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Psicología desde el Caribe

versión impresa ISSN 0123-417X

Psicol. caribe vol.32 no.2 Barranquilla may./ago. 2015

 

Calidad de vida en los profesores normalistas de Nuevo León, México

Quality of life of teachers from Nuevo León, México

José Ángel Vera Noriega*
Gildardo Bautista Hernández*
Humberto De la Fuente**
Francisco Justiniano Velasco Arellanes**

* Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo A. C., Monterrey (México)

** Instituto para el Fomento Científico de Monterrey, Monterrey (México)

Fecha de recepción: 2 de octubre de 2013
Fecha de aceptación: 1 de octubre de 2014


Resumen

El constructo contemporáneo de “calidad de vida” implica la valoración de los recursos materiales y subjetivos con los que cuentan los individuos; valorar el bienestar o la satisfacción de los ciudadanos es una prioridad nacional e internacional, y principalmente se vuelve importante para analizar a poblaciones con funciones importantes dentro de la sociedad. En el presente estudio se evaluó la calidad de vida en una población de 473 profesores en formación de la zona conurbada de Monterrey. Se utilizó una prueba con cuatro escalas que integran los componentes objetivos y subjetivos de calidad de vida, que fue ajustada y evaluada por Arita (2005, 2006) y Tánori (2011). La población de estudio es muy importante porque históricamente han tenido estabilidad laboral mediante el apoyo de una comunidad magisterial sindicalizada. Se encontró que hay diferencias en cuanto a si los profesores en formación tienen un familiar que ejerce la profesión de docencia, y otras variables relevantes fueron el número de miembros de la familia y la cantidad de enseres domésticos con los que cuentan. Particularmente, el componente subjetivo es el que mejor explica la calidad de vida de los profesores. Se concluye que, debido a las políticas reformistas en educación, para futuros estudios sería importante comparar la percepción de los profesores antes y después de dicha reforma.

Palabras clave: calidad de vida, sindicato, profesores, reforma, educación básica.


Abstract

The contemporary construct of "quality of life" involves the analysis of material resources and subjective well being. Assessing the welfare or satisfaction of citizens is a national and international priority and it is mainly important on populations with valuable functions in society. In this study, quality of life was assessed in a population of 473 students that were being trained to teach in the metropolitan area of Monterrey. A test with four scales that integrates objective and subjective components of quality of life was used, This test was adjusted by Arita (2005, 2006) and Tanori (2011). This population is very important because historically it have had a job stability with support of union membership. We found that there are differences as to whether student teachers have a family that exercises the profession of teaching; other relevant variables were the number of family members and the amount of household goods. Particularly the subjective component is the best to explain the quality of life of teachers. We concluded that reformist policies on education may change teachers' perception before and after the reform.

Keywords: Quality of Life, Labor Union, Teachers, Reform, Basic Education.


ANTECEDENTES

El interés por evaluar las condiciones de vida de las sociedades surgió en los años treinta, en el contexto de la gran depresión. El término original fue bienestar, el cual hacía referencia estrictamente al tener y al desarrollo económico de los países. Entre sus indicadores principales se consideraba al producto interno bruto (PIB).

Posteriormente a esta primera aproximación, en los años setenta y ochenta se criticó la visión económica del bienestar. Se sugirió que los indicadores económicos (como el PIB) no son suficientes para medir las condiciones de vida de las personas, ya que la percepción de bienestar de los individuos no necesariamente corresponde con los avances y decisiones macropolíticas y socioeconómicas de los países (Cardona & Agudelo, 2005).

Fue en el contexto de los setenta y los ochenta donde surgió el término "calidad de vida" (Arita, Romano, García & Félix 2005). Aunque dicho término es el más utilizado en la actualidad, no ha carecido de intensos debates, ya que se ha utilizado de manera indiferenciada con otros vocablos como bienestar, salud y felicidad.

El concepto de calidad de vida ha sido difícil de acotar, y no existe una teoría única. La calidad de vida y su estudio implica los enfoques médicos, económicos, sociopolíticos, psicológicos y humanísticos, por mencionar algunos. Pero, con certeza, se puede decir que el constructo de calidad de vida y su estudio en la actualidad no tiene sentido sin que se comprenda los sistemas de valores personales, culturales y el contexto específico donde habitan las personas (Cardona & Agudelo, 2005).

A pesar de los debates y análisis de los diversos términos para describir y estudiar las condiciones que hacen plenos o satisfechos a los individuos durante sus vidas, el concepto de calidad de vida se ha posicionado de manera más sólida frente a otras propuestas cuando se consideran importantes los dos aspectos que le conforman: el material y el subjetivo. El aspecto material define los recursos físicos con los que cuentan los individuos, como son la posesión de una casa, un carro, salario, ropa y alimentos, por mencionar algunos. Como parte de lo subjetivo se considera la valoración que hace el individuo respecto a sí mismo, hacia los demás y sobre lo que ha logrado en la vida. Así pues, la calidad de vida, bajo esta concepción moderna de la "plenitud o satisfacción", implica tanto la posesión de bienes materiales como la subjetividad o experiencia personal con el "mundo". Es decir, un acercamiento más adecuado en la comprensión de lo que es la calidad de vida son las vivencias que de la vida tienen las personas (Cardona & Agudelo, 2005), e incluso la percepción subjetiva de los individuos puede ser más relevante que los bienes económicos con los que pueden contar.

En el modelo de calidad de vida que propone Cummins (1996) se sugiere que puede haber un balance (homeostasis) entre los componente objetivos y subjetivos que reportan los individuos. Bajo esta misma lógica, la mayoría de propuestas de investigación integran instrumentos de medición que abarcan la multidimensionalidad de la calidad de vida y tienen, como eje principal, evaluar tanto el aspecto objetivo o material y el aspecto subjetivo o interpretativo de las personas.

Así pues, bajo la lógica de la multidimensionalidad de la calidad de vida, Cummins (1996) propuso siete dominios para estudiar la calidad de vida: 1) bienestar personal, 2) salud, 3) productividad, 4) intimidad, 5) seguridad, 6) relación con la comunidad y 7) bienestar emocional. Este modelo está diseñado para medir la calidad de vida en diferentes poblaciones de manera estándar y no es susceptible a sesgos debido a factores culturales. Así también, se muestra como una herramienta adecuada de análisis porque permite medir la calidad de vida de personas con capacidades diferentes, como pueden ser los discapacitados físicos.

De acuerdo con esta concepción moderna de calidad de vida, Cummins (2005) explica cómo esta se mantiene bajo un control homeostático debido a un componente cognitivo, el cual implica un sistema valorativo respecto a la vida y lo que se tiene. Esto permite que los individuos, al comparar regularmente sus condiciones materiales e inmateriales con el estándar de la comunidad donde habitan, puedan percibirse con más o menos satisfacción. Además, cuando la valoración que hace una persona tiende a decrecer su nivel de satisfacción, el sistema homeostático devuelve la satisfacción al nivel normal.

Cummins (2000) señala que cuando los dominios de calidad de vida que miden la posesión de recursos materiales tienden a reportarse a la baja (tener menos recursos de los que debería o podría tener el individuo), el sistema homeostático provoca que otras dimensiones subjetivas, como la relación social con la comunidad, tiendan a revalorarse y a compensar el déficit material, y esto posibilita que la "satisfacción con la vida" sea más positiva a pesar de que exista un desequilibrio entre el componente material y el subjetivo. Así pues, el mecanismo homeostático le permite al individuo el deseo y la motivación para emprender acciones necesarias para la sobrevivencia (Cummins, 1996).

Sobre esta base teórica, Arita (2006) concibe que en la calidad de vida es importante el bienestar, que se refiere a la percepción que se tiene del bienestar propio (Tánori, 2011). Este último se concibe, desde la noción económica, como el ingreso y la distribución de bienes entre individuos y sus familias. Desde la sociología, como las condiciones materiales de vida y las necesidades esenciales, y desde la psicología, como la percepción, satisfacción y felicidad sentida. Así pues, para Arita (2006) el concepto de calidad de vida está ligado al de bienestar, y ambos se complementan con los componentes materiales y subjetivos.

PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA

Las políticas del Estado mexicano relacionadas con el bienestar social siguen directrices internacionales, no solo se han enfocado en la evaluación del bienestar económico (medir el producto interno bruto o el ingreso familiar) a partir del primer trimestre del año 2012 se ha considerado medir un módulo llamado "bienestar autorreportado" (BIARE), según fuentes del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI, 2012), el cual tiene como objetivo medir la satisfacción con la vida, la felicidad y las condiciones afectivas de la población adulta mexicana. Así pues, los componentes materiales y subjetivos con los que cuenta el individuo son importantes para medir el bienestar social de los ciudadanos. Esta postura es consistente con las propuestas nacionales que ya se venían implementando por investigadores no gubernamentales, como Arita (2006).

La propuesta BIARE (INEGI, 2012) para medir satisfacción con la vida, en una muestra de 26 409 personas, arrojó en el 2012 los siguientes resultados: el 47,3 % de los participantes aseguró estar satisfecho con su vida, el 36,1 % dijo sentirse moderadamente satisfecho, 11,8 %, poco satisfecho, y el 4,8 % restante respondió estar insatisfecho. Un análisis por condiciones civiles de los entrevistados arrojó que los solteros, los casados y quienes viven en unión libre son las personas más satisfechas y felices con su vida, mientras que los separados, los viudos y los divorciados son los menos satisfechos. En el análisis de felicidad percibida que se evaluó mediante el BIARE (Imaginaméxico, 2012), se consideró la siguiente escala: 1) extremadamente insatisfecha/o, 2) muy insatisfecha/o, 3) algo insatisfecha/o, 4) ni satisfecha/o ni insatisfecha/o, 5) algo satisfecho/a, 6) muy satisfecha/o y 7) extremadamente satisfecha/o. Dicho análisis arrojó, en un total de 100 municipios evaluados, que el municipio con mejor nivel de felicidad percibida en México fue Apodaca, Nuevo León, con 5.70; en el lugar 100, o con menor felicidad percibida, se encontró el municipio de Campeche, Campeche, con un nivel de 4.90. En este contexto, el municipio de Monterrey, Nuevo León, se posicionó en el lugar 55, con un nivel de 5.30 en la escala de felicidad percibida (muy cercano al nivel 6: algo satisfecho).

Los resultados obtenidos con la encuesta BIA-RE son importantes porque son un referente general de la calidad de vida nacional y regional, pero no explican cómo el aspecto cultural o sectario de las poblaciones influye en la calidad de vida. El valor que tienen los bienes materiales (físicos u objetivos) para las personas depende del contexto donde viven, de su posición social u ocupación.

El presente estudio se realizó con el fin de analizar la calidad de vida en una población de profesores en formación que contaran con lazos culturales importantes en Monterrey, Nuevo León. Se tuvo como propósito de estudio identificar los componentes objetivos y subjetivos que comprenden al constructo calidad de vida y, siguiendo el modelo homeostático de Cummins (1996), identificar si los componentes materiales y subjetivos variaban en relación con condiciones específicas de la población, como género y tamaño de familia.

El grupo de docentes en formación es único en México y Latinoamérica, por lo cual resulta interesante estudiarlo en relación con los aspectos objetivos y subjetivos que comprende el constructo calidad de vida. Esta población es importante debido a que serán los profesionales que potencialmente pueden contribuir a la formación de otros individuos dentro de la sociedad. Así también, analizar este constructo en profesores en formación se vuelve significativo en el proceso de reflexión y evaluación de las políticas educativas mexicanas.

A partir de lo anterior se propone, como objetivo de investigación, analizar las diferencias a partir de variables sociodemográficas y/o contextuales de los estudiantes con respecto a los componentes de calidad de vida y explicar si, bajo la lógica del mecanismo homeostático (Cummins, 1996), los alumnos reportan niveles de calidad de vida más altos (o bajos) que los promedios que ellos pueden percibir en el contexto social donde habitan.

Siguiendo esta lógica nacional e internacional, es importante realizar estudios de calidad de vida en la población en general, y en particular en poblaciones vulnerables o que tienen funciones claves en la sociedad. En sintonía con la necesidad de evaluar la calidad de vida de los ciudadanos integrados en la sociedad, se requieren estudios que conciban a poblaciones específicas, como son los profesores en formación, como miembros sociales activos dentro y fuera de las aulas (Salinas-Pérez, Andrade-Vega, Sánchez-García & Velasco-Arellanes, 2013; Vera & Montano, 2003).

Características de la población de estudio

Los estudiantes de las escuelas normales, generalmente (seis de cada diez), tienen a un familiar (padre, abuelo o tío) que ya es profesor en activo dentro del sistema educativo mexicano. Las políticas institucionales que comprenden las facultades normalistas están dirigidas a mantener sus indicadores de eficiencia terminal; bajo esta lógica, en raras ocasiones reprueban o dan de baja a sus alumnos. Así también, el cien por ciento de los alumnos se titula con un reporte de trabajo profesional derivado del séptimo y el octavo semestre. En la mayoría de hogares de los estudiantes normalistas se perciben entre seis y diez salarios mínimos por familia, los cuales se distribuyen regularmente entre los padres y tres hijos en diferentes niveles educativos.

Estas condiciones socioeconómicas posicionan a los estudiantes normalistas, tanto en las zonas urbanas como en las rurales, en la clase media baja, y en muy pocos casos, en la clase media alta. No obstante esta posición social del magisterio, se ha reportado que en su papel de consumidores se comportan como pertenecientes a la clase media, apropiándose de artículos parecidos (vestimenta, autos) y utilizando espacios culturales de distracción similares (Aceituno, Asún, Ruiz, Reinoso, Venegas & Corbalán, 2009).

En síntesis, los estudiantes que ingresan en la escuelas normales, a diferencia de aquellos que ingresan a las universidades e institutos tecnológicos, tienen algunas diferencias, a saber: a) presentan un menor nivel de incertidumbre laboral, b) tienen la garantía de mantenerse y egresar de su institución y c) saldrán titulados y con la certeza de ser asegurados por el Sindicato Nacional de los Trabajadores de la Educación. Lo anterior indica que la población de los futuros docentes de educación básica es una comunidad que convive dentro de una cultura laboral familiar y sindical, se conocen dentro del gremio y tienen muy bien delimitados sus objetivos y metas profesionales. Así, el presente estudio tuvo como objetivo evaluar calidad de vida en esta población.

MÉTODO

Participantes

La población de estudio de profesores en formación en la zona urbana de Monterrey, N. L., fue considerada como el total de alumnos que se encontraba en el último semestre de la carrera. Así pues, la población fue elegida por conveniencia. El tamaño de la muestra solo fue acotado por el acceso, la disponibilidad y la "muerte experimental" que ocurre en los estudios de este tipo.

La población inicial de participantes estuvo comprendida por 630 alumnos que estudiaban el último semestre de la carrera de Educación en las universidades públicas normalistas. Dicha población fue localizada en tres escuelas normales de Monterrey, Nuevo León: 1) Miguel F. Martínez, 2) Humberto Lozano y 3) Moisés Sáenz. No obstante, y por la pérdida de participantes por cuestiones previsibles en toda investigación, se obtuvo una muestra de 473 participantes.

En cuanto a los criterios de inclusión, se consideró a jóvenes estudiantes que fueran hombres o mujeres de entre 18 a 25 años de edad y que tuvieran a uno de sus padres o abuelos vivos, en ejercicio del magisterio en el sistema de educación básica, y que estos últimos contaran con una residencia de por lo menos cinco años en la zona conurbada de Monterrey.

Instrumentos

Para medir la calidad de vida se aplicó una batería de pruebas conformada por 51 ítems, la cual fue integrada y ajustada por Arita (2005; 2006) a partir de:

1. Escala de bienestar psicológico (Banks, Clegg, Jackson, Kemp, Stafford & Wall, 1980), la cual contiene 12 reactivos que evalúan el bienestar afectivo, a su vez se conforma por tres factores (F1 alfa = .71, F2 alfa = .71 y F3 alfa = .32) los cuales explican el 48,9 % de la varianza.

2. Escala de creencias de capacidad (De La Herrán & Arita, 2003), que evalúa la capacidad que el individuo cree tener para enfrentar la vida. Se forma por 8 reactivos divididos en dos factores (F1 capacidades subjetivas, alfa = .84 y F2 capacidades objetivas, alfa = .51) que en conjunto explican el 61,1 % de la varianza.

3. Escala de satisfacción con la vida (Diener, Em-mons, Larsen & Griffin, 1985), que evalúa la satisfacción global de esta. Se compone de un solo factor con 5 reactivos, que explican el 50,5 % de la varianza, y tiene un alfa de .74.

4. Índice de bienestar personal (Cummins, Eckersley, Pallant, Vugt & Misajon, 2003). La escala queda constituida por tres factores: el primero se refiere a la satisfacción por la localidad (alfa = .89), seguido por satisfacción personal (alfa = .82) y satisfacción por el apoyo social (alfa = .74). En conjunto, explican el 54,9 % de la varianza.

5. Se agregaron tres ítems únicos: uno que mide lo que Palomar (1998) denomina felicidad sentida, otro que mide satisfacción global con la vida (Campbell, Converse & Rodgers, 1976), y uno más que determina el bienestar global por la localidad (Veenhoven, 1994). Adicionalmente, se agregó un apartado en la entrevista para levantar datos sociodemo-gráficos y/o contextuales, tales como: sexo, número de enseres en el hogar, tamaño de la familia y si los padres son maestros o no.

Tánori (2011) sometió a prueba toda la batería integrada y ajustada por Arita (2005) para establecer los valores de validez por constructo y confiabilidad. Para la validez se reportaron indicadores aceptables, ya que se cumplió con el criterio de la medida de adecuación de muestreo (KMO), donde todos los valores obtenidos están por encima de .50, valor considerado como mínimo para determinar si es conveniente someter los datos a un análisis factorial. Además, el alfa de Cronbach tendió a estar por encima del límite inferior aceptado, el cual es de .60 a .70 (véase a Hair, Anderson, Tatham y Black, 2007), esto para las subescalas: bienestar personal, bienestar psicológico, creencias de capacidad, la satisfacción por la vida en Hermosillo y satisfacción por la vida. En todos los casos se extrajo un solo componente, comprobando la unidimensionalidad y ortogonalidad entre dimensiones. Solo en bienestar psicológico, la solución más viable consistió en tres componentes.

Se procedió a realizar un análisis factorial de segundo orden para conjuntar todas las medidas antes procesadas. En este sentido, los resultados en este nuevo factorial de segundo orden coincidieron con lo obtenido por Arita (2005; 2006), lo que refuerza que las medidas de índice de bienestar personal y local, lugar donde se vive (Cummins, Eckersley, Pallant, Vugt & Misajon, 2003), bienestar psicológico (Banks et al., 1980), creencias de capacidad (De La Herrán & Arita, 2003),felicidad sentida (Palomar, 1998) y la vida como un todo (Campbell, Converse & Roger, 1976), generan dos componentes: uno referido al aspecto proximal del bienestar, y el otro a lo distal, que es lo que se denomina calidad de vida.

Ver Tabla 1

Así pues, los atributos anteriormente señalados de la batería propuesta por Arita (2005) se utilizaron en la población de estudiantes normalistas para evaluar el constructo calidad de vida.

Procedimiento

El permiso para poder acceder a las instalaciones de las universidades normalistas se gestionó formalmente por oficio con las autoridades competentes, explicándoles los objetivos de la investigación y compartiéndoles copias del proyecto ejecutivo de la misma. Una vez que fue aceptado el proyecto, se concertaron las fechas para levantar los datos. A los alumnos se les explicaron de manera general los fines de la investigación y se les extendió una carta donde se exponían y se solicitaba su consentimiento

informado para participar en el mismo. No hubo casos de estudiantes que se negaran a participar, y de manera voluntaria firmaron la aceptación para participar en la investigación.

La aplicación del instrumento fue realizada por dos estudiantes de posgrado previamente entrenados y estandarizados. Dicha tarea se realizó en grupos de quince a veinte alumnos. Para responder la prueba, los participantes (estudiantes normalistas) fueron separados a una distancia prudente (delante, atrás y hacia los lados) para evitar distractores entre ellos. La duración de la recolección de datos fue entre 40 y 45 minutos.

Para la captura, depuración y análisis de datos se utilizó el paquete estadístico SPSS versión 20. En términos de análisis, para el contraste de las hipótesis, se realizaron pruebas t de Student y análisis de varianza de una sola vía para muestras independientes. Además, se realizaron análisis de regresión por pasos para explicar el bienestar personal y la satisfacción por la vida.

RESULTADOS

Se realizaron análisis con pruebas t de Student para explorar si había diferencias en los participantes, en la batería propuesta por Arita (2006), en cuanto a las condiciones generales de los estudiantes normalistas, como son el género, la situación laboral y el estado civil. Únicamente se encontraron diferencias significativas en las subescalas cuando se compararon en relación al género, con respecto a la felicidad sentida (o percibida) y el bienestar psicológico. En cuanto a felicidad sentida, las mujeres reportan una media más alta (4.87), con una diferencia estadística de valor t = 2.62 y p = .009 en comparación con la media obtenida por hombres (4.35). En cuanto al bienestar psicológico, las mujeres reportaron una media de 3.26, la cual fue más baja en relación con los hombres (3.37) con una diferencia estadísticas de valor t = 2.38 y una p = .01. En los demás contrastes, ninguna de las comparaciones relacionadas con trabajar o la condición de vida de los padres (en pareja o solos) resultaron significativas.

Para el contraste de hipótesis a través del análisis de varianza con variables politómicas se compararon las variables tamaño de la familia, si algún del miembro de la familia trabajó o trabaja como profesor, las medias de ingreso familiar y el número de enseres.

En la tabla 2 se presenta el resultado del análisis de varianza, contrastando las medias para cada una de las dimensiones de calidad de vida del modelo de Cummins y la presencia o ausencia de alguno de los padres trabajando como maestro. Los datos demostraron que existen diferencias significativas entre los normalistas que tienen a sus padres laborando como maestros y aquellos que no tienen a sus padres ejerciendo la docencia, con respecto a la percepción de la calidad de vida, el bienestar personal y el índice de bienestar en Monterrey. Así pues, los estudiantes normalistas que tienen a sus padres trabajando como maestros perciben mejor calidad de vida en Monterrey que aquellos que no tienen a sus padres laborando como profesores. Cabe señalar que las variables que resultan significativas están relacionadas particularmente con indicadores vinculados al territorio y a la vida social en el municipio, más que con aspectos personales.

Aunado a lo anterior, otra variable que mostró diferencias significativas fue el tamaño de la familia. Esta variable incide solamente en el bienestar psicológico (F = 4.25; P = .006). Así, el bienestar psicológico disminuye en la medida en que se incrementa el número de miembros de la familia. En este caso, y a diferencia de lo que sucede cuando un miembro de la familia es docente, los alumnos de las escuelas normales asocian el número de miembros de la familia con un deterioro en el aspecto proximal de la calidad de vida más que en el componte distal (véase la tabla 3).

Lo mismo sucede cuando se contrasta el número de enseres que los alumnos de la normal poseen en su vivienda en relación con las variables del modelo de calidad de vida. Las diferencias significativas se encuentran en el bienestar psicólogo (F = 3.90; P = .009), la felicidad sentida (F = 3.60; P = .01) y la vida como un todo (F = 3.46; P = .01). Así, en la medida que se incrementa el número de enseres se mejora la percepción de calidad de vida proximal, que incluye a la vida como un todo, la felicidad sentida y el bienestar psicológico (véase la tabla 4).

Por otra parte, se realizó un análisis de regresión por pasos para explicar el bienestarpersonal de los normalistas a partir de su percepción de la vida como un todo, la vida en Monterrey, la satisfacción por la vida, la felicidad sentida, el bienestar psicológico y el índice de bienestar en Monterrey. Las seis variables independientes en interacción explican el 44 % de la varianza del bienestar personal, cumpliendo el criterio de independencia con una Durbin-Watson de 2.09 (autocorrelación negativa), lo cual nos indica que existe independencia entre los residuos.

De igual manera, el modelo contrasta la hipótesis a través de la prueba Anova de que la R es mayor a cero y, en concordancia, las variables involucradas están linealmente relacionadas. La raíz cuadrada de la media cuadrática residual es igual a .33 y se refiere a la parte de la variabilidad de la variable independiente que no es explicada por la recta de regresión de los residuos (véase la tabla 5).

El modelo de regresión múltiple resultó de la siguiente manera: bienestar personal = 1.76 + .35 (la vida como un todo) + .17 (la vida en Monterrey) + .19 (satisfacción con la vida) + .11 (felicidad sentida) + .11 (bienestar psicológico) + .11 (índice de bienestar en Monterrey.). El índice de condición obtenido en el diagnóstico de colinealidad oscila entre .57 y .85, indicando que no existe problema de colinealidad.

La variable que tiene mayor importancia relativa es la vida como un todo, con un valor beta de .35. Le sigue la variable satisfacción por la vida, con un valor beta de .19, y la variable que presenta menor importancia relativa en el modelo es el índice de bienestar de Monterrey, con .11. Finalmente, totas las variables cumplen con niveles de de manera significativa a explicar lo que ocurre significancia menores a .05, esto quiere decir que todas las variables independientes contribuyen con el bienestar personal (ver tabla 5).

Además se efectuó un análisis de regresión por pasos para detallar la relación entre las variables independientes creencia de capacidad, felicidad sentida, bienestar psicológico, la vida como un todo y la variable dependiente satisfacción por la vida. Se encontró que la interacción entre las variables independientes explica el 42 % de la varianza de la satisfacción con la vida y, de igual manera, se cumple con el criterio de independencia, con un Durbin-Watson de 1.91.

De igual forma, el modelo contrasta la hipótesis a través de la prueba Anova, de que la R es mayor a cero y, en concordancia, las variables involucradas están linealmente relacionadas. La raíz cuadrada de la media cuadrática residual es igual a .69 y se refiere a la parte de la variabilidad de la variable independiente que no es explicada por la recta de regresión de los residuos.

El modelo de regresión múltiple resultó de la siguiente manera: satisfacción por la vida = -2.09 + .46 (creencia de capacidad) + .18 (felicidad sentida) + .15 (bienestar psicológico) + .13 (la vida como un todo). El índice de condición obtenido en el diagnóstico de colinealidad oscila entre .87 y .93, indicando que no existe problema de colinealidad.

La variable que tiene mayor importancia relativa es la creencia de capacidad, con un valor beta de .46, le sigue la variable felicidad sentida, con un valor beta de .18, y la variable que presenta menor importancia relativa en el modelo es la vida como un todo, con .13. Finalmente, todas las variables cumplen con niveles de significancia menores a .01, esto quiere decir que todas las variables independientes contribuyen de manera significativa a explicar lo que ocurre con el bienestar personal (véase la tabla 6).

DISCUSIÓN

El bienestar personal en estudiantes de último semestre de las escuelas normalistas de Monterrey (Miguel F. Martínez, Humberto Lozano y Moisés Sáenz) se relaciona con la percepción de la vida como un todo, mientras que la satisfacción con la vida está determinada por la creencia de capacidad y el bienestar psicológico, los cuales son aspectos más específicos del comportamiento. Por otro lado, los enseres, número de hijos y ocupación del padre son variables relacionadas con el bienestarpsicológico. Así también, la relación entre el ingreso y el juicio de bienestar muestran un vínculo heterogéneo (la homeostasis entre ambos es variable), pero la relación de ambos es importante para aquellas personas de clase media baja (Rojas, 2007).

La percepción de la calidad de vida disminuye en la medida que los bienes materiales desmejoran: no obstante que los bienes materiales pueden contribuir a una mejor calidad de vida, el índice de bienestar en profesores en formación se vuelve importante cuando un familiar como el padre o madre son maestros. Esto indica que la certidumbre laboral y la certeza de ingreso es un rasgo importante para equilibrar la percepción de calidad de vida cuando se percibe que la cantidad de bienes materiales es menor a la que se podría tener. Este hallazgo es consistente con el supuesto teórico de Cummins (1996), el cual sugiere que hay mecanismos homeostáticos que estabilizan o compensan cuando uno de los componentes de la calidad de vida (material o subjetivo) es proporcionalmente inferior a otro.

El componente bienestarpsicológico no arrojó diferencias estadísticamente significativas en cuanto al ingreso familiar; no obstante, el número de hijos y la cantidad de enseres sí se relacionan con los niveles de bienestar psicológico. Una explicación obvia de este hallazgo es que la posesión filial (hijos, seres queridos) es más importante que el dinero (ingreso) que se puede obtener mensualmente. Del mismo modo, los enseres domésticos, como posesión material, son relevantes en el sentido en que son los objetos concretos que se han acumulado como capital familiar entrañable y no en cuanto a los posibles que podría obtenerse con el ingreso.

Por otro lado, el bienestar personal no mostró diferencias significativas, ni con el ingreso familiar, ni con la cantidad de enseres, ni con el número de hijos. Dados estos resultados, y por la naturaleza de este componente, es posible que el sentirse bien consigo mismo dependa de juicios globales y no específicos como los que subyacen a las variables anteriores. Dado lo anterior, podemos adelantar que el bienestar psicológico es el componente que más se asocia con la calidad de vida de los profesores en formación en la zona urbana de Monterrey; este hallazgo es similar al que encontró Casas (2009).

Así mismo, la vida como un todo, específicamente en relación al índice de bienestar de Monterrey, no contribuye a explicar la calidad de vida percibida en relación con pertenecer o vivir en Monterrey. Hay cierta correspondencia entre el índice de calidad nacional obtenido a través de BIARE y el índice obtenido con la población de profesores en formación. Debemos recordar que en la medición que se hizo a través de la encuesta BIARE, Monterrey obtuvo un nivel cercano a la media nacional en términos de calidad de vida, y la zona de Apodaca fue el nivel más alto que se reportó en los 100 municipios evaluados. Es posible que pertenecer a la zona conurbada de Monterrey no contribuya a la calidad de vida de los profesores en formación debido a la escala de violencia que se ha generalizado en toda la república mexicana, y que se ha recrudecido en estados como Nuevo León y Guerrero. Dado que hay muchos interrogantes vinculados a si el hecho de pertenecer o no a una población en particular contribuye a explicar la calidad de vida, en futuras investigaciones a este respecto sería conveniente considerar dimensiones o reactivos que permitan arrojar respuestas sobre seguridad nacional, seguridad regional y seguridad personal en términos del apoyo que otorga el Gobierno y las instituciones en el resguardo del patrimonio y la vida de sus ciudadanos.

Con la evidencia anterior se puede decir que la calidad de vida de los profesores en formación está estrechamente relacionada con la profesión que ejercerán; y, prospectivamente, con la certidumbre de que se les pagará un salario, se les otorgarán prestaciones y se les protegerá sindicalmente. Particularmente, la incorporación al sindicato les permite visualizarse como miembros de un grupo afiliativo protegido. Así pues, la percepción de estabilidad laboral puede deberse a una institucionalización del magisterio; esto ha ocurrido de la mano de un sindicato fuerte, exigente y disidente hacia las nuevas políticas educativas. Por esta razón no es raro que un docente en formación (alumno), que cuenta con un padre o familiar docente, manifieste indicadores positivos en su calidad de vida. La profesión de docente en México ha sido garantía para tener y conservar un trabajo.

Esta condición sui géneris del magisterio mexicano debería dar una ventaja competitiva al sistema educativo, orientando a sus profesores a mejorar su desempeño profesional o didáctico; empero, y paradójicamente, en las estadísticas nacionales de otorgamiento de plazas 20122013 los resultados no son halagüeños. De un total de 134 704 profesores postulantes, 129 908 (el 96 %) obtuvieron la calificación mínima requerida, y 4796 profesores (0,03 %) obtuvieron una calificación no aceptable, según la Secretaría de Educación Pública (SEP, 2013), es decir, el 96 % de los profesores que obtienen una plaza en México cumplen con el mínimo requerido para desempeñar su profesión. Lamentablemente esto también se refleja en el desempeño académico de los estudiantes mexicanos en la prueba PISA (Programme for International Student Assessment), ocupando el último lugar dentro de los países miembros de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE).

La reciente reforma educativa que se aprobó en el año 2013 establece unas condiciones sociopolíticas muy distintas a las que ha gozado el magisterio de la educación básica; al parecer, con la nueva reforma (donde todos son y deben ser evaluados) el sindicato ya no tiene el poder político que tenía para proteger a sus agremiados ante sus ineficiencias. Actualmente las evaluaciones a los profesores se han establecido como obligatorias para otorgarles una plaza; no obstante, por los resultados decepcionantes anteriormente mencionados, deberán de plantearse estrategias para apoyar y fortalecer las competencias docentes de los profesores. En futuras investigaciones habrá que analizar y comparar la percepción que tienen los profesores de su calidad de vida antes y después de la reforma educativa y cómo esta pudiese contribuir a sus buenas prácticas docentes.


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