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Palabra Clave

versión impresa ISSN 0122-8285

Palabra Clave vol.20 no.1 Chia ene./mar. 2017

https://doi.org/10.5294/pacla.2017.20.1.1 

Editorial

Del intelectual del mundo líquido o del hereje consagrado: reflexiones sobre Zygmunt Bauman

From an Intellectual of the Liquid World or Consecrated Heretic: Reflections on Zygmunt Bauma

Do intelectual do mundo líquido ou do herege consagrado: reflexões sobre Zygmunt Bauman

Daniel E. Aguilar-Rodríguez1 

1 Universidad Externado de Colombia, Colombia. daniel.aguilar@uexternado.edu.co


Pocos intelectuales han logrado trascender las barreras del limitado y limitante mundo académico y alcanzado con sus ideas a un público más amplio y no necesariamente especializado, como lo hizo el polaco Zygmunt Bauman, cuya diáspora que comenzara ante la emergencia del nazismo terminó en 2017 con la única certeza que tiene el ser humano: la muerte.

Propuso categorías que daban cuenta de una búsqueda constante del ser humano por controlar la configuración de estructuras sólidas que fuesen confiables y que hicieran del mundo algo predecible, manejable (Beilharz, 2000). Factores que permitieran lograr orden, estabilidad, seguridad, continuidad. Una sociedad centrada en el trabajo. Pero, sobre todo, conceptualizaciones fuertes que evidencian la transformación en una modernidad que denominó líquida, donde la certeza de la incertidumbre invita al fluir de la movilidad, la discontinuidad, la relatividad, la diversidad y el consumo se entiende como centro cognitivo y moral, integrador del sujeto con el sistema en que se inscribe.

El tránsito de una sociedad centrada en el trabajo a una fundamentada en el consumo ahondó profundamente la brecha entre ricos y pobres y dio paso a procesos de exclusión que denominan parias, residuos, incluso desechos a aquellos sujetos que no hacen parte directa de la cadena de consumo y cuya manutención resulta costosa para el resto de los sujetos (Bauman, 2005b). Procesos que legitiman la exclusión y, en algunos casos, la eliminación de residuos, en función del costo económico, y que se evidencia con los habitantes de calle, los migrantes, las madres solteras, los ancianos, los niños, los enfermos.

Al igual que varios de los reconocidos pensadores del siglo XX, Bauman estuvo marcado por su origen judío en una Europa donde crecía con fuerza un sentimiento antisemita, combustible de una ideología impositiva, totalitarista, estratificadora, excluyente del otro, del diferente; resultado inevitable de una modernidad que quiso imponer su "razón" y su modelo y negar al otro al diferente, al diverso, y que sometió al sujeto a las formas más grotescas de control, donde la libertad como concepto carecía de sustento en el mundo de la vida.

En un principio, Bauman contó con una fuerte influencia del marxismo en su vida personal, profesional y académica, que se refleja en sus primeras obras, muy cercanas a la sociología clásica, pero se distanció de este al proponer una sociología de la posmodernidad, no posmodernista, que centrara su aproximación al mundo de la vida en el cuestionamiento de procesos de una modernidad que evidenciaba fallas y grietas en su desarrollo. Que surgiera de la idea de la emancipación del ser humano a partir de la búsqueda de la razón, pero que derivara en una suerte de proyecto, más que estructurante, homogeneizador, facilitador de la imposición de ideologías dominantes y de la legitimación de la distribución desigual de la riqueza y el poder.

Las fallas que presenta el proyecto de modernidad invitan a cuestionarlo y proponer en momentos categorías que se distancian de la doxa y las convenciones propias de la disciplina clásica de la sociología, para la consolidación de un modelo teórico que dé cuenta de nuevas realidades. Esto permitió que sus ideas trascendieran el ámbito de una comunidad científica, cerrada y excluyente, y que alcanzara a un lector lego, con preocupaciones fundamentadas en su vida y quehacer cotidianos.

La necesidad de una sociología de la posmodernidad radica en que esta trae consigo multiplicidad de subjetividades y narrativas que ponen en jaque la uniformidad, dificultan el control y cuestionan la estabilidad del sistema impuesto y diseminado de forma hegemónica. Evidencia unas "realidades" que demandan mayores libertades para los individuos, aunque ello signifique menor seguridad. Se relativizan entonces elementos fundamentales del control y el orden. La ética y los patrones morales devienen discursos debatibles ante la emergencia de nuevas circunstancias y actores sociales. Ante la multiplicidad de escenarios se diluye la solidez de las estructuras sociales y formas de control que apuntaban a la estabilidad y el orden.

Vivir de acuerdo con la naturaleza supone necesitar un buen número de tentativas de diseño y de organización y de control vigilante. Nada más artificial que la naturalidad; nada menos natural que pedir clemencia uno mismo a las leyes naturales. (Bauman, 2005a, p. 27)

La desigualdad y la inequidad de los sistemas sociales devienen una preocupación fundamental en la obra de Bauman, quien considera que estos evidencian unos de los resultados más perversos de un modelo impositivo, uniformador y excluyente. Una modernidad fundamentada en el diseño, la manipulación, la dirección, la ingeniería y en todo aquello que represente la posibilidad de orden y control en un mundo de la vida, cuya característica primaria es la certeza única de la incertidumbre. "Hoy, únicamente podemos albergar dos certezas: que hay pocas esperanzas de que los sufrimientos que nos produce la incertidumbre actual sean aliviados y que sólo aguarda más incertidumbre" (Bauman, 2007, p. 33)

Es, precisamente, en esa relación con la incertidumbre que el proyecto de la modernidad da juego a la ambivalencia caos-orden que excluye la diversidad y reduce el todo a un sistema dicotómico entre un deber ser controlado, diseñado, seguro, estable, en oposición a un caos inseguro, inestable, incierto. Para Bauman, existe una "propensión natural hacia el orden en las actividades humanas, llevándole a señalar que los actores sociales son constructores de límites, porque es a través del ordenar, que para los individuos su mundo adquiere sentido" (Marotta, 2002, p. 38).1 Así pues, el orden, como factor inherente al ser humano, se convierte en una categoría para comprender sociedades premodernas y modernas.

Con la emergencia de la modernidad líquida (Bauman, 2009a), y todos los subproductos que vinieron después, plantea que los elementos sólidos que mantuvieron el proyecto moderno se han diluido y dieron paso al fluir casi líquido e informe de una sociedad en la que la flexibilidad, la discontinuidad y la relatividad emergen como categorías determinantes para comprender comportamientos sociales contemporáneos. La búsqueda y garantía de las libertades, en detrimento de la seguridad y el control, la emergencia y el fortalecimiento de la individualidad y la desregularización, la flexibilización y la relativización de procesos en pro de dichas libertades. Procesos como la tercerización del trabajo, el crecimiento vertiginoso de los medios sociales y el uso de tecnologías de la comunicación como elementos mediadores de la realidad dan cuenta de una fractura en la propuesta moderna tradicional. Una fractura que solo puede darse en un cuerpo sólido.

"Derretir los Sólidos" significaba, primordialmente desprenderse de las obligaciones "irrelevantes" que se interponían en el camino de un cálculo racional de los efectos, tal como lo expresara Max Weber, liberar la iniciativa comercial de los grilletes de las obligaciones domésticas y de la densa trama de los deberes éticos. (Bauman, 2009a, p. 10)

Conceptos como el amor y la vida adquieren un matiz diferente ante la revisión del modelo moderno. Ya no se trata de interpretaciones unívocas, verticales e idealizadas que dan paso a la experiencia y a la construcción del concepto en función de esta. Ya no existe una apropiación única del amor estable como un fin, sino que se convierte en un temor. Elementos que significan seguridad devienen formas de control y estatismo generadores de mayor incertidumbre. El amor, como otras experiencias, pasan por el cuerpo de los sujetos y se relativiza. Su experiencia se ve mediada por artificios que generan nuevas narrativas del amor como una experiencia sensorial que fragiliza el desarrollo de vínculos emocionales entre las personas (Bauman, 2009b).

La vida, como el asumir la existencia en la cotidianidad, adquiere también características diferentes, por cuanto no se sustenta estrictamente sobre el trabajo del sujeto y abre las posibilidades a no tener una trayectoria preestablecida (Bauman, 2005c), sino que da paso a la experimentación, al miedo, pero también a la desidia y la displicencia frente a aquello que nos genere incertidumbre. Se transita de lo estable, seguro y duradero en la vida, a la vertiginosidad de vivir ante las certezas de no saber cuándo llegará la muerte.

El tardío Bauman exploró la manera como los seres humanos estamos estableciendo nuevas formas de comunicación. Los medios sociales se han convertido en factores determinantes en la forma de interactuar y socializar. Pero también han mediado la concepción de mundo de los sujetos, quienes no solo se reconfiguran a sí mismos en estos, sino que reconfiguran su entorno y contexto, no solo geográfico e histórico, sino ideológico, a partir del tejido de las redes sociales. Mediaciones a través de las cuales el ser humano se engaña a sí mismo y construye un mundo artificial, a imagen y semejanza propia del sujeto, quien en la búsqueda por la unicidad termina por uniformar, nuevamente, su pensamiento con unos pares escogidos a fin de legitimar sus ideas y su existencia. Asimismo, trató de modo diagnóstico los llamados movimientos de indignados, a quienes consideró, de forma acertada, como movilizaciones transitorias, de gran impacto mediático, pero que se diluirían y darían cuenta de esa liquidez que venía señalando en su obra, por tratarse de organizaciones inmediatistas, coyunturales, pero carentes de una organización que permitiese lograr la continuidad, permanencia, seguridad y estabilidad determinantes para el logro de un proyecto específico.

Para finalizar, no queda más que agradecer a Zygmunt Bauman por sus postulados teóricos, los debates, por meter el dedo en la llaga de los feudos académicos y por su voluntad para acercarse al ser humano, no solo como un investigador incansable que se acerca al objeto-sujeto de su búsqueda por el conocimiento, sino por su capacidad de exponer de manera clara y asertiva ideas que trascienden la rigidez de las disciplinas e invita a discusiones más amplias e incluyentes.

Referencias

Bauman, Z. (2005a). Modernidad y ambivalencia. México: Anthropos. [ Links ]

Bauman, Z. (2005b). Vidas desperdiciadas: la modernidad y sus parias. Barcelona: Paidós. [ Links ]

Bauman, Z. (2005c). Vida líquida. Barcelona: Paidós . [ Links ]

Bauman, Z. (2007). En busca de la política. México: Fondo de Cultura Económica. [ Links ]

Bauman, Z. (2009a). Modernidad líquida. México: Fondo de Cultura Económica . [ Links ]

Bauman, Z. (2009b). Amor líquido: acerca de la fragilidad de los vínculos humanos. México: Fondo de Cultura Económica . [ Links ]

Beilharz, P. (2000). Zygmunt Bauman: Dialectic of Modernity. Londres: SAGE. [ Links ]

Josetxc, B. (comp.) (1996). Las consecuencias perversas de la modernidad: modernidad, contingencia y riesgo. México: Anthropos . [ Links ]

Marotta, V. (2002). Zygmunt Bauman: Order, strangerhood and freedom. Thesis Eleven, 70 (1), 36-54. [ Links ]

1Traducido del original en inglés por el autor del presente texto.

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