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Persona y Bioética

Print version ISSN 0123-3122

pers.bioét. vol.12 no.2 Chia July/Dec. 2008

 


RELATIVISMO Y DOGMATISMO.
CAUSAS Y CONSECUENCIAS

Miguel Ayala-Fuentes1

1 Médico cirujano. Especialista en Bioética. Director Centro de Estudios e Investigación de Bioética, Guadalajara, México.
ceib@infosel.net.mx

FECHA DE RECEPCIÓN: 11-03-2008 / FECHA DE ACEPTACIÓN: 21-07-2008



RESUMEN

Se presentan, desde un punto de vista antropológico, los efectos de una doctrina filosófica -el relativismo- iniciada en la era presocrática que produjo un caos sobre la teoría del conocimiento y que sigue influyendo en nuestra sociedad actual, de tal manera que la persona humana se ve inmersa en un torbellino ideológico, que la confunde, la desorienta y le dificulta el arduo camino a la sabiduría indispensable para encontrar el rumbo hacia la verdad y la ruta adecuada para tener criterio, distinguir el bien del mal y, por tanto, ir al encuentro de su propia felicidad. Este ensayo ha tomado como base un pequeño gran libro2 escrito por Francisco Ugarte Corcuera3, quien ha entregado su autorización para que el autor de estas líneas haga un escrito orientado a exponer el relativismo en su contenido y en sus efectos sobre otras corrientes ético-filosóficas. Además, se acomete la tarea de aportar algunas soluciones dentro del realismo filosófico para encauzar a la persona en su búsqueda de la verdad y el bien, con aquellas características que debe tener el realismo para resolver problemas.

PALABRAS CLAVE: realismo, felicidad, dogmatismo, subjetivismo, relativismo, virtudes, valores.



ABSTRACT

The effects of relativism are outlined from an anthropological standpoint. A philosophical doctrine that began in the pre-Socratic era and wrecked havoc on the theory of knowledge, relativism continues to influence society today, so much so that man is immersed in an ideological whirlwind that confuses and disorients him and hampers the arduous road to knowledge, which is indispensible to finding the way to truth and the appropriate path to acquiring criteria, to distinguishing good from bad and, therefore, to discovering one's own happiness. The inspiration for this essay is drawn from a diminutive but remarkable book by Francisco Ugarte Corcuera, who authorized the author to use it as a basis in writing about the contents of relativism and its effects on other ethical-philosophical lines of thought. The author also takes on the task of contributing several solutions within the scope of philosophical realism to guide man's search for truth and good, with the features that realism must have to solve problems.

KEY WORDS: Realism, happiness, dogmatism, subjectivism, relativism, virtues, values.



RESUMO

Desde um ponto de vista antropológico, neste artigo apresentam-se os efeitos de uma doutrina filosófica (o relativismo) que data de a era pré-socrática e que produziu o caos na teoria do conhecimento e segue influenciando na nossa sociedade atual. Assim, a pessoa se involucra em um torvelinho ideológico que confonde-la, desorienta-la e lhe faz difícil o árduo caminho para a sabedoria, necessário para encontrar a senda para a verdade e a ruta adequada para ter critério, distinguir o bem do mal e, portanto, ir ao encontro da sua própria felicidade. A base deste ensaio é um livro de Francisco Ugarte Corcuera, quem autorizou ao autor deste artigo a fazer um escrito orientado para expor o relativismo no seu conteúdo e nos efeitos nas outras correntes ético-filosóficas. Além do mais, este artigo fornece algumas soluções no realismo filosófico para encaminhar a pessoa em sua procura da verdade e do bem, com as características que deve ter o realismo para resolver problemas.

PALAVRAS-CHAVE: realismo, felicidade, dogmatismo, subjetivismo, relativismo, virtude, valores.



INTRODUCCIÓN

En el prólogo del libro Vivir en la realidad para ser feliz (1), Carlos Llano Cifuentes4 incluye -entre valiosas ideas y observaciones- una que servirá de base para las líneas que siguen: la manera de resolver el relativismo es reconocer que el realismo es el único modo de conocimiento, aunque para vivirlo haga falta autenticidad personal (congruencia), pues no es suficiente solo el bagaje de las ideas, sino el acompañamiento de un amor desinteresado, abierto, sensible, capaz de admiración, humilde y, por tanto, dispuesto a rectificar.

De acuerdo con las observaciones del doctor Llano, en el trabajo del doctor Aguarte, el realismo se presenta con dos acompañantes que lo desvirtúan: el relativismo, que transfiere la realidad al propio yo, con un subjetivismo patente que cambia sus perfiles con la visión individual de cada persona, y manifestando lo que Ramón de Campoamor afirma en su poema "Humoradas": "que en este mundo traidor, nada hay verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira" (2).

La otra visión errónea es la que convierte la realidad en una visión endurecida e impermeable a toda contestación, en un dogmatismo indisputable e incontrovertible. Es fundamental la descripción de estos tres conceptos mencionados, pues de ese conocimiento se deriva la importancia que tiene conocer la verdad sin confusiones. La consecuencia es que en el caso del relativismo, la verdad queda empobrecida al hacerla depender de mi voluntad. Así me veré imposibilitado a comprometerme con una verdad delicuescente y cambiante.

Viene enseguida un efecto dominó (3): al renunciar a todo compromiso, la persona queda fuera de la realidad, la existencia es superficial, sin contenido, mediocre, y se llega al conformismo. Quien no tiene ideales, pierde el sentido de la vida.

Por nuestra inclinación a la búsqueda de la felicidad, al no tener el asidero fuerte de una verdad firme, viene la búsqueda de la satisfacción inmediata en la práctica de un hedonismo constante, que puede derivar en la práctica del sexo sin amor (4), en el consumo de bebidas alcohólicas, o en la drogadicción.

El meollo del relativismo reside en situar el fundamento de la verdad en la persona que en cada caso está juzgando sobre una determinada verdad y coincide curiosamente compartiendo el mismo equivocado enfoque con el dogmatismo (5), que encuentra también en el juicio de la persona el fundamento de su verdad, y no en la realidad de las cosas (6). Quienes profesan esa manera de pensar expresan sus afirmaciones de manera dogmática, como si su verdad fuera absoluta e infalible.

Acertadamente concluye el doctor Llano en el prólogo, que en el caso del realismo se cumple el aforismo, "in medio virtus" que dice que la virtud -el realismo- se encuentra entre los extremos del relativismo y el dogmatismo, en una situación que se pudiera bien comparar con el filo de la navaja, donde reconoce que el desarrollo del libro del doctor Ugarte marcha con un acierto verdaderamente admirable.


REALIDAD Y FELICIDAD

Solo unas pinceladas para caracterizar la felicidad (7). Se puede afirmar que consiste en ser más; en pasar de lo que soy, a lo que estoy llamado a ser; en actualizar mis potencialidades humanas; en desarrollar mis capacidades; en adquirir lo que me corresponde de acuerdo con mi naturaleza; en último término, en perfeccionarme como hombre, alcanzar una vida lograda (8). Pero también en enriquecerme al encarnar valores, pues mientras más valores se realicen, más feliz se es. La condición sin la cual no se actualizarán dichos valores es la de que estemos en la realidad, sin salirnos para nada de ella.

Se abordarán sucesivamente los temas del relativismo y el dogmatismo porque son dos desviaciones en la búsqueda de la verdad que tenderán a sacarnos de la realidad. De esta forma, enseguida se desarrollará el tema del realismo para asegurarnos de no salirnos de dicha postura, teniendo en cuenta que la autenticidad (sinceridad, veracidad, u honradez, como también se le puede llamar) es la forma personal de vivir el realismo.

La práctica muestra que al tratar personas que buscan la felicidad evadiendo la propia realidad, es necesario invitarlas a ubicarse en esta última con plena sinceridad, conocimiento y aceptación, y orientar su vida para llenarla de sentido trascendente; los resultados llenan de aliento y llevan a difundir esa experiencia en beneficio de quien la necesita.


SUPUESTA CRISIS

¿Hay crisis de valores? Más bien se trata de crisis del sujeto que vive o intenta vivir los valores, ya que estos no se han modificado. La razón es que el sujeto no encuentra contestación a las preguntas que le plantea la existencia: ¿A dónde voy? ¿Qué quiero? ¿Cuál es el sentido de mi vida?, pues no tiene el saber teórico y la capacidad práctica para responderlas (9).

Al no tener respuesta a esas preguntas, los valores -que son un medio de llegar al fin (10)- no se encuentran por estar ante esa situación desdibujados, y con ello se aclara que la crisis es de la persona, no de los valores. Al realizar un valor se le da contenido a la existencia. Por ejemplo, si practico un deporte recibiré un beneficio corpóreo; si estudio una teoría matemática, desarrollaré un valor intelectual, etc. Por ello es importante que la inteligencia seleccione aquellos valores que le hagan llegar al fin, y que la voluntad seleccione los que realizándolos en cada caso lo lleven a la meta deseada.

Encontramos que la inteligencia y la voluntad deben seguir una ruta para seleccionar los valores, que son los objetos o el contenido de los sentimientos (11). Desde un punto de vista teórico: primero, conocerlos, para luego valorar su factibilidad y la conveniencia con las metas que me es útil proponerme. Enseguida, desde un punto de vista práctico, viene el aterrizaje de su realización en la vida de la persona.

Un peligro que hay que advertir en la adquisición de un conocimiento es el subjetivismo, que consiste en situar la verdad en el ámbito del sujeto, en vez de situarla en la realidad de las cosas (12). El subjetivista afirmará "Mi verdad tiene prioridad sobre la verdad". Esto, llevado al terreno de la moral, nos descubre al sujeto que juzga lo que es bueno o malo, verdadero o falso, según lo que a él le parezca. Este subjetivismo ofrece tener a veces una fachada racional, como cuando hace depender el criterio según el lugar, el tiempo, el entorno, la edad, el grado de placer o de dolor que le produzca; en una palabra, según las circunstancias y las consecuencias, y entonces tenemos la moral circunstancial y consecuencialista (13) que suele ignorar los valores más altos del hombre como son los intelectuales, los morales o los religiosos. No olvidemos que los valores son términos equívocos (o sea con varios significados), y lo mismo pueden ser sustantivos o adjetivos. Para nuestro quehacer da lo mismo, pues lo que importa es que consideremos que son cuantificables en la realidad. Si nos referimos a los valores humanos (14) (económicos, físicos, sociales, afectivos, intelectuales, estéticos, morales o religiosos), éstos pueden considerarse como cualidades, poseerse escasa, abundante, o medianamente, o sea en poca o en mucha o en mediana cantidad, y en cuanto tales realidades cuantificables, son objetivas, su cantidad no depende del que observa, sino de la propia realidad y son, por tanto, objetivables o sea determinables cuantitativamente.

Ejemplos de valores humanos que son independientes del sujeto que observa son: la vida, la salud, el amor de Dios, la solidaridad con el prójimo, la belleza de una obra de arte, etc.

Por otra parte, la existencia de los valores no implica que aún siendo todos un bien, hace falta que tengamos en cuenta si ese bien, en mis circunstancias, tiene alguna utilidad para mi vida personal, o simplemente es superfluo, o fuera de lugar, o inalcanzable, lo que nos lleva a la conclusión de que un valor objetivo, para que sea oportuno para mí, debe llenar el requisito de su utilidad, de su accesibilidad, y de su licitud en mis circunstancias.

Para la realización de los valores, además de su conocimiento, hace falta tener la virtud de la fortaleza para que la voluntad realice lo que la inteligencia le propone, sin importar condicionamientos internos, como las emociones o los sentimientos -dominio de las reacciones viscerales- o bien sin importar condicionamientos externos (humanos, económicos, familiares, etc.) que hagan ardua dicha adquisición de valores.

Debe hacerse notar que la voluntad debe encontrarse libre de cortapisas que limiten su libertad de acción, pues donde no hay libertad, tampoco puede haber responsabilidad.

En conclusión, la crisis de valores no está en los valores mismos, sino en el sujeto que ha de alcanzarlos, pues existen problemas serios tanto en el ámbito de la inteligencia como de la voluntad para obtenerlos. La inteligencia afectada por el subjetivismo, y la voluntad debilitada por condicionantes internos o externos.

Algunos recursos clave para resolver los problemas citados: formar la inteligencia para que aprenda a pensar con objetividad en relación con el fin del hombre y los medios para llegar a ese fin; ejercitar la voluntad en la fortaleza para alcanzar los fines propuestos por la inteligencia, así como los medios que se van a utilizar dejándose guiar también por determinados (no todos) modos de praxis social (15).


RELATIVISMO

Aproximación y origen

El relativismo es -a grandes rasgos- una doctrina filosófica que afirma que no hay verdades absolutas (8). El camino que sigue la inteligencia para llegar al relativismo es vivir el subjetivismo, que es situar el fundamento de la verdad en el sujeto que juzga. Ejemplo: yo pienso -me parece- que la mesa en la que escribo es de madera. La mesa dejará de ser de madera en el momento que así me lo parezca. ¿No le parece que eso es absurdo?

El mismo razonamiento se usa para el criterio de verdad: algo será verdadero porque me lo parece, y solo mientras me lo parezca, de tal modo que la verdad cambia, es inestable, es relativa según mi apreciación. La conclusión es que no hay verdades absolutas.

Es obvio, el error es patente. No se necesita demostración para descubrirlo. La mesa no va a cambiar su constitución porque a mí me parece que cambia. Eso en psicología se llama "pensamiento mágico" (16).


ACTUALIDAD

El relativismo es dramáticamente actual. En razón del pluralismo de la sociedad (17) se aprueban leyes que van contra la ley natural. Se ha despenalizado el aborto (18) -en cualquiera de las formas conocidas- en una cantidad de países que suman el 97% de la población mundial. Las leyes de divorcio están vigentes en prácticamente todos los países del mundo (19). La eutanasia está extendiéndose de manera constante (20): Holanda, Colombia, Bélgica, el estado de Oregón en Estados Unidos, por aprobarse en el estado de Queensland en Australia (21), y está en cartera para proponer su debate legislativo en algunos gobiernos como el de Rodríguez Zapatero en España (22).

El argumento con parecer razonable, es fácilmente identificado como sofisma. Se dice, y con razón, que las sociedades actuales se caracterizan por la gran variedad de corrientes de pensamiento que flotan en la mente de los habitantes; que es preciso respetar la libertad de las conciencias, lo cual también es cierto, y la conclusión -que ya es falsa- es que cada quien debe actuar como le parezca (23). Para quien no esté de acuerdo, simplemente está en libertad de no hacerlo (24). El error subyacente es el ignorar que existe una verdad objetiva que se apoya en la realidad (25), y que toda contradicción va a cobrar su cuenta a la persona o a terceras personas por el daño causado.

El relativismo tiene una contradicción intrínseca: la afirmación que lo describe: "Toda verdad es relativa", lleva implícita una afirmación universal: toda verdad. La afirmación que sigue es una contradicción, pues si es cierta, será falsa la afirmación mencionada, pues se seguirá, siendo congruente, que hay verdades que son relativas, y verdades que no lo son.


Consecuencias para la persona

Debilitamiento de la verdad. Es una realidad, pues si la verdad depende de mi dictamen, su capacidad de influenciar decisiones dependerá del concepto que yo tenga de ella (26).

Superficialidad y mediocridad. La persona relativista aterriza en ellas al no tener compromisos de ninguna especie, pues se adquieren los compromisos cuando hay garantías de estabilidad y permanencia, y al no haberlas no se deposita la confianza necesaria para comprometerse. Si no hay metas sólidas, no hay compromiso para alcanzarlas, se flota en la realidad, no se está en la realidad, se está fuera de ella, se tiene una existencia superficial y mediocre.

Pérdida del sentido de la vida, proclividad al hedonismo y a las evasiones. La ausencia de metas y objetivos incluye lógicamente la carencia de ideales. Quien no tiene ideales acaba por perder el sentido de búsqueda de la felicidad (27), acaba en la satisfacción de los bienes más inmediatos, en la búsqueda del placer en satisfacciones sensibles, en un hedonismo cada vez más obsesivo y frenético, pudiendo caer en vicios como el tabaquismo, el alcoholismo, la droga, la pornografía, el sexo desenfrenado, la depresión y, como etapa final, en la muerte. Se trata de una pendiente resbaladiza con situaciones cada vez más difíciles de rescatar hacia una vida saludable; se tiene una crisis de la identidad personal (28).

Todo se inició con una actitud de crítica siempre negativa a todo, a no aceptar verdades absolutas, a rechazar cualquier afirmación definitiva, a rebelarse contra lo establecido (29).

Podemos resumir esa pendiente resbaladiza en el siguiente esquema de referencia.


Consecuencias para el relativista

Egoísmo. Es una consecuencia de ser congruentes con la idea de "respetar" la verdad que cada uno tiene en cualquier terreno y de no tratar de influir en los demás.

Falta de compromiso y de metas. Al ser superficial y mediocre, el relativista contagia a las personas que se encuentran en su entorno con una enfermedad que lleva a no asumir las responsabilidades personales y sociales que se tienen, pues no se cuenta con un norte claro hacia dónde dirigirse.

Actitud crítica. La actitud de quien de manera sistemática critica es especialmente expansiva por la facilidad de encontrar receptores. El espíritu crítico tiene causas que son frecuentes de encontrar: la justificación de una problemática personal no resuelta, o el ocultar el vacío interior resultante de carencia de verdaderas convicciones.

Dificultad para el verdadero diálogo. El diálogo consiste fundamentalmente en intercambio de ideas, contenidos o impresiones, pero como el relativista no puede tener una actitud de respeto hacia alguien que manifieste una verdad, en ese momento lo acusará de "dogmático", con lo que termina la discusión.

Contradicción interna. El relativista no puede mantener una actitud neutral pues su sola presencia genera reacciones: aunque se diga respetuoso de los demás, es intransigente con las personas, especialmente cuando hay alguien que lo confronta o contradice. Con ello se hace acreedor del apelativo de dogmático, ya que se reafirma en que "todo es relativo".


DOGMATISMO

Aproximación y origen

El dogmatismo es una deformación ante la verdad, tan radical como la del relativismo, pero en el extremo opuesto, y sus consecuencias son tan nocivas como él. Con este término se puede designar a la persona que da la impresión de que todas sus afirmaciones tienen carácter de dogma, que son verdades absolutas e infalibles, aun cuando la cuestión sea de poca importancia. A menudo se trata de una persona muy emotiva, apasionada, dominante, propensa a la precipitación, arrebatada y poco reflexiva. Una persona cae en el dogmatismo (5) cuando atropella los principios que el sentido común otorga a la observación de la realidad por nuestra inteligencia; cuando se sobrevalora la propia capacidad intelectual y se considera que es fácil conocer la verdad, y al mismo tiempo se desconoce la propia limitación intelectual; cuando se desconoce que la realidad puede ser compleja; cuando se tiende a reducir y simplificar su contenido, empobreciendo su riqueza; cuando se piensa que la verdad está en el pensamiento antes que en las cosas, lo cual es un mal uso de la razón, y a esa actitud se le llama indebidamente racionalismo.

En resumen, dogmatismo es el convencimiento de que la inteligencia humana puede conocer siempre la verdad, con facilidad y plena certeza, sin necesidad de fundamentarla ni tampoco confrontarla con la realidad.


Actualidad y causas

Sobrevaloración de la inteligencia. Esto acarrea una exagerada seguridad subjetiva de conocer la verdad. Las consecuencias para la persona son: autosuficiencia que hace que se prescinda de la opinión de los demás y se aisle del mundo; quien actúa así con frecuencia se hace inflexible y rígido. Esto en el manejo de un equipo de trabajo acarreará tarde o temprano conflictos que, al no tener recursos para manejarse, provocarán una tensión que al contacto con la rigidez aumentará hasta la explosión y el rompimiento de la personalidad. Otra consecuencia para la persona es la tendencia a opinar de todo, sea el tema importante o banal, sea de su propia especialidad, en la que puede haber tenido éxito, o sea de una especialidad ajena a la propia. Por esta causa, quien es dogmático pretende imponer sus ideas, no da cabida al diálogo, no facilita el trabajar en equipo y produce rechazo en los demás.

Reducción o simplificación de la realidad. La mente lleva a cabo una operación reductiva que empobrece la realidad, y el conocimiento se hace fácil. Las consecuencias para la persona son: una tendencia a hacer juicios parciales incompletos, sin matices, por tanto falsos al ser incompletos; se suelen simplificar los problemas, la simplificación acarrea superficialidad en el juicio y en la pretendida solución al problema. Una variante de esta tendencia es el idealismo: ante problemas complejos se sugieren soluciones inocentes y fáciles, pero que no tienen en cuenta la realidad y, por tanto, fracasan. Otra inclinación de estas personas es la tendencia a no fundamentar sus ideas (30) con argumentos sólidos al pretender que son autoevidentes como los axiomas, que no necesitan demostración. Otras veces, por ésta causa, el dogmático tiende al fanatismo, que es aquel que promueve o defiende con vehemencia una idea, sin comprenderla en su verdadera medida.


Consecuencias para las relaciones con los demás

No ofrece soluciones eficaces. Hace clasificaciones simplistas y bipolares de los grupos humanos. Muestra incapacidad para el trabajo en equipo; por carecer de condiciones para dirigir, pierde autoridad moral.

Hay una independencia y autonomía impropias, que llevan a la discriminación de los que no piensan como él y que, en ocasiones, llegan al atropello de las personas en el trabajo; se recurre tramposamente a un legalismo que es la máscara de un uso acomodaticio de la ley al utilizarla al pie de la letra para ahogar las opiniones de los demás, y sin importar el verdadero espíritu de ella al no ver por encima de todo el bien individual y el común.

Actitud racionalista. Se caracteriza por prescindir de la realidad en el proceso de conocimiento (30); al apoyarse prioritariamente en la razón da origen al error, al no contrastar la opinión personal con los hechos.


Consecuencias para la persona

Se hace "cerrado". Pierde capacidad de admiración. Justifica (racionaliza) con razones -o sin ellas- su falta de eficacia. Evade la realidad con esquemas operativos inútiles e ineficaces.


EL REALISMO COMO ANTÍDOTO

Asumir el realismo significa no sobrevalorar la propia inteligencia, sino admitir su limitación. No reducir ni simplificar la realidad, sino reconocer su riqueza y complejidad. No prescindir de la realidad para fundamentar la verdad, y recordar que la verdad está en las cosas, antes que en la inteligencia. Eso es tan importante en el realismo que vale la pena desglosar algunos conceptos importantes en relación con él.

El realismo es la postura de pensamiento para adquirir conocimiento, entre el relativismo y el dogmatismo. La persona realista funda su vida en la verdad. Está convencida de que la verdad es objetiva y universal, aunque reconoce que el acceso a ella no es tarea fácil, ya que supone un proceso paulatino de aproximación, con diversos niveles de certeza. En resumen, la persona que está en la realidad está centrada, con los pies en la tierra, sabe lo que quiere, y lo que quiere es lo mejor para ella por lo que su vida tiene sentido. Es equilibrada, coherente, pues vive como piensa, y su conocimiento es verdadero de tal modo que su conducta se ajusta a su pensamiento y éste coincide con la realidad.

Hay dos formas de estar fuera de la realidad: o bien la inteligencia equivoca la forma de conocerla, o bien poseyendo la verdad, no se tiene la fortaleza para ser congruentes con ese conocimiento. Por ello conviene citar las condiciones para conocer la realidad.


Condiciones para conocer la realidad

  • Reconocer que las cosas poseen su propia verdad.

  • Situarse ante las cosas con intención de descubrir la verdad en ellas.

  • Convencerse de que la inteligencia humana tiene capacidad de conocer la verdad objetivamente. Saber que hay factores que pueden enturbiar el conocimiento intelectual como la imaginación, los sentimientos, la impresión sensible que las cosas producen en la sensibilidad.

  • Reconocer que hay realidades complejas cuya verdad apenas podemos apreciar con cierta lejanía, ya que no tenemos la inteligencia de Dios, única capaz de discernir la realidad más compleja. Esto no significa que no seamos capaces de conocer verdades de menor complejidad, que son la mayor parte de la realidad cotidiana, reconociendo como Sócrates la inmensidad de nuestra ignorancia.

El realismo exige profundidad en el conocimiento para que éste sea objetivo; es conocer la realidad desde "dentro", desde lo que la constituye, desde el principio que unifica sus diversos aspectos.

El realista fundamenta sus conocimientos. Así sabe distinguir lo importante de lo secundario.

El realista sabe que en muchas ocasiones ha de fundamentar su conducta en juicios hechos por otras personas, por lo que en esas circunstancias ha de poder comparar los juicios opuestos sobre una materia para así valorar pros y contras, y versiones antagónicas para sacar conclusiones serenas y objetivas.

Ante una decisión importante, el realista sabe que es conveniente tomar en cuenta la posibilidad de asesoría por pares en el entendido de que "cuatro ojos, ven mejor que dos". Considera de alto valor los juicios de personas de ideología diferente a la propia.

El realista está consciente de que hay influencias imperceptibles en el entorno: los medios de comunicación, la literatura, la opinión pública, etc., por lo que es útil tener capacidad de crítica positiva y dialogar para profundizar.


CONCLUSIONES

A modo de conclusiones se mencionan, sin explicarlas, algunas actitudes que favorecen el realismo; además, se ofrece como síntesis unas tablas comparativas entre realismo y relativismo y entre realismo y dogmatismo.


Actitudes que favorecen el realismo

Amar la verdad desinteresadamente, con respeto por las personas, con apertura para cambiar de opinión si la nueva información lo requiere, por tanto, con una actitud flexible que aporta al mismo tiempo la solidez de quien está por el buen camino, esto es consecuencia de la versatilidad que tiene quien conserva la capacidad de admiración, lo cual es consecuencia de la humildad de estar aprendiendo constantemente. Esta cualidad también tiene la consecuencia de una relación mejor con Dios al deducir de la contemplación de las maravillas de la creación, el micro y el macrocosmos, una admiración creciente de la omnipotencia divina, que por otra parte, al reflexionar sobre la creación del hombre como la especie de mayor dignidad en la creación, y con el mundo en usufructo, caemos en la cuenta de que fuimos creados sin que Dios nos necesitara, en un acto de amor, de privilegio, al que solo nos queda responder con el amor de que somos capaces.

El conocimiento de los demás en su riqueza global de virtudes y defectos, aunado al afán de ayudarlos, se traduce en comprensión, también nacida del humilde conocimiento de nuestras miserias y de nuestras virtudes.

Hemos hablado de la humildad como virtud que ayuda a vivir en la realidad. Esta virtud supone la presencia de otras virtudes hermanas: la sinceridad para hablar siempre con la verdad, el conocimiento de nuestras virtudes y nuestros defectos, aunque el temor que a veces nos invade para hacer lo que se debe hacer exige el ejercicio de otra virtud que es la valentía, la cual lleva implícito el deseo permanente de actuar de acuerdo con la verdad alcanzada. Así las cosas, el realismo produce paz interior permanente y seguridad personal.


2 Aunque el contenido es el mismo, ha habido dos ediciones sucesivas: la primera, de editorial Panorama, con el nombre de El Hombre en busca de la realidad, de 1997; y la segunda, de Ediciones Luz, con el título de Vivir en la realidad para ser feliz, de 2005.

3 Guadalajara, México, 1947. Pbro. y Doctor en Filosofía, autor de varios libros sobre comportamiento humano. Algunos de ellos son: El hombre actual en búsqueda de la realidad; La Amistad; Metafísica de la esencia.

4 Doctor en Filosofía por la Universidad de Navarra; presidente Fundador del Instituto Panamericano de Alta Dirección de Empresas (ICADE), México. Fue miembro de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal. Autor de más de veinte libros sobre filosofía y empresa.



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