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Literatura: Teoría, Historia, Crítica

versão impressa ISSN 0123-5931

Lit. teor. hist. crit. vol.21 no.1 Bogotá jan./jun. 2019

https://doi.org/10.15446/lthc.v21n1.74872 

Artículos

Los Moriscos (1845) de Juan José Nieto: evaluación estética de la Guerra de los Supremos (1840-1845)

Los Moriscos (1845) by Juan José Nieto: Aesthetic Evaluation of the War of the Suprêmes (1840-1845)

Los Moriscos (1845) de Juan José Nieto: avaliação estética da Guerra de los Supremos (1840-1845)

Óscar Zabala1 

1 Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, Colombia. oyzabalas@unal.edu.co


Resumen

En este artículo, se busca realizar una valoración estética de Los moriscos (1845) de Juan José Nieto a partir de una perspectiva sociocrítica. Esta novela se entiende como una reflexión anclada en el contexto del comienzo de las guerras civiles del siglo XIX colombiano, por lo cual se interpreta como una toma de posición frente a las políticas partidistas que condujeron a esta situación. Se trata de superar las consideraciones que perciben la obra como un documento o que la interpretan a partir del dato biográfico. El análisis propuesto se divide en dos partes. Primero, se exploran los aspectos composicionales (género y personajes) de la obra reconociendo los valores principalmente políticos y religiosos que la atraviesan. Segundo, se contextualizan estos valores para determinar la toma de posición del autor. Con esto, se logra observar un pesimismo de Nieto frente a la guerra fratricida de principios de 1840.

Palabras clave: Juan José Nieto; Los moriscos; novela colombiana del siglo XIX; novela histórica colombiana; Guerra de los Supremos

Abstract

The article attempts an aesthetic appreciation of Juan José Nieto's Los moriscos (1845) from a socio-critical perspective. Because the novel is anchored in the context of the start of the 19th century civil wars in Colombia, it is interpreted as adopting a stance in view of the party politics that led to that situation. Our objective is to go beyond those approaches that either see the work as a document, or interpret it on the basis of biographical data. The analysis is divided into two parts. First, it explores the compositional aspects (genre and characters) of the work, acknowledging its mainly political and religious values. Secondly, it contextualizes these values in order to determine Nieto's position: one of pessimism regarding the fratricidal war that broke out in early 1840.

Keywords: Juan José Nieto; Los moriscos; 19th century Colombian novel; Colombian historical novel; War of the Supremes

Resumo

Neste artigo, busca-se realizar uma valorização estética de Los moriscos (1845) de Juan José Nieto a partir de uma perspectiva sociocrítica. Essa novela é entendida como uma reflexão ancorada no contexto do começo das guerras civis colombianas do século XIX, portanto é interpretada como um posicionamento frente às políticas partidaristas que conduziram a essa situação. Trata-se de superar as considerações que percebem a obra como um documento ou que a interpreta a partir do dado biográfico. A análise proposta é dividida em duas partes. Primeiramente, os aspectos composicionais (gênero e personagens) da obra são explorados e os valores, principalmente políticos e religiosos, que a atravessam são reconhecidos. Em segundo lugar, esses valores são contextualizados para determinar o posicionamento do autor. Com isso, é possível observar um pessimismo de Nieto frente à guerra fratricida do início dos anos 1840.

Palavras-chave: Guerra de los Supremos; Juan José Nieto; Los moriscos; novela colombiana do século XIX; novela histórica colombiana

LA PRODUCCIÓN LITERARIA DE Juan José Nieto tiene como marco histórico las guerras civiles de la década de 1840, en especial la Guerra de los Conventos o los Supremos, a causa de la cual fue exiliado a Jamaica, y la de 1848-1849 que dio paso a las reformas liberales de medio siglo. Como uno de los fundadores de la novela en Colombia,1 resulta interesante ver que su producción estuvo marcada por el clima de inconstitucionalidad y del naciente bipartidismo de la primera mitad del siglo XIX, síntomas no solo de un problema político, sino también de unos problemas culturales relacionados con la religión y la identidad de la nación aún no formada. En total, Nieto escribió dos obras de teatro, Aurelia o la caída de Constantinopla por Mahomet 2° (1839) y El hijo de sí propio (¿1847-1849?); y tres novelas, Yngermina o la hija de Calamar (1844), Los Moriscos: novela histórica (1845) -publicadas en Kingston, Jamaica-, y Rosina o la prisión del castillo de Chagres (1850) -publicada por entregas en el periódico de La Democracia en Cartagena-.

La intensa producción del autor durante este periodo permite comprender que la escritura de ficción le era necesaria como medio para expresar y plantear problemas que en otras formas de escritura no eran posibles, lo cual es más significativo, pues el autor ya había explorado otros géneros como el ensayo. Parece ser que la novela sirvió en sus inicios a los escritores como un modo de expresión adecuado a las necesidades históricas del momento.2 En este sentido, considero necesario superar la idea que sugiere Germán Espinosa en el prólogo de Yngermina o la hija de Calamar, para la edición del 2001, de ver la literatura de Nieto como un ejercicio realizado en tiempos de ocio; visión que le resta valor al lugar que ocupan las novelas en el desarrollo intelectual del autor y del periodo mismo. Por el contrario, sostengo que las novelas de Nieto no solo muestran su pensamiento, sino que constituyen una reflexión valiosa sobre los problemas colombianos del siglo XIX. De esta manera, busco superar la lectura documental que se le ha dado a Los Moriscos, así como los juicios basados en la supuesta "pobreza técnica" del autor que impiden una lectura crítica de la obra de Juan José Nieto.3

En este orden de ideas, analizaré en las siguientes páginas la manera como en Los Moriscos (1845) Juan José Nieto está evaluando estéticamente sus circunstancias históricas (Mukafovsky 197), es decir, las causas y consecuencias de la Guerra de los Supremos. Para esto, el texto se dividirá en dos partes. En la primera, se dará cuenta de los elementos composicionales de la novela, como la elección del género y la construcción de personajes épicos, propios de la novela histórica scottiana; en la segunda, se discutirá cómo los valores que estructuran la obra de Nieto, evidentes en el plano composicional, le permiten evaluar estéticamente su momento histórico. Así, entiendo la puesta en forma a partir de la dialéctica forma/contenido, evidente en la escogencia de este género novelesco de corte histórico que responde a la manera como Nieto valora su realidad (Bajtín 37).

Se trata de contestar las siguientes preguntas: ¿cuáles son las circunstancias históricas que impulsan a Nieto a escribir esta novela? ¿Cómo la escritura de la novela histórica le permite a Nieto evaluar estéticamente su momento histórico? ¿Por qué un autor exiliado decide adoptar el discurso novelesco para plantear estos problemas? ¿Cómo se inserta la propuesta estética de Nieto en un momento en el cual había una incipiente tradición novelesca en el país? Si bien no es mi intención agotar estas preguntas en el siguiente ensayo, sí pretendo arrojar algunas luces que permitan comprender este fenómeno.

La propuesta novelesca en Los Moriscos

Los Moriscos fue publicada en 1845 durante el exilio de Juan José Nieto en Kingston, un año después de la publicación de Yngermina o la hija de Calamar. En comparación con su antecesora, esta novela no ha vuelto a ser editada y, en general, la crítica se ha concentrado en señalar simplemente la relación entre la escritura de la novela y el exilio del autor. Sin restarle importancia a este hecho, considero que no basta solamente con mencionarlo, sino que hace falta pensar la forma en que su situación de vida motivó la escritura novelesca. Puede afirmarse que la crítica no se ha preguntado por las razones que llevaron al autor a la decisión de utilizar la forma de la novela histórica para expresar una valoración frente a una situación concreta: el estado político y cultural de la Nueva Granada.

Para comenzar, se puede señalar que la novela histórica practicada por Nieto se acerca al modelo tradicional de Walter Scott. Este puede ser definido como un texto de carácter ficcional que utiliza materiales del discurso de la historia, en el cual, más que contar los acontecimientos, se busca "resucitar poéticamente a los seres humanos que figuraron en esos acontecimientos" (Lukács 44).4 En este sentido, desde el prólogo de su novela, Nieto establece un pacto narrativo con el lector, propio de la novela histórica. El cartagenero deja claro que su objetivo consiste en crear una ficción a partir del suceso de expulsión de los moriscos y no contar la verdad histórica:

Los que sacaron mas ventaja de esta clásica calamidad, fueron los Romanceros, a quienes se proporcionó un campo fecundo de argumentos para sus invenciones [...]. Tan próspero ha debido ser este Campo, que ha podido inspirar a un entendimiento tan árido como el del Autor de esta Novela; por cuyos defectos, suplica la indulgencia de los hombres ilustrados, que están en capacidad de jusgar como conocedores.5 (Los Moriscos 2)

Como puede leerse, Nieto separa conscientemente el discurso ficcional del histórico, entendido este como el relato de los sucesos que realmente pasaron; es decir, para Nieto, los sucesos que cuenta la historia poseen un carácter ontológico de verdad.6

Sin embargo, Nieto no copia simplemente el modelo de la novela histórica, sino que este se ajusta a sus necesidades expresivas. Mientras Scott representa las condiciones del momento para comprender el proceso histórico, el neogranadino procede de forma metafórica para plantear un paralelo entre su asunto histórico y su presente: "expulsado tambien de mi patria, por una de esas demasias de poder tan comunes en las conmosiones politicas, era natural que muchas veces me identificase con los Moriscos al dejar rodar mi pluma" (Los Moriscos 2). De esta forma, Nieto trata de mostrar la similitud de los móviles políticos de ambos momentos históricos. Así, la novela del cartagenero tiene por objeto estético (Bajtín 23), no tanto el pasado representado (España durante la expulsión de los moriscos), sino sus propias condiciones históricas (Nueva Granada luego de la Guerra de los Supremos).7

En este orden de ideas, esta novela de Nieto se distancia de la función que, según Jitrik, poseía la novela histórica en Latinoamérica. Según el crítico argentino, el modelo de Scott respondió al problema de identidad abierto en nuestro continente con la constitución de las naciones tras los procesos de independencia. Así, en comparación con las novelas europeas, "la novela histórica latinoamericana no se pregunta por el ser ni por el destino de los individuos ni por su procedencia mítica sino por lo que es una comunidad frente a la identidad bien establecida y operante de otras comunidades" (Jitrik 41). Si bien Nieto en una novela como Yngermina se preocupa por este tipo de preguntas,8 en Los Moriscos, la preocupación recae sobre todo en su propio devenir, razón por la cual el motivo del exilio cobra tanta importancia. Desde mi punto de vista, en la expulsión de los moriscos, el cartagenero encuentra una forma de comprender su propia experiencia de vida.

Por estas razones, puede afirmarse que Nieto comprende la naturaleza discursiva de la novela y pone en primer plano los problemas humanos, con el fin de apelar a la empatía y sensibilidad de su lector,

si no hai perfeccion en lo producido, hai pureza é ingenuidad en los sentimientos, i compasion hácia los que sufran la misma suerte que a mi me ha cabido; sin haber sometido ideas a otra clase de influencia, que a la que proviene del convencimiento íntimo del corazon. (Los Moriscos 2-3)

De esta forma, Nieto busca que el lector se compadezca con esos seres humanos que, como él mismo, sufren unos "decretos injustos" (Los Moriscos 98). En este sentido, llama la atención que Nieto decida representar esta problemática a partir del destino de todo el pueblo morisco. Precisamente, esto da sentido al título de la obra, pues es este pueblo el que desempeña las funciones estructurales de personaje principal. Así se explica el hecho de que el narrador no se concentra solo en un personaje como protagonista o héroe, sino en varios a los cuales les sucede, como pueblo, las constantes desgracias que trae la expulsión.

Durante el segundo y el tercer capítulo de la novela, el narrador cuenta la muerte de muchos moriscos durante una tormenta en el mar y el asesinato de muchos otros a manos de piratas, sucesos descritos bajo un claro registro emotivo: "¡Los infelices!... en el delirio de su salvación, no podían vaticinar, que se les reservaba para ser pasto al furor de otro enemigo no menos terrible: el hombre, genio destructor cuando enrabiado por sus pasiones" (Los Moriscos 23). La puntuación del pasaje, la fuerte adjetivación y el tono elevado son mecanismos textuales que permiten comprender la forma como Nieto convierte al pueblo de los moriscos en víctima de injusticias. Durante toda la novela y siguiendo el ejemplo anterior, el autor narra distintas acciones por medio de las cuales se les victimiza: la esclavitud de los sobrevivientes (cap. III), la matanza en el desierto (cap. VI), la muerte del esposo de Constanza (cap. VIII), la derrota contra los españoles (cap. X), las humillaciones del cautiverio (cap. XI y cap. XII) y la ejecución pública (cap. XII).

Sin embargo, todas estas situaciones no constituyen una enumeración desarticulada, sino que se construyen alrededor del tema del exilio. En el capítulo XI, Alvar, un español esclavo de los moros quien regresó a España para apoyar en la lucha a los moriscos, le dice a un guardia:

Arrojados injustamente los Moriscos de su bello pais, en cuya ejecucion, se han quebrantado, todos los derechos reconocidos por las naciones, i esa buena fe que debe distinguir i acreditar a los gobiernos; en presa a tantos desastres, a la mendicidad i al desprecio en la tierra estrangera, objeto continuo de la maldicion de sus propios desnaturalizados compatriotas, que aun no satisfechos con verlos sufrir afuera, les parecia entonces mas urgente la necesidad de llenarlos cada dia de nuevos ultrajes é ignonimia, i contra quienes conmovian el cielo y la tierra para que los rechazase i no hallasen refugio; a hombres tan implacablemente acosados, cerradas por todas las partes las puertas de la reconciliacion, vejadas en su ausencia sus familias [...]. (Los moriscos 101)

Este fragmento del discurso de Alvar muestra cómo Nieto le da coherencia a la acumulación de padecimientos de los moriscos a lo largo de la novela, al hacerlos gravitar alrededor de la expulsión. Sin embargo, lo importante de la situación de este pueblo es que, desde el prólogo, este es presentado como un evento representativo, valorado por Nieto como injusto: "La expulsión de los Moros, fué un acontecimiento mui importante a la historia del mundo [...] tanto mas notable, cuanto ningun motivo de conveniencia pública lo podia justificar" (Los moriscos 1). En su valor metafórico, Nieto no solo se encuentra dando un juicio sobre ese evento, sino también sobre su propia situación. A los ojos del cartagenero, su exilio también obedecería a las decisiones de un gobierno injusto.

En este orden de ideas, Nieto utiliza la forma novelesca para extrapolar su situación y expresar, de una forma más general, los efectos negativos que este tipo de decisiones injustas tienen sobre una comunidad determinada. Para esto, se vale de la forma de construcción de personajes a partir del modelo de la novela histórica de Scott. En primera medida, cabe señalar que los personajes basados en personalidades históricas, como los nobles de la corte española, el Rey Felipe III y Vicente Turigi, "gefe de los sublevados" (Los Moriscos 24), aparecen en la novela de Nieto con roles secundarios o solamente mencionados por boca de otros. En esta medida, las personalidades históricas no constituyen el centro del relato del cartagenero, puesto que el interés está centrado en la expresión de verdades humanas e históricas.

Sin embargo, la importancia de estos personajes históricos, en especial los relacionados con el rey Felipe III y su corte, radica en que le sirven a Nieto como modelos de mal gobierno y de corrupción, responsables de la expulsión de los moros. En otras palabras, los personajes que representan la oficialidad gubernamental aparecerán axiológicamente opuestos al pueblo moro. Además, metafóricamente, Nieto intentó comparar a José Ignacio de Márquez y Pedro Alcántar Herrán, presidentes del momento, con el Rey; a Manuel José Mosquera (hermano del presidente Mosquera) con el arzobispo de Toledo, hermano del Duque de Lerma; y, precisamente, a Tomás Cipriano de Mosquera con Rodrigo Calderón, el favorito del Duque de Lerma, quien, como se señala en la novela

¿Es menos criminal que nosotros el favorito Calderon que tan torpemente gobierna la España, señalado con el dedo de la opinion publica, como el autor de varios asesinatos, perpetrados tan solo por deshacerse de hombres que podian servirle de obstaculo a los planes de su ambicion? (Los Moriscos 98)

Desde la perspectiva de Nieto, este grupo de individuos fueron los responsables directos de las decisiones que conducirían a la expulsión de los moros y, metafóricamente, de la Guerra de los Supremos. Sobre esta comparación, volveremos en la siguiente parte.

Ahora bien, los tres personajes no históricos sobre los cuales se centran la mayoría de las peripecias del relato son Constanza, Almumening y Alvar. La elección de estos personajes obedece seguramente a la idea de que el relato debe ser movido por "personajes mediocres", es decir, por "personas históricamente desconocidas y de autenticidad histórica dudosa o inexistente" (Lukács 39). De esta forma, Almumening demuestra desde el inicio este carácter: "Yo era feliz cuanto pude serlo un hombre sin ambicion en el seno de una familia idolatrada, acompañado de sus dioses lares; i hoy la injusticia, i la opresion me arrojan a mendigar en pais estraño" (Los Moriscos 11). Nieto quiere evidenciar que el pueblo, aquellas personas que no están involucradas directamente en la esfera del poder político, sufren las consecuencias de las decisiones de dicha esfera.

Por otro lado, sobre estos tres personajes recae el tratamiento épico de la novela histórica.9 Así, estos personajes presentan rasgos individuales heroicos, por lo cual son tratados a lo largo de Los Moriscos como modelos de las virtudes que, a los ojos de Nieto, deben ser exaltadas: el patriotismo, la resistencia contra el poder tiránico y las virtudes cristianas. Almumening y Alvar encarnarán los dos primeros valores mencionados, mientras que Constanza se caracteriza por estas últimas virtudes.

De esta manera, la novela de Nieto adquiere un marcado tono didáctico, sobre todo en lo relacionado con la forma de comportarse de la mujer. Sin embargo, esto no es una particularidad de Nieto, sino que venía convirtiéndose en una norma estética del ambiente intelectual neogranadino.10 En efecto, en el primer número del periódico de tendencia conservadora La estrella nacional (11 de enero de 1836) apareció un texto titulado "Las novelas". En términos generales, este texto reflexiona sobre la influencia de la novela en el género femenino, pues consideraban que ellas eran el principal receptor de estas obras.11 A pesar de que concluyen que este género puede ser perjudicial para la mujer, se puede destacar que los autores consideren a la novela histórica como el único adecuado para la mujer. De la misma forma, resulta interesante que el mismo texto fuera reeditado en El museo (1 de abril de 1849). Así, la doble publicación de "Novelas" demuestra su fuerte influencia en la consolidación de una norma en la composición de las primeras novelas colombianas (Rodríguez Arenas 48).

En este orden de ideas, cobra suma importancia la atención que le presta Nieto a la mujer en su obra. Así, la figura femenina aparece como el receptor ideal de la novela de manera explícita en ciertos momentos de la obra, por lo general, cuando se desea dar una lección moral. Por ejemplo, cuando Constanza en el capítulo v, titulado "Envidia", defiende su pudor ante el Dey, Melishách, la favorita del serallo, escucha la conversación, entonces, se apela directamente a una "lectora": "Tú, lectora, puesta en su lugar, eres la única que nos puedes decir el modo como la estaría oyendo" (Los moriscos 43).

Según Goldwaser, esta inclinación de Nieto por la enseñanza femenina fue heredada de la preocupación del sistema educativo del presidente Santander, el cual estaba orientado "a formar madres y esposas [pues] la mujer era considerada el baluarte de la tradición y de la pureza de la clase y de la raza. Por ello, su vida transcurría en el claustro o en el encierro hogareño" (15). En este sentido, los pensadores afines al liberalismo concibieron la necesidad de guiar en este tipo de valores a la mujer, de lo cual seguramente participa Nieto. De esta manera, la figura femenina se convierte en "objeto de la ilustración", es decir, funcionó como receptora e imagen ideal de la educación ilustrada para fundamentar el orden social deseado (Goldwaser 9).

Según lo anterior, el interés sobre la educación femenina puede ser considerado parte del discurso de Nieto basado en ideas ilustradas como la Nación, la Libertad, entre otras, combinadas con una visión romántica de la religión. Por esto mismo, considero que la función didáctica no solo recae sobre los receptores femeninos, sino también sobre sus lectores neograna-dinos. Por esto, la configuración épica de los personajes le permite resaltar valores con características ejemplares que se contraponen a los defectos de los antagonistas de la novela.

De esta forma, en el primer capítulo titulado "La partida de la patria", Almumening pronuncia un discurso en el cual expresa el sentimiento nacionalista como algo universal: "Castellano, el dolor de dejar la tierra natal pertenece a todos los corazones, i tú mismo cualquiera que seas, participas de él, tan solo de vérselo sufrir a otro" (Los Moriscos 11). Por medio de Almumening, Nieto define la patria como una madre "benefica i liberal" (Los Moriscos 11), la cual provee el pan a todos sus hijos, de forma que convierte este sentimiento como un valor unificador entre el pueblo:

Es en el estrangero donde se despiertan mas esas simpatias nacionales de los hijos de una misma patria, i en que hasta se olvidan las injurias, para hacer lugar a los sentimientos fraternales, estrechandose mas lo lazos de unión, entre los que son participes de una misma desgracias. Por eso, todos los compatriotas del Morisco enfermo, acudieron a porfia a pestarle sus ausilios. (Los Moriscos 71)

Como lo demuestra este pasaje, el valor ilustrado de la fraternidad se encuentra para Nieto unido al sentimiento de la patria, puesto que la idea de Nación une a los hijos de una misma madre. De esta manera, cuando el lector conoce que Algalib es en realidad un español de nombre Alvar, reluce en el personaje el amor patrio y, aunque este personaje no sea un moro, comparte con sus compañeros una misma tierra:

Solo me lleva a España ese instinto que nos arrastra hácia la patria, cuyo amor se me ha exaltado mas, por las continuas alabanzas que he oído en boca de los cautivos Españoles, que he conocido en las mazmorras de Argél. (Los Moriscos 67-68)

En este sentido, Alvar es presentado inicialmente como un defensor de la causa justa: "yo os acompaño: aunque mi situacion no es la vuestra, soi partidario del oprimido, que siempre tiene derecho a la proteccion de corazones nobles i generosos. La suerte de ustedes sera lá mia" (Los moriscos 57).

Finalmente, Alvar es capturado junto con sus compañeros; sin embargo, es en la prisión donde adquiere la altura épica y donde se hace evidente su carácter problemático. De esta forma, Nieto utiliza la voz del personaje para realizar una reflexión final que, sin duda, resume toda la problemática de la obra. El prisionero se queja de su condición y cuestiona al guardia por las razones por las cuales son tratados de manera inhumana, a lo que el guardia le contesta: "Por que sois unos malvados conspiradores, a quienes se debe maltratar i destruir" (Los Moriscos 98). Lejos de elaborar un diálogo con el punto de vista del Gobierno tirano, Nieto configura un monólogo, en el cual el guardia de la prisión termina por cambiar su parecer. Así, el discurso de Alvar comienza de la siguiente forma:

¿Cual es nuestro delito? Haber resistido a los decretos injustos de un Ministro de quien no hai un buen Español que no se queje, expedidos en nombre de un monarca fascinado i devoto, incapaz de conocer que lo toman por instrumento, para consumar la ruina de sus subditos. (Los Moriscos 98)

Como puede leerse, el carácter problemático de Alvar, su actitud romántica, radica sobre todo en la defensa férrea de los valores republicanos. En otras palabras, la axiología del personaje entra inevitablemente en conflicto con el mundo regido por la tiranía, por medio de la cual Nieto representa el Gobierno español. De igual manera, esta oposición también representa el conflicto del autor, puesto que, cómo se lee desde el prólogo de la obra, Nieto percibía la expulsión de los moriscos, así como la suya propia, como un evento insensato y producto del despotismo. Por esto, resulta inevitable tomar las acusaciones de Alvar contra el Gobierno como las mismas objeciones que le realiza Nieto al Gobierno central de la República de la Nueva Granada en el momento de su expulsión, la finalización de la Guerra de los Supremos.

La crítica de Nieto a la religión y a la guerra en Los Moriscos

A diferencia de Yngermina, Nieto no está buscando en Los moriscos crear un relato que cuente los orígenes de su cultura, sino elaborar una crítica de su propio momento histórico. El gesto ensayístico presente a lo largo de la novela le permitirá al autor poner en boca de los personajes y del mismo narrador una serie de argumentaciones y reflexiones que tienen por objeto dos problemas claves de su momento histórico: el problema religioso y el comienzo de las guerras civiles. No en vano, el cartagenero se preocupa por determinar sus circunstancias actuales como un momento de "conmosiones políticas" (Los Moriscos 2). En las siguientes páginas analizaré la forma como la novela de Nieto dialoga con estos problemas.

Nieto también discute en su novela el papel que tiene la religión en las disputas políticas. La cuestión religiosa no aparece solamente en las virtudes representadas en el personaje de Constanza, sino que se hace alusión a ella como un elemento fundamental en la identidad nacional y en la lucha de los moriscos. Por ejemplo, cuando Alagalib se presenta ante Constanza tiene lugar el siguiente diálogo:

"Ven hijo a dar gracias al Señor junto conmigo, por habernos sacado de bien"

"Y yo tambien, ¿Por qué no?" interrumpió Algalib.

"Por que aunque Dios es el mismo para todos, cada uno tiene su modo de adorarlo, i tu no tienes el mio."

"Y crees que mi Dios es diferente al tuyo?" "Lo creo: yo adoro el de los cristianos." "Y que piensas tu que soi yo?" "Ynfiel, Mahometáno."

"Te engañas Constanza; yo soi tan cristiano i Español como tu." (Los moriscos 64)

En este punto, se percibe la afinidad de Nieto con las ideas románticas sobre la religión cristiana expuestas por Chateaubriand en el Genio del cristianismo. Según Padilla, el escritor francés concibió el cristianismo como una gran nación ("Lectura" 250), idea que fue retomada por los intelectuales neogranadinos para señalar la importancia de la religión en los proyectos nacionales. El cartagenero hace parte de ese grupo de intelectuales que leen políticamente las ideas de Chateaubriand no tanto para tratar "de ratificar la fe o la revelación cristiana, sino la esencia católica de la nación" (Padilla, "Lectura" 250). En esta obra de Nieto, la religión se vuelve un elemento de cohesión entre la sociedad española, por lo cual hace parte de la identidad cultural del pueblo: profesar la religión cristiana se vuelve en la novela un valor positivo.

Al igual que Chateaubriand, la religión cristiana también aparece como el bálsamo de los oprimidos. Durante la estadía de los moros en prisión, estos "Oían la edificante voz de aquel ministro de consuelo, con toda la devocion del que no tienen ya otra esperanza que la divina clemencia" (Los Moriscos 109). Más adelante, al dirigirse al patíbulo, los presos recitan una oración que termina con las siguientes palabras:

He pecado señor, i contrito imploro tu infinita misericordia. Tengo derecho a esperarla, por que has ofrecido tu reino a los que padecen persecuciones por la justicia, i yo me encuentro en la ultima de sus calamidades. (Los Moriscos 115)

La religión se convierte en otro elemento más que entra en la dicotomía tiranos/oprimidos: los moros oprimidos son mostrados como buenos cristianos, a diferencia del Gobierno tirano. Así, se narra como algo negativo cuando Felipe III utiliza el naufragio de los moros como una prueba divina para soportar sus decisiones políticas:

Entre las razones en que es tan fecundo el despotismo para oprimir, agrega el descarado atrevimiento de complicar la divinidad en la perpetración de sus maldades [...] Tan atéo es el que no cree en Dios, como el que lo toma por instrumento de sus iniquidades. (Los Moriscos 20)

El discurso novelesco le sirve a Nieto para tomar posición, en el sentido de Bourdieu (342-347), en contra de la religión como una institución social utilizada como medio de legitimación de las decisiones políticas: "La religion es el cuerpo del delito de los supuestos conspiradores. Con ella se persigue a los descontentos, con ella se arman los pueblos para matarlos, en este siglo que nos ha tocado por desgracia" (Los Moriscos 83). Resulta necesario recordar que el campo de poder de la época, es decir, los problemas políticos, subordinan el ámbito intelectual y literario. Así, resulta evidente que Nieto reivindica el papel de la religión como medio espiritual y la rechaza como medio político, lo que, en consecuencia, implica una crítica a la alianza entre las instituciones clericales y el Estado. De hecho, unos años después, cuando Nieto fue por primera vez gobernador de la provincia de Cartagena en pleno furor de las reformas radicales de la década de 1850, hizo cerrar algunos conventos y suspende a algunos integrantes del clero de sus funciones ministeriales.

En este punto, Nieto se distancia de los otros intelectuales que hicieron una lectura política de Chateaubriand en la primera mitad del siglo xix colombiano, puesto que estos buscaban lograr una reconciliación entre el Estado y la Iglesia católica (Padilla, "Lectura" 251). En el contexto posterior a la Guerra de los Supremos, esto implicaba tomar posición contra el Gobierno que, a ojos de Nieto, comenzó la guerra por motivos religiosos, entre otros, y contra los defensores de los conventos que llevaron al pueblo a la guerra.

Ahora bien, la expulsión de Nieto, móvil más inmediato de la escritura de la novela, fue motivada por la derrota de la provincia de Cartagena en la Guerra de los Supremos o de los Conventos (1840-1841). En general, esta guerra comenzó como una resistencia a una ley de 1839 expedida por el Gobierno central, con la cual el gobierno del entonces presidente Márquez hacía efectiva la autoridad del Estado para cerrar conventos y monasterios cuando lo desease;12 así, Márquez expide una ley solicitando la clausura inmediata de conventos con menos de ocho integrantes. Cuando la guerra se extiende más allá del sur del país, los motivos religiosos iniciales fueron mermándose para dar paso a intereses regionalistas.

De esta manera, la participación de la costa Caribe colombiana en esta guerra tenía por objetivo defender "con gran entusiasmo la iniciativa federal haciéndose partícipes de la guerra como el vehículo para lograr la solución a sus problemas y la palestra donde continuó la política" (Matute 55). Cabe mencionar que Cartagena buscaba un modelo en el cual tuvieran la autonomía administrativa de sus recursos, poder que permanecía en las élites andinas.13 Este interés es el que expresa Nieto años antes de iniciar la guerra en la carta a Santander ("Una temprana") y en su propuesta para otorgarle mayor poder a la Cámara de Representantes (El ciudadano). La participación de Cartagena y, por tanto, de Nieto, en este conflicto echa raíces en el desacuerdo con la hegemonía del poder central en la Nueva Granada. De esta manera, la religión y el interés económico y político de debilitar el poder del centro se convirtieron en los móviles principales de la Guerra de los Supremos, motivaciones que serán, además, los ejes de las disputas a lo largo de todo el siglo XIX colombiano. Aunque el Gobierno central resulta vencedor, la guerra de los Supremos se convierte en un antecedente importante de las guerras que vendrían.

Juan José Nieto participa en esta guerra como partidario de la lucha por el federalismo; sin embargo, cae derrotado contra Tomás Cipriano de Mosquera y llevado al exilio primero en Chagres y más tarde en Jamaica. En Los Moriscos, Nieto analiza como incorrectas las dinámicas políticas que conducen a la Nueva Granada a un estado de guerra. En este sentido, el cartagenero hace gala de su carácter y desprecia, paradójicamente, el estado de guerra en que se vio sumida su nación. En el discurso final de Algalib, Nieto pone en boca de su personaje una reflexión que debe leerse como valoración de esta situación:

¿No se ha promovido una guerra desoladora en que se han quitado a la patria por el cuchillo o la expulsion de tantos hijos suyos, solo i tan solo, por la antipatia del Ministro contra uno de los Señores cuyo poder e influencia le hacían sombra [...]? ¿Y cual ha sido el fruto de esta guerra, que ha puesto al pais al borde del precipicio, suscitada por pretestos religiosos, de que ni el mismo difunto monarca se curó, sin embargo de su inflecsible severidad, i sistematico fanatismo, para perturbar la quietud de tantos laboriosos ciudadanos que han desaparecido? Helo aqui: la devastacion de la España, la matanza, o proscripcion de millares de Españoles. (Los Moriscos 99)

Sin duda, Nieto percibía los acontecimientos desde su perspectiva regional, lo que lleva a señalar que los intereses del Gobierno central y sus representantes estaban fundados sobre intereses personales o, como se llamaba en la época, de partido.14 Además, el cartagenero parece denunciar, como diría Tirado, la concentración del poder en un "reducido núcleo de criollos" (332). Precisamente, finalizada la Guerra de los Supremos, la presidencia sería sumida por Pedro Alcántara Herrán, yerno de Mosquera, quien además lo sucedería en el cargo al momento de la publicación de Los Moriscos. Tampoco hay que olvidar que los arzobispos de Bogotá fueron Manuel José Mosquera y Antonio Herrán, hermanos de los presidentes que ocuparon el poder durante toda la década de 1840 hasta la llegada de José Hilario López. Ante este panorama, no sorprende que el cartagenero censure esta dinámica en la cual el poder se mantenía en un núcleo familiar. Sin duda, esto dialoga con la percepción de Nieto del sistema federal de gobierno como la única forma de asegurar una verdadera república democrática, en tanto implicaría la desintegración de este "monopolio" del poder que, a sus ojos, era liderado por Mosquera.

No obstante, la naturaleza del discurso novelesco le permite al cartagenero centrarse en las consecuencias humanas de esa guerra. Nieto no dudará en mostrar el conflicto como una guerra fratricida, por este motivo la escena final de la novela consiste en el asesinato de Alvar a manos de su propio hermano como consecuencia de su servicio al Gobierno:

"Repara Salustíno....ese joven cuya muerte acabas de ejecutar, es tu propio hermano [...]". El oficial fuera de sí con golpe tan terrible é imprevisto, botó su espada i se arrojó también sobre el cadaver... [...] Tremendo deber, que le condujo a ser el asesíno de su propio hermano. (Los Moriscos 119)

La escena debe ser leída como una metáfora que resume el argumento de la novela: Nieto representa la devastación humana que produce el enfrentamiento entre hermanos a causa de un mal gobierno. Por esto, en oposición al dolor de Salustíno, "la dura tiranía, con el ojo seco i huraño de su ímpasibilidad, lo contemplaba todo" (Los moriscos 119). Nieto crítica a lo largo de su novela al Gobierno central en cuanto lo percibe como el responsable de las imposiciones que lo condujeron a la guerra y a su expulsión.

En este sentido, Nieto configura a los moriscos como víctimas del Gobierno y de los conflictos políticos. Así, el Gobierno aparece como un ente que, ciego de poder, llega a disfrutar con el sufrimiento de los vencidos. Por este motivo, Nieto describe detalladamente las escenas de matanzas de los moriscos cuando intentan volver a España, incluso la muerte de las madres y de los niños de quienes "su última súplica salía ahogada con la sangre" (Los moriscos 93). El narrador termina culpando de esto a los intereses de partido: "¡¡Hasta donde alcanza el frenecí de los partidos!!" (Los moriscos 94).

En este orden de ideas, a pesar de la fuerte posición antibélica de Nieto, la lucha protagonizada por los moros aparece como justa. Esto puede evidenciarse en la justificación que hace un moro llamado Guzmán:

Ahora que estamos ya en marcha, es que contemplo toda la magnitud de nuestra desgracia, echandonos a merced de los caprichos de la fortuna, en esta empresa, sin premeditar antes los riesgos a que nos exponemos, desesperados de no entreveer jamas el termino de nuestros sufrimientos, por otras vias que no fuesen funestas a nuestra tierra, i a nosotros mismos. ¡¡De cuanto es capaz un hombre en nuestra situacion!! (Los moriscos 81)

La violencia ejercida por los moriscos aparece en la novela en términos de la consecuencia de una violencia estructural, es decir, como respuesta a una violencia que se presenta en la deliberada imposición de condiciones injustas y que justifica la "revolución social y política violenta en busca de alternativas adecuadas, aunque los personeros del sistema dominante, hipócritamente, nieguen que aquella puede ser justa" (Fals Borda 28). La Guerra de los Moriscos es producto de las condiciones inhumanas que tuvieron que pasar los moriscos, condiciones sintetizadas muy bien en la figura de Almumening, quien muere a causa de "la injusticia, i la opresion [que] me arrojan a mendigar pan a un pais estraño, el pan que solo el mio tiene derecho de darme, i que me daba con tanta prodigalidad" (Los moriscos 11). Por este motivo es que Alvar logra mover la compasión del guardia, quien, persuadido, justifica él mismo las acciones tomadas por los moros, por lo cual, cuando el preso le pregunta sobre qué podían hacer ante tales condiciones de injusticia y opresión, este contesta: "Vencer o morir en la demanda" (Los Moriscos 101). En este sentido, la novela de Nieto justifica la interpretación de su propia lucha política, en los términos que utilizará un siglo y medio después el sociólogo colombiano Orlando Fals Borda, para quien el cartagenero fue un caudillo que, junto con otros, lucharon "a su manera contra esa violencia estructural, a la cual llamaron 'tiranía'" (28).

En este orden de ideas, el acento del discurso final que hace Alvar ante el guardia recae sobre las consecuencias humanas de la guerra fratricida. El personaje no solo se queja de que los otros castellanos los matasen "como si no fuesemos sus hermanos" (Los Moriscos 100), sino también de la manera como se aviva, por medio de la oficialidad, el odio hacia ellos: "Ha hecho tanto el terror, aun en el ánimo de los menos pusilánimes, que se tiene como pecado el que se nos compadezca, i como una sedicion, el pedir se nos reconcilie" (Los Moriscos 100). Para Nieto, los intereses de partido solo lograban la enemistad del pueblo y la división de la nación, por esto, cuando los moriscos condenados caminan al patíbulo, el narrador se detiene para describir:

La ciudad estaba silenciosa, el pueblo consternado. Solo los partidarios del gobierno, que haciendo alarde de carecer de sentimientos de humanidad, creían dar una prueba mas de su adhesion aplaudiendo el exterminio de sus hermanos, eran los unicos que con satisfecha continencia se daban la enhorabuena de aquel triunfo, que creian los aseguraba en el pacifico goze de sus medros. (Los Moriscos 116)

Conclusiones

De las tres novelas de Nieto, solamente Los moriscos tiene un tono escéptico y una salida pesimista, en tanto resulta difícil la conciliación de los valores perseguidos por el protagonista y aquellos que forman el mundo en el que se desenvuelve. En otras palabras, la lucha por la libertad de Alvar desemboca en una sin salida, pues es ejecutado por su propio hermano, quien solo lo reconoce luego del crimen:

Enternecidos todos, permanecian mudos de compasion. Solo la dura tiranía, con el ojo seco i huraño de su ímpasibilidad, lo contemplaba todo; por que ella sonrie a la presencia de estos sangrientos espectáculos, que cree necesario multiplicar, para la conservacion de lo que llama orden público.......... (Los Moriscos 119)

El desenlace está tan lleno de ironía como de pesimismo. El triunfo de la tiranía en la novela implica la derrota de los valores republicanos basados en el patriotismo y la libertad. Por este motivo, puede afirmarse que Nieto no solo rechaza las políticas centralistas del Gobierno, sino que también, desde el exilio, evalúa negativamente el panorama neogranadino. Para el cartagenero, la constitución de una nación republicana era imposible bajo las condiciones en las que se encontraba su nación, por lo cual, ante las condiciones impuestas por el Gobierno central, esa opresión tiránica sustentada en una instrumentalización de la religión por los partidos políticos solo es posible la guerra.

En este sentido, el devenir de la historia colombiana en las décadas siguientes a Los moriscos parece confirmar esta evaluación de Juan José Nieto. De esta forma, aunque inclinándose a favor de la facción de tendencia liberal derrotada, Nieto afirma claramente que el naciente problema del bipartidismo solamente causaría la destrucción de la República de la Nueva Granada. Precisamente, en esto reside su acierto estético, puesto que, como lo demuestra la historia posterior, la lucha partidista ha sido uno de los principales flagelos que ha obstaculizado la consolidación de un Estado fuerte en nuestro país. Así, el cartagenero fue de los primeros en percibir un problema que será retomado por autores durante toda la historia de nuestra literatura, como, por nombrar solo algunos, Eugenio Díaz, autor de Manuela; Jorge Isaacs, en su obra dramática, novelesca y poética;15 Jorge Zalamea, en La metamorfosis de su excelencia y El Gran Burundún Burundán ha muerto; García Márquez; e, incluso entrado el siglo xxi, Evelio Rosero en Los ejércitos.

Para finalizar, las páginas anteriores constituyen un primer esfuerzo por leer las obras de Nieto y poder ubicarlas en el panorama literario del momento. ¿Cuál es el lugar que ocupa el cartagenero en el proceso de conformación de la literatura nacional y del campo literario colombiano? ¿Cómo dialoga el autor con las otras propuestas estéticas que se gestaban en el momento, como la de José Joaquín Ortiz, María Dolores o la historia de mi casamiento (1841)?

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1 La crítica colombiana se encuentra aún dividida en la cuestión suscitada por Antonio Curcio Altamar, según la cual, la obra de José Joaquín Ortiz, María Dolores o la historia de mi casamiento (1841) no merece ser llamada novela. Desde este juicio, se consideró de forma generalizada la novela de Nieto como la primera escrita por un colombiano. Sin el ánimo de entrar en esta discusión, considero que resultaría más provechoso pensar en la forma como estos autores reflexionan sobre las funciones de la novela en la Nueva Granada y su consecuente propuesta estética. Para esto, se debe abordar la discusión entre ellos en 1835 a propósito del prólogo del tomo de Sulma publicado en Cartagena en 1834. Este es comentado y debatido por Nieto en Contestación a una carta escrita en Bogotá por el S. José Joaquín Ortiz Rojas al Sr. Bartolomeo Calvo.

2Creo necesario señalar que esta afirmación debe leerse como una hipótesis, una inquietud que surge a partir de los cursos de literatura colombiana impartidos por el profesor Iván Padilla de la Universidad Nacional de Colombia. ¿Por qué se comienzan a escribir novelas? ¿Cuáles son las condiciones históricas que permitieron el surgimiento de este género en Colombia? ¿Cómo los autores evalúan su realidad a través de esta forma literaria? ¿Cuál es la importancia de este modo de expresión en el devenir histórico colombiano? Estas preguntas básicas, pero fundamentales, orientan esta reflexión.

3 Véase Curcio; Williams; Avelar.

4Sobre el problema de la novela histórica, véase Lukács y el trabajo de Noé Jitrik. Asimismo, se pueden consultar los trabajos de McGrady; Menton; Alonso; Manuel Enrique Silva.

5En la citación de las obras se ha seguido la ortografía del original.

6Sobre el tema de la historia como discurso, aunque existe una vasta bibliografía, reco miendo ver: Barthes; los tres volúmenes de Temps et récit de Ricoeur; y White.

7Si bien la novela histórica busca comprender el pasado por medio de la ficción, el género es producto directo del nacimiento de la conciencia histórica que, según Lukács, consiste en la aguda percepción de los cambios históricos (20). En este sentido, el novelista histórico comprende la historia en sentido teleológico, es decir, entiende que su presente es el resultado del proceso histórico, por lo cual la revisión de aquel esconde la necesidad de reflexionar sobre sus condiciones actuales. Así, la novela histórica es en realidad una evaluación estética del presente del autor, razón por la cual el análisis debe evidenciar su visión de mundo, la forma cómo evalúa el pasado, y no la descripción del momento histórico representado.

8Jiconténcal (1926) y Guatimozín (1846) de Gertrudis de Avellaneda en Latinoamérica, las obras de Felipe Pérez, como Atahualpa (1856), El oídor Cortés de Meza (1845), y la misma Yngemina, en Colombia, son ejemplos suficientes para mostrar la preferencia de estos temas en las plumas de los escritores latinoamericanos.

9Según Lukács, el tratamiento épico de los personajes en la novela histórica debe ser entendido como la exaltación de ciertos valores humanos que muestran "las posibilidades humanas de heroísmo siempre latentes en el pueblo y que aparecen 'de repente' en la superficie con arrobador impacto siempre que se presenta una gran ocasión, siempre que una vida social, o también una vida personal, sufre una profunda conmoción" (57).

10De hecho, como señala Padilla sobre el caso de Isaacs, la mujer parece convertirse en una instancia de legitimación, en la medida en que su recepción puede considerarse como un momento de gloria para el novelista. Esto puede verse en la siguiente cita del comentario de Vergara y Vergara sobre María: "Las mujeres la han recibido [a María] con emoción profunda, han llorado sobre sus páginas, i el llanto de la mujer es verdaderamente el laurel de gloria" (citado en Padilla, Jorge Isaacs 92).

11Para un análisis más detallado, recomiendo ver el trabajo de Rodríguez Arenas y mi tesis de maestría, publicada en el repositorio de la Universidad Nacional.

12Esta facultad fue otorgada al Congreso en el concordato conocido como el Patronato Republicano en 1821 y luego ratificada en 1824 (Matute 38).

13A propósito de esto, recomiendo los textos de Alfonso Múnera y los de y Daniel Gutiérrez Ardila.

14En el último capítulo de la obra "El suplicio", el mismo Alvar señala que su muerte, como la de los moros busca "saciar sus asquerosas antipatias de partido" (Los Moriscos 111).

15Isaacs en la década de 1860 compuso el poema "A mi patria", recogido en el tomo Poesías, publicado por el Mosaico en 1864. Resulta sorprendente la vigencia de este en la actualidad: Delirante, sin fruto batallando, el pueblo dividido se devora; ¡y son leones tus bandos, patria mía! (16)

Cómo citar este artículo (MLA): Zabala, Óscar. "Los Moriscos (1845) de Juan José Nieto: evaluación estética de la Guerra de los Supremos (1840-1845)". Literatura: teoría, historia, crítica, vol. 21, núm. 1, 2019, págs. 253-276.

Sobre el autor Es magíster y profesional en Estudios Literarios de la Universidad Nacional de Colombia. Actualmente, realiza un doctorado en Literatura en la Universidad de Montréal. Ha dado cursos de literatura y comunicación en la Universidad Nacional de Colombia y en la Universidad de Bogotá Jorge Tadeo Lozano. Trabaja los problemas relacionados con la consolidación de la literatura en la transición al pensamiento moderno en el siglo XIX colombiano. Participó en el proyecto de digitalización facsimilar de las libretas de apuntes de la Peregrinación de Alpha de Manuel Ancízar, así como de la creación de un librillo con la transcripción de algunos pasajes de estas libretas. Actualmente preparan, junto con el equipo de Filomena Edita, una edición de carácter divulgativo de Rosina o la prisión del Castillo de Chagres de Juan José Nieto.

Sobre el artículo Este trabajo inédito es producto de la investigación para mi tesis distinguida como meritoria en la Maestría de Estudios Literarios de la Universidad Nacional de Colombia sobre Juan José Nieto, titulada Juan José Nieto: región, autonomía, cultura e identidad (1834-1866). Institución del imaginario del Caribe colombiano. La tesis explora la biografía intelectual de Juan José Nieto, su preocupación por establecer una identidad regional para Cartagena y analiza las razones de su invisibilidad en el panorama histórico y literario Colombiano.

Recibido: 05 de Diciembre de 2017; Aprobado: 04 de Abril de 2018

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