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Literatura: Teoría, Historia, Crítica

versão impressa ISSN 0123-5931

Lit. teor. hist. crit. vol.17 no.2 Bogotá jul./dez. 2015

https://doi.org/10.15446/lthc.v17n2.51289 

http://dx.doi.org/10.15446/lthc.v17n2.51289

Excelencia

Jürgen Paul Schwindt
Ruprecht-Karls-Universität, Heidelberg, Alemania


Excelencia: concepto orientador del lenguaje contaminado de las universidades en la era de Bolonia. Con él la nueva universidad pone en evidencia su vacío interior. Lo hace en la medida en que 1) busca aprehender un concepto abstracto relacional de manera absoluta; 2) reemplaza el acto de entrega de un título por el de la autotitulación; 3) convierte un concepto que nombra una excepción en su contrario, es decir, en la expresión de la regla.

1. "excellentia...; et usurpatur abstracte et relative, numquam vero concreto, uti ajunt, sensu et absolute" (E. Forcellini: Lexicon totius Latinitatis, 6 vols., Padua 1771, ad loc.)

El significado tradicional del concepto de excelencia lo hace apto para ser usado en diferentes contextos. Es tan frecuente el hecho de que algo (aliquid) sobresalga frente a otra u otras cosas (inter aliquos o alicui [rei]) en, junto a o a través de algo (aliqua re), que la excelencia puede usarse sin levantar sospechas como una magnitud orientadora. Lo problemático es sacar de su contexto aquello que se piensa o se reconoce como excelente. Aunque en los vocablos de origen latino que han sobrevivido la raíz etimológica del término representa ya solo de un modo débil el acto de sobresalir espacialmente, la localización de lo excelente se mantiene por regla general de un modo preciso. En su uso moderno, en cambio, la base etimológica se ha vuelto irrelevante; el sentido tradicional de la palabra, que resultaba en una distinción, fue reemplazado por el prominente efecto del murmullo. La excelencia se ha convertido en verbum exclamationis y como concepto no está más arriba de "¡bravo!", "b qué bárbaro!" o "¡de primera!". Excelencia es el vocablo transgenérico que, en la boca y el discurso de todo hablante, hace estallar los fuegos artificiales instantáneos de la exclamación que no permite indagación alguna. Excelencia es la encarnación de la palabra que no se puede volver discurso. De aquí en adelante deberíamos ponerla entre signos de admiración: ¡Excelencia! (¡y no se pregunte más!). Es la palabra que silencia cualquier discusión. Es la palabra que pone la violenta alegría del exhibicionista en el lugar de la comprensión.

2. "excellentia: titulus honorificus, quo amplissimi ordinis homines appellantur" (Thesaurus linguae Latinae, Vol. V-2, Leipzig 1931-1953, ad loc.)

En la antigüedad latina tardía, excellentia era frecuentemente usado como un título honorífico del prefecto pretoriano o de la ciudad, del procónsul y los cónsules, del Magistri militum y equitum; y a veces también de los emperadores y los reyes. Por regla general, las personalidades así tituladas no podían condecorarse a sí mismas. Esto las diferenciaba de sus herederos modernos, quienes llevan sin complejos la distinción a su boca tan pronto como la reciben de las autoridades encargadas de la selección. Todavía a principios del siglo XX, "¡excelente!" era la exclamación del conocedor maravillado, quien claramente daba a conocer su experticia a través de la alabanza exclamatoria, pero al tiempo decidía compartir tal experticia con quien él encontraba excelente -y, al menos durante el largo instante de la admiración, rendía las armas ante la habilidad magnífica del otro-.

El título de excelencia funda, pues, el reconocimiento de una distancia que ya no es válida solo para el resultado instantáneo de un esfuerzo significativo, sino que más bien pretende aspirar a la duración. La atracción estratégica principal del nuevo orden del sistema de títulos se encuentra en que, como lo han señalado algunas críticas, la adjudicación del título de excelencia no está vinculada a resultados producidos, sino a la expectativa honorable de tales méritos. No es quien ha ascendido al lugar (ordo) del líder en un campo el que recibe el nombre de la excelencia: más bien es el título el que debe hacer que quien lo porta pertenezca en adelante al lugar más alto. Escenarios como el de las imágenes de cadenas jubilosas de dignatarios universitarios que expresan su alegría con champaña y aperitivos por su ascenso al amplissimus ordu -imágenes que brillan en las noticias del primetime-, son escenarios ridículos porque evocan los banquetes en noches de juerga de los sirvientes y las criadas en la comedia romana: en la ausencia del amo, la servidumbre se relaja completamente. La champaña de supermercado es la prenda del excelente servidor del festejo cuando confunde la sobriedad de los foros académicos con la intimidad de su cocineta. La Iniciativa de Excelencia1 creó, para decirlo en una palabra, una colorida élite instantánea que no teme ni se avergüenza de cambiar cuanto antes su éxito académico por la moneda alegre del arribista. Beato de vino espumoso, brinda consigo mismo frente al espejo empañado de su oficina: "¡Cómo puede haber alguien tan excelente como yo!".

3. "celsus, -a,-um 'elevado, sublime, altivo'...: participio perfecto pasivo de -cello en excello, lsus, -ere 'sobresalgo, me distingo'... de la raíz *quel(e)- 'elevarse (mejorarse)' latin collis 'colina'..., columen, culmen 'cumbre', columna ...; griego kolonós, kolóne, 'colina' kolophón, -ônos m. 'colina, cumbre'..., sajón antiguo holm 'colina' (alemán estándar moderno Holm)" (A. Walde y J. B. Hofmann: Lateinisches etymologisches Wörterbuch, Heidelberg 1982.)

Nada es tan natural como que lo sobresaliente sobresalga por encima de algo, y que ese algo por encima del cual sobresale no pueda ser sobresaliente en la misma medida de lo que sobresale por encima de él. En comparación con lo sobresaliente, ese algo sirve de trasfondo o fundamento, de horizonte o de nivel (en caso de que ese algo sobresalga por encima de o en comparación con otra cosa). La excellentia es una cualidad específica que se genera relacionalmente. Pero sobre todo es preciso cuidarse de utilizarla para algo distinto de los objetos individuales. Cuando se dirige a un collectivum, el concepto pierde cualquier concisión: es un nombre de la diferencia y no de la cualidad colectiva. Cuando es utilizada para un grupo, surge como criterio constitutivo del signum de poder, y no de la respectiva distinción personal. La excelencia del colectivo es una ficción política que reemplaza la calidad por los signos del poder organizacional. Por regla general, la excelencia de los colectivos conduce las ciencias al tedio de la monotonía, y los pueblos y naciones al terror. La colectivización de la excepción puede llevar directamente al precipicio, como nos lo puede enseñar la historia antigua y la nueva con relación a la automitificación de algunos pueblos (como lo ario, lo "noble").

Cuando la bonhomía desesperada de la actual ministra de educación, ahora que las universidades han sido arrasadas, proclama una iniciativa de excelencia para la formación de profesores y escuelas (véase el Frankfurter Allgemeine Zeitung del 17 de diciembre de 2011, pág. 4), se sabe que le ha llegado la hora final a nuestras instituciones de educación superior. En el "Diccionario del hombre nuevo", en el que trabaja nuestra época con una laboriosidad que va más allá de los partidos, la palabra excelencia asegura un lugar de honor. Evidentemente, la (doble) experiencia de la regulación de la lengua y la dictadura no nos ahorró el caer de nuevo en un remolino de las fórmulas lingüísticas que llegan al sinsentido. En la segunda década del siglo XXI, la lexicografía científica funciona como un mensaje en una botella.


Pie de página

El autor se refiere a la Exzellenz-initiative, un programa del estado alemán cuyo propósito es la promoción de la investigación de punta en las universidades del país. Este programa se implementó por primera vez en el año académico de 2005-2006, y tiene como objetivo la adaptación del sistema académico e investigativo alemán al Plan de Bolonia, y a la creación de un espacio académico europeo. Este programa ha sido objeto de innumerables críticas, sobre todo porque ha implicado un recorte de los recursos dirigidos a la investigación, y una concentración de tales recursos en las instituciones consideradas excelentes [N. de los T.].

Sobre la traducción

Esta es la versión en español, traducida por Juan David Escobar y Claudia Chaves, del capítulo "Exzellenz", tomado del libro Bologna-Bestiarium (Zurich: Diaphanes, 2013. 101-103).