Herder, 2014), 11

8 El neoliberalismo es un modelo que lleva a prácticas político-económicas que promueven el bienestar humano en una lógica de libre mercado. Consiste en no restringir el libre desarrollo de las capacidades y de las libertades empresariales del individuo. En: David Harvey, Breve historia del neoliberalismo. (Madrid: Akal, 2007), 3.

9 Beck Ulrich, La cultura globalizada (Madrid: Siglo XXI, 2002), 113.

10 Michel Foucault, El nacimiento de la biopolítica: curso en el College de France 1978-1979. (Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2007), 249-275.

11 Gilles Deleuze, Antiedipo: capitalismo y esquizofrenia. (Barcelona: Paidós, 1998), 21.

12 Semana, Petróleo: Colombia produce más de un millón de barriles diarios (Bogotá: Revista Semana, 2012) http://www.semana.com/economia/articulo/petroleo-colombia-produce-mas-millon-barriles-diarios/326925 (30 de Julio de 2015).

13 Ministerio de Educación. Presidente Santos presentó los cuatro pilares del proyecto de Reforma a la Educación Superior. (Bogotá: Centro virtual de noticias de la educación, 2011) http://www.mineducacion.gov.co/cvn/1665/w3-article-266623.html (30 de julio de 2015)

14 La silla vacía, Los cinco puntos que enfrentan a los estudiantes y profesores con la ministra (Bogotá: La Silla Vacía, 2011) http://lasillavacia.com/historia/los-cinco-puntos-que-enfrentan-los-estudiantes-y-profesores-con-la-ministra-23117 (30 de Julio de 2015).

15 Ministerio de educación. Más de mil personas hicieron presencia en el cuarto foro regional sobre la reforma. (Bogotá: Centro virtual de noticias sobre la educación, 2011) http://www.mineducacion.gov.co/cvn/1665/w3-article-267640.html (30 de julio de 2015)

16 Mane, Programa Mínimo del Movimiento Universitario Estudiantil Colombiano. (Bogotá: Mane Colombia, 2011) http://manecolombia.blogspot.com.co/2011/10/programa-minimo-del-movimiento.html (30 de julio de 2015)

17 Andrés Correa Lugos, El manifestante (tesis de pregrado en Historia y Archivística, Universidad Industrial de Santander, 2017), 171.

18 Congreso de la República, Ley 30 de 1992 por la cual se organiza el servicio público de educación superior. (Bogotá: Congreso de la República, 2011).

19 Andrés Correa Lugos, El manifestante (tesis de pregrado en Historia y Archivística, Universidad Industrial de Santander, 2017), 117

20 Marc Augé, Futuro. (Buenos Aires: Adriana Hidalgo, 2012), 7.

21 A mediados de la década de los sesenta en Colombia y en el mundo se viven diversas protestas estudiantiles de jóvenes que pertenecen a la generación de posguerra. En este contexto sobresalen el Mayo Francés del 68, las protestas en los países de la Cortina de Hierro contra la bota militar soviética (la Primavera de Praga), las luchas en Estados Unidos por los derechos civiles de los afroamericanos y de las mujeres. Mientras en México se protesta contra la corrupción y la masacre de Tlatelolco, en Argentina en 1969 estudiantes y obreros protestan contra la dictadura de Onganía. En Colombia el panorama también es de protestas y cambios: se debilita el Frente Nacional, se endurece el trato a los sectores opositores, se reforma la Constitución, se difunde a través de la Iglesia, el Concilio Vaticano II y se debilita el Partido Comunista.

Si bien la crisis universitaria de 1971 se recuerda por los hechos luctuosos que se dan en la Universidad del Valle el 26 de febrero, en los que mueren entre 7 y 15 estudiantes -aún no hay claridad sobre el número-, la convergencia de situaciones y conflictos particulares en cada una de las universidades del país conduce a un movimiento de alcance nacional. En marzo de este mismo año en la ciudad de Bogotá se realiza el Segundo Encuentro Nacional Universitario en el que se perfila el Programa Mínimo de los Estudiantes, y el cual se ratifica en el mes de abril en la ciudad de Palmira. Allí se consigna el interés por transformar radicalmente las estructuras de poder en la universidad, solicitando como primer punto la supresión de los Consejos Superiores. Para sustituirlos, sugieren crear organismos provisionales de gobierno compuestos por el rector (sin voto), un representante del Ministerio de Educación, tres estudiantes y tres profesores como representantes de sus respectivos estamentos.

Un mes más tarde, en la Universidad Industrial de Santander y luego de la agudización de los enfrentamientos entre estudiantes y Policía ante una crisis de gobernabilidad por la designación fallida de Carlos Virviescas para la rectoría y la asunción de la responsabilidad rectoral por parte del ingeniero químico Carlos Guerra, se da un paso significativo en la modificación del gobierno directivo de la UIS. El 14 de abril se expide el Acuerdo 015 de 1971 por el cual se reforma el Estatuto Orgánico de la universidad en cuanto a la composición del Consejo Superior Universitario. Como novedades, el Consejo Superior Universitario contempla el aumento de la presencia de los estudiantes y profesores, cada uno con dos representantes, pero no incluye a los gremios y no otorga voto al rector. Dicha participación estudiantil y profesoral en el Consejo significa una de las mayores victorias para el movimiento estudiantil en la historia colombiana. Una pírrica victoria en términos de un balance. Son tan agudas las contradicciones ideológicas entre estudiantes y profesores universitarios que tiran al traste el logro más importante para la gobernabilidad universitaria. En: Álvaro Acevedo Tarazona, La experiencia histórica del cogobierno en la Universidad Industrial de Santander: concepciones y divergencias en disputa por la autonomía universitaria, 1971-1976. (Bucaramanga: Universidad Industrial de Santander, 2016); Álvaro Acevedo Tarazona, Memorias de una época: El movimiento estudiantil en los años sesenta y setenta del siglo XX (Bucaramanga: Universidad Industrial de Santander, 2016).

22 Álvaro Acevedo y Gabriel Samacá, "Juventudes universitarias de izquierda en Colombia en 1971: un acercamiento a sus discursos ideológicos". Historia Caribe. Vol. VIII. No. 2 (ene.-jun./2013): 195-229.

23 Luis Fernando Villafuerte, "Una metodología interpretativa para el estudio de los movimientos sociales. Enmarcamientos y cultura". Revista de historia de la educación latinoamericana. No. 11. (jul. dic./2008) 225-246.

24 Libardo Vargas, Expresiones políticas del movimiento estudiantil Audesa 1960-1980. (Bucaramanga: Universidad Industrial de Santander, 1996), 81.

25 Álvaro Acevedo y Juliana Villabona, "Juventudes universitarias de izquierda. De la lucha ideológica a la violencia política", Revista Hallazgos. No. 25 (2015): 215.


FUENTES

Centro virtual de noticias de la educación. Ministerio de Educación. Bogotá. 2011. El espectador. Bogotá. 2011.

La silla vacía. Bogotá. 2011.

Ley 30 de 1992, Bogotá. Congreso de la República 1992.

Mesa Amplia Nacional de Estudiantes (Mane Colombia). Blogspot. 2011.

Revista Semana. Bogotá. 2011.

REFERENCIAS

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Revista Historia de la Educación Latinoamericana.
Vol. 19 No. 28 (2017): 53-70

 

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