SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.16 número2Diaconu, Diana. Fernando Vallejo y la autoficción. Coordenadas de un nuevo género narrativo. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2013. 392 págs. índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • En proceso de indezaciónCitado por Google
  • No hay articulos similaresSimilares en SciELO
  • En proceso de indezaciónSimilares en Google

Compartir


Literatura: Teoría, Historia, Crítica

versión impresa ISSN 0123-5931

Lit. teor. hist. crit. vol.16 no.2 Bogotá jul./dic. 2014

https://doi.org/10.15446/lthc.v16n2.47223 

http://dx.doi.org/10.15446/lthc.v16n2.47223

Reseñas

Jaramillo Morales, Alejandra. Disidencias. Trece ensayos para una arqueología del conocimiento en la literatura latinoamericana del siglo XX. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2013. 324 págs.

 

Carmen Elisa Acosta Peñaloza
Departamento de Literatura
Universidad Nacional de Colombia – Bogotá


En la parte introductoria de su libro, Alejandra Jaramillo presenta los dos lugares en los que quiere ubicarse, de manera simultánea, en el trabajo que desarrolla: los afectos, que determinan la perspectiva del libro y, como consecuencia de estos, la investigación, como una manera de explicar el conocimiento emitido de y desde Latinoamérica a partir de la literatura.

Al abrir el libro, en los agradecimientos, la autora relata una historia de amores con la literatura latinoamericana, y se refiere a muchos lectores que han acompañado el proceso. La investigación se mantiene, en este principio, como el relato de lecturas puestas una y otra vez en situación para encontrar caminos y diálogos. ¿Hasta dónde se transforman autores y lectores en el proceso de investigación? En el recorrido se encuentran nuevas tendencias y nuevas preguntas. La literatura permite ingresar a múltiples cruces culturales que particularizan el continente latinoamericano: los escritores del siglo XX disienten del conocimiento hegemónico, se dirigen hacia el camino de cómo se hace un lector y de esta manera abren una perspectiva crítica que es presentada por Jaramillo en el estudio de escritores y escritoras de la región.

Al respecto, volver sobre las palabras de Ricardo Piglia referidas por la autora, revela una primera intención del libro: "El crítico es aquel que reconstruye su vida en el interior de los textos que lee. La crítica es la forma posfreudiana de la autobiografía […] y digo autobiografía porque toda crítica se escribe desde un lugar preciso y desde una posición concreta" (291).

Cómo ubicarse en el presente es quizá una de las preocupaciones del discurso académico. Es necesario ser actuales para actuar, para lograr una voz que cuestione el presente, en concordancia con las necesidades en la búsqueda del conocimiento y en las formas de confrontar la realidad y sus variados retos. La disidencia parece ser una vía de acción en la cual se cuestionan los proyectos del pasado y del presente, marcando el desacuerdo con los criterios con los que se han interpretado las diversas temporalidades y literaturas. Así, se consolida como una tradición historiográfica en la que el discurso de la historia está en permanente tensión parcial o total, individual o colectiva, con las formas de conocimiento emitidas sobre y para Latinoamérica.

La autora ingresa a un juego dual, sin bisagras, con fronteras difusas, en el que el conocimiento sobre los escritores latinoamericanos del siglo XX está marcado por el propio conocimiento que ellos permiten. Son disidentes aquellos que ingresan al mundo desde la complejidad, sin duplas, ni dicotomías (autóctono vs. universal o local vs. universal), ni linealidad, ni causalidad, ni determinismos. Plantear el conocimiento, los conocimientos, como disidencia permite proponer que la literatura aborda otras maneras de conocer, a la vez que desborda la intención racionalista de la modernidad y exige entrar a lo desconocido, asumir otras tradiciones como la sabiduría mhuisga en la que "la razón no se usa para modelar una idea que pueda contener la totalidad del universo" (14).

Así, se nota una permanente crisis-tensión de la autora por despojarse de su propia tradición en el uso del "nosotros racional" que, a medida que transcurren sus palabras, se va aligerando y adquiriendo una diferente connotación al encontrar la vía para abordar a los autores y sus obras.

De este modo, la autora se enfrenta a novelas y ensayos para resolver interrogantes de la academia, la crítica y el canon, con el fin de elaborar una teoría donde el lugar de enunciación sea Latinoamérica, y de esta manera suprimir, o al menos cuestionar, lecturas binarias y universalizantes. La investigación propone la "estética de la disidencia" en las obras de Jorge Luis Borges, Gabriel García Márquez, José María Arguedas, Ernesto Sábato y Julio Cortázar; autores que se niegan a la representación y a la búsqueda de la racionalidad y, por el contrario, emprenden la escritura desde la fragmentación, lo desconocido, el campo de la expresión política, lo novedoso y perturbador. En su literatura, cuestionan las representaciones hegemónicas de América Latina y su relación con el Occidente dominante.

El diálogo entre la literatura y la investigación se abre así a pensadores que buscan conceptualizar lugares de enunciación para hablar desde esta región, que a la vez se va configurando en su forma de conocer particular: Walter Mignolo, Alberto Moreiras, Mabel Moraña, Beatriz Sarlo, Néstor García Canclini, Antonio Cornejo Polar, entre otros, permiten generar andamiajes teóricos disgregadores de las normativas hegemónicas del conocimiento. Al deliberar con ellos, la autora pone en duda los discursos sobre el progreso, los medios de comunicación, la simulación y el consumo, lo que permite a la vez evidenciar las formas de conocimiento propuestas por la literatura de Macedonio Fernández, Eduardo Mallea, Clarice Lispector, Juan Rulfo, Ricardo Piglia, Silvia Molloy y María Luisa Bombal.

De esta manera, realizar un análisis sobre el conocimiento en la literatura del siglo XX en América Latina reclama admitir la diversidad, lo híbrido, lo transcultural o lo heterogéneo como las miradas que permiten romper con los mapas que, asumidos en los centros hegemónicos, se piensan desde la modernidad, no solo la de Occidente, sino también la de la periferia. Romper con el mapa de Occidente sobrepuesto sobre América Latina oculta posibles paradigmas. Esta acción permite asumir una relación simultánea entre mapa y territorio, en la que es posible ver lo oculto por las tradiciones con las que se marcan los desacuerdos. El cuento "El rigor de la ciencia", de Borges, representa la propuesta de habitar varios mundos posibles de manera simultánea e inestable desde el territorio de la cultura. Los trece ensayos que componen el libro son reflexiones sobre el conocimiento, pensado en sus entronques con la identidad, la representación y la construcción del sujeto.

Un homenaje a Ernesto Sábato preside el libro: "¿Qué podemos esperar para los problemas que se refieren al hombre y sus pasiones? Y a menos que neguemos realidad a un amor o a una locura, debemos concluir que el conocimiento de vastos territorios de la realidad está reservado al arte y solamente a él" (15).

La investigación se sostiene en los argumentos de una arqueología como el arte de la disidencia. Ella permite abordar dos momentos equivalentes: el estudio de lo desaparecido, para reconocer lo que en él pueda aparecer, lo que aún está vivo, las "ruinas vivientes" presentes en lo presente. En palabras de la autora, se quiere "demostrar que esos restos culturales son parte del alimento cotidiano de nuestro existir, pensar, conocer, habitar y simbolizar". En últimas, esto exige preguntarles a las literaturas latinoamericanas sobre sus propios paradigmas.

Varios son los lectores para este libro. La publicación académica entrega este trabajo a estudiantes, docentes e investigadores partícipes de las dudas y los caminos a los que permite proyectarse la investigación sobre el conocimiento latinoamericano. Quedan abiertos así nuevos espacios para ellos en el diálogo, en la conversación, en los que se interesan por las disidencias, divergencias, disgregaciones, discrepancias, disentimientos y desacuerdos.

Así, el intelectual y el académico se ubican en diversas relaciones, concepciones, proyectos y espacios sociales a los que apela el libro de la profesora Jaramillo. Desde este lugar, leer Disidencias permite preguntas pertinentes para la búsqueda de espacios propios de enunciación: ¿Cómo se hace un lector desde la crítica? ¿Cómo se piensa la historia de la literatura desde la simultaneidad? ¿Qué significa pensar América Latina como lugar de conocimiento desde la política?