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Literatura: Teoría, Historia, Crítica

Print version ISSN 0123-5931

Lit. teor. hist. crit. vol.23 no.2 Bogotá July/Dec. 2021  Epub July 21, 2021

https://doi.org/10.15446/lthc.v23n2.94898 

Entrevistas

Entrevista a Nobara Hayakawa

Nicole Bedoya Rodríguez1 

1 Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, Colombia nbedoyar@unal.edu.co


NICOLE BEDOYA

Un gusto saludarte, Nobara.

En el curso de Literatura Infantil hemos estudiado cómo la noción de infancia se ha modificado en la literatura y cómo, a partir de esto, se conciben los niños para los que se escribe. En ese sentido, para ti ¿qué es la infancia? ¿Entiendes este concepto a partir de alguna disciplina que se preocupe por definirla?

NOBARA HAYAKAWA

Es común escuchar a las personas mayores protestar porque les llaman viejos o abuelos, cuando a veces ni siquiera tienen hijos. En el mundo de la medicina, por poner el ejemplo más obvio, la pediatría se especializa en hacer un seguimiento al proceso de crecimiento del cuerpo humano en sus primeros años y la geriatría en acompañar el proceso de decaimiento del mismo cuerpo. ¿Por qué hay que cambiar de doctor cuando crece un niño, si el pediatra es quien mejor le conoce? Siempre he pensado que hacen falta médicos que no estén tan especializados, que puedan ver a la persona en su dimensión física, socioeconómica, mental, emocional y espiritual, sin importar su edad. Lo mismo me pasa con la literatura infantil.

Encuentro un poco problemático que se considere a los niños como una franja definida porque cada individuo tiene un ritmo y una velocidad de desarrollo propios, así como un carácter al que le puede interesar un cuento de Edgar Allan Poe en su temprana edad o que disfrute enormemente un libro álbum a los 65 años. Tal vez se podría hacer una distinción entre la infancia como idea poética y lo infantil como categoría comercial. Y tal vez, esa fragmentación de un proceso que es más bien orgánico sea en parte responsable de la angustia que acarrea al individuo crecer y hacer la transición hacia una adultez que no se ve nada atractiva. Es un rito de paso que, en vez de durar una noche como en muchas culturas, se prolonga por los varios años de la adolescencia y que marca una distancia con la infancia como algo que se pierde para siempre, cuando en verdad no creo que sea así: seguimos siendo los mismos niños por dentro.

N. B.

¿Cómo se ha transformado esa noción a lo largo de tu vida?

N. H.

Creo que, a medida que envejezco, regreso a la confianza y al asombro de cuando era chiquita, los cuales perdí cuando crecí y quise encajar. Ahora que soy mamá, lo que veo en mi hija es el potencial absoluto del ser humano, que vamos coartando, sin querer, a través de nuestras ideas y modos de vida. Es como si viniéramos al mundo en estado puro y nos contamináramos hasta amoldarnos con el entorno. Es maravilloso y un poco triste a la vez.

N. B.

En relación con esto, ¿para ti qué es la literatura infantil? o ¿qué no es? Hay que tener en cuenta, también, los prejuicios que existen sobre ella.

N. H.

Bernardo Atxaga dice: "Al hablar de literatura infantil, el peso de la balanza debería recaer en el primer término de la expresión, en el aspecto estrictamente literario. De lo contrario, si se comienza a separar terrenos, si se considera que el adjetivo infantil pesa más que todo lo demás y que escribir para niños es algo totalmente específico, entonces mal asunto".

A veces sospecho que "literatura infantil" es solo una noción comercial: los libros, como los juguetes, clasificados por edades y niveles de lectoescritura que, a su vez, se compaginan con los programas académicos de los colegios y cercan la experiencia del libro. Gianni Rodari, Arnold Lobel, Tove Jansson o Roald Dahl abordan la complejidad de la naturaleza humana con humor y trascienden la edad de sus lectores. Los cuentos de Andersen y los recogidos por los hermanos Grimm no parecían escritos para los niños sobreprotegidos de hoy, que tienen mayor acceso a las versiones suavizadas y empobrecidas de Disney. Entonces hay libros y hay lectores.

N. B.

Cuéntame sobre tu idea del oficio de autora e ilustradora de literatura infantil. ¿Cómo llegaste a esto? ¿Tienes alguna anécdota de cómo fue tu inicio en la escritura para niños?

N. H.

Llegué por casualidad. Me interesa mucho el antropomorfismo y en una época empecé a ponerle ojos y bocas a todo lo que dibujaba. Luego supe que estaba "creando personajes". La escritura, por otro lado, ha sido una constante paralela, como la música, que hago porque me gusta, aunque no sea profesional en ninguna de ellas.

Tanto el dibujo como la escritura y la música tienen un origen confesional. Mis primeros dibujos eran versiones no verbales de mis diarios y mis canciones eran suspiros musicalizados. También he sido una lectora voraz desde chiquita, así que tal vez estoy haciendo un tránsito de lectora a escritora que se siente natural, ahora que he vivido un tiempo y ya tengo, tal vez, algo para decir.

N. B.

Sobre tu proceso de creación en relación con la infancia y con el público. ¿Cómo concibes a tu público?, ¿escribes e ilustras pensando en un público infantil? o ¿cuáles son los lectores que buscas?

N. H.

Creo que no pienso en nadie en particular. Me temo que lo hago todo para mí misma. Mi hija es mi primera lectora y editora, así que también pienso en ella: si nos gusta a ambas, no está mal.

N. B.

Al momento de crear, ¿necesitas, de alguna manera, regresar a una sensación de infancia?

N. H.

No. Vivo con una niña que me transmite, con su capacidad para estar en el presente, todo lo que se necesita para estar en ese estado de asombro que es la infancia. Lo que necesito para crear es tiempo y silencio, dos lujos muy difíciles de tener cuando hay que pagar cuentas y atender una casa.

N. B.

En tu proceso de creación, ¿qué elementos te permiten apropiarte de nuevo del mundo infantil? y ¿qué otros contenidos y referentes utilizas para escribir?

N. H.

Los autores que mencioné antes son mis ídolos, pero me interesan también las pintoras esotéricas de principios del siglo xx: Hilma af Klint, casi todo lo que hace David Lynch, las novelas policíacas, la película de Laurie Anderson acerca de su perro en la que habla de budismo y los diccionarios de símbolos. Más que unos contenidos puntuales estoy siempre con las antenas muy atentas hacia aquello que me hace vibrar, que puede provenir de una canción o de un poema, sin importar si es para niños o no.

N. B.

Cuéntame sobre la historia detrás de Nubarrón. ¿De dónde nace la idea?, ¿en qué pensabas cuando lo creaste? o ¿qué elementos externos ayudaron o influenciaron tu escritura?

N. H.

Nubarrón viene de una serie de dibujos de "cosas terribles dibujadas con ternura" que estaba haciendo acerca del impacto ambiental de las actividades humanas. Estaba haciendo nubes negras de polución y se me ocurrió hacer una que fuera negra, pero de agua. Al terminar el libro descubrí un aspecto autobiográfico de la historia, que tiene que ver con la diferencia -en mi caso, la raza- y la búsqueda de un lugar en el mundo.

N. B.

Tu trabajo está muy relacionado con el manejo de las emociones y el medio ambiente; es decir, la relación con el otro y con el planeta. ¿Por qué consideras que hay que hablar de estos temas? ¿Por qué la literatura y la ilustración son medios propicios?

N. H.

Son temas urgentes y nos afectan todo el tiempo: las alergias, el cansancio, la tristeza, todo lo que sentimos está atravesado por la manera como vivimos, por el mundo que hemos creado. Tal vez tengo también un sentido de responsabilidad o del deber desde el privilegio que implica poder dibujar y hacer lo que hago. La literatura, el dibujo y la música son los medios que tengo a la mano.

N. B.

Por la misma línea, ¿qué otros temas o problemas te parecen necesarios contar, que no se han contado nunca o no lo suficiente? y ¿por qué es necesario contarlos? Así mismo, ¿en qué problemáticas te interesa ahondar en específico?

N. H.

Creo que se han hecho libros acerca de casi todo, pero no siempre llegan a sus lectores. Son muchísimos los temas que me interesaría abordar, como la idea de Dios (teología y espiritualidad), el valor de las cosas (cultura material) y el sentido de la vida (el amor).

N. B.

En tu relación con el sector editorial, ¿cómo ha sido el proceso para llegar a las editoriales? y ¿qué opinas de la industria editorial de literatura infantil en Colombia?

N. H.

Mi experiencia no es muy amplia. Rey Naranjo publicó por primera vez un libro con dibujos míos -El libro de los tesoros de Lupe y Lolo de Beatriz Helena Robledo- en el 2015 y cinco años después sigo sin ganar regalías por la poca distribución que tiene. La entrada a la enorme empresa que es Planeta fue con Nubarrón en el Plan Lector, que produce y distribuye libros para formar lectores. Es un libro que no ha tenido mucha visibilidad, pero que circula en los colegios. Luego, el escritor Álvaro Robledo me llamó para que hiciéramos juntos Hola, miedo -el primero de la colección Pasajeros acerca de las emociones básicas- y esta feliz colaboración ha resultado en tres libros más: Hola, rabia; Hola, tristeza; y Hola, gratitud.

Tengo un libro nuevo con el que no saben qué hacer porque aparentemente el libro álbum no es tan vendedor como, digamos, una colección de biografías de mujeres fuertes. Aún no he llegado, y espero no llegar, al punto de crear pensando solo en la viabilidad comercial de un producto. La distribución es un misterio para mí. La colección Pasajeros no está en librerías especializadas para niños, pero sí en grandes superficies, supermercados. Creo que hay una ruptura de comunicación entre el área editorial y la comercial.

Con el libro nuevo, que mencioné antes, he podido explorar cuáles son las editoriales colombianas que hacen libros para niños y no son tantas. Aparte de los dos gigantes, Planeta y Penguin Random House, están: Babel, Tragaluz, Rey Naranjo y Cataplum. Creo que hacen falta más, pero considerando el estado de las cosas en el mundo, antes es un milagro que estas existan.

N. B.

Finalmente, en relación con tu experiencia en la academia, tanto en posición de creadora como de estudiante: ¿qué opinas de esta y su acercamiento crítico a la literatura infantil? ¿Qué cosas se han logrado y cuáles faltan?

N. H.

No tengo mucho conocimiento acerca de lo que se está haciendo en las universidades en formación de autores. Sé que tanto la carrera de Artes Visuales de la Javeriana como las de Diseño Gráfico en la Nacional y la Tadeo estimulan mucho la formación de ilustradores, y que hay una especialización en la Javeriana para escritores y la maestría de la Nacional. Pero volviendo a la primera pregunta, la especialización en una sola destreza o un solo género o público tal vez no sea ideal. Quizás sería bueno que los ilustradores leyeran más y aprendieran a escribir, y que los escritores tuvieran clases de color, dibujo, baile y canto.

N. B.

Nobara, muchas gracias por colaborar con nosotros. N. H.

Gracias a ti.

Sobre la entrevista Esta entrevista fue realizada a través de medio escrito en mayo del 2020.

Sobre la entrevistada Nobara Hayakawa (Bogotá, 1973) es una artista de nacionalidad colombiana-japonesa. Se ha destacado por su versatilidad en distintos campos como autora, ilustradora, música y fotógrafa. Como autora e ilustradora publicó el libro Nubarrón (2018) junto con el escritor Álvaro Robledo. También ha publicado los libros de la Colección Pasajeros de Editorial Planeta: Hola, miedo (2018); Hola, rabia (2019); Hola, tristeza (2019); La respiración es tu casa (2020) y Hola, gratitud (2020). Sus fotografías han sido publicadas en diversas revistas, así como en el cuadernillo Un algo ahí como parte de su participación en el 45 Salón Nacional de Artistas. En 2019, expuso una selección de sus fotos en Bogotá como parte de la curaduría de Manuel Kalmanovitz, "Llamitas al viento".

Sobre la entrevistadora Nicole Bedoya Rodríguez (Cartagena de Indias, 1999) es egresada del pregrado de Estudios Literarios de la Universidad Nacional de Colombia y editora en .Puntoaparte Editores. Fue participante del programa Elipsis del British Council como editora aspirante. Ha colaborado en diversos proyectos de edición comunitaria y gestión cultural como la revista Ocho: treinta, Fénix: literatura, arte y cultura y la FILBO. Recientemente, escribió el prólogo para el libro de poesía La ilusión de la larga noche, de la autora argentina Inés Kreplak, en su primera edición colombiana.

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