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Cuadernos de Contabilidad

versión impresa ISSN 0123-1472

Cuad. Contab. vol.14 no.35 Bogotá jul./dic. 2013

 

La administración educativa contable como actor importante en la discusión de la política editorial

Edison Fredy León-Paime1

1Editor de la Revista Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Militar Nueva Granada. Correo electrónico: edison.leon@unimilitar.edu.co

Fecha de recepción: 2 de julio de 2013 Fecha de aceptación: 19 de julio de 2013


Para citar este artículo

León-Paime, Edison Fredy (2013). La administración educativa contable como actor importante en la discusión de la política editorial. Cuadernos de Contabilidad, 14 (35), 781-784.


Construir comunidad científica a partir de publicaciones seriadas no es un asunto fácil. Que un gremio profesional alcance la madurez necesaria para generar puentes de comunicación óptimos toma mucho tiempo. Creer que aquellas sociedades que identificamos como desarrolladas también lo han alcanzado, resulta un argumento falaz. De esta manera, esta breve nota está encaminada a resaltar aquellos retos por enfrentar en las próximas décadas con el fin de abrir una discusión sobre hacia dónde encaminar la administración educativa contable, en especial la parte concerniente a la producción, difusión y consumo de conocimiento contable. Otorgamos especial atención al papel que la administración educativa ha jugado en la construcción de una política editorial de publicaciones seriadas, para indicar que son responsables en buena parte de la no constitución de reglas de juego claras en la comunidad.

El papel de la administración educativa contable es un aspecto muy poco discutido en nuestra sociedad. Hemos observado los diferentes problemas de la educación contable como ámbitos sin conexión entre sus actores. Profesores e investigadores, por un lado y estudiantes, por otro, vagamente reflexionamos sobre aquellas áreas intermedias de la educación contable, como la administración de esta. La administración educativa contable tiene un enorme papel sobre las políticas editoriales, ya que ante la ausencia de comunidades investigativas temáticas con mecanismos de difusión propios, las unidades académicas (ya sean facultades o programas) han asumido ese compromiso. Tal intervención, si bien no se puede calificar como negativa, de entrada, sí tiene efectos importantes en la consolidación de comunidades y plataformas seriadas de difusión. Cómo se definió este proceso, los efectos actuales y los retos son las líneas que siguen.

La administración educativa contable en Colombia se puede definir como la tradición en gestión emergente del proceso de expansión de nuevas escuelas de enseñanza contable. Los(as) administradores(as) de la educación contable han tenido la responsabilidad de crear una infraestructura importante, que tiene dos grandes objetos; en primer lugar, constituir un capital social y simbólico profesional y expandir la matrícula escolar. El capital social profesional es la intensa red de relaciones sociales entre académicos, profesionales y aspirantes que legitima el lugar de la profesión en la sociedad, se gestiona a partir de la entrega de titulaciones que tienen algún tipo de valor para el mercado laboral. El capital simbólico que los administradores educativos manejan, está en relación con el valor que los títulos otorgados tienen frente al prestigio de la institución escolar en la que cada uno de ellos ejerce. El segundo objetivo —expansión de la matrícula— es una tarea que la sociedad ha entregado a tales administradores de universidades públicas y privadas. Vista con más detenimiento, la expansión no resulta ser más que una estrategia de incremento del capital social, como manera de protección del trabajo y, a la par, de acumulación de capital económico, vía matrículas. Así se fue delineando un grupo selecto de hombres —y en las últimas décadas de algunas mujeres— especialistas en dirigir programas y facultades de contaduría pública en el país. Su perfil varía, entre la tradición academicista (docentes e investigadores reconocidos) y la profesionalista (personas con trayectoria laboral de alto nivel). Finalmente, en los últimos años se descargó en ellos y ellas el papel de la legitimidad institucional, siendo así responsables de los procesos de reconocimiento y acreditación de los programas que administraban.

En este punto, podemos señalar que tener o promover la apertura de revistas de difusión de conocimiento contable no ha sido hasta ahora, una tarea central de los administradores educativos contables. Mas esto no quiere decir, que no haya excepciones interesantes, pero como excepciones no constituyen una tradición. En particular, ante la ausencia de una comunidad de investigadores, que se segmente de manera temática (al estilo anglosajón), los administradores educativos han tenido que llenar estos espacios con los recursos (personales e institucionales) que encontraron a la mano. Otro aspecto fundamental es que no se lograron establecer referentes externos que permitieran aprender de otras experiencias. Estas aventuras editoriales tuvieron una connotación de carácter local, endogámico y experimental.

Como resultado de los elementos mencionados, los administradores que promovieron la apertura de estos canales lo hicieron bajo diferentes estrategias. Estas fueron:

  • Socializar las actividades que las unidades académicas realizaban.
  • Generar una vitrina para las aventuras investigativas/reflexivas de los miembros de la comunidad académica.
  • Tener un elemento adicional para exponer en las visitas de registros calificados y de acreditación.

Estas estrategias, legítimas en sí, cargaron el signo de la ausencia de recursos. Los administradores designaron (y aún designan) personas que no tienen experiencia editorial (profesores, investigadores y en algunos casos ellos mismos). La mayoría de las instituciones no contaba con la infraestructura y la trayectoria editorial suficiente. Los recursos financieros para enfrentar el proceso de gestión de documentos y de publicación no eran los adecuados (en parte, por desconocimiento del proceso). Los aliados de estas aventuras editoriales son las personas reconocidas, bien por los administradores o los editores. Todo esto hizo que el proceso de aprendizaje institucional, a la luz de las reglas de juego de las experiencias editoriales internacionales, fuera lento y traumático, solo algunas pocas revistas han podido parcialmente emularlas.

No se puede decir que esta experiencia haya fracasado; las publicaciones que se han establecido han sobrevivido a estas instancias. Pero tampoco se pueden desconocer los riesgos inherentes al poder de los administradores educativos, incluso a la ausencia de poder de estos. Los (y las) administradores educativos experimentaron bastante, en algunos casos se quemó cierto grado de capital social, cuando no se lograron vencer los obstáculos. Algunos casos se prestaron para proyectos personalistas, que hicieron que estas publicaciones quedaran al servicio de microcomunidades que usufructuaron la plataforma (de manera simbólica) pero que no les permitieron madurar a estos procesos editoriales.

Pero más dramática aún ha sido la ausencia de poder de los administradores educativos. El hecho de que dos de sus tres principales funciones se evalúen en términos de cantidad de estudiantes matriculados y resultados de los procesos de evaluación de los programas ha suscitado múltiples problemas que se resuelven con la alta rotación de este tipo de actor en la institución escolar. En primer lugar, no se ha madurado un cuerpo homogéneo que aprenda de las mejores prácticas de sus similares; más bien se ve como un agente competitivo que afianza su personalismo y tiende a repetir fórmulas ya ejecutadas. En segundo lugar, la alta rotación hace que los proyectos editoriales estén al vaivén de estos cambios, sobre todo cuando no se ha logrado construir un capital social que rodee este proceso. Por último, solo algunos administradores educativos han llegado a un nivel importante de especialización, lo que les permite desplegar estrategias a largo plazo para que las publicaciones y sus cuerpos editoriales encuentren un norte coherente.

En esta línea de argumentación, este documento señala que hay retos muy importantes a futuro. Hasta el momento, las políticas de gestión editorial se han ido delegando a los editores, sin que los administradores educativos hayan participado de manera activa. Deseamos que estos actores tomen una posición más activa, en acciones como las siguientes:

  • Comprometer a las instituciones en la generación de una infraestructura adecuada para la gestión de las revistas.
  • Garantizar la capacitación del capital social vinculado a las publicaciones.
  • Promover el uso interinstitucional de los productos de investigación en las plataformas de socialización del conocimiento.
  • Promover la lectura de los materiales producidos, tanto en sus instituciones, como en las pares, como mecanismo de consolidación del consumo del conocimiento generado.
  • Suscitar los escenarios de encuentro y discusión de lo incluido en las diferentes revistas y publicaciones científicas.
  • Facilitar dinámicas de planeación gremial de la publicación científica, de manera que a largo plazo haya redes más cooperativas de trabajo.

Todo lo anterior ayudará a que las reglas de juego intra e interpublicaciones científicas contables sean más claras, lo que redundará en la posibilidad de formar una audiencia crítica sobre los contenidos que publicamos. No se trata únicamente de lo que hacemos los editores, necesitamos aliados para que este esfuerzo no sea inocuo. Sin duda, algunos colegas ya están trabajando en este sentido. Pero se requieren mayores voluntades.