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Psicología desde el Caribe

Print version ISSN 0123-417XOn-line version ISSN 2011-7485

Psicol. caribe vol.40 no.1 Barranquilla Jan./Apr. 2023  Epub Oct 06, 2023

 

Artículos

Estereotipos de género como predictores de sexismo hostil y benevolente en hombres y mujeres heterosexuales

Gender stereotypes as predictors of hostile and benevolent sexism in heterosexual men and woman

Jose Hernando Ávila Toscano*  a 
http://orcid.org/0000-0002-2913-1528

Gisell De La Rosa Gutiérrez* 
http://orcid.org/0000-0002-2411-6556

Emilio Ariel Hernández Chang* 
http://orcid.org/0000-0001-6976-8091

Abigail Navarro Barreto* 
http://orcid.org/0000-0002-0318-4584

Rosaura Blanquicet Genes* 
http://orcid.org/0000-0002-8516-0980

* Corporación Universitaria Reformada. Barranquilla (Colombia)


Resumen

Los estereotipos de género asignan rasgos a hombres y mujeres generando segregación social y se relacionan con actitudes sexistas. Los objetivos de este estudio fueron identificar estereotipos de género y manifestaciones de Sexismo Hostil y Benevolente en hombres y mujeres heterosexuales, y determinar si las creencias estereotípicas junto con las características demográficas predicen el tipo de sexismo. Mediante diseño transversal predictivo se evaluó a 475 personas (62.3% mujeres, 33.7% hombres), cumpliendo el análisis con la muestra general y con hombres y mujeres por separado usando modelos de regresión lineal. Se identificaron dos formas estereotípicas, a) Rasgos y características de superioridad masculina, b) Dominancia masculina; ambas predicen el Sexismo Benevolente, pero los estereotipos de superioridad masculina demuestran mayor explicación de la variable (R 2=.39, f 2=.63>.35, 1-β=1.0), que los basados en dominancia del varón (R 2=14, f 2=.16>.15, 1-β=1.0). El Sexismo Hostil también es predicho por el primer grupo de estereotipos (R 2= 41, f 2=.69, 1- β=1.0). Entre los hombres, ambos estereotipos predicen las formas sexistas y en las mujeres el efecto de estereotipos de dominación masculina es reducido. Los estereotipos que asumen superioridad de los hombres (independencia, inteligencia, liderazgo, etc.) son los principales predictores de actitudes sexistas.

Palabras clave: sexismo hostil; sexismo benevolente; estereotipos; género; discriminación

Abstract

Gender stereotypes assign traits to men and women generating social segregation and are related to sexist attitudes. The objectives of this study were to identify gender stereotypes and manifestations of Hostile and Benevolent Sexism in heterosexual men and women, and to determine whether stereotypical beliefs together with demographic characteristics predict the type of sexism. Using a cross-sectional predictive design, 475 people (62.3% women, 33.7% men) were evaluated, completing the analysis with the general sample and with men and women separately, to calculate linear regression models in each subsample. Two stereotypical forms were identified, a) Traits and characteristics of male superiority, and b) Male dominance; both predict Benevolent Sexism, but the stereotypes of male superiority present a higher level of explanation of the variable (R 2 =.39, f 2=.63>.35, 1-β=1.0), than those based on male dominance (R 2 =14, f 2=.16>.15, 1-β=1.0). Hostile Sexism is also predicted by the first group of stereotypes (R 2= 41, f 2=.69, 1-β=1.0). Among men, both stereotypes predict sexist ways, while among women the effect of male dominance stereotypes is of little relevance. Stereotypes that assume male superiority (independence, intelligence, leadership, etc.) are the main predictors of sexist attitudes.

Keywords: hostile sexism; benevolent sexism; stereotypes; gender; discrimination

Introducción

Los estereotipos son creencias colectivas transmitidas generacionalmente, por lo que al pasar el tiempo se toman como naturales y se arraigan al sentido común (Almansa- Martínez & Gómez de Travesedo-Rojas, 2017; Ortega & Lluna, 2016, Larrañaga, 2017). Algunas de estas ideas se basan en la constitución genital de las personas, a partir de la cual se atribuyen comportamientos, sentimientos y actitudes que definen las cualidades que supuestamente se debería poseer por ser hombre o mujer (Bosak et al., 2018; Madolell et al., 2019; Villanueva-Blasco & Grau-Alberola, 2019), a ese conjunto de ideas se le denomina estereotipos de género.

Desde la niñez, las personas se identifican como hombre o mujer a partir de categorías definidas mediante convenciones sociales, adquiriendo rasgos cognitivos, pensamientos y actitudes asignados a su género (Larrañaga & Sánchez, 2017). Estos repertorios conductuales se extienden a todo el ciclo vital derivando en que durante la adolescencia o la adultez pocas veces se tenga conciencia de dichas preconcepciones (Ortega & Lluna, 2016).

Conviene subrayar que los estereotipos de género ayudan a perpetuar la división de los grupos sexuales que afecta sustancialmente la vida de la mujer, vista como sumisa mientras el hombre se asume como dominante (Donnelly, 2017; González-Rivera & Díaz- Loving, 2018). En la actualidad en múltiples países aún existen normas sociales contradictorias en relación con la equidad individual, en tanto se promueve la libertad sexual y la igualdad, pero en la cotidianidad se sigue reproduciendo el estándar educativo que fomenta la abnegación de las mujeres (Díaz-Loving et al., 2019) conllevando a su segregación.

A estas convenciones sociales asignadas al género les subyacen relaciones de jerarquía y estatus (Velasco & Hernández, 2017) en las que se jerarquiza al hombre y a la mujer conllevando a desigualdades (Falcón et al., 2015), dentro de estas dinámicas se enmarcan las prácticas sexistas. El sexismo implica toda práctica o prejuicio que lleve a la infravaloración de la mujer en relación con los hombres, asimismo, toda acotación que aluda al género o la categoría sexual de una persona puede catalogarse como sexista (Ramos et al., 2018). Las actitudes sexistas tienen un carácter universal (Glick et al., 2000), suelen ser inconscientes y algunas veces imperceptibles (Rojas & Moreno, 2016), la literatura diferencia diversos tipos que conforman lo que hoy se cataloga como sexismo ambivalente (Garaigordobil & Aliri, 2011).

El primero es el sexismo hostil, que resalta la inferioridad de las mujeres e impide que accedan a las mismas posibilidades del varón, percibiéndolas con poca capacidad para ejercer actividades de liderazgo (Glick & Fiske, 1996; Ramiro-Sánchez et al., 2018), las encasilla como incompetentes, las enmarca como emocionales y enfatiza la utilización de la manipulación como forma de ganar poder (Connor et al., 2016; Hammond & Overall, 2017). Por su parte, el sexismo benevolente abarca actitudes enmascaradas como positivas pero cuya percepción de la mujer es limitante, estas actitudes son afines a la creencia de que las mujeres necesitan protección convirtiéndose en un aspecto fundamental en las relaciones de pareja.

Si bien pareciese no ser tan dañino (Glick & Fiske, 1996; Ramiro-Sánchez et al., 2018), promueve la visión estereotípica de la mujer basada en roles asociados con lo materno, el cuidado y la protección. Esta forma sexista presenta a la mujer como sensible bajo ideales de ternura por lo cual merecen la protección varonil (Bosson et al., 2021). Así pues, la aparente virtuosidad masculina del sexismo benévolo opera como contrapeso del sexismo hostil provocando la complicidad femenina en su propia subordinación (Becker & Wright, 2011).

Algunas fuentes señalan que el sexismo es más frecuente en individuos de nivel socioeconómico medio y alto en comparación con los de nivel bajo (Cárdenas et al., 2010), otras indican que son ideas comunes entre hombres con cierto fundamentalismo en sus prácticas religiosas (Madolell et al., 2020). El sexismo hostil es más frecuente en hombres que en mujeres (Algovia, 2021), y en general, ser varón ha sido reportado como un predictor de esta forma sexista (Garaigordobil & Aliri, 2011; Malonda et al., 2017), aunque su manifestación tiende a sufrir descensos con el paso del tiempo. En cambio, entre los hombres el sexismo benevolente es estable presentando una trayectoria lineal positiva con la edad (Hammond et al., 2018), la razón de esto según los estudiosos, podría estar en que representa un mecanismo sutil de demostración de poder (Hammond et al., 2018), muchos hombres apelan a sus ideas benevolentes para ofrecer ayuda social directa a la mujer en lugar de proporcionarle herramientas de resolución personal, lo que perpetúa la idea de fragilidad en ella y la necesidad de ayuda del varón (Shnabel et al., 2016).

En resumen, los estereotipos de género y el sexismo entretejen actitudes y comportamientos que promueven la sobrevaloración de un sexo sobre otro (Boira et al., 2017), son legitimados socialmente (Cuervo et al., 2016) e incluso aceptados como una forma de aprobación social (Carrasco et al., 2021), de allí que este estudio proponga analizar algunos aspectos que influyen en estas prácticas discriminatorias, atendiendo a la necesidad de entender que sexismo y estereotipos de género son una problemática que concierne a todas las personas y de ahí la importancia de ser visibilizados (Eldabli et al., 2021; López-Zafra & García-Retamero, 2021).

A partir de estos antecedentes, el presente estudio estableció dos objetivos de investigación; a) Identificar estereotipos de género y manifestaciones de sexismo hostil y benevolente en hombres y mujeres, b) Determinar si las creencias estereotípicas junto con las características demográficas de los participantes predicen el tipo de sexismo manifestado.

Método

Participantes

Se ejecutó un estudio transversal predictivo que permitió evaluar la relación funcional entre diversas variables predictoras y una variable criterio (Ato et al., 2013). Por medio de un muestreo accidental (o consecutivo) no probabilístico se seleccionó a hombres y mujeres que declararon ser heterosexuales, independientemente de su nivel de formación, ocupación o afiliación religiosa. Se recogió la información de 485 participantes de los cuales 10 fueron descartados por no haber diligenciado correctamente los instrumentos. La muestra final fue de 475 personas con una media de edad de 25.59 años (DT=7.6), de los cuales 179 (37.7%) eran hombres (M edad=25.59, DT=7.6) y 296 (62.3%) mujeres (M edad=24.72, DT=7.9). De acuerdo con su condición socioeconómica 41.1% (n=195) de los participantes eran de estrato uno, 29.3% (n=139) de estrato dos y 29.7% (n=141) de estrato tres. Según el nivel de formación 16.2% (n=77) eran universitarios (en curso), 36.2% (n=172) culminó la educación media (bachillerato), 18.3% (n=87) eran profesionales y 29.3% (n=139) tenía formación técnica.

Instrumentos

Cédula de datos demográficos. Consiste en un registro simple de los datos básicos a partir de los cuales se identificaban variables sociodemográficas: sexo, edad, condición socioeconómica y nivel de formación.

Escala de Detección de Sexismo en Adolescentes (DSA) (Recio et al., 2007). Es un instrumento de 26 ítems con escala tipo Likert de seis puntos (1= Totalmente en desacuerdo; 6= Totalmente de acuerdo) que mide sexismo hostil (16 ítems) y benevolente (10 reactivos). Las autoras reportan datos de consistencia interna favorables con valores Alpha de Cronbach de .80 y .91 para la primera y segunda subescalas respectivamente, además de buenos índices de bondad de ajuste (GFI=.92, AGFI=.91, NFI=.90, NNFI=.93 y CFI=.94).

La estructura factorial de la escala fue revisada siguiendo un procedimiento parsimonioso similar al realizado por sus autoras (Recio et al., 2007), la matriz de dispersión empleó correlaciones policóricas y la extracción factorial se cumplió con Mínimos Cuadrados no Ponderados. Se empleó Análisis Paralelo para determinar el número de dimensiones (Timmerman & Lorenzo-Seva, 2011) mientras que la rotación para lograr la simplicidad de los factores se cumplió con el método Robust Promin (Lorenzo-Seva & Ferrando, 2019).

Se probó la solución bidimensional del cuestionario con óptima adecuación de la matriz de correlaciones (Bartlett = 5466.7[gl=300]; p = .001 < .01; KMO = .93) para diferenciar sexismo benévolo y hostil, cuya organización se mantuvo similar a la versión española (Recio et al., 2007), excepto por la supresión del ítem 7 debido a su baja carga factorial (<.40). Los datos de ajuste del modelo fueron muy buenos (GFI=.99, AGFI=.99, NNFI=.99, CFI=.99), además, la consistencia interna de las puntuaciones fue buena para la escala general (φ=.88, α=.95), así como para el sexismo benevolente (φ=.88, α=.88) y el hostil (φ=.95, α=.94).

Cuestionario de Estereotipos de Género. Se trata de un instrumento diseñado ad hoc para el presente estudio a partir de la encuesta realizada por Burguete et al. (2010) que originalmente identifica actitudes y estereotipos de género a nivel general mediante cuatro ítems, y dispone de ocho ítems adicionales que evalúan estereotipos enfocados en el personal de enfermería empleando una escala tipo Likert de cinco puntos (1=Muy en desacuerdo, 5=Muy de acuerdo). A partir de los ítems propuestos por Burguete et al. (2010) se realizó una adaptación contextual y semántica para la medición de actitudes y estereotipos de género en población general (p. e.: ítem original: los enfermeros tienen más oportunidades de promoción; ítem ajustado: Las mujeres tienen menos oportunidades de promoción laboral). Además, se conservó la gradación tipo Likert de cinco puntos.

Las propiedades psicométricas se probaron con un procedimiento similar al cumplido con la escala DSA. En este caso la adecuación de la matriz de correlaciones fue buena (Bartlett [gl=55] = 1540.7; p = .001 < .01; KMO = .84). El modelo factorial retuvo dos factores compuestos por diez ítems, el primer factor se denomina Estereotipos de Roles y Capacidades con Superioridad Masculina (ECSM) compuesto por seis ítems (φ=.78, α=.77) y explica 39.6% de la varianza, mientras que al segundo lo componen cuatro ítems, se denomina Estereotipos de Dominancia Masculina (EDM) (φ=.67, α=.66) y explica 15.1% de la varianza. Los índices de bondad de ajuste fueron buenos (GFI=.99, AGFI=.99, NNFI=.98, CFI=.99), así como la consistencia interna de las puntuaciones para la escala global (φ=.82, α=.82). La versión final del cuestionario se aprecia en el Anexo 1.

Procedimiento

Los instrumentos fueron cargados en un formulario en línea creado mediante Google Forms®, en el cual se incluyeron los dos cuestionarios junto con la cédula de datos demográficos (sexo, edad, nivel educativo, estrato social). Posteriormente fue distribuido por redes sociales de Internet y la recolección de los datos se realizó entre marzo y agosto de 2021. El formulario incluía el consentimiento informado donde se garantizó la privacidad de los participantes, además, el protocolo de investigación respondió al cumplimiento de lineamientos éticos nacionales e internacionales.

Análisis de datos

Inicialmente se realizó la adecuación del conjunto de datos puesto que no mostraron ajuste a distribución normal. Las dos formas sexistas y los ECSM se transformaron mediante el método de dos pasos (Two-Step Approach) basado en rangos fraccionales a los cuales se aplica ecuación de regresión inversa (Templeton, 2011). Los EDM se transformaron empleando la raíz cuadrada, que es apropiada para distribuciones con sesgo positivo (Rodríguez & Ruiz, 2008) (ver Tabla 1); su aplicación se cumplió siguiendo las recomendaciones de la literatura (Hair et al., 1999; Osborne, 2002).

Tras la corrección de lo datos, se probaron las relaciones entre las formas de sexismo y los estereotipos de género con el coeficiente de correlación de Pearson calculando el tamaño de efecto con el estadístico ρ (pequeño=.10, mediano=.30, grande=.50), mientras que el papel de las variables demográficas se analizó mediante ANOVA cumpliendo el análisis post hoc con la HSD de Tukey. Las variables que resultaron significativas fueron incluidas en modelos de regresión lineal y se calculó su tamaño de efecto con f 2 (pequeño=.02, mediano=.15, grande=.35). El análisis de los datos se cumplió con SPSS v.23 (IBM, 2014) y el tamaño de efecto y la potencia estadística se calcularon con G*Power v3.1.9.7 (Faul, 2020).

Resultados

En la Tabla 1 se recoge la información de los estadísticos de resumen de las variables sexismo y estereotipos, incluyendo los valores correspondientes a las transformaciones de las que fueron objeto.

Tabla 1 Datos descriptivos con prueba de normalidad de las variables sexismo y estereotipos de género. 

*p < .05, Z = Prueba de Kolmogorov-Smirnov.

Fuente: elaboración propia.

Se probó la existencia de relaciones entre las variables (Tabla 2), cuyos resultados señalan relaciones directas estadísticamente significativas entre los estereotipos y el sexismo. Estas relaciones se diferenciaron de acuerdo con el sexo, para lo cual se cumplió el cálculo del coeficiente de correlación entre las variables para la muestra de hombres (n = 179) y de mujeres (n = 296), en las que se corroboró la relación positiva entre las variables de estudio. En todos los casos los ECSM mostraron las relaciones más fuertes con las formas sexistas.

Tabla 2 Coeficiente de correlación (r) y tamaño de efecto (ρ) entre el sexismo y los estereotipos de género considerando la muestra general y su segmentación por sexo. 

** p<.01. p=pequeño, m=mediano, g=grande. ECSM=Estereotipos de roles y capacidades con superioridad masculina, EDM= Estereotipos de dominancia masculina.

Respecto a las características demográficas de los participantes, no se hallaron relaciones entre la edad y ninguna de las variables de estudio (p >. 05), asimismo, pese a que se observaron diferencias significativas del Sexismo Benevolente (F [3-474] = 4.463, p = .004 <.01) y Hostil (F [3-474] = 4.047, p = .007 <.01) frente al nivel de formación, estas fueron descartadas por acompañarse de reducida potencia estadística (1-β < .80). En cambio, la condición socioeconómica sí resultó significativa observándose mayores niveles de Sexismo Benevolente (F [2-474] = 5.275, p = .005 < .01, η 2 = .14, 1-β = .82) en las personas de estrato social 1 en comparación con los de estrato 3 (Tukey [HDS] = 3.70, p = .005<.01), resultado similar aplicable en relación con el Sexismo Hostil (F [2-474] = 5.268, p = .005 < .01, η 2 = .14, 1-β = .82) donde también se identificó mayor sexismo entre los participantes del primer estrato (Tukey [HDS] = 5.26, p = .004 < .01).

Finalmente, se probó en qué medida los estereotipos operaban como variables predictoras frente a las dos formas de sexismo, para ello se elaboraron modelos de regresión. El análisis preliminar de los supuestos para los modelos mostró una relación positiva baja entre ambos estereotipos (r = .382, p = .001 <.01), lo cual resulta aceptable para un modelo de regresión, sin embargo, al emplearlos como predictores de forma simultánea se observaba una fuerte interacción entre ellos que aumentaba el poder predictivo de los estereotipos de dominación masculina, pero reducía notablemente los valores de Tolerancia, señal de que la variabilidad de una variable independiente no podía explicarse sin la presencia de la otra. Esto condujo a optar por emplear regresiones lineales simples, además, siguiendo el planteamiento de estudios antecedentes (Garaigordobil & Aliri, 2011; Malonda et al., 2017) se formuló un modelo general para toda la muestra en cada tipo de sexismo y modelos desagregados por género con el fin de identificar posibles diferencias en el papel funcional de los predictores para los varones y las mujeres (Tabla 3).

Tabla 3 Resultados de los modelos de regresión que representan las variables predictoras del sexismo benevolente y hostil. 

**p<.01, EE= Error típico, ECSM=Estereotipos de roles y capacidades con superioridad

masculina, EDM= Estereotipos de dominancia masculina.

Ambas formas estereotípicas predijeron el Sexismo Benevolente, pero son los ECSM los que muestran un mayor nivel de explicación de la variable, en el caso del análisis con toda la muestra alcanza 39% con tamaño de efecto grande (f 2 = .63 > .35, 1-β = 1.0), mientras que los EDM realizan la predicción en un 14% con efecto mediano (f 2 = .16 > .15, 1-β = 1.0). En el análisis diferencial según el género se observa un mayor peso de los ECSM tanto en hombres (f 2 = .75 > .35, 1-β = 1.0) como en mujeres (f 2 = .58 > .35, 1-β = 1.0), con efectos grandes, mientras que los EDM operan como predictor del Sexismo Benevolente de los hombres (f 2 = .33 > .15, 1-β = 1.0) pero tienen muy baja capacidad predictiva entre las mujeres (9%).

El Sexismo Hostil fue predicho en un 41% a nivel general (toda la muestra) por altos ECSM (f 2 = .69, 1-β = 1.0), lo cual se reitera cuando se probó el efecto predictivo entre los hombres (f 2 = .63 > .33, 1-β = 1.0) y entre las mujeres (f 2 = .53 > .35, 1-β = 1.0), para el primer grupo el porcentaje de explicación de la variación del Sexismo Hostil fue del 39%, mientras que entre las mujeres fue del 35%. Entre los hombres, los EDM también predicen el Sexismo Hostil en un 19% (f 2 = .23 > .15, 1-β = 1.0) con tamaño de efecto mediano, en cambio, estos estereotipos mostraron coeficientes de determinación (R 2) muy bajos entre las mujeres y en la muestra general, por lo cual se descarta su poder predictivo frente a esta forma sexista en tales conjuntos.

Discusión

Los objetivos de este estudio se enfocan en identificar estereotipos de género y sexismo hostil y benevolente en hombres y mujeres heterosexuales, y determinar si las creencias estereotípicas junto con las características demográficas predicen el tipo de sexismo.

Los hallazgos reiteran lo arraigadas que son las conductas sexistas en la sociedad (Bosson et al., 2021; Connor et al., 2016; Hammond & Overall, 2017; Ramiro-Sánchez et al., 2018) con manifestaciones similares en hombres y mujeres. Adicionalmente, se han identificado dos tipos de estereotipos de género, el primero relacionado con roles y capacidades en los que se asume la superioridad masculina (ECSM), y el segundo tipo supone dominio del hombre en actividades diversas sobre la mujer (EDM). El Sexismo Benevolente es predicho por ambos estereotipos sin participación de las características demográficas, en cambio, en el Sexismo Hostil son los ECSM los que cumplen este papel predictivo. Entre los varones ambos estereotipos predicen las forma sexistas, con mayor peso de los ECSM, lo cual refuerza la evidencia existente en la materia en relación con la elevada prevalencia de sexismo entre los hombres (Garaigordobil & Aliri, 2011; Malonda et al., 2017). En los modelos diferenciales de las mujeres, ambas formas sexistas solo las predicen los estereotipos enfocados en roles y capacidades donde se asume al hombre como superior.

En estos análisis se observa que el sexismo se presenta tanto en las personas jóvenes como en los más longevos, es decir, la edad no se relaciona con la actitud sexista lo cual difiere con el reporte del estudio de Hammond et al. (2018), si bien es preciso conservar las diferencias en virtud de que el trabajo de estos autores ha señalado efectos diferenciales de la edad bajo un diseño longitudinal, que ofrece mayores elementos analíticos frente a trabajos transversales como el descrito en este estudio. En nuestros hallazgos tampoco se observa un papel funcional del nivel de formación frente al sexismo a diferencia de trabajos previos que reseñan esta conducta como más común en individuos con mayor nivel educativo (Glick et al., 2000).

Esto implica la necesidad de continuar con esta línea de análisis incorporando aspectos demográficos, pero también elementos socioculturales en las investigaciones futuras siguiendo las apreciaciones que los expertos dan sobre la materia (Saldívar et al., 2015), puesto que la ausencia de efecto del nivel formativo y la edad parece señalar un arraigo generalizado de este tipo de creencias y actitudes, por lo cual el estudio de aspectos relativos a los contextos sociales es de necesaria consideración para teorizar acerca de la justificación de patrones culturales que sostienen la supremacía de un sexo sobre otro.

En general, ambos estereotipos muestran relaciones positivas y estadísticamente significativas con el sexismo siendo especialmente relevante el papel de la visión estereotipada de los roles y capacidades, pues logra predecir el Sexismo Hostil y el Benevolente tanto para la muestra general como en el análisis que discrimina el pronóstico en cada sexo. Dentro de este conjunto de estereotipos se encuentran concepciones del varón como más independiente, inteligente y líder, mientras que a la mujer se le asignan roles profesionales y rasgos exclusivos de su género, una evidencia que coincide con reportes como el ofrecido por Meagher (2017), quien en un par de estudios demostró que los estereotipos de género no solo orientan las opiniones de hombres y mujeres como grupos, sino que incluso afectan las concepciones sobre el mundo físico al punto de que las personas diferencian objetos como masculinos o femeninos, además, en esta estereotipación de los objetos, los participantes señalaban la necesidad de mayor competencia para manipular los elementos presuntamente masculinos, lo que se relaciona con nuestro resultado de asumir estereotipos en los que el hombre tiene mayores capacidades.

A pesar de la búsqueda de múltiples movimientos sociales para generar igualdad, exigiendo cambios en la forma como se asumen los roles de las mujeres, todavía hay prácticas, actividades y pensamientos que lo impiden, lo que deja a la mujer en un estado de vulnerabilidad (Delgado-Álvarez et al., 2012). Como sostienen González-Rivera y Díaz- Loving (2018), el terreno ganado por la mujer en materia de libertades individuales no es sinónimo de equidad, sobre ellas persisten ideas estereotipadas que las reducen o minimizan frente a los hombres asignándoles roles circunscritos al hogar o a tareas de protección de los hijos, todas ellas, con una clara significación de dependencia masculina.

Este estudio asume algunas limitaciones, por un lado, la recolección de la muestra ha tenido que darse por medios virtuales producto de la situación de pandemia, esto dificulta la selección de los participantes pues el muestreo se restringe a aquellos que puedan acceder a recursos tecnológicos, además, al tratarse de una muestra accidental por encuestas se asumen las limitantes propias de este tipo selección y de la posición que puede adoptar el informante al diligenciar los instrumentos.

Pese a estas limitantes, resultan significativos los hallazgos vinculados a la comprensión de la relación funcional entre las variables estudiadas. Vale recalcar que los hallazgos presentados ponderan el papel de la visión estereotipada de los roles y capacidades como principal predictor del Sexismo Hostil y Benevolente. Los estereotipos de género impactan en la orientación de las opiniones de hombres y mujeres como grupos, favoreciendo la construcción de ideas que segregan a la mujer o que le ubica en niveles inferiores de competencia social. Si bien la sociedad moderna ha logrado un avance en cuanto a política, derechos, etc., no ha sido suficiente para frenar los efectos del sexismo sobre la vida de la mujer, por lo cual sigue siendo una tarea sustancial, proponer intervenciones que apunten a la pedagogía social basada en inclusión de género y a la promoción de libertades independientemente del sexo.

Referencias

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Anexo 1 Cuestionario de Estereotipos de Género

ECSM: Estereotipos de Roles y Capacidades con Superioridad Masculina.

EDM: Estereotipos de Dominancia Masculina.

Recibido: 14 de Junio de 2022; Aprobado: 01 de Noviembre de 2022

aCorrespondencia: joseavilatoscano@gmail.com

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