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Revista Historia de la Educación Latinoamericana

Print version ISSN 0122-7238

Rev.hist.educ.latinoam. vol.25 no.40 Tunja Jan./June 2023  Epub Jan 27, 2024

https://doi.org/10.19053/01227238.15636 

Artículo de revisión

Evolución del modelo universitario de la Universidad Centroamericana (UCA) de Nicaragua: entre el somocismo excluyente y el sandinismo revolucionario (1960-1982)1

Evolution of the University Model at the Universidad Centroamericana (UCA) of Nicaragua: between Exclusionary Somocismo and Revolutionary Sandinismo (1960-1982)

Evolução do modelo universitário da Universidad Centroamericana (UCA) da Nicarágua: entre o somocismo exclusivo e o sandinismo revolucionário (1960-1982)

Edgardo Fonseca Zúñiga2* 
http://orcid.org/0000-0001-6347-7533

*Universidad de Costa Rica


Resumen

Objetivo:

Examinar la evolución del modelo universitario de la Universidad Centroamericana (UCA), manifestado en su adhesión política, misión y proyección social, con el fin de determinar la posición de este centro de estudios en conexión con la sociedad y los procesos políticos vividos en Nicaragua durante el periodo estudiado, en especial la transición del somocismo al sandinismo.

Originalidad/aporte:

Se evidencia la vinculación entre el modelo universitario y el modelo político en Nicaragua, en especial las transformaciones surgidas con el cambio radical de un régimen autoritario a un gobierno revolucionario. Además, se ofrece el estudio de una universidad privada, ámbito original pues la mayoría de las investigaciones sobre educación superior centroamericana se concentran en el análisis de universidades estatales.

Método:

Se aplicó un análisis de contenido sobre documentos oficiales emitidos por las autoridades de la UCA, artículos publicados en revistas culturales de intelectuales ligados a la UCA y a la legislación producida por las autoridades nacionales en torno a políticas de educación superior.

Estrategia/recolección de información:

Se revisaron números publicados durante el periodo en estudio de Encuentro: Revista Académica de la Universidad Centroamericana y la Revista del Pensamiento Conservador. Junto a esto se consultaron Lecciones Inaugurales e Informes de Labores de la Rectoría de la UCA. Además de la Gaceta Oficial de Nicaragua y decretos de la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional (JGRN).

Conclusiones:

Se identificó en el inicio de la UCA, durante el somocismo, un discurso católico conservador, con corte humanista y una revaloración nacionalista. Es claro el discurso anticomunista de sus autoridades y la intención de contraponer un sistema de pensamiento cristiano como alternativa al materialismo ateo marxista. La intención es promover un sistema de valores católico para la aplicación de la política desarrollista, humanizando así a la sociedad. Hacia la década de 1970 se nota un posicionamiento más crítico con respecto a la cuestión social y los intelectuales de la UCA apelan a un cristianismo más activo que buscó transformar a la sociedad nicaragüense a partir del análisis de los problemas nacionales. Con el triunfo del sandinismo, en 1979, el discurso de la UCA se identificó con el proyecto revolucionario, afirmando su misión como instrumento para la creación del “hombre nuevo" y colocando a docentes y estudiantes al servicio de los intereses de la revolución.

Palabras clave: Universidad Centroamericana; movimiento revolucionario; enseñanza privada; política educacional; relación Iglesia-educación.

Abstract

Objective:

Examine the evolution of the university model of the Universidad Centroamericana (UCA), manifested in its political affiliation, mission, and social projection, to understand its position in relation to society and the political processes in Nicaragua during the period under study, especially the transition from Somocismo to Sandinismo.

Originality/contribution:

The bond between the university model and the political model in Nicaragua is evident, especially in the transformations that arose with the radical change from an authoritarian regime to a revolutionary government. Furthermore, this study focuses on a private university an original setting, since most research on Central American higher education focuses on the analysis of state universities.

Method:

A content analysis was carried out on official documents issued by the UCA authorities, articles published in cultural magazines by intellectual members of the UCA, as well as legislation by national authorities regarding higher education policies.

Strategy/Data collection:

Issues published by Revista Académica de la Universidad Centroamericana and Revista del Pensamiento Conservador were reviewed. Along with this, inaugural lessons, work reports by the UCA rec- torate, the Official Gazette of Nicaragua, and decrees issued by the National Reconstruction Board were examined

Conclusions:

We identified a conservative Catholic discourse, with a humanist approach and a nationalist revaluation in the early years of the UCA, during the Somoza era. The anti-communist discourse imparted by its authorities and the intention to confront atheistic Marxist materialism with a Christian system of thought is evident. The intention is to promote a Catholic value system in accordance with the developmentalist policy, thus humanizing society. Towards the 1970s, a more critical stance on the social question appeared and the intellectuals of the UCA resorted to a more active Christianity that sought to transform Nicaraguan society based on the analysis of national problems. With the Sandinista triumph in 1979, the discourse of the UCA aligned itself with the revolutionary project, affirming its mission as an instrument for the creation of the “new man" and placing teachers and students at the service of the interests of the revolution.

Keywords: Central American University; revolutionary movement; private education; education policy; Church-education relationship.

Resumo

Objetivo:

Examinar a evolução do modelo universitário da Universidade Centro-Americana (UCA), manifestada em sua adesão política, missão e projeção social, a fim de determinar a posição deste centro de estudos em conexão com a sociedade e os processos políticos vividos na Nicarágua durante o período estudado, especialmente a transição do somocismo para o sandinismo.

Originalidade/contribuição:

A ligação entre o modelo universitário e o modelo político na Nicarágua é evidente, especialmente as transformações que surgiram com a mudança radical de um regime autoritário para um governo revolucionário. Além disso, é oferecido o estudo de uma universidade privada, um escopo original, já que a maioria dos estudos sobre educação superior centro-americana se concentra na análise de universidades estatais.

Método:

A análise de conteúdo foi aplicada a documentos oficiais emitidos pelas autoridades da UCA, artigos publicados em revistas culturais de intelectuais ligados à UCA e à legislação produzida pelas autoridades nacionais sobre políticas de educação superior.

Recolha de datos:

Foram revistos os números publicados durante o período de estudo do Encuentro: Revista Académica de la Universidad Centroamericana e Revista del Pensamiento Conservador. Paralelamente, foram consultadas as Aulas Inaugurais e Relatórios de Trabalho da Reitoria da UCA. Além do Diário Oficial da Nicarágua e decretos da Junta Governamental de Reconstrução Nacional (JGRN).

Conclusões:

No início da UCA, durante o Somocismo, identifica-se um discurso católico conservador, de corte humanista e revalorização nacionalista. Fica claro o discurso anticomunista de suas autoridades e a intenção de se opor a um sistema de pensamento cristão como alternativa ao materialismo ateu marxista. A intenção é promover um sistema de valores católicos para a aplicação da política desenvolvimentista, humanizando a sociedade. Na década de 1970, nota-se uma postura mais crítica em relação à questão social e os intelectuais da UCA apelam para um cristianismo mais ativo que busca transformar a sociedade nicaraguense a partir da análise dos problemas nacionais. Com o triunfo do sandinismo em 1979, o discurso da UCA identificou-se com o projeto revolucionário, afirmando a sua missão como instrumento de criação do “homem novo" e colocando professores e alunos ao serviço dos interesses da revolução.

Palavras-chave: Universidad Centroamericana; movimento revolucionário; educação privada; política educacional; relação igreja-educação.

Introducción

Durante la segunda mitad del siglo XX la Iglesia católica replanteó su misión dentro de las sociedades latinoamericanas, en especial su posicionamiento con respecto al modelo desarrollista y al anticomunismo imperante en los tiempos de la Guerra Fría. En aspectos generales, el catolicismo pretendió plantearse como un sistema de valores humanista alternativo al individualismo capitalista y al ateísmo socialista. Esta institución, al considerarse madre y maestra, se situó como una guía moral para orientar la conciencia nacional, dando un tono de justicia a las políticas económicas y sociales practicadas por los gobiernos de la región3.

En la década de 1960 las conclusiones emanadas del Concilio Vaticano II, de la II Conferencia General del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) en Medellín, Colombia (1968) y la aparición de la Teología de la Liberación dieron más protagonismo dentro de la Iglesia a las voces que criticaban las condiciones sociales del subcontinente4.

En este contexto las juventudes se convirtieron en un espacio en disputa, pues diversas ideologías y grupos políticos compitieron por imprimir su visión de mundo en este grupo e influenciar su comportamiento social y político. El lugar ideal para lograr lo anterior fue la educación y en especial las universidades. La Iglesia católica, comprendiendo esto, revitalizó su papel como administrador de centros universitarios en América Latina, con el claro propósito de difundir su sistema de valores entre los futuros dirigentes del país5.

Ante este panorama, la ruta seguida por las juventudes universitarias católicas se planteó en dos posibilidades. Por un lado, se reprodujo la agenda más conservadora del catolicismo, uniendo el patriotismo con el anticomunismo y denunciado la infiltración marxista en los centros de estudio católicos6.

La otra alternativa fue la radicalización influenciada por el ala más progresista de la Iglesia y la Teología de la Liberación. Con un discurso cada vez más crítico sobre la situación social y política del continente, estos grupos escalaron a una radicalidad que llevó a muchos a un acercamiento a la izquierda y a los grupos políticos clandestinos. Un ejemplo paradigmático se puede observar en el Movimiento Estudiantil Profesional (MEP) de México, un grupo juvenil católico que transitó desde un conservadurismo que denunciaba la decadencia moral de movimientos contraculturales como los hippies y la revolución sexual, hacia la abierta militancia en grupos de la izquierda revolucionaria durante la década de 19707.

En Nicaragua los estudiantes universitarios se ubicaron dentro de la llamada “oposición desleal” y fueron una voz crítica del autoritarismo de la familia Somoza. Ejemplos de ese antagonismo se observan en el movimiento antirreeleccionista de 1944 y la matanza de estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN), el 23 de julio de 1959, realizada por la Guardia Nacional en León8.

El movimiento universitario se convertiría, durante la década de 1960, en el ente embrionario de los grupos más radicales contra el régimen como el Frente Estudiantil Revolucionario(FER), organización que logró reclutar universitarios para posteriormente militar en el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN)9.

Durante la inauguración del campeonato profesional de beisbol, en 1966, un grupo de estudiantes universitarios, entre ellos alumnos de la Universidad Centroamericana (UCA), irrumpieron en la grama del Estadio Nacional con una manta en donde condenaban el continuismo de la familia Somoza en el poder10. Después, en 1969, estudiantes organizados tomaron las instalaciones de la UCA en protesta por la muerte de dos estudiantes de secundaria en Managua y Estelí en un choque con la Guardia Nacional11. Aunque ambos episodios fueron reprimidos por las fuerzas de seguridad y se decretó la expulsión de los estudiantes involucrados, dejan entrever cómo se manifiestan dos elementos fundamentales de la juventud universitaria nicaragüense de la segunda mitad de la década de 1960: su radicalización política y su posicionamiento claramente opositor al orden político reinante en el país.

Esta radicalización se robusteció al ponerse en práctica el Plan para la Integración Regional de la Educación Superior de Centroamérica (PIRESC I) por parte del Consejo Superior Universitario Centroamericano (CSUCA). Este impulsó una serie de reformas en las principales universidades estatales del istmo, destacando el incremento de la matrícula, lo que llevó a una ampliación de la base social del estudiantado, y la promoción de una visión más crítica de la sociedad a través del examen en las aulas de la realidad nacional12.

La UCA se fundó en 1960 como una opción educativa ante este ambiente sumamente politizado de la estatal UNAN y el giro a la izquierda realizado por sus grupos estudiantiles13. Para financiar su creación contó con la cooperación de la Alianza para el Progreso, el pueblo católico alemán y la iniciativa privada nicaragüense. Además, se afilió a la Federación Internacional de Universidades Católicas (FIUC) y la Organización de Universidades Católicas de América Latina (ODUCAL)14.

Este centro de estudios fue el primero de otros intentos a nivel centroamericano de crear universidades alternativas a los centros estatales, combatiendo así la politización en la que estaban sumergidos. Posterior a la UCA de Nicaragua se funda en Guatemala la Universidad Rafael Landívar (1961)15 y la UCA José Simeón Cañas en El Salvador (1965)16. Estas nuevas universidades eran de carácter privado, fundadas por grupos conservadores ligados a la Iglesia católica y administradas por la Compañía de Jesús. Su principal objetivo fue reproducir el sistema de valores católico sobre la juventud centroamericana para desvincularla del radicalismo político y la ideología de izquierda dominante en el ambiente universitario.

Concretamente, la UCA nace como un proyecto cultural fuertemente ligado al Partido Conservador de Nicaragua y al círculo intelectual de la ciudad de Granada. Prueba de esto es que el principal promotor de su creación fue la Asociación de Ex Alumnos del Colegio Centroamérica (ECCA). Este colegio se instauró en Granada en 1919 en medio de la ola de creación de instituciones educativas católicas realizada durante la Restauración Conservadora (1911-1927)17. Los jesuitas administraron el centro educativo y lo convirtieron en un prestigioso foco de difusión cultural, calificado por Gioconda Belli como “un barco del saber”18. Su proyecto cultural buscó ligar por medio de la educación al patriotismo nicaragüense con el sistema de valores del catolicismo. Antiguos estudiantes de este centro, como los poetas Pablo Antonio Cuadra (1912-2002)19 y José Coronel Urtecho (1906-1994)20 tendrían un importante protagonismo en la construcción de la identidad cultural nicaragüense, en especial a través del nacionalismo literario del Movimiento Vanguardia.

El objetivo principal de este trabajo es examinar la evolución del modelo universitario de la UCA con el fin de determinar la posición de este centro de estudios en conexión con la sociedad y los procesos políticos vividos en Nicaragua desde su fundación en 1960 hasta los primeros años del gobierno revolucionario sandinista, a inicios de la década de 1980. Para lograrlo, primero se analiza la adhesión política de la UCA, en especial su posicionamiento con respecto al somocismo y al proyecto revolucionario sandinista. Seguidamente se estudia la concepción sobre la misión universitaria promovida desde la UCA y cuáles son las metas que, según sus autoridades, deben trazarse para orientar el quehacer universitario. Finalmente se indaga acerca de la proyección social de esta universidad y el papel que, desde la visión de este centro de estudios, debe desempeñar la educación superior en la sociedad.

Metodología

Las fuentes utilizadas son principalmente documentos oficiales generados por autoridades universitarias y artículos realizados por intelectuales ligados a la UCA. Se consultó la revista Encuentro: Revista Académica de la Universidad Centroamericana, de donde se extrajeron lecciones inaugurales, discursos de actos de graduación y artículos sobre el quehacer univer-sitarlo. Igualmente, por el ligamen de esta institución con el proyecto cultural conservador, se estudió la Revista del Pensamiento Conservador, donde se localizaron artículos de intelectuales y académicos que reflexionan acerca de la vida universitaria.

Junto a estas publicaciones se consultaron los Informes del Rector de la UCA, en los cuales se recuentan las labores realizadas por las autoridades universitarias. Finalmente se estudiaron leyes y decretos relacionados con la fundación y funcionamiento de la UCA y con la regulación de la educación superior en Nicaragua, tanto durante la época somocista como durante el gobierno revolucionario.

A estos documentos se les aplicó un Análisis de Contenido de carácter manifiesto, pues se buscó estudiar el contenido explícito de los textos21. Se proponen una serie de indicadores para identificar en los textos posicionamientos políticos, conceptos sobre la misión de la educación superior y planteamientos acerca de la proyección social universitaria. De esta manera se utilizaron indicadores como relación universidad-estado, papel del movimiento estudiantil, sistema de valores universitario y relación universidad-sociedad, entre otros.

El corpus documental analizado es de carácter oficial, por tanto muestra la visión construida desde la misma UCA de los fenómenos estudiados. De esta manera el alcance de este trabajo se circunscribe a la mirada que las mismas autoridades universitarias aportan sobre la evolución de la UCA en conexión con los cambios sociales y políticos de Nicaragua. Así, no se considera la influencia de otros posibles actores (políticos, educativos, institucionales) en la trayectoria de la universidad y la investigación se limita a mostrar la interpretación de la propia UCA sobre su papel en la sociedad y la historia nicaragüense.

A nivel teórico, se parte de la existencia de dos modelos de universidad católica promovidos desde la segunda mitad del siglo XX. El primero, de corte más conservador, pretende transmitir los valores cristianos a la sociedad, aprovechando las herramientas que significan la ciencia y la educación. El objetivo de esto es formar profesionales que dirijan a la sociedad, realizando sus labores dentro del marco moral cristiano22.

El segundo, más progresista, opta por una visión cristiana más comprometida, con lo cual las universidades son espacios donde se analiza y cuestiona la realidad nacional. El cristianismo se utiliza como un sistema de valores que hace reflexionar al estudiante sobre la exclusión y la desigualdad social. A la vez orienta las transformaciones necesarias para para alcanzar los ideales de justicia y paz23.

La premisa de este trabajo es que la UCA participó de estas dos visiones, más conservadora durante la década de 1960 en tránsito a un paradigma más identificado con la transformación social durante la década de 1970. Lo anterior abonó el campo para que esta institución aceptara sin mayor resistencia el proceso revolucionario de la década de 1980, adaptando su visión cristiana de universidad al proyecto revolucionario.

Adhesión política de la UCA: del desarrollismo excluyente a una revolución para todos

Durante las décadas de 1950 y 1960 el régimen somocista se encargó de poner en práctica la política desarrollista patrocinada por la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) y el gobierno de los Estados Unidos. Así logró una modernización considerable en Nicaragua, aumentando la participación estatal en infraestructura y servicios públicos. Junto a esto se dio una diversificación productiva que impulsó la explotación algodonera y ganadera para la exportación tanto al Mercado Común Centroamericano (MCCA) como hacia Estados Unidos24.

En lo político, para consolidar su posición el régimen aplicó un sistema que combinó pactismo y represión. Por un lado, se garantizaba su legitimación negociando con los dos partidos políticos históricos, el Liberal y el Conservador. Por el otro, utilizando principalmente a la Guardia Nacional, eliminaba a opositores que se negaban a participar en dichos pactos. Esta última estrategia fue aplicada sobre todo contra grupos rebeldes armados y el movimiento estudiantil25.

En este contexto, las universidades se convirtieron en agentes fundamentales para garantizar la mano de obra requerida por el proyecto desarrollista. Además, las negociaciones por la autonomía de la UNAN en 1958 y la creación de la UCA en 1960, en un claro pactismo con los Conservadores, le procuró cierta legitimidad al régimen al darle una fachada democrática26.

La radicalización de la oposición al régimen somocista y la unificación del empresariado conservador, el movimiento popular y el FSLN, dieron como resultado una insurrección general que logró, en julio de 1979, el derrocamiento de Anastasio Somoza Debayle y la instauración de la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional (JGRN) para iniciar un nuevo gobierno revolucionario en Nicaragua27. Las universidades pronto se convirtieron en un eje central para poner en práctica la política de este nuevo régimen. Sus acciones se concentraron en el Consejo Nacional de Educación Superior (CNES), dentro del cual se alinearon las políticas universitarias con los objetivos de la revolución28.

Con este contexto, las siguientes páginas pretenden examinar el posicionamiento de la UCA con respecto a los modelos políticos practicados en Nicaragua, que han transitado del autoritarismo somocista al gobierno revolucionario sandinista, observando el grado de adhesión mostrado por esta casa de estudios a estos regímenes.

Los Estatutos de la UCA, publicados en la Gaceta Oficial de marzo de 1961, muestran cómo desde su creación procuran otorgar una neutralidad política a esta institución. Así, el artículo 4 especifica que “La Universidad y las Asociaciones internas bajo su dependencia no podrán intervenir en actividades de política partidista”29.

Durante su primera década de existencia, el posicionamiento que debería tener esta universidad frente al gobierno fue estudiado por León Pallais30, primer rector de la UCA. Este académico afirmó que toda institución universitaria estaba en la constante tensión de atacar o defender lo constituido31. Frente a este escenario, los centros de estudio deberían alejarse de toda violencia que tenga como consecuencia la interrupción de las labores escolares. Al contrario, la labor universitaria debería pasar por una constante comunicación entre su comunidad y la sociedad para evitar desórdenes y subversión32.

El rector buscó un punto medio entre la postura que considera que la universidad debía moderar a la juventud y evitar los cambios bruscos que estos promueven y las críticas que proclamaban que la universidad estaba inerte y no estimulaba la transformación de la sociedad. Para el jesuita, si bien es cierto que los que apoyan o reprueban el accionar del gobierno pasan por la universidad, no era labor de la institución enseñar la revolución o la contrarrevolución. La labor universitaria sería “racionalizar nuestro amor y nuestro espíritu de servicio a la patria”, respetando “las inclinaciones ideológicas de cada cual”33.

Para Pallais, el espacio legítimo de participación del estudiante se encontraba en el gobierno estudiantil. La labor del alumnado era estudiar y su opinión política debía ir ligada a una crítica constructiva para mejorar a la sociedad. El rector expresó su apoyo a la política desarrollista al afirmar que es tarea de la universidad orientarla, formando una nueva capa de líderes que guiaran al país. Nicaragua sufría la ausencia de un proyecto nacional principalmente por la separación partidista y la ausencia de un esfuerzo común. Por eso, la UCA debía enseñar un espíritu de servicio nacional más allá de los intereses partidistas34.

En tanto, Francisco Laínez apuntó que la radicalización de las universidades de América Latina al final de la década de 1960 fue un proceso nocivo para las actividades propiamente académicas. Estas jornadas políticas, que también afectaron a la UCA, fueron en detrimento de las responsabilidades de los estudiantes. Este autor advirtió sobre evitar que las conmociones sociales se mezclaran con “ideologías extrañas de corte internacional”, enfatizando que la actividad política no es la única materia de estudio y deben priorizarse normas y principios en la universidad que eviten la desorientación de la juventud. La exagerada actividad políticairía en contra de la formación de mano de obra calificada y esto último sería el verdadero aporte que da la universidad para lograr la ansiada transformación de la sociedad35.

El Informe del Rector de 1969 - 1970 aclaraba que la UCA no era una universidad revolucionaria, en el sentido de desear la destrucción del orden existente, sino lo era en su compromiso con la reconstrucción de la sociedad presente. Por ese motivo sus acciones no debían enfrentar al gobierno, antes necesitaba “cooperar con él libre y desinteresadamente”36. La universidad debía ser un espacio donde pensar fuera la máxima obligación, actividad que convenía realizar en un ambiente de natural tranquilidad. Aunque existe un genuino interés por el estudio de los problemas nacionales, esto no debía llevar ni al alboroto ni a la demagogia. La sensibilidad social mostrada por el movimiento estudiantil se juzgó como una solución transitoria pero no definitiva a los problemas nacionales, pues se observó como vacía de ideas, que “hace mucho ruido, pero poca acción”. De esta manera, la labor de la universidad debía orientar esa conciencia social presente en el estudiantado, direccionándola, y atenuándola37.

Estas visiones de corte colaboracionista con el proyecto desarrollista pueden contrastarse con lo expresado por algunos de los alumnos de la institución. Por ejemplo, Dioniso Marenco, en un discurso a nombre de los estudiantes en el acto de graduación de 1968, habló sobre la situación social de Nicaragua y la dirección que estaba tomando el país; el escándalo que había significado para algunos “cuando los estudiantes de Nicaragua se han atrevido a postular interrogantes frente a la eficacia de nuestras instituciones y nuestro sistema”38. Esto era más grave en un contexto de carencia de diálogo político como el nicaragüense. La política en el país, advertía Marenco, se resolvía solamente con el recurso de la violencia, y termina interpretando al movimiento estudiantil como un ensayo de organización política en la búsqueda de un orden más justo.

Edmundo Jarquín, presidente del Centro Estudiantil de la UCA (CEUCA) en 1968, recuerda que las protestas estudiantiles impulsadas desde la Reforma de Córdoba y el proceso de politización de la universidad le daban nuevas responsabilidades al estudiantado. Por lo tanto, no se podía pretender que su única preocupación fuera la de convertirse en profesionales. Para este autor, la sociedad nicaragüense estaba sometida a grandes tensiones, con los sectores marginados de zonas rurales y urbanos desarticulados y “la vida política enmarcada en cuadros dictatoriales”39. En este escenario, declaraba Jarquín, los estudiantes se convirtieron en el único canal de expresión política y con la universidad como el único espacio crítico del modelo imperante en el país.

Después del terremoto de Managua en diciembre de 1972, intelectuales de la UCA dejaron claras las consecuencias políticas de este desastre natural. Así manifestaron que “de la destrucción total tiene que nacer una nueva sociedad, un nuevo hombre nicaragüense”. El terremoto mostró la sociedad de miedo que se vivía en Nicaragua, donde todos desconfiabande todos y “las fallas geológicas han dejado al descubierto fallas morales que evidencia que este es un país profundamente dividido”40.

Con este panorama el rector Arturo Dibar llamó a construir una nueva universidad que fuese una fuerza política pero no partidaria, “ni comunista ni capitalista, ni liberal ni conservadora”41. El rector mencionó que esta nueva institución debía inculcar una ética para juzgar con igual severidad las limitaciones de los sistemas económicos y políticos, fueran derivados del marxismo o del liberalismo.

Julio Linares afirmaba que para lograr construir esta nueva universidad debía plantearse una reforma universitaria integral que brindara una cultura general a los estudiantes que, ligada a las ciencias sociales, hiciera comprender a los alumnos el funcionamiento de una sociedad moderna e industrializada, lo cual implicaba un mayor compromiso estatal, en especial con en el subsidio a la educación superior y la planificación de una política educativa efectiva. El gobierno, apuntaba Linares, debería comprender que hacerlo era financiar un sector estratégico para el desarrollo del país, que educar moderniza a la sociedad y trae bienestar económico. Esto garantizaba la creación de una máquina de progreso, involucrando a los profesionales en el liderazgo del país42.

Después del triunfo de la revolución en julio de 1979, la JGRN inició una serie de políticas para reordenar al país. En materia educativa, para coordinar los esfuerzos de las universidades se creó el CNES, constituido por un miembro de la JGRN, los rectores, el ministro de Planificación, el ministro de Educación, representantes estudiantiles de cada universidad y representantes del movimiento popular. Dentro de sus funciones destacaba la facultad de modificar los estatutos de las universidades “para garantizar su uniformidad” y la de “modificar la estructura de las universidades y demás centros de educación superior, creando o eliminando Facultades o Carreras con el objeto de lograr racionalidad en el esfuerzo educativo”43. Con esto el CNES suprimía en la práctica la autonomía universitaria y permitía al Poder Ejecutivo interferir directamente en elementos tan cruciales como la oferta académica.

Frente al proceso revolucionario, la UCA recordó su propia participación afirmando que miembros de esta universidad “se entregaron con heroísmo y fe quijotesca a la aventura de transformar radicalmente este país”44. Así, estudiantes de la UCA:

[...] no solo combatieron al tirano con las armas del pensamiento, sino que entre ellos se cuentan muchos héroes y mártires de la lucha por la liberación nacional. De sus aulas salieron no pocos dirigentes sandinistas, caídos en combate, lo que habla muy claro de la tradición de la lucha revolucionaria que se incubó en esta Universidad, contrariando las intenciones de quienes proyectaron para ella otra misión.45

En ese párrafo Carlos Tünnermann, ministro de Educación del gobierno revolucionario, enfatizaba la paradoja ocurrida en la UCA, pues juzgaba que había sido una universidad planeada para la élite del país y dedicada a mantener el orden imperante. A pesar de eso, en sus aulas se gestaron generaciones de jóvenes que se opusieron al régimen reinante.

Amando López46, rector durante este periodo, se unió a este juicio acerca del papel de la UCA durante el somocismo, pues afirmaba que la institución en ese periodo realizó una investigación apolítica que neutralizaba la fuerza de protesta de la universidad. Aun así, jugó el papel de ser una conciencia crítica de la realidad injusta y conflictiva en Nicaragua, siendo la autonomía universitaria una isla de libertad en medio de la tiranía, la cual creó una conciencia contra la dictadura. Por lo tanto, ante la herencia de la ideología de la época somocista, calificada como clasista y elitista, López sugirió una reeducación interna para comprender el nuevo sistema de valores que debía asumirse dentro del nuevo orden, buscando crear un ambiente libre y sin persecución académica47.

El rector advertía que, con el nuevo panorama revolucionario, la UCA necesitaba una transformación estructural coherente para convertirla en una opción cultural revolucionaria que no obstaculizara el nuevo proceso nicaragüense. López hablaba sobre la necesidad de materializar las buenas intenciones de la institución a favor de la revolución. Esto significaba una mutación radical de la universidad para convertirla en un patrimonio de las mayorías que cumpliera con la tarea de construir “una nueva Nicaragua de hombres libres”48. La UCA debía realizar una transformación curricular basada en las necesidades y problemas de las clases populares, para así responder al reto histórico que significaba la revolución49.

Ernesto Castillo, reforzando las ideas anteriores, mencionaba la necesidad de una reestructuración de la universidad para convertirla en un verdadero centro cristiano con apertura democrática y en consonancia con la nueva realidad de Nicaragua y Centroamérica. Siguiendo esta visión fuertemente autocrítica, Castillo indicaba que este cambio en la UCA podía mandar el mensaje a la élite del país de que perdieron “un bastión ideológico para mantener las ideas del pasado”50.

Para Juan Bautista Arrien51, también rector de la UCA, las universidades en Nicaragua tuvieron una “relación intrínseca y [una] inserción en [el] proceso revolucionario que ha sido eminentemente popular y pluralista”52. La UCA, afirmaba el jesuita, dio su apoyo a la movilización popular y aunque sus raíces provenían de los sectores privilegiados, de ahí salieron verdaderos revolucionarios.

Según Arrien, la UCA debía ponerse al servicio de la revolución para lograr la transformación del país, dado que era una institución que pertenecía a todo el pueblo y el interés del pueblo estaba unido con el interés de la revolución. Esta institución debía:

[...] aceptar que sus verdaderos intereses prácticos son los intereses del pueblo y contribuir al desarrollo mismo de la revolución. De no hacer esto, la Universidad será aplastada por la fuerza misma de la revolución y quedará a la vera del camino de la historia. Será superada, irá perdiendo su sentido.53

En este nuevo contexto político, la motivación de los jóvenes al entrar a la universidad no sería la obtención de un título ni el estatus social que conllevaba. En cambio, debería ser la oportunidad de capacitarse humana y revolucionariamente para servir, para procurar el desarrollo de la revolución y proteger los intereses del pueblo. La universidad de la nueva Nicaragua tenía que atender técnicamente las demandas sociales, creando una verdadera relación con los contenidos sandinistas y su proceso nacionalista- liberador.

El ministro Tünnermann reafirmaba el compromiso de la revolución por respetar la autonomía universitaria, aunque expresaba que esta tenía que ser redefinida para buscar una colaboración activa con la JGRN, vinculando a las universidades “a todas las formas que necesita la revolución para su progreso”54. Por lo tanto, decía el ministro, se respetaba la autonomía “mientras no se transforme en un muro o no se transforme en una protección para la contrarrevolución”55.

El proyecto universitario sandinista, continua este funcionario, se plasmó en la creación del CNES, que buscó integrar fraternalmente a las universidades del país y dar profesionales al servicio del pueblo. La participación de estudiantes de la UCA en la Cruzada Nacional de Alfabetización (CNA), su enrolamiento en las milicias populares y su colaboración en las campañas de producción reforzó la vinculación de la institución con la revolución. Esas son luchas, según el ministro, que “han puesto de manifiesto la esencia popular y humanista del cristianismo identificado con la revolución” de esta institución56.

Un factor determinante para “consolidar” a la UCA “dentro de los cambios que está viviendo el país” fueron las asociaciones juveniles y estudiantiles con filiación sandinista que operaron dentro de la universidad57. Después del triunfo revolucionario, el Centro de Estudiantes Universitarios de la UCA (CEUUCa) fue el ente que aglutinó a las asociaciones existentes dentro de las facultades de la universidad. Este se identificó completamente con el sandinismo y el legado de la lucha estudiantil contra el somocismo. Esta filiación se hizo palpable en el trabajo de sus miembros en las campañas de recolección de algodón y en el Ejército Popular de Alfabetización (EPA).

La Unión Nacional de Estudiantes de Nicaragua (UNEN) fue declarada como “voz y brazo” de “los cambios revolucionarios necesarios”. Esta agrupación estaba fuertemente influencia por la Juventud Sandinista 19 de Julio (JS-19 Julio) y la Milicia Popular Sandinista. Para el caso de la UCA, los estudiantes presentes manifestaron la urgencia de que esta universidad se convirtiera en un centro “que forjara a los profesionales que requiere la Revolución Popular Sandinista”58.

Esta relación orgánica no se limitó a los estudiantes y también la Asociación de Trabajadores Docentes de la UCA (ATD-UCA) se sumó a este apoyo al gobierno revolucionario. La misión de esta organización era “forjar una conciencia revolucionaria que ayude a todos los docentes a asumir con el pueblo la Constitución de la Nueva Sociedad [sic]”59.

Este compromiso universitario con el sandinismo se complementó con el programa Alumnos-Ayudantes. Juan Roberto Zarruck señaló cómo este nació para cubrir la emergencia generada por el desmantelamiento del cuerpo docente de la UCA al pasar muchos de sus profesores a ocupar puestos en el nuevo gobierno. La alta demanda por educación superior generó una enorme presión para contratar profesores que tuvo que ser solucionada por este medio. El alumno-ayudante tuvo su origen en los brigadistas de la CNA y muchos de ellos fueron afiliados a la JS-19 Julio. Implementaron en la UCA lo aprendido en la Cruzada, poniendo en práctica el modelo de enseñanza-aprendizaje basado en la colaboración mutua. El alcance político de este esfuerzo educativo se observa cuando se afirma que uno de sus objetivos era que estos alumnos-ayudantes llegaran “a comprender estructuralmente en que consiste el proyecto de Sociedad Nueva y Hombre Nuevo hacia el que apunta el horizonte de la Revolución” desde su entrenamiento pedagógico60.

Visión desde la UCA de la misión universitaria: de la orientación social al compromiso revolucionario

Durante el somocismo, por ser concebidas como instituciones que instruían a una minoría privilegiada que a su vez debía transmitir su conocimiento al resto de la sociedad, a las universidades se les confirió una misión civilizadora61.

Con el triunfo de la revolución la educación superior se convirtió en un campo en disputa. Su nueva misión transitó entre su instrumentalización y su uso como herramienta liberadora, con lo cual las tensiones entre los distintos sectores que pretendían guiar la política educativa pronto se hicieron palpables62.

El ejemplo más concreto de esta nueva situación fue la CNA, pues la alfabetización de miles de campesinos cumplió el doble propósito de brindar una educación que dignificara a los grupos rurales excluidos durante el somocismo en tanto integraba de lleno en la revolución a grupos estratégicos como las juventudes y el movimiento estudiantil63.

En esta sección se pretende, dado este contexto, estudiar la visión sobre la misión universitaria construida por las autoridades de la UCA para comprender cómo conceptualizaron las responsabilidades de la universidad en conexión con el modelo político imperante.

La función primordial con la cual fue fundada la UCA la hallamos en sus Estatutos; en el Artículo 3 se especifica que su objetivo es contribuir a la formación integral de la juventud por medio de la ciencia y la educación, “basada en los principios del Cristianismo, en servicio principal de las Comunidades de Nicaragua y América Central”64. Se observa que la meta principal de esta universidad fue la transmisión de los valores cristianos, definidos por Julio Ycaza Tijerino como la restauración “del valor de Dios y la familia en la sociedad”65, dentro del sistema de formación de cuadros profesionales.

Las metas de esta nueva universidad pueden percibirse en el discurso inaugural realizado por el mencionado poeta granadino Coronel Urtecho. El autor argumentaba que las universidades fueron las instituciones transmisoras de cultura por excelencia en Occidente. Afirmaba el poeta que en la época en la cual la Iglesia católica se encargó de la dirección de las universidades, como durante la colonia, la educación se vio impregnada de los valores humanistas propios del cristianismo. La secularización liberal del siglo XIX anuló esta influencia cultural y marcó la decadencia moral de Occidente. La UCA, como universidad católica, surgió como una opción ante el exagerado secularismo que hizo de las universidades existentes en América Latina espacios hostiles y ajenos al sentido cristiano de la cultura. Así, la misión de este centro de estudios debía ser la de madurar las mentes jóvenes en las verdades humanas pero orientadas por el cristianismo. La amenaza que significaba el marxismo antirreligioso sobre las aspiraciones de la juventud -opinaba Coronel Urtecho- justificaba la necesidad de una universidad católica que reorientara el ímpetu juvenil hacia una visión católica de la sociedad.

Esta universidad debería influir en la sociedad basándose en la promoción de una cultura cristiana, cuyos valores salvarían al mundo de la barbarie, en especial al combatir al comunismo, que el poeta juzgaba antihumanista. Aun así, esta visión también advierte sobre el peligro del progreso capitalista, pues si este se logra descuidando la espiritualidad se convierte en un culto al dinero. Por este motivo, decía el poeta, la UCA buscaba una formación más allá de la profesional, recalcando que el título universitario no debería verse exclusivamente como un elemento de ascenso social. Quien estudia en esta universidad debía comprender que su preparación tenía como fin servir a la sociedad antes que enriquecerse. Los estudiantes de la UCA debían ser misioneros de la libertad, la cual se define desde el cristianismo, como la voluntad del amor66.

En una línea similar, Rubén Darío y Basualdo se refería al momento crítico en el que había sido fundada la UCA como una respuesta ante la amenaza nuclear, el avance del totalitarismo socialista y la propaganda marxista que predicaba la decadencia y destrucción de la cultura occidental. Por lo tanto, la misión universitaria era educar dentro del sistema de valores cristianos para crear no solamente una ciencia, sino antes una conciencia que ayudara a combatir este contexto amenazante67.

Pallais afirmaba que la UCA debía ser un verdadero centro cultural, y no un simple “almacén de títulos”, un espacio con el deber de enseñar a pensar68. El rector basaba su concepción de universidad en lo definido por el Concilio Vaticano II, resaltando que el carácter católico era el principal distintivo de esta casa de estudios, “su inspiración, su alma”. Así, el cristianismo era el elemento que orientaba “los valores y principios de los cuales deriva una actitud vital ante el hombre, la sociedad y el mundo”69, siendo la universidad el principal vehículo para divulgarlos. Lo anterior debía sensibilizar al alumno sobre la realidad del continente, en especial en lo relacionado con el desarrollo y la justicia social.

Esta labor orientadora del cristianismo se evidencia en el análisis de los movimientos estudiantiles de 1968 realizado por Pallais. El autor reconocía “algo positivo en ellos” considerando legitimo el reclamo por la libertad oprimida en las sociedades industriales. Sin embargo, el rector reconocía que esas demandas deberían coordinarse con los valores cristianos, recogiendo y encausando el fervor de la juventud, siendo la responsabilidad de la universidad dar una respuesta cristiana y humanista a sus inquietudes. La formación cristiana debía enseñar que se puede apoyar el cambio social y aun así seguir siendo cristiano70.

En el Informe del Rector de 1969-1970, la UCA fue definida como una universidad necesaria, con una fundación “condicionada por las necesidades y dolencias del país”. Nicaragua era califica como una nación donde “el pensamiento camina más lento que el tiempo”. La misión de la universidad era producir personas consientes de la realidad nacional, con capacidad de servir, ofreciendo la objetividad científica contra los dogmatismos de todo lado y evitando así los extremos tanto de la derecha como de la izquierda71.

Para Linares, la modernización del capitalismo llevó a la sociedad a formar tecnócratas con la función de liderar el cambio social. El problema en Nicaragua fue que ese tecnócrata no se convirtió en un intelectual que influenciara a la esfera cultural. La responsabilidad de la universidad entonces era la de crear a esos intelectuales que lograran integrar y orientar a la opinión pública en favor del proyecto modernizador.

Este autor apuntó como causas de esa debilidad intelectual la ausencia de investigación en ciencias sociales, la incomunicación entre los gremios profesionales y los grupos políticos, la falta de un pensamiento colectivo y de criticidad en los medios de comunicación masiva. La carencia de producción científica y la orientación profesionalista de las universidades, opinaba Linares, hizo que los egresados no lograran dominar una cultura general, no articularan una visión global de la sociedad y no tuvieran una perspectiva histórica de los problemas nacionales72.

En sintonía con lo anterior, José de la Jara mencionaba la responsabilidad de las universidades católicas de convertirse en entes rectores de la cultura en sociedades que, como la nicaragüense, carecían de ese tipo de instituciones. La formación católica debía enfocarse en crear hombres íntegros que además de conocer “el funcionamiento de las máquinas”, es decir, el dominio técnico, también adquirieran una sensibilidad social. Así se buscó la formación de los cuadros dirigentes que necesitaba el país, pero educados con una sensibilidad cristiana. Para este autor, se estaba ante la necesidad de superar la “neutralidad filosófica” de los centros universitarios estatales, dando un matiz católico a la educación superior. El verdadero cristianismo lograba un balance entre la ciencia y la fe, por lo cual el catolicismo era un elemento fundamental en la cultura que la universalizaba y le brindaba valores73.

A inicios de la década de 1970 este concepto de cristianismo se ampliaba dentro de la visión de la UCA. En 1971 se aprobaron varias modificaciones en sus estatutos, como la establecida en el artículo 6: “La Universidad Centroamericana propugna por un desarrollo cristiano, armónico, económico y social de Nicaragua y Centroamérica”74. Así, la UCA incorporó un papel más social al elemento cristiano de su modelo educativo.

Esta idea de un cristianismo más activo para impulsar la transformación social la observamos en lo expuesto por Dibar, quien señalaba que el principal producto humano que debía salir de la universidad era un joven que imprimiera el sello del cristianismo en la sociedad. Esto se manifestaba en un profesional que humanizara a la sociedad, reconociendo al otro, y siendo una conciencia social que alertara sobre las desigualdades presentes tanto en los bienes espirituales como materiales. Este profesional reconocería al hombre como principio de todo, desembocando esta noción en una actitud de servicio, enfocado especialmente en ^ los más desvalidos. La universidad debía asumir la responsabilidad de formar jóvenes dentro de patrones cristianos que confrontaran a las realidades temporales, ubicando al hombre como fin prioritario de todo esfuerzo humano75.

El rector Arrien profundizó en esta responsabilidad al manifestar que la inspiración cristiana de la UCA debía reflejarse en la lucha por la transformación de la sociedad llevada a cabo por los profesionales que graduaba.

La inspiración cristiana juzga que la lucha de la transformación y promoción de los más necesitados, así como el desarrollo de los valores morales y perfeccionamiento de todos los ciudadanos son exigencias ineludibles para la recreación de un hombre nuevo en una sociedad nueva, más justa y mejor.76

Esta nueva sociedad debía fundarse sobre la justicia distributiva, la dialéctica del amor cristiano, la liberación del hombre y la participación de todos. La inspiración cristiana animaba el sentido de acción terrenal de la lucha contra la injusticia y la promoción de la libertad de la persona. El cristianismo debía luchar contra los antivalores que limitaban la justicia y la fraternidad.

El rector expresaba que la universidad debía actualizar su respuesta según el momento histórico que se viviera para influir y transformar la realidad. La universidad es una realidad política, ligada al contexto nacional y preocupada por los problemas del colectivo, por lo tanto, los profesionales que surgieran de ahí debían llevar un compromiso ético con el desarrollo y transformación de Nicaragua77.

La UCA, afirmaba Arrien, era una institución que tomaba conciencia del contexto de cambio social y el ambiente revolucionario existente en América Latina. Asumía su papel en la construcción de una nueva sociedad y en la búsqueda de “un bien posible dentro del mal presente”. La universidad debía fomentar el espíritu crítico y ser un modelo cultural que creara un sistema de valores que utilizara las tensiones sociales a favor de la transformación. Ni contribuía ni enfrentaba el orden imperante, ante todo su proyecto debía ser reformista, en procura de una oferta académica orientada a las necesidades de las mayorías, a la creación de centros de estudio de la realidad nacional y concientizar al estudiante mediante el servicio social78.

En el contexto de cambio de régimen en Nicaragua y el inicio del gobierno revolucionario, la UCA organizó el Seminario Educación y Sandinismo. En el discurso inaugural de esta actividad, el rector López calificaba como una contribución primordial de la UCA, dentro del proyecto revolucionario, la construcción del hombre nuevo para la sociedad nueva. La inspiración cristiana de esta universidad le dio una “obligación especial de mirar con esperanza este proceso revolucionario”, observando en su desarrollo la llegada del reino de Dios en la Tierra. La revolución debía dar sentido a la labor del hombre de brindar servicio a los demás, sin cejar en la búsqueda de justicia para los pobres y los débiles, elementos fundamentales en el cristianismo. López concluía que, si el liderazgo revolucionario se mantenía a la altura de ese proyecto, era la obligación de una universidad cristiana apoyarlo79.

Ricardo Bendaña respaldaba esta visión al mencionar que la inspiración cristiana de la UCA debía manifestarse en el fomento de valores propios del humanismo, los cuales se encontraban en la idiosincrasia de Nicaragua. Con esto, la revolución podía aprovechar la contribución del cristianismo y sus instituciones culturales para contrarrestar la influencia de sectores poderosos que utilizaban a la misma religión como un arma contrarrevolucionaria80.

Discusiones en torno a la proyección social de la universidad: entre el compromiso moral y la transformación social

La aplicación del modelo desarrollista en Nicaragua dio como resultado un aumento sin precedentes en la economía del país, pero con una distribución muy desigual del ingreso. Para 1970, el 20 % de la población más rica concentraba el 60 % de las ganancias generadas. En tanto en 1980 el 62 % de la población estaba en condición de pobreza, cifra que subía hasta el 80 % en la zona rural81.

La mayoría de la clase trabajadora en el país laboraba en peonaje en las fincas de la zona rural y en pequeños talleres artesanales, tiendas de abarrotes y trabajos manuales en la zona urbana. La escasa especialización y la reducida división del trabajo hacía que la mayoría de estas tareas fueran mal remuneradas. El mayor beneficio de la expansión económica de esta época se concentraba en los hacendados y en los empresarios, muchos de ellos cercanos a la familia Somoza82.

El objetivo de esta sección es analizar las discusiones en torno a la proyección social que debía tener la universidad según lo expuesto por las autoridades e intelectuales de la UCA, ubicado en este contexto social de desigualdad y exclusión.

El Informe del Rector de 1968-1969 reseñaba cómo el compromiso de la UCA con el desarrollo del país se fortalecía al ser esta una institución promotora de soluciones para los problemas nacionales. Para las autoridades, este centro de estudios debía involucrarse en la planificación del desarrollo nacional, formando profesionales de alto nivel calificados para dirigir a la sociedad. Desde ese punto de vista, “formando al hombre y humanizando al profesional mediante el contacto con la realidad espiritual y con la problemática social de Nicaragua”83 se profundizaba su vocación de servicio, como agentes de cambio y progreso nacional.

Este compromiso se reforzó a partir de 1969 con la implementación del Servicio Social Obligatorio como requisito de grado para los estudiantes. Este servicio se percibía como fundamental para la promoción del centro de estudios entre la comunidad, una apertura hacia todas las clases sociales que evitaba el reproche sobre el posible desface entre las actividades universitarias y los intereses de la sociedad. Este contacto con la realidad permitiría superar la vieja estructura aislacionista y estancada que caracterizaba a las universidades latinoamericanas. De esta manera, la proyección comunal pretendía brindar insumos al estudiante para entender a la sociedad y el cambio surgido en esta84.

Actividades como la Operación Estudiante y Pueblo, la campaña de solidaridad con los misquitos del río Coco y la fundación del Centro de Acción Social Juan XXXIII fueron esfuerzos concretos para guiar esa conciencia social a la que aspiraba la UCA durante la década de 196085.

La universidad, apuntaba Pallais, no debía ser un espacio para el disfrute exclusivo de los mismos universitarios. Al contrario, debía proyectarse a la sociedad para cumplir su función moral, “creando un ambiente limpio de intereses mezquinos que purifique la atmósfera social”86. El rector mencionaba que una sociedad tiene la necesidad de quien la fiscalice y la critique. La universidad podía realizar esta tarea mediante el estudio de los problemas nacionales, pues la ponía en contacto con la realidad del país.

La base de la labor social de la UCA, afirmaba Ycaza, se desprende de los mismos valores cristianos que la moldean.

Solo partiendo del concepto de la criatura humana como imagen de Dios y por lo tanto del encuentro e identificación de sí mismo en Dios, puede el hombre encontrarse e identificarse con los demás hombres y realizarse socialmente en la vida y en la Historia.87

Utilizando como base este principio religioso, este autor sostuvo que la auténtica democratización de la universidad no se manifestaba aumentando la cantidad de hijos de campesinos y obreros que accedían a la educación superior. Mas bien, ésta se daba mediante el servicio que suministraban los profesionales graduados a esas clases sociales88. Así, las actividades universitarias debían buscar un bien común, superando la condición de minoría privilegiada de la que gozan los estudiantes. En una línea similar, Kauffman señalaba que a la labor docente le correspondía lograr que el estudiante tomara conciencia de su posición privilegiada y evitara así reproducir la lógica de la explotación. El saber que alcanzaban debía utilizarse para la ayuda de sus semejantes, con la ética profesional forjada en el contacto con la realidad nacional89.

En tanto el entonces estudiante Dioniso Marenco acotaba que la UCA entraría en un contacto más estrecho con las clases populares, “trasladando su cátedra de ingeniería sanitaria a los barrios basureros de Managua, trasladando su cátedra de derecho laboral a los patios de las fábricas”90.

Hacia 1976 Arrien diagnosticaba la realidad de Nicaragua con las siguientes palabras:

[...] pese al intenso desarrollo que hemos vivido en casi todas las áreas, una mirada al producto nacional bruto, al ingreso per cápita tal como está distribuido, a la falta de trabajo, al monto de los salarios, a la situación de la vivienda, al problema de la alimentación y dela salud, a la educación, etc., no puede menos que dejar claro la grave necesidad de una mayoría del pueblo nicaragüense.91

Por este motivo, para el jesuita, la finalidad de la UCA debía ser el pueblo nicaragüense y las mayorías necesitadas. La universidad tenía que transformar esta realidad por medio de la técnica y el servicio. La cultura creada por este centro de estudios debía promocionar a un hombre nuevo en todas las capas sociales y nuevos valores ajustados a las exigencias del contexto nacional. Con esto, la UCA sería una conciencia mística al servicio del pueblo, una minoría privilegiada al servicio del desarrollo de todos92.

En el contexto revolucionario, la proyección social de la educación superior se observó como un esfuerzo para superar el legado del régimen anterior. De esta manera la educación debía ser liberadora al comprender lo que piensan y necesitan los grupos excluidos durante el somocismo. La universidad debía dignificar el trabajo manual y las labores de campo por medio de la implementación de carreras técnicas y vocacionales. Asimismo, se comprometía con la distribución eficiente de los recursos para lograr entrenar a la fuerza humana necesaria para el éxito de la revolución. De manera similar, para el rector López las universidades se encargarían de brindar una cuota de libertad crítica dentro de la revolución, un verdadero diálogo nacional. Por esto la UCA debía salir al campo para superar la histórica división realizada en el país entre trabajo manual y trabajo intelectual93.

Arrien apuntaba que históricamente la educación superior en Nicaragua había privilegiado a una elite minoritaria, formada en un espacio de cultura excluyente, desvinculándola de las necesidades y demandas de la sociedad; aun así, las universidades lograron ser espacios de conciencia social. Determinada por esta herencia, la UCA encontró dos posibilidades ante el proceso revolucionario: continuar como un espacio para las minorías o convertirse en un lugar al servicio de los intereses de las mayorías94.

La inspiración cristina de la UCA necesitaba reflejarse en la exposición que realizaran sus docentes y alumnos del evangelio de los pobres. De esta manera, el mensaje de Cristo, de identificarse con los desposeídos y los oprimidos, debía guiar la misión evangelizadora universitaria, cristianizando las transformaciones planteadas por la revolución95.

Este compromiso se observó de manera concreta en el trabajo realizado por el Instituto de Investigación y Acción Social Juan XXIII, el cual impulsó el financiamiento y asesoraría de cooperativas campesinas creadas por el gobierno revolucionario:

De esta experiencia, de este contacto fraterno, estudiantes y campesinos se enriquecen, dando paso cada día a un modelo de Universidad inserta en el corazón del pueblo y de sus problemas fundamentales. Cooperativas de carretoneros, artesanías en cuero, panadería, tiendas de abastecimiento popular, sastrería, carpintería, ladrillerías, vivienda, cooperativas agrícolas y agroindustriales, así como granjas y otras han sido fruto de la labor callada y constante de estudiantes y promotores de nuestra Universidad.96

La participación estudiantil en este proceso hizo que los alumnos lograran “una identificación plena con la clase trabajadora”. Así la UCA encauzó a la fuerza universitaria para la búsqueda de soluciones a los problemas presentes en los grupos que fueron marginados por el régimen anterior. Al responder los llamados continuos del gobierno revolucionario para la reconstrucción rural a partir del cooperativismo, el universitario recibía del campesino experiencia humana y el campesino recibía del estudiante una explicación del funcionamiento del proceso revolucionario.

Conclusiones

En marzo de 1986 el equipo de la revista Envío de la UCA reafirmaba su apoyo a la revolución al aseverar que:

[...] la expectativa y el deseo de contribuir a la construcción de un nuevo modelo de sociedad y a la reconstrucción del país en todos los campos alcanzó también a los estudiantes. Todo quehacer universitario cobra una nueva visión a la luz de esa tarea que compete a todos.97

Aun después de la desintegración de la JGRN, el ascenso hegemónico del sandinismo dentro del gobierno revolucionario, el autoritarismo vertical de la Dirección Nacional y la crudeza de la guerra de la Contra98, la UCA insistía en identificar la labor universitaria con las tareas gubernamentales para lograr la reconstrucción nacional. Lo anterior toma relevancia cuando se reflexiona que dos décadas antes esa misma universidad era fundada dentro de un claro proyecto anticomunista que buscaba despolitizar al movimiento estudiantil al transmitirle un sistema de valores cristiano, conservador y marcadamente anturevolucionario.

Este primer paradigma sintonizaba con el sistema político imperante, la dinastía somocista, al incluir dentro de su discurso la promoción del nacionalismo y el desarrollismo, con este centro de estudios como un lugar para crear a los profesionales que Nicaragua necesitaba para su progreso económico.

Hacia la década de 1970 se percibe una crítica más constante contra las limitaciones del modelo económico del país y las carencias manifestadas en la sociedad nicaragüense. En sintonía con la visión desprendida de Vaticano II y la Conferencia del CELAM en Medellín, el elemento cristiano de la UCA se observó como una serie de valores que debían humanizar a la sociedad, procurando la justicia social y denunciando su ausencia. El cristianismo se exponía como una ideología contestataria al individualismo capitalista pero alternativa al materialismo ateo marxista.

Con el triunfo de la revolución, en julio de 1979, la UCA se identificó por completo con el nuevo orden político, mostrándose autocrítica con su propio papel en los tiempos del somocismo y recordando la participación de sus estudiantes en todo el proceso insurreccional. La universidad identificó sus labores con las tareas de la JGRN y de la CNES y asumió la responsabilidad de apoyar a la revolución sin cuestionar la nueva institucionalidad de la educación superior nicaragüense, que en la práctica llegó a eliminar a la autonomía universitaria.

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1 Este artículo forma parte del proyecto C2147 "La Universidad Centroameri cana (UCA): análisis de su papel dentro de la transformación cultural y política en Nicaragua (1960s - 1980s)” adscrito a la Vicerrectoría de Investigación de la Universidad de Costa Rica (UCR) y con la Sede del Sur de la UCR como unidad ejecutora.

3Randall Chaves Zamora, "Divina juventud: La Iglesia católica y las juventudes en América Latina y Costa Rica durante la Guerra Fría (1965-1989)”, Revista de Historia, n.° 82 (2020): 18. https://doi.org/10.15359/rh.82.1

4Jaime Pensado, "El Movimiento Estudiantil Profesional (MEP): una mirada a la radicalización de la juventud católica mexicana durante la Guerra Fría”, Mexican Studies/Estudios Mexicanos vol. 31, n.° 1 (2015): 161.

5Laura Rodríguez, "Las elites católicas y la fundación de universidades (1958-1983)”, en 2. a Reunión Internacional sobre Formación de las Elites: Enfoques y avances de investigación en el estudio relacional de las desigualdades, coord. Sandra Ziegler et. al. (Buenos Aires: FLACSO Argentina, 2015), 12.

6Mónica Alcántara Navarro, "El Consejo Hispanoamericano de Estudiantes (1979-1980). La juventud católica intransigen te en la Guerra Fría”, Páginas vol.11, n.° 25 (2019). https://doi.org/10.35305/rp.v11i25.330

7Pensado, op. cit., 166.

8Claudia Rueda Estrada, Students of Revolution: Youth, Protest, and Coalition Building in Somoza-Era Nicaragua (Texas: University of Texas Press, 2019), 38.

9Paula Fernández y Fernando Romero, "El movimiento estudiantil en Nicaragua. El caso del Frente Estudiantil Revolu cionario y su participación en el Frente Sandinista”, en V jornadas de estudio y reflexión sobre el movimiento estudiantil argentino y centroamericano, Mar de Plata, Argentina, 6, 7 y 8 de noviembre de 2014, 9.

10Enrique Alvarado Martínez, La UCA: Una historia a través de la Historia (Managua: Editorial-Imprenta UCA, 2010), 132; Gioconda Belli, El país bajo mi piel. Memorias de amor y guerra (México: Seix Barral, 2010), 124.

11Alvarado, op. cit.,134.

12Gabriela Chavarría Alfaro, Los Estudios Generales en las universidades públicas de Centroamérica: 1950-1970 (San José: ALICAC, 2012)

13José Luis Rocha, Autoconvocadosy conectados: los universitarios en la revuelta de abril en Nicaragua. (San Salvador: UCA Editores, 2019), 42.

14Lorenzo Diez Calabuig, "La Universidad Centroamericana a 5 años de labor”, Revista del Pensamiento Conservador vol. 13, n.° 62 (1965): 8.

15Gabriel Medrano Valenzuela y Mónica Albizúres Gil, Pasado, presente y futuro de la Universidad Rafael Landívar (Guate mala: Universidad Rafael Landívar, 2001).

16Marta Doggett, Una muerte anunciada. El asesinato de los jesuitas de El Salvador (San Salvador: UCA Editores, 2001).

17Isolda Rodríguez Rosales, "La Restauración Conservadora y la creación de colegios religiosos”, Encuentro vol. 38, n.0 71 (2005): 127.

18Belli, op. cit., 89.

19Hijo del político y abogado conservador Carlos Cuadra Pasos, fue poeta, ensayista, dramaturgo y periodista. Su visión cultural, promovida en revistas fundadas por él como Los Cuadernos del Taller de San Lucas y El Pez y la Serpiente, defendía la identidad nicaragüense como un mestizaje de elementos indígenas e hispanos, esto último manifestado principalmente en el catolicismo. Fue docente y director de Extensión Social en la UCA en la década de 1960. Tuvo una marcada influencia en el pensamiento nicaragüense, principalmente a través de su trabajo en el diario La Prensa y su columna "Escrito a máquina”.

20Poeta, dramaturgo y ensayista. Hijo de una familia conservadora de Granada, se educó en California, Estados Unidos, donde recibió una enorme influencia de la literatura anglosajona. Fue diputado y diplomático, cercano a Anastasio Somo za García al principio, después, en 1977, apoyó la causa del FSLN.

21Klaus Krippendorff, Metodología de análisis de contenido. Teoría y práctica (Barcelona: Paidós, 1997).

22 Carlos Julio Cuartas, "La idea de universidad en Juan Pablo II”, TheologicaXaveriana, n.° 146 (2003), 169-170.

23 Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), Los cristianos en la universidad (Bogotá: Departamentos de Educación y Pastoral Universitaria, 1967), 16-19. Este texto recoge los documentos finales del Seminario de Expertos llamado "La Misión de la Universidad Católica en América Latina” y del Encuentro Episcopal titulado "La Presencia de la Iglesia en el Mundo Universitario de América Latina”, celebrados en Buga, Colombia, en febrero de 1967.

24Gilíes Bataillon, Génesis de las guerras intestinas en América Central (1960-1983) (México: Fondo de Cultura Económica, 2008): 82-107.

25Knut Walter, El régimen de Anastasio Somoza (1936-1956) (Managua: Instituto de Historia de Nicaragua y Centroaméri- ca-UCA, 2004): 331-366.

26Carlos Tünnermann, "Nicaragua", en Pensadores y forjadores de la universidad latinoamericana. Pensamiento universitario latinoamericano, ed. Carmen García Guadilla (Caracas: CENDES, IESALC, UNESCO, 2008): 391-397.

27Abelardo Baldizón, "Nicaragua entre 1945 y los inicios del siglo XXI: de la exclusión política de la dictadura de los Somoza a la exclusión política del pacto libero-sandinista", en Laberintos y bifurcaciones. Historia inmediata de México y América Central, 1940-2020, ed. Ronny Viales Hurtado (San José: CIHAC, 2021): 284-290; Salvador Martí i Puig, La revolución enredada. Nicaragua 1977-1996 (Madrid: Los Libros de la Catarata, 1997): 41-60.

28Centro Regional para la Educación Superior en América Latina y el Caribe (CRESALC), La educación superior en Nicaragua (Caracas: CRESALC-UNESCO, 1988): 21.

29"Acta de Fundación y Estatutos de la Universidad Católica Centroamericana", La Gaceta. Diario Oficial, 22 de marzo de 1961,636.

30Nacido en 1913 en Nicaragua. Asume la asistencia a la Asociación de Ex Alumnos del Colegio Centroamérica (EACC) en 1949, germen de la UCA. En 1960 ocupa la primera rectoría de la naciente universidad.

31León Pallais, "La Universidad Centroamericana", Revista del Pensamiento Conservador vol. 13, n.° 62 (1965): 1.

32León Pallais y Dioniso Marenco Gutiérrez, "Promoción de graduados e inauguración del nuevo curso", Encuentro, n.° 4 (1968): 228.

33León Pallais, "La universidad y la sociedad nicaragüense", Encuentro, n.° 11 (1970): 32.

34 Ibíd, 38.

35Francisco Laínez, "Lección inaugural curso 1967-1968”, Encuentro, n.0 1 (1968): 21.

36Universidad Centroamericana, Informe del Rector. 1969-1970 (Managua: Publicaciones UCA Managua, 1970), 11.

37 Ibíd, 7.

38Pallais y Marenco Gutiérrez, op. cit, 230.

39León Pallais y Edmundo Jarquín Calderón, "Toma posesión nueva directiva CEUCA”, Encuentro, n.° 5 (1968): 293.

40Horacio Peña, "El Nuevo Encuentro”, Encuentro, n.0 1 (1973): 3.

41Arturo Dibar, "Discurso pronunciado por el Dr. Arturo Dibar, S.J. Rector de la Universidad Centroamericana en la ceremo nia de graduación, el día 31 julio de 1973”, Encuentro, n.° 1 (1973): 9.

42Julio Linares, "Hacia una reforma universitaria integral”, Encuentro, n.° 1 (1973): 59.

43"Reforma a la ley de creación del CNES”, La Gaceta. Diario Oficial, 6 de mayo de 1982, 105.

44Amando López, "Discurso inaugural del Seminario Político Educativo sobre Sandino, el sandinismo y sus proyecciones en la determinación del Proceso Educativo realizado en la Universidad Centroamericana, del 27 al 31 de agosto de 1979”, Encuentro, n.° 15 (1980): 6.

45Carlos Tünnermann, "La Universidad Centroamericana en el proceso revolucionario”, Encuentro, n.° 18 (1982): 10.

46Nacido en Burgos, España, en 1936, fue Superior del Colegio Centro América en Managua de 1976 a 1978, y rector de la UCA de 1979 a 1984. Asesoró un grupo llamado "Cristianos en la revolución”, en el cual había ministros y funcionarios intermedios del gobierno sandinista. En 1984 se instala en El Salvador, donde dicta clases de teología y filosofía en la UCA José Simeón Cañas. En 1989 es asesinado por el batallón Atlácatl del ejército salvadoreño, junto al rector Ignacio Ellacuría, otros cuatro sacerdotes y dos trabajadoras en el campus de la UCA en San Salvador.

47López, "Discurso inaugural”, 7.

48Amando López, "La Universidad Centroamericana ante el Proceso Revolucionario en Nicaragua”, Encuentro, n.° 15 (1980): 135.

49Max García, "La transformación curricular de la Universidad Centroamericana”, Encuentro, n.° 18 (1982): 36.

50Ernesto Castillo Martínez, "La UCA de ayer y de hoy”, Encuentro, n.° 18 (1982): 15.

51Español nacido en 1931, en Nicaragua fue docente del Colegio Centroamérica, con futuros dirigentes de la revolución en tre sus estudiantes, como Edén Pastora y Alfonso Robelo. Asumió la rectoría de la UCA en 1976 y abandonó la Compañía de Jesús en 1979.

52Juan Bautista Arrien, "La filosofía universitaria para la nueva Nicaragua”, Encuentro, n.° 15 (1980): 130.

53 Ibíd, 131-133.

54Carlos Tünnermann, "La nueva filosofía educativa del Gobierno de Reconstrucción Nacional”, Encuentro, n.0 15 (1980): 105.

55 Ibíd, 104.

56Tünnermann, "La Universidad Centroamericana...", 11.

57Anónimo, "El papel de las organizaciones en la vida universitaria”, Encuentro, n.0 18 (1982): 18.

58 Ibíd. 21.

59 Ibíd., 30.

60Juan Roberto Zarruck, "Programa alumnos-ayudantes”, Encuentro, n.0 18 (1982): 41.

61Tünnermann, "Nicaragua", 395.

62Carlos Vilas, Perfiles de la Revolución Sandinista (La Habana: Casa de las Américas, 1984), 357-391.

63Robert Arnove, La educación como terreno de conflicto: Nicaragua, 1979-1993 (Managua: Editorial UCA, 1994), 29-69; Susy Sánchez Rodríguez, "'Puño en alto... libro abierto': género y Revolución en la campaña de alfabetización en Nicaragua (1980)”, en Ahora ya sé leer y escribir Nuevos estudios sobre la historia de la educación en Centroamérica (siglos XVIII al XX), ed. Iván Molina Jiménez (San José: EUNED, 2015), 277-316.

64"Acta de Fundación y Estatutos de la Universidad Católica Centroamericana”, 636.

65Julio Ycaza Tigerino, "Razón de Encuentro”, Encuentro, n.° 1 (1968): 5.

66José Coronel Urtecho, "Inauguración de la Universidad Centroamericana", Revista del Pensamiento Conservador vol. 2, n.0 9 (1961): 1-5.

67Rubén Darío y Basualdo, "La Universidad Centroamericana: Nueva expresión de Cultura”, Revista del Pensamiento Conser vador, n.0 26 (1961): 20.

68León Pallais, "Misión de la Universidad”, Revista del Pensamiento Conservador, n.° 26 (1961): 18.

69León Pallais, "Ser y misión de la Universidad Centroamericana”, Encuentro, n.° 1 (1968): 6.

70León Pallais, "Raíz humanista del reto social”, Encuentro, n.° 3 (1968): 124.

71Universidad Centroamericana, Informe del Rector. 1969-1970, 2.

72Julio Linares, "Universidad. Estructura intelectual y desarrollo social”. Encuentro, n.0 11 (1970): 16-17.

73José de la Jara, "La universidad católica y el subdesarrollo”, Revista del Pensamiento Conservador, vol. 13, n.0 62 (1965): 22.

74"Apruébense reformas a Estatutos de la Universidad Centroamericana”, La Gaceta. Diario Oficial, 4 de mayo de 1971, 1236.

75Arturo Dibar, "¿Cuál es el producto humano que debe salir de la Universidad Centroamericana?”, Encuentro, n.° 5 (1974): 8.

76Juan Bautista Arrien, "Universidad - cambio y cristianismo”, Encuentro, n.0 9 (1976): 16.

77Juan Bautista Arrien, "La UCA: una universidad para Nicaragua”, Encuentro, n.0 10 (1976): 11.

78Juan Bautista Arrien, "La universidad ante el cambio social”, Encuentro, n.0 12 (1977): 19.

79López, "Discurso inaugural..", 9.

80Ricardo Bendaña, "Presencia cristiana en la UCA”, Encuentro, n.0 18 (1982): 50.

81Carlos M. Vilas, Mercado, Estados y Revoluciones. Centroamérica 1950-1990 (México: UNAM, 1994).

82Carlos M. Vilas, "El Sujeto Social de la Insurrección Popular: La Revolución Sandinista”, Latin American Research Review vol. 20, n.° 1 (1985): 122.

83Universidad Centroamericana, Informe del Rector. 1968-1969 (Managua: Publicaciones UCA Managua, 1969), 24.

84 Ibíd, 10.

85Anónimo, "Vida Estudiantil”, Encuentro, n.0 2 (1968): 48-49, 114-115; Pallais y Jarquín Calderón, "Toma posesión nueva directiva CEUCA”, 288.

86Pallais, "Misión de la Universidad”, 19.

87Ycaza Tigerino, "Razón de Encuentro”, 5.

88Julio Ycaza Tigerino, "Proyección social del diálogo universitario”, Encuentro, n.0 2 (1968): 64.

89Rafael Kauffman, "El problema de la enseñanza universitaria”, Encuentro, n.0 12 (1970): 27.

90Pallais y Marenco Gutiérrez, "Promoción de graduados...”, 234.

91 Arrien, "La UCA: una universidad para Nicaragua”, 9.

92Ibíd., 7-8.

93 López, "La Universidad Centroamericana...", 130.

94 Arrien, "La filosofía universitaria...", 130.

95 Anónimo. "El papel de las organizaciones en la vida universitaria”, 25.

96Anónimo, "Campesinos y universitarios una misma lucha”, Encuentro, n.0 18 (1982): 55.

97Equipo Envío, "La Universidad en Nicaragua: una transformación en marcha”, Envío, n.° 57, (1986): 1.

98Dirk Kruijt, "Revolución y contrarrevolución: el gobierno sandinista y la guerra de la Contra en Nicaragua, 1980-1990”, Desafíos vol. 23, n.“ 2 (2011): 53-81.

Financiamiento Vicerrectoría de Investigación de la Universidad de Costa Rica (UCR).

Cómo citar este artículo:Fonseca Zúñiga, Edgardo. “Evolución del modelo universitario de la Universidad Centroamericana (UCA) de Nicaragua: entre el somocismo excluyente y el sandinismo revolucionario (1960 - 1982))” Revista Historia de la Educación Latinoamericana vol. 25 no. 40 (2023).

2Licenciatura en Historia. Docente e investigador de la Sede del Sur de la Uni versidad de Costa Rica (UCR). Correo electrónico: edgardo.fonseca@ucr.ac.cr

Recibido: 08 de Julio de 2022; Revisado: 18 de Enero de 2023; Aprobado: 19 de Febrero de 2023

Conflicto de interés

El autor declara no tener conflicto de interés.

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