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Revista Historia de la Educación Latinoamericana

Print version ISSN 0122-7238

Rev.hist.educ.latinoam. vol.25 no.40 Tunja Jan./June 2023  Epub Jan 20, 2024

https://doi.org/10.19053/01227238.14490 

Artículo de reflexión

Florencio Aburto Trigos. Maestro de escuela, catedrático, impresor y empresario veracruzano, 1803-18611

Florencio Aburto Trigos. School and university teacher, printer and businessman from Veracruz, 1803-1861

Florêncio Aburto Trigos. Professor da escola, professor, impressor e empresário de Veracruz, 1803-1861

Pablo Martínez Carmona2* 
http://orcid.org/0000-0003-4013-1729

*Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, CIESAS, Sede Regional Ciudad de México, México.


Resumen

Objetivo:

analizar las aportaciones de Florencio Aburto a la educación elemental del estado de Veracruz (México) de la primera mitad del siglo XIX.

Originalidad/aporte:

abordar el caso de un maestro desconocido, que formó a sus alumnos y renovó los métodos de enseñanza, lo cual ha pasado inadvertido en la mayoría de las historias de la educación, incluidas las historias de vida y las biografías de maestras y maestros.

Método:

recupera algunos conceptos del giro biográfico, como las trayectorias y mapas culturales referentes a los contextos cronológicos y los espacios culturales y geográficos por los cuales transitó el personaje.

Estrategias/recolección de información:

se recuperan sus aportaciones al ámbito educativo de diversas fuentes documentales, lo cual requiere revisar también, de manera accesoria, algunos aspectos de su vida personal y sus facetas como impresor, librero y empresario.

Conclusiones:

su carácter de impresor, intelectual y empresario, le permitió establecer vínculos con el poder local y convertirse en un maestro reconocido por innovar la educación, mediante el impulso de métodos de enseñanza novedosos para su época, y una organización acorde con la retórica de las autoridades de extender la educación a todos los sectores, independientemente de su condición social.

Palabras clave: Veracruz; siglo XIX; biografía; educación elemental; métodos de enseñanza.

Abstract

Objective:

to analyze Florencio Aburtos contributions to elementary education in the state of Veracruz (Mexico) in the first half of the 19th century.

Originality/contribution:

to address the unknown case of a teacher, who educated his students and renewed teaching methods. His story has gone unnoticed like most stories of education, including teacher biographies.

Method:

we use concepts of the biographical turn, such as trajectories and cultural maps referring to the chronological contexts and the cultural and geographical spaces of the person being studied.

Strategies/Data collection:

his contributions to the educational field are recovered from various documentary sources. Some aspects of his personal life and his facets as a printer, bookseller and businessman are also explored.

Conclusions:

his status as a printer, intellectual and businessman led him to bound with the local power and become a renown teacher of the leading edge. He promoted innovative teaching methods for his time, and following the rhetoric of the authorities, he was also concerned that education should reach all sectors of society, regardless of their social status.

Keywords: Veracruz; 19th century; biography; elementary education; teaching methods.

Resumo

Objetivo:

analisar os contribuições de Florencio Aburto para a educação primária de Veracruz na primeira metade do século XIX.

Originalidade/contribuição

: abordando o caso de um professor desconhecido, que formou seus alunos e renovou métodos de ensino, que passou despercebido na maioria das histórias de educação, incluindo histórias de vida e biografias de professores.

Método:

recupera alguns conceitos da viragem biográfica, tais como trajetórias e mapas culturais referentes aos contextos cronológicos e aos espaços culturais e geográficos através dos quais a personagem viajou.

Estratégias/ coleta de datos:

recuperação de várias fontes documentais sobre os seus contributos para a campo educacional, para as quais também precisa de rever, de forma acessória, alguns aspetos da sua vida pessoal e as suas facetas como impressora, livreiro e empreendedor.

Conclusões:

o seu carácter de impressora, intelectual e empreendedor, permitiu-lhe estabelecer laços com o poder local e tornar-se um professor reconhecido pela inovação da educação, que consistia em promover os métodos de ensino inovadores no seu tempo e uma organização de acordo com a retórica das autoridades para alargar a educação a todos os sectores, independentemente do seu estatuto social.

Palavras-chave: Veracruz; século XIX; biografia; educação primária; métodos de ensino.

Introducción

La historia de la educación ha estudiado la vida y la obra educativa de grandes maestras, maestros y pedagogos mexicanos, como los frailes evangelizadores, Justo Sierra, Estefanía Castañeda, Vasconcelos y muchos otros.3 Estos estudios son muy valiosos, pues ayudan a comprender la historia de la educación desde el punto de vista de grandes personajes y cómo sus acciones orientaron las políticas educativas de su tiempo. Una tarea pendiente es escribir historias de vida y biografías de las maestras y maestros de la educación elemental poco conocidos o desconocidos, que enseñaron en las aulas, formaron a sus alumnos y pusieron en práctica los métodos enseñanza confeccionados por esos grandes maestros. Además, hacen falta escritos de etapas, como la que corre de la transición de la era virreinal a los inicios del porfiriato, y de espacios geográficos poco estudiados, como la provincia veracruzana.

Los estudios existentes se han centrado en la segunda mitad del siglo XIX y la primera del XX, como es el caso de la maestra Laura Méndez de Cuenca, en cuya biografía se puede rastrear el comportamiento de las autoridades educativas con respecto a las mujeres maestras y a las mujeres en general y cómo fue el desarrollo de la educación administrada por el gobierno local y el federal4. Otros casos parecidos fueron los del maestro porfiriano Clemente Antonio Neve5, o el maestro Ponciano Rodríguez, normalista, editor y funcionario del porfiriato, a quien Rosalía Meníndez estudia desde la historia social de la educación, de los actores educativos, y lo analiza en tres niveles: como maestro, como funcionario y como autor de artículos6. También se han estudiado a maestros y maestras de la educación elemental considerados como grupos, a las maestras y educadoras desde la época prehispánica hasta el presente7.

Este trabajo aborda los aportes hechos por un maestro del estado de Veracruz, en donde los escasos estudios también se circunscriben a la etapa porfiriana y la primera mitad del siglo XX. Por ejemplo, desde la perspectiva de género se enfocan en las maestras egresadas de la Escuela Normal de Xalapa y sus trayectorias como alumnas, docentes, subdirectoras, directoras e inspectoras de escuelas, simpatizantes o innovadoras y líderes de los primeros movimientos feministas y escritoras de textos pedagógicos8. En otro estudio de caso, Gerardo Galindo estudia al maestro Guillermo Antonio Sherwell, quien incursionó en los ámbitos del magisterio y la diplomacia y publicó libros de texto para escuelas primarias9. En ese sentido, el objetivo de este trabajo es analizar la faceta del educador Florencio Aburto Trigos (1803-1861)10, quien hizo aportaciones significativas al ámbito educativo veracruzano de la primera mitad del siglo XIX y, específicamente, a Xalapa, la capital del estado.

Para estudiar a Aburto se emplean los conceptos biográficos de trayectoria, vida, labor y obra educativa. El concepto de mapas culturales sirve para identificar los espacios culturales y geográficos en los que se desenvolvió11, siguiendo el orden cronológico y desentrañando la trayectoria de principio a fin12. Aunque el estudio solo está centrado en la actividad educativa, dado que el tamaño de este artículo no permite desarrollar otros aspectos de la vida de Aburto, se aborda el contexto de sus relaciones sociales de impresor y hombre de negocios, pues se vinculó con el poder y se incorporó paulatinamente como parte de la élite local y esa condición explica sus aportaciones a la educación veracruzana. En cuanto a sus intereses personales y económicos, se ofrece información acerca de la acumulación de riqueza, cómo utilizó su condición de maestro de escuela para destacar entre la élite y cuál fue su orientación política.

Por lo anterior, se busca dar respuesta a las cuestiones esbozadas tentativamente en un trabajo preliminar: ¿cuáles fueron las contribuciones de Aburto a la enseñanza de Veracruz?, ¿la pertenencia a la oligarquía local le favoreció para convertirse en un maestro notorio?, y ¿cuál fue el peso del entorno de Xalapa, su ejercicio en las aulas y sus vínculos con el poder local?13. Se plantea como hipótesis que su carácter de letrado y editor, así como su ejercicio en los negocios, le hicieron formar parte del poder local, aparecer como un maestro destacado e interesado en mejorar la educación de su ciudad, poniendo en práctica los métodos de enseñanza más novedosos de su tiempo y una nueva organización e introducción de prácticas educativas, como los exámenes públicos, acordes con la continua retórica de las autoridades en torno a que era necesario extenderla a todos los sectores independientemente de su condición social.

Las fuentes documentales provienen de los archivos municipales del Puerto de Veracruz y de Xalapa. Para documentar su faceta de editor impresor se hizo una búsqueda exhaustiva de los textos que trabajó, los cuales se hayan dispersos en el Archivo General de la Nación; el Fondo José María Lafragua de la Biblioteca Nacional de México, la Hemeroteca Nacional digital, las plataformas Geneanet y Family Search, la Colección digital de folletos latinoamericanos de la Biblioteca de Harvard, entre otros más. El escrito está dividido en cuatro apartados. El primero recupera elementos biográficos y la actividad de Aburto como impresor en la capital del país (1803 y 1831). Luego revisa su residencia en el puerto de Veracruz y centra la atención en su ejercicio docente y en la de impresor (1833-1835). Los dos últimos apartados revisan su práctica docente en Xalapa de 1836 a 1861, para lo cual se refieren datos de su vida pública, la obra impresa y su carácter de propietario.

El origen y el comienzo como impresor en Xalapa y en la Ciudad de México (1803-1831)

Las relaciones de Aburto con el poder local, su familia acomodada y su educación esmerada influyeron en sus aportaciones a la educación primaria de Xalapa. De acuerdo con las fuentes, Florencio Aburto nació en Xalapa en 1803, y en ese lugar vivió gran parte de suvida, cuando esta población era una pequeña villa de la intendencia de Veracruz14. Florencio, hijo de José María Aburto y de Josefa Trigos, contrajo nupcias con Paula Rivas hacia 1830 y con ella tuvo tres hijos, M. Félix Aburto Rivas (1832), José Félix Aburto Rivas (1837) y Clara (o Rosa) Aburto Rivas (¿?). Tuvo otra hija de nombre Emilia, “doña Emilita”. De ella solo se hallaron dos referencias sobre su muerte, ocurrida también en 186115.

Obtuvo el grado de bachiller en algún colegio de la Ciudad de México, y aunque no se pudo identificar, se presume que lo obtuvo entre 1818 y 1825. Según algunos testimonios que se refieren más adelante, en su formación adquirió la cultura ilustrada, y luego la liberal, por lo cual consideraba a la educación y la opinión pública como fuentes fundamentales para formar a los ciudadanos, fortalecer la autoridad y fomentar el desarrollo económico16 de la república. Lo esmerado de su educación se advierte en sus conocimientos sobre música -sugirió y escribió diversas partituras-, esgrima -daba clases de florete-, inglés, francés, geometría, encuadernación de libros y otras materias. Posteriormente, este capital cultural aunado al prestigio de su familia y a su condición de hombre religioso católico, le serviría para desenvolverse en los medios social y político de Veracruz y de Xalapa.

Algo que influyó en su formación fue el hecho de ser testigo de los grandes acontecimientos sucedidos por la transición del régimen virreinal a la conformación de la república, el Estado nacional y la formación de los ciudadanos modernos. Vivió su niñez alejado de la guerra de independencia, pues la villa de Xalapa estuvo al margen de ese acontecimiento. Con la emancipación del país, en 1821, se incorporó a la nueva nación como un joven de 18 años que vivía de cerca los grandes cambios sucedidos en Xalapa, la cual, gracias a sus ferias comerciales de los últimos años del siglo XVIII y a varios movimientos políticos, se convirtió desde 1823 en la capital del nuevo estado de Veracruz y, desde 1830, con la adquisición de la categoría de ciudad, en uno de los principales centros urbanos de la región central veracruzana. Sus primeros años de vida y su juventud también estuvieron definidos por un cambio, de la enseñanza por separado de la escritura y la lectura al método de enseñanza mutuo, con el cual ambas asignaturas se enseñaban al mismo tiempo a través de monitores instruidos previamente17. Asimismo, Aburto vivió los primeros intentos, datados desde finales de la época colonial, de formar maestros a través de escuelas normales.

Residió en la Ciudad de México entre 1820 y 1830 y ahí emprendió su faceta de editor-impresor. En su etapa de estudiante conoció la publicación de impresos y a los principales impresores y desde 1828 apareció como editor en la Imprenta del Correo, encargado de la impresión y publicación de libros, folletos y otros impresos. Entre 1828 y 1830 imprimió al menos una decena de textos en la Imprenta del Correo. Como la mayoría de los impresores de la época, su trabajo consistía en editar obras de terceros cuyos temas eran los proyectos políticos y económicos y sobre todo, acerca de las coyunturas políticas del momento, en ese caso relacionadas con los motines causados por las elecciones presidenciales de la transición del gobierno de Guadalupe Victoria al de Vicente Guerrero18. De vuelta a Xalapa, en 1831, si bien continuó imprimiendo la obra de terceros, incursionó mayormente en la impresión de papeles oficiales del gobierno de Veracruz19.

Librero, impresor y maestro de escuela en el puerto de Veracruz (1833-1835)

A principios de 1833 emigró al puerto de Veracruz para seguir con su labor de impresor, gracias a que ya era conocido en ese lugar e incluso a alguna recomendación de los editores de la capital20. Para ese entonces su primer hijo, M. Félix, tenía un año, por lo que es probable que viajara con toda su familia. También es posible que su decisión de probar suerte en el puerto tuviera que ver con José María Blanco, otro de los maestros e impresores veracruzanos no biografiados, quien lo habría invitado a formar una asociación de negocios y aprovechar la demanda de papeles impresos, lo cual le sirvió de catapulta para incursionar después en otras facetas, pues desde entonces incursionó en el negocio de la librería. El hecho es que Aburto y Blanco tenían una imprenta y una librería en una oficina del gobierno del estado.

La librería era un negocio, pues se dedicaban a vender textos escolares a los maestros particulares, a los padres de familia y al ayuntamiento, entidad que los destinaba a las escuelas municipales. Incluso anualmente hacían negocio con la venta de textos y utensilios escolares que la autoridad adquiría para repartirlos como premios a los niños que obtenían los primeros lugares en los exámenes públicos de las escuelas. Un ejemplo de la demanda de estos servicios y de las ganancias obtenidas sucedió ese año de 1833, cuando Blanco y Aburto le vendieron al Ayuntamiento porteño decenas de ejemplares de silabarios, del Libro segundo de los niños, el Catecismo del Padre Ripalda, Las obligaciones del hombre, el Catecismo del Abate Fleury, El Amigo de los Niños, Amigos del Bello Secso, La Economía de la Vida, los métodos prácticos para enseñar a leer, la gramática castellana y otros utensilios escolares como palmetas, pizarras y campanas21.

Su actividad como maestro en la escuela municipal o “nacional” del puerto de Veracruz comenzó en 1834, sustituyendo, por 21 días y como interino, a Andrés González Millán. González fue director del establecimiento desde 1831 y era considerado como un profesor reformista22. Aburto habría seguido el ejemplo de González, pues el Cabildo porteño refirió, una década después, que se había dedicado a “sistemar [reglamentar] la enseñanza con un método regular”, es decir, había ordenado el local y las clases, distribuyó las horas de estudio y todo indica que adecuando los requerimientos del método de enseñanza mutua organizaba las clases para grupos pequeños; estableció una clase de gramática y una nueva de escritura mediante el sistema inglés de Joseph Carstairs, lamoso en la década de 1830 por su método rápido23, lo cual refiere que estaba al día con los autores europeos renovadores de la escritura; asimismo se ocupó de mejorar la concurrencia de los alumnos. Por lo cual, señaló el cabildo que “todo comienza a producir adelantos que prometen para lo sucesivo que en la casa de estudios en que está encargado se aprovechará la gran precocidad veracruzana”.24

Aburto fue un maestro innovador al seguir los pasos de Andrés González y, sobre todo, por su capital familiar, económico y cultural, así como por sus lecturas, las cuales indican que conocía los métodos de escritura europeos que llegaban a México, y particularmente a su librería, a través del puerto de Veracruz. Por lo cual se podría afirmar que su faceta de maestro de escuela fue más una derivación de su visión de los negocios de la librería y la imprenta. Por eso formó parte de una destacada generación de maestros, extranjeros y mexicanos, de las décadas de 1820 y 1830, dedicados a implementar los métodos de enseñanza novedosos en Veracruz, eran políticamente influyentes, reconocidos educadores e impresores de periódicos y folletería referente a textos y tratados escolares.

Junto con Blanco en 1834 imprimió el Procurador del Pueblo25, un periódico con tendencia liberal, pero centralista, pues esa era la postura del gobierno del estado. Asimismo, de este año data la primera impresión de un discurso patriótico escrito y pronunciado públicamente por Francisco Borgia Garay, un individuo notable de la ciudad de Veracruz, en el día de una celebración cívica del 16 de septiembre. Por esos mismos días, Aburto obtuvo su certificación como maestro de primeras letras el 6 de agosto de 1834, cuando el gobierno del estado de Veracruz le expidió el título de preceptor, para lo cual ofreció su grado de bachiller. En las primeras indagaciones se advirtió que, como parte de la actividad reformista de la educación, Aburto se dedicó a reformar y adecuar algunos cuadernillos escolares a las necesidades de lo niños. Igualmente, se señaló que formaba parte de un grupo socialmente favorecido de preceptores entusiasmados por renovar las viejas prácticas de enseñanza y adecuarlas a las circunstancias locales26.

Preceptor, impresor y catedrático en Xalapa (1836-1848)

A finales de 1835 Aburto volvió a Xalapa huyendo, posiblemente, del clima cálido y malsano del Puerto de Veracruz, para vivir cerca de su familia y porque la impresión de periódicos del gobierno del estado empezaba a tener mayor importancia en Xalapa. Al poco tiempo comenzó a imprimir El Amigo de la paz y el orden y buscó la dirección de la escuela Pía Boza.27 A principios de 1836, en los inicios de la República centralista, Aburto asumió la dirección del establecimiento, en un contexto en que la ciudad contaba con nueve escuelas para niños a cargo de maestros y doce escuelas para niños y niñas dirigidas por maestras28, y a nivel nacional el número de escuelas se había incrementado también debido a las políticas de la república federal. La escuela Boza, como otros establecimientos de la época, tenía problemas de concurrencia, de tal modo que el ayuntamiento, a través de los jefes de manzana, obligaba a los padres para que enviaran a los niños a la escuela29.

Desde 1836, la historia de Aburto en Xalapa se delimita por tres aspectos relacionados: 1. Se convirtió en el editor e impresor más importante de la ciudad; 2. Con la dirección de la escuela Pía, se acentuó su papel como reformador de los métodos de enseñanza y de los textos escolares; 3. Sus vínculos políticos con la autoridad y con la élite xalapeña se fortalecieron30.

Desde la fundación de la escuela Pía hubo un convenio entre Aburto y la familia Bárcena, administradora de la capellanía, para instruir a niños indigentes. Estos alumnos eran, como señala Anne Staples, “muchachos urbanos o pueblerinos de pocos recursos, hijos de pequeños comerciantes, artesanos, obreros, militares o burócratas de bajo rango, moradores de vecindades o campesinos.. ,”31. Con los años el acuerdo se amplió para enseñar las materias con autores más modernos. Estas eran lectura (con los adelantos de gramática castellana compuesta por Herranz), escritura, nociones de aritmética (con un pequeño compendio de Vallejo con el cual los niños recibían los conocimientos teóricos necesarios, especialmente de álgebra) y doctrina cristiana con el catecismo del padre Ripalda y el del abate Fleuri, un clérigo francés del siglo XVIII. Se incluyeron rudimentos de moral y de comportamiento con el Libro segundo de los niños y el Tratado de obligaciones del hombre, la ortografía y los elementos de gramática castellana32. Aburto seguía con la intención de ir más allá de la enseñanza de nociones de lectura, escritura, doctrina cristiana y rudimentos de aritmética, al introducir asignaturas novedosas y que hasta entonces solo se enseñaban en los estudios secundarios, como dibujo, geografía, geometría, esgrima y los idiomas francés e inglés.

En la década de 1830 la imagen ilustrada de extender la educación a las mayorías, sobre todo a los pobres, ya estaba muy arraigada. Por eso era necesario demostrar la pobreza a través de un certificado expedido por la municipalidad. Por eso Aburto recibía a varios niños pobres junto con 25 niños de paga (no indigentes) y no debía dar trato preferente. El horario de clases era de 8 a.m. a 12 a. m. y en la tarde de 2:30 a 5; Aburto no podía ocupar a los niños en hacer mandados fuera de la escuela. Cada año tenía que presentar a los niños a examen público para mostrar sus planas y contestar las preguntas de los sinodales. Igualmente estaba prohibido recibir los costumbrados aguinaldos y gratificaciones de los niños y de los padres. La paga mensual era de 75 pesos. Por la tarde, al cerrar la escuela, Aburto dirigía a los niños para rezar un padre nuestro y un avemaría por el alma de Manuel de Boza y los patronos del establecimiento fallecidos33.

A partir de la década de 1830 las autoridades de las municipalidades fomentaron la realización de exámenes generales de todas las escuelas primarias. Acorde con ello, Aburto presentaba puntualmente el examen anual de sus alumnos junto con los exámenes de las demás escuelas de Xalapa. La novedad consistió en impulsar una práctica que, si bien ya era cotidiana en otros contextos como en la Ciudad de México, en Xalapa aún no se había arraigado del todo. De acuerdo con la retórica ilustrada del ayuntamiento, Aburto tenía la misión de mejorar las costumbres al transmitir conocimientos para formar hombres útiles a la sociedad34. Un sinodal nombrado por la municipalidad, señaló que la educación gratuita de los niños pobres era menos esmerada que la recibida por los niños de paga35.

Mientras tanto en 1837 Aburto compró la imprenta que rentaban en el puerto de Veracruz, la trasladó a Xalapa y estableció su taller y librería en el domicilio situado en la esquina de las calles de la Raqueta (actual Carrillo Puerto) y primera principal (hoy Enríquez), en el primer cuadro de la ciudad36. Emprendió entonces su negocio propio y comenzó con la impresión de algunos ejemplares del Diario del Gobierno de la República Megicana que se editaba en la capital del país.

Ahora la caridad se combinaba con el derecho a la educación, si bien no estaba definida la obligación del estado de impartirla, pues se trataba de una escuela particular. En este sentido, el aspecto del financiamiento de la escuela Pía muestra un cambio de la concepción de lo público y lo privado, consistente en que la autoridad municipal se limitaba a regular la inclusión de sectores pobres en las escuelas particulares y los maestros como Aburto fungían como mediadores entre los intereses de ambas esferas. Desde su fundación la escuela [O piadosa tenía dos fuentes de financiamiento y Aburto asumió siempre la defensa de los intereses de la escuela: en primer lugar, se sostenía con 900 pesos anuales que se obtenían en réditos por la inversión de los fondos de la capellanía en varias panaderías, los cuales ascendían a 4500 pesos, y una casa, la hacienda Lucas Martín, ingresos con los cuales podía sostener hasta 100 niños inscritos. Además, desde 1825 el ayuntamiento le asignaba seis o más niños pobres y, para mantenerlos, un capital de 200 pesos anuales (16 mensuales), pero años después le pedía sostener 70 niños a cambio solo de 40 pesos37. De modo que en ^ promedio Aburto atendía 120 alumnos de los cuales alrededor de 90 recibían educación gratuita y 30 pagaban una cantidad. Por eso en 1842 se le asignó un ayudante pagado con otros 16 pesos mensuales, en este caso de fondos públicos que se obtenían del gravamen a las fábricas de tejidos e hilados.38

Desde la creación de la escuela el aspecto del financiamiento generó diversos conflictos entre el patrono, el ayuntamiento y desde 1836, con Florencio, quien asumió la defensa del establecimiento y, teóricamente, los intereses de los niños39. En varios años hizo diversos reclamos porque el cabildo suspendía el pago de los 16 pesos. Con aprobación del gobierno del estado y la intrusión de la Compañía Lancasteriana (que incitaba a los ayuntamientos a atender solo a las escuelas lancasterianas), desde 1842 el ayuntamiento dejó de hacerlo para destinarlo a la escuela gratuita lancasteriana y hasta hubo propuestas de clausurar la escuela Pía40. El patrono argumentó que el establecimiento tendría que despedir a 30 niños y que, si estos pasaban a la nueva escuela gratuita municipal, los adelantados se perderían porque la escuela Pía, por el método que usaba Florencio, era la mejor del estado. Asimismo, el patrono y Aburto argumentaron que la fundación piadosa era legítima, pues desde sus inicios había sido “pública y gratuita” y sus ramos de enseñanza se habían creado para el “servicio de Dios Nuestro Señor”, es decir, para dar caridad a los pobres41.

En efecto, en 1840 el cabildo de Xalapa creó la primera escuela municipal gratuita que seguía el método lancasteriano. Las municipalidades destinaron sus fondos a estas escuelas dirigidas, sobre todo, a niños pobres (porque ningún establecimiento era completamente gratuito ni para los pobres, pues la mitad de los matriculados pagaban honorarios). Por un lado, el discurso ilustrado de formar hombres útiles, mejorar las costumbres y darles razón de ser a los ciudadanos se reorientó a estos establecimientos y, por otro, si bien no había edificios idóneos, su creación tenía influencia lancasteriana en su propósito de atender niños pobres en masa y, supuestamente, emplear el método simultáneo. Por su parte, un estatuto normó las escuelas que no eran municipales, es decir, a las que el cabildo no destinaba recursos públicos, pero buscaba controlarlas y conocer, a través de los informes que daban sus directores, cómo funcionaban, pues de esa manera se les podría imponer aceptar más alumnos y emplear los métodos modernos de enseñanza42.

Ahora las amigas y escuelas particulares como la Boza perdieron el financiamiento municipal y sus maestros y maestras pedían licencia para seguir trabajando. La escuela Boza conservó la pequeña cantidad que el cabildo le asignaba para educar a ciertos niños pobres. Aburto fue considerado como un preceptor particular y en 1841 pidió autorización para seguir laborando y tuvo que demostrar su grado de bachiller, informar cómo había ordenado las clases y cuánto pagaban sus discípulos43.

A partir de entonces continuó con la organización anual de sus clases. A la aritmética la dividió en quebrados, denominados, álgebra y geometría por Legendre, fue introduciéndola esgrima en donde se presentaban niños a combatir con florete e introdujo una clase de inglés, así como la de geografía por Letroné. Por cada niño cobraba de dos a seis pesos según los ramos de enseñanza a que estuviera destinado.44 Para defender la importancia de la escuela piadosa, Aburto argumentó que el fomento de la educación primaria era necesario para fincar “las esperanzas de la república” y que “sin esta [la república] tendrá jamás vida, ni ciudadanos conocedores de sus derechos que puedan llamarse tales”.45 Mientras tanto continuaba editando papeles públicos.

Desde 1841 las confrontaciones entre Aburto y el ayuntamiento por el financiamiento fueron abiertas, pero su ascendiente era más notable entre la élite local, pues en ese año fue invitado a fungir como uno de los comisionados para la formación de padrones y el reparto de boletas para las cuestiones electorales, pero se negó a participar porque no deseaba desatender la enseñanza en la escuela. Su actividad de empresario le restaba bastante tiempo, pues para entonces -su mejor momento con el negocio de la imprenta- comenzó a imprimir El Conciliador y El Nacional, dos nuevos periódicos oficiales del departamento de Veracruz. Por los textos que imprimía y vendía, su perfil encababa muy bien con el argumento de que los editores-impresores y los escritores fueron centrales en la configuración de la identidad nacional, ya que con sus producciones introdujeron la idea de México, el imaginario de nación y una nueva realidad en formación y fungieron como mediadores culturales pues con sus impresos influyeron en diversos y amplios sectores de la población46. El giro de Aburto seguía siendo el negocio de publicar los papeles oficiales y los encargos de terceros dirigidos al público alfabetizado de Xalapa, por lo cual no se distingue con claridad cuál era su posición política. Prácticamente Aburto tenía poca competencia en su rol de impresor, por eso a partir de 1842 retomó la impresión de folletos y materiales para las fiestas cívicas. Para la fiesta del 16 de septiembre de ese año cobró 12 pesos por 250 convites y la impresión de 11 ejemplares de El Nacional.

Aburto mezclaba su rol de educador con la de empresario, lo cual le atrajo problemas con algunos padres de familia. En 1843 el artesano xalapeño Francisco Rojas, en nombre de su esposa Francisca Córdoba, lo acusó de lastimar a los discípulos, cuando no adquirían el papel rayado que Aburto vendía en su librería, y que el ayudante Francisco de Paula Ramos azotó a un niño contra una silla, lo cual le causó el hundimiento de una costilla y murió al poco tiempo expulsando sangre por la boca. Rojas y Córdoba retiraron la denuncia porque Q la defensa argumentó que los testigos eran mujeres a quienes no se les creía porque “tienden al chisme”.47 Algunos ayudantes, desesperados por no tener el control de tanto niño retozón, irrespetuoso y pernicioso, sí eran violentos, pero de Paula Ramos fue exonerado por las influencias de Aburto. Porque otras fuentes indican que los ayudantes de otros establecimientos eran violentos con los niños y desobedecían la prohibición, asentada en la Constitución de Cádiz de 1812, de castigos con azotes48. Posiblemente, Aburto también era un maltratador de niños (como cualquier maestro de la época), y un encubridor que forzaba a sus pupilos a adquirir el papel de su librería.

La denuncia contra Aburto fue desechada, posiblemente por el poder que había adquirido entre la élite de Xalapa, tanto que en 1843 formó parte del selecto grupo que fundó el Colegio Preparatorio de Xalapa, junto con José María Mata, Joaquín Martínez y Manuel Cataño, el rector Antonio María de Rivera y el licenciado y presbítero Ramón M. Terán. En esa institución fue catedrático de gramática castellana y de geografía. En estas condiciones de su imprenta salieron dos publicaciones relacionadas con las actividades del colegio: una oración cívica para el 16 de septiembre, escrita por Ramón María Terán y el reglamento interno del colegio.

Desde 1844 el ayuntamiento volvió a pagar los 16 pesos con un discurso muy liberal, pues sacrificó el impuesto que obtenía del aguardiente de caña y el gasto de la obra del atrio de la iglesia parroquial para el bien de la república y de los ciudadanos conocedores de sus derechos, pues con ese dinero pretendía establecer otra escuela y poner otro ayudante a la existente49. El problema surgió de nuevo en 1849, lo cual ocasionó que Aburto se dirigiera al gobernador interino Miguel Palacio, pues tenía relaciones con el gobierno del estado desde que imprimía los periódicos oficiales, para reclamar los pagos municipales suspendidos por falta de fondos y acusó al ayuntamiento de indolente y desinteresado por los niños afectados. En 1850 el cabildo resolvió pagar de nuevo argumentando salvar su honor, el orden y el bien público, la importancia de la ilustración para el bien de los pueblos y la formación de los ciudadanos y su utilidad. Estos conflictos indican el poder de Aburto no solo para hacer peticiones, como los demás preceptores, sino de hacer reclamos al ayuntamiento e incluso elevar sus quejas a instancias superiores. También reforzaban de alguna forma su ascendente local, pues los miembros del cabildo se renovaban anualmente, por lo cual los inconvenientes eran eventuales.

En 1845 de su negocio salió un impreso de Manuel M. Quiroz en el que informa al Congreso del estado los resultados de la administración pública del año anterior. Este año fue muy productivo, pues en su taller se comenzó a imprimir el semanario El Zempoalteca, el cual se publicó durante una década y denota la intención del gobierno del estado de fomentar una identidad local a través de los nombres de sus publicaciones. Asimismo, editó un texto del enciclopedista francés Jean Jaques Marmontel, titulado De los deberes hacia la patria, en el que se plantea una patria preexistente, familiar, comunitaria y territorial, obra traducida del francés al español por José María Mata, catedrático de filosofía, otro de sus colegas del colegio. Seguramente, Aburto, al igual que sus colegas, asumía esta versión tradicionalista de la patria.

Los vínculos de Aburto con la élite local ya eran fuertes. Esto le permitió formar parte del grupo de los letrados veracruzanos, porque algunos los hacendados y propietarios también realizaban actividades eruditas. Por eso, para el certamen público de los niños de la escuela Pía de 1843, invitó a sus colegas catedráticos del Colegio Preparatorio para fungir como sinodales. Ellos fueron José María Mata, Vicente Camacho, Ramón María Terán, Juan José Cubas y el párroco José Francisco Campomanes. Para entonces era reconocido por los demás preceptores de la ciudad, pues lo invitaban para ser sinodal de los exámenes de sus escuelas particulares, gratuitas municipales, amigas e indígenas. Esto indica que reconocían su conocimiento de temas específicos y su habilidad para valorar el saber de los niños. De hecho, la municipalidad reconocía su importancia al demandarle compromisos con la niñez veracruzana al atribuirle un “ilustrado patriotismo” y “amor a los adelantos de la juventud veracruzana”50. Estos reconocimientos de la municipalidad y de la sociedad le daban autoridad para recomendar a otros maestros que buscaban alguna plaza en una escuela. La guerra con los Estados Unidos también lo afectó, pues de la misma forma que el gobierno de estado, según Celia del Palacio, es posible que en 1847 Aburto hubiera instalado su imprenta en la villa de Huatusco, en el cantón de Córdoba, por el hecho de que la imprenta del gobierno y la impresión de su periódico oficial, El Zempoalteca, seguían bajo su cargo, pues tuvo que seguir la ruta de escape del gobierno y salvar el negocio51.

Aburto también era un filántropo ilustrado, pues en 1848 donó cartillas y tinteros para la escuela indígena “La independencia”52. Con esto Aburto manifestó su filantropía y su interés por la educación indígena. Por entonces estaba subiendo a la esfera estatal del poder, pues en ese mismo año se incorporó en su calidad de preceptor, junto con algunos de sus colegas del Colegio Preparatorio y algunos magistrados y abogados, como integrante de la Dirección General de Estudios del estado53. Como integrante de esta institución oficial, ahora podría proponer reformas educativas para toda la entidad veracruzana, con lo cual pudo compensar la ruina del negocio de la imprenta debido a la guerra con los Estados Unidos. A pesar de esto, imprimió una oración cívica del 16 de septiembre escrita por el xalapeño José María Roa Bárcena, así como varios ejemplares de la Constitución Política del estado, reformada en ese año.

En 1849 se incorporó como uno de los 20 socios de la “Sociedad Económica de Amigos del País” creada en el estado y con filiales en varias ciudades como Veracruz, Xalapa, Córdoba y Orizaba, la cual se conformó de 61 alcaldes, regidores, comerciantes y demás individuos notables. El examen público de la escuela Pía de ese año fue el 8 de diciembre y los sinodales fueron José María Roa y Bárcena, Francisco de Paula César, Miguel Rico y José Telésforo Betancourt. Para entonces el ayuntamiento le tributó “un homenaje” por los adelantos de sus alumnos en el certamen, pero en realidad, se lo otorgaban a cambio de que no diera los premios de ese año a los niños adelantados por causa de la carencia de arbitrios54.

En un documento impreso que salió de su imprenta con la “clasificación” de los niños para el examen público de todas las escuelas del 25 de febrero de 1849, se advierte la organización que había logrado con la distribución de las materias usuales de doctrina y lectura, pues esta última ya no aparecía separada de la escritura. Asimismo, había arraigado las de álgebra, geometría, geografía, gramática, dibujo, esgrima, música y los idiomas francés e inglés. Para los niños de paga esta educación era más variada y sofisticada que la ofrecida en la escuela gratuita municipal, por eso contaba con los niños más aplicados que seguramente ganaban los principales premios en los certámenes anuales. Por eso, en ese año, su hijo menor José Félix, quien para entonces tenía doce años, aparece en casi todas las asignaturas como el más aplicado de la escuela55. Asimismo, en este año imprimió una oración cívica del 16 de septiembre escrita por el xalapeño Daniel Casas.

Educador, impresor e integrante de la élite regional (1850-1861)

Al mediar el siglo XIX la población xalapeña aún se desenvolvía en un ambiente campirano de las propiedades situadas en los alrededores rurales y el muy transitado camino de Veracruz, lo cual quedó plasmado en varios grabados tanto de la época como de años posteriores. Asimismo, las actividades diarias se desplegaban en un contexto pueblerino con sus calles empedradas, casas de una o dos plantas con gruesos muros y pintorescos tejados.

A principios de 1850 Aburto culpó, ante el gobernador del estado, de apatía al cabildo xalapeño por el incumplimiento del pago mensual a la escuela Pía. La municipalidad se declaró en quiebra y señaló que era “como exigirle que saque sangre de donde no la hay”56. Aburto mostró que tenía relaciones sólidas con individuos del gobierno del estado, pues obligó al cabildo a saldar la deuda. Los integrantes del ayuntamiento señalaron que su acción se debía a cuestiones de honor y por retórica de protección de la ilustración del pueblo, para que conociera y defendiera sus derechos, sacar el hombre de la nada en que lo había reducido el régimen colonial y elevarlo por la educación civil y cristiana, a un grado de cultura y perfectibilidad que después de ser útil así mismo y a su familia lo fuera de la sociedad57.

Aburto seguía presentando a sus alumnos a examen público en los primeros días de diciembre de cada año y su ascendente era tal que año tras año (entre 1850 y 1858) era invitado como miembro de la Junta Patriótica que se encargaba de organizar toda la logística de las fiestas nacionales. En ese año de 1850 imprimió dos textos, el primero es una oración cívica del 16 de septiembre escrita por el xalapeño Ignacio Díaz Pérez y el segundo el Proyecto de Código Penal elaborado por el Congreso del estado. Asimismo, en 1851 prensó una oración cívica del 16 de septiembre escrita por el también xalapeño Manuel M. Escobar. En 1852 compartió el cargo honorífico con otros 22 individuos importantes de la ciudad, entre ellos el patrono de la escuela Pía. También imprimió una oración cívica para el 16 de septiembre, en este caso del licenciado José Mariano López.

En 1854 Aburto incursionó como reformador de textos escolares y comenzó con el catecismo del padre Ripalda y el libro segundo de los niños del español Vicente Naharro, con el propósito de adaptarlos a las necesidades de aprendizaje de los niños. Hizo lo mismo con los cuadernitos de Herranz y Quirós para enseñar la gramática española, igualmente imprimió un texto sobre el segundo batallón. Adecuó también las materias a las necesidades de los niños y a la distribución de los trabajos diarios58. Quizá lo hizo para aprovechar el tiempo disponible, pues para ese año, sorprendentemente, la cantidad de niños de la escuela Pía había bajado dramáticamente, pues solo tenía 17 de ambos sexos, lo cual tendría mucho que ver con las deudas del ayuntamiento por los réditos de la capellanía. En ese año junto con los demás preceptores y preceptoras recibió una circular del gobierno de Santa Anna, su alteza serenísima, para que la enseñanza de la doctrina cristiana se hiciera solo con el catecismo de Ripalda59 y su nombre apareció junto al de otros tantos ciudadanos xalapeños, quienes cooperaron para el festejo de las fiestas del 11, 16 y 27 de septiembre.60 En este caso aportó dos pesos en calidad de propietario de fincas urbanas.

Para 1855 el ayuntamiento volvió a darle 16 pesos mensuales por los réditos de 8,110 pesos de la testamentaria de Boza. En ese año el cabildo, en un informe pedido por el gobierno del estado, señaló que Aburto era un preceptor con buena conducta que presentaba sus informes anuales puntualmente y para entonces ya contaba con 21 años de experiencia magisterial, lo que le había dado gran valía entre la élite local. Era nombrado sinodal para los exámenes de las escuelas y él mismo presentaba los de la suya. En ese año comenzó a imprimir El Boletín de la Revolución o Boletín de Xalapa61. No se sabe si imprimió oraciones cívicas del 16 de septiembre de 1853 a 1855, pero sí lo hizo en 1856 con un texto del xalapeño Manuel M. Alba; también grabó el nuevo Reglamento del Colegio Preparatorio y una Representación y contestaciones “al Trait D’Union, dirigidas por los Desterrados de Puebla”, autoría de Manuel Díaz Noriega, documento resguardado en el Fondo Reservado Lafragua de la Biblioteca Nacional.

De 1859 a 1860 la escuela Pía otra vez perdió los fondos que se le destinaba la municipalidad. Para entonces este asunto ya había caducado, ya que las escuelas municipales gratuitas se habían arraigado y empezaban a ser consideradas escuelas públicas. Aburto ahora era un poderoso propietario de fincas urbanas, las cuales, seguramente, había adquirido desde mucho antes62. En ese año de 1850 solicitó permiso para usar un terreno en forma de triángulo rectángulo para reconstruir y ampliar su casa del centro a cambio de 250 pesos y de esa manera corregir el ángulo obtuso y formar un ángulo recto con ambas calles (esto muestra sus habilidades con la geometría), lo cual le fue aprobado63.

A la vez, entre 1857 y 1859 tuvo problemas legales con el ayuntamiento y el jefe político del cantón, por cuenta de unos callejones que pretendían abrir, situados en el camino de la garita de Veracruz, a la altura de las actuales Avenida 20 de Noviembre y la Central de Autobuses. El propósito de la jefatura del cantón era ampliar la salida y entrada de mercancías a la ciudad, donde Aburto tenía algunos terrenos (fincas urbanas heredadas de su padre, José María) con siembras de maíz, por lo cual también era patrón y posiblemente temas empleados de las comunidades indígenas aledañas, seguramente a cargo de Paula Rivas64. Como cualquier dueño de fincas, tenía avidez por las propiedades, pues acaparó los callejones para ampliar su pertenencia, incluso se apropió el pozo de Tatahuicapan que dotaba agua a los habitantes de los barrios de la Laguna y de la Garita, con el argumento de que la autoridad se lo había permitido para no afectar sus sembrados. Los vecinos hicieron varias quejas hasta que los callejones situados en los terrenos de Aburto fueron abiertos de nuevo, para evitar el contrabando de mercancías y peajes y se le prohibió a Aburto emplear esos espacios públicos para la siembra de maíz65. Pero el problema siguió incluso después de la muerte de Florencio, por lo que sus hijos y su esposa siguieron utilizándolos e impidiendo el paso de los vecinos para el agua del pozo66.

Los negocios de la imprenta y de la librería le habían dado muchas satisfacciones económicas, pues para esos años se había convertido en el principal distribuidor de impresos de Xalapa y de la región. En 1860 imprimió una nueva oración cívica para los festejos del 16 de septiembre, ahora de Joaquín V. Quiroz. La gramática castellana la vendía a cinco pesos y el libro segundo de los niños en tres. Desde 1846, se encargaba de imprimir las invitaciones con colores y adornos vistosos para los certámenes públicos del Colegio Preparatorio. La Tipografía que Rebolledo, establecida en Coatepec en 1851, también hacía lo suyo, pero no representaba competencia alguna. Las invitaciones eran parecidas a la folletería de la época, de dos hojas impresas por alumno, la invitación del padrino que podría ser el gobernador, el jefe político o el presidente del Congreso. La otra hoja era la dedicación que realizaba el alumno en testimonio de gratitud. Estos exámenes también se realizaban en diciembre.

Aburto aún era director de la escuela Pía en 1860. No obstante, en esta ocasión omitió el certamen público de sus alumnos, porque había salido de la ciudad para restablecer su salud67. Al año siguiente, en 1861, finalizó la guerra de Reforma y comenzó otro periodo de inestabilidad política con el gobierno de Benito Juárez, la segunda intervención francesa y el segundo Imperio mexicano. El ocaso de la primavera de 1861 trajo malos augurios a la familia Aburto Rivas, pues Aburto había estado muy enfermo y finalmente murió en Xalapa el 10 de junio de ese año, a la edad de 58 años, víctima de un mal urinario y de “vértigos”. Así lo señala la plataforma Geneanet y el testimonio de su hijo mayor M. Félix Aburto, quien para entones tenía 29 años y el 17 de junio solicitó la plaza de director y ofreció estar examinado en primeras letras68.

Emilia, la hija menor, murió al poco tiempo, el 16 de octubre, y fue sepultada, posiblemente, cerca de su padre, en el antiguo panteón xalapeño de San Dionisio, el cual aún se conserva como monumento histórico. A partir de 1865 la imprenta de Aburto cambió su nombre al de Aburto e hijos, y fue sobre todo el menor José Félix quien continuó con la labor de la imprenta, pues M. Félix se orientó desde la década de 1850 a la carrera política, a los negocios y los cargos públicos, seguramente gracias a la influencia de su padre.

Conclusiones

Florencio Aburto fue uno de los pocos maestros de educación primaria de la primera mitad del siglo XIX que pudo mantener abierto un establecimiento privado durante casi tres décadas. Esto se debió a su origen familiar y a su esmerada educación, por ser un letrado que también desarrolló la faceta de catedrático de gramática y geografía en el Colegio Preparatorio de Xalapa. Como empresario y miembro de la oligarquía regional, se dedicó al fructífero negocio de la imprenta, incursionó en la venta de libros, en la reforma de textos para las escuelas de la ciudad. También fue propietario de fincas urbanas, propiedades ubicadas en los contornos de la ciudad, las cuales se obtenían con menoscabo de los barrios y de la población indígena.

A pesar de que el oficio de maestro de escuela no era muy redituable, Aburto fue director de la escuela Pía durante tres décadas. Esto le sirvió para promocionar su filantropía por la educación y a la vez, su negocio de la librería, para conseguir distinción y respeto de las autoridades, de los vecinos y de padres de familia. Por su carácter de letrado, emuló el carácter de los grandes pedagogos, pero sus conocimientos en la escuela Pía le permitieron aportar a la educación primaria de su tiempo, pues llevó a la práctica y adecuó el método de enseñanza mutua. Esto permitió también aterrizar la retórica ilustrada de la importancia de extender las primeras letras a la mayoría de la población pobre y establecer las bases de la formación de los ciudadanos útiles al Estado y la sociedad. En suma, la pertinencia de recuperar la trayectoria de Aburto radica en su carácter innovador de la educación primaria y su contribución en la creación de una cultura letrada y la incipiente conformación de una población veracruzana alfabetizada. El análisis aún pendiente de sus escritos educativos, la folletería y los periódicos que imprimía, así como el carácter de sus negocios, contribuirá a profundizar en las aportaciones de personajes letrados a la primera mitad del siglo XIX que hasta ahora no han sido estudiados por la historiografía.

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1 Este artículo forma parte de los resultados del proyecto de investigación "Historias de maestras y maestros y configuración de representaciones y prác ticas para valorar los conocimientos escolares del siglo XIX”, que elaboro en el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIE SAS). Algunos fragmentos preliminares fueron presentados como ponencia en el XVI Congreso Nacional de Investigación Educativa, 2021, y publicados por el Consejo Mexicano de Investigación Educativa, A.C en su memoria electrónica. Pablo Martínez, "Florencio Aburto. Educador, impresor, catedrático, intelectual y empresario veracruzano, 1803-1861”, (México: COMIE, 2022), URL: https://www.comie.org.mx/congreso/memoriaelectronica/v16/doc/0664.pdf

3Belinda Arteaga, Pensamiento y práctica de los grandes educadores mexicanos (México: SEP 2012).

4Mílada Bazant, "Una musa de la modernidad: Laura Méndez de Cuenca (1853-1928)”, Revista Historia de la Educación Latinoamericana, vol. 15, no. 21, (2013). DOI: http://dx.doi.org/10.9757/Rhela.21.01

5Mílada Bazant, "Espacios, lugares e imágenes en la construcción biográfica. El maestro Clemente Antonio Neve durante la época de Maximiliano”, Desacatos, no. 50, (2016). URL: https://desacatos.ciesas.edu.mx/index.php/Desacatos/article/view/1540/1267

6Rosalía Meníndez, "Ponciano Rodríguez: maestro normalista, editor y funcionario (1893-1921)”, Diálogos sobre educación. Temas actuales de investigación educativa, no. 18, (2019). URL: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=553458251004

7Rosa María González Jiménez, Las maestras en México: recuento de una historia (México: UPN, 2007). URL: https://editorial.upnvirtual.edu.mx/index.php/publicaciones/colecciones/historia-ciudadania-y-magisterio/72-07-las-mae-stras-en-mexico-re-cuento-de-una-historia

8María de Lourdes Herrera y Ana María García, "Mujeres del porvenir: María Ester Rodríguez y su práctica docente, 1905 1929”, en Variedad y diversidad. Acercamientos a los trabajos, actividades y condiciones de las mujeres en México. Siglos XIX y XX, coord. Gloria A. Tirado y Elva Rivera (México: Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 2017), 151-172.

9Gerardo Galindo Peláez, "Trayectoria de un profesor productor de saberes: Guillermo Antonio Sherwell, 1878-1914”, Re vista Mexicana de Historia de la Educación, vol. 7, no. 13, (2019). DOI: https://doi.org/10.29351/rmhe.v7i13.174

10Universidad Veracruzana, Diccionario Enciclopédico Veracruzano (Xalapa: IIESES/UV, 2017), URL: http://sapp.uv.mx/egv/index.aspx. Este diccionario refiere las fechas 1805-1864, pero son inexactas. Aburto solo ha sido estudiado como edi tor-impresor por Celia del Palacio, Pasado y presente: 220 años de prensa veracruzana (1795-2015) (Xalapa: Universidad Veracruzana, 2015). Doi 10.25009/uv.352.141; y por Marisol Alarcón Morales, "Constructores en el arte de imprimir: edi tores, impresores y preceptores. Florencio Aburto y Agustín Ruiz, 1847-1878”, Balajú. Revista de Cultura y Comunicación, n.° 2, (2015) Doi https://doi.org/10.25009/blj.v0i2.1807

11Bazant, "Espacios, lugares e imágenes..."; Mílada Bazant, "Retos para escribir una biografía", Secuencia, n.0 100 (2018). DOI: https://doi.org/10.18234/secuencia.v0i100.1518

12François Dosse, El arte de la biografía: entre historia y ficción (México: Universidad Iberoamericana, 2007).

13Martínez, "Florencio Aburto. Educador, impresor, catedrático, intelectual y empresario veracruzano, 1803-1861", 2.

14Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, "Florencio Aburto” Family Search, (20 de marzo de 2021), https://www.familysearch.org/es/

155 Martínez, "Florencio Aburto. Educador, impresor, catedrático, intelectual y empresario veracruzano, 1803-1861”, 3.

166 Ibid, 3.

177 Este método fue la principal aportación de la Compañía Lancasteriana, fundada en la capital en 1822, Dorothy Tanck, La educación Ilustrada 1786-1836 (México: El Colegio de México, 1998), 232-236. No existe aún una historia de la Compañía, pero se puede decir que otras de sus aportaciones fueron la creación de escuelas gratuitas en la Ciudad de México para pobre, las primeras propuestas de formar maestros y los intentos de uniformar la enseñanza en todo el país cuando fue Dirección General de 1842 a 1845, lo cual prefiguró la creación de un sistema de educación pública.

18Nicole Girón, Folletería mexicana del siglo XIX (México: SEP/CONACYT/ Instituto Mora, 2001).

19Martínez, "Florencio Aburto. Educador, impresor, catedrático, intelectual y empresario veracruzano, 1803-1861”, 3.

20 Ibid, 3.

21"Cuenta del ramo de escuela y amiga pública que el Exmo. Ayuntamiento de esta H. Ciudad ha establecido para la edu cación primaria de ambos secsos”, (Veracruz, 1833) Archivo Histórico Municipal de Veracruz (AHMV), caja 167, vol. 225, ff. 83-98.

22Martínez, "Florencio Aburto. Educador, impresor, catedrático, intelectual y empresario veracruzano, 1803-1861”, 3.

23Ewan Clayton, La historia de la escritura (Madrid: Siruela, 2015). https://www.siruela.com/archivos/fragmentos/LaHisto-riadelaEscritura.pdf

24"Nombramiento de ayudante de escuela” (Veracruz, 1831), AHMV, caja 161, vol. 215, ff. 518-529; "Escuelas”, (Veracruz, 1830), AHMV, caja 161, vol. 216, ff. 7-66.

25Celia del Palacio, "Imprentas e impresores de Veracruz, 1795-1850”, en Empresa y cultura en tinta y papel (1800-1860), Coord. Laura Suárez de la Torre y M. Castro (México: Instituto Mora/Universidad Nacional Autónoma de México, 2001), 171-192.

26Martínez, "Florencio Aburto. Educador, impresor, catedrático, intelectual y empresario veracruzano, 1803-1861”, 3.

27La escuela era pública porque aceptaba a cualquier niño sin importar su clase social, y semi gratuita ya que la mayoría de los niños recibía instrucción gratuita. El nombre de la escuela se debe al apellido de Manuel de Boza (fallecido en 1787), quien antes de morir instituyó una capellanía para sostener una escuela que diera caridad a los pobres. La finca dedicada a la escuela estaba en la calle Real y había sido comprada a los herederos de Carlos José Garzón. En el Archivo Notarial de Xalapa (14 de mayo de 1794) (ANX), protocolo, ff. 104-109 y en el Archivo Histórico Municipal de Xalapa (1799 y 1842) (AHMX), Libros de Actas de Cabildo, se pueden ver los detalles de los sueldos del preceptor, la fuente de los recursos y la autorización del virrey marqués de Branciforte.

28AHMX, Actas de cabildo, sesiones de 1° de febrero, f.11, y de 13 de febrero de 1836, f. 26.

29AHMX, sesión del 11 de julio de 1830, ff. 784-791.

30Martínez, "Florencio Aburto. Educador, impresor, catedrático, intelectual y empresario veracruzano, 1803-1861”, 4.

31Anne Staples, Recuento de una batalla inconclusa: La educación mexicana de Iturbide a Juárez (México: El Colegio de México, 2005), 23.

32AHMX, sesión de 1 de febrero de 1836, ff.11-12; Martínez, "Florencio Aburto. Educador, impresor, catedrático, intelectual y empresario veracruzano, 1803-1861”, 4-5.

33 Ibíd, 5; "Documentos oficiales relativos al patronato de la escuela gratuita de Boza fundada en 1794 por Bárcena y Blan co” (Xalapa, 1836), AHMX, caja 29, paquete 1, exp. 3, ff. 1-39.

34AHMX, sesión de 11 de agosto de 1841, f. 471.

35AHMX, sesión de 21 de noviembre de 1838, f. 179.

36"Solicitud de D. Florencio Aburto en que pretende se le conceda hacer uso de un triángulo rectángulo en la calle de la Raqueta” (Xalapa, 1850) AHMX, caja 10, exp. 6, ff. 1-8.

37"Noticias estadísticas de Xalapa en el año de 1837 elaborado por su muy Ylustre Ayuntamiento”, (Xalapa, 1837), AHMX, caja 1, exp. 1, ff. 5-6.

38"Escuelas particulares. Estado de la escuela de Amiga” (Xalapa, 1842), AHMX, caja 2, exp. 5, ff. 110-112.

39El primer conflicto documentado sucedió en 1803 y luego existen otros de 1818 a 1820, 1848 y 1851 de nuevo.

40"Escuelas particulares...", AHMX, 1842, caja 2, exp. 5, f. 93; Sobre la injerencia de la Compañía en Xalapa, Archivo General de la Nación (AGN), Instrucción Pública, tomo 84, legajo 30, f. 205.

41"Informes remitidos al gobierno sobre escuelas y amigas existentes en esta ciudad”, (Xalapa, 1855), AHMX, caja 15, exp. 6, ff. 4-5.

42Martínez, "Florencio Aburto. Educador, impresor, catedrático, intelectual y empresario veracruzano, 1803-1861", 6.

43 Ibid, 6.

44"Establecimiento de la escuela gratuita” (Xalapa, 1841), AHMX, caja 1, exp. 1, ff. 47 y 55.

45AHMX, sesión de 13 de enero de 1844, s/f.

46Suárez de la Torre, op. cit, 141-166.

47"Escuelas municipales” (Xalapa, 1843), AHMX, caja 3, exp. 10, ff. 1-101; Martínez, "Florencio Aburto. Educador, impresor, catedrático, intelectual y empresario veracruzano, 1803-1861”, 6.

48 Ibid., f. 5.

49"Escuelas particulares. Estado de la escuela de Amiga” (Xalapa, 1842), AHMX, caja 2, exp. 5, ff. 109-114.

50Escuelas municipales” (Xalapa, 1843), AHMX, caja 3, exp. 10, f. 15; Martínez, "Florencio Aburto. Educador, impresor, catedrático, intelectual y empresario veracruzano, 1803-1861”, 7.

51Del Palacio, "Imprentas e impresores de Veracruz, 1795-1850”, 173.

52"Creación de la junta inspectora de la comunidad de indígenas” (Xalapa, 1845), AHMX, caja 5, exp. 3, f. 56. La inaugura ción de la escuela fue el 27 de septiembre de 1848. En ese día se conmemoraba la consumación de la Independencia de México, cuyo héroe central fue Agustín de Iturbide.

53"Decreto número 61 sobre la dirección de estudios” (Xalapa, 1849), AHMX, caja 9, exp. 1, ff. 5-6; Martínez, "Florencio Aburto. Educador, impresor, catedrático, intelectual y empresario veracruzano, 1803-1861”, 7.

54"Escuelas de amigas, exámenes” (Xalapa, 1849), AHMX, caja 9, exp. 3, ff. 25-26.

55"Informes remitidos al gobierno sobre la educación primaria” (Xalapa, 1848), AHMX, caja 8, exp. 2, f. 22.

56"El C. Florencio Aburto, director de la escuela Pía, solicita presupuesto” (Xalapa, 1849), AHMX, caja 9, exp. 2, ff. 1-10.

57 Ibid., ff. 11-12; Martínez, "Florencio Aburto. Educador, impresor, catedrático, intelectual y empresario veracruzano, 1803 1861”, 7.

58"El Ministerio de Justicia e Instrucción Pública solicita noticias sobre el estado de la educación primaria” (Xalapa, 1854), AHMX, caja 14, exp. 5, ff. 12, 17-18.

59"Estado de las escuelas gratuitas y pía” (Xalapa, 1854), AHMX, caja 14, exp. 6, f. 4.

60Pablo Martínez Carmona, "Fiestas religiosas y ceremonias cívicas en la educación de la ciudad de México y Veracruz, 1821-1872”, Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, n.° 56 (2019). URL: https://moderna.historicas.unam.mx/index.php/ehm/article/view/64128

61Del Palacio, "Imprentas e impresores de Veracruz, 1795-1850”, 183.

62Martínez, "Florencio Aburto. Educador, impresor, catedrático, intelectual y empresario veracruzano, 1803-1861”, 7.

63"Solicitud de D. Florencio Aburto...”, op. cit.

64Desde 1807 las actas notariales consigan que José María Aburto tenía propiedades hacia el oriente del Barrio de San José, lo cual coincide con el lugar de los terrenos de Florencio. ANX, protocolo 1807, 5 de mayo, ff. 114 vta.-117.

65"Clausura de callejones que conducen al camino principal de Veracruz” (Xalapa, 1859), AHMX, caja 19, exp. 7, ff. 1-34.

66"Apertura de los callejones del barrio” (Xalapa, 1864), AHMX, caja 24, exp. 3, ff. 1-12.

67"Escuelas particulares, exámenes” (Xalapa, 1859), AHMX, 1859, caja 19, exp. 3, s/f.

68"Documentos oficiales...” (Xalapa, 1861), AHMX, caja 29, paquete 1, exp. 3, f. 28; Martínez, "Florencio Aburto. Educador, impresor, catedrático, intelectual y empresario veracruzano, 1803-1861”, 8.

Financiamiento Sin Financiación

Fuentes Archivo General de la Nación (AGN) Colección de folletería Instrucción Pública Archivo Histórico Municipal de Veracruz (AHMV) Caja 161, vol. 215, ff. 518-529; vol. 216, ff. 7-66. Caja 167, vol. 225, ff. 83-98. Archivo Histórico Municipal de Xalapa (AHMX) Libros de Actas de Cabildo Sección México independiente Caja 1, exp. 1, ff. 5-6; 47, 55. Caja 2, exp. 5, f. 93; ff. 109-114. Caja 3, exp. 10, f. 5; ff. 1-101. Caja 5, exp. 3, f. 56. Caja 8, exp. 2, f. 22. Caja 9, exp. 1, ff. 5-6; exp. 2, ff. 1-12; exp. 3, ff. 25-26. Caja 10, exp. 6, ff. 1-8. Caja 14, exp. 5, ff. 12, 17-18; exp. 6, f. 4. Caja 15, exp. 6, ff. 4-5. Caja 19, exp. 3, s/f; exp. 7, ff. 1-34. Caja 24, exp. 3, ff. 1-12. Caja 29, paquete 1, exp. 3, ff. 1-39. Archivo Notarial de Xalapa (ANX) Benson Latin American Collection Biblioteca México (Fondo Basave) Centro de Estudios de Historia de México (CARSO) Hemeroteca Nacional (HN) Fondo Reservado Lafragua, Biblioteca Nacional (LAF) Librería de Harvard: colección digital de folletos latinoamericanos Sutro Collecction, Catalogue of Mexican pamphlets The Bancroft Library, Berkeley Library Digital Collections University of Texas Libraries Yale University Library Periódicos impresos por Aburto Diario del Gobierno de la República Megicana, 1837 El Amigo de la Paz y el Orden, 1835 El Conciliador, 1840 El Mensajero Federal, 1827-1834 El Nacional, 1841-1842 El Negador, 1835 a 1877. El Procurador del Pueblo, 1834 El Zempoalteca, 1845-1868

Cómo citar este artículo:Martínez Carmona, Pablo. “Florencio Aburto Trigos. Maestro de escuela, catedrático, impresor y empresario veracruzano, 1803-1861”. Revista Historia de la Educación Latinoamericana vol. 25 no. 40 (2023).

2Doctor en Historia, profesor-investigador en el CIESAS, Sede Regional Ciu dad de México. Correo electrónico: martinezcarmonapablo@gmail.com

Recibido: 04 de Febrero de 2022; Revisado: 17 de Junio de 2022; Aprobado: 19 de Febrero de 2023

Conflicto de interés

El autor declara no tener conflicto de interés.

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