“PACTO CLIMÁTICO DE GLASGOW” ⁸

Los compromisos de la COP26 quedaron plasmados en ocho apartados, con 71 puntos, que contiene el Acuerdo: Ciencia y urgencia (1-4); adaptación (5-9); financiamiento de la adaptación (10-14); mitigación (15-21); finanzas, transferencia de tecnología y construcción de capacidad para la mitigación y la adaptación (22-36); pérdida y daño (37-45); implementación (46-52); y colaboración (53-71) ⁸.

Desde 1992, cuando se estableció la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, se viene hablando de mitigación centrada en la reducción de emisiones de GEI. En Glasgow no solo se habló de mitigar, sino que se aceleró el cronograma de los países para cumplir las metas en este sentido. Se adelanta en dos años el plazo del Acuerdo de París: para 2023 los países deberán presentar los planes actualizados de cómo llegarán a la reducción efectiva del efecto invernadero. La COP 27 será en El Cairo y allí se verá qué tanto se ha progresado en mitigación.

En la COP 21, en París, los Estados se comprometieron a poner los medios para limitar el calentamiento global a 2 °C, aunque se dijo que era preferible acercarse a los 1,5 °C. La COP26 dejó clara la meta de establecer sin dilaciones los 1,5 grados Celsius, a pesar de la dificultad evidente para poder lograrlo en corto plazo: el planeta tiene menos de una década para reducir a la mitad los GEI. En este sentido, el lenguaje de la Cumbre se fortaleció en gran medida, pues fue uno de los objetivos previstos por su presidente Alok Sharma ⁹.

Sobre el uso del carbón como combustible, el Acuerdo de Glasgow mencionaba taxativamente prescindir de él, como parte de los esfuerzos de mitigación. Sin embargo, dos países, China e India, se empeñaron en cambiar “eliminación” por “reducción gradual” en el texto definitivo, condicionando ese cambio para dar su aprobación a todo el acuerdo ¹⁰. Las partes que lo firmaron se comprometieron solo a acelerar los esfuerzos “hacia la reducción gradual de la energía del carbón y los subsidios ineficientes a los combustibles fósiles”. Y es que el asunto de los subsidios a los combustibles fósiles es considerado como un gran apartamiento de los acuerdos climáticos anteriores, aunque su impacto sea inesperadamente pequeño ¹¹.

En términos de adaptación climática, es decir la modificación de sistemas y comportamientos frente al cambio climático, se reconoció que la financiación para esto está siendo insuficiente y se debe establecer un nuevo enfoque para allegar recursos que permitan, sobre todo en los países en vías de desarrollo, infraestructuras resistentes al clima, limitar los incendios forestales, reubicar los asentamientos humanos que están en los litorales marítimos y fluviales, etc. Esta es una precisa responsabilidad de los países desarrollados que deberían, por lo menos, duplicar su apoyo para la adaptación climática, aunque no se trate de uno de los puntos vinculantes del acuerdo. Las necesidades en este campo son diez veces mayores a los niveles actuales de inversión en adaptación.

Es un hecho que los países en vías de desarrollo contribuyen en una menor medida en la producción de GEI; sin embargo, son ellos los que sufren el mayor impacto climático. Este tema de “pérdidas y daños” se trata en el Acuerdo, como se hizo en 2015 en París. La noticia es que en Glasgow se esperaban unos compromisos reales en este campo por parte de los países desarrollados, como la creación de un “Fondo de pérdidas y daños”, pero solo se acordó fijar un mecanismo de “diálogo” para establecer lo que podrán llegar a ser las “reparaciones climáticas” por parte de esos países, que volvieron a hacer gala de su falta de compromiso. Quienes más se opusieron a la creación de dicho fondo fueron Estados Unidos, Australia y la Unión Europea.

Esta situación, y varias más, profundizaron la escasa confianza de los países vulnerables frente a los países del primer mundo. Fue muy llamativo que se hayan prometido USD 100.000 millones anuales a partir de 2020 para ayudas a los países en desarrollo, destinados a migrar sus economías a sistemas más ecológicos y para adaptarse a la crisis climática: hasta ahora no han sido desembolsados y es poco probable que se haga efectivo ese ofrecimiento antes del 2023.

La inclusión de los ecosistemas oceánicos ¹² en el Acuerdo fue la consecuencia de la denuncia sobre la precaria situación de los pequeños Estados-insulares, representados por las islas Maldivas: para ellos la urgencia es más perentoria, ya que estarían expuestos a la desaparición como consecuencia del aumento del nivel del mar, ocasionado por el cambio climático. Pero también, gracias a la COP26, se firmó una Declaración para crear la Reserva Marítima del Pacífico, como una gran área protegida como un corredor libre de pesca de más de 500.000 km^{2 (13}.

En la regulación del llamado “mercado de emisiones de carbono” o “comercio de mundial de créditos de carbono” se dio un avance: se determinó que una forma de compensar la emisión de GEI sea pagar a los países que cuentan con grandes reservas forestales, para que no se permita la tala de árboles y la quema de bosques. También se abrió la posibilidad de pagar a los países menos desarrollados para que puedan instalar energías renovables, en lugar de construir plantas térmicas a base de carbón o de petróleo. Un riesgo apreciable es permitir compensaciones exageradas, pues las grandes empresas y los países desarrollados (que pueden permitírselas) podrían preferir pagarlas y seguir con sus emisiones de GEI sin mayor cambio. Otro problema es que algunas empresas y grupos ambientalistas se han convertido en verdaderos comerciantes de las compensaciones del carbono ¹⁴.

Al igual que en París, en el Acuerdo de Glasgow también se hizo presente la ideología de género ¹⁵: en el cuarto considerando inicial se insta a reconocer como preocupación común de la humanidad las obligaciones respectivas sobre diversos puntos, entre ellos la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres; y en los puntos 62, 68 y 69 del Acuerdo no solo se menciona la igualdad de género (que implica grandes ventajas y aspectos positivos), sino que se insta a garantizar la implementación del programa sobre género y su plan de acción, que fueron acordados en el Programa de Trabajo de Lima sobre Género (LWPG) ¹⁶. Esta iniciativa fue el ariete que la ONU creó en 2014 para incluir la ideología de género en las cumbres sobre medio ambiente a partir de la COP 21.

Por fuera del Pacto de Glasgow se establecieron otros importantes acuerdos entre algunos de los países participantes ¹⁷.

Pero no solo los países llegaron a alianzas: varias instituciones privadas del área financiera, en asocio con bancos centrales, acordaron dar el apoyo económico a iniciativas que se propongan emisiones netas cero a nivel global. Un ejemplo de esto es la Alianza Financiera de Glasgow para Cero Neto (GFANZ) ¹⁸.

ALGUNAS REACCIONES

Una vez concluida la COP26, los organizadores, delegados, negociadores y activistas no pudieron ocultar sus emociones encontradas: dieron parte de éxito, de frustración, de desilusión y también de esperanza.

Fueron más homogéneas las reacciones de las ONG al mostrarse en general poco o nada conformes con los alcances del Acuerdo. Greenpeace no dudó en calificar el acuerdo como “excepcionalmente débil” y denunciar como “estafa” el plan de compensaciones para los países menos desarrollados ¹⁹.

Los científicos del clima tampoco enarbolaron banderas de victoria; por el contrario, muchos han manifestado su descontento. Muy significativas son las declaraciones de algunos de los investigadores que, en la Cumbre de Río de Janeiro en 1992, ayudaron a redactar las primeras pautas que fueron asumidas por la ONU: al cabo de 30 años de gestión climática la mayoría de los problemas ambientales han empeorado ²⁰. En buena parte, este fracaso se debe tanto a la escasa financiación que las iniciativas adoptadas han tenido, como a la falibilidad de la ciencia en un campo tan cambiante e incierto como el control del clima.

Con el Secretario General de la Organización Meteorológica Mundial, Petteri Taalas, se puede afirmar que sí ha habido progresos en las iniciativas de mitigación del cambio climático, pero los esfuerzos hacia la eliminación gradual de la energía del carbón han sido insuficientes y hay necesidad de seguir dando pasos en la dirección correcta; sin embargo, para él, el Acuerdo de Glasgow ha sido demasiado débil ²¹.

Para el director ejecutivo de la Climate Analytics, Bill Hare, una organización sin ánimo de lucro, la frustración y el enojo de muchas personas que trabajan por el clima han sido patentes después de la COP26, pues los acuerdos carecen de fuerza; reconocen los avances que se han dado y, sin embargo, no pueden darse por vencidos a pesar de su lentitud ²².

Quien encabezaba el Grupo de Integridad Ambiental, Simonetta Sommaruga, ministra del Medio ambiente de Suiza, manifestó su inconformidad por la insuficiente transparencia que, al cierre del Acuerdo, se reflejó en la enmienda que morigeró la política sobre la utilización de combustibles fósiles ²³.

APRECIACIÓN BIOÉTICA PROSPECTIVA

Los expertos se equivocan con demasiada frecuencia en temas clave. En una reciente (y parcial) recopilación de asuntos en los que las predicciones de los expertos resultan generalmente fallidas, Wilfred Reilly incluye temas relacionados con el cambio climático. La tesis que defiende sobre la razón de estas garrafales equivocaciones se puede expresar de la siguiente forma: “la mayoría de las teorías verdaderamente extrañas surgen cuando las personas inteligentes (los expertos) adoptan una premisa que suena plausible, debido a factores como la presión del grupo de pares, incluso si es objetivamente incorrecta, y luego razonan correctamente a partir de esa premisa” ²⁴. A los intereses económicos y políticos se suma la escasez de pruebas científicas robustas ²⁵. Todo esto impide tomar las mejores decisiones y acertar en la solución real de los problemas generados por el cambio climático.

No es un secreto que China tendrá que desempeñar un papel clave en la implementación de estos acuerdos, a eso se comprometió con Estados Unidos y con el mundo. Como productor de un tercio de todas las emisiones de GEI, tendrá que mostrar resultados en la reducción de las emisiones de CO₂ y de CH₄, en la transición a la energía limpia, en la descarbonización y en muchos frentes más. De las ejecutorias de estos grandes emisores de GEI, el uno histórico y el otro actual, depende en buena parte el éxito de la COP26.

La brecha entre realismo e idealismo tendrá que reducirse para que se logren los acuerdos. Uno de los temas en los que no fue posible disminuirla estuvo representado por los compromisos financieros que se esperaban en el campo de pérdidas y daños; en lugar de ello se acordó solo seguir “dialogando” sobre cómo se pueden concretar las compensaciones a los países más vulnerables. Hay necesidad de proponer nuevas alternativas para conseguir los recursos que demandan la mitigación y la adaptación al cambio climático ²⁶.

La presencia de un gran número de manifestantes, que estuvieron en los alrededores del sitio donde se realizó la Cumbre hace pensar que el ecologismo como ideología sigue cobrando fuerza en el mundo ²⁷. Para muchos se trata de una especie de “nueva religión” ²⁸. Sin embargo, parecería que el asunto tiene más calado y plantea algunos interrogantes: ¿de dónde salen los recursos para mantener la logística de los manifestantes? ¿Son las ONG sus principales patrocinadores, o hay empresas multinacionales interesadas en torpedear este tipo de iniciativas? ¿Es solo la “conciencia ambiental” la que está detrás de las dudosas o falsas compensaciones de carbono que hacen grandes empresas?

Es muy llamativo que el Acuerdo haga referencia solo al carbón como el principal protagonista de la reducción gradual, pero no se haga ninguna mención ni al petróleo ni al gas natural, aunque solo se mencionen los combustibles fósiles cuando se habla de sus ineficientes subsidios. ¿Cómo valorarán las grandes compañías petroleras y de gas natural esta omisión? Y es que varios de los principales países productores siguen manteniendo un férreo apoyo político para su explotación, aunque sostengan algo distinto en las cumbres climáticas.

En La monarquía del miedo, Martha Nussbaum muestra que esta emoción puede ser utilizada para influir en el ser humano, ya que “el miedo tiende con demasiada frecuencia a bloquear la deliberación racional, envenena la esperanza e impide la cooperación constructiva en pos de un futuro mejor” ²⁹. Parecería que en este campo se está aplicando, no tanto en los informes técnicos de la Organización Meteorológica Mundial y del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático ³⁰, pero sí en su socialización a través de los medios de comunicación ³¹, que realizaron una relevante función en la participación multiplataforma, donde se vio un aumento sin precedentes en la polarización ideológica, principalmente en Twitter ³².

En la presentación del informe “Estado del Clima Global 2020” justo antes de la COP26, por parte del Secretario General de la ONU Antonio Guterres, el lenguaje utilizado fue catastrofista, de alarma y urgencia: se califica el informe de “aterrador” y afirma que “los datos de este informe deberían alarmarnos a todos”, pues sus efectos son desastrosos ³³.

Allí se afirma que la emisión de GEI está aumentando, que la temperatura sube en 1,2 °C, que se incrementa la cantidad de tormentas tropicales, que se dan cambios climáticos extremos, que anualmente aumenta el nivel del mar y que los glaciares están desapareciendo.

Algunos científicos están tomando conciencia de la importancia del buen uso del lenguaje para no producir “demasiado miedo” a la población cuando comunican los resultados de sus investigaciones, aunque lo justifican para alertar a quienes toman decisiones sobre asuntos climáticos ³⁴.

Acabar con el carbón y con las subvenciones a los combustibles fósiles será muy difícil a mediano plazo en los países subdesarrollados o en vías de desarrollo, puesto que sus prioridades son muy distintas: luchar contra el hambre, la pobreza, la falta de agua potable, etc. Y, además, la meta de cero neto, es decir que la emisión de GEI no sea mayor que su cantidad eliminada por la atmósfera, prevista para mediados de siglo, hoy es una utopía: la tecnología para la eliminación del carbón sigue pendiente y los esfuerzos para descarbonizar el planeta no son suficientes para limitar el aumento de la temperatura global ³⁵.

La empresa privada, que explota y comercializa combustibles fósiles, tendrá que hacer reingeniería de su trabajo y diversificar sus líneas de negocio, aunque el gas y el petróleo sigan siendo muy rentables.

En términos de justicia será necesario que la política de pérdidas y daños sea más efectiva, de tal manera que los países desarrollados indemnicen efectivamente por los daños pasados, actuales y futuros causados por el cambio climático, al cual ellos mismos han contribuido; además, han de apoyar financieramente las iniciativas de mitigación y adaptación de los países más vulnerables.

No se puede negar que después de la COP26 el Acuerdo de París tiene unos soportes más robustos que pueden permitir realizar acciones efectivas para conseguir el efecto deseado sobre el cambio climático, aunque se observen con preocupación influencias ideológicas. Sin embargo, su ejecución dependerá de la voluntad política para cumplir los acuerdos y compromisos suscritos. Por eso se puede afirmar que el éxito de la COP26 estará en el futuro.