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Literatura: Teoría, Historia, Crítica

Print version ISSN 0123-5931

Lit. teor. hist. crit. vol.22 no.1 Bogotá Jan./June 2020  Epub Apr 13, 2020

https://doi.org/10.15446/lthc.v21n1.82307 

Notas, entrevistas y traducciones

José Donoso en interfaz: entre espacios, habitaciones y paisajes

Entrevistado y autor del documento Andrés Ferrada Aguilar1 

1Universidad de Playa Ancha, Valparaíso, Chile - Universidad de Chile, Santiago de Chile aferrada@upla.cl


Introducción

El presente documento reúne las ideas principales del programa Habitar es Humano, transmitido en directo por la radio de la Universidad Central, 107.1 FM, el 14 de noviembre de 2017.1 Conducen esta conversación los arquitectos Max Aguirre González, académico de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile, y Alfonso Raposo Moyano, decano de la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Paisaje de la Universidad Central de Chile.

El propósito de esta conversación es reflexionar sobre el modo en que la literatura interpreta y transforma la habitación de la ciudad y, en particular, a los sujetos que confieren sentido a los espacios urbanos. Desde este punto se despliegan las derivas que asume esta problemática en la escritura de José Donoso (1924-1996), en particular en su producción cronística de la década de los ochenta. Así, las miradas que la arquitectura y la literatura arrojan sobre la ciudad constituyen una obra gruesa que levanta discusiones asociadas a una crítica de la vida cotidiana, el lugar que ocupa el espacio en los registros literarios y la emergencia de paisajes urbanos que alteran cartografías e imaginarios tradicionales. Si bien heterogéneos, estos temas convergen en un espacio literario donde se enfatizan "las prerrogativas del novelista: observar, preguntar, escuchar, para permitir que Santiago me vaya invadiendo y suscite fantasías" (Donoso, Artículos 204).

Este documento no discute una ciudad abstracta o deseada, más bien transita, específicamente, por la ciudad de Santiago y sus prácticas de habitación en momentos claves de la historia contemporánea a través de la arquitectura y la literatura. Estos momentos corresponden a la instalación de políticas de vivienda social por parte del Estado de Chile a partir de la década del cincuenta, el "contexto político-económico-social" (Artículos 207) desde el cual Donoso enuncia una ciudad "sin alma y sin voz" en los ochenta, y nuestra época actual, escenario de debates de diversa índole que, no obstante, comparten, me parece, un rasgo común: intentan rehabilitar las relaciones del sujeto con espacios de convivencia que ponen en juego su devenir político, cívico y, por cierto, humano. Ahora bien, ¿una humanidad en qué sentido, o bajo qué signo de realización? Como sugiere Donoso, una adscrita a las múltiples formas de habitación imaginativa de la ciudad. Entre otras, al amparo riesgoso y subversivo de "esa 'fantasía' de la que tanto desconfiamos los chilenos" (Artículos 210-211).

En cuanto a la bibliografía primaria que permite la discusión de las ideas, esta compromete trabajos que reúnen escritos referenciales de Donoso: Artículos de incierta necesidad (1998), seleccionados por Cecilia García Huidobro, y José Donoso. Diarios, ensayos, crónicas (2009), editados por Patricia Rubio. El corpus crítico, en tanto, considera artículos e informes académicos derivados del Proyecto Fondecyt n°. 11150158, del cual soy investigador responsable. Se integran a este corpus textos teóricos que indagan, en lo principal, conceptos literarios, la habitación de los espacios urbanos desde la arquitectura y enfoques paisajistas contemporáneos.

Los temas que se desarrollan en este documento giran en torno a tres ejes distintivos e interrelacionados. Se informan mutuamente en una constelación de sentido que sobrepasa relaciones causales o secuenciales. Uno de ellos es el concepto de espacio, nodo crítico a través del cual es posible construir paisajes. Este espacio no sugiere, necesariamente, coordenadas físicas, sino más bien nuestra localización existencial y temporal en el mundo. Como el tiempo, es una abstracción potente y compleja que se materializa a través de diversas formas de habitarlo, entre otras, por medio de la actividad social y paisajista. Para Joan Nogué el paisaje es un constructo sociocultural que puede leerse como un "producto social, [una] transformación de la naturaleza y la proyección cultural de una sociedad en un espacio determinado" (11-12).

Sujeto a una historicidad, el espacio queda así constituido provisionalmente a través de la modelación e inscripción de valores paisajistas. La espacialidad y su inherente temporalidad se tornan legibles gracias a un trabajo cultural e imaginativo.

Otra forma elocuente que permite visualizar los pliegues del espacio es la actividad poética, en sentido amplio. Al respecto, Gaston Bachelard estima que solo "la fenomenología -es decir, la consideración del surgir de la imagen en una conciencia individual- puede ayudarnos a restituir la subjetividad de las imágenes y a medir la amplitud, la fuerza, el sentido de la transubjetividad de la imagen" (9). La emergencia de los paisajes urbanos en la escritura de Donoso obedece, creemos, a la poeticidad que el escritor descubre en el espacio. Esta poeticidad transforma la materia espacial en imágenes paisajistas. El espacio permitiría así establecer una crítica genética del paisaje en las crónicas del autor. Para Gaston Bachelard, el primer espacio, en sentido arquetípico, es la casa. También es relevante para Donoso, cuando indica que "la casa es el espacio donde ocurre la fábula, donde sucede la novela, el lugar de la acción y la pasión, del orden y de las reglas, y del catastrófico, aunque a menudo insignificante, advenimiento del caos" (Conjeturas 267). Surge, sin embargo, otra función si se la piensa como el lugar a partir del cual se inicia la habitación y transformación de los espacios urbanos.

Habitar equivale a otorgar significados subjetivos y estéticos a la ciudad contemporánea, rediciendo constantemente las cartografías hegemónicas que intentan reducir lo irreductible. Al respecto, David Harvey clarifica que el "derecho a la ciudad es mucho más que un derecho de acceso individual o colectivo a los recursos que esta almacena o protege; es un derecho a cambiar y reinventar la ciudad de acuerdo con nuestros deseos" (20). El giro que va de un poder institucional a la movilización de los deseos invita, desde luego, a la búsqueda de nuevas "habitaciones" que den sentido a nuestra relación con la ciudad posmoderna y sus paisajes. Esta búsqueda no es tarea fácil. "La auténtica penuria del habitar", nos recuerda Martin Heidegger, "descansa en el hecho de que los mortales primero tienen que volver a buscar la esencia del habitar, de que tienen que aprender primero a habitar" (120). Las prácticas cotidianas son parte de este aprendizaje que, para Michel de Certeau, involucra el uso de tácticas con las que interrogamos las estrategias urbanas. Una de estas tácticas es contar historias, gracias a las cuales "los lugares se tornan habitables. Habitar es narrativizar. Fomentar o restaurar esta narratividad también es, por tanto, una labor de rehabilitación" (145). Las crónicas urbanas de Donoso ofrecen no solo la posibilidad de "habitar" la ciudad de Santiago en sentido heideggeriano, sino también "rehabilitar" el espacio literario ofuscado por una oligarquía contemporánea durante la dictadura cívico militar chilena.

Espacio y habitación confluyen en un aspecto fundamental: el paisaje urbano. En la actualidad, y bajo un prisma interdisciplinario, el paisaje constituye una categoría dinámica y, hasta cierto punto, descentrada. Su figuración epistémica surge precisamente a través de la fricción de dos o más saberes, por medio de una interfaz. Así, el concepto de paisaje urbano nos remite a la intersección de enfoques sobre historia del arte, geografía, urbanismo y arquitectura. El problema es complejo. Desde el afluente geográfico, por ejemplo, Jean-Marc Besse piensa el paisaje como un espacio polisensorial, donde nuestros sentidos se integran a la ineludible materialidad de la tierra y sus accidentes. Fenomenología y geograficidad repercuten así en la forma que vivimos y palpamos los paisajes. Sobre este punto, Besse sostiene que "tendremos que habituarnos a la idea de que los paisajes son medios en los cuales estamos sumergidos, antes que objetos para ser contemplados" (5).

Ahora bien, la participación sensible del sujeto en la constitución paisajista, caminando, transitando y recorriendo el cuerpo de la tierra, estimula una serie de imágenes, colectivas y subjetivas, que redundan en la percepción del paisaje urbano. Nos parece interesante relevar una aproximación a partir de los estudios de Javier Maderuelo, arquitecto e historiador del arte, quien enfatiza el carácter cultural del paisaje. "Una vez que comprendemos que se trata de un fenómeno subjetivo, podemos plantear la idea de la ciudad como un lugar que, al provocar sensaciones estéticas y sentimientos afectivos, reclama la capacidad de ser interpretado como 'paisaje'" (576). Pareciera ser que el paisaje y sus derivas en el ámbito urbano encuentran soporte en relaciones sensibles e imaginativas, especialmente cuando estos nexos se expresan en los lenguajes que interpretan simbólicamente la realidad, como los literarios, y en particular las crónicas urbanas.

El objetivo de esta divulgación es propiciar una lectura interdisciplinar de las crónicas de Donoso, a la luz de otras prácticas y discursos, como el de la arquitectura y el paisaje. La figura que favorece esta articulación es, precisamente, una conversatio, reunión de voces y miradas que renuncian a legitimarse a sí mismas en virtud de una interrogación recíproca. En estas condiciones es pertinente preguntarnos hasta qué punto los trabajos de Donoso nos permiten comprender los compromisos de la arquitectura, en cuanto arte del espacio y espacio del arte, con una habitación humana e imaginativa de la ciudad de Santiago.

Finalmente, este trabajo pone a Donoso y a sus lectores en una encrucijada que admite al menos dos sentidos. Primero, su escritura en torno a la ciudad de Santiago, tanto en sus crónicas como novelas, se complementa con otros saberes a partir de los cuales emergen imágenes y metaforizaciones urbanas inéditas, como el de una ciudad silente. Entre estos saberes destaco los registros y estudios paisajistas, el lenguaje de la arquitectura y los usos y prácticas vinculados a la habitación de la ciudad. A partir de esta interfaz surge el segundo sentido, pues la escritura enuncia la ciudad en sus propios términos, es decir, desde un espacio literario. Aproximarnos a la obra de Donoso desde esta intersección implica observar cómo estos discursos intervienen en las crónicas, friccionando y tensionando un espacio que, siendo literario, se conecta con otras figuraciones de la ciudad.

***

MAX AGUIRRE

Buenas tardes estimados auditores. Estamos como siempre en los martes de los últimos años con nuestro programa Habitar es humano. En esta oportunidad hemos querido hacer un pequeño giro sobre los temas a tratar, y hemos invitado a un profesor que no está directamente relacionado con la arquitectura, sino con la literatura. Actualmente desarrolla la segunda etapa de un proyecto de investigación. Su indagación se centra en el modo que el discurso literario reformula y problematiza la condición de las ciudades y los sujetos urbanos. Y es precisamente aquí donde hemos encontrado el punto de encuentro con nuestros intereses: la ciudad, el habitar humano, el espacio público. La vida que apreciamos en la literatura se sitúa en un tiempo y en un lugar y, de modo implícito, el habitar estará siempre presente. Le hace, en ese sentido, mucho honor al título de nuestro programa. Muchísimas gracias, por haber aceptado esta invitación.

ANDRÉS FERRADA

Primero que todo, quisiera agradecer esta invitación a Max Aguirre y a Alfonso Raposo de la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Paisaje de la Universidad Central, esperando tener una conversación amena e interesante en torno al tema de habitar la ciudad, en este caso a través de la literatura.

M. A.

Yo le quiero dar la palabra a Alfonso para que nos dé su primera aproximación sobre este tema.

ALFONSO RAPOSO

Bueno, leí un trabajo del profesor sin ningún propósito más que enterarme de qué se trataba. Pero a medida que iba leyendo surgieron situaciones emocionales. Me hizo preguntarme sobre mí mismo en el sentido de que he sido una persona que se ha preocupado académicamente por la ciudad. Y me acordé de una frase, la "ciudad silente". Cuando llegué a esa parte, como que me hizo un clic, y me acordé de un párrafo de Neruda: "Porque guardo silencio, no crean que voy a morirme... Sucede todo lo contrario, sucede que voy a ¡vivirme!".2 Esa frase se me ocurrió cuando empecé a escribir sobre la arquitectura habitacional construida en Santiago por la Corporación de Mejoramiento Urbano.3 Mi indagación sobre la ciudad era sobre esa arquitectura que construye el cotidiano de las personas y la gente que vivía ahí, en esos espacios. Claro, todo ese espacio construido por el Estado me parecía que estaba en silencio; como que no existía, y decidí que había que investigarlo. Pero cuando escribí sobre lo que había hecho la Corporación de la Vivienda, también era una visión de la ciudad. Legué a pensar que había una ciudad Corvi que se había generado en todo el país, con un interés más pragmático, más social. Pero cuando apareció la Corporación de Mejoramiento Urbano sobre remodelaciones que iban a cambiar la textura y hasta la naturaleza de la ciudad, o de una de sus centralidades, me pareció que tenía que entrar en una especie de narrativa, de qué significaba eso. Esas fueron las emociones de la lectura que quiero dejar puestas.

M. A.

Quisiera agregar que el artículo que menciona Alfonso se titula "Articulación de una poética para la ciudad enmudecida en las crónicas de José Donoso". En este sentido, y retomando el acercamiento que nos hace Alfonso, ¿cuál es, a tu juicio, y por los estudios sobre la obra de Donoso, el significado que tiene el espacio? Hablemos en sentido genérico, del espacio que puede ser doméstico, del jardín o de la ciudad. ¿Qué lugar tiene ese espacio en la obra del autor?

A. F.

Empecé a explorar la escritura de José Donoso considerando principalmente sus crónicas urbanas.4 Me llama la atención cómo en estas crónicas el autor elabora una crítica sistemática de la vida cotidiana. Rescato lo que Alfonso menciona sobre la lectura de textos que lo motivaron a pensar la construcción de un cotidiano en la ciudad. Pero al mismo tiempo, esta vida cotidiana está fuertemente vinculada con una mirada poética que Donoso arroja sobre la ciudad. Es importante establecer que la misma ciudad de Santiago abre una suerte de canal para que Donoso articule efectivamente su escritura con base en una poética del espacio.

Tú me preguntas, Max, sobre cómo se configura una noción de espacio en la escritura de Donoso. Me parece que para el escritor algo muy relevante son los dispositivos que tienden a "museificar" la ciudad como un punto fijo, transparente y nítido. Donoso intenta dejar en descubierto las opacidades y pliegues que nos remiten a una irresolución, o al momento en que la ciudad se percibe desde un punto de vista más fluido. Varias crónicas articulan esta crítica de la vida cotidiana y de una "oligarquía contemporánea" en la década del ochenta. Para el autor, este período es particularmente crítico porque marca el retorno a su ciudad natal, después de haber vivido casi veinte años en el extranjero, principalmente en España.

Cuando Donoso retorna a Santiago, observa que la ciudad no solamente ha enmudecido, sino que se ha transformado en un espacio "sin alma". En "El retorno del nativo" (1981), publicado en Artículos, Donoso menciona esta imagen potente a lo largo de toda su escritura referida a la ciudad. Tiene la impresión de que Santiago se ha convertido en un ámbito sin alma y sin voz; y eso es bastante decidor. Una construcción que carece de alma y un espacio sin voz sugieren la imagen de una muerte que se articula nuevamente en La desesperanza. La trama de esta novela se fundamenta en la muerte de la compañera de Pablo Neruda. Con ocasión de ese evento el personaje principal, Mañungo Vera, viaja a Santiago desde París. Vera es un cantautor de música popular. A través de sus recorridos por la ciudad se describen algunos barrios santiaguinos con un término médico, "caquexia", que es la delgadez extrema de un moribundo.

En las novelas de Donoso encontramos así articulaciones que sugieren una ciudad que ha perdido su vitalidad, vigor o salud. Como contrapartida, el autor tiene en mente ciudades emblemáticas que disfrutan de una energía o una disposición a la salud que está a flor de piel. Una es la ciudad de Buenos Aires. Otra ciudad portuaria relevante es Valparaíso. En primer lugar, Donoso destaca que estas ciudades expresan con locuacidad un mito urbano. Y junto con este mito, ellas se articulan en torno a un lenguaje popular, común a todas las clases y grupos sociales. Cuando Donoso regresa a Santiago, observa que le es prácticamente imposible hablar y escribir "en chileno". Cada vez que intenta escribir con su lenguaje vernáculo, tiene que "entrecomillar" la expresión. Una de las figuraciones que adopta el espacio urbano en su escritura se relaciona también con una crítica de la vida cotidiana, que señala al poder de una oligarquía contemporánea que "museifica" la ciudad. La ciudad deviene, bajo este signo, una construcción bastante moderna o cartesiana, por decirlo así.

A. R.

Otro asunto que me emocionó es la mención que tú haces sobre la "violación de la palabra". Vivir en Santiago, la capital del país. yo no habría sabido decir esa sensación de que hay una palabra violada en la ciudad... y tal vez más claro ahora, una manera de mirar, de sentir. Bueno, ¿la violaron?, ¿quiénes? Miras a tu alrededor y no encuentras a nadie que mantenga su palabra. es una cosa terrible. Me emocionó, porque fue como un chispazo ver esa expresión y hacerla coincidir con un sentimiento latente, soterrado, que uno no sabría decir qué pasa.

M. A.

¿Esa expresión es tuya o de Donoso?

A. F.

No, no es mía, es de Donoso. Él escribió no solamente crónicas urbanas, sino también ensayos donde discute, entre otros temas, el problema del poder. En "La libertad y el lirismo" y "La traición de la palabra" el autor explora, a mi entender, las voluntades de poder en la ciudad.5 Llama la atención la forma en que, para Alfonso, la "violación de la palabra" evoca una situación acuciante. Para muchos de nosotros y, por qué no decirlo, para la historia contemporánea de Chile, quizás sea [esa traición] la que suscite una violación o adulteración de la palabra. Para Donoso esta violación está fuertemente vinculada a la imposibilidad de jugar en la ciudad. Lamenta no poder intercambiar máscaras. Siente que cuando vuelve a Chile debe ajustarse necesariamente a una identidad que, como la ciudad, deja de ser fluida. Por lo tanto, esta violación de la palabra tiene que ver con ese derecho a jugar y a enmascararse sucesivamente. Donoso piensa que detrás de una máscara hay, efectivamente, otra máscara. Para él es muy importante enmascararse, en este caso en un espacio-tiempo que sería el de su propia ciudad. Pero siente que Santiago, su ciudad natal, le juega en contra, [impidiendo] este intercambio de identidades y juegos que, como él advierte, era posible en el extranjero.

M. A.

Respecto a la imagen que nos entregas sobre el espacio citadino en la obra de Donoso, quisiera que nos expliques si el autor crea una metáfora, o nos muestra una coincidencia entre este estado de ánimo citadino y el espacio, como si hubiese una correspondencia entre el ciudadano y su ciudad desalmada y silente. Esto nos interesa mucho porque los ochenta, desde el punto de vista urbano y arquitectónico -no puedo quitarme mi máscara de arquitecto- es un momento de crecimiento, de explosión. Se produce un desarrollo inmobiliario no solo en Santiago, sino en todas las grandes ciudades del país. Por lo tanto, también hay un rol que juega el gremio de los arquitectos; es decir cómo los arquitectos -pasará de otra manera respectivamente en otras profesiones- asimilamos una atmósfera que se instala. Quisiera ver hasta dónde este comentario coincide con lo que tú sabes de la obra de Donoso.

A. F.

Voy a tratar de responder esa pregunta, Max, a través de un escrito muy conectado con la arquitectura. Es una crónica de Donoso titulada "Voz e inventario" (1983). Surge a partir de la lectura de Inventario de una arquitectura anónima (1982), de los arquitectos Cristián Bossa y Hernán Duval.6 A Donoso este trabajo le parece muy interesante porque destaca momentos de la historia de la arquitectura chilena en los que esta no habría dejado huellas, [identificándose] con un anonimato. A Donoso le llaman la atención las arquitecturas y espacios que no dejan firmas, quizá pensando en la rúbrica del escritor. Aparentemente no dejan entrever una autoría. Comenta, en particular, los barrios tradicionales de Recoleta e Independencia, acentuando méritos arquitectónicos y estéticos. Son barrios realmente bellos. Y se pregunta hasta qué punto esa belleza se debe al hecho de que aún no consolidan una conciencia de sí mismos. Son bellos porque están, de algún modo, todavía sumidos en el anonimato.

Nuevamente salen a la luz barrios emblemáticos en el imaginario arquitectónico y urbano de Donoso. Entre otros, el barrio San Telmo, en Buenos Aires. Le parece ejemplar en el siguiente sentido: además de realizarse importantes trabajos de restauración, allí se han [impulsado] creaciones que renuevan el espacio. En Santiago, en cambio, los esfuerzos tienen que ver con la restauración. Donoso echa de menos ese ámbito de creación e innovación sobre la ciudad. Reflexiona que cuando los barrios no crean o articulan una conciencia de sí mismos, tampoco logran crear un idioma propio. Cuando eso no pasa, los barrios no sirven más que para inventariarlos. Es decir, se convierten en piezas de museo. Para Donoso, el museo se asocia a una imagen de modernidad; al momento en que, a través de una verdad exclusiva, se esencializan realidades dinámicas y fluidas, como el "espacio urbano". Estas crónicas revelan una imaginación de la ciudad y, además, el modo en que Donoso comienza a leerla a través de otros lenguajes, como el de la arquitectura.

M. A.

Ahora, en este panorama que empieza a aflorar en la obra de Donoso, ¿en qué obra reconoces una importancia de la presencia que le otorga el propio escritor a la descripción, o a la caracterización de un espacio, sea este de escala doméstica o urbana, para el desarrollo de la trama?

A. F.

Mira, esa pregunta quizás encuentre una respuesta que es un reflejo. Donoso escribe un ensayo que se llama precisamente "El espacio literario" (1986), donde problematiza la manera en que la ciudad entra narrativamente en la escritura.7 Yo utilizo bastante este trabajo para reflexionar cómo [el autor] imagina la ciudad. Y tengo que admitir que Donoso lo escribe pensando en un género particular, la novela. Pero perfectamente las ideas de este ensayo se pueden proyectar, me parece, a la crónica urbana. Para Donoso, por lo tanto -recuerdo aquí las palabras de Alfonso al comienzo de esta conversación- el espacio literario es aquel donde medra la emoción del escritor; es un espacio constituido principalmente a través de la subjetividad emotiva de quien lo crea a través de la escritura.

A. R.

Hay una palabra de un señor Bajtín, la cronotopía. sería una cronotopía emocional, afectiva.

A. F.

Exactamente. Y además te das cuenta de que no solo el escritor crea el espacio, sino que es el espacio el que paulatinamente va creando la imagen de un escritor. Por eso, acentúo que los paisajes urbanos surgen de la mirada del cronista, y también la forma en que estos paisajes van construyendo aquella mirada. Para mí es importante observar el momento en que el sujeto logra subjetivarse a través de sus encuentros con el espacio urbano. Entonces, eso que mencionabas tú, Alfonso, es muy cierto. Por otro lado, Donoso concibe este espacio no exclusivamente en términos de un cronotopo. Para Bajtín el cronotopo está vinculado a un modo de construir la novela; Donoso se sale un poco de este ámbito y comprende el espacio literario como uno en el que medra la emoción o subjetividad del propio autor.8

M. A.

En la investigación que tú has realizado este último tiempo, de una manera más explícita indagas la visión que aparece en la obra de Donoso de este Santiago de los ochenta, en particular. Y se introduce con fuerza el concepto de paisaje. Me gustaría que nos explicaras de qué manera interviene este concepto y qué significado alcanza en la obra del escritor.

A. F.

Bueno, el paisaje surge formalmente a través de un proyecto de investigación apoyado por Fondecyt. Cuando planteaba algunos objetos de estudio para este proyecto, me pareció pertinente observar cómo la escritura de Donoso enuncia una forma paisajística. Comencé a preguntarme cuál es la figuración de este espacio literario, pero en un contexto urbano. Y llegué a una conclusión tentativa, que seguramente se irá ampliando y modificando con el tiempo. Tengo la impresión de que ese espacio urbano adquiere una figuración en la escritura arraigada al concepto de paisaje. Para eso he seguido la línea de investigadores contemporáneos que abordan el paisaje no como una estructura, sino como un elemento fluido y dinámico.9 El paisaje va construyendo subjetividades, y sobre ese punto estoy en una suerte de problema, vinculado con lo siguiente: me pregunto hasta dónde es pertinente hablar no solo del surgimiento de paisajes en la escritura de Donoso, sino también de un pensamiento paisajista. Es decir, de una mirada hacia el entorno y la realidad orientada principalmente por la metáfora y la imagen del paisaje. Una mirada que construye el entorno, la ciudad y las subjetividades urbanas a partir de un registro que no es unívoco o singular.

Dentro de esa línea, Donoso confiere importancia a un elemento del paisaje, el jardín, entendido en sentido amplio como plaza pública, parque, lugar de recreación. El jardín advierte cómo se deslizan los dispositivos del poder en la ciudad. Pienso en La desesperanza y El jardín de al lado, [novelas donde] el jardín es ambivalente. Por un lado, podría leerse como espacio de los estrategas que planifican la ciudad. A través del jardín, esa oligarquía intentará imponer una pedagogía, una norma para observar la ciudad. Pero las subjetividades urbanas que habitan la escritura de Donoso dan un fuerte testimonio de cómo revertir esa imagen del jardín a favor de ciudadanos comunes y corrientes. El jardín se convierte así en un contradispositivo que permite juegos y tácticas, nuevos ensamblajes que dejan en tela de juicio las cartografías oficiales que inciden en el imaginario de la ciudad de Santiago.10

M. A.

Resulta ser, oyéndote, un tema complejo. Y eso nos muestra la complejidad que tiene la creación literaria, porque aquí solamente estamos comentando aspectos de la obra de Donoso a partir de un solo concepto. Podríamos hacer estudios de las múltiples categorías que concurren en el desarrollo de una obra, y esto se transformaría en un pozo sin fondo. Eso es maravilloso, pero también produce vértigo. Podemos crear un vínculo entre el lector de literatura con la conciencia que esta le ayuda a tener justamente de su ciudad, de su espacio, o de estos términos que tú empleas de paisaje y jardín.11 Me gustaría que nos comentes una idea que tratamos los arquitectos que es el habitar, y que nos remite inmediatamente a un sujeto, a la persona que habita. En una obra literaria donde hay personajes, estamos desde luego en presencia de habitantes. ¿De qué manera Donoso aborda la relación del sujeto, que es el protagonista de su obra, con su entorno inmediato? Sea este de escala doméstica, o del barrio o la ciudad.

A. F.

Los personajes de Donoso tienen una doble forma de constituirse en habitantes. Por un lado, habitan un espacio intramuros, que sería el de la casa. Para Donoso, este es un espacio primordial desde el cual es posible incursionar en los espacios extra-muros que, como tú señalas, serían el barrio o la ciudad. Hay dos cuentos de Donoso particularmente interesantes a este respecto. "China" (1954) se inicia al amparo de la casa, y a partir de allí la exploración de la ciudad en una calle transitada y comercial que uno de los hermanos asocia con China. Ese sería un relato temprano del modo en que la habitación de la ciudad se genera desde la casa, afín con las ideas de Humberto Giannini en La reflexión cotidiana, por ejemplo.12 "Una señora" es la historia de un joven obsesionado por una señora de clase media que no es ni bonita ni fea, ni vieja ni joven. Pero aun así, lo que le atrae es el sentido de conexión que siente con esa mujer. La ve en trámites domésticos, comprando en el almacén, pagando cuentas, subiéndose a un tranvía. Es en la intimidad de su casa, y particularmente en su habitación, donde conjetura respecto a la existencia de esta señora. Se produce un efecto que tiene que ver con el modo en que quizá ficcionalizamos la existencia del otro en este proceso de habitar la ciudad.

Creo que hoy es primera vez que camino por la calle Lord Cochrane. El habitar la ciudad, entonces, se conecta con las figuraciones que uno se hace de los nombres de las calles, de los recintos. Imaginaba una calle bastante tradicional, quizás en su momento lo fue. Llama la atención la proliferación de edificios que hay aquí, y tan altos. Yo venía con el bolso y esperaba encontrar una placita, algo a escala pequeña, un remanso para ordenar mis libros antes de llegar a la radio. Curiosamente, lo hice a la entrada de un edificio donde había unos escaños. Bueno, esta brevísima historia da cuenta de que los nombres de las calles y ciudades, las toponimias, nos introducen en una ficción, particularmente cuando no las conocemos. Para José Donoso habitar la ciudad [implica] ser consciente afectivamente de lo que significa habitar el espacio más próximo, la casa.13 En este sentido, la casa -ni siquiera el hogar, sino el concepto de casa- es particularmente relevante. Es a través de este espacio que comienza la excursión hacia el barrio, la calle próxima. Y resulta interesante notar que para Donoso habitar no es necesariamente colonizar un espacio con prácticas cotidianas, sino que implica ficcionalizar, comenzar a leer esos espacios bajo el signo de la literatura. Es decir, transformarlos en un "espacio literario".

A. R.

En tu artículo usas las categorías de lo transitivo y lo intransitivo. ¿Podrías explicarlas un poco más?

A. F.

En La revolución urbana, Henri Lefebvre dedica parte de un capítulo a lo que podríamos llamar un "dispositivo" que nos dispone a habitar la ciudad de un modo específico. Bueno, este dispositivo es la calle, [entendida] como espacio de transitividad. Es decir, la transitamos y nos lleva a un destino deseado: una plaza, un monumento, al hogar o al lugar de trabajo. Otros autores ven en la calle un espacio intransitivo que adquiere valor no solo por producir una conectividad con otros espacios, sino por ser en sí mismo variado y complejo. Es un espacio que los habitantes reformulan constantemente con nuevos recorridos y significaciones.14

M. A.

Me quedé haciendo una relación cuando hablábamos del habitar, en especial sobre los espacios intra y extramuros, y tal vez entrando en un terreno ajeno que tiene que ver con el vivir interior y exterior. Un habitante está en un lugar, hacia afuera. En este momento, por ejemplo, al estar conversando aquí estamos hacia afuera, pero en nosotros está ocurriendo un interior. También hay espacios que, entonces, se superponen; el espacio técnico del arquitecto con el espacio, podríamos llamarlo, anímico o psicológico del habitante. Y esto ocurre mucho en la literatura, no sé si es el caso de Donoso, cuando el escritor establece nexos entre la historia que narra con la percepción que ha tenido ese sujeto en un determinado lugar. Se produce una simbiosis o, al menos, un tránsito de ida y vuelta entre ese exterior y ese interior. Esto pasa cuando los lugares quedan marcados en nosotros por las experiencias vividas en ellos. Creo que tal vez ese es el mejor ejemplo de lo que ocurre cuando asociamos en nuestra memoria un lugar con una determinada experiencia. Y es muy posible que cuando estemos en un espacio similar a esa experiencia, esta se reviva, se evoque o se recuerde.

A. R.

Son topofilias…

M. A.

Y toponimias…

A. F.

Y topo-afectividades, también. Alfonso, tú aludes a Tuan, ¿verdad? Creo que él levanta ese concepto, la topofilia, o las relaciones afectivas con los lugares.15

A. R.

Pero tenemos incluso otra relación, cuando el lugar parece que lo hubiese retado a uno. Y entonces, claro, uno no quiere pasar por ahí. Una topofobia.

A. F.

Antes, comentamos que Donoso, fiel a su profesión, tiende a literaturizar la realidad. A partir de las topofilias y, como sugiere Alfonso, las topofobias, pienso en otro un artículo donde Donoso reflexiona sobre el impacto de los espacios urbanos. Menciona que, en París, hizo el ejercicio de tomar el metro y bajarse en una estación al azar, sin ningún plan. Cuando salió de la estación, experimentó lo ya vivido, un déjà vu. Recuerda que él ya había visto esa calle, aun cuando nunca había estado en ese lugar físicamente; la había visto en un pasaje de una novela francesa.16 Por lo tanto, es interesante ver esa intersección de lugares, huellas y experiencias. Pero en este caso, Donoso nos ofrece una entrada a la inversa. Es decir, antes de vivir físicamente el espacio, el espacio se ha vivido a través de un encuentro con la lectura. Una de las etimologías de la palabra lectura es, precisamente, recorrer un lugar. Incluso antes de entrar en contacto con los espacios urbanos, Donoso enfatiza que ya se ha acumulado en su interior una experiencia de la lectura y la literatura . Así, el autor vuelve a ver lo que ya ha leído. En ese sentido, el referente llega mucho después de la expresión abstracta o, si tú quieres, simbólica de la literatura.

A. R.

Es como un encuentro con alguien conocido, pero que no se había tenido la oportunidad de tener presente.

M. A.

Bueno, se nos ha ido el tiempo. Ha sido una conversación gratísima que nos ha permitido, justamente, introducir un tema: la relación entre la literatura, la arquitectura, el espacio y el habitante. Esperamos que este sea el inicio de otras oportunidades para seguir profundizando estos temas. No queda nada más por decir de mi parte. A ustedes, auditores, los esperamos el próximo martes, muchísimas gracias.

A. F.

Por mi parte, agradezco la invitación de Max y Alfonso a esta conversación en la que se entrecruzan temas relevantes. Donoso piensa que si la literatura o la escritura tienen una misión, esa sería plantear preguntas, no respuestas. En esta conversación surgieron preguntas interesantes, y es bueno que queden, incluso, sin resolver, como un umbral hacia otras derivas de discusión.

***

Reflexiones finales

A través de esta conversación transitamos por una serie de temas relevantes en la escritura de Donoso, en particular en sus crónicas urbanas. Estos temas tienen que ver, en principio, con la ciudad de Santiago de Chile y sus paisajes que, en variedad de registros, permiten al autor reflexionar sobre la experiencia de su retorno al país a inicios de los ochenta, la estratificación de las prácticas culturales y, sobre todo, la condición literaria de Santiago. Se pregunta el autor si la ciudad ha sido capaz de crear un mito y una música urbana que se antepongan al silencio homogéneo que la caracteriza. Santiago se ha convertido en una capital "sin alma y sin voz" que, a diferencia de los puertos de Buenos Aires o Valparaíso, recuerda el predecible e inapelable orden de los inventarios.

Por lo mismo, y con insistencia, Donoso llama nuestra atención al "espacio literario" y a la emergencia del paisaje, tácticas que narran la ciudad desde la expresividad y emoción del autor.

El espacio literario es terreno fértil para la divagación imaginativa e insta a habitar la ciudad no ya desde las lógicas institucionales, o las hegemonías totalitarias, sino desde el despliegue de una subjetividad creadora que convierte los referentes urbanos en materia expresiva. En este sentido, Donoso es consciente de sus prerrogativas de escritor y sus dos principales argumentos: una poética de transformación y una estética que apela a la visualidad, sonoridad y textura de los paisajes que circulan en sus crónicas. Ahora bien, es importante enfatizar que estos paisajes no son meras transcripciones de una realidad externa a la escritura, sino que se constituyen fenoménicamente en ella. Al leer los trabajos de Donoso confirmamos que una de las principales circunstancias de enunciación es el impacto que produce su ciudad natal. Santiago adopta así una fisonomía poética que se distancia de los espacios sensibles, acentuando su tesitura literaria por medio de la construcción de paisajes visibles y acústicos. No solo eso. También advertimos que la escritura misma se convierte en un tejido paisajístico que altera la ciudad y la subjetividad de Donoso.

En la introducción sugerimos la figura de la conversatio como una interrogación mutua entre los saberes que convergen en las crónicas de Donoso, y las signaturas que los expresan: espacios, habitaciones, paisajes. Desde este punto de vista, es posible imaginar al escritor como habitante de un espacio discursivo que se despliega en interfaz; un espacio que se torna legible a través de su desplazamiento en contacto, y fricción, con otras disciplinas, como la arquitectura, y con otras figuraciones literarias, como los imaginarios y las novelas del autor. En esta perspectiva, la escritura donosiana insta paisajes emergentes que, encontrando asidero en los hitos urbanos y citadinos de Santiago, se desprenden de dicha referencialidad para habitar la subjetividad del cronista.

Por lo tanto, la triangulación espacial, habitacional y paisajista se encuentra, por decirlo de algún modo, en constante ensamblaje en virtud de una poética de transformación. Los comentarios de Donoso sobre arquitectura tradicional en "Voz e inventario" (1983), por ejemplo, o paisajismo en "Algo sobre jardines" (1981), no buscan redundar en los lenguajes propios de dichas disciplinas, sino, más bien, y, ante todo, metaforizar: abrir un espacio literario donde el vigor del concepto cede a la opacidad de la imagen. Finalmente, si en su genealogía el arquitecto es quien principia y dirige una obra, ¿podríamos, entonces, a partir de esta conversatio, imaginar la escritura de Donoso como una arquitectura? Creemos que sí. Percibimos, por tanto, una deriva cuyas proyecciones bien pueden verificarse en otras instancias de exploración.

Obras citadas

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1Mis agradecimientos a Max Aguirre por facilitar el podcast del programa. El audio, de una hora de duración, fue transcrito por Felipe Arancibia, profesor de la Universidad de Playa Ancha, Valparaíso, a quien también agradezco su colaboración. En el trabajo de edición del texto sigo dos criterios. Por un lado, priorizo la legibilidad de las ideas en un medio escrito. Opté por suprimir oraciones redundantes para una lectura fluida, manteniendo, dentro de lo posible, el tono conversacional. Por otro, ofrezco a los lectores una introducción que discute los ejes teórico-conceptuales en torno a los cuales gira la conversación y notas a pie de página que comentan o explican sus nodos claves y sugieren bibliografía pertinente. El documento concluye con reflexiones finales, también de mi autoría.

2Alfonso Raposo cita los versos de "Pido silencio", poema de Neruda reunido en Estravagario (1958). Raposo vincula el silencio con una arquitectura habitacional que, impulsada por el Estado, se desplegaba casi inadvertidamente en Santiago en la década del cincuenta. Raposo desarrolla este tema, relevante para la comprensión de procesos modernizadores a nivel urbano y arquitectónico, en Estado, ethos social y política de vivienda. En "El retorno del nativo" (1981), por su parte, Donoso percibe desalentado el silencio de "lugares ahora usurpados o destruidos o anulados" (Artículos 206). Atribuye esta degradación a "actitudes estéticas que en manos de Chapuceros toman la forma de lo que Neruda hubiera calificado de modernette" (Artículos 210). En "Nostalgia del café" (1987) Donoso celebra que "el corazón mismo de la ciudad y la vida urbana" (Artículos 165) latían al unísono con las conversaciones en los cafés santiaguinos que solía frecuentar. "Neruda", recuerda, "se reía de mi afición a lo que él llamaba mi 'turismo literario', cosa que los vitalistas de su generación execraban" ( Artículos 165).

3Esta arquitectura, de acuerdo con Mario Ferrada Aguilar, se produce en un contexto de "modernidad en la producción residencial chilena, entre fines del siglo XIX y primera mitad del XX". Es, en efecto, una "estrategia [que sigue] criterios racionales, orientada bajo políticas públicas que irán asumiendo vocaciones urbanísticas, espaciales-existenciales, higiénicas y arquitectónicas, en un marco de acción transformadora de la realidad nacional" (20).

4Esta producción cronística se inserta en el espacio referencial. Un trabajo clave para comprender su configuración es el de Leonidas Morales. Estos géneros, señala el autor, son "clases de discursos por cuya organización y producción de sentido pueden transitar 'también' (y no solo por la poesía, la novela o el drama) las grandes peripecias de la historia del sujeto, lo grandes temas de la cultura, e incluso, por qué no, los grandes modelos estéticos" (12).

5El primer ensayo discute, a raíz de la muerte de Enrique Lihn, la condición de las humanidades en Chile. Donoso concluye que el poeta, y la creación poética que encarnó, simbolizaron "el atrevimiento de la sobrevivencia de la actividad humanista que no se financia" (Artículos 225). En el segundo, ante la censura dictatorial y una ideología de tergiversación, el autor señala: "Mi única arma para deshacerme del mustio e inmundo rostro que me imponen al siquiera suponer que puedo creer lo que dicen no es la metralleta, claro, ni la primera fila de acción política, sino la palabra y la imagen" (Diarios 340). Ambos trabajos se publicaron en 1988.

6Sus autores señalan que el Inventario enfatiza "obras de arquitectura de Santiago, que siendo anónimas, ya que pocas de ellas reconocen su paternidad, tienen un valor en sí o como parte de la conformación de la ciudad. Anónimas también en el sentido de que se funden en el contexto urbano sin destacar su singularidad" (IX).

7Las ciudades construidas con palabras ofrecen "visiones parciales, subjetivas del que las crea, pero que actúan como metáforas potentes, el verdadero corazón de la novela" (Artículos 115). Interesa observar que Donoso no imagina síntesis o resolución, sino un espacio poroso donde los sentidos de la ciudad y del sujeto se exceden a sí mismos. Sobre este desborde del sentido, o metaforización, ver Ricoeur.

8Bajtín discute el cronotopo en Teoría y estética de la novela, acentuando la intersección de relaciones espacio-temporales "asimiladas artísticamente a la literatura" (238). El espacio literario donosiano, por su parte, promueve la alteración de los repertorios urbanos, creando ciudades que "son más emocionantes que las ciudades de piedra, historia y barro de la realidad, y a veces más eternas" (Donoso, Artículos 116). Pese a sus rasgos distintivos, prevalece en ambos casos una poética de transformación de los referentes.

9Desde el iluminismo la representación del paisaje acentuó el arbitrio cognoscente del observador. En esas obras la naturaleza se subordina a técnicas afines con una visión cartesiana del mundo. Así como la novela y el retrato celebraron una consciencia individual —pienso en The Rise of the Novel (1957) de Ian Watt y El nacimiento del individuo en el arte (2006) de Tzvetan Todorov—, los paisajes crearon la ilusión de una gobernabilidad del entorno. La separación efectiva entre hombre y naturaleza, ahora en el plano del arte, ya estaba en marcha. Por el contrario, enfoques contemporáneos del paisaje encarecen reciprocidades entre el sujeto y el espacio: la subjetividad y las experiencias fenoménicas se convierten en ejes de la construcción paisajista del entorno. Algunos críticos que siguen este pensamiento, desde disciplinas como la historia del arte y la geografía, son Jean-Marc Besse, Marta Llorente, Javier Maderuelo y Alain Roger. Besse, por ejemplo, conjetura que si "el paisaje corresponde a nuestra implicación en el mundo, eso quiere decir que no está lejos de nosotros, en el horizonte, sino que estamos en contacto con él, nos envuelve" ("El espacio" 5). Los paisajes emergentes, a su vez, alteran al sujeto, desnaturalizando el pacto que este mantiene consigo mismo y sus espacios de habitación cotidiana. Un artículo de mi autoría que destaca miradas contemporáneas al paisaje y el descentramiento de la subjetividad es "El paisaje como cuerpo vivido en las crónicas de José Donoso".

10Al respecto, Lucía Guerra indica que las ciudades sugieren "una densa urdiembre de la diseminación, término usado aquí en un sentido derridiano, un espacio en el cual el proceso de significación es siempre plural y heterogéneo" (25). Esta pluralidad se entrelaza con "un Yo que se distancia de los significados oficiales" (24). Ahora bien, esta forma de habitar se efectúa, me parece, en un juego táctico a través del cual abandonamos las habitaciones que, discursiva e ideológicamente, nos ofrece la ciudad.

11Aguirre establece un vínculo análogo entre el habitante y el sentido histórico de las obras que lo rodean, no solo literarias, sino también arquitectónicas y urbanas. "La historicidad de la obra es la encarnación de la experiencia", sostiene, "experiencia del habitante acendrada en usos y costumbres; experiencia del oficio del arquitecto en un saber hacer" (8).

12Esta obra plantea un método reflexivo en "la trayectoria de la ruta habitual de nuestro prójimo: lo que constituye justamente la rutina de su ser cotidiano. Así, contra la actividad tradicionalmente solitaria del filósofo, la nuestra se iniciaba [...] como una actividad callejera" (223). Walkscapes. El andar como práctica estética (2002) y, más recientemente, Pasear, detenerse (2016), ambos de Francesco Careri, asumen desde el ámbito de la arquitectura una postura peripatética afín. El "ser domiciliado" (Giannini 32) es uno que ya se ha expuesto a la intemperie de la calle. De allí surgen percepciones insólitas, como las que se insinúan en crónicas cuyo soporte de enunciación es, justamente, el recorrido por la ciudad. Destaco "Tener y no tener" (1980), "El retorno del nativo" (1981), "Nostalgia del café" (1987) y "La plaza" (1989) en Artículos de incierta necesidad, y "Los barrios bajos de Santiago" (1982), "Ayer y hoy de la cultura en Chile" (1983) y "El regreso" (1983) en José Donoso. Diarios, ensayos, crónicas.

13A propósito de las novelas de Donoso, Sebastián Schoennenbeck propone que el autor "nos presenta entonces una casa que tarde o temprano es alterada, es decir, lo otro transforma y sustituye al habitante original y con ello su ethos" (54).

14Esta alteración de las disposiciones urbanas forma parte de lo que De Certeau llama "tácticas": escamoteos y artes de hacer que tensionan el dominio estratégico. Sobre este punto, el autor estima que "habitar es narrativizar. Fomentar o restaurar esta narratividad también es, por tanto, una labor de rehabilitación. Hay que despertar a las historias que duermen en las calles y que yacen a veces en un simple nombre, replegadas en ese dedal como las sedas del hada" (145).

15Enfoques geográficos contemporáneos ofrecen una problematización crítica del espacio al entrelazar elementos perceptuales, hermenéuticos y fenomenológicos. Un trabajo precursor es el de Eric Dardel. Igualmente representativos de este giro epistémico en la geografía son los de Yi-Fu Tuan y Edward W. Soja. Desde la filosofía, destaco el trabajo de Jeff Malpas.

16Me refiero a la crónica "Aquí estuvieron" (1983). Donoso concluye el recuerdo de esta experiencia señalando: "Miré el letrero con el nombre de la calle que era donde vivía Mathilde de la Mole en Le rouge et le noir. Stendhal no describe esa calle [...], pero fue tan poderosa la forma en que se proyectó en mi imaginación, que sin haberla visto la reconocí. Estas emociones no son impuras, sino compuestas, ya que los escritores y todos los artistas son creadores de 'espacios literarios' y nos enseñan a verlos" (Artículos 109).

Sobre el entrevistado Andrés Ferrada Aguilar es doctor en Literatura, mención Literatura Chilena e Hispanoamericana por la Universidad de Chile. También es profesor de literaturas en lengua inglesa y literatura comparada en la Facultad de Humanidades y Centro de Estudios Avanzados de la Universidad de Playa Ancha, Valparaíso y en la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile. Su línea de investigación indaga la representación de ciudades, paisajes y subjetividades urbanas en géneros narrativos y referenciales, con énfasis en la forma en que el espacio literario redice dichas representaciones. En el contexto del Proyecto Fondecyt n°. 11150158, del Gobierno de Chile, explora las variantes estéticas de paisajes especulares y acústicos en la escritura de José Donoso. Algunos resultados de esta investigación se han publicado en Revista Chilena de Literatura, Anales de Literatura Chilena, Inti: Revista de Literatura Hispánica, Aisthesis y Acta Literaria.

Sobre los entrevistadores Max Aguirre González es arquitecto de la Universidad de Chile, y doctor en Arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid. También es profesor asociado del Instituto de Historia y Patrimonio, de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile y profesor asociado de la Escuela de Arquitectura, de la Universidad Finis Terrae, Chile. Investigador en historia y teoría de la arquitectura del siglo XX, especializado en Chile y América Latina. Alfonso Raposo Moyano es arquitecto de la Universidad de Chile y magíster en Arquitectura y Diseño Contemporáneo de la Universidad Central, Chile. Realizó estudios en el programa de maestría de Ciencias Sociales Avanzadas, Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile. Es director del Centro de Estudios Arquitectónicos, Urbanísticos y del Paisaje y, por varios años, dirigió la Revista de Diseño Urbano y Paisaje. También es profesor en la carrera de Arquitectura y en el Magíster en Arquitectura y Diseño Contemporáneo de la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Paisaje de la Universidad Central. Así mismo, es autor y coautor de los libros Estado, Ethos social y política de vivienda y Espacio urbano e ideología. El paradigma de la Corporación de la Vivienda en la arquitectura habitacional chilena. En el 2010, la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile le otorgó la medalla Claude F. Brunet de Baines en reconocimiento a su trayectoria docente y su aporte al país.

Sobre la entrevista Este documento, elaborado por el entrevistado, se enmarca dentro del proyecto "Las crónicas de José Donoso y la enunciación de Santiago a través del paisaje urbano", apoyado por el Fondo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico, del cual soy investigador responsable. Proyecto Fondecyt de Iniciación n°. 11150158 (2015-2017).

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