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Íkala, Revista de Lenguaje y Cultura

versión impresa ISSN 0123-3432

Íkala v.16 n.29 Medellín sep./dic. 2011

 

RESEÑAS

 

LOS TRADUCTORES LITERARIOS (SÍ) EXISTEN

 

LlTERARY TRANSLATORS (DO) EXIST

 

 

Wilson Orozco*

* Wilson Orozco holds a Master's degree in Colombian literature from the Universidad de Antio-quia. He currently works as associate professor and director/editor of Íkala at the Universidad de Antioquia. Email: worozco@idiomas.udea.edu.co

 

Guzmán, M. C. (2010). Gregory Rabassa's Latin American Literature: A translator's visible legacy. Plymouth: Bucknell University Press. 192 p. ISBN 978-1-61148-008-5

 

Imaginemos la siguiente situación: los traductores literarios no existen ni son importantes (aunque parezca increíble, ésa es la concepción en ciertas academias en Colombia). Así que la obra de un escritor como la de Gabriel García Márquez no se conoce en los países donde el consumo cultural está mucho más extendido. Por ende, García Márquez es un completo desconocido en Norteamérica y en Europa porque sus libros no son publicados y no hay campañas mediáticas que impliquen enviar los libros a los periódicos. Total, el gran público no lee los libros del señor García Márquez y eso incluye a los jurados del Premio Nobel. Ellos con seguridad son muy cultos, pero solo pueden leer a los "autores exóticos" en inglés. De tal forma que García Márquez no se habría ganado su Premio Nobel y de esa manera no se habría convertido en un ícono de la cultura latinoamericana. Y su liqui-liqui (fetiche) no le habría dado la vuelta al mundo.

Pero por fortuna los traductores literarios sí que existen. Y el libro de María Constanza Guzmán, Gregory Rabassa's Latin American Literature, habla ampliamente sobre el responsable de la traducción y, por ende, difusión de los Masters de la literatura latinoamericana en el mundo anglosajón.

Sin duda, el procedimiento del libro es claro y ordenado: desde el inicio la autora presenta diversos enfoques de teóricos de la traducción para justificar precisamente el espíritu del libro y que particularmente es el de visibilizar (como se dice en estos casos) la figura de Gregory Rabassa en su papel de traductor, pero también el de ver su trabajo de traducción como una labor tan importante que puede equipararse a la de la escritura misma. Reflejo de esto es el acceso que tiene la autora a los documentos de Rabassa, algunos de los cuales están incluidos en el libro en una pequeña muestra: cartas con los escritores y borradores de sus traducciones. Pero tal vez lo que más sucintamente puede explicar este punto es una de las alusiones del libro: "Translation is writing and the translator is a writer" (p. 23).

Y Rabassa sí que sería un claro ejemplo de esta afirmación. Pero como siempre, las cosas no son tan sencillas. Porque si bien todos estamos atravesados por la cultura, la historia y el contexto social, los traductores literarios naturalmente no están para nada exentos de ello y eso se ve precisamente reflejado en su labor de traducción-creación. De hecho, y yendo más allá, el traductor hace parte de una comunidad, pero también forma y afecta a una comunidad. El ejemplo más claro que presenta el trabajo de Guzmán es plantear que el propio Rabassa logra conformar una especie de canon e imagen de la literatura latinoamericana gracias a su estatus y posición de poder. Y todo lo que esto conlleva en cuanto a las cuestiones éticas de siempre.

Paulatinamente, el libro se va adentrando cada vez más en la figura de Gregory Rabassa a juzgar por el análisis de uno de sus textos donde el traductor plasma sus concepciones en torno al lenguaje y a la traducción: el texto en cuestión tiene por título If This Be Treason: Translation and its Dyscon-tents. Para resumir, se podría decir que allí Rabassa deja en claro que el traductor goza de la creación y libertad en el campo de la traducción tanto como el autor en su aspecto creativo. Perspectiva bastante impregnada, precisamente, de la visión de "traductor igual a creador" y de la traducción con tintes comunicativos.

A mi modo de ver, el siguiente componente es el punto fuerte del libro y tiene que ver con el análisis que hace Guzmán de las diversas relaciones que ha establecido Rabassa con sus autores (énfasis propio del libro): Cortázar, Lezama Lima, García Márquez, Lispector, entre otros. Así que, como se puede observar, el gran mérito de Rabassa ha sido el de traducir y hacer conocer a lo más selecto de la literatura latinoamericana en el mundo anglosajón. Lo que por supuesto implica todas las cuestiones en torno al canon.

Con relación a esto último, un punto a favor del libro es que no niega que Rabassa ocupe una posición de poder dentro del campo literario y que con este poder haya logrado crear una imagen de lo que es la literatura latinoamericana en el mundo. Aclaro que si bien es un punto a favor, no se logra observar una distancia lo suficientemente crítica, que es lo que se esperaría en un trabajo académico. Todo esto a juzgar por el tono admirativo e idealizado en torno a la figura de Rabassa. Aunque esta ausencia de distancia también puede achacarse a la comunidad de traductores que en general han llamado a Rabassa "el papa de los traductores" o "el traductor de los traductores".

Si bien esto último es entendible en la carrera por la visibilización de los traductores en la postmodernidad, a veces puede rozar con la nada sana hagiografía. Aunque sin duda el desafío y el riesgo del trabajo de Guzmán es que lo suyo se asemeja a una biografía intelectual de Rabassa y, como tal, hay una cercanía con el traductor y esto hace que el estudio no despierte una distancia crítica siempre problemática frente al sujeto de estudio. Porque también se puede utilizar una alusión del libro que tiene que ver con una crítica negativa que Rodríguez Monegal hace sobre la traducción de Rabassa y que puede describir muy bien la debilidad del trabajo de Guzmán: "Faithful to the point of adulatiorí" (p. 84).

Finalmente, se incluye una entrevista con el traductor y una completa lista de todas sus traducciones. Así que este texto deja el sabor de ser, tal vez, el estudio más completo dedicado a un traductor literario contemporáneo. Sin embargo, no deja de despertar el siguiente cuestionamiento: si hay escritores bendecidos por el canon, ¿sucede entonces lo mismo con sus traductores literarios? Pues el caso de Rabassa parece dar una respuesta afirmativa a esto.

Pero aparte de las cuestiones ideológicas del canon, es mucho lo que los escritores le deben a sus traductores literarios. Así que, y para retomar la idea inicial de esta reseña, Gabriel García Márquez debió haber aparecido con su comitiva de traductores en la ceremonia de Estocolmo para recibir un premio no solamente de él sino de todos. Y Rabassa debió haber encabezado esa comitiva.

Dos liqui-liquis se habrían necesitado entonces en tan magno evento.

How to reference this review: Orozco, W. (2011). Los traductores literarios (sí que) existen. Íkala, 16(29), 155-158.

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