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Literatura: Teoría, Historia, Crítica

versão impressa ISSN 0123-5931

Lit. teor. hist. crit. vol.17 no.2 Bogotá jul./dez. 2015

https://doi.org/10.15446/lthc.v17n2.51292 

http://dx.doi.org/10.15446/lthc.v17n2.51292

De la minucia estadística a una concepción de la universidad contemporánea: aproximaciones a un texto de Richard Münch

Nota de presentación de

Isabel de Brigard
Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia
i.de29@uniandes.edu.co


El libro Akademischer Kapitalismus. Zur politischen Ökonomie der Hochschulreform, del sociólogo alemán Richard Münch,1 es una extensa reflexión acerca de la concepción más reciente de la educación superior, concepción que da lugar al surgimiento de la universidad corporativa y a la elevación de la excelencia como el valor máximo en el ámbito académico. Münch se propone explicar algunas de las características principales de este modelo, así como del tipo de conocimiento que este fomenta y permite. A partir de esto, el autor describe la transformación que sufre y seguirá sufriendo la ciencia bajo estas condiciones y las consecuencias -negativas en su mayor parte- que se derivan de este nuevo funcionamiento del conocimiento.

Para abrir el libro, Münch se refiere a la manera en que el campo científico pasó de ser el espacio de un cierto intercambio de dones en el que se configuraba una comunidad cuyo trabajo estaba orientado a la expansión del conocimiento, a ser más bien una especie de liga, a la manera de las ligas deportivas, cuyo objetivo se ve reducido a determinar la posición que las diversas instituciones ocupan dentro de ella misma (capítulo I). En este marco surge la universidad corporativa que, para adaptarse a este modelo que le exige hacer parte de la lucha por los puestos más altos dentro de la liga y los ránquines, debe empezar a funcionar como una empresa más que compite en el mercado por dinero para la investigación, así como por investigadores, profesores y estudiantes (capítulo II).

Münch refiere luego la manera en que las garantías de calidad del trabajo académico se reemplazan, en este contexto, por un mero control empresarial del trabajo científico (capítulo III). De ahí se desprende lo que llama el "panóptico de la gestión de calidad", que acaba por normalizar la producción científica y restringir su avance (capítulo IV). Como muestra Münch, esta gestión de calidad y la medición obsesiva en la que se apoya acaban restringiendo enormemente el campo de las innovaciones en la ciencia, a fuerza de homogeneizar las maneras de producir conocimiento y estandarizar el trabajo y los resultados, con la excusa de medir todos los aportes con criterios objetivos y universales para definir una estratificación clara de los campos de estudio, las instituciones y los investigadores (capítulo V).

Lo anterior, sostiene Münch, pretende garantizar que los recursos económicos se dirijan a los lugares en que pueden conseguir más efectos visibles rápidamente, en una carrera desbocada por la eficiencia, pero tiene la nefasta consecuencia de reforzar el mecanismo de monopolio, porque de este modo los recursos llegan cada vez más a aquellos lugares o instituciones que ya tenían ventaja y que por lo tanto parecen ofrecer mejores garantías de conseguir resultados. Así, no solo se perpetúan las desigualdades en las oportunidades que están disponibles para los distintos países, instituciones e investigadores de tener influencia en el campo de la ciencia, sino que también el uso de los recursos se hace cada vez más ineficiente. Dado que la investigación científica no es una producción en serie, sino posibilidades de innovación, la concentración de los recursos -que disminuye la diversidad de enfoques y perspectivas que pueden participar de una discusión- actúa en contra del desarrollo de avances científicos y la verdadera expansión del conocimiento (capítulo VI).

A continuación, Münch se refiere específicamente a la Iniciativa de Excelencia alemana y señala cómo, a pesar de que uno de sus objetivos es fortalecer el rendimiento de las instituciones alemanas en la investigación científica otorgando recursos según el rendimiento, consigue justamente lo contrario y hace además que los recursos acaben gastándose fundamentalmente en sostener las posiciones privilegiadas de unas pocas instituciones de élite (capítulo VII). Por último, expandiendo el contexto a la comunidad europea, Münch dedica un apartado de su libro al proceso de Bolonia. Este acuerdo, que impone una integración del espacio académico europeo a imitación de su integración económica, refuerza la concepción corporativa de la universidad y el carácter de mercancía del conocimiento, la investigación y las acreditaciones académicas (capítulo VIII). El libro incluye, además, un extenso anexo con análisis estadísticos diversos a propósito de la competencia académica por el rendimiento.

Escogimos traducir el sexto capítulo del libro, "El mecanismo de monopolio en la ciencia", y hacerlo parte de este número de la revista por varias razones. En primer lugar, es allí donde Münch despliega con mayor detalle la idea del mecanismo de monopolio en la ciencia, idea que está, en últimas, en la base de la discusión de todo el texto, pues es en gran medida porque refuerza este mecanismo y por las consecuencias que esto conlleva que cabría reconsiderar el modelo de educación superior y de investigación científica al que Münch se refiere. En el texto, Münch consigue algo especialmente difícil en el contexto de la discusión sobre la evolución de la universidad contemporánea: con enorme claridad, logra mostrar exactamente cómo interactúan en la conformación de este modelo educativo elementos materiales, concretos, con una esfera mucho más abstracta. Así, explica, por ejemplo, de qué manera algunos elementos de los resultados de recepción y citación de artículos académicos en una determinada lengua, que pueden explicarse estadísticamente a partir del número de hablantes nativos de la misma, se transforman, por medio de un proceso de sacralización de las revistas que tienen ventajas en la competencia, en diferencias de estatus que supuestamente reflejarían la calidad de dichos artículos. De esta manera, Münch parte de elementos concretos como las diferencias cuantitativas entre los hablantes de una u otra lengua, y conduce su argumentación, paso a paso, hasta llegar a conclusiones que se refieren a efectos bastante abstractos, como el vaciamiento de sentido de conceptos como la calidad o la perpetuación de las desigualdades en la influencia que ciertas partes del mundo tienen sobre el avance y la dirección del conocimiento.

A lo largo del texto, Münch también consigue ilustrar de qué manera, en sistemas como el que ahora coloniza el campo académico, el capital material (el dinero) se transforma en capital simbólico (prestigio, excelencia, citaciones, índice de impacto...), que a su vez le permite a quienes lo tienen acceder nuevamente a capital material. Esto tiene el efecto doble de que quienes inicialmente carecen de capital material no podrán nunca hacerse con el capital simbólico del que depende que se les asigne dinero en el futuro y, a la inversa, quienes de entrada disponen de suficientes medios ascienden por una suerte de espiral que se alimenta a sí misma y que desvía todos los recursos en su dirección.

Por otra parte, otra razón para que este capítulo tenga particular interés aquí es que Münch habla en él de una serie de mecanismos que pueden contribuir a contrarrestar este efecto de monopolio, unas fuerzas contrarias que pueden hacerle frente a la colonización del campo de la ciencia por parte de la lógica económica. Estas fuerzas, sostiene Münch, hacen parte de una comunidad académica y científica sana y bastaría con devolverles su vigor para recuperar, al menos en parte, cierta autonomía del campo de la ciencia y extender la oportunidad a más investigadores e instituciones de influir en su desarrollo. Además, esto posibilitaría una verdadera competencia académica (y ya no solo económica) que efectivamente fomente la ampliación del conocimiento.

El sobrio optimismo de Münch resulta refrescante cuando se piensa en los muchos textos que -con buenas razones- sostienen que tal vez la universidad esté perdida, a merced de la lógica del mercado e impotente frente a lo que parece ser la cultura imperante. Aunque Münch parece ser muy consciente de las dificultades en las que la academia y la investigación se encuentran en este momento, reconoce que de hecho existen herramientas de las que podríamos valernos para intentar cambiar el rumbo y recuperar (o crear, porque Münch es también bastante moderado en su nostalgia de los modelos pasados) el campo académico como un espacio realmente dedicado a la expansión del conocimiento y la búsqueda de la verdad; un espacio en que se construyan comunidades que cooperen y compitan, pero siempre en franca lid.

Además, Münch nos recuerda que si bien el imperativo de la producción, la lucha por los recursos en la que se desplaza paulatinamente a los más débiles hasta conformar un monopolio o la obsesión con la calidad y la excelencia parecen en este momento características inherentes al ámbito académico y científico, en realidad son rasgos importados de modelos económicos, pensados para regular relaciones comerciales e incrementar la acumulación de capital. Es decir, se trata de exigencias superpuestas a un sistema que puede funcionar sin dificultad al margen de ellas. Si estos parámetros no hacen parte necesariamente del trabajo académico e investigativo, entonces no estamos sometidos a ellos definitivamente y debe ser posible establecer condiciones en las que pueda cooperarse y competirse de otra forma; quizás, incluso, condiciones que no solo se mantengan al margen de la lógica imperante de los monopolios, sino que consigan influenciar otras esferas de nuestra vida, alejándolas también de esa concepción.

El artículo de Münch tiene una última virtud que quisiera hacer notar aquí y que creo que le da un lugar especial dentro de esta revista. La discusión sobre las transformaciones que ha sufrido la universidad incluye en muchas ocasiones una reflexión sobre cuál es el espacio de las humanidades y las ciencias sociales en esa nueva institución, pues el lugar que solían ocupar estas disciplinas se pone en cuestión en el modelo de la universidad corporativa, que más bien parece apoyar -y, de hecho, estar basado hasta cierto punto en- las formas de trabajo propias de las ciencias exactas. Lo anterior tiene en ocasiones la consecuencia, lamentable en mi opinión, de establecer una suerte de rivalidad entre las disciplinas, que se reclaman mutuamente el fracaso de esta concepción de la academia.

El texto de Münch, sin embargo, no recurre nunca a esta distinción; más aún, sus argumentos se hacen a partir de ejemplos de ámbitos tan diversos como la química, la sociología y el arte. Esto le permite mostrar hasta qué punto estamos frente a un problema con una envergadura mucho mayor. No se trata entonces de que ahora haya unos departamentos en las universidades a los que les vaya bien y otros a los que les vaya mal, sino de que en todos los campos de estudio el capitalismo académico tiene consecuencias adversas para el desarrollo del conocimiento y el funcionamiento de todas sus áreas. Del mismo modo, no puede ser cuestión de que las humanidades encuentren cómo acomodarse mejor a un sistema al que otras disciplinas se integran sin ningún inconveniente, porque como muestra Münch, aunque en algunos casos sea quizá más patente que en otros, en realidad ninguna disciplina está del todo a gusto en la universidad corporativa.

Desde luego, esto no quiere decir que la pregunta por el lugar de las humanidades y las ciencias sociales en la universidad corporativa no sea pertinente, o que no haya especificidades propias de la manera en que este modelo económico afecta a cada disciplina. Más bien se trata de señalar que, a pesar de las diferencias que tengan las experiencias de los científicos y los humanistas cuando se enfrentan a la forzada asimilación a este modelo de universidad, hay algo común en esas experiencias y en esas dificultades que en cierto sentido los hace aliados naturales.

Para el traductor que tiene la fortuna de toparse con un buen texto, traducir se convierte en parte, en la tarea de compartir con otros lo que este le ha dejado. Se trata, entonces, de hacer llegar a los lectores lo que el texto le ha permitido al traductor ver y entender, de reflejar la luz que el original ha echado sobre algún asunto para que también los lectores lo vean con más claridad. Esta es tanto la intención de esta presentación, como el espíritu con el que se tradujo el capítulo del libro de Münch que presentamos a continuación. Sin embargo, este esfuerzo se hace a veces un poco a pesar del texto mismo, a pesar de lo que este -o su traducción a una lengua que le es ajena y en la que sus formas originales se acomodan mal- parece poner en el camino de quien pretende aproximársele.

Sin duda, todo aquel que quiera estudiar los problemas relacionados con la evolución de las universidades en la era de la excelencia, con los inconvenientes y ventajas de la medición y los ránquines, con la construcción de la exclusividad en la ciencia, entre otros asuntos, encontrará en los conceptos que este capítulo construye y delimita unas herramientas muy valiosas y una perspectiva sugerente. Se trata de un texto en el que se les da forma a los argumentos con enorme rigor, y en el que el autor se cuida mucho de dejarse llevar por sus propias posturas -evidentes en todo caso-, para presentar a lectores de diversas convicciones razones fuertes para reconsiderar la manera en que la academia funciona actualmente. Sin embargo, en medio del rigor y del esfuerzo por presentar argumentos que realmente puedan comprenderse sin necesidad de compartir la postura del autor, Münch peca quizá de una extrema sequedad, de un tono excesivamente impersonal, casi técnico, con el que acercase al texto no siempre es fácil (especialmente, tal vez, para quienes vengan de las humanidades). Pero, para el lector que sepa concederle a este capítulo el espacio para desplegar sus argumentos en su manera particular está, al final del camino, la enorme recompensa de encontrar un texto cuidadosamente articulado y del que el lector podrá sin duda nutrir sus reflexiones por mucho tiempo.


Obras citadas

Münch, Richard. Akademischer Kapitalismus. Zur politischen Ökonomie der Hochschulreform. Fráncfort del Meno: Suhrkamp, 2011. Impreso.         [ Links ]

---. Die akademische Elite. Zur sozialen Konstruktion wissenschaftlicher Exzellenz. Fráncfort del Meno: Suhrkamp, 2007. Impreso.         [ Links ]

---. Globale Eliten, lokale Autoritäten. Bildung und Wissenschaft unter dem Regime von PISA, McKinsey & Co. Fráncfort del Meno: Suhrkamp, 2009. Impreso.         [ Links ]