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vol.22 issue1Bejarano, Alberto. Ficción e historia en Roberto Bolaño: buscar puentes sobre los abismos. Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 2018, 220 págs.Viveros, Javier, coordinador. Mar fantasma. Veintidós cuentistas contemporáneos de Bolivia y Paraguay. La Paz, Kipus, 2018, 304 págs./ Asunción, Arandurã, 2018, 302 págs. author indexsubject indexarticles search
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Literatura: Teoría, Historia, Crítica

Print version ISSN 0123-5931

Lit. teor. hist. crit. vol.22 no.1 Bogotá Jan./June 2020  Epub Apr 13, 2020

https://doi.org/10.15446/lthc.v21n1.82305 

Reseñas

Cristóbal López, Vicente, traductor. La última noche de Troya: (libro 11 de la Eneida). Barcelona, Hiperión, 2018, 90 págs.

Jorge Enrique Rojas1 

1Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, Colombia


Iis quod addam nihil habeo, quorum summa est: poetas, mea opinione, fideliter, ac simul, quantum fieri potest, poetice converti oportere.

Miguel Antonio Caro, Latinae interpretationes

Este texto, que hace parte de las Latinae interpretationes ("Versiones latinas") de don Miguel Antonio Caro1 y que el difunto profesor Noel Olaya tradujo en estos términos: "nada tengo que añadir a eso, que se resume en que, en mi opinión, los poetas deben traducirse con fidelidad y a un mismo tiempo, en lo posible, poéticamente" (23), plantea algunas de las ideas del filólogo colombiano sobre la traducción de obras poéticas. Caro insiste en el concepto de fidelidad, considerando que la traducción poética hace parte de la composición literaria y por ello requiere de "dotes naturales, activo ejercicio y reflexiva observación" (citado en Olaya 23).2 No es este el lugar para discutir las calidades del colombiano como traductor, pues muchos estudiosos ya han hecho eco de la importancia significativa de sus traducciones de autores latinos como de sus versiones latinas de autores contemporáneos. Pero lo que sí es pertinente afirmar es que, precisamente, ese tipo de fidelidad exigida por Caro es lo que caracteriza la labor del catedrático español Vicente Cristóbal como traductor. Su trayectoria en este campo es amplia y tan reconocida que la editorial Gredos, en su famosa colección Biblioteca Clásica, publicó hace treinta años su traducción de las elegías completas de Ovidio.

El más reciente trabajo de traducción publicado por Cristóbal es La última noche de Troya (libro 11 de la Eneida), en el que vierte con maestría el texto de Virgilio en hexámetros castellanos. Más allá de la preciosa versión, es importante destacar que lo que Caro denominaba fidelidad poética se cumple a cabalidad en este caso, pues al amplio dominio que el investigador español posee sobre la lengua latina se suman sus dotes como poeta expresadas en una amplia producción a lo largo de varios años: Silva mitológica, Canto del gallo, Memoria de horizontes amarillos, El paraíso y el mundo y Siderales sueños3

En los 804 hexámetros castellanos en los que Cristóbal vierte el texto virgiliano se encuentra la voz auténtica del autor sin caer en filologismos, pues se descubre la riqueza del texto original con una frescura que lo hace actual y plenamente accesible, no solamente en cuanto a su contenido sino, precisamente, en la musicalidad de sus versos que apunta a conservar su valor poético. Un primer ejemplo puede ilustrar plenamente este ejercicio, pues el comienzo del libro n da cuenta de la respuesta de Eneas a la reina Dido con un relato retrospectivo sobre la destrucción de Troya, por lo tanto, un relato cargado de un dramatismo que Virgilio elabora con sumo cuidado y que el traductor rescata con maestría:

Todos callaron y atentos fijaban en él su mirada; desde elevado sitial así entonces habló el padre Eneas: "Reina, me mandas que avive de nuevo un dolor indecible, cómo arruinaron los dánaos las fuerzas troyanas y un reino digno de lástima; acciones que, muy lamentables, yo mismo vi y de las cuales fui parte importante. ¿Quién de ellas hablando, o mirmidón, o bien dólope, o tropa de Ulises, el duro, controlaría su llanto? Además ya del cielo la noche húmeda rueda y los astros poniéndose invitan al sueño. Pero si tanto deseo te mueve a saber nuestra ruina y a brevemente escuchar la fatiga postrera de Troya, aunque mi alma aborrece el recuerdo y huyó de esta pena, comenzaré. Por la guerra ya rotos y ante un hado adverso, los capitanes argivos, corriendo ya tantos los años, alzan cual monte un caballo con arte divino de Palas, y con tablones de abeto encajados dan forma a sus lomos; fingen que es un voto en favor de su vuelta; y se extiende tal fama. (Cristóbal 25)

Ya en estos primeros versos se capta el dramatismo del relato al tiempo con la expresión del dolor, para lo cual se conjugan tanto imágenes como sonoridades que el traductor logra elaborar con maestría. Ya Cristóbal había adelantado algunas muestras de sus capacidades en esta composición literaria, como la llamó Caro, en un libro en el que recoge sus versiones de algunos de los textos más importantes de la poesía antigua. En efecto, en Vestigios de antigua llama,4 Cristóbal presenta múltiples versiones de Virgilio, Horacio y Ovidio. Sin embargo, entre los aportes más significativos, además de la traducción en sí misma, lograda, conservando lo peculiar de la forma sin menoscabo del contenido, se destacan las breves reflexiones introductorias en las que afirma, entre otras cosas, que espera

contribuir también con estas traducciones, que pretenden devolver su estatuto sonoro y musical a los versos antiguos, a promover la conciencia de que la poesía es algo más que escritura y literatura, y que debe ser voz, como lo fue en sus orígenes, y recitarse en voz alta (si no cantarse) y ser escuchada. (10)

De esta antología vale la pena reproducir su particular versión de la Oda i, 11 de Horacio, en la medida en que logra retener, más allá del sentido, el ritmo que lo sustenta:

No pretendas saber -es un error- qué fin a mí o a ti te haya dado algún dios, cándida tú; ni quieras consultar el horóscopo, ¡no! Bueno es sufrir lo que haya de venir, ya tienes el don de años sin fin o va a ser el final este invierno que hoy con temporal deja sin fuerza al mar. ¡Ea! ¡Sé sabia, pues! ¡saca el licor!, y si este es el vivir, Deja ya de esperar. Pues al hablar, el tiempo escapará con envidia de ti. Goza del hoy. No pienses más allá. (191)

Volviendo a la traducción del libro ii de la Eneida también se debe destacar en este caso el breve pero significativo prólogo en el cual el traductor ubica claramente la importancia del relato en el contexto de toda la obra y la relación de esta tanto con la tradición épica como con la historia de Roma. Pero de manera particular Cristóbal subraya que se trata del libro más autónomo de toda la epopeya virgiliana y desarrolla un amplio análisis que ilumina aspectos esenciales del texto, como el carácter homodiegético de la narración que Eneas realiza, los ejes que estructuran la acción articulada en tres momentos: el anticlímax inicial generado por la presunta retirada de los griegos y la entrada del caballo a la ciudad, el clímax que representa la destrucción de Troya y el anticlímax final con la partida de Eneas y sus compañeros. También destaca la organización de los escenarios de la acción en este libro organizados, de acuerdo con el comentarista, según una ordenación circular, que responde, seguramente, a esa búsqueda de simetrías propias de la tradición alejandrina.

Ejemplo evidente del anticlímax final es la despedida de Eneas con el fantasma de su mujer, Creusa, que da paso al final del libro ii y al comienzo de la peregrinación de los troyanos sobrevivientes:

Cuando de hablar terminó, me dejó lacrimoso y queriendo

muchas más cosas decirle, y volvió a las ingrávidas brisas.

Tres veces quise allí mismo enlazar con mi abrazo su cuello;

tres veces, vano mi intento, el fantasma escapó de mis manos

como si fuera algún rápido viento o un sueño volátil.

De esta manera, por fin, con el alba, regreso a los míos.

Y con sorpresa me encuentro que aquí había acudido una gran turba

de seguidores que nunca había visto, mujeres y hombres,

jóvenes prestos para ir al destierro, una mísera gente.

Vienen de todo lugar, preparados con alma y recursos

para seguirme por mar a la tierra a que quiera guiarlos.

Ya por las cumbres más altas del Ida asomaba el Lucífero

e iba tirando del día y los dánaos tenían cercadas

puertas y accesos, y no se ofrecía esperanza de ayuda.

Me resigné y, con mi padre a los hombros, busqué las montañas. (87)

Es evidente que las cualidades exigidas por Caro para la traducción de poesía, esto es "dotes naturales, activo ejercicio y reflexiva observación" hacen parte de las condiciones de Cristóbal, pues su formación en filología clásica se ha expresado en una larga trayectoria de eruditas investigaciones que se reflejan en una larga lista de publicaciones especializadas, pero a ello se suman sus dotes artísticas, que en poesía y pintura se mueven con frecuencia alrededor de la tradición clásica. Un ejemplo significativo de este ejercicio lírico es el poema "Acteón":

Verte y morir fue todo al mismo tiempo.

No me duele el mordisco repetido

ni la voz que no logra su mensaje.

No me pesa ser la bestia moribunda

en este mediodía de los canes.

Ni me quejo de verme tan ajeno

a la costumbre de mi corta vida.

He visto lo que sabios buscadores,

pintores y escultores de la tierra

quisieran haber visto: deslumbrante

luz en la lluvia, lirios floreciendo,

cinturas de cristal, senos de pluma,

yeguas para el furor de los caballos,

y sobre todo tú, la soberana,

la dueña del carcaj que siempre huyes;

te he visto aquí, celeste y detenida,

divina y animal, fuente de gozo.

No me duele el morir, no me torturas,

no quiero cacerías más allá,

pues vive milagrosa en mi pupila

tu gracia de palmera junto al agua. (Silva mitológica 25)

En síntesis, la academia ha reconocido ampliamente la labor del catedrático de la Universidad Complutense; del mismo modo ha valorado ampliamente su labor como traductor de autores de la literatura de Roma antigua. Pero esta reseña lo que ha querido resaltar, ante todo, es la rica sensibilidad artística que Cristóbal posee y que le permite lograr en sus versiones mucho más que una lograda corrección filológica.

1Caro, Miguel Antonio. Versiones latinas. Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1951.

2Olaya Perdomo, Noel. "Obra latina de don Miguel Antonio Caro". Forma y Función, vol. 31, núm. 1, 2018, págs. 9-32.

3Silva mitológica. Madrid, Ediciones Clásicas, 2007; Canto del gallo. Madrid, Escolar y Mayo editores, 2010; Memoria de horizontes amarillos. Madrid, Ediciones Clásicas, 2011; El paraíso y el mundo. Sevilla, Editorial Renacimiento, 2015; Siderales sueños. Logroño, Ediciones del 4 de agosto, 2015.

4Cristóbal López, Vicente, editor. Virgilio, Horacio, Ovidio. Vestigios de antigua llama. Antología. Sevilla, Renacimiento, 2016.

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