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Folios

Print version ISSN 0123-4870

Folios  no.55 Bogotá Jan./June 2022  Epub July 22, 2022

https://doi.org/10.17227/folios.55-12516 

Artículos

Ciencia, cuerpo, control y resistencia: una mirada crítica a Orphan Black*

Science, Body, Control and Resistance: A Critical Look at Orphan Black

Ciencia, corpo, controle e resistência: um olhar crítico sobre Orphan Black

Karen Cristina Lozano Álvarez** 
http://orcid.org/0000-0002-1124-1171

**Estudiante de Licenciatura en Humanidades y Lengua Castellana de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas. Correo: aklozano@correo.udistrital.edu.co


Resumen

La revolución digital ha transformado las prácticas lectoras debido a la inserción de un nuevo ecosistema audiovisual, donde la imagen presentada en una pantalla ha destronado a la palabra, por lo que los textos multimodales como las películas y las series son, hoy día, los productos semióticos-discursivos más consumidos, los cuales como todo producto de la cultura, guardan un (querer) decir. Por ello, el propósito de este artículo de reflexión es realizar una lectura critica de Orphan Black (2013-2017), desde el enfoque teórico metodológico que pertenece a la corriente del análisis critico del discurso (Van Dijk.2016), que ponga de manifiesto cómo este texto cuestiona cuáles deberían serlos preceptos éticos y los límites de la ciencia, denuncia las formas en que se conciben los cuerpos de los otros y las prácticas que se han mantenido y renovado para asegurar el control social, exponiendo formas de resistencia para conseguirla libertad con el fin de incitar a leer lo implícito de estas narrativas y no caer en la ingenuidad.

Palabras clave: biopolítica; biopoder; control; revolución digital; tecnología

Abstract

The digital revolution has transformed reading practices due to the insertion of a new audiovisual ecosystem where the image presented on a screen has dethroned the word. This is the reason why multimodal texts such as films and series are the most currently consumed semiotic-discursive products and-like every product of culture- maintain a (want)-to say. Therefore, the purpose of this reflection article is to make a critical reading of Orphan Black (2013-2017) from the critical discourse analysis theoretical and methodological approach (Van Dijk, 201 B). This theory shows how this text brings into question what the ethical precepts and limits of science should be, denounces how foreign bodies are conceived, as well as the practices that have been maintained and renewed to ensure social control, and exposes forms of resistance to achieve freedom, to encourage the reading of what is implicit in these narratives so as not to fall into naivety.

Keywords: biopolitics; biopower; control; digital revolution; technology

Resumo

A revolução digital transformou as práticas de leitura devido à inserção de um novo ecossistema audiovisual onde a imagem apresentada na tela destronou a palavra, razão pela qual textos multimodais como filmes e séries são, hoje, os produtos semióticos-discursivos mais consumidos que, como outros produtos da cultura, têm um (quero)-a dizer. Portanto, o objetivo deste artigo de reflexão é fazer uma leitura crítica de Orphan Black(2013-2017), a partir da abordagem teórico-metodológica que pertence à corrente da análise crítica do discurso (Van Dijk, 2016), para demonstrar como este texto questiona quais devem ser os preceitos éticos e os limites da ciência, denuncia as formas como os corpos alheios são concebidos e as práticas que têm sido mantidas e renovadas para garantir o controle social, e expõe formas de resistência para alcançar a liberdade, a fim de incentivar a leitura do que está implícito nessas narrativas para não cair na ingenuidade.

Palavras chave: biopolítica; biopoder; controle; revolução digital; tecnologia

Introducción

La revolución digital y el acelerado desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) han producido avatares en todas las esferas que componen la vida humana (política, social, económica y educativa, entre otras). Ello ha traído consigo una nueva sensibilidad estética "que articula en la práctica la transformación material a la innovación discursiva [...] que remitirá entonces al diseño de nuevas prácticas, y más que a las destrezas a la competencia en el lenguaje" (Martin-Barbero, 1997, p. 16), es decir, la mediación comunicativo-tecnológica, que se ha convertido en un elemento transversal de la cultura, ha posibilitado la transición hacia una nueva forma de percibir el mundo que nos rodea, dado que al trabajar con imágenes, sonidos y textos escritos se componen y configuran nuevas maneras de "ver(se) y ser visto, de mirar(se) y ser mirado, de sonorizar(se), escuchar(se) y ser escuchado que da cuenta de referentes sociales y políticos o potencialmente los constituye" (Cristancho, 2018, p. 100). Estos nuevos modos de audiovisualidad, (re) presentación y simbolización, por un lado, son propios de los denominados "nativos digitales" y, por otro lado, contribuyen a la migración digital, en tanto que, en términos de Orozco y Miller (2017), vivimos en un mundo de pantallas que se reconstruye constantemente, dado que lo audiovisual toma cada vez mayor fuerza.

Debido a lo anterior, las prácticas y experiencias lectoras se han transformado irremediablemente por aquel ecosistema audiovisual que da relevancia a la construcción multimedial por medio de la cual "se componen conceptos y maneras de mirar a través del encuadre, del cuadro, del campo y del fuera-de-campo, modos también a través de los cuales se legitiman o se deslegitiman modos de ser, de hacer y de vivir" (Cristancho, 2018, p. 98). No en vano, Eisner (citado en Hermoso, 2017), creador de la novela gráfica, productor de obras muy aclamadas, como Contrato con Dios (1978) o la Avenida Dropsie ( 1995), y pionero en la defensa por la aceptación de la novela gráfica en diversos ámbitos (debido a su potencial didáctico por la hibridación entre cómlc y libro de texto, la caracterización de personajes, el uso de la rotulación o la disposición de las viñetas en la página), afirmaba en su momento que "vivimos una época muy gráfica y visual, y la gente ya no está dispuesta como antes a dedicar tiempo a la lectura de textos largos" (Hermoso, 2017, párr. 1), lo que pone en evidencia dos hechos fundamentales, la aparición de lo que Sartori (1997) denominaría homo-videns y la emergencia de nuevos géneros y formatos discursivos.

En esta medida, hoy día ya no se habla del ser humano solamente como un homo sapiens, sino también como un homo videns, el cual, según Sartori (1997), se caracteriza por ser un ánthropos, un nuevo ser humano, que responde mayoritariamente a estímulos audiovisuales, que elogia la primacía de la imagen sobre la palabra escrita, y por lo tanto se inclina a tele-ver y video-ver, esto último considerando la digitalización de los medios. Aunado a ello, los cambios que se produjeron en los canales físicos y perceptuales de los seres humanos han generado efectos en las formas y características de los textos, lo que ha originado un panorama en donde "no sólo la lengua escrita está menos en el centro y es menos importante como medio de comunicación: el cambio está produciendo textos [...] fuertemente multimodales" (Kress et al, 2000, p. 374). Dichos textos son reconocidos por emplear y combinar diversos códigos semióticos, por lo que las escritoras y los escritores se han visto en la obligada tarea de innovar frente a sus recursos, de modo que los productos semiótico-discursivos puedan darse tanto en el modo de representación verbal como en el gestual, el auditivo y el visual.

Dentro de los textos multimodales más sobresalientes están las infografías y cuñas radiales en medios de comunicación tradicionales, y los libro-álbumes y vídeos musicales en medios de comunicación digitales. No obstante, gran cantidad de los textos multimodales son mayoritariamente transmitidos por pantallas como las de la televisión, a pesar de que se hable en muchas ocasiones de la inminente desaparición de este medio de comunicación, por lo cual Orozco y Miller (2017) reconocen que

La televisión está en transición, pero no en extinción, sino coexistiendo con otras pantallas y reconvirtiéndose en un medio trascendente y versátil, no solo por sus propiedades intrínsecas como medio y su creciente convergencia en muchos dispositivos, sino sobre todo por las particulares características de las regiones y culturas en donde se ha insertado y se desenvuelve, (p. 108)

Parte de la coexistencia de esas otras pantallas se debe a la revolución televisiva de la que, en cierta medida, es responsable la proliferación e inserción de plataformas de video gratuitas y pagas como Netflix, HBO, Hulu, Space, BBC America, Amazon Prime, Apple, Disney +, que permiten ver series y películas tanto en dispositivos móviles, tabletas y computadores como en televisores. De ahí que las películas y las series sean unos de los textos multimodales más consumidos hoy día por los nativos y migrantes digitales, lo que amerita aprender a leer los diversos aspectos de estas tipologías textuales acudiendo que

el estudio de la visualidad y todo lo que ella implica tendrá un horizonte analítico: comprender los procesos de configuración de los diversos entramados del poder objetivo y subjetivo, material y simbólico, y coercitivo y por identificación, en la formación de la mirada. (Cristancho, 2019, p. 152)

Esto permite entrever cómo estos textos, más allá de tener la función de entretener y ocupar el tiempo de ocio de las personas, tienen un lenguaje concreto y abstracto, un decir y un querer-decir que de por sí constituyen un discurso1 que "busca incidir, generalmente, en las intenciones, los planes, el conocimiento, las opiniones, las actitudes y las ideologías del destinatario -así como en sus acciones consiguientes-" (Van Dijk, 2016, p. 210). Ante esto, surge el interés por realizar, en este artículo, una lectura crítica de la serie televisiva canadiense de ciencia ficción, drama y acción Orphan Black (2013-2017).

Para ello, se presentan varios apartados que buscan ofrecer mayor comprensión sobre este tema. En primer lugar, se contextualiza el texto multimodal Orphan Black (2013-2017) para dar cabida a la hipótesis de sentido. En segundo lugar, se estudia la trama narrativa de la serie y sus personajes con base en los postulados de Foucault (1998; 2007; 2009) y Haraway (1995). Por último, se concluye a partir de claridades conceptuales con el fin de afianzar la tesis planteada.

Orphan Black: más allá de la cuestión naturaleza versus crianza

Hace más de una década, Squier (citada en Hammer, 2018) mencionaba la trascendencia de ser más audaces a la hora de abordar un enfoque interseccional entre la literatura y la ciencia, tal y como Mary W. Shelley hizo en Frankestein y H. G. Wells en La isla del doctor Moreau. Ello, con el fin de comprender de una manera genuinamente recíproca las formas en que la literatura y la ciencia colaboran y compiten para construir los sujetos del conocimiento disciplinario que pueden cambiar la organización misma de la cultura dentro de la cual ambos campos encuentran su lugar (Squier, 2004). Debido a lo anterior, Orphan Black, serie canadiense que se transmitió entre los años 2013 y 2017, creada por Graeme Manson y John Fawcett, se constituye hoy día como una de las narrativas multimodales más ingeniosas, al provenir del trabajo conjunto de las ciencias exactas y las ciencias humanas, lo cual da muestra de la importancia de romper con las barreras disciplinarias del saber para dar paso a la creación de narrativas extraordinarias.

La serie comienza cuando una mujer llamada Sarah Manning regresa a su ciudad para recuperar a su hija Kira, después de haberse ido por casi un año. Al bajarse del tren observa que una mujer deja su bolso en el suelo, así que Sarah se acerca y descubre, para su sorpresa y horror, que es físicamente idéntica a ella y antes de que pueda preguntar algo esta misteriosa mujer se arroja hacia un tren y acaba con su vida. Sarah decide tomar el bolso abandonado y encuentra que aquella mujer tenía una gran cantidad de dinero que podría ayudarle, por lo que decide suplantar su identidad, con el objetivo de vaciar su cuenta bancaria. A pesar de que todo va bien al inicio, Sarah, en medio de esta suplantación, descubre que esa mujer no era la única idéntica a ella, ya que con el pasar de los capítulos se revela que forma parte del proyecto LEDA, un experimento de clonación humana iniciado en los años setenta por Neolution, término ficticio en la serie que se usa como compuesto filosófico para hablar de evolución dirigida (filosofía transhumanista), pero que también se refiere a la organización matriz de la cual deriva un conglomerado de corporaciones biotecnológicas que experimentan con el ADN (Topside y el Instituto Dyad, facción militar de Coady, Brightborn, etc.) para controlar el monopolio de la ingeniería genética y la biología sintética, dirigir la evolución y mejorar la condición de los seres humanos, o mejor dicho, corregir la "imperfección" de la naturaleza humana.

Este descubrimiento es realizado gracias a las demás clones con las que Sarah conforma una especie de hermandad, quienes ya habían estado indagando por respuestas sobre sus orígenes, los responsables de su existencia y el número total de clones que había alrededor del mundo, todo con ayuda de Beth Childs (la clon que se arrojó al tren y que era policía). Dentro de esta hermandad están, además de Sarah, Cosima Niehaus, estudiante de doctorado de biología del desarrollo evolutivo; Alison Hendrix, una ama de casa, esposa y madre adoptiva de dos niños; y, más adelante, Helena, una clon ucraniana que entrenaron para asesinar y que después de varios acontecimientos profundizará en la relación con todas las clones a las que denominará ses iras.

Así, envuelta la serie con un lenguaje científico y técnico y una narrativa de ciencia ficción, drama, acción y casi de thriller. Orphan Black desarrolla temáticas en torno a la familia, el ser humano, la clonación humana y la modificación genética, las cuales invitan a pensar, al igual que lo hicieron Shelley y Wells en sus clásicos de literatura universal, hasta qué punto debería llegar la ciencia. Sin embargo, pese a estas cuestiones sociales y éticas que se dan de manera paulatina pero sutil en la serie a través de la trama, diversos artículos en los que se habla de Orphan Black enfatizan en la cuestión filosófica de la naturaleza versus la crianza, de lo innato frente a lo adquirido, ya que aunque las clones fueron fabricadas para ser idénticas, cada una es diferente a su manera, con particularidades que las caracterizan, pero sin negar su naturaleza, dejando ver la relación dialéctica de estas dos posturas. Esta cuestión, aunque es trascendental y abre un amplio debate, ocasiona que se dejen de lado otras lecturas posibles que aborden aquellas temáticas más encubiertas que toca la serie, de ahí que la lectura crítica que se plantea de Orphan Black en el siguiente artículo se base en los postulados de Foucault (1997; 2007; 2009) sobre el biopoder, la biopolitica y las disciplinas, y de Haraway (1995), sobre los ciborgs, para afianzar que este texto multimodal denuncia los avances tecno-científicos que mantienen y renuevan prácticas que intervienen o atraviesan los cuerpos mediante dispositivos de disciplinamiento para asegurar el control social, sin tener en cuenta preceptos éticos ni límites, y expone formas de resistencia para conseguir la libertad arrebatada.

Biopoder, biopolitica y pro-longevidad

El interés por prolongar la vida fue uno de los temas que abordó Foucault (2007) en sus estudios. Para ello, habló sobre la transición del poder soberano, que se caracteriza por hacer morir y dejar vivir al biopoder, que es una forma de poder que regula la vida social desde su interior, siguiéndola, interpretándola, absorbiéndola y rearticulándola [...] El biopoder, pues, se refiere a una situación en la cual el objetivo del poder es la producción y reproducción de la misma vida. (Hardt y Negri, 2002, p. 25)

En otras palabras, se caracteriza por hacer vivir, a través de prácticas científicas, y dejar morir. Lo anterior no quiere decir, según Salinas (2012) y García (2014), que el biopoder sustituya al poder soberano, sino que se híbrida con él bajo una razón de Estado y una razón gubernamental en la que se articulan poderes disciplinarios y científicos, vigilando más -aunque de manera extremadamente sutil-, adiestrando el cuerpo, interviniéndolo y sancionándolo, y operando bajo una economía política y una biopolitica que se refiere, en términos de Foucault (1998), a la forma de gestión de poder político que instaura medidas y dispositivos de intervención y regulación de los procesos biológicos de la población (control de la natalidad, fecundidad, longevidad, enfermedad, etc.) sin que los individuos pierdan la presuposición de una libertad.

Esto se evidencia en Orphan Black con P. T. Westmorland, el fundador de Neolution, que asegura tener ciento setenta años gracias a tratamientos que surgieron por nuevas prácticas médicas. Él es quien controla el entramado de compañías biotecnológicas que se dejan ver a lo largo de la serie, las cuales experimentan con el ADN, y quien está detrás de los programas de clonación de LEDA y Castor, con el objetivo de estudiar mutaciones -como la mutación del gen LIN28A presente en los y las descendientes de las clones- que podrían posibilitar que las personas vivieran más tiempo del previsto así como el control total sobre la genética humana (Renstrom, 2017). Sin embargo, la creación de clones estériles no es lo único que realiza P. T. Westmorland para lograr su cometido de vivir más tiempo, controlar la evolución y modificar la especie sino que, junto con las directivas de las corporaciones, prueba con otros experimentos, como las transformaciones en el cuerpo, la alteración del ADN de embriones, las terapias génicas con bots que reescriben el ADN de las personas. Estos experimentos, ponen en duda la bioética de los avances científicos al intervenir, sin consentimiento ni límite alguno, en el cuerpo de los "otros", ya que en caso de que algo salga mal (por ejemplo, la aparición de tumores, daños cerebrales, deformidades físicas o enfermedades congênitas), se acude al poder soberano para arrebatar la vida, tal y como ocurre en la serie con el primer sujeto humano de estudio de Westmorland.

Otro momento que pone en evidencia el biopoder y la biopolitica, y que abre paso a la reflexión sobre las implicaciones de que las tecnologías que se han ido explorando para extender la vida humana, crear el ser humano "perfecto" y controlar la evolución (modificación genética, la reversión de la senescencia, los nanobots, los órganos bioimpresos y demás) no sean asequibles para todos es cuando la señora S busca la ayuda de Rachel Duncan para detener a P. T. Westmorland, revelando que

Busca un acceso sin precedentes a la genética humana [...] y vender evolución curada y comercializada al uno por ciento que puede permitírselo para que puedan vivir para siempre o hacerse crecer una cola si lo desean. El resto de nosotros somos el departamento de Coady, cuyo objetivo es la esterilización. (Manson era/., 2013-2017).

Esto ejemplifica las prácticas eugenésicas que se seguirían perpetuando, en cuyo caso las personas que pudieran costearse estas biotecnologías tendrían una mejora genética que posibilitaría la prolongación de la vida y el desarrollo de aspectos biológicos, mientras que los que no pudieran asumir los costos serían esterilizados para que no reprodujeran más vidas ordinarias, es decir, no "perfeccionadas" genéticamente. Ello abre la advertencia que ya hacía Sagan (citado en Renstrom, 2017) sobre la idea de que "unos poderes tecnológicos asombrosos están en manos de muy pocos", lo cual hace vivir a algunos y deja morir a quienes que no se adapten al modelo de producción neoliberal.

La objetivación del cuerpo

Todo las transformaciones y modificaciones a las que se somete el cuerpo suponen el paso de un biopoder a lo que Haraway (citada en Beriain, 2011, p. 123) denomina tecnobiopoder, lo cual determina la producción de cíborgs, "quimeras, híbridos teorizados y fabricados de máquina y organismo" (Haraway, 1995, p. 254). Se creería que los cíborgs son organismos cibernéticos alejados de nuestra realidad, pero el ser humano es cíborg desde el instante en que hace uso de cosas simples como ropa, lentes, prótesis, o desde que somete a cosas no tan simples como un trasplante de órganos, un by-pass gástrico, un implante, etcétera. En la serie esto se evidencia con los seguidores de Neolution y los biokackers que apoyan la idea de dirigir la propia evolución y, por ende, modifican su cuerpo de maneras diferentes, como cambiar el color de sus ojos, imantar sus dedos, hacerse crecer una cola, entre otras alteraciones. Algo que quizá podría creerse imposible, pero que hoy día es posible con la ingeniería genética, más en específico, con la tecnología de las repeticiones palindrómicas cortas agrupadas y regularmente interespaciadas (CRISPR, por sus siglas en inglés), que permite editar cualquier cadena de ADN, es decir, alterar cualquier gen para modificar cualquier especie, lo que posibilita, como menciona Méndez (2017), la herencia de una mutación génica con una probabilidad de casi el 100 % que modifica poblaciones enteras en unas cuantas generaciones.

Así, lo cíborg propuesto por Haraway (1995) puede verse más explícito con la ahora posible modificación genética de todos los organismos gracias al CRISPR, lo cual puede conducir a dos situaciones. En la primera, de corte filántropo, se contribuye a la eliminación de enfermedades congénitas (terapias génicas), una de las aplicaciones más esperadas del CRISPR; se mejoran ciertos alimentos (plantas y animales) para que su crecimiento sea más acelerado; se modifican bacterias para uso industrial y alimentario (Morán, 2015). Incluso podría usarse como una herramienta de resistencia o de subversión, como lo propone Luengo (2011), por cuanto rompe con la visión del sistema mundo dominante y colonizador que cosifica categorías y/o perspectivas como "naturales", al ser el cíborg un constructo heterogéneo inapropiado e inapropiable capaz de transgredir los límites de lo establecido y lo reproducido y de apoyar proyectos opositivos y liberadores, por cuanto su naturaleza es sinónimo de subversión.

El cyborg no reconocería el Jardín del Edén, no está hecho de barro y no puede soñar con volver a convertirse en polvo. Quizás sea por eso porque yo quisiera ver si el cyborg es capaz de subvertir el apocalipsis de volver al polvo nuclear mediante la compulsión maniaca de nombrar al Enemigo. Los cyborgs no son reverentes, no recuerdan el cosmos, desconfían del holism o, pero necesitan conectar: parecen tener un sentido natural de la asociación en frentes para la acción política, aunque sin partidos de vanguardia. Su problema principal, por supuesto, es que son los hijos ilegítimos del militarismo y del capitalismo patriarcal, por no mencionar el socialismo de Estado. Pero los bastardos son a menudo infieles a sus orígenes. (Haraway, 1995, p. 256)

En cambio, la segunda situación es de corte más egoísta, en vista de que esta tecnología puede prestarse para extinguir algunas especies o eliminar ciertos rasgos poblacionales por el sistema-mundo dominante y colonizador, imponiendo ciertos patrones estéticos y cosificando los cuerpos, al estar compuestos de naturaleza informática, científica, económica y biológica interna como externa, para reproducir individuos idénticos y serviles a intereses particulares, tal y como ocurre en la serie Orphan Black con los clones. Ello, considerando que Sarah y sus hermanas son vistas como cuerpos fabricados y desnaturalizados, lo que las convierte, a los ojos de algunos, en abominaciones, monstruos...; prácticamente son despojadas de sus cuerpos y sus decisiones sobre él, privadas de su humanidad y transformadas en objetos de intervención y de conocimiento, como se evidencia cuando P. T. Westmorland le dice a Sarah "es apropiado que regreses a tu jaula. Todas las ratas de laboratorio lo hacen" (Manson et al, 2013-2017), porque le recalca que ella es un objeto de estudio, tal y como lo podría ser cualquier persona u organismo en un futuro.

Aparte de Sarah Manning, quienes más ejemplifican dicha situación distópica de corte dominador son su hija Kira y Cosima Niehaus. Esta última, en medio de su indagación, encuentra que al momento de ejercer el tecnobiopoder y la biopolitica para fabricarlas estériles algo salió mal y, por ende, las clones son propensas a desarrollar una enfermedad mortal. Mientras busca la manera de solventar este error, obtiene una copia de su ADN y observa unas porciones de su genoma que contienen el número de etiqueta de las clones que las diferencia y una declaración de patente que señala "este organismo y material genético derivado es propiedad intelectual restringida" (Manson et al, 2013-2017), lo cual significa, por un lado, que ellas no son personas, son un producto, una propiedad, sus cuerpos y su biología no son suyos; y por el otro, que las clones al pertenecerle a alguien no tienen libertad sobre su vida.

Algo que también parece afectar no solo a las clones sino a sus descendientes, como ocurre con Kira y los futuros bebés de Helena, quienes, debido a la modificación genética, desarrollan una mutación del gen LIN28A que les ofrece la capacidad de curarse más rápido de lo normal, por lo que de inmediato son vistos como objetos que se deben intervenir para que cumplan un papel dentro de los intereses del cientificismo promulgado por el fundador de Neolution.

La construcción de cuerpos dóciles y entrenados

A diferencia de Alison, de Cosima y de su hermana gemela Sarah -de la que fue separada al nacer-, Helena tuvo una crianza que la puso a disposición de la ideología religiosa extremista de los proletarianos, quienes creían que la biología sintética debía hacerse bajo los designios de Dios. Por esta razón, Helena fue entregada a un convento ucraniano en donde era rechazada y castigada (encerrada en un cuarto) por una monja que descubrió que la había observado un día mientras se masturbaba, por lo que remojó su cabello en blanqueador para vengarse y tener una excusa para sancionarla al lucir diferente, distinta a lo "normal" -como se ha hecho a lo largo de la historia (Rojas, 2015)-, hasta que Tomás (un proletariano) la encuentra y la adopta para entrenarla y convertirla en la máquina perfecta para matar. De esta manera pone de manifiesto que "de un cuerpo inepto, se ha hecho la máquina que se necesitaba; se han corregido poco a poco las posturas; lentamente, una coacción calculada recorre cada parte del cuerpo, lo domina, pliega el conjunto, lo vuelve perpetuamente disponible" (Foucault, 2009, p. 157), pero no para matar personas, sino clones, haciéndole creer que ella es la original y que matar a esas "abominaciones" es lo correcto.

Tal influencia cobra resultado cuando se observa a Helena automutilarse la espalda al sentir que comete una falta, como consecuencia del discurso religioso extremista infundido, pero también cuando comienza a arrebatarles la vida a varias clones hasta el momento en que conoce a Sarah, a quien decide dejar con vida ya que siente una extraña conexión con ella, lo cual hace que empiece a dudar de todo lo que le han inculcado. La confusión aumenta cada vez más en Helena, sobre todo cuando conoce a Kira, a tal punto que cuando Tomás le ordena que haga que Sarah llegue a donde están escondidos para matarla, ella se niega y, como represalia, Tomás la encierra en una jaula para que piense sobre su conducta y vuelva a ser dócil y obediente, ya que

en nuestras sociedades, hay que situar los sistemas punitivos en cierta "economía política" del cuerpo [...] siempre es del cuerpo del que se trata -del cuerpo y de sus fuerzas, de su utilidad y de su docilidad, de su distribución y de su sumisión. (Foucault, 2009, p. 34)

A pesar del sistema de coacción y de privación de la libertad impuesto a Helena para que entrara en "razón", este no funciona dado que cuando Sarah la encuentra y, después de casi dispararle, la libera, Tomás llega y Helena agarra el arma, debatiéndose entre apuntarle a Sarah o a Tomás, pero finalmente Helena le dice a Tomás que fue él quien la hizo así y salta sobre él. Esto deja ver el momento en el que ella se resiste a que la sigan usando y decide empezar a actuar bajo su voluntad y no la de otros.

Sin embargo, Helena no fue la única clon cuyo cuerpo y mente fueron encauzados con ciertos fines. Si bien Topside y el Instituto Dyad se encargaron de la creación de clones femeninas mediante el proyecto LEDA para estudiar cómo prolongar la vida, una facción militar se encargó de crear clones masculinos a través del proyecto Castor para fines particulares, dado que

El cuerpo, al convertirse en blanco para nuevos mecanismos del poder, se ofrece nuevas formas de saber. Cuerpo del ejercicio, más que de la física especulativa; cuerpo manipulado por la autoridad, más que atravesado por los espíritus animales; cuerpo del encauzamiento útil y no de la mecánica racional, pero en el cual, por esto mismo, se anunciará cierto número de exigencias de naturaleza y de coacciones funcionales. (Foucault, 2009, p. 180)

Lo expuesto, en vista de que a diferencia de las clones del proyecto LEDA -que desarrollan un trastorno autoinmune que ataca sus tejidos epiteliales, pulmones y útero-, los clones del proyecto Castor, al ser hermanos genéticos de las clones LEDA, desarrollan una enfermedad neurológica que rápidamente los degenera, además de transmitir su proteína defectuosa que causa esterilidad en las mujeres con las que tienen relaciones sexuales. El objetivo de Virginia Coady, quien está al mando de este proyecto militar, es hacer del defecto genético de estos clones una bio-arma y reescribir la naturaleza de la humanidad. Para ello, el cuerpo de los clones Castor "está directamente inmerso en un campo político; las relaciones de poder operan sobre él una presa inmediata; lo cercan, lo marcan, lo doman, lo someten a suplicio, lo fuerzan a unos trabajos, lo obligan a unas ceremonias, exigen de él unos signos" (Foucault, 2009, p. 35), considerando que estos eran entrenados para ser conscientes de sus orígenes y aceptar su propósito en la vida sin oponer resistencia, dar sus cuerpos como objetos de investigación (en un pleno sentido funcional reduccionista) e intervención, pese a que algunos métodos de experimentación fueran violentos, tal y como se ejemplifica con Parsons, un clon al que le quitaron el cráneo para examinar su cerebro mientras se mantenía consciente y con dolor.

De esta manera, los cuerpos de los clones, en especial los de Helena y los del proyecto Castor, incluso el de Rachel Duncan, son considerados, en términos de Foucault (2009) materialidades de la vida en las que se debe intervenir y ejercer el poder para hacerlos déciles, someterlos y usarlos para ciertos fines sin hacer uso de la fuerza excesiva o de la violencia en sí, es decir, bajo una "economía política del cuerpo". Lo anterior, en vista de aquello que Servan (citado en Foucault, 2009) menciona sobre jactarse no cuando se usen cadenas de hierro para obligar a los otros, sino cuando se haya formado una cadena de ideas en la cabeza de los otros para conducirlos, como sucedió con los clones ya mencionados, dado que "cedieron" el mando de sus cuerpos para que estos fueron usados como armas e instrumentos al influir sobre ellos, no de manera física sino psicológica, en unos marcos de pensamiento impuestos e inscritos.

Efectos de una vigilancia

Ninguna clon del proyecto LEDA -a excepción de Rachel Duncan- era consciente de sus orígenes, lo que las llevó a creer que su vida era como la de cualquier otro ser humano. No obstante, al ser fabricadas en un laboratorio eran, ante los ojos de sus creadores, ratas de laboratorio, experimentos que no debían notar que eran estudiadas para así no interferir en sus decisiones y poder llevar a cabo una investigación de corte cuasi experimentales, con ayuda de monitores asignados que fueran sus ojos y oídos. Estos monitores pasaban desapercibidos al estar bajo la apariencia de un compañero, de un amigo o de una pareja, y se mantenían en una "doble ceguera", como lo describió Cosima, ya que estos vigilaban y rendían informes sin saber por qué, ni siquiera sabían lo que ellas eran, solo seguían órdenes.

Tal vigilancia pasa inadvertida hasta que Sarah, haciéndose pasar por Beth, es intervenida por Dyad mientras duerme para realizarle pruebas médicas. Sin embargo, Sarah es semiconsciente de ello y se lo comenta a Cosima, de esta manera descubren que durante toda su vida han sido vigiladas. Lo anterior afecta profundamente a las sestras, ya que sienten que solo pueden confiar en un número reducido de personas o inclusive en nadie. No obstante, son Beth Childs y Alison Hendrix las más afectadas, al enterarse de que son vigiladas por sus seres cercanos, ya que "Poco importa, por consiguiente, quién ejerce el poder. Un individuo cualquiera, tomado casi al azar, puede hacer funcionar la máquina [el panóptico]: a falta del director, su familia, los que lo rodean, sus amigos, sus visitantes, sus servidores incluso" (Foucault, 2009, p. 234).

Por su parte, Alison, quien parecía tenerlo todo controlado, al enterarse de que es vigilada por alguien cercano, entra en episodios de paranoia, los cuales se intensifican al escuchar a su marido, Donnie Hendrix, tener conversaciones con alguien en la madrugada y ver que guarda una caja con lo que parecen ser informes y registros. Ante esta situación decide actuar, y en una ocasión lo golpea, lo amordaza y lo tortura para que confiese que es su monitor; él lo niega, a pesar de que es cierto, porque fue lo que le ordenaron. Tales episodios de paranoia empiezan a tomar cada vez mayor fuerza al pensar, de manera constante, que su vida es una mentira, que Donnie (con quien estuvo desde la secundaria) solo le ha mentido, por lo que decide refugiarse en el alcohol y las pildoras, a tal punto que comienza a sospechar no solo de su esposo sino de todos aquellos que la rodean. Afortunadamente, Alison sale de su estado de depresión y desestabilización con la ayuda de Félix Dawkins (hermano de acogida de Sarah, que ayuda a todas las clones) y de Donnie, quien reconoce sus errores y, al enterarse de la verdad, la ayuda para enmendar su engaño.

Por su parte, Beth Childs, gracias a su instinto policiaco, sabía que algo no andaba bien, así que decidió pedir prestadas cámaras y micrófonos a uno de sus compañeros del departamento, los cuales coloca por toda la casa que comparte con su novio Paul Dierden. Gracias a estos dispositivos de vigilancia se entera de que es estudiada por su novio, lo cual la pone en un estado de desestabilización emocional que se suma a la perturbación producida por todo lo que había estado descubriendo. Lo expuesto se manifiesta cuando Paul nota que "Beth" no es realmente ella y enfrenta a Sarah buscando respuestas sobre quién es, por qué se parece a Beth, qué le hizo y cuál es su paradero, a lo que ella responde: "Tú la mataste, eres su monitor ¿verdad? La observas, dejas entrar gente a su hogar como anoche, vinieron unos doctores y me examinaron mientras dormía y ella lo sabía [...] el hombre al que amaba convirtió su vida en una mentira" (Manson et al, 2013-2017). Se comprende en este punto la vigilancia sutil a la que eran sometidas las clones, gracias a que quienes ejercían este dispositivo de disciplinamiento eran personas de las que nunca sospecharían. Empero, las directrices de Dyad no les dieron importancia a los efectos que se producirían cuando se descubriera la vigilancia; esto provocó, por un lado, el deterioro de los vínculos que tenían los clones con personas que consideraban de confianza y con las que habían construido una vida y, por otro lado, el aislamiento y la individualización a la que se sometían las clones al pasar por una desestabilización mental y emocional que las consumía al dudar de lo que creían real.

Ahora bien, no por los efectos descritos se dejaría de vigilar a las clones, sino que, como bien ha atestiguado la historia, hubo una reinvención de los dispositivos de vigilancia para hacerlos más sutiles con el uso de la tecnología, por lo que "la máquina de ver [...] se convierte en un edificio trasparente donde el ejercicio del poder es controlable por la sociedad entera" (Foucault, 2009, p. 240). Esto, en la medida en que ya no solo se usan personas como monitores, sino también cámaras de seguridad, tradicionales o modernas, con las que se tiene una vista de todo y de todos sin que haya alguna objeción ya que se justifican con el argumento de la seguridad, cuando en realidad el objetivo es vigilar para controlar. Ejemplo de lo mencionado es M. K., una clon hacker finlandesa consciente de sí misma que se mantenía escondida para evitar ser vigilada y que ayudaba Beth a averiguar sobre los neolucionistas luego de que mataran a su clon amiga Nikki en un "incidente" llamado Helsinki, operación de Topside en colaboración con Dyad, que tenía como objetivo eliminar a seis clones que se habían vuelto autoconscientes, lo que resalta la importancia de mantener a los "experimentos" en la ignorancia. M. K. podía acceder a las cámaras de cualquier lugar, observarlos a todos y anticipar los movimientos de quienes querían hacerles daño a ella o a quienes le importaban. Otro ejemplo es Rachel, a quien le construyen una prótesis ocular después de que pierde su ojo debido a Sarah, pero dicha prótesis es en realidad una cámara con la que R T. Westmorland escuchaba y veía todo lo que decía o hacía Rachel, lo que la convertía, en palabras de Foucault (2009), en "una vigilante perpetuamente vigilada" al igual que los monitores en sí.

Cabe señalar que todas estas medidas se toman para obrar sobre aquellos a quienes se vigila, aprisionando su libertad sin que lo noten para así se pueda regular las conductas de las clones a fin de

Dominar todas las fuerzas que se forman a partir de la constitución misma de una multiplicidad organizada, neutralizar los efectos de contrapoder que nacen de ella y que forman resistencia al poder que quiere dominarla: agitaciones, revueltas, organizaciones espontáneas, coaliciones -todo lo que puede depender de las conjunciones horizontales. De ahí el hecho de que las disciplinas utilicen los procedimientos de tabicamiento y de verticalidad, que introduzcan entre los diferentes elementos del mismo plano unas separaciones tan estancas como sea posible. (Foucault, 2009, p. 253)

Esto evita, como menciona Foucault (2009), que haya organizaciones conformadas por una multiplicidad heterogénea de sujetos que podrían alterar los intereses en juego, en este caso los de P. T. Westmorlad y Neolution. No era gratuito que todas las clones estuvieran dispersas por el mundo, y que cuando Sarah, Cosima, Alison y Helena formaron vínculos familiares fueran consideradas un gran peligro por dicha relación, dado que estar juntas las hacía más fuertes, a tal punto que se inició una segunda operación Helsinki para eliminarlas, pero se evitó gracias a que Delphine, el interés amoroso de Cosima, la detuvo. Dicha relación de las sestras se consolidó en una red horizontal a pesar de las diferencias de cada clon, debido a que siempre encontraban una forma de afrontar cada situación, por mala que fuera, junto a sus seres queridos con humor, baile, música, expresiones sarcásticas, comentarios irónicos, exposiciones de arte y otras formas artísticas y creativas que les brindaban momentos de felicidad y que les permitían seguir resistiendo contra Neolution por su libertad.

Conclusiones

A manera de cierre, Orphan Black (2013-2017) tiende a considerarse como una simulación ficticia que deja ver un mundo distópico, pero a la hora de hacer una lectura más profunda se observa cómo denuncia lo que es ahora nuestra realidad. La modificación genética, la clonación, la prolongación de la vida y demás son resultado de avances tecno-científicos que, al estar en manos de unos pocos, funcionan bajo una racionalidad instrumentalizada, la cual se caracteriza porque se toma la razón como un medio para fines económicos y para mantener ideologías que sostienen el orden establecido por fuerzas dominantes, por lo que la ciencia y la tecnología pierden el carácter transformador de la realidad y su función social (Habermas, 1968, citado en Osorio, 2007). En esta medida, Orphan Black no trata de satanizar la ciencia, sino de advertir los peligros de esta cuando responde a fines particulares; cuando se busca modificar la naturaleza porque se considera imperfecta; cuando los científicos y las científicas no tienen en cuenta preceptos éticos ni límites en su quehacer; pero también cuando las personas aceptan los avances tecnocientíficos a ciegas, al creer que son lo mejor sin medir las consecuencias de todas las posibles formas en que puede ser usada la ciencia. Ya lo decía Sartori: "el progreso tecnológico no se puede detener, pero no por ello se nos puede escapar de las manos, ni debemos darnos por vencidos negligentemente" (1997, p. 54), lo que recalca el hecho de que debemos concebir el trasfondo de lo que implica que las ciencias empírico-analíticas no se guíen, mayoritariamente, por una razón crítica que emancipa, sino por una razón instrumental irresponsable que aprisiona.

Al respecto, conviene decir que esta narrativa serial, como se evidenció a lo largo del artículo, no solo crítica la racionalidad instrumental que prima en nuestra realidad y que lleva a avances tecno-cientificos, como la modificación genética para que los cuerpos nazcan con unas predeterminaciones y con unos fines (bien o mal somos técnicas de futuros realizables con o sin consentimiento pues la ciencia de cierta manera es cultura ahora). La serie también denuncia estos avances por cuanto contribuyen a hacer más sutiles los dispositivos de disciplinamiento que Foucault (2009) postuló en su libro Vigilar y castigar, y que usaron P. T. Westmorland y Neolution, a través de Topside, Dyad y los militares, para controlar, en un principio, a los y las clones de los proyectos LEDA y Castor y, a largo plazo, a toda la humanidad. Esto implica denunciar la manera en la que se conciben los cuerpos desde un sentido biologicista, no solo los de los y las clones en la ficción, sino también los nuestros en la realidad, ya que estos son vistos como un "lugar de inscripción de los discursos sociales, atravesado por dispositivos de disciplinamiento, normalización, vigilancia y control" (Mármol y Sáez, 2011, p. 2), lo cual los lleva y nos lleva a ser privados de humanidad e intervenidos constantemente.

No obstante, ninguna inscripción es cerrada y totalizante, dado que "si pensamos que lo organizado hace referencia a la imposición de tal o cual régimen de totalización, de colaboración, de sinergia o integración, la hipótesis de las líneas de fuga sería que siempre hay lugares, situaciones, hechos, experiencias, etc., por donde todo se escapa" (Deleuze, 2007, p. 43), por donde se orquestan agenciamientos y resistencias cada vez más fuertes debido a la naturaleza subversiva cíborg de la que estamos compuestos. Así, Orphan Black también expone ello, puesto que a pesar de que las clones/ciborgs fueron biológicamente predeterminadas no hay nada fijo, cada una de ellas se diferencia por las decisiones que ha tomado a lo largo de su vida (incluso no teniendo plena libertad), y aunque las sestras estaban sujetas a un marco de experimentación cientificista, ellas resistían de manera creativa, incluso en las peores situaciones, con sarcasmo, humor, risa, bailes, muestras de arte, amor, ironía, etc., porque como manifiesta Ziga (2009) no hay mayor insumisión que la risa y el placer, y esto es una forma de subvertir el orden, de resistencia para conseguir la libertad contra las ideologías homogeneizadoras y totalizadoras.

Puede decirse entonces que Orphan Black (2013-2017) es un texto multimodal que denuncia las formas en que los avances tecno-científicos son instrumentalizados para contribuir a intereses cientificistas y megalómanos sin límite alguno, y a facilitar el control social metamorfoseando los dispositivos de disciplinamiento que aportan a que los cuerpos sean vistos como cosas y propiedades. También exhibe maneras de resistir antes estos ejercicios de poder a partir de actos simples que subvierten y alteran lo establecido desde la (de) construcción de formas de pensar y actuar. Al mismo tiempo abre paso a la reflexión, dado que todo aquello que se muestra en la serie puede parecer alejado de nuestra realidad, pero en la actualidad ya hay técnicas para modificar genéticamente a toda una especie con CRISPR.

Así, dado el consumo excesivo hoy día de productos de la industria cultural donde mayoritariamente somos receptores pasivos, la visualización crítica de Orphan Black nos hace un llamado para que desde la escuela posibilitemos encuentros que favorezcan la adquisición de herramientas para analizar estas formas de producción audiovisual, de modo que cada persona no meramente consuma, sino que reflexione qué y cómo consume para contrarrestar el abuso discursivo del poder (Van Dijk, 2016), develando las formas en que las estructuras discursivas y los regímenes audiovisuales (Cristancho, 2018) representan, construyen, legitiman y reproducen relaciones de dominación que inciden en nuestra subjetividad pretendiendo moldear la realidad desde nuestro pensar, decir y hacer. La escuela debe renovarse y reconocer que se han configurado nuevos tipos de lectores (hinge-watching, binge-viewing, marathon-viewing) con la llegada de sectores que pretenden la difusión masiva de "inocentes" formas de entretenimiento, pero que son eficaces herramientas de transmisión ideológica, por lo que se hace imprescindible una alfabetización multimodal que dé abasto con las necesidades de la cultura de masas y que permita el paso de analfabetas funcionales a lectores críticos-propositivos reflexivos para que, como cíborgs que somos (híbridos de máquina y organismo, conceptos opositivos y liberadores, productos de la ciencia sujetos a un sistema) dejemos de ser ingenuos, de consumir por consumir y busquemos el trasfondo de cada discurso y de cada forma audiovisual, pues ello nos posibilitará, al igual que a las clones, ir en búsqueda de la libertad que se nos ha arrebatado a través del tiempo.

Referencias

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*Este artículo es resultado de los procesos académicos adelantados en la Universidad Distrital Francisco José de Caldas.

1Se toma la definición de discurso brindada por el docente Eder García-Dussán en el curso Análisis del Discurso de la Universidad Francisco José de Caldas, para quien se entiende como cualquier producto simbólico que transita en la cultura con naturaleza doble por su contante tensión entre lo explícito (tangible) y lo implícito (intangible), que a veces se recupera de manera textual o abierta a través de sobreentendidos y presuposiciones.

Para citar este artículo Lozano-Álvarez, K. C. (2022). Ciencia, cuerpo, control y resistencia: una mirada crítica a Orphan Black. Folios, (55). https://doi.org/10.17227/folios.55-12516

Recibido: 22 de Septiembre de 2020; Aprobado: 02 de Julio de 2021

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