INTRODUCCION
El cartílago articular es un tejido conjuntivo avascular de consistencia solida cuyas funciones son permitir la movilidad de la articulación con un bajo coeficiente de fricción y facilitar la transmisión de cargas al hueso subyacente (Sophia et al., 2009). Está conformado por condrocitos y una matriz extrace-lular de la que hacen parte proteínas de la familia del colágeno, principalmente colágeno tipo II, proteoglicanos, glicosaminoglicanos y agua. La naturaleza química de sus componentes, su microestructura y organización le confieren una capacidad única de soportar las cargas a las que cíclicamente es sometido (Dijkgraaf et al., 1995; Sophia et al., 2009; Vinatier et al., 2009).
Por hacer parte de una articulación constantemente sometida a fuerzas de compresión y tensión mecánica, las lesiones del cartílago articular de la rodilla son frecuentes (Hardmeier et al., 2009). Su tratamiento convencional incluye manejo del dolor e inflamación (Zhang et al., 2016) y el uso de diferentes técnicas quirúrgicas (Ossendorf et al., 2007; Richter et al., 2016). Debido a la limitada capacidad que tiene el cartílago para repararse, estas intervenciones conducen al reemplazo del cartílago hialino propio de la articulación por fibrocartílago con características biológicas y mecánicas muy diferentes, en un proceso conocido como reparación (Sherwood et al., 2014; Hwang et al., 2015). En consecuencia, las mejorías que se observan son transitorias y generalmente la exacerbación de los síntomas que ocurre con el tiempo, conduce a que los pacientes terminen necesitando un reemplazo de rodilla (Paschos et al., 2015).
La alta incidencia de lesiones del cartílago y las dificultades descritas, han llevado a que en el mundo se investiguen nuevos tratamientos; entre ellos, los basados en la aplicación de células, factores de crecimiento y productos de ingeniería de tejidos obtenidos a partir de soportes o matrices elaborados con diferentes materiales (Peretti, et al., 2011; Stein et al., 2013; Ondrésik et al., 2016). El uso independiente de cada uno de ellos o como terapia que combina células-soportes o células-factores de crecimiento-soportes (figura 1), puede conducir a la reparación o regeneración parcial o total del cartílago dañado y constituye un pilar importante de lo que hoy se denomina medicina regenerativa; campo multidisciplinario cuyo objetivo es inducir la capacidad de regenerar de los órganos y tejidos humanos mediante intervenciones que hagan que el cuerpo recambie los tejidos lesionados por nuevos iguales en morfología y función a los originales (Langer et al., 1993; Witten et al., 2015). El efecto biológico que pueden tener al implantarse en tejidos lesionados, ha llevado a que la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) considere a las terapias celulares y a los productos que sustituyen tejidos como productos medicinales de terapias avanzadas y a que la FDA, los defina como productos medicinales basados en células o tejidos (http://www.fda.gov/BiologicsBloodVaccines/TissueTissueProducts/ default.html. Revisado el 18/01/2017). En esta revisión se describen las características del cartílago articular, las terapias celulares y productos de ingeniería de tejidos para el tratamiento de lesiones del cartílago articular de la rodilla y algunos de los materiales más empleados en las terapias destinadas a promover la regeneración del cartílago.
Características del Cartílago Articular
El cartílago articular es de tipo hialino, cubre los extremos óseos de las articulaciones del cuerpo, es avascular y aneural. Las únicas células que posee son los condro-citos; los cuales, se encuentran inmersos en una red tridimensional de proteínas de la familia del colágeno, principalmente colágeno II, proteoglicanos y glicosaminoglicanos que constituye la matriz extracelular condral (Hardmeier et al., 2010). Como se mencionó, sus características químicas y estructurales le permiten transmitir las cargas y mantener un microambiente acorde con sus funciones (Zhang et al., 2016). Se forma durante la condrogénesis, un proceso que ocurre entre la quinta y sexta semana de la etapa embrionaria, con una duración aproximada de 14 días. Este proceso se lleva a cabo durante la organogénesis fetal, en cuatro etapas que son: i) Condensación mesenquimal o etapa precar-tilaginosa; ii) Formación de la interzona; iii) Cavitación; IV) Estabilización. Inicia con la migración de células mesenquimales desde el plano mesodérmico lateral y finaliza con la maduración del tejido condral. Cada etapa se caracteriza por la presencia y ausencia de factores de transcripción y vías de señalización que conducen a la formación de cartílago sano dentro de una articulación funcional (Bhattacharjee et al., 2015).
El cartílago articular maduro está constituido por con-drocitos y la matriz extracelular sintetizada por ellos. Esta es rica en colágenos tipo II, IV, IX y XI, fibromoduli-na, matrilina 3 (Cole, 2011 Goldring, 2012) y proteogli-canos, de los cuales el agrecano es el más abundante. La organización microestructural de estos componentes confiere al cartílago sus propiedades anatómicas y funcionales, siendo el colágeno tipo II y el agrecano las moléculas más abundantes e importantes del cartílago hialino articular (Maroudas et al., 1998). Cuando el cartílago hialino se daña es reemplazado por fibrocartílago, el cual contiene colágeno tipos I y II y posee características morfológicas y funcionales diferentes (Wu et al., 2013).
Tratamientos de las Lesiones del Cartílago de la Rodilla.
Tratamiento Farmacológico. Debido a la baja tasa pro-liferativa de los condrocitos, la avascularidad y poca actividad metabólica basal del cartílago, el tejido con-dral tiene una limitada capacidad de regenerarse cuando se lesiona (Hunter, 1995; Mobasheri et al., 2014). Cuando el cartílago de la rodilla sufre un daño, la etiología y el tamaño de la lesión determinan que el tratamiento sea farmacológico o quirúrgico. Los tratamientos farmacológicos están dirigidos a disminuir los síntomas y signos de lesiones que no son consideradas severas, de acuerdo con la escala de Kellgren- Lawrence (Kellgren & Lawrence, 1957). Convencionalmente, los medicamentos empleados en las terapias farmacológicas son analgésicos, antiinflamatorios no esteroideos, inhibidores selectivos de COX2, opioides, corticoides intraarticulares, inhibidores de la recaptación de seroto-nina y agentes viscosantes (Busija et al., 2010). Con el avance de las ciencias farmacéuticas y biomédicas, se han desarrollado tratamientos farmacológicos que involucran medicamentos biológicos. Entre ellos, se destacan proteínas recombinantes humanas que se encuentran en diferentes fases de estudios clínicos. En estudios fase II se encuentran la proteína morfogenética ósea-7 (BMP-7) para aplicación intraarticular (Hunter et al., 2010; Zhang et al., 2016); el anticuerpo monoclonal anti-IL-1a e IL-1b para administración subcutánea o intravenosa denominado AMG 108, (Cohen et al., 2011), el factor de crecimiento de los fibroblastos-18 (FGF-18) para aplicación intraarticular (Dahlberg et al., 2016). En estudio clínico fase III se encuentra el tanezumab, anticuerpo monoclonal anti-factor de crecimiento neuronal (NGF) para administración subcutánea o intravenosa (Chen et al., 2016; Reichert 2017). Los datos clínicos obtenidos indican que su administración resulta en disminución del dolor articular y mejoría en la escala OAR-SI (Osteoarthritis Reseach Society International); también, la ocurrencia de eventos adversos relacionados con síntomas gastrointestinales y la ocurrencia de inflamación, edema y eritema en el sitio de aplicación. Además de las proteínas mencionadas, se usan otros productos biológicos no recombinantes; entre ellos, el ácido hialurónico y el plasma rico en plaquetas (PRP). Aunque parece ser mejor que la viscosuplementación intraarticular con ácido hialurónico (Paterson et al., 2016), la aplicación de PRP genera controversia debido a los resultados clínicos contradictorios y el beneficio sintomático transitorio reportado después de su aplicación (Shahid & Kundra, 2017). En estudio fase III se encuentra Ampion (albúmina sérica humana < 5kDa), producto biológico no recombinante para aplicación intraarticular que inhibe la secreción de citoquinas proinflamatorias sintetizadas por los linfocitos T (Bar-Or et al., 2014).
Tratamiento Quirúrgico. Cuando la severidad de la lesión es alta requiere tratamientos quirúrgicos dirigidos a reparar y restaurar la función de la articulación (Richter et al., 2016). Las intervenciones quirúrgicas convencionales pueden ser de tipo paliativo como la condroplastia y el desbridamiento; reparativas como la microfractura y las perforaciones del hueso subcondral, o restaurativas como el implante de condrocitos autólo-gos, el autoinjerto y el aloinjerto osteocondral (Richter et al., 2016). Las técnicas que estimulan el sangrado del hueso subcondral y con ello la presencia de células estromales de la médula, han funcionado en pacientes con lesiones pequeñas (Gudas et al., 2005); sin embargo, conducen a la formación de fribrocartílago. Los auto o aloinjertos de cartílago están limitados por la cantidad de tejido disponible para injerto y también reportan fallas terapéuticas debido a la poca integración del injerto (Reddy et al., 2007; Pot et al., 2016).
Terapias Avanzadas. Entre los tratamientos quirúrgicos más innovadores, se encuentra la implantación de con-drocitos autólogos (ACI). Estas células se aíslan de una región en la articulación que no soporte peso, se cultivan in vitro hasta alcanzar un población apropiada para el implante, se colocan en la zona lesionada después de que ha sido desbridada y se fijan en el defecto con un colgajo periostal (Correa & Lietman, 2016). La idea de aplicar condrocitos autólogos expandidos in vitro, surgió casi veinte años después de que se reportara la aplicación de láminas de queratinocitos cultivadas in vitro en pacientes quemados (O'Connor, 1981). Fue en los Estados Unidos en 1995, donde se realizó el primer implante de condrocitos autólogos en un paciente con lesión articular de rodilla; el producto, denominado Carticel®, se constituyó en la primera terapia celular aprobada por la Administración de Alimentos y Drogas de los Estados Unidos (Food and Drug Administration-FDA), para reparar cartílago del cóndilo femoral humano (http://www.fda.gov/BiologicsBloodVaccines/ CellularGeneTherapyProducts/ApprovedProducts/ucm171702.ht; revisado el 20/01/2017).Desde su aprobación en 1997, continua siendo la única terapia de ésta naturaleza disponible en los Estados Unidos para el tratamiento de lesiones del cartílago de la rodilla (http://www.carticel.com/patients/about-carticel/a-history-of-first; revisado el 20/01/2017. Actualmente, está indicada en la reparación del cartílago del cóndilo femoral cuando se presentan lesiones agudas o repetidas y en pacientes en los que no se observa mejoría después de una artroscopia u otro procedimiento quirúrgico convencional. Aunque ha sido utilizada en el tratamiento de lesiones condrales de rodilla con resultados positivos (Macmull et al., 2011; Viste et al., 2012; Abbas et al., 2014; Bhattacharjee et al., 2015; Kwon et al., 2016), presenta varias desventajas. Entre ellas la necesidad de una doble intervención quirúrgica, la morbilidad del sitio donante, el tiempo prolongado de cultivo que puede comprometer la estabilidad fenotípica de los condrocitos, pérdida celular a través del colgajo periostal después de la implantación, hipertrofia del colgajo periostal y costos elevados (Haleem et al.,2010; Brittberg et al., 2010; Matsiko et al., 2013; Makris et al., 2015). Debido a las características técnicas del procedimiento de obtención de la biopsia de donde se aíslan los condrocitos y de la cirugía de implantación de las células en la zona lesionada, la compañía que ofrece esta terapia exigen que los ortopedistas interesados hagan un entrenamiento que los habilite para hacer parte de su red de médicos tratantes; lo cual, también puede limitar su utilización en Colombia y América Latina (http://www.carticel.com/).
Una variante de la ACI conocida como ACI-C, consiste en utilizar matrices biodegradables hechas de colágeno tipos I y III de origen porcino para cubrir el sitio en que se implantan los condrocitos, con el fin de reducir el riesgo de hipertrofia asociado al uso del colgajo perios-tal (Briggs et al., 2003; Haddo et al., 2004; Steinwachs & Kreuz, 2007; Brittberg et al., 2010). Estas matrices constan de dos superficies estructuralmente diferentes, para facilitar su interacción con los condrocitos y la cavidad articular. La cara en la que se siembran las células contiene poros interconectados que facilitan la adhesión celular, lo cual le confiere una apariencia rugosa; esta superficie es la que enfrenta al hueso subcondral en el momento del implante. La cara opuesta es lisa debido a que posee una mayor densidad de fibras de colágeno y en consecuencia menor porosidad, con el fin de impedir la migración de los condrocitos sembrados en la matriz hacia la cavidad articular (Gigante et al., 2007; Brittberg et al., 2010). Datos provenientes de estudios clínicos indican que al utilizar ACI-C se obtienen mejores o similares resultados que los observados con ACI (Bartlett et al., 2006; McCarthy & Roberts, 2013). Después de ACI y ACI-C, surgió una alternativa que involucra la siembra de condrocitos en matrices elaboradas con diferentes materiales. Estas matrices actúan como un sistemas de transporte de células y de los factores proteicos que éstas secretan; los cuales, funcionan como señalizadores que modifican el comportamiento celular y modifican el microambiente de la zona lesionada (Behrens et al., 2006). En conjunto, hacen parte de las terapias celulares conocidas como "implante de con-drocitos autólogos inducida por matriz" (MACI, por sus siglas en inglés), o "transplante de condrocitos autólo-gos asistida con matriz" (MACT por sus siglas en inglés) (Madeira et al., 2015).
Otra estrategia desarrollada para el tratamiento de lesiones condrales, se basa en el uso de soportes o matrices acelulares para cubrir microfracturas o perforaciones del hueso subcondral. Las propiedades microestruc-turales, físicas y químicas de estas matrices acelulares (sin células), contribuyen a crear un microambiente adecuado para que células mesenquimales provenientes de la médula ósea se adhieran, proliferen, diferencien y recambien la matriz artificial por cartílago hialino (Hoemann et al., 2005;Kang et al., 2008;Erggelet et al., 2009;Kon et al., 201 5). Tienen la ventaja de que se pueden aplicar en procedimientos mínimamente invasivos y en un solo paso quirúrgico; además, al no requerir cultivo celular son menos costosas, se puede disponer de ellas de forma inmediata y tienen menos restricciones regulatorias, Pot et al., 2016. Los procedimientos basados en ésta aproximación son conocidos como condrogénesis autóloga inducida por matriz (AMIC, por sus siglas en inglés), Volz et al., 201 7.
El enorme desarrollo de la ciencia de los materiales, ha permitido estudiar las propiedades de los soportes o matrices; así como, hacer modificaciones de éstas propiedades para aumentar su bioactividad (Tatara & Mi-kos, 201 6). Las características estructurales, mecánicas y fisicoquímicas de los soportes, juegan un papel importante en el desenlace de los procesos biológicos asociados con la reparación o regeneración del tejido tratado (Cheng et al., 2009). De la naturaleza química del material depende la interacción con las células, que como se mencionó, pueden haber sido sembradas en los soportes, provenir de la sangre del hueso subcondral y en menor medida del cartílago sano que rodea a la lesión (Demoor et al., 2014). Mo todos los materiales exhiben características apropiadas para que las células puedan adherirse, proliferar y diferenciarse; de ahí la tendencia a favorecer el uso de materiales de origen natural o sintético que posean secuencias de adhesión reconocidas por las células (Filardo, Kon, Roffi, Di Martino, & Marcacci, 2013). Los materiales ideales, son los que naturalmente hacen parte de la matriz condral como el colágeno II, glicosaminoglicanos y proteoglicanos (Madeira et al., 2015). Sin embargo, hasta ahora lo que más se utiliza es el colágeno I o mezclas de colágeno I y III (Trzeciak et al., 2016).
Como ya se mencionó, se han desarrollado matrices con materiales naturales o sintéticos, con o sin células, que imitan la arquitectura de la matriz extracelular del cartílago articular hialino (Filardo et al., 2013). La tabla 1 incluye algunos de los productos de ingeniería de tejidos que han sido aprobados o están siendo revisados por la FDA y la EMA para aprobación.
[1] Fuente:clinicaltrials.gov, www.ema.europa.eu, sitio web de las compañías
PCL, policaprolactona; PGA, ácido poliglicólico; PDS, polidioxanona; PLA, ácido poliláctico
Biomateriales Empleados para la Elaboración de Productos de Ingeniería de Tejidos con Aplicación en la Terapia de Lesiones de Rodilla
Por la importancia de las características de los biomateriales empleados en la elaboración de soportes o matrices útiles en el tratamiento de lesiones condrales, a continuación se hace una pequeña descripción de ellos y de los productos en que se encuentran.
Proteínas de la familia del colágeno. La familia de proteínas del colágeno es la más abundante de la matriz extracelular de los tejidos de sostén. Su popularidad como biomaterial es atribuida a que es altamente conservada en mamíferos; así como, a su biocompatibili-dad, biodegradabilidad, baja inmunogenicidad y capacidad para promover la adhesión, diferenciación y proliferación celular, todas características necesarias para restaurar la estructura y función de los tejidos (Parenteau-Bareil et al., 2010). Como ya se mencionó, matrices de colágeno porcino tipo I y III han sustituido el uso del colgajo periostal, reduciendo el riesgo de hipertrofia del injerto en lesiones condrales (Briggs et al., 2003; Haddo et al., 2004; Steinwachs & Kreuz, 2007). Al sembrarse y cultivarse in vitro con condrocitos, estas matrices han demostrando mantener la viabilidad celular y el fenotipo de los condrocitos; además, por sus características microestructurales permiten que las células sembradas se adhieran a sus fibras evitando la pérdida de las mismas cuando el producto se coloca en la lesión (Gigante et al., 2007.
El colágeno tipo I es el material natural más empleado en la elaboración de soportes para ingeniería de tejidos; sin embargo, los condrocitos sembrados en soportes de colágeno I disminuyen su actividad biosintetica, adquieren una morfología fibroblastoide (Nehrer et al., 1997; Hardmeier et al., 2009) y producen colágeno tipo I en lugar de colágeno tipo II, convirtiendo a la matriz extra-celular en una red fibrótica que pierde las características elásticas y amortiguadoras propias del cartílago hialino (Aigner et al., 2003). Por lo anterior y debido a que el principal colágeno del cartílago articular es el colágeno II, hay una tendencia a favorecer el uso de éste bio-material en la elaboración de soportes para el tratamiento de lesiones condrales (Matsiko et al., 2013). Diversos estudios in vitro han mostrado el potencial de los soportes elaborados con colágeno tipo II en el mantenimiento del fenotipo diferenciado de condrocitos, la promoción de la síntesis de componentes de la matriz extracelular de cartílago (Nehrer et al., 1997; Pieper et al., 2002; Gigante et al., 2003), y la inducción de la diferenciación condrogénica de células madre mesenqui-males (Bosnakovski ., 2006; Lu et al., 2010).
Fibrina. La fibrina, una proteína involucrada en el proceso de coagulación de la sangre, ha sido un material de interés para regeneración de cartílago debido a que al ser un producto del sistema de la coagulación, señaliza a los condrocitos para que secreten proteínas que degradan y recambian el cartílago dañado. Desafortunadamente, los soportes elaborados con fibrina no reúnen las propiedades mecánicas requeridas por las células para mantener su función (Van et al., 1999) y han desencadenado respuestas inflamatorias (Kawabe & Yoshinao, 1991). Por lo anterior, este material ha sido empleado principalmente para fijar otros biomateriales en el lecho de la lesión (Pavesio et al., 2003).
Seda. Este biopolímero extraído de gusanos de seda y arañas, se destaca por su biocompatibilidad, biodegra-dabilidad y excelentes propiedades mecánicas (Altman et al., 2003). Condrocitos aislados de cartílago articular humano y sembrados en soportes hechos con seda fueron capaces de adherirse, proliferar y secretar componentes de matriz extracelular del cartílago (Gellynck et al., 2008); lo mismo ha sido descrito al sembrar células madre mesenquimales (CMM). Los inconvenientes de emplear soportes de seda están relacionados con el hecho de que se observan diferencias en la morfología de los condrocitos, la estructura zonal del tejido obtenido y la concentración celular necesaria para obtener el tejido cartilaginoso (Wang et al., 2006). En hidrogeles de seda reforzados con microfibras de seda se han sembrado exitosamente condrocitos durante 42 días, observándose el recambio del hidrogel y síntesis de componentes de matriz extracelular del cartílago (Yodmuang et al., 2014).
Ácido Hialurónico. El ácido hialurónico es un componente de la matriz extracelular del cartílago articular, ampliamente usado en la elaboración de soportes para ingeniería de tejido cartilaginoso. Uno de los productos este material que se encuentra en el mercado de es HYAFF II. Es un soporte que in vitro ha demostrado su capacidad de mantener el fenotipo de los condrocitos y estimular la producción de matriz extracelular (Grigolo, 2002). Datos provenientes de ensayos in vivo, indican que promueven la regeneración del cartílago regenerativos (Aigner et al., 1998; Grigolo et al., 2001). Hyalo graft-C, es otro soporte de ácido hialurónico autorizado para aplicación en humanos. Después de sembrarse con condrocitos autólogos y cultivarse por una semana, es colocado en lesiones condrales para estimular el reemplazo del tejido perdido por cartílago con características similares al nativo (Gobbi et al., 2006). En un estudio clínico en el que se hizo el seguimiento por cinco años a pacientes tratados con Hyalograft-C o intervenidos con la técnica quirúrgica de la microfractura, su aplicación condujo a mejores resultados clínicos y a la reanudación de la actividad deportiva en menor tiempo que cuando solo se hizo el tratamiento quirúrgico (Kon et al., 2009). El inconveniente de este tipo de productos, es que se ha reportado que los subproductos de su degradación pueden ser citotóxicos (Nishida et al., 2000).
El uso de mezclas de materiales en la fabricación de matrices o soportes, ha ampliado la gama de productos en desarrollo o con registro sanitario indicados para el tratamiento de las lesiones articulares. Un estudio de seguimiento de ocho pacientes durante un año, mostró empleando las escalas de valoración clínica Lysholm e IKDC (International Knee Documentation Committee Knee Form), que cuando se implantan soportes de fibrina y ácido hialurónico sembrados con condrocitos autó-logos ocurre mejoría de la lesión articular. Adicionalmente, imágenes de resonancia magnética (IRM) han demostrado la formación de tejido con aspecto cartilaginoso en todos los pacientes tratados (Eshed et al., 2012).
Alginato. Los hidrogeles de mezclas de alginato-agarosa se utilizan como vehículos para el implante de condrocitos autólogos. En un estudio prospectivo de 17 pacientes con lesiones condrales y osteocondrales a quienes se les aplicó esta terapia, se encontró mejoría significativa a nivel clínico de lesiones grandes y profundas. Además en 8 de los 1 7 pacientes, se observó la formación de un tejido similar al cartílago hialino (Selmi et al., 2008). In vitro, estos hidrogeles han inducido la diferenciación condrogénica de células madre mesenquima-les derivadas de tejido adiposo (Awad, 2004). Sin embargo, como biomaterial poseen propiedades mecánicas limitadas y por su naturaleza heteropolisacarida son in-munógenos y poco biocompatibles (Chiang & Jiang, 2009).
Agarosa. La agarosa es un polisacárido aislado de las algas de los géneros Gellidium y Graillaria. Tiene mayor actividad condrogénica que otros biomateriales ampliamente utilizados como la fibrina, colágeno I, alginato y ácido poliglicólico (PGA) (Mouw et al., 2005). Un hidro-gel de agarosa/seda con las principales características de cada material fue sembrado con condrocitos para evaluar la formación de tejido cartilaginoso. Los resultados demostraron síntesis de colágeno tipo II y agreca-nos además de inmunocompatibilidad (Singh et al., 2016); sin embargo, la agarosa no es biodegradable y puede ser inmunogénica (Singh et al., 2016; Yodmuang et al., 2014).
Cartílago descelularizado. Los soportes derivados de tejidos y órganos descelularizados constituyen otra fuente de soportes de origen natural. El objetivo del proceso de descelularización es eliminar de manera eficiente el material celular y nuclear, preservando los componentes y estructura del tejido nativo. De este modo, se evita la activación de la respuesta inmune y se preservan características estructurales que modulan la migración, proliferación y diferenciación celular (Zhang, 2014). La capacidad que tienen los soportes derivados de cartílago articular para inducir diferenciación condrogénica de células madre mesenquimales de tejido adiposo y de médula ósea, ha sido demostrada in vitro (Cheng et al., 2009; Estes et al., 2010) e in vivo su capacidad de formar tejido cartilaginoso (Xue et al., 2012; Yang et al., 2008). Muestro grupo de investigación ha logrado obtener soportes de cartílago hialino descelularizado, conservando componentes de matriz cartilaginosa con su microestructura original que puede proporcionar un ambiente adecuado para el cultivo de condrocitos y células madre mesenquimales autólogas, así como servir de sistema de liberación de factores de crecimiento y citoquinas asociados a ello (figura 2).
Biomateriales Sintéticos
Entre los materiales de origen sintético más empleados están el ácido poliláctico (PLA), el ácido poliglicólico (PLGA) y copolímeros de los mismos (PLA/PLGA). Estos biomateriales se encuentran libres de patógenos por lo tanto no desencadenan respuestas de tipo inmune y pueden ser diseñados y elaborados para que presenten una tasa de degradación controlada. Bio-Seed®, un biomaterial de origen sintético sembrado con condroci-tos autólogos, ha mostrado ser un tratamiento efectivo de lesiones articulares que han progresado a osteoartritis (Ossendorf et al., 2007). Sin embargo, sus productos de degradación pueden causar inflamación y muerte celular (Mesic et al., 2006; Matsiko et al., 2013). Adicionalmente, estas matrices sintéticas no poseen secuencias que faciliten la adhesión celular (Haleem et al., 2010).
CONCLUSIONES
Las lesiones de tipo condral que afectan a la articulación de la rodilla pueden ser abordadas con tratamientos paliativos, reparativos y restaurativos. La ingeniería de tejidos y la terapia celular proporcionan productos que contienen células, factores de crecimiento y bioma teriales, solos o combinados, que pueden favorecer la regeneración del cartílago articular. Si bien existen barreras por superar (costos, estudios clínicos, dificultades técnicas en su aplicación, regulaciones, etc); constituyen una opción cada vez más real de lograr que el cartílago se pueda regenerar. El desarrollo y producción local de estos productos puede ayudar a que todos los Colombianos, no solo los que tengan recursos económicos, accedan a tecnologías que limitan el impacto social y económico del daño del cartílago articular de la rodilla. A pesar de esto, aún continúa la búsqueda del constructo ideal capaz de imitar las características únicas del cartílago articular.