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Cuadernos de Contabilidad

versión impresa ISSN 0123-1472

Cuad. Contab. v.10 n.27 Bogotá jul./dic. 2009

 

Contabilidad para la dignidad humana

Entrevista con Francisco de Roux-Rengifo, S.J.

Por: Nathalie Donato Valdés
Correo electrónico: ndonato@javeriana.edu.co


Agradecimientos al profesor Gabriel Rueda-Delgado por su colaboración en la elaboración de las preguntas y el apoyo en la realización de la entrevista.

El pasado 19 de abril, conversamos con el padre provincial Francisco de Roux-Rengifo, sobre educación, globalización y empresas comunitarias en las instalaciones de la casa provincial.

El padre Francisco de Roux ingresó a la Compañía de Jesús en 1959. Es licenciado en filosofía y letras de la Pontificia Universidad Javeriana, obtuvo la licenciatura en teología en la misma Universidad, fue ordenado sacerdote en 1975, realizó una maestría en Economía en la Universidad de los Andes, una maestría en Economía en la London School of Economics y un Doctorado en Economía en la Universidad de la Sorbona en París.

Trabajó en el Centro de Investigación y Educación Popular, CINEP, como investigador y promotor de las Empresas Comunitarias. Fue director del Programa por la Paz de la Compañía de Jesús y director del CINEP hasta 1993. Desde 1995 hasta 2008 se desempeñó como director del Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio, PDPMM.

Fue condecorado por el presidente François Mitterrand con la medalla Caballero de Honor de la Legión Francesa. Recibió en 2001 el Premio Nacional de Paz.

Desde 2009, el padre Francisco de Roux es el provincial de los jesuitas en Colombia.

Nathalie Donato:Padre Francisco, en 2008 tuvimos la oportunidad de escuchar la Lectio inauguralis Poner la economía al servicio del ser humano, en la facultad de Ciencias Económicas y Administrativas. En ese contexto, Padre, quería preguntarle ¿la formación en Ciencias Económicas y Administrativas en una universidad jesuita, como la Javeriana, debe atender sólo a cuestiones de mercado y/o también a las necesidades sociales específicas?

Francisco de Roux, S.J.:No, es evidente que la formación en Ciencias Económicas y Administrativas debe tener en cuenta necesidades sociales específicas. Mejor dicho, tiene que ser una formación integral. Estoy convencido de que lo que hay que tratar de producir en la economía, y lo que hay que tratar de movilizar cuando se asumen responsabilidades públicas es la generación de la vida querida por los pobladores de un territorio. La vida querida es la forma como la gente quiere vivir su dignidad, expresar su dignidad, compartir su dignidad, afirmar su dignidad. Hago esta referencia a la dignidad, porque la grandeza de cada ser humano y la plenitud de cada ser humano son los objetivos que realmente nosotros intentamos alcanzar con el desarrollo: que todos los seres humanos, todas las mujeres, los hombres y los niños se puedan desarrollar en plenitud dentro de su comunidad, sin exclusiones; nadie se puede quedar por fuera en una sociedad, para que esta plenitud del desarrollo sea posible.

Ahora bien, nosotros no podemos desarrollar la dignidad, la dignidad está dada totalmente en cada ser humano desde el momento en que nace; desde el punto de vista cristiano, tiene el misterio del amor de Dios desde siempre y para siempre. Para quienes somos creyentes, eso afirma la grandeza humana; pero aun si no se cree, la sociedad humana se fundamenta en el respeto que nos tengamos mutuamente los unos a los otros, en lo que la ética liberal desarrolló con las ideas de Immanuel Kant: trata a los demás como tú quieres que los demás te traten a ti; no uses a nadie como medio para ningún fin económico ni político ni de ninguna otra clase, porque cada ser humano es un fin en sí mismo. Esa dignidad -que no la recibimos del Estado ni la recibimos de la sociedad, sino que simplemente la tenemos por ser seres humanos- no puede crecer; igual la tiene un niño del Chocó que el Presidente de la República. Pero lo que sí tenemos que hacer económicamente, con ciencias económicas, administrativas y contables, es crear las condiciones para que un pueblo pueda celebrar su dignidad, compartir su dignidad, proteger su dignidad.

Hay un caso muy interesante, que utiliza Muhammad Yunus, el premio Nobel de Paz de 2006, que creó el Grameen Bank, cuando él dice: "Mire, es parecido a lo que pasa con un bonsái de mango y un gran árbol de mango: usted ve el árbol de mango inmenso que puede alcanzar 30 metros de altura, se llena de mangos por todas partes y al lado, usted puede tener en un bonsái de sólo 30 centímetros de altura un manguito chiquitico, porque lo ha mantenido dentro de un bonsái. Pero tienen la misma esencia, la misma savia por dentro; digamos que tienen la misma dignidad, pero el que está en el bonsái, está así porque le cortamos las raíces, porque lo encajamos dentro de una cajita, porque no lo dejamos expresar la magnitud de lo que ese árbol es y lo mantuvimos encerrado". Lo mismo pasa con lo que tenemos que hacer con las ciencias sociales, en particular con las ciencias contables y económicas: crear todas las condiciones para que los pobladores en un territorio, para que una comunidad humana, se puedan desarrollar con toda su fuerza; si no lo hacemos así, es imposible que hagamos desarrollo. Por eso, justamente, el desarrollo tiene que ser integral: es la cultura de un pueblo, el sentido de pertenencia de un pueblo, la vinculación de un pueblo con su propio territorio, la memoria de un pueblo de sus raíces históricas, la pasión de un pueblo por sus símbolos y signos y su manera de vivir. Esto nos ayuda a entender cómo este pueblo quiere vivir su dignidad; la economía y la contabilidad tienen que ayudarnos a producir esa vida querida, lo que la gente quiere.

ND:¿Cuál debe ser la posición de las ciencias económicas y administrativas ante la globalización económica?

FR, S.J.:En función de la persona Humana. La globalización tiene elementos importantísimos en el avance del ser humano hoy. Qué bueno es saber que todos nosotros -japoneses y chinos, africanos y australianos- participamos en una misma aventura; como algunos han dicho: viajamos en un pequeño aparato espacial, que se llama la Tierra, todos vamos aquí unidos y nos necesitamos los unos a los otros. La globalización tiene sentido si está al servicio de la plenitud humana de cada uno de los pueblos que ayudan y de cada una de las personas.

Es muy interesante saber que la globalización tuvo muchos intentos anteriores, hay por lo menos tres o cuatro intentos en la historia de la humanidad y siempre fracasaron. La última fue la que se pudo hacer poco antes de la Primera Guerra Mundial, cuando el mercado mundial se estableció, cuando las inversiones comenzaron a moverse a gran velocidad en el mundo entero, cuando se dieron los primeros pasos de la globalización financiera y de las comunicaciones con la radio. Esa globalización fracasó y fracasó porque algunas naciones tuvieron miedo de perder su autonomía y se afianzaron en la autonomía y rompieron la globalización posible. Alemania, Estados Unidos y Francia no permitieron que la globalización se diera. Hoy, ya puestos en el mundo de la internet en el que el individuo tiene tanta presencia y cuando el valor de cada ser humano ha tomado una gran fuerza, si no tenemos en cuenta que la globalización debe estar al servicio de la dignidad humana, este nuevo proceso de globalización actual también fracasará y serán las personas las que no permitirán que las cosas continúen desarrollándose.

Pero ¿qué tenemos que hacer? Tenemos que trabajar regionalmente. En Colombia es fácilmente identificable a qué nos estamos refiriendo cuando hablamos de regiones, somos un país de regiones, con culturas distintas y con ello, formas diferentes de vivir la grandeza humana, la dignidad humana; los pastusos son distintos de los costeños, los costeños diferentes a los santandereanos, que a su vez son diferentes a los antioqueños, que son diferentes a quienes están en la meseta cundiboyacense, que son distintos a la gente del Valle del Cauca.

Cada una de esas regiones tiene una herencia cultural, una manera de vivir del ser humano que nosotros debemos proteger y una manera de proteger el medio ambiente. Pero esa forma de producir la vida allí, esa forma de generar con la economía la producción de la vida que la gente quiere, tiene que estar abierta a la

globalización, tiene que hacerse en conexión con muchas otras formas de vivir la dignidad humana que se están presentando en el mundo: cómo viven los catalanes y los gallegos, cómo vive la gente en Escocia, cómo quieren vivir las personas de Nápoles en Italia, cómo vive la gente de la Provenza en Francia. Ésa es realmente la globalización interesante, la que nos interconecta, la que con eficiencia y eficacia desarrolla la vida que quieren vivir, que se interconecta unos con otros para ver las diversas maneras, extraordinarias, como nosotros podemos vivir como seres humanos.

ND:¿Las empresas comunitarias y en general las pequeñas empresas son ajenas a esas lógicas de la globalización? ¿O cuál debe ser su horizonte?

FR, S.J.:Justamente, la globalización que nosotros buscamos no es una globalización de las grandes empresas que producen una especie de homogeneización total y destruyen por completo las culturas y las maneras. La gente quiere vivir su propia dignidad y todos entramos a ponernos zapatos Nike y todos entramos a tomar Coca-Cola y todas las mujeres empiezan a usar los mismos perfumes, es decir, una globalización que destruye por completo las riquezas de las culturas. Lo que queremos hacer es una cosa muy distinta, es la globalización de la puesta en comunicación, de las muy diversas maneras de las culturas, las lenguas y las tradiciones históricas, de las formas como el medio ambiente se presenta en sitios muy distintos, con especies nativas diferentes, con bosques y con ríos articulados con la población. La puesta en el mundo de todas esas cosas, que la vida produce en sus maneras diferentes en todos los lugares y lo hace con una gran eficiencia, eso sí se necesita. Y eficiencia quiere decir -para ser claro, no para ser economicista- al menor costo humano y ecológico posible, producir el mayor grado de realización de la vida que una comunidad quiere, eso es lo que se está buscando: una forma distinta de vivir las cosas. Muy posiblemente no vamos a hacer desaparecer Coca-Cola, ahí seguirá y, por supuesto, Nike y los perfumes de las grandes marcas francesas seguirán, pero esta otra forma de globalización irá encontrando caminos.

Eso sí, requiere que los que participan de esos procesos con las comunidades, sepan de una vez para dónde vamos, sepan que cuando estamos trabajando en el Valle del Cauca, en alguna zona de Cundinamarca o en la costa Atlántica, estamos tratando de construir la forma como la gente quiere vivir su vida en ese territorio, su vida total, la manera como quiere vestirse, la manera como quiere comer, sus platos típicos, la manera como quiere celebrar sus fiestas, la manera como quiere hacer su hábitat, construir sus casas, trazar sus ciudades, la manera como quiere transportarse, la manera como quiere utilizar sus ríos y mantener sus bosques, todo eso hay que producirlo. Una de las cosas que más me impresionan, en ciertas regiones de Colombia como el Chocó o ciudades como Barrancabermeja, es encontrar que en una ciudad como Quibdó el 98% de las cosas que se consumen son traídas de afuera, no son producidas allí y como no se producen allí, no se genera el empleo con el que la gente adquiriría los ingresos para poder comprar la vida querida que ella misma está produciendo, sino que todo lo traen de afuera. El Chocó ofrece poco empleo para los que se puedan meter en la minería del oro, sea sacando el oro en los ríos o sea empleándose con las grandes compañías internacionales y la plata que sale se utiliza para traer los productos de Bogotá, de Medellín y de Cali y con eso, no se tiene la vida del Chocó. La vida del Chocó sería preciosa, pues la cultura afrocolombiana es muy bella: ellos podrían enseñarnos a hacer sus casas, a desarrollar vestidos propios para la tierra caliente, a formular sus recetas de comida. Esa riqueza es la que han tratado de proteger los pueblos que se dan cuenta de eso; por ejemplo, el pueblo catalán en Barcelona. Cuando voy a Barcelona, me impresiono al ver cómo ese pueblo inmediatamente le muestra a uno que han encontrado una manera propia y bella de vestirse en los hombres y en las mujeres, de hacer sus calzados, de construir sus casas, de hacer el interior de sus casas, sus muebles, de celebrar la alegría de la vida y lo hacen con tanta calidad y con tanta eficiencia, que es barato. Muchos pueblos del mundo visitan Barcelona para ver una manera interesante de vivir, por su propia belleza y su fuerza. Esto hace que los catalanes se interconecten con todo el mundo, están absolutamente presentes en el mercado internacional. En términos de lo que menos nos importa, los catalanes son un pueblo rico, ése es el tipo de cosas que hay que pensar.

Es muy importante que la pequeña empresa sepa que está contribuyendo a la creación de la vida como la gente la quiere vivir en su territorio; que esos pequeños empresarios sepan que ellos no solamente están haciendo zapatos, pan o queso, sino que están participando en la producción de la vida querida de la totalidad de los habitantes de un territorio. Por ello, todos ejercen control de calidad entre todos y tratan de ver que lo que estamos fundando juntos es lo que nosotros soñamos como la vida de nuestro territorio, de nuestro terruño, de nuestra herencia de tradiciones.

ND:Gracias a la experiencia que usted ha tenido con las empresas comunitarias, cuando trabajó en el CINEP, ¿qué perspectivas tiene de este tipo de empresas en Colombia?

FR, S.J.:Una de las cosas que aprendí cuando trabajé en el CINEP -donde hicimos muchas empresas comunitarias- es que uno realmente no puede posicionar empresas en el mercado nacional y en el mercado internacional. Estoy absolutamente convencido de que hay que avanzar en el camino de la empresa comunitaria y soy partidario de la teoría económica que está allí detrás. Me gusta mucho por ejemplo el texto de un economista neoclásico yugoslavo,1 que es la teoría general de las empresas manejadas por los propios trabajadores, por el rigor matemático que él consigue en esa teoría.

En esa época, yo pensaba que simplemente cada empresa manejada por sus trabajadores, era capaz de ser sostenible, de llegar al mercado nacional e internacional, de ir creciendo sola y de convertirse en una empresa mediana, por lo menos de unos 50 trabajadores. Pero luego comprendí que no era suficiente, que lo que hay que lograr es el desarrollo regional, que lo que hay que construir es la vida querida en un territorio y allí sí hacer empresas comunitarias, de diversas formas. Cuando uno dice empresas comunitarias, no necesariamente dice cooperativas, hay muchas maneras en las que todos los trabajadores y toda la población de la región participan. Así, la región se posiciona en el mercado nacional y mundial.

Por ejemplo, en la región de Parma en Italia, donde fabrican el queso parmesano, hay infinidad de pequeñas empresitas comunitarias, muchas de ellas de familia, que han inundado el mundo con el queso parmesano. Cuando usted hace una economía así, resulta una economía riquísima, porque se necesitan vacas, se necesita pasto para las vacas, se necesitan máquinas, se necesitan carros para movilizarse en la región...

Un caso muy interesante fue el de Nokia. Fíjese cómo se transforman las cosas. Para entender Nokia, hay que saber que Nokia es un pueblito que queda en Finlandia y sus pobladores, que son valientísimos, estaban dedicados a producir madera. Allá la madera crece mucho más lento que aquí y por eso sus habitantes se dedicaron a cuidar de sus bosques y a producir madera en medio de la niebla del norte de Finlandia; para poder comunicarse en medio de esos bosques helados y llenos de niebla, diseñaron comunicaciones inalámbricas y empezaron a comunicarse por teléfonos, ¿qué pasó? Finlandia se convirtió en un gran productor de madera, el 70% de las exportaciones de Finlandia era de madera, pero la gente que empezó a producir los teléfonos en Nokia se dio cuenta de que estos aparatos tenían un poderío enorme y de que el mundo no conocía esos teléfonos, así comenzó a producir cada vez más teléfonos, hizo tantos y desarrolló tanta tecnología, que se fue dedicando a eso y hoy más del 70% de las exportaciones de Finlandia se hace en torno a los teléfonos de Nokia y ya exporta muy poca madera. Esto es para decir que cuando un pueblo va orientando una forma de producir, va desarrollando otras formas complementarias con el nombre de la región y se va posicionando en el mercado mundial.

ND:¿Cuál es el papel que juega la academia, en particular desde las Ciencias Económicas y Administrativas, para que se genere esa vida querida?

FR, S.J.:Infortunadamente, en el mundo entero, la Universidad está muy lejos de donde debería; de eso no tengo la menor duda, la Universidad se ha convertido en un espacio muy abstracto, la Universidad aprende con libros que trae de otras partes; en Economía y en Contaduría se lee en inglés, de problemas que trabajan en Harvard o en Londres y los estudiantes leen eso y ejemplos de eso y no se dan cuenta de que esos libros están hechos para producir la vida querida en otras regiones, están hechos en función de la organización de ellos.

Lo que se trata de hacer con la economía, la administración y la contaduría, es tomar todas las potencialidades humanas, las capacidades creativas, los conocimientos de la gente, la cultura y los recursos naturales que hay en una región y mediante una cosa que se llama el proceso productivo, transformar todas esas capacidades humanas y esa riqueza material y natural de una región en la vida que la gente quiere vivir. Eso es lo que hay que hacer y, al transformarlo,uno crea empleo, ocupa a la gente y lo que se produce puede ser adquirido por todos, porque todos participan en la producción, haciendo actividades diferentes, en una diversificación del trabajo claramente establecida en el mercado. Pero si la Universidad no se mete en eso, en esos procesos regionales, con la gente, la Universidad no sabe, la Universidad no sabe producir empleo. Por ejemplo, en Colombia, hay una gran cantidad de economistas y no han sido capaces de sacar al país del 14% de desempleo y la Universidad no es capaz de crear un sistema de crédito que les llegue a los pequeños productores y a las familias y que haga que unos bancos que están produciendo billones de pesos en utilidades sean utilizados por la gente y la gente no tiene capital para producir. La Universidad no ha encontrado la forma de capitalizar a los pobladores, no ha encontrado la forma de sacar a más del 50% de los colombianos de la pobreza y a los campesinos, al vincularlos al proceso productivo.

Cuando estaba en el Magdalena Medio, vi la cantidad de campos en los que podían meterse los universitarios, para aprender haciendo. Por supuesto, apoyados en los libros, haciendo grupos de investigación, escribiendo, pero es necesario que entren en debate con lo que se escribe en los libros de afuera, para mostrar otros caminos, pero muchos profesores sólo saben leer libros, muchos de los profesores en Colombia que hablan de economía agraria no saben qué es crear una finca campesina y jamás han sembrado 10 hectáreas de cacao, de caucho o de frutas tropicales.

Por otra parte, mi opción epistemológica es que no se sabe de economía ni de contaduría ni de antropología ni ciencias políticas: se tienen hipótesis. Pero no se sabe, no se puede afirmar nada, mientras esas hipótesis no se lleven a la práctica y se transformen en empresas, en instituciones, en procesos sociales y se sufra lo que se sufre en la práctica, cuando uno se da cuenta de que la teoría que traía no resuelve los problemas, cuando surgen nuevas preguntas, cuando empieza a evidenciar las contradicciones del mundo del mercado, cuando empieza a darse cuenta de las dificultades para alcanzar los niveles de calidad requeridos. Uno sabe todo esto después de haber llevado a la práctica la teoría, cuando ha decantado su orgullo académico y ha empezado a discutir soluciones reales para la gente. Ahí sí puede escribir.

Yo creo que por lo menos la mitad de la Universidad debería ser en terreno, por ejemplo en ingeniería, nosotros hicimos 22 carreteras campesinas en el Magdalena Medio, qué bueno si hubiéramos podido tener a los estudiantes de ingeniería de la Javeriana, abriendo carreteras con los campesinos, se aprende muchísimo más sobre suelos, sobre las condiciones reales sobre las cuales tienen que hacerse carreteras, puentes, en sitios donde el invierno produce torrentes, que leyendo ingeniería en abstracto, y lo mismo con las ciencias económicas, y lo mismo en las ciencias políticas, y lo mismo que haciendo empresas.


Para citar este artículo

Donato-Valdés, Nathalie (2009). Contabilidad para la dignidad humana. Entrevista con Francisco de Roux-Rengifo, S.J. Cuadernos de Contabilidad, 10 (27), 431-438.

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