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Palabra Clave

versión impresa ISSN 0122-8285

Palabra Clave vol.19 no.2 Chia abr./jun. 2016

https://doi.org/10.5294/pacla.2016.19.2.4 


El dolor:
las narrativas de la in-visibilidad y del olvido

Pain:
Narratives of In-visibility and Oblivion

A dor:
as narrativas da (in)visibilidade e do esquecimento

Patricia Bernal-Maz1, Claudia Pilar García-Corredor2

1 Pontificia Universidad Javeriana. Colombia.
pbernal@javeriana.edu.co

2 Pontificia Universidad Javeriana. Colombia.
pigarcia@javeriana.edu.co

Recibido: 2015-08-25 / Enviado a pares: 2015-09-01 / Aprobado por pares: 2015-10-07 / Aceptado: 2015-10-20

DOI: 10.5294/pacla.2016.19.2.4

Para citar este artículo / To reference this article / Para citar este artigo

Bernal-Maz, P. & García-Corredor, C. P. (2016). El dolor: las narrativas de la in-visibilidad y del olvido. Palabra Clave, 19(2), 422-449. DOI: 10.5294/pacla.2016.19.2.4



Resumen

Este artículo presenta el trabajo de investigación Lo invisible de los relatos mediáticos del dolor en Colombia a través del estudio de caso: la tragedia de Armero como centro del acontecimiento que marca el estudio del dolor en las víctimas marcadas por una catástrofe. El texto se estructura en dos partes y un apartado conclusivo. La primera parte, en un primer momento, hace una descripción del proyecto de investigación que presenta una contextualización del problema de investigación, y en el segundo momento, aborda la pregunta de investigación. La segunda parte del artículo presenta el proceso metodológico que describe el método que se trabajó. Así, de esta manera, el primer apartado describe el corpus de la investigación con el que se estudia: qué se invisibiliza del dolor en los relatos de las noticias en los dos diarios más importantes del país. En el segundo apartado, se establecen los criterios de la selección de la muestra, y en el tercer apartado se presenta el diseño de la matriz de análisis y los resultados del análisis. Por último, se muestran las conclusiones de dos categorías de las cinco trabajadas en la investigación, que permiten llegar a unas aproximaciones teóricas al dolor cultural. Lo anterior se fundamenta en las reflexiones teóricas que aportan a la temática Le Bretón, Madrid y Moscoso, entre otros.

Palabras clave

Comunicación; medios; narrativas; filosofía; dolor; invisibilización (Fuente: Tesauro de la Unesco).



Abstract

This paper presents the research The invisible from media accounts of the pain in Colombia through the case study: Tragedy of Armero as the center of the event that marked the study of pain labeled by the disaster victims. The text is divided into two parts and a concluding section. The first part, initially, makes a description of the research project that presents a contextualization of the research problem, and the second one, addresses the research question. The second part of the article presents the methodological process that describes the method used. So in this way, the first section describes the research corpus which is studied: What is invisible pain in news accounts in the two most important newspapers. The criteria for the selection of the sample set are in the second section and the third section the design matrix analysis and the results of the analysis are presented. Finally, in the conclusions two out of the five categories worked in the research are presented, which allow for a scope of theoretical approaches to cultural pain. This will be based on the theoretical reflections that contribute to the theme from Le Breton, Madrid and Moscoso, among others.

Keywords

Communication; media; narrative; philosophy; pain; invisibilization (Source: Unesco Thesaurus).



Resumo

Este artigo apresenta o trabalho de pesquisa "A invisibilidade dos relatos midiáticos da dor na Colômbia" por meio do estudo de caso: a tragédia de Armero como centro do acontecimento que determina o estudo da dor nas vítimas marcadas por uma catástrofe. Este texto se estrutura em duas partes e uma seção conclusiva. A primeira parte, num primeiro momento, faz uma descrição do projeto de pesquisa que apresenta uma contextualização do problema de pesquisa; num segundo momento, aborda a pergunta de pesquisa. A segunda parte do artigo apresenta o processo metodológico com o qual foi trabalhado. Assim, a primeira seção descreve o corpus da pesquisa com o qual se estuda: o que não se visualiza da dor nos relatos das notícias nos dois noticiários mais importantes do país. Na segunda seção, estabelecem-se os critérios da seleção da amostra e, na terceira seção, apresentam-se o desenho da matriz de análise e os resultados da análise. Por último, mostram-se as conclusões de duas categorias das cinco trabalhadas na pesquisa, que permitem chegar a umas aproximações teóricas à dor cultural. Isso será fundamentado nas reflexões teóricas que contribuem para a temática a partir de Le Bretón, Madrid e Moscoso, entre outros.

Palavras-chave

Comunicação; meios; narrativas; filosofia; dor; invisibilização (Fonte: Tesauro da Unesco).



Descripción del proyecto

Contextualización del problema

El dolor muestra una gran variedad de abordajes, es un tema multidisciplinario y factible de ser estudiado y analizado desde miradas centradas en la experiencia social de los mismos actores que redefinen las relaciones entre la cultura, la subjetividad, la corporalidad y las emociones, así como en las diferentes representaciones culturales y sociales que se desprenden de las imágenes, las metáforas y las narrativas. Asimismo, la percepción que tenemos del dolor, el grado de dolor y la manera como es representado dentro de marcos simbólicos lo convierten en un objeto de comunicación invisible e in-tangible. En el mismo acto de comunicar, hay algo del dolor que se hace presente, así sea representado o no y a su vez sea in-visible. Es decir, en el dolor expresado hay algo invisible que, si bien está presente, no por ello es percibido como tal.

La investigación presenta cinco ejes fundamentales que responden a las categorías de análisis: la experiencia del dolor, representaciones sociales y culturales, la interpretación que damos de él en nuestra relación e interacción y apropiación simbólica, la invisibilidad del dolor y las narrativas mediáticas. Dicha estructura debe ser asumida desde un ámbito multidisciplinario y desde unos actores participantes: el sufriente y el observador que interpreta lo acontecido. Pero, en definitiva, el carácter de lo in-explicable, de lo in-nombrable, de lo in-visible, envuelve la vivencia que tenemos del dolor y que en la representación social del dolor acrecienta su poder. En general, todo dolor es injustificado; es ambiguo e inseparable de las nociones de 'acontecimiento', de 'relato' y, por supuesto, del sujeto, de la vida y de la muerte; entonces, el dolor es también una construcción social y cultural que se sufre y que es muchas veces silenciado, pero que en las imágenes, los relatos fotográficos y los símbolos podemos vislumbrar la presencia de esto invisible. Las narrativas y los diversos relatos mediáticos no dan cuenta del dolor silenciado producido por los mismos acontecimientos.


Pregunta de investigación

El dolor es una dimensión social que tiene repercusiones que trascienden el mundo de lo médico y lo biológico; de esta forma, se extiende a los ámbitos de lo político, lo económico y lo social. Así, el dolor, como manifestación de la experiencia del hombre, siempre acaba estando presente en la biografía de todos los seres humanos como la marca de nuestro paso por el mundo, por nuestra corta existencia que nunca se olvida, aunque a veces se ignore. Por ello, la pregunta que articula la investigación gira alrededor de lo siguiente: ¿qué del acontecimiento doloroso permanece invisible incluso en los relatos mediáticos del dolor y cómo en los medios de comunicación masivos se introducen y circulan narrativas y voces sobre el dolor? Para atender a este problema general, nos detendremos en cuatro asuntos, que son transversales a las cinco categorías anotadas más arriba:

  1. Cuando hablamos de dolor, ¿de qué estamos hablando? ¿Puede acaso existir la experiencia de un dolor compartido? En caso de que esto sea posible, ¿puede comunicarse este dolor?, lo cual lleva sin duda a pensar entonces en qué significa ser-con-otro.

  2. Si bien podemos afirmar que la presencia del dolor es una constante en los medios masivos de comunicación, también es cierto que solo lo ha sido como objeto de información. Por ello, nos preguntamos: ¿todo en el acontecimiento del dolor puede ser comunicado? ¿Hay algo incomunicable que se pone en evidencia en esta forma de comunicación de nuestro dolor? ¿Qué nos dice eso incomunicable de nuestra experiencia del dolor y de nuestra forma social de vida?

  3. ¿Qué tipo de comunidad hemos configurado cuando nuestra relación con el dolor ha sido mediada por la comprensión de la comunicación como simple información? Parece ser que esta comunidad está configurada desde la distancia de los acontecimientos, pues el exceso mediático de la información antes de crear vínculos reales lo que genera es distancia y apatía. Aquí se requiere un análisis pormenorizado de casos situados en nuestro contexto, donde la información del dolor ha generado indiferencia antes que solidaridad y compromiso real con el otro.

  4. Darle la palabra al dolor implicaría abrir el camino a construir nuevas formas de narrativa del dolor, que permitan crear vínculos sociales gestados en la memoria. Pero esto implica no simplemente atender a lo que puede ser dicho, sino, ante todo, escuchar aquello invisible que habla a cada uno y a todos en general.


Proceso metodológico: descripción del método seguido en la investigación

La comprensión de los fenómenos sociales mediante un proceso de reconstrucción simbólica combina las dualidades de lo finito e infinito de lo humano. Reconocer esto le permite al hombre comprender las mediaciones simbólicas como el componente que propicia la socialización y las relaciones dialógicas entre personas diferentes, para encontrarse con los otros y consigo mismo desde una perspectiva histórica. La reconstrucción histórica en ningún caso es una verdad cerrada, es más un proceso dinámico, protagonizado por sistemas vivos que modifican el devenir con la experiencia.

Igualmente, la dualidad entre visible e in-visible, entre memoria y olvido, donde se inscribe la reconstrucción del pasado, se condensa en la huella, en el indicio que permite traer lo que está distante. En la tragedia de Armero, narrada desde los relatos periodísticos configuradores de sentido social, donde el relato o la comunicación de un acontecimiento resulta ser sustantivo en la experiencia y en la constitución humana. La imagen y el relato crean realidad; así se construye la realidad, entre lo real y lo irreal, entre lo invisible y lo in-visible en las narrativas del acontecimiento, entre la memoria que guarda y la que olvida.

Por ello, el enfoque de la investigación es cualitativo, comprensivo e interpretativo a partir del análisis de las narrativas que se dan en las noticias que giran alrededor de una tragedia. Asimismo, el estudio es de carácter fenomenológico, porque se analizan los hechos que marcaron el acontecimiento y a partir de ello se realiza una interpretación de dicho fenómeno. Por esto, la investigación se desarrolla partiendo de la atención al acontecimiento de la tragedia de Armero sucedida el 13 de noviembre de 1985, que marcó la historia de nuestro país; con este fin, se lleva a cabo un estudio acerca de:

  1. Los hechos que se dieron en el mismo momento que sucedió el acontecimiento o la experiencia dolorosa de un individuo o de una comunidad determinada.

  2. ¿Cuál es la representación de los hechos sucedidos que hicieron los medios de comunicación? Partiendo, en primer lugar, de la información y del cubrimiento que realizaron; y en segundo lugar, atendiendo a las lógicas del uso de dicha información, mostrando que ante la lógica de la presencia que cubre el acontecimiento mediático existe también la lógica de la ausencia, del ocultamiento y de la soledad.

  3. La importancia de las explicaciones del mismo acontecimiento y de los hechos sucedidos por expertos teóricos ponen de relieve una discusión entre la naturaleza y las decisiones humanas, así como entre el Estado y las decisiones humanas de la propia comunidad. Lo anterior permite mirar qué dicen los hechos con respecto a la experiencia del dolor, lo que se oculta, lo que se in-visibiliza en la mediatización de los hechos, cuando es informada y transmitida la información del acontecimiento a través de los medios.

  4. Se busca igualmente resaltar las narrativas del dolor que contrastan la simple presentación informativa del hecho.


Corpus de la investigación

El corpus de la investigación está enmarcado en el acontecimiento de la tragedia de Armero sucedido el 13 de noviembre de 1985 y que es narrado a través de las noticias e imágenes mostradas por los diarios El Tiempo y El Espectador. Lo anterior se revisa en cuatro fases metodológicas. En la primera fase, se estudian los documentos existentes que informan acerca del acontecimiento que aborda la presente investigación: en primer lugar, se examinan los documentos de la tragedia de Armero; y en segundo lugar, los diarios El Tiempo y El Espectador con fechas del 13 al 23 de noviembre de 1985 que relatan la noticia del acontecimiento sucedido en la población de Armero y fotografías que ilustran dicho acontecimiento en los mismos diarios. Asimismo, noticias de la prensa extranjera, como el diario El País de España.

Además, se realiza una recopilación periodística del acontecimiento sucedido tras la erupción del volcán Nevado del Ruiz del 13 de noviembre de 1985, del rescate de las víctimas y, finalmente, de la respuesta nacional.

En la segunda fase se construye una matriz de análisis con las categorías abajo expuestas. Esta matriz se hace a partir de la narrativa que muestran las noticias que emitieron los medios impresos, como El Tiempo y El Espectador, por ser los diarios de más circulación del país, donde se podrán determinar las voces de los otros actores involucrados en el propio acontecimiento. Asimismo se hace una revisión y un análisis de la recopilación periodística de la noticia acerca de la tragedia de Armero del 13 de noviembre de 1985, del rescate de las víctimas y de la documentación fotográfica del 13 al 23 de noviembre del mismo año.

La tercera fase de la investigación desarrolla el evento Armero 30 años después: duelo y memoria, y da cuenta de una herramienta de investigación cualitativa. La cuarta fase realiza el análisis y la interpretación de los resultados que ayuden a determinar cuáles son las voces que participan en el acontecimiento. ¿Qué narrativa manejaron los medios? ¿Qué mostraron los medios? ¿Qué del acontecimiento quedó in-visibilizado?


Criterios de la selección de la muestra

Los criterios de selección de la muestra se establecen de acuerdo con la fecha del acontecimiento estudiado. Se seleccionaron El Tiempo y El Espectador como diarios nacionales con fecha de noviembre de 1985 que involucran el acontecimiento de la tragedia de Armero, y como contexto, se revisa otro acontecimiento que marca también la historia del país, como lo es la masacre del Palacio de Justicia. El diario El País de España se revisa desde su página web. Se seleccionaron alrededor de 1500 noticias. De esta muestra se revisaron las noticias que dieran cuenta de las voces de los actores involucrados directamente en la tragedia.


Diseño de la matriz de análisis

La matriz de análisis se construye a partir de las cinco categorías fundamentales que son la base conceptual de la investigación: la experiencia del dolor es definida como el dolor que, junto con la necesidad a la que está ligado, es uno de los modos en los que la vida se deja sentir (Madrid, 2010, p. 34). La experiencia del dolor puede mostrar aspectos excepcionales de la existencia humana, como la vivencia del propio cuerpo, la efusión de emociones, la angustia ante peligros inminentes, entre otros. Las personas poseen experiencias de lo que individual y colectivamente, en un contexto sociohistórico preciso, llamamos dolor. En su dimensión colectiva contiene signos y significados que se generan y reconocen socialmente, por ejemplo un rostro contraído y triste, un andar lento y pesado, una voz apagada y sin pulso, el luto, el llanto desconsolado. En su dimensión individual, cada cual se apropia de esta gramática mediante los procesos de socialización y se hace uso de ella según sus circunstancias y carácter (Madrid, 2010, p. 85).

La segunda categoría, la representación social y cultural, de acuerdo con Sontag (1981), es definida como la proliferación de formas estandarizadas y mecánicas de producción de imágenes. Asimismo, desde la perspectiva de Moscoso (2011, p. 37), algunas de las imágenes más emblemáticas de la cultura visual de finales del siglo XX expresan y representan el dolor bajo la forma ritualizada de la indeterminación geográfica y la universalidad temporal.

La tercera categoría de la investigación, la interpretación de la experiencia dolorosa, se define en su forma más simple e idealizada, ya sea en las prácticas punitivas, el escenario de lo político, la teoría estética, el discurso moral o los debates públicos. Antes como ahora, nuestra comprensión del dolor se construye sobre la cruda cartografía de la miseria que divide a la humanidad entre los consumidores visuales de la experiencia del dolor de otro y aquellos a quienes el dolor consume tanto física como emocionalmente (Moscoso, 2011, p. 89). Así, hablamos de un observador, que al contrario del imitador, cuyo dolor se difumina en la interpretación mimética de su modelo icónico, no experimenta el dolor de acuerdo con la lógica del parecido, sino del espectáculo. Se enfrenta a un acontecimiento particular que ni le afecta ni le concierne de manera inmediata; bien sea a través de algún medio tecnológico que abra una distancia física, bien sea porque el infortunio se produzca en condiciones ajenas a su propia situación emocional. Antes incluso de saber si puede contribuir de algún modo a ponerle remedio a la situación, se posiciona en un espacio intermedio que le permite ver sin ser visto y juzgar sin ser juzgado. Su cometido no es solo observar y consentir, sino también opinar y discernir (Moscoso, 2011, p. 89). El espectáculo reclama su atención y grita ¡ven y mira!, como en el circo. La víctima, por su parte, no solo siente, también se siente observada.

La cuarta categoría, la invisibilidad del dolor, definida como todo lo que se muestra o aparece, lo hace al precio de dejar algo al lado o simplemente ocultarlo, lo cual sucede así de un modo particular en la experiencia del dolor, pues, si bien en dicha experiencia algo irrumpe de una manera desconcertante, lo hace concentrando nuestra atención en ello y, al mismo tiempo, oculta todo aquello que no está puesto en el primer plano de nuestra atención, por ejemplo un malestar, un dolor particular en una parte de nuestro cuerpo o una pérdida de un ser querido que obnubila toda nuestra vida. Si bien, la relacionalidad del dolor exige su comunicación y su identificación, pero ello no quiere decir que aquí todo pueda ser comunicado, pues más bien ocurre que la experiencia en cuanto tal permanece a menudo incomunicable. Por último, la quinta categoría, las narrativas mediáticas, es definida como parte constitutiva de la vida social y cultural de los individuos. Mediante la narración y lo narrado, el individuo ha podido conformar su propia identidad y la de quienes le rodean, pero también crear representaciones o imágenes del mundo que habita y que le pertenece. Estas narrativas buscan rodear de sentido aquello que no puede ser expresado o que lo es de una manera deficiente y pasajera. Por ello, a partir de la narración, es posible establecer ciertas generalizaciones o conclusiones abstractas, cuando se atiende a su sentido. Aquí surge una tensión inevitable entre lo narrado y el sentido. Detrás de los proverbios, los aforismos, las reflexiones filosóficas y el ritual religioso, está la memoria de la experiencia humana, esparcida en el tiempo y sujeta al tratamiento narrativo.

A partir de las categorías expuestas, se establecen, asimismo, las sub-categorías mencionadas, que se cruzan con las noticias del periodo estudiado y cuyos resultados se muestran en el siguiente apartado.


Resultados de la investigación

Los resultados aquí presentados muestran los análisis realizados a partir del estudio de la narración de la noticia acerca del acontecimiento de la tragedia de Armero. De esta manera, se expondrán los resultados de los análisis de cada una de las categorías que estructuran la investigación.

En primer lugar, de las 1500 noticias examinadas, en el diario El Espectador se encontraron 9 noticias que dan cuenta de la voz del Gobierno, 3 de la voz de la Iglesia, 15 acerca de las víctimas, 6 de las instituciones gubernamentales y 26 acerca de los periodistas que narran el acontecimiento. En segundo lugar, en el diario El Tiempo, vemos que la voz del Gobierno se representa en 36 noticias, de la Iglesia 2 noticias, acerca de las víctimas 13 noticias, de las instituciones gubernamentales 38 noticias sobre los periodistas que narran el acontecimiento 118 noticias. De lo anterior, se observa que el El Tiempo registra el mayor número de noticias, pero esto no quiere decir que con ello se haga un mejor cubrimiento e investigación del acontecimiento. Asimismo, el dolor que se narra en ellas es una posibilidad presente tanto en la muerte como en la vida. Hay continuidad entre vida y muerte en el momento en que hay una huella registrada. Un texto o una imagen se va de las manos, de la mirada, de los sentidos, dejando una huella en la representación misma de la experiencia y del deseo irrenunciable de la evocación.

De acuerdo con las noticias analizadas en los diarios estudiados, en relación con el resultado del análisis de la categoría de la experiencia del dolor, el sufrimiento se convierte en objeto de la política en la medida en que plantea interrogantes centrales que afectan el desarrollo de la vida en sociedad, la voz de los sobrevivientes se muestra a través de una narración manejable que describe el dolor de aquellos mediado por las palabras y por la situación dramática que se vive. Su dolor se traslada a los medios para satisfacer la necesidad de saber qué pasa con las personas que lograron sobrevivir a una tragedia. No es la voz de su dolor, es la voz de su situación. ¿Qué será de nosotros? Es un ejemplo del titular de la noticia. Por otra parte, las instituciones a través de un bombero que aclara que sabía de la situación de alerta del volcán, pero que no le permitieron informar a la población.

En cuanto al resultado del análisis de la categoría representación del dolor social y cultural, el dolor se sigue exhibiendo sin ningún tipo de esperanza. Son los medios de comunicación que muestran el dolor como espectáculo; así, por ejemplo, la noticia titulada "Aterradoras cifras" muestra cómo la fotografía de Omayra es representada como la muerte de la esperanza, convirtiéndose en un símbolo de la tragedia de Armero, asimismo su muerte se exhibe y a la vez se oculta su dolor. Su narrativa se usa para alarmar a las personas y a través de ella banalizar el dolor de los sobrevivientes. Los medios manejan la tragedia para despertar por medio de una información trivial la compasión de una nación y, por lo mismo, se instrumentaliza. Por otro lado, las instituciones muestran su imposibilidad de brindar más esperanza a los sobrevivientes de la tragedia.

Asimismo, en el resultado del análisis de la categoría interpretación de la experiencia dolorosa, se habla de un observador donde el espectáculo reclama su atención y, además, se observa que los medios construyen su propia versión de un acontecimiento e interpretan la realidad vivida. Así, los medios solo reportan lo visto sin involucrarse con los seres humanos que son víctimas de una tragedia, como el periodista que usa los binóculos para buscar sobrevivientes, y dice haber encontrado personas que piden socorro, pero resulta imposible ayudarlos. El acontecimiento se interpreta para enaltecer las labores de las instituciones y para manipular la fe y la esperanza de las personas a través de la narrativa expuesta y de las imágenes publicadas. En la categoría invisibilidad del dolor, es claro que el acontecimiento no se encuentra presente en la narrativa noticiosa y solo es relacionado a través de un listado de desaparecidos. También Omayra es invisibilizada en su dolor y se hace cada vez más ausente en su existencia, pues las imágenes no muestran sino un espectáculo del dolor de una de las miles de víctimas del desastre. Por último, en el resultado del análisis de la categoría narrativa mediática, se determina que las voces del Estado, la Iglesia y los medios se encuentran en una sola dirección. En este sentido, solo el discurso de apoyo al presidente Betancur es legitimado a través de la narrativa por parte de las instituciones y de los medios. Por tanto, se invisibiliza el dolor de toda la población y se da por sentado que cumpliendo con hacer público los testimonios de las víctimas se visibiliza su propio dolor. Sin embargo, a partir de allí se oculta el sufrimiento y se construye un acontecimiento distinto del que sucedió el 13 de noviembre de 1985, que es visto como una cortina de humo desde el punto de vista político, social y económico.

A continuación se mostrarán algunas de las conclusiones generales de la investigación y el desarrollo teórico de dos de las cinco categorías trabajadas.


Conclusiones

Este apartado se estructura en tres partes. La primera anota las conclusiones generales de la investigación. La segunda expone los aportes teóricos de dos de las cinco categorías trabajadas. Y la tercera presenta algunas reflexiones teóricas acerca del dolor cultural.

De acuerdo con los resultados expuestos, podemos decir que el dolor es individual, es una dimensión personal y es propio de la vida de cada una de las personas. Lo que se haga con él tiene una dimensión social y cultural. Las narrativas de las tragedias mediatizan la configuración social del dolor. Asimismo, afirmamos que el sufrimiento tiene que ver con la relación que tenemos con el dolor. Dado que el sufrimiento trasciende la dimensión corporal del dolor, esto lo convierte en una experiencia de carácter subjetivo. Finalmente, alrededor de las catástrofes y de las tragedias se crea una industria cultural del dolor que aporta a la construcción de memoria de un país y a la construcción emocional de las víctimas de un acontecimiento doloroso. Igualmente, cabe anotar que la industria que se genera alrededor del dolor y el sufrimiento de las víctimas se convierte también en un espectáculo que genera y representa ingresos a las comunidades afectadas.

A continuación, en esta segunda parte de las conclusiones se expondrá los aportes teóricos, de dos de las cinco categorías abordadas en esta investigación.


Invisibilidad del dolor: lo que se oculta ante la mirada de otros

El dolor se vive en silencio y la vida pasa en dolor.
Moscoso

Todo lo que se muestra o aparece lo hace al precio de dejar algo al lado o simplemente ocultarlo. Esto sucede así de un modo particular en la experiencia del dolor, pues, si bien en dicha experiencia algo irrumpe de una manera desconcertante, lo hace concentrando nuestra atención en ello y, al mismo tiempo, oculta todo aquello que no está puesto en el primer plano de nuestra atención, por ejemplo un malestar, un dolor particular en una parte de nuestro cuerpo o una pérdida de un ser querido que obnubila toda nuestra vida. Si bien la relacionalidad del dolor exige su comunicación y su identificación, ello no quiere decir que aquí todo pueda ser comunicado, pues más bien ocurre que la experiencia en cuanto tal permanece a menudo incomunicable. Para ello, las diferentes sociedades crean y establecen distintos códigos, sean estos verbales, corporales o materiales, que sus miembros aprenden a utilizar para acceder a esto indecible. Sin embargo, hay aspectos del dolor que no logran ser expresados mediante dichos códigos y que los medios presentan como inenarrables y se invisibilizan en el acontecimiento cuando este se quiere comunicar. El dolor se expresa a través de la sucesión de escenas y, más en particular, por medio de la ocultación del sufrimiento (Moscoso, 2011, p. 78). ¡Sepultado Armero! La catástrofe es comparada con la ocurrida el 16 de febrero de 1845, miles de víctimas luchan en un mar de fango y ríos desbordados. Asimismo, Omayra no solo solo siente, sufre en su silencio, sino que también se siente observada. Su padecimiento se configura de acuerdo con las expectativas y los juicios de otros (Moscoso, 2011, p. 89). No estamos ante un cuerpo que sufre, sino ante un drama que se construye de acuerdo con elementos simbólicos. Desde este punto de vista, la invisibilidad del dolor depende de la forma en que se construye la experiencia en función de los relatos de los otros (Moscoso, 2011).

Por otro lado, las noticias muestran las diferentes voces del acontecimiento. Así, los científicos afirman que la explosión del volcán es una de las más potentes sucedida en la región, con una área de influencia en la que viven 1.2 millones de personas y que en menos de hora y media inundó Armero.

Igualmente, en otra noticia se determina que la voz de las instituciones se hace presente cuando el titular expresa: "Esperaban evacuar en dos horas a Armero". La noticia asegura que los científicos entran en discusión con las acciones tomadas por el Gobierno. Desde hacia dos meses se sabía que se podía evacuar Armero en menos de dos horas si los reportes hubieran sido escuchados. En la noticia "Plan especial de ayuda a zonas cafeteras afectadas por erupción del Arenas", la voz del Estado se hace presente cuando la explosión del volcán no incide en el desenvolvimiento de la política cafetera, y asimismo el titular de la noticia que indica que "48 mil mercados y 860 toneladas de alimentos a zonas de tragedia" muestra la ayuda del Estado. Además, se realiza un censo de damnificados para mostrar la realidad de quien sufre la catástrofe de una forma poco visible. En la noticia "Sí se dio orden para evacuación de Armero", se informa que ordenaron evacuar Armero dos horas y media después de la avalancha de lodo, con lo cual se busca justificar la tragedia al entregar este tipo de información. En las anteriores noticias, se observa que en la construcción del acontecimiento que hacen los medios se tiene en cuenta más el número de desaparecidos y problemas económicos y financieros de la zona que las propias víctimas de la tragedia.

Se advierte también que la catástrofe se hace invisible cuando existe un silencio, cuando no se informa y cuando la política estatal para la prevención de desastres no existe. Para colocar una tela sobre lo acontecido: "En tan solo dos horas y media se ha podido evacuar Armero", se pretende recurrir a las emociones de las personas, de los espectadores de la tragedia como una estrategia de movilización para lograr el apoyo a las víctimas y resolverles su situación de abandono. Lo anterior nos demuestra que en el drama del dolor el espectador tiene un papel muy importante. De acuerdo con Moscoso (2011), aun cuando asumimos con demasiada celeridad la imposibilidad de compartir experiencias sensoriales, no hay escena de padecimiento que nos resulte indiferente. Así, los sentimientos de compasión, de impotencia, de indignación o de vergüenza que acompañan al dolor de otros provienen siempre de las emociones presentidas. Las noticias muestran los desaparecidos, a la vez que muestran ocultas tras los discursos políticos el dolor de los otros. No importa que el espectador permanezca oculto entre las sombras; está ahí; detrás de los focos, detrás de las cámaras y, más allá todavía, en el fondo de su corazón. Se siente afectado porque no puede sentir o expresar de la misma manera el dolor del otro. Lo anterior no quiere decir que su dolor sea fingido, sino que solo a través de esa lógica interpretativa puede sentirlo como dolor, como una sensación culturalmente significativa (Moscoso, 2011).


Narrativas mediáticas: narrativas del olvido

Los medios de comunicación se convierten en un espacio donde tiene lugar la representación simbólica con mayor alcance en la circulación del conocimiento y en la construcción de la cultura; han sido estudiados como instrumentos de comunicación para tratar de entender cómo es que operan en la interconexión con las personas, para relacionar a las personas con la sociedad y con lo que sucede en su entorno; han sido estudiados desde la configuración de lo público, de la esfera pública en cuanto visibiliza asuntos de interés común; han sido estudiados igualmente como una industria cultural propulsora de mecanismos de control ideológico en la perspectiva marxista de análisis de la economía política de la información para desentrañar los monopolios informáticos y los intentos desde diferentes grupos dirigentes de controlar la información.

No cabe duda de que las noticias se constituyen como el ámbito donde la información visibiliza los diferentes acontecimientos que se suceden en el país. Sin embargo, las noticias no son un espejo de las condiciones sociales, sino un informe de un aspecto que ha sobresalido. Así, la atención es dirigida hacia lo más notable de una forma adecuada para su inclusión planificada y rutinaria como parte de noticias (McQuail, 1985, p. 410). En primer lugar, noticia significa oportunidad, temporalidad, es decir, concierne a sucesos muy recientes y recurrentes. En segundo lugar, las noticias no son sistemáticas, conciernen a sucesos y acontecimientos discretos, y el mundo visto a través de las noticias solo consiste en sucesos inconexos, cuya interpretación no es esencialmente tarea de las noticias. En tercer lugar, las noticias son perecederas, solo viven durante el periodo de actualidad de los sucesos para fines de registro y posterior referencia, las sustituyen otras formas de saber. Asimismo, los sucesos mencionados como noticias deberían ser inusuales o, por lo menos, inesperados, cualidades que resultan más importantes que su verdadero alcance. Además de inesperados, los sucesos de noticias se caracterizan por otros valores informativos que siempre son relativos e implican juicios subjetivos respecto del probable interés de la audiencia. En cuarto lugar, las noticias sirven principalmente para la orientación y dirección de la atención, pero no pueden sustituir el saber. Y, finalmente, las noticias son previsibles.

Igualmente, otro factor que tiene relevancia en el anterior contexto es si los sucesos que constituyen las noticias son visibles o no para el público o para los productores de las noticias. Hall (1973), citado en McQuail (1985), habla de tres reglas básicas de visibilidad informativa: 1) un vínculo con un suceso o acontecimiento, 2) la actualidad y 3) su valor informativo o relación con algo o alguien importante. Por ello, en el relato noticioso, los valores informativos tienden a preferir sucesos referidos a individuos y países de prestigio y acontecimientos negativos. Se considera que los sucesos ricos en dichos valores suscitan el mayor interés en las audiencias; además esos valores cumplen requisitos de selección. Los sucesos negativos, por ejemplo las catástrofes, las matanzas y los delitos, se suelen ajustar a la programación de la producción, son inequívocos y pueden ser personalizados (McQuail, 1985). El material que comprenden la mayoría de las entrevistas, noticias y documentales está editado e integrado dentro de una construcción audiovisual que difiere en cierta medida de cómo suceden los acontecimientos en realidad. Los acontecimientos experimentados a través de los media están alejados espacialmente de los contextos habituales de la vida cotidiana, son construidos en la narrativa noticiosa y distan del acontecimiento ocurrido (Thompson, 1998).

No cabe duda que el siglo XX es un siglo marcado por el dolor, las narrativas mediáticas del horror maceraron el ojo de los consumidores de los medios masivos de comunicación con la dramatización extrema y la espectacularización de los acontecimientos de la guerra, la violencia y la pobreza, la exhibición de la barbarie y muerte, que de manera tramposa se han erigido como uno de los motores de transformación social. El dolor encarnado en las imágenes de la violencia en Colombia y de las tragedias que se denominan como naturales, los terremotos, las erupciones volcánicas, las inundaciones, hacen parte de ese catálogo del dolor narrado mediáticamente. Evidentemente, los medios de comunicación dejan por fuera la experiencia vivida, comprendida como la experiencia tal y como la vivimos en el transcurso de la vida cotidiana. La experiencia mediática es la que adquirimos a través de la interacción (Thompson, 1998), lo que produce el sentido que se comparte con los otros en contexto, y genera ese otro acontecimiento que es el que se narra, pero que no alcanza a dar cuenta del fenómeno completo, dejando vaciado el acontecimiento, despojándolo de sentido en cuanto fenómeno vivido y experimentado en la propia vida, pero reconfigurado en el relato periodístico.

Ahora bien, dentro del marco interpretativo, es muy revelador respecto del tipo de sucesos que más probabilidades tienen de ser recogidos como noticia y también implícitamente sobre los que serán omitidos. En cuanto a las noticias nacionales, es del todo plausible que la presencia o ausencia de atención informativa dependa tanto de factores políticos y económicos como de valores informativos de quienes seleccionan las noticias y del valor informativo atribuido a los sucesos. Por ello, se determina cierta tendenciosidad informativa (McQuail, 1985).

Es evidente que existe una diferencia entre dos concepciones diferentes del proceso de producción de noticias, la que separa la visión periodística sensata de la teoría mediática. La visión desde los media hace hincapié en la naturaleza sensible a la realidad de las noticias, mientras que el punto de vista teórico recalca el carácter estructurado y autista del proceso de selección de noticias (McQuail, 1985). Los medios solo se permiten contar una sola parte de la historia.

Como ejemplo de ello, entre las noticias en las que la voz de las instituciones se oculta tras el discurso mediático, se encuentra "Había recomendado evacuar la represa", puesto que geólogos de la Corporación Autónoma Regional del Tolima (Cortolima) recomendaron dos meses antes de la tragedia la construcción de un canal de fuga, para evacuar un millón de metros cúbicos, que, de haberse realizado de manera preventiva, se hubiera evitado la destrucción de Armero con una población de 21 650 habitantes. En otra noticia que hace referencia a lo anterior, "Reseña sobre Armero del 'Agustín Codazzi'", se hace una breve descripción de la constitución geográfica y se justifica desde allí el por qué Armero sufrió tantas pérdidas materiales y humanas. Como se observa, el acontecimiento se ha ido construyendo de acuerdo con la narrativa de los medios de comunicación y así la información evidencia el silencio institucional. La noticia "El Ruiz se estaba inflando", da a conocer la información que los científicos hicieron sobre la catástrofe, cuyos reportes fueron entregados meses antes y fueron catalogados sin importancia.

En este sentido, Wolton (1992) afirma que la información no es un dato bruto, sino el resultado de la intervención de un individuo que, en el caos de los acontecimientos, de los hechos, decide seleccionar uno o varios y hacer de ellos una información, y en la palabra información está evidentemente la noción de 'forma y formación de la realidad', porque nunca es réplica de lo real, sino una interpretación, una elección, una censura permanente de la realidad. A manera de ejemplo, las noticias "SOS !El norte del Tolima en peligro!", que dice que el informe entregado por científicos se cumplió al pie de la letra, resulta paradójico, porque si el artículo se hubiera leído con atención, la catástrofe se hubiera podido evitar. La noticia "El Gobierno previene sobre la posibilidad de más deshielo" informa con un carácter presumiblemente preventivo sobre un segundo deshielo, y que por tratarse de una información posterior a la tragedia no ayuda a la comprensión de lo acontecido y tampoco cumple con la función de alertar a la población afectada, con lo cual genera una desinformación generalizada. De esta manera, se observa a través de las anteriores noticias que la información que tenía que ser entregada y comunicada antes de la tragedia muestra cómo los medios construyen un acontecimiento independiente de lo sucedido.

En este sentido, las narrativas del dolor constituyen en sí mismas un acontecimiento que tiene que ver con lo acontecido, pero que no es precisamente lo acontecido. Ya desde el análisis del discurso semiótico, Verón, retomando a Barthes mediante el método dialéctico construye el proceso para entender cómo desde el desglose de los textos es posible introducirse en los sentidos profundos de lo que se cuenta. Aquí se retoma esa irreemplazable frase veroniana que en lo narrado se construye el acontecimiento en las palabras que se utilizan, en las maneras como hila una palabra a la otra y al texto completo (Verón, 2002 [1981]). De igual manera, la perspectiva psicoanálitica también aporta en la comprensión de cómo se construye lo otro, o como dice Roelens (2009) desde Lacan, el discurso del otro, cómo desde una secuencia una generación transmite sus valores a otra, las experiencias de los hijos se enriquecen con las historias de los padres, pero a la vez son los hijos los encargados de representar de una nueva manera sus propias experiencias. La contracultura resulta ser la manera como la humanidad se renueva y se fortalece para mantenerse activa, vigente. El inconsciente, dice Freud (1979 [1908]) es la manera como el saber pasa de una generación a otra los aprendizajes y las experiencias. Estos se consolidan en narrativas orales, escritas, proxémicas, visuales, audiovisuales que se comparten históricamente de acuerdo con la manera como los seres han interactuado. Sin embargo, y con el ánimo de hacer una aproximación hacia la comprensión de las narrativas del dolor en los medios de comunicación, la perspectiva que desde aquí se quiere abordar no es precisamente la semiológica, tampoco la psicoanalítica, aunque aportan inexorablemente; se busca es analizar la construcción de los acontecimientos desde una fenomenología de lo representado de la propia experiencia humana del dolor.

El periodismo de la década de 1980 en Colombia convoca formas narrativas de tipo noticioso, que transitan entre el cubrimiento de los acontecimientos desde la objetividad, con lo cual se intenta dar una mirada neutral con un discurso imparcial acerca de los sucesos. Desde una mirada treinta años después, estos relatos periodísticos resultan ser una fuente directa desde dónde entender cómo se configura la realidad para, a partir de allí, comprender a la sociedad. El tono dramático es propio para narrar una tragedia y que se enuncia desde el lugar de la víctima, tono que convierte a las personas en víctimas, y se puede pensar que es apropiado en cuanto no hay otra manera de hacer comunicable la vivencia del dolor. Ahora bien, el periodismo de la década de 1980 no solo es carente porque muestra de manera sesgada, sino que también es responsable porque ha suprimido por completo de su narrativa la integralidad del dolor, las historias de los sufrientes, tomar una posición confrontadora ante las decisiones del Estado; no hay seguimiento a los acontecimientos, no se devela lo que está detrás de los titulares o de las cifras. Este es un momento histórico en el que la comunicación ha empezado a pensarse desde perspectivas complejas a partir de la relación de los medios con la cultura; sin embargo, aún los medios apenas entienden el periodismo como una herramienta de información que invade desde los titulares e imágenes repetidas el procedimiento de informar unas cosas y de acallar otras.

Evidentemente, la realidad social de los individuos en el mundo contemporáneo es construida por hechos noticiosos que tejen los acontecimientos interpretados por los medios de comunicación. Por ello, los medios de comunicación han creado lo que podríamos llamar la experiencia mediática; nuestra percepción de que el mundo existe más allá de la esfera de nuestra experiencia personal y de que la percepción de nuestro lugar en el mundo está cada vez más mediatizada por las formas simbólicas. Por tanto, la narrativa noticiosa deberá estar articulada a la experiencia vivida y a la interacción que se sucede con el otro y su mundo y, por supuesto, con el dolor que se sucede en las comunidades afectadas por las catástrofes naturales.

En definitiva, los dolientes son personas que encarnan en sus rostros y en sus súplicas a Dios la impotencia de verbalizar una mejor comprensión de la tragedia en un ¿qué será de nosotros?, que se proyecta en una voz que al tiempo que grita se representa en una instancia donde ya nada ni nadie puede responderle por qué se acepta la desgracia como fatalidad, como si fuera un castigo divino al que se resigna y acepta con reclamos estériles, infecundos porque así resulta la respuesta de la sociedad, de las políticas de turno totalmente inconsistentes con la verdadera necesidad a suplir. Igualmente, las narraciones noticiosas configuran la tragedia desde este confuso constructo entre realidad vivida y realidad imaginada, en cierto sentido la narración hace las veces de conjuro que resulta muy efectivo para convertir la tragedia vivida en algo intangible, en una fatalidad como castigo, en la que el compromiso resulta ser individual, cada ciudadano actúa, se compromete. Pero estas narrativas periodísticas sobre la tragedia de Armero también generan un desentendimiento de las responsabilidades por atender estructuralmente, la traducción de la tragedia en fatalismo legitima y cobija las decisiones administrativas y políticas que se enfocan en soluciones inviables y en normas, como la exención de impuestos para las víctimas cuando los terruños han desaparecido literalmente, así como en la decisión de acabar con Armero; allí donde literalmente hay ruinas se quiere despojar también el nombre. Al dolor más dolor. El drama noticioso es una narrativa que llega directamente a las emociones, le llega al espectador por afectividad con las víctimas del dolor que se representa en estas fórmulas escriturales; así el que observa no está ahí tan solo para mirar, sino también para contar (Moscoso, 2011). Los cuerpos enlodados, la muerte palpable, fotografiada y conducida al relato mediático, configuran el fatalismo y, con ello, la nulidad del ser.

La comprensión del dolor que de estos relatos se obtiene se da por la acumulación y la repetición de las imágenes. Así el deceso de Omayra, representado en una figura indefensa, el cuerpo de una niña enterrada en vida que espera morir expresándole amor al mundo ante las cámaras, construye la metáfora del sufriente encarnado, de la niña predestinada por los medios a encarnar el dolor de los armeritas, lo cual determina que existe una conexión entre las emociones ajenas y las sensaciones propias (Moscoso, 2011). Además construir la fatalidad es la manera como se ejerce el duelo colectivo, pero es un proceso subrepticio, no acordado por todas las partes, sino acuñado por los medios de comunicación, la decisión de que sea Omayra y no otro objeto de su deseo de comunicar la tragedia de la humanidad que le ha tocado esta vez a un pueblo a los pies del volcán. Destino, suerte, ¿por qué a nosotros, Dios? ¿Por qué? Preguntas con respuesta implícita, con resignación cristiana que encubre una comprensión profunda. "La metáfora del Jesucristo es indispensable en el melodrama" (Monsiváis, 2000, p. 231); nada distante de lo que el periodismo acude: dolientes resignados que encarnan los procesos vitales de lo humano, que subsume la realidad a lo intangible e inasible, que subvierte el orden del pensamiento en ficciones de lo real; en Omayra, que es un ser real con historia de vida densa, se recorta a su instante de agonía eterno, en su rostro se construye una realidad ficcionada. Instante eternizado por el relato repetido día tras día a la espera de un desenlace casi deseado para que ya no sufra, para que no nos haga sufrir más, para que se cierre con su muerte la muerte de un pueblo y se inicie el duelo de Armero sin ni siquiera haber conocido densamente qué fue de Armero. Se inicia así un duelo, que aún hoy no termina. Así, por la vía de un símbolo convertido en la historia, se acude a informar sobre Armero, es Omayra el símbolo que facilita el intercambio de sentidos entre la vida y la muerte en esta tragedia, entre lo real y lo construido, así la tragedia pasa a la historia como una catástrofe natural que afectó a miles de personas y desapareció a un pueblo entero. Las noticias no han dejado ver la verdadera dimensión del acontecimiento, las zonas ocultas de los cientos de niños desaparecidos, los miles de armeritas a la espera de una respuesta que no llega.


Epílogo: aproximaciones teóricas al dolor cultural

A continuación, presentamos algunas aproximaciones acerca de las reflexiones que se desprenden del dolor cultural como soporte teórico y de análisis del significado del dolor en contextos culturales.


El dolor y el sufrimiento: su significado en contextos culturales

El sufrimiento siempre tiene lugar en un contexto históricamente dado en el que se amalgama lo biológico y lo cultural. Además, se encuentra también inmerso en las prácticas sociales, las cuales incorporan ideas, técnicas, doctrinas, expectativas, costumbres y conocimientos, con diferentes normas o costumbres insertas en ellas (Madrid, 2010, p. 106). Vemos, entonces, que el sufrimiento no es un fenómeno aislado; al contrario, los significados aportados a las experiencias del dolor tienden a mantener relaciones de coherencia entre sí y con otros significados con los que interactúa en su propia cultura.

Existen fenómenos en la vida de los hombres, como las calamidades y las catástrofes, que los muestran como seres sufrientes. Ante los diversos acontecimientos, no es fácil encontrar asentamiento o aprobación de manera simple, pues siempre se rechazan aquellas afirmaciones que sostienen que las calamidades y las catástrofes son algo constitutivo del mundo y del destino histórico (Cardona, 2013, p. 13). Según este autor, es un hecho que la propia cultura, la experiencia individual y su sentimiento particular afectan, con relativa frecuencia, a aquel que quiera juzgar la gran multiplicidad de calamidades presentes en el mundo, a primera vista inabordables, cuya frontera se extiende no solo en el espacio, sino también en relación con el tiempo. No cabe duda de que el dolor es individual. Su experiencia es única. Nadie puede sentir el mismo dolor del otro. Su sufrimiento se convierte en su propio calvario, puesto que su forma de vivirlo particulariza su identidad. Existe una simpatía por el dolor del otro. La comunidad se une al otro doloroso por querer compartir una parte de él. Solo es a través de la comunidad de otros que el dolor existe.

Evidentemente, el dolor no es un simple flujo sensorial que invade al hombre, sino una percepción que relaciona el mundo del individuo, sus significados, sus símbolos y la experiencia acumulada en relación con él. Así, el dolor es una experiencia forzosa y violenta de los límites de la condición humana, inaugura un modo de vida, un encarcelamiento dentro de sí que apenas da tregua (Le Breton, 1999, p. 33). Por ello, cuando se habla de la comunidad, esta se construye alrededor del dolor, constituyendo en su narrativa su propia historia y memoria colectiva.


La cultura visual del dolor

Nos encontramos sumergidos en una cultura visual que expresa el dolor bajo representaciones simbólicas a través de los rituales culturales. La teatralización del dolor transforma la emoción en narrativa, y es a través de su relato que el dolor adquiere una dimensión de angustia y de desconcierto ante la realidad que se construye en su propia escenificación. Por esta razón, los observadores de los acontecimientos adquieren una relación compleja con lo que se ve y el suceso que lo atraviesa. Es una cultura mediada por lo visual y su representación narrativa convierte al dolor en una estrategia de marketing de los medios para mostrar la desnudez del interior de las víctimas. Evidentemente, los medios de comunicación construyen los acontecimientos que suceden a diario. Informan parcialmente los hechos y, a partir de su mera opinión, hacen de la opinión pública sus aliados para vender las emociones de las propias víctimas.


El dolor se invisibiliza en la propia narrativa de los medios

Todo lo que se muestra o aparece lo hace al precio de dejar algo al lado o simplemente ocultarlo, lo cual sucede así de un modo particular en la experiencia del dolor, pues, si bien en dicha experiencia algo irrumpe de una manera desconcertante, lo hace concentrando nuestra atención en ello y, al mismo tiempo, oculta todo aquello que no está puesto en el primer plano de nuestra atención; por ejemplo, un malestar, un dolor particular en una parte de nuestro cuerpo o una pérdida de un ser querido que obnubila toda nuestra vida. Si bien la relacionalidad del dolor exige su comunicación y su identificación, ello no quiere decir que aquí todo pueda ser comunicado, pues más bien ocurre que la experiencia en cuanto tal permanece a menudo incomunicable. Para ello, las diferentes sociedades crean y establecen diferentes códigos, sean estos verbales, corporales o materiales, que sus miembros aprenden a utilizar para acceder a esto indecible. Sin embargo, hay aspectos del dolor que no logran ser expresados mediante dichos códigos y que los medios presentan como inenarrables y se invisibilizan en el acontecimiento cuando este se quiere comunicar. Así, la interacción mediada supone una ruptura subjetiva con las emociones, como el miedo, el horror, el dolor y el sufrimiento. Igualmente, las cámaras muestran solo un registro de la tragedia, y dejan tras sí el ser doliente.


El dolor es político

Este se convierte en la cortina de humo para encubrir los problemas económicos, políticos y de corrupción de un Estado. Podemos decir que el cuerpo de la víctima es escenario, arma y estrategia política. A través del escenario estructurado, se in-visibiliza a la vez el dolor de la propia víctima, así como a los desaparecidos de la toma del Palacio de Justicia sucedida una semana antes de la tragedia de Armero. El escenario así expuesto hace referencia indudablemente al aquí y ahora, al dolor presencial de la víctima, pero también a la vez construye memoria de un presente. El escenario completa el proceso político que se oculta. En definitiva, convertir el dolor personal en un duelo público y colectivo le confiere un estatus político, una herramienta o estrategia que surge con la ayuda de los medios de comunicación. De esta manera, visibilizar el dolor es darles un estatus destacado a las víctimas en la atención pública, por lo menos hasta que lo espectacular de la noticia pierda prioridad.

Por último, esta investigación pretende dejar abierta la posibilidad de pensar la narrativa de los medios de comunicación en relación con el dolor y el sufrimiento de las víctimas de las catástrofes, de las masacres, del holocausto, del genocidio y de los acontecimientos que marcan al hombre y su mundo.



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