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Perspectiva Geográfica

versión impresa ISSN 0123-3769

Perspectiva Geográfica vol.23 no.1 Tunja ene./jun. 2018

https://doi.org/10.19053/01233769.6551 

Artículos

MODELO EXPLICATIVO TERRITORIAL PARA PAISAJES AGROPRODUCTIVOS EN COLOMBIA, CASO PAISAJE CULTURAL CAFETERO

TERRITORIAL EXPLANATORY MODEL TO AGROPRODUCTIVE LANDSCAPES IN COLOMBIA, CASE PAISAJE CULTURAL CAFETERO

MODELO EXPLICATIVO TERRITORIAL PARA PAISAGENS AGROPRODUTORAS EM COLÔMBIA, CASO PAISAGEN CULTURAL CAFETEIRA

Fabio Rincón Cardonaa 

aProfesor de dedicación exclusiva de la Universidad Nacional de Colombia, sede Manizales. Doctorando en Estudios Territoriales de la Universidad de Caldas, magíster en Gestión Cultural de la Universidad de Barcelona. Sociólogo. Titular de la Cátedra Unesco y Director del Observatorio para la Sostenibilidad del Patrimonio en Paisajes (OPP) de la Universidad Nacional de Colombia, sede Manizales. Correo electrónico: frinconc@unal.edu.co.


Resumen

En el presente artículo se expone un modelo explicativo territorial, su composición y su finalidad en la comprensión de paisajes agroproductivos, tema de relevancia interdisciplinaria. A partir de un intensivo trabajo de campo en la región del Eje Cafetero, zona en la que se aplica este modelo, se estudiaron territorialidades en las cuales se presentan relaciones de poder de diversa índole. Este territorio se ha delimitado como Paisaje Cultural Cafetero y fue declarado patrimonio de la humanidad entre los años 2000 al 2015. Este modelo se compone de las dimensiones ecosistémica, socio-histórica, socioeconómica y sociopolítica. Se espera consolidar con él un insumo de investigación para la toma de decisiones de las instituciones culturales, agrícolas, de ordenamiento y gestión territorial.

Palabras clave: patrimonio cultural; paisaje cultural; poder político; territorio; ocupado

Abstract

This article exposes a territorial explanatory model, its composition and its purpose in the understanding of agroproductive landscapes, a topic with interdisciplinary relevance. Starting in an intensive fieldwork in the area of Eje Cafetero, place where this model was applied. Some areas are studied in which relationships of diverse forms of power are presented. This landscape has been delimited as Paisaje Cultural Cafetero, declared heritage of humanity between 2000 and 2015. This model is composed of the following dimensions: ecosystem, socio-historic, socio-economic and socio-political. It is expected to consolidate an investigation input to enhance decision making in cultural, agricultural, aspects of order and territorial management institutions.

Key Words: cultural heritage; cultural landscapes; political power; occupied; territories

Resumo

No presente artigo se expõe um modelo explicativo territorial, sua composição e a sua finalidade na compreensão das paisagens agroprodutoras, questão de relevância interdisciplinar. Do trabalho de campo intensivo na região do "Eixo do café" área onde este modelo é aplicado, terrotorialidades são estudadas, em que são apresentadas relações de poder de vários tipos. Esse território foi delimitado como Paisagem Cultural do Café, declarado patromônio da humanidade entre os anos 2000 e 2015. Este modelo é composto das dimensões ecossistema, socio-histórica, socio-econômica e socio-política. Espera-se consolidar um insumo de pesquisa para que sejam tomadas decisões nas intituições culturais, agrícolas de ordenamento e getão territorial.

Palavras chave: patrimônio cultural; paisagem cultural; poder político; território ocupado

1. Introducción

Uno de los retos que hay que resolver en la formulación de modelos de análisis territorial de paisajes agroproductivos vistos como patrimonio es el de elegir la mejor metodología, direccionada a la caracterización y la profundización integral del paisaje. El uso de diferentes metodologías genera barreras procedimentales debido a las diferencias epistémicas u operacionales que dificultan las visiones integrales a la hora de abordar el estudio y las valoraciones del paisaje. Incluso llevan a argumentaciones particulares o exclusivas desde la disciplina desde la que se asume. Por esto es necesario aplicar un modelo explicativo territorial (MET) para la comprensión del sistema paisajístico agroproductivo cafetero, en adelante, Paisaje Cultural Cafetero Colombiano Patrimonializado (PCCCP).

El MET permite explicar las configuraciones e implicaciones del PCCCP y, así mismo, lo postula como un modelo que puede ser aplicado a otros paisajes agroproductivos, patrimonializados o no, lo que permite su estudio en los niveles descriptivos y comprensivos. Además, es una herramienta que aporta a la gestión de este tipo de paisajes tan extensos, obligados a la conservación de sus Valores Universales Excepcionales (VUE)1; en este caso, el café como producto y la caficultura como práctica. Este modelo ahonda en la comprensión de las configuraciones e implicaciones de los componentes y de los actores que definen y dan dinámica a este tipo de paisajes. Por tanto, esta herramienta metodológica-conceptual se asume como un sistema de presupuestos o hipótesis lógicamente articulados entre sí, que da cuenta de un fenómeno más allá de su realidad localizada (Bourdieu, Chamboredon y Passeron, 2002). El modelo se aplicó en algunos municipios de la zona declarada PCCCP, en las fincas y haciendas de Neira, en Caldas, y Circasia, en Quindío (Colombia), concebidas como unidades socioespaciales de análisis. La importancia de estos municipios es que históricamente han estado marcados por la caficultura como constructo identitario alrededor de lo paisa2, producto de la herencia de la colonización antioqueña de finales del siglo XIX.

En vista de esto, para comprender el MET de manera adecuada, en una primera parte se evidenciarán algunas acotaciones conceptuales y procedimentales en cuanto al paisaje. La segunda parte mostrará algunos estudios de casos que, a manera de preámbulo, exponen cómo ha sido abordado el paisaje desde diferentes modelos. En la tercera parte se presentarán los componentes del MET en sus dos momentos, los cuales expresan la configuración del paisaje y las implicaciones de la patrimonialización. La cuarta parte hace alusión a la espacialización del modelo, el cual se objetiva en las unidades socioespaciales de análisis de las zonas de estudio. Por último, se presentan acotaciones y proyecciones finales, a manera de supuestos y conclusiones.

2. Acotaciones conceptuales y procedimentales sobre el paisaje

Es importante entender, antes que nada, el concepto de paisaje, teniendo en cuenta que hay multiplicidad de definiciones, recopiladas por Tress y Tress (2001).

Algunos autores, como Naveh (1995), conciben el paisaje como una manifestación en el espacio, compuesto por tres esferas: primero, la geósfera y lo biótico; segundo, la biósfera y las formas de vida; y tercero, la tecnósfera, los artefactos y las redes tecnológicas. Asimismo, hay posturas que asumen al paisaje como un hecho mental que integra sentimientos e imaginaciones mediante las cuales las personas responden a la materialidad del entorno (Muir, 1999). Otros afirman que el paisaje, como hecho temporal, experimenta una gran riqueza de ritmos, tiempos y cambios, y mutabilidad de las formas y las atmósferas del paisaje (Naveh y Lieberman, 1994).

Mientras tanto, existen posturas que lo asumen como un nexo entre naturaleza y cultura, lo cual supera el reduccionismo entre estas polaridades (Oreszczyn, 2000; Roe, 2000). Por último, los abanderados de la teoría de sistemas afirman que el paisaje, como sistema complejo, es la comprensión del conjunto geo-bio-neósfera, visto como un entramado al cual pertenece el ecosistema humano como sistema vivo (Steiner, 2000). Por tal motivo, es importante centrar la definición del paisaje para llevar a cabo una aproximación rigurosa y no caer en combinaciones epistemológicas que podrían generar ambigüedades a la hora de profundizar en el concepto de paisaje en la formulación de modelos territoriales.

En este artículo se asume la definición de paisaje del Convenio Europeo de Paisaje (2000), en la que se dice, en el artículo 1, que: "por 'paisaje' se entenderá cualquier parte del territorio tal como la percibe la población, cuyo carácter sea el resultado de la acción y la interacción de factores naturales y/o humanos" (p. 107). No obstante, se aclara que los paisajes son producto de la relación entre las dimensiones espacio, tiempo y sociedad, tal como se plasma a continuación:

Los paisajes no son únicamente la expresión física de la interfaz ser humano-entorno, sino una construcción cultural propia de un momento específico en el espacio y en el tiempo. En otros términos, el análisis de los paisajes y su transformación no se limita a un estudio de las características espaciales y temporales de los cambios físicos, sino también de aquellos relacionados con las sociedades que los moldearon. El paisaje es el escenario en que se reproducen transformaciones permanentes que son resultado de los valores, políticas y condiciones económicas en constante evolución (Guhl, 2008, p. 35).

Así, al apoyarse en las anteriores definiciones, se abarca la totalidad del territorio, en la cual se reconoce el producto de la acción humana y el entorno que la soporta. Para el caso del Paisaje Cultural Cafetero (PCC) es fundamental tener presente el valor de los actores locales, pues es este un patrimonio experiencial y discursivo que expresa los diversos espacios cotidianos y funcionales que son producto de la caficultura.

Estas posturas incluyentes sobre el paisaje no omiten la importancia de las visiones formales o académicas que se hayan edificado en torno a este concepto, como lo referencia Joliveau (1994) cuando advierte la posibilidad de caer en la reducción del paisaje a una sola de sus caras. Esto puede evitarse con la composición de equipos profesionales, procurando la no confiscación del mismo por uno o varios especialistas, excluyendo a otros agentes sociales y eximiéndolos de los resultados. No obstante, también existen los consensos superficiales entre los distintos agentes sociales que desembocan en la superficialidad del uso de los términos técnicos, que encubren problemas territoriales profundos. Por lo tanto, ejecutar un proceso activo y participativo de escenarios de deliberación entre agentes y expertos puede desencadenar en imágenes holísticas ricas y con más facilidades de apropiación por parte de todos, lo que solucionaría el problema de que una disciplina se imponga sobre las demás.

3. Aproximaciones a los modelos para el estudio de paisajes

Existen algunas experiencias de trabajos investigativos sobre los diferentes tipos de paisajes agroproductivos3, que van desde miradas e intenciones institucionales hasta posiciones gremiales o disciplinares. De toda esta base se destacan los estudios que se expondrán a continuación. Si bien algunos de ellos no aportan modelos comprensivos para su lectura, sí son de interés para la investigación, puesto que el estudio de caso -del que se deriva un modelo de explicación territorial MET, que se muestra en el siguiente apartado- llevado a cabo en la zona del PCC-CP aborda categorías, dimensiones y unidades socioespaciales de análisis.

El primer caso lo tenemos en la región de la Araucanía chilena. Este trabajo propone un modelo de análisis territorial en el que se integran variables biofísicas y socioeconómicas sobre una región al sur de Chile. El modelo ordena estas variables y las sintetiza metodológicamente en unidades ambientales homogéneas con el fin de aproximarse al área forestal de la ecorregión de los bosques valdivianos. Asimismo, divide dicho modelo en cuatro etapas: 1) prospección y análisis del sistema territorial, 2) definición de unidades ambientales, 3) análisis de las unidades ambientales y 4) propuestas de gestión forestal. Los aspectos procedimentales del modelo apuestan por la rigurosidad de las unidades ambientales homogéneas y las dimensiones socioeconómicas del área forestal. En esta medida, el análisis espacial de los elementos biofísicos se hace a través de la estadística multivariable, con el objetivo de distinguir los elementos recurrentes de las unidades ambientales homogéneas. Asimismo, relacionan el concepto de sistema territorial con los análisis de los componentes del medio físico, en consonancia con los del medio socioeconómico, para proponer mecanismos de gestión del área forestal. Por último, el resultado arroja 16 unidades ambientales y los respectivos criterios para su delimitación y su análisis físico. Además, exhibe las oportunidades y las amenazas del entorno, lo que aporta a la formulación de propuestas de gestión forestal.

Existen otros modelos que se estructuran de manera dual. Tal es el caso del modelo denominado people & place, de tradición británica. En él se hace implícita la relación entre el objeto o la materialidad del espacio y el sujeto, pero entendiendo que dicha subjetividad se transforma en una nueva objetividad, puesto que el colectivo o la gente enmarca una agregación de subjetividades que establecen tendencias consistentes y estudiables (Gómez y Riesco, 2010). Este modelo contiene tres ejes principales: natural, histórico funcional y escénico-perceptivo (Figura 1). El primer eje incluye factores geológicos: clima, suelos, flora y fauna. El segundo eje está constituido por aspectos sociales, cuya configuración se plasma en componentes reales del paisaje, es decir, en los usos del suelo, las pautas del asentamiento territorial, los deslindes y los cerramientos. El tercer eje expresa lo escénico-perceptivo cercano a la estética y la teoría de la percepción, lo cual involucra niveles sensoriales (por un lado, la vista -color, textura, patrones, forma- y los demás sentidos -sonidos, aromas, tacto-; por otro lado, aspectos de la psicología de la percepción e interpretación -memorias, asociaciones, preferencias-, lo cual facilita la construcción de los datos sensoriales).

Fuente: Gómez y Riesco (2010, p. 91).

FIGURA 1 Modelo people & place: componetes paisajísticos. 

Por último, hay modelos que han estado sujetos a ajustes a través del trabajo acumulativo sobre paisajes españoles, que parten del modelo propuesto por el Convenio Europeo de Paisaje. Se trata de una metodología que pretende mantener un diálogo entre la naturaleza y las obras de las sociedades, a través de los estudios ejecutados a escalas comarcal, subregional y local, ya que estas escalas territoriales son las más representativas. En esta medida, el modelo consta de dos etapas: la primera se orienta a la identificación y la caracterización de los paisajes, y la segunda se implementa para la valoración y las propuestas referidas a estos, tal como se muestra en la Figura 2.

Fuente: Gómez y Riesco (2010, p. 245).

FIGURA 2 Esquema metodológico integrado. 

El esquema está compuesto por siete fases que derivan de las etapas macro. La primera etapa es para la identificación y la caracterización de las zonas de estudio, donde se tienen en cuenta parámetros para la delimitación. La segunda consiste en el análisis de los componentes naturales del paisaje, la historia, los fundamentos socioeconómicos y la estructura visual y escénica. La tercera es la fase de trabajo de campo en las áreas identificadas a través de la observación y la elaboración de fichas para cada posición de observación. La cuarta fase es la identificación de las áreas y la elaboración del mapa definitivo, donde finalmente se procede a la caracterización de estas. La quinta fase alude a la cualificación mediante la aproximación a la valoración del paisaje, lo cual atiende a los diversos valores culturales y naturales. Asimismo, plantea un diagnóstico de potencialidad representada en una serie de mapas de calidad del paisaje que reflejan la valoración física y la protección, la gestión y la ordenación desde lo visual, lo funcional, lo patrimonial y lo ecológico. En la sexta fase se definen los objetivos de calidad paisajística y se establecen las líneas directrices de actuación para la protección, la gestión y la ordenación del paisaje. Por último, la séptima fase consta del seguimiento del paisaje, donde se constatan los objetivos de calidad paisajística y se define una serie de indicadores ambientales, culturales y sociales del paisaje que sean comprensibles para la población, los políticos y los gestores públicos (Gómez y Riesco, 2010).

3.1. Esbozo para la elaboración de un modelo explicativo territorial (MET) de paisajes agroproductivos vistos como patrimonio

La metodología se basa, teórico-epistemológicamente, en el análisis postestructuralista. En términos del análisis del concepto de actor, se seguirá a Raffestin (1993). En cuanto a la ponderación de la experiencia en ciertos campos del espacio social, bajo la cual confluyen la estructura estructurada o la tradición y la estructura estructurante (lo que se redefine o cambia por las mismas dinámicas sociales individuales o colectivas), se seguirá a Bourdieu (2007).

Bajo esta línea, se plantea que el MET, para el caso del Paisaje Cultural Cafetero Patrimonio de la Humanidad, está en los principios de comprensión y explicación. No obstante, existe una diferenciación que se hace entre el modelo descriptivo (MD), que se fundamenta en narraciones y datos que se entregan de forma figural, y el modelo explicativo, el cual ahonda en los principios ocultos, tal como se muestra a continuación:

[...] la simple semejanza y la analogía, relación entre relaciones que debe ser conquistada contra las apariencias y construida por un verdadero trabajo de abstracción y por una comparación conscientemente realizada, los modelos miméticos [o descriptivo], que no captan más que las semejanzas exteriores se oponen a los modelos analógicos que buscan la comprensión de los principios ocultos de las realidades que interpretan. "Razonar por analogía, dice la Academia, es formar un razonamiento fundado en las semejanzas o relaciones de una cosa con otra" o más bien, corrige, Cournot, "fundado en las relaciones o semejanzas en tanto éstas muestren las relaciones. En efecto, la visión de la mente, en el juicio analógico, se refiere únicamente a la razón de las semejanzas: éstas no tienen ningún valor desde el momento que no revelan las relaciones en el orden de hechos en que la analogía se aplica. [...] se reconoce el modelo teórico [o explicativo como] depuración formal de las relaciones entre aquellas que definen los objetos construidos, puede ser transpuesto a órdenes de la realidad fenomenal muy diferentes y provocar por analogía nuevas analogías, nuevos principios de construcción de objetos […] es en los principios de su construcción y no en su grado de formalización que radica el valor explicativo de los modelos (Bourdieu et al., 2002, pp. 78-81) [las negritas son nuestras].

Preferir el modelo explicativo o teórico no significa negar la necesidad de la descripción, pues esta se da en ambos niveles (Tabla 1). Sin embargo, se prefiere el primer modelo, pues al superar la descripción se profundiza en las relaciones o semejanzas que, se supone, develan los resultados generados por la descripción. En nuestro caso, esta naturaleza de modelo revela los nexos entre las categorías de territorio, patrimonio y paisaje, de las que se derivan respectivamente las dimensiones geomorfológicas, sociohistóricas, socioculturales, sociopolíticas y socioeconómicas propuestas por el autor y que para los efectos de la investigación son transversales a las territorialidades académicas4, institucionalistas5 y de los colectivos sociales6. Estos se entienden como mecanismos de reproducción territorial (Nates y Uribe, 2007; Raffestin, 1993), bien sea de forma abstracta o concreta (empírica). Lo anterior es lo que le permitirá al modelo la comprensión de las configuraciones e implicaciones del paisaje agro-productivo bajo el discurso patrimonial.

TABLA 1 MODELO MIMÉTICO (DESCRIPTIVO) Y MODELO TEÓRICO (EXPLICATIVO) 

Fuente: elaboración propia con base en Bourdieu et al. (2002).

Se propone que el modelo de análisis territorial para paisajes agroproductivos incluya lo que el autor de este proyecto ha llamado "alertas territoriales", que demuestran la manera en que se crea y re-crea el territorio. Esto implica ahondar en los usos, las gestiones y los manejos del territorio ejecutados por los diferentes grupos sociales o actores mediatizados por el entramado de las relaciones sociales, las cuales están permeadas por el poder, los intereses y las intencionalidades de estos (Raffestin, 1993). Por una parte, se habla de las "alertas de la territorialización", es decir, de las estrategias que se están usando y de los efectos que causan las representaciones que delimitan un territorio; y, por otra parte, se habla de las "alertas de la territorialidad" para avizorar cuáles y cómo son los procesos de representación que se siguen para crear el territorio.

Luego de establecer conceptualmente el MET (Figura 3), se expondrá la estructura del modelo con sus respectivas dimensiones y componentes, los cuales hacen parte de la investigación y darán sustento al producto científico. De este modo, el modelo se construye en dos momentos: el predeclaratorio (2000-2011) y el posdeclaratorio (2011-2015). Respecto al momento predeclaratorio, se ahonda en la configuración territorial del paisaje agroproductivo cafetero a través de una serie de dimensiones seleccionadas arbitrariamente. La dimensión, en estos casos, es entendida como la magnitud de una realidad, la que es abordada y definida por el investigador con el objeto de crear un problema y lograr una aproximación a la configuración histórica del paisaje.

Fuente: elaboración propia.

FIGURA 3 Esquema de configuración del modelo. 

3.1.1. Dimensión geomorfológica

La dimensión geomorfológica es la que recoge el sustrato material y las condiciones ambientales; en otras palabras, es el componente natural de los espacios. Se seleccionó esta dimensión teniendo en cuenta la importancia que requieren los elementos físicos que hacen parte del territorio, ya que existe una relación entre las condiciones ambientales, la organización social y la capacidad de trabajo de las poblaciones, incluyendo los accesos a los recursos directos y el sistema natural que los contiene. Es perentorio mostrar que uno de los atributos particulares de la caficultura como actividad agrícola es su desarrollo entre las cotas altitudinales que oscilan aproximadamente entre los 1.200 y 1.800 m s. n. m., aunque también es importante decir que esta franja se ha estado modificando por los efectos del calentamiento global.

3.1.2. Dimensión sociohistórica

Esta dimensión vislumbra los aspectos sociales e históricos que se han consolidado en el paisaje agroproductivo, configurado por los impactos que ha generado la caficultura como producto y práctica a través del tiempo. La dimensión sociohistórica intenta mostrar los diferentes contextos o épocas que han marcado los cambios de la región desde períodos primigenios hasta la actualidad. Esto quiere decir que se plasmará y se hará un análisis del paisaje por medio de las diferentes territorialidades que son reflejo de las diversas etapas por las que ha atravesado el café y, precisamente, la sociedad colombiana -en términos políticos y económicos-. Por tanto, esta dimensión permite develar las configuraciones territoriales del paisaje agroproductivo, que marcan una hoja de ruta al mostrar la dinámica del sector y de las diferentes reconfiguraciones expresadas en la especialización de la producción, así como el surgimiento de las actividades que le han dado identidad a la región en un paisaje heterogéneo cargado de multiplicidades culturales, económicas, políticas y territoriales.

3.1.3. Dimensión sociocultural

La dimensión sociocultural abarca los aspectos relacionados con las representaciones colectivas, sociales y culturales, construidas por los diversos actores sobre los modos de vida, los sistemas de valores, las creencias (tradiciones), los usos y las prácticas de los espacios, la memoria y las expresiones culturales (arte, música, literatura), entre otras. Dichas representaciones, imaginarios y discursos circulan al interior del paisaje agroproductivo, van de un lado al otro con significados e intencionalidades colectivas y llevan a que los diferentes actores perciban un paisaje, bien sea como unidad territorial productiva y reproductiva cultural y económica o como una apuesta política por conservar una tradición que se objetiva en los territorios (fincas) del paisaje patrimonial.

3.1.4. Dimensión socioeconómica

Aquí es importante recalcar el peso que tienen los componentes de dicha dimensión en relación con las unidades mínimas de análisis (las fincas) y su conexión con las demás escalas territoriales (vereda, municipio y Paisaje Cultural Cafetero). En cuanto a los componentes que integran la dimensión socioeconómica, se tienen, por un lado, las estructuras económicas del mercado cafetero y de otros productos; y, por otro lado, la interiorización de esa exterioridad y la exteriorización de la interioridad por parte de los actores o agentes, objetivadas en las diversas unidades territoriales. Por tanto, es posible ver en esta dimensión factores asociados a la producción, el consumo y la distribución cafetera, formas de organización productiva (familiar y contractual), bienes y servicios, la estructura de la propiedad de la tierra y la diversificación productiva, entre otros.

3.1.5. Dimensión sociopolítica

Siguiendo esta lógica, es necesario vincular al estudio una de las dimensiones que traería muchos aportes teóricos y empíricos: la dimensión sociopolítica. Es necesario aclarar que esta dimensión no enfatizará en el papel exclusivo de las relaciones de poder que las instituciones ejercen sobre la población. Se tendrá en cuenta el posicionamiento social de los actores locales frente a las instituciones y ante los demás actores que comparten las diferentes escalas sociales y espaciales del contexto de estudio. De tal manera, el poder es concebido de la siguiente forma: 1) como una relación entre dos actores en la cual se evidencian intencionalidades y estrategias de subordinación, entre otras; 2) como la capacidad de los actores de transformar sus entornos por la fuerza de su trabajo, que arroja productos como la energía y los bienes; 3) hace parte del lenguaje y de un tipo de idioma social particular y, por ende, se instrumentaliza a través de los símbolos; y, 4) son instituciones que aplican entre sí un conjunto de estrategias y dispositivos de poder que garantizan el manejo de los bienes estructurales (territorio y productos, principalmente el café) y la inserción de la población en las reglas y normas de control impuestas tanto por el Estado como por las organizaciones rectoras del campo productivo (la Federación de cafeteros, el Ministerio de Cultura y la Unesco, entre otras). Todo lo anterior se expone bajo los postulados de Raffestin (1993) y posibilita la construcción de los datos que permiten ver las diferentes relaciones asimétricas que se gestan al interior de las fincas y consecutivamente en los paisajes agroproductivos de los municipios de la investigación.

Por otro lado, está la etapa posterior a la activación patrimonial. En esta etapa del modelo se tienen en cuenta las implicaciones que genera la patrimonialización de espacios tradicionalmente construidos para el desarrollo de prácticas agrícolas (en este caso, la caficultura). Este proceso de patrimonialización ha llevado a diferentes lecturas y asimilaciones del territorio (entendido como significación cultural del espacio físico, sustrato que posibilita poner orden, sentido y lógica a las relaciones sociales) y ha generado sus propias territorialidades, entendidas como el proceso que se sigue para crear territorio (Nates y Uribe, 2007). Estas territorialidades tienen su configuración tanto en las prácticas y discursos de los campesinos o actores directos del café como en las instituciones que han visto en este paisaje agrario la posibilidad de ejercer un poder formal para su patrimonialización.

3.1.6. Escala socioespacial

En términos espaciales, el MET se aplicará a las fincas y haciendas de las áreas de trabajo. Es preciso destacar que las fincas y las haciendas constituyen, en esta investigación, la unidad socioespacial de análisis que deviene en un sistema, como una formación integral que se caracteriza por los rasgos propios. Por dicha razón, la figura de la finca y la hacienda se abordará teniendo en cuenta dos niveles: 1) la diferenciación de actores locales y 2) la producción de territorialidades. Estas últimas serán abordadas diferencialmente, según la implicación en la configuración del paisaje agroproductivo cafetero, desde sus concepciones, su uso, su manejo, su gestión y sus consecuentes formas de poder.

La finca, como unidad socioespacial de análisis, desemboca en un sistema territorial complejo en el que se expresan las transformaciones espaciales producto de la actividad humana. Raffestin (1993) plantea que si las intervenciones humanas sobre el espacio terrestre y los arreglos territoriales resultan de la "semiotización" de un espacio progresivamente "traducido" y transformado en territorio, este último será, en consecuencia, un edificio conceptual que reposa sobre dos pilares complementarios: el pilar material y el ideal. Este último pilar será parte de este estudio, al igual que sus representaciones. Para Raffestin, apoyado en Lefebvre (1974), la idea de apropiación del territorio remite no solo a los dominios decisorios y organizacionales, sino a la fuerza de las representaciones sociales. Al considerar la apropiación como la transformación de un espacio natural con el objeto de satisfacer las necesidades y las posibilidades de un grupo, se ha de analizar el territorio donde se ejerce la apropiación como la proyección de un grupo social con intenciones, proyectos y realizaciones en una determinada zona geográfica (Raffestin, 1993). Además, el territorio implica necesariamente estudiar el espacio en el cual existe. Sin embargo, esto no indica que se pueda definir el territorio por el espacio, pues el territorio es más que el espacio. Al entender que el territorio menciona y da razón de los vínculos y representaciones esenciales que se establecen con quien habita el territorio, se hablará del territorio agroproductivo con la intención de buscar los vínculos con el "territorio habitado" y el "territorio vivido" (Di Meo y Pascal, 2005).

Los distintos tipos de finca se entienden como una delimitación socioespacial al interior de un paisaje de carácter rural en la que convergen tanto actividades de vivienda como actividades productivas. Por consiguiente, en dicha delimitación se construyen históricamente una serie de pautas, normas y reglas culturales que permean, por un lado, las relaciones sociales (familiares, vecinales y contractuales) y, por el otro, el territorio (demarcaciones, áreas definidas, sendas y cultivos, entre otros).

4. Consideraciones finales

La propuesta de un modelo explicativo territorial (MET) parte de aprovechar y reflexionar en un campo conocido que, dado su análisis crítico por la objetivación participante, muy seguramente le permitirá a la comunidad académica algunos avances teóricos y propuestas dirigidas a los entes territoriales para la inclusión de este modelo tanto en diferentes mecanismos de planeación como en diversas disciplinas de estudio del territorio.

La lectura de los modelos anteriores brinda otra manera de abordar los estudios territoriales. El primer modelo arroja resultados interesantes sobre la dinámica territorial en la región del sur de Chile, los cuales obedecen a los estudios forestales; no obstante, algunos aspectos como la cultura, la historia, la política y el patrimonio agrícola no son tenidos en cuenta, puesto que se centraron principalmente en variables biofísicas y socioeconómicas. Este modelo agrupa estas variables y las sintetiza metodológicamente en unidades ambientales homogéneas con el fin de aproximarse al área forestal de la ecorregión de los bosques valdivianos bajo esta mirada disciplinar; por ende, deja de lado otros componentes que podrían soportar un modelo explicativo territorial.

El segundo ejemplo, el del modelo británico denominado people & place, apunta a un análisis territorial que presenta la relación entre individuo y espacio. Precisamente, dicha relación se objetiva en el vínculo estrecho que existe entre el objeto o las materialidades del espacio y el sujeto, el individuo, quien se mueve en dichas materialidades. La estructuración de este modelo consta de un eje natural (clima, suelos, flora y fauna), un eje histórico (aspectos sociales) y un eje funcional y escénico-perceptivo (colores, textura, patrones, formas, sonidos y memorias), lo cual brinda una mirada más integradora de las caras que componen el territorio. Este modelo incursiona en componentes más profundos sobre los territorios, aunque evidencia una ausencia en la gestión de los mismos debido a que muestra los pasos o procedimientos para dicho proceso.

El tercer ejemplo está inspirado en las definiciones sobre el paisaje erigidas por el Convenio Europeo del Paisaje (Consejo de Europa, 2000). En vista de esto, el modelo incluye un diálogo entre la naturaleza y las obras de las sociedades a través de los estudios ejecutados a escala comarcal, subregional y local. Aunque no ahonda en la dimensión sociopolítica (relaciones en el territorio como ejercicio de poder), sí da un paso fundamental en el estudio y la gestión de territorios agroproductivos, puesto que su intención sobrepasa los modelos anteriores al trascender los planos de la identificación y la caracterización, y se sitúa, en un nivel analítico, sobre los componentes naturales, la historia, los fundamentos socioeconómicos y la estructura visual y escénica del paisaje. El modelo plantea diagnósticos de potencialidad, mapas de calidad del paisaje -con su valoración física y de protección-, gestión y ordenación desde lo visual, lo funcional, lo patrimonial y lo ecológico. Asimismo, establece una serie de líneas directrices de actuación para la protección, la gestión, la ordenación y el seguimiento, que buscan alcanzar objetivos de calidad paisajística y de indicadores ambientales, culturales y sociales comprensibles para la población, los representantes políticos y los gestores públicos.

La creación del MET para paisajes agroproductivos (como se ha visto en los diferentes modelos anteriores) es la búsqueda por superar el llamado que se les hace a los bienes declarados Patrimonio de la Humanidad (incluidos los espacios agrarios) en las Directrices Prácticas de la Convención del Patrimonio Mundial (1972). Esta superación se basa en la inclusión de otros aspectos como el poder, los intereses, las territorialidades y las economías emergentes alrededor del patrimonio, las cuales son relevantes para comprender los cambios y las implicaciones producto de la patrimonialización en territorios con una conformación histórica, social, económica y política particular (en este caso, lo asociado a la caficultura).

Además, los paisajes agrarios han pasado de ser escenarios de contemplación y de valoración estética, reflejados en la pintura, la literatura y la fotografía, a ser espacios de interés por parte de disciplinas académicas como la geografía, la arquitectura, la sociología y la antropología. Asimismo, actualmente el paisaje deviene en objeto de consumo y lucro empresarial, en un componente de la identidad territorial y, precisamente, en un catalizador de la calidad de vida, además de ser un referente institucional para la planificación y la ejecución de políticas y actuaciones estatales.

El modelo, en sus dos momentos, dará cuenta de las características estructurales de los paisajes agro-productivos, vistos como patrimonio o no, a través de indicadores que soportan las dimensiones de su composición y la configuración espacio-temporal y de sentido (espacio vivido). La asociación de componentes y dimensiones permitirá evidenciar y comprender los principios ocultos de las realidades que conforman los paisajes agrarios, teniendo en cuenta las relaciones que se dan entre agricultura, paisajes, territorialidad, patrimonio y relaciones de poder. El MET pretende ser un escenario próspero para ahondar en las implicaciones que lleva la patrimonialización de extensos espacios agrarios, permeados por el discurso patrimonial, para brindar, al final del camino, mecanismos que faciliten la planeación y la ejecución de políticas para la administración pública (tanto local como regional y nacional) del Paisaje Cultural Cafetero Patrimonio de la Humanidad.

Referencias

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1Los Valores Universales Excepcionales se entienden como las principales características por las que un bien cultural es solicitado como Patrimonio de la Humanidad ante la Unesco.

2Expresión que hace referencia al territorio y a las personas que hacen parte de la dinámica de colonización de tierras y poblamiento, que en Colombia es conocida como colonización antioqueña (Nates, 2006, p. 11).

3En este estudio, se entiende el paisaje agroproductivo como el espacio territorial en el cual la práctica de producción agraria define el paisaje y en este se produce la espacialización de la vida humana.

4Se entienden como todas aquellas instituciones académicas que han trabajado, en sus investigaciones, el tema del Paisaje Cultura Cafetero.

5Son la Federación Nacional de Cafeteros, la Unesco y el Ministerio de Cultura.

6Se entienden como una territorialidad construida a partir de todas aquellas personas que viven la finca, es decir, el pequeño, el mediano y el gran caficultor.

Para citar este artículo: Rincón Cardona, F. (2018). Modelo explicativo territorial para paisajes agroproductivos en Colombia, caso Paisaje Cultural Cafetero. Perspectiva Geográfica, 23(1), 89-103. doi: 10.19053/01233769.6551

Recibido: 23 de Junio de 2017; Revisado: 11 de Diciembre de 2017; Aprobado: 26 de Enero de 2018

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