SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.8 issue23The Peronist populism: rural masses and local leaders. An unexplored linkSocial opposition to the dictatorships of the Southern Cone. The "new unionism" Argentina and Brazil in the 70s, including union opposition and revolution author indexsubject indexarticles search
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

Related links

  • On index processCited by Google
  • Have no similar articlesSimilars in SciELO
  • On index processSimilars in Google

Share


Historia Caribe

Print version ISSN 0122-8803

Hist. Caribe vol.8 no.23 Barranquilla July/Dec. 2013

 

Artículo de investigación científica

La gubernamentalidad peronista (1943-1955). Un abordaje figuracional*

Charisma and bureaucracy in the peronism government (1943-1955). A figurational approach

A governamentalidade peronista (1943-1955). Uma abordagem figuracional

La gouvernementalité péroniste (1943-1955). Une approche figurationnelle

Luis Ernesto Blacha

Investigador asistente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET)-Centro de Estudios de Argentina Rural CEAR (Argentina) y profesor de la Universidad Nacional de Quilmes (Argentina) y de la Universidad Virtual de Quilmes (Argentina). Correo electrónico: luisblacha@gmail.com. El autor es Licenciado en Sociología de la Universidad de Buenos Aires (Argentina), magíster en Ciencia Política del Instituto de Altos Estudios Sociales de la Universidad de San Martín (Argentina) y doctor en Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (Argentina). Entre sus publicaciones recientes tenemos: "El Estado interventor y el 'control social'1. El caso de la liga patriótica argentina (1930-1943)", Pilquen - Sección Ciencias Sociales, Volumen 14 (2011) y "El poder: continuidades y rupturas. Una aproximación a la teoría de Norbert Elias para las sociedades 'nuevas'", Sociedad y Discurso, No. 20 (2011). Entre sus líneas de investigación se encuentran los temas de teoría sociológica clásica y contemporánea, sociología política, sociología de la cultura, análisis sociológico de hechos históricos (Argentina 1930-1955), Clases altas y Elites.

* El presente artículo es resultado del proyecto de investigación "Relaciones de poder, carisma y estructuras administrativas en la Argentina peronista (1943-1955)"; financiada por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas CONICET (Argentina) y Universidad Nacional de Quilmes (Argentina).

Para citar este artículo: Luis Ernesto Blacha, "La gubernamentalidad peronista (1943-1955). Un abordaje figuracional", Historia Caribe 23 (Julio-Diciembre): Vol. VIII N° 23, págs. 89-116.

Esta publicación está bajo una licencia Creative Commons Reconocimiento-Compartir Igual 3.0

Recibido: 30 de noviembre de 2012 Aprobado: 15 de febrero de 2013 Modificado: 30 de marzo de 2013


Resumen

Este artículo estudia desde una perspectiva sociológica el fundamento del orden social que sostiene el gobierno Juan Domingo Perón entre 1943 y 1955 a través de una original combinación de carisma y burocracia que media la relación entre gobernantes y gobernados. Este análisis utiliza los procesos de psico y sociogénesis como herramientas de la sociología figuracional para dar cuenta de la gubernamentalidad peronista.

Palabras clave: poder, carisma, burocracia, sociología figuracional.


Abstract

This paper studies from a sociological perspective, the social order in Juan Peron government between 1943 and 1955 through a combination of charisma and bureaucracy that mediates the relationship between rulers and ruled. This analysis uses psycho and socialgenesis processes as theorical tools of the figurational sociology to account Peronist governmentality.

Key words: power, charisma, bureaucracy, figurational sociology.


Resumo

Este artigo estuda do ponto de vista sociológico do fundamento da ordem social que mantém o governo de Juan Domingo Perón entre 1943 e 1955 através de uma original combinação de carisma e burocracia que medeia à relação entre governantes e governados. Esta análise utiliza os processos de psico e sociogênese como ferramentas da sociologia figuracional para dar conta da governamentalidade peronista.

Palavras-chave: poder, carisma, burocracia, sociologia figuracional.


Résumé

Cet article étudie dès une perspective sociologique le fondement de l'ordre social du gouvernement de Juan Domingo Perón entre 1943 et 1955 obéissant à une combinaison originelle de charisme et bureaucratie qui médiatise la relation entre gouvernants et gouvernés. On utilise les processus de psico et sociogénèse en tant qu'outils de la sociologie figurationnelle pour rendre compte de la gouvernementalité péroniste.

Mots-clés: pouvoir, charisme, bureaucratie, sociologie figurationnelle.


Presentación

El Estado dirigista, planificador y nacionalista del peronismo supone -como en otros populismos latinoamericanos- una transformación en las relaciones de poder imperantes en la Argentina de la década de 1940. Las estructuras administrativas y el vínculo entre gobernantes-gobernados sufren modificaciones con la revolución de los coroneles -el 4 de junio de 1943- y las elecciones del 24 de febrero de 1946 que consagran a Juan Domingo Perón como Presidente. Estos cambios se pueden analizar a través de las herramientas acuñadas por la sociología figuracional de Norbert Elias. En el caso argentino, se identifica un desarrollo de los procesos de psico y sociogénesis desde el primer Centenario de la Revolución de Mayo de 1810, cuando en 1910 se conforma un contexto donde se inscriben, interpelan y modifican las interacciones de poder. En esta perspectiva analítica, el peronismo -que ha merecido especial atención por parte de la historiografía-1 puede ser interpretado como una resignificación de la asimetría característica de la relación entre quienes gobiernan y aquellos que son gobernados. Esta interdependencia fundamenta el orden social en la canalización privilegiada de las demandas de los trabajadores descamisados, que en la Argentina encarnan al peronismo histórico, a través de una combinación entre la ampliación de las estructuras estatales y el carisma que caracteriza el vínculo de Perón, los sectores obreros.

Este artículo estudia desde la perspectiva sociológica, la interdependencia entre carisma y burocracia como fundamento del orden social que consolida el peronismo clásico (1943-1955) y expresión de la gubernamentalidad entendida como la constitución de sujetos desde el Estado. A través del vínculo que esta administración gubernamental establece con el pueblo trabajador peronista, se convierte en un interlocutor que también fundamenta la asimetría propia de la interacción gobernantes-gobernados. El análisis del pueblo como un actor políticamente conformado, permite establecer novedades y continuidades en la estructura administrativa peronista, mientras se consolida un nuevo fundamento del orden social argentino. Es una propuesta teórico-sociológica que pueda complementar y aumentar los estudios históricos de este singular período de la historia argentina, que también se produce en otros populismos latinoamericanos (como es el caso de, por ejemplo, México y Brasil).

1. La sociología figuracional y las relaciones sociales de poder

La sociología que desarrolla Norbert Elias es un estudio cultural de amplio alcance temporal y geográfico, donde el contexto o configuración tiene una importancia explicativa central2. Esta perspectiva es una alternativa al determinismo marxista y al estructural funcionalismo parsoniano, en tanto interpreta a las sociedades como un proceso de constante transformación. Este abordaje permite identificar una trayectoria delimitada en la interacción social que se vincula con los cambios en la representación que los sujetos hacen de sí mismos. Esta reconstrucción de un camino social de escala occidental, no excluye momentos de tensión y el propio Elias advierte sobre la imposibilidad de una teoría evolucionista que de cuenta este proceso que es caracterizado como civilizatorio.

Luego de defender su tesis doctoral en filosofía kantiana, Norbert Elias estudia sociología en 1925 bajo la dirección de Alfred Weber3. La diferenciación entre cultura y civilización que propone Weber será el punto de partida para el desarrollo de la sociología figuracional. La cultura supone productos estáticos como obras finalizadas, mientras que la civilización se refiere a un proceso de integración que abarca distintas culturas e identidades nacionales. La amplitud característica de la civilización es resultado de su constante movimiento, que constituye aquellos elementos culturales que posibilitan las interacciones sociales. Su carácter transformador se produce sin un plan previo, aunque, sin embargo, sigue un orden peculiar4. En este sentido, el sociólogo contemporáneo Niklas Luhmann advierte que la civilización y sus consecuencias son un producto de la diferenciación de las prestaciones comunicativas del hombre desde sus condiciones naturales5. Este carácter diferenciador tiene una importancia destacada en las transformaciones sociales que, a su vez, también lo modifican.

El carácter dinámico de las interacciones sociales igualmente supone cierto grado de indeterminabilidad que varía según la cantidad de individuos que son interpelados. Esta incertidumbre nunca desaparece del todo y debe ser interpretada como una característica constitutiva de lo social, que permite a la sociología figuracional contemplar la posibilidad de momentos de descivilizados. En la obra de Elias se identifican influencias del análisis de la estructura del Estado moderno y racional de Max Weber, de la cosificación del hecho social y de la división social del trabajo de Emile Durkheim y, especialmente, de la perspectiva culturalista que Sigmund Freud desarrolla en El Malestar en la Cultura6.

El proceso civilizatorio se fundamenta en la propia interacción social que conlleva a la interdependencia de los individuos en una configuración determinada donde las coacciones sociales se convierten en autocoacciones, aunque el propio individuo no sea consciente de ello7. Interdependencia y diferenciación conforman esta perspectiva sociológica, a través del estudio de los procesos de psicogénesis y sociogénesis. Estas herramientas analíticas resultan, particularmente, útiles para caracterizar las interacciones entre gobernantes y gobernados, a la vez que promueven un abordaje sociológico de las relaciones de poder. La psicogénesis refiere a aquellos cambios individuales que resultan en una mayor diferenciación social. La sociogénesis, por su parte, designa transformaciones de escala colectiva que posibilitan una mayor integración social. Ambas se encuentran mutuamente determinadas y se desarrollan en un contexto socialmente delimitado en donde se concibe la idea de configuración como una constelación de hombres recíprocamente entrelazados8 e interdependientes.

Los procesos de psico y sociogénesis proponen un abordaje sociológico amplio en donde es posible identificar continuidades y rupturas en las relaciones de poder y su correlato en las estructuras administrativas. La gubernamentabilidad foucaultiana -entendida como la constitución de los ciudadanos desde el Estado- es caracterizada por la psicosociogénesis como parte de la internalización de normas que permiten el establecimiento del orden social. La configuración delimita los alcances de la gubernamentabilidad mientras que la cultura deviene en parte constituyente del fundamento de las relaciones de poder. El Estado planificador, nacionalista y dirigista del peronismo es caracterizado desde una perspectiva sociológica que destaca su inserción en el entramado de interacciones que constituye la sociedad, al tiempo que subraya la importancia de las relaciones de poder y de los elementos culturales disponibles.

La sociología figuracional permite identificar puntos de contacto entre la consolidación de las estructuras administrativas centrales del Estado y la constitución del sujeto moderno. La internalización de las normas sociales se produce paralelamente a la organización monopólica de la violencia física y de la recaudación fiscal que definen al Estado. La creciente calculabilidad del mundo social aumenta el alcance de las decisiones políticas y permite que las estructuras administrativas interpelen a un mayor número de individuos. Los medios técnicos del aparato burocrático amplían su importancia y la cultura aporta los elementos necesarios para consolidar al Estado, los ciudadanos y al orden social.

La importancia que Elias le atribuye al Estado, lo acercan al modelo burocrático de Max Weber, donde el poder legítimo en la modernidad se ejerce a través de un aparato de gobierno estructurado a partir de una jerarquía de funcionarios con diferentes tareas y responsabilidades9. La sociología comprensiva de Weber entiende que el Estado es una de las tres instituciones constitutivas de la modernidad, junto al capitalismo y al derecho racional10. A diferencia de Weber, la perspectiva figuracional afirma que los microprocesos biográficos se deben vincular con los macroprocesos históricos11. Las estructuras administrativas adquieren nuevas implicancias al ampliar su influencia en la constitución de los ciudadanos y al destacar el carácter social de las relaciones de poder.

El Estado se convierte en una relación social que refleja las interacciones de poder. La sociología figuracional lo interpreta como un proceso dinámico, que muta y se debe adaptar a la configuración imperante. En este sentido, el sociólogo argentino Ricardo Sidicaro sostiene que las transformaciones que conlleva el Estado intervencionista de los años 30 no son totalmente novedosas, al ser un planteo que circula entre los políticos conservadores y las corporaciones rurales desde 191012. Lo novedoso de esta década es el contexto de crisis socioeconómica y política de escala mundial que supone el crác internacional del ´29, que posibilita que muchos de estos cambios se concreten. Estas transformaciones conjeturan un quiebre en el desarrollo de los procesos de psico y sociogénesis que señalaban a la actividad política como conductora de las demandas sociales. El fundamento del orden social pareciera vincularse en el Estado intervencionista (1930-1943) con la efectividad de las estructuras administrativas que supedita el alcance temporal de las propuestas políticas. Sidicaro relaciona las transformaciones que conlleva el dirigismo planificador del peronismo con la autonomía de las estructuras administrativas que el Estado de los años 30 no logra consolidar, pues refieren a prácticas defensivas de los intereses de los sectores socioeconómicos predominantes.

La autonomía de las estructuras administrativas se agudizó entre 1943 y 194613 resultando en nuevas transformaciones en la configuración imperante y en un aumento del rol tutelar del Estado en los procesos de psico y sociogénesis. En estos cambios, las estructuras intervencionistas son el componente principal del cemento ideológico que dio sentido a su acción en el decenio14. La estructura administrativa debe dar cuenta de estas novedosas funciones, que resultan en un crecimiento considerable de su tamaño en relación con períodos precedentes y que se ampliará aún más con la consolidación de la gubernamentalidad peronista. El conocimiento experto adquiere gran relevancia en un ámbito que, antes del intervencionismo, era específicamente político. Esta especialización de los funcionarios refleja la diferenciación y complejización del entramado social argentino, en un contexto donde los procesos de psico y sociogénesis se encuentran detenidos durante el fraude electoral de los 30. Estas transformaciones se relacionan con el reacomodamiento del capitalismo argentino, donde el Estado jugó un rol de alto protagonismo, sustituyendo un impulso específicamente empresarial15.

La cultura es el elemento que posibilita las transformaciones mencionadas. Esta es definida por Sigmund Freud como la suma de las producciones e instituciones que distancian nuestra vida de la de nuestros antecesores animales y que sirven a dos fines: proteger al hombre contra la Naturaleza y regular las relaciones de los hombres entre sí16. Permite establecer un marco de certezas, una configuración, que fundamenta un orden social y establece a través de la consolidación del super-yo, la internalización de las normas sociales. La incorporación de estos elementos culturales como fundamento del orden social es un punto de contacto entre Freud y Elias que permite analizar las relaciones de poder en un contexto social amplio y complejo. La cultura aparece como un límite al poder y a la estructura administrativa, que destaca su importancia en el análisis del peronismo y su fundamento del orden social. El propio Perón afirma que la cultura es determinante de la felicidad de los pueblos, porque por cultura se deben entender no solo preparación moral y arma de combate para sostener la posición de cada hombre en la lucha cotidiana, sino instrumento indispensable para que la vida política se desarrolle con tolerancia, honestidad y comprensión17.

El Estado permite caracterizar las relaciones de poder, a través del análisis de aquellos elementos culturales que utiliza Juan Domingo Perón para construir un vínculo privilegiado con el pueblo trabajador peronista que actúa como fundamento de su posición gubernamental. Los peronistas se consideran a sí mismos como los únicos políticos que en este país nos hemos dedicado a dar a la masa el sentido y el sentimiento adecuado para la conducción18. El sociólogo alemán Niklas Luhmann sostiene que el Estado de Bienestar se caracteriza por ser autorregulado19 como resultado de la promoción de la inclusión política. Este es uno de los rasgos del gobierno peronista, cuya estructura administrativa intenta monopolizar la canalización de las demandas sociales. Desde esta perspectiva el Estado de Bienestar supone compensaciones por parte de las estructuras administrativas para con los gobernados. El carácter compensatorio caracteriza a la organización gubernamental del peronismo y la diferencia del intervencionismo de los años 30.

El crecimiento de las funciones estatales durante el intervencionismo (1930-1943) plantea una creciente incongruencia entre el fraude electoral y la modernidad de su estructura administrativa, que solo se resolverá con las eleciones democráticas de febrero de 1946. La multiplicación de aquellos aspectos considerados como parte de la justicia social caracteriza al peronismo y produce importantes transformaciones en las relaciones sociales del siglo XX que supondrán una coordinación de la actividad de los trabajadores, de los productores, de los industriales, de los comerciantes y de los consumidores20. En el imaginario popular serán las políticas compensatorias del período 1946-1949 aquellas que mayor impacto tendrán en la consolidación de una identidad peronista, en tanto sostienen que la protección que se asegura al Pueblo será integral y total21. Es parte sustantiva de la gubernamentalidad populista.

La reforma constitucional de 1949, por su parte, implicará la cristalización de las reformas peronistas, al tiempo que anticipan una etapa de menores concesiones sociales como resultado del agotamiento de las reservas monetarias y el estancamiento de un sistema productivo basado en la Industrialización por Sustitución de Importanciaciones (ISI). Esta Constitución de la Nueva Argentina representa una esquematización de las transformaciones realizadas y un límite al carácter compensatorio del modelo argentino del Estado de Bienestar teorizado por Luhmann.

El Estado es un actor preponderante en la construcción institucional de políticas sociales. La estructura administrativa dirigista, planificadora y nacionalista del peronismo, es expresión de las relaciones de poder imperantes y también un medio para que los actores involucrados dispongan de ciertos canales institucionales y algunos elementos culturales que dan consistencia al vínculo entre gobernantes y gobernados. La política pareciera cobrar forma solo a través del encausamiento de las relaciones sociales contenidas y definidas como parte del accionar estatal, sin implicar una paralización de los canales políticos formales como sucede en el Estado intervencionista de los años 30. El carácter dinámico propuesto por el abordaje figuracional da cuenta de la construcción colectiva del orden social y su actualización a través de los procesos de psico y sociogénesis.

La estructura estatal adquiere un carácter dual como fin y medio de las relaciones de poder vigentes. Media entre las decisiones de los gobernantes y la realidad de los gobernados, mientras el conocimiento burocrático experto se cristaliza en las interacciones sociales. A su vez, las relaciones de poder existentes moldean a la burocracia y esta delimita al poder. La canalización de las demandas sociales que se inicia con el intervencionismo y se consolida con el dirigismo planificador peronista, supone cambios institucionales de amplio espectro. Durante la gestión peronista, el apoyo popular y la dignificación del trabajo, como fundamento del orden social, sostienen la intervención de la estructura estatal en amplias esferas de la vida social. En febrero de 1947 Perón afirma que el Estado, convertido en juez, debe asegurar jurídicamente las relaciones, las obligaciones, los derechos y las garantías para todos los que trabajan22. La mayor complejización de la estructura social argentina durante la década del 40 resulta en instituciones administrativas que son también más complejas y que adquieren mayor autonomía de acción en relación con los intereses socioeconómicos predominantes23. En este sentido cabe destacar que el sistema de Planificación Justicialista determina la responsabilidad de los organismos del Estado y señala los objetivos que el pueblo ha de cumplir libremente24. La capacidad interpelativa del mundo social fundamenta esta ampliación del Estado.

El carisma, según la clásica definición de la sociología comprensiva de Max Weber, supone una relación entre el líder y sus seguidores. Es un lazo emocional compulsivo e inexplicable que une a un grupo de seguidores en la adulación del líder25. También es un medio que intenta moderar la asimetría de las relaciones de poder y permite desarrollar prácticas de gubernamentalidad que constituyen sujetos. Además puede permitir políticas inclusivas de carácter compensador como las que identifica Luhmann con el Estado de Bienestar y que definen al peronismo. Perón lo reconoce el 30 de mayo de 1944 cuando afirma que la agitación de las masas es un efecto de la injusticia social. El remedio no ha de estar en engañarlas ni en someterlas por la fuerza, sino en hacerles justicia26.

En esta configuración adquieren mayor importancia los trabajadores como actores sociales y políticos. El carácter dual del Estado lo transforma en fin y medio del poder, especialmente a través del rol tutelar de los procesos de psico y sociogénesis que intenta llevar a cabo. La mayor capacidad de las estructuras administrativas para interpelar a los ciudadanos, como trabajadores, se sostiene a través de una concepción verticalista del Estado. La Secretaría de Trabajo y Previsión (STP), creada en noviembre de 1943 como sucesora del Departamento Nacional de Trabajo, es un caso ejemplar del dirigismo planificador y permite a Juan Domingo Perón iniciar su camino hacia el Ejecutivo Nacional al tener competencia en todo el país. Su estructura centralista, la primera con rango ministerial, permite dar cuenta de la problemática habitacional, jubilatoria y de asistencia social.

La estructura racionalista de la STP hace posible que unas pocas Direcciones Generales interpelen a múltiples individuos y multipliquen el carácter compensatorio del Estado de Bienestar a través de vastas y múltiples funciones. Su organigrama incluye: Acción Social Directa, Trabajo, Migraciones y Vivienda, y tres de apoyo, entre las que destacaba una Dirección General de Estadísticas27. Su rango ministerial transforma en nacionales el alcance de sus decisiones, entre las cuales se incluyen las relacionadas con la defensa de los trabajadores y el mejoramiento de sus condiciones laborales y de vida de los sectores más humildes. Se ponen en vigencia textos normativos que rigen las relaciones laborales e intentan canalizar la socialización a través de la actualización y resignificación de los procesos de psico y sociogénesis vigentes28.

El trabajo se convierte en un derecho que el Estado dirigista debe respaldar y garantizar,29 fundamentando el orden social imperante. Para tal fin se toman en consideración las experiencias y reclamos de la vieja guardia sindical30 y de los socialistas de principios del siglo XX. En la perspectiva política de Perón, las masas deben quedar bajo la tutela del accionar estatal y su aparato burocrático, para ofrecer garantías para la estabilidad a largo plazo del orden social31. Es una concepción que iguala capital y trabajo, que es pionera en América Latina y que es posible debido a la flexibilidad de las relaciones de poder, producto de la actualización y resignificación de los elementos culturales disponibles.

2. Gubernamentalidad, burocracia y carisma

La creciente producción industrial relacionada con la ISI destaca la mayor importancia de los sectores trabajadores. El Estado intervencionista de los años 30 no logra reconocer y dar respuestas a estas transformaciones de la sociedad argentina que van más allá de las migraciones internas (del campo a la ciudad, continuas desde 1930) y de la demanda paulatina de mayor participación política. El fraude electoral impide dar cuenta de los reclamos sociales y minimiza el carácter interpelativo de sus estructuras administrativas. Es la principal debilidad del Estado intervencionista y su rasgo más arcaico dentro de su modernidad administrativa que permite relaciones sociales novedosas entre gobernantes y gobernados. El triunfo peronista en los comicios del 24 de febrero de 1946, en las elecciones más limpias de la historia, supone un cambio radical y una redefinición de las relaciones de poder delimitadas por los procesos de psico y sociogénesis32.

El Estado de Bienestar, tal como sostiene Niklas Luhmann, debe impulsar la realización de la inclusión política33. El peronismo identifica rápidamente el gran problema -político- del Estado interventor e intenta subsanarlo mediante su intensa vinculación con amplios sectores populares, sin forzar las relaciones sociales y de poder imperantes e incluyendo aspectos carismáticos en el vínculo con los gobernados. Es que lo primero que hay que hacer es despertar en la masa el sentido de la conducción. Los hombres se conducen mejor cuando quieren y están preparados para ser conducidos34. Se resignifican aquellos elementos culturales vinculados a la participación política y ciudadana que eran prácticas en uso. El dirigismo al que es sometido el pueblo trabajador y peronista propone una amplia participación en el sistema electoral y estrechos canales (muchas veces unidireccionales) para la relación entre gobernantes y gobernados. Esta aparente revolución dentro del orden35 tiene su origen en la innegable demostración de apoyo popular del 17 de octubre de 1945 y su consagración institucional, el 24 de febrero de 1946. La gubernamentalidad se modifica.

La identidad del peronismo con la redistribución del ingreso -en la Argentina de postguerra con exceso de divisas- y con el pueblo trabajador, genera un cúmulo de certidumbres a través de numerosos elementos culturales compartidos. Cabe mencionar la persecución del ideal de pleno empleo, el aumento de los salarios reales y el cambio en la distribución, la escala y el destino del ingreso como principios de acción política peronistas. Constituyen, en suma, la justicia social, la independencia económica y la soberanía política. El Estado consolida su rol dirigista, planificador y benefactor al impulsar el Primer Plan Quinquenal de 1947 que promueve la nacionalización de la banca y del crédito. Con estas herramientas y, utilizando estratégicamente la renta agraria a través del Instituto Argentino de Promoción del Intercambio (IAPI), se consigue que el sector financie a la industria por medio del Banco de Crédito Industrial Argentino. De forma simultánea a estas transformaciones crece el partido peronista verticalista, monolítico y personalista, regido por… tres ideas fuerza (que) alientan su doctrina y afirman a Juan Domingo Perón en el poder: Justicia social, Independencia económica y Soberanía política36.

La combinación de carisma y burocracia permite tanto un carácter compensatorio en las acciones estatales como un vínculo directo entre gobernantes y gobernados, a través de la estructura administrativa y de los vínculos con el líder. El pueblo trabajador, como actor político y social que delimita el peronismo, es el sujeto privilegiado que interpela el Estado peronista y se convierte en actor privilegiado de la gubernamentalidad peronista. En la iconografía peronista, el líder aparece como el primer trabajador37. El accionar estatal y el vínculo entre carismático entre gobernantes y gobernados resultan en una importante actualización de los elementos culturales disponibles, que permiten la resignificación del pasado fundacional de la nación y el establecimiento de nuevas relaciones sociales con implicancias políticas, en donde el mundo del trabajo adquiere una importancia inusitada hasta entonces. El Manual práctico del Segundo Plan Quinquenal afirma que hasta la intervención del general Perón en la vida política argentina, el trabajo era entre nosotros un esfuerzo penoso, una esclavitud y una actividad subalterna38. La resignificación de signos, símbolos y prácticas es también una estrategia cultural del peronismo, que constituye lazos sociales y refleja el dinamismo de la configuración imperante con sus procesos de psico y sociogénesis que actúan como fundamento del orden social.

El Manual del Peronista se puede interpretar como expresión doctrinaria de las interacciones promovidas desde el Estado, que resultan en una profunda resignificación del rol de los sectores populares y se plasma en una doctrina nacional. El Justicialismo, que es una doctrina filosófica y humanista nueva, nacida en austro-américa, tienen en la acción de Gobierno la conducción de las actividades sociales, económicas y políticas del pueblo en contraposición a la abstención individualista o capitalista y a la intervención del colectivismo o comunismo39. Por su parte, el Manual del Peronista -como gran parte de la iconografía popular- comprende una síntesis de la doctrina peronista que debe ser inculcada en la masa y en los dirigentes40. La clave, tal como se especifica en el texto, está en la ejecución de las obras que se deben realizar entre las que se incluyen las de aprender, enseñar e inculcar el Manual del Peronista41. Ser peronista es una acción continua que interpela a la sociedad toda y que constituye un fundamento del orden social donde los trabajadores cobran supremacía sobre los ciudadanos. Este carácter activo, práctico, que intenta imponer el peronismo se puede relacionar con el abordaje figuracional de Elias; en donde los actores sociales tienen amplio conocimiento del contexto de interacción.

La importancia del saber técnico en los asuntos del Gobierno, destaca las prácticas administrativas que se producen en la Argentina desde, al menos, los años 30. La creciente estructura de la administración necesita una dirección que estará en manos [de hombres] capaces del Gobierno, de los técnicos y de las fuerzas económicas, pero la ejecución estará bajo la responsabilidad de los trabajadores argentinos, cuya honradez y nobleza no pueden ser desconocidas42. Este rol central asignado a los trabajadores sugiere una novedad en la política argentina, convirtiéndolos en fundamento de las relaciones de poder, en ejecutores de la doctrina y en actor imprescindible para asegurar la gubernamentabilidad. En estos ejemplos se puede identificar la inclusión política a la que refiere Luhmann, no solo a través de las estructuras administrativas sino también en la identidad de trabajador. El propio Perón entiende que cada argentino que trabaja es un piñón de este enorme engranaje. Es menester producir, producir, producir43. Un carácter inclusivo que se enmarca dentro del vínculo social carismático que el líder establece con sus seguidores.

El peronismo propone una Nueva Argentina donde las Fuerzas Armadas, las fuerzas económicas y las fuerzas creadoras unidas en haz indisoluble por medio de una sólida cultura ciudadana, son los cimientos sobre los que debe edificarse nuestro porvenir para mantenernos económicamente libres y políticamente soberanos44. Para concretar este nuevo país hay que trabajar activamente y en este sentido el Manual… afirma que el mal de nuestro país es que tenemos demasiados hombres que dicen, pero pocos que hagan45. La Nueva Argentina, aquella que surge con el peronismo, utiliza y también resignifica aquellos elementos culturales disponibles vinculados a la organización social y a prácticas de gubernamentalidad. Se produce un gran cambio en las instituciones argentinas que resultan en transformaciones notables en la estructura social y en el modo en que se relacionan gobernantes y gobernados, especialmente, al insertarlas en los procesos de psico y sociogénesis imperantes. La gubernamentalidad peronista intenta conseguir un mejor resultado del esfuerzo del trabajador, apoyando el mejoramiento de las técnicas, interesando a los trabajadores en la producción de las empresas y distribuyendo con estricta justicia sus beneficios46.

Según la doctrina peronista, basada en la comunidad organizada, la Nueva Argentina se dividiría en dos clases sociales: una, la de los hombres que trabajan, y la otra, la que vive de los hombres que trabajan. Ante esta situación hemos colocado abiertamente del lado de los hombres que trabajan47. Así como la doctrina requiere acción, el trabajo, como una actividad productiva desarrollada regularmente, les otorga identidad a los individuos y resulta en consecuencias y prácticas políticas definidas. El trabajo pasa a formar parte del fundamento del orden social y se constituye como un pilar para el ascenso social. El conjunto de trabajadores, las masas o la comunidad organizada de la que hablaba Perón, se convierte en una preocupación central para las prácticas de gubernamentalidad, en tanto que el gobierno que hoy no controla las masas es un gobierno que no controla nada48. La capacidad interpelativa del peronismo conjuga el carisma de su líder con los medios potenciados de su estructura administrativa, cuya autonomía refleja la resignificación de elementos culturales que efectúa el movimiento.

El Estado planificador, benefactor y nacionalista, resulta un actor institucional clave en la política y prácticas peronistas. Su función consiste en asegurar una justa retribución y una distribución equitativa de los saldos gananciales a cada uno de los elementos que intervienen sin perjudicar al consumidor49. El Gobierno, como espacio de desarrollo de la política democrática, se convierte en un actor destacado en los fundamentos concretos de las interacciones de poder imperantes, con un lugar prominente en la vida económica, social y cultural, sin descuidar su rol mediador de las relaciones laborales. Según la doctrina peronista el Estado no puede ser testigo silencioso o inoperante en la angustia que conmueve primero al hombre, luego a su hogar y, finalmente, destruye la comunidad. Debe intervenir rápida, eficaz y enérgicamente si quiere ser decisivo50.

El fin último del Estado peronista es promover una economía social donde el capital estará al servicio de la economía51. A diferencia de una organización de tipo comunista, el capital no desaparecería sino que se pondría al servicio de la felicidad del pueblo y de la grandeza de la Nación, dos cosas que pueden conjugarse si el Estado defiende el capital de trabajo -no de explotación- y si el obrero rinde en su tarea sin dedicarse a perturbaciones que destruyen valores52. Estas políticas, en tanto elementos culturales que promueven gubernamentalidad, se diferencian tanto de las estrategias defensivas de los intereses económicos predominantes del Estado intervencionista como de las propuestas socialistas de comienzos del siglo XX.

El peronismo propone que entre patrones y trabajadores exista una pacífica convivencia, ni los primeros pueden librarse de la vigilancia del Estado, para eludir el cumplimiento de sus deberes, ni los trabajadores pueden pretender el predominio sindical para arrogarse facultades que son privativas del Estado53. Se asegura el fin de la lucha de clases mediante una convivencia pacífica entre todos los integrantes del mundo del trabajo bajo el de la justicia que emane del Estado54, vale decir, la colaboración entre capital y trabajo. La doctrina peronista y la social de la Iglesia se legitiman mutuamente y toman en cuenta los elementos culturales que una y otra desarrollan55.

La amplia capacidad interpelativa del peronismo permite al Estado abordar a amplios sectores sociales como trabajadores. Es posible una compensación de aquellas desventajas que recaen sobre cada cual como consecuencia de un determinado sistema de vida56. La gubernamentalidad peronista demanda a la estructura administrativa mayor conocimiento para ampliar sus funciones con el propósito de promover la inclusión social. La capacidad compensadora del Estado de Bienestar encuentra límites materiales y culturales que, por momentos, parecieran cuestionar su competencia. Parte de estas limitaciones están dadas por la configuración imperante, mientras que la de los procesos de psico y sociogénesis también delimitan la resignificación de los elementos culturales que puede llevar a cabo el grupo gobernante.

La efectividad del peronismo para relacionarse con los gobernados a través de su interpelación como trabajadores, es mediada por las instituciones que el propio Juan Domingo Perón destina para tal fin. Tal es el caso del vínculo entre los sindicatos y el aparato burocrático estatal que convive con la relación directa entre Perón -como líder carismático- y los trabajadores. Este vínculo es destacado por el propio líder en agosto de 1944 cuando afirma que el gobernante no sea un burócrata, sino que gobierne con amor y haga obra con entusiasmo, sintiendo que gobierna a hombres57. Una versión partidaria y unilateral de esta particular interacción, la brinda la propia Eva Duarte en relación con el 17 de octubre de 1945 al mencionar que cuando el general Perón estaba encarcelado casi no hablaba sino de sus 'trabajadores'…, a quienes por aquellos días la oligarquía, suelta por las calles, empezó a llamar 'descamisados'58. Este vínculo privilegiado se fundamenta -en gran parte- en las funciones que el líder justicialista lleva a cabo desde la STP y que resultan en que desde octubre de 1943 a 1945 el pueblo fue despertando de un viejo letargo que ya duraba más de un siglo. Pero durante ese siglo había vivido de sus viejas glorias59.

La relación directa que Perón tiene con los trabajadores durante su gestión a cargo de la STP, muta una vez que se hace cargo de la primera magistratura nacional. Si bien el carisma del líder justicialista continúa, en la Presidencia los viejos y urgentes problemas eran otros cuya solución era indispensable para que no se derrumbase todo lo que había construído en tres años de reforma social60. La mística que el peronismo tiene en estos años intenta conjugar el carisma presidencial con un sistema burocrático ampliado capaz de planificar, a través de la gubernamentalidad, la satisfacción de las necesidades sociales. Es que entre las esperanzas de los descamisados había muchas pequeñas ilusiones que depositaban en Perón como los hijos piden a sus padres61, las que se combinaban con medidas de amplio alcance social como los convenios colectivos de trabajo o la democratización del bienestar que suponen la suba nominal de los salarios y la acción directa frente al desempleo. Son políticas estatales concretas que resignifican elementos culturales al promover una combinación entre carisma y burocracia como fundamento del orden social, en donde la figura de Eva Duarte cobra una destacada importancia. Ella misma lo reconoce cuando sostiene que Yo elegí ser 'Evita'… para que por mi intermedio el pueblo, y sobre todo los trabajadores, encontrasen siempre libre el camino de su Líder62.

Los trabajadores peronistas, los descamisadoscomo los denomina en sus discursos Eva Duarte, son las fuerzas poderosas que sostienen el andamiaje sobre cuyo esqueleto se levanta el edificio mismo de la Revolución. El movimiento Peronista no podría definirse sin ellos63. La particular combinación entre carisma y burocracia propia de los populismos se hace presente y coloca al sindicalismo en un lugar destacado dentro de las funciones que otorgan al Estado el monopolio de la canalización de las demandas obreras. A través de los conocimientos y experiencias previas del sindicalismo, que el peronismo toma en consideración, se generan estrechos vínculos con los dirigentes obreros y se les otorga a las bases trabajadoras la responsabilidad de ejecutar los postulados de la doctrina peronista. En este sentido se puede afirmar, como lo hacía Eva Duarte con su lenguaje directo que, el sindicalismo es actualmente la fuerza organizada más poderosa que apoya el movimiento Peronista64. Esta afirmación refleja la importancia que los trabajadores tienen para el peronismo como fundamento del orden social y, especialmente, la canalización de sus demandas que realiza la estructura administrativa utilizando las prácticas sindicales precedentes como parte de su gubernamentalidad. El trabajo es interpretado por la doctrina peronista como una fuerza humana y ha de organizarse y administrarse como fuerza humana; no habrá en adelante fundamentos capciosos que puedan desvirtuar dentro de la masa trabajadora la mística que nosotros estamos inculcando para su bien para asegurar su futuro65. A su vez, se puede afirmar que mientras los dirigentes sindicales se aproximan al paternalismo del Ejecutivo liderado por Perón, se distancian de las bases obreras.

Las estrategias defensivas de los sectores gobernantes en la década del 30, tienen una influencia muy importante en la relación del Estado con los trabajadores que se traduce en lo que Miguel Murmis y Juan Carlos Portantiero, conceptualizan como una alianza de clases. Esta supone que simultáneamente a la expansión de la manufactura se restaura la posición privilegiada mediante un Estado al servicio de los intereses terratenientes y del imperialismo inglés66. Los autores de este clásico estudio sociológico sobre el peronismo afirman que una limitada industrialización tiende a formar parte de la estrategia de los sectores agrarios dominantes67. La alianza de clases no supone cambios radicales, ni políticas industrialistas de largo plazo. Son modificaciones para mantener el sistema de producción tradicional que no cuestiona el lugar privilegiado de los gobernantes sino que refleja la flexibilidad y evolución de los procesos de psico y sociogénesis.

El avance de la producción industrial de pequeñas y medianas empresas, así como el crecimiento de los sectores trabajadores promueven las migraciones internas (del campo a la ciudad) que multiplican el crecimiento del Gran Buenos Aires circundante a la Capital Federal. La intervención del Estado en el mundo del trabajo se traduce en medidas que aseguran los intereses patronales sin darles mayor respuesta a los sectores trabajadores. El clima de los 30 no logra canalizar los reclamos de los obreros ni reconocer su creciente importancia en la estructura productiva a través de prácticas gubernamentales de largo plazo. De todos modos, el intervencionismo oficial se plasma en iniciativas como la Junta Nacional para Combatir la Desocupación desde 193568. El dirigismo peronista presenta una solución a la incorporación de los obreros a la vida política, potenciando la incipiente industrialización para el mercado interno como fundamento del orden social imperante, como se destaca desde el Primer Plan Quinquenal.

La incorporación de los trabajadores a la vida política, como fundamento de las relaciones de poder y como receta contra el avance -real o aparente- del comunismo se realiza desde el monopolio de la canalización de las demandas obreras y con la omnipresente figura carismática de Perón. El 17 de octubre de 1945, como momento fundacional de la relación del Coronel de los trabajadores con sus descamisados, solo pudo ser posible a través de la sincronización de la movilización obrera69 que llevó a cabo la dirigencia sindical. La estructura sindical existente aportó elementos culturales y su experiencia en el manejo, acciones reivindicativas. El peronismo propone una resignificación de estos elementos y prácticas elaborados por un sindicalismo con diferencias internas, que les permite interpelar a amplios sectores trabajadores.

Los elementos culturales disponibles definen la potencialidad del poder y demarcan los límites del alcance de las decisiones políticas. La estructura sindical preexistente es la base del vínculo carismático que establece el líder con los trabajadores, desde el cual se intenta monopolizar las demandas laborales a través de los medios designados por el Estado como un reaseguro contra el peligro de una agudización de la lucha de clases70. La resignificación de estos elementos culturales disponibles también incluye la estrategia del coronel Perón de utilizar el lenguaje y los modos del líder de la Unión Cívica Radical, Hipólito Yrigoyen, para dirigirse a amplios sectores sociales y diferenciarse de los tintes aristocráticos que promovían los líderes de los años 30.

La canalización de las demandas obreras a través de la STP selecciona, discrecionalmente, los asuntos relacionados con el mundo laboral e incorpora el apoyo de los trabajadores como fundamento del orden social. El mismo Juan Domingo Perón afirma el 28 de junio de 1944 que propiciamos, no la lucha entre el capital y el trabajo, sino el acuerdo entre unos y otros, tutelados los dos factores por la autoridad y la justicia que emana del Estado71. El Gobierno adquiere, entonces, el monopolio de representación72 obrera, reduciendo el activismo sindical y estableciendo un canal legítimo para las demandas que lo convierten en actor privilegiado. La dirigencia sindical se aproxima al Estado y se aleja de las bases obreras en consonancia con la autonomización que también adquiere la estructura administrativa. El peronismo reconoce que la planificación con una sincronización de cada uno de los organismos del gobierno evitará en lo futuro que los beneficios conseguidos por un lado queden neutralizados por el otro73.

La integración del obrero peronista como parte de un colectivo nacional y popular implica, en palabras de Juan Domingo Perón, que cada argentino que trabaja es un piñón de este enorme engranaje (que es la patria). Es menester producir, producir, producir74. Desde la enunciación de las 20 verdades del peronismo y el Manual…; así como en la Constitución Nacional reformada en 1949, el lenguaje de la Justicia social y la etapa de las concesiones, plantea para el Estado un rol paternalista: los beneficios que deben asegurar el canon salario para comer, habitar y vestirse. Esta satisfacción de las demandas se fundamenta en la extensión de la estructura administrativa dirigista y supone una alianza con el pueblo trabajador y, también, con los sectores propietarios. Hay justicia social, pero esta solo es justa si es conducida a través de los canales estatalmente constituidos para tal fin. El rol tutelar de la estructura administrativa incorpora un nuevo monopolio al fundamento del Estado moderno: el de la canalización de las demandas obreras. La efectividad con que el peronismo logra consolidar este monopolio determina la capacidad interpelativa para incluir en las políticas sociales a un porcentaje hasta entonces impensado de la sociedad argentina.

Conclusiones

En este estudio sociológico -que pretende aportar desde la instrumentación teórica a los estudios históricos- se subraya la importancia del vínculo que Juan Domingo Perón establece con sus trabajadores, en tanto fundamento de un orden social que combina carisma y burocracia. La gubernamentalidad peronista produce un alejamiento del líder político de los partidos tradicionales, así como del fraude electoral del Estado intervencionista de los años 30. Este dirigismo planificador conlleva una tendencia al monopolio de la acción política a través de canales estatales. También plantea importantes modificaciones en las relaciones entre gobernantes y gobernados que producen un cambio en la política argentina y en la forma en que esta se ejerce. En los medios delimitados por el Estado, y solo en ellos, se puede desarrollar la actividad política y canalizar los reclamos sociales. Otras opciones quedan vedadas, como lo demuestra la baja efectividad para hacer oír sus reclamos por parte de los opositores.

La concentración de la representación encuentra su punto más destacado en la reforma constitucional de 1949 que conduce a una esquematización -con intentos legitimantes- de los modos de hacer política durante el peronismo. Los límites que esta reforma impone a la protesta social generan un monopolio de los reclamos aceptados por parte del Estado que limitarían la importancia de los trabajadores peronistas como fundamento del orden social. A pesar de los cambios en la configuración que logra constituir el peronismo, los sindicatos organizados en la Confederación General del Trabajo (CGT), como única central obrera desde 1945, son el componente del peronismo que con mayor vigor sobrevive a la autodenominada Revolución Libertadora de 1955. De hecho, la rama sindical toma el relevo del Partido Peronista proscripto. El sindicalismo debe aceptar estos cambios en la canalización de sus demandas, transformándose gradualmente de actor en observador por su dependencia de las estructuras administrativas peronistas, que demuestran los límites que impone la configuración imperante a la acción social como subraya la sociología figuracional de Norbert Elias.

En sus orígenes, el peronismo presenta una corrección de la asincronía entre el desarrollo del sistema productivo, con especial acento en la pequeña y mediana industrias, y la participación política que se viera limitada en la década del 30. Propone un fundamento del orden social que toma en consideración las transformaciones en los procesos de psico y sociogénesis, que permiten un aumento de la capacidad interpelativa del Estado. También supone la autonomización de las estructuras administrativas de los intereses económicos predominantes, que promueven estrategias defensivas desde el Estado intervencionista de la década 30. Este carácter autónomo se debe combinar con las transformaciones ocurridas en el entramado social de la época, con sus alianzas de clase, pero también con la exclusión de la actividad política democrática de los sectores que mayor preponderancia cobran con la implementación del modelo de Industrialización por Sustitución de Importanciones (ISI).

La incorporación de los trabajadores a la arena política como electores, es una importante transformación que fundamenta un nuevo modo de concebir el poder político. Es una relación entre gobernantes y gobernados que retoma con perfil ampliado los preceptos de la ley Sáenz Peña de 1912, aquella que inaugura la democracia política en la Argentina. El accionar estatal peronista y la extensa construcción política que conlleva el concepto de pueblo trabajador suponen una intervención directa en la evolución de los procesos de psico y sociogénesis, que se complementa con el vínculo carismático que el líder establece con amplios sectores sociales. Se produce una reconceptualización y reinterpretación de lo social, cuando el trabajo otorga identidad y se convierte en fundamento de las relaciones de poder y del ascenso social. El enfoque figuracional propone un abordaje sociológico de esta problemática, que da cuenta de las implicancias políticas, sociales, culturales y administrativas del vínculo peronista con los trabajadores en tanto expresión de la gubernamentalidad que se construye hacia mediados del siglo XX.

Los sectores populares, los descamisados, no son indiferentes a esta resignificación de valores culturales con implicancias sociales y políticas que promueve el peronismo. Los trabajadores no solo son objeto de esta conceptualización que se realiza desde el Estado con el fin de aumentar la intensidad de la gubernamentabilidad sino que desarrollan su propia categorización, que es paralela a las ideas peronistas y a su vínculo carismático. Estas políticas van más allá del carácter compensatorio que Niklas Luhmann identifica con el Estado de Bienestar, en tanto resultan en nuevos vínculos sociales y en un intento de democratizar el bienestar, pero no consiguen transformaciones profundas en la asimetría de las relaciones de poder imperantes. El peronismo supone una satisfacción de las demandas populares de participación política por parte de aquellos sectores que habían aumentado su número y organización durante el intervencionismo de los años 30 (los obreros y la pequeña y mediana burguesía industrial). El poder aumenta su potencialidad, al incorporar e interpelar a estos individuos como parte del fundamento del orden social, sin que desaparezca la incertidumbre propia de toda interacción social que propone la sociología figuracional.

El incremento de la capacidad interpelativa del Estado que promueve la incorporación de los trabajadores como fundamento del orden social es resultado tanto del aumento del tamaño e importancia de la estructura administrativa como del carisma que envuelve a la figura de Juan Domingo Perón. En esta configuración, la complejización de la sociedad argentina también diversifica las necesidades sociales. Se incrementan las competencias requeridas al grupo gobernante y el conocimiento experto dentro de la estructura burocrática consigue una significación creciente, promotora de la autonomía de las estructuras administrativas producto de su propia especialización.

El trabajo como factor identitario y mecanismo de ascenso social se conjuga con el concepto de pueblo trabajador, es decir, como un actor políticamente consolidado. La originalidad que propone el peronismo es que por primera vez, desde las esferas del poder, alguien apelaba a ellos [los trabajadores], no ya como meros proveedores de algunos votos o apoyos suplementarios, sino como eje y principal base de sustentación de un nuevo y vasto movimiento político capaz de desafiar a todos los preexistentes coaligados75. Esta incorporación de los descamisados como parte de las relaciones de poder genera -a su vez- una resignificación de los elementos culturales disponibles y una reorganización de las estructuras ampliadas del Estado para poder monopolizar las demandas obreras. Carisma, burocracia y una redefinición de lo social se conjugan en la construcción política del pueblo trabajador peronista como expresión de la gubernamentalidad y define -al mismo tiempo- la identidad de este gobierno, su estilo y sus estrategias. El abordaje figuracional permite dar cuenta de estas particularidades y promueve, futuros, estudios comparativos entre el peronismo y otros populismos latinoamericanos desde un abordaje mutidisciplinar.


Pie de página

1 Para mayores detalles acerca de la extensa bibliografía sobre peronismo es necesario remitirse a: Dario Pulfer, El peronismo en sus fuentes. Una guía bibliográfica para su estudio (Buenos Aires: Ediciones CICCUS, 2012) y Laszlo Hovarth (comp.), A half century of peronism, 1943-1993. An international bibliography (Stanford: Hoover Institution-Stanford University, 1993). En relación con el vínculo del peronismo con el mundo del trabajo cabe destacar: Hugo del Campo, Sindicalismo y peronismo. Los comienzos de un vínculo perdurable (Buenos Aires: Clacso, 1983); Santiago Senén González, Breve historia del sindicalismo argentino (Buenos Aires: El Ateneo, 2009); Samuel Baily, Movimiento obrero, nacionalismo y política (Buenos Aires: Hyspamerica, 1985) y Daniel James, Resistencia e integración. El peronismo y la clase trabajadora (Buenos Aires: Siglo XXI, 2010).
2 Otros autores, como Vera Weiler la denominan como sociología procesal o de desarrollo. Para mayores detalles ver Vera Weiller (comp), Figuraciones en proceso (Colombia: Utópica Ediciones, 1998).
3 Raymond Morrow, "Norbert Elias and Figurational Sociology: The Comeback of the Century", Contemporary Sociology, Vol 38 (2009): 215.
4 Norbert Elias, El proceso de la civilización. Investigaciones sociogenéticas y psicogenéticas (Colombia: FCE, 1997) 449.
5 Niklas Luhmann, Teoría política en el Estado de Bienestar (Madrid: Alianza Universidad, 2007), 43.
6 Para mayores precisiones sobre las influencias de Norbert Elias y su relación con la teoría sociológica clásica se recomienda consultar Helena Bejar, "La sociología de Norbert Elias: Las cadenas del miedo", Revista Española de Investigaciones Sociológicas, Nº 56 (1991) 61-82.
7 Norbert Elias, El proceso de…, 170.
8 Gina Zabludovsky, Norbert Elias y los problemas actuales de la sociología (México: FCE, 2007) 30.
9 Gina Zabludovsky Kuper, Modernidad y globalización (México: Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, UNAM, 2010) 106.
10 Catherine Colliot-Thélene, "De una modernidad política a otra. Los análisis weberianos de la política frente a la prueba de la mundialización", en Max Weber y las paradojas de la modernidad, coord. Michael Löwy (Buenos Aires: Ediciones Nueva Visión, 2012) 127-8.
11 Gina Zabludovsky, Norbert Elias y los problemas…, 60.
12 Ricardo Sidicaro, Los tres peronismos. Estado y poder económico. 1946-55 / 1973-76 / 1989-99 (Buenos Aires: Siglo XXI Editores Argentina S.A., 2002) 25.
13 Ricardo Sidicaro, Los tres peronismos…, 56.
14 Ricardo Sidicaro, Los tres peronismos…, 221-2.
15 Daniel Campione, Orígenes estatales del peronismo (Buenos Aires: Miño y Dávila Srl, 2007) 13.
16 Sigmund Freud, El malestar en la cultura (Madrid: Editorial Biblioteca nueva, 1999) 83.
17 Juan D. Perón, Doctrina Peronista (Buenos Aires, Cs Ediciones, 2005) 240.
18 Juan Domingo Perón, Conducción Política (Buenos Aires, Editora Casa Gaspar Campos, 1997) 37.
19 Niklas Luhmann, Teoría Política en el…, 37.
20 Juan Domingo Perón, Manual Práctico del 2º Plan Quinquenal (Buenos Aires, Secretaría de Informaciones, 1953) 22.
21 Juan Domingo Perón, Manual Práctico del…, 64.
22 Juan D. Perón, Doctrina…, 203.
23 Miguel Somoza Rodríguez, Educación y política en Argentina (1946-1955) (Buenos Aires, Miño y Dávila, 2006).
24 Héctor R. Arce, "Racionalización administrativa, legislación general e inversiones del Estado" en VVAA, Ciclo de conferencias de divulgación del IIº Plan Quinquenal de gobierno (Buenos Aires, División de Publicaciones, informaciones, prensa y actos, 1953) 189.
25 Michael Löwy, Max Weber y las paradojas de la modernidad (Buenos Aires: Ediciones Nueva Visión, 2012) 9.
26 Juan D. Perón, Doctrina…, 61.
27 Daniel Campione, Orígenes estatales del…, 110.
28 Mirta Lobato, Historia de las trabajadoras en la Argentina (1869-1960) (Buenos Aires: EDHASA, 2007). Esta autora señala que uno de los cambios más notables en la Secretaría de Trabajo y Previsión es el rol que se reserva este organismo para otorgar personería y reconocer a las asociaciones de trabajadores.
29 Partido peronista Consejo Superior Ejecutivo, El Manual del peronista (Buenos Aires: Ediciones Los Coihues, 1988).
30 Juan Carlos Torre, La vieja guardia sindical y Perón. Sobre los orígenes del peronismo (Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 1990).
31 Louise M. Doyon, Perón y los trabajadores. Los orígenes del sindicalismo peronista, 1943-1955 (Buenos Aires: Siglo XXI, 2006) 101.
32 Para mayores detalles se recomienda Raanan Rein, Juan Atilio Bramuglia. Bajo la sombra del líder. La segunda línea de liderazgo peronista (Buenos Aires: Lumiere Ediciones, 2006).
33 Niklas Luhmann, Teoría Política en el…, 49.
34 Juan Domingo Perón, Conducción…, 31.
35 Emilio De Ipola, Ideología y Discurso Populista (Buenos Aires: Folios, 1983).
36 Noemí M. Girbal Blacha, Mitos, paradojas y realidades en la Argentina peronista (1946-1955). Una interpretación histórica de sus decisiones político-económicas (Bernal: Universidad Nacional de Quilmes, Editorial, 2003), 70. También se recomienda consultar Carlos Altamirano, Bajo el signo de las masas (1943-1973) (Buenos Aires: Emecé, 2001) y Susana Novick, El IAPI: auge y decadencia (Buenos Aires: CEAL, 1986).
37 Guido Indij (Ed), Perón mediante. Gráfica peronista del período clásico (Buenos Aires, la marca editora, 2006).
38 Juan Domingo Perón, Manual Práctico…, 53.
39 Héctor R. Arce, "Racionalización…", 189.
40 Partido peronista Consejo Superior Ejecutivo, El Manual…, 7.
41 Partido peronista Consejo Superior Ejecutivo, El Manual…, 10.
42 Partido peronista Consejo Superior Ejecutivo, El Manual…, 13.
43 Partido peronista Consejo Superior Ejecutivo, El Manual…, 13.
44 Partido peronista Consejo Superior Ejecutivo, El Manual…, 17.
45 Partido peronista Consejo Superior Ejecutivo, El Manual…, 17.
46 Juan Domingo Perón, Manual Práctico…, 55.
47 Partido peronista Consejo Superior Ejecutivo, El Manual…, 13.
48 Partido peronista Consejo Superior Ejecutivo, El Manual…, 22.
49 Partido peronista Consejo Superior Ejecutivo, El Manual…, 22.
50 Juan D. Perón, Doctrina…, 73.
51 Partido peronista Consejo Superior Ejecutivo, El Manual…, 23.
52 Partido peronista Consejo Superior Ejecutivo, El Manual…, 23.
53 Partido peronista Consejo Superior Ejecutivo, El Manual…, 26.
54 Partido peronista Consejo Superior Ejecutivo, El Manual…, 27.
55 Para mayores referencias sobre el vínculo del peronismo con la Iglesia Católica ver: Loris Zanatta, Perón y el mito de la Nación Católica. Iglesia y Ejército en los orígenes del peronismo (1943-1946) (Buenos Aires: Sudamericana, 2006) y Lila Caimari, Perón y la Iglesia Católica: religión, Estado y sociedad en la Argentina, 1943-1955 (Buenos Aires: Emecé, 2000).
56 Niklas Luhmann, Teoría Política en el…, 32.
57 Juan D. Perón, Doctrina…,106.
58 Eva Perón, La razón de mi vida (Buenos Aires: Editorial Peuser, 1953) 46.
59 Eva Perón, La razón de…, 58.
60 Eva Perón, La razón de…, 80-1.
61 Eva Perón, La razón de…, 83.
62 Eva Perón, La razón de…, 84.
63 Eva Perón, La razón de…, 118.
64 Eva Perón, La razón de…, 118.
65 Juan D. Perón, Doctrina…, 200-1
66 Miguel Murmis y Juan Carlos Portantiero, Estudios sobre los orígenes del peronismo (Buenos Aires: Siglo XXI Editores Argentina, 2004) 19.
67 Miguel Murmis y Juan Carlos Portantiero, Estudios sobre los orígenes, 77.
68 Luis Ernesto Blacha, "Reguladores del conflicto en la Argentina intervencionista de los años 30. El caso de la JUNALD" en Aportes, sujetos y miradas del conflicto agrario argentino (1910-2010), cords. José Muzlera, Marina Poggi y Ximena Carreras Doallo (Buenos Aires: Ediciones CICCUS, 2011).
69 Juan Carlos Torre, "La CGT en el 17 de octubre de 1945" en El 17 de octubre de 1945, comp. Juan Carlos Torre (Buenos Aires: Ariel, 1995) 61.
70 Louise Doyon, "La formación del sindicalismo peronista" en Nueva historia argentina. Los años peronistas (1943-1955), director del tomo Juan Carlos Torre (Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 2002) 361.
71 Milciades Peña, El peronismo. Selección de documentos para la historia (Buenos Aires: Ediciones Fichas, 1973) 99.
72 Louise Doyon, "La formación del…", 371.
73 Héctor R. Arce, "Racionalización…", 190.
74 Partido peronista Consejo Superior Ejecutivo, El Manual…, 14.
75 Del Campo, Hugo: "Sindicalismo y peronismo. Los comienzos de un vínculo perdurable", Buenos Aires, Clacso, 1983, p. 119.


Bibliografía

Altamirano, Carlos. Bajo el signo de las masas (1943-1973). Buenos Aires: Emecé, 2001.         [ Links ]

Arce, Héctor R. "Racionalización administrativa, legislación general e inversiones del Estado" en VVAA, Ciclo de conferencias de divulgación del IIº Plan Quinquenal de gobierno. Buenos Aires, División de Publicaciones, informaciones, prensa y actos, 1953.         [ Links ]

Bejar, Helena. "La sociología de Norbert Elias: Las cadenas del miedo". Revista Española de Investigaciones Sociológicas, Vol.: 56 (1991): 61-82.         [ Links ]

Baily, Samuel. Movimiento obrero, nacionalismo y política. Buenos Aires: Hyspamerica, 1985.         [ Links ]

Blacha, Luis Ernesto. "Reguladores del conflicto en la Argentina intervencionista de los años treinta. El caso de la JUNALD". En Aportes, sujetos y miradas del conflicto agrario argentino (1910-2010), editado por José Muzlera, Marina Poggi y Ximena Carreras Doallo (comp), Buenos Aires: Ediciones CICCUS, 2011, 67-87.         [ Links ]

Caimari, Lila. Perón y la Iglesia Católica: religión, Estado y sociedad en la Argentina, 1943-1955. Buenos Aires: Emecé, 2000.         [ Links ]

Campione, Daniel. Orígenes estatales del peronismo. Buenos Aires: Miño y Dávila Srl, 2007.         [ Links ]

Colliot-Thélene, Catherine "De una modernidad política a otra. Los análisis weberianos de la política frente a la prueba de la mundialización", en Max Weber y las paradojas de la modernidad, coord. Michael Löwy. Buenos Aires: Ediciones Nueva Visión, 2012, 113-136.         [ Links ]

De Ipola, Emilio. Ideología y Discurso Populista. Buenos Aires: Folios, 1983.         [ Links ]

Del Campo, Hugo. Sindicalismo y peronismo. Los comienzos de un vínculo perdurable. Buenos Aires: Clacso, 1983.         [ Links ]

Doyon, Louise. Perón y los trabajadores. Los orígenes del sindicalismo peronista, 1943-1955. Buenos Aires: Siglo XXI, 2006.         [ Links ]

Doyon, Louise. "La formación del sindicalismo peronista". En Nueva historia argentina. Los años peronistas (1943-1955), editado por Juan Carlos Torre (director del tomo), Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 2002.         [ Links ]

Elias, Norbert. La Sociedad de los individuos. Barcelona: Ediciones Península, 1990.         [ Links ]

Elias, Norbert. La Sociedad Cortesana, México: FCE, 1996.         [ Links ]

Elias, Norbert. El proceso de la civilización. Investigaciones sociogenéticas y psicogenéticas. Colombia: FCE, 1997.         [ Links ]

Elias, Norbert. Sociología Fundamental. Barcelona: Gedisa Editorial, 1999.         [ Links ]

Freud, Sigmund. El malestar en la cultura. Madrid: Editorial Biblioteca nueva, 1999.         [ Links ]

Girbal-Blacha, Noemí. Mitos, paradojas y realidades en la Argentina peronista (1946-1955). Una interpretación histórica de sus decisiones político-económicas. Bernal: Universidad Nacional de Quilmes, Editorial, 2003.         [ Links ]

Goudsblom, Johan. "La teoría de la civilización: crítica y perspectiva" en Figuraciones en proceso, editado por Vera Weiler (comp). Colombia: Utópica Ediciones, 1998, 45-74.         [ Links ]

Heinich, Natalie. Norbert Elias. Historia y cultura en Occidente. Buenos Aires: Nueva Visión, 1999.         [ Links ]

Hovarth, Laszlo (comp.). A half century of peronism, 1943-1993. An international bibliography. Stanford: Hoover Institution-Stanford University, 1993.         [ Links ]

Indij, Guido (Ed). Perón mediante. Gráfica peronista del período clásico. Buenos Aires, la marca editora, 2006.         [ Links ]

James, Daniel. Resistencia e integración. El peronismo y la clase trabajadora. Buenos Aires: Siglo XXI, 2010.         [ Links ]

Lobato, Mirta. Historia de las trabajadoras en la Argentina (1869-1960). Buenos Aires: EDHASA, 2007.         [ Links ]

Löwy, Michael. Max Weber y las paradojas de la modernidad (Buenos Aires: Ediciones Nueva Visión, 2012).         [ Links ]

Luhmann, Niklas. Teoría política en el Estado de Bienestar. Madrid: Alianza Universidad, 2007.         [ Links ]

Morrow, Raymon. "Norbert Elias and Figurational Sociology: The Comeback of the Century", Contemporary Sociology, Vol.: 38 (2009).         [ Links ]

Murmis, Miguel y Portantiero, Juan Carlos. Estudios sobre los orígenes del peronismo. Buenos Aires: Siglo XXI Editores Argentina, 2004, edición definitiva.         [ Links ]

Novick, Susana. El IAPI: auge y decadencia. Buenos Aires: CEAL, 1986.         [ Links ]

Partido Peronista Consejo Superior Ejecutivo. El Manual del peronista. Buenos Aires: Ediciones Los Coihues, 1988 (1era. edición 1948).         [ Links ]

Peña, Milciades. El peronismo. Selección de documentos para la historia. Buenos Aires: Ediciones Fichas, 1973.         [ Links ]

Perón, Eva. La razón de mi vida. Buenos Aires: Editorial Peuser, 1953.         [ Links ]

Perón, Juan D. Manual Práctico del 2º Plan Quinquenal. Buenos Aires, Secretaría de Informaciones, 1953.         [ Links ]

Perón, Juan D. Conducción Política. Buenos Aires, Editora Casa Gaspar Campos, 1997.         [ Links ]

Perón, Juan D. Doctrina Peronista. Buenos Aires, Cs Ediciones, 2005.         [ Links ]

Pulfer, Dario. El peronismo en sus fuentes. Una guía bibliográfica para su estudio. Buenos Aires: Ediciones CICCUS, 2012.         [ Links ]

Rein, Raanan. Juan Atilio Bramuglia. Bajo la sombra del líder. La segunda línea de liderazgo peronista. Buenos Aires: Lumiere Ediciones, 2006.         [ Links ]

Senén González, Santiago. Breve historia del sindicalismo argentino. Buenos Aires: El Ateneo, 2009.         [ Links ]

Sidicaro, Ricardo. Los tres peronismos. Estado y poder económico. 1946-55 / 1973-76 / 1989-99. Buenos Aires: Siglo XXI Editores Argentina S.A., 2002.         [ Links ]

Somoza Rodríguez, Miguel. Educación y política en Argentina (1946-1955). Buenos Aires, Miño y Dávila, 2006.         [ Links ]

Torre, Juan Carlos. La vieja guardia sindical y Perón. Sobre los orígenes del peronismo. Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 1990.         [ Links ]

Torre, Juan Carlos (comp). El 17 de octubre de 1945. Buenos Aires: Ariel, 1995.         [ Links ]

Weiler, Vera (comp). Figuraciones en proceso. Colombia: Utópica Ediciones, 1998.         [ Links ]

Zabludovsky, Gina. Norbert Elias y los problemas actuales de la sociología. México: FCE, 2007.         [ Links ]

Zabludovsky Kuper, Gina. Modernidad y globalización. México: Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, UNAM, 2010.         [ Links ]

Zanatta, Loris. Perón y el mito de la Nación Católica. Iglesia y Ejército en los orígenes del peronismo (1943-1946). Buenos Aires: Sudamericana, 2006.         [ Links ]