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Folios

Print version ISSN 0123-4870

Folios  no.54 Bogotá July/Dec. 2021  Epub Dec 01, 2022

https://doi.org/10.17227/folios.54-12087 

Artículos

La lutte continue: del pasado al presente, en un ómnibus

La lutte continue: From the Past to the Present, in a Bus

La lutte continue: do pasado ao presente, em um ônibus

Santiago Cardozo González1 
http://orcid.org/0000-0001-7243-7322

1Doctor en Lingüística. Profesor de Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de la República, Montevideo, Uruguay. Correo: si.cardozo21@gmail.com


Resumen

A partir de la línea de investigación emprendida en mi tesis doctoral, en la que estudié la mitificación de Artigas (héroe nacional oriental-uruguayo) en un conjunto de manuales escolares de Historia entre 1980 y 2016, el presente artículo de investigación analiza el enunciado "'Hay que seguir en la lucha', como dijo Artigas", proferido por un vendedor ambulante en un ómnibus de la ciudad de Montevideo. El enunciado en cuestión evoca una serie de otros enunciados con los que entra en relación de complementariedad, polémica, etc., a partir de los cuales se produce, como principal efecto de sentido, la "identidad laborai' del vendedor ambulante. En este artículo de investigación se discute, en suma, el problema de los efectos de sentido suscitados por el juego dialógico entre el decir propio y el decir ajeno, entre el enunciado del vendedor ambulante y la evocación de la historia como discurso que acude para producir tales efectos.

Palabras clave: discurso; historia; identidad nacional; sujeto

Abstract

Taking into account the line of research that I assumed in my doctoral thesis, where I investigated the mythification of Artigas (uruguayan national hero) in several school handbooks of History from 1980 until 2016, this article analyzes the following sentence: It isa musttokeep on fighting, as Artigas said, and also reproduced by a hawker on a bus of the city of Montevideo. The sentence mentioned in this article alludes to other sentences, moreover, it shows that they are connected; the relation between them is controversial, etc., from the moment that is pronounced, as the main effect of sense, the "work identity" of the hawker. In this article it is discussed, to resume, the problems of the effects and meanings that are provoked in the game -as a dialogue- where it is said the own thing besides what the other said, the connection between the sentence of the hawker and the evocation of the history as a discourse that comes into sight to produce the effects named.

Keywords: discourse; history; national identity; subject

Resumo

A partir da linha de pesquisa desenvolvida em minha tese de doutorado, na qual estudei a mitificação de Artigas (herói nacional oriental-uruguaio) em um conjunto de manuais escolares de História entre 1980 e 2016, o presente artigo analisa o enunciado "Hay que seguir en la lucha", como dijo Artigas, proferido por um vendedor ambulante em um ônibus na cidade de Montevideo. O enunciado em questão evoca uma série de outros enunciados, com os que estabelece relação de complementaridade, polêmica, etc., a partir dos quais se produz, como principal efeito de sentido, a "identidade laboral" do vendedor ambulante. Neste artigo se discute, em suma, o problema dos efeitos de sentido suscitados pelo jogo dialógico entre o dizer próprio e o dizer alheio, entre o enunciado do vendedor ambulante e a evocação da história como discurso que "acude" para produzir tais efeitos.

Palavras chave: discurso; história; identidade nacional; sujeit

Por detrás de mi voz -escucha, escucha-otra voz canta. CIRCE MAIA (2018, p. 413).

Introducción

Cierta vez, en un día gris, lluvioso (esos días en los que la lluvia no es intensa, pero sí incesante), a punto de bajarme de un ómnibus capitalino, subió un vendedor ambulante a ofrecer caramelos y afines. Pocos éramos los pasajeros, ninguno compró nada. Cuando me dispuse a descender por la puerta delantera, se ubicó primero el vendedor, también, con intenciones de bajar. Fue entonces cuando, coronando un diálogo inaudible con el chofer, sentenció: "'Hay que seguir en la lucha, como dijo Artigas"1.

Sorprendido ante la cita -con toda seguridad- contrafactual de un enunciado como ese, de inmediato comencé a pensar en todo lo que podría presuponer e implicar esa proferencia, los efectos de sentido que podrían suscitarse para cualquiera, incluso, y especialmente, a espaldas del enunciador. ¿Qué clase de análisis puede acercarse a lo ocurrido? ¿Qué clase de análisis está más cerca de dar cuenta del enunciado del vendedor ambulante en todos los aspectos posibles y, aun así, mostrar la incompletitud de la interpretación? Pienso que ese análisis tiene que ser discursivo, en el sentido profundo de la palabra, pero sobre todo en el sentido psicoanalítico de la profundidad.

Aspectos teóricos fundamentales

Un análisis como el que quiero realizar se apoya en una teoría del sujeto hablante de cuño psicoanalítico. En efecto, se trata de un sujeto escindido, dividido, que no controla plenamente el decir que pone en funcionamiento. En consecuencia, siempre dice en déficit, en exceso o torcido y, en ocasiones -supremo lío-, todo junto.

Desde este punto de vista, el sujeto, al no pertenecerse a sí mismo, solo se reconoce como tal a partir de y gracias al otro, a su mirada. Aquí radica la escisión constitutiva del sujeto: para encontrarse y reconocerse como sujeto, necesita de la mirada del otro que, como él, también es un sujeto, cuyo encuentro consigo mismo y cuyo reconocimiento como sujeto deben pasar, igualmente, por la mirada del otro, sin que este encuentro cierre la identificación en una identidad, sin que pueda haber completitud, unidad.

Como ya lo señalara Bajtín (2003), todo enunciado es metadiscursivo, vale decir, todo enunciado contiene siempre, en su interior, otros enunciados, que constituyen la hechura misma de aquel. Consecuentemente, el primer contexto de un enunciado o discurso es ese exterior que compone el interior del decir, la extimidad lacaniana (cfr. Miller, 2011). Asimismo, la naturaleza metadiscursiva de todo enunciado supone que la palabra propia está hecha de la palabra ajena como respuesta y como materia prima; esto es, la palabra del locutor necesariamente está orientada hacia un destinatario, cuya realidad material y cuya participación en el diálogo puede no ocurrir de forma concreta: por defecto, siempre está presupuesta, contenida en la palabra propia. Dos voces, pues, se articulan en el espacio en que se despliega un decir considerado propio según el imaginario de soberanía y dominio del discurso, resquebrajado por diferentes lugares, entre ellos, el de la relación desfasada entre las palabras y las cosas:

De la no coincidencia fundamental entre los dos órdenes heterogéneos que superpone la nominación -aquel de lo general, finito y discreto de los signos, y aquel de lo singular, infinito y continuo de las "cosas"-, de aquello que se ha llamado "la falta de aprehensión de la letra sobre el objeto" (Leclaire [1971], 1982, p. 72), surge, en el principio mismo de la nominación, la dimensión de una pérdida, de una "falta en el nombrar". Y es de esta falta en el nombrar -que, para el sujeto hablante, es singularmente falta en el nombrarse, falta al decir la verdad, que "no se dice toda porque ahí faltan las palabras" (Lacan [1974], 2012, p. 535)-que se constituye estructuralmente el sujeto, en diferencia irreductible consigo mismo, sujeto en cuanto es hablante y, por consiguiente, de lo que le falta. (Authier-Revuz, 2019, pp. 99-100)

Entonces, el lenguaje y el discurso son lugares de la falta/falla entre las palabras y las cosas, de suerte que nunca podremos lograr un estado en el que unas y otras se acoplen perfectamente, definiendo una estabilidad denominativa a resguardo del equívoco y asegurando, por ello, la cegadora transparencia del referente, y son lugares en los que el sujeto no puede nombrarse a sí mismo sin el reconocimiento del otro, esto es, sin la puesta en juego del carácter esencialmente intersubjetivo del lenguaje (cfr. Zizek, 2009). Lo contrario -la posibilidad del sujeto de agotarse en la autonominación y de agotar la realidad en la descripción o denominación que escenifica con las palabras- parte de la idea de un locutor dueño de sí mismo y del lenguaje que, como mera herramienta comunicativa, pone en funcionamiento en cuanto usuario de ella. Así, la transparencia referencial hace juego con la intención del que utiliza las palabras sin opacidad para hablar de ese exterior que, si no etiqueta, al menos captura -con desperfecto, sin duda-en el ámbito de su dominio (el defecto nunca asume, aquí, el estatuto ontológico que posee).

El locutor intencional de la pragmática, calculador de estrategias en el marco de la interacción comunicacional [... ] tiene, sobre esta cuestión de la relación explícita con lo exterior a la lingüística, un estado a menudo ambiguo: está claro que implica ciertas concepciones filosóficas, psicológicas, sociológicas del sujeto y de las relaciones interindividuales, pero como estás van en el mismo sentido que las evidencias experimentadas por los sujetos hablantes, pueden integrarse fácilmente a las descripciones lingüísticas sin tener necesariamente que mostrarse por lo que son -opciones teóricas extralingüísticas-, sino con la apariencia de neutralidad teórica del sentido común. Por el contrario, cualquier referencia a teorías no subjetivas del sujeto y del habla, necesariamente explícita en cuanto estas van -"provocaciones teóricas"- en contra de las evidencias narcisistas de los sujetos hablantes, parecerá fácilmente sospechosa de disolver o de destituir el objeto lingüístico en lo no lingüístico. (Authier-Revuz, 2011a, pp. 53-54)

De esta manera, como explica Authier-Revuz en el camino de Bajtín, las palabras cargan con sus usos anteriores, con sus resonancias y sus polémicas, con el juego de sus múltiples relaciones en el interior de los diversos discursos que las dotan de sentido:

[... ] ninguna palabra viene neutra "del diccionario"; están todas ellas "habitadas" por los discursos en que vivieron "su vida de palabras", y el discurso se constituye, entonces, por un encaminamiento dialógico, hecho de acuerdos, rechazos, conflictos, compromisos... por "medio" de otros discursos. (Authier-Revuz, 2011a, p. 45)

El imaginario de dominio de la lengua en la que se apoyan el pacto semántico o la ingenuidad comunicativa cubre todo el decir con el mismo color de las palabras, donde los diferentes tonos remiten a las distintas acepciones del diccionario y no a un problema inherente y, por ello mismo, más acuciante: la heterogeneidad constitutiva de todo discurso, la imposibilidad de aprehender la realidad con las palabras, puesto que hemos renunciado a ella desde el momento mismo en que el lenguaje nos capturó en el juego de sus significantes, allí donde aparecemos como y experimentamos una división, una escisión: la del sujeto que no se posee a sí mismo ni es capaz de dominar plenamente lo que dice y los efectos que este decir provoca en los demás. El sujeto y el lenguaje son lugares de la falta de lo real, de aquello que no puede ser enteramente cubierto por la fantasía.

Desde el fondo de los tiempos: una lucha, dos luchas, las luchas

En el enunciado del vendedor ambulante, varias voces fisuran la superficie aparentemente homogénea del desarrollo del discurso. Su despliegue avanza haciéndose eco, explícitamente o no, de diferentes otros: Artigas; el decir popular, sin nombre, sin identidad específica; la escuela; cierta tradición, cierto relato común; los principios individuales del locutor, legitimados en esa voz de nadie que oficia de soporte afectivo.

En el curso -aparentemente- "liso" de un enunciado, un detenimiento-ante-palabras es una apertura. Es la apertura, en el "uno" de la fuente enunciativa que elige sus palabras, de un lugar de escucha, de recepción y de respuesta, a lo que llega de las palabras. [... ] Es también la apertura del decir en el espacio delas nocoincidencias enunciativas, el que recorren las palabras "que no van de suyo" y las respuestas metaenunciativas que suscitan: ahí donde la ilusión de un decir perfectamente instrumentalizado consistiría en la transmisión, sin pérdida entre dos polos interlocutivos, de palabras que aseguran sin equívoco una nominación sin borrosidad, el detenimiento-ante-palabra deja a las palabras tiempo de ir y venir en el espacio que las separa de las cosas, de difundir, desde el espacio interdiscursivo, las palabras de otros lados, sedimentadas por la historia. (Authier-Revuz, 2011a, pp. 112-113)

Ese espacio del nosotros en el que convergen los interlocutores (el espacio de la comunicación) no es un lugar de coincidencias, de cierta pureza semántica y pragmática; por el contrario, es un espacio hecho de girones y tensiones de significados, de equívocos que tuercen las cosas y las vuelven, más acá o más allá, oblicuas, sinuosas, pedregosas y, llegado el caso, imposibles.

Así pues, en el ejemplo del vendedor ambulante, se muestran unas palabras atribuidas a Artigas mediante el clásico procedimiento del discurso directo. Este procedimiento tiende a generar efectos de transparencia, puesto que, como se sabe, está apoyado en el imaginario de la textualidad y la fidelidad. Sin embargo, lejos de constituir una representación textual y fiel de la que se pueda decir que es una especie de copia del decir ajeno, la mostración del discurso directo implica, como cualquier procedimiento de cita, la descontextualización/ recontextualización (Authier-Revuz, 2011b) de una enunciación otra, que es traída, como imagen, al presente del hablante que cita.

Discours sur du discours, acte d'énonciation pre-nant pour référent un autre acte d'énonciation, la pratique métadiscursive de la "représentation d'un discours autre" (RDA) -ou du "discours rapporté" met spécifiquement en jeu, dans le mouvement par lequel elle articule deux plan énonciativo-dis-cursifs- du représenté et du représentant -, les dimensions langagières du sujet, de l'histoire et, partant, celle du sens dans son essentielle non-transparence. (Authier-Revuz, 2011b, p. 311)

El decir de Artigas aparece en las palabras del decir del vendedor ambulante como una suspensión localde la propiedad del decir: el discurso del segundo le deja espacio a -dramatiza- las palabras del primero, cuya existencia no tiene la menor importancia: basta con que sean evocadas en términos de un fondo pretérito que oficia de punto de apoyo y proyección de la voz del vendedor ambulante.

Por una parte, entonces, el vendedor ambulante, al citar las palabras que le endilga a Artigas, construye, paradójicamente, un espacio dialógico signado por la división, por la puesta entre paréntesis de la propiedad del discurso. De esta manera, la ajenidad introducida en la que se respalda el vendedor ambulante es convocada como una referencia a un decir cuya veracidad no participa como elemento relevante a la hora de considerar los efectos de sentido suscitados; incluso más, es precisamente la falta de veracidad la que produce los efectos que veremos.

Descartado el problema de la realidad de la frase, el diálogo establecido entre la voz citadora y la voz citada produce distintos efectos de sentidos, entre los cuales se cuenta el juego del paralelismo entre la épica artiguista (la independencia de la Banda Oriental) y la pequeña épica cotidiana del vendedor ambulante. De este modo, por un lado, tenemos la enorme gesta artiguista, cuyo punto de máximo esplendor es el que, mucho tiempo después, fue llamado Éxodo del pueblo oriental. Aquí, contra todos los pronósticos adversos (climáticos, políticos y militares), Artigas emprende una mítica retirada del Primer Sitio de Montevideo, coronado ya como el Jefe de los Orientales. La gesta artiguista, así mismo, es gesta porque ha estado fuertemente signada por las desventajas en todos los órdenes de la lucha por la independencia oriental (así se la ha cantado). Por otro lado, el vendedor ambulante, con regularidad cotidiana, forja su propia gesta, la de subir a los ómnibus, llueva o truene, a ofrecer sus productos. Esta pequeña epopeya es, además, la de un ser anónimo que no está a la altura del prócer de la patria, del padre nuestro Artigas, pero que, siguiendo su legado (a fin de cuentas, es el legado paterno), emprende la lucha insistente por llevar el pan, todos los días, a la boca de su familia.

En este contexto, podemos pensar que, más de doscientos años después del Éxodo, el vendedor ambulante se enlista en el pueblo oriental como un soldado de Artigas, siguiendo, para el caso, sus huellas, la herencia política y moral que dejara el más elevado de los orientales (como se observa, con toda claridad, en las frases sueltas que recorren, como objetos a sublimados2, el discurso social: Sean los orientales tan ilustrados como valientes, Mi autoridad emana de vosotros y ella cesa ante vuestra presencia soberana, Que los más infelices sean los más privilegiados, Clemencia para los vencidos, No venderé el rico patrimonio al bajo precio de la necesidad). Si Artigas fue el gran conductor del pueblo, y también el gran conducido; si Artigas fue el caudillo magnánimo que definiera la tónica misma del ser oriental, el vendedor ambulante, integrado a las huestes artiguistas, hace carne, en su rutina anodina, las enseñanzas del héroe de la patria a fin de ganarse el pan con el sudor de su frente.

Aquí conviene añadir un aspecto central en términos del juego dialógico que se pone en funcionamiento y en virtud del cual el vendedor ambulante construye su identidad laboral: se trata de ese espacio institucional y no institucional de discursos en los que Artigas se construye como personaje mítico, acaso apenas manchado por las contingencias de la historia: me refiero al discurso escolar (en las aulas, en los actos patrios, en los libros de texto), a la circulación de las frases arriba citadas, a la interminable iconografía que pulula en, y llegado el caso, polula, el espacio público laico (cfr.Atme y Andacht, 2011), a la literatura y el cancionero popular (piénsese en Ruben Lena3 y Los Olimareños4: "A don José"; en Alfredo Zitarrosa5: "Vidalita a José Artigas"; en Numa Moraes6: "La patria, compañeros"; incluso en Jaime Ross7 con letra de Enrique Estrázulas8: "Usted General Artigas"9; y también, claro está, en el "Himno a Artigas", cuyo inicio es un calco de la "Oración al Señor"10).

Así pues, con y por el efecto de ese otro discursivo que subyace a, y es convocado y evocado por, las palabras del vendedor ambulante, emerge la identidad laboral, decíamos, de quien responde (debe responder) a la historia, de quien no puede bajar los brazos y entregarse a la derrota, porque, como dice Jaime Roos, Artigas tuvo que enfrentar calamidades. Lejos de una sustancia identitaria, el vendedor ambulante surge como vendedor ambulante por el juego discursivo entre su palabra y la atribuida a Artigas y por los efectos suscitados.

De esta manera, la evocación de Artigas respalda la lucha cotidiana del vendedor ambulante, es decir, la anima y, desde el pasado, la ilumina. Desde este punto de vista, la apelación a la voz de Artigas (a su lucha y a su obstinación en ella) remite a esas frases que andan en la vuelta, particularmente a su carácter sentencioso, cuando no, y al mismo tiempo, para algunos, preceptivo, juego de los enunciados gnómicos (sentencias didácticas) que, para el caso, organizan la vida particular del vendedor ambulante porque tienen la capacidad de definir una deontología para la vida en común. Extraídas adecuadamente las enseñanzas y hechas carne, el vendedor ambulante no puede hacer otra cosa que seguir en la lucha, no únicamente la suya, sino la de todos, la de los herederos de Artigas: el hay que seguir del discurso de Artigas desplaza la perseverancia del plano individual al plano colectivo y, además, le otorga el carácter de una obligación, de una necesidad, de una cuestión taxativa y perentoria. No se trata, pues, de una lucha personal que trajera aparejados ciertos beneficios colectivos, sino de una lucha inherentemente colectiva, cuyos principios son recogidos por el vendedor ambulante, quien se hace cargo de esa dimensión colectiva y la actualiza en el hoy uruguayo, definiendo una continuidad entre el ayer oriental y el hoy de su sacrificio cotidiano.

El hay que seguir, común, social, que evoca esa masa anónima conducida por Artigas, hace juego con el resto de la frase: en la lucha. Aquí, debemos destacar el hecho de que en la lucha es una expresión coloquial, doméstica: así, alguien se encuentra con un conocido y le pregunta "¿Cómo andás?" y recibe como respuesta: "Acá ando, en la lucha", aun cuando esta persona no esté necesariamente en problemas económicos, políticos, etc. La coloquialidad de esta expresión se articula perfectamente con la impersonalidad del hay que seguir: no podemos atribuirle las expresiones a nadie en particular, puesto que son empleadas por todo el mundo. No se trata, pues, de un tengo que seguir en la lucha, donde la expresión final recuperada de un decir social común, una especie de doxa, parece no acoplarse bien, desde este punto de vista, dada la primera persona.

Asimismo, el carácter doméstico de en la lucha evoca el ambiente igualmente doméstico, no letrado, del pueblo que, siguiendo en la lucha, seguía a Artigas. La masa social, o mejor, la masa popular en cuanto figura política, aparece en el discurso del vendedor ambulante como un elemento que le proporciona una particular dimensión política a su lucha: en efecto, el trabajo cotidiano que se dibuja como una pequeña epopeya personal apoyada en la pequeña epopeya colectiva de todos los mortales que, diariamente, deben también seguir en la lucha, parece emerger como un cuestionamiento al estado de cosas en el que vivimos.

[...] el sentido de una palabra, de una expresión, de una proposición, etc., no existe "en sí mismo" (es decir, en su relación transparente con la literalidad del significante), sino que está determinado por las posiciones ideológicas puestas en juego en el proceso social-histórico en el que las palabras, expresiones y proposiciones son producidas (es decir, reproducidas). (Pêcheux, 2016, p. 142)

Nada impide, pues, entender que hay que seguir en la lucha, en algún nivel de su consideración, funciona también como una crítica a la situación en la que vive el propio vendedor ambulante: el seguir luchándola, el no darse por vencido, aparece como una voz de resistencia en el medio de la rutina más plana y carente de gracia (en todos los sentidos de esta palabra) de la vida más común y corriente del vendedor. Así, en el escenario de un estado de cosas en el que, sin más remedio, hubo que salir a vender en los ómnibus, la resistencia se eleva como una no aceptación de dicho estado, actitud que encuentra su fundamento en la palabra y el legado del padre nuestro Artigas, aunque, de forma paradójica, puede trasuntar, al mismo tiempo, una resignación al mundo en el que vivimos.

Como se ve, los efectos que produce el discurso no se reducen a la intención del sujeto locutor, quien no es ni fuente ni garantía primera y última del sentido de lo que se dice:

El sujeto, el sujeto que habla, no es amo y señor de lo que dice. En cuanto habla, en cuanto piensa que utiliza la lengua, en realidad es la lengua quien lo utiliza a él; en cuanto habla, siempre dice más de lo que quiere; y al mismo tiempo, siempre dice otra cosa. (Miller, 2015, p. 133)

Hay, pues, un gran Otro (el discurso de la doxa sobre Artigas, la tradición de las celebraciones, la escuela, etc.) que ampara y anima el decir del vendedor ambulante, cuya lucha se alimenta del legado artiguista conservado, por ejemplo, en las sentencias didácticas de los enunciados gnómicos planteados aquí como objetos a, enunciados que vienen de otro mundo, de un más allá de la historia), allí donde se aloja la figura de Artigas como el padre divino respecto del cual se define el tono mismo de la orientalidad y de la resistencia del vendedor ambulante(su hijo). De este modo, ese otro lado -el del mito, el del héroe intocado por las contingencias barrosas de la historia, incontaminado por las viles impurezas de los hombres comunes y corrientes que no están a su altura- es un lado religioso, canónico, como lo recuerda Reyes-Abadie (1994) en un manual escolar de uso extendido en la escuela uruguaya (Historia del Uruguay), citando al "Poeta de la Patria", Juan Zorrilla de San Martín, cúspide del canon11 literario oriental, al menos en la primera mitad del siglo xx:

En esa peripecia compleja, contradictoria y dramática, el pueblo oriental surge como entidad social, adquiere conciencia de constituir una unidad política y de la necesidad de ser dueño de su propio destino. Así lo dirán más tarde los jefes orientales, al gobierno de Buenos Aires, en oficio ya comentado: "celebramos el acto solemne, sacrosanto siempre, de una constitución social".

Artigas no defrauda esa esperanza. Tomó a su pueblo y "lo cargó en sus hombros de gigante" al decir del poeta de la Patria. (Reyes-Abadie, 1994, p. 180).

En efecto, todo parece indicar que solo la palabra de la epopeya está a la altura de las circunstancias para hablar de un personaje elevado y noble como Artigas y de un acontecimiento histórico de la misma naturaleza como el Éxodo del pueblo oriental, episodio referido en la cita (cfr. Aristóteles, 2003). Asimismo, esta palabra poética, es decir, no historiográfica, sustrae a Artigas del orden mundano de la historia, dando lugar a una sacralización en la medida en que lo vuelve indisponible a cualquiera, a su circulación, digámoslo así, por la vía pública, lugar de los anónimos, del pueblo (oriental). La naturaleza religiosa de este efecto del decir poético es patente: ella radica en que la religión "sustrae cosas, lugares, animales o personas del uso común y los transfiere a una esfera separada. No solo no hay religión sin separación, sino que toda separación contiene o conserva en sí un núcleo auténticamente religioso" (Agamben, 2013, p. 98).

Consecuentemente, las palabras del vendedor ambulante restituyen a Artigas al orden mundano de la circulación pública, callejera, digamos, de suerte que el prócer de los orientales queda disponible para cualquiera. El propio vendedor ambulante es una figura de ese cualquiera que se ha hecho de Artigas y lo ha puesto a circular en la cotidianeidad más vulgar: sus palabras profanan la figura del héroe de los orientales, hecho que queda igualmente atestiguado en la expresión en la lucha, puesto que esta remite a ese orden doméstico en el que cualquier persona puede emplearla como una forma de lenguaje que no pertenece a nadie en particular, que está a disposición de todos, un todos que, ciertamente, aparece en el sentido genérico del hay que seguir.

Pero hay, todavía, una vuelta de tuerca más, para nada secundaria: las palabras del vendedor ambulante fueron proferidas en un ómnibus, medio de transporte, de circulación, para todos, la gente, el pueblo. Por tanto, el juego dialógico operado por el vendedor ambulante puede entenderse, sostenía, como un acto profanatorio: Artigas pasa del orden sagrado en el que no está disponible para la gente corriente a la disponibilidad de la circulación de ese todos anónimo, propiamente vulgar. La conexión del vendedor ambulante con el padre de la patria recoge ciertos sentimientos que, para el caso, revierten en el reforzamiento de la imagen de Artigas que se ha ido construyendo, la imagen del que lucha por los intereses de los más pobres, que pone a disposición su vida por la felicidad de los más infelices, de aquellos que han sido cotidianamente oprimidos. En suma: "'Hay que seguir en la lucha', como dijo Artigas" muestra, al mismo tiempo, subversión, reclamo (hoy y ayer) y reforzamiento de una manera de ver a Artigas (hoy, y también ayer).

Consideraciones finales

El análisis efectuado quiso poner de relieve el problema de la propiedad e impropiedad del decir y los efectos de sentido que se producen cuando se le cede la palabra a otro, en conformidad con una teoría del sujeto que separa intenciones y resultados (efectos), que plantea la irreductibilidad del sentido a dichas intenciones. En la misma dirección, se quiso mostrar los diversos juegos que, a partir de una frase inexistente (y precisamente por inexistente), tienen lugar por y en la relación entre la voz del vendedor ambulante y la voz de Artigas, máxima figura nacional, juegos que se abren a múltiples lecturas, ninguna de ellas atribuible, al menos de forma transparente y directa, a las intenciones del hablante, cuyo discurso interrumpe, localmente, su propia homogeneidad en la evocación de las palabras del otro.

Desde este punto de vista, se puso en escena la dramatización de la conformación identitaria (en este caso, la identidad laboral) del sujeto hablante por los efectos de sentido que se producen en el cruce de dos enunciaciones, en el que una de ellas, evocando la otra, traza retroactivamente una hipótesis de inteligibilidad de la propia historia nacional, dentro de la cual se sitúa el vendedor ambulante como uno más de la larga tradición artiguista caracterizada por la lucha de los más humildes, de los más pobres, de aquellos que, cotidianamente, tienen que salir a ganarse el pan con el sudor de su frente

Referencias

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1José Gervasio Artigas (1764-1850): líder de la Revolución oriental de 1811 en el territorio de la Banda Oriental y prócer nacional de la República Oriental del Uruguay.

2Le Gaufey (2013) ofrece la siguiente caracterización del objeto a, en algunos aspectos inquietante: "Es de entrada una manera decisiva de insistir sobre lo parcial, y casi es suficiente para apreciar justamente la dificultad que existe para captar lo que implica semejante acepción del término 'parcial' que hay que considerar como equivalente de 'irrepresentable'. Ese a minúscula no tiene representación, no tiene Vorstellung: tiene, por el contrario, un representante [...] y ese representante no es más que un momento de aphanisis del sujeto, un momento en el que el sujeto, al querer aprehenderse a sí mismo, al entrar en la reflexividad (para significar su ser o su valor), se desvanece como sujeto" (p. 48). El asunto es capital, aunque no constituye el centro de este artículo: cada frase circula por el espacio social sin que tengan ya anclaje alguno en un contexto histórico, con relación al cual construye su sentido; o, por el contrario, sus contextos han sido homogeneizados, como si provinieran de la misma fuente de la realidad. De este modo, cada enunciado parece querer capturar la esencia de Artigas como un todo, sintetizar su fuerza revolucionaria, capaz de ser actualizada cada vez que los enunciados en cuestión son actualizados (ya evocados, ya discutidos...). Como fragmentos aislados, estos enunciados nos hacen perder la historia.

3Poeta uruguayo.

4Dúo uruguayo de canto popular compuesto por José "Pepe" Guerra y Braulio López.

5Cantautor uruguayo.

6Cantautor uruguayo.

7Cantautor uruguayo.

8Escritor uruguayo.

9Como muestra, Ross canta en las dos primeras estrofas: "Nunca se fue al viejo mundo/por galardones guerreros/donde le cuelgan medallas/a los que nunca supieron/cerrar la rama del monte/para dormir al sereno/con el poncho de cobija/y como almohada el lampero.//Usted general Artigas/es el jefe del gauchaje/lo siguen indios y negros/y le entregan su coraje./Usted el más traicionado/ capeando calamidades/de los malos extranjeros/y peores orientales". En el sentido opuesto va la canción "El día que Artigas se emborrachó", del grupo Cuarteto de Nos, que empieza diciendo: "Mi autoridad es la hermana de vosotros/y ella se deja ante mi presencia soberana".

10El Himno a Artigas (letra: Ovidio Fernández Ríos; música: Santos Retali) comienza diciendo: "El Padre nuestro Artigas/señor de nuestra tierra/que como un sol llevaba/la libertad en pos.//Hoy es para los pueblos/el verbo de la gloria/para la historia un genio/para la Patria un Dios".

11Como un apunte no marginal, el Diccionario de la lengua española registra diecinueve acepciones para la palabra canon.

Para citar este artículo: Cardozo González, S. (2021). La lutte continue: del pasado al presente, en un ómnibus. Folios, (54). https://doi.org/10.17227/folios.54-12087

Recibido: 15 de Julio de 2020; Aprobado: 28 de Enero de 2021

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El presente artículo se inscribe en mi línea de investigación sobre la construcción mítica del héroe de la patria uruguaya, iniciada en mi tesis Arlíciilo doctoral (Cardozo-González, 2019).

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