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Psicología desde el Caribe

On-line version ISSN 2011-7485

Psicol. caribe vol.31 no.3 Barranquilla Sep./Dec. 2014

https://doi.org/10.14482/psdc.31.3.4766 

DOI: http://dx.doi.org/10.14482/psdc.31.3.4766

Proceso de aculturación y adaptación del inmigrante: características individuales y redes sociales

Acculturation process and Immigrant's Adaptation: individual characteristics and Social Networks

Raquel Ferrer, M.S.*

* Pasante internacional - Centre for Cross Cultural Research - Psychology Department en University of Guelph, Guelph (Canadá). Estudiante del Doctorado en Psicología de la Universidad del Norte, Barranquilla (Colombia).

Jorge Palacio, Ph.D.** Olga Hoyos, Ph.D.** Camilo Madariaga, Ph.D.**

** Universidad del Norte, Barranquilla (Colombia).

Correspondencia: Km 5, antigua vía a Puerto Colombia, Barranquilla (Colombia). rferrer@uoguelph.ca

Fecha de recepción: 25 de octubre de 2012
Fecha de aceptación: 15 de julio de 2013


Resumen

La inmigración implica para los individuos una serie de procesos cognitivos, motivacionales y afectivos que afectan su adaptación a la nueva sociedad. Estos procesos pueden modificarse a través de estrategias de intervención dirigidas a estos colectivos. La búsqueda bibliográfica se focalizó en documentos que permitieron analizar los factores individuales como socioculturales, asociados a los procesos de adaptación y aculturación, tales como las características individuales y estrategias de afrontamiento de los inmigrantes; el tipo de sociedad de llegada y las redes sociales que construyen los inmigrantes para adaptarse. Los resultados confirman los tres grandes grupos que describen los procesos de aculturación: los que se centran en el contenido (sentimientos, actitudes y conductas), los que se centran en el proceso (establecimiento de relaciones entre inmigrantes y autóctonos) y los interactivos o ampliados, que combinan los dos anteriores.

Palabras clave: inmigración, adaptación, aculturación, redes sociales.


Abstract

Immigration implies cognitive, motivational and affective processes that affect their adaptation to the new society. These processes can be modified through intervention strategies aimed at these groups. The literature search focused on documents that allowed analyzing individual and sociocultural factors associated to acculturation and adaptation pro-cesses, such as individual characteristics, coping strategies, the type of host society and the social networks of immigrants. Results show three groups that describe the processes of acculturation: those that focus on the content (feelings, attitudes, and behaviors), others focus on the process (establishing relationships between immigrant and native), and interactive or extended models that combine the two.

Keywords: immigration, adaptation, acculturation, social network.


INTRODUCCIÓN

Hoy en día, la migración (emigración, inmigración y retorno) es un fenómeno común en un mundo globalizado, en el cual un individuo asume retos que surgen en su vida cotidiana, bien sea por motivaciones turísticas, profesionales, académicas, económicas o por asuntos políticos y culturales, tales como la necesidad de protección por la amenaza a su raza, religión, género o pertenencia a un grupo social particular. El inmigrante -la persona que llega a un país diferente al propio- experimenta una serie de cambios a nivel individual, social y cultural que van a influir en su adaptación psicosocial o ajuste a la sociedad receptora, e incluso en su readaptación a la sociedad de origen cuando tenga que retornar, bien sea por voluntad propia o expulsión.

La migración es en la actualidad uno de los procesos sociales que más está trasformando las sociedades tanto en los países receptores como en los de origen (Baker, 2000; Doty, 2003; Gomez-Gil, 2006; Capel, 1997). Esto supone un reto importante, pues de la gestión y el éxito de este proceso migratorio dependerá, en gran parte, el bienestar de unos y otros. Los inmigrantes cada día se implican más y tienen una mayor fuerza y representatividad social en países de acogida (CNN, 2013; PNUD, 2009; Portes, 2000; Ruiz-Sandoval, 2006); en consecuencia, resulta trascendental analizar en qué términos se está produciendo su incorporación y cómo se puede actuar para que efectivamente se llegue a procesos que faciliten la convivencia y bienestar entre los grupos implicados.

Desde la perspectiva científica, el estudio de tantos cambios por los que pasan los inmigrantes (acoplarse a nuevas culturas, costumbres y a nuevos significados y entendimientos sociales diversos) también debe contar con el concurso de disciplinas -como la psicología- que permitan discernir cómo desarrollar estrategias de afrontamiento constructivo en este grupo poblacional, y que a su vez sean preventivas de las situaciones de conflicto destructivo, de manera que hagan de esta experiencia una oportunidad de desarrollo o crecimiento para todos (Zane & Mack, 2003; Yáñez & Cárdenas, 2010; Villanueva, 2001).

Bajo estas premisas, y según los lineamientos generales de la Organización Internacional para las Migraciones [OIM] (2013), esta revisión intenta ilustrar los factores psicosociales asociados a la experiencia migratoria que pueden alterar su adaptación al nuevo contexto, es decir, alterar las cogniciones, emociones y comportamientos de los inmigrantes e influir en su salud, satisfacción y bienestar durante esta experiencia, lo cual repercutirá igualmente en el bienestar de los anfitriones (Fajardo, Patiño & Patiño, 2008; González, 2013). La ilustración de estos factores se desarrollará a la luz de tres aspectos fundamentales inherentes al fenómeno de las migraciones, tomando como referencia diferentes estudios y autores: 1) las características del proceso de adaptación y aculturación; 2) las características individuales y estrategias de afrontamiento de los inmigrantes; 3) el tipo de sociedad de acogida y las redes sociales de los inmigrantes.

ADAPTACIÓN Y ACULTURACIÓN

Uno de los primeros intentos de comprender la adaptación de los inmigrantes a la cultura de acogida se propuso a principios del siglo pasado mediante la teoría del Melting Pot (Lambert & Taylor, 1990). La idea básica es que los inmigrantes, independientemente de su origen étnico y cultural, una vez que llegan a la sociedad de acogida asumen poco a poco la nueva cultura como propia y van construyendo con todos los demás una vida cultural común. Sin embargo, esta teoría no explicaba muchas dificultades en el proceso de adaptación, por lo cual surgen otras propuestas que presentan conceptos como la aculturación, la adaptación y la asimilación, que intentan explicar desde factores individuales, sociales y contextuales las formas de reaccionar de los inmigrantes.

La adaptación a un nuevo país requiere que el individuo modifique sus defensas y se pueda moldear en la nueva cultura, que escuche y hable un idioma extranjero (o por lo menos un nuevo acento). Este proceso está condicionado por las necesidades del inmigrante en el nuevo contexto (que van de su seguridad física y salud hasta el ocio, pasando por tener trabajo y establecer relaciones interpersonales), que se lograrán con mayor o menor dificultad de acuerdo con el grado de diferencia cultural entre la sociedad de acogida y la de origen, y también requiere que el inmigrante tenga una buena habilidad para superar el malestar físico y psicológico. Esto es comprensible si se tiene en cuenta que el inmigrante debe enfrentar los cambios de su grupo en aspectos físicos (ej.: nuevos espacios o hábitats de vida...), biológicos (ej.: nueva alimentación, enfermedades...), políticos (ej.: pérdida de autonomía y participación...), económicos (ej.: nuevo empleo y salario...), culturales (ej.: diferente lengua o acento, música, religión, fiestas...) y sociales (ej.: nuevas relaciones interpersonales e intergrupales, etc.) (Berry, 2003; Berry et al., 2002; Sam & Berry, 2006).

A este proceso de enfrentar estos cambios e ir asumiéndolos o rechazándolos se lo llama generalmente aculturaáón.

Desde el punto de vista antropológico, la aculturación es un fenómeno que involucra cambios en una o varias personas como resultado del contacto entre culturas diferentes (Redfield, Linton & Hercovitts, 1936). Desde lo psicológico, el primero en definir este proceso fue Graves (1967, citado en Fajardo et al., 2008), indicando que eran el conjunto de transformaciones internas y conductuales experimentadas por el individuo que está participando en una situación de contacto con una nueva cultura. Posteriormente Berry et al. (2006) la define como un proceso de resocialización que involucra características psicológicas como el cambio de actitudes y valores, la adquisición de nuevas habilidades sociales y normas, así como los cambios en referencia a la afiliación con un grupo y el ajuste o adaptación a un ambiente diferente.

Uno de los modelos del proceso de aculturación más conocidos desde la psicología intercultural ha sido propuesto por Berry (1989), mediante el cual se sugieren cuatro caminos de adaptación posibles de acuerdo con la intensidad en la identificación del inmigrante con la sociedad de acogida, por un lado, y con la sociedad de origen, por el otro:

Se presenta la asimilación cuando el inmigrante abandona su identidad de origen y adquiere o prefiere la del grupo mayoritario. Si existe una fuerte identificación con ambas sociedades, o sus culturas, indica una integraáón o un biculturalismo, en la cual el inmigrante conserva las características de su cultura y participa o comparte al mismo tiempo la cultura del grupo mayoritario. Se habla de segregación cuando el inmigrante no trata de establecer relaciones con el grupo mayoritario y busca, más bien, reforzar su identidad étnica autóctona oponiéndose a toda mezcla con el grupo dominante o los otros grupos étnicos de la sociedad. La siguiente y última opción es la marginali^aáón, en la cual el inmigrante pierde su identidad cultural autóctona, y además no quiere o no tiene el derecho de participar en la cultura del grupo dominante.

Otros modelos del proceso de aculturación se originan desde la perspectiva de la identidad étnica y cultural, como los estudios de Hutnik (1991), el Modelo del Grupo Mayoritario o Modelo Interactivo de aculturación (MIA) [citado en Bourhis, Mo'ise, Perreault & Senécal (1997)], los cuales se centran en la valoración que los grupos mayoritarios hacen del colectivo de inmigrantes. En estudios más recientes se encuentra también el Modelo Multidimensional de las Diferencias Individuales (Safdar, Lay & Struthers, 2003; Safdar, Rasmi, Dupuis, Lewis & Rees, 2010), el cual propone que todo inmigrante enfrenta tres retos: a) preservar su herencia cultural, b) participar en la nueva sociedad y c) mantener su estabilidad física y psicológica durante y después del proceso de aculturación. La forma como el inmigrante enfrenta estos retos está directamente relacionada con las características individuales. El modelo multidimensional relaciona variables predictoras (adaptación psicosocial, conexión con la familia y la cultura, y estresores cotidianos) con las estrategias de aculturación (integración, asimilación, separación y marginalización).

Un nuevo modelo utilizado en la comprensión psicológica y sociocultural es el Modelo Ampliado de Aculturación relativa [MAAR] (Navas, 2008), centrado en la relación de las actitudes generales de aculturación (lo que desean hacer los inmigrantes y lo que los autóctonos preferirían que hicieren) y los ámbitos de la aculturación (creencias religiosas, relaciones familiares, sociales, económicas, laborales y políticas o de gobierno). Los autores concluyen que hay diferencias, o puede haberlas, entre aquello que los inmigrantes hacen o ponen en práctica -el plano real (conductas o estrategias)- y lo que realmente quisieran hacer o poner en práctica si tuvieran la opción de elegir- -el plano ideal (sus deseos o actitudes). Contrario a los anteriores estudios se puede hacer referencia los trabajos de Piontkowski, Rohmann y Florack (2002) sobre las preferencias que los inmigrantes hacen resppecto a los modos de aculturación, por lo que en este sentido habría que preguntarse si estas preferencias son opcionales o dependen de las características de la sociedad mayoritaria o de la interacción de los dos grupos en ambas sociedades.

Las características individuales de los inmigrantes

El modelo de aculturación propuesto por Berry (1989) es de gran interés en la psicología intercultural, ya que permite, en primer lugar, analizar el proceso de aculturación en los diversos niveles sociales, grupales e individuales, y en segundo lugar, si se tiene en cuenta la aculturación a nivel individual, los estilos de aculturación están relacionados con las dimensiones básicas de la personalidad. En la teoría de la personalidad hay un grupo de variables, generalmente llamadas "dimensiones básicas de la personalidad", que no suelen ser modificadas por factores situacionales, ya que están determinadas en gran medida por factores biológicos y genéticos (ej.: Neuroticismo, Afabilidad, Extraversión, Responsabilidad, Apertura). Estas dimensiones de base probablemente pueden ser consideradas como factores que influyen significativamente en el comportamiento social.

Schmitz (1994) puso a prueba el Modelo de tres dimensiones de la personalidad (neuroticismo, extraversión y psicoticismo) con tres modos de aculturación (integración, asimilación y segregación) en varias muestras de inmigrantes (alemanes, europeos del este, del sur de Europa, de los países árabes, asiáticos, Centroamérica y América del Sur). Los resultados indicaron patrones de correlación con cada grupo. Los indicadores de neuroticismo (tales como ansiedad, depresión, baja autoestima, el estrés, la irracionalidad, la timidez, la emoción) están generalmente correlacionados negativamente con la integración y la asimilación y positivamente con la segregación. Los rasgos de extraversión (como la sociabilidad, la vitalidad, la actividad, la asertividad, la búsqueda de sensaciones, la dominancia) se correlacionan positivamente con la integración, pero negativamente con la asimilación y segregación. Tendencias psicóticas (tales como la agresión, la frialdad, el egoísmo, la actitud impersonal, la impulsividad, los rasgos antisociales, la falta de empatía, la creatividad y la fuerza de carácter) se correlacionan negativamente con la integración y positivamente con la segregación. Estas correlaciones son muy relevantes por las implicaciones para la adaptación de los inmigrantes a la sociedad de acogida y las intervenciones que se lleva a cabo con este colectivo.

En las características individuales, además de la personalidad, también se encuentra el componente de salud mental de los inmigrantes (Alarcon, Foulks, Vakkur, 1998). Atchotegui (2009), director del Servicio de Atención Psicológica para Inmigrantes y Refugiados (SAPPIR) en España, señala que la experiencia ha demostrado que a menor consistencia y elaboración del proyecto migratorio, más difícil será la integración. Es un proceso complejo, caracterizado por la búsqueda de un equilibrio entre la asimilación de lo nuevo y la reubicación de lo dejado atrás. Enuncia varios cambios y duelos que se producen a nivel individual relacionados con: separación de la familia, pérdida de los amigos, del entorno etno-cultural, disminución en la calidad de vida, bajo nivel socioeconómico, aprendizaje de una nueva lengua, resistencia al retorno, fracaso del proyecto migratorio, prolongación de incertidumbres, ilegalidad, estatus, nostalgia y desarraigo. Desde el punto de vista psicológico, cuando el inmigrante no elabora adecuadamente este duelo podría conducirlo a desarrollar trastornos emocionales, depresivos y psicóticos. Agrega At-chotegui que todos estos cambios están llenos de ganancias y pérdidas, de riesgos y beneficios. Integrar las pérdidas requiere de un proceso de reorganización interna en el individuo; si los beneficios superan las pérdidas, se fortalece el proceso de adaptación, por cuanto el individuo se inclina a sopesar su sufrimiento con aquello que está logrando y se fortalecen los vínculos con la sociedad que lo acoge.

Selten, Cantor-Graae y Kahn ( 2007) y Selten et al. (2001) indican que existe un factor social -que ellos llaman "derrota social"- que es determinante en el desarrollo de trastornos mentales en población inmigrante. Reconocen que el racismo, la exclusión, el lenguaje, la pertenencia a un grupo minoritario y problemas con las condiciones de vida (empleo, vivienda, educación) podrían convertirse en factores de riesgo o factores de estrés asociados a problemas de salud mental en esta población. Por consiguiente, el nivel de adaptación tanto psicológica como sociocultural de los inmigrantes va a depender de su capacidad para fortalecer o adquirir habilidades sociales y culturales, y del desarrollo de competencias para acoplarse a la nueva cultura o retornar a la sociedad de origen con el enriquecimiento cultural que la experiencia le ha aportado.

Pero no es solo el problema de adaptación lo que aqueja al inmigrante, sino los motivos que lo llevaron a salir de su país. En estudios de Olivos (2000) y Schweitzer, Buckley y Rossi (2002, citados en Fajardo, Patiño & Patiño, 2008), en una revisión de la literatura en esta área, se encontró que los factores pre-migratorios, especialmente las experiencias traumáticas que obligaron a la migración, se relacionan consistentemente con la prevalencia de trastornos por estrés postraumático, acompañado de depresión, ansiedad, abuso de sustancias psicoactivas, separación y abandono en los inmigrantes.

LAS ESTRATEGIAS DE AFRÜNTAMIENTÜ

Las reflexiones expuestas anteriormente como profesionales del comportamiento humano nos invitan a preguntarnos: ¿Cómo lidiar con las dificultades y tensiones propias de la migración? ¿Cómo se afectan las cogniciones, las dimensiones afectivas y valorativas del inmigrante? Bajo estas circunstancias, una persona puede contar con muchos y diversos recursos para afrontar un problema, pero puede suceder que no los perciba, o que no tenga la habilidad para utilizarlos, sobre todo cuando tiene que enfrentarse a ambientes, costumbres y contextos sociales diversos, desafiantes y hasta amenazantes.

Desde el modelo de valoración cognitiva, Lazarus y Folkman (1986) afirman que la capacidad de afrontamiento (coping), en la medida que es un proceso psicológico, se pone en marcha cuando el entorno se percibe como amenazante. Estos autores definen el afrontamiento como aquellos esfuerzos conductuales que se desarrollan para manejar las demandas que desbordan los recursos del individuo con el fin de evitar o reducir las consecuencias negativas de la situación de amenaza o desafío, y concuerdan en determinar tres dominios de las estrategias, según estén dirigidas a la cognición, la conducta o el afecto:

la valoración -afrontamiento cognitivo: se orienta a un intento por encontrar un significado al suceso y valorarlo de manera que resulte menos amenazante o desagradable. Desde lo cognitivo, Wolchick y Sandler (1997) en un estudio con adolescentes víctimas del huracán "Hugo" hallaron una relación positiva entre las estrategias de afrontamiento utilizadas desde la cognición y el nivel de severidad de los síntomas. Encontraron que la distracción, la solución de problemas y la búsqueda de apoyo social fueron las estrategias de afrontamiento más utilizadas. En otros estudios, Berry (2001, 2005) relaciona los aspectos cognitivos del individuo con un grado de aculturación positiva, independientemente de que el nivel de educación en los inmigrantes sea o no alto. Afirma el autor que las personas que afrontan la inmigración desde la cognición tienen mayores posibilidades de racionalizar las dificultades del proceso de aculturación, permitiéndoles ver las experiencias como retos o nuevas oportunidades que les brinda la sociedad receptora.

• El problema -afrontamiento conductual: es la conducta dirigida a confrontar la realidad, manejando sus consecuencias. Desde la solución del problema, la inmigración supone una reorganización interna caracterizada por la búsqueda de un equilibrio entre la asimilación de lo nuevo y la reubicación de lo dejado atrás. Así como también enfrentar situaciones cotidianas que implican la toma de decisiones de lo más simple hasta lo más complejo. Es aquí donde las teorías del afrontamiento cobran su importancia, en la medida que a través de ellas el inmigrante puede desarrollar alternativas que superan las emociones negativas y actuar de manera proactiva en la toma de decisiones, lo que facilitará su proceso de adaptación y ajuste a la nueva sociedad.

• la emoción -afrontamiento afectivo: regulación de los aspectos emocionales e intento de mantener el equilibrio afectivo. Desde lo emocional, el inmigrante -generalmente- enfrenta un proceso crítico y complejo de elaboración de duelos, de resistencia, de discriminación, no exento de dolor y sufrimiento; así las cosas, cuando se prolongan las incertidumbres aflora la inseguridad, la nostalgia, acompañada de tristeza, sentimientos de culpa, ideas de muerte, desordenes psíquico-somáticos o ansioso-depresivos, lo cual agudiza su situación y da paso a estrategias de afrontamiento emocionales y de evitación, lo cual afecta sus habilidades para un afrontamiento positivo o más centrado en el problema.

En un intento de responder a la cuestión acerca de los determinantes del afrontamiento, existe evidencia de que tanto las diferencias individuales y de personalidad como la naturaleza de la situación que se debe afrontar y los factores del medio social juegan un importante rol. Otros estudios enfatizan que las habilidades sociales constituyen un recurso determinante del afrontamiento debido al papel de la actividad social en la adaptación humana, y estas habilidades se refieren a la capacidad de comunicarse y actuar con otras personas, lo cual facilita la resolución de los problemas mediante la cooperación social (Lazarus & Folkman, 1986; Moos & Shaefer, 1993).

SOCIEDAD DE ACOGIDA Y REDES SOCIALES DE LOS INMIGRANTES

Históricamente las migraciones no han ido acompañadas de canales de participación e integración entre autóctonos e inmigrantes. En la década de 1970 la percepción sobre los inmigrantes en los Estados Unidos era negativa, eran vistos como "indeseables", incluso entre psiquiatras y psicólogos (ej.: Kamin, 1974), quienes tuvieron un papel importante en el apoyo "científico" de la "indeseabilidad" a través del uso de tests de inteligencia que incidieron en reformas políticas para limitar la entrada de más inmigrantes y justificar la no participación de estos en la sociedad receptora. No hay que desconocer que la sociedad dominante o mayoritaria es la que establece las normas y las leyes por las que se rigen nativos y extranjeros; pero el control en la demanda y acceso a servicios sociales, de empleo, educación, salud, derechos de participación, así como el acceso a los entes gubernamentales, etc., están generalmente condicionados al status migratorio, el cual es potestad del grupo dominante, lo cual determina hasta el sistema de relaciones interpersonales y de accesibilidad a servicios estatales y de participación social, política y económica (Norris & Mattes, 2003).

Esta relación con la sociedad de acogida la resalta Berry (1989), quien considera que en el proceso de aculturación, al lado de los factores individuales, también se debe tener en cuenta el tipo de sociedad que recibe al inmigrante, es decir, si es multicultural o monista, así como su política de inmigración, si es tolerante o no, lo cual también influirá en el tipo de estrategia de adaptación utilizada por los inmigrantes. Rivas (1995) en su estudio sobre participación social de los inmigrantes y las redes sociales en España destaca tres factores psicosociales fundamentales que determinan las relaciones entre inmigrantes y receptores: el marco legal del país frente a la inmigración, la participación social del inmigrante en la sociedad receptora y las actitudes de los autóctonos respecto a la participación de los inmigrantes.

Estos antecedentes resaltan la importancia de las redes sociales junto a las políticas de los gobiernos y las condiciones de los mercados de trabajo como elementos integrantes de los contextos de recepción que son fundamentales en la integración social de los inmigrantes, ya que funcionan a modo de recursos en múltiples situaciones: acceso, mantenimiento y mejora de empleo, acceso de vivienda, logro académico, apoyo afectivo, obtención de la ciudadanía, etc. (Portes, 2000; Maya, 2002; Maya & Vega, 2004; Gualda & Sánchez, 2004; Huntoon, 2001; Baker, 2000; Wang, Chia-Chi & Mallinckrodt, 2006).

Una vez que la cadena migratoria ha comenzado, los lazos que vinculan comunidades de origen y destino migratorio se utilizan para obtener información y asistencia para el asentamiento de los inmigrantes. En este sentido, las redes juegan un papel importante como conductoras de información, y se verían aquí asimilables al capital social, al permitir un mejor acceso a la información o apoyo para lograr un empleo, mejores salarios, acceso a la educación, intercambio de saberes y tecnología, etc. (Arango, 2000; Patacchini & Zenou, 2012).

A nivel de las redes personales y su relación con los procesos de adaptación psicológica de los inmigrantes se han encontrado vínculos entre la atenuación o prevención de la depresión, la mejora del estado de ánimo, la mejor percepción de la salud física y la autonomía funcional, la satisfacción con la vida o el bienestar general con la integración en redes familiares, de amistades, etc., que pueden proporcionar al inmigrante diferentes recursos de apoyo y, en ese sentido, tener efectos positivos en su integración (Maya, 2002; Seidmann, 2001; Selten, Cantor-Graae & Kahn, 2007; Selten et al., 2001).

El apoyo social, la confianza y valores compartidos que de ellas se derivan son importantes en los procesos de adaptación psicosocial de los inmigrantes, sin pretender que su influencia sea siempre el factor que decida una óptima inserción. Portes (2000) afirma que los "vínculos de solidaridad" y los "vínculos de confianza esperada" como fuentes de capital social permiten a los miembros de las redes el acceso a los recursos económicos, entre otros.

Una idea que ha suscitado elevado interés tiene que ver con lo propuesto por Granovetter (1973) respecto a las ventajas ocupacionales proporcionadas por el hecho de contar con lazos débiles, ya que las personas que nos conocen nos sirven de puente para conectarnos con los que de otra forma no tendríamos conexión. Aplicándose esta hipótesis al campo de las migraciones, algunos han sugerido que la interacción de autóctonos con personas o grupos de otras nacionalidades en las redes personales puede facilitar la integración de los inmigrantes al disponer de mayor información sobre oportunidades laborales y de diferentes tipos de apoyo que de otra manera serían poco accesibles para ellos (Martínez, García & Maya, 1999).

García y Maya (2002) señalan que una manera para enfrentar la vulnerabilidad social de los inmigrantes es apoyarse en las redes sociales de sus propios colectivos, ya que estas les ofrecen un sentido de pertenencia y un significado social, ayudándoles, por tanto, a localizarse y ubicarse en el nuevo lugar; sin embargo, estas corren el riesgo de convertirse en guetos étnicos, cerrados y con poca participación en actividades de la cultura dominante (redes endogrupales); pero si logran niveles altos de organización y desarrollo de sus potencialidades, podrían ser partícipes de proyectos sociales y comunitarios para contrarrestar sus problemas, empoderarse con otros colectivos de inmigrantes ubicados en las llamadas "minorías visibles" y desarrollar nuevas relaciones con la sociedad receptora (redes exogrupales). No obstante, otros elementos contextuales, como las condiciones del mercado de trabajo, podrían reforzar o debilitar el efecto de las redes sobre su integración.

Conclusiones

Berry y Sabatier (1996) han considerado la migración como un fenómeno psico-sociocultural, generador de cambios importantes en todas las esferas del individuo como resultado del desarraigo y el estrés asociado con el momento de partir, el encuentro con la nueva cultura y el nuevo estilo de vida. Sin embargo, lograr la integración no es fácil, en virtud de que esta también está asociada a otras variables, tales como el tiempo en el país de acogida, las características de la sociedad dominante, las características del individuo y, en particular, sus estilos y estrategias de afrontamiento, que de ser positivos y adaptativos favorecerán los procesos de aculturación y adaptación psicosocial.

De allí que se puede observar que en la actualidad existen varios modelos de aculturación psicológica que podrían ser agrupados teniendo en cuenta que obedecen a supuestos teóricos diferentes, a disciplinas diferentes y a la interacción entre sociedades y culturas diferentes. Para una comprensión más sencilla y con base en el análisis de varios estudios realizados, de manera general se podrían clasificar en tres grandes grupos: los que se centran en el contenido (sentimientos, actitudes, y conductas); los que se centran en el proceso, cuyo, objetivo es comprender la forma como las personas se aculturan, es decir, la relación que el inmigrante establece con la cultura de origen y la cultura de acogida, asumiendo que su aculturación a la sociedad dominante no presupone la eliminación de la relación con su grupo étnico o cultura de origen; y los interactivos o ampliados, que combinan los dos anteriores, analizando relaciones especificas entre variables de ambos componentes.

Hoy por hoy, los cambios culturales que se generan a raíz de la migración y el tipo de adaptación y factores que intervienen, nos conducen a seguir en la búsqueda de entender los diversos aspectos que esta encierra, particularizando los contextos, los grupos étnicos, las diferencias individuales, las variables psicosociales, entre otros. Se debe tener presente que las estrategias y modos de aculturación no pueden verse como uniformes sino que estas obedecen a diversos ámbitos que pueden modificarse; razón por la cual es necesario continuar en esta tarea, generando, de igual manera, estrategias de intervención más acordes con las realidades de los diferentes grupos étnicos y de su relación con los autóctonos.

Es una idea similar para el caso de las cadenas migratorias y redes de apoyo social y personal que tienden a centrarse en el estudio de la adaptación a un nuevo lugar, así como en factores que rodean la decisión y facilidades o dificultades ante el hecho de migrar, según las redes de contactos disponibles y establecidos en las sociedades receptoras. Hoy en día, y teniendo en cuenta el concepto de transnacionalidad, se hace necesario ver a los inmigrantes como ciudadanos, agentes activos, partícipes de grupos políticos, sociales, culturales, y sobre todo miembros de familias en relación con la sociedad y las comunidades de acogida. Desde lo psicosocial esto implica concebir al inmigrante como una persona en relación dinámica, pero también en conflicto -un conflicto constructivo- con la sociedad que le rodea.

El tema de migración y desarrollo psicosocial requiere hoy un examen a nivel mundial. Los principales retos están orientados a reformular nuevos ejes para afianzar un codesarrollo que tenga en cuenta las tendencias migratorias y las distintas dinámicas psicológicas, sociales, económicas y políticas en las que operan las naciones en la globalización actual. También se deben desarrollar programas preventivos y psico-educativos para identificar e intervenir factores moderadores que pueden debilitar o fortalecer estas asociaciones en las experiencias migratorias y desarrollar estrategias que hagan de esta experiencia una oportunidad enriquecedora y de intercambio para el ser humano, así como la relación de intercambio de aprendizajes y valores entre la cultura del país de origen y la cultura del país de acogida. Es decir, ver la migración internacional a través del prisma de la oportunidad y no del miedo o la amenaza. Esto se logrará al profundizar en el conocimiento de las relaciones entre inmigrantes y autóctonos, determinar el peso y la influencia de los distintos factores que afectan esas relaciones y, sobre todo, transferir los resultados obtenidos a las instituciones encargadas de diseñar y aplicar medidas de intervención social adecuadas y de aplicar estrategias que permitan el consenso y faciliten la convivencia grupal.

Los países emisores deben trabajar políticas que permitan una mejor educación para competir internacionalmente, hacer intercambios de conocimiento y tecnologías que incentiven el retorno de los migrantes para que contribuyan a mejorar el desarrollo de su país de origen. Las políticas de apoyo al desarrollo social y durable de los países en vías de desarrollo, así como del comercio sostenible, deben amarrarse a este tipo de programas de retorno. Hay que tener en cuenta que el tema de la migración va más allá de un deseo de avance económico de las personas; en muchos casos es el deseo de un avance académico, y en otros, el deseo de vivir en otra sociedad, donde exista más o mejor justicia, equidad, seguridad social y participación.

En el caso de los países receptores, respetar los derechos de los migrantes en tanto son trabajadores que aportan al desarrollo de esos países, superar el paradigma de las fronteras como límite y separación y, finalmente, la humanización y bienestar de la condición humana, independientemente de la pertenencia a una raza, religión, ideología política o nacionalidad.

Finalmente, fortalecer las alianzas entre instituciones, oficinas, fondos y programas que integran el Grupo Mundial sobre Migración de las Naciones Unidas que se dedican a ventilar los distintos aspectos de la migración internacional y el desarrollo, así como la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). Su objetivo es ayudar a los países en desarrollo a establecer una mejor conexión con las comunidades migrantes que están en el extranjero, realizar un análisis demográfico al llevar a cabo investigación sobre los envíos, garantizar los derechos de los migrantes en luchar contra la trata de seres humanos y fortalecer la coordinación y coherencia entre sus miembros. Espacios estos en los que debe incursionar la academia en pro de un acercamiento cualificado.


Referencias

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