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Literatura: Teoría, Historia, Crítica

Print version ISSN 0123-5931

Lit. teor. hist. crit. vol.21 no.1 Bogotá Jan./June 2019

https://doi.org/10.15446/lthc.v21n1.74873 

Artículos

Isaías Lerner: diferentes metodologías en la crítica literaria cervantina

Isaías Lerner: Different Methodologies in Literary Criticism on Cervantes

Isaías Lerner: diferentes metodologias na crítica literária cervantina

Jorge Sagastume1 

1 Dickinson College, Carlisle, Estados Unidos sagastuj@dickinson.edu


Resumen

El presente artículo analiza aportaciones de Isaías Lerner a la crítica cervantina, a partir de trabajos seleccionados sobre el Quijote y Las novelas ejemplares. La formación de Lerner se ha visto influida por un acercamiento crítico posmoderno y ha profesado interés en el lector hispanoamericano de Cervantes, al denunciar abiertamente lo que él vio como arrogancia en la crítica peninsular española y estadounidense. Por otro lado, en muchas ocasiones, sigue una línea que se ajusta precisamente al tipo de metodología que quiere criticar. Este trabajo muestra cómo el crítico argentino, en un deseo de establecer un acercamiento teórico y estilo propio, se ve dividido entre el estudio lexicológico de la obra cervantina, típico de la crítica peninsular, y el estudio semántico, con ramificaciones filosóficas y sociológicas. Cabe señalar que el presente artículo no considera una metodología en particular como superior ni lo opuesto, sino que aboga por una visión amplia a la hora de leer a Cervantes.

Palabras clave: Isaías Lerner; Cervantes e Hispanoamérica; recepción de Cervantes en Hispanoamérica; Lerner y el Quijote; Lerner y Las novelas ejemplares

Abstract

The article analyzes Isaías Lerner's contributions to criticism on Cervantes, on the basis of selected works of his on Don Quixote and the Exemplary Novels. Lerner, whose position was influenced by postmodern critical approaches, shows an interest in the Spanish American reader of Cervantes, when he explicitly attacks what he considers the arrogance of the criticism produced in Spain and the United States. However, on many occasions, Lerner follows precisely the type of methodology he seeks to criticize. This study shows how, in an attempt to establish his own theoretical approach and style, the Argentinean critic is torn between the lexicological study of Cervantes' work, typical of Iberian criticism, and a semantic study with philosophical and psychological ramifications. It is worth highlighting that the article does not consider any one methodology to be superior; rather, it argues for a broad approach when reading Cervantes.

Keywords: Isaías Lerner; Cervantes and Spanish America; reception of Cervantes in Spanish America; Lerner and Don Quixote; Lerner and the Exemplary Novels

Resumo

O presente artigo analisa colaborações de Isaías Lerner à crítica cervantina a partir de trabalhos selecionados sobre o Dom Quixote e As novelas exemplares. A formação de Lerner foi influenciada por uma aproximação crítica pós-moderna e ele professou seu interesse no leitor hispano-americano de Cervantes ao denunciar abertamente o que viu como arrogância na crítica peninsular espanhola e estado-unidense. Por outro lado, em muitas ocasiões, Lerner segue uma linha que se ajusta precisamente ao tipo de metodologia que quer criticar. Este trabalho mostra como o crítico argentino, em um desejo de estabelecer uma aproximação teórica e estilo próprio, vê-se dividido entre o estudo lexicológico da obra cervantina, típico da crítica peninsular, e o estudo semântico, com ramificações filosóficas e sociológicas. Cabe destacar que o presente artigo não considera uma metodologia em particular como superior, nem o oposto, mas advoga por uma visão ampla na hora de ler Cervantes.

Palavras-chave: Cervantes e Hispano-América; Isaías Lerner; Lerner e As novelas exemplares

Introducción

AUNQUE ISAÍAS LERNER (BUENOS AIRES 1932-Nueva York 2013) pasó los últimos cuarenta y cinco años de su vida en los Estados Unidos de Norteamérica, nació y creció en Argentina. Sus maestros y quienes lo iniciaron en la crítica cervantina fueron dos hispanoamericanos: Ana María Barrenechea (Buenos Aires 1913-2010) y Marcos A. Morínigo (Asunción del Paraguay 1904-Buenos Aires 1987).1 Barrenechea, con una visión crítica posmoderna influida por Borges y Cortázar, y comprometida con la lengua desarrollada en Hispanoamérica, definiría, de cierta manera, como inicial a la tendencia de Lerner de interpretar la obra cervantina; lo mismo haría Morínigo, quien no solo se abocó a estudiar la obra de Cervantes subrayando el tema de cómo el lector hispanoamericano lee e interpreta la literatura del autor alcalaíno, sino que además estudió concienzudamente de qué manera el español hablado en las Américas influyó en lenguas tales como el guaraní. Cabe notar que tanto Barrenechea como Morínigo fueron discípulos de Amado Alonso (Navarra 1896-Massachussetts 1952), quien se nacionalizó argentino y se preocupó por la lingüística hispanoamericana y produjo, entre otros títulos, el celebrado El problema de la lengua en América.

Isaías Lerner, bajo estas ópticas y otras que iría recogiendo a lo largo de su carrera, fue autor de numerosos trabajos, especialmente sobre Cervantes, pero también sobre Pedro Mexía y Alonso de Ercilla, y de un importante volumen titulado Arcaísmos léxicos del español de América,2 en el que se notan de manera clara las influencias de Barrenechea y de Morínigo. Estas influencias, sin embargo, no se limitarían al estudio del español hablado en las Américas, sino que además se extenderían a la interpretación de la literatura cervantina a partir de un plano intertextual y semántico, teñido en ocasiones de una especie de lectura posmoderna que él nunca quiso admitir.

Estas estipulaciones, no obstante, merecen ciertas aclaraciones. La lectura de la crítica producida por Isaías Lerner revela, según mi parecer, características híbridas. Lo que quiero sugerir es que Lerner realiza en ocasiones una crítica en la que se ve un afán por leer la obra del autor alcalaíno a través de una lente posmoderna hispanoamericana, heredada de sus maestros, mientras que en la mayoría de las ocasiones se vuelca a un método de análisis textual más bien tradicional de la península ibérica, alejándose de sus raíces.3 Da la impresión de que en su ser se gestan otros seres, quizá es el dilema de todo el que emigra, pero quizá sea también la natural respiración de todo crítico que se enfrenta a la lucha en su búsqueda de la individualidad. Lerner nació y se educó en Argentina y vivió la mayor parte de su vida en los EE.UU., pero se desempeñó profesional y personalmente en lengua castellana. Era de esperar que los rasgos lingüísticos e ideológicos adquiridos en su tierra natal marcaran su expresión escrita y su modo de analizar un texto literario. Pero no se trata aquí ni de psicoanalizar al crítico argentino ni de escudriñar su estilo lingüístico, sino de estudiar de qué manera Lerner contribuyó a la crítica sobre la obra cervantina. Como se ha sugerido, quizá se pueda decir que la crítica cervantina producida por Lerner resulta, de cierta manera, híbrida: en parte se alinea a la fomentada por sus maestros, o precursores, y en parte incorpora elementos de la crítica tradicional peninsular. Y en esto coincide Juan Diego Vila, según su trabajo en el que homenajea a Lerner en vida, y que lleva por título "Isaías Lerner, el fiel escucha de la voz cervantina" (3).

Pero Juan Diego Vila, según mi lectura, sugiere, por otro lado, que Lerner supera de cierta manera esa condición hispanoamericana, como si tal condición fuese inferior. Por ejemplo, sobre la llegada de Lerner a los EE.UU., asevera que:

Isaías no ingresó a aquel sistema [el de los EE.UU.] como un docente que sólo podría haber enseñado la literatura nacional del país de origen del emigrado -coyuntura que lo habría reconducido a ser profesor de literatura o cultura latinoamericana. Su caso fue bien diverso puesto que se percibió, en todo momento, un excedente cualitativo que permitía una discriminación positiva. Se entendió como lógico, desde el inicio de su carrera, que estaba perfectamente habilitado para impartir cursos de filología hispánica y enseñar literatura española, medio disciplinario en el cual no prevalecieron las prerrogativas "nacionales" de tanto académico exiliado del franquismo en esas tierras. (4)

En primer lugar, no creo que una persona que proceda de Argentina se vea "reducida" profesionalmente al llegar a los EE.UU. por enseñar literatura y cultura latinoamericana, o, incluso, la lengua española, cuando su formación quizá haya sido en el Siglo de Oro Español. En segundo lugar, la hibridez (además, característica esencial de los textos cervantinos), no empobrece la crítica literaria profesional o la enseñanza, sino lo contrario.

Al leer con cuidado los trabajos de Isaías Lerner, uno se embarca en una crítica producida por alguien que trata de anclarse en sus raíces hispanoamericanas, pero que a la vez se ve presionado por satisfacer a los lectores que proceden de una tradición peninsular y que la consideran superior, o de una tradición estadounidense que tiende a ser más teórica y posestructuralista. En Lerner se pueden ver estas tres tendencias, como compitiendo entre sí. Pero la posición de Lerner, en realidad, es privilegiada, puesto que cuenta no solo con el conocimiento de diferentes tradiciones, que no es poco, sino que también con la vivencia de estas. Hay que recordar, además, una cuarta dimensión: Lerner descendía de una familia judía ucraniana que se asentó en Argentina, donde existe una de las comunidades judías más numerosas del mundo y que tuvo gran influencia en la cultura argentina, así como esta influyó en la judía. Su carrera docente en Argentina se vio truncada por el golpe militar del año 1966 que cesó su cátedra y lo obligó a mudarse a los EE.UU. Circunstancias como estas, y otras que le tocó vivir, no cabe duda, habrían de influir en la manera de leer y analizar un texto literario.

Isaías Lerner sobre el Quijote

Dejando a un lado los postulados señalados antes, quizá es apropiado dirigir la atención a algunos trabajos de Isaías Lerner en los que se puede ver, hasta cierto punto, lo que hasta aquí se ha sugerido. Uno de los trabajos de Lerner que se alinea, por ejemplo, con el de sus precursores hispanoamericanos lleva por título "El Quijote y el lector americano". En este trabajo el autor denuncia el desinterés peninsular en una bibliografía de las ediciones del Quijote realizadas en Hispanoamérica y aventura varias explicaciones sobre las motivaciones que llevaron a la academia española a adoptar esta actitud (255). Señala Lerner, además, que este desinterés no se limita al Quijote, sino que se extiende a otros títulos cervantinos al igual que a valiosos estudios eruditos de críticos como Arturo Marasso, María Rosa Lida de Malkiel, Celina Sabor de Cortazar y Marcos A. Morínigo, entre otros. Esta preocupación de Lerner sobre el cervantismo en Hispanoamérica la hereda de uno de sus precursores y surge precisamente a partir de un seminario de posgrado sobre el Quijote ofrecido en 1959 y 1960 por Marcos A. Morínigo (260). Según Lerner, este seminario lo llevó a él y a Celina Sabor de Cortazar a reevaluar las ediciones más autorizadas del Quijote, entre ellas la celebrada edición de Martín de Riquer, para llegar a la conclusión de que:

[A] pesar de todas las muestras de saber y destreza filológica que aquellas ediciones mostraban, la insatisfacción, que conocíamos por experiencia propia, ante la ausencia de respuesta a las interrogaciones de un lector argentino o americano corriente, el lector común, nos obligó a pensar en la posibilidad de una edición más pan-hispánica, como diríamos hoy. ("Quijote y el lector" 261)

Esto de ninguna manera significó bastardear la obra colosal de Cervantes, como muchos críticos podrían llegar a pensar, sino que se trató de hacer que el Quijote llegara a ser leído por el lector hispanoamericano corriente y no solo por el erudito.

En 1962 Leo Spitzer argumentaba que

el promedio de los europeos llega a conocer al ingenioso hidalgo don Quijote durante la infancia, no siendo así el caso de los habitantes de América. En América el Quijote, y todo lo español, es víctima de la filosofía de la ilustración, pero en Europa el Quijote es, por sobre todo, un libro para niños. (113)4

No aclara Spitzer a qué se refiere al decir "América", pero no creo que tal comentario sea necesariamente pertinente a Hispanoamérica donde el Quijote, realmente, comienza a leerse en la escuela primaria. Según Lerner, al menos en Argentina, el Quijote no solo era leído desde temprana edad sino que "en esos años todavía el tópico de la unidad cultural tenía un claro componente político de actualidad que queríamos reemplazar por una consideración histórica que reflejara no solo la obvia unidad de origen sino las diversas trayectorias del mundo hispanohablante" ("Quijote y el lector" 262).5 Sin embargo, la lectura del Quijote resultaba difícil por tratarse de una obra extranjera, aunque escrita en idioma castellano, que hacía referencias históricas, geográficas y lexicológicas desconocidas por muchos lectores hispanoamericanos. Esto fue precisamente lo que motivaría a Isaías Lerner y a Celina Sabor de Cortazar a realizar una nueva edición con notas explicativas para el lector hispanoamericano, así como también con una puntuación que reflejara mejor para dicho lector el pensamiento y las emociones que el texto cervantino enunciaba ("Quijote y el lector" 261).6

Empero, todavía hace falta contar con una edición con anotaciones que reflejen la evolución del idioma español dentro y fuera de la península. Tarea muy difícil, según Lerner, y con razón, puesto que al tratarse de una lengua que ha existido fuera de la península por más de quinientos años y en tantas regiones geográficas diferentes, una edición del Quijote que sirva de referente universal en lengua castellana sería una empresa casi imposible de realizar.

En otro trabajo que lleva por título "El Quijote y la construcción de la lengua áurea", Lerner deja traslucir una voz hispanoamericana, por un lado, y peninsular, por otro. En el mismo vuelve a reflexionar sobre las distintas ediciones y subraya que las anotaciones españolas para muchos lectores fuera de la península pueden resultar sumamente enigmáticas. Y esto es, una vez más, producto de la falta de preocupación peninsular por el lector hispanoamericano. Pero es curioso, destaca Lerner, que muchas de las notas de las ediciones peninsulares del Quijote no son relevantes para el hispanoamericano, puesto que en el continente americano "ciertos elementos de la norma lingüística actual reflejan de manera muy viva el sistema lingüístico de fines del XVI y principios del XVII" (297). Esta es una verdad irrefutable que, de haber sido desarrollada más por Lerner, hubiese resultado en un interesante estudio sobre la permanente actualidad de la obra cervantina y cómo esta influyó en la lengua hablada en Argentina incluso hoy en día.

A propósito del mismo ensayo, el crítico argentino también ofrece un estudio lexicológico muy novedoso y original, mediante el cual se analizan elementos en el plano de la expresión que pudieron llamar la atención de los lectores iniciales del Quijote. Lerner señala que en la segunda parte del Quijote "es posible observar un permanente esfuerzo creador en el léxico que acompaña a la novedad y variación del esquema narrativo propuesto por la primera parte" ("Quijote y la construcción" 298), refiriéndose en particular a la incorporación de palabras no antes utilizadas en el corpus de la obra cervantina. Lerner nota que no hay capítulo en la segunda parte que no incorpore nuevos términos, de hecho, cuenta más de ochocientas palabras no utilizadas con anterioridad y de estas un número notable que son primera documentación histórica o primera documentación de su uso literario ("Quijote y la construcción" 299). Lo que sugiere Lerner, por consiguiente, es que Cervantes establece un léxico áureo que influirá en la creación literaria que se producirá en lengua castellana hasta el día de hoy, pero no solo ello, sino que también este léxico se incorporará además a la lengua castellana, aunque parte de este haya caído ya en desuso en muchas regiones, mientras que en otras, como en Argentina y otros países, permanece vivo. Lerner sugiere que

[e]n verdad, Cervantes crea en su texto una permanente inestabilidad de categorías y niveles de lengua que va más allá de la ya señalada naturalización de cultismos y latinismos de factura literaria o científica en lo que luego pasará a ser la lengua standard. También es de esperar que se dé el caso de la incorporación de elementos de la lengua popular que ciertamente registran usos consagrados en un nivel distinto del literario. ("El Quijote y la construcción" 308)

Tal análisis del texto cervantino subraya el importante papel que el autor alcalaíno ha tenido no solo en la novelística, sino en el desarrollo lingüístico del idioma castellano. El hecho de que muchas de las palabras incorporadas en la obra cervantina hayan trascendido el plano literario y se hayan incorporado a la lengua del diario vivir es indicación de que habían sorprendido a los lectores de la época; esta es la tesis fundamental del trabajo de Lerner. Con respecto a la misma, el crítico aclara desde un comienzo que su ensayo no trata de "estudiar el texto desde sus parámetros ideológicos, ya sea para interpretar el momento de la escritura, ya sea para reconocer desde su lectura nuestra propia identidad como seres históricos o personas psicológicas" ("Quijote y la construcción" 295). Verdaderamente, hubiese resultado un trabajo de gran valor si Lerner, con su gran capacidad, hubiese abordado en algún momento de su carrera un estudio del texto a partir de los parámetros establecidos en este ensayo, y así ver de qué manera pudieron sorprender, ideológicamente, la incorporación de nuevas palabras al lector de la época o, al menos, de qué manera esta incorporación ayuda al lector moderno (peninsular o no) a comprender mejor el texto cervantino y sus múltiples mensajes. Así, el ensayo abre con una crítica a la academia española por la falta de interés en lo hispanoamericano, y acaba realizando un estudio que se alinea mayormente a la lente peninsular.

En una línea similar Lerner desarrolla, con fecha anterior, su trabajo titulado "Quijote, Segunda parte: parodia e invención". Este ensayo es muy valioso, sobre todo porque de manera convincente cierra de una vez por todas la disputa originada por Leo Spitzer en 1962 que, apoyado por Joseph Bédier, intenta demostrar que Cervantes se propone destruir el género de las novelas de caballería porque estas corrompen la mente humana.7 En su análisis, Spitzer a la vez se dispone a descreditar a Miguel de Unamuno, quien ni siquiera se había molestado en tocar el tema sino tan solo en señalar que las novelas de caballería ya habían entrado en decadencia para el año 1560. Lerner señala que:

Declarar que el Quijote es una parodia de los libros de caballerías exige obligatoriamente la reformulación de los postulados generales sobre los que asentamos esta declaración. Porque hay diferencias tan netas entre las dos partes, porque es tan clara la voluntad de Cervantes de exigir del lector atención al proceso de reflexión sobre el texto mismo, una lectura activa del Quijote parece una propuesta inevitable. ("Quijote, Segunda" 818)

Tal afirmación parte de la tesis de que el Quijote no es el trabajo reunido en dos libros, el de 1605 y el de 1615, que pueden leerse por separado, sino que en realidad consta de tres libros: los publicados individualmente, la primera y segunda parte, y el que representa la lectura de ambas como un solo libro ("Quijote, Segunda" 817). Esta lectura revela que una de las intenciones fundamentales de Cervantes reside no en parodiar o eliminar los libros de caballería, sino en llevar al lector a reflexionar sobre el proceso de la escritura, sobre el texto en sí, y que, a través de ello, cada quien pueda extrapolar los mensajes pertinentes. De allí que el Quijote sea siempre un libro actual. Lerner declara que, si bien la edición de 1605 identifica alusiones a los libros de caballería, la de 1615 debe agregar el conocimiento del de 1605 como texto autónomo que pudo o no ser leído ("Quijote, Segunda" 819). El lector de la época que solo hubiese leído la segunda parte del Quijote, por lo tanto, no habría recogido esa intención de eliminar las novelas de caballería (si esa hubiera sido la intención de Cervantes en primer lugar).

Lerner, en una lectura posmoderna que resulta de leer ambos volúmenes juntos, creando así un tercero, deja implícita la idea de la participación activa del lector en el proceso de interpretación. Mediante esta lectura, el lector descubre que "[n]o toda parodia intenta el ridículo. No toda trans-contextualización supone la burla. Ciertamente, la atracción de textos que se rehacen irónicamente lleva implícita la admiración" ("Quijote, Segunda" 820). El lector moderno, entonces, en la primera parte del Quijote, se enfrenta a la parodia de la historia y del género de la novela de caballería, mientras que, en la segunda parte, el lector se ve frente a esta estrategia cervantina de la parodia en la que el autor entabla un nuevo diálogo mediante el cual continúa y cambia la primera parte y, consiguientemente, el género mismo ("Quijote, Segunda" 821). Lerner enfatiza que a través de este diálogo el autor realiza un "cuestionamiento del texto, [una] valorización y defensa o ataques de procedimientos narrativos, [presta] atención al receptor, [disuelve] la identidad de la voz narrativa, [y se preocupa] por la correcta lectura" ("Quijote, Segunda" 821). Según Lerner, Cervantes obliga al lector moderno, al llegar a la segunda parte del Quijote, a revisar presupuestos en el proceso de la lectura y a descubrir que Cide Hamete se convierte en censor de su propio texto, de esta manera se crea un hipernarrador que elimina la voz del autor, del traductor y del transcriptor. Lerner concluye, a través de este análisis, que una lectura moderna deberá tener en cuenta simultáneamente las dimensiones diacrónicas y sincrónicas de la creación del léxico cervantino ("Quijote, Segunda" 822-30).8 Aunque Lerner no lo reconozca abiertamente, esta lectura del texto cervantino tiene todas las características de la posmodernidad. Esta posmodernidad, sin embargo, está ya impregnada en la obra de Cervantes, quien ve el lenguaje como metáfora de la realidad y lleva al lector de cualquier época a considerar el lenguaje en todas sus posibilidades.

Y con respecto a la lectura de la obra cervantina y la manera en que esta comunica ciertos mensajes dependiendo de la época, en Lerner se ve una dicotomía que no se resuelve fácilmente. Por un lado, ofrece una lectura posmoderna de la obra del autor alcalaíno, enfatizando su actualidad, mientras que por el otro descarta tales lecturas. En su ensayo titulado "El Quijote palabra por palabra", por ejemplo, refiriéndose a la multiplicidad de interpretaciones de la obra cervantina, Lerner asevera que: "[e]sta multiplicidad no es, sin embargo, infinita, y cada época encuentra dentro de sus parámetros culturales, dentro de sus expectativas históricas, un conjunto discreto de posibles interpretaciones que el tiempo se encarga de desechar, por lo menos parcialmente" (64). Si bien es verdad que algunas interpretaciones pueden ser muy personales y no aportan demasiado a la hora de comprender mejor una obra literaria, sugerir que solo ciertas lecturas son válidas resulta en una visión un tanto reductora. En el mismo ensayo, Lerner continúa diciendo:

Nada más alejado de mi propia visión de lo que convendría que fuera la crítica del Quijote, que estas tendencias hermenéuticas a las que he aludido. Lo que me preocupa hoy, y lo que me ha preocupado siempre, es recuperar los sentidos que debería haber tenido el Quijote para sus primeros lectores. (64)

Tema que trata en varios otros trabajos, pero no ha sido, tal como él dice, una preocupación de siempre, como ya ha quedado claro al tratarse el ensayo "Quijote, Segunda parte: parodia e invención". Para demostrar su tesis, Lerner se centra en el capítulo XVIII de la segunda parte del Quijote. Valiéndose del aspecto verbal del texto y en particular de la dimensión léxica del discurso cervantino, y teniendo en cuenta además los elementos formales con los que se construye el relato, Lerner pasa a enumerar la incorporación de términos lingüísticos que podrían haber sorprendido al lector de la época. De esta manera, como en el ensayo que se tratara antes, el crítico subraya de qué manera Cervantes incorpora nuevas palabras que, aparejadas a la estructura del relato, producen grandes innovaciones en lo que toca a la técnica narrativa. Señala Lerner que estas nuevas palabras, por ejemplo, la palabra extravagante, habrían resultado infrecuentes para el lector en 1615 y lo habrían llevado a reevaluar el acto narrativo en sí en busca de ciertos significados ("Quijote palabra" 67). Este procedimiento, además, obligaría al lector a descubrir que la incorporación de algunos de estos términos novedosos tiene el fin de indicar su procedencia, Garcilaso y Ovidio, por ejemplo, y resaltar de esta manera el tema de la intertextualidad en el proceso de la construcción novelística ("Quijote palabra" 68-69). Ahora bien, esto pudo haber sido cierto para un lector más o menos erudito de la época; un lector que no solo hubiese leído a Garcilaso sino también a Ovidio, y a muchos otros. Pero es difícil determinar cuántos lectores en 1615 habrían sido capaces de desenmascarar estos recursos literarios y así descubrir las innovadoras técnicas narrativas cervantinas. Si bien este trabajo sigue las líneas del tratado con anterioridad y editado en 1990, las contribuciones que aporta a la crítica cervantina son un tanto más escasas y menos originales. Su ensayo titulado "El Quijote y el decir con seso", publicado en el 2006 en la misma revista académica donde apareció "El Quijote palabra por palabra", vuelve a abordar las mismas ideas, pero incorporando nuevos descubrimientos intertextuales, entre ellos términos procedentes de Plinio y de Plutarco, además de referenciar al crítico argentino Arturo Marasso, quien nos remitió en 1954 a la alusión de los trogloditas en el Quijote y que proviniera de Plinio (248-261). Idea que, cabe subrayar, Borges ya había descubierto en 1947 y que desarrollaría en su cuento "El inmortal", excepto que le atribuye la historia a Homero y no a Plinio. En realidad, quizá sea más plausible que Cervantes hubiera tomado la idea de Homero.

Como Vila sugiere acertadamente, "a diferencia de quienes creen haber agotado tal o cual texto con su edición, Isaías es un adepto a la frecuentación, retorno maduro que dice la renovación de un pacto de amor" (7). Y precisamente, Lerner repite las mismas ideas expuestas en el párrafo anterior, en su trabajo "Contribución al estudio de la recepción del Quijote", pero en esta ocasión descubre en la segunda parte del Quijote cuatrocientos ochenta y dos nuevos términos, algunos de gran valor para el estudioso de Cervantes que busca en su obra ideologías o comentarios que van más allá de los campos lexicológicos y, por ende, diferente del procedimiento de análisis crítico que puede caracterizar al especialista de origen español. Lerner descubre términos a los que denomina "cultistas" (jurisconsulto, por ejemplo) y sugiere que de esta manera Cervantes logra "jerarquizar retóricamente su largo razonamiento sobre poetas y poética" (27). Ojalá Lerner hubiese, además, desarrollado la idea y explicado la posible postura de Cervantes con respecto a los poetas de la época o de la antigüedad; este análisis probablemente habría podido enriquecer de gran manera el estudio de la obra Viaje del Parnaso, por ejemplo.

En el mismo ensayo, Lerner también descubre el uso de otros recursos literarios en el campo lexicológico, por ejemplo, el de los compuestos que responden "a una voluntad de síntesis que permite al texto decir un concepto nuevo sobre la suma de dos vocablos que pierden su significación primitiva" (29). Pero Lerner no explica cuáles conceptos nuevos se crean a través del uso de compuestos. No es hasta más adelante que arriesga cierta opinión al hablar sobre la incorporación de superlativos, diminutivos y aumentativos, que, aunque abundan en la primera parte del Quijote, en la segunda adquieren un valor diferente. Por ejemplo, el uso de fortísimo, en el episodio de la cueva de Montesinos, que permite el despliegue de rasgos de ironía o humor ("Contribución" 29), o en el caso del uso de sermoncico o latinicos para referirse irónicamente al esfuerzo de ciertos autores de parecer eruditos y elocuentes ("Contribución" 30). Está claro que estos análisis lexicológicos son importantes, y Lerner, a través de ellos, comienza a sugerir temas de gran importancia a la hora de interpretar el Quijote; según mi modo de ver esta monumental obra literaria, me habría gustado que el crítico argentino ahondara en los temas que solo quedan sugeridos.

Isaías Lerner sobre Las novelas ejemplares

Como es sabido, además del Quijote, Lerner estudió asiduamente otras obras cervantinas, como por ejemplo Las novelas ejemplares, y entre ellas, Las dos doncellas. En su ensayo "Teoría y práctica de la novela: Las dos doncellas de Cervantes", Lerner propone algo de gran interés: "Las dos doncellas es, entre otras cosas, recomposición y variación del episodio del Quijote" (157). De hecho, lo que Lerner opina es que en el Quijote Cervantes "se propuso la simplificación del conflicto imaginado antes para la novela corta" (158), siendo este conflicto la historia de amor de dos parejas. Es decir, la disputa amorosa, en el caso de Las dos doncellas, pone de manifiesto varios temas importantes que, a pesar de estar presentes, no se tratan en profundidad en el Quijote, como por ejemplo el de los códigos éticos. Dice Lerner que "Rafael desafía códigos que los personajes del Quijote no tienen que considerar sino teóricamente" ("Teoría" 159). Tal sería el caso del personaje de Cardenio, a través de quien Cervantes, entre otras cosas, trató de explotar un rasgo de carácter, la cobardía, pero cuando Cardenio finalmente tiene el valor de enfrentar el desafío de don Fernando su valentía no necesita ponerse a prueba.

Se ha dicho, y con razón, que el Quijote es una obra infinita; una obra que presenta un número enorme de temas que son siempre actuales y aplicables a la humanidad en general. Pero como obra extensa, no permite el desarrollo o explotación de ciertos temas en todos los sentidos posibles, mientras que sí es posible tal presentación en una novela corta donde los personajes se enfrentan tan solo a uno o dos dilemas o conflictos. De esta manera Las dos doncellas permite la presentación de un tema desarrollado más profundamente que no sería posible realizar de la misma forma en una obra como el Quijote, sin extenderse a miles de páginas y convertirse en una colección de relatos independientes o tratados. Es verdad, sin embargo, que en el Quijote existen las que normalmente se denominan "historias intercaladas", sobre todo en la primera parte, y que quizá su inclusión haya respondido al principio renacentista de "variedad en la unidad", de lo que al parecer Cervantes se libera en el Quijote de 1615. Lerner asegura que, entonces, en Las dos doncellas (1613), el lector se enfrenta a una especie de cuaderno de ejercicios narrativos o notas que luego daría lugar al episodio del Quijote. Esta propuesta resulta muy valiosa y Lerner la demuestra de manera eficaz a través de varios ejemplos tomados de pasajes de Las dos doncellas que se repiten en el Quijote de 1615. Entre ellos cabe señalar los epítetos que Altisidora utiliza en el capítulo LVII de la segunda parte del Quijote y que provienen de Las dos doncellas ("Teoría" 164). Ahora bien, es muy posible que Cervantes haya desarrollado con más profundidad explícita ciertos temas en Las dos doncellas, que se tocan de manera aparentemente superficial en el Quijote. Cabe preguntarse si este procedimiento se repite en otros episodios del Quijote partiendo de otras Novelas ejemplares o textos cervantinos. Es posible que sí, y no solo con respecto al desarrollo de temas sino también en lo que toca a ideas y estilo. Puesto que, como lo sugirió ya Juan Diego Vila, Lerner retorna a obras e ideas (7), y para ciertos interesados en la obra de Cervantes, lo que propone el crítico en este trabajo es muy valioso y abre las puertas a que otros investigadores aborden el tema.

Lo que Lerner propone podría denominarse autointertextualidad o repetición de ideas propias ya expuestas en otros escritos, pero ampliadas o disminuidas en una nueva obra. Se puede aseverar sin dificultad que Cervantes con frecuencia parte de otros textos (propios o no) para tejer la trama de sus obras. Un ejemplo claro es el Quijote de 1605 y el asunto de la traducción como vehículo para discutir otros temas: en el capítulo ix el narrador accidentalmente tropieza con un manuscrito en árabe y busca los servicios de un traductor para que lo vuelque al español. El producto de la traducción es, precisamente, el primer volumen del Quijote, desde el capítulo x hasta el final. El capítulo ix, además, contiene pasajes que son traducciones de traducciones de otros escritores, tales como Petrarca, Ovidio y Cicerón, transferidos por el personaje de ficción de la novela, que traduce del latín al árabe y, por último, al español.9 De esta manera, las fuentes de donde provienen todos estos elementos intertextuales podrían juzgarse también, como lo sugiere Lerner sobre Las dos doncellas, cuadernos de ejercicios narrativos, pero escritos por otros. Sin embargo, este no es un descubrimiento nuevo. Cabe notar que este procedimiento es heredado por Borges quien, sería plausible decir, es el primer escritor propiamente posestructuralista de origen hispanoamericano. Borges, además de escritor, era traductor, y de sus traducciones con frecuencia "toma prestado" pasajes que luego serían utilizados en su obra de ficción como punto de partida para desarrollar otros temas, a la manera de Cervantes.10 Como se ha mencionado antes, Ana María Barrenechea, de quien Lerner fue discípulo, fue muy influida por Borges en sus acercamientos teóricos a la crítica literaria cervantina y, a la vez, influyó en Lerner. Pero daría la impresión de que a pesar de que Lerner parece ser consciente de ello, no solo evita mencionar a Barrenechea, o a Borges, sino que intenta alejarse de ellos, aunque admire de gran manera a ambos. Se comprende que todo escritor, de obras literarias o de crítica, intenta fraguar un estilo o un acercamiento analítico definido y único, pero tampoco está mal imitar el de otros, modificarlo, referenciarlo, y hacerlo de esta manera propio.

Otro trabajo de Lerner sobre Las novelas ejemplares que destaca lleva por título "Aspectos de la representación en El amante liberal". Resulta interesante este trabajo por varias razones que se discutirán en su momento, pero para comenzar merece la pena mencionar que aquí Lerner intenta hacer una diferenciación entre la crítica cervantina producida en lengua inglesa y la suya escrita en castellano y bajo una óptica crítica diferente. Asegura el crítico argentino que hace falta, por ejemplo, en el caso de El amante liberal, un estudio que preste atención a los componentes de la expresión y que fijen la obra en

el marco de esa tradición mucho más amplia y compleja que la que permite el binomio frecuente en la crítica de lengua inglesa novel-romance, a mi parecer, poco útil en las letras españolas. En efecto, esta clasificación muy pocas veces atenta a elementos que supongan un análisis que vaya más allá de la paráfrasis del argumento, se presta a generalizaciones simplificadoras. (38)

Lerner se refiere aquí específicamente a Edward C. Riley, quien por razones de traslados familiares nació en México y se crio en Cuba, pero se educó en Oxford y desempeñó la mayor parte de su carrera profesional en Irlanda. Riley fue un crítico severo en ciertas instancias, por ejemplo, en su libro La teoría de la novela en Cervantes, donde asegura que ciertas obras cervantinas son simplemente malas como novelas serias pero que podrían ser romances bastante buenos (227). La lectura de una obra, por supuesto, depende en gran parte de la formación profesional del lector, pero también del trasfondo cultural del que proviene. Por otro lado, una cosa es la lectura personal y otra es la adoptada a la hora de publicarla; esta última puede estar dictada por cuestiones políticas o de novedad. No se quiere aquí defender u ofender a nadie, pero lo cierto es que Riley produjo trabajos de valor y que se suscribían, en gran medida, a la tradición de la literatura comparada. Se puede comprender, desde este punto de vista, que para Lerner los trabajos de Riley resultaran simplistas. No por ser estudios comparados, que cuando bien hechos pueden enriquecer mucho la lectura de un texto, sino por no ajustarse a lo que Lerner calificaría de ser crítica seria.

Por otro lado, el trabajo de Lerner en cuestión analiza El amante liberal como arte plástica. Toca, en particular, el tema de la representación como una pluralidad de alusiones culturales y de carácter intertextual que enriquece la complejidad semántica de un pasaje descriptivo. Estas premisas desde ya son prometedoras. Lerner percibe la representación de Leonisa como la imagen de la melancolía, suscrita a la tradición del Renacimiento; es decir, la mujer en el centro de la composición aparece dominada por la inercia, inacción meditativa, y separada de lo que la rodea ("Aspectos" 40). Esta representación de Leonisa, según Lerner, es una forma de intertextualidad:

[T]rae a la memoria visual del lector contemporáneo de Cervantes (y a la del moderno), el estupendo grabado de Alberto Durero, llamado precisamente Melencolia I. De la compleja composición de Durero, múltiple en su significación simbólica, Cervantes retiene los elementos más expresivos del gesto y simplifica, literaturiza la composición para adecuarla a su personaje y a la situación narrativa. ("Aspectos" 41)

Cabe preguntarse por qué Cervantes escogería poner en forma literaria esta imagen. Lerner explica que Durero era famoso en España y en toda Europa; Cervantes, señala Lerner, conocía muy bien la obra de Durero a través del libro de Pedro Mexía titulado Silva de varia lección ("Aspectos" 42). Escoger llevar esta imagen a la literatura ayudaría a establecer conexiones polisémicas tanto en el lector de la época como en el moderno. Esto no carece de valor, pero me pregunto si fue la intención de Cervantes ayudar al lector a descubrir el tema de la melancolía o si, quizá, simplemente utilizó la pintura como excusa para la creación literaria.11

El ensayo de Lerner que aquí se discute tiene el valor del descubrimiento de la imagen del pintor en El amante liberal. El crítico argentino señala que:

[E]l texto de Cervantes exige una interpretación plástica, no sólo por la insistencia en lo gestual de la descripción sino también porque la escena concentra su atención con intensa exclusividad en lo visual. Ello explica la espectacularmente moderna sinestesia que hace posible que el personaje que entra como Mario a la casa de Halima, vuelve a ser Ricardo, apenas traspuesta la puerta que lo llevará a Leonisa: al principio, sólo alcanza a ver "un mudo y sosegado silencio". Este silencio, a mi entender, hace más evidente el valor emblemático de la visión de Leonisa y añade más validez al recuerdo de Durero. (43)

Se podría decir que algunas de las características más sobresalientes de la narrativa del autor alcalaíno radican en su habilidad de crear imágenes que se graban en la mente del lector, muchas de ellas parten de otras obras. Técnica apenas desarrollada en literaturas en lengua castellana anteriores, pero que a partir de Cervantes sirven como base fundamental de la novelística que le sucede. Sugerir que el propósito de Cervantes fue el de convertir en literatura una pintura de Durero para que el lector del siglo xvii (y el actual) reconociera el tema de la melancolía, según mi interpretación, podría llegar a contradecir o desmerecer los objetivos que llevaron a Lerner en su momento a crear una edición del Quijote que pudiera beneficiar al lector hispanoamericano contemporáneo, para quien las referencias culturales, literarias y geográficas (sin dejar de lado las lingüísticas) eran desconocidas. Por un lado, Lerner parece querer poner al alcance de todos la obra cervantina, mientras que, por el otro, parece alejarla del lector común que originalmente motivara su trabajo y convertirla en una obra casi impenetrable, a menos que el lector cuente con una gran erudición12 Si Lerner hubiera enfocado su trabajo en intentar explicar qué habría querido decir Cervantes sobre el tema de la melancolía a través de El amante liberal, el resultado habría sido, a mi parecer, mucho más interesante. Después de todo, el presupuesto original del ensayo de Lerner era el de ver el tema de la representación como una pluralidad de alusiones culturales y de carácter intertextual que enriquece la complejidad semántica de un pasaje descriptivo, pero Lerner no llega a abordar el aspecto semántico de tal representación.

Otro ensayo de Lerner que estudia Las novelas ejemplares lleva por título "Marginalidad en Las novelas ejemplares: La Gitanilla" y destaca tanto por el tema que trata como por su marco crítico. El postulado inicial del trabajo radica en proponer que Cervantes, a través de La gitanilla, pone en tela de juicio la actitud del español con respecto a los marginados, en este caso el gitano y la mujer. No es un tema nuevo, puesto que ya había sido tratado por varios críticos desde Américo Castro en adelante. El trabajo de Lerner, sin embargo, difiere de los demás en el hecho de que se enfoca en cómo Cervantes problematiza la situación, creando ciertas contradicciones y a través de ellas cuestionando verdades aparentes y códigos aceptados ("Marginalidad" 48). En este ensayo se ve a un Lerner diferente en el sentido de que no se limita a indagar los efectos de la obra cervantina en el lector del siglo XVII, sino que acepta que cada lector, del pasado y del presente, aporta a la lectura un referente histórico y social propio (48). De esta manera, el referente social para el español estaría creado por "la opinión oficial y de la visión del grupo minoritario" ("Marginalidad" 48), los referentes de un hispanoamericano, digamos, serían los mismos, así como también otros antecedentes culturales o sociales privativos al origen del lector. De esta manera, el mensaje de La gitanilla sería ejemplar y aplicable a toda sociedad y no solo a la española. Esto es importante para el propósito de este trabajo puesto que aquí se percibe un giro en la manera de Lerner de encarar el análisis literario, acercándose más a sus precursores.

Señala Lerner que "la novela se inicia con un comentario del narrador sobre la condición tipificadora de los gitanos según el estereotipo marcado por los grupos dominantes: su natural inclinación al robo" ("Marginalidad" 48). Es importante subrayar, como lo hace Lerner, que estos juicios, generalmente, están encabezados por la expresión "parece que" y, como es sabido, el único robo en la novela no lo lleva a cabo un gitano, sino que lo fabrica Juana Carducha, la hija de la viuda rica. A lo largo del ensayo, Lerner demuestra eficazmente su tesis a través de ejemplos en los que la narración crea contradicciones con el fin de que el lector emita un juicio sobre las verdades aparentes y códigos aceptados en la sociedad, y de esta forma participa de manera activa en la lectura del texto. Entre estos ejemplos sobresale el caso de la gitana vieja, que es el personaje que muestra más desprendimiento y generosidad; por otro lado, es también codiciosa, pero esta contradicción de todas maneras no excluye la generosidad ("Marginalidad" 49-50). Propone el crítico, entonces, que mientras que el narrador de la historia marca los defectos del grupo marginado, la narración exalta de manera paralela sus virtudes ("Marginalidad" 51).

La postura de Lerner en este trabajo es radicalmente diferente a la de la mayoría de los que ha producido. No solo valora una lectura actual de la obra cervantina, casi (se podría decir) identificándose él mismo con el grupo marginado, sino que además se aleja de la documentación histórica que, en este caso, no aporta a la lectura del texto:

En La gitanilla, Cervantes no se propuso la quijotesca tarea de negar la opinión común sobre la inclinación al robo de los gitanos y el discurso ordena una serie abundante de referencias humorísticas al respecto, cuando Andrés se va a vivir al campamento. Pero la paradoja que propone este aspecto del relato es evidente y obliga a que el lector repiense el estereotipo. Acudir, como hace Amezúa, a los documentos de la época para reforzar la veracidad del lugar común racista es tarea erudita pero también ingenua. La versión oficial de los hechos nunca favorece a los grupos sin poder y las relaciones funcionales de los diversos elementos que componen el relato no justifican la investigación en el ámbito documental externo. ("Marginalidad" 49)13

En este trabajo, Lerner deja de lado la actitud crítica que caracteriza muchos de sus estudios y se acerca al texto de manera que este pueda servir de vehículo didáctico para todo lector. Es más, señala también que el narrador al comienzo de la novela presenta la ideología oficial sobre el gitano, mientras que al final este se convierte en un lector entusiasmado y partícipe de los propósitos de Cervantes ("Marginalidad" 54). El ensayo concluye con una reflexión que proviene de su maestra, Ana María Barrenechea, y que no es característica de Lerner: "Que Cervantes utilizó la expresión literaria para el cuestionamiento de la realidad, es cosa bien sabida, pero precisamente por esto, poco analizada en sus fascinantes pormenores" ("Marginalidad" 57), idea que en realidad procede de Borges y que a su vez nace en Cervantes14 Una de las más importantes contribuciones de Isaías Lerner al cervantismo mundial, creo yo, fue la edición del Quijote que realizara en colaboración con Celina Sabor de Cortazar. Sus trabajos lexicológicos, especialmente los que estudian la recepción del Quijote en el siglo XVII, demuestran además la habilidad de un crítico sistemático y dedicado a desenterrar centenares de nuevos términos de la lengua castellana creados por Cervantes, y que pasarían a formar parte de la lengua "estándar". Este tipo de investigación forma parte de la gran mayoría de los estudios realizados por Lerner y son, sin lugar a duda, de gran valor. Por otro lado, hay otros trabajos en los que el crítico argentino arriesga una interpretación de los textos cervantinos a partir de estudios semánticos, ubicándolo dentro de una cierta minoría de críticos que marcan una era en el cervantismo internacional y en particular el hispanoamericano. No se ha querido en el presente trabajo sugerir que la inclinación de Lerner (o de cualquier otro crítico) hacia los estudios lexicológicos sea una falencia; de ninguna manera. Lo que se ha querido subrayar aquí es que aquello que Lerner explícitamente considera una crítica valiosa (los estudios lexicológicos) y lo que no (interpretación semántica, aplicación de teorías literarias, o filosóficas, políticas, etc.) puede verse como una contradicción, puesto que él mismo se embarca en ambos estilos críticos. Según mi manera de ver las cosas, ni uno ni otro acercamiento hacia la literatura es de mayor o menor valor. Creo que la literatura, así como la crítica literaria, como lo asegura Richard Rorty, son métodos para re-describir la realidad que nos toca vivir, sabiendo que no existe un vocabulario final mediante el cual ésta pueda ser descrita (73). Cuanto más variada resulte la crítica literaria sobre Cervantes, o sobre cualquier otro autor, más rica resulta la literatura en cuestión y más estimulante el diálogo intelectual.

Obras citadas

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1 Existen varios homenajes recordando a Marcos A. Morínigo, y un trabajo escrito por Soledad Martínez Zuccardi titulado "La facultad de filosofía y letras y la consolidación de la literatura en Tucumán. El papel desplegado por Marcos A. Morínigo", pero haría falta un trabajo crítico sobre el gran trabajo realizado por Morínigo que subrayara sus numerosas y valiosas contribuciones.

2A lo largo de este trabajo se utilizarán las publicaciones originales de Lerner, pero para el interesado en acceder con facilidad a todos los artículos, se recomienda consultar: Lecturas de Cervantes, publicado por la Universidad de Málaga, así como también, Estudios sobre Cervantes, editado por Juan Diego Vila y Celia Burgos Acosta.

3A lo que me refiero cuando digo "análisis textual tradicional de la península ibérica" es al planteamiento analítico que se enfoca en lo lexicológico sin valor semántico, y que no considera apropiado el análisis de textos antiguos a partir de teorías literarias contemporáneas. En contraposición, la crítica hispanoamericana, y particularmente la argentina —según lo veo yo—, se caracteriza por extrapolar del texto literario mensajes o ideas que se centran en el campo semántico y que son pertinentes a la realidad de cada lector. Cabe señalar que ambas aproximaciones aportan mucho a la lectura de un texto literario, pero simplemente son muy diferentes la una de la otra. Otra particularidad de la crítica literaria argentina es que lee la obra literaria más allá de su origen y aplica sus mensajes a la realidad social, política, histórica y filosófica del momento de la lectura del texto.

4La traducción al castellano es mía.

5Cuando Lerner dice "en esos años" se refiere a los comienzos de la década de 1960, cuando junto a Celina Sabor de Cortazar preparaban una nueva edición del Quijote. Esta fecha coincide con la publicación del ensayo de Spitzer que se menciona arriba.

6Lerner da crédito a Ángel Rosenblat por la publicación de esta edición del Quijote. Fue Rosenblat quien convenció a la gente del Instituto de Filología de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires del gran valor de tal proyecto (262). Rosenblat, de origen polaco y que emigró a la Argentina de muy niño y realizó todos sus estudios en la Universidad de Buenos Aires —desde donde también publicó su obra crítica cervantina—, influyó de manera significativa en la formación profesional de Lerner. Sus lecturas de la obra cervantina merecen un serio estudio que aún no se ha producido.

7Quizá sea importante señalar que esta postura no es novedosa, sino que parte de una idea muy antigua que proviene del Libro x de la República de Platón, en la que el filósofo se propone disminuir el valor de la obra literaria e imponer la filosofía como la única capaz de analizar los valores semánticos de la realidad en la que el ser humano vive.

8Juan Diego Vila, no obstante, afirma que Lerner no veía como serio este tipo de lectura en la que se aboga por la muerte del autor (8). Es posible que Vila esté refiriéndose al artículo que lleva por título "El Quijote palabra por palabra", el cual será abordado en breve.

9 Para el interesado en el tema, véase también: Martínez-Sáenz y Sagastume.

10 Para el interesado en el tema, véase: Kristal.

11Otro trabajo de Lerner sobre la intersección entre pintura y literatura lleva el titulado "Cervantes y la pintura nuevamente", en la que se aboca a estudiar La gitanilla y la pintura de Lorraine. Para el interesado, véase además el ensayo de Juan Diego Vila al que se ha hecho referencia anteriormente.

12No se quiere sugerir aquí que la obra de Cervantes no requiera erudición a la hora de dilucidar temas que no saltan a la vista de manera inmediata. Cervantes escribió para todo lector, erudito o no, pero siendo él mismo un escritor erudito, creó juegos lingüísticos que conllevan mensajes de cierta profundidad y valores semánticos. Lo que se intenta subrayar aquí es lo que para mí representa una hibridez de propósitos en la crítica de Lerner.

13 Véase González de Amezúa y Mayo.

14Véase Barrenechea.

Cómo citar este artículo (MLA): Sagastume, Jorge. "Isaías Lerner: diferentes metodologias en la crítica literaria cervantina". Literatura: teoría, historia, crítica, vol. 21, núm. 1, 2019, págs. 143-165.

Sobre el autor

Jorge R. G. Sagastume es doctor en filosofía y letras por la Vanderbilt University, I Nashville, TN, EE. UU.; profesor titular de literatura hispánica en Dickinson College, Pennsylvania, EE.UU.. Sus especialidades son literatura del Cono Sur, Cervantes y el teatro hispanoamericano contemporáneo.

Recibido: 09 de Enero de 2018; Aprobado: 05 de Junio de 2018

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