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Historia Caribe

Print version ISSN 0122-8803

Hist. Caribe vol.15 no.36 Barranquilla Jan./June 2020  Epub July 09, 2021

https://doi.org/10.15648/hc.36.2020.11 

Tema abierto

Ejército, Desarrollo y Alianza para el Progreso en Chile (1961-1970)*

Army, Development and Alliance for Progress in Chile (1961-1970)

Exército, Desenvolvimento e Aliança para o Progresso no Chile (1961-1970)

Armée, Développement et Alliance pour le Progrès au Chili (1961-1970)

FROILAN RAMOS RODRIGUEZ1 

1 Profesor de la Universidad Católica de la Santísima Concepción-UCSC (Chile). Correo electrónico: fra-mos@ucsc.cl. El autor es doctor en Historia de la Universidad de los Andes (Chile) Orcid http://orcid.org/0000-0002-7740-9272. Recientemente ha publicado, entre otros: "Báculo y fuego. La Iglesia Católica y la política chilena en los sesenta (1961-1970)", Tzintzun. Rev estud. históricos No. 67 (2018); "Huella de Hans-Georg Gadamer en Reinhart Koselleck. Aportes a la Historia Conceptual", HISTOReLo Vol. 10 No. 19 (2018). Entre sus temas de interés se encuentran Historia comparada, Historia de América Latina, Historia política e Historia contemporánea


Resumen

Este ensayo analiza el rol del Ejército chileno ante el debate por el desarrollo y la Alianza para el Progreso en el país entre 1961 y 1970. El Ejército siguió la idea de desarrollo a través de artículos en sus revistas, y contribuyó con el mismo por medio de cursos especiales para soldados conscriptos, así como en tareas de construcción llevadas a cabo por unidades de ingenieros y el Cuerpo Militar del Trabajo. En definitiva, el Ejército estuvo inserto dentro de los planes de desarrollo promovidos por el Estado como un instrumento de trabajo técnico, operacional y de bajo costo.

Palabras clave: Ejército; Desarrollo; Chile

Abstract

This essay analyzes the role of the Chilean Army in the debate for development and the Alliance for Progress in the country between 1961 and 1970. The Army followed the idea of development through articles in its magazines, and contributed with it through of special courses for conscript soldiers, as well as in construction tasks carried out by engineering units and the Military Labor Corps. In short, the Army was part of the development plans promoted by the State as an instrument of technical, operational and low-cost work.

Keywords: Army; Development; Chile

Resumo

Este ensaio analisa o papel do Exército do Chile no debate sobre o desenvolvimento e a Aliança para o Progresso no país entre 1961 e 1970. O Exército seguiu a ideia de desenvolvimento através de artigos em suas revistas, e contribuiu com isso através de de cursos especiais para recrutas soldados, bem como em tarefas de construção executadas por unidades de engenharia e pelo Corpo de Trabalho Militar. Em suma, o Exército fazia parte dos planos de desenvolvimento promovidos pelo Estado como instrumento de trabalho técnico, operacional e de baixo custo.

Palavras-chave: Exército; Desenvolvimento; Chile

Résumé

Cet essai analyse le rôle de l'Armée chilienne devant le débat pour le développement et l'Alliance pour le Progrès dans le pays entre 1961 et 1970. L'Armée a suivi l'idée de développement à travers des articles dans ses magazines et a contribué avec elle à partir des formations spéciales pour les conscrits, ainsi que dans les travaux de construction exécutés par les unités du génie et le Corps du travail militaire. En bref, l'armée faisait partie des plans de développement promus par l'État en tant qu'instrument de travail technique, opérationnel et à faible coût.

Mots-clés: Armée; Développement; Chili

y cada uno es mil y los mil no son sino uno, un solo cuerpo, una sola alma, una sola voluntad, un solo amor, una sola música tañida en un arpa de mil cuerdas

Félix Armando Núñez "Los Regimientos"1

INTRODUCCIÓN

Los años sesentas representan una época de frenesí por el desarrollo en América Latina. El entusiasmo que despertó la Alianza para el Progreso del presidente John F. Kennedy, hizo pensar, tanto a los estadounidenses como a los latinoamericanos, que el desarrollo económico y social de la región estaba a la vuelta de la esquina. Si bien el optimismo inicial se fue diluyendo hacia el final de la década, la experiencia de búsqueda desarrollista y de la Alianza todavía hoy amerita una reflexión más mesurada y detenida en el tiempo.

En aquellos años, Chile y su ejército también pensaron que el desarrollo rápido y sostenido del país era posible. Los indicadores más visibles de este proceso fueron las obras de construcción de caminos en las regiones australes más aisladas, por parte del Cuerpo Militar del Trabajo, y en forma simultánea a este despliegue material, también se impartieron distintos cursos a los jóvenes conscriptos. El conjunto de estas acciones lleva a preguntarse por el papel que asumió el ejército frente a la política desarrollista de la Alianza: ¿Cuál fue la percepción del ejército ante la idea de desarrollo y la Alianza para el Progreso? ¿Qué acciones concretas tomó esta institución por el desarrollo? y ¿Qué repercusiones tuvieron las labores militares en la nación?

Una parte de la historiografía, observa el proceso de la Alianza para el Progreso y las Fuerzas Armadas (FF.AA.) como una etapa de creación de falsa ilusión, de "enemigo interno", "doctrina de la seguridad nacional", norteamericanización de las FF.AA.2. Otra mirada historiográfica, observa el rol de las Fuerzas Armadas y el desarrollo, en particular del ejército, como una labor constante de la mano de las demandas del Estado3. En todo caso, el tema permanece como un debate abierto, no zanjado.

Metodológicamente, este estudio recurre a la revisión y crítica de fuentes primarias de archivo, principalmente el Archivo General del Ejército de Chile (AGE) de Santiago, la consulta de revistas militares: el Memorial del Ejército, Revista del Arma de Ingenieros y Revista del Suboficial. Asimismo, estas fuentes se triangulan con la prensa contemporánea a los hechos, especialmente los diarios y revistas, y con testimonios escritos, publicados como memorias y compilaciones. Este diálogo entre diversas fuentes posibilita la reconstrucción del proceso histórico, de la forma más cercana a su espacio temporal.

En este orden, el trabajo se divide en partes. En la primera, se contextualiza temporal y espacialmente la situación de Chile y el ejército en el debate por el desarrollo y la Alianza. En la segunda sección, se analiza la discusión recogida en las revistas del ejército en torno al tema del desarrollo y la Alianza. Por último, se sintetiza las acciones cívicas llevadas a cabo por el ejército durante los años sesenta.

1. EL EJÉRCITO ENTRE LA ERA NUCLEAR Y LUCHA POR EL DESARROLLO

Desde 1945, el mundo político y militar había quedado definido por las bombas atómicas y la cada vez más caliente, Guerra Fría entre las dos superpotencias, los Estados Unidos y la Unión Soviética. Sin embargo, el triunfo de la Revolución cubana en 1959 desencadenó una nueva etapa del conflicto global en América Latina; la preocupación estadounidense por detener o contrarrestar el impacto del comunismo cubano en la región. Esto catapultó las apuestas desde Washington por el desarrollo latinoamericano a través de la Alianza para el Progreso4.

En ese contexto, el Chile de los años cincuenta y sesenta no podía permitirse el costo de acceder a armas nucleares. Tampoco tenía la voluntad política de hacerlo. No obstante, los cuestionamientos acerca de qué hacer con un ejército fuera de una guerra convencional, comenzaron a deslizarse en la palestra pública. La cuestión se acentuó mucho más con la llegada a la presidencia de don Jorge Alessandri Rodríguez (1958-1964), quien de joven presenció el golpe militar a su padre, Arturo Alessandri, y cuyo programa de gobierno contemplaba la administración con criterio de escasez de los recursos, al mismo tiempo de que promovia la amistad vecinal como mecanismo de garantizar la paz en la región5.

El terremoto de Valdivia de mayo de 1960 vino a representar una doble repercusión. En primer lugar, este escenario en ruinas constituyó un momento de emergencia nacional en el que las Fuerzas Armadas en su conjunto respondieron operativamente en distintas labores de auxilio, rescate y atención de las zonas afectadas por el movimiento telúrico. Las acciones militares despertaron el reconcomiendo nacional6. En segundo lugar, los daños materiales del sismo en el sur del país habían sido cuantiosos, lo que condicionó el limitado presupuesto de la nación mucho más7, incluido el de la institución armada.

Al interior de los recintos castrense, la institución tenía severas limitaciones presupuestarias, que repercutieron en las condiciones socioeconómicas; bajos salarios, oficiales que debían trabajar como taxistas en sus horas libres, escasos recursos para el entrenamiento, entre otros8. En buena medida, la situación del ejército permaneció desapercibida para la opinión pública, al tiempo que el comandante en jefe, el general Óscar Izurieta Molina (1958-1964), mantuvo la estabilidad, disciplina y pleno funcionamiento del cuerpo armado9.

En el contiene americano los cambios en las perspectivas políticas, económicas y sociales se precipitaron drásticamente a inicios de los sesenta. Por un lado, el impacto de la Revolución Cubana propició un giro en la agenda política; los grupos de izquierda querían replicar la toma armada del poder por medio de guerrillas; mientras que la nueva administración estadounidense del presidente John F. Kennedy (1961-1963) impulsó el programa de la Alianza para el Progreso en América Latina. Por otro lado, los economistas latinoamericanos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), promovieron también debates en torno al desarrollo nacional, como medio para alcanzar transformaciones económicas y sociales en la región10.

De este modo, la Alianza para el Progreso promovió que los Estados latinoamericanos iniciaran reformas estructurales graduales en los aparatos económicos y servicios sociales en sus países, con el auspicio financiero y técnico de los Estados Unidos. Estas reformas implicaron inversiones en la creación de escuelas, hospitales, vías de comunicación, vivienda, reformas agrarias, entre otras, con las que se esperaba mejorar la calidad de vida de la población local y evitar así el surgimiento de conflictos sociales11.

En Chile, la recepción de la discusión por el desarrollo y la Alianza para el Progreso encontró resonancia en la esfera pública. Los diversos diarios recibieron con optimismo los temas y se hicieron eco de las demandas por contribuir al desarrollo nacional asistido por la Alianza para el Progreso, el apoyo económico de los Estados Unidos, y los beneficios para el país, en estabilidad política, crecimiento económico y bienestar social. Además, de la consideración de Chile como pionero en la obtención de créditos y ejecución de proyectos a nivel regional12.

Para el ejército chileno la colaboración con el desarrollo de la nación no era nada nuevo. Desde hacía varios años, la institución venía ayudando en labores de socorro en situaciones de emergencia, como el terremoto de Chillán de 1939, y en la construcción de obras por medio del Servicio Militar del Trabajo desde 1953, luego Cuerpo Militar del Trabajo (C.M.T.) en 196013. Sin embargo, la instalación del desarrollo y la Alianza en el debate público nacional e internacional supuso una oportunidad para el ejército, al poder ampliar y actualizar sus acciones cívico-militares en todo el país, gracias a la obtención de ayuda financiera para lograrlo.

2. EL EJÉRCITO Y EL DEBATE POR EL DESARROLLO Y LA ALIANZA PARA EL PROGRESO

A comienzos de los sesenta, y durante toda la década, el debate por el desarrollo estuvo presente en la atmósfera política e intelectual en toda América Latina. Ni Chile ni su ejército estuvieron exentos de la preocupación por resolver los problemas económicos y sociales atingentes. De hecho, dentro del ejército chileno el tema por el desarrollo y la Alianza para el Progreso se siguió muy de cerca, a través de artículos publicados en sus revistas militares, desde distintas perspectivas, institucional, profesional y técnica, lo que sirvió de escenario para estudiar el papel que debería asumir la institución armada en medio de ese desafío temporal y nacional.

En este sentido, en 1963 apareció un artículo titulado "Alianza para el Progreso" del subteniente Emilio González Uriarte14, publicado tanto en el Memorial del Ejército como en la Revista del Suboficial15. Hecho extraordinario y significativo al mismo tiempo, por varias razones. En primer término, era inusual que un oficial subalterno con grado de subteniente publicase un trabajo en el Memorial, debido a que la revista estaba dirigida a oficiales superiores (de mayores a coroneles, principalmente), en especial a oficiales de Estado Mayor por ser la publicación más elevada de la institución. Asimismo, también resulta sorprendente que el mismo artículo haya sido publicado a la vez en la revista dirigida a los Clases (sargentos y cabos), lo que en su conjunto denota la relevancia dada al artículo para su difusión en los diversos escalones del cuerpo castrense.

En un extenso trabajo, el subteniente González expuso los fundamentos, metas y acciones tomadas por la Alianza para el Progreso en América Latina y especialmente en Chile, que el oficial consideró como "plan piloto en América". En las conclusiones, González sostuvo: "Chile confía en la Alianza para el progreso. El país cuenta con un Plan Decenal y está dispuesto a corregir rápidamente sus defectos estructurales"16, lo que trasmitía en un tono optimista, que la nación estaba encaminada plenamente a materializar las reformas necesarias.

Asimismo, el subteniente González afirmó "USA mira nuestro país como una planta piloto para experimentar con la Alianza para el Progreso", mientras que, al mismo tiempo, alertaba que "Cuba es hoy en América Latina una cabeza de puente del comunismo internacional y ese hecho bien podría reproducirse multiplicado, en el hemisferio, si se permitiere un mayor acentuamiento [sic] de las muy violentas tensiones sociales"17. En las palabras de González, quedaba claro que la lucha por el desarrollo se encontraba dentro de la Guerra Fría, y que este nuevo escenario representaba una oportunidad para superar las carencias y limitaciones materiales que podrían, eventualmente, engendrar conflictos.

Igualmente, el Memorial publicó otro artículo sobre el programa de ayuda estadounidense, en el que la C.F.A.N.18 fijaba posición sobre la Alianza para el Progreso, y señalaba era "sin lugar a dudas uno de los temas que en la vida diaria se analiza y trata con interés"19. En el artículo, se presentaba una aclaración informativa emitida por una oficina institucional al considerar que:

"La alianza para el Progreso, es un histórico esfuerzo cooperativo para acelerar la evolución hacia la justicia social. Los americanos de responsabilidad, de norte o del sur, no pueden cruzarse de brazos y contemplar las realizaciones parciales, en uno cualesquiera de nuestros países, mientras la crasa injusticia sobreviva en cualquier parte de este hemisferio"20.

De la misma forma, el artículo citaba al presidente Kennedy, y se daba cuenta de los contenidos de la Alianza y las implicaciones para el país; los prestamos recibidos por Chile y la oportunidad de transformarlos en bienestar económico y social para la población chilena. Por último, el documento aseguraba que "la batalla contra la pobreza, el analfabetismo, y las enfermedades, será larga y ardua; pero es una batalla que ganaremos si se trabaja en cooperación y existe la comprensión necesaria y el ánimo dispuesto para vencer las dificultades"21.

En 1965, el Memorial reprodujo un extenso artículo del exsecretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Alberto Lleras Camargo22, en el que afirmó "esta segunda mitad del Siglo XX pasará a la historia como la época del desarrollo"23. Lleras Camargo entregó una sagaz y pertinente reflexión sobre el desenvolvimiento del desarrollo en el continente. Dentro del mismo, Lleras reconoció que la Alianza no había estado exenta de "tropiezos", pero en tono optimista señaló que luego de tres años de anunciada "se notan cambios muy importantes en todos los países, se señalan índices de desarrollo semejantes a los propuestos"24. A lo que añadió más adelante:

"esa transformación que tiene que seguir adelante se debe principalmente al hecho de que la alianza ha creado una conciencia de los problemas reales del hemisferio, en sus soluciones, y de la necesidad de dedicarse valerosamente a cambiar la faz de una región que había quedado al margen del desenvolvimiento económico y social de los últimos tiempos"25

Para el exsecretario de la OEA, la mayor trascendencia de la Alianza radicaba en el hecho de haber situado la discusión por el desarrollo en la palestra de la opinión pública. De manera que, el debate masificó la atención por los problemas económicos y sociales postergados por largo tiempo, como una vía de búsqueda y entendimiento en la región. Incluso, el tema había llegado instalarse dentro de la institución armada, preocupada también por el asunto y su papel en el desarrollo nacional.

En ese orden, el mayor Fernando Lyon Salcedo26 sostenía en un artículo que "en general el Ejército, como parte integrante de esta comunidad, coloca su organización, disciplina y conocimientos en beneficio de estos planes de interés general, debido a los problemas urgentes de nuestro subdesarrollo"27. Las palabras de Lyon reflejaban la disposición en el seno de la institución por aportar a la nación en su meta por alcanzar el desarrollo, de la manera que el cuerpo armado podía hacerlo, es decir, ofrecer su apresto técnico y profesional con presencia en todo el país, que junto al apoyo financiero de otras instituciones podría suponer programas y obras concretas.

En la misma línea, el teniente coronel Guillermo van Schouwen Figueroa28, comandante del Regimiento de Ingenieros No. 1 "Atacama" entre 1965 y 1968, escribió sobre las labores realizadas por la institución en el norte del país en beneficio de la población civil. El oficial consideraba que,

"el Ejército podría cooperar eficazmente al esfuerzo nacional de dar un mejor standard de vida a todos los habitantes de esta provincia, por intermedio del Arma de Ingenieros, con la maquinaria y herramientas necesarias para coadyuvar a la solución de alguno de estos tres impostergables problemas.

Construcción de carreteras, el regadío y la reforestación"29.

De esta manera, en sintonía con el mayor Lyon, el teniente coronel van Schouwen compartía la idea de que el ejército estaba en capacidad de aportar a la solución de las principales deficiencias regionales. Por ejemplo, el oficial observó varios problemas en la zona donde estaba asentado su regimiento, como la carencia de vías de comunicación, la ausencia de un sistema de regadío y el avance de la deforestación. Ante estos retos locales, el comandante opinaba que la unidad bajo su mando podía constituir un importante punto de apoyo para el desarrollo local de la Provincia de Atacama, al contribuir con la instrucción, organización y dirección de faenas de conscriptos en labores de acción cívica.

De igual forma, la influencia de la Alianza para el Progreso estaba presente en el ambiente de los años sesenta, no solo en el mundo civil, sino también en los cuarteles. En efecto, resulta significativo que el capitán Javier Salazar Torres comenzará su trabajo con una cita del presidente Kennedy, que hacía referencia al rol de los ejércitos en ayudar a sus naciones. El capitán Salazar30, que se encontraba adscrito a la Escuela de Ingenieros de Tejas Verdes, expuso la importancia de las Acciones Cívicas del Ejército al sentenciar que:

"Es la utilización de fuerzas militares en proyectos de adelanto para la población local en todos los niveles, en materias tales como instrucción, educación, agricultura, transporte, comunicaciones, sanidad, salubridad, obras públicas y otras que contribuyan al desarrollo económico-social, así como a mejorar las relaciones entre las fuerzas armadas y la población civil"31.

Aunque el oficial reconocía que la mantención de las Fuerzas Armadas podría resultar costosa para una nación, en su opinión, la implementación de Acciones Cívicas en períodos de paz podía reportar importantes beneficios materiales y humanos para el país. Por tanto, el capitán Salazar enumeró las distintas áreas en las cuales el ejército contribuiría con la población civil, en el esfuerzo conjunto por mejorar las condiciones de vida y de desarrollo nacional.

Por su parte, el capitán Sergio Rosales Díaz32, oficial adscrito al Regimiento de Ingenieros No. 4 "Arauco" de Osorno, recogió una descripción técnica de las labores llevadas a cabo por su unidad y también por contingentes de soldados del Regimiento de Infantería No. 12 "Sangra" de Puerto Montt, en el sur del país, específicamente en la región de California, Palena y el Lago Yelcho. Al respecto, Rosales manifestó su gratitud a la jefatura del Cuerpo Militar del Trabajo, que de "forma visionaria y patriótica asumió la tremenda responsabilidad de realizar faenas camineras, allí donde no existe empresa alguna de esta naturaleza, que se aventure a construir"33.

El relato del capitán Rosales estuvo acompañado de fotografías de las jornadas realizadas, con abundantes datos descriptivos, y debido a su extensión se publicó en dos partes. Rosales dejó constancia de sus impresiones en el sur chileno:

"El viento me taladraba los huesos en su constante soplar. Gruesos goterones nos salpicaban una y otras, a medida que la lancha, rugiendo como toro embravecido, daba tumbos con su proa muy levantada a consecuencias de lo agitado de las olas. La hora era indefinible, el nublado llegaba a muy pocos metros del agua que se hacía más gruesa por momentos"34.

La descripción técnica del capitán Rosales dio paso a una narración más humana, que registraba las condiciones atmosféricas y naturales difíciles sobre el terreno y las aguas en el sur austral. El testimonio de Rosales permite aproximarse a la dimensión del desafío de trabajar bajo fuertes precipitaciones, constantes vientos, bajas temperaturas y con poca visibilidad por la espesa neblina. Todos ellos cuentan del rigor de las faenas vividas por soldados conscriptos, suboficiales y oficiales durante aquellas empresas de construcción del ejército en el sur del país.

Por otra parte, el teniente coronel Aquiles López Barrenechea35, comandante del Regimiento de Ingenieros No. 2 "Aconcagua" entre 1968 y 1970, examinó la labor de los ingenieros militares en períodos de operaciones bélicas y de acciones cívicas. El artículo fue publicado en partida doble, tanto en el Memorial del Ejército como en la Revista del Arma de Ingenieros36, lo que subraya el interés por el tema y su divulgación. López señalaba el rol de los ingenieros "de Combate" y "de Construcción", y la necesidad de contar con personal de ingenieros "versátil". En sus conclusiones, el oficial sostuvo:

"deseamos perfeccionarnos, en la paz, aprovechando toda posibilidad de contribuir al desarrollo nacional en épocas normales, de instituir al máximo a nuestro personal con el mínimo recargo para el presupuesto de la Institución, y de mantener siempre nuestra maquinaria y equipo al mayor nivel operacional, pero no olvidamos nuestra finalidad primordial: la Guerra"37.

La reflexión del teniente coronel López dejaba clara la percepción del ejército en general, y del arma de ingenieros en particular, sobre su rol y misión en el país. Sin lugar a dudas, los ingenieros militares poseían los conocimientos técnicos y contaban los equipos y materiales apropiados para ejecutar misiones de acción cívica en períodos de paz, pero también el oficial recordaba que su compromiso primordial lo constituía su preparación la guerra, cuando lo requiriese la defensa de la nación. De modo que, ambas responsabilidades estaban presentes dentro de la oficialidad del ejército, y que una u otra se superponía de acuerdo con las condiciones del país.

En 1968, la Dirección de la Revista del Arma de Ingenieros publicó un artículo dedicado, especialmente, a la adaptación del ejército ante el desafío de materializar obras regionales y locales. De hecho, la institución creó la Jefatura de Ingenieros a través del D.F.L. 200 de 1962, que instrumentó orgánica, técnica y económicamente esta dirección técnica. Esto demuestra la respuesta institucional del cuerpo castrense para la planificación y coordinación de las acciones cívicas a nivel nacional, por medio de unidades de ingenieros y, en particular, del Cuerpo Militar del Trabajo38.

El capitán Sergio Moreno Saravia39, adscrito a la Escuela de Ingenieros, recogió el valor instruccional y práctico de las acciones cívicas para el ejército en general y los conscriptos en especial. El trabajo se trataba de una descripción técnica del capitán Moreno, quien fue el jefe de la obra de conexión terrestre, entre la Empresa Nacional de Electricidad S.A. (ENDESA) y la Central "El Toro". Moreno concluyó que,

"esta construcción ha sido de gran valor, tanto para los Oficiales y Clases que en ella intervinieron, como para los Clases Alumnos que actuaron de ejecutores, aprovechando su periodo práctico, ya que es la primera vez que se construye en nuestro país un puente de las características de éste, cumpliendo la doble finalidad de instruir y capacitar a nuestro personal y la de servir a nuestro país en acción cívica"40.

El testimonio del capitán Moreno reflejaba el optimismo de los oficiales por ser partícipes en obras de interés nacional, además, de la relevancia para los oficiales y soldados conscriptos de efectuar prácticas sobre el terreno, con lo que también se fortalecía la instrucción. De esta manera, la opinión de Moreno plasmaba, en parte, la percepción de los instructores de la Escuela de Ingenieros, que podían de esta forma ganar experiencias para sus cursos y alumnos, a la vez que lograban adiestrarse con nuevos equipos y tecnologías.

Por otro lado, las revistas militares también recogieron posturas mucho más críticas sobre cómo se había manejado la labor del ejército en pro del desarrollo nacional. Así, por ejemplo, el capitán Hernán Abad Cid, al servicio de la Escuela de Ingenieros de Tejas Verdes, se cuestionaba la falta de reconocimiento público a las acciones cívicas del ejército en el sur del país. Abad sostuvo que:

"por razones que no es del caso analizar en estos momentos, los trabajos realizados por los Ingenieros en esta zona hasta el momento se han mantenido en el más absoluto anonimato, hecho que no se justifica dada la gran labor desarrollada en la zona y que ha influido en forma preferencial en el desarrollo económico y social de ella".

Las palabras del capitán Abad eran claras, en su opinión, las tareas ejecutadas por el ejército en el sur del país habían pasado desapercibida para la opinión pública. Es más, no había habido ni mención ni reconocimiento alguno por el esfuerzo hacia los hombres de uniforme. Aunque Abad no entra en detalles acerca de las razones para tales hechos o explicaciones sobre el porqué de los mismos, su percepción deja constancia de que los oficiales consideraban que realizaban una importante labor en el sur austral, de beneficio para la población civil. Sin embargo, la sensación de pesar continuaba y repercutía en la ausencia de comprensión a los militares y sus familias, por lo que el capitán Abad recriminaba

"no se pueden olvidar los sacrificios y pesares del personal, especialmente de los casados y padres de familia quienes son los que normalmente necesitan más ayuda y los que, das las circunstancias, menos la reciben. Sobre este aspecto, piensen que esta gente pasa a veces 6 meses sin ver a sus familiares y necesitan por lo tanto un estímulo en el cual públicamente se les reconozca la labor y el sacrificio desplegado"43.

Abad exaltaba el esfuerzo de los hombres de parche azul (arma de ingenieros) y los trabajos del ejército en el sur austral como una labor de "chilenidad". En opinión del capitán Abad, existía una desatención hacia los sacrificios ofrendados por los oficiales y soldados en pro del desarrollo de Chile. En este sentido, la exposición de Abad muestra que, dentro de una institución jerarquizada y disciplinada como el ejército, y comprometida con las misiones que realizaba en lugares inhóspitos y apartado, también existían matices en la percepción sobre la recepción de las acciones cívicas del cuerpo armado en la prensa y en la sociedad civil.

Para inicios de los setenta, el economista Felipe Herrera44, quien colaboró activamente con la CEPAL y la Alianza para el Progreso, fue invitado a dictar una conferencia a la Academia de Guerra, la institución superior del Ejército destinada a la formación de oficiales de Estado Mayor, lo que mostraba el interés por nutrir a la institución con disertaciones de especialistas civiles. Las lecciones de Herrera fueron posteriormente publicadas en el Memorial del Ejército45. En el mismo, el economista hizo un balance de la década y algunas proyecciones para los setenta, y sostuvo:

"La concepción un tanto artificial, y hasta romántica, de un Plan Marshall para América Latina, con la cual hasta se llegó a asociar la idea primitiva de la Alianza para el Progreso, felizmente ha sido definitivamente archivada. Realmente no tiene ningún sentido pensar en un "El Dorado", fabricado en el exterior para resolver nuestros problemas en función de un utópico traspaso masivo de recursos, que no se ha producido en la década pasada y que tampoco cuenta con mayores probabilidades de que se produzca en el futuro"46.

La mirada pesimista y acusativa de Herrera devela la insatisfacción con la Alianza y la ayuda estadounidense. Aunque resulte paradójico para un economista que fue director de una institución financiera continental, la opinión de Herrera derrumba por completo la visión de que el desarrollo podría ser alcanzable y ubicó a la Alianza como una ilusión, al comparar con El Dorado que buscaban los conquistadores españoles en América. De este modo, las consideraciones de Herrera echaban por tierra cualquier posibilidad de volver poner en marcha la idea de desarrollo asociada a la Alianza a comienzos de los setenta, y junto con ella una época de trabajo por una idea.

En definitiva, las revistas militares permiten constatar que el ejército chileno siguió de primera mano el debate sobre el desarrollo y la Alianza para el Progreso, así como su papel en las misiones por colaborar y contribuir con la nación, dentro del marco de la visión desarrollista de la época. Asimismo, se evidencia que la discusión en torno a los temas del desarrollo y la Alianza estuvo enfocada en tres perspectivas; una teórica con información general y especializada referida a los aspectos políticos y económicos (artículos como los de Lleras y Herrera, por ejemplo); una profesional con base en las capacidades de la institución; y una técnica aportada por las experiencias de los oficiales en las faenas de construcción material.

3. EJÉRCITO Y ACCIÓN DESARROLLISTA

La discusión en las revistas militares, en torno al desarrollo y la Alianza para el Progreso, también encontraron eco en las acciones cívicas realizadas por el ejército chileno durante la década de los sesentas. En paralelo a las exposiciones publicadas sobre el tema, al interior de los cuarteles se impartieron cursos dentro del servicio militar obligatorio y fuera de los recintos militares las unidades de ingenieros, adscritas al Cuerpo Militar del Trabajo (CMT), llevaron a cabo diversas obras en pro del desarrollo nacional.

En este sentido, la actuación del ejército estuvo autorizada y coordinada por el Estado, a través de las directrices impartidas por el Ejecutivo nacional. En 1962, el presidente Alessandri afirmó en el Congreso:

"No es extraño que al referirme a la labor realizada por el Ministerio de Defensa Nacional deba dejar constancia en primer término, con legítima satisfacción, de la extraordinaria eficiencia con que las tres ramas de las Fuerzas Armadas han desarrollado sus tareas profesionales, como asimismo de la notables eficiencia con que ellas han contribuido a aliviar diversos problemas ajenos a sus actividades propias, cada vez que la autoridad civil requirió de su valiosa cooperación"47.

El mismo mandatario expresó su satisfacción con las labores de las Fuerzas Armadas en general, y el ejército en particular. Al respecto, el gobernante mencionó en él su discurso la "inapreciable" obra llevada a cabo por la institución por a medio del CMT, en proyectos de colaboración con los ministerios de Obras Públicas y Educación, y con la Corporación de la Vivienda, en beneficio de la colectividad chilena48.

En este orden, una de las primeras acciones del ejército fue la organización a nivel nacional de Cursos de Tractoristas para soldados conscriptos en 1962. Si bien el ejército había dictado con anterioridad este tipo de cursos ya desde fines de los cuarentas, los mismos habían estado focalizados solamente en algunas regiones. En cambio, a inicios de los sesenta, y con el apoyo de la Corporación de Fomento a la Producción (CORFO), el ejército pasó estructurar los cursos en todo el territorio nacional. De hecho, en 1963, por orden del Comandante en Jefe del Ejército, el general Óscar Izurieta Molina, se promulgó el Reglamento Orgánico y Servicio de Tractoristas Agrícolas del Ejército, con la finalidad de: "cooperar al Plan de Mecanización Agrícola del País, por medio del uso de maquina en todas las labores agropecuarias que permitan sus posibilidades de empleo, y a la vez, preparar reservas militares idóneas en el manejo y mantenimiento de material motorizado"49.

El curso estaba destinado a la capacitación profesional de los soldados conscriptos en la conducción y mantención de maquinaria agrícola. El período de formación se desarrollaba durante el servicio militar una vez finalizada la instrucción militar básica, y contemplaba etapas teóricas y prácticas. Este programa funcionaba desde 1° de junio hasta el 28 de marzo, aprovechando la estación de verano austral (enero-marzo) para las labores en terreno50.

De acuerdo con el artículo 31, los conscriptos debían postular a los cursos exponiendo sus intenciones/inclinaciones por la agricultura y la mecánica, con aval del comandante de unidad51. Asimismo, durante el período de práctica agrícola, "los Comandantes de Unidades o Jefes u Oficiales especialmente designados, deberán controlar la realización de tales faenas, de las condiciones de trabajo del alumnado, de los lugares de alojamiento, del estado sanitario, de su alimentación"52. Al término del curso, el ejército otorgaba a los graduados el título de "Tractorista Agrícola".

Dos de los oficiales que estuvieron al frente de esta misión, fueron los teniente coroneles Jorge Rodríguez Anguita y Gabriel Molina García-Moreno. En primer término, Rodríguez fue designado Delegado del Ejército, debido a su calidad de director de la Escuela de Unidades Mecanizadas entre 1962 y 1965; él estuvo a cargo de la organización y dirección de los primeros cursos53. Por su parte, Molina tuvo una responsabilidad importante en la dirección y desarrollo de los Cursos de Tractoristas en el país, primero como Coordinador del Ejército ante la CORFO, entre 1964 y 1966, y luego como Delegado de la Institución ante el mismo organismo desde 1967 hasta 197154.

En el Cuadro 1, se puede apreciar la presencia a lo largo del país, de norte a sur, de las unidades militares donde se dictaron los cursos de tractoristas durante los años sesentas. Estos cursos tenían el tamaño de una sección o un pelotón, a cargo de un oficial jefe, en la que se destacaron la Escuela de Blindados de Santiago y el Regimiento de Infantería No. 8 "Tucapel" de Temuco, con 40 conscriptos respectivamente, lo que representa la importancia que estas unidades revestían. La primera por ser el plantel especializado en vehículos motorizados y la segunda por el potencial agrícola de la región.

Servicio de Tractoristas del Ejército y los Cursos impartidos en Chile en 1966 

Las repercusiones de estos cursos se hicieron sentir pronto en la comunidad nacional. En efecto, el diario El Mercurio recogió en 1963 el impacto social del programa al destacar que el 50% de los conscriptos, una vez licenciados del servicio, eran contratados por fundos o empresas industriales, algunos ocupaban funciones de responsabilidad en reconocidos organismos como ENDESA, la Empresa Nacional del Petróleo (ENAP) o el Ministerio de Obras Públicas, mientras que el otro 50% quedaba registrado en la Escuela de Unidades Mecanizados para incorporarlos a solicitudes futuras55.

Por otra parte, en 1962 el ejército acordó un convenio con el Servicio de Cooperación Técnica de la CORFO, mediante el cual se impulsó un plan piloto, el Curso de Especialidades, un programa de construcción civil inicialmente realizado en el Regimiento de Infantería No. 1 "Buin" de San Bernardo. El resultado fue positivo y los cursos se extendieron. Para 1963, once regimientos contaron con cursos de especialidades que estaban dirigidos a un total de 400 hombres56 acantonados en las principales guarniciones del país: Arica, Iquique, Antofagasta, Santiago, Valdivia y Punta Arenas. De esta manera, los Cursos de Especialidades contemplaban ocho profesiones: mecánica de banco, mecánica de automóviles, instalaciones eléctricas (de interiores), carpintería, gasfitería, albañilería, estucos y revestimiento, y perforista disparador57.

En 1965, el capitán Sergio Álvarez, uno de los oficiales responsables de la formación de los cursos en el ejército, señaló: "Así comenzó nuestra transformación. Se iba abandonando la vieja idea de que el Servicio Militar sólo consistía en giros y disciplina. Dimos un paso de más de 20 años. Nos pusimos a tono con la realidad nacional y año a año entregamos una gran cuota de obreros especializados"58.

Las palabras del capitán Álvarez evidenciaban los cambios adoptados por el ejército en su proceso por adaptarse a las necesidades de la nación. Las modificaciones en el servicio militar permitieron, que el período de instrucción para el combate pudiese compaginar con un nuevo período de formación especializada en un área, que posibilitase una mejor inserción laboral de los conscriptos al finalizar su servicio, y al mismo tiempo poder contar con una fuerza de trabajo calificada para la industrialización del país. Inclusive, esta fuerza capacitada se traducía en una potencial reserva militar con experticia técnica.

En mayo de 1967, el Ejército firmó un convenio con el Instituto Nacional de Capacitación Profesional (INACAP) para continuar con la formación de conscriptos e instructores dentro el cuadro permanente. Asimismo, ya para esta fecha el programa de formación del ejército chileno recibió reconocimientos "tanto dentro del país como internacionales y ha recibido una importante donación de materiales de parte de la Alianza para el Progreso"59.

Por su parte, las acciones cívicas de esta institución castrense se ejecutaban de acuerdo con las condiciones y características regionales. Hasta 1961 la coordinación de estas actividades quedaba bajo las unidades y guarniciones locales, posteriormente, la dirección técnica y la principal fuerza de tarea quedó en manos de la recién constituida Jefatura del Arma de Ingenieros y el Cuerpo Militar del Trabajo60.

Un ejemplo de estas acciones lo representó la colaboración del ejército con la Corporación de la Vivienda (CORVI), en el traslado de personas y familias vulnerables, y en la construcción de casas sociales en poblaciones61. Así, en 1961 un contingente de 250 hombres de varias unidades, construyeron 500 casas en una semana en la Población de Santa Adriana, al norte de la Avenida Lincoln de Santiago. Las casas eran de madera y techo de zinc, y con espacio para ampliaciones posteriores. La CORVI instalaba los servicios de agua, electricidad, alcantarillado de aguas residuales. El general Carlos Pollarolo, comandante de la Guarnición de Santiago, visitó personalmente las casas construidas por el personal del ejército, y felicitó al comandante Carlos Valenzuela por la dirección de los trabajos62.

En este sentido, en el Cuadro 2 se encuentra un resumen de los principales trabajos desarrollados por unidades militares en las distintas zonas del país; en el norte, los trabajos del Regimiento de Infantería No. 4

Cuadro 2 Algunos trabajos del Cuerpo Militar del Trabajo y Unidades de Ingenieros, 1966-1968: 

"Rancagua" dirigidos a facilitar la comunicación del Valle de Azapa, y los del Regimiento de Ingenieros No. 2 "Atacama" en el Valle del Copiapó; en el centro del país, el Regimiento de Ingenieros No. 2 "Aconcagua" y sus labores en los Valles de los ríos Aconcagua y Choapa; mientras que el Regimiento de Ingenieros No. 4 "Arauco" ejecutó parte de las obras más arduas debido al aislamiento de las zonas donde se realizaron, tal es el caso de la conexión de Alto Palena con Puerto Ramírez.

Sin lugar a dudas, una de las mayores obras materializadas por el ejército durante los sesenta fue la construcción de vías de comunicación en la zona de Chaitén - Alto Palena, en la actual Región de Los Lagos. Se trataba de una de las áreas más apartadas y de difícil acceso debido a sus condiciones topográficas63. De hecho, el presidente de la República, Eduardo Frei Montalva (1964-1970), en su mensaje al Congreso Nacional de 1967 manifestó: "el Cuerpo Militar del Trabajo es el único organismo que está en condiciones efectuar transporte de carga pesada entre Chaitén y Alto Palena, vía Lago Yelcho, ya que posee medios a flote para hacer la travesía de 45 km"64.

Asimismo, cada unidad militar del país emprendió acciones cívicas dentro de sus regiones correspondientes, de acuerdo con las necesidades locales. En particular, el Regimiento de Ingenieros Ferrocarrileros No. 7 "Puente Alto", única unidad con esta especialidad, operaba el ferrocarril militar que conectaba a El Volcán, en el Cajón del Maipo, a través de 60 km, a la vez que proporcionaba instrucción a conscriptos en este campo65. Mientras que el Regimiento de Ingenieros No. 4 "Arauco" de Osorno, desarrolló una labor de tres años después del terremoto de Valdivia de 1960, en distintas tareas de limpieza, reparación y reconstrucción de la ciudad. Un ejemplo de ello fue la participación en 1964 de la unidad en la "Operación Pullinque", que consistió en la construcción de caminos y rellenos de las calles valdivianas66.

El Regimiento de Infantería No. 8 "Tucapel" de Temuco impartió cursos de alfabetización para sus contingentes, debido a que el 20%, aproximadamente, no sabía leer y escribir, igualmente construyó escuelas en áreas apartadas, como la Escuela No. 14 en Carén, Milipeuco y el plantel No. 15 en Huachelepun67. En el norte, el Regimiento de Infantería No. 4 "Rancagua" de Arica llevó a cabo cursos de tractoristas, al mismo tiempo que contingentes de la unidad contribuyeron con la creación de caminos para la comunicación de las zonas del altiplano chileno y de la precordillera68.

En suma, la evidencia documental demuestra la envergadura y el alcance de las acciones cívicas del ejército chileno, a través de los Cursos de Tractoristas, los Cursos de Especialidades y las obras del Cuerpo Militar del Trabajo durante los sesenta. En este punto, resulta evidente que el ejército se convirtió en un instrumento útil y eficaz para los planes de-sarrollistas del Estado, bajo los auspicios de la Alianza para el Progreso, debido a que representaba una fuerza de trabajo capacitada, de bajo costo y presencia en todo el territorio nacional.

CONSIDERACIONES FINALES

Desde el punto de vista historiográfico, se hace necesario una revisión más reposada y desapasionada sobre el devenir del ejército chileno en la vida nacional. En este sentido, analizar la institución castrense desde otras perspectivas, como la relación con el debate en torno al desarrollo y la Alianza para el Progreso puede aportar otras miradas e interpretaciones de cuerpo militar como organismo en diálogo con su tiempo y dentro de su contexto.

Las revistas militares y los testimonios de la época contribuyen a sumar otras visiones, tales como la preocupación del ejército por el tema del desarrollo nacional, a través de los artículos publicados por sus oficiales, la reproducción de trabajos y conferencias sobre este tópico. Todo ello da cuenta que la institución castrense permaneció atenta al debate suscitado en torno a la Alianza para el Progreso, y a su vez esto despertó la búsqueda por determinar el papel que debía asumir el cuerpo armado, como institución en su relación con la sociedad civil, con las demandas de la nación y su responsabilidad con los planes desarrollistas.

De manera que las páginas de las publicaciones militares recogieron los enfoques desde los cuales se observaron estas temáticas. En primer lugar, de forma teórica al compartir información especializada sobre el asunto; en segundo término, desde una óptica profesional, en la que los oficiales expusieron las capacidades del ejército para ayudar en obras regionales y programas instruccionales; y, por último, a partir de las experiencias técnicas de las tareas ejecutadas. Sin embargo, las revistas también dieron espacio para la crítica, permitieron expresar otras opiniones sobre la presentación pública de las labores y el desencuentro en torno al plan de ayuda estadounidense.

Por otra parte, en cuanto al despliegue operacional las unidades del arma de ingenieros, por medio del Cuerpo Militar de Trabajo, fueron las que llevaron la mayor responsabilidad en las misiones de construcción de obras materiales. Sus acciones estuvieron focalizadas en las demandas prioritarias de sus regiones de asiento, mientras que unidades de otras armas contribuyeron con la formación especializada de conscriptos. En todo ello, se hace notorio el cumplimiento del ejército con las tareas asignadas por el Estado, como fuerza de trabajo profesional y de alcance nacional, pese a mantener situaciones presupuestarias limitadas en recursos y sueldos de su personal.

Las acciones cívicas del ejército no fueron únicas ni exclusivas de los años sesenta. Con anterioridad y con posteridad, la institución ejecutó distintas labores en el país. No obstante, los cursos impartidos y las obras realizadas por este cuerpo durante esta década estuvieron en sintonía con las percepciones y expectativas fijadas por la Alianza para el Progreso y la idea de desarrollo, lo que despertó un halo de optimismo generalizado, que imprimió un impulso importante a los trabajos de interés nacional del ejército. Más allá de los balances sobre la envergadura de lo realizado, la experiencia de los programas efectuados constituye un espacio necesario para su reflexión como proceso histórico

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* Este artículo fue producto del proyecto "Debates en torno al desarrollo y la Alianza para el Progreso en Chile" financiado por el Centro de Estudios Bicentenario (Santiago, Chile). Código del proyecto 2019-01

1 Félix Armando Núñez, Moradas imprevistas (Santiago: Nascimento, 1945), 106.

2Dentro de esta visión, se encuentran: Gabriel Salazar y Julio Pinto, Historia contemporánea de Chile (Santiago: LOM, 1999), 128; Verónica Valdivia Ortiz de Zárate, El golpe después del golpe (Santiago: LOM, 2003), 49-55, entre otros.

3En esta posición, se ubica: John R. Bawden, The Pinochet Generation: The Chilean Military in the Twentieth Century (Tuscaloosa, University of Alabama, 2016), 71-72; Claudio Tapia Figuera, "Aporte del Ejército de Chile a la educación y capacitación de los soldados conscriptos durante el siglo XX", Anuario de Historia Militar 31, (2017): 189-222, entre otros estudios especializados en el tema.

4 Stephen G. Rabe, The Most Dangerous Area in the World: John F. Kennedy confronts Communist Revolution in Latin America (Chapel Hill: The University of North Carolina Press, 1999), 148172; Hal Brands, Latin America's Cold War (Cambridge: Harvard University Press, 2010), 37-38; John Lewis Gaddis, Nueva historia de la Guerra Fría (México: Fondo de Cultura Económica, 2012), ebook, entre otros.

6 Froilán Ramos Rodríguez, "Ejército y Coyuntura. La acción militar en el terremoto de Valdivia de 1960", Temas Americanistas 38 (2017): 153-176.

7 Gonzalo Vial. Chile: Cinco siglos de historia (Santiago: Zig-Zag, 2012), Tomo II, 1171-1172: Alejandro San Francisco (Director), Historia de Chile 1960-2010 (Santiago: Universidad San Sebastián, 2016), Vol. 2.

8En esto coinciden los testimonios de los generales Julio Canessa Robert y Carlos Prats. Patricia Arancibia Clavel y Francisco Balart Páez, Conversando con el general Julio Canessa Robert (Santiago: Editorial Americana, 2006), 72-73; Carlos Prats (General, en adelante Gral.), Memorias. testimonio de un soldado (Santiago: Pehuén, 1985), 93-94.

9Puede consultarse: Rodrigo Arredondo Vicuña (Capitán, en adelante Cap.), "La situación profesional y social del Ejército en la década del sesenta" (Tesis de Magíster en Historia Militar y Pensamiento Estratégico, Academia de Guerra, 2015).

10 Froilán Ramos Rodríguez y Javier Castro Arcos, "La Alianza para el Progreso en Chile y Venezuela, 1961-1963", Tiempo y Espacio 62 (2014): 99-138.

11 Alianza para el Progreso. Documentos Básicos (Punta de Este, Uruguay, s.n., 1961), 57. Jeffrey F. Taffet, Foreign Aid as Foreign Policy. The Alliance for Progress in Latin America (New York: Routledge, 2007), 29-46;

12"La contribución de los Estados Unidos a la Alianza para el Progreso", Diario el Mercurio, Santiago, 1° de marzo, 1962, 3; "Chile marcha a la cabeza en aplicación de planes de la Alianza para el Progreso", Diario la Nación, Santiago, 25 de noviembre, 1963; "La estabilidad política promueve el Desarrollo", Diario el Mercurio, Santiago, 6 de junio, 1964, p. 3; "Interés por agilizar la Alianza para el Progreso", Diario el Mercurio, Santiago, 11 de junio, 1964, primera página; "Ayuda para el Desarrollo", Diario el Sur, Concepción, 29 de marzo, 1964, 3; "Gobierno conmemoró aniversario de la Alianza para el Progreso", Diario el Sur, Concepción, 14 de marzo, 1964, primera página, entre otros.

13Puede consultarse: Alberto Polloni Roldán (Coronel, en adelante Crl.), Las Fuerzas Armada de Chile en la vida nacional (Santiago: Ed. Andrés Bello, 1972), 310-311. Véase también, Guillermo van Schouwen (Crl.), Historia del Cuerpo Militar del Trabajo. 50 años (Santiago: Instituto Geográfico Militar, 2003), entre otros.

14(Iquique, 1940), en Archivo General del Ejército de Chile (AGE), Kárdex. Rol Contral. No. 211.632. Emilio Augusto González Uriarte Egresó de la Escuela Militar en 1959, Arma de Caballería. Curso de especialización en la Escuela de Mecanizados. Renunció en 1963.

15Emilio González Uriarte (Subteniente, en adelante Subtte.), "La Alianza para el Progreso", Memorial del Ejército 311 (1963): 87-98; Emilio González Uriarte (Subtte.), "La Alianza para el Progreso", Revista del Suboficial 30 (1963): 58-75.

16Emilio González Uriarte (Subtte.), "La Alianza para el Progreso", Memorial del Ejército 311 (1963): 98.

17Emilio González Uriarte (Subtte.), "La Alianza para el Progreso", (1963): 98.

18La consulta con especialistas del AGE sugiere que se trataba de una oficina institucional, aunque no se ha determinado la denominación de las siglas "C.F.A.N.".

19C.F.A.N., "Algo sobre la Alianza para el Progreso", Memorial del Ejército 319 (1964): 50.

20 C.F.A.N., "Algo sobre la Alianza para el Progreso", (1964): 51.

21 C.F.A.N., "Algo sobre la Alianza para el Progreso", (1964): 52.

22Alberto Lleras Camargo (Bogotá, 1906-1990). Periodista y político. Presidente de Colombia en 1945-1946 y 1958-1962. Secretario General de la OEA, 1947-1954. Sobre Lleras, puede verse: Carlos Caballero Argáez et al., Alberto Lleras Camargo y John F. Kennedy: Amistad y política internacional (Bogotá: Ediciones Uniandes, 2014).

23Alberto Lleras Camargo, “El Desarrollo de Nuestro Mundo”, Memorial del Ejército 324 (1965): 51. Según la revista, el artículo fue originalmente publicado en diario El Mercurio de Santiago, en marzo de 1965.

24Alberto Lleras Camargo, "El Desarrollo de Nuestro Mundo", Memorial del Ejército 324 (1965): 55.

25Alberto Lleras Camargo, "El Desarrollo de Nuestro Mundo", 55.

26 AGE. Kárdex. Ricardo Fernando Lyon Salcedo (1926). Oficial de Justicia Militar (1947). Se retiró en 1985 con el grado de general de brigada.

27Fernando Lyon Salcedo (Mayor, en adelante May.), "Relaciones públicas Institucionales", Memorial del Ejército 332 (1966): 90.

28AGE. Kárdex. Guillermo van Schouwen Figueroa (Curacautín, 1918 — murió en 1997). Egresó de la Escuela Militar en 1941, Arma de Zapadores. Se retiró como coronel en 1973. Fue llamado a filas, y permaneció activo de 1974 a 1980.

29Guillermo van Schouwen Figueroa (Teniente-Coronel, en adelante TCrl.) , "Colaboración del Arma de Ingenieros en el desarrollo de la Provincia de Atacama", Revista del Arma de Ingenieros Revista del Arma de Ingenie (1966): 6.

30 AGE. Kárdex. Javier Jesús Salazar Torres (1941). Egresó de la Escuela Militar en 1961, Arma de Ingenieros. Alcanzó el grado de mayor general y se desempeñó como Director de Movilización Nacional (1996).

31Javier Salazar Torres (Cap.), "Puente para el Progreso de Chile", Revista del Arma de Ingenieros 4 (1967): 5.

32 AGE. Kárdex. Sergio Rosales Díaz. Egresó de la Escuela Militar en 1955, Arma de Ingenieros.

33Sergio Rosales Díaz (Cap.), "Chaitén — Alto Palena", Revista del Arma de Ingenieros 3 (1967): 7.

34Sergio Rosales Díaz (Cap.), “Chaitén - Alto Palena” (Continuación), Revista del Arma de Ingenieros 4 (1967): 14-15.

35 AGE. Kárdex. Víctor Aquiles Agustín López Barrenechea (1922). Egresó de la Escuela Militar en 1942, Arma de Zapadores. Se retiró en 1974 con el grado de general de brigada.

36Aquiles López Barrenechea (TCrl.), “La Jefatura de Ingenieros del Ejército. Razón de ser - beneficios que reporta - proyecciones”, Memorial del Ejército 346 (1968): 80-86; Aquiles López Barrenechea (TCrl.), “La Jefatura de Ingenieros del Ejército. Razón de ser - beneficios que reporta - proyecciones”, Revista del Arma de Ingenieros 7 (1969): 9-19.

37Aquiles López Barrenechea (TCrl.), "La Jefatura de Ingenieros del Ejército. Razón de ser — beneficios que reporta — proyecciones", Memorial del Ejército 346 (1968): 86.

38"La Dirección", "La Jefatura de Ingenieros y Cuerpo Militar del Trabajo", Revista del Arma de Ingenieros 5 (1968): 6.

39 AGE. Kárdex. Sergio Marcelo Moreno Saravia (1943). Egresó de la Escuela Militar en 1963, Arma de Ingenieros. Se retiró en 1999 con el grado de mayor general.

40 Sergio Moreno Saravia (Cap.), "Construcción del puente Bailey T.T. sobre el río Laja", Revista del Arma de Ingenieros 9 (1970): 15.

43Hernán Abad Cid (Cap.), "El Arma de Ingenieros en la Zona Austral", (1968): 15.

44Felipe Herrera (Valparaíso, 1922 — Santiago, 1996). Abogado, economista y político socialista. Director del Banco Interamericano de Desarrollo, 1960-1970. Sobre el pensamiento económico de Herrera, ver: César Ross, "Felipe Herrera: notas para la historia de su pensamiento económico, 19451960", Universum Vol. 28 No. 2 (2013): 139-167.

45Según consta en la revista, el documento fue preparado en marzo de 1970, y sirvió de base para dos exposiciones de Herrera en la Academia de Guerra en agosto de 1971.

46Felipe Herrera, "América Latina en 1970", Memorial del Ejército 363 (1971): 89-90.

47Exposición hecha por S. E. el Presidente de la República, don Jorge Alessandri Rodríguez ante el Congreso Nacional, al inaugurar el período ordinario de sesiones el 21 de Mayo de 1962 (Santiago:Imprenta Fiscal, 1962), 245.

48Exposición hecha por S. E. el Presidente de la República, don Jorge Alessandri Rodríguez... (1962), 252.

49 Reglamento Orgánico y Servicio de Tractoristas Agrícolas del Ejército (Santiago: Instituto Geográfico Militar, 1963), en AGE, 5. [Abreviatura R. O. R. 40].

53 AGE. Kárdex. Rol Contr. No. 72.074. Jorge Ignacio Rodríguez Anguita (Santiago, 1912). Egresó de la Escuela Militar en 1935, Arma de Caballería. Pasó a retiro en 1970 con el grado de general de brigada.

54AGE. Hoja de Servicio. Hoja de Servicio. Rol. Contral. 54.161. Gabriel Molina García-Moreno (Santiago, 1918). Egresó de la Escuela Militar en 1941, Arma de Infantería. Hizo Curso de Motorización en la Escuela de Unidades Motorizadas, en 1946. Especialidad en curso de Instructor de Tractoristas. Fue Jefe del Curso de Tractoristas en Santiago, 1950-1951. Pasó a retiro en 1972.

55 "Las proyecciones material y social que comprenden Cursos de Tractoristas del Ejército", Diario el Mercurio, Santiago, 19 de julio, 1963, 30.

56"Los soldados chilenos empuñan las herramientas", Vea 1358 (1965):18-19.

57 Santiago Polanco Nuño (Crl.), El Ejército de Chile en la Paz y en la Guerra. Artículos periodísticos publicados entre los años 1959 y 1964 (Santiago, Instituto Geográfico Militar, 1964), 29-30; René González Rojas (Crl. FACH R.), Contribución de las Fuerzas Armadas al Desarrollo Económico: Hacia una revisión de conceptos convenientes para los países subdesarrollados (Santiago, Ed. Universitaria, 1965), 82-83.

58"Los soldados chilenos empuñan las herramientas", Vea 1358 (1965): 19.

59Una escuela de civismo que viste de uniforme”, En Viaje 405 (1967): 9.

60“La Dirección”, “La Jefatura de Ingenieros y Cuerpo Militar del Trabajo”, Revista del Arma de Ingenieros 5 (1968):5-7. Puede consultarse también: Historia del Arma de Ingenieros, 1810-2010(Santiago: CESIM, 2011), Tomo II.

61En Chile, se denomina “Población” a sectores o asentamientos informales, nacidos en condiciones precarias.

62“Personal militar inició la construcción de viviendas en Chacra Santa Adriana”, Diario el Mercurio, Santiago, 6 de agosto, 1961, 53; “Personal militar de la Guarnición terminó de construir quinientas casas en Población Santa Adriana”, Diario el Mercurio, Santiago, 12 de agosto, 1961, 1.

63"Información Gráfica de las obras del Cuerpo Militar del Trabajo en el período 1967-1968", Revista del Arma de Ingenieros 5 (1968): 8-12.

64 Mensaje del Presidente de la República de Chile al inaugurar el período de sesiones ordinarias del Congreso Nacional (Santiago: Departamento de Publicaciones de la Presidencia de la República, 1967), 283.

65"Ferrocarril militar a El Volcán", En Viaje 405, (1967): 10.

66"El Arauco monta guardia en Osorno", Vea 1505 (1968): 59.

67"Los vigilantes de la antigua "Frontera", Vea 1505 (1968): 59.

68"¡Vencer, o morir!", Vea 1505 (1968): 61.

Para citar este artículo: Ramos Rodríguez, Froilán. "Ejército, Desarrollo y Alianza para el Progreso en Chile (1961-1970)", Historia Caribe Vol. XV No. 36 (Enero-Junio 2020): 279-309 DOI: http://dx.doi.org/10.15648/hc.36.2020.11

41 AGE. Kárdex. Hernán Jorge Abad Cid (1938). Egresó de la Escuela Militar en 1960, Arma de Ingenieros. Alcanzó el grado de mayor general y se desempeñó como jefe del Comando de Ingenieros del Ejército (1994).

42Hernán Abad Cid (Cap.), "El Arma de Ingenieros en la Zona Austral", Revista del Arma de Ingenieros 5 (1968): 13.

Recibido: 30 de Marzo de 2019; Aprobado: 10 de Noviembre de 2019; : 20 de Noviembre de 2019

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