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Revista de Medicina Veterinaria

Print version ISSN 0122-9354

Rev. Med. Vet.  no.31 Bogotá Jan./June 2016

 

Editorial

Reflexión sobre las enfermedades infecciosas emergentes y su relación con la vida silvestre:
moda o ignorancia

La palabra moda (del francés mode y del latín modus, que significa modo o medida) indica una elección o un mecanismo regulador de elecciones realizadas en función de unos criterios de gusto; según la Real Academia Española, se refiere al uso, modo o costumbre que está en alza durante algún tiempo (1).

En este sentido, hasta qué punto el criterio de definición de una enfermedad infecciosa como emergente se debe "simplemente" al gusto o a una costumbre que ha predominado un buen tiempo. ¿Son criterios de expertos o se trata de definiciones propuestas por expertos en criterios?, ¿cuál es la diferencia en un mundo ahora llamado de la sociedad de la información? En un mundo globalizado, sin fronteras y, peor aún, con fenómenos de trans-culturalización masificados no solo en la forma de comer y vestir, sino en temas técnicos científicos, para que todos "hablemos el mismo idioma", estos procesos modifican la forma de cómo percibimos el mundo.

Desde mediados de los años ochenta del siglo XX, se habla de enfermedades emergentes como el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida), la tuberculosis multidrogorresistente, la malaria resistente a cloroquina y las enfermedades transmitidas por vectores (como las garrapatas), entre otras, las cuales representan una amenaza global sustancial para la salud humana (2-4); sin embargo, esto evidencia una vez más el antropocentrismo generado en el Renacimiento que hace del ser humano —su naturaleza y bienestar— "la medida de todas las cosas", al producir los principios de juicio según los cuales se deben evaluar los demás seres y la organización del mundo en su conjunto.

La amenaza a la que se hace referencia no aplica solo para la población humana: ¿qué pasa con las poblaciones animales y con el ecosistema?, ¿la relación de causa efecto unidireccional naturaleza-hombre es correcta?, ¿o es una mejor aproximación pensar en la bidireccionalidad? El hombre, desde hace más de 10.000 años, ha transformado para su propio y único beneficio (parte del egoísmo que nos caracteriza como especie) el balance de la materia y la energía del planeta, llamado azul, llamado Tierra, llamado Madre; ahora "cundido" de enfermedades infecciosas, muchas de las cuales se incluyen en el paradigma de la "emergencia" o novedad, podemos preguntarnos, ¿las enfermedades son realmente nuevas?, ¿o somos tan ignorantes que no las hemos buscado, no las sabemos buscar o, pero aún, no queremos buscarlas?

A manera de ejemplo, en la población humana global se ha reportado entre 1940 y 2004 la aparición de 335 enfermedades infecciosas emergentes. Una enfermedad infecciosa emergente (EIE) es el caso original o el grupo de casos que representa la "emergencia" de una enfermedad infecciosa en las poblaciones por primera vez (3).

La emergencia de enfermedades se asocia con un amplio rango de factores causales, incluidas las interacciones con patógenos zoonóticos (2-5) dentro de la continua y antigua relación huésped-parásito (¿pero el hombre es el huésped o el parásito?); dichos patógenos circulan entre la vida silvestre, los animales domésticos y las poblaciones humanas (2,5).

La aparición de las EIE se podría explicar por factores asociados a la colonización humana del mundo y la diseminación de patógenos exóticos en áreas geográficas nuevas. En este sentido, por ejemplo, los conquistadores españoles introdujeron la viruela y el sarampión en América, y el desplazamiento de distintos animales durante la colonización introdujo su propio "paquete" de patógenos (2).

Las pandemias de cólera, influenza y otras enfermedades han tenido un serio impacto sobre las poblaciones humanas. Tales brotes panzoóticos de enfermedades en vida silvestre son probablemente eventos raros, pero la carencia de reportes en este sentido, particularmente en los inicios de la expansión del hombre por el viejo continente, hacen que esta aseveración no sea fácilmente demostrable (2).

Históricamente, las enfermedades de la vida silvestre han sido consideradas importantes solo cuando la salud humana o la agricultura tienen algún grado de amenaza (2,4) —de nuevo el antropocentrismo que nos caracteriza—. De cualquier manera, debido a los brotes de enfermedad en especies animales en categorías de amenaza, al incremento del involucramiento médico veterinario y a los avances en el conocimiento de la biología de la interacción entre las poblaciones de parásitos y huéspedes (5), la amenaza de las enfermedades de vida silvestre se toma más seriamente.

El incremento en el número de las EIE puede deberse al aumento de la vigilancia (lo cual disminuye nuestra ignorancia con respecto al fenómeno), pero la evidencia sobre los factores causales que conducen a la emergencia de las EIE de humanos y vida silvestre sugiere que esta tendencia es inválida (2). Frecuentemente, la emergencia de una enfermedad resulta del cambio en la ecología del huésped, del patógeno o de ambos (5). La expansión de las poblaciones humanas ha conducido a la emergencia de las EIE por el incremento en la densidad poblacional, especialmente en áreas urbanas, y la invasión de los hábitats de la vida silvestre, tanto desde el punto de vista "negativo" —la expansión de la frontera agrícola, de manera legal e ilícita— como del "positivo" —el turismo científico—. La presión de la invasión humana y la subsiguiente reducción del hábitat también causan el incremento de la densidad poblacional de la vida silvestre y la emergencia de las EIE en la fauna silvestre (2-4).

Adicionalmente, no podemos dejar a un lado otro tema de "moda" en el contexto mundial: el cambio climático global antropogénico (véase que pasamos de ser el "centro de todo" —antropocentrismo— a ser la especie causante de un desastre natural que apenas empezamos a visualizar y entender, con consecuencias impredecibles e incalculables desde el punto de vista biológico y ecológico, entre otros aspectos), el cual es la mayor causa de los cambios en el ámbito geográfico y de la incidencia de enfermedades infecciosas transmitidas por artrópodos, por ejemplo (2,5).

Bajo este tipo de cuestionamientos, la investigación científica, entendida como la búsqueda de conocimientos o soluciones a problemas de carácter científico y cultural, debe orientarse de una manera sistemática, organizada y objetiva a disminuir la brecha que nos separa de nuestros imaginarios y la naturaleza de los fenómenos que nos rodean, para no caer en un mundo de modas o tendencias, para preocuparnos más por lo importante que por lo interesante.

Diego Soler-Tovar, MV, MSc.
Editor
Revista de Medicina Veterinaria
revistamedicinaveterinaria@lasalle.edu.co


REFRENCIAS

1. Real Academia Española (RAE). Moda. En Diccionario de la lengua española (edición del tricentenario) [internet]; 2015. Disponible en: http://dle.rae.es/?id=PTFxq8T        [ Links ]

2. Daszak P, Cunningham A, Hyatt A. Emerging infectious diseases of wildlife: Threats to biodiversity and human health. Science. 2000;287:443-9.         [ Links ]

3. Jones K, Patel N, Levy M, Storeygard A, Balk D, Gittleman J, Daszak P. Global trends in emerging infectious diseases. Nature. 2008;451:990-4.         [ Links ]

4. Aguirre A, Ostfeld R., Tabor G, House C, Pearl M. Conservation medicine, ecological health in practice. Nueva York: Oxford University Press; 2002.         [ Links ]

5. Hudson P, Rizzoli A, Grenfell B, Heesterbeek H, Dobson A. The ecology of wildlife diseases. Nueva York: Oxford University Press; 2002.         [ Links ]


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